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Editorial

La “carpintería” de los jesuitas en LojaR evisando la historia de los jesuitas en Loja sin los cuales no se puede construir las identidades de este territorio, me acorde de la biografía del fundador cuando se establece el dialogo entre Ignacio, el fundador de los jesuitas, y Laínez que me resulta profundamente iluminador para lo que quiero exponerles. El padre Laínez le pregunta a San Ignacio: ¿Si Dios te preguntara ir ahora mismo al cielo o seguir en la tierra trabajando por Él, que escogerías? Ignacio le responde sin dudarlo, lo segundo. Estoy de acuerdo con la respuesta. Tenemos que “luchar” por nuestros principios y no podemos renunciar al combate ni siquiera cuando la audacia se presenta como una comodidad eterna, a veces, se anuncia en forma de “carpintería” y sientes que el serrucho emite un chismoso ruido bajo tus pies. El riesgo es parte sustancial de la condición humana. No se puede en este mundo hacer nada serio sin exponerse, con frecuencia, al fracaso. Y, desde luego, la única manera de no equivocarse nunca es no hacer nada, algo que algunas instituciones premian. Creo que la obsesión por la seguridad es uno de los Director más graves obstáculos para realizar una vida, una vocación, un plan de trabajo. No excluyo, claro está, la prudencia, la reflexión antes de la acción y el saber elegir las mejores circunstancias para emprenderla. Y, entonces,… este editorial escrito el día 10 de agosto por el primer Grito de la Independencia tiene la lectura histórica que le encuadra. Necesitamos “vitaminas e ignacios”, algo que, a veces, levanta poca simpatía cuando oculta el brillo de los “héroes”. Los jesuitas se tuvieron que ir de Loja porque Carlos III en España a principios del mes de abril les demostró la “carpintería” que había preparado desde antes. ¿Cuál fue el motivo? Ser acusados de servir a la Curia en vez de al Rey, el motín de Esquilache y defender el laxismo en los colegios y las universidades. ¿Qué significó el motín de Esquilache? Una revuelta de carácter social con reivindicaciones políticas y económicas expresadas de forma ingenua, algunos sintieron que atentaba contra el poder real y los privilegios de la nobleza. ¿Cuál fue la consecuencia de la expulsión de los jesuitas? Quedó al descubierto todo lo que habían aportado. ¿Qué enseñaban los jesuitas? A pensar, por ejemplo estudiando Matemáticas. ¿Qué paso después? Que quisieron que volvieran y ellos ya habían tomado otros caminos, menos seguros. La vida y el trabajo merecen ser queridos y amados. Y lo merecen a pesar de que uno sabe de antemano que se recibirán en el trayecto muchas zancadillas, que no escasearán los tropezones y serruchadas, deliberados o sin querer. Pero si uno tiene miedo a tropezar alguna vez, más le vale no levantarse de la cama cada mañana, ni siquiera el día del Segundo

Grito de la Libertad de “nuestra” Ga-

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ceta Cultural. Entonces se consigue no sufrir, porque ya se está muerto.

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