Exposición en la Alianza francesa en mayo
Los huéspedes secretos
La poesía vuelve sobre el tiempo y sus pérdidas
Cosme Jaramillo y su lirismo vegetal
En octubre 24 de 1902
Cien años de soledad y el tratado de paz de Neerlandia El despojo a los indígenas de sus tierras
Los resguardos de Supía y San Juan de Marmato Doble fondo X. Antologías
En la cañada - Serigrafía
FOTO/JORGE EDUARDO ARANGO VÉLEZ/PAPEL SALMÓN
creación y vida
EDICIÓN 1.173 DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015 MANIZALES - COLOMBIA
El diálogo poético de Latinoamérica
2 | LIBROS|
DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015
DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015
LOS HUÉSPEDES SECRETOS
La poesía vuelve sobre el tiempo y sus pérdidas
Apartes del prólogo que el poeta colombiano Juan Manuel Roca escribió para el libro Los huéspedes secretos. Algunos poemas de la poética donde se vuelve sobre el tiempo y sus pérdidas. Novedad. Papel Salmón
E
l poeta Juan Carlos Acevedo Ramos acaba de publicar su séptimo libro de poemas Los huéspedes secretos en la colección de poesía CantaRana de la Universidad Central del Valle. En ella aparece al lado de poetas como Piedad Bonnett, Darío Jaramillo Agudelo y Carolina Urbano. Este nuevo libro habla de su madurez y su disciplina con el oficio. Ganador de varios concursos nacionales de poesía, traducido al inglés y al rumaní y con poemas suyos publicados en antologías internacionales en México, Uruguay, Perú, Estados Unidos, Rumanía y España, este escritor caldense se proyecta como una sólida voz en su generación.
FOTO/ARCHIVO PERSONAL/PAPEL SALMÓN
Juan Carlos Acevedo Ramos en la Casa de Poesía Silva en Bogotá.
Juan Carlos Acevedo, espía de sí mismo Juan Manuel Roca* Papel Salmón Son varios los registros en los que se mueve la poesía de Juan Carlos Acevedo. De una parte está el día a día con su noche a noche de luces y penumbras, en las plazas de mercado o en “el traspatio de la casa” de un barrio sin heráldica, de otra parte asiste al ritual de un bar urbano en donde bebe vino con una tertulia de ausentes. Tiene una manera soslayada y si se quiere oblicua en la expresión de sus versos. Sin que sea un poeta ligado privativamente a la esfera de lo auto-referencial, hay mucho de su piel, de su gozar y padecer que asalta sus páginas sin los alardes de un yo protagónico: “soy un hombre encerrado en sus palabras”, dice en su poema “Fantasma del viento”. Y es allí donde aparece una línea poética que domina, me parece, lo mejor de su poesía. Es la lucha porque esas palabras que lo habitan, como lo hacen sus “huéspedes secretos”, salgan de sí y traduzcan su adentro, como si el poema fuera el estímulo, la ganzúa, el señuelo, el anzuelo o la llave que extrae del silencio esas voces, esos vocablos que guarda como preciados amuletos. […] Podría decir con Alain Bousquet que “al fondo de cada palabra asisto a mi nacimiento” o como Henri Bosco, “tengo mis amuletos: las palabras”, dos poetas evocados por Bachelard en su poética de la ensoñación y que también estaban urgidos por traducir sus adentros. En todo esto aparece con tino y no poca gracia el juego del otro. El juego de ser otro, uno de los más inmemoriales juegos del mundo desde las infancias fabuladoras hasta el teatro, (bien vale la pena recordar que al decir de Huizinga el juego es anterior a la cultura), le permite al poeta ser uno y muchos a la vez. En el caso de Juan Carlos Acevedo, como ocurre en su poema “El último Shogún”, sus palabras-amuletos, sus continuos nacimientos, le permiten ser fabricante de espadas de acero, calígrafo o arquero, un poco samurái, un mucho Mishima. Ser Yukio Mishima cuando ejecutó el ritual de despedida, la fuga de sí, o un “humilde artesano de Tokio”, es la manera que tiene Acevedo de liberar sus “huéspedes secretos”, de darle respiro al insomnio y a la poesía, dos presencias que siempre harán una extraña pareja en el papel y en la palabra. A propósito de palabras, en la lengua ascética de los diccionarios el vocablo huésped es señalado entre otras acepciones como “persona alojada en casa ajena” (“Diccionario de la Real Academia Española”), como transitorio habitante de un establecimiento, de una posada o de una hostelería. […] Muchos de sus huéspedes se han pasado a vivir a su cuerpo sin permiso y siempre sin pagar su mesada, la
cuota de tan curioso y movedizo alojamiento. “Los huéspedes secretos/ se han tomado por asalto este cuerpo/ y nada puedo hacer”, dice este hotelero invadido, asaltado por los “ocupas” o invasores que charlan a altas horas de la noche y no lo dejan dormir. Ah, pero también tiene a su alcance el exorcismo de la patria perdida de la infancia, “donde todo continúa intacto” y ya uno es el invadido invasor que regresa a bordo de un tren que viene desde una estación desolada. El poeta tiene un corazón en el que llueve como ocurre en su bella ciudad empinada que siempre parece a punto de tocar su luna, un poblado montañoso que se levanta sobre sí mismo para mirar otros territorios lejanos, más allá del reino de la guadua. Y la noche. Las tabernas olorosas a mujer y a penumbra, a retiro y oscuridad. “¿Qué haría la oscuridad sin fiebres qué comer?, se preguntaba Silvia Plath en su poema “El carcelero”, y el poeta de los huéspedes clandestinos parece hacer lo propio mientras evoca a Teillier, invoca las cosas perdidas o recuerda a “una muchacha vestida de miseria” que acaso sea la poesía misma. El tiempo de la infancia vuela. En el parpadeo de una muchacha envejecemos. Ese es otro “leit motiv” de esta poesía que exorciza, que vive entre trebejos y sueños y mujeres y unos huéspedes o intrusos que son de la misma materia de los fantasmas. Sí, el tiempo, que parece gobernado por una presencia que hace inútiles nuestros esfuerzos, “evitar el cigarrillo o el licor,/ adaptarse a una dieta,/ tomar la pastilla contra el insomnio,/ correr una hora o cenar pescado”. (“Evaluación personal sobre mi cuerpo”). Hay acá muchos versos cargados de ironía. Si pensamos en el pobre hombre que traga pastillas para el insomnio, del que alguna vez jamás padecerá pues dormirá para siempre, el asunto se torna devastador. Tal vez habría que llenar los insomnios de pequeñas fiestas personales, de ritos para despertar a los inquilinos que nos habitan e invitarlos a un baile, con la música o las palabras. No importa que una figura oculta nos siga los pasos todo el tiempo, aún desde la infancia, y que a cada tanto mire, con alguna impaciencia, su necrómetro *Escritor y poeta. ACEVEDO RAMOS, Juan Carlos. Los huéspedes secretos. Colección CantaRana. Universidad Central del Valle. Tulúa. 2015. Pp. 54.
EL ÚLTIMO SHOGÚN
| L I B R O S| 3
FANTASMA DEL VIENTO
Haber sido otro el hacedor de espadas que templó el acero en la catana para que cada hombre escribiera su historia. El viejo calígrafo quien enseñó: “en la palabra espada ya está hecha la espada” o el arquero del Emperador quien sentenció: Antes de disparar la fuerza de tu mano debe bastar para acabar con tu enemigo. Ese guerrero que de un tajo dividió las almas de los hombres libres que nacen a orillas del Shinano. El Kamikaze, un viento antiguo, que nos salvó de una invasión al hundir los barcos del bárbaro Gengis Khan. Quizá el viajero que llevó consigo los secretos de una extinta dinastía y esparció sus cenizas en el Mar Oriental. El humilde artesano de Tokio que en su pecho apretó la cabeza de su hijo antes de enviarlo a morir en la Guerra del Silencio.
Bajo la sombra tutelar de la nostalgia veo una mano, un cuerpo arqueado, otra sombra. Me reconozco en medio de la sala y pienso entonces en días más felices. Me descubro siendo el mismo hombre que nunca ha volado y jamás cruzará el mar. Soy un aprendiz de la luz y el movimiento, apenas un hombre de provincia que no puede hablar de altos edificios, de luces de ciudad, y elegantes prostíbulos con olor a menta. Se muy bien que las autopistas y los vendedores de marihuana me son ajenos y el ruido ensordecedor de la guerra me es propio porque mis huesos hacen parte de este país de ausentes. No conozco las montañas ni puedo distinguir los nombres de los árboles. Soy de pueblo, apenas salgo al traspatio de la casa a ver en las cuerdas de la ropa una gota sujetarse a la vida. Mi viaje más largo ha sido a la Plaza de los Negros donde gentes pobres venden cuerpos y maíz. Conozco, a ojo cerrado, los callejones de la Plaza de Mercado sé a qué huelen pisos y paredes y puedo entrar de espaldas en la vieja biblioteca. Soy un hombre encerrado en sus palabras. Prisionero justo de mis miedos. Emperador del polvo, del silencio, del ayuno. Tomo aguardiente en cantinas donde mi padre sentiría vergüenza y juego el juego ruin de los reproches. He dejado el alma en un camastro y he besado a la belleza en los tobillos. Soy un hombre simple que amenaza al odio con palabras, que sale cada día a quitar las vendas a los muertos, a curar heridas en los brazos de mis hijos, a limpiar cuchillos que manchan las calles de este triste barrio de provincia. Estoy aquí bajo el dintel de mi puerta -sin cerrojosin más amuletos que estos versos, ofendiendo los recuerdos, escuchando un coro de ángeles que desconozco. Estoy aquí -Fantasma del vientoobservando en los alambres del patio una gota temblar mientras se sujeta a la vida.
Mi destino era otro fui llamado Kimitake o Príncipe Guerrero y no conocí el olor de la muerte ni su rostro en el campo de batalla. Mi discreta labor construir una revolución de mentiras defender a mi país a través de la palabra y escribir por ejemplo: “La vida es un baile en el cráter de un volcán que en algún momento hará erupción”. Ser el héroe en el seppuku dejar correr mi sangre envilecer la historia fue mi tarea.
TEATRO DE LA MEMORIA En el sueño veo al niño que perdí un medio día de 1985. El ruido de la guerra lo ahuyentó. Desde entonces lo busco envuelto en las gasas de la fantasía. Hoy ha dejado de llorar. Juega a ser feliz, escucha la voz del latonero cambiar golosinas por cartón o el llanto del perro
que llega desde el solar donde el juego y la risa espantan brujas. Añora la mano de Padre –para llevarlo a la escuela, a partidos de fútbol donde nunca anotó un gol. Esa mano le enseña juegos, ríos, estadios, historietas y señala sin titubear el rincón de los castigos. En el álbum del sueño la mano de Padre se borra de las fotos donde sonrío.
Su mano señala calles que desaparecen, altas ventanas desdibujadas de las casas del sur, y amigos perdidos bajo el resplandor de las luciérnagas. El niño que fui juega a ser feliz en el álbum de los sueños. Al despertar la soledad de la casa me llena de horror.
4 | A R T E S P L Á S T I C A S | DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015
DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015
Octavio Hernández Jiménez* Papel Salmón
S En el monte Acrilico. Óleo sobre lienzo.
i existe un apellido ligado a la historia de la plástica, en Caldas, ese es Jaramillo: Alipio Jaramillo, Luciano Jaramillo, María de la Paz Jaramillo y Cosme Jaramillo, pertenecientes, en mayor o menor grado, a una familia. Al lado de los anteriores hay otros con el apellido Jaramillo pero que, aunque ocupan sitios destacados en la plástica colombiana, no son de la misma saga, como Ignacio Gómez Jaramillo, Teodoro Jaramillo, Lorenzo Jaramillo, Óscar Jaramillo y otros. Cosme Jaramillo Trujillo es un manizaleño discreto, de pensamientos despejados que, por los años 70 del siglo XX, viajó a Estados Unidos a estudiar arte publicitario, en una época en que no había computadores pero, a cambio, había algo básico para estudiar: la influencia inmediata del pop art norteamericano, con el afán por una nueva composición, los colores chillones, los contrastes, las superficies planas, la técnica gráfica, la influencia de las tiras cómicas, los estereotipos, la fascinación por los nuevos tiempos… Causaba sensación hablar y admirar el legado de Jackson Pollock, Wesselmann, Lichtenstein, Rosenquist y, sobre todo, Andy Warhol. Esas experiencias directas influyeron en Cosme hasta el punto de que no pocas se reflejan, en forma inconsciente, en obras posteriores donde se capta la herencia del pop art, por ejemplo, en el retrato de uno de sus hijos, ubicado en su taller, igual que en la forma plana como enfoca muchas plantas y en el colorido desconcertante con que las impregna.
DEL CAMPO A LA CIUDAD
Al concluir sus estudios, regresó, entregó el diploma a sus padres y se consagró a vivir en la finca que fue de sus mayores en donde ensayó con el dibujo y la acuarela tal vez siguiendo el criterio de Rosenquist: “Mi obra es una inflación visual. La pintura es probablemente más apasionante que la publicidad, ¿por qué no ejecutarla con el mismo brío y la misma fuerza?”. En la década de los 80, salió de la finca con destino a Bogotá, en donde tomó cursos privados de arte. Allá jugó su destino al que incorporó visiones traídas del hemisferio norte, como la inclinación por pintar con gran fuerza aquellos follajes que le salían al paso, en el campo, y que le siguen deslumbrando. Un mundo real agrandado y agudizado por la ausencia. En la capital, se encontró con Memo Vélez y con Pedro Alcántara (quien fue esposo de María de la Paz) y se vinculó a la Corporación Prográfica.
EXPOSICIÓN EN LA ALIANZA FRANCESA EN MAYO
Cosme Jaramillo
y su lirismo vegetal
En Estados Unidos había algo básico para estudiar: la influencia del pop art. Siguió la ruta del dibujo, el grabado y la pintura. Su obra fluctúa entre el realismo, el surrealismo y el arte pop adaptado al mundo vegetal. Percepción. FOTOS/JORGE EDUARDO ARANGO VÉLEZ/PAPEL SALMÓN
El árbol nube Acrilico.
En mi cabeza Acrilico.
Borracheros Serigrafía.
Se dedicó a las planchas metálicas, linóleo, aguafuerte, punta seca, serigrafía y grabado, en una de las temporadas más espléndidas de esta técnica en Colombia. Debido al contacto permanente con los químicos con que se trabaja en esos talleres, tínner, disolventes, lacas y pinturas, Cosme enfermó de cáncer que, pasado el tiempo, logró vencer. Su próxima etapa fue enfrentarse al mundo de la pintura con óleo y luego con acrílico, materiales que, se supone, no son tan mórbidos como los otros productos. Sin embargo, Cosme reconoce que no se está a salvo de cualquier evento, por lo que exclama: “A esta edad importa poco morirme por esos químicos”. En cuanto a arte abstracto, dice que no lo cultivó aunque sí se probó en él. Quedaron tres o cuatro obras semiabstractas en la que se vislumbra una sugestiva relación con la naturaleza de nuestro entorno trabajada en las obras realistas.
San Joaquín Acrilico sobre lienzo.
Filodendro Serigrafía.
|A RT E S PL Á STICA S | 5
COSME, PINTOR
Podría considerarse autodidacta (o no) por haber encontrado, fuera de instituciones académicas, el bagaje de técnicas que, adaptadas a su sensibilidad y trayectoria, lo llevaron a continuar por la ruta del dibujo, el grabado y la pintura. Pero un pintor de naturaleza no es solo una persona ducha para reproducir hojas, tallos y flores. ¿En dónde queda la creatividad sin la cual no hay obra de arte? Los vegetales poseen una vida maravillosa, sutil y pasajera que hay que captar, elaborar y transmitir al lienzo pero que, si no se logra, no se es artista. Aunque sea un pétalo frágil, el artista requiere infundirle hálito vital. Flores que abran el deseo de acariciarlas antes de que se marchiten; que causen alegría sus estambres, el volumen de sus arterias y que casi se perciba su fragancia. Hay que seguir el ejemplo del poeta y pintor surrealista Max Ernst quien, por los años de 1930, a través de sus obras inspiradas en la naturaleza, logró transmitir sensaciones delirantes. Al contemplar su cuadro La alegría de vivir queda la sugestión de un sueño. Al observar algunas de las 18 pinturas que Cosme Jaramillo expone en la Alianza Colombo Francesa de Manizales, durante el mes de mayo de 2015, vemos que la obra naturista del pintor caldense fluctúa entre el realismo, el surrealismo, el arte pop adaptado al mundo vegetal que, en este caso, provocan un deslumbrante realismo mágico, en pintura. Las obras de esta exposición: dos óleos, tres serigrafías y 13 acrílicos exaltan la exuberancia de la región andina, la más rica entre las nueve en que se ha distribuido la vegetación del territorio colombiano. En los lienzos de Cosme aparecen árboles, plantas, sembrados lejanos, montañas ariscas, vallejuelos y arreboles soñolientos del noroccidente caldense. Los verdes se tornan de cualquier color por la luz original que se filtra entre nubes y hojas. Vegetales con ritmos y atmósferas que los delimitan, sin que las obras de arte resulten descriptivas, informativas o decorativas. Las plantas y flores realizadas por los pintores de la Expedición Botánica tenían un enfoque científico, como los trabajos de la Comisión Corográfica y de la reciente obra “Catálogo de plantas y líquenes de Colombia”, en la que trabajaron 180 botánicos de 20 países y 70 instituciones internacionales, durante 13 años y en donde quedaron consignadas 26 mil 186 plantas, incluidas 769 de las que no se tenían noticias además de mil 674 líquenes; obra ya subida a la Internet. En esos grupos no podría aparecer Cosme Jaramillo pues, a pesar de su calidad en la pintura de plantas que hace de él uno de los más destacados artistas caldenses, no es un científico. Es de resaltar, en las obras expuestas en la Alianza, el colorido plano, las fluctuaciones aparentemente irreales, el floralismo, la claridad y elegancia inherentes a las especies, las combinaciones exóticas en el colorido y la armoniosa distribución de los elementos. Al detallar los paisajes contemporáneos de Cosme Jaramillo queda la sensación de que sería el artista ideal para ilustrar una novedosa y nada folclórica edición de Cien años de soledad. Cada quien forja su propio Macondo. El artista aporta una percepción dinámica y voluptuosa de la naturaleza. En sus cuadros no se vislumbra inquietud ni tristeza. Ante ellos, los observadores impregnados del lirismo que esparcen sus obras, con Juan Ramón Jiménez, el Nobel español, podrían musitar: “Aunque mayo no haya abierto a ti sus flores/ tú siempre exaltarás la primavera” *www.espaciosvecinos.com
Luna llena Acrilico sobre lienzo.
Homenaje a Escher Acrilico sobre lienzo.
Cucarrón Cosmico Acrilico sobre lienzo.
6 | HISTORIA POLÍTICA|
DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015
DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015
EN OCTUBRE 24 DE 1902
Las empresas inglesas y otras de socios caucanos y antioqueños promueven el desmantelamiento de los resguardos de Marmato y Supía. Con la distribución de las tierras empieza la desaparición de los resguardos. Atropello.
Cien años de soledad
y el tratado de paz de Neerlandia García Márquez enseña que estalló la guerra y las diferencias entre liberales y conservadores. Muestra que el tratado de Neerlandia acabó con 20 años de guerras civiles. Respeto. Edgar Alfonso Toro Sánchez* Papel Salmón
E
l premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez recogió creativamente la historia oral y escrita de la guerra civil de los Mil Días (1899-1902), así como el papel de Aureliano Buendía que era en la vida real Rafael Uribe Uribe. También la participación de su abuelo materno Ricardo Nicolás Márquez Mejía, en Valledupar y la Guajira, quien estuvo bajo el mando del líder liberal Uribe Uribe que llegó a Aracataca para coordinar a los liberales en Bolívar y Magdalena.
LIBERALES Y CONSERVADORES
García Márquez enseña que estalló la guerra, las diferencias entre liberales y conservadores como el federalismo, el matrimonio civil, los derechos iguales para hijos naturales y legítimos, la defensa de los conservadores de la moral familiar, el poder unido a Dios, el orden público y su oposición al sistema federal.
ACABAR CON LAS GUERRAS CIVILES
García Márquez muestra que el tratado de Neerlandia o capitulación acabó con veinte años de guerras civiles, que Aureliano Buendía estuvo al frente de todos sus hombres y que soló recibió una herida que él mismo se la produjo; que tenía que entregar la plaza sin resistencia alguna, que solamente se respetaran las propiedades y vidas de los liberales. Indica que el acto se realizó a veinte leguas de Macondo a la “sombra de una ceiba gigantesca” donde después se fundaría el pueblo de Neerlandia.
TRATADO DE NEERLANDIA Y EL GOBIERNO DE MANUEL MARROQUÍN
La guerra civil de los Mil Días entre liberales y conservadores fue
el resultado de no tener eco alguno en los gobiernos conservadores de la Regeneración de Miguel Antonio Caro y Manuel Antonio Sanclemente sobre los derechos fundamentales que pedían los liberales radicales liderados por Rafael Uribe Uribe, los liberales pacifistas de Aquileo Parra, los liberales civilistas y los conservadores históricos de Carlos Martínez Silva para llegar a un acuerdo político y alcanzar la paz y rechazar la guerra, que no fue posible para el gobierno conservador de Sanclemente. Tuvieron causas de diferentes órdenes políticos, sociales, económicos, religiosos, culturales, territoriales y electorales.
DEFENSA DEL TRATADO DE NEERLANDIA
Rafael Uribe Uribe lo defendió teniendo prelación la defensa del soldado, el prisionero, el herido, también manifestaron la necesidad de los auxilios, los salvoconductos y pasaportes para las tropas liberales en la costa Atlántica. Reconoció que los liberales con el tratado de Neerlandia no iban a tener definitivamente una “Paz Nacional” que podía existir en siete departamentos pero no para los liberales del Magdalena y Bolívar. Para Rafael Uribe Uribe y Clodomiro Castillo la última derrota militar fue en Ciénaga donde al primero “le mataron la mula que montaba y le horadaron los vestidos a balazos”, y al segundo le “hirieron la cara”, hubo agotamiento de la munición y tuvieron cuatrocientas bajas el ejército liberal.
LA NECESIDAD DE LA PAZ
Realizado el balance en conjunto de carácter militar Rafael Uribe Uribe sacó la conclusión de la necesidad de la paz, buscó el consenso entre jefes y oficiales pero particularmente en la tropa a quienes expuso las condiciones reales en que se encontraban. Explicó el tratado de Neerlandia y logró su aprobación para el nuevo camino que se abría para el país con la paz y sus horrores respectivos por los gobiernos conservadores.
FUSILAR A RAFAEL URIBE URIBE
El tratado de Neerlandia causó estigmas en el partido conservador contra
Alfredo Cardona Tobón* Papel Salmón
A
l repasar los sucesos acaecidos a finales del siglo XIX en el antiguo Cantón de Supía vemos cómo una clase abusiva y privilegiada despojó a los indígenas de sus tierras, se apropió de sus riquezas y en contubernio con el Estado cometió impunemente todo tipo de bellaquerías. Los historiadores se quedan cortos ensalzando la colonización de los antioqueños pero no se han detenido a analizar la invasión paisa a los resguardos indígenas de la banda izquierda del río Cauca, con las secuelas de desplazamiento, violencia y atropellos sin cuenta.
FOTO/CORTESÍA EDGAR TORO/PAPEL SALMÓN
Rafael Uribe Uribe en la Costa Atlántica (primero) en la guerra civil de los Mil Días en 1901, con Carlos Adolfo Urueta (al fondo).
el partido liberal, por la política de exterminio que decretó el gobierno de José Manuel Marroquín fusilando a todos los guerrilleros que se sometieran y en particular a sus líderes por considerarlos malhechores. Lo hizo el Ministro de Guerra José Joaquín Casas proponiéndole al general conservador Juan B Tovar que desconocieran el tratado y fusilaran a Rafael Uribe Uribe. La respuesta de Tovar fue completamente negativa para el mencionado “Ministro Felón” cuya ira de no poder asesinar a Rafael Uribe Uribe le originó un “sincope cardiaco”.
APROBAR LA PAZ O LA GUERRA
Solicitó la aprobación de todos los actores liberales de la guerra para saber si continuaban la guerra o aceptaban la paz. Hubo claridad en algunos aspectos políticos para no incluirlos en el tratado de Neerlandia, porque estaban seguros que el gobierno conservador no aceptaría ninguno, como convocar un Congreso extraordinario y las veinticinco circunscripciones electorales con territorios definidos en las corporaciones electorales para participar el liberalismo.
EN SÍNTESIS EL TRATADO DE NEERLANDIA
Los puntos principales fueron entrar a la vida pacifica los liberales revolucionarios que se habían levantado en armas contra los gobiernos conservadores de Manuel Sanclemente y José Manuel Marroquín. También por “interés patrio” y no tener la probabilidad de un triunfo de la revolución liberal, unido a la entrega de armas a las
LAS PARCIALIDADES INDÍGENAS
comisiones asignadas por el gobierno de Marroquín. Tanto los oficiales como sus jefes tenían derecho a mantener sus espadas, los revólveres y los objetos de orden personal.
RESPETAR EL ACUERDO DE NEERLANDIA
También exigieron garantías y tratamiento para los heridos y enfermos, la entrega de pasaporte y salvoconducto para volver a los domicilios, así como el no juzgamiento, ni ser perseguidos, ni penados por al ataque a las persona y a las propiedades en la revolución liberal. Los liberales que estaban en prisión, el presidente hará uso del derecho de gracia para su libertad. Los funcionarios civiles y militares estaban en la obligación de darle cumplimiento al tratado. Rafael Uribe Uribe lanzará una proclama o circular sobre la terminación de la guerra.
SANGRE Y HORROR EN LA PAZ
En medio del tratado de Neerlandia y los salvoconductos hubo un derrame de sangre en Cundinamarca y Tolima donde los consejos verbales de guerra llevaron al fusilamiento de los líderes liberales que estaban en la contienda. También se ordenó el decomiso de las mulas y cortarles una tercera parte de las orejas y marcarlas con los hierros del gobierno. Es decir, no hubo garantías para la vida de los liberales, algunos conservadores y las mulas en una paz demasiado cuestionada por prevalecer el fusilamiento de hecho *Edgartoro20@hotmail.com
En el territorio occidental del moderno Eje cafetero, a mediados del siglo XIX existían los resguardos indígenas de Marmato, Supía, San Lorenzo, La Montaña, Quiebralomo, Quinchía, Guática, Arrayanal, Tabuyo y Tachiguí con sus respectivas aldeas y vastos territorios rodeados de algunos baldíos. Las parcialidades habían sobrevivido al dominio español y su gente había convivido con los caucanos enquistados en sus cabildos y encargados de la administración pública. Los resguardos de Quinchía y Guática eran aliados de los radicales caucanos; mientras que otros como el de La Montaña y San Lorenzo, eran fieles seguidores de los conservadores cartagüeños. Ambos eran carne de cañón en las continuas guerras civiles; y sus macheteros fueron famosos en los conflictos de 1860 y 1876. Al empezar el siglo XIX los mineros antioqueños comenzaron a llegar a Marmato y en el valle de Risaralda fundaron a Papayal, una aldea de efímera duración ubicada al borde de la loma del Tatamá en la desembocadura de uno de los riachuelos que bajan de la cordillera. A mediados del siglo XIX colonos del sur de Antioquia levantaron la aldea de Oraida en la tierra fría del resguardo de La Montaña; desde allí empezaron a desplazarse por la Cuchilla de Mismís estableciendo los caseríos de Llanogrande y Pueblo Nuevo dentro de los Resguardos de La Montaña y Guática. Fue una invasión violenta que desplazó a los nativos hacia las malsanas tierras colindantes con el río Cauca.
LA OCUPACIÓN DE LAS TIERRAS DE MARMATO Y SUPÍA
En 1841 figuran en Supía Manuel Estrada, Justo Céspedes y Martín Machado, todos ellos oriundos de Heliconia, una población antioqueña. En 1869 se instalan Baldomero Ospina, de Abejorral, y Antonio Cardona y Francisco Villegas procedentes del Retiro. Son familias paisas que encabezan el poblamiento antioqueño de Supía y Marmato, adonde llegan incentivados por el oro de las vetas y aluviones. Las empresas inglesas y otras de socios caucanos y antioqueños promueven el desmantelamiento de los resguardos de Marmato y Supía para hacerse a sus tierras y explotar el oro. El 17 de septiembre de 1869 Manuel María Castro, presidente del Estado del Cauca, sancionó la Ley 252 que concedía libertad a los indígenas del
| HISTORIA | 7
EL DESPOJO A LOS INDÍGENAS DE SUS TIERRAS
Los resguardos
de Supía y San Juan de Marmato FOTO/ARCHIVO LA PATRIA/PAPEL SALMÓN
Panorámica de Supía (Caldas).
Cantón para que dispusieran de sus tierras reservando 80 hectáreas para el área de la población y una fanegada para las escuelas. En la escritura No. 54 de 1874 del Distrito de Supía, se oficializó la distribución de los terrenos de los indígenas; por ese entonces Juan Gregorio Trejos figuraba como administrador de los Resguardos de Supía y de Cañamomo; Ricardo Sánz era el procurador del Distrito de Supía y Javier Zapata era el procurador de San Juan de Marmato. Con la distribución de las tierras empieza la desaparición de los resguardos de Supía y Marmato. Son los administradores y los funcionarios quienes disponen de los bienes de los nativos, pues para la ley estos son menores de edad que quedan bajo la tutela de individuos que manejan a su antojo las tierras, los salados y las minas de carbón de los indígenas. En la escritura 54 los procuradores (alcaldes) y el administrador de los resguardos de Marmato y Supía entregaron a vil precio 154 hectáreas a cada uno de los establecimientos mineros de Tabordal, Arcón y el Viringo, con lo que favorece a los Chávez y a otros empresarios de Antioquia y Cauca. El precio no se fijó por subasta: lo fijaron los compradores y los procuradores de los distritos quienes usaron el dinero recaudado para pagar al abogado que hiciera los trámites, estableciendo de antemano que en caso de necesitarse una suma mayor a la recaudada, los indígenas debían pagar el resto, sin que los empresarios favorecidos tuvieran que aportar un centavo. El terreno que quedó después de ceder los lotes de 154 hectáreas se distribuyó en tres partes iguales: una para los indígenas de San Juan y de Supía, otra para el distrito de San Juan y la tercera para el distrito de Supía. Es decir, que de un plumazo, las autoridades despojaron a los primitivos habitantes de las dos terceras partes de sus mermadas tierras. Y eso no fue todo: la generosidad del administrador Juan Gregorio Trejos se extendió a costa de los intereses de las parcialidades: en 1874 dona 50 hectáreas a Guillermo Santacoloma en la parte que este eligiera
y “según su voluntad” en pago a los grandes e importantes servicios que le había prestado a los resguardos, que en honor a la verdad solo fueron unos memoriales dirigidos a las autoridades del Cauca.
CONTINÚA LA RAPIÑA
Los procuradores de Supía y Marmato se apresuraron a vender por bicocas los terrenos cedidos a los distritos. En marzo de 1878 el procurador de Supía, Emigdio C. Piedrahita, vende a Bonifacio Zabala 20 hectáreas en la fracción del Rodeo, y en mayo de 1883 el gobernador de la parcialidad de Supía, Isidro Vélez, vende a Martín Cifuentes otro lote de 54 hectáreas en el sitio de Hojas Anchas. Para aumentar las injusticias hacia los indígenas cabeza de familia sólo les reconocieron una hectárea de cultivo y el solar donde tenían su rancho. Quienes después de dura faena habían establecido sus cultivos tuvieron que pagar las mejoras para continuar trabajando en el terreno que labraron con tanto esfuerzo. A los colonos, ajenos a los resguardos y con más de diez años de residencia, se les adjudicó media hectárea. Sólo se reconoció una posesión de labranza o mejora en caso de tener dos o más posesiones; debía escoger la que más le conviniera y tenía que comprar el resto. Sin embargo, a los empresarios se les reconocieron sus grandes propiedades sin que pagaran por ellas . Eso sucedió con los extensos lotes de terreno denominados “Benítez”, “El Peñol”, “Roldán”, “Arenal”, “Aguacatal”, “Marmato”, “Cerro de Loaiza”, “Moraga” y “Guamal”. Esas propiedades correspondían a haciendas, a minas y a la comunidad negra protegida por los Castro y los Chávez. Para rematar los atropellos, Rudecindo Ospina, administrador de las minas de “The Wastern Andes Mining Company Limited”, y Bartolomé Chávez, propietario del Cerro de Loaiza.fijaron los límites de las propiedades de “Marmato” y “Loaiza” *http://www.historiayregión.blogspot.com
|DIRECTOR NICOLÁS RESTREPO ESCOBAR | EDITORA GLORIA LUZ ÁNGEL ECHEVERRI|DISEÑO VIRGILIO LÓPEZ ARCE| CIRCULA CON LA PATRIA TODOS LOS DOMINGOS |CRA 20 NO.46-35. TEL 878 1700 |IMPRESIÓN: EDITORIAL LA PATRIA S.A |E-MAIL: salmon@lapatria.com
8|PU BL ICAC ION E S|
DOMINGO 10 DE MAYO DE 2015
CONVOCATORIA
EN ESTANTERÍA POÉTICAS DE LA RESISTENCIA
Este libro recoge las perspectivas de realizadores como Jorge Silva y Marta Rodríguez. Es una publicación de Pablo Mora, que recorre la historia del cine con presencia indígena, desde la evangelizadora Expedición al Caquetá -1930-, hasta la actual representación del indígena en lo audiovisual. Él trabajó de la mano de otros investigadores que hacen parte estos pueblos y que participan en movimientos de reinvindicación de las naciones indígenas. Las experiencias comunicativas indígenas se entienden como verdaderas estrategias de agenciamiento político para la defensa de la vida y de cambio en los paradigmas civilizatorios de nuestra sociedad. MORA, Pablo. Poéticas de la resistencia. El video indígena en Colombia. Cinemateca Distrital. Bogotá. 2015. Pp.121.
LOS VESTIGIOS DEL TIEMPO
Los vestigios del tiempo es la compilación de cinco libros de poesía de Cristina Maya, de temática variada, donde habla de los objetos de la casa, como la lámpara, la biblioteca, las ventanas, entre otros. Lo urbano y sus paisajes, juega un lugar importante en su escritura, especialmente Bogotá de la que dice es su inspiración. Sobre la poesía de Maya dice Patrick Pride-Melville en el prólogo a Los vestigios del tiempo: “Los vestigios son lo que queda en la conciencia con la marcha del tiempo, las voces que en épocas remotas surgieran de la inicial presencia de la vida y que ahora nos devuelven su memoria”. MAYA, Cristina. Los vestigios del tiempo. Trice editores. Bogotá. 2015.
NI ATACAR NI DEFENDER SINO TODO LO CONTRARIO
El fútbol tiene un reglamento, pero Daniel Samper Pizano sabe que las normas escritas importan menos que las leyes ocultas del juego. ¡Qué misterio hace que un compromiso impostergable coincida con el partido más importante de nuestro equipo? ¿Por qué ningún niño suela con ser árbitro? Con el humor fino que lo ha caracterizado y una pasión futbolera de estirpe latinoamericana, Samper Pizano ofrece a sus lectores una guía muy personal de los azares y principios inmutables que rigen la ciencia inexacta de la victoria, la derrota y todo cuanto hay en el medio. Si Newton organizó las leyes de la física, Samper lo hace en este libro con un mundo mucho más complejo: el del fútbol. SAMPER PIZANO, Daniel. Ni atacar ni defender sino todo lo contrario. Espasa. Grupo Planeta. Bogotá. 2015. Pp. 189. $39.000.
POESÍA PARA NIÑOS El Fondo de Cultura Económica convoca a los escritores a participar con un libro de poesía destinado a los niños. Será con tema y forma libres, de entre 10 y 50 cuartillas. Además, una nota bibliográfica de una cuartilla como máximo.Cada concursante podrá participar con el número de originales que desee, amparado cada uno bajo distintos seudónimos. El plazo
límite de envío de las obras es el 30 de junio de 2015 y se deben enviar al siguiente domicilio: Fundación para las Letras Mexicanas, A.C. Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2015 Liverpool 16, Col. Juárez Delegación Cuauhtémoc, México, D.F. C.P. 06600. Informes en www.fondodeculturaeconomica. com
RECOMENDADO DOBLE FONDO X. ANTOLOGÍAS
El diálogo poético de Latinoamérica Juan Carlos Acevedo Ramos* Papel Salmón
C
uando un proyecto editorial se crea y se ejecuta desde las administraciones municipales, con el liderazgo de hombres y mujeres que entienden y conocen las acciones y las gestiones culturales de su región, quien gana en verdad es el público. Este es el caso de la Colección Musgonia en su capítulo de poesía “Doble Fondo” que desde la Biblioteca Libanense de Cultura coordina el escritor Carlos Flamino Rivera, con el apoyo de la Alcaldía del Líbano (Tolima). Cada edición de “Doble fondo” que llega es la reunión de dos voces poéticas de Latinoamérica donde siempre una de ellas es un poeta colombiano. En esta ocasión nos reunimos como lectores entorno a la gran poeta mexicana María Baranda (Ciudad de México. 1962) con una antología personal de su obra titulada Poemas. Ésta nos lleva por el recorrido de una mujer que ve en la poesía la posibilidad de cantar desde textos que buscan -con un lenguaje narrativo- dejar atrás las imágenes y describir una historia; no como quien vuelve la poesía un espacio para exaltarse a sí mismo sino como quien ve en ella el reflejo del mundo que la habita. María Baranda, autora de los libros de poesía Fábula de los perdidos, Moradas imposibles y Los memoriosos posee una riqueza de lenguaje que le proporciona un ritmo intenso a cada línea que escribe, la naturaleza
se mezcla en sus poemas de manera sutil con lo efímero de la existencia y son sus creaciones un devenir de nuestro pasado que avanza sin darnos tiempo para quedarnos en alguna estación de esta vida en tránsito. Quien comparte páginas con la mexicana en ésta ocasión es el poeta, ensayista, traductor, librero y editor colombiano Guillermo Martínez González (Huila, 1952) quien ha publicado entre otros libros Puentes de niebla, El árbol puro del río y Si ese viento fuera mío con los cuales se ha ganado un espacio importante dentro de la poesía del país. En este libro (Terraza para pisar el vacío) nos muestra una selección de su lírica donde aparecen algunas de sus obsesiones: el agua, no como elemento solo sino como substancia regeneradora; también los árboles, los animales y por supuesto el hombre en poemas donde su capacidad de contemplación nos devela ese mundo sencillo y desnudo que nos rodea y que al acostumbrarnos al ruido no podemos ver. Doble Fondo X. Antologías con poemas de María Baranda y Guillermo Martínez González siguen propiciando ese diálogo entre un continente hispanohablante que a través del arte y el lenguaje se empeña en derribar las falsas fronteras que nos dividen *Escritor. BARANDA, María/GONZÁLEZ MARTÍNEZ, Guillermo. Doble Fondo X. Antologías. Colección Musgonia. Biblioteca Libanense de Cultura. 2015. Pp.93.