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Las faldas revolucionarias

Aquiles Jimbo C.

ás allá de una impostergable necesidad de cambio en la estructura y el convivir social de una nación, es indispensable resaltar que, entre la aspiración de un cambio rápido y profundo se encuentra como protagonista y siempre como víctima, el ser humano; el oprimido, el explotado, el esclavizado y el invisibilizado. En este proceso histórico imprescindible y trascendental, participaron con inusitado desprendimiento y amor por su patria, una larga lista de inspirados personajes, en cuyos retablos paradigmáticos consta la presencia de ilustres y sacrificadas mujeres que, con su determinación y valentía hicieron posible la materialización de la utopía y la necesidad urgente de alcanzar la libertad, en aquel glorioso evento inusitado, llamado “Primer Grito de Libertad” en la América Hispana y particularmente en la Real Audiencia de Quito, en lo que hoy constituye nuestro querido Ecuador. Fue Manuela Espejo quien, junto a su hermano, el ilustre precursor Eugenio de Santa Cruz y Espejo, perseveraron en los nobles ideales libertarios impresos

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en las columnas de las “Primicias de la Cultura de Quito” y en la “Escuela de la Concordia” para llegar con su mensaje de dignidad hacia la sociedad oprimida, cultivando así la inmanente semilla de la libertad, entre los años 1770 y 1790. Para consolidar el “Primer Grito de Libertad” en la madrugada del 10 de agosto de 1809, se hizo indispensable el liderazgo y la actitud preponderante de doña Manuela Cañizares y Álvarez M para imponerse ante la incertidumbre de los complotados que flaqueaban cuando el proyecto libertario se desvanecía. Fue esta noble e ilustre mujer quién, iluminada por los resplandores cívicos de Manuela Espejo protagonizó uno de los más gloriosos acontecimientos revolucionarios y con ello la consagración de la capital de la Real Audiencia como “Quito Luz de América”. Luego de tantas jornadas incontrastables por la valentía y el patriotismo demostrados, surge en escena la hermosa quiteña Manuelita Saens, quién vistiendo uniforme militar y desechando todas versatilidades del cómodo vivir, se enroló en las filas libertarias y junto al Libertador Simón Bolívar culminaron la jornada, entregando para los pueblos de América y el mundo el sublime legado de la libertad. La ejemplar actitud de las “Manuelas” fue sin duda la inspiración para que tantas mujeres a través de la historia, ostenten orgullosas sus faldas impolutas para entregarse por entero al trabajo creador y a la lucha sin tregua para alcanzar espacios y tiempos en los que impere LA LIBERTAD, LA IGUALDAD Y LA FRATERNIDAD entre seres humanos.

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