2 minute read
El dolor de asumirse culpables
by La Mirilla
Montage of heck, el documental sobre Kurt Cobain, revela cómo su entorno fue responsable de su destino, y confirma una triste verdad: la violencia gusta, siempre que sea ficticia.
POR BELÉN FOURMENT PLAYNES
Advertisement
Jurassic World, cuarta entrega de la franquicia de dinosaurios Jurassic Park, fue estrenada en junio y arrasa con la taquilla en todo el mundo. Ha alcanzado cifras de recaudación similares a las de Avengers, la superproducción que reúne a los mejores superhéroes. Al parecer, son millones los que disfrutan de ver en 3D cómo animales prehistóricos corren a los humanos tratando de devorarlos, o cómo personas con dones fuera de lo común destruyen ciudades y se cobran vidas en una lucha surreal entre el bien y el mal.
La violencia es un factor común en el cine taquillero. Nos hemos acostumbrado a ver villanos maquiavélicos o a disfrutar de las explosiones y múltiples asesinatos que condimentan las películas de acción. La televisión no es ajena a este fenómeno, teniendo en cuenta que Game of Thrones es la serie que ha batido todos los records de audiencia con apenas 10 capítulos por año de intensa agresividad. Cortar cabezas, apuñalar o despellejar son monedas corrientes. Entonces, ¿por qué cuesta tanto digerir las dos horas que dura Montage of heck, el documental sobre la vida de Kurt Cobain? ¿Por qué “insoportable” es la palabra más recurrente en la mente mientras se proyecta esta película?
Las sociedades están preparadas para opulentas historias de mentira, en las que hay tiburones asesinos, monstruos, extraterrestres sedientos de sangre humana, vampiros, hombres lobo y así se podría seguir llenando párrafos. Pero no están listas para ver cómo una de las personalidades más influyentes en la historia del rock terminó suicidándose por culpa de un entorno tóxico que se preocupó siempre por marginarlo. Aquella teoría conspirativa (que curiosamente acaba de plasmarse en un documental) que apuntaba a Courtney Love como la homicida del exlíder de Nirvana se desmorona absolutamente después de comprender, con la ácida visión del realizador Brett Morgen, que la vida de Cobain fue un camino constante hacia un final trágico. Cobain era un chiquillo digno de publicidades cuando se le diagnosticó hiperactividad y comenzaron a medicarlo con metilfenidato, lo que popularmente se conoce como Ritalin. Tenía siete años. Cuando cumplió 11 sus padres se separaron, y el mal manejo de esa situación dio inicio a su condena. A partir de ahí, el que luego se transformaría en ídolo de millones, se convirtió en un estorbo, un paquete del que había que deshacerse. Su madre no lo soportó más y lo mandó a casa de su padre, quien ya vivía con otra mujer y otros niños. Luego fue al hogar de su abuela, luego al de su tía, volvió al seno maternal, sintiendo siempre que nadie lo quería. Una de las imágenes más desgarradoras de Montage of heck la protagoniza su progenitor, Don Cobain, quien desde su físico refleja una infinita culpa por la suerte que corrió su hijo mayor. Las drogas y el juego de seducción con la muerte fueron las escapatorias que encontró Cobain a una realidad que lo asfixiaba. Sus tendencias suicidas comenzaron cuando era un adolescente y se reflejaron en todas sus manifestaciones artísticas. Además de ser un notable cantante, músico y compositor, se desempeñaba muy bien como artista plástico. Sus obras tenían como denominador común la oscuridad, el dolor, la rabia contenida. La muerte. La realidad de Cobain fue y es la de muchos alrededor del mundo, una realidad que obliga a ser víctima. Lo fue de su familia, de su entorno, de sus adicciones y de los medios de prensa, que a medida que se acrecentó su fama acrecentaron su agresividad. Algunos pensarán: “él eligió consumir” o “él eligió matarse”, repasando esta historia de trascendencia mundial o viendo en los noticieros informes sobre anónimos que son capaces de agredir a sus padres para proveerse de ciertas sustancias o terminar con sus vidas por sufrir bullying.
El resultado de Montage of heck es la complicidad de familiares, amigos y parejas en su suicidio; todos sabían que pasaría, pero prefirieron no involucrarse. Es más sencillo que la historia diga que Cobain se suicidó a que lo mataron sus seres queridos. Mejor aún: es más fácil hacer zapping y quedarse viendo Inocencia interrumpida. Total, es una película.