Material para el Debate

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MATERIAL PARA EL DEBATE La Juntada es un frente político que surgió allá por el año 2008 en el encuentro entre distintas agrupaciones que ya veníamos transitando un camino de articulación e iniciativa común. Nos encontramos como parte del movimiento estudiantil en lucha, luchando a su vez por que ese movimiento se construya desde otras lógicas: queríamos que el CEFyL deje de ser una bandera, un sello propiedad de la agrupación que lo conduce; queríamos que los consejeros directivos y los representantes en las juntas dejen de auto representarse; queríamos que el Centro pueda ser la herramienta gremial de todxs lxs estudiantes, con una identidad y una política propias; íbamos por la Refundación del Centro y las formas en que se llevaba adelante la representación en los órganos de cogobierno. Hoy, a dos años y medio de haber ganado el Centro y con un mandato cumplido en el Consejo Directivo como mayoría estudiantil, estamos orgullosxs de decir que están dados los primeros pasos en ese camino. En las primeras líneas de este material, aparte de saludar, nos interesa resaltar la importancia de que sigamos transitando un camino que sea colectivo: construyendo un Centro y Consejeros que privilegien en su accionar cotidiano la herramienta de la participación entendida como el eje fundamental en la construcción de un movimiento estudiantil de nuevo tipo, un sujeto crítico y activo, a la altura del rol histórico que, creemos, nos toca jugar en la batalla por la transformación de la Universidad. Esta, pensamos, es la pelea de largo aliento que se nos plantea como la tarea principal para quienes pensamos que otro modelo de Universidad es posible, y para quienes estamos convencidxs de que el movimiento estudiantil es un actor fundamental en la lucha por el cambio social.


Este 2013 encuentra a la Universidad de Buenos Aires atravesada de raíz por grandes debates. Es un año en el que, además de haber elecciones de consejeros directivos estudiantiles, de graduados y profesores en todas las facultades, también se avecinan las elecciones de decanos y la elección de Rector, asamblea universitaria mediante.

El panorama a nivel UBA aparece signado por una disputa entre dos candidatos a Rector: Hallú, el actual Rector, y Barbieri, Vice-Rector de la UBA y Decano de la Facultad de Cs. Económicas. Tanto uno como el otro representan lo peor de la política universitaria: Ruben Hallú es el rector de los fondos de la minera La Alumbrera, el rector de las vallas, la policía y la represión en la última asamblea universitaria, el de las cesantías docentes y la eliminación del artículo 71 del estatuto universitario, que hacía responsable a la UBA de garantizar el acceso a la comida y el alojamiento para los estudiantes que lo requieran. Por su parte, Alberto Barbieri representa al sector más retrógrado de la Franja Morada - Nuevo Espacio y la profundización del mismo modelo de universidad mercantilizada y mercantilizadora que hoy está instalado después de 8 años de gobierno de Hallú. Ni el proyecto de Hallú ni el de Barbieri (hoy circunstancialmente enfrentados) tienen punto de contacto con la universidad que necesitamos los estudiantes. En lo que a Filo refiere, el clima político viene un tanto enrarecido. Del 2010 a esta parte se sucedieron una serie de conflictos en torno a las condiciones edilicias, la democratización, las becas y las condiciones de acceso y permanencia en general, que provocaron una verdadera crisis política al interior de la gestión. Ante esta situación, la gestión de Trinchero optó por profundizar un modelo de Facultad manejada desde los pasillos del segundo piso, con una política marcada por la falta de diálogo y la confrontación, negando de cuajo la posibilidad de avanzar en las cuestiones pendientes que afectan al conjunto de nuestra Facultad. Con respecto a la cuestión de las becas, este 2013 comenzó con llamados del Ministerio de Educación de la Nación, con La Cámpora a la cabeza, a todos los bene-

ficiarios de la beca Jauretche para “informarnos” que ésta no existía más y que iba a ser sustituida por el Programa Nacional de Becas Universitarias (PNBU). La implementación de este nuevo sistema representa un avance sobre los derechos estudiantiles. Ya no sólo los estudiantes no tenemos ningún tipo de control sobre la inscripción y asignación de nuestras becas, sino que tampoco la Facultad, a través de su órgano de cogobierno, posee la potestad de decidir e incidir sobre estas políticas. La gestión, a través de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil, se dedica entonces sólo a implementar de manera acrítica y obsecuente las directivas del Ministerio de Educación, hecho que coloca en fuerte tensión los principios de la autonomía y autarquía universitarias.

Sea por negligencia o por inacción, esta política de la Gestión del Decano saliente Trinchero encuentra también su expresión en el histórico problema del edificio. En lo que va del 2013 la Comisión Multisectorial, encargada de llevar adelante las discusiones sobre la construcción del nuevo edificio, fue convocada una sola vez y sólo gracias a la presión estudiantil que impulsamos desde la mayoría en el Consejo Directivo. Los debates en torno a las condiciones edilicias en las cuales los estudiantes de Filo transitamos diariamente ponen de manifiesto no sólo la necesidad de tener más espacios para cursar, sino también la de acondicionar los espacios existentes. En este sentido, merece mención especial la discusión sobre la necesidad de un verdadero comedor universitario en nuestro edificio actual. Para variar, tampoco obtuvimos respuesta sobre este tema por parte de la gestión; por el contrario, pareceno preocuparles en lo más mínimo la falta de gas en el comedor, que afecta sensiblemente la calidad y cantidad de menúes que podemos garantizar y, por tanto, el acceso por parte de todos los estudiantes a un derecho fundamental. Tampoco se pronunció la gestión sobre las repetidas inundaciones que sufrimos este año, ni sobre el estado de los baños, los accesos y los ascensores que no funcionan... más bien se dedicó a difundir encuestas tendenciosas para agredir al movimiento estudiantil. Una vez más, la confrontación estéril le gana a la voluntad para resolver los problemas...

La pelea por las becas y por las mejoras edilicias forman parte de una disputa integral sobre nuestras condiciones de cursada y las de trabajo de docentes y no docentes. A pocos días de iniciar este cuatrimestre, nos encontramos una vez más con la evidencia de una pésima oferta horaria en nuestras carreras, que pone en serio peligro la cursada de muchxs compañerxs. Mientras tanto, las representaciones de graduados y profesores en el Consejo Directivo duermen sobre el proyecto para un nuevo reglamento de cursada que presentamos desde La Juntada, dilatando intencionalmente su tratamiento y aprobación. Otro gran debate que atraviesa este año político es la cuestión de la democratización, que tuvo como principal referencia el proceso llevado adelante en la carrera de Historia. Al estar próxima la finalización de su mandato, el ex Director del Departamento de

Historia, Mariano Rodríguez Otero, convocó en el mes de Marzo a una asamblea interclaustros para elegir a las autoridades del departamento y votar un programa de democratización. Dicha asamblea, que contó con la participación de más de 500 compañerxs docentes, estudiantes y graduados, votó la reelección de Mariano Rodríguez Otero y de Beatriz Valinotti como director y secretaria académica respectivamente. Sin embargo La Mariátegui (mayoría estudiantil en la junta) dio la espalda a la decisión asamblearia que otrora hubiera respetado, votando a Marcelo Campagno como Director. Esta elección fue ratificada por el Consejo Directivo a través de una bochornosa opereta llevada a cabo por la gestión, que votó a puertas cerradas, dentro de la oficina del Decano y sin convocar a los representantes estudiantiles el nombramiento de Campagno.

Ante este panorama, desde La Juntada estamos convencidxs de que lxs estudiantes no podemos quedarnos de brazos cruzados. El desafío para este 2013, desde nuestra perspectiva, es el de construir una alternativa. Es hora de superar los viejos sectarismos de la izquierda tradicional que sitúan al movimiento estudiantil como un mero espectador de los acontecimientos, ubicándolo en un rol defensivo y de mera denuncia, así como también la conocida obsecuencia acrítica por parte de las agrupaciones estudiantiles afines a la gestión y al gobierno nacional. Ambas posiciones, en definitiva, sólo aportan a legitimar lo existente. Cuando las estructuras que imperan en la Universidad y los actores políticos que las representan se vuelven anacrónicos, anquilosados y funcionales a la reproducción de un modelo expulsivo, no basta con oponerse. La verdadera tarea que debemos asumir como movimiento estudiantil es la de la construcción propositiva y colectiva de un modelo alternativo de Facultad, que entre de lleno en la disputa por otro modelo de Universidad. El año pasado se conformó en la carrera de Antropología una agrupación de graduados llamada Antropología para el Cambio, que por medio de su participación electoral logró disputarle a la gestión uno de sus reductos fundamentales y acabar con el régimen de lista única y mayoría absoluta instalado hace años en la carrera. En este 2013, el desafío está puesto en extender y enriquecer esa experiencia, llevándola al conjunto de las carreras de la Facultad. Es por esto que desde La Juntada vemos con buenos ojos la conformación de Movimiento por Graduados, un espacio que apuesta

a generar un polo interclaustros y que, como nosotros, considera a la participación como la herramienta principal de los cambios que son necesarios. Un espacio que, tal como se expresa en su material de presentación, se plantea dar la pelea por la democratización de los órganos de cogobierno y por la reforma de los planes de estudio, que asume la necesidad de luchar por mayor presupuesto estatal, que pone en discusión las formas de producción y reproducción del conocimiento y que asume, en definitiva, el desafío de dar la disputa por la construcción de una nueva Facultad.


“Lento pero viene / el futuro real el mismo que inventamos / nosotros y el azar cada vez más nosotros / y menos el azar” Mario Benedetti Desde La Juntada apostamos a poner en pie un modelo de Centro de Estudiantes que nos incluya a todxs lxs que transitamos la Facultad y no sólo a los convencidos de siempre. Apostamos a la construcción de un Centro basado en la participación para potenciar nuestras luchas; un Centro dinámico que no sea una bandera con consignas vacías sino que pueda abrir los espacios necesarios para discutir entre todxs qué Universidad necesitamos y cómo construirla. Ante los problemas estructurales de la UBA y de nuestra Facultad en particular, necesitamos un Centro de Estudiantes a la cabeza de la organización del movimiento estudiantil, para que se constituya nuevamente como un sujeto de cambio en pos de la transformación de la realidad de hoy. Estamos convencidxs de que eso sólo se logra con una política que interpele y dé la disputa tanto desde lo gremial como desde lo cultural y lo académico, porque la batalla por un nuevo modelo de Universidad es una disputa integral que hace a todos los ámbitos de nuestra vida como estudiantes. Sabemos, a su vez, que para transformar la Universidad son necesarias herramientas de articulación que hagan de las peleas particulares en cada Facultad una sola batalla. Que organice al movimiento estudiantil a nivel regional, superando los localismos y potenciando así nuestra lucha. Por esto estamos convencidos de la necesidad de continuar fortaleciendo la FUBA, para que siga a la cabeza de las grandes peleas por la democratización de la UBA y en defen sa de la educación pública, bajo la perspectiva de que cada vez más estudiantes se sumen a esta tarea.En consonancia con esta perspectiva, y desde el lugar donde nos toca aportar, es que este 2013 apostamos a construir un CEFyL que se ponga a la cabeza de organizar a los estudiantes de

cara a la lucha por la democratización de las Juntas de Carrera, organizando un plebiscito a través del cual la carrera de Historia pudiera pronunciarse sobre qué tipo de Junta Departamental queremos lxs estudiantes, con qué funciones y composición; y convocando asambleas en las demás carreras para hacer que el debate llegue cada vez a más compañeros y compañeras. Desde La Juntada construimos todos los días un Centro de Estudiantes que se organice para luchar y luche para ganar. En el caso de la pelea por las becas y el edificio, movilizamos a las comisiones de Bienestar Estudiantil y al Consejo Directivo y preparamos una jornada en pos de visibilizar la problemática y dar una discusión masiva. Desde nuestra representación en el Consejo Directivo presionamos para que se realice la comisión cuatripartita por el edificio, así como también exigimos que se abran los plazos para inscripción a las becas y el aumento del monto actual, logrando extender el plazo de inscripciones, que se acepten solicitudes fuera de término y el aumento del 20% del monto. Pero no pensamos que el rol del movimiento estudiantil sea solamente el de exigir, demandar y denunciar, sino también el de pensar políticas concretas que atiendan a nuestros problemas, concebidas colectivamente, desde los cursos, las asambleas, las comisiones.

Por eso también apostamos a la construcción de un proyecto de becas propio de los estudiantes, superador en todo aspecto al modelo de becas impuesto por la gestión y sus agrupaciones estudiantiles. Seguimos apostando también a la construcción de un Centro de

Estudiantes que discuta con la cultura hegemónica a través de la comisión del Umbral y que piense la problemática de género en la Comisión de Géneros, disputando también en el plano académico, generando actividades que pongan en cuestión la ausencia de estos debates en nuestros planes de estudio y poniendo en

pie prácticas alternativas que prefiguren la formación que queremos.

Entendemos que el Consejo Directivo es un ámbito antidemocrático, un espacio en el que los estudiantes estamos sub representados, donde los no docentes no tienen voto y en donde a la mayor parte de los docentes de nuestra facultad no se los reconoce dentro del claustro de profesores. Sin embargo, desconocer o negar lo que implica participar en el órgano que gobierna la Facultad es una irresponsabilidad porque los estudiantes, siendo el claustro más dinámico y con mayor potencial de cambio, debemos ser los primeros en cuestionar las estructuras actuales aún desde los espacios institucionales, proponiendo discusiones y proyectos que apunten a disputar en todas las aristas que componen la Universidad. Las decisiones que se toman en el día a día del Consejo Directivo son las que moldean el modelo de Facultad y es ahí donde tenemos que estar los estudiantes: peleando por una Facultad inclusiva y democrática, que produzca conocimiento crítico que aporte al cambio social y las necesidades de nuestro pueblo.

mas, las prácticas en los bachilleratos populares, las inscripciones on-line y la elección del director en época de clases. Tratando de abrir espacios para que las discusiones no se queden dentro de las paredes del Consejo, haciendo informes semanales que intentan ser un insumo para debatir en los cursos, al igual que las juntadas de firmas para avalar los proyectos presentados, convencidxs de que la fuerza de los estudiantes en la estructura universitaria viene dada por la masividad.

Entendiendo que los espacios que no ocupamos los ocupa el adversario, y entendiendo asímismo que debemos construirnos como movimiento estudiantil y dar la disputa por otro modelo de Facultad también desde ese ámbito es que venimos trabajando nuestra representación como mayoría estudiantil. Presentando proyectos que levanten reclamos de nuestro claustro, como fueron las iniciativas de la equivalencia de idio-

En eso andamos... y a eso te invitamos a sumarte. Para que seas parte, junto con nosotros de la construcción de un Centro que incluya a todxs los estudiantes y que sea capaz de dar la batalla en todos los frentes.

Este año una de las discusiones principales fue la del reglamento de condiciones de cursada que propone rever estas condiciones, revalorizando y repensando políticas que garanticen las condiciones de acceso y permanencia en la universidad. El reglamento actual muchas veces resulta sumamente expulsivo: materias que se vencen, ofertas horarias inadecuadas, régimen de asistencia muchas veces incumplible para quienes además trabajamos, bibliografías extensísimas, excesiva cantidad de evaluaciones y una serie de cuestiones que, creemos, transforma lo que debería ser pedagógico en antipedagógico. Sin embargo, a la hora de discutir este proyecto nos encontramos con trabas que, no por ser conocidas, dejan de sorprendernos. Una vez más, la reticencia de la gestión a modificar reglamentos anacrónicos nos habla del magro conocimiento que tienen sobre su propia Facultad y quienes transitamos todos los días por ella.


Es imposible no pensar en el 2015 como un punto de inflexión. Se ha convertido en un año polisémico: algunos sueñan con el fin del kirchnerismo, otros con la profundización del proyecto en curso y otros con su reemplazo por izquierda. Lo que es indudable es que se abre la posibilidad de una re-estructuración significativa del mapa político. Por primera vez desde el 2003 la continuidad directa del proyecto kirchnerista estará puesta en duda, a menos que una improbable reforma constitucional habilite la reelección. En un breve y necesario recorrido por los callejones de la amnesia, desde la izquierda independiente reconocemos nuestra herencia directa con las históricas jornadas de diciembre de 2001. La debilidad de los partidos tradicionales y la evidente crisis hegemónica eran plasmadas en las inundadas calles del país. La movilización y la indudable politización, construidas en la resistencia a los embates del menemismo, lograron llevar la discusión de la política nacional y del destino del país al terreno más propicio para la victoria popular: las calles, fuera de los recintos del Congreso. Sin embargo, las medidas de fuego y sangre emprendidas por el Duhaldismo, como así lo atestiguan los cruentos asesinatos de los compañeros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, allanaron el camino hacia la normalización. Las elecciones del 2003, con un importante nivel de abstencionismo, impulsaron una nueva versión del peronismo que comenzó con cierto éxito a controlar el desborde popular.

Esta versión fue encarnada por el Kirchnerismo, que de la mano de ciertas concesiones al campo popular y favorecido ante la ausencia de una verdadera alternativa de izquierda por fuera de las estructuras tradicionales, logró recomponer lentamente la hegemonía de la clase política dirigencial.

Luego de 10 años de gobierno dichas concesiones, como la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Matrimonio Igualitario, la nacionalización de los fondos de las AFJP y la Ley de Medios, van quedando atrás en la perspectiva política que encarna el kirchnerismo. Las contradicciones de un modelo que nunca pudo superar las barreras del PJ se comieron estos avances: la AUPH quedó muy por debajo de los niveles de inflación, la Ley de Medios sigue sin ser aplicada, ya sea por dilatación del propio gobierno como por las medidas cautelares que amparan a Clarín, la nacionalización de los fondos de jubilación no tuvo como avance posterior un 82 %

móvil que garantice mejores condiciones de vida a los jubilados. Las medidas más importantes de estos últimos meses complementan este panorama. Ejemplo claro es el acuerdo de la nacionalizada YPF con la empresa norteamericana Chevron, que entrega cualquier ideal soberano en un paquete de regalos. Mientras tanto, la desocupación cotiza en alza y la precarización laboral continúa ahogando las esperanzas de un futuro mejor a los asalariados, sumado al cuestionado impuesto a las “ganancias”. Por otra parte, los sectores burgueses más recalcitrantes, reacios a la políticas populistas, ansiosos por cerrar sus propios negocios y deseosos de retomar prácticas del neoliberalismo más ortodoxo, vieron en el macrismo un espacio donde aglutinarse. El partido de Mauricio Macri fue demostrando su carácter reaccionario durante sus casi 6 años de mandato en la Ciudad de Buenos Aires, llevando adelante las políticas más regresivas en todos los planos posibles: desde las modificaciones en la escuela secundaria (NES), pasando por la represión a los médicos e internos en el Borda (en busca de consolidar los negociados inmobiliarios con ayuda de los votos de los legisladores K), los despidos en el plano estatal y la impugnación de las juntas internas de ATE, hasta la desfachatez de inaugurar grandes obras de gestión (como el Metrobus y las nuevas estaciones de la línea B) mientras buena parte de la Capital sigue colapsando ante cualquier eventualidad climática, los docentes cobran salarios de miseria y los enfermos mueren sin camas o insumos básicos en los desolados hospitales. En este escenario el macrismo, que sigue sin consolidar una proyección nacional sólida, espera expectante la aparición, dentro de la disputa al interior del kirchnerismo, de un actor con el cual estrechar lazos de amistad.

Es en este contexto en el que las elecciones legislativas que se llevarán a cabo en Octubre de este año adquieren una relevancia particular. El 2013 representa en cierto modo la antesala del 2015, y los resultados de las distintas apuestas políticas que se realicen en estas elecciones darán algunas respuestas sobre nuestro futuro inmediato.

Las ráfagas incesantes unen y separan diversos actores y fuerzas políticas. El kirchnerismo aparece debilitado, y un escenario fragmentado a izquierda y derecha completa la acuarela visible. La ruptura del FAP en Capital y provincia de Buenos Aires y el surgimiento de UNEN vienen a confirmar la imposibilidad de la oposición de generar una alternativa coherente, unificada y sólida: el mismo Pino Solanas afirmó que su “alianza táctica con los radicales y Prat Gay no seguirá más allá de Octubre”. Mientras tanto, privatistas y “defensores” de lo público, progresistas y reaccionarios, republicanos y liberales, la UCR, Pino, Carrió y Libres del Sur completan el rejunte opositor que buscará posicionarse en estas elecciones.

La imposibilidad de polarizar con una fuerza opositora aglutinada centra la atención en las disputas internas del Frente para la Victoria. Este movimiento que hegemonizó y marcó la dinámica de la agenda política durante los últimos diez años comenzó a mostrar claros signos de agotamiento. Las consecuencias de este momento tormentoso del movimiento kirchnerista se evidencian no sólo en las predecibles derrotas en las

urnas de Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, sino también ahora en Buenos Aires con la candidatura del ex UCEDE y jefe de gabinete, el “panóptico” Sergio Massa.

Lo cierto es que, más allá de presagios de druidas políticos, a este ríspido mapa electoral del oficialismo debe sumarle, por un lado, las importantes derrotas, incluso en las batallas que ha promovido, a manos de la “corpo mediática”, o las recientes asestadas por el poder judicial, último reducto sacro inquebrantable de la burguesía, al que no puede alcanzar la voluntad popular. Y por otro, la imposibilidad de construir un sucesor adecuado. Limitaciones propias de un armado político que nunca pudo superar las estructuras anquilosadas del Partido Justicialista.

Frente a este escenario, desde La Juntada creemos que resulta imprescindible la emergencia de un proyecto político emancipatorio, de carácter popular, alcance nacional y con una perspectiva de liberación. Desde hace años venimos trabajando en pos de la unidad de las organizaciones populares que dan batalla en los territorios y de todos aquellos con vocación de cambio revolucionario. Somos nosotros, los movimientos sociales y las organizaciones populares, los que asumimos la militancia de base y el sólido enraizamiento social como condición, los que construimos poder popular, quienes tenemos en nuestras manos la tarea de imponer una nueva hegemonía de los de abajo. Una alternativa de estas características no se generará de la noche a la mañana ni a partir de ningún acuerdo de cúpulas a puertas cerradas. Se debería pensar como la síntesis de un proceso de lucha, construcción, debate y elaboración de cientos de organizaciones que, a lo largo de estos años, hemos transitado diversas experiencias pero compartimos un compromiso con nuestro pueblo y un horizonte de liberación.



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