LA MIRADA DEL OTRO_ VERANO2013

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MAGAZINECULTURAL

LAMIRADADELOTRO verano 2013


a-n-t-o-n-i-o o-r-i-a d-e r-u-e-d-a

e-d-u l-e-O-n

LO QUE PASA

LA ÚLTIMA GRIETA DE EUROPA, SUEÑOS DE CRISIS

v-i-c-e-n-t-e c-a-b-i-d-o

m-a-r-i-a g-a-r-c-i-a g-o-n-z-a-l-e-z

CANAL

machine wash


r-o-m-A-n l-o-r-e-s

j-o-s-e l-u-i-s d-u-r-a-n-t-e

EL ACONTECER INTRASCENDENTE

VERANO - INVIERNO

a-l-b-e-r c-a-r-r-e-r

e-x-t-r-a-v-a-g-a-n-t-e-s

DÉJAME QUE TE CUENTE

¿HABRÉ PASADO YA AL OTRO LADO?

LAMIRADADELOTRO


lO QUE PASA ANTONIO ORIA DE RUEDA SALGUERO Para Miki por las madrugadas sentidas por los chaparrones que nos quedan por bailar

Un día… …s

e

me escapó el cerebro

me había instalado en el casco de la realidad virtual (qué asco, o no, qué real) y aquel sombrero rastrero aspiró (como yo, que también aspiraba, pero…) Era un año que todos los días eran agosto y los muchachos dejaban derretir sus cuerpos a un sol nublado. Un año de agosto, un sol de cuerpos, callados o mudos, unos muchachos cuajados de agosto. Creo que estaban fuera del casco; los de dentro se agitaban comidos de una mística de piel de un instante (la mística ligera del cuarto de segundo)


¿O era fuera del casco? Ya no sé. Ya tengo diecisiete años y a mi edad ya uno no sabe bien si es dentro o fuera. Muchachos nublados y un sol que casi no existe como un látigo de… ¡YA! ¿No lo has visto? ¡Era fuera! Mi casco escapó; la luz que no era pensó que yo era una fiera… …¡y se lo comió!


EDU LEÓN LA ÚLTIMA GRIETA DE EUROPA, SUEÑOS DE CRISIS Un nuevo muro de la vergüenza se está construyendo en el mundo. Esta vez será de tres metros de alto, doble alambrada y electrificado, muy similar al que existe en Ceuta y Melilla. El muro griego cubrirá los 12,5 kilómetros de frontera terrestre que separa el país heleno de Turquía. El resto, más de 200 kilómetros, lo cubre el río Evros, que hace de frontera natural entre estos dos países. Los gobiernos de ambas orillas apoyan la construcción de dicho muro. Grecia debe quedar bien ante sus socios europeos y demostrar que lucha contra la inmigración ilegal y Turquía hace todo para alimentar su candidatura a nuevo miembro de la Unión Europea.

Se calcula que unos 200 migrantes pasan diariamente por esta frontera y esta cifra se duplica en verano. Por eso a Grecia la llaman el gran agujero de Europa. Las mafias cobran entre 1.000 y 1.500 dólares por persona para trasladar a los inmigrantes desde Estambul a Edirne, la ciudad fronteriza con Grecia. Una vez allí les ayudan a cruzar el Evros en barca, aunque si es verano es posible pasar caminando, porque el río se seca. Los habitantes de la primera villa griega del otro lado, Novo Vissa, están acostumbrados a ver llegar a los inmigrantes. Pero no son nada solidarios, apenas ven a un extraño caminar por sus cultivos llaman a la Policía para que lo identifique y le busque acomodo en alguno de los centros de internamiento de extranjeros o para que los devuelva a Turquía. Este país recibe dinero de la Unión Europea para pelear contra la inmigración clandestina. Algunos de los centros de internamiento para extranjeros están financiados con fondos europeos. Hay un total de 60 cárceles para inmigrantes, donde el tiempo de estancia es indefinido, hasta que los internos tengan el dinero para volver a sus países de origen. Esto es lo que se conoce como la externalización de las fronteras de países europeos. España, que en 2006 recibió gran cantidad de inmigrantes provenientes de África, hizo acuerdos monetarios con países como Marruecos y Mauritania, para que no los dejen pasar hasta las costas españolas. El reciente conflicto en Libia está demostrando la dureza de España para aceptar a los inmigrantes, que no solamente buscan mejorar su situación económica. La gran mayoría simplemente quiere vivir en libertad y huyen de Irán, Afganistán, Somalia. Pero la “Europa de las libertades” incluso ahora habla de repensar el acuerdo de Schengen, que permitía la libre movilidad de las personas. Francia lo ha planteado seriamente, para evitar que los inmigrantes que han dejado Libia y que ahora están en Italia pasen a su territorio.


Miles de turistas recorren en las calles de Estambul un barrio de calles babilónicas, donde escuchan todos los idiomas. El sitio se llama Askaray y está pegado al Grand Bazaar, el lugar donde los turistas pierden la cabeza con las imitaciones perfectas que se hacen en Turquía. Hay allí gran cantidad de locutorios y pensiones que albergan a los miles de “turistas camuflados” que esperan la oportunidad de pasar a Grecia. En las noches es usual ver a los inmigrantes perderse por las calles oscuras del barrio cargando una mochila o una pequeña maleta. Los viajes hacia la frontera se hacen a esa hora, deben llegar a Edirne de madrugada para cruzar el Evros. Las guías para turistas no cuentan la realidad de este barrio, si acaso lo mencionan porque el tren que lleva al aeropuerto sale de allí y por su cercanía al Grand Bazaar. Tampoco les interesa publicar en esas guías que existe una antigua escuela armenia que se ha convertido en un centro de internamiento para extranjeros. Los barrotes en las ventanas delatan el lugar y a través de ellas se suele ver los ojos derrotados de los detenidos y la ropa que lavan y cuelgan al sol. La Policía turca impide que la gente se pare a contemplar la cárcel y las fotografías están prohibidas.

De Latinoamérica, la nacionalidad que más utiliza la ruta Turquía-Grecia es la dominicana. Pero también hay ecuatorianos, bolivianos y últimamente paraguayos. Esto lo cuenta un vendedor del Grand Bazaar, que aprendió a hablar español para vender su mercadería a los turistas españoles. El punto de encuentro son los locutorios. Se ven, sobre todo, mujeres latinoamericanas que tratan de hablar inglés para pasar desapercibidas y ante cualquier pregunta dicen que están haciendo turismo. Pero hay que aclarar que la zona de turistas por excelencia en Estambul es Sultanahmet, donde están asentados los antiguos edificios del Imperio Otomano y las gigantescas mezquitas. Una de esas noches en Askaray, aparecen Carmen y una amiga, ambas dominicanas; corren por el barrio arrastrando sus maletas de ruedas. En su precario inglés preguntan por un tal Mohamed. Están nerviosas y van con prisa. Luego aparece un tal Luis, que las guía hacia la zona desde donde salen los camiones que llevan carga hacia Europa. Cuando las mujeres se pierden, Luis se presenta como un hombre de negocios, que lleva diez años en Estambul y cuyo asunto es comprar prendas de marca, falsificadas todas, y enviarlas a Europa y Latinoamérica. “Los turcos son los mejores falsificadores del mundo, tú les pides algo y te lo hacen mejor que el original”, dice. Luego habla de la inmigración y dice que suele ayudar a los compatriotas que llegan por allí, que les deja dinero porque las mafias les roban todo, y cuenta que a nadie le interesa en verdad frenar la inmigración clandestina, porque todos viven de eso: los hoteles de la zona, los restaurantes y locutorios, y hasta los mismos policías que piden dinero a cambio de no llevarles a los centros de internamiento. “Todo el que viene deja algo de dinero y eso es bueno para Turquía”. Él, naturalmente, dice que no es parte de ninguna mafia, pero en media conversación le empiezan a llegar varias llamadas al celular y a todos les contesta con la frase: “el carro ya salió a casa”.


El destino de los que dejan Askaray es Edirne, una ciudad fría, con un viento violento proveniente del norte. Como en todas las ciudades de frontera, en su ambiente se percibe la soledad y las miradas se clavan detrás de las ventanas. Por allí pasó Mustafa, un marroquí que nada más pisar Grecia fue detenido y llevado a un centro de internamiento donde permaneció seis meses. En su ficha le pusieron que era de Irak, para poderlo enviar a Turquía, que por acuerdos firmados acepta a los ciudadanos de Irak, Siria y Georgia, que son sus vecinos. Un traductor que hablaba árabe y griego le pidió dinero para arreglar el error y dejarlo libre, pero Mustafa no tenía nada que ofrecer. Mustafa afortunadamente no fue deportado y salió libre al cabo de seis meses. En el tren rumbo a Atenas cuenta su odisea. Todo empezó en Edirne, la ciudad fronteriza. Les alojaron en el último piso de una pensión y les dieron un celular a cada uno. Tenían que estar listos y a la primera llamada salir del hotel. Los celulares de algunos sonaron a la 01:00 de la mañana y cuando bajaron se encontraron con un camión. Los llevó hasta la orilla del río y como era verano cruzaron caminando. Eran unas cincuenta personas; cuando estuvieron del otro lado les hicieron dormir hasta que amanezca. Con la luz del día llegó otro camión y les llevó a una villa llamada Orestiada, donde también encontró a personas recelosas, que se negaban a explicar dónde está una calle o dónde está la estación de autobuses. Gente que no sonríe y que suele llamar a la policía para que identifique a los recién llegados. El destino de muchas de las personas que cruzan el Evros es uno de los cinco centros de internamiento de extranjeros de la región. Esa es la Europa que les da la bienvenida. Según el testimonio de los propios internos, en esos sitios no se les permite ni siquiera salir al patio y deben pelearse por la comida, porque no siempre hay suficiente para la cantidad de detenidos. Sin mencionar las pésimas condiciones de salubridad y la falta de asistencia médica, los inmigrantes pueden estar confinados hasta seis meses en esos centros. Sólo si son de Afganistán, Somalia u otra región que se encuentre en guerra son liberados pronto y tienen derecho a pedir refugio. El resto, si no son deportados, reciben un salvoconducto para salir de Grecia al cabo de un mes. Ariel, un dominicano que no hablaba árabe, también fue identificado como iraquí y lo encerraron en el centro de Fylakio, el más grande de los cinco centros, con capacidad para 150 personas, pero que llega a tener 400. Por suerte a Ariel no lo deportaron y obtuvo el salvoconducto para irse a Atenas, donde está tratando de extender el permiso. Cuenta que durante todo el encierro apenas salió dos veces al patio, cuando debían desatascar las cañerías porque el olor de las aguas fecales era insoportable. Solo entonces pudo respirar el aire del continente con el que soñaba. En Fylakio es fácil encontrar policías de otros países europeos, son parte del Frontex, un cuerpo de policías de varios países europeos que se ocupa de cuidar las fronteras de Europa. En los días que se hicieron estas fotos, el fotógrafo fue testigo de una de las escenas crueles. Una policía española ofreció agua a un perro que merodeaba las instalaciones del centro. Se le oyó decir que temía que el can enfermara por el agua sucia que bebía. La mujer tuvo más humanidad con el animal que con los presos que gritaban afónicos desde las ventanas: “No water, no food, freedom, freedom”. Frontex calcula que en 2009 se produjeron 106.200 cruces ilegales en las fronteras exteriores de la Unión Europea. Y de ahí el interés de estos estados en crear un muro a las puertas de Asia, a cambio de rescatar a Grecia de sus continuas crisis económicas. Pero esto no va a detener la inmigración. Como no ha servido el muro que existe en Tijuana, para evitar el paso a Estados Unidos. Las mafias siempre encuentran una manera de avanzar al norte.


Los cientos de inmigrantes que cruzan a Grecia y sobreviven al encierro en los campos de internamiento del Evros, toman un tren desde Alexandroupolis a Atenas. Son 12 horas de viajar hasta llegar a la capital griega. Los tickets que se venden para inmigrantes, en 60 euros, son exclusivamente para el último vagón. Allí viajan hacinados y alejados del resto de pasajeros griegos. Un ejemplo más de discriminación. Los inmigrantes van sin equipaje porque han perdido todo en los centros de internamiento. Sus pertenencias son arrojadas a camiones donde se amontonan como si fuera basura. Las personas que salen antes se llevan las maletas que están a la vista y objetos de valor. Los que permanecen más tiempo encerrados solo encuentran bolsas desbaratadas por los perros y ropa sucia. Cuando el tren llega a Atenas se encuentran con una ciudad en decadencia, donde los mendigos y drogadictos duermen en las plazas aprovechando el calor que sale de las rendijas del metro. Esto parece el único calor que emana de esta ciudad. La mirada más cara hacia una Europa que entró en crisis, no solo económica, sino de mentalidad.



























ROMÁN LORES EL ACONTECER INTRASCENDENTE

Las grandes urbes tienen sus peculiaridades, los pulsos vitales se acomodan a circunstancias muy concretas que no son usuales en otros ámbitos en los que todo es más cercano, próximo, cotidiano, en los que todo tiene una historia conocida por todos. Otros lugares en los que cualquier leve acontecimiento es relevante para cada uno de los que en él habitan. Aquí, en la gran ciudad, con su ritmo frenético, considerables distancias, e ingente número de habitantes, pese a la importante cantidad de historias que puedan acaecer en un solo día, pese a su relevancia y pese a que estemos muy próximos a ellas, la gran mayoría no dejan de ser para nosotros más que pequeñas anécdotas, formando parte del devenir habitual. Vemos a diario escenas, edificios, personas…, de camino al trabajo, al ir por el pan, paseando…, cada cual con su historia y su transcendencia, pero que a nosotros jamás nos serán reveladas, es lo que yo vengo a llamar el Acontecer Intrascendente.




































JOSÉ LUIS DURANTE VERANO - INVIERNO


























VICENTE CABIDO CANAL

Hay un lugar que recorre mis miedos. Una línea que se desliza entre los momentos que dejo pasar, que pierdo. Separa la calle de tus pies. La espalda de tu rostro. Y dura tan poco como un sueño que no se recuerda más que un instante al abrir los ojos.






















MARÍA GARC

"La playa se iluminó en cuestión de segundos. El aroma del mar se mezc

sonreía, bailaba, reía. Sentí el calor que desprendía el fuego, el ambiente

llevé las manos a la cabeza. Desabroché mi pañuelo, lo acerqué a la ho

tod


CÍA GONZÁLEZ

cló con el humo de las hogueras, me resultaba muy agradable. La gente

e se volvió cálido. Él fijó su mirada en mí. Decidí que era el momento. Me

oguera y dejé, como si de un deseo se tratase, que el fuego se lo llevase

do".



ALBER CARRER DÉJAME QUE TE CUENTE














EXTRAVAGANTES ¿HABRÉ PASADO YA AL OTRO LADO?

"El mejor de los descansos es el sueño; y tú a menudo lo buscas; sin embargo temes torpemente la muerte, que es la misma cosa". (ALDOUS HUXLEY)











RADA

D E L

OTRO

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