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Carlos F. Alvarado: cine para leer
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3º Festival de Cortos de Manizales un espacio para destacar
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Publicaciones
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Como una novela
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creación y vida
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ENSAYO Biblioteca del dragón
Evocación de
Dante Alighieri
Se penetra en La Divina Comedia cuando ya hemos conocido los sótanos de la existencia humana. El primer círculo del infierno es un limbo para adultos paganos que sobresalieron por su amor y actos beneficiosos para la humanidad. Giovanni Papini mostró que Dante nunca venció sus fieras interiores de la lujuria, la ira y la soberbia. Cielo e infierno. Orlando Mejía Rivera* - Papel Salmón
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l primer recuerdo que poseo de Dante me vuelve a mi adolescencia temprana, con trece o catorce años de edad, en el colegio San Luis Gonzaga de Manizales, una mañana nublada en la que el padre Emilio Ramírez, profesor de filosofía, dijo una frase que me sorprendió porque no la comprendí: “La violencia colombiana tiene una simbología dantesca. Por eso hemos sido incapaces de exorcizarla”. Esa tarde pedí prestado en la biblioteca un ejemplar decimonónico de La Divina Comedia, empastado en cuero rojo, de gran formato, con las ilustraciones de Gustavo Doré, que me deslumbraron y aún me encantan. La edición era bilingüe y la versión en español estaba en verso. No recuerdo su traductor. Comencé a leer con gran dificultad esos tercetos que no me decían nada y sólo continué porque de manera ingenua, o estúpida, pensaba que llegaría a una parte donde se me revelaría el secreto del porqué los colombianos nos odiábamos tanto entre sí. Aguanté los tres primeros Cantos del Infierno y entregué el libro como se devuelve una chaqueta regalada en navidad que nos quedó pequeña y cuyo color abominamos. Algunos años después, en sexto de bachillerato, cayó en mis manos la obra completa de Jorge Luis Borges editada en un volumen. No sólo fue amor a primera vista. Más bien locura de la imaginación y autoconciencia espiritual. La revelación epifánica de que la literatura
podría llegar a ser la vía para salvarme de mí mismo y de esos inexplicables rugidos interiores que amenazaban con la destrucción total. Allí todavía no estaban sus Nueve ensayos dantescos, pero contaba Borges cómo aprendió a leer italiano en el autobús, con una edición del poema en su lengua original dividido en tres tomos. Eso mismo hice yo durante los siguientes dos o tres años y puedo decir que leo el italiano gracias al método borgiano. Sin embargo, la obra fue para mí en ese tiempo un texto que me enseñó a apreciar la belleza de la lengua de Dante y a reconocer su maestría insuperable como poeta. Siguieron arduos años de estudiar medicina, ejercer la medicina interna y aprender de la muerte cotidiana de los otros gracias a la tanatología clínica. A los treinta años comprendí, con las entrañas y el corazón, que sólo tenía el día de hoy. La expresión “Mi futuro” comenzó a reflejar sus auténticos significados: incertidumbre, inexistencia, vacío. Entonces, descubrí la eternidad del ahora. El reino del instante, del tiempo vertical y súbito del Kairos griego: el disfrute irrepetible de un sabor, de un beso, de un cuerpo, de una mirada, de la relectura que se hace nueva con el cambio de la hora. El ángel terrible de Rilke, el castillo de los sueños de Quevedo, La caballería espiritual de Raimundo Lulio, el arte de la salud de Arnau de Vilanova, los koanes Zen de
Dante Alighieri nació en Florencia (Italia) en 1265 y falleció en Ravena en 1321. Este italiano es conocido como el “poeta supremo” y también se le llama el “padre del idioma” italiano. Fotos/Cortesía Orlando Mejía/Papel Salmón
Suzuki, las ráfagas flamígeras de los poemas de Ibn Arabi y, por supuesto, ese universo misterioso e inagotable de la Divina Comedia de Dante. García Márquez, en Cien años de soledad, le hace decir al patriarca de los Buendía que para fundar un pueblo primero hay que tener un muerto. De igual manera, se penetra en La Divina Comedia cuando ya hemos conocido los sótanos de la existencia humana: la pérdida de los seres amados, el desengaño por los disfraces del éxito y de la derrota, la ilusión enfermiza de la posesión material, el hastío ante ese aquelarre banal de los sainetes sociales. La Divina Comedia y Dante Alighieri son un universo para recorrerlo, con provecho, como empieza el canto primero
del infierno: “A la mitad del camino de nuestra vida”. Es decir, para contextualizarlo en términos junguianos, cuando nuestro yo profundo, ese que huele las tumbas de los antepasados y escucha las palabras que brotan de la propia sangre, se prepara para cumplir su destino de ser irrepetible y único en esta Tierra. Dante Alighieri, con esas facciones de piedra que nos legó el retrato del Giotto, es el mismo Virgilio arquetípico que conduce a cada persona, cuando despierta, al viaje iniciático por los laberintos brumosos de su auténtica vida profunda. Pero con atrevimiento podría decir, ahora, que el sentido de la obra de Dante ha sido prefigurado en la máxima 11 del antiquísimo libro
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ENSAYO verdadero amor y recordado por la humanidad abstracta en la prisión aséptica del “castillo de la fama”.
del místico egipcio Ptahhotep: “Sigue tu corazón durante el tiempo de tu existencia”. Hace poco me sorprendí pensando que mi antiguo profesor de filosofía tenía razón: La violencia colombiana tiene una simbología dantesca. Por eso hemos sido incapaces de exorcizarla.
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Dante y el primer círculo: La sucursal del paraíso en el infierno Así dijo y así me hizo entrar al círculo primero, que abrazada a aquella sima tiene. Allí escuchar pude suspiros, pero no así llanto, que aquel eterno aire hacían temblar Canto IV, Infierno. 23-27
El primer círculo del infierno no tiene fuego ni hielo, ni torturas físicas, ni se escuchan llantos, ni gritos de los condenados. En realidad, es el sitio que Dante inventa a partir de una mención en el evangelio de Lucas e introduce, por primera vez, en la escatología cristiana: un limbo para adultos paganos, anteriores al cristianismo, que no pecaron, sino que sobresalieron por su amor y sus actos beneficiosos para la humanidad. Se siente la tristeza de Dante por esos habitantes del “Castillo de la fama”, expresión repetida por Borges en su ensayo dantesco titulado El noble castillo del canto cuarto, quien ha recordado que allí viven los iguales del poeta: Homero, Lucano, Ovidio, Horacio y su propio guía Virgilio quien, luego del viaje por el resto de los círculos infernales y los del purgatorio, regresará solo a este mismo lugar donde se escuchan susurros, suspiros y todos saben que el sutil y persistente castigo sicológico es sentir “un deseo sin esperanza”. Al lado de ciertos héroes, griegos y romanos; de Saladino el gran cruzado musulmán; de Tolomeo y de Euclides, como de los poetas admirados; están los filósofos que Dante respetaba más: Aristóteles, Sócrates, Platón, Empédocles, Heráclito, entre otros. Pero también identifica a cuatro médicos: Hipócrates, Galeno, Avicena y Averroes. Por último, Dioscórides, el mejor apotecario de la antigüedad, es nombrado en su condición de “buen recogedor” de hierbas medicinales. Borges llama la atención de que es el único círculo del infierno donde sus condenados no pronuncian palabras audibles a Dante, pues sólo escuchamos su diálogo con
La Divina Comedia, obra de Dante Alighieri.
Virgilio. Entonces, un experimentado creador de fantasmas oníricos como lo fue el padre de Las Ruinas circulares, insinúa que allí todavía Dante estaba soñando a sus criaturas, que ellas no se habían desprendido por completo de su mente. Si la arquitectura de la Divina Comedia tiene la solidez de la objetividad aparente y la autonomía de sus moradores, la excepción es este primer círculo del infierno donde Borges también se entristece y recuerda al final que allí los poetas discutirán “interminablemente de letras” porque les está prohibido escribir y “están en el infierno porque los olvida Beatriz”. Esta última frase me hizo pensar en que Borges, muy conmovido, recordó a su propia “Beatriz Portinari”, la escritora Estela Canto, y presintió que él terminaría siendo el otro poeta olvidado por su
Sin embargo, la extraña singularidad de este lugar tiene, a mi modo de ver, implicaciones más profundas para el propio Dante. Cuando atraviesa el septentrión del primer cielo (en el canto XXX del purgatorio), Virgilio desaparece sin despedirse y Beatriz lo recibe con un saludo tenue y un regaño enérgico por sus faltas morales del pasado. En ese momento el poeta, emocionado, llora y suspira por primera vez. Luego se le insinúa, entre velos eufemísticos, que ha sido perdonado por la gracia de la misma Santísima Virgen y por los ruegos de Bea-
triz. El Paraíso lo recibe con música de las esferas, cantatas de miríadas de serafines, querubines y ángeles, las voces sabias de los antiguos profetas bíblicos, la presencia majestuosa de San Agustín y Santo Tomás, la contemplación de San Jerónimo, la lluvia creadora del Espíritu Santo, la luz deslumbrante e infinita de las partículas elementales del reino de Dios. En el canto XXXI del Paraíso se le muestra la “milicia santa de Cristo” en forma de “cándida Rosa”. Pero también Beatriz desaparece y Dante suspira por segunda vez. Lo recibe San Bernardo, que según René Guénon fundó la orden secreta de templarios y cátaros, quien lo conduce a las más lejanas alturas de los cielos. En el último canto del Paraíso, el número XXXIII, versos 142 a l45, Dante confiesa que sus palabras son insuficientes para evocar lo visto y que a su “alta fantasía le faltaron aquí las
fuerzas”, pero “ya giraban mi deseo y mi voluntad como rueda que igualmente es movida por el amor que mueve el sol y las demás estrellas”. El punto final del poema no es el silencio total. Me parece escuchar un tercer suspiro, más hondo que todos los demás, y tan prolongado que debió acompañarlo de vuelta a la tierra de Rávena donde el poeta despertó para poder concluir su descomunal obra y legarla así a los lectores de todas las épocas. ¿Volvió el difunto Dante Alighieri a las cúpulas luminosas del Paraíso? La gracia de la Virgen le permitió conocer y recordar en vida su misterioso viaje a los tres ultramundos, pero ella nunca dijo que se le había garantizado su estadía postmortem allí. Giovanni Papini, en su Dante vivo, mostró muy a su pesar que Dante nunca venció sus fieras interiores de la lujuria, la ira y la soberbia. Su recorrido por la cartografía del mundo de los muertos confirma a sus lectores que siguió siendo iracundo como un jabalí y soberbio como un pavo real del jardín celestial. De hecho, en el canto XXI del Paraíso (versos 97 a 100) su amada Beatriz le dice: “cuando vuelvas al mundo mortal refiere esto, para que nadie presuma de llegar a tan alta meta. La mente que aquí brilla, en la tierra está nublada por el humo”. Las palabras de Beatriz son claras y contundentes: al poeta se le ha permitido reunirse con ella y conocer los insondables misterios de las entrañas sagradas del reino de Dios, para que luego volviera a la Tierra y lo escribiera. Su premio es la inmortalidad de la fama literaria y su paraíso es la sucursal del cielo en el infierno: el primer círculo donde lo aguardan los otros grandes poetas nombrados y un ciego políglota que habla el español con acento argentino. Ese limbo para paganos y para Borges y Dante, que cometieron el sacrilegio de idolatrar a la literatura por encima de la divinidad. Allí estarán ellos, suspirando por la ausencia de sus amadas Beatrices y hablando de poemas y sagas mitológicas, mientras caminan con estoica ataraxia por las praderas verdes de los alrededores del castillo de la fama y entre los riñones de sus cuerpos sutiles un cosquilleo constante reflejará su callado “deseo sin esperanza” PS *Escritor, Profesor titular de la Universidad de Caldas. Departamento de Salud Pública.
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LIBROS Los avances conceptuales, artísticos y técnicos del cine
Carlos F. Alvarado: cine para leer
Las dos obras de Alvarado descubren las relaciones del cine con la estética, los modelos de representación mental y el lenguaje fílmico. Además de los, trazos cinematográficos de la historia, la literatura y el cine, el cine contemporáneo y los imaginarios urbanos. Conocimiento y disfrute. Octavio Hernández Jiménez* - Papel Salmón
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ayeron en mis manos las obras La Sala oscura y el mundo de las sombras y Laberintos cinematográficos: estética de cine de autor, del Comunicador Social, Periodista y filósofo Carlos Fernando Alvarado Duque, profesor de la Universidad de Manizales, en materias afines. Las dos obras fueron publicadas, en pulcras ediciones, por el Centro de Comunicaciones de la mencionada Universidad, en el año de 2010. Al comienzo pensé que se trataba de textos de corte académico escritos para aplicados alumnos, en las asignaturas de sus profesores o, si mucho, para gomosos de los cineclubes universitarios. Algo como para los comensales de Cinéfagos de la Universidad de Manizales.
En muchas ocasiones, textos académicos han sido concebidos como auténticos ladrillos que producen aversión en los lectores rasos, por su lenguaje críptico, por su prosa farragosa, densa y oscura, en forma deliberada, buscando deslumbrar con visajes de profundidad. No es el caso de las obras de Alvarado Duque. Acierta en la selección de los temas, maneja con agilidad una bibliografía abundante y apropiada; los textos son claros, bien redactados, con lenguaje al alcance de muchos mortales que nos acercamos a esas páginas tratando de ver los avances conceptuales, artísticos y técnicos, en el mundo del cine, de entender lo que pasa con ese arte que, antes contaba, no solo con grandes directores y actores sino con guiones bien escritos, puntos de vista, trama, excelentes actuaciones, exquisita construcción de intriga y recursos que convertían, muchas de esas cintas, en obras de arte sobre las que cae con parsimonia el polvo del olvido. Cumplen las obras de Alvarado Duque con su propuesta de analizar varias facetas de este apasionante fenómeno audiovisual del siglo XX, pero avanza más al abrir otras puertas pues, detrás de las contradicciones de una anécdota que muchos catalogarían como temática, hay historias ocultas que provocan al espectador doblado de investigador por un laberinto de intrigas e intereses. Por estos días tuve la oportunidad, además, de toparme con un reportaje concedido por Iván Acosta, director de la Asociación Nacional de Cineclubes La Iguana en el que comenta, hablando de los cineclubes, que son “los grandes formadores de la nueva sociedad, porque un buen cine con una buena inves-
tigación, propuesta narrativa y estética, permite estudiar e investigar sobre elementos y acontecimientos que, de otra manera, no podríamos ver. El cine nos acerca y es una invitación para crear nuevos hábitos como el de la lectura”. Fueron muchos los asiduos asistentes a los cineclubes que hubo en Manizales en las décadas de los setenta y ochenta. Pero, por desdicha, esa temporada pasó inexorablemente, dejando nostalgias y un tenue lampo de gloria.
Otras facetas del cine
Uniendo los puntos de vista de los dos hombres de cine, comprobé que los libros de Alvarado Duque superan las expectativas de los cineclubes, expuestas por Acosta. Las dos obras de Alvarado compendian una sucesión de textos que se leen de corrido, con agrado, descubriendo otras facetas del cine como sus rela-
ciones con la estética, los modelos de representación mental, el lenguaje fílmico, el cine de autor, la estética del filme de autor, trazos cinematográficos de la historia, de la ética de la memoria al cine bélico trágico, la literatura y el cine, imagen y simulación, el cine contemporáneo y los imaginarios urbanos. Habla de Martín Barbero en “Lo urbano como mediación cultural”, un bello ensayo que rebasa los límites preconcebidos. “En Latinoamérica lo urbano se reconoce vía relatos audiovisuales que poseen la lógica propia de la oralidad”. Para el director y el crítico, “la cultura urbana se transforma radicalmente cuando la ciudad es vivida desde las mediaciones de los medios” (p.103). En capítulos como éste, el cine, como la ciudad, son metáforas de la sociedad. Obra fresca y actual. Alvarado Duque vibra con temas que apasionan, en esta temporada, a directores como Kirby Dick que abomina de Hollywood o como Juan Carlos Tabío que conceptúa que la llamada meca del cine es “cada día, con contadísimas excepciones, más profundamente superficial”. El manizaleño cataloga a Hollywood como “territorio de la modernidad” y habla, igualmente, del vaivén de lo moderno y de Hollywood como un “engendro de la modernidad”. En el capítulo dedicado a Casablanca coincide con Umberto Eco cuando dice que esta película desborda su propia época por ser “una extraña orgía de arquetipos”. La entroniza como “mitología de la modernidad” y ubica este clásico en “el crepúsculo de los dioses”, título más acorde con esas aparatosas producciones que siguen derramando torrentes de fama y dinero en las arcas del cine. En ciudades como Manizales, en donde muchas veces es mejor quedarse en casa que asistir a los escasos cinematógrafos que ofrecen no las mejores cintas, un descanso formativo es alimentar el espíritu con textos como los de Carlos F. Alvarado Duque. El lector descansa, se instruye y disfruta de una esmerada prosa. Es otra película bien narrada PS *Escritor.
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CINE 3º Festival de Cortos de Manizales
Un espacio para
destacar
Son elementos representativos del corto su duración, la tensión y la intensidad. Ofrece la posibilidad de contar historias para espectadores poco pacientes pero que pueden encontrar algo valioso en la creación audiovisual. Llamado. Jorge Abel Carmona Morales* - Papel Salmón
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arece que una de las características determinantes del cortometraje residiría en su extensión, velando así otros componentes que también son importantes y constituyen además la sustancia de la producción audiovisual o cinematográfica. Pero, si bien, esa propensión, se objetiva en su duración, por ejemplo, la tensión y la intensidad, al decir de Cortázar, cuando nos habla del cuento, son elementos representativos de ese género del filme, que, por las potencias que ofrecen las redes virtuales, tiende irremediablemente a propagarse. En el cuento, lo que se denomina intensidad es un leve acercamiento que de manera progresiva nos lleva hacia los aspectos desencadenantes de una historia, para introducirnos definitivamente en una turbulencia de acontecimientos que nos hace estremecernos durante un espacio temporal y que habita en nosotros como una latencia de contenido dormido pero que cabalgaría en nuestra mente inconsciente. La tensión, así mismo, nos acerca por espacios al desenlace de una historia, haciendo que nuestra atención se fije con adherencia suprema en las paredes rugosas de un relato que nos estremece con todas las energías posibles.
Pautas para el cortometraje
En el cine no hay temas buenos ni malos, no reifiquemos las cosas, pues lo que existe en todos ellos es simplemente un conjunto de relaciones esta-
blecidas por hombres y sólo por hombres. Lo que existe son temas mal o bien tratados, que algunos realizadores objetivan en la representación audiovisual para mostrarnos, para contarnos algo. En el cortometraje, es necesario captar desde el primer momento la atención del espectador, de atraparlo para que no tenga ocasión de respirar siquiera frente a un imbricado acontecer de circunstancias que de mayor o menor manera se empotran en cada uno de quienes lo observan. Además de su contundencia, cada plano o cada secuencia, debe guardar el poder de síntesis sin por eso desdibujar la esencialidad del relato. Y si parodiamos un poco, las palabras de Cortázar, un corto gana por knock-out, y no por puntos como sucede en el largometraje. ¿Pero qué ofrece el corto, que no estaría en el largometraje y que lo consolidan como un género importante dentro de la realización cinematográfica? En primer lugar, las posibilidades de contar historias para espectadores poco pacientes pero que también pueden encontrar algo valioso en la creación audiovisual. También se pueden hallar, no exclusivamente en él, pero sí por su poca pretensión de convertirse en productos comerciales, propuestas experimentales de contenidos novedosos, en los que incluso se violen las “reglas” de creación cinematográfica y que, por tal motivo, tenga seguidores que anden en persecución de otras apuestas estéticas, usualmente no muy
abundantes en los largometrajes, a excepción de algunas. Por la utilización de recursos y personal en la producción de un corto, su realización se torna menos onerosa y más accesible a creadores que no cuentan con los fondos para presentar propuestas propias que no calan en las requisitorias del mercado fílmico. Y, es posible advertir que el cortometraje, permite impulsar la creatividad de realizadores jóvenes que por la complejidad del largometraje no les permiten el acceso al mundo de la creación audiovisual y cinematográfica, por las dificultades que le ofrece la consecución de recursos y el cierre de puertas en el campo que configura ese espacio de producción. Grosso modo, estas ideas constituyen algunas pautas que conforman el cortometraje como un género suficientemente consolidado dentro del mundo cinematográfico.
Una alternativa
Esto, con el fin de resaltar la labor de la Universidad Nacional, en cabeza del Programa de Gestión Cultural que ha impulsado el Festival de cortos de Manizales del 2010 que ya frisa su tercera versión y a presentarse entre el 8 y el 14 de noviembre del presente año. Si bien, la realización de cortometrajes es una actividad consolidada y valorada en otras geografías, en nuestro
país, a este tipo de producciones no se les ha dado la importancia necesaria, por lo que ni directores, ni productores tienen un realce en este universo particular que tampoco cuenta con un público preparado para solicitarlos. Parece que estuvieran destinados sólo a exhibirse en los festivales cinematográficos como una excepcionalidad y no como la norma de una sociedad que pueda exigir películas de buena calidad y que se escape de los parámetros usuales de realización audiovisual. Dicho Festival, viene a constituir una alternativa de difusión y presentación de propuestas distintas que agrupa a los realizadores que se expresan a través de la imagen visual, en abierta oposición a los parámetros del mercado, para cautivar a un público que está en constante búsqueda de opciones distintas, para consolidar la creación audiovisual y cinematográfica, que pueda ofrecer productos de buena calidad y de contenidos diversos para marginarse de los esquemas propiciados y extendidos para los usuales patrocinadores de las películas en Colombia. Recibimos, pues, con beneplácito el Festival, esperando que la asistencia de público sea la adecuada, especialmente entre los universitarios, que al parecer, se han olvidado que la conciencia cinematográfica también hace parte de su formación como personas integrales, ahora que tanto tecnicismo académico se impone, menospreciando las humanidades como necesarias para el crecimiento de un país, cuyo balance cinematográfico (apenas 10 películas por año) no alcanza a direccionar un trabajo serio en ese sentido. Felicitaciones a la Universidad Nacional y este sea el llamado a otros centros educativos como la Universidad de Caldas, precisamente, un Centro de Formación Superior, que cuenta con una Facultad de Artes y Humanidades y otros de Ciencias Jurídicas y Sociales, que ya ni dentro de sus actividades culturales, cuenta con espacios de exhibición cinematográfica, quizás debido a sus políticas de ahorro excesivo en los que la estética no tiene un lugar de importancia PS *Germaniavive@live.com
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PUBLICACIONES en estantería DVD
P R E C I S I Ó N
La dulce vida
Celda 211
Amapola (poppy en inglés) es una flor que está presente casi en todo el mundo. Se asocia a la primavera, llena de colorido, esperanza y expectativa, pero además, a los efectos sedativos que produce entre los que la consumen en grandes cantidades. Es por eso, que así llaman cariñosamente a la protagonista de esta historia, una mujer vibrante que embriaga con su vitalidad, vive la vida con felicidad, es profesora de primaria que en sus ratos libres se ejercita en un trampolín, toma clases de flamenco y de conducción. Happy-Go-Lucky es una cinta inspiradora que motiva al espectador a no perder tiempo con las perturbaciones citadinas. A lo largo de su metraje, Poppy interpretado por Sally Hawkins, es un manual abierto lleno de buena energía que fácilmente lo hace a uno reír por su dosis de espontaneidad o llorar no precisamente por sus acciones, sino por las que uno ha dejado escapar.
Una película de Daniel Monzón, basada en la novela de Francisco Pérez Gandul. Fue precandidata de la Academia de Arte y Ciencias Cinematográficas de España al Óscar en la categoría mejor película de habla no inglesa. Juan, funcionario de prisiones se presenta en su nuevo trabajo un día antes de su incorporación oficial. Allí sufre un accidente minutos antes que se desencadene un motín en el sector de los FIES, los presos más temidos y peligrosos. Sus compañeros no hacen nada más que velar por sus propias vidas y abandonan a su suerte el cuerpo desmayado de Juan en la Celda 211. Al despertar, Juan comprende la situación y se hace pasar por un preso más ante los amotinados. A partir de ese momento, el protagonista tendrá que jugársela a base de astucia, mentiras y riesgo, sin saber todavía qué paradójica encerrona le ha preparado el destino.
País, Reino Unido. Director, Mike Leigh. Reparto, Sally Hawkins, Alexis Zegerman, Andrea Riseborough, Samuel Roukin, Sinéad Matthews, Kate O’Flynn, Sarah Niles, Eddie Marsan, Sylvestra Le Touzel, Nonso Anozie, Jack MacGeachin.
País, España, Francia. Director, Daniel Monzón. Reparto, Luis Tosar, Alberto Ammann, Antonio Resines, Marta Etura, Carlos Bardem, Manuel Morón, Luis Zahera, Vicente Romero, Fernando Soto y Manolo Solo.
C O N C E P T U A L
Hechos y lógica Luis E. García* - Papel Salmón
Definiciones. ¿Música clásica o música universal? períodos
Ambientada en Irak, The Hurt LocMientras los hombres se esfuerzan ker (Zona de miedo) es una intensa por controlar a su nuevo jefe frenétirepresentación de soldados elite que co, la ciudad estalla en caos, y el vertiene uno de los trabajos más peligrodadero carácter de James se revela sos del mundo: el desarme de bomde tal forma que cada hombre cambas en el calor del combate. Cuando biará para siempre. Es dirigida por el sargento, William James (Jeremy la visionaria cineasta Kathryn BigeRenner), se hace cargo de un equipo low, ex esposa del también director altamente capacitado en la desacJames Cámeron. tivación de explosivos en medio de País, Estados Unidos. Directora, conflictos violentos, sorprende a sus dos subordinados, Saborn y Eldridge (Anthony Kathryn Bigelow. Reparto, Jeremy Renner, AnMackie y Brian Geraghty), con su comporta- thony Mackie, Brian Geraghty, Evangeline Lilly, miento desafiante e indiferente a la muerte. Ralph Fiennes, David Morse y Guy Pearce.
Aunque la expresión “música clásica” ya transita por todo el mundo, resulta un tanto imprecisa, porque contiene tres de las fallas de una definición: es muy amplia, por cuanto denota toda una historia de creación musical que abarca casi mil años; muy estrecha, pues aplica también a un periodo concreto de esa evolución; y es ambigua al designar dos situaciones o hechos diferentes. Intentemos aclararla, al menos para nosotros, pues los hábitos lingüísticos, en especial los incorrectos, son duros de erradicar. Todos los pueblos del planeta crean manifestaciones musicales propias, y las que perduran durante generaciones se convierten en parte integrante de su cultura; han de ser melodías sencillas, rítmicas y fáciles de aprender por cualquier habitante sea cual fuere su formación. Tal es la MÚSICA POPULAR, a la cual se ha contrapuesto -como complemento y no oposición- la llamada MÚSICA CLÁSICA, o “música seria” (como la define el Diccionario Harvard de la Música, que tampoco es la expresión apropiada). El hecho es que en Europa se comenzó a desarrollar desde la Edad Media un sistema de notación musical -un auténtico lenguaje- que permitía precisar la altura de cada nota, el ritmo, rapidez y matices de la pieza musical, y lograr su exacta ejecución según las intenciones del compositor; además permitía escribir varias melodías simultáneas (polifonía o contrapunto) para uno o más instrumentos o diferentes voces, llegando a complejidades reservadas sólo para talentosos compositores. El periodo grandioso de este proceso empezó con J. S. Bach y culminó Beethoven, y así la expresión “música clásica” apareció por primera vez hacia 1840 para enmarcar esta edad dorada de la música, y terminó englobando toda la historia. Una posterior visión panorámica permitió distinguir algunas características distintivas durante este milenio musical, y de ahí resultaron varios períodos: MEDIEVAL (hasta 1400), canto gregoriano y nuevas armonías; RENACIMIENTO (1400-1600), avances en polifonía e instrumentación; BARROCO (1600-1750) complejidades en contrapunto; CLÁSICO (1750-1815), menos complejo, más melódico y asimilable; ROMÁNTICO (1815-1910), expresión de la individualidad del compositor; y CONTEMPORÁNEO, donde hay de todo. Y como esta música ha penetrado en todos los rincones del planeta, es ahora UNIVERSAL… Aunque en muchos colegios de nuestra ciudad -donde ya tenemos poderosa orquesta sinfónica- la ignoran, a sabiendas que conocerla y apreciarla le abre a cualquier ser humano un universo de serenidad espiritual y deleite estético para toda la vida.
convocatoria
*precision_conceptual@yahoo.com
Zona de miedo (The Hurt Locker)
Literatura infantil y juvenil Se convoca al 16 Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma - Fundalectura. Se concursará con una obra narrativa (cuentos o novela) destinada a niños lectores, de tema libre, con un mínimo de 50 y un máximo de 100 páginas tamaño carta. Los trabajos se presentarán en 3 copias impresas, acompa-
ñadas con una copia digital, en CD. Se concederá un premio único de trece mil dólares (cerca de 24 millones de pesos). Las obras pueden remitirse a Editorial Norma S.A., Avenida El Dorado N° 90-10, o Fundalectura, Diagonal 40 A Bis Nº 16-46, Bogotá. Informes en la página web www.fundalectura.org
Director: Nicolás Restrepo Escobar Editora: Gloria Luz Ángel Echeverri Diseño: Virgilio López Arce Circula con LA PATRIA todos los domingos Cra 20 No.46-35. Tel 878 1700 Impresión: Editorial LA PATRIA S.A Portada: Mario Vargas Llosa, Premio Nobel Literatura 2010 Foto/Archivo La Patria/Papel Salmón
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HOMENAJE A los 26 años escribió La ciudad y los perros, ganadora de varios premios. La escritura de La casa verde lo llevó a afirmar que una novela era como un strip-tease. Provocar, es la máxima satisfacción que puede producirle una novela. Escribir es vivir. Octavio Escobar Giraldo* - Papel Salmón
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sta es una historia con comienzo y final feliz. En octubre de 1963 la editorial Seix-Barral publicó la primera novela de un escritor peruano de 26 años, Mario Vargas Llosa. Ganadora por unanimidad de la sexta convocatoria del Premio Biblioteca Breve, a la sazón uno de los más exigentes del ámbito de la lengua, la historia de la Lima de los años cincuenta que tiene como centro a un heterogéneo grupo de alumnos del colegio militar Leoncio Prado y a diversas formas de poder, marginalidad y violencia, había pasado por varios títulos antes de llamarse La ciudad y los perros. Precedida por La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes y Rayuela de Julio Cortázar, y rápidamente traducida a una docena de idiomas, Premio de la Crítica Española en 1963 y finalista en el Prix Formentor, su autor se convirtió en el rostro más atractivo de “El Boom”, un fenómeno li-
terario que hizo que los lectores de todo el mundo conocieran y admiraran a una serie de escritores hispanoamericanos que renovaban las formas literarias tradicionales, sobre todo la novela, con sus narraciones llenas de color local, intención política y virtuosismo literario, en un panorama variopinto al que se unió en 1967 Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
El strip-tease del escritor
Tan disciplinado como talentoso, Vargas Llosa publica en marzo de 1966 La casa verde, en la que pretende totalizar a su país a través de historias que se desarrollan en dos de sus espacios físicos, la sierra y la selva. Sus personajes deambulan por Piura, ciudad del norte del Perú donde el autor pasó un período crucial de su infancia, y Santa María de Nieva, en la región amazónica.
Mario Vargas Llosa, durante su visita a Manizales en 1999, en compañía del ex alcalde Mauricio Arias.
novela
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel Literatura 2010
Como una Técnicamente muy ambiciosa, su escritura lo llevó a afirmar que una novela era como un strip-tease: “Pero, claro, hay diferencias. Lo que el novelista exhibe de sí mismo no son sus encantos secretos, como la desenvuelta muchacha, sino los demonios que lo atormentan y obsesionan, la parte más fea de sí mismo: sus nostalgias, sus culpas, sus rencores. Otra diferencia es que en un strip-tease la muchacha al principio está vestida y al final desnuda. La trayectoria es la inversa en el caso de la novela: al comienzo el novelista está desnudo y al final vestido” (1). Su siguiente trabajo, Los cachorros (1967), confirma esta posibilidad de la literatura. Relato largo de exquisita elaboración, describe a un grupo de muchachos de la clase alta limeña, enfrentados al drama personal de uno de ellos, emasculado por un perro en los baños del colegio Champagnat, lo que condiciona su destino. Ese mismo año recibe de manos del octogenario Rómulo Gallegos, el premio que lleva su nombre, en esa primera oportunidad destinado a la mejor novela en lengua española de los últimos cinco años. También obtiene el Premio Nacional en el Perú y el Premio de la Crítica en España. Celebridad mundial, alterna los viajes y las conferencias con la escritura de Conversación en la Catedral (1969), un proyecto que llegó a tener miles de páginas y que reduce a costa de muchísimo esfuerzo para conseguir la que muchos consideran su mejor obra. Centrada en un tema político, la dictadura del general Manuel Arturo Odría (1948 a 1956), el título, que alude a un pobre bar obrero, ya es un indicio de que supo alejarse del discurso panfletario y las verdades unívocas para sumar un acierto más. En seis años, y a través de cuatro novelas, una de ellas muy corta, Mario Vargas Llosa se convierte en un nombre fundamental de la literatura hispanoamericana.
menores, alguna merecedora del discutible, y por tanto innecesario, Premio Planeta (Lituma en los Andes, 1993), y con reconocimientos públicos de la categoría de la Legión de Honor francesa y los premios Príncipe de Asturias (1986) y Cervantes (1994). Doctor Honoris Causa de universidades de todo el orbe, ciudadano del mundo -dos veces aceptó la invitación al Festival de Teatro de Manizales-, la concesión del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa es el final feliz de una historia que comenzó con brillantez y año tras año se desarrolló con la seriedad de las vocaciones verdaderas. Como en cualquier novela, hemos asistido a las altas y bajas de un personaje existencialista y quijotesco, que ha debatido con sus contemporáneos y sus circunstan-
cias, que cambió la militancia izquierdista por la defensa del estado liberal de raíces más tradicionales; un ser humano que se dejó tentar por el poder y el mercado, y también luchó por causas perdidas, que, siempre coherente, le apostó a sus fortalezas y creyó en sus debilidades con el ardor de un romántico y la lucidez de un racionalista; un enamorado de la realidad alterna que es la literatura, que asume el reconocimiento en Estocolmo como un homenaje a nuestra lengua y que nunca olvidó que “el escritor siente íntimamente que escribir es lo mejor que le ha pasado y puede pasarle, pues escribir significa para él la mejor manera posible de vivir, con prescindencia de las consecuencias sociales, políticas o económicas que puede lograr mediante lo que escribe” (3) PS *Escritor. Docente de la Universidad de Caldas. Notas (1) Vargas Llosa, Mario. Historia secreta de una novela. Tusquets Editor, Barcelona, 1971. Página 7. (2) Vargas Llosa, Mario. La orgía perpetua. Flaubert y “Madame Bovary”. Editorial Seix-Barral S.A., 1975. Página 20. (3) Vargas Llosa Mario. Cartas a un joven novelista. Editorial Planeta S.A., Bogotá, 1998. Página 9.
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, estuvo en el Fondo Cultural del Café en 1999.
das las páginas son memorables. En 1973 aparece Pantaleón y las visitadoras, un logro menor en tono sarcástico, precedido y sucedido por dos obras de reflexión muy importantes: García Márquez: historia de un deicidio (1971), un estudio de la narrativa del escritor de Aracataca, por entonces su gran amigo, y La orgía perpetua. Flaubert y “Madame Bovary” (1975), un lúcido ensayo sobre el célebre autor francés y su obra fundamental. En este texto, profundamente amoroso, Vargas Llosa revela sus ideas fundamentales sobre el género que lo hizo famoso: “Una novela ha sido más seductora para mí en la medida en que en ella aparecían, combinadas con pericia en una historia compacta, la rebeldía, la violencia, el melodrama y el sexo. En otras palabras, la No tan memorables Pero, como en cualquier novela, no to- máxima satisfacción que puede produ-
cirme una novela es provocar, a lo largo de la lectura, mi admiración por alguna inconformidad, mi cólera por alguna estupidez o injusticia, mi fascinación por esas situaciones de distorsionado dramatismo, de excesiva emocionalidad que el romanticismo pareció inventar porque uso y abusó de ellas, pero que han existido siempre en la literatura” (2). Así mismo, como ya lo había hecho en otros textos, insiste en su gusto por las obras rigurosas, que abarcan un mundo y no dejan cabos sueltos, que crean la ilusión de autosuficiencia y totalidad. Vargas Llosa termina la década con su novela más autobiográfica, La tía Julia y el escribidor (1977), que nos permite fisgonear en su pasado, pero también contemplar a Pedro Camacho, un hombre de cincuenta años que se desgasta
y enloquece en un proceso de escritura caricaturesco y brutal, que revela las diferencias, algunas muy sutiles, entre el artista verdadero y el trabajador simplemente laborioso.
En los últimos tiempos
La Guerra del fin del mundo (1981) y La fiesta del chivo (2000), son los dos hitos literarios de una carrera pública con muchos contrastes, que en los últimos treinta años, y con intermitencias, se inclinó más hacia el periodismo, la docencia y, en mayor medida, la política, con tentativa presidencial incluida. Centradas en grandes sucesos colectivos -una rebelión mesiánica en el siglo XIX en Brasil y el final de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana- comparten bibliografía con novelas
Antes de recibir el próximo 10 de diciembre el Premio Nobel de Literatura, Alfaguara publicará el último libro de Vargas Llosa, El sueño del celta, un relato sobre Roger Casement (18641916).
Fotos/Archivo LA PATRIA/Papel Salmón