PAPEL SALMON MARZO 1

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creación y vida

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“Soy, ante todo, profesor”

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Pintores de costumbres

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Fernando Alvarado, más que cálida madera

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El perturbador de la paz franciscana de Quito

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LIBROS plato exótico para sus lectores del viejo mundo. Solamente Boussingault, el mineralogista que trabajó para los primeros gobiernos republicanos (1822), ofrece una sustanciosa descripción de la vida burguesa y esclava en Cartago y es, quizás, el más prolijo de todos -salvo el bogotano Manuel Pombo (1852) y el paisa Rufino Gutiérrez, quienes asimismo fueron muy cuidadosos en la crónica de las costumbres locales cuando pasaron por Manizales en dirección al Magdalena y Antioquia.

VIAJEROS POR EL ANTIGUO CALDAS

PINTORES de costumbres

Fuente histórica

Existe un extenso periodo entre las narraciones de los Cronistas de Indias y los trabajos de estos viajeros, en quienes se hace presente la influencia del naturalismo y el romanticismo. Sus narraciones permiten comprender las difíciles circunstancias de la colonización. Revelaciones. Jaime Lopera* - Papel Salmón

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urante el siglo XIX pasaron por tierras de la Nueva Granada y de la Gran Colombia un gran número de viajeros extranjeros que dejaron consignadas sus observaciones en libros, memorias o diarios de viaje que poco a poco fueron conocidos en nuestro país, unas veces por la curiosidad de los investigadores, otras por traducciones realizadas en el exterior y enviadas para su difusión en Colombia. Eran personajes conspicuos: unos, aventureros que anhelaban conocer de cerca las bellezas del nuevo mundo; otros, animados por inquietudes científicas sobre la flora y la fauna de estas tierras, que Alejandro de Humboldt ya había empezado a mostrar en sus diarios de viaje en 1801. Pero también vinieron ingenieros, dibujantes, geógrafos, mineralogistas, y también agregados comerciales que enviaban el resultado de sus expediciones a sus gobiernos respectivos al finalizar sus viajes. Los había franceses, ingleses, alemanes, suizos y norteamericanos, quienes dejaron testimonio de sus recorridos en diversas publicaciones. Aún más: existe una versión negra que advierte la presencia de algunos espías de los gobiernos extranjeros, disfrazados de diplomáticos, aunque todavía no existen evidencias claras de sus reportes, ni de su peculiar oficio.

Un nuevo libro

Hace años, la firma Carvajal y Cía., con la colaboración histórica de Armando Romero Lozano y la edición de Mario Carva-

jal, publicó el libro Viajeros Extranjeros en Colombia, siglo XIX, (1970) con las primeras muestras de los relatos de Humboldt, Mollien, Hamilton, Le Moyne, Holton, Saffray, André, Cané, y D´Espagnat sobre sus desplazamientos por todo el país. El año pasado, la Secretaria de Cultura de Caldas y la Academia Caldense de Historia hicieron Viajeros por el Antiguo Caldas (2008), que constituye un documento excepcional al extractar pasajes de los viajes de los forasteros por los senderos del hoy llamado Eje Cafetero. (1) Existe un extenso periodo entre las narraciones de los Cronistas de Indias (Cieza, fray Pedro Simón y otros) y los trabajos de estos viajeros que se producen en una época marcada por el romanticismo europeo. No es posible entonces una comparación entre aquellos y éstos. Los Cronistas eran funcionarios de la Corona española que actuaban como notarios de los conquistadores, producían informes oficiales y daban cuenta de los hechos a su alcance, en muchas ocasiones escamoteando la verdad de las tropelías sobre la población aborigen. No obstante, todas las pistas sobre la población indígena precolombina, su toponimia y ubicación, se pueden rastrear en los documentos de tales Cronistas que aun reposan en los archivos de Sevilla. La influencia del naturalismo y el romanticismo se hace presente en aquellos viajeros. No en vano Baudelaire, coterráneo y contemporáneo, decía de Le Moyne, que “el genio de un artista pintor de cos-

tumbres es un genio de naturaleza mixta, es decir, en el que participa una gran parte de espíritu literario. Observador, paseante, filósofo, llámese como se quiera [...] Algunas veces es poeta; más a menudo se aproxima al novelista o al moralista; es el pintor de la circunstancia y de todo lo que sugiere de eterno. Cada país, para su placer y su gloria, ha poseído algunos de esos hombres”.

Observadores y testigos

Eso eran: pintores de costumbres que a menudo se salían de sus roles como botánicos o ingenieros de minas para dar a conocer sus observaciones sobre los caminos, los transeúntes, la vida de las aldeas, y un sinfín de detalles sobre los recorridos a lomo de mula, con sus peones, sus trastos y baúles y, en algunos casos, sus aparatos de medición. Uno de ellos, el francés Brisson hablaba en 1894 del “océano de cerros” que él vio y definió con esta metáfora al observar por primera vez, entrando por Pereira, la abrupta topografía de los territorios del Gran Caldas. Aparte de omitir algunos pormenores, que los románticos no hacían para evitar alusiones íntimas sobre la vida de los pueblos que visitaban, las narraciones de estos viajeros permiten comprender las serias y difíciles circunstancias de la colonización. Las complicaciones del clima, las comidas inabordables para los paladares europeos, los bueyes de carga, las turegas, los caminos empinados, los lodazales en invierno, y los precarios albergues, debieron ser un

La lectura de estos relatos de los viajeros extranjeros por nuestra comarca, es una fuente inapreciable para los historiadores, los antropólogos, y en general los científicos sociales que se ocupan de aquellas etapas de nuestro crecimiento y desarrollo. Igualmente para los novelistas históricos que han erigido a la colonización antioqueña como telón de boca para hablar de unos valores y unas conductas específicas cuyas características ofrecen una muestra de nacionalidad. De igual manera es dable subrayar el dedicado y meticuloso esfuerzo de los compiladores, los historiadores Albeiro Valencia Llano y Fabio Vélez Correa, quienes procuraron hacer más accesible al público estos fragmentos de los relatos foráneos mediante la incorporación de sendos índices temático, onomástico y toponímico que aparecen al final. Son pues 460 páginas de revelaciones, de retratos, de cuadros pintorescos, de juicios sobre la realidad que los viajeros tenían enfrente, mismas que se disfrutan con la complacencia de quien entra al mundo de imágenes en las cuales se vive, gracias a otros, la esencia de nuestra historiografía PS VALENCIA LLANO, Albeiro/VÉLEZ CORREA, Fabio. Viajeros por el Antiguo Caldas. Academia caldense de Historia. Editorial Manigraf. Manizales. 2008. Pp. 448. *Escritor. Presidente de la Academia de Historia del Quindío. Nota: (1) El libro de Giogio Antei, Guía de Forasteros, 1817-1857 (Seguros Bolívar, 1995) es un refinado aporte de este investigador italiano residente en Colombia cuyas ilustraciones, en su mayoría, eran inéditas. El libro Viajeros Colombianos por Colombia , del Fondo Cultural Cafetero (Bogotá, 1977), con prologo de Gabriel Giraldo Jaramillo, contiene los viajes de muchos nacionales, como Groot, Camacho Roldan, Cordovez Moure y Rafael Reyes, entre otros.


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ARTES PLÁSTICAS DE LA TALLA EN MADERA AL ÓLEO Y LA ACUARELA

FERNANDO ALVARADO, Alvarado muestra en sus acuarelas otra de sus facetas artísticas. FOTO/María Luisa García/Papel Salmón

Aprendió del maestro Guillermo Botero la selección de las maderas, el manejo de las herramientas y la formulación del estilo. De la talla en madera bidimensional hacia el lienzo, los pinceles y el óleo. Obras de un arte semiabstracto. Evolución creadora. Octavio Hernández Jiménez* - Papel Salmón

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n las primeras páginas del Popol Vhu maya se lee que “Al punto fue hecha de madera la imagen del hombre” y remata el párrafo con que aquellos hombres de madera resultantes“ anduvieron sobre la tierra sin acordarse del Corazón del Cielo”. La madera fue uno de los primeros materiales que intrigaron a los espíritus soñadores, entre nosotros, desde la época precolombina. Esa dimensión artística germinó cuando ciertos seres humanos miraron el tronco de un árbol y vieron un torso. Luego, la madera fue revelando potencialidades, secretos y sugestivos misterios.

Un arte centenario en Caldas

Se van a cumplir cien años desde cuando, en Caldas, el grupo de artesanos del taller de los Carvajal intuyó esa dimensión expresiva de los leños extraídos de nuestros bosques milenarios. Desde las sedes de ese taller, en Antioquia y Caldas, se empezaron a difundir imágenes que poblaron los templos elaboradas con maderas elevadas a la categoría de arte pues hacían aflorar, en la imaginación de quienes las contemplaban, ternura, compasión y, en

más que cálida madera muchas ocasiones, contacto con la divinidad. Guillermo Botero, de acuerdo con su autobiografía, en el preámbulo de su quehacer artístico, se hizo ducho en la restauración de imágenes sagradas, en los pueblos caldenses. Luego, depuró las perspectivas de su imaginación creadora, purificó con la luz de la inspiración las ambiciones de su sensibilidad y definió un estilo que perdurará más allá de su presencia física. El estilo renacía, como una marca indeleble, en cuanto leño salpicaba con el sudor físico y bautizaba con su creatividad. Manizales se fue convirtiendo, por obra y gracia del maestro Guillermo Botero, en el museo apacible, disperso y semioculto de su obra, sobre todo, en madera. Puso a danzar sus figuras en la carne rosada del cedro y otras maderas preciosas, por estancias de instituciones, oficinas y hogares. Guillermo Botero, en murales y esculturas, insistió en la exaltación de figuras humanas aisladas, aunque el maestro también escenificó acciones comunitarias de acuerdo con los requerimientos de sus mecenas. Grupos que representaban la colonización de tierras caldenses, la historia de la moneda, la gesta libertadora y la vida cotidiana.

El “espíritu vital” de las tallas

Fernando Alvarado Ramírez iba detrás del maestro observando la selección de las maderas, aprendiendo el diestro manejo de las herramientas y buscando, a su vez, la formulación de un estilo que lo identificara ante los ojos de sus coterráneos. Durante el tiempo que Alvarado trabajó en la Escuela de Bellas Artes y luego en el programa de Artes Plásticas de la Universidad de Caldas fue afianzándose en lo que

el filósofo H. Bergson llamó “espíritu vital”, diferente a la parte mental del mundo, sin el cual no hay arte. Ese espíritu vital es moldeado por la parte material en que actúa, en este caso, la sensualidad de la madera. En ese instante, empezó a diferenciarse del maestro, en el gesto pensativo y el semblante apacible con que ha rodeado sus trabajos. Las figuras de Alvarado carecen de la danza gimnástica de que hacen gala las obras de largo aliento del insigne pacoreño. El taller de Alvarado, también en Chipre, se fue poblando de seres ensimismados, nostálgicos, aletargados y anónimos. Imágenes de seres humildes y atemporales. Los varones, en las tallas, se distinguen por las barbas acicaladas, las manos lánguidas, las poses erguidas. Las mujeres casi siempre aparecen abrigadas por los brazos de sus amantes, acunan a sus hijos, lucen labios protuberantes y en sus manos portan soberbias guirnaldas. Los cristos de Alvarado están en capacidad de hacer milagros. Usa indistintamente una gama reducida de colores minerales, por lo que no es extraño que el espectador se detenga en la contemplación de barbas verdes, labios granates y grandes espacios con el color natural de la madera que, en sus vetas, revela la tortuosa agonía ante veranos desolados, o las superficies simétricas que trazaron las herramientas con que se pulieron rítmicamente esos leños.

Hacia el arte semiabstracto

Como si se hubiera inspirado en el título de Bergson, Alvarado continuó con su “evolución creadora”. No se quedó en la talla bidimensional y los bustos de profetas en uso de merecido descanso. Echó mano al lienzo, los pinceles y el óleo para transmitir las sensaciones que le comunica nuestra geografía de montaña. No se trata de obras realistas

sino de un arte semiabstracto en el que podemos vislumbrar la neblina que arropa nevados, cerros y cañadas, la luz tamizada de la tarde y esos bellos paisajes en los que “el verde es de todos los colores”, como escribió Aurelio Arturo. Con su impulso creador, Fernando Alvarado pasó del óleo al dibujo y la acuarela cuando se supondría que el orden sería al contrario, como lo hizo recientemente Jesús Franco. En su tercera etapa rinde un homenaje al arte hecho con agua. Su antecesor en este oficio no sería Guillermo Botero sino Teodoro Jaramillo, aunque Alvarado vuelve a manifestarse con libertad y personalidad en una técnica en la que complementa la acuarela con la tinta china. Ahí está el paisaje de cascadas profundas, chamizas crispadas, flores desoladas, atardeceres sangrientos, rostros y ojos sumergidos en insoportables pesadillas. Mientras el clásico Teodoro Jaramillo bosqueja, a lo lejos, como parte del decorado, cuerpos de raza negra, dada la tierra chocoana que le inspiró, Fernando Alvarado enfoca, en primer plano, rostros triangulares, “desfigurados y satíricos, a veces crueles”, como ciertas obras del expresionista alemán Ernest Kirchner. Miradas fantasmagóricas, penetrantes, aleladas. Muchos de esos cuerpos angustiados buscan refugio en la vecindad de otras figuras. Nosotros nos convertimos en el objeto de la intrigante contemplación de estos seres kafkianos. En el Centro Colombo Americano de Manizales, del 19 de febrero al 13 de marzo de 2009, la ciudadanía podrá enterarse de las dos etapas pictóricas por las que ha incursionado este artista manizaleño que, lo contrario de los hombres de madera del Popol Vhu, siempre se ha acordado del Corazón del Cielo PS *Escritor.


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ESCRITORES CALDENSES

“Soy, ante todo, Profesor  das publicó hace poco un volumen con antología de esos reportajes, bajo el título que han tenido siempre: “Reportajes de Aleph”. En Aleph, al igual que en otros lugares, he publicado lo que convencionalmente suele llamarse poesía, también artículos, ensayos y notas culturales. Me cabría, quizá, alguna dosis de “periodismo cultural” en la identificación. -¿Qué prefiere ser: escritor, académico o editor? La vida de los seres humanos transcurre más por destinos que por preferencias personales, o por escogencia racional de camino. En mi caso personal he sido esas tres cosas a la vez. Soy, ante todo, profesor, en la idea de encontrar en espacios universitarios personas jóvenes con capacidad de acompañarme en el “aula del estudiante de la mesa redonda” para desplegar posibilidades de libre examen, con temas anchurosos de la Cultura, en construcción conjunta, sin el viejo criterio de impartir lección, sino de edificar en mancomún con procesos de diálogo respetuoso, basado en lecturas y estudio. En esa necesidad se dan las formas de expresión aludidas en la pregunta: escribir, vivir con intensidad el mundo académico y editar en lo posible resultados de esos procesos, sin esperar que los editores lleguen, y menos de medrar ante quienes tienen en sus manos los aparatos editoriales. Desde temprano he editado libros míos, de manera artesanal casi siempre, en pocos ejemplares, que van por ahí a manos generosas, sin esperar mayores destinos. Se trata, nada más, del cumplimiento de un destino que en lo posible trato de disfrutar, y hasta de padecer.

Entre técnico y aprendiz de humanidades

-¿Cómo una persona con tanta sensibilidad terminó estudiando Ingeniería Civil? Mis estudios de ingeniería civil se hicieron también por imperativo de un destino. Ingresé a la Escuela de Ingeniería, como la llamábamos por entonces,

Carlos-Enrique Ruiz escribe a diario. Lo hace en el sitio en que se encuentre y para ello tiene una Palm con un teclado inalámbrico.

en la UN-Manizales, y me formé, con entusiasmo y no sin dificultades, en arduas disciplinas de la Matemática, la Física, las ciencias aplicadas. Pero en simultaneidad esa otra pierna de la Cultura, o del humanismo, permanecía activa. Soy un híbrido de técnico y aprendiz de humanidades. Y ejercí la profesión como constructor de escuelas y de caminos, como diseñador y constructor de puentes, con formación continuada en niveles de postgrado, para enganchar en buen momento en la vida universitaria, de nuevo, como docente, al amparo de esa personalidad a la que también me debo: Alfonso Carvajal-Escobar. Y he tenido un recorrido que no me atrevo a calificar, pero si se que ha sido intenso, de total dedicación, sin mezcla alguna con los intereses monetarios o económicos, que me han sido tan ajenos. Pertenezco a un tipo de ciudadano que se siente sintonizado con Sócrates, Jan Comenius, Francisco Giner de los Ríos y los muchachos del grupo del Ateneo de la Juventud en el México de comienzos del siglo XX. Y en lo cercano y contemporáneo con un Antanas Mockus, bajo la creencia profunda en los beneficios de la educación y de la construcción continua de ciudadanía, para el ejercicio de esos valores universales del respeto y la solidaridad.

Una vida entre libros

-Usted vive rodeado de libros ¿Cuál ha sido el criterio de selección de los 12 mil volúmenes que tiene? No estoy seguro que los tenga: ellos me tienen, me retienen. Desde “La alegría de leer” de mi maestra de letras primeras, la señorita Margarita, los libros se han sucedido como encuentros por el camino. Un libro que se lee lo remite a uno a otros y así sucesivamente. Libros también que uno encuentra referidos en una seductora reseña, o en una conversación, o en una vitrina, o que son hallazgos por estantes de librerías de nuevo y de viejo. O en virtud de temas inquietantes que uno se propone o le aparecen, se busca en los libros respuesta, o elementos válidos para darse uno las propias explicaciones. Y por tiempos, en razón de la falta de espacio físico, me he visto en la dolorosa situación de salir de muchos de ellos, entregándolos a escuelas, o a universidades, con la idea que sabrán encontrar sus propios lectores. Soy, en simultaneidad, bibliófilo y bibliómano, o en una palabra que he acuñado: bibliofilómano... Es decir, un tipo sin salvación alguna. -Desde estudiante ha estado involucrado en el mundo de las publicaciones, ¿qué han significado éstas para usted, sobre todo Aleph? Antes traté de expresarlo: las publicaciones son una respuesta de trabajo realizado que se desea compartir. He escrito mucho, y sigo escribiendo, más por obsesión que por una disciplina de la racionalidad. Volúmenes permanecen quietos en sus lugares, con espera o sin espera.

La vida de Carlos-Enrique Ruiz es de una gran riqueza. Ser ingeniero civil, pasar por la academia, haber hecho un sinnúmero de entrevistas a escritores, artistas plásticos hacen de su conversación un tejido de anécdotas que son inagotables.

Y me he propuesto publicar gradualmente algunos de esos libros, a mi cuenta y riesgo, en la medida en que pueda hacerlo, como lo he hecho hasta ahora. No tengo capacidad alguna de competir, ni en mi ejercicio de vida ha cabido la desmesura de la “competitividad”. Voy con laboriosidad haciendo lo mío, lo que me tocó, de la mejor manera posible, sin involucrar ni afectar a nadie. Quizá Livia sea mi única cómplice, con quien suelo leer y releer lo escrito, para pulir y para saber que estamos vivos, gozosos. La Revista Aleph, como lo dije alguna vez en conferencia del Banco de la República, es para mi una obsesión, y nada más. Y las obsesiones cobran su propio camino. No hay para qué buscarle la razón de ser, el por qué. La he llevado sobre mis hombros desde el primer día de 1966, y espero que pueda continuar con ella por muchos años más. Es una historia que alguna vez debería contarse, como un recuento de pasajes, de momentos de vida en la Cultura, con sentido de universalidad, sin perder la perspectiva de lo local. La historia de la Revista es mi propia historia. Ella ha congregado personas de valía por épocas, que le han dado buena mano, y en la sección: “Patronato histórico de la Revista” se nombran con reconocimiento y gratitud. Así, luego de hacer un rápido viaje por los libros, por las libretas de apuntes, por los casetes que guardan las palabras de numerosos escritores entrevistados para Aleph, por los dibujos para la Revista y de tener una conversación que uno quisiera fuera infinita, nos despedimos de Carlos-Enrique Ruiz y de Livia con la promesa de volver PS


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HISTORIA FRANCISCO JAVIER EUGENIO ESPEJO

El perturbador de la paz

FRANCISCANA DE QUITO A la sombra de Juan Pío Montúfar, Francisco Javier Espejo se perfiló como el pionero de la independencia ecuatoriana. Fue un escritor y periodista rebelde. También, un galeno notable. El 30 de julio de 1792 las autoridades quiteñas lo capturaron y recluyeron en una mazmorra donde enfermó y murió. Cultura mestiza. Alfredo Cardona Tobón* - Papel Salmón

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l pasado del Ecuador está entretejido con la historia colombiana. Las autoridades de Quito dependieron durante siglos de Santa Fe de Bogotá y la administración eclesiástica de la provincia de Popayán corrió por cuenta de los jerarcas católicos de la Capitanía de Quito. En las primeras épocas republicanas Colombia impidió que Guayaquil quedara en manos del Perú y en la batalla del Portete de Tarqui, colombianos y ecuatorianos frenaron las ambiciones expansionistas de ese país, aunque desaprovecharon la oportunidad para definir los límites territoriales y asegurar un vasto territorio, que a la postre ocuparon los limeños. La provincia del Cauca estuvo en dos ocasiones bajo el pabellón ecuatoriano y tropas del vecino país respaldaron revoluciones liberales y conservadoras, unas veces con el señuelo de cesiones territoriales y otras veces movidas por intereses comunes.

En la ruta de la “Ilustración”

Más que por mar, Quito y Santa Fe estuvieron unidas en la época colonial por la ruta Cartagena-Honda-Quito que sir-

vió al comercio de las mercancías provenientes de Europa y a la expansión de las ideas de “La Ilustración”, promovida por comerciantes libertarios como el quiteño Juan Pío Montúfar y el santafereño Antonio Nariño, quienes intercambiaron libros y folletos, ideas y valores revolucionarios. Los dos amigos promovieron las primeras logias masónicas en Quito y en Santa Fe y a la sombra de esas logias nacieron las tertulias que animaron el separatismo de la sociedad criolla. Si Miranda fue el precursor de la independencia venezolana y Nariño el precursor granadino, a la sombra de Montúfar, se perfiló Francisco Javier Espejo como el pionero de la independencia ecuatoriana y “el despertador de la conciencia y el ingenio de Quito”. Por la ruta de Honda hacia el sur llegó Espejo a la capital del virreinato. Allí se inició en la logia masónica y redactó su famoso “Discurso de la Escuela de la Concordia” que sacudió a la monacal sociedad quiteña y abonó el terreno para la insurrección de 1809.

La legendaria vida de Espejo

Fue el personaje genial que expresó a

Para adelantar los estudios que estaban vedados a los indígenas, Espejo falsificó un documento, con escudo de armas y otras arandelas, con base en los apellidos de su progenitora, hija natural de un noble de Navarra. Así pudo graduarse a la edad de veinte años como médico y ejercer su profesión en el Hospital que lo había visto crecer. Espejo fue un galeno notable: se adelantó a Pasteur en una sesuda obra sobre las viruelas, que le valió reconocimiento internacional, donde hablaba de microorganismos y recomendaba la asepsia en lugares y en personas, negando la creencia en boga que la enfermedad era un castigo divino que podía levantarse con oraciones y rogativas. La formación cultural de Espejo correspondía a un librepensador de la Ilustración europea. Este médico, que también fue licenciado en derecho canónico, aplaudía los levantamientos de Túpac Amaru y de Túpac Catari, apoyaba en forma resuelta la igualdad de criollos y mestizos y planteaba, por primera vez en América, los derechos de la mujer.

El ideario de Espejo

Francisco Javier Eugenio Espejo, precursor de la independencia ecuatoriana.

FOTO/Cortesía de Alfredo Cardona/Papel Salmón

cabalidad la cultura mestiza; un escritor y periodista rebelde que tuvo la valentía de oponerse a los tabúes de la época y sobresalir en un medio donde el indio, el negro y el mestizo se miraban como seres inferiores. Según la leyenda, Espejo fue hijo de un indígena quechua y de una mulata quiteña. Su padre ejerció el oficio de cirujano barbero en el Hospital de La Misericordia y Francisco Javier, nacido en 1747, vivió en los claustros de la institución durante su niñez y su adolescencia.

La profusa obra de Espejo apenas empieza a divulgarse, pues no se publicó en su época por el carácter revolucionario de sus escritos. La aparición de siete números del periódico “Primicias de la Cultura de Quito” le valió la persecución de la Real Audiencia y fue la causa de su viaje a Santa Fe a defenderse ante el virrey Ezpeleta. En la capital del virreinato Espejo conoció a Nariño y junto con su amigo Montúfar empezó a pensar en la independencia ecuatoriana que germinó con el grito de libertad de 1809, preludio y catalizador de la rebelión criolla en la Nueva Granada. El 30 de julio de 1792 las autoridades quiteñas capturaron a Francisco Javier y lo recluyeron en una mazmorra fría y maloliente donde enfermó y murió tres años más tarde. Al sepelio del precursor de la independencia ecuatoriana solamente asistieron su hermana Manuela, el cuñado y un fraile. Como desquite, la sociedad clasista que lo miró como un intruso arribista anotó el deceso del patriota quiteño en el libro de defunciones de indios, mulatos y negros y trató de borrar su memoria PS *alcartob@gmail.com


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PUBLICACIONES recomendado

300 Estrategias de Animación a la Lectura Un manual para aproximarnos a la literatura Juan Carlos Acevedo Ramos* - Papel Salmón

Hablar de un manual para aproximarnos a la literatura puede parecer improbable y hasta ambicioso, pero después de leer con gusto 300 Estrategias de Animación a la Lectura de Rubén Darío Zuluaga uno encuentra una serie de herramientas que bien lo pueden incitar a la aventura con los libros, con el único propósito de encontrar en ellos el placer secreto y silencioso de la lectura. Vamos por partes. Casi siempre quienes leen un libro como éstos, de tipo -digamos- didáctico, son los docentes que indagan más allá de lo establecido, los promotores de lectura que desean información y recursos, y los bibliotecarios, que inquietos, quieren hacer de su trabajo un servicio complementario con la jornada escolar. Pero que este libro este escrito de una forma tan clara que puedan acercarse los padres familia y los lectores promedio, es el mejor acierto del autor. 300 Estrategias de Animación a la Lectura es una herramienta básica que en buena hora se produce en Caldas. Hoy que se habla tanto de Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas, se convierte en una guía suficientemente elaborada desde el Departamento para los lectores del país. Con anterioridad conocimos libros como Gramática de la Fantasía de Gianni Rodari, Una Historia de la Lectura de Alberto Manguel y Como una Novela de Daniel Penac, hombres que han trabajado en pos de ayudar a los lectores y a quienes se dedican a promocionar la lectura como un hábito. Ahora podemos sumar a esta bibliografía el libro de Rubén Darío Zuluaga que no solo vuelve a poner sobre la mesa la problemática a la que nos enfrentamos talleristas, padres, maestros y alumnos a la hora de construir un hábito lector en nuestras vidas, sino que también ayuda desde todos los flancos posibles a solucionar esa problemática. Con su agudo senti-

do de análisis y su vasta trayectoria en materia de talleres de animación a la lectura, el autor escribe un libro para todos, donde el lector encontrará ayudas para padres que quieren iniciar a los hijos en el mundo del papel, docentes que motiven a sus estudiantes y abuelos que pueden disfrutar de su tiempo leyendo. El libro, estructurado en dos partes, una de análisis y teoría alrededor de la escritura y la lectura y otra llena de ejercicios y propuestas de creación, quiere proponernos un encuentro pedagógico con la lectura. El banco de ejercicios simples y de fácil entendimiento a la hora de la escritura creativa es otra ventaja del libro. Si bien, ya llevamos más de 20 años hablando acerca de la promoción de lectura, es hora de preguntarnos cuál es el paso a seguir y lo hemos descubierto: después de la promoción y la animación sigue la escritura creativa. Rubén Darío propone someramente estrategias de escritura en este libro, sencillos ejemplos que pueden aplicar docentes, padres y curiosos del tema escritural. Las bondades del libro no solo tienen que ver con las estrategias de lectura o escritura sino con su breve paso por la importancia de las bibliotecas públicas, porque en lo teórico el autor también reflexiona sobre este papel socio cultural que deben cumplir nuestras bibliotecas y se aventura -por ahora- con la lectura y las nuevas tecnologías. Completo resulta este libro publicado desde la Secretaría de Cultura de Caldas como una herramienta para apoyar procesos creativos y de animación en las bibliotecas de Caldas y de Colombia. 300 Estrategias de Animación a la Lectura es a todas luces un libro indispensable en colegios, bibliotecas y hogares del país. Recomendado.

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Narrativa una extensión superior a cuatro folios, pueden ser enviados por correo electrónico a info@labarcadelacultura.com . Se admitirán dos obras por autor. El plazo para recibir los trabajos es hasta el 30 de Abril de 2009. Informes en la página web http://www.labarcadelacultura.com

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Luis E. García - Papel Salmón

Aritmética: cero, nada. Vacío Un lector desea conocer la diferencia entre los conceptos cero y nada. ¡A leer despacio! Los antiguos griegos entendieron la aritmética como el estudio del concepto de número y sus fracciones. Aunque tendemos a creer que el número es algo muy concreto, el concepto es abstracto (separado de la realidad). Suponemos que los números son entidades concretas porque pensamos en dos sillas más tres sillas, y fácilmente imaginamos un grupo de cinco sillas, pero… 20 millones de sillas más 30 millones de sillas nadie las visualiza ni las cuenta, sin embargo, suman 50 millones de sillas. Si venden 3 pares de zapatos a 5 dólares cada par, se puede obtener dos resultados: 15 dólares o 15 pares de zapatos; la aritmética es la misma, abstracta, y la realidad señala la aplicación correcta. Y de ahí para adelante aumenta la abstracción cuando nos enseñan raíces, potencias, límites, derivadas e integrales. Las matemáticas se les dificulta a algunos niños y jóvenes, porque la capacidad para el pensamiento abstracto llega después del pensamiento concreto, y no a la misma edad en todos. El cero es una abstracción todavía mayor que indica la ausencia de objetos, mientras que vacío indica la carencia de algo en un espacio y nada la ausencia absoluta. Una una canasta de huevos, sin huevos, por ejemplo es un conjunto vacío y tiene, estrictamente, cero elementos, no “nada”. Un estudiante no obtiene como nota en un examen “nada”, pero si es muy vago, puede lograr un “cero”. Si una persona posee cuenta en un banco, su saldo podrá ser cero, pero si no la tiene, su saldo no es cero, sino nada. Que cero sea un número significa entonces que puede intervenir en operaciones y relaciones con otros números; así, cero más 2 es 2, y cero más nada carece de significado (excepto para los post-modernistas, que se entusiasman con sinsentidos como éste). Sobre la nada, como concepto filosófico, han escrito millones de páginas y no han llegado a nada (observen que la palabra “no” enfatiza la palabra “nada” en lugar de contradecirla). Nota: una juiciosa lectora, la gerente del Banco de la República de la ciudad, me detectó un error de paronimia (confundir palabras parecidas en su forma pero con significado diferente) en la columna anterior:” los colombianos por la paz somos más de cuarenta millones, y no el grupúsculo que se ha abrogado tal título”. El verbo correcto es arrogar (apropiarse de algo sin mayor derecho).

ZULUAGA Rubén Darío. 300 Estrategias de Animación a la Lectura. Secretaría de Cultura de Caldas. Editorial Manigraf. 2009. Pp. 136.

convocatoria Para conmemorar los 100 años del nacimiento del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti , la Barca de la Cultura convoca al Certamen internacional de Narrativa 2009. Convoca a los escritores mayores de edad, en dos categorías: tema libre y narrativa romántica. Los textos, que no deben tener

P R E C I S I Ó N

Director: Nicolás Restrepo Escobar Editora: Gloria Luz Ángel Echeverri Coordinadora: Victoria Eugenia Salazar Velásquez Diseño: Virgilio López Arce Circula con LA PATRIA todos los domingos Cra 20 No.46-35. Tel 878 1700 Impresión: Editorial LA PATRIA S.A E-mail: salmon@lapatria.com Portada: Carlos-Enrique Ruiz Foto/Freddy Arango/Papel Salmón


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ESCRITORES CALDENSES Escribe desde los tiempos de la cartilla “La alegría de leer”. Su vida está inmersa en la Poesía. Michel de Montaigne, Albert Einstein y Confucio entre sus paradigmas. La vida académica lo sedujo desde temprano. Estudió Ingeniería Civil por un imperativo del destino. Los libros lo retienen y la Revista Aleph es una obsesión. Humanitarismo. Gloria Luz Ángel E. - Papel Salmón

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erca de 12 mil libros al igual que varias tallas del maestro Guillermo Botero, una colección de Quijotes, numerosas pinturas y dibujos que han sido portada de la revista Aleph, y la amabilidad de los anfitriones es lo que se encuentra uno al entrar a la casa de profesor Carlos-Enrique Ruiz y su esposa Livia. En medio de este ambiente de cultura y de amistad, Papel Salmón dialogó con el profesor Ruiz.

“Soy, ante todo, PROFESOR” CARLOS-ENRIQUE RUIZ RESTREPO

Desde Cervantes y Neruda hasta Rubén Sierra

-¿Cuáles escritores, filósofos o humanistas han influido en usted? Las influencias podrán ser debidas a los autores que han terminado por acompañarnos en la vida, desde temprano, o que incorporados en algún momento no cesan de estar a nuestro lado. Comienzo por Cervantes con su Quijote, que de niño descubrí de la editorial Tor, en rústi-¿Cómo se inició en la poesía y en la narrativa? ca, en un puesto de libros viejos del pabellón de verduras Me inicié en la vida, como es apenas natural, desde el vientre de mi de la galería, y que se ha multiplicado con otras ediciones y madre, y en esa vida venía involucrado mi acontecer, con las imfructificado en trabajo que hice con estudiantes de mi “Cáprontas que se han ido evidenciando en el transcurrir propio de tedra Aleph” en la UN, con resultado en edición monográfica los días. Resulté escribiendo desde los tiempos de la cartilla de la revista Aleph (No. 129/130, 2004). “La alegría de leer”, al amparo de mi maestra de primeras Después apareció en mi camino Michel de Montaigne, letras, la señorita Margarita, que devino en la maa cuyos ensayos accedí de estudiante universitario de la trona doña Margoth Gómez de Hurtado. Por mano de nuestro Decano Magnífico, el ingeniero y arquiotra parte, con las dificultades de sobrevitecto Alfonso Carvajal-Escobar; autor del que aprendí vencia de la familia, había, paradójicamente, que la vida es vana y que no valen la pena los oropeles estímulos para la imaginación. Y mi tía más terrenales, apenas sí los valores incorporados en la cercana, María de Jesús Martina Ruiz y MeCultura desde los antiguos griegos y latinos, con jía, de vocación monarquista, tuvo antenas un tono de recatado escepticismo. Los Ensayos de lecturas y de fascinaciones que me fueron de Montaigne, en sus tres volúmenes me siguen enriqueciendo la ruta en la niñez. Y poesía es acompañando, en variadas ediciones. la vida, como continua creación, en proceso En el bachillerato, al lado de Toño Mejíade hallazgos insospechados y de fascinacioGutiérrez, me acerqué a la poesía de Fernannes sin remedio. do Mejía-Mejía, con su “Inicial estación”, que leíamos en voz alta paseándonos por la -¿El humanismo siempre ha estado preterraza del recién inaugurado edificio sente en su vida, en su trabajo y escritude nuestro Instituto Universitario de ra? Caldas, y continué estando cerca En la tradición de la Cultura, humanismo de aquel poeta y de su obra, hasta es expresión en casos circunscrita a una forconfigurarse en su integralidad, mación clásica, de raíces griega y latina, con de tono dramático-existencial, apogeo renacentista. En mí, con modestia, que no deja de asomarse en esas ventanas las conservo abiertas, con las nuestro espíritu. También motivaciones que tuve en el bachillerato del tuve temprano asomo de la profesor Bernardo Trejos-Arcila, con quien poesía de Maruja Vieira, de accedí a campos deslumbrantes en la histoquien, por determinadas ria de la Cultura, con la filosofía, las lenguas circunstancias, su voz tenía clásicas y modernas, y el sentido de disfrute eco en familia, ante todo por por las artes, proceso que he acentuado en la tía aquella que mencioné las continuadas lecturas desde entonces, y en al principio. Obra que de el vagar por el mundo. Quizá, en mi caso, la igual modo he seguido con situación sea más de “humanitarismo”, por atención. el sentido de humanidad que me acompaña, En niveles más amplios en la convicción que la solidaridad es el me- Carlos-Enrique Ruiz es un lector y un escritor incansable. Todos los días se levanta a las cinco de la mañana y me acompañan obras de poejor remedio para los grandes males de las co- sólo se toma dos momentos en el día para descansar: antes del mediodía y a las cinco de la tarde. tas colombianos como MaFOTOS/Freddy Arango/Papel Salmón lectividades humanas. tilde Espinosa, sobre quien

concluí reciente un trabajo para libro sobre su vida y su obra; Fernando Charry-Lara, para mí el más hondo poeta de la modernidad en Colombia, de obra breve, exigida, un tanto hermética y de voz para la intimidad, de cuya obra me ocupé en mi lectura de ingreso a la Academia Colombiana de la Lengua. Han quedado también conmigo León de Greiff, Aurelio Arturo, y otros muy pocos. En un plano universal están intrincados en mi vida Antonio Machado, Luis Cernuda, el Neruda de “Residencia en la Tierra”, César Vallejo, Fernando Pessoa (como poeta, pensador y doliente sentidor), Alfonso Reyes (como poeta y ensayista), Miguel de Unamuno, Borges, José Ángel Valente, Graciela Maturo, José Hierro, Hölderlin, Emily Dickinson, Vicente Aleixandre, Matsuo Basho, Rilke, la Ajmátova, Georges Seferis. En el campo del pensamiento o de la filosofía, sin poder en algunos casos separarlos de la poesía, están de nuevo Pessoa, el mencionado Montaigne, María Zambrano, Russell, Fernando Salmerón, Savater, Ben-Ami Scharfstein, Isaiah Berlin, Gombrich, Steiner. Por supuesto Platón. Y de los más nuestros Jaime JaramilloUribe (historiador de escuela y pensamiento), Rafael Gutiérrez-Girardot, Danilo Cruz-Vélez, Antanas Mockus y Rubén Sierra-Mejía.

que fue la personalidad más sobrecogedora en la ciencia del siglo XX, y no solo por sus hallazgos en la Física sino por representar vertiente tan seductora, en la tradición hebrea/judía, inaugurada por Baruch Spinoza, de libre pensamiento, y con representantes tan elocuentes hoy como Daniel Barenboim y Amos Oz, entre otros. Einstein fue un rebelde, pero desde la razón, con vocación por la pedagogía hacia los niños y los jóvenes, de profundas lecciones civilistas. El mundo sería más llevadero si en sus orientaciones estuvieran principios que consagraron Sócrates, Spinoza, Montaigne, Einstein..., y no el librecambismo devenido en neoliberalismo, con resultados como la crisis que ahora emerge por el desbordamiento de la codicia y la indiferencia de plutocracias ante la pobreza. Confucio en sus “Analectas” me acompaña también

La formación humanista y el libre pensamiento

-¿Por qué son parte de sus paradigmas Michel de Montaigne y Einstein? ¿Tiene otros? Desde el comienzo he advertido la presencia continua en mí de Michel de Montaigne, el referente más emblemático en mi formación, por la razón sencilla de haber descubierto en él a la personalidad, de recia formación humanista, que supo tomar distancia con cierto desdén de las ruindades del poder y de los poderosos, habiendo sido él centro de atención y de consultas por reyes y gobernantes. Y esa distancia lo llevó a un autoexilio en el “Castillo de Montaigne” para escribir sus meditaciones a partir de la singularidad de ser que era. El autor le dice en la primera frase de sus Ensayos al lector: “Este es un libro de buena fe”, y a pocos renglones agrega: “... quiero solo mostrarme en mi manera de ser sencilla, natural y ordinaria”. El tema central de sus ensayos es él mismo, pero desde la humildad en la sabiduría y con moderado escepticismo hacia las ambiciones que resultan desmedidas en el mundo. En 1998 visité, con Livia, como peregrino, el Castillo, no sin oportunidad de éxtasis. A Albert Einstein también lo tengo en la más íntima cercanía en mis espacios de trabajo, sencillamente por-

en proximidad. En él descubrí que no es bueno prohibir para construir, sino que debe propiciarse un sistema de valores en positivo, por los estímulos que pueda generar en la conciencia por su puesta en práctica. Así acontece con el respeto, la amistad, la responsabilidad, la capacidad de indagar y cuestionar, la capacidad de asumir consecuencias por las decisiones propias. “Estad sedientos de bondad y retroceded temerosos ante el mal”, nos enseñó el Maestro. En últimas, la vida que sobrellevo está inmersa, sumergida, en la Poesía.

La academia

-¿Qué ha representado el mundo de la academia en su vida? La vida académica me sedujo desde temprano. Como estudiante universitario fui activista cultural, y la Universidad me atrapó en sus posibilidades, donde me formé y he continuado ejerciendo mi vocación por el saber y el compartir. Dos publicaciones testimonian, de alguna manera, ese acontecer personal: la Revista Aleph, con 43 años de existencia y 148 ediciones hasta ahora, de aplicaciones a la Cultura, en sus expresiones de creación y libre examen, y el “Boletín de Vías”, con 100 ediciones, una publicación científico-técnica. Han sido algo así como mis dos piernas que me han permitido caminar en el mundo universitario. Me formé de ingeniero de caminos, pero en simultaneidad sobrellevo vocación íntima con veleidades infatigables por las letras, el pensamiento, el arte. Han sido mis dos desempeños simultáneos, pero en los años más recientes con total dedicación a ese mundo fascinante de la Cultura, el cual trato de compartir en la “Cátedra Aleph” creada por la Universidad Nacional de Colombia, para que intentara proyectar ese mundo en nuevas generaciones, motivando estudiantes por la lectura y la reflexión. No he sido hombre de empresa, ni con vínculos cercanos a sectores de la economía, pero admiro la capacidad emprendedora de personalidades que han tenido la capacidad de construir empresas productivas, por buen camino, para generar empleo y satisfacer necesidades básicas de la sociedad. El altruismo sigue siendo mi preocupación en una visión utópica del mundo.

¿Periodismo cultural?

Una de las bibliotecas más completas que hay en Manizales es la de Carlos-Enrique Ruiz. Esta se encuentra en todos los lugares de su casa, incluída su alcoba donde tiene un pequeño estudio.

-¿Las entrevistas y los trabajos que ha hecho para Aleph los considera un trabajo periodístico o literario? En mi escritura constante, de cada día, no me pregunto a qué género pertenecen las páginas que salen de mis manos, mucho menos discernir si en los reportajes que hago, por ejemplo, estoy del lado del periodismo o de la literatura. Para el caso me he preocupado de acercarme a personalidades de gran relieve en el mundo de la Cultura para tratar de asimilar, de beber, algo de sus inmensos saberes, y de compartirlo. Hay reportajes que han salido en la forma convencional de ensayos, otros como entrevistas de meticulosa elaboración. La Universidad de Cal


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