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Su reputación puede abrir o cerrar puertas: La historia de Cámara Escondida
Querámoslo o no, el cúmulo de nuestras actitudes e interacciones deja una huella en las personas que nos rodean y esta reputación nos seguirá a lo largo de la vida. Su puntualidad, su ética de trabajo, si cumple o no con los plazos establecidos, si es optimista o pesimista, todo da cuenta de quién es usted y la comunidad a la que representa.
Labrar una reputación le abrirá o cerrará las puertas a oportunidades. Para bien o para mal, su reputación lo seguirá aún más allá de las horas laborables. Una curiosa historia sobre el secuestro de un avión nos puede dar una idea de la importancia de este tema.
“¡Sonría! ¡Está en cámara escondida!”
Allen Funt fue un carismático publicista, productor y radiodifusor quien tenía fama de bromista. En 1947 tuvo la idea de hacer bromas a la gente, grabarlas y trasmitir sus reacciones por la radio, en un programa al que llamó “The Candid Microphone”. Este programa se popularizó tanto, que años después fue adaptado a la televisión bajo el nombre: “Cámara escondida” (Candid Camera).
Al principio parecía que las personas no entendían el concepto del programa, muchos pensaron que era cruel engañar a las personas con bromas. Funt ideó una manera de combatir las críticas añadiendo una frase icónica. Cuando se le hacía una broma a una persona y justo antes de que perdiera la paciencia, el personal del programa le decía: “¡Sonría! ¡Está en cámara escondida!” y al final todos reían.
El programa se convirtió en todo un éxito, transformando a Funt en una celebridad, todo un referente de la televisión humorística y de las bromas pesadas. Sin embargo esta fama lo pondría en aprietos.
Confundieron el secuestro de un avión con una broma
El 3 de febrero de 1969, Funt, su esposa y sus dos hijos pequeños abordaron el vuelo 7 de Eastern Airlines en Newark, Nueva Jersey, con destino a Miami, Florida. Una vez transcurrida cerca de una
Diego Barahona A.
hora en el aire, dos hombres se levantaron de sus asientos, sacaron cuchillos, amenazaron a las azafatas colocando la daga en el cuello de una de ellas y avanzaron hasta la cabina del piloto.
Al cabo de unos minutos se preguntó por los micrófonos de la cabina si alguien sabía hablar español. Poco tiempo después el piloto haría el anuncio: el avión había sido secuestrado y ahora se dirigiría hacia Cuba.
Los pasajeros estaban aterrados. Se miraban unos a otros tratando de entender lo que estaba pasando. Fue entonces cuando una mujer reconoció a Funt, quien estaba sentado algunos asientos adelante. “¿No es el presentador de Cámara Escondida?”, dijo en alta voz señalando a Funt. El resto de pasajeros comenzaron a mirarlo y poco a poco se echaron reír.
Funt intentó reiteradamente persuadir a sus compañeros de viaje de que el secuestro era real, pero fue en vano, muchos se pusieron a buscar dónde estaban escondidas las cámaras. Según recordó la hija de Funt, incluso hubo pasajeros que aplaudieron y se reclinaron en sus asientos para seguir disfrutando del viaje. Al cabo de unas horas el avión aterrizó en la Habana, Cuba.
¿Qué clase de huella estamos dejando?
¿Qué tipo de reputación tenemos en nuestra profesión, en nuestra comunidad, o en nuestra familia? ¿Tenemos fama de ser responsables y trabajadores, o de fiesteros y despreocupados?
A finales de los años 90 fue introducido el concepto de “marca personal” (personal branding), una práctica que ha cobrado fuerza en el mundo de los negocios. Se refiere a la idea de cuidar nuestra imagen profesional con tanta minuciosidad, como si fuera una marca comercial.
Cuide su imagen personal, procure dejar una buena impresión en la gente con quien trata, cuide de manera especial lo que coloca en las redes sociales. En palabras del sabio Rey Salomón: “Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación”, Proverbios 22:1.