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REVI STA GR ATUI TA NOVIEMBRE/DICIEMBRE 2016
Justo Girón “Lugares” del 27 de octubre al 3 de diciembre Juan Luque “La luz habitada” del 16 de diciembre al 21 de enero
GALERÍA DE ARTE
HAURIE
Guzmán el Bueno, 9 41004 Sevilla 954 225 726 www.galeriahaurie.com Síguenos en Facebook, Twitter e Instagram
SUMARIO
02 Staff
32 Philippe Starck
70 Destrozos colaterales
SOMOS MUY
Peter Abbad DISEÑO
Pilar Rodríguez OPINIÓN
35 Piel de elefante o cómo vivir en un mundo con tanto eco
72 Bodegón cultural
05 El tiempo es dinero Javier Gotor CARTA DEL DIRECTOR
06 “... en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se comenta mejor” ÁGORA
08 Dudas de hormigón y terciopelo EN 1.000 CARACTERES
10 Trampantojo Manuel Grosso OPINIÓN
PÁ G I N A :
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12 Las subastas de El Perro Andaluz El Rancio Sevillano OPINIÓN
14 Un patrimonio pendiente F. Javier Rodríguez Barberán REPORTAJE
20 Sevilla y la cuarta revolución industrial Juan Luis Manfredi OPINIÓN
22 Raúl Rosillo. Creativos
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NOVIEMBRE - DICIEMBRE
Inda Rodríguez HISPATALENTOS
26 José Manuel Guerra. I+D Inda Rodríguez HISPATALENTOS
28 CYAN Animática. Empresas Inda Rodríguez HISPATALENTOS
30 ¿Qué nos espera en la moda de 2017? María José Egea MODA
Luis Rull OPINIÓN
36 Zësar Bahamonte
COOLTURA
73 Difuntorios y otras extravagancias
THE WALL
Eva Díaz Pérez OPINIÓN
38 David Bermúdez “Chan”
74 All La Glory
TATTOO FLASH
Vidal Romero MÚSICA
40 Demócratas y colonizadoras SEVINTAGE
50 Cristina Hoyos
78 Ortega Bru José María Rondón ARTE
ES MUY
81 Silvio
59 No se lo digas a nadie
Pive Amador COOLTURA
Amaro Sánchez de Moya OPINIÓN
60 Estrellita Castro La Olivetti Mellada FUE MUY
62 Qué mala suerte, chato Paco Brida OUTSIDERS
64 La dictadura, ¿o democracia?, foodie Alejandro López LA MANDUCA
66 La nueva gastronomía Rafael Ansón OPINIÓN
69 Viernes por la mañana Elisa Victoria Marroquí LA 69
85 El capo de los muertos La Muy FROM SVQ
92 Intelectuales Pedro G. Romero OPINIÓN
94 Guadalupe Tempestini Alejandro López HEREJES DEL SUR
96 El Tenorio revisitado José Luis Castro Lombilla PLUMAS DE CABALLO
SOMOS MUY
COLABORADORES MANUEL GROSSO. Profesor universitario, escritor y promotor cultural. JULIO MUÑOZ, RANCIO SEVILLANO. Periodista y escritor.
PETER ABBAD. Diseñador.
RAFAEL ANSÓN. Nació en San Sebastián y es licenciado en Derecho, diplomado de la escuela Nacional de Administración Francesa (ENA), técnico superior de Información y Turismo del Estado por oposición y Doctor Honoris Causa por la Universidad Alfonso X el Sabio. Fue director general de Radiodifusión y Televisión, director general de RTVE en el primer gobierno de Adolfo Suárez y asesor del presidente. Acutalmente es presidente de la Real Academia de Gastronomía de España, fundador y presidente de la Academia Internacional, presidente de la Academia Iberoamericana, de la Academia Europea y de la Comunidad Europea de la Cultura Gastronómica.
LUIS RULL. Blogger y sociólogo.
CRÉDITOS DE FOTOS
JUAN LUIS MANFREDI. Periodista y profesor universitario. JOSÉ MARÍA RONDÓN. Periodista y escritor. AMARO SÁNCHEZ DE MOYA. Arquitecto, decorador y pintor muralista. MARÍA JOSÉ EGEA. Coolhunting y experta en marketing.
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PILAR RODRÍGUEZ. Periodista.
PÁ G I N A :
exposiciones colectivas e individuales. Sus fotografías están en colecciones como Instituto Cervantes o Fundación Valentín de Madariaga. Ha trabajado para National Museum of Muscat de Omán, Levi´s, Rolling Stone, El País y Loewe, entre otros. Premio Solo Loewe 2011 y el SEFF.
ELISA VICTORIA MARROQUÍ. Escritora. EVA DÍAZ PÉREZ. Periodista y escritora. VIDAL ROMERO. Arquitecto y crítico musical. PEDRO G. ROMERO. Artista y miembro de la Plataforma de Reflexión de Políticas Culturales. JOSÉ LUIS CASTRO ‘LOMBILLA’. Humorista gráfico y escritor.
Colaboran en este número
Niccolò Guasti – Foto de portada El Pelícano Mecánico (máquina de taconeo)
S ta f f JAVIER GOTOR Director ALEJANDRO LÓPEZ Redactor Jefe INDALECIO RODRÍGUEZ Marketing JACOBO CARMONA Diseño y Maquetación.
E D I TA
GLOZ COMUNICACIÓN C/ Joaquín Guichot, 5. 1º Izq. 41001 Sevilla, España.
Publicidad
Niccolò Guasti – Foto Carta del director Óscar Romero – Looking for love. Roma (Enero 2016). – En 1.000 caracteres Raúl Rosillo – Fotos Hispatalentos. Creativos Macarena Ros y Elena Baeza-Rojano – Fotos Caprélidos. Hispatalentos. I+D
Marcos Fernández comercial@lamuy.es
C O N TAC T O hola@lamuy.es
La Muy – Fotos Sevintage Zësar Bahamonte y Hugo Espejo - The Wall
Impresión
Carolina Cebrino – Fotos All La Glory. Música
Servigraf Artes Gráficas S. L.
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La Muy – Foto Bodegón F. JAVIER RODRÍGUEZ BARBERÁN. Historiador del Arte por la Universidad de Sevilla. Profesor titular del Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas de dicha universidad. Ha centrado sus investigaciones en la arquitectura funeraria y en la iconografía de las ciudades y la arquitectura en las artes. PIVE AMADOR. Compositor, escritor y productor musical. En radio y televisión ha desempeñado en los últimos veinte años funciones de presentador, guionista, director y productor musical. Autor de cinco libros de divulgación musical. ÓSCAR ROMERO. Fotógrafo sevillano con obras en numerosas
DEPÓSITO LEGAL SE 1355-2015
Agradecimientos Ignacio Ollero, Bar El Atún, Bar Pura Cepa, Picalagarto, Ovejas Negras, La Raza, Bodega El Peregil, La Espolaina, Casa Eme, La Abundancia,Kebab Aladdín, David Rubio, Miguel Martínez, Pablo Martínez, Carbonería de la calle Parras, Juan Luis Pavón, Juan Palomo.
Todos los derechos reservados. Prohibido la reproducción total o parcial de lo artículos, ilustraciones, fotografías y demás contenidos publicados. La dirección no se hace responsable de las fotos, textos y opiniones en La Muy, ya que son responsabilidad de las fuentes firmantes.
CA R TA D E L D I R E C T O R
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El tiempo es dinero Texto:
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J AV I E R G O T O R
H
ace unos meses, cuando el calor azotaba nuestras noches de verano y durante una cena, un amigo me contaba el argumento de una película. Me adelantaba que era una de esas infumables pero que había un concepto que rodeaba el largometraje y que le parecía llamativo.
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NOVIEMBRE - DICIEMBRE
La peli se desarrolla alrededor del año dos mil ciento y pico. La sociedad, por arte de no sé qué descubrimiento ha conseguido detener el envejecimiento humano en la edad de veinticinco años. En el cuarto de siglo de vida del ser humano el tiempo parece detenerse con el agravante de que cuentas con un año para “ganar tiempo”. De no ser así, a los veintiséis sufres una parada cardíaca y mueres. Parece (y quizá sea) la sinopsis más absurda, propia de película americana de serie C. El caso es que lo que me dejó anonadado fue que, según me contaba, el tiempo de la vida se convertía en dinero. Un dinero con el que la gente podía pagar sus pequeños o grandes lujos y sus necesidades. El concepto cambia por completo. No es más rico el que más tiene sino el que más tiempo posee. ¿Un café?, tres minuto, ¿Un bollo de pan?, dos minutos. ¿Un coche?, tres años. No parece muy alejado de la realidad actual…
Esto provoca que haya zonas horarias diferentes en las ciudades. Estas áreas se dividen en zonas horarias pobres, en las que el tiempo de vida es muy bajo, y otras lujosas, cuyos vecinos tienen acumulados cientos de años de dinero. Algo que no deja de ser similar a los barrios más ricos y humildes que vemos en todas las ciudades. Una vez el envejecimiento personal se paraliza, la única manera de ganar ese tiempo es trabajando. Digamos que el salario medio al día de un oficinista es de dos horas más de vida. Dos horas que al mes son cuarenta horas más. Cuarenta horas más que tienes de vida y a la que debes ir restándole el alquiler del piso, la compra del mes, la guardería de los críos y las cervezas que te tomas. El tiempo es dinero. ¿No es eso lo que dicen en las escuelas de negocios? Este concepto es interesante por varias cuestiones. En primer lugar le preguntaba a mi amigo sobre la justicia social, si nadie moría o si solo los pobres lo hacían. “No, el sistema es parecido al actual. Cada vez las cosas van costando más tiempo.” Exactamente igual que ahora. Claro, con esa fórmula te aseguras que la gente deja de ahorrar tiempo y se lo gasta todo en necesidades.
En segundo lugar, quién le pone valor al tiempo y cómo lo hace. ¿Por los minutos que le dedicas de tu vida a tomarte ese café? ¿Por los mismos que le dedicas a estar metido en tu coche en atascos a lo largo de tu vida? ¿O quizás es por el tiempo que tardarías en pagarlo letra a letra? Sin embargo, la idea más interesante que observo del concepto tiempo igual a dinero es el de la volatilidad de la convención en sí. El porqué eso que sacas del cajero provoca que tenga más poder que otro que no lo tiene mientras que ese otro seguro tiene cosas que tú ni imaginas y que, sin embargo, carecen de valor. Hay una cita popularmente escuchada en los bares cuando el que ha injerido más alcohol intenta convencer al que se quiere marchar que define este paradigma: “Si el dinero es papel…” Definitivamente he visto la película y confirmo el bodrio que me contaban que era. Se llama In Time y la desafortunada traducción al español es El precio del mañana y quién sabe si ese mañana ha llegado y ni siquiera nos hemos dado cuenta. @javiergotor Pensar la realidad - VV.AA.
ÁGORA
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“…en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se comenta mejor” -
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Hola! Buenas tardes. Aunque conocía vuestra revista desde la primera publicación, puedo considerarme lector de ella desde el último número publicado, pues anteriormente no me fue posible poder conseguir los primeros números. Quería preguntaros si existe alguna posibilidad de conseguir las publicaciones anteriores, pues he disfrutado tanto con la número 5, que no me gustaría quedarme sin leer las 4 primeras. Gracias por adelantado y mi más sincera enhorabuena por el trabajo. Sois la revista que Sevilla (y muchos de nosotros junto a ella) necesitaba.
@Juanjo_morillas
Un saludo,
La acabo de leer y es genial! Gracias por publicaciones buenas en Sevilla.
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José Manuel Romero Ojeda
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Magnífica tarde de inmersión en @lamuyrevista. Este número huele a mar, suena a L. Cohen y sabe a pura poesía.
Qué bueno estar en el bodegón cultural de @lamuyrevista con nuestros guantes de boxeo puestos. @DemipageEdit Los textos de Pedro G. Romero en @ lamuyrevista son un ‘must’. @rubendiaz I N S TAG R A M
@luismirojan
TWIT TER FA C E B O O K
Grandes profesionales los de @lamuyrevista. Normal que les salga esa maravilla. Se agradece su trabajo y esfuerzo. @LaOlivettimella
Referente al artículo ‘Bienales y dejà vu’:
@RamPalacios
Estoy muy de acuerdo con la articulista.
Estupenda y nueva @lamuyrevista pidió a Rivero Taravillo un panorama de la poesía hispalense actual.
Eso sí, una pena que no haya profundizado un poco más.
@RENACIMIENTOED
La capital, mediocre y vacía, del flamenco, no cuenta con las Peñas
Flamencas. Y no hablo sólo de una visión local, y la ausencia de espectáculos dentro de la bienal, sino de una auténtica representación de lo que son las Peñas en el mundo del flamenco y una visión amplia e integradora. Mediocridad. La condensación en el calendario con un espectáculo por artista, salvo honrosas excepciones como la de Rocío Márquez este año, pisando otras actuaciones y solo pudiendo elegir una, es aún más mediocre. No voy a entrar en quiénes son los escogidos por artistas para acompañarles, pero es sumamente llamativo que siempre, siempre, sean los mismos. Tampoco en la ausencia de exigencia en el espectáculo, aquí han venido artistas a presentar sus discos. A una bienal!!!!! Oigan, esto es otra cosa. Menos aún de la calle, las plazas... y nosotros, los ciudadanos. El flamenco y la capital del flamenco no son la Maestranza o el Lope de Vega. En fin, para qué seguir. Enhorabuena por el artículo. Luis Manuel Ventura
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Dudas de hormigón y terciopelo FOTOGRAFÍA: ÓSCAR ROMERO
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o creer o creer. Es el intermitente que señala cada giro de nuestras vidas. Muro o cortina, en esa dicotomía se resume la existencia, desde ella se han construido religiones, teorías filosóficas y sistemas políticos. Lo empírico frente a lo numinoso, lo mortal en pugna con lo trascendente, lo imposible contra lo posible. El muro es el final, la cortina puede ser el principio. El nihilismo es un grafiti en el muro, la poesía es una mano que descorre la cortina. En el muro apoyan sus sables los dictadores, por debajo de la cortina repta el viento de las revoluciones. Pero a veces el muro es metáfora de la dignidad mientras que la cortina, cuando es de humo, oculta la indignidad humana. Un muro es un hombre erguido ante un tanque en Tiananmén; entre los pliegues oscuros de una cortina florece el moho de las tramas para financiaciones ilegales. Creer en lo increíble o no creer en lo creíble. Realidad o deseo. Muro o cortina. Más bien, muro y cortina. Mejor dudar, en eso se nos va la vida. -
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Trampantojo Texto: MANUEL GROSSO
De trampa ante ojo. 1. m. coloq. Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es. Real Academia Española
n definitiva, la vida misma. Todo se ha convertido en un gran trampantojo, todo es un engaño, tanto en la forma como en el fondo. Sin ir más lejos, esta ciudad se ha convertido en una trampa o ilusión permanente, no hablo solo de sus clases dirigentes, que en verdad no sé si existen, sino de la ciudad en sí misma. ¿Cabe mayor trampantojo que el barrio de Santa Cruz o la Feria de Abril? No creo, el problema es que esto se ha trasladado a la vida cotidiana, nos pasamos la vida haciendo ver lo que no es, tanto en lo privado como en lo público. Incluso algo tan “puro” como la Semana Santa es la imagen de lo queremos trasladar y no exactamente lo que es. Nos hemos acostumbrado a mentirnos a nosotros mismos y a los demás y ya no distinguimos la una de la otra.
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Cada vez me resulta más patético ese quiero y no puedo, que además sabemos que no existe. ¿Se han fijado en los informativos regionales donde a diario los políticos principales se dedican a disfrazarse de obreros de la construcción, maestros o ingenieros de energías alternativas, rodeados de un fondo de caras que asisten complacientes al minidiscurso preparado por el “negro” de turno? Patético, simplemente patético. Como lo son la mayoría de noticias sobre el porvenir de negocios imposibles que
se venden periódicamente sin pudor alguno. Este titular puede ser lo bastante significativo: “El Ayuntamiento busca que Sevilla se convierta en plató para el cine chino” (Diario de Sevilla, 7 octubre de 2016). Típica noticia de las que la Andalucía Film Commission lanza cada temporada, y todo para mayor gloria de algunos de sus directivos y, de camino, para montar un evento especial de periodicidad anual coincidiendo con el Sevilla Festival de Cine Europeo, algo por cierto que ya se intentó y fracasó. Da igual… venden la moto y basta. Políticos y tahúres se justifican y ya es bastante. Se ha venido haciendo desde tiempos de Cervantes, Rinconete y Cortadillo es la prueba y no cambiará jamás. Me preocupa la degradación de la realidad como tal. Hemos convertido el flamenco en flamenquito, la ciudad en objetivo de franquicias de baja estofa, nuestra forma de entender la vida en chascarrillos y tópicos divertidos y soeces, y lo que es peor, con nuestra participación activa. ¿Dónde ha quedado el sueño de una ciudad moderna y a la vez clásica que se anhelaba tras la Expo 92? En nada, en pura basura. A este paso la verdadera Sevilla estará en los barrios, en el Tiro de Línea, en el Cerro del Águila, en las Tres Mil viviendas, más Triana que Triana, a pesar de su marginación y degradación.
No digo que esto sea exclusivo de Sevilla, pero mientras otras ciudades se han dado cuenta de ello y están empezando a dar marcha atrás, aquí se potencia y se nos vende como un futuro cierto cuando todos sabemos que no lo es. Se nos está escapando entre las manos la ciudad que nos dejaron los mayores, aunque esta también tuviera su dosis de trampantojo. Hoy la obra de los hermanos Álvarez Quintero sería realismo social puro y duro. No son momentos de vender cuentos chinos, tan falsos como esos trajes de flamenca chuchurríos que venden en las tiendas de souvenirs, chinos, por cierto. ¿Cuándo seremos capaces de enfrentarnos a nuestra propia realidad? Yo se lo adelanto: nunca. Todos saben que hemos emprendido un camino sin retorno, que nuestra identidad como ciudadanos de esta ciudad casi no existe. Llámenme carca si quieren, pero salvo el besamanos del Gran Poder o de la Esperanza y el día de la Virgen de los Reyes poco o nada queda de verdad, el resto es aparentar lo que no se es. No hay nada más moderno que lo clásico, y clásico no es solo Murillo, Ribera o Velázquez, sino también Gordillo. Como decían Jean-Marie Straub y Daniele Huillet, paradigmas del cine de vanguardia: “Hacer la revolución es volver a colocar en su sitio cosas muy antiguas pero olvidadas”. Esa, y no otra, es nuestra revolución pendiente. -
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Las subastas de El Perro Andaluz Texto:
EL RANCIO SEVILLANO
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na agenda del año pasado, en perfecto estado, solo hay que añadirle un día y ya sirve. Una llave inglesa del 10-11 oxidada. Un casete de Phil Collins. Un álbum de la Liga 88/89 sin acabar”. Sevilla tiene una tradición de heterodoxia que se esconde. Una especie de Tagarete que serpentea por debajo de los horarios y las franquicias. Llamar a una puerta o conocer una hora, siempre ha sido la llave para entrar en otra ciudad totalmente diferente, pero complementaria a la oficialista. Las subastas de vanidad en El Perro Andaluz eran uno de los mejores capítulos de esa otra Sevilla.
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“Un vaso de Nocilla. Un tenedor de plata. Este fantástico VHS con la película Rambo”. Ese lunes no había clases y el sábado se estiró dos días. La noche de aquel domingo rebelde, alguien decidió que debíamos ir a la subasta de El Perro. “Este increíble azulejo que dice “Gástate en juergas y en vino lo que tengas que dejar a tus sobrinos”. Un muelle flojo. Un llavero de la Peña Bética de Valencina de la Concepción. Comenzamos por 5 pesetas”. De cuando entré, recuerdo perfectamente unos asientos con secadores de peluquería y gente riéndose mientras se subastaban baratijas. Eran objetos sin más relación
que haberse comprado por la mañana en el mercadillo de la Alameda. “Un carrete que puede contener increíbles fotografías. Un gallo portugués de cristal para decorar. Este útil y plegable parasol de cartón verde de la Caja San Fernando”. El cuadro lo completaba alguien que repartía con solemnidad sándwiches de foigrás como si fueran probetas de un vodka exclusivo clavadas en el caviar más caro. “Un compás con su estuche. Una camiseta amarilla de Grúas Lozano. ¡Un portaminas!”.
Estaban y disfrutaban su diferencia. “Este paraguas de la Junta. Unas gafas sin un cristal. Una chapa de Tres Sietes”. Fui muchas más veces. Allí vi el recital de un chaval que le escribía poemas de sexo a un hombre mucho mayor que él por el que estaba loco. Otro día llegaba y me decían que se acababa de ir Kiko Veneno después de hartarse de cantar, u otro me quedaba tonto escuchando a Juan José Téllez hablar de Chano Lobato. “Una guía turística de Santander. Una correa original de reloj CASIO. Este ejemplar de Blanco y Negro del ABC de hace una pila de años”.
Muchas veces era Antonio Dechent quien oficiaba las subastas en El Perro, pero en mi bautismo creo que no estaba él. El caso es que se subastaba un casete de Phil Collins, concretamente el But Seriously, que es un disco horroroso pero que a mí por entonces me gustaba. Me quedé con las ganas de pujar porque me dio vergüenza, y al final se lo llevó un hombre de una mesa al que la gente aplaudió con alegría por su compra.
Mi primera noche en El Perro acabó con una lección. Cuando nos íbamos me di cuenta de que el que había comprado el casete de Phil Collins se había ido y lo había dejado allí. Fui a cogerlo y me di cuenta de que estaba vacío. Entendí entonces que en El Perro no se compraban objetos, sino más bien ratos de risas y anécdotas que guardar.
“¡Adjudicado al caballero de la mesa por 25 pesetas!”.
Estoy seguro de que esa otra Sevilla loca está más viva que nunca y emerge por un montón de sitios nuevos. Pero, porras, qué útil era para el alma tener un sitio en el que comprar un destornillador oxidado un domingo por la noche, sobre todo por la oferta de risas que traía de regalo. -
Siempre he pensado que, de alguna manera, Sevilla es una isla. Y esa sensación de insularidad se me acentuaba en sitios como El Perro. Toda la gente allí parecía pertenecer a una raza aparte y, lo que me parecía más bonito, no parecían tener ninguna necesidad de reivindicarlo.
“¡No irse! ¡Nos queda un libro de Sociales de 4º de EGB!”.
@rancio Nod - Sr. Chinarro
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Un patrimonio pendiente
Los cementerios ante l a so ciedad Texto: F. Jav i e r Ro d r í gue z B ar b e r án
“Papá…, ¿por qué las tumbas antiguas nos producen menos melancolía que las más recientes?… Es fácil comprenderlo. Las personas que han muerto hace poco son más cercanas a nosotros, y precisamente por esto las queremos más”. Giorgio Bassani. El jardín de los Finzi-Contini
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ste diálogo fue escrito por Bassani como parte del prólogo de una bellísima y melancólica novela. Padre e hija están visitando una necrópolis etrusca, y aunque las palabras han pasado por el filtro de lo literario, ello no oculta lo preciso de su mensaje: lloramos a los muertos que nos duelen por su cercanía, personal o temporal. Esto parece convertir en una paradoja algo que también resulta indiscutible: admiramos las tumbas antiguas y volvemos el rostro o miramos de soslayo las recientes. No es difícil verificarlo: cualquier viajero que recorra Egipto no dudará en acercarse a las pirámides, y hará de esto una de las metas de su estancia; los sepulcros de los Papas son observados continuamente con admiración en la basílica de San Pedro del Vaticano; nadie quiere pasar por la India sin contemplar el Taj Mahal. Sin embargo, ¿cuántas personas dirigen sus pasos al cementerio londinense de Highgate, al Monumental de Milán o al de Montjuic en Barcelona? Son una minoría, vista casi siempre por la sociedad con una mezcla de rechazo y sorpresa; sin embargo, estos atípicos visitantes han interiorizado –con diferentes perspectivas, seguro- que los espacios de la muerte no solo son cosa de un pasado lejano, sino que forman parte de eso que hemos venido a denominar “patrimonio cultural”. He aquí algo que debería ser obvio y que no obstante dista de serlo: reconocer la condición patrimonial de los cementerios. Y no hablo aquí de dicha condición como una etiqueta de prestigio, como un rótulo que exhibir ante un potencial “turismo funerario” o ante posibles mecenas que nunca llegan, sino como una necesidad ineludible para que el futuro no esté construido desde la amnesia y la banalidad. La evolución de los espacios de la muerte nos ofrece una información valiosísima sobre múltiples aspectos de la vida contemporánea. Los cambios experimentados por los asentamientos urbanos y sus habitantes Panteón del Conde del Águila. Arquitecto: Joaquín Fernández Ayarragaray. Año: 1867
Un auténtico manifiesto del estilo funerario internacional: un mausoleo del cementerio parisino de Père-Lachaise cuyos planos aparecen en una publicación de la época; un arquitecto afrancesado en la ciudad que pone su firma al pie de ese diseño ... y una fundición sevillana que realiza la obra en hierro.
Tumba de Francisco Barnés y Tomás en el antiguo cementerio de disidentes. Año: 1892
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La historia de la ciudad –y de nuestra nación- se escribe en los cementerios con la separación entre el recinto católico y el de los que fueron llamados en tiempos “disidentes”. El epitafio de esta sepultura contiene la memoria individual y colectiva de una época.
se ven reflejados en la propia vida de los enterramientos colectivos: las modificaciones del tejido social, las mentalidades, la religiosidad o el propio gusto artístico, quedan fijados en los cementerios. Es ahí donde advertimos su auténtica dimensión como patrimonio: nos encontramos ante un conjunto de signos físicos de un pasado reciente que han llegado hasta nosotros, y cuya propia realidad no puede sustraerse del carácter “sagrado” –y el uso aquí del término va mucho más allá de lo estrictamente religioso- que adquiere el lugar por la condición de última morada de las generaciones que nos precedieron. A pesar de argumentos de tanto peso sigue existiendo una notable resistencia para reconocer en los cementerios su valor patrimonial. Aunque las circunstancias han cambiado algo en los últimos años –está aún reciente la aprobación por el Consejo de Europa de una Ruta Cultural de cementerios del continente-, el exilio de los muertos a partir de la Ilustración y
la conversión, ya desde mediados del siglo XX, de la muerte en tabú mantienen su vigencia. Incluso en nuestro mundo globalizado, es evidente que existen diferencias en función de los ámbitos concretos a los que se extienda nuestra reflexión: las sociedades más desarrolladas no mantienen con la muerte la misma relación que las que aún están inmersas en ese proceso; algo semejante ocurre cuando enfrentamos la cultura urbana con la de las pequeñas comunidades. Es muy importante tener esto en cuenta cuando hablamos de los cementerios: las generalizaciones llevan casi siempre al error, ya que, pese a la aparente homogeneidad que presentan, su riqueza es casi infinita. Y ello no depende, por ejemplo, del tamaño: un pequeño enterramiento rural puede albergar valores patrimoniales –materiales e inmateriales, por supuesto- de los que a veces carecen las necrópolis monumentales. Y es que la dimensión patrimonial
de los cementerios ha de ser percibida como algo abierto, plural, realmente “vivo”. Precisamente por ello hay que evitar que el concepto “patrimonio” tenga, como ya advertí con anterioridad, tan solo un valor nominal: invoquémoslo para que se convierta en el vehículo para afrontar con rigor el futuro de los espacios de la muerte contemporáneos, en los que tan amenazantes pueden ser la banalización como el olvido, o incluso la museificación de estos inmensos depósitos de memoria. En los diversos elementos que componen un enterramiento –desde la vegetación a las tumbas, y de ellas a los rituales que se les asocian- podemos reconocer múltiples aspectos del mundo contemporáneo: las modificaciones del tejido social, la economía, la religiosidad, la política o el propio gusto artístico. Pensemos que la frontera de la muerte es también un eje de simetría, que pone a un lado los comportamientos vitales y a otro las prácticas que hacen referencia a un más allá que se impregna de
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lo cotidiano: vemos así a mujeres y hombres convertidos en imágenes escultóricas o reflejados en los epitafios, del mismo modo que la casa se hace “morada permanente”, la tumba. La transformación positiva experimentada desde mediados del siglo pasado sobre el papel de la historia como disciplina, en la que conviven visiones generales con la aproximación al pasado como suma de relatos plurales, podría ayudarnos para entender mejor los cementerios: veámoslos como un modelo a escala de dicha pluralidad, con un enorme potencial para trasladar a la sociedad la enorme complejidad del pasado. En cada cementerio caben multitud de itinerarios e interpretaciones, ya que son mucho más que un negativo de la vida y de los espacios donde ésta se desarrolla: son, por encima de todo, un lugar de encuentro en el tiempo. No obstante, les acosan los mismos problemas que a las demás huellas de ese pasado con las que cohabitamos. El cementerio demanda actuaciones análogas a las de cualquier otro bien cultural: debe ser conocida su naturaleza y extensión, deben tomarse las medidas necesarias para su proyección futura y ha de transmitirse
Panteón de Concepción Laville. Arquitecto: Balbino Marrón y Ranero. Año: 1856
Una de las primeras capillas funerarias que se construyen en el cementerio, cuyo proyecto es firmado precisamente por el arquitecto que lo proyectó, y que soñó una vez con verlo convertido en un jardín salpicado por tumbas.
Tumba de José Villegas. Autor de la escultura: Gabino Amaya. Año: 1926
La sepultura del pintor sevillano está protegida por una figura enigmática, que destaca entre la escasa producción escultórica de calidad del cementerio hispalense. Su aire decadentista halla explicación en su modelo: el cuadro del propio artista “El triunfo de la Dogaresa Foscari”, que se conserva en la Anderson House de Washington.
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la importancia de su tutela a todo el conjunto de la sociedad. Ahora que gran número de reflexiones sobre el futuro de los cementerios tiende a centrarse en su aspecto funcional – esto es, en la adecuación del servicio que prestan a la comunidad- es más necesario aún subrayar el valor de los mismos como parte del patrimonio. Por si estos elementos no fueran aun suficientes para activar en nosotros el interés sobre estos espacios de tanta complejidad y cercanía, quiero añadir algo más. Desde que Martin Heidegger escribió sus reflexiones sobre la Madonna Sistina de Rafael, parece difícil negar que los objetos artísticos que pueblan museos y colecciones hayan dejado en sombra una parte esencial de su ser: en este caso, lejos del altar y el templo para el que fue concebida, lejos de su función devocional, y aun cuando haya otros valores adquiridos con el tiempo en su nueva ubicación, la Madonna ha sufrido una pérdida irreparable. Si trasladamos esto al ámbito que ahora nos ocupa, hay un hecho incontestable: la mayoría de los cementerios que podemos recorrer hoy “están vivos” aún y no han tenido que experimentar esa renuncia a su naturaleza. Pienso además que solo el mantenimiento del uso de los mismos como espacio funerario, donde se produzcan de modo normalizado inhumaciones y cremaciones, puede garantizar la proyección futura de la memoria que albergan. Un cementerio clausurado, sin uso para la comunidad, será siempre un lugar museificado y, por lo tanto, vacío de contenido. Esto resulta tan dañino como la percepción del cementerio reducida a servicio público sin carga alguna de significado trascendente. Lo primero conduce, claramente, a la conversión de los mismos en parques temáticos de arquitecturas y esculturas extravagantes, a la medida de un visitante que busca experiencias singulares. Lo segundo castiga al abandono de los espacios históricos de los cementerios –ya que éstos, desde una perspectiva puramente
Panteón de Severino González. Arquitecto: Juan López Sáez. Año: 1929
La Exposición Iberoamericana de 1929 y la ciudad de esos años se traslada también al interior del cementerio. La estética del Regionalismo o, como se le denominaba en la época, estilo sevillano, será adoptada por sepulturas que construyen los mismos arquitectos -y para las mismas familias- de la ciudad de los vivos.
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funcional, han cumplido con su cometido- y modifica el paisaje de los enterramientos con actuaciones rutinarias ajenas a toda reflexión profunda. Cuando hace ya más de treinta años decidí que merecía la pena ocuparse de un tema tan periférico como éste, crucé una puerta cuya verja me resisto a cerrar. Y lo cierto es que cuando alguien me pregunta qué me atrajo de los cementerios, no acierto a responderle con precisión. Dejando a un lado incluso mi actividad investigadora y de difusión de este “patrimonio pendiente”, hay cosas que los han incardinado en mi existencia. He recorrido incontables cementerios y, si se me permite, “he peregrinado” a algunos: la conmoción de la primera visita a Père-Lachaise en París, a Staglieno en Génova o al Cementerio del Bosque de Estocolmo, está viva y pesa tanto como el recuerdo de una pequeña tumba infantil hecha con unos pocos trocitos de piedra de colores en el cementerio de La Carriona en Avilés, la cual quién sabe si aún existe. Mi emoción –por la deuda contraída como lector que nunca podré devolver- ante las sepulturas de Bassani en el Cementerio Judío de Ferrara y de Lampedusa en el de los Capuchinos de Palermo es tan poderosa como la que he sentido a veces ante algunos epitafios, ante rostros y nombres de los que nada sé pero que debieron ser en vida mucho –todo, quizás- para otras personas. Desde luego que no hay sentimiento alguno que pueda compararse al que nos embarga cuando el cementerio no es el lugar de la muerte de “los otros”, sino de “los nuestros”. Sin embargo, quiero reivindicar en la conclusión la belleza del encuentro con un paisaje construido por la memoria de las generaciones precedentes y sometido al escrutinio de la mirada de quienes, en lugar de volver la cabeza, decidimos mirar atentamente y con un inmenso respeto a estos espacios que los clásicos vieron “consagrados al silencio”. -
El tercer hombre - Carol Reed
Panteón del Conde de Pradere. Arquitecto: José Espiau Muñoz. Año: 1913
La conservación del patrimonio
funerario es muy compleja, ya que gran parte del mismo no es de titularidad pública. Ello provoca que el progresivo abandono pueda conducir a la ruina a obras tan importantes como ésta, el mejor ejemplo del Modernismo en el cementerio sevillano.
OPINIÓN
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Sevilla y la cuarta revolución industrial Texto: J UAN L U I S MAN F R E D I
ómo nos gusta recordar a los sevillanos la Sevilla que se fue! Cuando fuimos la capital del mundo, con su edad dorada del comercio internacional, sus literatos, sus pícaros, sus aventureros, sus conventos, sus fuentes, sus esquinas. ¡Qué ciudad para vivir! Lean y disfruten de los textos de Francisco Morales Padrón, Enriqueta Vila o Antonio Domínguez Ortiz para saborear cada detalle de nuestra historia, cada personaje nacido o formado en aquella metrópolis, con su orto y ocaso indiano. Pero ese mundo se acabó. Amanece un nuevo periodo histórico que, en una década, transformará el empleo, la industria y la actividad económica. Y Sevilla tiene que prepararse para la nueva oleada tecnológica.
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¡C
Porque la innovación no consiste en manejar con soltura un perfil en redes sociales, sino en la comprensión de la dinámica y el alcance de la transformación digital. En la producción industrial, el Internet de las Cosas cambiará el urbanismo y la vida de las ciudades mediante redes sensoriales. Esta suerte de tercera piel permitirá que todos los dispositivos de nuestro entorno se comuniquen entre sí, con nosotros y con Internet. Cualquier actividad pasa a la nube, donde los desarrollos de la inteligencia artificial mejorarán la domótica, el consumo de energía ¡y hasta las plazas de aparcamiento! Estos sensores reducen los costes y permiten compartir, una de las palabras fundamentales para entender la innovación que viene. Sea economía del compartir, economía colaborativa o capitalismo de plataformas de cooperación, lo que observamos es la llegada de nuevos modelos de gestión y administración de bienes y servicios. En el turismo, el transporte de viajeros o mercancías, la restauración, el ocio,
la fuerza del cambio es imparable. La finanzas compartidas asustan a la banca, aún cuando solo representan el 1% de los ingresos en el área de consumo. Pero la tendencia es reveladora. En 5 años, las compañías fintech han capturado 19.000 millones de dólares para el desarrollo de ideas de negocio, aplicaciones y servicios financieros. Y el número de usuarios no para de crecer. Sin otra frontera que un teléfono móvil, la banca será algo radicalmente distinto para nuestros hijos. “Es imposible o no será tan pronto”, me dijo un alto directivo de la industria audiovisual cuando le entrevisté en 1999. Si entonces Yahoo! o MixMail nos parecían disruptivos, qué habríamos pensado de los Google, Apple o Amazon actuales. Pues apliquen el cuento a su sector. De hecho, uno de los datos que más me impactan es la tasa de nacimiento y mortalidad empresarial. Se estima que una empresa creada en la posguerra tendría una vida media de 60 años o más, dos o tres generaciones. En cambio hoy, la media se ha reducido a los 15 o 20 años. Esta transformación tiene consecuencias en las inversiones, las amortizaciones de equipos y en las decisiones empresariales. Los cambios en el empleo son aún más evidentes. Cualquier proceso puede optimizarse con tecnología, de modo que se eliminan los trabajos que aportan poco al resultado final. Ya lo vemos en las gasolineras, en las máquinas de vending, en la autoventa de los supermercados, en el click-andcollect de los grandes almacenes o en las tareas administrativas. Esa masa laboral desaparecerá, al tiempo que crecerá – de hecho, es lo único que crece ya– la demanda de profesionales vinculados a la informática, las matemáticas, las ciencias y la ingeniería, así como aquellos que sepan mezclar saberes para inventar su
propio puesto de trabajo. Veremos más y más emprendedores decididos a crear su oportunidad. Y mientras tanto, Sevilla. Hace falta creerse esta cuarta revolución industrial y apostar ya por sectores, actividades y especialidades que contribuyan a diseñar el futuro. La transformación urbana no es una ciencia exacta, pero sí podemos reclamar a las instituciones públicas que favorezcan determinadas iniciativas. Londres, Boston, Tel Aviv o Estocolmo tienen en común que han sabido seducir a un grupo concreto de profesionales que deciden instalarse en la ciudad. El clima y la calidad de vida importan, pero hay que invertir en la atracción del talento internacional (idioma, religión, colegios, comunicación intercultural), diseñar estructuras de bajo coste (alquileres competitivos, oficinas bien dotadas y conectadas ya con 5G, buena comunicación con tren y aeropuerto, instalaciones escalables) y apoyar al capital riesgo que apueste por nuevos proyectos, economía del conocimiento, patentes, biotecnología, soluciones financieras, empleo de calidad y empresas internacionalizables. Las ciudades como Sevilla, cuyo capital simbólico es ganador, tienen una oportunidad real para subirse al tren de la cuarta revolución. Es el momento de abandonar viejos hábitos de enriquecimiento explosivo –aka, pelotazo– para apostar por la economía del conocimiento, el empleo intensivo en tecnologías y la adaptación a la innovación como estilo de vida. No pidamos milagros macroeconómicos, sino acciones concretas que alienten la microeconomía y la economía real, la de las empresas que mejoran nuestra calidad de vida. Es nuestro momento. @juanmanfredi
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Raúl Rosillo
C R E AT I V O S Texto: INDA RODRÍGUEZ
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por qué no? Quizás esa sea la pregunta que se hace Raúl Rosillo. Es capaz de hacer todo lo que se propone. Imagina en su mente escenas tan rocambolescas que nunca creeríamos que pudieran darse, y ahí está el secreto de sus obras. Ha trabajado para importantes marcas y diseñadores, estuvo viviendo en Argentina, país que le marcó como profesional. Estamos ante un inquieto joven algecireño que no ha dejado nunca de imaginar. Es director de arte y muchas cosas más. -
¿A qué te dedicas exactamente? Bueno, yo me defino como director de arte, pero he hecho de todo, siempre relacionado con la escena. Comencé en este mundo gracias a mi pasión por la fotografía y tuve la suerte de poder irme a Buenos Aires, donde me formé más a fondo en este tema. Yo nunca había prestado atención a mi lado artístico, pero en Argentina cursé un máster en creatividad y me di cuenta de que había algo en mí a lo que podía sacar partido; hice varias exposiciones de fotografía allí y fue como el inicio. Soy director, decorador, realizador, montador, interiorista, escenógrafo y tengo gran capacidad a la hora de ver los espacios.
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¿Cuál es tu formación? Estudié en Sevilla y soy licenciado en publicidad y relaciones públicas. Durante mis años universitarios la fotografía y las grabaciones se me daban bien, pero nunca pensé que mi vida profesional se encauzara por este camino. Mis pasos fueron Sevilla, Buenos Aires y otra vez Sevilla para terminar la carrera. ¿En qué momento decides dedicarte a esto? Una vez en Londres, empiezo a trabajar para varias marcas, con grandes modelos como Kate Moss, y mis vídeos empiezan a dar la vuelta al mundo y a tener mucha más repercusión. Recibo varios premios, entre los que destaco el que me dieron en Buenos Aires como director de arte por Perfidia. Esa misma obra unos meses antes también fue galardonada en Sudáfrica. Trabajé para Beatriz Peñalver con la obra Quimera, que supuso también un paso de gigante
ya que este vídeo fue todo un éxito y me abrió muchas puertas. El juez Garzón se interesó en mi obra y también me encargó un film para la fundación de las víctimas del terrorismo. Todas estas cosas han hecho que hoy en día no me falte el trabajo y siga creciendo como profesional. Lo próximo que tengo entre manos es un vídeo para Suárez. Esto, sumado a ser un buen profesional, provoca que en algunos casos me puedan considerar “cabroncete” con mi equipo, pero cuando estás trabajando para alguien que ha pagado tanto por tu trabajo no puedes concederte ni un minuto de desatención. ¿Haces algún otro tipo de arte? Siempre se me ha dado bien pintar, pero nunca he aguantado más de un día con los pinceles. Soy una persona muy inquieta y el hecho de que pasen los días y no ver una obra terminada puede conmigo. No tengo esa paciencia necesaria. ¿Podemos comparar tus trabajos con algún otro artista, sea o no de tu misma disciplina? La verdad es que me han comparado con mucha gente. Recuerdo que en 2014 con la exposición itinerante VIVO, que me produjo la Junta de Andalucía y la Diputación de Cádiz, tuve una crítica muy buena en los principales diarios del país y me calificaban como un nuevo Dalí. Para mí es un halago, pero ni mucho menos puedo comparar mi obra con la de Salvador Dalí. Quizás sea por ese punto de locura que hay en mis trabajos.
¿En qué te inspiras para crear? No tengo ningún referente en que fijarme. Me inspiro siempre en el producto. No concibo vender algo sin darle la máxima importancia al producto. Por otro lado, intento no contaminarme de información, por ejemplo con las redes sociales, sé que hay que tenerlas, pero intento hacerles el menor caso posible. Busco siempre un punto de exclusividad y que mis obras sean únicas. ¿En tus creaciones hay más planeado o improvisado? Hay de todo, hay producciones que han sido cien por cien improvisadas. Aunque prepares algo espectacular, en el momento de estar grabando se pueden dar miles de circunstancias que me hagan cambiar de idea, plano, decorado, música… y sale una cosa mágica. Por ejemplo, con la producción de los baños Aire tuve total libertad y hubo un punto de improvisación. Por otro lado, hay clientes con los que tengo que llevar todo muy atado, con guiones cerrados y firmados para que no haya ningún tipo de cambio. ¿Con cuál de tus obras has quedado más satisfecho? Suena a tópico y muchos artistas piensan lo mismo, pero yo no me quedaría con ninguna de mis obras. Todas son mejorables. Cada vez que saco algo, al día siguiente ya le estoy encontrando fallos o pensando que podría haberlo hecho de otra forma.
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Has viajado y trabajado en muchos países, ¿por qué decides instalarte en Sevilla? Lo decido por un tema personal: yo soy de Algeciras y vengo aquí a estudiar, aquí tengo a mis amistades, mi ambiente, podríamos decir que Sevilla me da una calidad de vida inigualable. Profesionalmente Sevilla no me supone nada, no suelo trabajar con gente de aquí ni grabo aquí ni me aporta nada diferente. Aunque estoy muy bien en Sevilla, tengo que reconocer que me encantaría poder irme a vivir a Nueva York. ¿Para quién trabajas? ¿Qué tipo de empresas contratan tus servicios? Generalmente trabajo para diseñadores, marcas de ropa, joyas, etc... Todo relacionado con la moda, que es donde mejor me muevo. Aunque muchas veces lo he pensado: todos los productos del mercado serían susceptibles de mi trabajo; estoy convencido de que podría
vender una caja de tornillos con mis creaciones.
pero lo que se puede conseguir con un fashion film es incalculable.
¿Has pensado en dar el salto al cine? Pues sí, tengo algo escrito que nunca he acabado. Me encantaría poder dar ese salto porque estoy convencido de que podría hacer algo diferente al cine comercial que tenemos hoy. El problema es que necesito tiempo, asentarme profesionalmente y plata, como dicen los argentinos, porque si hago algo, lo hago bien, soy muy perfeccionista.
¿La moda es un negocio o un arte? La moda es un negocio puesto que se intenta vender, pero el diseño es puro arte. Quizás tenga más de arte que de diseño, porque no nos engañemos, en las pasarelas se muestran vestidos simplemente para que sean admirados, muy pocos pueden acceder a comprarlos.
¿Crees que un fashion film puede sustituir a las pasarelas en un futuro? Totalmente. De hecho, hoy en día ya existen tiendas que, a la hora de comprar, te proyectan en una pantalla un modelo con tu prenda para que veas como queda. Si compras en el portal Amazon algo de moda, en muchas ocasiones te muestran un vídeo para que veas lo que vas a adquirir. Las pasarelas existirán,
¿Qué es lo fundamental en tus vídeos de moda, mostrar la prenda o transmitir una experiencia? Yo siempre intento trasmitir una experiencia, una sensación. Si consigo hacer sentir algo al cliente, entonces tendré mucho más ganado. Mostrar la prenda es importante, pero las sensaciones es lo fundamental. Mediterráneo - Joan Manuel Serrat
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José Manuel Guerra
I+D Texto: I. R.
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l fondo a la derecha, junto a la nutria disecada, ahí está mi despacho”, eran las indicaciones que me daba por teléfono el profesor José Manuel Guerra para encontrar su laboratorio en la Facultad de Biología, en el departamento de Zoología. Hemos conocido a un biólogo, experto en el medio marino y, en concreto, en una familia de crustáceos. No los que nos zampamos cuando celebramos algo, Guerra investiga a los caprélidos, primos hermanos de las cigalas, percebes y centollos. Nos cuenta el profesor Guerra que, a pesar de ser sevillano, ha estado desde muy pequeño en contacto permanente con el mar; su pasión por la naturaleza era tal que decidió formarse y desarrollar su perfil profesional en algo que, para él, se podría considerar en algunas ocasiones incluso un hobby. Ha viajado por medio mundo descubriendo nuevas especies y dando nombre a nuevos “bichos” descubiertos. Actualmente está afincado en Sevilla y compagina la docencia en la universidad con las tareas de investigación en su laboratorio. -
Puede resultar extraño que, siendo de una ciudad de interior, nos encontremos con un biólogo marino sevillano, pero José Manuel aclara que, desde que era un niño, le ha fascinado la fauna de los mares y océanos. Recuerda cuando viajaba con la familia a las costas de Málaga o Cádiz y él se pasaba las horas buceando y observando rocas y algas. En 1998 se licencia en Biología con el mejor expediente de su promoción a nivel nacional, ha obtenido premios y reconocimientos del Ministerio de Educación y Ciencia, Ayuntamiento de Sevilla o la Real Maestranza de Caballería, entre otros. Tres años más tarde se doctoró obteniendo la calificación de cum laude. Hace unas semanas ha obtenido la cátedra en su especialidad. Estamos ante un auténtico talento: además de las funciones propias de su puesto en la universidad, por su perfil de experto, en algunas ocasiones ha actuado como revisor científico en publicaciones especializadas y organizado congresos y seminarios a nivel nacional e internacional. Su laboratorio está especializado en la familia de los crustáceos caprélidos. Estos crustáceos viven en agua marina y pueden pasar desapercibidos por su pequeño tamaño. Su aspecto se asemeja al de una mantis religiosa, una
gamba o un cangrejo, dependiendo de su tipo. Viven en el fondo del mar, nacen y se desarrollan de manera muy rápida, y pueden ser de gran ayuda para la humanidad. Estos animales son ricos en sustancias como Omega3 y en ocasiones son utilizados en piscifactorías con fines comerciales para la alimentación de otros peces. Muchos de ellos viven en zonas contaminadas, actúan como bioindicadores y nos permiten, con su aparición, conocer el nivel de contaminación de unas zonas u otras, lo que supone un ahorro en tecnología, costes, etc. Nos confiesa que la parte que menos le agrada de su trabajo es la burocracia. Guerra, además de investigar, gestiona y administra su laboratorio, en el que trabajan varios profesionales y becarios en la investigación de este tipo de seres. En muchas ocasiones le cuesta conseguir ayudas y becas para seguir adelante con sus proyectos. Una verdadera pena, ¿no creen? Como en otros campos, la taxonomía no está apoyada desde las instituciones como a José Manuel le gustaría y, salvo algunos proyectos con laboratorios farmacéuticos, los entes privados tampoco aportan mucho. Para Guerra, la taxonomía es una rama fundamental de la ciencia, quizás una de las más importantes: descubrir y poner nombre
y características a especies nuevas nos puede ayudar en el futuro ante posibles plagas o cambios ambientales. Un total de 63 especies nuevas descubiertas para la ciencia a lo largo de su carrera. En 2014 el equipo de José Manuel logró colar en el top ten de nuevas especies descubiertas a uno de su caprélidos, el Liropus minusculus. Junto a expertos canadienses descubrieron esta “minigamba” que vive en el litoral del Pacífico nororiental. Esto fue un reconocimiento que ayudó a la difusión de su trabajo, algo que gusta, nos cuenta Guerra, pero “no te hace ser el rey del mambo, nuestro trabajo es muy bonito, pero tiene una carga de horas enormes detrás y hay que seguir trabajando con esta fauna”. Le preguntamos si es más importante para él descubrir nuevas especies o el bien que dicho descubrimiento pueda aportar a la humanidad: no sabría con qué quedarse, si con el romanticismo de descubrir nuevas especies o lograr que estos seres tengan utilidad para la salud. Actualmente trabajan desde Sevilla, pero mantienen un contacto profesional con diferentes lugares del mundo; una de las últimas especies que están estudiando viene desde Brasil. El modus operandi en muchas ocasiones es la obtención de muestras en el campo
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de trabajo y la posterior investigación en el laboratorio situado en Reina Mercedes. Estamos ante una profesión costosa en cuanto a instrumentación, desplazamientos… lo ideal sería poder trabajar in situ con los propios crustáceos, pero esto a día de hoy es casi imposible. Cuando esta Navidad estéis sentados en la mesa y cojáis una gamba, acordaros del profesor Guerra y sus caprélidos, que son primos hermanos… y quién sabe si en un futuro terminaremos degustándolos, que con la nueva cocina nunca se sabe. Por cierto, para nuestro biólogo sus favoritos son los percebes, será por su sabor o por sus propiedades. Después de haber conocido a José Manuel ya no sabe uno qué pensar. Tortillitas de camarones Churrería La Guapa de Cádiz
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CYAN Animática
EMPRESAS Texto: I. R.
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l explicar la filosofía de La Muy, José Antonio Márquez de CYAN Animática muestra su coincidencia con la publicación y hace hincapié en la importancia de esta sección, Hispatalentos. “Aunque suene tópico, en Sevilla no solo se vive del folclore”, nos comenta, resultándole llamativo que en determinadas ocasiones algunos de sus clientes se han sorprendido cuando han conocido la procedencia de su empresa. Es algo que no todos conocemos, pero sí intuimos: en Sevilla hay grandes profesionales, y aún más en este sector. Yolanda de Círez también participa en esta entrevista, en la que nos presentan CYAN Animática, que, de la mano de Acciona o caminando sola, ha logrado consolidarse como una de las empresas líderes en museografía y contenido audiovisual del panorama actual. CYAN Animática nació en Sevilla allá por el año 1992 con el boom de la Expo. Por aquella época las nuevas tecnologías estaban expandiéndose y los hermanos Márquez, junto con Miguel Alonso, amigo de la familia, decidieron montar una empresa dedicada al sector audiovisual. En sus inicios, esta empresa familiar se dedicó a montar cartelas para televisión, trabajando asiduamente para RTVA. Uno de los proyectos más llamativos que hizo por aquel entonces fue el espectáculo del lago de la Expo’92 de Sevilla de la mano de Acciona. A día de hoy, ha cerrado el último ejercicio con un volumen de negocio en torno al millón y medio de euros, pasando de una plantilla de tres profesionales en su arranque a una de más de veinte cuando un proyecto lo requiere. Es una empresa poco conocida aunque, por la repercusión de sus obras, debería situarse en una posición más llamativa. Y es que hablamos de una compañía que, trabajando por cuenta ajena o subcontratada, ha realizado proyectos para los más importantes museos del mundo, llegando incluso a obtener premios por sus obras. Nunca ha abandonado el contenido audiovisual, si bien la museografía es la que ha permitido que se desarrolle su negocio más prósperamente. Estos sevillanos intentan dar vida e interactividad a los museos más modernos del planeta. A base de herramientas como paneles de
proyección, gafas de realidad virtual, imágenes en 3D, pantallas táctiles, reconocimiento de voz o gestos, etc… convierten la visita a estos centros en una experiencia inolvidable. A partir del año 2000 empiezan a trabajar en esta materia, cuando la interactividad se empezaba a demandar. Dejan un poco de lado sus anteriores labores para profundizar en este nicho de mercado. En 2004, inmersos de lleno en el sector de la museología, trabajan para el Museo Arqueológico de Alicante, que ganó el premio al mejor museo europeo del año. En este sentido, nos remarcan el constante cambio que sufren las tecnologías: allá por 2004 dicho proyecto obtuvo ese premio y tan solo unos años después se quedaba anticuado. La disciplina en la que trabajan, reconocen, “nos obliga a estar en un estudio continuo y en plena evolución; es un producto, como todo lo tecnológico, que tiene fecha de caducidad”. Como a muchas empresas, la crisis acechaba a CYAN Animática, pero un proyecto importante en 2012 la hizo reflotar y no solo sortear al fantasma económico, sino incrementar su volumen de negocio. En aquel año realiza su primer gran proyecto de museografía, fue el Jewish Museum & Tolerance Center en Rusia. Nos señalan que también fue “el más duro” por la dificultad, tamaño y repercusión del mismo. El equipo estuvo encima de dicha obra desde el principio y muchas de las cosas que tuvieron que
realizar eran nuevas para ellos, de ahí la dificultad. No se cortan a la hora de decir que todas esas trabas que se encontraron “nos hicieron aprender y crecer aún más”. El Museo Judío es considerado en CYAN como el despegue de la compañía y origen de lo que es hoy en día. CYAN es más conocida fuera de su ciudad aunque ha trabajado en proyectos cercanos como el Museo del Baile Flamenco o, el más reciente, el mapping proyectado en 2015 en las “Setas” de la Encarnación. Actualmente sus principales clientes proceden de Oriente Medio y les asombra cómo el mundo árabe quiere hacer ver a Occidente su forma de ser, su historia y su cultura a través de los museos. Según Márquez, “es una pena que conozcamos estos países únicamente por lo que la prensa nos cuenta”. De Círez destaca una importante obra en Qatar, donde “montamos una proyección con un tamaño superior a los 14.000 píxeles, algo que nunca antes se había hecho”. Al ser preguntados por sus proyectos más llamativos, ambos coinciden en que los clientes particulares son los que solicitan proyectos más singulares. Nos cuentan cómo un señor quiso recrear en su piscina un espectáculo audiovisual únicamente para su disfrute o cómo otro les encargó que con unas gafas de realidad virtual recrearan una visita a un inmueble para poder venderlo. Han trabajado también para importantes estudios de arquitectura como Cruz y
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Ortiz, con Acciona han creado un parque eólico virtual y han elaborado campañas publicitarias para reconocidos productos españoles. “No todo es museografía”, nos indican. Su trabajo es una herramienta muy útil para vender cualquier proyecto: se recrea al milímetro cómo será la obra en un futuro y se facilita así que muchas operaciones entre cliente y vendedor lleguen a buen puerto. Hace poco se ha estrenado El hombre de las mil caras de Alberto Rodríguez, película en la que CYAN ha participado activamente creando los efectos especiales. Es un campo en el que quiere profundizar y quizás sea esta ocasión el punto de despegue de otra de las ramas de actividad de esta empresa. Cuando hablamos de efectos especiales, pensamos en fuego, pistolas láser o naves espaciales, pero no todo es eso. Concretamente, en este film ha tenido que recrear ciudades de otros tiempos, decorados inexistentes o introducir personajes y objetos en determinadas escenas, todo ello con la ayuda de las herramientas audiovisuales con que cuenta. El resultado, sin duda, es único y espectacular. Para terminar, les preguntamos por su próximo gran proyecto. No quieren desvelarnos nada, pero se les dibuja una sonrisa en la cara. Nos confiesan que están muy ilusionados con este reto que probablemente sea un nuevo éxito. Lo único que logramos sonsacarles es que en la próxima primavera en un edificio emblemático algo grande va a pasar, no sabemos si en Sevilla, Madrid u Oriente Medio… Lo que está claro es que estaremos pendientes del trabajo de estos profesionales que no deja a nadie indiferente. Never end up like this - Fresh Body Shop
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01. Jewish Museum & Tolerance Center. Moscú, Rusia. 02. Centro Presidencial de Boris Yeltsin. Ekaterimburgo, Rusia.
MODA
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¿Qué nos espera en la moda de 2017? L
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os límites entre creatividad e innovación tecnológica continúan diluyéndose como si fueran una pared de Blandi Blub, por eso estamos siendo testigos de interesantes novedades textiles tanto a nivel estético como funcional. Gracias a ello, hasta el más reticente a los cambios en su armario comprenderá que no es una tendencia de la que hablan las revistas, es una solución a sus problemas que nos dice que la moda del futuro is coming, y no consiste en vestir de terciopelo o llevar faldas plisadas. -
Materiales hidrófobos
Wearables
La búsqueda de soluciones para evitar manchas o simplemente que una lluvia repentina no te fastidie el día ha encontrado su salvación. El desarrollo de esta tecnología llegó hace tres años gracias al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), sin embargo es ahora cuando se está comercializando para las masas a nivel mundial de mano de Ably Apparel, entre otros. Esto se ha conseguido gracias al Filium, un tejido que hace que el fluido se deslice y no impregne la superficie basándose en lo que ocurre con las flores de loto cuando llueve. Esa particularidad, unidad a la resistencía a los cortes, es lo que ofrece el tejido de LocTote Industrial Bags, las mochilas que prometen desgaste cero y máxima durabilidad. -
Si no habéis escuchado aún esta palabra, lo haréis a partir de ahora. Los wearables o vestibles hacen referencia al conjunto de aparatos y dispositivos electrónicos que se incorporan a alguna parte del cuerpo para interactuar con el usuario y otros dispositivos con el fin de realizar alguna función específica. Imaginad entonces que vuestra sudadera os avisa del nivel de polución y otros elementos nocivos en el aire. Esto es posible con Aerochromics, el proyecto de Nikolas Bentel, con el que gracias a un tejido compuesto por algodón y sensores de aire con colorantes que cambian de color desde negro a blanco, reaccionan cuando hay presencia de radioactividad, monóxido de carbono o polución.
Como accesorio está Ringly, un anillo realizado con piedras semipreciosas como el zafiro o la esmeralda que puedes sincronizar con tu teléfono móvil.
June por Netatmo, es una pulsera que indica los niveles de radiación en el ambiente y que además, te recuerda cuándo tienes que echarte crema para proteger tu piel tanto en verano como en invierno si estás en cotas muy altas en exteriores.
Texto: MARÍA JOSÉ EGEA
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Nuevas materias primas Como último ejemplo de wearable de diseño tenemos a Leaf Urban, un wearable multiposición que sirve como broche, colgante o pulsera y permite detectar cuándo el usuario atraviesa un periodo de estrés y sugiere qué hacer para solucionarlo. -
Hay quien busca la calidad sin tener que ser responsable de la producción de más plásticos o el sacrificio de un animal, por lo que ya han salido al mercado productos sostenibles como la colección de Zara llamada Join Life, hecha con algodón o poliéster reciclado odal y tencel o la de Sann Visser, hecha completamente con cabello humano llamada The New Age of Trichology.
Otro ejemplo de que las nuevas materias primas pueden ayudar a proteger el medio ambiente es la colaboración que Adidas y Parley for the Oceans, una organización dedicada a la reducción de los residuos plásticos en el mar, realizaron hace casi un año para crear una zapatilla impresa en 3D hecha de plástico reciclado del océano.
El abanico que ofrece el binomio moda y tecnología ha ampliado su rango ofreciendo desde los materiales más respetuosos con el medio ambiente y el ser humano, pasando por la lucha por la reducción de residuos contaminantes. El día que llegó un inocente apple watch, que solo unos pocos podían permitirse, nadie se imaginaba el punto en el que nos encontramos actualmente, donde vamos camino de tener inteligente hasta el bolso sin necesidad de realizar una inversión elevada. @mariajose_egea
DISEÑO
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Philippe Starck
L A L I B E R TA D EXPRIMIDOR
Y UN
DE LIMONES
Texto: PEter ABBAD
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l denominado Picasso del Diseño Contemporáneo nació hace sesenta y siete años en París. Denostado por muchos debido a su hiperproductividad, su excentricidad y su ego radiactivo, Philippe Starck lleva cuarenta años instalado en la élite del diseño. La razón es que se trata de una persona que nunca deja indiferente. Una persona que mueve las emociones del público a su favor y en su contra. Una persona que, a pesar de su supuesta frivolidad, se ha desmarcado siempre del establishment del diseño gracias a una obra revolucionaria, democrática y funcional. Hablamos del hijo de un ingeniero constructor de aviones, aquel crío que jugaba bajo la mesa de diseño de su padre, y que terminaría por convertirse en un dreams maker, un provocador de altos vuelos que proclama a los cuatro vientos que es un político, y no un diseñador. Desde muy joven, Starck quiso diferenciarse respecto a los demás. Estudió en la escuela de Artes Decorativas de Camondo, donde se graduó sin asistir apenas a clase. A los dieciocho años fundó una compañía de hinchables, mientras sus colegas levantaban adoquines en las manifestaciones del Mayo del 68. Con veinte años fue director artístico de Cardin y a los veinticinco se marchó a dar la vuelta al mundo, se casó en Las Vegas y, a la vuelta de su estancia en Estados Unidos, llegó su bautismo de fuego como diseñador: en 1978, con apenas treinta años, le encargaron la tarea de decorar la mítica discoteca parisina Les Bains Douches. Este decadente club, dotado de piscinas y duchas, no tardó en convertirse en las “termas romanas” de la movida parisina, un lugar en el que personajes como David Bowie, Mick Jagger, Prince o Andy Warhol aclaraban sus pecados noctámbulos entre champagne y ríos de lujuria. Esta tarjeta de presentación, a la que hay que añadir proyectos tempranos de tanta calidad como el Hotel Costés, sirvió para que pocos años más tarde el presidente François Mitterrand, aconsejado por su ministro de Cultura, le encomendara la decoración de sus aposentos privados en el palacio presidencial del Elíseo. Un proyecto que lo elevó hasta el Olimpo del diseño, el lugar en el que permanece hoy en día. Cuatro décadas después de su debut, sigue recibiendo más de 250 ofertas
de trabajo al año, de las cuales apenas acepta una docena: hoteles, restaurantes, yates, residencias privadas, todo un catálogo de productos de lujo que suspiran por recibir la gracia de este Rey Midas del diseño. A pesar de este éxito, Starck es un hombre sencillo. Cuando baja del avión, extenuado después de sus múltiples viajes, le gusta recluirse con su mujer en lugares inhóspitos y salvajes. Uno de sus lugares favoritos, de hecho, es un pantano, donde vive en un barco rodeado por una vieja explotación de ostras, “un ambiente de tranquilidad, con ciento noventa y nueve millones de supervivientes prehistóricos”. A pesar de su imagen de superficialidad es una persona con los pies en el suelo, al que los proyectos más pequeños le parecen los más dignos y complicados, porque exigen una perfección absoluta. A Starck le fascina la ciencia ficción de Philippe K. Dick, odia a Tintín y Astérix, vota al partido socialista y cada año tira al contenedor todos los objetos que no le resultan útiles. Se autodefine como un antidiseñador, un sacacorchos que, a través de sus trabajos, ayuda a liberar la mente de las personas. Irreverente a todos los niveles, es capaz de reconocer en público que puede diseñar una silla en menos de diez minutos y que existen dos tipos de diseñadores: los que buscan y los que encuentran. Odia trabajar y se considera un “profesional de soñar”. Sus ideas nacen en la bañera, durante la siesta, en cualquier lugar excepto en una mesa de trabajo. “Del arte no me interesa
sólo la creatividad”, explica. “Creo que la civilización no necesita más artistas, de lo que tiene necesidad urgente es de creadores. He conocido fontaneros más creativos que muchos artistas”. Se considera un agitador que busca “ejercer una acción política para mejorar la calidad de vida de los demás”. En una de sus múltiples entrevistas declaró que, para su desgracia, recibió una educación religiosa larga y pesada, lo que hizo que, para él, la idea de servir al otro fuera algo trascendental. Desde ese prisma no se puede imaginar creando algo para él solo, porque eso sería “una masturbación estéril”. Siempre trabaja esperando que su obra aporte una utilidad práctica a alguien. De ahí deriva su visión de un “diseño democrático” encaminado a mejorar la vida del máximo número posible de personas a fuerza de implementar la calidad del producto, disminuir su precio y conseguir que sus productos sean fáciles de encontrar y de utilizar. Considera, en fin, que su éxito se debe a que él trata de comunicar, mientras que los demás diseñadores se dedican a crear productos. Como diseñador de objetos huye de lo vulgar, pero no de lo cotidiano, porque gran parte de su producción gira alrededor de objetos que se utilizan constantemente: sillas, un exprimidor, bicicletas, cepillos de dientes o una escobilla para el baño. Starck se enfrenta a estos trabajos buscando la sorpresa pero sin llegar a lo descabellado, propone
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01. Retrato Philippe Starck. 02. Scooter Lama para Aprilia. 03. Campaña para Ipanema Starck collection. 04. Night club Le Bains Douches, París,1978. 05. Exprimidor Juicy de Alessi, 1991. la funcionalidad pero sin enlatarla y, sobre todo, demuestra una irreverencia casi pornográfica al saltarse todas las normas, tanto las sociales como las profesionales, a la hora de diseñar cualquier objeto. Será recordado como uno de los precursores del diseño emocional, gracias a su diseño de formas escultóricas que aluden a los sentimientos humanos, que buscan crear un profundo vínculo con el usuario. Como si fuera un poeta moderno, considera que en la base de todo producto hay un sueño profundo, una pequeña intuición y que, “cuando algo se explica demasiado, se mata el sueño que tiene dentro”. Una filosofía que le ha permitido dar forma a una larga lista de objetos, entre los que destacan la luminaria Ara de Flos, el colador de pasta Max le Chinois para Alessi, la sillas Costés y Von Vogelsang, el televisor Jim Nature de Saba o el scooter Lama para Aprilia. En cuanto al diseño de interiores, sus trabajos para el mecenas y empresario
Ian Schrager, cofundador de la famosa discoteca Studio 54 de New York y propietario de la cadena de hoteles boutique Morgans Hotel Group, se convirtieron en su mejor carta de presentación. El hotel Delano en Miami, el Paramount, Royalton y Hudson de Nueva York; los hoteles St. Martin´s Lane y Sanderson en Londres; el hotel Clift de San Francisco o el hotel Mondrian de Los Ángeles demuestran su enorme capacidad creativa. Precisamente, junto a Schrager definió, en los años noventa, el concepto de lobby socializing, una asombrosa e innovadora forma de plantear el diseño de un vestíbulo de hotel como si se tratara de una escenografía para las relaciones sociales. Otros proyectos que se consideran “clásicos” dentro de su producción son la librería de Taschen en París, la reforma de La Alhóndiga de Bilbao o varios restaurantes, como el Teatriz de Madrid, el Asia de Cuba en New York o Le Kong en París.
Starck es, en definitiva, un personaje poético y político, transgresor y clásico, pragmático y revolucionario. Su mayor signo de identidad es el gusto por el juego y el divertimento; disfruta dejándose sorprender y sorprendiendo a los demás. Es un minimalista bizarro, una bestia escénica que, a la vez que diseña yates de superlujo predica causas controvertidas como la necesidad de un auténtico diseño sostenible o la injusticia del sistema capitalista. Como ejemplo de quién es y cómo funciona su mente, se puede recordar la famosa anécdota del encargo por parte de Alberto Alessi de una mantequera. A Starck, que proclamaba que su único estilo era la libertad, le pareció una gran tontería porque la mantequilla aumentaba el nivel de colesterol. Así que en su lugar le diseñó, sin darle más explicaciones, un objeto que terminaría por convertirse en el icono de la empresa italiana: el famoso Juicy, un simple exprimidor de limones. La hierba de las noches - Patrick Modiano
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Piel de elefante o cómo vivir en un mundo con tanto eco Texto:
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LUIS RULL
n joven guionista obtiene su primera nominación para los Goya. Alquila un esmoquin y, antes de salir de casa, publica una foto en su cuenta de Twitter: “Dress for success. Así ya me siento ganador #Goya2016”. Pero no se da cuenta de que tiene la cremallera del pantalón abierta y que le asoma parte de la camisa. Diez minutos después #DressForSuccess es tendencia nacional y origen de un meme memorable.
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¿Qué diferencia nuestro mundo del de hace veinte años en este aspecto? En realidad, no tanto. La gente sigue hablando mal de los políticos en las cafeterías o en la reuniones familiares. Se sigue juzgando la calvicie incipiente de los maduritos o los kilos de más del verano. Se sigue haciendo escarnio del petulante que cita a Tocqueville, Tarkovski o Benedetti para apuntalar a un argumento. haters gonna hate. Los hablantes… hablarán. Delante tuya y a tus espaldas. Ahora y siempre. Pero ahora nos enteramos. Podemos saber qué se dice de nosotros. Cualquier político recibe, de manera instantánea, sus críticas y alabanzas en las redes sociales. Actores y directores leen, en tiempo real, lo que algunos televidentes piensan de la serie que acaban de estrenar. No hay filtro, no hay espera ante el deseo de aprobación
o reconocimiento. Como no podría ser de otro modo, no solo llegan las alabanzas, también llegan ultrajes (con su indignación correspondiente). Cualquier idea estúpida que emerge en tu cabeza mientras esperas a que llegue el autobús y que publicas en alguna red social o blog puede, virtualmente, llegar a miles de personas a las pocas horas. ¿Qué o quién decide qué es digno de ser distribuido? Al comienzo de la moda de los blogs, en 2006, un sabio amigo me preguntó por el tema: - ¿Cualquiera puede tener un blog, publicar lo que quiera y ser leído en todo el mundo? - Sí. - ¿Cualquiera? ¿Nadie decide si es una basura y no debe ser publicado? - No. - Entonces, ¿tendré que leer mil tonterías para encontrar alguna perla? Al igual que hemos aprendido a filtrar información relevante de entre la avalancha que cada día nos llega, se puede aprender a ignorar lo tóxico y asimilar las críticas que sí nos sirven. La piel de elefante, la capacidad de obviar los insultos o las críticas vacuas es una cualidad más que debemos cultivar para sobrevivir en nuestro nuevo mundo digital. Al margen de casos puntuales donde las
leyes respecto a la difamación y el derecho al honor se aplicarán como se ha estado haciendo hasta ahora, habrá que aprender a vivir en un mundo en el que escucharemos lo que antes ignorábamos. No hay juzgados suficientes en el mundo para atender las demandas por las cosas que alguien dirá de nosotros. Ni dinero para pagar a tantos abogados como serían necesarios. Y no podemos ir contra @fulanitoenpijama73 porque, en términos prácticos, es sólo un registro en un ordenador de Twitter. Enseñamos a nuestros hijos a no dejarse influenciar demasiado por lo que dicen los demás, a pensar por sí mismos. Nosotros tendremos que aprender que siempre alguien hablará de nosotros, pero que hay cosas que mejor que entren por un oído y salgan por otro. Facilidad de acceso, inmediatez y amplificación. Con estos tres elementos no es que sea complicado “controlar” la opinión pública y publicada. Para la mayoría de los casos, será imposible pararlo: desarrolla piel de elefante, ignora y sigue a lo tuyo. Hay muchas cosas que aprender como para perder el tiempo con los insultos. -
@luisrull Digan lo que digan - Raphael
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www.zesarbahamonte.com @zesarbahamonte
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David Bermúdez “Chan” -
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@davidchantatuador
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Demócratas y colonizadoras FOTOGRAFÍAS: LA MUY
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ertenecen a etnias de materiales y formas diferentes, pero todas defienden el principio democrático de la igualdad. Utilizan una legislación común a toda la humanidad, el culo, y en eso saben que no hay diferencias. Se erigen en sitiales transitorios para la ceremonia cotidiana del diálogo o del monólogo al calor de bebidas y comidas. Ágoras movibles, tronos cubiertos de lamparones y migajas. Clones que conquistan plazas, guerreros de Xian que ganan aceras a los viandantes. Gemelos de las mesas y síntoma de la estandarización franquiciada, aunque aún existe un grupo de resistencia que rechaza ser herrado con el logotipo de tal o cual marca patrocinadora. Embajadas de las tabernas en la calle, archipiélagos para el crucero de los camareros, satélites que orbitan alrededor del velador. Las sillas de los bares son el botón de pause en este trozo del Sur. Sin ellas, la vida merece menos la pena. -
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Cristina Hoyos Texto: AL E JAN D RO LÓ PE Z FOTOGRAFÍAS: N I C C O LÒ GUAS T I
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as suelas de sus zapatos han acariciado los mejores escenarios del mundo, las yemas de sus dedos han tallado el aire de los más exigentes teatros. Esta geisha jonda mira desde las tripas, el lugar donde siempre buscó el manantial de su baile. Arco tensado entre la pasión y la técnica, barroco tamizado por la esbeltez de lo contemporáneo. Genialidad que enseñó los dientes a sus complejos e inseguridades, pionera que desbrozó caminos por los que hoy avanza el baile flamenco sin dejarse enganchados jirones de pureza. Agradecida con sus maestros, justa al reconocer el trampolín que lanzó su carrera, Antonio Gades; comprometida con sus principios, jamás temió mostrar su ideología. Humilde a pesar de sus más de cuarenta galardones nacionales e internacionales, algo reservada hasta que su sonrisa nos franquea el paso a las entretelas de su alma. Es Cristina Hoyos, la bailaora de porcelana y sangre. -
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¿Qué queda de aquella niña de la calle Vírgenes? Mucho, porque no me olvido de mis raíces ni de dónde vengo. Nací en una casa de vecinos en el centro de Sevilla, el corral Trompero, en una familia muy humilde. Me acuerdo de haber pasado mucha necesidad, pero tuve una infancia muy feliz. Mi padre compró una radio a dita y, cuando llegaba del colegio, la encendía y me ponía a bailar. Tenía como la necesidad de bailar; en vez de jugar, bailaba. En aquella época ni en Sevilla ni en España había muchas manifestaciones de algarabía, y yo no sabía esa necesidad mía de bailar de dónde nacía. ¿Cómo canalizó esa necesidad? Afortunadamente mis padres se dieron cuenta. Me ponía a bailar y cantar sola. Había que ir a la radio para darse a conocer, pero yo le decía a mi madre que no. Un día me apuntó, pero yo estaba sin muchas ganas. Con mi timidez fui al programa de radio, canté y bailé, y cuando llegué a la casa los vecinos me hicieron fiesta. Había un guitarrista que le dijo a mi madre “Si fuera mi hija, la llevaría a una academia porque se nota que tiene buen oído, ritmo y compás”. Mis padres, con muchas fatigas porque no teníamos dinero, me llevaron a la academia de Adelita Domingo. Ahí empecé a cantar, pero después me fui inclinando hacia el baile. Al poco tiempo Adelita me metió en el grupo para las Galas Juveniles en el Teatro San Fernando. En el programa había una parte de obras de teatro musical y otra de variedades, donde yo bailaba, con pasodobles, zarzuela, canción lírica, baile español y, lo que menos, flamenco. Para mí, fue una escuela maravillosa: empecé a amar el teatro y me permitió conocer la zarzuela, la lírica, la música de Falla y Albéniz, los bailes regionales… ¿Qué valores aprendió en su casa? Mi padre era un hombre muy amable, que no estaba conforme con el régimen que había. Los valores eran ser buena persona, trabajadora y honesta. Y así he tratado de seguir. ¿Por qué se decidió por el baile flamenco? Empecé a bailar con Adelita Domingo y ella me tocaba algunas cosas flamencas. Falla es muy flamenco, Albéniz también. Cuando empecé con menos de dieciséis años como profesional en El Patio
Andaluz había que bailar español y flamenco. Como sabía algunas cosillas por Adelita, ya tenía una noción para hacerlo con la guitarra. Ahí empecé a guitarra y ya me dediqué a partir de entonces más al flamenco. ¿Qué aprendió de sus maestros, Adelita Domingo y Enrique el Cojo? Ella me enseñó a no tener miedo a salir al escenario, a creer que eres la mejor y la más grande. También me enseñó que había que tener disciplina teatral, salir con ganas y fuerza creyéndome que era estupenda porque veía los complejos que tenía de flacucha, de delgaducha y pecosa. Amaba mucho el teatro. De Enrique, su amor al baile: ver a una persona coja, gorda, calva y sorda, que cuando bailaba se transformaba… Ese amor lo transmitía y me enseñaba cosas muy flamencas, de la Macarrona y de la Malena. Él era muy flamenco y, a pesar de sus dificultades, se transformaba con el baile. “ E S T O Y D E S E N C A N TA D A DE L A CL AS E P OL Í T ICA Y AV E R G O N Z A D A D E M I PA Í S ” ¿Cómo conoció a Antonio Gades? Lo conocí cuando llegué a Madrid con veinte años. Yo ya había estado en Estados Unidos con Manuela Vargas y Sevilla se me hacía pequeña. Escuchaba hablar a otros bailaores del ballet de Pilar López, de Rosario, y de los grandes maestros. Mi padre murió y cogí la maleta. Yo me decía “No tengo más remedio que irme a Madrid, tengo que aprender más, conocer a los maestros”. Estuve bailando en un par de tablaos madrileños y un día un bailaor que había bailado con Antonio Gades me lo presentó. Me dijo: “Voy a formar compañía, me gusta mucho tu baile, aunque creo que necesitas un poco de técnica y prepararte un poco más. Estoy haciendo cine y más adelante montaré la compañía. Acércate, ensayamos un poco y vemos”. Al cabo del año, montó compañía. ¿Qué supuso para usted conocerlo? Para mí fue importantísimo y maravilloso, como si me tocara la lotería.
Después de un mes ensayando, me dijo “Ensaya conmigo porque tienes que bailar conmigo”. Le dije que era un gran honor bailar con él, pero pensaba “Qué bien que me haya elegido a mí como pareja, con las bailaoras tan buenas que hay en Madrid”. Me ponía muy nerviosa cuando iba a bailar con él. Yo era más barroca, él más estilizado, entonces pensé “Tengo que estilizarme, saber dar bien las vueltas”, y el poco dinero que ganaba en los tablaos me lo gastaba en maestros que me enseñaran técnica. Yo no quería fallar, y afortunadamente estuve más de veinte años con él y creo que no le he fallado nunca. Todo el mundo le decía que había encontrado a su pareja de baile. Y de su mano al cine. Estábamos en el Ballet Nacional y montó Bodas de sangre. Él fue quien inauguró el Ballet Nacional por encargo del Ministerio, pero estuvo poco tiempo. Entró un ministro al que parece ser que no le gustaba Gades y lo echó. Ese mismo año bailamos en La Zarzuela y Emma Penella le dijo a su marido Emiliano Piedra, productor de cine, que tenía que llevar ese ballet al cine. Cuando hablaron con Saura ya habían echado a Antonio, pero le hicimos el ensayo. Saura quedó fascinado y dijo “No voy a cambiar nada”. Le añadió algunas cosas para alargarlo en la película hasta cerca de una hora. Nos salimos del Ballet Nacional y nos fuimos con Gades, creamos una cooperativa y ahí se hizo la película. Tuvo tanto éxito que luego vino Carmen y El amor brujo. Tuve la suerte de estar en ese momento con Gades. ¿El artista debe mostrar su ideología? Creo que sí. Todo el mundo sabía la manera de pensar de Gades y la mayoría de los que estábamos con él pensábamos igual. Los artistas tienen derecho a manifestar su ideología; habrá algunos que no quieran que se sepa, pero otros sí. Usted siempre se ha declarado socialista, ¿le ha perjudicado? Bueno, me ha perjudicado porque la derecha, o el PP, ponlo como quieras, se ha metido mucho conmigo. Soy independiente, nunca he tenido el carné del PSOE, pero he estado siempre ahí, contenta de ser una persona de izquierdas. En muchos teatros de España, donde los directores eran del PP, no me
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han contratado; pero vamos, he tenido trabajo por otro lado, he recorrido el mundo entero muchísimos años y, si en algunos teatros de España no han querido contratarme, peor para ellos porque se han perdido un bonito ballet (risas).
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De la situación actual, ¿qué le revuelve las tripas? La corrupción. Ese dinero podría haber ido para otras cosas. Hay que luchar por hacer más cosas ante la escasez que hay de todo lo que hace falta en un país para que la gente pobre viva y la clase media, que es la que consume y mueve el dinero, pueda reflotar. Y en Andalucía hay que apoyar muchas cosas, al baile por ejemplo, para ayudar a toda esa gente que tiene tanto talento. En una situación socioeconómica favorable a priori para la izquierda, ¿cómo se explica que no gobierne en España? No me lo explico. En estos momentos, como muchísima gente, estoy desencantada de la clase política y avergonzada de mi país, de la corrupción… Hay que ser de otra manera. ¿Puede progresar un país que desprecia la cultura? Un país cultural es un país mucho más libre, más rico; se piensa menos en las guerras. Cuando se tiene cultura, se es más pensador y se pueden crear otros valores.
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Si fuera ministra de Cultura, ¿cuál sería su primera medida? ¿La ministra de Cultura no es la de Educación, no? (Ríe). Mi primera medida sería mejorar la educación. Le propongo un juego: le daré varios nombres y usted me dice por qué palo flamenco les bailaría. Mariano Rajoy, Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pedro Sánchez y Susana Díaz. A Rajoy (silencio largo)… no sé si le bailaría, la verdad. Porque te tienen que entrar ganas de bailar para bailar… A Iglesias, a lo mejor unos tangos flamencos. A Rivera tendría que ser un baile donde se viera en mí una actitud seria, de no estar contenta. A Sánchez por soleá. Y a Susana Díaz por tangos de Triana.
¿A qué tiene que renunciar una mujer para desarrollarse profesionalmente? A nada. Yo no lo he hecho. Hay mucho sacrificio, indiscutiblemente, porque viajas por el mundo entero, Navidades que te pillan fuera, el bautizo de un sobrino, un casamiento… Sabes que operan a tu madre y no estás en Sevilla. Hay muchos sacrificios por medio. Pero si te gusta lo que haces, entonces se lleva bien. ¿Ha renunciado a la maternidad por el baile? No he tenido una obsesión por tener hijos porque estaba nueve meses de viaje al año y me apetecía lo que estaba viviendo. Estaba muy llena de todo, porque estaba haciendo lo que me gustaba. Y cuando he querido tenerlos, no han venido… Así de normal ha pasado.
“NO EN LAS COSAS GRANDIOSAS, SINO EN LAS SENCILLAS E S D O N D E E S TÁ L A F E L ICI DAD ” ¿Es importante tener un compañero que entienda ese modo de vida? Sí, afortunadamente mi primera pareja era bailaor. Al poco de separarme, murió en un accidente. Y mi segunda pareja, Juan Antonio Jiménez, con quien llevo treinta y muchos años, es también bailaor. Hemos estado siempre juntos y compartido muchos sueños y cosas hermosas, conocer países, culturas, gentes… Al empezar, luchamos mucho, hemos recorrido Europa en autobús, los países del Este, y era muy duro. Íbamos a pensiones, dormíamos poco siempre viajando… Éramos tan felices en esos viajes, en esos teatros, comiéndonos un bocadillo en el bus. No en las cosas grandiosas, sino en las sencillas es donde está la felicidad. Y después han venido años maravillosos, contratos estupendos, hoteles maravillosos… Una vida maravillosa, sin olvidar mis raíces. Lo mismo que he estado en grandes hoteles, recepciones, embajadas, también me gusta irme a una tabernita cerca de mi casa en Tomares y tomarme una cervecita con los amigos.
¿Se aprende algo de la enfermedad? Sí, y te reafirmas en tus valores. Soy una mujer normal, sé de dónde vengo y dónde estoy. Y de tus enemigos, que los tengo, piensas “Bueno, que pierdan el tiempo ellos, que ya me da lo mismo lo que me digan”. ¿Qué se puede decir con el baile que no se pueda con palabras? Con el baile hay que transmitir emociones. Ese amor que tú le tienes al baile debes transmitirlo, bailar con las tripas y el corazón, y saber que en las butacas va a vibrar la gente. Tienes que transmitir lo máximo para que la gente se emocione. ¿Bailarina o bailaora? La palabra bailarina define que bailas. Luego, eres de contemporáneo, clásico o flamenco. Afortunadamente tenemos la palabra bailaora, que define exactamente que bailas flamenco. Yo he intentado bailar de todo y coger técnica del clásico español, pero sin olvidar los movimientos flamencos. ¿Qué es lo flamenco? El flamenco es muy abstracto, es descomponerse, pero a la vez componer el cuerpo. Por eso, cuando me descompongo, me encanta, y cuando me compongo también. ¿El duende existe o es una excusa para las malas actuaciones? Existe. Una persona sale a bailar y solo caminando está la gente embrujada, no tiene que hacer mucho más; o levantar un poco los brazos y mirar al público. Pero hay gente que hace un montón de movimientos y vueltas, y la gente dice “Sí, me ha gustado, pero…”. Yo creo que el “pero” es el duende. A lo mejor ha bailado de escándalo, pero… ese “pero” es importante. ¿Qué distingue a un bailaor bueno de uno genial? Gades era genial, y con esa forma de bailar, con ese conocimiento del teatro, del arte, de la estética, de la coreografía, no he visto todavía a ninguno igual. El genio abre puertas y caminos. ¿El baile flamenco ha ido a mejor? A peor no ha ido, lo que pasa es que
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hoy se hace de todo. Ha mejorado técnicamente, y eso lo ha enriquecido. La técnica hay que ponerla a disposición de tus sentimientos, de tu arte; la técnica te da libertad, seguridad y, si tienes mucho arte, pues todo es mucho mejor.
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¿Se hacen aberraciones en nombre de la fusión? Cuando pones la palabra flamenco, creo que tienes que bailar flamenco, aunque hagas cosas nuevas. Que no venga un extranjero y haga lo mismo que tú; esas pinceladas y matices del flamenco, que los extranjeros no pueden coger, deben estar ahí. Hay muchas fusiones que no están bien hechas: lo que está bien hecho quedará en la historia y lo que no, pasará de moda. ¿Le hace daño el turismo al flamenco? En los tablaos hay gente muy buena bailando porque ahora, con la crisis, no hay grandes ballets ni compañías. Tienen que echar mano del tablao y de los cursillos, y los turistas se van encantados porque ven buen baile y a buenos artistas. El turismo es el que se está dejando el dinero para que la gente pueda vivir.
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¿Por qué dejaría de bailar? En mi cáncer, dije “Esto no me va a quitar de bailar”. Le preguntaba a los médicos cuándo podría bailar. Y dándome la quimioterapia, que me dejaba echa polvo, a los tres meses estaba en un escenario en Barcelona con un grandísimo esfuerzo. Por la edad, por un problema familiar o que me necesitara alguien, pero no veo otros motivos para dejar el bailar. En Francia es profundamente admirada. Desde que fui la primera vez con Gades en 1969 ya me destacaban muchísimo. Cada vez que he ido a bailar he tenido críticas maravillosas, llenos… será por mi forma de bailar y expresarme, los espectáculos muy cuidados… Francia es un país muy cultural. El apoyo a la cultura, de ahí tenemos que aprender mucho. A la gente que tiene talento, la apoyan. ¿Y esa fascinación de Japón por el flamenco? Eso es como el propio flamenco, un enigma. Quizá porque la japonesa siente
esa manera de expresarse hacia afuera, porque ellos son muy de dentro, y el flamenco es una expresión que la sientes y luego la tienes que transmitir. Esa fascinación es porque transmiten algo a través del flamenco. ¿Se siente suficientemente reconocida en su tierra? Sí, porque cuando voy por la calle, se acerca una señora y me dice “Dame un abrazo, miarma, que eres un orgullo para Sevilla”, con eso me basta. Tengo muchas gratificaciones, medallas, premios de baile, cultura, en España, Francia y Japón. Sí, estoy bastante reconocida. ¿Cualquier música es bailable? Toda la música es bailable. Cuando escucho cualquier música enseguida me vienen las ganas de mover el cuerpo y los brazos. He bailado una canción de Lluis Llach en Barcelona. Me queda bailar con un cantante de ópera, por qué no. ¿Qué más le queda por hacer? Muchas cosas. No sé si las lograré, creo que no por mi edad. Una se levanta siempre soñando. Creo que el musical flamenco está por hacer; no quiero decir que yo fuera la protagonista, pero sí intervenir en la coreografía o un papel de acuerdo con mis canas. Y hay mucho por hacer en el cine, porque los productores saben que una película de flamenco no es productiva, tiene que venir alguien como Emiliano Piedra que se arriesgue. ¿Se imagina haciendo otra cosa que no fuera bailar? He tenido la suerte de nacer en Sevilla, que es un manantial de arte flamenco, pero si llego a nacer en otro país, seguro que bailo. En Rusia, hubiera bailado clásico o folclore ruso. El baile ha sido el motor de mi vida. He sido tan feliz en tantos momentos, he podido mejorar mi calidad de vida. Mis hermanas eran bordadoras, trabajaban desde que había luz por la mañana hasta que se iba por la tarde y ganaban unas cuantas pesetas. Yo pensaba “Si bailo cada vez mejor, voy a ganar dinero para mi familia”, y eso me daba mucha fuerza. ¿En qué cree a estas alturas? En la gente buena, que la hay, también la hay mala. La esperanza es creer que todo va a ir mejor. Hay que luchar, trabajar y tener ganas de hacer cosas. Levantarte con una ilusión, que hay mucha gente que la tiene perdida.
¿Cree en dios? No soy muy creyente. Creo en la gente buena, la que lucha, trabaja por los demás, que se va a los países a ayudar a los pobres, en esas cosas sí creo. ¿Y a qué le tiene miedo? A la mala gente (risas). Miedo ya… he pasado una enfermedad grande, mi marido un achuchón grave; miedo a la muerte no tengo, al deterioro físico sí. Mi padre murió con cincuenta y dos y una hermana con cincuenta y cuatro, así que digo “Ea, ya he llegado a los setenta”. Cada día me levanto y digo “Un día más”. ¿Por qué cambiaría todos sus premios? Si pudiera hacer algo con todos mis premios para mejorar la humanidad, los entregaría, eso y mucho más. ¿El Museo del Baile Flamenco es su legado? Pensaba que tenía que estar vinculada al baile hasta que me muriera. En los escenarios no podía, una escuela no. Y dije: el museo del baile flamenco, que es elevar el baile flamenco a la categoría de museo, que nunca se había hecho. Y es una manera de estar vinculada al baile y devolver al baile todo lo que me ha dado. He puesto todo mi patrimonio, he vendido algunas casas y otra hipotecada para hacer el museo. ¿La ciudad lo conoce? Mucha gente de aquí no lo ha visto. Afortunadamente viene el turismo, te lo digo para pagar las letras (risas). ¿Cómo es el baile flamenco tras Cristina Hoyos? Fui una de las primeras bailaoras que empezó a hacer movimientos por los que me preguntaban si había dado clases de contemporáneo con Martha Graham; no eran normales en una bailaora. Caballero Bonald dijo que era el puente entre lo anterior y los tiempos que venían. No sé si lo he sido. Pero algunos decían que había dejado de ser flamenca, pero hacía lo mismo de otra manera. Creo que esa línea algunos la van a seguir. Remate usted esta entrevista. Que me quiten lo bailao (risas).
Près des remparts de Séville (Carmen) G. Bizet
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No se lo digas a nadie Texto: A M A R O S Á N C H E Z D E M O YA
engo una imagen grabada en mi memoria. Proviene de un instante que viví con una enorme fascinación. Se remonta a hace casi veinte años, yo era estudiante de arquitectura en la Universidad de Venecia y tuve la suerte de vivir en un coqueto apartamento bajo los tejados de un típico edificio veneciano, por lo que disfrutaba de la bohemia alegría de disponer de una terraza y unas bellísimas vistas de la que es una de las ciudades más sorprendentes, enigmáticas y bellas del mundo. Desde mi madriguera, la imagen que se podía tener de La Serenísima era increíble pues la altura del edificio y la estrechez de las calles y canales no me permitía tener perspectiva alguna del agua, de modo que la famosa ciudad de los canales aparecía ante mis ojos como un gran paisaje de tejados, cúpulas y campanarios de gran belleza, pero de aspecto muy mineral, hasta el punto en que uno podía olvidar por momentos encontrarse en medio de la gran laguna.
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Una tarde, ganduleando en mi terraza y disfrutando del dolce fare niente que los estudiantes se pueden permitir en algunas ocasiones, observaba ensimismado la vista de poniente en la que se intuían las famosas cúpulas de Il Redentore y de San Giorgio Maggiore, y en silencio daba gracias a la vida por poder estar allí, en medio de tanta belleza. Pero de repente, de entre
ese confuso mar de tejados y frágiles torres de piedra blanca de Ischia, se comenzó a oír un estruendo de sirena, que recordaba el silbato de un viejo tren de vapor y, de pronto, precedido por cientos de aves asustadas, un enorme barco de pasajeros parecía atravesar la ciudad como un nuevo y mecánico King Kong, haciendo que cualquier edificio pareciera insignificante y frágil ante ese gran Godzilla.
veinte años la población de la ciudad se ha visto reducida en un tercio, su vida se ha marchitado, sus costumbres estandarizado, sus comercios globalizados, sus artesanos y habitantes han huido. Hoy en día Venecia sigue siendo bella, pero ya no es auténtica, pues se sigue vendiendo como una vieja prostituta sin poder salir de ese círculo vicioso que le da la vida, pero también se la quita.
La sorpresa no me dejó reaccionar de inmediato y a la fascinación inicial, inundada de esa belleza sublime que tienen algunas cosas que dan miedo, siguió un creciente amargor que me invadió al ver cómo todas esas maravillas que me rodeaban y eran mi felicidad en aquel momento se veían empequeñecidas por tal buque, y comprendí vivir uno de esos momentos nostálgicos en los que uno entiende que está ante algo que, por lo mismo que es, ya no es.
Cuando pienso en el turismo, tengo el sentimiento encontrado de aquella persona que es feliz viajando, conociendo nuevos lugares, nuevas culturas, y que comprende sus beneficios inmediatos, pero que también es consciente de la irremediable crisis de identidad que produce en los lugares que sufren su éxito.
Lo cierto es que la continuación de la historia es por todos conocida: lo que hace grande a Venecia es lo que la destruye, y esa fascinación con la que millones de personas van a visitar uno de los lugares más singulares del mundo es, a la vez, su dulce verdugo. Ese lugar maravilloso, del que yo he vivido los débiles ecos de su último canto de cisne, no es tan siquiera hoy la sombra de aquellos ecos. En menos de
No me gusta participar en la destrucción de la identidad de todos esos sitios mágicos y al mismo tiempo, como viajante, no puedo evitarlo. Pero cuando pienso en ese buque que atravesaba sin piedad la ciudad más bella del mundo, sólo me queda aconsejar: si descubres un lugar maravilloso, no se lo digas a nadie… -
@amaroSMR Muerte de Isolda - R. Wagner, versión de Franz Liszt
FUE MUY
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Estrellita Castro
Texto: l a olivet ti mell ada
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a genialidad es hija de la necesidad. De una necesidad bicéfala: personal y colectiva. La personalidad genial, en medio de la carencia que a la mayoría anula, se sirve de lo que tiene a mano, por paupérrimo y vulgar que sea, para sublimarlo y construir una manera nueva de ver la realidad, de la que hace partícipe a esa sociedad. Hay quien lo hace desde la física, las matemáticas o las artes plásticas, algunos desde la danza, la música o la filosofía, otros desde la empresa o la investigación. Osadamente abren caminos ignotos que más tarde otros transitarán. De eso trata la genialidad, de crear modelos. Ella lo hizo con los mimbres humildes de aquella ciudad de comienzos del siglo XX. Creó un género, la canción popular andaluza, y se convirtió en prototipo de su intérprete, tantas veces -y tan injustamente- vilipendiado. Estrella Castro Navarrete nace en 1908 en la calle Mateos Gago de Sevilla, primogénita de doce hermanos. La vida apretaba, así que la pequeña renuncia a su niñez para ayudar en casa; la pescadería del padre, gallego y asmático, no da para sostener a la familia. La niña hace de su desparpajo y gracia la mejor herramienta para el laburo y recorre los pueblos cantando y bailando. Su madre, Sebastiana Navarrete, La Sebastiana, sin saberlo creó otro arquetipo que aún perdura, la madre de la artista, acompañándola siempre -también sus once hermanospara custodiar la integridad de su hija. En aquellas penosas tournées comen poco y duermen donde pueden. Una intuición natural le empuja a querer formarse; lo hace en la academia del maestro Realito en la Alameda de Hércules. Allí el pianista ciego Triano le enseña gratis a cantar. Se presenta en público gracias a la marquesa de Bermejillo y el polifacético Ignacio Sánchez Mejías se fija en ella para actuar en un festival benéfico. Gana el primer premio: una moneda de oro de veinte dólares, una caja de bombones, una muñeca y unos zapatos de charol. El maestro Realito ve el filón y la contrata para cantar en la Feria de Sevilla y en las fiestas de la aristocracia sevillana en Jerez y Sanlúcar de Barrameda.
Comienza a trabajar en el Salón Imperial de Sevilla cobrando un duro diario. Luego, pasa al Novedades por tres duros al día. Ofrece algo distinto al público que abarrota cada noche el local. Cuentan que se gasta en pasteles de La Campana una onza de oro que le regaló Sánchez Mejías. Su fama es tal que la reclaman para actuar ante Alfonso XIII y Victoria Eugenia en una visita oficial a Sevilla. Quedan tan maravillados y la reina pregunta a la pequeña qué le gustaría tener una vez fuera artista: “Una pulsera de brillantes y un mantón de Manila”, le responde. Algunos días después Victoria Eugenia se los regala. Las autoridades le prohíben actuar en público por su minoría de edad, condenando a su familia a pasar nuevas penurias. El hambre aviva el coraje y aquella niña de trece años se planta ante el gobernador civil para pedirle permiso para trabajar. El gerifalte accede a cambio de que Estrellita cante en una fiesta en honor al general Sanjurjo. Vuelve al curro hasta que dos años más tarde conoce a Juan Carcellé, director artístico que la contrata para actuar en el Teatro Romea de Barcelona cobrando noventa pesetas diarias. Sus triunfos elevan su caché hasta las trescientas pesetas diarias. Estrellita estaba abriendo camino, creando -espontánea e intuitivamente- un género y un modelo de intérprete, que otras artistas utilizarán luego como medio de expresión. Por entonces triunfaban Conchita Piquer, Ofelia de Aragón, Pastora Imperio, Amalia Molina, Candelaria Medina o La Cordobesita,
que bordeaban, sin invadirlo, el estilo particular de Estrellita Castro. La sevillana también es pionera en proyectar su carrera fuera de España, sobre todo en Latinoamérica. Se marcha a Argentina, y en Buenos Aires cosecha éxitos que le reportan enormes ganancias. Según ella, allí traba amistad con Carlos Gardel, quien incluso le da consejos para cantar su versión de Milonga sentimental. Recorre Uruguay y Brasil antes de regresar al Teatro Coliseum de Madrid en 1933, donde estrena una canción de Perelló y Mostazo que se convierte en un hit popular de la época: Mi jaca. En este mismo año inicia una carrera cinematográfica -rodará cuarenta y cinco películas- que la da a conocer en Europa y Estados Unidos. Su primer trabajo es el corto Mi patio andaluz (Zeisler y Loesen); luego, forma pareja cinematográfica con el actor cómico Miguel Ligero en Rosario La Cortijera (León Artola), que le reporta dos mil pesetas por su papel protagonista. Estrellita también trabaja en la adaptación cinematográfica de La gitanilla de Cervantes, con diálogos en castellano antiguo. Durante este rodaje es visitada asiduamente por los hermanos Álvarez Quintero y José María Pemán. En Buenos Aires la reclaman para actuar en el Teatro Casino durante año y medio. En Cuba también causa furor, actuando en el Teatro Mayo. Vuelve a España convertida ya en una estrella de la canción española y decidida a tomar
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las riendas de su carrera, para lo cual se convierte en empresaria, productora y directora de sus propios espectáculos. En el cine escala al puesto de primera actriz y participa en numerosos filmes de éxito. Su fama se acrecienta en un país al borde del conflicto. El golpe militar del 36 le coge en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, ciudad en la que permanece quince meses. En este escenario bélico populariza el pasodoble La morena de mi copla, dedicado al pintor Julio Romero de Torres. Después se traslada a Valencia y allí estrena un repertorio de los maestros Perelló y Mostazo que pronto se convertirá en la banda sonora de una España destrozada por la barbarie. La jocosa Échale guindas al pavo y Rocío, de León y Quiroga, recorren el frente en boca de los milicianos republicanos. Estrellita Castro es, junto a Imperio Argentina, la artista más admirada de la época; los mejores compositores escriben para ella. En esta coyuntura coinciden varios artistas, con la sevillana al frente, y compositores de referencia, que crean el corpus de un nuevo género musical español: la copla. A finales de los años 30 pone rumbo a Cuba nuevamente gracias al contrato de quinientos dólares en el Teatro Payret de La Habana. La repercusión de sus éxitos hace que le ofrezcan un papel en El barbero de Sevilla, que se rueda en Berlín durante mes y medio. Este filme extiende su popularidad en la Alemania nazi, donde incluso protagoniza las portadas de algunas revistas de varietés. Hitler pide conocerla y el director español Benito Perojo intermedia para que
Estrellita se entreviste con él en presencia de Göring. Más adelante, el embajador de España en Alemania invita a la cantante a una fiesta en honor de la embajada española, a la que acuden los generales golpistas Mola y Moscardó. Este último le pide una canción… y Estrellita canta una saeta en plena Alemania nazi. También Mussolini, admirador de la sevillana, a quien conoció en un rodaje en Italia, concierta un encuentro por mediación de su sobrino, a la sazón productor del film. Durante la reunión canta y el Duce le regala una sortija con piedras preciosas. En España la guerra civil ha terminado. La artista cancela sus compromisos cinematográficos en el extranjero para volver a Madrid. Se suceden varias películas de éxito arrollador, destacando Suspiros de España, para la que se compone el pasodoble homónimo que llega a convertirse en himno popular de varias generaciones de españoles. A pesar de los años en activo y de la aparición de nuevas artistas que acaparan el favor del público, Estrellita logra elevarse a ese Olimpo intocable de los pioneros convertidos en clásicos. Su estilo inconfundible sobrevive a las modas y a la aparición incluso de nuevos medios de comunicación, siendo el arquetipo de intérprete de la copla. Ya no es solo Estrellita Castro, para el público es María de la O, La Lirio, Rocío o María Magdalena, protagonistas de sus coplas y alter ego de la cantante. Había traspasado ese umbral que la convertía en artista del pueblo sin más hipotecas que su propia personalidad.
En 1962 recibe la Medalla al Mérito del Trabajo y dieciséis años más tarde el Ayuntamiento de Sevilla rotula una calle con su nombre. Es 1978, comienza la andadura democrática en España y los homenajes se suceden como prueba de que su trabajo no pertenece a ningún régimen ni ideología; simplemente lo desarrolló con genialidad en el tiempo que le tocó vivir. Son sus últimos años de vida y Estrellita se resiste a abandonar los escenarios a pesar de su deterioro físico: apenas ve, pero lo disimula en cada una de sus apariciones, incluso en televisión. El mito de la canción española acude a teatros y actos con su cuerpo menudo y seco, pero con espíritu vivaz y derrochando aquella gracia tan característica. Demetrio Corbi, su compañero sentimental, con quien iba a casarse, fallece. Es un golpe que acelera el declive físico de la artista. El 10 de julio de 1983 Estrellita Castro muere en Madrid y su capilla ardiente se monta en el vestíbulo del Teatro Lara. La sevillana, como otros muchos hijos de la ciudad, es enterrada lejos de ella, en el cementerio madrileño de La Almudena. Estrellita Castro creó un modelo desde la necesidad y el genio, lo armó con las piezas de su tiempo y, lo más importante, sirvió de catarsis para una sociedad en ruinas y de bálsamo para las penurias de la gente. Su genio no fue otro que convertirse en la voz del pueblo. @laolivettimella María de la O - Paco de Lucía
OUTSIDERS
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Qué mala suerte, chato
Texto: PA C O B R I D A
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ace tan solo unos días que he llegado de República Dominicana, he estado allí una semana por trabajo. Un país con sangre caribeña, chiquito pero muy bello. Entre puros y tragos de ron conocí a un viejo chamán que vivía en un pueblo cercano a Santo Domingo. Walter se hacía llamar en su comunidad, conseguí zafarme de su insistencia para que probara un jugo preparado a base de hierbas, frutos y sangre de algún animal, que no logré averiguar, con el cual me aseguraba que mi suerte cambiaría para siempre. Ya me conocéis, aprovechando la tesitura estuvimos charlando toda la tarde sobre la buena o mala suerte en el deporte. Os quiero relatar lo que aquel viejo me contó, y que cada uno se tome esto como mejor le convenga. En la ciudad de Bruselas, allá por el año 1974, se disputó una de las finales más recordadas de nuestro fútbol. Jugaban por la Copa de Europa el Bayern Munich y el Atlético de Madrid. Un partido duro, que se hizo más largo de lo esperado por la igualdad de ambos conjuntos. En el minuto 114 marcó un magnífico gol de falta el recordado Luis Aragonés y el partido parecía encarrilado, pero todavía tendría que aparecer la mala suerte. Cuando el tiempo ya estaba cumplido, un lanzamiento de los alemanes desde la frontal acabó en el fondo de la red rojiblanca. El portero era Miguel Reina, que se comió un balón frente al que quizás pudo hacer algo más. Esto provocó que se disputara el partido de desempate, que ganaron los bávaros por 4-0. Me contó Walter que un año antes de aquello Reina alquiló un apartamento en Madrid, donde había vivido una familia que tenía un gato, y ya os podéis imaginar el color del minino. El alma del felino seguía habitando entre esas cuatro paredes. Walter me confesó que estuvo llamando al club español para advertirles de aquello, pero nunca atendieron su llamada y tampoco quiso insistir. Como diría aquel, eso va a ser del pistón que roza el embolo central del cojinete del cilindro de detrás del cigüeñal que hace masa si lo toca… Y el motor dijo basta. Gran Bretaña, año 1998, mes de noviembre, Carlos y Luis, Luis y Carlos, nunca un copiloto
ha sido tan conocido en el mundo de los rallys. A cuatrocientos metros de alcanzar la meta se escuchó una voz nerviosa y alterada que le pedía a su amigo que tratara de arrancar el coche. Iban a proclamarse por tercera vez campeones mundiales, les bastaba con ser cuartos en aquella prueba, pero la mala suerte volvió a aparecer y el coche se paró. Por lo visto, me contó Walter, esa misma mañana sucedió algo que lo explica todo. Carlos Sainz siempre desayunaba un café y una tostada de pan de pueblo con aceite y sal, y, sentado con Luis Moya en la mesa, al pasarle el salero ocurrió lo peor… Desde entonces Sainz toma manteca colorá. Fue una de los jornadas más recordadas del deporte español y la frase “trata de arrancarlo” quedó para la historia.
distinguir una curva de una recta; más de una vez tuvo que ser recogido del asfalto con magulladuras e importantes lesiones. En la vuelta a España de 1993 todo indicaba que Zülle se proclamaría campeón, pero el suizo sufrió una caída que le arrebató dicha victoria. Era la etapa 19, se corría en las montañas asturianas y en el descenso de La Cobertoira, debido a la lluvia, Zülle cayó con su bicicleta. Como hemos dicho, el suizo veía poco y una de sus principales preocupaciones en aquel momento, más allá de su estado físico, fue la de encontrar su ciclo, que había caído en unos matorrales. Zülle se jugaba la Vuelta con su compatriota Rominger, quien, según me contó el chamán Walter, aquel día dejó aposta la bici del suizo miope debajo de una escalera.
“ ¡ AY va , i n c r e í b l e , s e
Lo último sobre lo que charlé con Walter fue del Eurobasket 2007 perdido por España. Se jugaba la final en Madrid, en casa, y una vez más se cumplió la máxima de que el anfitrión no gana. El partido enfrentaba a la temible Rusia y a España. Estuvo igualado hasta los instantes finales. Rusia se adelantó a falta de dos segundos y Pau Gasol tuvo en sus manos el match. Lanzó y el aro escupió el balón. La afición que abarrotaba el pabellón y los seguidores en sus hogares no podían creerlo. El bueno de Andrés Montes lo narraba: “¡Ay va, increíble, se salió de dentro!”. Después de hablar con
salió de dentro!”.
El rompetechos, el topo suizo o simplemente el ciclista miope. Alex Zülle. Un tipo que ganó grandes vueltas y etapas épicas, y que como muchos de los ciclistas de los años 90 iba hasta arriba de cositas prohibidas. Este deportista es recordado por su mala suerte más que por sus hazañas. Y es que cuentan que tenía una miopía pronunciada que le hacía correr con gafas, esto suponía un hándicap cuando la lluvia aparecía. Imaginad a la criatura pedaleando con las gafas empañadas y sin
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mi amigo chamán lo entiendo todo. Tras el último entrenamiento el día antes de la final, cuando los jugadores entraron en el vestuario, el chico de la limpieza estaba barriendo el suelo y pasó lo peor… claro, como esta gente tiene unos pinreles tan grandes, el tipo se los barrió a Gasol. Aquella misma noche la novia del larguirucho lo dejó por teléfono y, de paso, lo dejó hecho puré. Por lo visto, el de la escoba se llamaba Dimitri y tenía familia en Vladivostok. Seguimos hablando de mil historias. Pasé una tarde entretenida con aquel señor. Se puso pesado ya con mirarme el aura. Yo, que soy un cagao, le dije “aura estoy contigo y déjame tranquilo”. Al despedirse, me dio un abrazo más fuerte de lo común. Me despegué como pude y acabé diciéndole: “Me voy, si vienes a la feria, no dejes de llamarme, Walter mío”. @PacoBrida The pink panther - Bobby McFerrin
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La dictadura, ¿o democracia?, foodie
Texto: A. L. ILUSTRACIÓN: LIT TLE
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ale a Carpanta un smartphone, añádele la guindilla de la soberbia, cocínalo al fuego rápido de ciertos conocimientos culinarios y tendrás un foodie de primera. Aunque no lo reconozca públicamente, es lo que piensa la mayoría de chefs y cocineros del planeta ante esta oleada de aficionados a la comida y bebida que acumulan miles de seguidores en sus redes sociales. El foodie es un prosumidor en toda regla, capaz de condicionar la producción de aquello que consume, y lo hace con el poder de influencia entre sus followers. -
El término inglés foodie se comienza a usar en los ochenta del siglo pasado entre los clientes de los restaurantes neoyorkinos si bien se atribuye su creación a Gael Greene, columnista de New York Magazine. Gracias al libro The official foodie handbook (1984) de Ann Barr y Paul Levy se populariza esta nueva palabra, que en realidad era una especie de frontera que separaba dos tipos de aficionados a la comida: los refinados y profesionalizados (gourmets) de los todoterrenos y amateurs (foodies). El término fue evolucionando hasta designar a los obsesos de la cocina. Un foodie quiere aprender todo lo posible acerca de la comida y la bebida, pero no solo de la alta cocina, sino del universo gastronómico: restaurantes, tascas, industria, i+d, productos, elaboración, personajes, etc… El retrato robot del foodie por sus hábitos sería: asiduo de todas las ferias gastronómicas y foodtrucks; planea sus viajes en función de los lugares donde va a comer y beber; gasta una media del 40% de sus ingresos en comidas fuera de casa; come tanto en restaurantes de alto standing como en puestos callejeros; pregunta por el origen, elaboración e ingredientes de los platos que come; consume medios de comunicación especializados; comparte su opinión en redes sociales, blogs y en Trip Advisor. Por hacer una analogía, sería un trekkie de la gastronomía.
Inofensivos para la industria gastronómica al principio, incluso se convirtieron en un nicho de mercado por explotar: visitas a bodegas, catas de vinos, master class, degustaciones exclusivas, publicaciones, etc. Se les ofrecían “experiencias gastronómicas” a cambio de vaciar sus carteras. Incluso comenzaron a aparecer los primeros programas de televisión dirigidos a este target. Este movimiento foodie provocó en la década de los 90 la aparición del canal televisivo Food Network y numerosas publicaciones en papel y, luego, digitales. Hasta tal punto llega su influencia que los guionistas de Los Simpson convierten a Marge, Bart y Lisa en foodies en el episodio The food wife. La aparición de las redes sociales y, sobre todo, del smartphone empoderan a los foodies de tal manera que, a pesar de seguir siendo un negocio para la industria, también los convierten en un peligro. Cierto es que el perfil del foodie “se radicaliza” al saberse con fuerza para condicionar el mercado; en la actualidad el término está connotado negativamente y se tiñe de fanatismo. Para la industria se han convertido en una especie de tifosis capaces de lo mejor y lo peor.
a este colectivo y, con ellos, a sus seguidores digitales. Saben que un comentario en Twitter y Facebook o una foto en Instagram puede incrementar sus reservas, pero también provocar una hemorragia de clientes. Y es que algunos foodies se han transformado en influencers que marcan tendencias no solo en redes sociales, sino a la hora de hacer caja en los establecimientos gastronómicos. No es de extrañar viendo las cifras de seguidores de foodies como Mikel Iturriaga El Comidista (36,2 K en Twitter, 41,3 K en Instagram y un blog en El País), Directo al paladar (320 K en Twitter, 20,1 K en Instagram), Delicious Martha (138 K en Instagram), Marta Simonet (27,4 K en Instagram, 17,2 K en Twitter), Garbancita (31,2 K en Twitter) o Laura Ponts (154 K en Instagram). El número total es importante, pero aún más lo es su capacidad viral. Se estima que una campaña de dos meses con 30 influencers foodies en Instagram, Twitter o Youtube puede tener un alcance máximo de hasta 22,5 millones de personas. Es una herramienta muy potente, por eso las propias empresas del sector, y otras de comunicación online, trabajan para establecer alianzas con estos líderes de opinión.
Tanta es su capacidad de influencia que muchos restaurantes y chefs están aprendiendo a marchas forzadas técnicas de marketing para ganarse
Una curiosidad. Mientras escribo este texto monitorizo el hashtag #foodie en Twitter desde que me levanté a las 6:30 hasta este momento (12:40 pm).
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Las estadísticas son apabullantes: un total de 1.500 tuits etiquetados con #foddie han logrado un alcance total de 4,3 millones de usuarios y más de 7,5 millones de impresiones (número total posible de veces que alguien podría haber visto un tuit con esa etiqueta). En Instagram las cifras también son llamativas: en una hora se han subido 200 fotografías con la etiqueta #foodie, que han generado 1.632 likes y 84 comentarios, un alcance de 1.112.713 usuarios y más de 1.138.000 de impresiones (Fuente: Hashtracking). El crecimiento exponencial de contenidos -no solo online- sobre gastronomía provoca que, además de los foodies, mucha gente se crea experta en la materia. En este caldo de
cultivo ha nacido una suerte de derecho universal a la experiencia gastronómica única. Amparándose en este “derecho”, se pretende tener esa experiencia única tanto en un tres Estrellas Michelin como en una tasca de barrio; se exige una creatividad y productos de primera tanto en un local donde el cubierto supera los doscientos euros como en otro donde no llega a los diez. Tan altas expectativas -por asimilación indirecta y mediática- solo se satisfacen con la experiencia gastronómica única, que escasea por lo general. Es entonces cuando el cliente tiene -nunca mejor dicho- la sartén por el mango... o los dedos en su smartphone. En esas andamos. Para muchos profesionales del sector, estamos en una
tiranía foodie, que les obliga a adaptarse a sus gustos y a traicionar su concepto de cocina. Incluso hay quien vaticina la homogeneización de la gastronomía para contentar a esos influencers y el detrimento de la riqueza culinaria, que hará desaparecer establecimientos emblemáticos con historia. En la otra orilla piensan que el fenómeno foodie servirá para hacer pedagogía y elevar el nivel de cultura gastronómica de la sociedad, posibilitando el acceso de todos a materias primas y productos de alta calidad y sostenibles. El debate está servido… en la mesa y en las redes sociales. Buen provecho. Plat du jour - Matthew Herbert
OPINIÓN
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La nueva gastronomía Texto: R A FA E L A N S Ó N
ecía el gran escritor mexicano Octavio Paz que “las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”. La historia del mundo es una sucesión de cambios constantes. Desde tiempos de la Antigua Grecia hasta ahora, muchos grandes pensadores han llegado a la conclusión de que la única constante en el universo es que todo cambia.
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En primer lugar, frente a los códigos de Câreme, Escoffier y compañía, en España irrumpe la cocina de la libertad. Llega la libertad a la gastronomía. Se estrena la libertad del cocinero, que puede cocinar como prefiera y no tiene que ceñirse a la alta cocina francesa o a la tradicional. En eso somos pioneros. Nace la Cocina de Autor, de la innovación.
En este campo, gracias a la Era Digital, hemos sido testigos en España de una revolución que ha facilitado que el mundo de la alimentación evolucione positivamente en treinta años más que en todos los siglos anteriores. Hablemos un poco de historia reciente.
Un ejemplo muy gráfico de esa libertad de la gastronomía española de los últimos años lo tenemos en el fin del esquema rígido de soportes. Después de siglos de comer en el obligatorio plato sopero seguido del llano y luego el plato de postre, se abren de par en par las puertas de la innovación y la creación. Ahora la comida se presenta sobre una pizarra, en una cazuela o dentro de una copa. De la misma manera, puedes tomar tres platos, o puedes tomar diez. Puedes optar entre comer de pie o sentado y en algunos sitios hasta tumbado. Puedes decidir si quieres acompañar un atún con vino tinto o con vino blanco. Puedes concentrar la comida en diez minutos o alargarla durante cuatro horas… Ya no hay un código estricto. El comensal ya no asiste a un monólogo gastronómico. Se produce un diálogo, un coloquio en el que el centro es el consumidor.
L i b e r ta d, v i s i ó n g l o b a l
Una cocina sin barreras
Actualmente, el nuevo escenario de la Era Digital hace posible que comiencen a surgir entornos donde la libertad y la superación del espacio y el tiempo propician que en años se evolucione más que a lo largo de siglos. Este espacio de libertad es un caldo de cultivo primigenio y poco a poco empiezan a germinar infinitas galaxias. Una cadena de Big Bangs en distintos ámbitos. Uno de ellos, el de la gastronomía.
y so cialización
En 1978, nuestro país acababa de vivir el momento álgido de su Transición política. Ese marco sirvió de paraguas para un cambio, también en la gastronomía, que se inició en los años 80 y que, frente al modelo francés, aportó tres de los valores fundamentales de la Era Digital, que son libertad, visión global y socialización.
Ahora el punto de partida es el asombro y la mentalidad abierta, porque la pregunta llega de fuera, de otros parámetros. No se da nada por sabido y gracias a eso no se ponen barreras. En segundo lugar, y ligado a esto, la visión global que aporta la gastronomía española permite plantear la gastronomía tanto en el aspecto estricto de disfrute o de placer como en otros tan relevantes como la salud,
la cultura, las relaciones sociales o la economía. Y el turismo. Estamos pasando de la gastronomía como satisfacción sensorial, a la gastronomía como ciencia, arte y cultura. En ese nuevo diálogo gastronómico, se vuelve básico crear emociones, como vehículo de comunicación y de interacción. Los cocineros actuales ya no se conforman con producir satisfacción sensorial como ocurría antes, sino que su objetivo es mucho más ambicioso: buscan crear emociones, lo único que no se puede automatizar en un mundo ya tan automatizado. Las nuevas tecnologías bien empleadas contribuyen a que el comensal pueda descubrir un mundo de una gran intensidad emocional. Si Francia aportó la excelencia en aroma y sabor, las salsas, España aporta como innovación la textura y la temperatura. Busca sorprender, y esta es quizá la gran aportación de los cocineros vanguardistas españoles a la gastronomía. Desde la nueva cocina vasca encabezada por Juan Mari Arzak en los inicios de la década de los 70 hasta la revolucionaria cocina de autor de Ferran Adrià, los cocineros españoles generan un máximo interés por la cultura gastronómica, y lo hacen a través de medios tradicionales como la televisión, pero también a través de Internet y las nuevas tecnologías, cuya entrada en escena ha tenido una influencia decisiva. L a i m p o r ta n c i a d e d i s f r u ta r c o m i e n d o
Y llegamos así al tercer valor de España en el mundo de la gastronomía: la socialización, es decir, que disfrutar comiendo sea posible para el conjunto
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de los ciudadanos y no solo para unas élites privilegiadas. Para que este último punto se complete, es básico que termine de producirse la revolución de la educación en la Era Digital. Es obvio que ésta hace posible un cambio básico en los objetivos que debe perseguir la enseñanza en todos los niveles, especialmente, la universitaria.
Bang, y con él, el espacio y el tiempo prácticamente han desaparecido. Esto ha dado paso a un nuevo escenario en la forma de relacionarnos, y el cambio es gigantesco. De lo lineal a lo exponencial, del pequeño círculo de influencia al planeta entero, del monólogo al coloquio, de los códigos estrictos al asombro de las nuevas alternativas…
Como decía al principio, la Edad Contemporánea ha terminado y la Era Digital trae consigo un horizonte mucho más amplio. Se ha producido un estallido, un Big
Aprovechar ese espacio es un desafío para todos. Dice un proverbio chino que cuando soplan los vientos de cambio, algunos levantan muros mientras que otros construyen
molinos. No olviden tampoco que, como decía John Fitzgerald Kennedy, “El cambio es ley de vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro”. Celebremos la impresionante transformación experimentada por la gastronomía en los últimos tiempos y en la que España ha jugado un papel esencial. En la Era Digital, la buena mesa es más libre, más variada y más democrática. -
Amontillado de Bodegas Tradición con jamón de bellota cortado por F. Sanchidrián
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Viernes por la mañana Texto: ELISA VICTORIA MARROQUÍ ILUSTRACIÓN:
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stoy en la parada de autobús con la mochila llena de libros. El instituto me pilla lejos. Son las ocho menos cuarto, tengo un sueño que me muero. Todavía no se ha hecho de día del todo. Una pandilla de veinteañeras en minifalda dobla la esquina e irrumpe en la calle donde espero. Vienen de fiesta. Mi presencia es discreta y no me ven. Una de ellas se va quejando a voces de que le duelen mucho los pies. Se me eriza el vello de los brazos y las piernas, noto el escalofrío debajo de la ropa. Procuro no moverme para no alterar el flujo natural de los acontecimientos. Las amigas le están aconsejando
de forma unánime que se quite los zapatos, que no es para tanto, que todas lo han hecho alguna vez. - ¡Ya, pero es que se me van a romper las medias! - ¡Pues quítate también las medias! La dolorida se quita los zapatos con mala hostia y los lanza por los aires, maldiciendo el calzado de mala calidad. Con sumo cuidado, se baja las medias, las dobla y las guarda en el bolso. Están a pocos metros y puedo ver cómo los deditos enrojecidos se estiran aliviados y pisan el suelo frío y
plano. Las chicas reanudan el camino a casa y se alejan decididas. Me hubiera gustado darle un masaje, llevarla a caballito hasta la cama e incluso arroparla. Nada de eso puede ser ni falta que hace, pero lo que sí está a mi alcance es ir a buscar los tacones abandonados y ofrecerles una nueva vida. Son negros y brillantes. Seguro que a mi polla no le incomodan nada. A lo mejor sí que me han visto y esto era un regalo. -
Free at Down - Small Black
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Destrozos colaterales Texto: PILAR RODRÍGUEZ
os veranos son para hacer destrozos. Elegir nuevos puertos. Tomarle el pulso al verbo apostar. Dejarse llevar por las mareas. Aguantar la respiración –ese último segundo-, volver a la superficie y abrir los ojos al otoño, el más perjudicado.
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No estaban esos destrozos en las diferentes previsiones de mi horóscopo para este 2016, ni supe justificarlos en los cambios de estación a los que, a veces, culpamos de nuestro irascible humor. También eran destrozos colaterales. Igual ahí estaba la clave. Mi tía, que vive justo debajo del piso que ocupan mis padres, ha aprovechado los meses estivales para poner la casa patas arriba, tender las sábanas y las mantas que la abrigan en todos los noviembres. Pintar de blanco la fachada de su casa. Cambiar la instalación eléctrica, el suelo y hacer una despensa en la cocina. Nada de reformas. Para mí, destrozos. Y todos asistimos involuntariamente al ruido ensordecedor que provoca un martillo eléctrico a las ocho de la mañana. A las ocho y a las tres de la tarde. Sin siesta, sí. Y le hemos ayudado a desalojar la casa, vaciar armarios, recuperar las cartas que enviaba durante su infancia, las postales que intercambiaba con sus amigas durante sus viajes. Hemos descubierto conversaciones secretas, anécdotas que jamás nos había contado, fotografías que nunca vimos y cuadros que ya no
van con el decorado. También que la humedad provenía de una tubería rota desde hacía bastantes años. Debajo del suelo estaba el principal motivo de la obra. Y en medio de todo este huracán, de todo este ponerse enfrente del pasado, yo me animé a ordenar la estantería de los libros, antes de que el mueble se viniera abajo. Y allí estaba Rayuela, de Cortázar, con el marcapáginas que compré en Ámsterdam, abriéndose por el capítulo siete. Tres electroencefalogramas escondidos entre las páginas de Los enamoramientos, de Javier Marías. Recordando aquellos meses de incertidumbre, miedos y taquicardias. Un libro sobre la Transición, con Felipe González en portada, muy lejos de los titulares protagonizados por su formación política en las últimas semanas. La foto de mis tres sobrinos cuando aún no habían aprendido a hablar. La caja en la que guardé las libras que me sobraron de mi primer viaje a Inglaterra. Todas las postales que los amigos más viajeros me mandaron durante sus escapadas a Nueva York, Londres y Milán. La dedicatoria del primer libro del mejor compañero de la Universidad: “Escribe y vive, y quédate cerca”. Un autógrafo de Miguel Poveda testigo de la vida de Juan Belmonte, contada por Chaves Nogales. Imprescindibles. Los dos. Modelos de mujer, regalo de un Sant Jordi en el que no estuve. Y me quedé sin rosa, claro. Malena es un nombre de tango y Las edades de Lulú firmadas por Almudena, la Grandes. La autora con
la que me hice mayor. Tres fotos de la luna de miel de mis padres en el primer acto de La Casa de Bernarda Alba, y una frase subrayada: “En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle”. Federico. El disco de Lágrimas Negras entre Bukowski y Vázquez Montalbán. La entrada de Coldplay en la página treinta y dos de Escapada, de Alice Munro. Volver, de Almodóvar y Una madre, de Alejandro Palomas, pidiendo un hueco entre los Cuentos Completos de Carmen Martín Gaite. El DVD del 2-6 del MadridBarça al lado de Su majestad el fútbol: “A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí”. Siempre Eduardo Galeano. El verano estaba para hacer destrozos. Remover el suelo. Desempolvar los libros y dejar que el otoño entrara para abrigarnos. Elegir un patio con jazmín o limonero. Decidir entre rosas o margaritas para el jarrón de la entrada. Esas tesituras en las que nos ponen los interioristas modernos. También para darnos cuenta de que no terminamos de encontrarnos hasta que no levantamos todas nuestras alfombras. Que las estanterías y los cajones son nuestros mejores espejos y que, a veces, descubrirnos es la única forma de no pasar frío. Ni en primavera, ni en verano, ni en otoño, ni, mucho menos, en invierno. @pilarodguez
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01. Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Del 11 de noviembre al 8 de diciembre. 02. Velázquez. Murillo. Sevilla. Hospital de Los Venerables. Del 8 de noviembre al 28 de febrero. Fundación Focus Abengoa. 03. The Early Years. Sony Cathedral. 04. Loquillo. La voz cantante. Ed. Renacimiento. 05. El derbi final. Relatos sobre la rivalidad del fútbol sevillano. Ed. El Paseo. 06. Phase Zero. Sub Pop. 07. Testamento de sangre. Alfredo J. Venteo. Ed. Círculo Rojo. 08. La Tramontana. Emily Roberts. Ed. La Isla de Siltolá. 09. ¡En er mundo! De cómo Nueva York le mangó a París la idea moderna del flamenco. José Luis Gamboa. Ed. Athenaica. 10. Intrology. Javier Ortí. Blue Asteroid Records. -
OPINIÓN
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Difuntorios y otras extravagancias Texto: E VA D Í A Z P É R E Z
soma en la herida de la niebla una Sevilla que ya no existe, la de los protocolos de noviembre, los pregones lúgubres y el dulzor antiguo de los huesos de santos. Sigamos el rastro del toque de ánimas, evitando el ruido de Halloween, esa fiesta prestada con caretas de carnaval y de terrores blandos que ni siquiera dan miedo.
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Caminemos por las imprecisas cartografías de la muerte, aunque hay que tener cuidado porque estos mapas no se encuentran sólo en los cementerios. Muchas plazas de Sevilla deben de estar llenas de muertos. Por ejemplo, donde se encuentra ese velador alegre y castizo que sirve pavías y chatos de manzanilla. Hay que recordar que en la trasera de las iglesias y en los huertos conventuales era donde se enterraba a los difuntos antes de que llegaran los aires higienistas a la Sevilla del XIX y se creara el cementerio de San Fernando. Paseemos por esta ciudad de los difuntos que tiene imprevistas estaciones y paradas. Toda Sevilla es una vanitas barroca que tiene epicentro en el Hospital de la Caridad. Podríamos comenzar contemplando los lienzos de las postrimerías de Valdés Leal con su fiereza de pudridero. Bajo la Caridad está la cripta terrible y el espectro de don Miguel Mañara que, según Manuel Chaves Rey, se topó con una danza de ánimas en el cementerio que había en la trasera de San Juan de la Palma. En la misma Caridad hay otra huella inquietante de la muerte, ya que sus salones se embaldosaron con lápidas que procedían del cementerio -ya extramuros- que precedió al de San Fernando, el que se encontraba en el Prado. Y no deberíamos olvidar el cuadro de Pedro Camprobín La muerte y el joven galán con la siniestra dama tapada a la que sólo se le ve un ojo, pero a la que se le adivina el esqueleto bajo el velo transparente. Hermosa e inquietante escena que ilustra toda una tradición literaria de damas-muerte, de doncellas
que atraen a incautos hasta el fondo terrible de los panteones. Sigamos paseando por esta Sevilla del más allá descubriendo dónde estaban los camposantos. Uno de ellos lo encontramos en la Plaza Chica de San Lorenzo –la actual de Hernán Cortés- y no muy lejos, en la plaza de Teresa Enríquez, estuvo el cementerio parroquial que acogió un jardincillo donde quizás crecieron los más hermosos lirios azules, los nutridos de difuntos. También hubo un curioso cementerio, el de los judíos, en la huerta de Espantaperros, frente a la Plaza de Curtidores, donde en el siglo XVI se descubrieron las tumbas con esqueletos ataviados con ricas ropas y libros que se llevó Arias Montano a su célebre biblioteca. En estos días habría que repasar el libro Sevilla del buen recuerdo, de Rafael Laffón, con sus escalofríos de noche de ánimas. La de Laffón es una guía emocional de la ciudad desaparecida que sólo se guarda en los cajones de la memoria. Había entonces una luz amarilla y lúgubre, sonaban relojes desaparecidos, los espejos -que debían de ser como una luna de armario del XIX- se velaban en las esquinas y las casas se estremecían al refugio de los braseros alhucemados. Los difuntos de todas las épocas aparecían vestidos con trajes de tinieblas buscando el ajonjolí de los dedos de santo y el dulzor de los anisados con que se entraba en calor para evitar el frío del Día de Difuntos. Estornudaban por culpa de tanto polvo de huesos mientras escapaban por callejones de ánimas. “Medrosos cuentos, aires de escarchados filos, picardigüelas, sustos y castañas asadas”, escribía el poeta. También podríamos recordar las curiosas invocaciones teosóficas del poeta brujo Fernando Villalón o asomarnos a las narraciones de Romero Murube describiendo al fantasma del Mediodía español que nada tiene que ver con los trasgos, las hadas y los fantasmas fríos
y huidizos del Norte. Los aparecidos de Andalucía eran los mal-lázaros, un tipo de espectro que rondaba los campos solitarios y las últimas casas de los pueblos en los descuidos vesperales de las fiestas y las procesiones. Estos terribles mallázaros extraían la sangre a los niños con adminículos de latón. Puede que en materia sobrenatural Sevilla sea como otra ciudad cualquiera. Tiene sus fantasmas de sedes oficiales, sus suicidas pesados, una curiosa fonoteca de vocecitas psicofónicas y un delicioso anecdotario digno de ciudad tenebrosa. Bajo el sol y la cal alegre se esconden dimensiones inquietantes. Bécquer rastreó en el otro lado narrando la leyenda de Maese Pérez el organista que todas las Nochebuenas vuelve a aparecerse en el convento de Santa Inés, haciendo competencia a la momia de doña María Coronel. Por tener, Sevilla tiene hasta una insigne espiritista: Amalia Domingo Soler, directora del semanario La luz del Porvenir que formó parte de los importantes círculos espiritistas del siglo XIX. La fiebre de la teosofía impulsada por Madame Blavatsky tuvo en Sevilla muchos partidarios y aficionados que se citaban para beber agraz y anisados mientras invocaban a difuntos desconcertados y practicaban viajes magnéticos. Qué pena que ahora en las escuelas los profesores celebren fiestas de Halloween en vez de representar escenas del Tenorio o de las leyendas de Bécquer. El carnaval ruidoso de estos días se puebla de monstruos de serie B que en nada recuerdan a nuestro viejo imaginario del romanticismo lúgubre. ¿Qué tendrá que ver esto con los fantasmas góticos paseando ruinas de nuestra gran literatura europea? ¿Y el españolísimo Tenorio de noches macabras? ¿Por qué razón extraña siempre triunfan las pamplinas? @evadiazperez
MÚSICA
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CUR AR L A H E R I DAS Texto: VIDAL ROMERO
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urante los últimos veinte años, Juano Azagra ha sido una presencia constante en la escena musical sevillana: trabajador en tiendas de discos (y ahora propietario de una), pinchadiscos en varios de los clubes de la ciudad, músico de acompañamiento para artistas como Chencho Fernández, cantante y guitarrista en bandas como Los Bombones, Los Quiero o All La Glory. Una trayectoria vital rica y compleja, a la que estos días se añade un capítulo fundamental: Everybody’s breaking everybody’s heart (Happy Place, 2016), un disco de tintes melancólicos y voluntad confesional, que contiene algunas de las mejores canciones que ha escrito hasta ahora, pero que también funciona como un bálsamo, como una manera de curar las heridas recibidas durante una época oscura de su vida. “Mi padre tenía tiendas de discos en Sevilla, así que la música siempre ha estado presente en mi vida”. Sentado en un bar de la calle Feria, con una cerveza por delante, Juano Azagra sitúa en su infancia ese momento en el que descubrió la magia que una canción puede llegar a provocar. “Mis padres se separaron cuando yo era muy pequeño. Mi padre era un rockero, pero mi madre era una persona más tradicional, que pensaba que el rock podía llevarte por el mal camino, así que hubiera preferido que estudiara para abogado o alguna cosa parecida”. Azagra, por supuesto, tenía otros planes. “La custodia la tenía mi madre, pero los fines de semana me tocaba pasarlos con mi padre. Iba a su casa y allí estaban Raimundo Amador o Kiko Veneno. O a lo mejor tenía que ir a pasar la noche en el Bourbon”, un antro mítico cercano a la Plaza del Salvador, “porque le tocaba a mi padre abrir el bar. A mí, aquel estilo de vida me interesaba mucho más que cualquier universidad, así que con diecisiete años decidí dejar el instituto, me mudé a casa de mi padre y comencé trabajar con él en la tienda de discos”. ¿Cuándo descubriste que querías tocar música además de escucharla? Mi padre solía regalarme cintas de casete, discos de Led Zeppelin o The Beatles. Yo me ponía aquellas cintas, cogía una guitarra que había dejado olvidada en casa de mi madre y tocaba por encima, sacando las melodías de las canciones
como podía. Todo de una manera muy básica, incluso solía hacer marcas con un destornillador en el mástil de la guitarra, para que no se me olvidara dónde tenía que poner los dedos. Para mí, aquello era como un juguete. ¿Cómo ha influido en tu educación musical el hecho de haber trabajado en una tienda de discos? Soy quien soy como músico porque he trabajado en una tienda de discos, y sobre todo porque lo he hecho al lado de mi padre. Cuando empecé a trabajar en la tienda era un poco macarrilla, pero él me ponía discos de The Posies, Big Star, Teenage Fanclub o The Beatles para llevarme por el buen camino. ¿Cuándo montaste tu primera banda? Mi primer grupo fue Los Bombones, cuando tenía diecisiete años, nada más empezar a trabajar con mi padre. Hasta entonces había estado intentando convertirme en un buen guitarrista, para que la gente de otras bandas me invitara a tocar. Pero comencé a ir a conciertos y me di cuenta de que ser compositor era mucho más interesante. Así que empecé a cantar y a hacer versiones de bandas de power pop como Posies, Velvet Crush o DM3. De hecho, Los Bombones comenzó como un grupo de versiones de power pop; versiones tan extrañas y poco conocidas que todo el mundo pensaba que eran canciones nuestras.
Los Bombones estuvieron activos casi diez años, y grabasteis varios discos. Estuve algún tiempo viviendo en Méjico, y como allí no tenía banda me dediqué a componer canciones. Cuando regresé reactivé a Los Bombones y grabamos nuestra primera maqueta, en Estudios Central, con Alfonso Espadero. Mandamos esa maqueta a un concurso que organizaba Rock Indiana, un sello de Madrid especializado en power pop, y lo ganamos. El premio consistía en grabar un disco con Paco Loco, que tuvo muy buenas críticas y vendió 3.000 copias, una cifra que ahora mismo parece increíble. A partir de ahí comenzamos a girar, a tocar en festivales… Nos separamos en 2008, en parte porque me fui a vivir a Granada y en parte porque habían surgido diferencias entre los músicos. ¿Y por qué te mudaste a Granada? Granada era como un viaje al país de Nunca Jamás. En Sevilla me encontraba perdido: había empezado a estudiar magisterio musical pero era una carrera que no me gustaba, y además mi situación familiar era bastante caótica, mi banda se estaba descomponiendo y mi relación de pareja no marchaba demasiado bien. En aquella época me dedicaba a pinchar música en garitos como el Fun Club, el Jackson o el Elefunk… me entró el gusanillo de montar un bar y, como en Sevilla era algo muy complicado conseguir
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licencias, decidí mudarme a Granada. Me fui allí sin saber nada de la vida, nada de Hacienda, la Seguridad Social o del negocio de la hostelería, así que a nivel de negocios mi bar nunca llegó a ir bien. Sin embargo, me encantó la experiencia a un nivel musical, porque en aquel momento Granada era una ciudad mucho más vibrante que Sevilla. Es curioso, porque cuando regresé en 2010, porque mi padre había muerto de cáncer y tenía que hacerme cargo de la tienda, la situación había cambiado por completo: Granada está ahora de capa caída y Sevilla se encuentra en un momento dulce. Tu nueva aventura, All La Glory, resultaba un poco sorprendente a primera vista. Tú venías del power pop y de la música de guitarras, decidiste montar una banda enraizada en la americana. Después de la experiencia de Los Bombones estaba un poco saturado del power pop, y decidí profundizar en los discos de Gram Parsons, Flying Burrito Brothers o Lucinda Williams. Pero sobre todo sucedió porque en Granada no tenía una banda propia. En Los Bombones me había acostumbrado a componer pensando siempre en el formato banda, a base de riffs y arreglos para la guitarra eléctrica. En Granada sólo tenía una guitarra acústica en el bar, así que cuando estaba vacío me dedicaba a componer canciones. Y claro, cuando estás tocando con una guitarra acústica te salen canciones como las del primer disco de All La Glory. Ya le puedes meter baterías, bajos y teclados, que eso no cambiará. También los miembros de la banda resultaban raros para un proyecto de ese tipo. Al menos Miguel Rivera, que con Maga siempre ha grabado cosas muy distintas. La colaboración con Miguel fue bastante casual. Él estaba viviendo en Sevilla, Maga estaba en un momento de su carrera muy complicado y además le gustaban las canciones que había escrito. Miguel es una esponja musical, un tipo que escucha de todo y que disfruta mucho trabajando alrededor de las melodías. Y sólo me puso una condición
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para grabar el disco: tocar las canciones con su bajo Höfner, un modelo como el de Paul McCartney, que ha heredado de su padre. Hay un momento en el que ese concepto inicial se rompe. Miguel vuelve a Maga y la banda se reconfigura con nuevos músicos. El primer disco de All La Glory era un ejercicio de estilo: “mirad, sabemos hacer canciones como las de The Jayhawks”. Pero donde yo me siento realmente cómodo es en el territorio del Nuevo Rock Americano, de la new wave y del power pop de los noventa, ahí es donde yo estoy en mi salsa. Echaba de menos la electricidad, la distorsión, las melodías y las disonancias, y eso se notaba ya en las canciones que estaba componiendo justo después de terminar el primer disco. Iban dirigidas hacia el sonido de otras bandas: Dream Syndicate, REM, Teenage Fanclub, las cosas que siempre me habían gustado. O sea, que Everybody’s breaking everybody’s heart es un homenaje a la música con la que creciste. Es la música con la que crecí y que me gustaría escuchar a día de hoy. Quiero decir, las bandas que me gustaban hace quince años y que todavía funcionan siguen haciendo el mismo tipo de música que antes, pero no encuentro a gente nueva que pueda coger el relevo. Ahora es todo rock retro, post punk o psicodelia… han existido un montón de revivals, pero ninguno que me termine de convencer. A mí lo que me gusta es mezclar las guitarras de Sonic Youth con las melodías de Big Star. ¿Quizás por eso transmite esa sensación de que todas las canciones están tocadas de manera muy intensa, casi a flor de piel? A nivel de letras este disco es el más personal de todos los que he grabado. Hasta ahora, mis letras eran muy escapistas: hablaba de chicas bonitas que huían de su pueblo, de bares y carreteras. Pero en esta ocasión he escrito acerca de las cosas que me estaban sucediendo, de antiguas relaciones, de la maraña de sentimientos que afectaba a la gente que
había a mi alrededor mientras estábamos preparando el disco. Que es la razón por la que tiene ese título, Everybody’s breaking everybody’s heart, porque nos estábamos partiendo el corazón los unos a los otros.
se calmaron y todo volvió al buen camino. Nos dimos cuenta de que muchas de las canciones eran buenas y que merecía la pena terminarlas, por muy crudo y muy doloroso que sea el tema.
Es cierto que las letras son mucho más complejas, tienen más lecturas y dobles sentidos. Es que la vida me estaba dando golpes por todas partes y necesitaba sacar esas ideas fuera de mí de algún modo. Reasons to get lost, por ejemplo, trata de toda la hipocresía que notaba a mi alrededor, de toda esa gente que te habla muy bien a la cara pero luego te apuñala por la espalda. Y Looking for a thrill se refiere a esos momentos en los que te sientes hundido y vacío, cayendo en la depresión, y necesitas encontrar alguna chispa, algo que te recuerde que en la vida puede haber algo de luz.
Dentro del disco existe una variedad muy grande de estilos. Un poco como si cada canción tuviera su personalidad propia, su propio arreglo particular. Hay algo que me ha sucedido siempre (quizás el primer disco de All La Glory sea la única excepción), y es que me gustan tantos tipos de música que tiendo a escribir canciones en palos muy diferentes. A veces creo que es un defecto, porque tanta variedad le puede quitar coherencia al disco, puede llegar a marear al oyente. Pero me gusta que cada canción tenga una personalidad y una producción un poco independiente.
También hay canciones dedicadas a personas muy concretas. Vera está dedicada a la hija de Israel Diezma, el guitarrista de All La Glory. Una niña pequeña, cuyos padres se separaron poco después de que ella naciera. Y le intento contar la situación en la que fue concebida, pero desde un punto de vista esperanzado. Me gustaría que cuando crezca y escuche la canción, esa frase que habla de “un accidente increíble, una coincidencia maravillosa”, sienta que puede hacer lo que quiera con su vida, que las cosas que han sucedido no tienen por qué afectarle. Así que grabar el disco ha sido como un exorcismo. Lo ha sido, porque desde que empecé a trabajar en él hasta que se ha terminado han transcurrido tres años y han pasado muchas cosas, la banda ha estado a punto de separarse en varias ocasiones y hasta he dejado de creer en mis canciones en algunos momentos del proceso. Y además, estaba hablando de temas muy complicados y que afectaban a los demás miembros de la banda; cosas que a los demás no siempre les apetecía escuchar. Incluso estuve pensando en refundar All La Glory con otros músicos, pero después de algunas épocas en blanco las aguas
En cualquier caso, el disco funciona de una manera coherente, incluso a nivel de las letras. ¿Tenías pensado desde el principio el orden de las canciones, o ha sido casualidad? Lo he trabajado mucho con el productor, Jordi Gil, pero tenía alguna idea. Por ejemplo, This love affair fue la última canción que escribí y que grabé, y de algún modo supuso el cierre de todo el proceso. Y Looking for a thrill fue la primera que compuse, nada más terminar el primer disco. Así que de algún modo todas las etapas por las que he ido pasando están encerradas ahí dentro. Empezando por L.A.M.F., que es un poco la historia de la vida de mi amigo Goyo, pasando por Reasons to get lost y lo que te comentaba acerca de la hipocresía; las recaídas con mi exnovia están reflejadas en Misfit love, Pretty eyes intenta mirar al futuro con ilusión y el nacimiento de Vera también está presente, con esa mezcla de alegría y tristeza que supuso. Al final, el disco funciona como un reflejo de como ha sido mi vida en los últimos años, para lo malo y para lo bueno. Cómo dejamos de pagar la música Stephen Witt
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ARTE
E l a r t i s ta , u n o d e l o s g r a n d e s
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i mag i n e ro s de l s ig lo X X , t r an s i tó
Ortega Bru E L VA N G U A R D I S T A Í N T I M O
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p o r l a e s c u lt u r a c o n t e m p o r á n e a , d e s d e l a a b s t r a c c i ó n h a s ta p r o p u e s ta s c u b i s ta s , i n f o r m a l i s t a s y s u r r e a l i s ta s . L o s h a l l a z g o s l o s a p l i c ó a l a s ta l l a s d e v o c i o n a l e s . Texto: JOSÉ MARÍA RONDÓN
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uis Ortega Bru (1916-1982) se aupó sobre las tapias de su tiempo a medio camino entre el pájaro y el milagro. Hombre flaco que de frente ya anunciaba vocación de perfil, arrastró una biografía torturada: la ejecución de sus padres, la guerra en el frente, los campos de concentración, los años de cárcel… Este hombre sufría hasta donde nadie podía alcanzar. De ahí que se sumergiera en el arte como una forma de estar en el mundo y como un recurso desesperado. Probablemente alguna vez intuyó que la montaña es la máxima expresión escultórica.
Pero, sobre este punto, la conclusión es rotunda: Ortega Bru hace escultura de hoy antes que nadie en Sevilla, incluido Manuel Echegoyán. No obstante, nadie se enteró de ello en su día y nada cambió en el contexto ni en las posibilidades de evolución de la escultura local. Al respecto, Luque Teruel recalca: “No podemos dejar de considerar la realidad de la existencia de una vanguardia oculta, desconocida, inédita, si se quiere intrascendente en su época; mas, en todo caso, cierta, como tal y como manifestación de un tiempo, fuese conocida o no”.
En la frontera de su centenario, este relato sorprende al hijo mayor de un alfarero anarquista de San Roque cuando el siglo XX va a partirse justo por la mitad. Ortega Bru está trabajando en su taller de Sevilla. El lugar tiene algo de laboratorio, un cruce de santuario y campo de pruebas. Una pieza extraña, formada por bloques de piedra y alambres, está rodeada de tallas de Cristos extremados, con los que (él aún no lo sabe) se hará sitio en el arte. Él, que construirá una galaxia propia en la escultura religiosa, desplazará desde coordenadas contemporáneas la belleza en favor del misterio.
Así, el aire de las vanguardias ya está presente en la primera escultura importante de su producción, Los Titanes (1943), que logró el máximo galardón en el certamen de escultura y artesanía de Cádiz. Es un grupo en miniatura modelado en barro que presenta a cuatro jóvenes desnudos –tres de ellos, a un lado; el otro, en el extremo opuesto: todos estilizados hasta la desproporciónque se abrazan para contener el desplazamiento de una masa informe, potente, viva en el centro de la pieza. El rostro de una de las figuras recuerda al David de Miguel Ángel.
Claro que este vínculo de Luis Ortega Bru con la vanguardia es peculiar, algo así como un grito interior, una pasión íntima. El escultor nunca estuvo apoyado en actividad teórica alguna y no se le conocen opiniones más allá de las genéricas. Tampoco parece que tuviera trato directo con ningún artista avanzado. “Sus estímulos parecen visuales, y los resultados consecuentes con modos personales tendentes a la búsqueda de formas inéditas, resueltas con principios y claves propias”, señala el profesor de Historia del Arte Andrés Luque Teruel, autor de diferentes estudios sobre el creador.
Pese a los ecos informalistas de esta escultura, más decisiva en su producción será Estudio. Arquitectura (Perspectiva), obra abstracta ejecutada hacia 1950 coincidiendo con el encargo del Cristo de la Misericordia para la hermandad sevillana de El Baratillo. La pieza está formada por once bloques ensamblados con alambres, oscuros y rígidos. La relación en tres niveles de las distintas partes que componen la escultura es válida, por ejemplo, para la representación esquemática del cuerpo humano, a modo de cabeza, tronco y extremidades. Las innovaciones que contiene Estudio.
Arquitectura (Perspectiva) son claramente visibles en la talla devocional de la cofradía del Arenal, considerada la primera obra de madurez de Ortega Bru. Así, el cruce de piernas, forzado, violento por lo tanto, introduce y prepara al espectador para el impacto visual de las deformaciones y las libertades interpretativas del torso. El brazo caído, desplomado, inerte, atrae la mirada y desvía la atención sobre el brutal deterioro de los hombros. El realismo de la cabeza, desplazada hacia atrás, volteada, muy dramática, sintoniza con el de las piernas y los brazos. Estas conquistas son llevadas al extremo en el misterio del Traslado al Sepulcro de la hermandad de Santa Marta de Sevilla, considerada su obra maestra. En la escultura del Cristo de la Caridad, la iconografía está resuelta de nuevo en unidades anatómicas escalonadas, capaces de asumir la porción de realidad encomendada con una veracidad excepcional. A ello se le une la ejecución expresionista del sudario, con cortes toscos, duros y aún violentos; la monumentalidad del modelado y la valentía expresionista de la talla. En definitiva, el resultado es una geometría apasionada. Esta obra no fue la meta de Ortega Bru, pero, posiblemente, sí su récord de valentía. Por este trabajo, el escultor recibe la Encomienda de la Orden Alfonso X el Sabio por parte –paradójicamente- del gobierno de Franco. El Ministerio de Información y Turismo, dirigido entonces por Gabriel Arias-Salgado, le entrega la distinción en las dependencias de la nueva cofradía sevillana. Sin embargo, al galardón le acompaña pronto una fuerte polémica originada por varios imagineros sevillanos que veían con inquietud la fuerza creativa de un artista que no respondía a los criterios locales, capaz de madurar un universo formal personal, único, al que no accedían.
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Ante el escándalo, Ortega Bru decide poner tierra de por medio. La oferta del escultor Félix Granda para trabajar en su empresa –dedicada en sus primeros años, por cierto, al lucrativo negocio de reconstruir las iglesias que habían sufrido daños durante la Guerra Civil- y el encargo de las Puertas en bronce de la Secretaría de Estado para asuntos del Opus Dei en el Vaticano le permiten irse a Madrid, donde vive entre 1955 y 1958. Los relieves realizados en esta última obra para Roma están plagados de connotaciones expresionistas, como demuestran las deformaciones de las figuras de la Sagrada Familia, la Piedad o la Ascensión de la Virgen. En este periodo, el escultor trabaja también para los estudios cinematográficos Bronson. Realiza una serie de esculturas clásicas destinadas a los fondos arquitectónicos de los decorados de las películas históricas ambientadas en Roma. A día de hoy, se ignora el paradero y el estado de conservación de estas esculturas, modeladas en barro y vaciadas en escayola, muy posiblemente lacadas para imitar el efecto del mármol, con un valor más anecdótico que artístico. Se conocen tres de ellas (un Dionisio y dos desnudos, uno masculino y otro femenino) por fotografías. Se trata de estudios anatómicos
resueltos con las claves de la escultura griega clásica de finales del siglo V antes de Cristo. Pero, al margen de anécdotas, en la obra de Ortega Bru hay mucha más vanguardia, mucha más. Una artillería que da forma a algunas de las obsesiones que acompañaron al escultor: la mirada, las figuras, el espacio... Por ejemplo, en La Catedral, realizada en 1960, donde dispuso un cubo abstracto trabajado en bloque, con planos movidos debidos a la incidencia de los recortes, las contrasiluetas que producen o la perforación en negativo. “La desfiguración de un perfil, volumen o formato que debería ser sólido, la ambigüedad que esto produce, la acercan al surrealismo y la hacen partícipe del mundo fantástico de las pinturas de ese lustro”, expone el profesor Luque Teruel en el artículo Luis Ortega Bru. Esculturas inéditas de vanguardia (2012). Desde los años sesenta, Ortega Bru compatibiliza los encargos de tallas devocionales (Jerez, Málaga, Sevilla…) con la pintura y la escultura experimental, como las piezas de la serie La piedra filosofal y La máquina, de 1960, o El eco, ejecutada cinco años después, donde la abstracción expresionista adquiere
un movimiento circular que asume conceptos desarrollados por el cubismo y el surrealismo. Esta propuesta tendrá desarrollo en las pinturas fantásticas que elaboró en los últimos años de su vida, donde vuelve a mostrar los temores, la rabia, el horror que le acompañaron siempre. “Mi arte es la expresión del alma de mis amigos que han muerto luchando por un ideal. Son como sueños torturados”, asegura Ortega Bru en 1978. Ése era el resorte de su reflexión: un más allá. Ponerse en lugar del otro. Descubrirse a sí mismo a través de los demás. Y lo hizo intuyendo, observando con impaciencia y tanteando en los movimientos artísticos de su tiempo, de las vanguardias históricas a su propia vanguardia, con una vocación de explorador a solas que cruzó por el naturalismo, el informalismo y el surrealismo para desembocar en una escultura religiosa intransferible que principia en el ensayo de la mirada. Él, un vanguardista íntimo. -
@josemariarondon Torrija de brioche al tiramisú - Perro Viejo
C O O LT U R A
FILOSOFíA DEL SWING
Silvio
Texto: PIVE AMADOR
T
odas las personas que tuvimos la suerte de conocer y tratar a Silvio Fernández Melgarejo no solo admirábamos su manera de cantar y hacer música, sino que también nos sentíamos muy atraídos por su forma de pensar y comportarse. Nuestro rockero mayor era sobre todo un magnífico ladrón de oído y un agudo observador al que le placía contemplar la realidad “con los gemelos invertidos”, como él decía, para que los árboles le dejaran ver el bosque. Pero conocer el pensamiento de Silvio no es tarea fácil, pues como si de un antiguo sabio se tratase, de su filosofar solo nos han quedado fragmentos diseminados en entrevistas y algunas estrofas de las pocas canciones que se molestó en componer. Con estos materiales, y con el recuerdo de las charlas que mantuvimos, voy a tener el atrevimiento de hacer una interpretación de lo que podríamos considerar su filosofía. -
In the beginning
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(Acción D orada)
Preguntado en una ocasión sobre quién hizo el mundo, Silvio respondió rotundo: “los pitufos”. Y ante la sorpresa del entrevistador añadió: “Bueno, los pitufos con las pitufas”. Podemos ver desde el principio cómo la suave ironía y el mejor humor sazonaban su pensamiento. Por eso, su libro del Génesis era como un cuento infantil donde el pecado original no aparecía por ninguna parte. Como dijo una vez, “la verdad, si no tiene gracia, a nadie le interesa”. Nuestro patrón rockero también nos dejó escritos y cantados unos versos donde poetiza con aire de swing sobre la acción fecundadora del sol. Esos versos rezan así: “Acción dorada, acción dorada, como en un amanecer el sol acciona sobre la tierra mojada”. En la acción del sol (luz-fuego) sobre la tierra, previamente mojada, el Silvio pensador vislumbraba las felices cópulas que habían dado lugar al amanecer de la vida. Esa manera primitiva de filosofar como los presocráticos, que también fueron los primeros físicos, nos evoca fragmentos de Heráclito de Éfeso, como el que dice: “Con el fuego tienen intercambio todas las cosas, y todas las cosas con el fuego”. Z e u s o l a n at u r a l e z a
“Yo creo en Zeus y sé que los hombres pueden cambiar el destino, pero yo no soy uno de ellos”. Así se expresaba Silvio en una entrevista, en la que también
afirmó: “Para mí, la felicidad es el cumplimiento de la naturaleza”. No recuerdo haber escuchado a Silvio pronunciar nunca la palabra “dios”. Siempre que hacía alguna referencia a temas mítico-religiosos utilizaba el nombre de Zeus. Y la palabra Zeus en su boca, más que un ser concreto, parecía querer significar la fuerza de la naturaleza. O la naturaleza misma. En este caso, sin saberlo, Silvio comulgaba con el gran filósofo Benito Spinoza, autor de la famosa expresión Deus sive Natura (dios o la naturaleza), lema que le supuso a este pensador holandés del siglo XVII ser acusado por unos de ateo y por otros de panteísta. Yo me inclino a pensar en este caso que Silvio no se sentía ateo, por la sencilla razón de que el término “ateo” le sonaba feo. Él era más bien panteísta. Homo poco económico
Se podría decir que a la especie del Homo sapiens le ha sucedido en el mundo posmoderno la del Homo oeconomicus, pues hoy día la economía dicta la inmensa mayoría de nuestros pensamientos y conductas. Y son considerados bichos raros los hombres poco económicos. Como ya imaginarán, nuestro Silvio pertenecía a esa rara especie. Así, en una ocasión, cuando un periodista le preguntó si ganaba mucho dinero con la música, él respondió: “No, la música no me da dinero porque no me da la gana. Sería para mí una catástrofe”. Silvio, en este caso, sabía perfectamente lo que decía. La única ocasión de su vida en la que dispuso de mucho dinero
significó para él una auténtica catástrofe de lamentables consecuencias. La respuesta de Silvio lo emparenta en este caso con el buen escritor catalán Joseph Pla, que, cuando en una ocasión recibió una importante oferta económica para trabajar en el Saturday Evening Post, la rechazó aduciendo que ganar “tanto dinero le descalabraría el presupuesto”. L a rebelión de l a alegría
El diccionario dice que la alegría es “un sentimiento grato y vivo, producido por algún motivo de gozo placentero o a veces sin causa determinada”. De los dos tipos de alegría que se desprenden de esta definición, la que se produce sin causa determinada es la que nos interesa, porque esa era la alegría silviana. Y es ahora cuando viene al cuento recordar que antes de cumplir los treinta años Silvio había sido ya suficientemente agraciado y desgraciado por la vida. La diosa Natura lo había dotado de unas cualidades artísticas indiscutidas por todos los que lo conocían, y en su momento la diosa Fortuna le había sonreído en forma de ventajoso matrimonio. Pero casi a renglón seguido, y con su evidente colaboración, todo se derrumbó. No vamos a detallar las dos tragedias que, de algún modo, supusieron un punto y final en su existencia. Solo queremos dejar constancia de que antes de llegar a la treintena Silvio ya había conocido casi todo lo bueno y lo malo que le iba a pasar en su vida. Así las cosas, sobre un fondo de latente amargura, y sacando fuerzas de flaqueza, decidió vivir lo que
le quedara, no “rebelde sin causa”, como su admirado James Dean en el cine, sino “alegre sin causa”. Aunque su alegría en realidad era una verdadera rebelión. Esta radical rebelión la expresó en una ocasión cuando sentenció: “Mientras estoy vivo, estoy contento”. Y es que esa alegría pura y silviana, que muchos relacionan con la locura, es muy al contrario la más sensata y filosófica actitud que puede adoptar un humano. Ya que solo esta alegría, que no pone condiciones a la vida y acepta su radical dramatismo, como postulaba Nietzsche, nos permite disfrutar en plenitud de la existencia. Por eso, el duque de Rivas escribió en 1991 en la revista El Europeo: “Silvio posee un natural elegante y estoico. Jamás lo ha visto nadie quejarse de su suerte”. La religión del
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escenario
“Entre el filósofo y el músico existe una curiosa diferencia. El filósofo tiene la obligación de dudar y el músico tiene la obligación de no hacerlo. Dudo, luego soy filósofo. Creo, luego soy músico”. Así marcaba Silvio la frontera entre el filósofo y el artista. Y así nos permitía entender su religión del escenario, donde desplegaba de forma ritual su instinto de celebración. “La voz no hay que cuidarla, hay que entregarla al Espíritu Santo… todo es cuestión de fe… al pisar el escenario aparece la fe… y la comunión… y mirar a la gente… no mirarse a sí mismo… intercambiar los vasos. Es un poquito religioso el asunto cuando se está encima del escenario. Si no llega a ser religioso, no da resultado”. Utilizando como casi siempre una terminología católica, Silvio expresaba su visión de cómo debían de ser las celebraciones musicales en directo. Nuestro patrón fundía lo artístico con lo religioso y el escenario se convertía en el altar donde concelebraba con el público. Entendía lo religioso, no en el sentido trascendente de la palabra, sino en el etimológico. El término latino religio significa religar, volver a unir. Y eso es lo que a él le encantaba; ayuntar a los individuos y unir extremos, Macarena de Triana, Izquierda y Derecha, Sevilla-Betis, etc. Pues bien, en esas celebraciones y ayuntamientos que nuestro cantante pregonaba y propiciaba, “el swing nuestro de cada día” era como el pan sagrado en la eucaristía.
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El swing (filosofía en
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movimiento)
En una ocasión Silvio dijo: “No existe el tiempo cuando me subo a cantar, porque me sumerjo en la eternidad”. Esta confesión nos invita a pensar que la música, mientras suena, nos libera del tiempo, de las causas y de los fines, que son las limitaciones que constriñen nuestra vida. En otra ocasión, en cambio, nuestro rockero sentenció: “El tiempo es redondo”. Estas afirmaciones podrían parecer contradictorias, pero no lo son necesariamente. Y es que la liberación del agobiante tiempo lineal que la música nos proporciona se produce gracias a la instauración de un nuevo tiempo. Y ese tiempo es redondo porque lo produce el Eterno Retorno del tempo musical. En este punto, nuestro Silvio se emparenta de nuevo con un gran filósofo que también fue músico, Friedrich Nietzsche. Porque la música, para los que la viven como lo hacía Silvio, es capaz
de producir una peculiar felicidad que consiste en hacernos vivir “en el umbral del instante”, expresión del propio Nietzsche. Y esa intensa experiencia de instalarse “en el umbral del instante” que la música nos puede proporcionar, Silvio la procuraba vivir en todo momento, no solo cuando se subía al escenario. Y su gran aliado para ese menester fue el swing. “Amigo mío, donde hay ambiente siempre hay un poquito de swing”, le comentó Silvio en Madrid en 1982 a un reportero de Radio Nacional de España. Como bien escribió Manuel Vicent, “el swing (oscilar, balancearse, mecer) es un movimiento que va desde dentro a fuera del cuerpo… y las personas que están tocadas por la gracia del swing lo manifiestan, sin darse cuenta, en cualquier gesto cotidiano… al caminar… al dar la mano… al acercar la copa a los labios. Además, el swing es también una forma de encajar con elegancia los golpes que da la vida”. Al escribir esto, y sin saberlo ni conocerlo, Manuel Vicent parece que
estaba retratando a nuestro Silvio, un hombre que encarnó lo que podríamos llamar la Filosofía en Movimiento. Por eso, cuando hace cerca de veinte años dediqué a nuestro artista una oración que parafraseaba el Padrenuestro, escribí; “El Swing nuestro de cada día, dánosle hoy y perdónanos nuestras dudas”. Para terminar este incompleto bosquejo del pensamiento silviano, Filosofía en Movimiento, vamos a recordar una estrofa de una canción suya que, como primer y único mandamiento de la filosofía del swing, ordena: “Baila cadera como un puñado de agua no intentes lo que no llevas. Baila cadera como un puñado de agua también el corazón bailando está dentro del tórax”.
Hit the road, Jack - Ray Charles
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El capo de los muertos Texto: LA MUY
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ntes de ser el mes de Halloween, noviembre fue el mes de los muertos. El tiempo de celebrarlos y recordarlos, una suerte de resurrección pasajera que llenaba los camposantos de plañideras ad hoc y convertía los muros de los nichos en pop art funerario a fuerza de flores y ramos. Entre los no vivos había un jefe como Michael Jackson en Thriller, el capo de los muertos, uno que mandaba en los antiguos noviembres del Sur. Tanta fuerza tenía que se convirtió en arquetipo, en saco de boxeo relleno de soberbia y lujuria sobre el que golpearon los puños de acero de la justicia divina y el castigo del sino. Don Juan, el burlador de Sevilla, convertido en mito oscuro que representa todo lo reprimido, elevado al altar del martirio por cruzar la delgada línea que separa el deseo de las convenciones, la libertad del libertinaje. Tan deleznable que se hace irresistible y magnético, un vehículo para que creadores de sensibilidades diferentes dieran rienda suelta a las fieras que habitan en el fondo humano. Un viaje desde la calavera sonriente del Tenorio hasta lugares donde su historia provocó el eco de nuevas obras y creaciones. -
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En la esquina entre esta calle y la Rue de Richelieu se erige un monumento dedicado a Jean-Baptiste Poquelin. ¿No les suena? Si les digo Molière, seguro que sí. El padre de la comédie française es el autor más representado en Francia y, a día de hoy, sus temas siguen estando vigentes. Personajes exagerados por Molière para, sobre la comicidad, criticar lo desmesurado: el deseo de enriquecerse, la franqueza extrema, lo políticamente correcto, la hipocresía… No es de extrañar que Poquelin se fijara en el mito de Don Juan para escribir una obra sobre el libertinaje, los excesos y sus nefastas consecuencias. Fue polémica desde su estreno, recibiendo presiones para que suprimiera escenas y diálogos que supuestamente hacían mofa de la religión. Tuvieron que pasar diecisiete años para que Molière pudiera publicar la versión sin censurar.
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Rue Molière -
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Železná, en el teatro situado en esta calle de Praga tomó la batuta el mismísimo Mozart para dirigir el estreno de su ópera Il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni dramma giocoso in due atti, quizá una de las más difíciles de interpretar de su repertorio. Cuentan que terminó de escribir la obertura de Don Giovanni el mismo día de su estreno, el 29 de octubre de 1787. La obra, recibida con gran éxito de crítica y público, fue retocada por el autor para su estreno en Viena al año siguiente, introduciendo dos nuevas arias. Mozart utilizó un libreto en italiano de Lorenzo da Ponte que en su época fue calificado como dramma giocoso para referirse a la mezcla de acción cómica y seria. El mismo Mozart la incluyó en su catálogo como ópera bufa. Actualmente es la séptima ópera más representada en el mundo y la tercera del repertorio mozartiano. Don Giovanni inspiró posteriores obras literarias, filosóficas y cinematográficas, además de piezas musicales compuestas por Chopin, Beethoven, Liszt, Schumann y Nino Rota, entre otros.
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Teatro Estatal -
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La gran obra de Lord Byron es su Don Juan, un poema compuesto por diecisiete cantos y con una influencia enorme a nivel social, político e ideológico. Inspiró a los autores victorianos y a los románticos del siglo XIX, quienes veían en el poeta londinense el arquetipo de creador excéntrico y no convencional, personalidad que muchos achacaban a un posible trastorno bipolar. A pesar de su baronía, se alineó con los más débiles y oprimidos, con los marginados y desheredados, criticando las convenciones de una sociedad que consideraba hipócrita. Apoyó a España frente a la invasión napoleónica, defendió el proceso de independencia en Suramérica y se involucró en las revoluciones de Grecia e Italia. Ferviente amante de los animales, es famoso el monumento funerario y el epitafio que dedicó a su perro Boatswain. Este can y un oso protagonizaron una anécdota en el inflexible Trinity College, donde prohibieron al joven Byron alojarse con Boatswain. El poeta trató de modificar la estricta normativa del college sin éxito, así que en lugar del perro llevó un oso. La institución intentó impedir la entrada del plantígrado, pero el poeta acabó alojándose con el oso al no estar prohibido en las normas. Byron incluso solicitó una beca para el plantígrado.
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Trinity College -
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Que el burlador de Sevilla ha servido de inspiración a cientos de creadores es evidente. Lo curioso es que incluso hay obras de “segunda generación”, es decir, basadas en creaciones que, a su vez, tomaban como punto de partida el Don Juan original. Es el caso de O lo uno o lo otro (Enten-Eller en danés), el influyente libro de Søren Kierkegaard que escarba en la existencia humana a partir del Don Giovanni de Mozart. La ópera sirve al filósofo para plantear una doble visión de la vida: una hedonista -estética- y otra asentada en el deber moral -ética-. En esta dicotomía se movía el propio Kierkegaard, quien centró su pensamiento en el individuo y la subjetividad, en la libertad y la responsabilidad, en la duda y la angustia, siendo considerado el padre del existencialismo. Puso en entredicho las verdades de la iglesia cristiana y eso -además del idioma en que las escribió- condenó su obra, que no se conoció hasta varias décadas después de su muerte por el veto de la Iglesia del Pueblo Danés. Georges Brandes fue quien dio a conocer a Kierkegaard en Europa.
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Biblioteskshaven -
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El mito donjuanesco ha dado para mucho, incluso para una película estadounidense de 1995 dirigida por Jeremy Leven y producida por Francis Ford Coppola. Además de la varias veces galardonada canción principal del filme Have you ever really loved a woman? de Bryan Adams -con la guitarra de Paco de Lucía-, destacaba el reparto con Johnny Depp, Faye Dunaway y, sobre todo, Marlon Brando en el papel del doctor Mickler. Esta es una de las últimas interpretaciones de Brando, quien a pesar de su declive físico seguía poseyendo un magnetismo descomunal en la pantalla. La carrera de este intérprete está ligada al Actors Studio de Nueva York, la academia de interpretación fundada en 1947 por Elia Kazan, Cheryl Crawford y Robert Lewis, y que basaba su formación en el Método o sistema Stanislavski. De sus aulas salieron, entre otros, Paul Newman, Al Pacino, James Dean, De Niro, Liza Minelli, Joanne Woodward y el propio Brando. Presidida actualmente por Al Pacino, su sede neoyorquina está en Old Labor Stage 432 West 44th Street.
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Intelectuales DESDE EL MIRADOR DE LA GUERRA Texto: PEDRO G. ROMERO
ebo a Juan Diego Martín Cabezas los hallazgos de este arranque. José María Rodríguez Méndez escribe la crónica de la Reunión de Cante Jondo de la Puebla de Cazalla de 1968 para El Noticiero Universal. Con bastante sorna titula la crónica Flamenco de arte y ensayo. La tónica general es acusar de elitista y minoritario al evento. Señala a un grupúsculo de intelectuales –“Caballero Bonald, Antonio Murciano, Moreno Galván y otros escritores minoritarios también”, dice- como autores del conciliábulo. El impresionante cartel es despachado con sorprendentes adjetivos. A Antonio Mairena lo llama el intelectual, el tecnócrata del cante. Su tanda de cantes le parece lo mismo que leer la Crítica de la razón pura de Kant y dice que ese acto es frío y desangelado. Chocolate no le dice nada y le interesa más un Naranjito de Triana que compara con un seise inmaculado. El cante de Menese le convence por su fuerza aunque le parece “enganchado indeclinablemente a la dictadura de los snobs antiplebeyos”. El baile de Paco Laberinto le parece nada, también. Acusa a dicha celebración flamenca por moderna y frívola, una especie de festival de San Remo. Hubo una pelea en el público y la compara con la rebelión sesentayochista en Cannes. El pueblo se revuelve contra una burguesía intelectualista que intenta adueñarse de sus expresiones más verdaderas. En fin, digamos que Rodríguez Méndez fue un autor de obras teatrales de reivindicación populista, en la órbita del teatro independiente, ningún reaccionario. El efecto paradójico de su crónica en nuestros días pasa por su capacidad para relativizar los dictámenes sobre lo que es y no es flamenco, la necesaria historicidad de los juicios y la competencia e incompetencia estética de los mismos.
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Es verdad que el opinable flamenco, lo que otros llaman su masa crítica, flamencólogos y flamencólicos, está en manos de aficionados, no sólo a las artes jondas, lo que les da carácter; sino aficionaos también en las artes del pensar, el escribir, el investigar, el conocer. Y es algo a reivindicar, desde luego. El filósofo italiano Mario Perniola llama a estas figuras lumpenintelectuales. Quien esto escribe, desde luego, reivindica absolutamente esa forma de conocimiento. Una cierta indigencia, especialización del saber y el modo de vida, autonomía en el nivel poético que se le da a la lengua, elitismo y populismo a la misma vez. En fin, mi interés por cómo expresan el conocimiento del flamenco José Luis Ortiz Nuevo o José Manuel Gamboa tiene esa raigambre, ya lo he dicho otras veces. “si Hitler hubiera nacid o sevillano habría sido pregonero antes que Führer”
Es verdad, aunque no parezca raro, que se está exigiendo a cierta crítica del flamenco, a sus conocedores, unos conocimientos, valga la redundancia, en artes visuales, teatro, literatura, agricultura y ganadería que, quizás, como escribe Manolo Bohórquez, no se corresponda con su casta. No vamos a abundar ahora en estos defectos propios de la troupe crítica local. El Flamenco Enmascarado ya los satirizó en La caspa (https://elestadomental.com/diario/ la-caspa), espejo memorable donde el estilo particular de cada uno acaba satirizando su propia práctica. ¡MMM escribiendo contra sí mismo con estilo gramatical sui generis de MMM! Pero la excesiva contundencia paródica de
El Flamenco Enmascarado parecería destinada a pedir, de algún modo, que esta fauna desaparezca. Y no es así, no. El equilibrio ecológico está en juego. El buitre, la hiena y la rata almizclera son tan necesarios para el ecosistema como el águila, el león o el hámster. Es más, el rol castizo que cumplen es necesario y vital para la esfera pública que debe construirse en torno al flamenco. Sólo la dialéctica antagonista puede ofrecernos un espacio en el que la creación, su potencia, tenga una eficacia política, estética, biológica incluso. Lo más preocupante no son, como decíamos, sus fallas en otros campos estéticos sino sus carencias en el propio campo, abierto y restringido a la vez –¡sí, los hermanos Machado también leían a Mallarmé!-, que debe ser el flamenco. Por ejemplo, Manolo Bohórquez es incapaz de distinguir un baile flamenco si este no viene acompañado de la música que le corresponda. No sabe, por tanto, que el baile tomó autonomía del cante hace ya algunas décadas –si es que no fue así casi siempre-, marcando además su evolución más moderna. Las seguiriyas, las alegrías o las peteneras que hoy interpretan cantaores y tocaores se lo deben todo al baile. Así, con esa capacidad propia, suenen ruidismos o piezas del clásico J. S. Bach, el baile puede ser flamenco por mor del vocabulario coreográfico propio que desarrolla. Eso fue así desde los tiempos de La Argentina y Vicente Escudero, no es nada nuevo, no, aunque este desarrollo artístico no venga oficialmente recogido en ninguna partida de bautismo. Y a MMM le ocurre otro tanto. Martín Martín, y Martín, se dedica a contar ayéos, silencios e inflexiones para ver si los estilos hay que ponerlos en Utrera, Alcalá o Mairena de los Alcores. Ni Antonio Mairena, ¡bendito sea!, pensó nunca que los estilos que exponía con
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taxonomía poética pudieran constituirse en otra cosa que en un ejemplo de la variedad estilística y riqueza musical del cante y no en el manual policial con que controlar sus cepas. “Veo a gente contando los ayes con los dedos y eso me da pena”, escribió Mairena a Ricardo Molina. MMM, famoso por confundir la caña y las cañas en la obra discográfica completa de Mairena, debería escuchar la música y no fijarse tanto en lo que se escribe en la portada de los discos, siempre polvorientas, ¡mejoraría su olfato! Y, ¡qué decir de nuestro pregonero! Como escribió recientemente Juan del Campo, “si Hitler hubiera nacido sevillano habría sido pregonero antes que Führer”. García Reyes, Alberto, va de especialista en guitarra. Sus gazapos son famosos. Atildado, como guía turístico sevillanísimo, presume de su saber, en plan concurso del Un, dos, tres, y sigue repitiendo estilos y manierismos como si se tratase de adivinanzas. “Mira, eso son unas alegrías”, sopla al oído del escritor de turno a quién acompaña en el tablao o en la Fundación Cristina Heeren, mientras la muchacha bailora se esfuerza con su tanguillo. ¡Bueno, eztamo en Caí, berdá! Después, una soleá va en tono de taranto y se confunde… Y esa cara de duda que se le queda cuando la seguiriya arranca y no sabe si son tanguillos, bulerías y, ya viene, ¡ah!, reconoce un signo, seguiriyas, por fin, y lo apunta y se le alegra la cara como si estuviese escribiendo la crónica de un pleno del PP.
Ya digo, no se trata de que su proverbial espíritu crítico sea más o menos ácido o maleducado, no. Por supuesto, su incidencia es mínima en quien no entiende ya el flamenco de manera reduccionista. Es la confusión que causan en su propia afición, los tics que les hacen repetir a sus lectores y, también, hay que decirlo, la virulencia que introducen en las polémicas del género. A mí, particularmente, me parece muy bien que el público se empodere y proteste. Que vuelva el famoso “¡este cuadro lo pinta mi niña!” ante cualquier obra de arte moderno, incluso ante el trazo magistral de un Miró. Sin embargo, cuando se trata de forma condescendiente a la gente, se la engaña con limitaciones propias y anima desde la tribuna pública al burraqueo, pues bien, ese paternalismo de señoritos sólo acaba embruteciendo. La gente acaba por ir a los teatros a protestar, de entrada, sin saber siquiera “qué película echan”, cosa muy diferente a la lógica indignación o al derecho al pataleo. Pero, además, su función desvirtúa algunas de las preguntas que tendríamos que hacerle a los gestores públicos del flamenco. La vieja y cansina polémica de lo viejo y lo nuevo, tradición y vanguardia, reaccionarios y transgresores, sirve para ocultar los verdaderos retos del presente. Por ejemplo, podemos preguntarnos por qué la Bienal se tiene que entregar a las industrias culturales, la rentabilidad turística o el ocasional y dominguero sevillano y no trabaja
en construir un público, autónomo, propio y ancho, para el flamenco. Ser el mejor festival flamenco de Sevilla y del mundo no es difícil, la verdad. No desde aquí, no. El ombliguismo ayuda. El orientalismo ayuda. El capitalismo ayuda. El reto, sin embargo, es que la cita sevillana se convierta en un evento imprescindible, un escaparate potente de la determinada forma de ver el mundo que es el flamenco y compita como plataforma con los festivales de cine o las bienales de arte que se extienden por un ancho panorama internacional. Ni como patrimonio cultural en peligro ni como variedad etnográfica local de las “músicas del mundo”, el flamenco tiene una potencia propia a la hora de construir una esthesis, una forma de ver el tiempo, el espacio, la vida de la gente. La Bienal tiene que tomar partido, apostar cada dos años por dar versiones concretas y coherentes de la complejidad y variedad de sus manifestaciones; tomar un partido estético y apostar por un discurso específico, que nada tiene que ver con un binarismo casposo, entre ultramontanos y futuristas. Ahí estaban Rocío Molina y La Chana demostrándolo, cada una en su silla. Y olvidarse de ser feria de zapatos, catálogo de productos típicos o un simple balance económico de la ocupación hotelera. Precisamente porque todo eso ya lo es, lo tiene, lo produce, puede dedicarse ya a trabajar otras esferas. -
HEREJES DEL SUR
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Guadalupe Tempestini
“El títere tiene una c a pa c i d a d i m p o r ta n t e pa r a d e n u n c i a r l a i n j u s t i c i a” Texto: A. L.
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omo la letra de un tango, marchó de su Argentina natal en un barco que la llevaría a una ciudad desconocida, Sevilla, huyendo de la feroz dictadura. Por amor se enamoró del teatro y los títeres, y se convirtió en agitadora cultural de la ciudad, que le debe, entre otras cosas, el Festival Internacional del Títere y un referente mundial del teatro para niños, el Teatro Alameda. Más de treinta años al frente del Festival y un cuarto de siglo dirigiendo la sala teatral le permiten confiar en el futuro cultural de una Sevilla “pujante y creativa, nada tópica”. Nos recibe en su casa del Aljarafe con su perra, ya vieja y ciega, y una cohorte de confidentes de cartón y madera. Rodeada de sus marionetas, responde con suave acento argentino, que es una caricia transoceánica. ¿De dónde le viene su pasión por el teatro? En realidad yo soy antropóloga. Cuando terminé la carrera, gané una plaza en la Facultad, pero llegó la dictadura en Argentina y fue una de las facultades más castigadas. Hubo muchísimos desaparecidos. Las que estábamos allí renunciamos porque era una cuestión de vida o muerte. Luego, establecí una relación afectiva y a él le debo haber adoptado esta pasión por el teatro y las marionetas. Era marionetista y yo me fui formando a través de él. Ahí empezó mi aventura y poco a poco me fui enamorando. Amor y dictadura, parece un relato de Benedetti. Establecimos la pareja y creamos la primera escuela terciaria de teatro de títeres en Rosario. Ahí se creó la profesión de profesor de títeres. Al final de la dictadura, yo quería resistir, había gente de nuestro entorno que era raptada o presa. A Alcides le aplican una ley por la que no puede trabajar en cultura ni educación durante cinco años, que también se aplicó a quienes teníamos una actitud de “lucha pasiva” por los derechos humanos. Por eso decidimos irnos. ¿Qué opina de iniciativas de justicia internacional como las de Garzón? Fantástico, es la única manera de ir luchando contra las injusticias. Argentina ha logrado por suerte meterlos a todos presos en su momento con la Ley de
Punto Final. En España cómo es posible que nos neguemos a tomar una decisión así, que me parece, a mí que soy atea, de caridad cristiana. Después de tantos años, que puedan encontrar a sus familiares y enterrarlos, y no les damos ni siquiera los recursos. Es muy triste.
gente de distintas compañías. Las primeras reuniones en La Carbonería y luego en San Hermenegildo, donde encontramos la mano tendida de Pedro Álvarez Ossorio y Chus Cantero. Nosotros veníamos muy formados y pudimos ir devolviendo a Sevilla ese apoyo y solidaridad.
¿Cómo llega a Sevilla? La historia es muy divertida. Como Argentina es muy grande, allí los titiriteros se dividían geográficamente el país para trabajar. Alcides se vino antes, yo me vine luego con dos nenes de tres y cinco años en barco. Vinimos con un permiso de trabajo. Tuvimos la suerte de que nos tendieran una mano al llegar: Alberto Cebreiro y Luis Ghiringhelli nos ayudaron. Alcides se juntó con Alberto, que trabajaba en Valencia, y Luis, que lo hacía en Madrid, y dijeron cuál es la tercera ciudad más importante de España: Sevilla. Decidieron en una mesa que nos tocara Sevilla.
¿Nace entonces el Festival de Títeres? El primer festival se hace en la sala San Hermenegildo propuesto por nosotros, pero su director era Pedro Álvarez Ossorio. Cuando decíamos que éramos titiriteros la gente preguntaba “¿Y dónde está la cabra?”. Una pareja joven con dos hijos… no lo entendían. En las primeras funciones nos disfrazábamos y salíamos en pasacalles para anunciar el festival, que ahora es la actividad más antigua del Área de Cultura en democracia.
¿Qué ciudad se encontraron? Uy, esa Sevilla… Yo me siento formando parte de la historia de Sevilla. Llegamos en el 81 y se estaba gestando España, todo estaba en ebullición y por hacer. Prácticamente no había nadie que trabajara con títeres, solo Julio Martínez Velasco y alguno más. La gente estaba con muchas ganas de hacer cosas. ¿Y se hicieron? El primer año creamos la UNIMA (Unión Internacional de Marionetistas), la primera de España, con los titiriteros y la gente del teatro. Paco Cornejo, Martínez Velasco y
¿Y después? Al principio trabajé como titiritera, de profesora en los talleres; luego, al tener dos niños, opté por la gestión y el trabajo artístico lo hacía Alcides. Colaboré en los cursos del Cortijo del Cuarto, donde nace el Instituto de Teatro; allí se impartían cursos internacionales de títeres. Luego gané mi plaza en el Área de Cultura. Alcides crea la Escuela Taller de Títeres con dinero de los fondos europeos, donde nacen compañías actuales importantes. Se hicieron muchas cosas… ¿Los títeres es cosa de niños? ¡No! Es una idea errónea, un tópico. Cuesta mucho “vender” el teatro de
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títeres para adultos. Es una disciplina que se ha desarrollado tanto o más que el teatro para niños en cuanto a investigación y experimentación en distintas técnicas. En Europa hay compañías importantísimas de títeres para adultos y es tan común como ir a ver el de niños. ¿Cuál es la receta de una buena obra de títeres? Lo importante es tener objetivos muy claros al crear un espectáculo. Obviamente debe haber un oficio, una idea, saber lo que uno quiere transmitir y elegir la técnica de títeres más adecuada para lo que se quiere decir. En el caso de los títeres para niños, aparte de la calidad, una coincidencia entre los intereses de su edad y la temática. ¿Qué opina de la polémica de los titiriteros en Madrid? Vergonzosa, de la Edad de Piedra. Hubo otros intereses políticos lamentables. El títere de cachiporra es un títere violento, que denuncia, y tú puedes estar de acuerdo o no. La cultura no puede estar limitada por lo que han dicho los jueces. Además, si era en la calle y no estás de acuerdo, te vas y te llevas a tu niño. ¿Son peligrosos los títeres? Creo que sí. El títere tiene una capacidad importante para denunciar situaciones injustas. Las comedias del arte, el títere de cachiporra, los polichinelas, surgen precisamente en momentos de gran represión social para denunciar esas cosas de manera solapada y con la ficción.
poder económico. Yo creo que la fuerza popular puede ir contrarrestándolo, aunque cada vez es más difícil por la situación y por el control de los poderes económicos. ¿El teatro es un antídoto para ese control? El teatro es formador y ayuda a la creación de valores. También ayuda a ese futuro ciudadano y a que el niño lo pase bien. Es importante arriesgar, con propuestas innovadoras, vanguardistas, huir de lo comercial y lo banal. Me niego a esos espectáculos fáciles de ji ji, ja ja… no hace falta que sea la Enciclopedia Británica, pero debe transmitir valores y contenidos. ¿El niño es una prioridad política? Todo el mundo se llena la boca y luego no hay un verdadero apoyo a programas para niños. En Primaria han desaparecido las materias de teatro y artísticas. El teatro es educador como las artes. Hay un desprecio en la enseñanza hacia ellas.
¿Dónde hay más títeres, dentro o fuera del escenario? (Risas) A veces, los títeres de dentro se comportan mejor que los de fuera. Hay muchos afuera…
Quizá el teatro sea anacrónico para los niños de hoy. Competimos con la televisión y la informática. El niño está acostumbrado a la satisfacción inmediata a través de la tele y la realidad virtual. El teatro tiene otro tiempo, es el disfrute de algo que se va desenvolviendo lentamente; es como ir saboreando un helado lentamente.
¿Quién los maneja? Ah… Los poderes… Las ideologías y el
¿Cómo se les atrae? Con un buen producto, con buen teatro,
algo que les interese. Los infravaloramos, creemos que no sienten, no piensan, que son pequeños adultos, y no, el niño tiene una psicología totalmente diferente al adulto. Hay que buscar obras que les ayuden a comprenderse a sí mismos porque así podrán comprender a los demás y podremos contribuir a crear ese hombre del mañana. ¿Hay buenas y malas interpretaciones en las marionetas? Sí. La mala es cuando no llega a la marioneta y queda en el actor. En la buena interpretación te olvidas absolutamente del actor y miras a la marioneta, que sí tiene vida. En Japón dicen: Malditos aquellos que son capaces de ver los hilos de las marionetas. Cobran vida… Me contaba Martínez Velasco que le robaron una marioneta. De pronto vio a un niño que la tenía en la mano y le decía: “Gritá ahora, ¿por qué no hablás ahora?”. No se la quitó porque era destrozarle la magia al crío. Acto final: un deseo. Me gustaría que hubiera una continuidad en teatro para niños en Sevilla, en el Teatro Alameda, porque ya llevamos veinticinco años, hemos creado un público importante y somos un referente mundial. Puro teatro - Vicentico
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