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Economía poscovid Ilusos y “conspiranoicos”

Se ha hecho prácticamente universal calificar de “conspiranoico” a todo aquel que hable del surgimiento o del accionar de algún tipo de poder global con afanes más o menos totalitarios, relegando a quien se atreva a adentrarse en esas elucubraciones a una especie de ostracismo intelectual o incluso mirándolo con compasión, como si estuviera demente.

Sin embargo, y resultando obvio que no todo lo que se diga a este respecto es cierto y que hay mucho de invención, un poco de reflexión hace que no resulte tan fácil despachar como locuras o inventos cualquier información que incursione en estas peligrosas aguas. Y no lo es, entre otras cosas, tanto por una razón teórica como por otra razón práctica.

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La razón teórica –lo hemos dicho en otras oportunidades–, consiste en que por su propia naturaleza, el poder es expansivo y tenderá a crecer mientras pueda, a menos que otro poder rival lo detenga. De este modo, tal como surgieron los Estados soberanos aproximadamente en el siglo XIV, este nuevo poder fue consolidándose con el tiempo, hasta llegar a los regímenes totalitarios pasados o actuales que tanto daño han causado a la humanidad. Y fiel a su irrenunciable vocación por crecer, este poder no tiene por qué contentarse con dominar un Estado si puede subir otro peldaño. Todo lo cual explica la creciente influencia que han adquirido sobre nuestros países, organizaciones internacionales de todo tipo, sea que actúen abierta o camufladamente. Mas lo innegable es que en la actualidad, las decisiones que nos afectan no proceden solo de nuestros gobiernos, sino también de estas instancias foráneas, sobre las cuales no existe ningún control.

pansivo y tenderá a crecer mientras pueda, a menos que otro poder rival lo detenga.”

Por otro lado, la razón práctica es la misma historia de la humanidad: el fenómeno del poder ha sido un motor esencial de los acontecimientos que nos han afectado, tal vez el decidor. Solo ello ha permitido el surgimiento y caída de polis, reinos, Estados e imperios, así como de las incontables guerras que nos han asolado en todo tiempo. El poder aparece por tanto como un inevitable telón de fondo, sin el cual el mundo actual no sería como es. Así entonces, combinando ambos razonamientos, el teórico y el práctico, parece absolutamente lógico que se aspire a lograr un poder internacional que domine al clásico poder de cada Estado, lo que se demuestra, según se ha dicho, por la creciente permeabilidad de los países a decisiones internacionales que se les imponen. De hecho, los mismos acuerdos que anualmente se toman en el Foro de Davos, Suiza (que se ha reunido hace pocos días), son una contundente prueba de ello. Por tanto, hay que andarse con más cuidado con los “conspiranoicos”, pues aunque se insiste que no todo lo que brilla es oro, no cabe duda que existen poderes internacionales que luchan por consolidarse, lo que se prueba con el notable avance que han tenido en las últimas décadas. No verlo constituye así una notable insensatez. En realidad, aquí podrían perfectamente darse vuelta los papeles, pues ante tanta evidencia, quienes realmente debieran ser afectados con un ostracismo mental por ilusos (cosa que no hay que hacer, evidentemente, por razones mínimas de caridad), son quienes niegan de manera tajante todas y cada una de estas teorías “conspiranoicas”, pues los problemas no desaparecen o dejan de existir por el solo hecho de que no estemos dispuestos a verlos o aceptarlos.

Por estos días se cumplen 3 años desde que el Covid-19 fue descubierto en China, se expandió por el mundo entero y se transformó en la mayor pandemia del último siglo.

Tuvo un costo enorme en vidas humanas y también ha generado disrupciones en la economía, la que sufrió la paralización casi completa de algunos sectores. A nivel macroeconómico, las políticas fiscales y monetarias expansivas y shocks en las cadenas de producción tuvieron como consecuencia el regreso de la inflación, un problema que parecía olvidado en la mayor parte del mundo desarrollado. ¿Cuánta de esta disrupción será permanente?

Algunas noticias en las últimas semanas sugieren que los efectos tendrán un carácter más bien transitorio y que la economía poscovid tendrá más semejanzas que diferencias con el periodo anterior. A nivel global, la inflación parece estar reduciéndose a una velocidad mayor a lo anticipado y los sectores de la actividad económica más afectados han vuelto a niveles de actividad prepandemia. Por otra parte, las predicciones más extremas sobre el impacto de la digitalización y la automatización sobre la creación de empleo no se han cumplido, de hecho un artículo de “The Economist”, señala que es difícil encontrar evidencia de que el uso de la tecnología haya llevado a una destrucción del empleo. Es más, en los países más ricos existe un alto número de puestos de trabajo sin llenar, precisamente en aquellos cargos que se anticipaba serían más golpeados por estas tendencias.

“Algunas noticias en las últimas semanas sugieren que los efectos tendrán un carácter más bien transitorio y que la economía poscovid tendrá más semejanzas que diferencias con el periodo anterior”.

Sin embargo, existe bastante evidencia que sugiere que algunos cambios tendrán un carácter más permanente. Datos para EE.UU. indican que al año 2022 los viajes a las oficinas fueron un 28% me- nor a los niveles prepandemia, lo que indica que el teletrabajo, si bien no a los niveles vistos el año 2020, se ha transformado en una realidad permanente en un gran número de empresas. Es evidente también que la pandemia aceleró la tendencia hacia la digitalización y a cambios estructurales en la distribución y comercialización de productos. Existen, además, otros aspectos cuyos efectos los observaremos en el largo plazo. La pandemia y sus medidas de mitigación tuvieron un impacto indudable sobre la percepción de las generaciones más jóvenes acerca de la eficiencia y confianza sobre las instituciones públicas. No es casualidad que en todo el mundo se observe un avance de los liderazgos populistas. Por otra parte, el impacto de la pandemia en el mundo de la educación lleva a que generaciones completas tengan vacíos importantes en su formación, lo que impactará negativamente sobre su desarrollo futuro.

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