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Dos años de la Gaceta Cultural

José Carlos Arias Á.

ara emprender en hacer Cultura escrita hay que ser un poco Quijotes y no solo en Loja, sino en todo el mundo. Hoy que el mundo ve y no mira, escucha y no lee, resbala y no se contempla, corre y no se piensa; ya saben lo de generalizar, siempre con notables excepciones. Y resulta que con todos los altibajos y mucho más que se pueden imaginar, ya cumplimos el segundo año de vida. ¡Feliz existencia! Un buen día apareció por mi oficina Hugo Martínez Espinosa y me planteó que le colaborara con su particular hidalgo y sin pensarlo dos veces le conteste que Sí. Después, solo era cuestión de ponerse de acuerdo con “esa visita del Ángel” y abrirle la ventana para que nos acompañara, solidario, audaz e inteligente. La Historia, según los clásicos, es la maestra de la vida. Pero un conocido refrán nos advierte que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. ¿Conclusión? Que sabemos muy poca historia y la que conocemos la repetimos una y otra vez. ¿Será verdad? Mantengamos la esperanza. En la actualidad, nuestras inquietudes ante los desafíos que nos asaltan son las mismas que experimentaba Ulises en la Odisea. La diferencia es que el héroe griego sabía lo que tenía que hacer mientras que nosotros, hemos perdido capacidad de mirar, leer, contemplar y analizar. Es por eso que resulta tan difícil cumplir años haciendo Cultura. En la historia de las Columnas de Hércules, hay un punto final. “Non plus ultra” (No más allá). Cierto que no nos gusta que nadie nos marque límites, pero… es como si nada mas empezar algunos ya es-

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tuvieran esperando el final. ¿No es la envidia a la que le gusta poner los límites de las cosas? Tal vez, después de todo, nuestros abuelos griegos o mayas no estaban tan desencaminados. Casandra, con el don de predecir el futuro y con la maldición de no ser nunca creída, parece más viva que nunca, contra los que no permiten consP truir y soñar. Ulises, guiado por su curiosidad tanto como por su astucia, se aventuró a explorar lo desconocido y a poner a prueba sus fuerzas. ¿No nos recuerda su ejemplo que la vida es la más apasionante de las odiseas? ¿No encontramos ahora, en plena era digital, todo tipo de cantos que pretenden embaucarnos con sus promesas? “Quienquiera que se mire al espejo de los héroes y de los antihéroes de la épica, no podrá evitar reconocerse en las debilidades, en definitiva en los rasgos que los hacen humanos”. Aquiles eligió vivir una vida intensa y morir joven, pero fijar su recuerdo en la eternidad, antes que llegar a viejo y que su memoria se desvaneciera. Incluso en una civilización materialista como la nuestra, el sueño de algo que nos trascienda no deja de empujarnos más allá de una rutina sin sentido. Entre tanto, cada vez que nos asomamos a las redes sociales, contemplamos una cascada de odios y egos desatados, algunos revestidos con disfraces culturales. Si los griegos se daban cuenta de que los extranjeros también eran seres humanos, que lloraban por sus seres queridos como todo el mundo, ¿No deberíamos sentir la misma compasión cuando algunos llegados de fuera buscan un futuro para todos? ¿O es que no admitimos que puedan querer a su territorio tanto o más que nosotros? Nuestro mundo por desgracia, no siempre entiende que el mito, puede ser portador de enseñanzas profundas acerca de lo más íntimo y esencial de cada persona. Por eso es que estamos celebrando los dos primeros años de vida.

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