Elijo Natalia Romero
Ediciones La Parte Maldita
Diseño de tapa y diagramación: Ed. La Parte Maldita © 2010, Natalia Romero http://nataliaromeropoesia.blogspot.com Derechos exclusivos de edición en castellano reservados para todo el mundo. © 2010, Ediciones La Parte Maldita Bolivia 269, Ciudad de Buenos Aires edlapartemaldita@gmail.com http://edlapartemaldita.blogspot.com Primera edición, diciembre 2010 ISBN Hecho el depósito que prevé la ley 11.723 Impreso en la Argentina
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A Romina Freschi, por su enseĂąanza amorosa. A Santiago Kahn, por su gesto hermoso de publicar mi primer librito. A MatĂas BerĂłn, por haberme puesto debajo de tantos cielos.
Me conseguí un sifón color naranja. voy a llevarlo a lo de Josefina para ponerle soda al Cinzano con mucha gracia. en cada vaso un chorro de amor. la soda efervesce el momento. tengo que tener siempre un sifón para enamorar a mis amores. si dejo todo librado al azar la vida se me escapa. sólo Cinzano y soda. ésa es la clave. el amor está delante tuyo, sólo hay que saber bajarlo.
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Achanchada rosada. Cada maĂąana mirarte es mĂĄs hermoso que cualquier cielo Deseo letal de manos amorosas Horno de mi pecho Cachetes pegados Mis manos arden La locura del cuerpo.
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Me mira el árbol amarillo lo veo parado entre la maleza. todo el valle brilla puedo ver las hojas apuntándome. Nos reconocemos en medio de la fiesta de otoño el árbol tiene forma de cono. puedo ser una nena que trepa a la cima y chupa el árbol como a un helado gigante de vainilla. Al lado hay un cartel con un ciervo. Me quedo esperando que venga Bambi corriendo por el pastizal el oro y el blanco cervatillo inmaculado. Pero nunca llega. El árbol amarillo me está mirando, se mueve con el viento, no deja de mirarme.
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Dicen que pareces un ave. deben ser tus manos largas. tu manera de ir. ese mismo viento. el delirio de irte. el viaje siempre a mano. la huĂda. alas de abrigo. debe ser tu calma que me deja quedarme. ave verde.
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Sentada en una piedra me filmaste. me dijiste que diga algo. uff dije mucho. si algo se filma se queda ahĂ, es el instante. todo el mar, sin final. todo lo que era de amor. quise hacerlo entrar en un cuadrado.
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En la estación se posa el niño. arrugado. arrancado. La Pampa la tierra nada es del todo suyo. pasea, se estanca. es un sapo en un estanque de agua verde, el agua más verde que se haya visto. el niño llora y nadie lo oye. bajo el agua el sonido se diluye.
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La ropa gira en espectáculo para el niño. la china entrecruza sus manos calientes, mira el horizonte de círculos contiguos. la lavandera huele el olor a lavanda. celeste el humo del aire. la lambada pasada por agua. lavada. enjuagada caída chorreada, bamboleira. el niño toca el vidrio del lavarropas, su mano se queda en el costado azul.
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A mi hermana
Es que estando ahí parados vemos el mundo olear. qué maravilla hay tres loros verdes bien verdes en mi balcón. olemos los nardos las nalgas agitarse fervientes de sol. húmedas de brillo. aloe veras roseando su líquido humectante. óleo turquesa huelo óleo. tu hijo canta allá atrás de una nube. en la cuna de la ventana llora el bebé solo. la madre lo abraza. lo mece lo besa lo toma lo palpa. el niño es solo un bichito valiente, olea. ansiando todo lo que sea de piel. me pregunto. ¿y si tengo un hijo? y si dejo salir mi mamá naciente y la dejo ahí. la pongo en un estantecito y la miro. ¿si del amor que brota brota un niño? surge sereno el brote verde que trae el tiempo. el hijo es amor y si es de amor no se quiebra. me miro en el lago y soy una parte de la montaña que mama de la tierra. quedo
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encima del tope, alzada encallada en el valle de árboles serenos. en la ventana de enfrente teje la señora de cortinas azules. muerdo el gajo de naranja dulce y pienso si ella pudiera verme qué pensaría. me queda el olor a naranja en los dedos. me acuerdo que necesito guantes, que me cago de frío en invierno que se me secan las manos y se agrietan los dedos. muerdo el gajo. paso el dedo por la crema y lo chupo. bien bien chupado el dedo de crema. que no queden rastros. que fluya la pasta blanca flotante del amor. el amor se chupa se mama se llora. tan simple como decirlo. como el agua hirviendo en la olla. el café con leche espumoso la leche y nace la nata la capa la tapa dura blanca de la leche. en las alacenas Jorgelina dejó dos tarritos. mi favorito es el amarillo. mi café con leche es más rico si uso el jarrito amarillo que dejó Jorgelina. entendí que sólo pronunciarlo. decir. largar el llanto todo para que ni una cebolla sola me ataque de nuevo. miro por la ventana y la busco. quiero verla a ella otra vez. mirar sus ojos color gris. su amor se le fue, qué más entonces. parecido al espejo. vení yo te cuido, te hago ravioles te plancho
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el pelo, te erizo la piel. te pongo las manos sobre las mías, te hago de guante, te canto, te beso, te arrullo. y si te suelto la mano, ¿te caes? ¿te caes? o flotás y volvés a decirme todo de nuevo. volvé. vení un rato sentáte. tomemos mate, hablemos de vos. yo te cuento un poco de mí, de mis decepciones de mi amor, de mis sexos, de mis veces sin dormir, de mis pasos, mis dolores mis manchas mis ganas mis mamas mis almas o andas o antes. me dijo que si mamá nos viera estaría feliz. ahí entendí todo. te recorro entero. te rasco la barba del cuello, sos un felino pequeñito en mis manos. si pudiera volar te volaría conmigo. claro. estoy sentada y lo veo todo claro. el hijo. el viejo que compró lavandina y papas delante mío. los ojos de mi abuelo.
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A mamá
De la cima del árbol amarillo caigo. Dejo mis manos tiradas al suelo. Te veo de espaldas. Traes trinos sobre los hombros. Volviste. Tu cuerpo de mujer alzado vuelto esmeraldas. Te miro te toco las manos te maquillo los ojos. Me poso cuál ave curiosa casi en tu desdén. Celebro tu recuerdo espaciado tu boca de silencio. El festejo de los días blancos. La manta que cubre los pies desnudos. Las olas del mar bajitas rodeando la orilla. Quién puedo ser. Cuál de los halcones que vuelan ahí dentro del cielo. Cuáles del color del azul. De los dragones ardiendo. Embebidos en la sangre feroz que brota de la tierra. Ahí es que la suela de mi zapato se rompe.
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Y siento la arena entrando caliente abraza. Huelo tus pies. Óleo en las aguas del escape. Fuego vivo. Encuentro tu voz al otro lado. Vemos la fuente chorrear el líquido oculto de nuestro llanto. Todavía creo las historias que contás. Todas las hijas bailan canciones modernas En la puerta de la casa de macetas con malvones. En esa cima ese amor no se nombra. No se dice nada de este amor de madre que cargo. No se dice nunca el amor. Todo puede ser. O todo o una mujer. O un vestido de flores negras. O vos y yo frotándonos las manos. Si desde arriba todo se ve mejor. Subamos al tope.
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Humecto mis pieles de óleos que plastifican. Dejo la piel bordeada para el roce secreto bajo la noche clara. Tu boca encendida. Las idas las vueltas. Vos. Los pastelitos. Las migas sobre el mantel. Los sapos en la vereda. El café con leche recién hecho. La mismísima vez que te ví. Remito reitero renazco. Adela está mirando la luna redonda redondísima la luna color azul. Pienso que el amor. O qué. Te esperé con las piernas desnudas, La boca roja. Las manos como las tuyas. El agua fría al desvelo. Chorrea el agua sobre nosotros. Ahí me bautizabas me dabas el nacimiento. Qué supiste. Qué sabrás. Podría quizás yo haberlo dicho todo. Saltar al sur. Mamar la montaña alta de pradera firme.
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Llevarme todas las hojas, pedazos del sendero. De las fotos. Las manos en las fotos. Ahí estoy. Qué hacemos. ¿Venís? Desde donde me ves. ¿Me ves? Adela teje. La veo mover sus manos de arrugas blancas bien blancas. Congruencia cuando este océano brama. El viaje lo lleva el viento. Mi abuelo riendo. La olla el aloe la ola. Parecida a vos.
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En el limbo. Desde una playa, en la raya de tus párpados. Yo. Como si por primera vez me vieras. Sonándome la nariz. Haciendo miguitas. Más arriba, ahí me ves. ¿Y si me tiro al río? El puente es muy alto. Al río riendo rozando raspando las aguas. El sol me quema las piernas. Los ojos tuyos el universo entero. La ventana, la ruta, la ida. Lavo la ropa. Riego las plantas. Sueño con nenes muy gordos que tienen migas en los cachetes. Comen galletitas de chocolate. Me hablan de Adela. La vienen a visitar. Ella de pullover violeta y hebilla de mariposa de plata. Adela come budín de naranja, toma tres mates y ya está. No, todavía no me caso.
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Pero me gustan las flores, los sillones, los floreros de cuello alto, las masas, la hora del té la caída del sol. ¿Me ves? ahí estoy. Debajo de la cascada de agua fría. Tengo la piel de puntitos.
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Compré macetas les puse verde. Riego las tres plantas de hojas verdes de mi ventana. Las hojas. Migas entre tus pantalones. Pueriles vendas. Esas que caen de mí. Estériles. Muerdo la cebolla cruda. Lloro. No no lloro. Te miro y te vuelvo a mirar. Estás ahí. Te elevo estás volando Sos una figurita de cartón en mis manos. Abajo yo. Agua bajo el puente. Corre me corre. Me corro. Caigo dentro tuyo me hundo me pican los ojos. Podríamos haber ido al mar. Cada día más sopla el viento cuál playa desierta. De celeste se pinta la tierra. Sagrada. Corremos al aura. Estamos frente al mar.
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Dios no me ve. Cómo podés no verme si estoy alzando mis brazos hacia vos. Mi enrojecido pecho ruge. Tomamos té. Miramos esas gotas de agua Desde lo alto de las calles los prados la lona la tierra. Cae la miel. Reúne sus mejores abejas. Estaba Marta en las fotos. Llevaba puestos sus niños y sus flores. Mamá, Marta y yo comiendo masitas. El frío entrando por la rendija la ranura. Achicharra. Y además vos. Marta pregunta por vos. Restablezco acumulo redimo. A la mañana a esa hora temprana de aguas en las veredas, salí a buscarte. Se me caían las migas. Se perdían por las baldosas. Ahí parados. Óleo. Muerdo. Las palmas de tus manos son de cartón. Mi ruedo se vuela. ¿Me ves?
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Camino por tu espalda que no se curva, que deja mis pies pisar la piel como caricia. Tu voz ahí, acá. De este lado. El ruido de una gaviota agitándose. Matriz. Alado. Al lado el mar. Encendido. Mojo mis manos de agua que corre. La tierra respira. Entonces para qué. La patria, la zamba. El gaucho gaucha. La excusa del silencio. Me dio por ir. Tomé tu mano esos dedos violentos. Te rasqué la espalda para que rieras. Desde donde me ves. ¿Me veo? veo. Y claro. Qué ves. El despegue. Ahí. Se va el pasto lento delante mío. La vista dista de mí. La indulgencia. Y lo eterno es ahora.
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La playa de noche. Pisamos la arena llovida, Miramos la huella de nuestros propios pies La curiosidad tiene que ver con el tiempo. Un rompevientos color flúo tamaño carpa Quedo inflada como globo aerostático Me salgo a espiarte Te ves igual a mí Estamos en la grandilocuencia del amor.
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La marea sube. el paisaje de las grutas depende del agua. a mares llorabas. la marea te llevó con la corriente. cruzaste las piernas. te encontré en el médano que casi desaparecía. la marea marea. me mece. mamá marea. adónde te ha llevado el agua. el mar baja el río ruge. el agua corre me corre me corro. suerte que el agua sólo me moja los pies.
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Vos venías hacia mí como un ave rapaz. como una nave que nada en el mar. después del todo el instante. ahí vos y yo. en la montaña. en el eterno refugio. en la pileta de lona. o en la sombra de la pared. lo mutuo. yo ilesa siempre. puede ser. un oso polar todo para mí, durmiendo debajo de mi frazada. un rezo. el ruego. el mar me canta al oído cuando duermo. es que cada mañana mirarte. sólo. o todo o qué. la punta, el índice. el extremo del nilo del lente de mi mano en tu voz erguida. en el modo en la lucha en el regocijo. ahí. la calamidad, la calma. el arco y la flecha. ¿llegás? hasta dónde. el hijo frota las hojas del malvón. me construyo alas para volar. de plumas que les robé a los pájaros vecinos. voy y vengo. fui y vine. desde mi casa en la playa veo el mar. dale, sí me agarro. me agarro fuerte. ahí viene la ola. agarráte. a toda velocidad. allá estamos de nuevo mamá Marta y yo. de óleo. de tierra. de cartón. ¿qué quiero? ¿me dejás salir? salida hecha árbol. es decir, hecha río o raíz que se hunde al suelo se aferra. de ramas de flores, de brazos en lo alto. abiertos. para declararte mi amor. y además. me caí de la cama la otra noche. rodé hasta
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el suelo casi que me mojo los pies. el mar helado lo grabamos en un cassette. nos cantaba el mar. mecidos. andando. ¿es lo que tenemos o lo que vamos a tener? querido dios: el que extraña se pinta los labios de rojo o se corta el pelo bien corto. el recuerdo el río el avión. los pájaros que me dan sus plumas todas para mí. yo de blanco alada. de brillitos. del día siempre temprano. iría yo a buscarte pero me dijeron que estás muy lejos. pongo play. escucho la voz que no grabaste. me duermo. y qué más. el niño la pose el velo. la develación.
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Enarbolada. tus pechos son de agua corriendo hacia mí. moro del mar. ahí estamos. vení a verme. puedo esperarte como lobo marino sobre las piedras rocosas. las rocas apedreadas de la orilla son huella. ni río ni viento. de repente un canto una sirena una versión mejorada del paisaje quieto. está ahí delante y yo su río. yo la playa la orilla abierta. qué más. arrimo mis manos a lo álgido del encuentro nuestro. una vez más te dije. en cada recoveco te estoy viendo. me senté en un café al lado de la ventana. era la hora del día en que salías a pasear. ¿y si te declaro mi amor frente al mar? ¿entonces es más grande ese amor? yo te lo declaro, te digo todo entero el amor que te tengo. para que quedemos grabados. pegados como postal. cuando técnicamente el amor puede serlo todo. eso dicen. y además una mujer que besa las manos siempre es hermosa. subí a lo alto del espigón. el mar rompía contra la madera. te vi llegando a la punta del mar. casi casi te alcanzo.
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Esta mañana tuve un sueño. de espalda desnuda ante una playa. eras vos que venías hacia mí. el héroe del río, el buster keaton mío. lo mudo besándome. bravo. tomás mis pies y los dejás a un costado para dar lugar a tu cuerpo sobre el mío. te alzas como una montaña del color de la tierra mojada. sos un aeronauta navegando entre mis dedos erguidos argüidos. en tus ojos el blanco y el negro. en la avidez de tus párpados cerrados mi deseo. y nada más. y eso. y todo lo que rodea el monte. la llama flameante de la lucha. el amén. me arrodillo. no creo en nada más. parada en la otra orilla. ¿me ves? todo es lo que sirve para. el recelo de volver. el agua que se bebe hoy. la mano de la mujer que hace el pan. el horno de barro encendido. el barro prendido. la señora que reza en voz baja. la iglesia erguida. el templo. siempre el templo. siento el templo. el oro en las muñecas. la salida. en cada pecho la voz de lo que queda. en tus manos la entrega. en mis pies pisando el agua el vuelo. la piel roja entre las nubes. la mujer que no sueña. que no llora. hay una mujer que no llora. dejó su pan en mi mesa.
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Claro. y así fue. como lo dijo Eugenia. en la cocina todavía el olor de la pasta frola que hiciste ayer antes de irte. y nada más. la ventana se abre del aire. escucho lo que cae. alucino. retengo mi mirada ahí. la dejo inmóvil. adonde pueda alcanzarte. de lo alto. de lo que queda atrás. allí. podría decir que entonces yo era ésa. la de los pies mojados por la orilla. ahí en la foto. o podría haber sido también la de la marea alta. la que nada mar adentro. deberías haber dejado tu voz grabada en un cassette. para el verano. para eco del mar. así podía encontrarme cada vez que quisiera. para escuchar en el auto mientras manejo la ruta que va a Pehuen-Có. a mi casita del mar. podrías haber dejado palabras tuyas preferidas. así jugaba a repetirlas una y otra vez. la voz tuya grabada. ahí dentro de un cassette. un tesoro eterno para mí. el sonido que de fondo trae el mar. me asomo en la ventana a verte pasar. te veo de pelo suelto. de arena en las manos. más arriba, ahí me ves. esa mañana desperté y habías vuelto. te vi brillando, la piel bronceada, un pañuelo al cuello. estabas ahí delante toda para mí. yo una niña redonda en tus brazos. eso era yo. eso quiero ser.
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habías vuelto de tu viaje allá. habías traído golosinas de colores y chucherías varias. un paraíso en mis manos. me contaste todo todo. me diste la mano y fuimos hasta él. estaba de barba blanca como siempre. de brazos abiertos para amarte. te esperaba. los vi besarse tan apasionadamente que sentí vergüenza. no les quite la mirada de encima. elijo. abro mis brazos y nace un niño dentro mío. vos no venís más. y yo que me portaba bien. y yo que había elegido ser la que nada mar adentro.
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Esta edici贸n se termin贸 de imprimir en Ediciones La Parte Maldita, Bolivia 269, Flores, Ciudad Aut贸noma de Buenos Aires, Argentina.