La Juntada: Plataforma de Consejo - Elecciones FFyL-UBA 2009

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El Consejo Directivo (CD) es la instancia de cogobierno de la facultad y está integrado por representantes de los tres claustros: 8 profesores (que se eligen cada 4 años), 4 graduados y 4 estudiantes (que se eligen cada 2 años); y además 2 representantes no-docentes, con voz pero sin voto. Estos consejeros además de tomar resoluciones en torno a los aspectos de la vida política, académica y administrativa de la Facultad, son quienes eligen al Decano de cada casa de estudios y quienes conforman la Asamblea Universitaria que elige al Rector de la Universidad de Buenos Aires (compuesta por 236 miembros, incluyendo consejeros y decanos electos). Además, son estos mismos consejeros los que eligen a los representantes del Consejo Superior de la Universidad (integrado por 5 estudiantes, 5 graduados, 5 profesores y los decanos de las 13 facultades). A primera vista puede verse que es un espacio de carácter antidemocrático. A más de noventa años de la Reforma Universitaria del `18, que impuso el gobierno tripartito e igualitario, estos órganos de igualitarios tienen poco y nada. No representan la verdadera conformación de la población de las facultades. Hay una sobre representación del claustro de profesores -que hegemoniza la mitad de los consejeros del CD- y una escasa representación del claustro estudiantil. Esto es aún más grave porque los miembros del claustro docente sólo son la minoría de profesores titulares o adjuntos regulares concursados dejando afuera a miles de docentes -los interinos, los ayudantes de 1era y los JTPs- que quedan bajo el paraguas del claustro de graduados. Se conforma así una Universidad en la cual los estudiantes y la mayoría de los docentes que diariamente dan clases (incluso haciéndolo gratis o reci-

biendo una renta precaria) somos prácticamente una decoración en los órganos de co-gobierno, ya que el claustro de profesores ostenta una mayoría que le permite prácticamente gobernar solo. Es así como un grupo minoritario de la comunidad académica monopoliza el destino de la universidad, lo cual implica hasta sus aspectos más cotidianos: la apertura o no de una cátedra en función de acuerdos ideológicos, simpatías o rencores personales, la manipulación de concursos, el nombramiento de docentes interinos, el uso y destino de los recursos de la facultad tanto del dinero como de las aulas. Por ejemplo, en filo hace tiempo que el 4to.piso se asigna para el laboratorio de idiomas pagos cuando podría utilizarse para el dictado de cursos de grado permitiendo aliviar la crisis edilicia. En la medida que está minoría de profesores controle la apertura y sustanciación de concursos, seguirá controlando también quienes entran y quienes no al claustro de profesores. Esto les permite cristalizarse como “casta” en el poder y hegemonizar el control de las facultades y de toda la universidad, garantizando además las condiciones que le permiten reproducirse como grupo hegemónico. El argumento con el cual justifican su mayoría en los órganos de gobierno responde a una lógica de jerarquización del conocimiento totalmente elitista: “somos los que sabemos, por eso somos los más aptos para llevar por el camino correcto a la facultad”. Sin embargo, años de deterioro académico y también presupuestario parecieran indicar que los que se consideran más aptos no levantaron la cabeza para impedir el lento proceso de vaciamiento de la Universidad. Dichos argumentos esconden la mezquindad de quienes privilegian su autopreservación y ponen a toda la institución al servicio de ese fin personal; convirtiendo así los cargos, las becas, las publicaciones y todos los recursos en el botín a intercambiar para configurar alianzas de poder. Es así como, toda la Universidad y el conocimiento que en ella se produce se vuelven moneda de cambio.


“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifiquen al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal” José Martí.

El ahogo presupuestario como política de Estado para con la educación pública en general y superior en particular fue una de las constantes durante las últimas décadas. Esto generó que las instituciones educativas buscaran una articulación mercantilista con la sociedad en pos de obtener más recursos, los llamados “recursos propios” (en nuestra facultad uno de los principales es el Laboratorio de Idiomas). Otra consecuencia fue el aumento del plantel de profesores que no cobra un sueldo “ad-honorem” , o que perciben una renta que no se adecua al cargo, o recién comienzan a cobrar una renta dependiendo, por ejemplo, de la muerte de un profesor, una licencia, etc. A esto le sumamos condiciones edilicias precarias que implican que cursemos sentados en el piso, hacinados, que no haya suficiente oferta horaria, etc. La gestión actual se ha adaptado sin más a todo esto, por eso decimos que se encargó de administrar la miseria. En el nivel de claustro de profesores se generaron las peores formas de manejo clientelar, dado los pocos espacios a cubrir y la posibilidad que otorgan las propias estructuras de co-gobierno. El acceso a la carrera docente depende más del alineamiento de la persona al grupúsculo con posibilidades de acceder a dichas instancias que de la formación académica. Con el mismo criterio de repartija de favores se diseñan y llevan adelante ciertos proyectos de extensión que perciben presupuesto. Si bien esta es una lógica que domina el escenario general de la UBA, tiene su expresión particular en filo. Es curioso que hayan sido los modernos, quienes se autoproclaman ser los adalides de la calidad académica y la transparencia institucional, los que hayan inaugurado está clase de prácticas que vuelven el trabajo gratuito y el alineamiento incondicional con su política parte integrante del “derecho de piso” a pagar por querer transitar como docente de la facultad. La gestión actual, que se presenta como espacio alternativo a los modernos, mantiene sin embargo esta misma lógica prebendaria. Esto quedó de manifiesto cuando, por medio de maniobras burdas, Trinchero intentó imponer un reglamento de carrera docente

(dic.2007), un reglamento para “el surgimiento de cátedras paralelas” (dic.2008), cuando intentó disimular el crecimiento del plantel ad-honorem queriendo impedir una gran cantidad de designaciones de profesores -mecanismo que lo único que hace es ocultar la cantidad real de docentes que trabajan gratis y por ende precarizaría aún más a los ad-honorem ya que ni siquiera sumarían antigüedad-. Este año se evidenció la misma lógica cuando en medio del receso porcino el decano adelantó las fechas de elecciones del claustro de graduados, queriendo evitar así el empadronamiento de los recientes egresados para obstaculizar el surgimiento de una lista alternativa a la de los modernos y a la propia. En función de la movilización la gestión se vio obligada a dar pasos atrás y a llamar a espacios de discusión en pos de consensuar dichos proyectos y se le impidió aprobar el fin de las designaciones docentes. Los consejeros de la gestión votaron, junto con los modernos, en contra de una de las principales reivindicaciones de estudiantes y docentes: el criterio de designación para los prácticos de un docente cada 30 estudiantes como máximo. Para esta gestión lo importante no es si un práctico tiene más de 70 estudiantes, sino que ellos y sus amigos sigan haciendo lo que mejor saben, adaptarse a la miseria y pelearse para ver quien se queda con un pedacito más de las migas. Una muestra más de esto es la votación en Consejo Superior donde se aprobó, con el voto a favor de Trinchero que la UBA recibiera el dinero proveniente de la mina Bajo La Alumbrera, a pesar de las diferentes denuncias de investigadores, gremios y organizaciones sociales pidiendo su rechazo. Colocando así a la universidad al servicio de la explotación contaminante de las multinacionales. Confirmando que, pese a las declaraciones en torno a la misión social de la universidad, cuando se trata de conseguir más dinero a la academia no parece importarle ponerse del lado del pueblo que ve diariamente cómo su vida y su tierra son destrozadas en pos de los intereses del capital.


Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. J. Martí Es claro que, esta estructura de cogobierno nos condena a ser una voz mínima en dicho espacio. Sin embargo, creemos que es realmente importante participar en él con una política activa, saliendo de la denuncia vacía para incidir en las cuestiones de carácter cotidiano que Por eso apostamos a que la representación estudiantil en el Consejo Directivo se resuelven como son la aproen Consejo Directivo realmente sea la voz de los estubación y oferta de materias, los concursos, designaciodiantes y no la auto-representación de quien se sienta nes, rentas, licencias, calendario académico y sus ahí ni de su fuerza. Debe existir una relación más fluida prórrogas, etc. A su vez, creemos que es un ámbito entre los estudiantes y lo que sucede en ese espacio, para impulsar junto con el Centro de Estudiantes nuespara eso es necesario abrir el debate de cara a todos tros reclamos para que, finalmente, puedan traducirse los estudiantes, enriquecer las propuestas en las asamen victorias. Es un terreno de disputa que no puede bleas y en los cursos. Esta pelea, creemos, debe darse regalarse. Desde La Juntada, pensamos que la lucha todos los días, en cada sesión, en cada una de las comipor la democratización de las facultades y contra el siones, y no sólo cuando una situación que se torna ahogo presupuestario debemos darla en simultáneo en irreversible nos obliga a movilizarnos. Tenemos que las calles, en los cursos y también en el terreno institupelear en los espacios institucionales con la fuerza que cional con todos nuestros compañeros. sólo la organización colectiva y de base puede darnos.

A la hora de pensar el actual rumbo de la Universidad Pública es indispensable retomarse hacia décadas atrás. De esta forma podemos ver que lejos de ser una isla la universidad fue un objeto más de las políticas neoliberales aplicadas durante la década de los 90, que entre otras cosas tuvieron como objetivo modificar la relación del Estado con la sociedad. En este sentido, fue la Ley de Educación Superior (LES) del 95 que vino a reglamentar y profundizar situaciones que se daban ya de hecho: el autofinanciamiento mediante recursos propios, la injerencia de intereses privados al interior de la facultad, etc. Consideramos que la Universidad, desde aquella época hasta la actualidad, se encuentra atravesada por dicha situación: la necesidad de adaptarla a los criterios de eficiencia y efectividad capitalistas. Es decir, convertir a la universidad en un objeto flexible capaz de adaptarse a las necesidades del mercado, intentando representar el

menor gasto posible. Con la excusa de “modernizar” una concepción de educación avinagrada la LES cuestionó el carácter público, masivo y autónomo de la universidad, y con esto su capacidad de construir pensamiento crítico. Los nefastos sectores que impulsaron estas reformas (Franja Morada) hoy vuelven a la carga disfrazados de “Puán ¿para qué?” apoyados por los “modernos reaccionarios” de la facultad, con Caty Nosiglia y compañía a la cabeza. Debemos, todos juntos, impedir que recuperen poder y espacio en las estructuras de la facultad. Con estas políticas, la autonomía universitaria fue mantenida en la formalidad pero su contenido fue modificado en la práctica. Por definición el principio de autonomía indica que cada Universidad debe dictar sus propios estatutos; definir su forma de gobierno; decidir sobre el manejo de los recursos financieros que le otorga el Estado; darse su propio proceso de evaluación, así como también desarrollar el tipo de


producción y formación académica que la “libertad de cátedra” permite. Todo esto, sin dependencia directa de los órganos del Estado o de los actores privados del mercado. Sin embargo, la misma LES avanza en la definición de aspectos centrales de la estructura y el funcionamiento de la Universidad atacando así la autonomía que dice respetar. Por ejemplo, busca anular las funciones ejecutivas de los órganos de cogobierno colegiados, asignándoselas a órganos de carácter unipersonal, reduciendo así las funciones de estructuras de cogobierno a controladores de la vida universitaria. Esta ampliación de funciones a decanos y rectores tuvo el objetivo de agilizar la adaptación de la educación superior a las “nuevas tendencias”. Al mismo tiempo, la ley establece que el monto de presupuesto para cada universidad se asignará según “criterios de eficiencia y equidad”. Esto, sumado al desfinanciamiento intencional por parte de los gobiernos de turno, genera competencia entre las distintas universidades y al interior de las mismas por acreditar contenidos para quedarse con una mayor parte de la torta. La acreditación de las carreras se hace a través de la CONEAU que es una comisión externa a las universidades (que incluye a representantes del poder ejecutivo, legislativo y de universidades privadas), que aprueba o veta contenidos violando de esta forma la autonomía académica. A nuestro entender, estos mecanismos alejan a la educación cada vez más de la posibilidad de aportar a otro proyecto de sociedad. Es necesario explicitar que el proyecto kirchnerista de

La resistencia del movimiento estudiantil logró frenar parcialmente la aplicación de la LES, logramos impedir el arancelamiento de los estudios de grado, pero las facultades surgidas en el conurbano bonaerense se crearon a imagen y semejanza de la LES y varias carreras de distintas universidades del país -incluidas algunas carreras de grado y los posgrados la UBA- fueron acreditadas por la CONEAU, etc. Además la falta de presupuesto estatal es cubierta con recursos propios (un ejemplo de esto es la vinculación de la UBA y otras universidades nacionales con la Mina Bajo La Alumbrera Inc.) Son y han sido las actuales estructuras antidemocráticas de co-gobierno las que permitieron que aquellos intereses pudieran ser predominantes pese a la resistencia ofrecida por los estudiantes. Esto pone sobre el tapete la necesidad de conseguir la democratización. Cuando pensamos en la democratización debemos remontarnos a las jornadas del 2006 y su culminación con la elección de un rector en el Congreso garantizada por la represión policial. Por un lado, el conflicto logró instalar el eje de la democratización como un problema fundamental. Sin embargo, a nuestro entender, el mismo no fue sentido como propio por la gran mayoría de los estudiantes, ya que se mantuvo en un plano consignista,

reforma de la LES (LeNES) no modifica lo sustancial de todos los aspectos arriba mencionados. Por el contrario, -y tal como sucedió con otras reformas legislativas del gobierno- termina reafirmando los puntos nodales de las políticas neoliberales. Por lo tanto, desde La Juntada, nos oponemos a estas leyes mercantilistas, a cualquier tipo de evaluación externa y defendemos la autonomía universitaria. Pero no entendemos la autonomía como sinónimo de aislamiento social. Para nosotros, la formación académica y la producción de conocimiento debe estar al servicio de los problemas del campo popular y no herméticamente cerrada sobre sí misma. Tampoco creemos que el vínculo con el resto de la sociedad se pueda reducir a una secretaría -la de extensión universitaria- o a una serie de programas, que en la actualidad recubren prácticas asistencialistas y administran los negociados de la gestión de nuestra facultad. Creemos que es necesario pensar una vinculación más estrecha de la “extensión” y las carreras de grado, que signifique el intercambio de saberes entre la propia especificidad de la educación universitaria con proyectos que sirvan a los intereses del pueblo. A decir de Paulo Freire, “Cuanto más investigo el pensar del pueblo con él, tanto más nos educamos juntos. Cuanto más nos educamos, tanto más continuamos investigando” Por eso, nuestro desafío es disputar el para quién, el por qué y el cómo, forma y produce esta Universidad para alejarla del rumbo actual y ponerla en vinculación con un proyecto realmente emancipador de nuestra sociedad.

superestructural y alejado de las aulas. No se instaló cómo la democratización nos afecta en lo cotidiano, en el rumbo actual que toma la universidad. Por esto, el conflicto no se masificó ni profundizó y en consecuencia fue perdiendo legitimidad, para terminar en octubre pasado con una reforma regresiva del estatuto universitario. Esta reforma ratificó el co-gobierno donde los estudiantes seguimos siendo una minoría decorativa. Por eso luchamos por el aumento de la representación estudiantil en los órganos de co-gobierno, ya que implicaría que nuestras isiones y propuestas tengan una incidencia real. A su vez, el nuevo estatuto sigue permitiendo que una minoría de profesores regulares sea la que toma las decisiones concretas, perpetuando la lógica clientelar que esta situación genera. Por eso creemos que otro aspecto para un verdadero cambio de rumbo en la universidad es la unificación del claustro docente que incluiría a la gran mayoría de los docentes que hoy votan y forman parte del de graduados. También pensamos que un cogobierno inclusivo, de la diversidad de actores de la universidad, debe contemplar el voto para los no docentes (que hoy disponen nada más de voz). Pero la lucha por la democratización no se acaba ahí,


sino que abarca todas las instancias de producción y socialización del conocimiento, porque es el mismo criterio iluminista el cual justifica, tanto la desigualdad representativa de los claustros en el cogobierno como la estructuración del aula y las cátedras. Pese a lo que siguen sosteniendo las voces “más autorizadas”, nosotros creemos que las cátedras paralelas son una forma concreta de democratización. Ya que han permitido: abrir espacios a otras perspectivas políticas y didácticas, implementando otras formas de cursada y evaluación (por ejemplo, cambiar un final por una monografía implica un trabajo de investigación propio, poniéndonos como estudiantes en una posición más activa frente a nuestro trabajo), han hecho espacios de formación abiertos a todos los estudiantes transformando así la idea de cátedra cerrada. Claro que la elite de profesores sólo ve en esto facilismo de los estudiantes, reducción de la calidad académica, es que le desespera perder el control tradicional “sobre su área” y la ruptura del monopolio que ostentaban sobre quienes daban clases y quienes no. Sin embargo, no podemos dejar de ver que también hay cátedras paralelas que reproducen la lógica feudal de cátedra. Una de las instancias que sigue sin ser democratizada es la del acceso a la formación en docencia e investigación. En nuestra facultad existe la figura del adscripto, el acceso a dicha instancia se realiza de manera discrecional y los

llamados no son lo suficientemente públicos volviéndose así una más de las prácticas clientelares. Es necesario resignificar esta figura, recuperándola como una primera experiencia de investigación y de contacto con la producción académica, alejándola de la órbita clientelar y de cualquier mínima posibilidad de precarización laboral. Desde la Juntada, consideramos fundamental impulsar la democratización en los espacios de producción de conocimiento; lo que implica cuestionar y transformar el proceso de enseñanza-aprendizaje clásico, el cual nos ubica a los estudiantes como actores pasivos de algo que debemos “escuchar, aprender y reproducir para aprobar”, sin permitirnos opinar sobre el desarrollo de la modalidad de cursada, de sus contenidos y mucho menos de los procesos de evaluación. A su vez, es necesario fomentar el establecimiento de criterios claros y públicos de acceso a la investigación y a la docencia, de forma tal que pongan fin a los mecanismos que transforman al conocimiento en un bien de intercambio para favores personales. Si bien entendemos que la universidad del pueblo sólo será posible en una sociedad sin clases, la especificidad de la Universidad como esfera estatal y junto con ello la de un gobierno propio, la convierte en un espacio de tensión en el cual disputar hegemonía, para ir acercando la universidad actual al proyecto de universidad que queremos empezar a construir, proceso que no puede dar la espalda a la sociedad que buscamos transformar.

Llevar al consejo la lucha por un mayor presupuesto para: mejores condiciones edilicias, subsidios para que los apuntes sean baratos para todos y no un número limitado de becas; subsidio para la creación de un verdadero comedor estudiantil que nos permita acceder a un menú económico y nutritivo. Financiamiento de los viajes y congresos de estudiantes y de graduados (hoy sólo se financia el 50% del viaje y sólo a estudiantes) Exigir la baja de costos de las publicaciones en OPFyL (Oficina de Publicaciones de Filosofía y Letras). Que la facultad tenga una política de publicación y difusión de investigaciones, tesis, ponencias, etc. Rentas para todos los ad-honorem y adecuación de la renta-cargo de nuestros docentes.

Apoyar, defender e impulsar de cátedras paralelas. Que estas experiencias ensayen nuevas formas más democráticas de estructuras a su interior y de entablar relaciones con los estudiantes, otorgándoles a estos últimos un rol más activo. Apoyar, defender e impulsar las Reformas de Planes de Estudios que surjan de la voluntad del conjunto de los estudiantes y docentes. Que impliquen espacios abiertos de consulta con el “más allá (copado!) de la universidad”, es decir, con aquellos sectores del campo popular que estén conectados con la disciplina. Discutir e impulsar la democratización de la UBA en general empezando por nuestras carreras y consejo directivo.

Que los balances de la facultad se presenten de forma pública y periódica.

Que la elección de los directores de carrera sea durante el ciclo lectivo y que los criterios para los mismos dejen de ser restringidos a la elite de profesores concursados. Cambio de horario para las sesiones de consejo directivo.

Democratizar la investigación en varias esferas: 1. Adscripción: Que todos los llamados sean públicos. Que exista un reglamento para su selección y su desempeño que garantice el carácter formativo de la experiencia la rotación sistemática y que no sea una instancia de explotación. . 2. Que los Institutos de Investigación y los Departamentos de carrera hagan públicos los proyectos de investigación y motoricen jornadas de investigación y seminarios de formación para todos los estudiantes. 3. Que la facultad se encargue de difundir y fomentar los espacios de investigación y formación abiertos por las cátedras.

Hacer acreditables para la cursada de la carrera espacios formativos que se realicen vía extensión y dar mayor difusión a los proyectos de extensión vigentes.


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