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La historia detrás de la dulce adicción que nos está destruyendo
Los seres humanos tenemos una predisposición natural por los sabores dulces y siempre hemos buscado diversas formas de endulzar nuestra comida, eso lo sabe la industria azucarera, quien a lo largo de la historia ha incurrido en múltiples prácticas, algunas de dudosa ética, que han alimentado nuestra adicción hacia lo dulce y al mismo tiempo han causado un verdadero problema de salud pública.
La luna de miel
La miel era la forma natural de endulzar la vida en la América prehispánica hasta que Cristobal Colón trajo las primeras plantas de caña de azúcar, las cuales prosperaron en el Caribe. Durante años el azúcar fue considerado como un producto de lujo en Europa, hasta que poco a poco se hizo más asequible y finalmente en el siglo XIX se convirtió en un producto de primera necesidad.
Antes del desarrollo de la industria azucarera en todo el mundo, la práctica de agregar edulcorantes a la comida fue limitado a unos pocos artículos, pero con el avance de la industria alimenticia, el sabor dulce fue un elemento que se volvió cada vez más importante a la hora de vender una amplia gama de productos: desde bebidas, pasando por golosinas, hasta artículos menos obvios como cereales para el desayuno o salsas para pasta o panes.
El engaño del siglo
Un reciente informe de la Universidad de California reveló que entre 1960 y 1970 la industria azucarera pagó a renombrados científicos de la Universidad de Harvard para minimizar la relación que existe entre el azúcar (la sacarosa y sus derivados) y las enfermedades cardíacas.
El objetivo de la industria, según el estudio, fue promover que la causa de las enfermedades del corazón se encontraba exclusivamente al consumo de las grasas, engañando a la comunidad médica y en la sociedad en general.
Desde el año 1970 al 2000 hubo un aumento del 25 % en la cantidad de azúcares añadidos en los productos alimenticios (principalmente con jarabe de maíz de alta fructosa), después de ser clasificados como “seguros” por la Oficina de Alimentos y Medicinas (FDA). En este mismo lapso los índices de obesidad aumentaron.
Un amargo despertar
Años después, una investigación del New York Times denunció que la industria de bebidas azucaradas, aportó millones de dólares para la elaboración de un estudio que buscaba minimizar la relación entre estas bebidas y la obesidad, diciendo que los problemas de sobrepeso aparecían exclusivamente por la falta de ejercicio físico y no tanto por los malos hábitos alimenticios.
Hoy el consenso de la comunidad científica es que son los azúcares los principales responsables de crear condiciones que afectan al corazón.
Tristemente, muchos productos que figuran como “saludables” tienen enormes cantidades de azúcar oculta: Aderezos para ensalada bajos en grasa, barras de granola, cereales bajos en grasas, agua vitaminada de sabores, purés de fruta envasados para bebés, galletas saladas bajas en grasa, y los yogures, son algunos de los productos que venden una imagen de salud pero que al final la afectan negativamente.
Según un reporte de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) uno de cada tres adultos en Carolina del Norte padece de obesidad. Esta es una cifra alarmante, pues el sobrepeso y la obesidad pueden dar paso a condiciones como la diabetes o las enfermedades del corazón, las cuales están diezmando a nuestra comunidad.
La mejor herramienta que tenemos contra estas prácticas inmorales de las industrias es estar bien informados, leer las etiquetas de los productos que consumimos y tomar conciencia de que debemos evitar los alimentos con azúcar o endulzantes añadidos. Si siente deseos de comer algo dulce, prefiera una fruta natural.