No. 14. Violencia

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No. 14

a vigilar y a refrenar nuestra ferocidad, a dejarla sufrir y gemir, pues

nos vemos sujetos a la necesidad de retardar nuestras

venganzas o de renunciar a ellas.

Estamos condenados


La pluma en la piedra Les envía un abrazo violento (al estilo asiático) a sus bienaventurados colaboradores, quienes comparten con todos nosotros su arte; a sus lectores, quienes nos dejan entrar cada mes en sus ordenadores; y al benemérito y heroico equipo editorial, quienes, cual artistas incomprendidos, trabajan con ahínco para que quede lista cada edición.

Ilustración de portada: Caravaggio, Judit y Holofernes, Óleo sobre tela, 1598-1599 Galleria Nazionale d’Arte Antica, Roma. Cita: E. M. Cioran, “La odisea del rencor” en Historia y Utopía, Tusquets, España, 1988. Derechos Reservados. La

pluma en la piedra , Toluca, México, No. 14, septiembre 2012.

La pluma en la piedra es una publicación mensual e independiente de distribución gratuita por internet. Todos los artículos, ensayos, escritos literarios y obras publicadas son propiedad y responsabilidad única y exclusiva del autor y pueden reproducirse citando la fuente.

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La pluma en la piedra

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Han escrito esta edición  Aleqs Garrigóz  José Jesús González González  Juan Manuel López Morales  Moreliana Negrete  Sergio Fernando Palacio Pérez  José J. González 

Artistas  José J. González  Dulce Reyes 

3


Editorial 5

Violencia De un abuso doméstico Aleqs Garrigóz

7

Breves anotaciones sobre zoe y necros José Jesús González González

9

Memorias adolescentes Moreliana Negrete 15 Alegremos un poco este mundo Juan Manuel López Morales 19

La Galería Nigredo (Pintura-poema) José J. González y Dulce Reyes

21

Creación literaria Rafael Sergio Fernando Palacio Pérez 24 Behemot José J. González 37

Convocatoria 41

4


D

IC E N

QU E

E S C R IB IR

S ÓL O

C ON

MAYÚSCULAS, VIOLENTA A QUIEN LEE… Dicen que escribir en rojo, violenta a quien lo mira… DiCN K SKrIBiR KoMo KN rEtRaZo MnTL,

VioLeNt A KiEn TraTa de TRaDuSiRlo… Dicen que… bueno, creo que el punto se ha entendido: el tema de esta edición versa sobre la violencia. En esta ocasión nos acompañan: Aleqs Garrigóz, con el poema “De un abuso doméstico”; en seguida, José Jesús González González con sus “Breves anotaciones sobre zoe y necros”; luego contamos con Moreliana Negrete y sus “Memorias adolescentes”; y, para cerrar esta sección sobre violencia, Juan Manuel López Morales con el poema “Alegremos un poco este mundo”. Todos ellos compartiéndonos un poco de la forma en que la violencia repercute en su escritura. En La Galería podrán disfrutar una pintura-poema, creado por José J. González y Dulce Reyes, titulada: Nigredo. Finalmente, pero no con menor importancia, en Creación Literaria traemos el cuento “Rafael” de Sergio Fernando Palacio Pérez y “Behemot” de José J. González. Esperamos que disfruten de nueva cuenta esta publicación y los invitamos a seguir enviando sus colaboraciones a nuestro cuartel general. Cambio y fuera.

La pluma en la piedra 5



De un abuso doméstico

E

Por Aleqs Garrigóz lla no fue contigo más que un harapo envilecido. Sus ojos decían hambre cada vez que veía un rostro de dicha incendiado, alguna mano posarse sobre la espalda de un extraño,

el calor mínimo, la paz accidental y secundaria. Impiadosas aves de rapiña eran los gritos ahogados en la inmensidad de su impotencia. Su cara lucía los golpes de tantos años encadenados por el miedo. Sentía la garganta constreñida por tu mano todo el día y, por la noche, al soñar, no podía evitar soñarse libre, mariposa que planea sobre una pradera infinita. ¿Vale la pena permanecer así, en el tren de un destino incierto, si puedes tomar el control de tus días, tus acciones, conduciéndote a un lugar de luces verdaderas? Ella conoció la respuesta; y fue como la oveja desobediente que renuncia al pastoreo para correr emancipada en las campiñas. No pudiste con su ánimo y la decisión perfectamente tomada, el paso siniestro pero certero. Y ahora vienes aquí, confundido y terco, burlado e incrédulo, queriendo explicarte el íntimo secreto de tu fracaso con ella. Y, además, te niegas a dar fe de que el coraje existe hasta en los más violentados. (Hay caminos que nunca se cierran.)

7


De un abuso doméstico

Pues fue que ella caminó con los pasos de un vigía y soltó los lastres y la lápida que cargó tantos días. Caminó sorteando muebles, evitando la sorpresa, temerosa aún del castigo, pero orgullosa y sabiéndose bella, directo a su baño. Sí, allí encontró la seguridad que aguardaba en un frasco y hoy, que es mujer segura, ya no podrás hacerle más daño. 

* ALEQS GARRIGÓZ (Puerto Vallarta, México, 1986.) Autor a la fecha de una decena de títulos de poesía. Premio de Literatura Adalberto Navarro otorgado por la Secretaria de Cultura de Jalisco.

Sánchez

2005,

En 2006 aparece incluido en la antología Nueva poesía hispanoamericana, a cargo del escritor peruano Leo Zelada. Premio de Literatura 2008 de la municipalidad de Guanajuato. Periodista cultural. Ha publicado poemas en diversos medios impresos y electrónicos de México e Hispanoamérica.

Contacto con el autor: regresoalestadodegracia@hotmail.com

8


Breves anotaciones sobre zoe y necros Por José Jesús González González dispararán flashazos a todo, a cada pedazo del

I. Láminas de Herrman Rorscharch 1

E

que antes había sido un frasco entero. Vendrán

l hombre es como un gran frasco

los frascos forenses y recogerán lo que ha

de mermelada que, al caer de una altura

considerable,

quedado, no se darán a la tarea de limpiar con

puede

minucia el contenido que se ha esparcido por

quebrarse, esparciendo por todos lados su

las calles en todas direcciones. Quedarán

contenido. Puede caer o, en otro caso, alguien

grandes, pequeñas manchas de esa mermelada.

puede pegarle con un bat u otro instrumento

Los frascos transeúntes no evitarán el morbo y

con el simple fin de hacerlo volar, para que

se acercarán al lugar de los hechos. Algunos

todo lo que está adentro salga disparado al

tratarán de interpretar lo que ha ocurrido ahí a

espacio ansioso de crear formas graciosas,

partir de las manchas que queden.

abyectas o terroríficas.

Los frascos con más mermelada en la

El hombre es como un frasco que al

tapa se aventurarán a crear historias muy

romperse deja en el suelo, pared, etcétera,

imaginativas

alguna evidencia de su fragilidad. Los demás

una

trama

compleja,

triángulos amorosos, riñas callejeras, ajuste de

frascos al pasar cerca de donde ha ocurrido el

cuentas, etcétera; algunos más, los que creen

fenómeno de la caída, comprenderán que no

tener visión de artista, verán en todo el

están exentos de ser ellos los siguientes en

fenómeno un hecho artístico, verán en ese

romperse. Mirarán asustados lo sucedido,

desparrame cierto orden de atracción o

algunos fingirán indiferencia, pero por dentro

repulsión.

estos son los más preocupados por su

A

naturaleza finita.

la

mañana

siguiente

los

diarios

encargados de alimentar el morbo, exhibirán en

Llegarán los frascos fotógrafos y Nota: En 1857 Justinius Kerner publica en Tubinga su obra Klektopografías, antecedente directo para que Rorscharch creara sus láminas de tinta. En palabras de Kerner, estas láminas pueden adquirir diversos significados según el sujeto que las contemple, pueden ser interpretadas tanto por el hombre como por la mujer, por el culto o el inculto, el niño o el adulto, el sano o el enfermo; su principal característica es la de dar un supuesto de la personalidad. Para verificar lo expuesto aquí se puede confrontar el Brevario de psicología escrito por el doctor en filosofía Adolfo Menéndez Samará.

con

sus portadas de primera plana las fotografías del

1

pobre frasco, quien lucirá un encabezado que irá según su condición. Para algunos lectores dicha imagen será “poesía pura”2, se deleitarán con cada uno de los detalles que se mostrarán sin la menor consideración a la naturaleza del 2

Bernardo Fernández Bef. Tiempo de alacranes, p.75.

9


Breves anotaciones sobre zoe y necros

frasco. Lo que se trata de hacer es explotar la

Dentro de la clasificación de seres orgánicos,

imagen.

que comprende los reinos vegetal y animal,

Así pasará siempre, todos los días,

se encuentran múltiples subdivisiones que

frascos cayendo, frascos siendo reventados,

caracterizan a las distintas clases de seres, sin que dejen sus notaciones esenciales. La

siendo objeto de las más increíbles formas de

planta, la bestia y el hombre realizan

violencia para demostrar lo frágil que resulta la

funciones vegetales; por consiguiente en esta

materia que nos contiene. Siempre habrá manchas

creando

láminas,

historias

característica son completamente iguales

e

estos seres.4

interpretaciones.

A partir de esta naturaleza orgánica-vegetativa,

Dime lo que ves y, ahora, parte a saber,

el hombre, como cuerpo, tenderá a nacer,

por ti mismo, quién eres.

crecer y morir como toda buena planta que ha surgido de la tierra. Es sin lugar a dudas, un

II. Naturaleza muerta

ser que nace de la tierra y a ella misma vuelve.

Eine blautlache / voll / Sonne woll

Esta misma condición me hace pensar

Sommer / auf der Landstrasse // Eine

que, entonces, en cuanto a representación del

abgestückelte Hand / handlich / zum

cuerpo humano por medio de la pintura,

Vergnügen / den fliegen // wie´s

podemos comprender dos grandes áreas: la

summt / von Genuss / bitte / des Ohr

naturaleza muerta –en la que hemos de ubicar

offen // still / stiller als je / das Leben /

la naturaleza orgánica del hombre– y el

so besonnt3

E

bodegón.

n cuanto a seres se refiere,

Tomaremos las definiciones que hace

podemos hallar dos divisiones: seres

inorgánicos

y

Enrique F. Gaul en el primer capítulo de La

seres

pintura de “cosas naturales”5, y diremos que la

orgánicos. Ahora bien, recordando un poco el

naturaleza muerta es aquella “composición

tercer libro de la Física de Aristóteles,

inspirada en elementos del mundo orgánico;

podemos decir que el ser orgánico se compone

de

tres

estadios,

será ‘bodegón’ lo otro, lo inspirado en los

vegetativo,

objetos manufacturados por el hombre”6.

sensitivo y racional: Un charco de sangre / hasta el borde / sol lleno de verano / en la carretera // una mano destrozada / a mano / para placer / de las moscas // como zumban / de gozo / prestemos atención, ea / silenciosa / más silenciosa que nunca / la vida / tan soleada. “Naturaleza muerta” de Hans Peter Keller en Antología.

Si trasladamos esto al plano de la representación, podemos decir que todo

3

dibujo o pintura de algún desnudo, siempre y Daniel Márquez Muro. Lógica simbólica, p. 4. comillas pertenecen al título. 6 Enrique F. Gaul. La pintura de “cosas naturales”, p. 11. 4

5 Las

10


José Jesús González González

cuando no haya algo que ornamente el

de carne podrida. Frente al olor tampoco

ambiente, será sin lugar a dudas naturaleza

lograremos

muerta¸ entendiendo al elemento representado

tapabocas que contengan esa miasma que

a partir de su

espanta, que desfonda. En algún momento le

naturaleza orgánica. Y será

plasticidad,

podemos

encontrar

algunas

imágenes para ejemplificar lo expuesto: “El cadáver de una mujer recién prensada entre un auto y un poste de luz”7. A juzgar, estamos frente a una imagen perteneciente a la características del bodegón,

no

haber

fuera uno de esos muertos que, desde abril,

encuentre adornado por elementos fuera de su En el texto de Bef, gracias a su

Parece

diré al forense que me siento pesado como si

bodegón, en caso de que el cuerpo humano se condición natural.

mucho.

empezaron a brotar del subsuelo8.

La naturaleza muerta nos ayuda a comprender que la condición de los objetos orgánicos tiende a agotarse, a morir. Lo que se trata de hacer con esta forma de pintar es, sin lugar a dudas, representar un instante de ese devenir que siempre está en constante cambio.

III. Kitsch

objetos realizados por la mano del hombre.

H

Tendríamos naturaleza muerta si la imagen

porque se enfocaba a tratar al hombre a partir

fuera de una mujer recién prensada entre un

de su fragilidad; los poemas hacían referencia

auto y un grueso tronco de árbol.

a la condición vegetativa, a la etapa final: la

pues a pesar de que hay un elemento orgánico [el cadáver de una mujer], la escena se complementa con el auto y el poste, ambos,

Bajo

esta

perspectiva

resulta

casi

imposible encontrar alguna imagen que sea

acia 1916, en Alemania, cierto poemario fue sacado de la circulación, debido a que su

contenido no era el adecuado para la época,

muerte. Nos referimos a Morgue y otros poemas de Gottfried Benn:

puramente naturaleza muerta en la novela de

Dos en cada mesa. Hombres y mujeres / en

Bef; pero, sí la podemos encontrar en

cruz. Cerca, desnudos, y, pese a ello, sin

Almazán:

dolor. / El cráneo abierto. El pecho partido

7

Las moscas que atraen los doscientos treinta

en la mitad. Los cuerpos / engendran ahora

y ocho cadáveres vuelan alrededor de

por última vez. / Cada uno llena tres

nuestros rostros. El forense las maldice e

cazuelas:

intenta

Están

testículos. / Y el templo de Dios y el Corral

hambrientas y no dejarán pasar aquel festín

del demonio / ahora pecho a pecho en el

ahuyentarlas.

Tiempo de alacranes, p. 75.

Falla.

8

11

desde

el

cerebro

Alejandro Almazán. Carta desde Durango.

hasta

los


Breves anotaciones sobre zoe y necros fondo de un cubo / se ríen del Gólgota y

“es la negación absoluta de la mierda; en

del pecado original. / El resto, en ataúdes.

sentido literal y figurado: el kitsch elimina de

Sólo nuevas creaturas: / pierna de hombre,

su punto de vista todo lo que en la existencia

pecho de niño y pelo de mujer. / Yo vi lo

humana es esencialmente inaceptable”10.

que

engendraron dos que antaño se

jodían, / yacer allí, como si hubiera salido de un cuerpo materno. 9

Siempre pasa lo mismo con todo aquel que intenta hablar sobre lo que no se tiene que hablar; es vetado y tratado por los demás como loco, enfermo, conceptos que al final de cuentas hacen que ande de boca en boca, pues no olvidemos que todo lo prohibido incita más la curiosidad. Como ejemplo tenemos al Marqués de Sade, del que mucho se habla, pero del que puedo asegurar, poco se lee. La historia está encaminada a no hablar de estos personajes tan singulares que nos hablan de la naturaleza humana, sus vicios, su fragilidad, etcétera. Esto mismo ocurre con muchas cosas que se observan hoy en día; nadie puede hablar de ciertos temas porque no es correcto. Hablar de sexo o cópula no es bien visto; saber que un día hemos de morir, ni

pensarlo, “por qué mejor no te dedicas a

vivir y dejas de preguntar eso”. Hace tiempo, como unos ocho años atrás, llegó a mí un ejemplar de La insoportable levedad del ser, en uno de sus capítulos me daba razón, para ese entonces, de algo nuevo, me refiero al kitsch, que, como lo apunta el autor Gottfired Benn, “Requiem” en Morgue y otros poemas, p. 15. 9

De lo que no hablamos es de lo que negamos y es, precisamente, porque nos causa repulsión hacerlo, ya sea porque nos da muestra de algo que no queremos ver o enterarnos. Nadie se atreve a pensar en su muerte, porque eso implicaría pensarse como materia orgánica que puede pudrirse, que el cuerpo, después de morir, se verá bañado en sus propios jugos. No. En eso no se puede pensar, sólo nos quedamos con lo que permanece en el exterior, nos olvidamos que por dentro estamos compuestos por tripas, hígado, fluidos, etcétera. Un caso interesante de Kitsch11 se da en los superhéroes o en las actrices guapas de la televisión o revistas. Nos quedamos con lo que se nos vende, con la envoltura. Lo bello se acabaría si pensamos en un momento que ese supermán también tiene que bañarse, limpiarse los dientes, etcétera, o que esa actriz también tiene que cagar, pues es una función natural de todos Milán Kundera, La insoportable levedad del ser, p. 275. Esta misma visión se ve más arraigada en cuanto a la figura de Cristo, no podemos referirnos a él como si nos refiriéramos a un mortal más, hacerlo equivaldría quitarle su carga divina y rebajarlo a la nuestra, lo que implicaría verlo como un ser orgánico más que tenía que cumplir con un ciclo: nacer-crecer-morir. Si lo tomamos así, también tendríamos que verlo como alguien que tenía que alimentarse y defecar, puesto que su estructura finita se lo exigiría. A este respecto, prefiero no entrar en detalles. 10

11

12


José Jesús González González

los seres orgánicos, porque si no lo hace se le

fluidos

puede reventar un intestino y tendrían que

necropsias, bandejas llenas de órganos, tapetes

hacerle un lavado estomacal.

hechos con las sabanas que cubrían dichos

Pero, ¿qué ocurre con quien sabe que la

lugar a dudas, es visto como un loco, alguien anormal con alguna enfermedad mental. Saber que uno, cuando muera, ha de ser devorado por los gusanos, no implica que haya gusto a ello, sino que es saberse en su condición natural. Aún puedo recordar el día que una necroartista, montó una exposición en X museo de la Ciudad de México, todos los que asistieron miraban con asombro y repulsión lo que estaba frente a ellos, las miradas de asco corrían de un lado a otro al contemplar cuerpos nunca reclamados en la morgue puestos en posiciones abyectas como las que nos describe Bef: “un hombre decapitado posaba desnudo sobre una banca. En la otra, la cabeza de ese mismo sujeto, la tapa de los sesos arrancada para la autopsia, había sido rellenada con peras y manzanas para hacer de frutero”12. La

exposición

se

componía

de

veinticinco piezas, todas ellas mostrando cuerpos decapitados, troceados, frascos con 12

Tiempo de alacranes, p. 76.

de

El que tenga ojos que vea.

ahí, que sabe es inevitable libarse de ella? Es respiramos, pero que por él estamos vivos; sin

videograbaciones

cuerpos, y un gran carrusel de animales.

mierda, se hable o no de ella, sigue estando como no pensar nunca en el oxígeno que

corporales,

IV. Comer la propia asadura del hermano

Cronos los tragaba a medida que desde el seno sagrado de su madre le caían en las rodillas”13.

El hombre desde siempre convive con la

muerte, sabe que va a morir, pero prefiere no pensar en ello, pues le aflige y le causa temor. No hay nacimiento como tal, hay una nueva muerte. Algunos, aún, se muestran aterrados pensando que han de dejar de habitar su cuerpo, que, como dice Hobbes, no es más que simple materia. Otros más empiezan a aceptar su condición finita, y esto provoca que tengan menor temor a ello. Pero, exista o no aceptación, no dejamos de pensar que, así como uno puede morir por causas naturales, también puede morir porque alguien más ha decidido sobre su propia vida: asesinato. En el segundo caso, a pesar de que nos mostramos ajenos a la muerte de quien ha sido acabado, no podemos sentirnos del todo tranquilos, hay algo que nos inquieta, sentimos calosfrío en la piel cuando vemos en el periódico la imagen de alguien que ha sido 13

13

Hesíodo, Teogonía. El escudo de Heracles, p. 12.


Breves anotaciones sobre zoe y necros

decapitado, desollado, etcétera.

Todo queda representado en un óleo de

El hombre se come al propio hombre, ya

Klimt: Muerte y vida, donde ambos elementos

sea a partir de la ejecución de actos en contra

se conjugan y nos hablan de su coexistencia

de la vida del otro o, en su caso más cotidiano,

mutua, donde unos esperan sonriendo, otros

viendo las fotografías que aparecen en esos

más con los rostros ocultos, temiendo el

diarios donde se muestra un cuerpo, una masa

efecto de su propia naturaleza. 

de carne inerte. Homo homini lupus, dijera Plauto.

BIBLIOGRAFÍA: - BENN, Gottfried. Morgue y otros poemas¸ Editorial Pequeña Venecia, Berlín, 1912. - FERNÁNDEZ Bef, Bernardo. Tiempo de alacranes¸ Booket, México, 2006. - GUAL, Enrique F. La pintura de “cosas naturales”, SEP, México, 1973. - HESÍODO. Teogonía. El escudo de Heracles¸Porrúa, México, 2004. - KUNDERA, Milán. La insoportable levedad del ser¸ Narrativa actual, España, 2002. - MÁRQUEZ Muro, Daniel. Lógica simbólica¸ ECLALSA, México, 1951. - MENÉNDEZ Samará, Adolfo. Breviario de psicología, Porrúa, México, 1947. - PETER Keller, Hans. Antología, Plaza & Janes, Barcelona, 1982.

Escrito publicado en: www.saiset-canibal.blogspot.com

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Memorias adolescentes Por Moreliana Negrete

A

GOSTO,

1999. Hoy fue el primer día de clases. No sé por qué, pero siento como

cosquillas en el estómago. Cuando iba en la primaria, nunca me sentí nerviosa ni nada, sin embargo ahora, no sé, tal vez el que voy a tener muchos maestros o que no conocía

casi a nadie hizo que me diera un ataque de pánico. Y es que sigo en la misma escuela, pero la secundaria está en otro plantel. Los otros chavos con los que salí de la primaria, son sólo siete y sólo uno iba en mi salón: Julio. ¡Cómo me cae mal Julio! Siempre se la pasaba molestando a todos en la primaria y yo prefería no hablarle. Hoy, cuando llegué a la escuela, el tonto de Julio me saludó y me hice como que no lo había escuchado. Luego, a todos los de primero nos juntaron en una esquina del patio y nos pasaron lista para que supiéramos en qué grupo nos tocaba. Lo que más rogaba era que no me tocara con Julio y, gracias a dios, él se fue al B. Mis compañeros son, no sé, como que escandalosos. En un rato en que no tuvimos maestro, una chava gritó: “¡Guerra de papel!” y todos, cual soldados, abrieron sus cuadernos y comenzaron a arrancar hojas, apachurrarlas y aventárselas entre sí. Me molesta un poco esa niña, porque quiere que todos le hagan caso y a mí me choca tener que hacer lo que otros me dicen. Hay otra niña, muy callada, que fue compañera de ellos en la primaria, pero parece que no le caen bien; como que prefiere platicar con nosotros, los nuevos. *** SEPTIEMBRE, 1999. Ya todos hicieron sus grupitos. Yo comencé a hablarle a la niña callada y a alguno que otro chavo que fue conmigo en la primaria. A Julio ya ni lo saludo. A la chava escandalosa le caemos mal algunos, los que no le queremos seguir el juego, pero allá ella. Sólo porque saca buenas calificaciones y tiene bonita letra se siente mucho, pero sinceramente no me importa. *** OCTUBRE, 1999. No me está yendo muy bien en las materias, casi saco un cinco en historia. No es mi culpa, pero es que no le entiendo. Lo bueno es que alcancé el seis, porque si repruebo, mi mamá me va a regañar muy feo. La niña callada y yo nos empezamos a juntar con Silvia. La Orientadora, que es bien mala y nos deja mucha tarea, nos dijo a todos que tratáramos de ser amigos de

15


Memorias adolescentes

ella, porque siempre andaba muy sola. Silvia fue conmigo en primero de primaria, pero ella no me hablaba porque una vez no le quise prestar mis muñecos a su amiga Tatiana. Eran muy amigas, pero todos sabíamos que Tatiana sólo estaba con ella, porque Silvia le compraba cosas en el recreo. Que por cierto, me enteré que a la niña callada la molestaba la niña escandalosa en la primaria. Creo que por eso quiso que nos juntáramos con Silvia, para que no estuviera sola como ella. *** NOVIEMBRE, 1999. Me cae mal la mamá de Silvia. A cada rato va a la escuela a hablar con nosotras, que si cómo quedamos para el trabajo de inglés, que qué le tocaba traer a su hija para el equipo de laboratorio, que no dejemos sola a su niña… ¡Qué oso! Digo, quien viene a la escuela es Silvia, no la mamá y, ultimadamente, la chava es quien se debería de preocupar por los trabajos de la escuela. La chica callada tampoco lo está tomando bien, pues cada que terminan las clases, es seguro que allí está la mamá. Hay veces que tratamos de irnos pronto para no encontrárnosla, pero nada más no se nos hace. Aunque, sea de cada quien, luego la chica callada se pasa con Silvia: si Silvia está comiendo, que límpiate, tienes toda embarrada la boca; que no te tomes el agua cuando tienes todavía comida en la boca; que fíjate dónde te sientas; que no te prives cuando te rías. Digo, sí tiene razón la chica callada, pero pues también cada quien come como más le gusta. *** DICIEMBRE, 1999. La mamá de Silvia vino a reclamarme que porque yo insulté a su retoño. La verdad es que no la insulté, únicamente le dije que si iba a entregar porquerías, que mejor nos dijera y nosotras hacíamos la tarea. Ah, es que resulta que teníamos que hacer un proyecto de ciencias en equipo y, como siempre, nosotras nos juntamos. Entonces, nos dividimos el trabajo: yo investigué e hice el borrador y, como no tengo computadora, a la chica callada le tocó transcribir mis notas; en tanto, a Silvia le tocó hacer los acetatos de los planos. El día que teníamos que entregarlo, resultó que Silvia sí, hizo los acetatos, pero los engrapó a una hoja blanca. Y cuando digo “engrapó”, no me refiero a una sola grapa, sino que enmarcó toda la hoja con los pedacitos de fierro. La maestra nos regañó a las tres por entregarle las cosas mal hechas y yo sí le dije que eso le había tocado a Silvia. Al irse la maestra, fue cuando le dije lo de las porquerías. También le dijo a su mamá que le había aventado las cosas en la cara, pero eso sí no es cierto, se las dejé en su banca, de mala gana, sí, pero no se las aventé. ***

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Moreliana Negrete

ENERO, 2000. Regresando de vacaciones tuvimos que hacer la maqueta de nuestro proyecto. Silvia se siguió haciendo tonta y pues la chica callada y yo nos fuimos a hacer esa cosa a su casa. Cuando estábamos en casa de la chica callada, armando como mejor entendimos la maqueta, Silvia le llamó a la chica callada y le dijo que si el fin de semana hacían el mentado proyecto. Resultó que se había esperado para decirle, porque no quería que yo estuviera en el equipo y quería que a mí me tronaran. No contó con que a la chica callada, tampoco le gustaba la forma que tenía Silvia de trabajar. *** FEBRERO, 2000. Oficialmente ya no le hablamos a Silvia. No la insultamos, no le dijimos nada, sólo le dejamos de hablar, porque resultó que le dijo a la maestra que ella haría su propio proyecto y le entregó una maqueta medio chistosa y el trabajo escrito y, casualmente, el mismo tema que habíamos acordado en equipo. Ya a solas con la maestra, le pregunté cómo era su trabajo escrito y ella nos confirmó que se había robado nuestro trabajo escrito. Así, en vez de ir a armar alboroto y para que la mamá no nos siguiera persiguiendo, decidimos sólo dejar de hablarle. *** MARZO, 2000. No me quiero sentir la gran defensora de los desvalidos, pero siento que desde que le dejamos de hablar a Silvia, todo el mundo se la agarró de barco. Sobre todo la niña escandalosa, que se dice, mandó a golpear a un chavo del salón que le caía mal. Nosotras simplemente no le hacemos caso, aunque tampoco le seguimos la corriente, pero de una época para acá, como que se ensañó con Silvia. *** ABRIL, 2000. A lo largo de todo el año se han estado perdiendo cosas. Primero, desapareció el libro de la chica que se siente cerca de la puerta; luego, las plumas de colores de la chava que siempre lleva revistas, también desaparecieron. Si no es una cosa, es otra, que si dinero, que si cuadernos, que si útiles, han estado desapareciendo. La niña escandalosa dice que es Silvia y le puso un anillo debajo de su banca para cacharla en la movida. Sinceramente me pareció mala onda, así que me acerqué a Silvia y pateé el mentado anillo. Silvia me miró feo y le dije: —No agarres nada de lo que encuentres cerca de tu banca, si no es tuyo. Ella me dijo algo no muy amable y mejor me fui. Luego vi cómo la chica escandalosa tomó el anillo y se salió. Después le estaba diciendo a todo el mundo que el anillo había desaparecido y que Silvia lo había agarrado. Yo ya no dije nada, porque luego, todo mundo me reclama. ***

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Memorias adolescentes

MAYO, 2000. Ahora si se están pasando con Silvia. El otro día iba pasando, le dije a la chica escandalosa que había una goma tirada y, cuando la tocó, resultó que era un chicle y lo soltó con asco. Luego nos fuimos al receso y al regresar, cada quien se fue a sus asientos. De repente, escuchamos que la niña escandalosa le decía a Silvia que tenía algo pegado en el trasero. Silvia se puso muy roja y, sin levantarse, trató de averiguar qué tenía. Entonces la niña escandalosa dijo a gritos: —¿Qué estás haciendo, Silvia? ¿Te estás masturbando? Todos los hombres se rieron y Silvia salió con salón con calma, pero lo cierto es que se quedó mucho tiempo en el baño. Cuando salió, estaba con los ojos hinchados y no volteaba a ver a nadie. *** JUNIO, 2000. Últimamente, todos los días Silvia se va al baño y sale con los ojos rojos. La niña escandalosa cada vez se pasa más de lanza, pero ¿qué podemos hacer nosotros? Lo bueno es que ya mero acaba el año y vendrán 2 meses de vacaciones. *** AGOSTO, 2000. Ya empezó otro año escolar. Ahora estamos en segundo. Espero que me vaya mejor en las materias que el año pasado que de los seis y sietes no pasé. No tengo compañeros nuevos y sigo juntándome con la chica callada. *** SEPTIEMBRE, 2000. Ha pasado un mes y apenas nos dimos cuenta que Silvia ya no va a la escuela. Creímos que se había cambiado de grupo pero no, ya no va con nosotros. Todavía me acuerdo que la chica callada le preguntó si seguiría con nosotros en segundo y ella dijo que sí. Bueno, creo que es mejor así, porque si se quedaba, la niña escandalosa la seguiría molestando y podría pasarle lo mismo que a esa chava de tercero del año pasado, a quien sus compañeros le dieron una pastilla, según un dulce, y ya no podía respirar ni moverse. Dicen que era una pastilla para dormir y le quisieron jugar una broma, pero no contaron con que a esa chica, por su sobrepeso, le harían daño los componentes del medicamento ese. 

18


Alegremos un poco este mundo Por Juan Manuel López Morales

Q

ue hay lugares devastados, es lo que dice el noticiero, ha amanecido ya; y yo quiero decirte cuánto te quiero,

que hay mucha gente lastimada, que en otros lados hay inundaciones, pero alegremos un poco a este mundo, unamos como uno sólo nuestros corazones, que ha estallado una guerra más, que muere mucha gente inocente, recemos juntos por el mundo; y hagamos juntos un mejor presente, que la inseguridad nos llena de miedo, y algunos sólo lo tienen que negar, aun así sigamos caminando, que yo siempre te trataré de cuidar, que la gente se pierde entre el egoísmo, y que día a día se pierden las ilusiones, no, no es cierto cariño, pues a pesar de todo están juntos nuestros corazones, y si un día te alcanza la nostalgia y ya no es suficiente el que escuches mi voz, no, no estás sola mi amor, pues siempre estará a tu lado Dios. 

19


La GalerĂ­a


21

La GalerĂ­a...


La Galería Nigredo1 (Pintura-poema). José J. González y Dulce Reyes, 10 x 18 cm., técnica mixta.

La imagen que aparece al fondo es una fotografía titulada: Reflejo Divino y fue tomada por Dulce Reyes. Las grafías que aparecen a los lados dicen lo siguiente: Mi poema es una pincelada con fuego, es una palabra llena de colores. Es la infatigable voracidad de un loco, es el sueño mal acomodado dentro de mi bolsillo, es el fósforo que tiré al suelo.

Mírame y no sabrás qué soy. Tus ojos mortales, sucios, desgastados, no tienen la capacidad de ver más allá de lo que yo quiero (de lo que yo espero) que tú veas. Pero, esperar a que me reconozcas, a que me entiendas, es sueño vano que se diluye entre mis trazos azules —¿o acaso serán rojos?—. Tú, hombre moderno de las cavernas; Tú, ser avanzado que sólo emites sonidos guturales; Tú, que finges que me conoces... ¡Mírate las piernas! Aunque los gusanos comienzan a devorarte, te falta mucho para que seas como yo. 

Nigredo. Para los viejos alquimistas, era la pretensión de volver toda materia a su estado primigenio y eso sólo se conseguía con el empleo de diversas sustancias que hacían que todo material entrara en una especie de descomposición; ellos lo denominaban: putrefacción. 1

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Rafael Por Sergio Fernando Palacio Pérez

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n una ciudad con grandes rascacielos, llena de luces durante la noche que parecía que nunca se ocultaba el sol; —una de las más vanguardistas—, decía un turista que admiraba detenidamente las maravillas arquitectónicas. Un joven comerciante siempre al amanecer y abrir su negocio pronunciaba: —Es de lo mejor vivir en esta

ciudad de las oportunidades—. También algunos reporteros de los periódicos locales escribían: —Nuestra ciudad está entre las 10 más visitadas del mundo. Por supuesto no decían lo mismo los pobres niños que vivían abajo en las alcantarillas, quienes descansaban entre la suciedad y todos los desperdicios que iban al subterráneo, los cuales eran arrojados por los habitantes de la superficie. No decían lo mismo los mendigos que durante la noche entraban a hurtadillas a los parques más pequeños a refugiarse, porque no había suficientes albergues y los pocos no tenían suficientes recursos. Tampoco lo podían anunciar los pequeños hospitales carentes de presupuesto para sus enfermos, el lado gris de la ciudad no era visto por quienes gozaban de las mieles del éxito en esa ciudad tan amada. Dentro de ésta vivía un hombre llamado Jean de Beauvoir, un exitoso hombre de negocios, con mucho renombre entre sus inversionistas y colaboradores. Era carismático frente a sus posibles compradores, pero frío fuera de su ámbito laboral. Algunas personas adineradas les gusta hacer obras de caridad, pero Jean jamás lo hacía puesto que uno de sus pensamientos ante todo ello era: —Deben trabajar, no está nadie aquí para mantener a una bola de parásitos, se encuentran ahí porque quieren—, decía con su seño fruncido y corazón seco a pesar de ser un hombre joven. Jean de Beauvoir era muy atractivo, era alto, con su cuerpo estético, su rostro alargado y varonil, su cabello lacio, corto y castaño, tenía ojos azules como el cielo y una nariz respingada, siempre vistiendo ropa formal y muy cara, alguna de ésta era hecha por los mejores diseñadores del mundo. Atraía a una gran ola de mujeres hermosas y jóvenes, pero a él jamás le importaba tener algo más allá de pasar el rato con ellas, era tan frío que se prohibía así mismo enamorarse. Siempre decía: —Todas las mujeres son iguales, todas buscan el dinero y todas son interesadas, tienen una

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lengua de serpiente que atacará a la primera oportunidad, usando tus secretos en contra y jamás te valorarán por lo que eres sino por lo que tienes, sólo sirven para desestresarnos cuando llegamos con ellas a la cama, para eso sirven. Nada más. Otra cosa que era característico en Jean era que no tenía ningún amigo, a pesar de ser un hombre joven no le hablaba a nadie, más que para una cosa: “negocios”. No había más en él, porque su respuesta para los amigos era la siguiente afirmación: —Los amigos son una hipocresía, están contigo en los momentos de gloria pero no en los de tu caída, en sí los seres humanos se pueden describir con la siguiente analogía: «Siempre que vas a la alcoba con una mujer, entre los dos se ayudan a desvestirse, pero cuando terminan, nadie le ayuda al otro a ponerse la ropa de nuevo». Mí respuesta es la siguiente: «Siempre están las personas para ayudarte a joder o joderte, pero no cuando estás jodido». ***** Un día saliendo de su oficina se dirigió a su mansión a las afueras de la bella ciudad, iba en su lujoso auto cuando sucedió algo que nunca espero, un pobre hombre de apariencia similar a la de un vagabundo se atravesó en su camino y Jean, al no poder evitarlo, lo atropelló. Jean asustado se bajó de su auto para ver al hombre. Tenía una gabardina café y zapatos viejos del mismo color, una playera negra y desteñida junto a un pantalón de mezclilla roto. También pudo ver que el hombre estaba totalmente ileso, por lo que su preocupación se desvaneció. Estaba enfadado con el hombre por lo que replicó: —Cuidado, fíjese por donde va, ¡menesteroso tonto! El hombre subió la mirada y desconcertó a Jean, estaba con su rostro totalmente limpio, tenía ojos azules similares a los de él, una cabellera larga y tupida color negro, y facciones tan finas, que no parecían a los de un mugroso mendigo. La mirada de ese hombre le transmitió una cierta tranquilidad que el coraje que yacía en su interior se desapareció en unos instantes. Dejando abierta la boca de Jean, como si hubiera visto algún tipo de ser superior, lo cual era demasiado para un hombre que le gustaba avasallar a todo el que no considerará de su categoría. —Mi nombre es Rafael—, dijo amablemente y sonriendo aquel hombre tan extraño. Jean se presentó: —El mío es Jean de Beauvoir. —Mucho gusto— respondió aquel hombre misterioso. —Disculpa, soy nuevo en esta ciudad, no sé a dónde ir, ni dónde quedarme.

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Rafael

Jean de Beauvoir era un hombre frío, pero algo dentro de sí le dijo que estaba en deuda con aquel hombre debido al accidente, por lo que le hizo una invitación a quedarse en su casa por esa noche. Rafael encantado aceptó la oferta. Llegaron a la mansión de Beauvior y le ofreció quedarse en un sillón de la sala de estar. Rafael se quedó dormido plácidamente en aquel sillón sin decir una palabra. Al día siguiente Jean tenía que ir a su trabajo y comenzó alistarse. Pero algo llamó la atención de Beauvior, Rafael se encontraba viendo hacía los jardines de la enorme casa, a través de una de las majestuosas ventanas, se acercó para preguntarle a Rafael: —Disculpa, qué tanto miras por la ventana. Rafael asintió con una cálida sonrisa: —Admiro la belleza de tus jardines, cada planta, arbusto, el pasto mismo son una maravilla, toda esa naturaleza que los hombres pasan por alto y ni siquiera se toman un momento para admirar y convivir con su entorno, jamás le dan la importancia de lo que es estar en armonía con la hermosa naturaleza. Jean sólo dijo dentro de sí: —Qué sujeto tan raro —luego le exclamó—. Ya me tengo que ir a trabajar. Pero Rafael aparentemente no prestaba atención por lo que Jean continuó con sus actividades, pero antes de llegar a la puerta, Rafael le informó: —Voy a ir contigo. Jean sorprendido y molesto replicó: —¡Estás loco! Apenas te conozco y quieres ir a mi trabajo. Rafael le habló con voz firme y serena: —Tengo un trabajo que hacer relacionado contigo, nuestro incidente de ayer fue una verdadera fortuna del destino. Mi deber es darte algo que mi jefe me pidió que te diera, pero quiero pedirte unos favores antes de dártelo. Jean con un tono sarcástico y malhumorado le sugirió: —Por qué no mejor me lo das y esto se acaba de una buena vez —pero Rafael aclaró: —No es tan sencillo como tú crees, mi trabajo no es tan simple, con el tiempo te darás cuenta—. Jean desconcertado preguntó: —¿En qué trabajas? —y Rafael le contestó: —Lo sabrás conforme a la marcha. Jean, harto de la conversación debido al retraso que le causaba todo eso, fue a su habitación y sacó un traje de su armario, luego le pidió a Rafael: —Bueno, bueno, ya está bien, toma esto y vístete, no vas a ir a mi trabajo con esa facha. Rafael se vistió y se arregló, y acompañó a Jean a su trabajo. Mientras iban de camino, Rafael se dedicó a mirar los edificios que los rodeaban, parecía un niño por primera vez en una juguetería, ya que estaba fascinado viendo todo lo que había en la ciudad, hasta que llegaron al edificio del

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trabajo de Jean, era de los edificios más altos de la ciudad y su oficina se encontraba en lo más alto. Cuando llegaron a la oficina, Jean se puso a realizar todas sus actividades de ejecutivo en su oficina, en lo que Rafael miraba reflexivo por la ventana. Jean le preguntó: —¿Qué es lo que tanto miras? Rafael contestó: —Veo la indiferencia de algunas personas, de cómo algunos rostros son tan infelices, mientras que otros pasan sin siquiera detenerse a observar el sufrimiento de otros. Jean afirmó con un tono irónico: —Cada quien tiene sus propios problemas y cosas en qué pensar —y Rafael exclamó: —¡Exacto! Y nadie se da cuenta de lo infelices que son, si por un momento uno de ellos se percatara y ayudara a alguno de ellos con alguna acción, por pequeña que fuera, haría de la existencia de uno de ellos un mejor lugar, no un cambio totalmente radical, pero si alguno de ellos dedicara un minuto de su tiempo, descubriría lo precioso que es ayudar al prójimo. Jean intento aclarar su punto de vista: —Los seres humanos son unos hipócritas, la única persona con la que puedes contar es contigo mismo, tú y nada más, nadie más puede preocuparse por ti excepto tú. Rafael con una mirada inspiradora pero triste, asintió: —Los seres humanos son seres sociales, así como algunos animales tienen el don de poder vivir en grupo, los humanos también pueden hacerlo, por lo tanto, a diferencia de los animales que se ayudan entre ellos y por ende sobreviven, no he podido entender cómo los humanos no pueden hacerlo y se guían por su soberbia, lo que los conduce al caos, como en las guerras donde por beneficio propio dejan morir a muchos, condenándolos al hambre y el sufrimiento, cuando más bien podrían guiarlos al amor y a la felicidad, ayudándose y amándose los unos a los otros. Jean, sacudiendo la cabeza y algo aturdido, dijo en tono de ironía: —¡Vaya que eres un soñador! —luego añadió: —Mira, tengo que entrar a una junta y después saldré, y tal vez podremos ir a algún lado, ¿te parece? —Está bien —respondió sonriente Rafael. Después de la junta, Jean fue por Rafael y le preguntó a dónde quería ir. Rafael sugirió dar un recorrido por la ciudad, por lo que Jean lo llevó en su auto a dar una vuelta. Llegaron al parque principal y Rafael pidió detenerse en ese lugar, Jean por complacer a su nuevo y aparentemente único amigo, decidió hacerlo. Se sentaron en una banca del parque, después comenzaron a ver todo lo que había a su alrededor. Miraban a las palomas que se detenían a tomar las migajas que dejaban los ancianos cuando iban a alimentarlas, las ardillas en los árboles y a los niños alegres jugando en el parque junto a sus madres platicando en las mesas del parque. Se oía un coro de risas y diversión dentro del lugar. 27


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Podía respirarse un ambiente de tranquilidad, luego Jean preguntó a Rafael: —¿En qué consiste tu empleo? Por lo visto no es muy bien remunerado puesto que tu ropa lucía muy desgastada. Antes de contestar, Rafael añadió riendo: —Amigo mío, el dinero no lo es todo, puede darles cierta tranquilidad a muchos, puesto que asegura su bienestar, pero no es la clave de la felicidad, podría tener mucho dinero y todo el éxito del mundo, pero eso no me haría feliz. Soy un guía y ayudo a las personas cuando estas tienen muchos problemas, principalmente cuando están enfermas, aunque no siempre la enfermedad es física, también puede darse de otra forma en sus vidas. Jean entonces exclamó: —Entonces eres consejero —y Rafael respondió: —No exactamente, pero podría decirse así para explicarlo de la forma más sencilla. —¿Y yo tengo problemas? —preguntó igual de sarcástico como siempre a lo que Rafael contestó: —Si no los tuvieras, no tendría motivo de estar contigo. Jean incrédulo dijo: —¡Por favor! ¿Tú qué sabes de mí? —y Rafael afirmó: —Posiblemente más que tú mismo. Todavía más incrédulo Jean: —Por favor, no seas ridículo—. Jean se levantó muy enojado de la banca y se fue, pero antes de irse, Rafael le gritó: —Es malo engañar a las personas, pero es peor engañarse uno mismo. Jean subió a su auto y se miró en el espejo retrovisor para comenzar a reflexionar las palabras de Rafael, pensaba en lo cierto que estaba Rafael, no era feliz a pesar del dinero y el éxito. Jean sabía lo solo que se sentía por no tener a nadie a quién amar, o con quién pudiera contar sus secretos y sueños. El hombre duro e insensible sabía que estaba incompleto, sólo que aún no sabía qué era. En ese momento, llegó Rafael y tocó la ventana del auto. Estaba sonriente y su cara reflejaba lo que era vivir sin ninguna preocupación. Jean le abrió la puerta y dejó que entrara. —Y bien, ahora, ¿adónde vamos? —preguntó muy carismático Rafael y Jean contestó muy serio: —A ningún lado, vamos a casa. Regresaron a la mansión y Jean se dirigió directo a su habitación, subiendo las escaleras lentamente, pero antes de que llegará al último escalón, Rafael habló claro para hacer entender las necesidades de su amigo: —La clave para que un ser humano se sienta bien, es la felicidad. Podría tener todo el éxito del mundo y el dinero, pero aún así no sería feliz, a lo que vengo es que la clave de la vida es la felicidad y existen formas para conseguirla.

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Jean escuchó bien cada una de esas palabras, pero fingió no oírlas y se dirigió a su dormitorio. ***** Al día siguiente, Jean se levantó y se preparó para ir a trabajar como de costumbre, pero escuchó un sonido en el comedor y era nada más que Rafael preparando la mesa para el desayuno. Había ordenado la comida que había sido traída de uno de los mejores restaurantes. Esto no era difícil, gracias a que Jean tenía dinero de sobra. Jean sorprendido preguntó: —¿Qué sucede? —y Rafael le contestó con la sonrisa típica de su buen carácter: —El desayuno. Jean, desconcertado, le quiso aclarar: —Tengo que ir a trabajar y ya se hizo tarde—. Rafael dijo despreocupado: —Ya me encargué de eso—. Jean preguntó más confundido: —¿Cómo? —y Rafael, igual de tranquilo, le contestó: —Así es, llamé a tu trabajo y dije que estabas enfermo, por lo que te tomarías el día de hoy. Realmente no es una mentira, puesto que sí estás enfermo en cierto modo. Estaba sorprendido por las acciones de su amigo y dijo riendo: —De verdad que estás loco. Luego se prepararon y salieron a diversos lugares, conociendo muchas cosas que Jean nunca se había detenido a contemplar, los monumentos, sitios históricos, y toda la belleza de los lugares de gusto popular que eran turísticos. Jean no se había reído ni divertido desde siempre y lo más grato para él es que había encontrado a su primer amigo sincero. Alguien con quién no tenía que aparentar nada, alguien en el cual sentía que podía confiar ciegamente, alguien cuya compañía valía realmente la pena. Le contó sobre su vida, sus sueños, al igual que muchos detalles que nadie conocía. Luego llegaron al parque del día anterior y comenzaron a pasearse en él, hasta que encontraron a una mujer con su hijo, el hambre y desesperación se notaban a leguas en ambos. Por lo que Rafael mencionó con lástima: —Mira a esa pobre mujer, necesita ayuda. Pero Jean volvió a actuar como siempre. —Es su problema —dijo soberbio Rafael replicó: —¿Por qué no dejas de pensar en ti mismo por un momento e intentas ayudar a los demás? Jean contestó enojado: —Ya te dije por qué, y además ella se lo busco, no es más que otra tonta que se dejó engañar y la embarazaron. Por eso está sola. En éste mundo sobreviven los más fuertes y, entre todo eso, incluye el no dejarte engañar —añadió. Rafael, serio por la contestación tan fría de su amigo, le contestó: —Es increíble que pienses eso, de verdad que no lo concibo porque me contaste hace unos momentos sobre tu madre que fue

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una mujer que te sacó adelante sin un padre que la ayudará, y logró criar a un hombre cuyo éxito le sonríe a cada instante, gracias a la preparación que ella te consiguió. ¿Acaso fue una estúpida también? —Pero Jean respondió inmediatamente: —No fue lo mismo, ¡ella quedó viuda! —¿Y no fue estúpida por no preverlo? Ella no sabía que tú padre fallecería, así como esa pobre mujer no sabía que la abandonarían, ambas sufrieron de forma similar y, en todo caso que no fuera igual, ¿no te parece que ella es una mujer fuerte por intentar hacer lo mismo con su hijo, intentar que sobreviva a pesar de lo adverso, como tu madre lo hizo contigo? Jean quedó mudo ante la afirmación de Rafael, de nuevo aquel hombre al que tenía muy poco tiempo de conocer le había enseñado sus fallas como nadie se había atrevido a hacerlo antes. Pronto Jean iba conociendo más de sí mismo y qué era lo que lo volvía tan infeliz en su interior. Empezó a caminar solo y a meditar más sobre lo que aprendía de su amigo junto a todos los errores que cometió por su soberbia, y de qué forma podría cambiar ciertos aspectos que fueron los que lo condujeron a esa situación. Pero aún tenía varios cabos sueltos por responder y que no tenía idea por dónde empezar. Se sentó en una banca del parque a meditar, pero no encontraba preguntas para ello. Pasaron horas sin hallar respuestas a las interrogantes que asaltaban sus pensamientos. Para él, era imposible que el intrépido e imponente hombre de negocios no encontrara la solución para los problemas de su vida. Después de un largo tiempo, volvió Rafael y le dijo: —Es hora de volver a casa. Yo conduzco. Camino al hogar de Jean, éste reflexionaba sobre todo lo sucedido en el día, mientras veía todo lo que había a su alrededor, hasta que llegaron a la mansión. Ahí se dirigió encorvado y meditabundo a su cuarto sin decir nada. Rafael lo vio subir las escaleras y susurró en voz muy baja: —Pronto entenderás todo, amigo mío, muy pronto. A la mañana siguiente, Rafael despertó a Jean: —Vamos, hoy será un día largo, será mejor que estés listo cuanto antes. Jean, todavía algo soñoliento, dijo: —No inventes, tengo que ir al trabajo. Rafael, apresurando ha Jean, asintió: —De eso no te preocupes, hoy es un día inhábil. Jean alzó la ceja y dijo: —Para mí no existen los días inhábiles, creo que eso lo sabes —y Rafael afirmó: —Eso a mí no me importa, vendrás conmigo, hoy tendrás posiblemente muchas de las respuestas que tanto ansías.

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Al momento de llegar al auto, Rafeal exclamó: —¡No, yo conduciré de nuevo! —y Jean, sin objeción, concedió. Comenzaron por dar un recorrido por el centro de la ciudad y pasaron por la avenidas principales llenas de árboles y colorido, además, adornadas con estatuas de santos, ángeles y personajes históricos en cada esquina. Hasta que salieron a un pequeño callejón, que luego fue a dar a una parte de la ciudad que Jean jamás había visto y mucho menos sabía de su existencia. Era un zona no muy proletaria, pero sí de muy bajo nivel para el joven Jean que era excesivamente elitista. —¿Qué hacemos aquí? —preguntó Jean algo disgustado. —Intentó llevarte a un lugar muy especial que es una parte primordial de mí trabajo —respondió Rafael, tan sereno como siempre. Conduciendo hacía su destino, un sonido abrazó la atención de ambos, era nada más y nada menos que el del fuego que avasallaba una estructura del lugar. Giraron para acercarse y contemplar lo que sucedía. Luego hubo una explosión cuyo estruendo ensordecía casi totalmente a los espectadores de la catástrofe, en medio de las fuertes llamaradas. Se trataba de un bombero que sacó entre sus brazos a un bebé del eufórico incendio. Rafael dijo a Jean con admiración: —¡Mira eso! ¿No te impresiona su valor, su amor por querer ayudar a alguien, la satisfacción que siente después de salvar una vida? Jean afirmó igual de frío como siempre, como si nada lo sorprendiese y mencionó que la bondad simplemente no existía: —Lo hace por deber, porque ese es su trabajo. Rafael esperó a terminar la conmoción y el júbilo por las acciones heroicas del joven bombero. Hasta que halló la oportunidad y llamó al joven moviendo su mano, indicándole que fuera hacia donde se encontraban. Cuando se acercó, vio con mucho agrado a Rafael como si ya lo conociera de hace muchos años y lo saludo muy gustoso. Rafael respondió a su saludo de igual forma. Rafael, orgulloso, presentó al bombero: —Jean, él es Will, y Will, te presentó a Jean. —Mucho gusto —dijo Will y Jean contestó: —Igualmente —y ambos se estrecharon la mano. Se dio inicio a una larga conversación, donde Will hablaba con orgullo sobre haber conocido a Rafael, que sin él no sabría dónde se encontraría o que probablemente no estaría vivo y que jamás se esperó volver a verlo, mientras Jean escuchaba con detenimiento. Jean preguntó a Will: —¿Por qué decidiste ser bombero? Ya que es un trabajo no muy bien pagado. 31


Rafael

Will respondió a su pregunta: —Es simple, me hace feliz, me agrada ayudar a las personas porque, empezando por uno mismo, puedo hacer del mundo un mejor lugar. Jean formuló otra pregunta: —¿Y qué obtienes a cambio? Will dijo: —Mi propia satisfacción, la verdad sólo los egoístas no pueden entenderlo, simplemente se quejan de su situación y aunque acumulan grandes riquezas, en el fondo no pueden ser felices. Simplemente obtienen lo que dan. Luego, sus compañeros bomberos lo llamaron, así que se despidió: —Bueno, me tengo que ir señores porque el deber me habla, fue un gusto estar con ustedes —en ese momento estrechó la mano de Jean y después abrazo fuertemente, en un gesto muy fraternal, a Rafael y se fue con sus compañeros. Jean volvió a quedar anonadado, la voz de Will resonó en su cabeza y Rafael le dijo: —Vámonos, tenemos un lugar que visitar. Rafael, mientras manejaba el auto, mencionó: —Siempre obtienes lo que mereces —luego volteó a ver a Jean y añadió: —o más bien, lo que das. Llegaron a un hospital, el cual era una estructura vieja y descuidada por no tener el suficiente presupuesto. Jean, al ver el lugar, se sintió incomodo y preguntó a Rafael: —¿Aquí es? —Rafael contestó sonriente como siempre: —Así es, amigo mío. Entraron al lugar y vieron el edificio un poco menos deteriorado que por fuera, pero aún así bastante austero. La recepcionista les permitió el acceso sin identificación, a Jean le pareció extraño, sin embargo, prefirió pasarlo por alto. Fue cuando se dirigieron a los cuartos de los enfermos, en los que habitaban muchos ya en un estado terminal y, además, otros muchos conocían a Rafael. Jean lo preguntó: —¿Trabajas o trabajaste aquí? —y Rafael contestó: —No exactamente, pero parte de mis labores es cuidar y ayudar a estos enfermos. Jean se sentía deprimido al ver tanta tristeza y soledad, pero lo que lo impresionó más fue el optimismo de otros y cómo algunos de esos enfermos no perdían la esperanza, aferrándose a la vida, a pesar de que ya había sido difícil antes de su llegada a ese lugar. En ese instante, en medio de toda esa ola de reflexión que abrazaba a Jean, escuchó una voz cálida y amorosa proveniente del cuarto que se encontraba a su izquierda, giró su mirada para ver a quién le pertenecía tan maravillosa voz. Era de una mujer joven y hermosa de aproximadamente 21 años, de cabello lacio y castaño, piel blanca y ojos verdes, la cual arropaba a una linda niña de 7 años de edad con cáncer y que

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ya había perdido todo su cabello. Ésta chica estaba completamente encariñada con la niña, ya que esa niña la veía como una madre, una hermana y una amiga. Los ojos de la joven miraban de igual forma a la niña: una hija, una hermana y una amiga. Ella la visitaba frecuentemente y le leía sus libros favoritos, le compraba juguetes entre otras cosas. Jean las observaba muy conmovido desde la puerta. Giró la cabeza la joven y miró desconcertada a Jean, en ese momento llegó Rafael sonriendo y dijo: —Que bueno que se conozcan. Claudia, te presento a mi amigo Jean. Jean, te presento a Claudia. Jean asintió: —Mucho gusto —y Claudia dijo con una sonrisa amable: —Igualmente. Luego, sin ninguna pena y sin importarle más, Rafael exclamó: —¡Conózcanse! —y se fue tan pronto como llegó a presentarlos. Jean comenzó la plática con Claudia, la cual duró un largo rato y se fueron dando a conocer varios aspectos tanto del uno como del otro. Supo que para Claudia estos enfermos eran de lo más importante en su vida y que a algunos de ellos los veía como parte de su familia. Los consideraba de esta forma con mayor facilidad debido a que provenía de una familia disfuncional, en la que su padre era un alcohólico y su madre una mujer sumisa. Luego miró sonriendo con una pequeña lágrima deslizándose por su mejilla y dijo: —Pero fue gracias a Rafael que estoy aquí, él me dio la fuerza para seguir y no darme por vencida, para sacar a mi madre y vivir en un mejor lugar, además, me ayudó a conseguir este trabajo, donde gracias al destino, conocí a Lily. Jean preguntó: —¿A quién? —y Claudia respondió: —La niña con la que estaba hace rato. Sus padres no han perdido la esperanza de que pueda recuperarse y los médicos hacen todo lo posible, pero este hospital no cuenta con los medios necesarios y la familia de Lily no tiene el suficiente dinero —luego bajo la mirada por el dolor que le producía ver a su pequeña amiga de esa forma e hizo un comentario: —Es impresionante que le cuente esto a un extraño, a alguien que tengo unas horas de conocer. En ese momento llamaron a Claudia y tuvo que despedirse rápido, dejando a Jean pensando en todo lo que dijo. Luego llegó de nuevo Rafael y puso su mano en el hombro de Jean para decir: —Es una linda mujer, más joven que tú y a veces demasiado intrépida, ya que siempre está defendiendo los derechos de los demás, poniéndose firme frente a la menor injusticia —después agregó: —Debo resaltar que no he visto una chica así en mucho tiempo. Jean estaba completamente mudo, no sabía qué decir. Después, Rafael añadió: —Aunque ella no es lo único que captó tú atención—. Jean, en tono de sorpresa, replicó: —¿Qué dices? 33


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Rafael movió la cabeza de un lado a otro con un gesto irónico, pero siempre igual de carismático, aunque a su vez serio, y respondió: —Amigo mío, puedo saber perfectamente bien lo que cruza por tu mente. Pude verlo desde que llegaste y debo decir que tú podrías hacer una diferencia ayudando a estas personas, sí tan sólo aprendieras a desprenderte un poco de tu pan y lo regalaras con el resto. Jean seguía sin saber qué decir y Rafael le mencionó: —¿O acaso no lo valen? Ni siquiera por Claudia, sé que me contestarás como siempre lo haces: “Apenas la conozco”, “No seas ridículo”, pero déjame decirte algo, amigo mío, sólo podemos darnos cuenta de que estamos enamorados, cuando sentimos simpatía como la que tú sientes por ella y que sucede de esa forma tan inesperada, justo en el momento en que el corazón atrae, lo que por tanto tiempo pidió y luego le es concedido; o eres tan tonto para negarlo. Así como ellos sufren, otros también lo hacen, necesitando de tu ayuda. Por lo que Jean calló por largo rato, mientras miraba a todos esos enfermos y dio inicio a una caminata sólo por el hospital hasta llegar a la habitación de la pequeña Lily. Podía observar cómo sufría la pequeña después de recibir la quimioterapia. Miraba cómo aquella pequeña se aferraba a la vida y la parte humana que residía dentro de Jean, despertó y las palabras de Rafael por fin cobraron sentido. Pronto comenzó a hacer donaciones importantes al hospital, ayudando a todos los enfermos, también realizó donativos a otros hospitales y albergues. Al pasar de los días la amistad de Jean y Claudia se fortaleció tanto que dejó de serlo y se convirtió en algo más. Jean había encontrado a la mujer de su vida, alguien que le ayudara a evolucionar en una mejor persona y ese amor lo alimentó día con día. Hasta que llegó un día negro, imprevisto pero al final inevitable: la pequeña Lily falleció, provocando que todos los cercanos a ella estallaran en un llanto agudo y desconsolado. Sus padres estaban destrozados y habían perdido toda voluntad. Jean ese día llegó y se encontró a las enfermeras, al médico y a los padres con una tristeza inmensurable, luego a Claudia, quien se encontraba sollozante con sus hermosos ojos verdes empapados en lágrimas, y que, al verlo, corrió a los brazos de Jean, quien la abrazó fuertemente, intentando hacerla recobrar la fuerza. Ella perdió la compañía de un alma inocente cuya débil chispa se había transformado en un resplandor. Con la extinción de ésta, se dio por firmada la ausencia eterna de su mejor amiga. Rafael se acercó a ellos para decirles que no perdieran sus esperanzas y que no era el momento de perder la voluntad de seguir adelante, ya que a la pequeña Lily no le hubiese gustado 34


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ver caer a sus seres amados y que debían seguir, aunque el dolor de su partida fuera tan poderoso. El dolor sería insoportable y eso era inevitable, pero después de la caída, el levantarse es obligatorio, la vida debe continuar y se debe aprender de las personas que desde algún lado nos observan. Aprender de lo que dejaron en vida, ya que es lo único que de verdad importa como legado. Ya que lo material se va, pero sus palabras y acciones viven en cada una de las personas en las que dejó su huella, dando pauta a continuar con el ciclo de la vida. Después del funeral, el golpe de la caída de Lily había sido muy fuerte para Claudia, pero Jean ahora estaba para hacerla seguir de pie. Tal y como ella lo había hecho cuando Jean estaba tan confundido, así que el hospital y la ayuda de Jean y Claudia continuó. Luego de unos meses, llegaría otro suceso inesperado. Ese día fue como cualquier otro en la nueva vida de Jean, fue al trabajo, después siguió supervisando la ayuda al hospital y se reunió con su amada Claudia para compartir otro momento juntos. Cuando llegó de nuevo, vio a Rafael en la sala y le dijo: —Sígueme. Jean acompañó a Rafael al techo de su casa, Jean algo confundido le preguntó: —¿Qué hacemos aquí? Rafael con una mirada triste, pero con una sonrisa en el rostro, respondió: —Ha llegado el momento de despedirme—. Jean, por la impresión tan fuerte, reclamó: —¿Cómo? Eso no es verdad, no puedes hacerlo, cómo es posible. Por lo que Rafael intentó tranquilizarlo: —Calma, amigo mío, como dije antes, todo ciclo llega a su fin, el mío con ustedes ha llegado, no te preocupes, yo estaré bien y ustedes, igualmente. He quedado satisfecho, puesto que has aprendido tu lección. Aprendiste a dejar de ser un mezquino y miserable, logrando entender lo bello de ayudar a los demás, compartiendo tu pan con otros y no guardando lo que te sobra para que al final se pudra. Descubriste a una mujer encantadora, quitándote esa venda que te cegaba y no te permitía volver amar. Sólo puedo decir que mi labor terminó —en ese momento, una luz emanó del cuerpo de Rafael, como mil diamantes brillando al unísono y unas alas emergieron de su espalda, mientras que sus ropas se transformaron en una reluciente armadura similar a la de los legionarios romanos. Jean, con la boca abierta por el sorprendente momento, pronunció asombrado: —¿¡Eres un ángel!? Rafael contestó con una voz poderosa: —Soy el Arcángel Rafael. Dije que cuando llegara el momento, te daría algo a cambio, pero frente a tu situación no veo ningún sentido, por lo que en lugar de llevarte conmigo, te pediré un último favor. 35


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Jean, con los ojos y los labios completamente abiertos por el acontecimiento tan sorprendente, preguntó al Arcángel: —¿Cuál? Rafael, con una mirada serena y alegre, dijo: —Sé feliz. Adiós, amigo mío, cuídate y también a Claudia. Jean preguntó antes de que el Arcángel Rafael alzara las alas: —¿Te volveré a ver algún día? Rafael respondió a su última pregunta: —Recuerda que nunca debes perder la esperanza —y el ángel emprendió el vuelo, dirigiéndose a lo más alto del cielo hasta convertirse en una estrella. Luego Jean, con una lágrima cayendo por su mejilla, habló en voz baja: —Gracias, hermano, pero a quién acudiré ahora si tú no estás. Y un susurro se acercó a su oído: —Al cielo, Jean, a la estrella más brillante que ves frente a ti. Desde ese entonces, Jean y Claudia recordaron que jamás debían rendirse y que siempre debían seguir adelante, sin descuidar su felicidad junto a las lecciones de su entrañable amigo, pero justo cuando las cosas se tornaron oscuras, pareciendo no tener solución, miraron al cielo y la estrella de Rafael brillaba intensamente junto a su voz siempre haciéndose presente: — ¡RECUERDEN! 

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Behemot Por José J. González

¿Quién se atreverá a herirle los ojos y ponerle una argolla en las narices? Job 40:24 «Cuando estés en tu lecho y escuches lo ladridos de los perros en la campiña, ocúltate bajo tus mantas, no te burles de lo que hacen: tienen sed insaciable de infinito…» Lautrémont; Los cantos de Maldoror: “Canto primero”.

C

ierta ocasión oí decir a mi madre que los perros ven lo que escapa a los ojos del hombre, me dijo, que pueden observar grandes rocas suspendidas en el cielo, siendo esta la razón por la que ladran con mayor intensidad en noches de luna nueva.

Durante muchos años no creí en lo más mínimo en lo que ella decía, pero tiempo después,

gracias a las investigaciones de las ciencias ocultas que llevaba por mi propia cuenta, en un libro antiquísimo, pude hallar algo parecido: el mundo se encuentra rodeado por una gran cantidad de rocas ígneas; y todas esas rocas son puestas ahí por Behemot, quien está parado sobre una tortuga de mil ciento once cabezas, y debajo de esta tortuga hay fuego, y más abajo está el vacío.

A la muerte de Marina, la única mujer, virgen radiante, que he amado por entero, me vi sumido en la más grande de todas las desesperaciones; el abismo que se abría ante mí, desde hacía ya mucho tiempo, ahora parecía mucho más grande y profundo, sentía que cada paso que daba me conduciría a la inevitable destrucción. En verdad, me quedaba poco de nada, había perdido mi puesto en la oficina; mis amigos, si es que una vez los llegué a tener, se alejaron de mí, argumentando un cambio negativo en mi persona.

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Behemot

La espada que una vez había empuñado sobre la cabeza de El Gran Pez fue perdiendo filo; con el tiempo ya no pude dominarlo más, se liberó de mis manos y echó a navegar por espesas y anchas aguas, se llenó de colores preciosos, arrebatándome la poca cordura que me quedaba. Por la rapidez con la que nadaba, todo mi mundo se fue viniendo abajo. En un abrir y cerrar de ojos me convertí en el polvo de lo que alguna vez había sido.

Aquella noche empuñé el arma que tenía guardada en la alacena. Le coloqué la última bala que me quedaba. Pensé, ahora no recuerdo qué, pero puedo estar seguro que lo hice. Mi madre hace ya tantos años que se había ido, Mariana lo había hecho mucho antes; de una o de otra forma me contemplaba en la más soberbia de mis soledades. Vivir, ¿para qué? La vida sólo adquiría sentido cuando se tenía con quién vivirla, y cuando uno ha sido abandonado por la misma esperanza, se da cuenta que ya todo lo consecuente es absurdo. Puse el cañón en mi boca. Esperé unos momentos para ver si de mis ojos surgía una nimia lágrima, pero estaba seco, desde hace muchos años que lo estaba. Me di cuenta de mi dificultad para sobreponerme a situaciones tan cotidianas como la muerte, y si además a eso le sumamos la imposibilidad de haber formado una familia, pues peor aún. No es que anhelara tanto, como suele suceder con algunos, el tener una linda esposa, un par de hijos hermosos, un perro lanudo, un coche y una bonita casa, todo eso a mi parecer formaba parte de un plano secundario, material; me conformaba con unir mi vida, esta vida que ya está a punto de apagarse, con la mujer que amaba.

Una noche antes a todo esto, había soñado con un gran perro –sólo que está vez no era blanco, sino negro, un negro asqueroso y nauseabundo–, un perro enorme que tiraba saliva de un lado a otro, un perro que ladraba con la fuerza de tres desgarradas gargantas, un perro que mi madre había dicho que simbolizaba muerte, un perro que anunciaba la transmutación, un perro hijo de Saturno que mordía con frenesí mi cabeza hasta hacerla estallar, un perro que luego abría mi abdomen y sorbía de mi interior todo el contenido, un perro que me arrastraba a los confines del abismo, un perro que en la llama de sus ojos podía olerse el odio que su piel humeante expedía, un perro que viaja a los terrenos de las bestias que se alimentan de hierba como el buey, un perro con cuerpo putrefacto y agusanado, un perro que con sus garras rasga la tela del universo.

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José. J. González

Sólo de esta forma he podido ver a Mariana ataviada con el hermoso vestido con que fue enterrada aquel veinticinco de noviembre. A su lado se encuentra mi madre. Ambas están paradas sobre el lomo de un inmenso elefante, a su lado hay fuego y tinieblas. Yo permanezco varado en una roca que cada vez se aleja más y más de ellas. Trato de aferrarme, pero me es imposible asirme de algo sólido y bien plantado. A lo lejos puedo escuchar el aullido de los perros, como lo suponía, no han de tardar en encontrarme No sé cuánto tiempo llevo en esta roca, a mí me han parecido sólo unos segundos, pero la distancia que ahora me separa de mi amada es astronómica e incalculable. Ya no escucho su voz llamándome, quizá ella misma sabe que me he perdido. Soy como un grano de mostaza en el desierto. Soy uno más que no podrá volver por lo que abandonó por cuenta propia. Los perros desgarrarán mi carne y devorarán mis huesos, ya puedo sentirlos traspasando las líneas. 

Cuento escrito el 8 de agosto de 2012 Lea más cuentos de este escritor en: www.saiset-canibal.blogspot.com

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a vigilar y a refrenar nuestra ferocidad, a dejarla sufrir y gemir, pues

venganzas o de renunciar a ellas.

_Estamos c o n d e n a d o s

nos vemos sujetos a la necesidad de retardar nuestras


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