Jiwaki Enero Febrero

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presentación En esta primera edición del año, presentamos una variedad de temas propios de nuestro amplio escenario cultural. Abrimos con un nuevo sector: Lo nuestro, lo que somos, que sintetiza al ser paceño en sus distintas expresiones, y que en su primera entrega está centrado en el singular paisaje de La Paz, Chuquiago Marka. En Galería de Notables nos referimos al cineasta nacional Jorge Ruiz, uno de los grandes iniciadores del cine indigenista en América y Pedro Susz nos da a leer un comentario sobre “Las bellas durmientes”, último filme de Marcos Loayza. Machi Mirón nos deleita con una nota sobre las expresiones populares, así como Vicky Ayllón recuerda la edición de “El Quevedito” periódico que Jaime Sáenz publicara en Alasita. En el sector de Letras presentamos algunos poemas de Jaime Taborga Velarde. En relación al patrimonio documental, presentamos una nota sobre el valioso patrimonio que guarda el Archivo de La Paz. Un texto de Gustavo Medeiros hace una evocación y homenaje a Oscar Niemeyer, creador de una arquitectura de vanguardia que se inmortalizó con la construcción de Brasilia. El patrimonial edificio de la Estación Central, que permanece silencioso y alejado del trajín de ayer es motivo de una nota, en tanto que las calles Sagárnaga y Linares, que son parte de la ruta turística de miles de visitantes extranjeros y nacionales merecen también un espacio en nuestras páginas Esperamos que éstos y otros materiales que forman parte de esta primera edición de Jiwaki para este 2013, sean de su interés y agradecemos todos los comentarios sobre el contenido de esta publicación dirigida a todos los sectores de nuestra comunidad.

Walter Gómez Méndez Oficial Mayor de Culturas


La configuración del ser paceño tiene origen en distintos factores, uno de los más antiguos y por tanto fundamentales es el entorno del valle de Chuquiago, donde se asentaron sucesivamente la cultura Tiwakanu, señoríos collas y posteriormente la presencia inka, hasta la llegada los fundadores hispánicos a raíz de la que se amalgamó nuestra cultura criollo-mestiza con honda raíz aymara. El medio hace al hombre, es un principio antropológico básico que se explica plenamente en cómo somos en relación a nuestro espectacular e insólito paisaje. Allí está la magnífica intrusión nevada de nuestra montaña tutelar, el Illimani o Jillamana (el resplandeciente) que domina la ciudad entre las otras cumbres, las caprichosas formaciones que emergen en esta gran hondura que se abre en medio del altiplano, han impulsado al habitante del valle de La Paz a convertirse en morador arraigado y aguerrido, a sumarse más que sobreponerse a la tempestuosa geografía del lugar y construir nuestra sorprendente ciudad. La estirpe paceña tiene el carácter de esas formas fuertes y al mismo tiempo armónicas del gran nevado. Alberto Ostria Gutiérrez escribió “La ciudad de La Paz, tan distinta a las otras ciudades del mundo, tan alta y a la vez tan profunda… No podría ser albergue de gente sumisa, blanda o adormecida ”. Entre las varias teorías que explican el origen del valle o quebrada donde se levanta la ciudad de La Paz, está la del erudito paceño Agustín Aspiazu, quien señala que la gran cuenca de La Paz ha sido formada por el hundimiento de la alta planicie producida por abundantes filtraciones, modificada después por arrastres de lluvias torrenciales y la continua acción niveladora del agua que corre por ella. Producido el hundimiento, el torrente del Choqueyapu que hasta entonces se vaciaba en el río Desaguadero, cambió de curso, franqueándose paso al través de las gargantas o hendiduras de la cordillera oriental e incorporándose a los otros ríos que desembocan en el Atlántico. El geólogo noruego Lorenzo Sundt, nos dice: “…es una de las maravillas de la naturaleza como quizás no hay otra igual en el mundo”. El célebre naturalista francés Alcides D´Orbigny, en su Viaje a la América Meridional, dedicó varias páginas a nuestra ciudad, de las que extraemos dos párrafos: “ Debía también admirar el aspecto salvaje, pero grandioso del panorama que presentaba el conjunto de la quebrada de La Paz, tal vez una de las más extraordinarias del mundo, puesto que está enteramente cavada en terrenos transportados, pertenecientes a la época diluvial. Imaginemos, en efecto, una especie de canal formado por las aguas, cortando casi perpendicularmente del lado de la llanura en anfiteatro hacia los Andes, presentando de todos lados montañas desnudas, negruzcas, muy desgastadas, coronadas de cimas cubiertas de nieve”.


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…” Si seguimos con la vista el curso tortuoso de la quebrada, se la ve profundizarse aún más, cubrirse más y más de vegetación y perderse en los rodeos sin número de las montañas, sobre las cuales, como un gigante, se dibuja la masa imponente del Illimani, que cierra el cuadro por el este. Nada he visto en los Pirineos, ni en los Alpes, que se parezca, ni siquiera de lejos, a ese conjunto severo de la Quebrada de La Paz.” El escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura (1967), en su obra “La Paz: Cumbres y Alas”, ha escrito: “ …El recién llegado no puede entregarse a la alegría de sentirse liviano sin estar acostumbrado a la altura, y pausará su ademán al señalar los nevados, las cúpulas, las torres, los eucaliptos de grises mechones verdes, el fugar serpenteante de las carreteras y pausará su paso por callejuelas que son como escalas de abordaje,hacia las plazas viejas, donde la historia entra en escena arrebatadamente y el héroe enciende la tea que ya nada ni nadie apagará después”. El notable antropólogo y etnólogo peruano José María Arguedas, a su paso por la ciudad de La Paz a mediados del siglo XX, en su poemario La ciudad de La Paz (Una visión y un símbolo) dice con admiración: “Así, en tal extremo de enardecimiento, el viajero es sorprendido por la ciudad de La Paz. Desde el borde cortado del altiplano se contempla en una hoyada increíble la sonriente y épica ciudad”. “…Luego fue tarea común de indios, mestizos y españoles seguir domeñando en suelo difícil para abrir calles y plazas escarpadas y rotas laderas. Hoy, esta admirable tarea se ha acrecentado, y es la más semejante a la del hombre antiguo, de todas las obras que el americano actual ha emprendido”. El panorama urbano y social de las laderas es para el extraño un espectáculo que los asentamientos de los barrios altos, que desafían precipicios, aferrados a los bordes insaciables de este abismo. “Calles pasajes paredes laberintos de adobe levantados por los de abajo que viven allá arriba. (…) Suben con fatiga oblicua y bajan veloces por los declives donde han erigido su audacia marginal en esta teluria tempestuosa” (Fernando Lozada S.) El carácter del paceño está impregnado de su paisaje, por ello es bravío y combativo, no puede ser domeñado por la adversidad o se sobrepone a ella tenazmente. Como centro de gravitación económica y política, La Paz ha sido y es determinante en la formación de Bolivia: Corazón abierto a todas las sangres, aquí se mira la patria entera, aquí se ahoga toda sed de asombro.

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Con cerca de un millar de títulos publicados, Plural Editores se ha situado como vanguardia de la industria del libro en nuestro país. Su director José Antonio Quiroga nos refiere los inicios, actuales dimensiones y los retos que supone esta difícil y valiosa contribución a la cultura. Surge en 1987 como Centro de Información para el Desarrollo CID, enfocado dentro del desarrollo rural y agropecuario a través de la revista Procampo y otras publicaciones. En 1992 toma el nombre de Plural, nombre que desde ya nos permite apreciar la amplitud o pluralidad de temáticas y enfoques que contribuyen al desarrollo de las ciencias y la literatura. Su primer título es la reedición de Los Deshabitados, novela de Marcelo Quiroga Santa Cruz que ya se había agotado.

de la familia Kavlin, situada en la Av. Ecuador esquina Rosendo Gutiérrez, donde nació el periódico católico Presencia. Quiroga, filósofo y consumado editor ha logrado una notable y sostenida capacidad de publicación en las áreas de Ciencias Sociales con un 40% del total de libros y de Historia, que es el tema actualmente más publicado. De igual manera ha impulsado la difusión de obras literarias, fundamentalmente de poesía, con 150 títulos impresos. La colección Letras Fundamentales, a cargo del escritor Leonardo García Pabón, concentra las obras literarias de mayor relieve, de la que son parte las obras completas de Yolanda Bedregal. En la misma están contenidas diez de las quince novelas más importantes de Bolivia.

Ya en 1999 se constituye como empresa editora contando ya con una imprenta, en una En ciencias sociales destaca la reimpresión casa patrimonial originalmente el domicilio mejorada de Viaje a la América Meridional

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del naturalista francés Alcides Dorbigny. Se ha publicado también las obras completas de Sergio Almaraz, Carlos Montenegro y Santiago Vaca Guzmán. Al presente, todas las obras de Marcelo Quiroga han sido impresas incluyendo la primera edición de su novela inédita Hablemos de los que mueren. De esta manera, grandes exponentes del pensamiento político boliviano del siglo XX se hallan contemplados en la producción y difusión de Plural Ed.

gencia permita mejorar las condiciones de la industria editorial, que por lo demás está implacablemente afectada por la piratería. De allí la importancia de destacar el aporte de empresas como Plural. Quiroga comenta que el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz ha dado un paso inédito para el fomento de la lectura, al encargar este año un tiraje de 60.000 ejemplares del libro Imágenes Paceñas de Jaime Saenz destinado a los alumnos de los últimos cursos del ciclo secundario de nuestra ciudad. Es de esperar que esta acción de estímulo de la lectura de calidad sea mantenida y también seguida por otras instituciones del país.

En enero de este año se lanzará una edición de la Historia de la Villa Imperial de Potosí, del cronista potosino Bartolomé Arsanz de Orsúa y Vela en tres tomos, la misma que sólo había sido publicada por la Universidad de Brown de los Estados Unidos. Esta nueva edición incluye una amplia introducción de El director de Plural considera que parte de del notable archivista e historiador Gunnar su principal aporte en los 25 años de trayectoria es haber gestionado la edición de las Mendoza. 15 novelas fundamentales del país, que se También se está concluyendo la obra com- realizará con el concurso del Ministerio de pleta de Jaime Saenz y la mayor parte de la Culturas, la Carrera de Literatura de la UMSA obra de Oscar Cerruto, quedando pendiente y la Cooperación de España (AECID). su obra dramática. El joven poeta Guillermo Bedregal, fallecido a sus 21 años también La calidad del trabajo editorial de Plural conestá incluido en esta línea de difusión. juga con la de su personal y la tecnología utilizada. El sistema digital con el que cuenta El libro más vendido es la novela Felipe Del- permite además realizar impresiones a pedigado de Jaime Saenz, que va por la cuarta do. Es decir, si un lector solicita un libro agoreedición. En todo el mundo, el editor de tado, es posible imprimirle un solo ejemplar libros de valor académico y literario no per- a un precio razonable con el pago de derecibe grandes utilidades, salvo transnaciona- chos de autor incluido. les que privilegian best-sellers y publicaciones de valor efímero. En Bolivia, el asunto Esta casa editorial forma parte de la Alianza es aún más dificultoso. En nuestro país es difícil superar los mil ejemplares en cada Internacional de Editoriales Independientes, edición, dada la incipiente cantidad de lec- una de las organizaciones más grandes cotores. El mercado no se ha expandido como nectadas a librerías de esta misma condición podría suponerse con la profusión de cada y sus vínculos se han desarrollado editoriales vez más universidades privadas. No existen y librerías de países del área como Argentina, editoriales universitarias en Bolivia, no existe Chile, Perú, Ecuador y de manera inicial con un sistema de compras para las bibliotecas las de México y Colombia. Es una vía alternapúblicas y el IDH no cubre ningún tipo de tiva frente monstruos o cadenas editoriales publicaciones. Se espera que la Ley del Libro cuyo principal objetivo es producir mercanque se ha proyectado y deberá entrar en vi- cías que reporten utilidades.

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En los últimos cinco años Plural ha venido trabajando en la Colección de Obras Completas de Autores Bolivianos y en la reedición de obras historiográficas ya agotadas de escritores como Pantaleón Dalence, de Jaime Mendoza (El Macizo Boliviano) así como de Emeterio Villamil de Rada (La lengua de Adán). En esta misma orientación se inscribe la edición de obras de Gustavo Navarro Ameller , más conocido como Tristán Marof, el segundo tomo de la obra de René Zabaleta Mercado, entre otras. Plural cuenta con un personal de aproximadamente 30 trabajadores, varios de ellos con 20 años de antigüedad, en edición, talleres, prensa, administración y distribución. Cuenta con una casa en la ciudad de Cochabamba y pequeñas agencias en varias ciudades del país. Actualmente el responsable de ediciones es Mauricio Souza Crespo, doctorado en Literatura y experimentado periodista cultural. Como empresa cultural, Plural Editores ha logrado un muy respetable espacio de fomento a la producción intelectual y artística, partiendo de la premisa de que un libro constituye un patrimonio cultural de nuestro país y que vale el sostenido esfuerzo que la sitúa como la casa editorial de mayor producción de libros, además de revistas como Procampo que continúa editándose hasta el presente, Nueva Crónica y Buen Gobierno, que edita conjuntamente con el Instituto Prisma, la misma que aparece quincenalmente y ha llegado al número 110. En la Gala Cultural de julio de 2011, Plural Editores recibió la Tea de la Libertad en el grado de Gran Mérito, el más alto reconocimiento que la Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz confiere a instituciones y personalidades por su aporte a las culturas y las artes.

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Con alguna vuelta de tuerca sobre el mundo de las fábulas infantiles, y varias sobre las películas dedicadas a exaltar la figura de superpolicías capaces de resolver hasta el problema más enrevesado sin necesidad siquiera de reponer su dosis matutina de desodorante, Marcos Loayza vuelve a las andadas con el que posiblemente sea su largometraje más arriesgado. No en términos de envergadura de producción, pues cada uno de sus trabajos previos lo era en mayor medida. A la imprevisible reacción del público me refiero. Si aquella está siempre librada a un considerable margen de azar, en la oportunidad el desacomodo frente a los clones del cine policial de acción con tipos pintudos, casi omnipotentes, encargados de poner orden en medio del relajo social, devastando de paso los corazones de cuanta belleza se les cruza por el camino y haciendo gala de una sofisticación inmune a cualquier eventualidad, puede dar lugar a dos reacciones opuestas. Catalizar de inmediato la identificación con el anti-héroe protagonista de Las bellas durmientes, o bloquear por el contrario, enseguida también, la más mínima posibilidad de hacerse carne del infortunio de Quispe, patético investigador lastrado por todas las insuficiencias devenidas del inacabamiento institucional del país. Porque, eso sí, como en tres de sus cuatro largometrajes precedentes, salvo Escrito en el agua (1998) ambientada en la Argentina, Loayza se adentra una vez más, en los veri-

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cuetos de “nuestro modo de ser”, reiterando un inefable olfato para identificar los pequeños dichos y gestos característicos del comportamiento cotidiano, de los paceños en Cuestión de fe (1995) y El corazón de Jesús (2004), de los cruceños en este su último emprendimiento. Tal puntería para aprehender el detalle y pasarlo luego por el cedazo del humor, es en definitiva, el gancho primario del “estilo Loayza”- pues a estas alturas ya es dable identificar una marca inconfundible de su cine-, en el empeño de convocar a la complicidad del respetable. Sin embargo justamente la deconstrucción del prototipo del guardián de película al uso, según, digamos, el modelo James Bond y su larga descendencia de celuloide, obra en la oportunidad, o podría obrar, al modo de una suerte de interferencia en la activación de la simpatía súbita. No sólo eso. También el ritmo cansino, acorde a la figura del protagonista central, en una trama que gambetea los grandes momentos de acción y los estallidos de violencia típicos del género, para focalizar su mirada sobre los engorros prácticos de un trabajo desasistido hasta de las facilidades más elementales para ser puesto en práctica con alguna posibilidad de éxito pautan la temeraria apuesta que el realizador se auto impuso esta vez, enfriando con deliberación -¿algo excesivamente?-, su thriller en vena de comedia.

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El cabo Quispe – “con j” apuntilla al pasar en uno de los sabrosos diálogos-, el sargento Vaca y “la Choca” comparten el tedioso pasar en una comisaría de Santa Cruz, ocupándose de asuntos de menor cuantía, hasta que, de buenas a primeras, les cae entre manos un paquete mayor: el homicidio sucesivo de varias bellas jóvenes empleadas por una prestigiosa agencia de modelos.

cope de “Who done it”? (quién lo hizo?). Vale decir esa laboriosa búsqueda del culpable que Sherlock Holmes y los de su carácter armaban morosamente a puro razonamiento juntando de a poco las piezas del rompecabezas, y que los detectives posmodernos desentrañan a tiro limpio en el apuro propio de esta época impaciente por llegar a ninguna parte.

Al sargento le preocupa solo zafar cuanto antes del lío apresando, o inventando, al culpable del primer asesinato a fin de volver de inmediato a la rutina. Pero el hallazgo del segundo cadáver despierta en Quispe y “la Choca” la sospecha de un caso más complicado, que no es dable sacarse de encima apelando a los procedimientos administrativos usuales. Se requiere, piensan, escarbar más allá de las apariencias y de las deducciones lineales.

En el caso de la película de Loayza importa poco y nada la resolución del misterio puesto que los mismos homicidios en serie pretextan en realidad la aproximación a los personajes y sus actitudes, en una suerte de “costumbrismo” que roza a momentos la caricatura pero acaba desbordándola merced a la ya apuntada precisión para volcar a la pantalla decires y haceres constitutivos del pasar diario de las gentes descritas en su forcejeo entre el querer y el poder, ironizando sobre todo a propósito de las precariedades de un sistema que no deja de ser una réplica en tono menor de modelos mal copiados. Es a esos contextos a los cuales apunta entonces la sarcástica mirada impresa en sordina a lo largo de la trama entera.

¿Cómo hacerlo si no se cuenta siquiera con un cacharro?, para no hablar de otras facilidades operativas mínimamente acordes al tamaño de la charada. A puro pulmón e intuición. Chocando de paso contra prestigios intocables y vínculos, familiares incluso, con autoridades habituadas a instruir por teléfo- Loayza no se reserva el papel del observador no hasta donde resulta “conveniente” prolon- que mira de afuera. Se compromete por el gar una indagación. contrario a fondo con sus personajes. Como ya ocurría con el santero Domingo y su comDe acuerdo a la fórmula explicitada en su padre Pepelucho en Cuestión de fe, o con el momento con precisión por Hitchcok, el avejentado burócrata Jesús en El corazón de Jemecanismo disparador del cine y la literatura sús, el relato se pone en la ocasión de manepolicial es por definición el “whodunit”, apó- ra incondicional de parte de Quispe, lejos de

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concesiones fáciles o excesos almibarados, sin escamotear sus pequeñeces, pero evitando retacear un afecto que, a fin de cuentas, le permite redimirse de estas últimas. De alguna manera, el contraste entre la elegancia de los salones en los cuales las modelos desfilan sus encantos, los departamentos habitados por ellas, por el fotógrafo sospechoso y por los ejecutivos que hacen parte de esa porción refinada del todo, frente a la pobreza de la oficina de los investigadores o de la casa de Quispe es también un comentario sin palabras, que no hace falta por cierto, acerca de las marcadas disparidades del atraso de fondo, más acá de las apariencias. A destacar el parejo desempeño de los actores, junto a la también usual solvencia narrativa de Loayza. La cámara no es aquí un mero aparato de registro sino es, por el modo de colocarla y moverla, el generador de un plus de sentido cargado exitosamente a cuenta exclusiva de la imagen. Vale decir cine-cine, desentendido de las moralejas baratas, aferrado con uñas y dientes a una premisa: es cosa de contar algo y contarlo bien. Cine que, por añadidura, no se conduele de nuestros pesares colectivos, prefiere activar la sonrisa o la carcajada como percutor eventualmente más eficaz de una introspección compartida, en condiciones de pararnos desnudos frente al espejo. Como el rey del cuento, ya que de cuentos va la cuestión.

PEDRO SUSZ K.

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FotografĂ­a Leonardo Rodriguez

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Una ruta turística por excelencia: Sagárnaga y José María Linares en pleno centro histórico de La Paz. Visitada o simplemente transitada por miles de bolivianos y extranjeros, el trayecto tiene una especie de magia que atrapa el interés y curiosidad al grado de que uno puede dar vueltas y vueltas sin dar paso al aburrimiento y, aún así, tener la sensación de no haberlo visto todo. La calle Sagárnaga, en su serpenteante y angosto trayecto, encierra una variada oferta de recuerdos, gastronomía y opciones de viaje hacia otros puntos del país a fin de satisfacer el gusto de eventuales turistas que llegan con los bolsillos más dispares.

Continuando el recorrido y al cruzar la transversal calle Illampu el panorama cambia sustancialmente, la artesanía da paso a una amplia oferta de fruta de temporada y un sinfín de verduras y tubérculos. Sobre las antiguas mesas de madera y el soporte de las antiguas chiwiñas, las caseritas exponen los productos de todos los colores, formas y sabores, una verdadera tentación para el paladar.

En el marco de una política de modernización de la cuidad, el municipio paceño cerró la primera cuadra al transporte de servicio público, la remodeló y ahora se luce imponente y tradicional al mismo tiempo, se inhalan vientos diferentes. A manera de guardián Artesanías, objetos de plata, peltre y cobre, se levanta hacia un costado la Basílica de San ropa, aguayos, ponchos y mantas hechos a Francisco, una joya arquitectónica del siglo mano, monedas antiguas, instrumentos mu- XVI de estilo barroco mestizo. sicales autóctonos, tallas en madera y piedra y los famosos fósiles, (en su mayoría copia- Definitivamente la Sagárnaga es una vía dos en un molde común pero que son ofre- donde el turista encuentra lo inimaginable cidos como únicos por convincentes vende- en artesanía, una calle de la que los paceños dores), le dan un colorido especial al sector . sienten orgullo porque quién la visita, difícilmente logra olvidarla. Este variado comercio instalado en una empinada calle se entremezcla con hoteles, Transversal a ella se encuentra la calle José bares, veloces internets, cafés y restaurantes María Linares de caprichosa topografía y de oferta internacional y un menú especial permanente flujo de personas. Es una de las con la cada vez más sofisticada carne de lla- pocas arterias peatonales de La Paz –por lo ma como plato principal. En el trayecto de menos en una cuadra– comparable a las ruseis cuadras el visitante se encuentra con tas turísticas de cualquier ciudad del mundo agencias de turismo especializadas en la lla- donde el visitante puede adquirir productos mada ruta de la muerte a Coroico; grandes, típicos del lugar. El movimiento en sus tres pequeñas, modernas o tradicionales –pero cuadras principales no tiene tregua los 365 todas bilingües– se muestran varias galerías días del año, no hay feriados, paros u otro de arte y hasta tiendas de abrigos de pieles tipo de razones que detengan la dinámica sintéticas. altamente turística. Al lado de éstas, los originarios de los pueblos que rodean a La Paz se recuestan contra las paredes en cuclillas, vendiendo mantas tejidas y otras prendas hechas a mano por sus mujeres, en una clara competencia comercial con las fabricadas industrialmente. El mejor ejemplo de su marketing, es vestir el traje típico y hasta modelarlo para convencer al cliente.

Las casas –la mayoría declaradas patrimoniales– conservan su tipología y diseño original respetando disposiciones municipales. El hecho, sin embargo, no ha impedido que los inmuebles se conviertan en tiendas tradicionales o amplias galerías que fueron incrementando la cantidad de expositores y artesanos. Los que no pueden pagar el alquiler de un local se apuestan en las aceras.


Fotografía Archivo OMC

Prendas de alpaca en diversos modelos, colores, texturas y precios; aguayos elaborados manualmente y otros sintéticos, polainas con atractivos diseños; una impresionante oferta de antiguas mantas bordadas a mano, otras modernas con aplicaciones que demuestran la inventiva de los artesanos; bolsones con diseños de la cultura aymara, vestimenta típica, instrumentos autóctonos y en fin, una amplia gama de productos que son adquiridos especialmente por los turistas que no dudan en llevarse un recuerdo de su paso por La Paz.

sidad o cualquier otro motivo personal conduce a propios y extraños hacia este lugar abarrotado de objetos y artículos vinculados a la magia, brujería u otro tipo de sortilegios.

Las vendedoras, conocidas también como chifleras, demuestran amplio conocimiento sobre el significado de cada producto, suficiente con señalar qué se desea y ellas se encargan de prepararlos para el ritual posterior (los ocasionales compradores reciben una amplia explicación sobre los pasos del rito que deben seguir). Este comercio que comenzó hace muchas décadas, pasa de geAl final de la cuadra (muy próxima a las calles neración en generación y con él la diversidad Santa Cruz y Jiménez) se halla el conocido y experiencia fue creciendo a pasos agiganMercado de las Brujas. La curiosidad, nece- tados.


Mientras unas están especializadas en la preparación de mesas (ofrendas para las deidades y la Madre Tierra), otras experimentan con una infinidad de plantas medicinales y una variedad de hierbas con fines curativos para una diversidad de enfermedades. La forma en que las chifleras ofrecen sus productos es simplemente espectacular; animales disecados (aves, fetos de llama, sapos, ratas y otros) cuelgan en los puestos callejeros ante la mirada atónita de los visitantes.

Fotografía Archivo OMC

máticas, coca, alcohol, cigarros y también de curanderos o yatiris cuyo conocimiento ancestral los convirtió en especialistas para tratar males del alma y predecir el futuro de las personas a través de la hoja de coca y naipes. “En algunos casos ofician ritos de agradecimiento y de purificaciones a los dioses andinos como la Pachamama y los Achachilas”.

Las paredes, que semejan invisibles armarios, exhiben también “animales mitológicos de la fauna silvestre andina como el titi o gato andino, vicuña, cóndor y víbora. Un recuerdo del espíritu, es una mirada al pasado de una urbe y eso, precisamente, es el mercado de Las Brujas, una mirada al pasado de la ciudad de La Paz”.

Otro rubro que atrae clientela es el de los artesanos dedica dos a la producción de joyas de plata, peltre, bolivianita y piedras preciosas; cuadros, esculturas y objetos de cerámica que contienen simbologías del mundo mitológico andino aimara como los kerus, Pachamama, monolito, chachapuma, collares con la Puerta del Sol, cóndores y sapos que son dioses andinos.

Las calles Sagárnaga, Linares, Jiménez y alrededores están llenas de tradición pero también de una serie de nuevas curiosidades como los amuletos para atraer la buena suerte o bonanza en la familia, trabajo, salud, talismanes para encontrar pareja o hacer retornar al amor perdido, pomadas destinadas a aliviar diversas dolencias, parches naturales, ungüentos de víbora, hierbas aro-

Recorrer estas calles adoquinadas, empedradas y asfaltadas en distintos tramos, no es otra cosa que encontrarse con una ciudad tradicional que convive con la modernidad, un microcosmos cultural del centro histórico urbano paceño, en otras palabras… un patrimonio vivo al alcance y acceso de moros, ateos y cristianos.



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Cuando conocí la determinación del gobierno plurinacional que establece que todo funcionario público debe dominar por lo menos un idioma originario, yo me alegré pues supuse que el lenguaje cotidiano de los paceños volvería a engalanarse con palabras de origen aymara como llockalla –que solía utilizar el profesor Escalante al referirse a sus alumnos– y que, más temprano que tarde, en un diálogo entre adolescentes durante un viaje en minibús se podría escuchar algo como “aunque bien fuerte he huasqueado, igual nomás me han ch’allpado” o aquel testimonio de dos comadres sobre alguna amiga común: “A ver doñita, vieras cómo ese jach’o con el que se ha casado, a lak’anazo limpio nomás la trata”. Extrañamente no sucede nada de eso, al contrario, no es extraño que algún ministro o diputado cuyo origen étnico está en la zona rural altiplánica o valluna, al declarar algo a través de la televisión o radio, pronuncia la palabra yuvia en lugar de lluvia, como es lo apropiado, más aún si reparamos que –como recuerda mi amigo Fer-

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nando Lozada en un artículo publicado en Jiwaki– los bolivianos pronunciamos correctamente la letra ‘elle’, no por nuestra herencia castiza, sino por la influencia del aymara o quechua que hablaban nuestros ancestros, donde es vital su justa pronunciación, de otra manera, palabras como Illimani, Illampu, llockalla o pansankalla tomarían un rumbo oscuro y misterioso. Hete acá, caro lector, que nuestra esperanza había sido vana, es más, aquella norma que soñó imponer el gobierno del cambio no encontró eco alguno ni siquiera entre sus propios congéneres. Tal vez podríamos mencionar alguna excepción que, sin embargo, no viene del entorno de don Evo, es el rescate de la palabra ñeq’e, que integra la nueva consigna municipal de La Paz. Sin embargo creo nomás que, a estas alturas del partido, es en vano –incluso chistoso– cultivar esperanzas para que nuestros jóvenes recuperen palabras como ch’acharse o ch’irlazo o sonidos onomatopéyicos como lak’aj o

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p´aspa, a los que ya no recurre ni el talento de Entonces nuestros niños empezaron a ablos jóvenes raperos de El Alto, en su tarea de sorber mexicanismos como menso, que endescribir su vida cotidiana a través de un rap. tre nos reemplazó al cojudo, o el fenómeno más reciente que significó aquella tinelización Pero el uso de aquellas expresiones de raíz de nuestra cultura en comunicaciones con aymara o quechua fue diluyéndose en for- argentinismos como trucho. No podríamos ma paulatina en nuestra sociedad. Recuerdo olvidar que el proceso democrático que enpor ejemplo que a mediados de la década de tonces recién se iniciaba aportó con semillas los 70, los jóvenes de la clase media paceña muy pródigas. En 1985, cuando se produjo empezaron a utilizar expresiones como: no la mayor masacre blanca de la historia de p’ssss men, no veng’sssss a curtir papos, essss no te lo creo ni Bolivia, el gobierno de entonces inventó la palabra relocalizado, sinónimo buenudo de de aracas. En verdad la palabra papo, con su dedesocupado o desempleado. Tal palabrita pasó al rivado paposo –que podríamos traducir como acervo folklórico de nuestra tragedia social mentiroso, falso– era el eje de tal expresión y, de ser un eufemismo, se convirtió en una cuyo origen, según muchos lo suponen, vie- mala palabra. Ocho años después, cuando ne del entonces nuevo hábito de reunirse en relocalizado se había convertido en el sinónimo grupos para escuchar rock pssado y otro tipo de “desgracia humana”, sus inventores intende actividades. Lo cierto es que ese estilo tan taron reemplazarla con el coqueto racionalizapeculiar para comunicarse no tuvo una larga do, un adjetivo que –sin embargo– no tuvo vida, más aún con ese tsunami idiomático que larga vida. significó el nacimiento de la televisión privada allí por mediados de los años 80, agudi- Pero la democracia no fue la única responsable de los cambios en nuestro lenguaje. zándose luego con el acceso al internet.

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Los avances tecnológicos también tienen su responsabilidad. En muchos medios de comunicación, al inicio de nuestra relación con la computadora, en las salas de redacción palabras como printear reemplazaron a imprimir. El pragmatismo en el uso del lenguaje también empezó a ganar adeptos. De allí es que analistas económicos, locutores de radio y televisión y, por supuesto, los ministros y diputados prefirieron transformar al sencillo abrir en el repiqueteante aperturar y el dócil recibir en el desentonado recepcionar. Ellos hoy no ofrecen nada, prefieren ofertar. Y en ese ejercicio, palabras entrañables a la naturaleza humana se han convertido en palabras obscenas capaces de violar la dignidad humana. Gracias al trabajo de algunas ONG existen adjetivos que son considerados no torpes, sino inhumanos. Por ejemplo, quien está en la cárcel dejó de ser prisionero, preso, recluso, reo o interno. La denominación correcta es el complicado privado de libertad y si usted le dice a un amigo “te llamé por teléfono pero sólo estaba tu empleada”, podría ser pasible a que le inicien un juicio por discriminación. Lo correcto es decir: “te llamé por teléfono pero sólo estaba tu trabajadora del hogar”. Y no vaya a cometer la torpeza de decirle

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“hijo de tal” al minibusero que casi se lo lleva por delante por no respetar al semáforo que marcaba rojo. Si usted respeta los derechos humanos deberá decirle, “heredero de una trabajadora del sexo”. Aunque, si lo que busca es que ese cristiano sienta que le clavan un hierro candente en el corazón, escúpale un simple y sonoro ¡chofer! Y en estos andares, es delito de lesa humanidad que usted se atreva a sostener que, en esta vida sólo espera llegar a viejo. Ahí sí el Defensor del Pueblo y Derechos Humanos se le vendrían encima juntos. Tampoco pronuncie las palabras anciano, veterano, k’aivo, achachi, ni siquiera persona de la tercera edad. Lo que usted debe expresar es que lo único que espera de esta vida es “llegar a persona adulta mayor. ¿Se imagina qué sucedería si al cantante Piero se le hubiera ocurrido componer la canción “Mi viejo” en nuestros días? Lo menos que tendría que hacer es cambiarle aquel famoso, es un buen tipo mi viejo, por un es un buen tipo mi persona adulta mayor, que aunque no rima es –según algunas instituciones humanitarias y la ley contra la discriminación– la única manera de mostrar respeto, agradecimiento y cariño por nuestros vieji… (¡perdón!)... por nuestras personas adultas mayores.

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Nacido en sucre en 1924, Jorge Ruiz Calvimonte, se inició en el cine asistiendo a sus siete años a la proyección del documental Africa habla. Cuando era estudiante en la Escuela de Agronomía en Casilda, Argentina, realizó sus primeros trabajos sobre temas agrícolas. A su regreso continuó realizando cortos agrícolas en Luribay, donde su padre tenía una finca. Luego de explorar la selva beniana y filmar “Viaje al Beni” (a947), decidió que el cine era lo suyo de por vida y comenzó a trabajar en la distribuidora Bolivian Films.


La empresa patrocinó la primera cinta sonora nacional Virgen India (1948) que dirigiera Ruiz junto a otro talento, el del cruceño Augusto Roca. Al año siguiente realizan la primera película a color Donde nació un imperio y también la primera con temática indígena, que sería una constante en su producción además de trabajos sobre temáticas desarrollistas. Ruíz fue director, camarógrafo y productor, en tanto que Roca se desempeñó como sonidista y laboratorista. En 1950 se estrenó Bolivia busca la verdad, sincronizada en sonido e imagen y con copias en aymara y quechua. La obra cumbre de Ruiz Vuelve Sebastiana aparece en 1953, encomendando el guión a Luis Ramiro Beltrán; el ahora notable comunicador e investigador ganador del Mac Luhan Teleglobe, tomó esta responsabilidad con toda sus capacidades, asumiendo por primera vez el rol de guionista y asistente en la fase de edición. Vuelve Sebastiana, film antropológico de media hora, en color, sobre los rasgos característicos de la vida de una antiquísima etnia altoandina, los Chipayas, antecesores de los aymaras y quechuas Expulsados del lago Titicaca por los aymaras, los Chipayas –originalmente lacustres como testimonian sus islas artificiales-.quedaron aislados en la estepa, a cuatro mil metros de altura, al sudoeste del departamento de Oruro, en riesgo de extinción. Ruiz hizo este documental con un enfoque que caracteriza a su cine: la estructura semiargumental, a base de una anécdota sencilla y sin recurrir a más actores que los propios Chipayas. El director dio a Sebastiana Kespi, una pastora de 12 años, el papel protagónico logrando de ella un

desempeño de emocionante excelencia. La niña, actora natural de grácil andar en medio de la puna, se interna en el prohibido pueblo vecino, el de los aymaras. Regresaría a su pueblo, como le pidiera su abuelo, aunque éste habría ya muerto. Ruiz montó sobre este alegato un vívido mosaico de lo fundamental de la vida chipaya sus típicas viviendas, agricultura, creencias y costumbres, mitos y ritos. En este género documental argumentado, ha buscado trabajar con actores naturales. Luis Ramiro Beltrán recuerda que los problemas de financiamiento no fueron sencillos de resolver. Uno de los apoyos, en lotes de tocuyo, fue proporcionado a título personal por el entonces Oficial Mayor de la Municipalidad, Jacobo Libermann, que sirvió para financiar la gasolina para el viaje y como un presente que les permitió el ingreso a la comunidad chipaya. Estrenada en 1954, Vuelve Sebastiana ganó en 1955 su primer galardón: el Premio “Kantuta de Oro” de la Alcaldía Municipal de La Paz. En 1956 Ruíz buscó llevar el filme al Festival Internacional de Cine Documental y Experimental del SODRE del Uruguay, el primer premio en la categoría de arqueología y folklore. Y obtendría también otras distinciones: en 1958 en Italia, en 1960 en España y en 1963 en Estados Unidos de América. Ruíz y Roca dieron así renombre internacional al cine boliviano y consagraron a Vuelve Sebastiana como la obra principal del mismo. En 1957 el poeta venezolano Aquiles Nazoa, que fuera residente en Bolivia, expresó en un diario de su país “Es una película que


reunió arqueología y poesía en la síntesis adorable de un cuento infantil …”. En 1960 el semanario italiano Settimo Giorno puso en parangón a Vuelve Sebastiana con Nanuk, El Esquimal, de Robert O’Flaherty, el gran clásico universal del cine documental”. El gran documentalista y propagandista inglés John Grierson, visitó nuestro país en 1958 y conoció personalmente a Ruiz. El notable fundador del famoso National Filme Board del Canadá, sostuvo que el creador boliviano era, en su concepto, “uno de los seis documentalistas más importantes del mundo”· “Ruiz es un niño grande, y su cine tiene algún modo la ingenuidad de un niño, es una mirada, si se quiere, un tanto ingenua,…esa mirada es de una transparencia absoluta (…) que le permite -en el caso de su filme Vuelve Sebastiana- tener un acercamiento tal a la realidad que va a filmar, que difícilmente hubiera tenido un cineasta con una mayor carga política, que le permite adentrarse en el mundo de los chipayas y casi pasar a ser un instrumento de ellos para expresarse… es la cinta más importante del cine boliviano” escribió Pedro Susz en 1978. En 1991 Ulises Estrella, director de la Cinemateca Ecuatoriana, sostuvo que por su inquietud social a favor del pueblo indígena y por la afirmación nacionalista que propuso, esta película debía ser considerada “precursora de lo que muchos años después iría a constituir el Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano”. Y en el XIII Festival de los Tres Continentes celebrado en Francia en ese mismo año, Jorge Ruíz fue proclamado Padre del Cine Indigenista Latinoamericano.

Precisamente en Ecuador, Ruiz realizó en 1954 Los que nunca fueron, filme iniciador de este género en ese país abordando el tema de la malaria. En Guatemala, el docuficción Los Ximul muestra la cotidiana problemática de un grupo indígena. En ambas participó como guionista Luis Ramiro Beltrán. Antes de que Luis Ramiro se trasladara a proseguir estudios en Estados Unidos, Ruiz tomó un texto del narrador Oscar Soria Gamarra, el mismo que fue adaptado por Beltrán en el filme La Vertiente. En el proceso, Cacho Soria pasó a ser parte del equipo de producción, quedando fascinado de por vida con la cinematografía y convirtiéndose en guionista de varias las películas de Ruiz y posteriormente del Grupo Ukamau, junto a Jorge Sanginés y Antonio Eguino. Luego de recibir honores el festivales de América, Alemania, Francia, Italia y España, en 2005, el Instituto Smithsoniano confirió a nuestro compatriota la Medalla del Bicentenario de James Smithson como pionero documentalista que permitió mostrar al mundo la diversidad cultural boliviana permitiendo descubrir las posibilidades que el documental da a la imaginación y penetrar en su cosmovisión a partir de la vida cotidiana de estos pueblos. En 2001 recibió el Premio Nacional de Cultura de la Fundación del Banco Central de Bolivia. Desde 1947 a 1995 Jorge Ruiz ha realizado 112 filmes, documentales y noticieros. Confiesa Ruiz que, de otra manera, solamente empleando sus propios recursos, sólo habría alcanzado a realizar unas cuatro cintas en su vida. Pese a las condicio-


namientos de los auspiciadores, tuvo la virtud de lograr productos de alta calidad estética, compromiso social y virtudes comunicacionales. Un filme que resulta de la unión de dos momentos distantes, es Mina Alaska. Ruiz había conocido a un viejo aventurero llamado Charlie Smith, un personaje extraño que contaba historias de minas de oro para continuar viajando por el país. Luego de varios años retomó las cintas hechas junto a Smith y rodó junto a Hugo Roncal, Carlos Pumarino, Rudy Betancourt y la actriz Crista Wagner (quien encarna a un periodista extranjera buscando el rastro de su abuelo Charlie Smith), el resto de la trama escrita por Raúl Botelho Gosálvez, para completar esa historia que viaja desde las cumbres y el altiplano hasta el trópico y que fue estrenada en 1968. La música de este filme fue un componente notable encomendado a Alberto Villalpando. El temperamento sereno, jovial y hasta humilde de Ruiz, gran conversador y atento escucha, ha hecho posible concertar trabajos en equipo dentro de la más adecuada armonía. Todos quienes han participado en proyectos fílmicos con este pionero, recuerdan su sencillez, compromiso, maestría en la tertulia, sabiduría en la vida y una lección de amor y amistad. Su hijo Guillermo Ruiz Arellano, con quien ha caminado largo en su tarea productiva, ha conservado estas imágenes y además de convertirse en su discípulo y colega. Pasó los últimos años de vida en Cochabamba, realizando trabajos en el videotape, formato en el que cobró gran interés. El año 2011, el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz le hizo entrega a través de su hijo Guillermo, la Tea de la Libertad al inaugurarse el ciclo del cine boliviano con su Vuelve Sebastiana. Este notable boliviano falleció el 24 de julio de 2012.

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Es ya tiempo de que suenen las orquestas interiores Ricardo Jaimes Freyre

El oído es el vulnerable, el más abiertzo y dispuesto. Puede uno cerrar los ojos a voluntad y dejar de mirar, puede uno aguantar la respiración y dejar de percibir un aroma o el perfume que trae un cuerpo desde el olvido. Las manos también se contraen y dejan de tocar, la boca se cierra y evita degustar. Los oídos están desvalidos, sin las manos no tienen voluntad, no cierran nunca la posibilidad de una aventura sonora. De ahí que la memoria recurra a la imagen, de ahí que uno cierre los ojos y escuche en el pasado un paisaje sonoro que reconstruya tiempo y espacio, que traiga desde la muerte objetos y ánimas, que permita al tiempo no estar detenido y a su vez corriendo para atrás. Todo suena en este mundo y hablan los sonidos. Esconder la desnudez en el paraíso fue un acto de temor ante un sonido hecho palabra: Dios paseando alrededor. Los primeros hechos sonoros acusmáticos, el asombro primigenio ante la dificultad para ubicar la causa y la procedencia del sonido.

...y su mudez conmoviendo las orquestas de locos en tu alma que se escucha. Guillermo Bedregal García

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La escucha interior La voz frente al poema, la voz en el interior, esa voz intolerable que hace primero palabra y luego sonido tiene múltiples tareas, hace del sonido sensación primero y cosa luego, decodifica y racionaliza, subjetiviza y hace memoria antes que olvido. Sin embargo suena siempre. Se reconstruye en la medida del tiempo real y lo que fue metáfora y afección simbólica se convierte de pronto sólo en sonido. EL RONCO BOSTEZO DEL BOSQUE se convierte en un continuum, como el CANSADO RUMOR DE LAS OLAS un objeto estable de variables interiores. La escucha interior, esa escucha indefectible que puede enloquecer o salvarnos de la soledad, trabaja en niveles sutiles que no admiten límites. Es una sensación, es sonido que proviene de una escucha con capacidad de diferenciar una causa o un código que reduce al mínimo lo esencial de esa determinada sonoridad. La escucha causal El sujeto se sitúa frente al mundo y lo describe por los contornos que bordean a sus sentidos. Uno de ellos, el borde sonoro, se sitúa frente a tres actitudes que corresponden a niveles distintos. Una actitud, la más frecuente y la que concierne al sentido de espacialidad y noción de pertenencia, es la actitud de la escucha causal; la actitud de escucha que se sirve del sonido como información que precise, en lo posible, la causa, la procedencia, la materia, la ubicación. Es la escucha que articula el sonido con la cosa, la que configura la memoria sonora en sus zaguanes . Dos causas sonoras genéricas: en Bedregal el detalle oculto en el rumor, en Freyre la ubicación de la causa con nombre y apellido. Por el rumor de la calle ha pasado un vehículo portando secretos de otras ciudades... Guillermo Bedregal Temblaban sus dos senos como dos grandes flores y sus piernas crujían como dos ramas secas... Ricardo Jaimes Freyre La escucha semántica De manera simple y definitiva, se necesita decodificar el mensaje. La palabra perro, cuando suena, nos remite al animal, no a la casa. Un grupo humano escucha atentamente a una persona contar un cuento, en la noche, en medio de un bosque. Todos escuchan con atención. Están construyendo una historia a través de la palabra. Es la escucha semántica. Es la escucha primera y la que resuena al interior cuando los ojos se posan en el poema. La escucha reducida Una actitud atenta, consciente y concentrada. Una actitud de escucha que se detiene y vuelve al mismo lugar, al mismo sonido. Una escucha que es capaz de separar la bocina de un heladero, entre el rumor de la ciudad y desde la punta del cerro.


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La tarea consiste pues en una lectura desde los oídos. Desde la memoria sonora, en verdad. El enfrentamiento con el texto supone e implica esta ardua suma de informaciones diversas de distintos planos y niveles. Supone discriminación transcursiva. Mientras ocurre el sonido de la palabra al interior, ocurre también el sonido envolvente traído desde algún rincón de la memoria. Al mismo tiempo, y sin disturbio, resuena el universo del texto. En el vago silencio de la noche suave rumor que turba su dulce majestad, que llena el alma de infinita ternura, es la nota armoniosa que se escapa de un arpa otrora muda... Ricardo Jaimes Freyre

Aquí la referencia es específica, la causa se nombra, se nombra también el efecto y el poeta se salva, pues encuentra un asidero desde el cual sostenerse. La nota armoniosa de un arpa y el sentido de interrupción del silencio se cruzan y emerge una referencia sonora precisa, sin ambigüedades. ...y en las aguas de una ciudad misteriosa porque gime. Guillermo Bedregal La recurrencia al sonido de la circulación, que no es, remitiéndonos a Cage, nada más que el sonido del silencio, es el caudal sonoro que sugiere Bedregal transportándose siempre en su visión poética. Estable en la corteza, siempre distinto y móvil en el interior. Esta la actitud de Bedregal frente a la ebullición de las ciudades. Una actitud de contemplación y paciencia. Una escucha reducida que lejos de nombrar, evoca y hurga en los lugares no comunes, en los lugares donde sólo es posible que habite la combinación exacta de sus palabras. Así, se puede escuchar una música, un paisaje sonoro, una poesía sonora que no apela al ritmo ni a la melodiosa cadencia de la lectura; sólo a la envoltura de las sonoridades. ...para que se reitere una lluvia en la memoria de las flautas... Guillermo Bedregal Con esta actitud de escucha y puesta en papel, Bedregal no solamente pone de manifiesto un conciente holizoismo sino que es justamente a través de esta decisión que hace a las cosas sonar de una manera especial. Las cosas no suenan como son. Aquí la causa es aparente, nada parece remitir a la cosa. Hay una reconstrucción sonora de las ciudades desde una escucha distinta. Es el oído atento del poeta que se instala en una situación-perspectiva. Es una escucha de lejos.

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En Freyre, en cambio las cosas hablan con voz propia envolviendo sus entornos con sentido de sonoridades cabales. Cada sonido proviene de una causa que en la memoria se hace visible y las relaciones se establecen de manera inmediata. La cosa, la persona, la emoción pura, aparecen en un primer plano sonoro: Sollozos y rugidos Flotan en la noche callada, Mientras juega, bajo la luz de la luna, una alegría en cada rayo de plata. Ricardo Jaimes Freyre

Se oyen cantos heroicos, gritos, agonías, agua, mar. El modernismo hiere con una lanza a los dormidos cisnes. El sonido épico deviene en el íntimo resquebrajamiento del sueño de los cisnes, en el silencioso atisbo de los elfos. En Freyre, a diferencia de Bedregal, y en sentido opuesto, el universo sonoro se construye a partir de la descripción de la causa. Se agrupan silenciosos en el sendero, lanza la jabalina brazo certero; de los dormidos cisnes hiere al primero, y los elfos lo espían desde el sendero.

Es posible escuchar, más allá de las palabras, lo que sucede en estos versos. Se construye un sonoro imaginario, uno de imagen. Freyre mira de cerca y escucha con atención de dónde proviene cada eco. Marca el entorno, lo delimita. Las olas suenan como las olas, los gritos gritan, las cosas y los animales mueren haciendo el sonido de la muerte. El motivo sonoro y su conformación se resuelven en la causa, en el emisor. Quizás la imposibilidad de Freyre para habitar un mundo de ensueños, se asiente, además de dolerse en la palabra, en la dificultad para crear al mismo tiempo un universo sonoro imaginado. La necesidad de hablar de los sonidos es esencial cuando éstos han de formar parte sustancial de los sentidos. El lector no tiene salida, el poeta ha hecho un cerco alrededor. En Freyre es este un recurso que priva al hombre de su voz, no para establecer una segunda voz a través del poeta, si no para hablar de los sonidos haciendo que estos tomen su lugar, haciendo que los crujidos, las olas, los mares, el viento, etc., hablen por si mismos. En Bedregal es esta una necesidad para volver al silencio antiguo, notable diferencia de actitud, y de tiempo. La voz que nombra al sonido para que éste resuene en el interior y la voz que nombra la envoltura del sonido para que el interior del lector reconstruya de manera reducida la sonoridad del universo del poeta. Así en “Empiezo a visitarme” en la pág. 143 y en “La Palidez”, página 28. El sonido no es más vibración en estado latente. Es también memoria recuperada a través de la palabra escrita. La actitud de la escucha interior exige un segundo nivel de lectura, donde las sonoridades se entrecruzan y permiten otra noción de los sentidos. Aquí se ha descubierto sólo dos maneras de presentar el mundo y sus sonoridades.

Leer con los oídos, es lo que cabe.


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Buena parte de los más importantes escritos y documentos históricos se han perdido en lamentables circunstancias. La biblioteca de Alejandría, tesoro del mundo antiguo, se perdió a raíz de los incendios causados por las tropas de Julio César y posteriormente por los saqueos de distintas hordas. En nuestro país, parte de los archivos de la casa de la Moneda fueron a parar a las hogueras para calentar a las tropas de Melgarejo, entre otras pérdidas irreparables.

del Distrito Judicial de La Paz había determinado vender su documentación a una fábrica de papel. Fue la oportuna intervención de don Alberto Crespo Rodas, docente de la Carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés, que permitió salvar ese fondo documental de cinco siglos de historia de los habitantes de Chuquiawu Marca, desde los tiempos prehispánicos, coloniales y republicanos.

Ya en el siglo XX, en el año 1970 estaba Gracias a la gestión de ese prestigioso a punto de reeditarse un hecho de bar- historiador, en 1971 el Consejo Supremo barie en nuestro medio: la Corte Judicial Revolucionario de la UMSA y el Consejo

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Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras se realizó el traspaso de esa voluminosa documentación a las instalaciones de la ciudad universitaria en Cota Cota. Es a partir de entonces que la UMSA quedó facultada para preservar, organizar y difundir este valioso material. Posteriormente, se instaló en la Casa Montes, ubicada en la av. 6 de agosto, donde también funcionan las direcciones de las Carreras de Literatura y Lingüística, así como el Centro de Estudios Bolivianos Sin duda, el Archivo de La Paz resguarda un material valiosísimo, tanto en documentos, publicaciones, imágenes fotográficas y grabaciones magnetofónicas. Es el tercero en importancia a nivel nacional, luego del Archivo de Sucre y el de la Casa de la Moneda. Cumple las finalidades de salvataje y preservación, conservación y difusión de estos materiales a través de catálogos, índices y guías, constituyéndose en custodio de la memoria histórica departamental y también nacional en determinados temas. Conserva fondos documentales de instituciones de la Colonia desde 1558 a 1825. Del periodo republicano conserva documentos desde la fundación de la República hasta la actualidad, así como colecciones familiares donadas a este centro especializado. Entre las colecciones donadas destacan las del jurisconsulto en minería Luis Ballivián Saracho, del notable comunicador Luis Ramiro Beltrán Salmón, del ingeniero en minas Carlos Barragán Vargas, del héroe nacional Bernardino Bilbao Rioja y de Alberto Crespo Rodas, artífice de la

creación del Archivo, la colección de la familia Arauco, entre otras, sumando así unos 10.000 volúmenes. También forma parte de esta biblioteca una hemeroteca de la colección de periódicos de Ultima Hora y una serie de videos y CDs. Los investigadores en historia y ciencias sociales tienen un cuantioso material para trabajar. Los Fondos Coloniales están comprendidos por expedientes de ese periodo, Registros de Escrituras, Cajas Reales, Administración de Tabacos, Naipes y papel sellado, Visita de Jerónimo Luis de Cabrera y Padrones Coloniales. Los Fondos Republicanos reúnen documentos de la Prefectura de La Paz, Corte Superior de Distrito, Protocolos Notariales y Aduana agropecuaria o de la coca. También están abiertos a la consulta los Fondos Provinciales, los Misceláneos y los de Donación. Allí también están los Fondos nacionales (en custodia) con documentos del Ministerio de Educación, servicio de identificación, la Corporación Boliviana de Fomento, Dirección de Inmigración, la ex Corporación de Desarrollo de La Paz, Censos y otros. Más de cien mil fotografías son parte del Fondo gráfico, con registros desde 1836 a 1989 donde destaca la colección del Estudio Piérola, iniciado por José Nicolás Piérola en 1920 y seguido por su hijo José Reynaldo hasta 1990 que cuenta con una hermosa serie de postales impresas. Los registros de diapositivas y grabaciones magnetofónicas en cassettes entre los años 1964 y 1975 completan este banco de datos.

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Importantes historiadores han dirigido este centro, comenzando por Alberto Crespo Rodas, René Arze, Florencia Ballivián, Roberto Choque, Rossana Barragán y Mary Money, actual directora del Archivo. Mary Money, Directora del Archivo de La Paz destaca que este centro dependiente de la Facultad de Humanidades es una de las únicas instituciones en la Paz con capacidad para la formación en el campo de la archivística, con diplomados en conservación preventiva y otras especialidades. Asimismo, los servicios que presta a investigadores y estudiantes de acuerdo a normas de calidad permiten la información inmediata para la consulta de documentos y la extensión de certificaciones a comunidades campesinas e investigadores, así como la localización de materiales para su consulta en la Sala de Investigaciones, su reserva para ser consultados durante cinco días y también se programan visitas colectivas de universidades y promociones de colegios. Se trabaja todo el año con un corto receso en enero. Cuenta con siete empleados de planta y seis estudiantes de Historia y Bibliotecología que trabajan durante el periodo de clases. Entre los documentos históricos más consultados son los relacionados al juicio del líder aymara Zárate Willca, que consta de siete cuerpos y el Juicio de Mohoza (1899 al 1915). Se estima que por año unos 1.700 investigadores entre nacionales y extranjeros así como estudiantes de historia consultan los documentos de este archivo. El 60% de los investigadores son extranjeros,

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generalmente especializados en el estudio de temas bolivianos. Otro permanente usuario es el de las comunidades campesinas, para obtener certificación legalizada de los padrones indígenas donde están registrados todos los ayllus del departamento de La Paz, documentación esencial para hacer prevalecer sus derechos comunales a las tierras. A través de este servicio de certificación de esta documentación que viene desde la Colonia y la República se han evitado disputas y enfrentamientos por territorios o límites, sostiene la Dra. Money. El pasado año, en su 41 aniversario de creación, el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz declaró a este archivo como patrimonio histórico, cultural y documental del Municipio de La Paz. Por su parte, la Gobernación de La Paz ha distinguido a esta institución como patrimonio del Departamento. Actualmente existe el proyecto de construir en Cota Cota una infraestructura especializada y definitiva para albergar todo el valioso material, que en buena parte está en depósito. Allí se instalarán laboratorios de reposición e instrumentos de digitalización y scanneado de alta tecnología. Mientras se gestionan esas óptimas condiciones, la Casa Montes, monumento patrimonial que está en manos de la UMSA, continúa siendo el punto donde este valioso centro documental puede ser visitado para investigaciones y consultas relacionadas con nuestro legado histórico.

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Marcelino Gutiérrez Torres es el alma de la Banda Espectacular Nietos Amantes del Folklore desde hace 15 años. Su formación musical comenzó en las aulas de la Escuela Militar de Música, con asiento en Guaqui, en 1968. Tiene cinco hermanos, de ellos cuatro son músicos con los mismos estudios aunque después hicieron carrera en distintos géneros y los otros dos, profesores de música. “El mayor se hizo músico y los demás seguimos automáticamente la carrera, ellos son trompetistas pero a mí me encanta el saxo y el bajo”, refería minutos después de jurar como Presidente de la Federación de Bandas Folklóricas de La Paz, instancia que regula a más de dos centenares de agrupaciones para danzas pesadas y livianas. Don Marcelino creció en una familia dedicada a la música. Sus padres, Marco Gutiérrez y Bárbara Torres, fueron reconocidos profesores en la materia. El impulso brindado por sus progenitores fue fundamental no sólo para descubrir un talento, sino también para ser los mejores en el oficio. Creció admirando a Emilio Saavedra y Primo Aranda, músicos de mucha trayectoria; hace cuatro décadas se prometió a sí mismo “algún día seré como ellos”. Para lograrlo trabajó mucho, venció los prejuicios y actitudes despectivas hacia la música folklórica interpretada en banda que prevalecía entre los años ‘40 al ’60. Sin permitir que los comentarios ofensivos sobre los músicos que tocaban en la fiesta del Gran Poder en el popular barrio de Ch´ijini, lo desmotive, creó melodías de morenadas, ensayaba otras y se enfilaba en una banda para tocar los siete días de la fiesta patronal, entonces calificada como la “fiesta de los indios”. Para crecer profesionalmente, no escatimó tiempo ni espacio. Los instrumentos se convirtieron en parte esencial de su vida. Al margen de la banda, ensaya solo, sus cuatro hijos

se inclinaron carreras alejadas de la música. “Yo crecí con la convicción de que la banda es un símbolo indiscutible de la identidad cultural boliviana y ahí apunté mi trabajo”, señaló. Las bandas paceñas fueron creciendo a la par de las orureñas, cuya mayor expansión y auge fue en las décadas de los ´60 y ´70 con la popularización de la kullawuada, la morenada y otras danzas como el Caporal. Ha sido, sin embargo, en los ´80 donde se vive la época de mayor evolución de las bandas: se incorporan nuevos instrumentos, los músicos mejoran su presentación, luciendo vistosos uniformes, se innovan coreografías que visibilizan mejor la participación femenina, aspectos que indiscutiblemente cotizan a una banda. La apariencia pesa un 50% y el restante recae en el nivel musical. En honor a la verdad, sostiene Gutiérrez, fueron las bandas Los intocables y Murillo, las gestoras del cambio. Como músico y dirigente ha sentido un descenso en la calidad interpretativa en el periodo de 1990 al 2005, cuando prevalecían las recopilaciones. Actualmente las bandas ingresaron en otro periodo de exigencias con la aparición de grupos estudiantiles, aspecto que marca la decisión de profesionalizarse cada vez más. La mayoría de los integrantes está académicamente formada, haciendo menor la presencia de músicos empíricos con buen oído. Si antes los desafinados estaban destinados a tocar los platillos, bombos o tambores, ahora simplemente no hay lugar para ellos, todos deben ir a la par en talento y profesionalización. Para formar una banda –asegura Gutiérrez– ya no es suficiente la amistad entre los músicos, sino también la calidad de su interpretación, por ello es parte de la cotidianidad de la urbe alteña, que los salones de baile acojan a los músicos tres veces por semana para los ensayos, sin excusa alguna.


“Superado el prejuicio de la opinión pública, siento el reconocimiento institucional. Nuestro lugar en el contexto folklórico es vital por ello no me cansaré de exigir a las bandas una buena organización interna, mayor especialización y evitar el volver a la improvisación dedicándole un espacio extra al ensayo. El 70% de los músicos vivimos de este oficio por eso estamos obligados a elevar nuestro trabajo para satisfacer al público y los danzarines”, acotó Gutiérrez. Sin disimular la nostalgia, recuerda que en los años ’70, la banda Juanito y sus ases del compás presentó a las primeras mujeres tocando los platillos, en los ’80 Mauro Llanque y sus Príncipes de la melodía, tuvo a una abogada con el mismo instrumento, quien continúa tocando en la Pagador, los paceños no se quedaron atrás e imitaron la innovación, aunque muchos años más tarde. Eran tiempos de mucha rivalidad entre las bandas de Oruro y La Paz

y Tradición Artística, Banda Espectacular Semilla de Bolivia, Internacional Banda de Música Real Explosión, Única Original Banda de Música Proyección La Paz, Poderosa Espectacular Rebelión Intocable, Los Faraones, Señorial Alcapones y Poderosa y Original 100 x 100 Señorial Intocables, Mayas Amantes, Súper Amantes , Marisma Mundial y Grecos Criollos, entre otras. El lugar de la banda de la banda de Marcelino Gutiérrez es expectable por el nivel interpretativo y la trayectoria de su mentor.

La salida al exterior de la Banda Marisma Mundial, que nació con 16 músicos, marcó un hito importante en la historia de los bronces. Actualmente Perú, Argentina, Brasil y Chile son los destinos más frecuentes de una banda folklórica paceña para poner, sobre todo, el toque musical a las Entradas Folklóricas organizadas por residentes bolivianos. Cada una aglutina a no menos de 50 músicos. El repertorio es sumamente variado en materia de folklore, lo novedoso, asegura El trabajo de las 67 bandas orureñas esca- Gutiérrez, es la incorporación de melodías de sea durante el año, a excepción del Carnaval cumbia e instrumentos.? donde ingresan hasta con tres fraternidades. “Ellos, afirma Gutiérrez, no permiten el ingre- A lo largo de su trayectoria vio el surgimienso de nuestras bandas; al contrario del Gran to de bandas especializadas en una danza, Poder y la Entrada Universitaria donde noso- lo propio que talentosos pero poco visibles tros no tenemos ningún problema en que compositores como Basilio Ríos que creó vengan a tocar. Sin embargo este aspecto se más de un centenar de temas en ritmos de regulará con la nueva directiva de la Federa- morenada y kullawada, Juan Centeno, Seción”. pario Chuquimia y otros. Muchos de su generación se fueron a Cochabamba, Potosí y Los contratos para un preste se hacen un Santa Cruz para formar sus propias bandas, año antes de la festividad, las de mayor tra- otros se dedicaron al comercio y los menos yectoria compiten con las más de un cente- quedaron en La Paz asumiendo las reglas de nar que buscan una para animar las más de la competencia. doscientas entradas folklóricas barriales en La Paz. Entre las bandas más destacados cita La inquieta personalidad de Marcelino Gutiéa la Unión Mejillones, La Fuerza del Folklore, rrez no sólo se refleja en la dirección e interBanda Juventud Súper Rebeldes, Identidad pretación, también ha llevado a investigar el


movimiento interno de las bandas locales, de ahí se sabe que cada una tiene por lo menos a 25 músicos militares, sea por razones de subsistencia o debido a su pasión por la música. En su casi medio siglo de ejercer el oficio, ha vivido éxitos y sinsabores que pesan con el pasar de los años. “Si uno revisara la historia de las bandas se dará cuenta que al igual que otros sectores, los músicos estamos librados a nuestra suerte, a excepción de los que están afiliados a instituciones, los demás no gozamos de un seguro de salud y menos de una jubilación. Muchos maestros han acabado sus días en situaciones de miseria ante la indiferencia del Estado. Las bandas generan un importante movimiento económico, pero sin una retribución en beneficios sociales”. Firme en la propuesta que lo llevó a presidir la directiva de la Federación, Gutiérrez se dirige a su habitual ensayo de los temas que, dentro de poco, harán bailar a los centenares de fraternos de Los X del Gran Poder, Los Mallkus Perdidos y la Kullawada de Villa Victoria. Su Banda Espectacular Nietos Amantes del Folklore, está especializada en ritmos de kullawa y doctorcitos, danzas con las que participará en la Fiesta Mayor de los Andes.

fotografía (by:erby)

Mientras tanto las melodías de instrumentos de percusión, trompetas, tubas y bajos continuarán marcando el esquema de una banda y ésta del movimiento folklórico del país. Don Marcelino vuelve a la cotidianidad y el tiempo dirá si logró emular la carrera musical de Emilio Saavedra y Primo Aranda.


EL VUELO

FotografĂ­a Sergio Del Castillo V





Primer Encuentro Internacional De Muralismo, Graffiti y Stencil “Mitos De La Madre Tierra”

Patio De Comidas – Mercado Camacho La Paz, Bolivia

MARCELO CARPITA (ARGENTINA) Bebiendo Luz

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Mural realizado durante el encuentro “sin fronteras americanas” en Quilicura Santiago - Chile

Santiago de Chile

TEO-NAO-DEGRA-JAMBETA(CHILE) RED APACHETA (BOLIVIA) Santiago de Chile


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Primer Encuentro Internacional De Muralismo, Graffiti y Stencil “Mitos De La Madre Tierra”

Pasaje Núñez del Prado – Mercado Camacho La Paz, Bolivia

FERNANDO CALZONI (ARGENTINA) Bebiendo Luz


Primer Encuentro Internacional De Muralismo, Graffiti y Stencil “Mitos De La Madre Tierra”

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ALAPINTA (CHILE) Bebiendo Luz

Avenida Simón Bolívar – Mercado Camacho La Paz, Bolivia


Primer Encuentro Internacional De Muralismo, Graffiti y Stencil “Mitos De La Madre Tierra”

Patio de Comidas – Mercado Camacho La Paz, Bolivia

LOS OBEROLES (CHILE) Sin Título

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Primer Encuentro Internacional De Muralismo, Graffiti y Stencil “Mitos De La Madre Tierra”

VIDA IN GRAVITA (CHILE) Sin Título

Pasaje Nuñez del Prado – Mercado Camacho La Paz, Bolivia


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Primer Encuentro Internacional De Muralismo, Graffiti y Stencil “Mitos De La Madre Tierra”

Interior Mercado Camacho La Paz, Bolivia

MURO SUR (ARGENTINA) Sin Título


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Primer Encuentro Internacional De Muralismo, Graffiti y Stencil “Mitos De La Madre Tierra”

LUCAS QUINTO (ARGENTINA) LEONEL JURADO (ARGENTINA) De Norte a Sur un solo Sol

Patio de Comidas – Mercado Camacho La Paz, Bolivia





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Se trata de un plato muy antiguo cuyo origen es del Altiplano. Fue creado para servirlo solo o como guarnición de otra preparación.

INGREDIENTES 1 libra de chuño ½ cucharilla de anís 1 queso criollo 1 cebolla 1 diente de ajo ½ taza de ají colorado 1 cubito de res Sal, pimienta y comino al gusto

PREPARACIÓN Remojar el chuño un día antes, pelarlo y triturarlo, junto al anís, hasta formar una especie de masa. Formar unas bolitas poniendo al medio una porción de queso, apretujarlas hasta lograr que el queso quede completamente cubierto. Encima de cada bolita de chuño colocar una lámina de queso y hacer cocer al vapor por unos 40 minutos. Paralelamente picar la cebolla en forma de plumitas y hacer cocer junto, el ajo, ají molido y el resto de condimentos hasta lograr un ahogado ligero. Se sirve unas dos o tres bolitas por plato acompañado del ahogado. La decoración incluye un ají verde, según consejo del maestro Oscar Aramayo de Bolivia Groumet..

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Aunque no hay muchas referencias sobre el origen de este platillo, el maestro de la gastronomía paceña, Oscar Aramayo, señala que el nombre viene de la época colonial y fue empleada con mayor fuerza durante la República para identificar a la preparación que, actualmente, es conocida también como Tortilla de Sesos al haberse incorporado el ahogado preparado con cebolla, tomate, ají verde y ajo.

INGREDIENTES 1 libra de chuño ½ cucharilla de anís 1 queso criollo 1 cebolla 1 diente de ajo ½ taza de ají colorado 1 cubito de res Sal, pimienta y comino al gusto

PREPARACIÓN Remojar el chuño un día antes, pelarlo y triturarlo, junto al anís, hasta formar una especie de masa. Formar unas bolitas poniendo al medio una porción de queso, apretujarlas hasta lograr que el queso quede completamente cubierto. Encima de cada bolita de chuño colocar una lámina de queso y hacer cocer al vapor por unos 40 minutos. Paralelamente picar la cebolla en forma de plumitas y hacer cocer junto, el ajo, ají molido y el resto de condimentos hasta lograr un ahogado ligero. Se sirve unas dos o tres bolitas por plato acompañado del ahogado. La decoración incluye un ají verde, según consejo del maestro Oscar Aramayo de Bolivia Groumet..

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