
2 minute read
t itulo 8 Angusti A desde tres fronter A s, el c A mino migr A nte A nte el fin del “ t ítulo 42”
Además “robaron aproximadamente a 80 personas, Fue bastante traumático para ellos, porque llegaron sin nada y ahora tienen que ir pidiendo todo el camino hasta cumplir su meta. Desde que entras a la selva vas pagando, pagas y pagas y tú lo que haces es caminar, caminar y caminar”, relata Collado. Superado el Darién, la jungla aún no ha terminado, queda otra.”México, dicen que es una selva, que es ahora mismo la selva”, sentencia.
A LA ALtu RA DE CHIAPAS
Advertisement
En Chiapas, miles de migrantes de varias decenas de países se movilizaron hacia Ciudad de México para tratar de llegar a la frontera norte, antes que finalizara el “Titulo 42” y tratar de entregarse a las autoridades de Estados Unidos, a pesar de las nuevas restricciones que ha impuesto el país para la migración irregular.
Yuris Pizarró, originaria de Colombia, viaja con siete niños, su esposo y unos amigos, y esperaba llegar antes de que finalice la norma, al contrario que muchos, por el desconocimiento de lo que ocurrirá después. Rodeada de niños que le reclaman alimento, Pizarró explica que para poder hacer su travesía han tenido que vender en las calles, pedir dinero y caminar cientos de kilómetros para poder llegar a México y ahora empezar a cruzar este país para poder llegar a Estados Unidos.
“Queremos pasar todos los que estamos aquí mi- grando, hay bastantes personas con todas las necesidades en el mundo y hemos aguantado nosotros en este camino, que nos ayuden con una prórroga para que todos los que vengamos entremos, porque no venimos por gusto sino por cambiar nuestra vida y el futuro para los hijos”, sentencia.
Otra de las familias es la de Krismar Márquez, una migrante de Venezuela, quien apenas volvió a obtener su permiso migratorio en Tapachula.
La mujer, que jala un carro con una niña de dos años, necesita recorrer otros 1.000 kilómetros para llegar a Ciudad de México, donde la espera su esposo para emprender el viaje juntos y determinar qué hacer en medio de esta crisis migratoria.
“Yo le pediría pues a Joe Biden, que nos considere a nosotros los que pasamos por esta situación y alargue un poquito más porque la verdad esto no es culpa de nosotros, sino de la migración de acá de México, por culpa de ellos a nosotros nos regresan y perdemos todo prácticamente, porque nosotros vamos por una mejor vida para mi hija”, asegura.
LA uLt IMA fRON t ERA
Entrar en Estados Unidos después de haber sobrevivido a la selva del Darién, a la corrupción de la policía guatemalteca, a La Bestia -el tren de carga que muchos migrantes toman en el sur de México o a los carteles de la droga, no garantiza el éxito del viaje para quienes buscan una vida mejor en “la tierra de las oportunidades”.
Muchos son detenidos y deportados, algunos se entregan con la esperanza de poder comenzar el proceso de solicitud de asilo y otros deciden continuar su vida como indocumentados, condenados a una vida escondida, de explotación y sin derechos.
“Hay miedo en los que quedamos acá, necesitamos una oportunidad. He analizado a ver si me entrego o no me entrego, pero me tocará y a ver con la bendición de dios qué pasa”, comenta a Efe el venezolano Will Rodríguez, que con una sonrisa irónica asegura que el día que entro en vigor el Título 8, cumplio 31 años.
“Ahora, con el Título 8 se pueden hacer muchas deportaciones y es lo que no queremos”, repite.
Está sentado en la acera, frente a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de El Paso, Texas, EE. UU. Donde decenas de migrantes recién llegados encuentran un refugio temporal, ya que templos, escuelas, refugios y clínicas se
