Unidad 3 relato indigenista en amauta

Page 1

19

Facultad de Psicología y Trabajo Social Asignatura: Antropología Profesores: Aibar, Arias Lectura obligatoria (Línea de tiempo) REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XXIV, Nº 49. Lima-Hanover, ler. Semestre de 1999, pp. 177-197

EL RELATO INDIGENISTA EN LAS PAGINAS DE AMAUTA

Tomás G. Escajadillo Universidad Nacional Mayor de San Marcos

El presente trabajo es un apretado resumen de un estudio que tiene como finalidad específicamente examinar si los relatos de tipo indigenista aparecidos en la revista Amauta coinciden con el pensamiento doctrinario que José Carlos Mariátegui estaba desarrollando por aquellos años con relación al indigenismo. Las presen- tes páginas son, por tanto, continuación de una tarea a la que he asediado en dos estudios anteriores, "Para leer a Mariátegui: 2 tesis de los 7 ensayos", y "Ciro Alegría, José María Arguedas y el indigenismo de Mariátegui'". En tal medida, la discusión que se encuentra en estos trabajos en torno a lo que debe entenderse por el indigenismo de Mariátegui, es decir, el indigenismo socialista de Mariátegui, su deslinde frente a otro tipo de posibilidades abiertas al indigenismo en su tiempo, su famosa polémica de 1927 con Luis Alberto Sánchez (que ahora se conoce como La polémica del indigenismo' a secas) y la asunción del pensamiento indigenista de Mariátegui por parte de los dos "clásicos" posteriores: Alegría y Arguedas, es válida para el presente texto. Permítaseme la licencia de no reiterar tales apreciaciones y más bien formular otras de carácter complementario, sin que por ello dejemos de precisar lo que significó específicamente el "indigenismo socialista" (Mariano Valderrama) o el "indigenismo marxista" (David O. Wise) de José Carlos Mariátegui. En todo caso me remito a estos estudios anteriores para algunos aspectos de este tema que en ellos están trabajados con minuciosidad y con demorada paciencia. Como el objeto de este trabajo se circunscribe estrictamente a las páginas de Amauta, adelantémonos a señalar que el pensamiento de Mariátegui sobre el indigenismo está más que suficientemente registrado


en las páginas de la revista. Aunque el propósito del presente texto es ver en qué medida convergen o se distancian los narradores indigenistas 19 que publicaron en Amauta con los planteamientos que sobre tal indigenismo desarrollaba Mariátegui (lo que, en la anterior oportunidad mencionada, hemos realizado para los indigenistas más importantes de todos los tiempos, Alegría y Arguedas), se puede considerar que casi no hay nada sustancial de las tesis, comentarios y reflexiones de José Carlos Mariátegui sobre el indigenismo de su tiempo que no esté consignado en las páginas de la revista. Amauta: un "foro indigenista" El único antecedente de relieve del presente trabajo es un largo ensayo del profesor norteamericano David O. Wise titulado pre- cisamente "A Peruvian Indigenista Forum of the 1920s: José Carlos Mariátegui's Amauta"3• Wise es autor de una excelente tesis docto- ral sobre Amauta4, desgraciadamente inédita, de la cual publicó una no tan apretada síntesis en la Revista Interamericana de Biblio grafia". Lo que más destaca Wise en sus trabajos (luego de los preámbulos y contextos para un lector foráneo) es la materialización de Amauta como un "gran foro" donde se discuten todos los aspectos sustanciales del indigenismo de la década del 20. Nosotros no pre- tendemos hacer una visión tan englobante; nos limitaremos a examinar el indigenismo narrativo publicado en la revista, a inda- gar en qué medida su imagen correspondía al pensamiento elabo- rado por Mariátegui sobre el indigenismo, más preciso sería decir "el pensamiento que estaba elaborando Mariátegui". No hay la menor duda de que de las múltiples voces al respecto en Amauta, la de Mariátegui representa la más importante y persuasiva: muchos de los textos referidos a "el problema del indio", a "el problema de la tierra", al "indigenismo literario", son puntos cruciales del esclareci- miento y el debate sobre el indigenismo. Inclusive sus tres textos de la ahora ya casi mitológica polémica con Sánchez se publican (o republican) en Amauta. Ya en su tesis doctoral Wise había hecho la siguiente obser- vación: "Amauta no fue la única revista indigenista, socialista o 'vanguardista' publicada en el Perú en los años '20, pero fue la única en combinar un compromiso con estos tres movimientos, capturar un público lector relativamente amplio y sobrevivir hasta lo que para una revista 'vanguardista', fue una respetable media edad", a lo que añade en trabajo posterior: "Amauta, aunque quizás recordada más frecuentemente como 'la primera revista marxista socialista' de Latinoamérica, también consideró al van- guardismo artístico y al 'Problema Indio' del Perú entre sus principales preocupaciones"6. Wise evalúa que los años 1926-1928 fueron más militante- mente "indigenistas" en Amauta. Asunto todavía por debatir. Pero escuchemos la argumentación que hace de Amauta un "foro" privilegiado en la década de los años veinte: A través de su promoción de las artes gráficas indigenistas, y su publicación de cuentos y poemas indigenistas, sus pronunciamientos editoriales, y sus artículos y ensayos de conocidos científicos sociales,


Amauta rápidamente se estableció como un gran foro "Indianista" ("Indigenista"). Aunque la postura editorial de Mariátegui fue consisten- 19 temente internacionalista y socialista, un examen detenido del "Proble- ma Indio" necesariamente formó parte de cualquier intento de comprender la realidad nacional (y Latinoamericana). Y mientras los parámetros precisos cambian considerablemente de colaborador a colaborador, el indigenismo raramente fue concebido en términos nacionales estrechos (p. 81). Wise discute dos aspectos que debemos asumir. Dice Wise que un marcado "romanticismo" caracteriza a la mayoría de colabo- radores de Amauta: el primero (para lo cual se basa en la un tanto prejuiciosa opinión de Robert París") se refiere al famoso El imperio socialista de los Incas. No me interesa una discusión actualizada del célebre libro de Louis Baudin. Y por una razón simple: tal tópico no aparece en absoluto en los relatos que publicara Amauta. Por eso sólo me interesa tratar acerca de la "romantización" del indio del tiempo de Mariátegui y, especial- mente, de su "célula constitutiva": la comunidad indígena. Wise señala dos responsables primarios a este respecto: Castro Pozo y Luis E. Valcárcel. Dice Wise: Los escritores peruanos predijeron, desde distintas perspectivas, un "renacimiento" indio basado en la adopción, por parte de la comu nidades, de métodos agrícolas modernos y en la formación de cooperativas agrícolas. Mariátegui y otros colaboradores de Amauta aceptaron acríticamente tres argumentos basadosen la obra de Castro Pozo y que fueron coreados por Valcárcel y otros indigenistas radicales: primero, los indios del Perú tenían todavía una tradición Vital de "comunismo" económico: segundo, que las comunidades eran una clave de la mayor importancia para el desarrollo económico nacional y debían ser convertidas en cooperativas productivas; tercero, que el indio era un candidato "natural" para adoptar el socialismo moderno. Una fuerte vena romántica, inspirada en parte por las rapsodias de Tempestad en los Andes de Valcárcel corre a través de los escritos sobre el "Problema Indio" de casi todos los miembros de grupo Amauta (p. 76; resaltado mío). En cuanto a la "romantización" del indio contemporáneo, no es asunto fácil de "emitir fallo" (como se podría hacer con el cargo de "romantizar" a los Incas). En cuanto a la "idealización" de la comu- nidad muchos es lo que podría decir. Por ejemplo, el historiador inglés Lewis Taylor publicó en 1984 un documentado estudio de archivos que "prueba" que Rumí (El mundo es ancho y ajeno) nunca existió: En el tiempo novelado (1911-1930), ya no existían en la zona gamonales como el pérfido Amenábar, ni "idílicas" co- munidades como la Rumi del venerable Rosendo Maqui y su sucesor, Benito Castro. Pero en 1984 más de 50 ediciones de la novela habían significado la defensa más eficaz contra los enemi- gos de las comunidades indígenas. Y esto en 1941. Si volvemos a los años que estamos estudiando (especialmente a 1926-1928), regresamos a un callejón sin salida:


¿romantizó don Luis E. Valcárcel a los indios que vivían en 19 comunidades en vez de en un sórdido "poblacho mestizo"? La "romántica idealización" del Incario es tema debatido y deberá .seguir siéndolo. La "romantización" del indio contem- poráneo en los colaboradores de Amauta es algo que sólo podrá discutirse más profundamente mediante un diálogo entre las imágenes poéticas de la realidad india de la época y su respectiva descripción y análisis desde la perspectiva de las ciencias sociales. Sólo de este diálogo podría emerger una respuesta a la apreciación de Wise de que "una fuerte vena romántica" proveniente de Tempestad en los Andes "corre a través de los escritos sobre el 'Problema Indio' de casi todos los miembros del grupo de Amauta"(p. 75). Para continuar con el tema, Wise atenúa sus "cargos" al final de la discusión: "Finalmente, dada la extrema heterogeneidad de los colaboradores de Amauta (punto crucial desde mi punto de vista), apenas debe sorprendernos que en un mismo número coexistieran opiniones sorprendentemente discrepantes entre sí, o que un indigenismo "romántico persistiera hasta el final"(p. 96). (Por lo demás el analista termina su tópico de la "idealización del Incario", con una posición mesurada: "La mayoría de los colabo- radores de Amauta no avizoraban una idealizada República India como su meta; reconocían que tanto el indio como el costeño tenían que ser incorporados a un estado moderno auténticamente nacional, a, para usar palabras de Mariátegui, un 'Perú integral'" (p. 96). El objetivo del presente trabajo no es duplicar el notable estudio de David O. Wise, sino centrarnos en el relato indigenista específicamente, aspecto no tratado en el estudio (ni en la tesis) de Wise. En cierta medida, el que se haya realizado una investigación seria que estudia demoradamente a Amauta como "foro indi- genista", analizando los planteamientos de casi todos los colabora- dores de la revista (incluyendo, antes de la ruptura de 1928, a figuras importantes del aprismo, como Antenor Orrego, Manuel Seoane y Carlos Manuel Cox, aparte, por supuesto, del propio Haya de la Torre), me exime de reiterar un examen de este tipo. No queda duda de que los principales colaboradores de Amauta propugnaron la dimensión mariateguiana económico-social del indigenismo o, para decirlo en palabras de un ilustre mariateguia- nista, Antonio Melis, coincidieron en aceptar "la determinación de la base económica del problema indio, fijada en forma casi epigra- mática en las primeras líneas del ensayo 'El problema del Indio' "8. Tanto en prosa de ficción como -lo que es más significativo- en prosa de reflexión, surge el tópico de la "marcada tolerancia" de Amauta, que fue condimento ácido de La polémica del indigenismo. Un ejemplo de ello: "Los Amautas en la historia Peruana" (Nº3, pp. 38-39, de Eugenio Garro, un vitriólico ataque a estos funcionarios incaicos, que implicaba, obviamente, una crítica al nombre adoptado por la revista). Y dos textos de Abelardo Solís: "Contra algunos 'ismos' " (Nº26, pp. 23-26), en el que contra la mayoría considera que el "indigenismo" es un fenómeno pura- mente racial, y "La cuestión del


quechua" (Nº29, pp. 31-36), en el que postula "la muerte del quechua" y 19 aboga por una "occidenta- lización" del indio. Aparte de ello, Wise examina otros postulados que se publica- ron en Amauta, asignando, por ejemplo, gran importancia a las ideas de J. Uriel García ("El nuevo indio", Nº8, pp. 19-20), "cuya interpretación 'cholista' del hombre peruano habría de sustituir la aseveración de la superioridad del indio, en tanto mito nativista dominante durante los años 30" (p. 94). En realidad, la afirmación de la trascendencia de las ideas de Uriel García (el texto de Amauta contiene sintéticamente el pensamiento y postulaciones del libro que con el mismo título aparecería tres años después", estaría por verse, pues el planteamiento de una mística influencia de los Andes, que convertiría a todos los peruanos, indios o no indios, en "nuevos indios", no ha despertado nunca mayor entu- siasmo en pensadores posteriores. Es interesante tocar, aunque sea tangencialmente, las teorías mestizas / americanistas del ideólogo aprista trujillano Antenor Orrego, las cuales se plasman en algunos artículos publicados en Amauta bajo la influencia de libros como La raza cósmica e Indología. Al respecto, el también "mariateguista aprista" Eugenio Chang-Rodríguez subraya la frialdad y el escepticismo que estos planteamientos suscitaron en el propio Mariátegúi: "Mariátegui no estuvo de acuerdo con las teorías optimistas del futuro mestizo; no creyó en el neo-indio amestizado de Uriel García ni en la raza cósmica de Vasconcelos'?". Wise tiende (a nuestro juicio incorrectamente) a contraponer estos planteamientos "mestizos", "cholistas", a una cierta "idealiza- ción" o "glorificación" romántica del pasado incaico por parte de otros colaboradores de Amauta ("idealización" que insistimos, no creemos que haya existido como algo fundamental de la revista), y presenta un poco mecánicamente las cosas. Por ello, luego de las referencias a Uriel García y Antenor Orrego, comenta: "Clara- mente, como se puede espigar de un examen de los artículos sobre los tópicos nacionales publicados en los últimos dos años de Amauta, la cuestión de la nacionalidad y cultura peruanas no se podía reducir a una glorificación del imperio incaico"(p. 95; resaltado mío). Por contraste (que está todavía por discutirse), Wise señala que los dos años anteriores fueron los más "indigenis- tas": "Amauta también popularizó los trabajos de escritores y artistas gráficos indigenistas a lo largo de los cuatro años de su publicación, aunque los años 1926-1928 marcan la fase "India- nista" más enfática de la revista"(p. 96). Al final de la discusión de Amauta como "foro indigenista" Wise, previsiblemente, coincide con los pocos mariateguistas que han trabajado el campo: A pesar de la frecuente idealización del pasado incaico que realizan algunos de los principales colaboradores de Amauta, estos escritores agregan una importante dimensión al "Problema del Indio" al enfatizar consideraciones económicas antes que raciales o educacionistas, y al vincular las luchas pro la liberación del indio con las luchas de las clases oprimidas contra el sistema capitalista (pp. 95-96). A lo que agrega, a manera de conclusión:


Amauta, debido en gran parte al liderazgo intelectual de Mariátegui, 19 demostró que Socialismo e Indigenismo no eran en absoluto doctrinas mutuamente excluyentes y condujo el debate sobre el "problema nacional" por un curso más objetivo, que debía mucho a Marx y mucho a un estudio de primera mano de las realidades económicas y sociales del Perú (p. 96).

El corpus del relato

indigenista

Debe quedar bien establecido que al examinar el relato indige- nista en Amauta queremos destacar una hipótesis subrayada en ocasiones anteriores: al parecer, mientras algunos poetas indige- nistas del tiempo de Mariátegui y ligeramente posteriores fueron permeables a los vientos de "vanguardia" que circulaban en aquel entonces (y especialmente en Amauta: Mariátegui tuvo, inicial- mente tal predilección por el término que estuvo a punto de titular su revista precisamente Vanguardia), no encontramos que haya sucedido lo mismo con la prosa indigenista, que tanto en el tiempo de Mariátegui como en épocas posteriores (con la posible y parcial excepción de Gamaliel Churata!' y, en menor grado, de Adalberto Varallanos12), se mantiene en cánones tradicionales, sin ensayar las licencias y búsquedas formales y técnicas de cierta poesía indigenista. Como no es éste el tema de nuestra presente preocupación, me limitaré a remitirme a algunos conceptos de Luís Monguió sobre la poesía indigenista (o "nativista"), provenientes de su 13, ya clásico libro La poesía postmodernista peruana y a destacar, a título de ejemplo, el carácter "vanguardista" de la poesía de uno de los más frecuentes colaboradores poéticos de Amauta, Alejandro Peralta, ya desde los poemas que presentara el número inicial de la revista (Nºl, p. 20), "El indio Antonio" y, sobre todo, "Cristales del Ande"(Ibid). Wise, por su parte, hace extensivo el mismo comentario a otras colaboraciones poéticas de Amauta (p. 71), mientras que Melis comparte la opinión de la existencia de lo que Wise llama numerosos "poemas mixtos indigenistasvanguardistas" y los sitúa en un contexto mayor (ver nota NºB, p. 114). Como hemos manifestado páginas atrás, no es mucha la prosa indigenista aparecida en las páginas de Amauta, por lo menos comparándola con la poesía. Esto puede corroborarse en la Correspondencia de JCM14 con su alusión al "prétora de material poético en las cajas" de Amauta; a una "congestión de poemas a que tene- mos que hacer frente. Hay superproducción poética". El corpus del relato indigenista en las páginas de Amauta, incluiría muchos textos que no son exactamente cuentos o relatos, sino poemas narrativos, relatos poéticos, viñetas, cuadros o estam- pas, fragmentos sin una clara vocación narrativa. Al mismo tiempo estamos incluyendo en nuestro corpus una crónica novelada de basamento estrictamente histórico, la historia de El amauta Atusparia, que poco después aparecería en forma de libro15, sintomáticamente con prólogo del propio Mariátegui.


De todos los textos narrativos publicados en Amauta hemos tenido que seleccionar tan sólo los de Luis E. Valcárcel, Gamaliel Churata y 19 Ernesto Reyna. Con relación a Valcárcel debe advertirse algo que, desgraciadamente, en esta oportunidad no podremos desarrollar: Luis E. Valcárcel es un escritor y científico social que fue influido por las ideas de Mariátegui en torno al indige- nismo, pero que, a su vez, es el único cuyas ideas y enfáticos planteamientos influyeron en el Amauta. No es, pues, una casualidad que las páginas de Amauta se inicien con un texto de Valcárcel. Todas las colaboraciones de esta fase inicial de Amauta provienen de Tempestad en los Andes, que poco después aparecería en forma de libro, lógicamente con prólogo del propio Mariátegui. (Y editado también por él: (L.E.V.) Tempestad en los Andes. Lima, Editorial Minerva, (Biblioteca Amauta). Prólogo de JCM. Colofón de Luis Alberto Sánchez, 1927; 2da ed. Lima, Populibros Peruanos, s.f. (1963), idéntica a la lera; Sera. ed. Lima, Editorial Universo, (Colección de Autores Peruanos), 1972.) En una carta a Mariátegui, Valcárcel dice que su libro está compuesto por "cuentos y ensayos"16 (en la misma hay una interesante y detallada descripción del contenido del Iibro"). Por ello, si bien la entrega de Valcárcel con que se inicia el contenido del libro -justamente titulada "Tempestad en los Andes"- consti- tuye un ensayo, y por lo tanto queda fuera de nuestro corpus, es evidente su influencia, desde el primer instante. La' prosa apocalíptica" ("purple prose", al decir de Wise, p. 87) deslumbra a los lectores de Amauta con frases como la siguiente: "Un día alum- brará el Sol de Sangre, el Yawar-Inti, y todas las aguas se teñirán de rojo; de púrpura aún los arroyos cristalinos. Subirá la sangre hasta las altas y nevadas cúspides. Terrible Día de Sol de Sangre" (Amauta, NºI, p. 3)18. Desde el punto de vista narrativo las primeras colaboraciones de Valcárcel están bajo el rubro de Detrás de las montañas, que contiene dos textos agrupados bajo el mismo título en Tempestad en los Andes (en el libro se publicarían tres textos más: "El Inka rubio de Paukartampu", "El carnaval de Oruro" y "El tesoro de los Inkas"). Sintomáticamente, el primer texto de Detrás de las Montañas (Nº2, p. 8) se titula "Los ayllus": Desparramados por la cordillera, arriba y abajo de las montañas, en las estribaciones de los Andes, en el regazo de los pequeños valles, cerca a las cumbres venerables, cabe a los ríos, a la orilla de los lagos, sobre el césped siempre verde, debajo de los kiswares vernáculos, en las quiebras de las peñas, oteando el paisaje, están los ayllus (p. 8). Valcárcel, en prosa artística, pulsa la misma nota que los alegatos de Mariátegui en pro de la conservación de las comunidades, y exalta las virtudes comunales. En el ayllu se vive con moderado bienestar y con plena felicidad. Ciro Alegría debe haberse inspi- rado en textos como el siguiente para la redacción de "El maíz y el trigo", uno de los capítulos más logrados de El mundo es ancho y ajeno (1941): y luego de las fiestas. La alegria del kalcheo, cuando todo el ayllu, desde el machu centenario hasta el warmacha apenas de pie, deshojan las rubias,


las blancas, las rojas mazorcas, cuando la Marka y el Tak'e están henchidos de comestibles para todo el año, cuando los ventrudos rakis, los urpus 19 mayores, están ahitos de dulce akja. Oh! Felicidad . Kénas y pinkuillos, antharas, armonizan sus sones orquestales, y todo el ayllu entra en la danza, en la Kashwa magnífica, y de todos los pechos rebosa el júbilo hecho canto (p. 8). La presentación idílica de la comunidad es evidente: "Los ayllus respiran alegría. Los ayllus alientan belleza pura. Son trozos de naturaleza viva" (p. 8); asimismo todo el texto apunta a subrayar que esta vida idílica del indio en el ayllu se da lejos del blanco, del misti, una de las proposiciones más constantes de los colaboradores de Amauta: ''Vivir y morir bajo el gran cielo de los Andes. Vivir al amor de su paisaje la égloga sin fin. Vivir la eterna juventud de los pueblos campesino. Morir, cerrar los ojos como para guardar siempre el bello panorama en la cámara interior de los recuerdos. Los ayllus son trozos de naturaleza viva"(p. 8). "La mujer que trabaja" implica, desde un importante ángulo, la contrapartida a la imagen que, desde La venganza del cóndor(l924) había divulgado un escritor que acometía el tema indígena por "mero exotismo" y que por lo tanto -como lo decía el propio Mariáte- gui19- no era un auténtico indigenista: Ventura García Calderón, quien jamás muestra en sus numerosos y difundidos cuentos a un indio trabajando. En ''La mujer que trabaja" Valcárcel describe en detalle las múltiples faenas de la campesina andina: ''Es poco probable que haya otra mujer sobre la tierra que posea las virtudes hogareñas y sociales de la mujer andina"(p. 8). En "Un mundo" Valcárcel nos habla de las comarcas andinas más apartadas "Veinte días de la orilla del mar, en el último repliegue de los Andes, en la invisible hondonada que protege como infranqueables muros las montañas: allí, donde es casi imposible llegar, vive Un Mundo"(p. 8). Y precisamente porque ningún extraño llega a Un Mundo y porque sus pobladores "no llevan el estigma de los mestizajes"(p. 9), ellos "moran felices en la comunidad de la tierra y la comunidad del trabajo"(p. 9). Esta es una de las convicciones que compartía Mariátegui. Por el contrario no acompaña el Amauta la lúgubre y truculenta -quizás porque no admite excepciones- visión que tiene Valcárcel de "Poblachos mes- tizos"; en cambio coincide totalmente -como muchos colabora- dores de Amauta totalmente con la exaltación de la vida plena y feliz en el seno de la comunidad o ayllu. La sierra trágica (Nº8,pp. 13-16 y 33) publica dicha sección de Tempestad en los Andes, a excepción de "El pecado de las madres". No se trata ya de una "serie de ensayos y cuadros de la vida actual del indio"; los textos constituyen auténticos relatos cortos, en los cuales Valcárcel demuestra tanta o más habilidad que un literato para la narración ceñida, económica y funcional de una historia autónoma. Esta colaboración de Valcárcel es una de las más importantes de la revista desde el punto de vista de la muestra del relato indigenista en las páginas de Amauta. Por razones de espa- cio, sin embargo, apenas si aludiremos a su contenido. En ''El embrujado"(p. 13) (que se refiere, una vez más, al pillaje que sufren los ayllus), se plasma una venganza india que participa


de la tónica de los tiempos de terminar con la imagen del indio "sumiso", "siervo de una raza inerme", que da por sentada la sempi- terna 19 "resignación de los vencidos", que pretendía perpetuar Ven- tura García Calderón. En ''Los vampiros" (p. 13) sucederá lo mismo, sólo que ahora la venganza será colectiva y como consecuencia directa del despojo total y extinción de un ayllu. Otro significativo relato, ''Fratricido"(p. 14), es importante antecedente al tópico ar- guediano del "escarmiento". ''El crimen del desertor" (p. 14) subraya otra significativa historia de rebeldía y venganza indias contra un gamonal abusivo; lo mismo sucede con ''Hambre"(p. 15) y "Ensaña- miento" (p. 16), (en este texto el gamonal ajusticiado resulta al final denunciado, por su propia amante, por sus múltiples crímenes que están enterrados en su misma hacienda). En todos los casos de despojo y destrucción de los ayllus por parte de los mistis y demás mandones, se pinta inevitablemente una vida idílica de la comu- nidad, antes de la acción de los agresores. Finalmente, "La danza heroica" (pp. 14-15) resulta un texto especialmente sugestivo, pues formula la idea de "defenderse" de una represión armada mediante una danza ritual, "mágica", idea que no será retomada por ningún otro escritor hasta el Cantar de Agapito Robles de Manuel Scorza (1977). "La incineración sacrílega" (p. 15) muestra un anticlericalismo y odio a la Iglesia Católica que, en verdad, no era compartido en esos extremos por Mariátegui. Con tono apocalítico -y sin ninguna justificación aparente- los indios de un pueblo queman a todos los santos de la iglesia. En otro texto -perteneciente a Los nuevos indios (N°9, pp. 3-4)la sección de Tempestad en los Andes menos importante publica en Amauta "El cura de Kawana", que cuenta la historia de un pueblo entero que cierra la iglesia: ''la feligresía indígena en masa habíase desertado de la Iglesia Apostólica Romana"(p. 4). Los nuevos indios contiene apenas cuatro de los textos que conforman la respectiva sección de Tempestad en los Andes. Y, sin caer en absoluto en una postura "educacionista" respecto de "el problema del indio", rescataremos, para terminar, "La nueva es- cuela" (que en algo hace pensar en el "nuevo indio"), que no es un relato sino un cotejo de tipo doctrinal y testimonial entre "la casa- escuela [que] es el orgullo del ayllu"(p. 4), y las "sucias casuchas que el Estado llama pomposamente Escuelas Fiscales" (p. 4). "El gamonal", de Gamaliel Churata (Nº5, pp. 30-33, y Nº6, pp. 18-20), es un texto que debe rescatarse, aparte de la importancia de su autor, por ser la imagen más extensa y trabajada de un gamonal publicada en las páginas de Amauta. La Correspondencia de JCM nos brinda una importante carta de Churata en la que alude -aunque en su confuso o enigmático estilo- a este texto: "Precisamente me proponía no llegar al relato ni hacer un pan- fleto"(?)20. Churata menciona una carta anterior de Mariátegui (aparentemente perdida) con un juicio al parecer favorable a "El Gamonal". Sin embargo, como éste es quizás el gamonal más extensamente caracterizado en la páginas de Amauta, no puede menos que pensarse que ciertas observaciones críticas de Argue- das están referidas a él21• "El Gamonal" es muy desigual y de deficiente estructura, está dividido en tres partes de incierta funcionalidad. Es más bien una acumulación de


viñetas un tanto aisladas entre sí. El texto se inte- resa también en las aventuras del mayordomo de la hacienda, lo que dispersa la atención. 19 La vida del gamonal está vista en dos momentos distintos, inconexos entre sí: el gamonal como colegial y el gamonal adulto, sin un estudio del proceso de la evolución del personaje. Lo que más destaca del mismo es un tratamiento mani- queísta del protagonista. De otro lado "El gamonal" es, dentro de estas limitaciones, un relato importante en el cual aparecen, por ejemplo, tópicos caros al indigenismo de Mariátegui: denuncia contra el centralismo, el espíritu de reivindicación (se muestra incluso una violenta insurrección de indios), y -tópico por excelencia subrayado por Amauta la nostálgica denuncia del despojo de las tierras de los ayllus por parte de las haciendas vecinas, todo ello constrastando abruptamente con la felicidad comunal del pasado ("era la paz y el amor abrazados en la rinconada"(Nº5, p. 31). "Tojjras"(Nº8, pp. 21-29) es la contribución más importante de Gamaliel Churata. Hasta hace poco El pez de oro (1957)22 era un enigma total y ostensible deuda de la crítica peruana con uno de los textos más importantes (y enigmáticos) del siglo XX. Aunque sea dicho de pasada, ni el reciente excelente libro de Miguel Angel Huamán (Fronteras de la escritura. Discurso y utopía en Churata. Lima, Editorial Horizonte, 1994) consigue una explicación cohe- rente del por qué Tojjras no fue incluido en El pez de oro (que está fechado "1927-1957"). "El gamonal" está bien excluido de este singular libro, no así Tojjras, que se podría acoger al subtítulo del libro, "Retablos del Laykhakuy". (Habría que recordar asimismo que Tojjras sí se publica en una extensa e importante Antologia y Valoración de 197123). Estas "bellas prosas salvajes", como las calificara un comentarista de la revista francesa M onde", no son muy "al estilo Churata"propiamente "relatos" o· "cuentos". Asimismo, y a diferencia de "El gamonal", relato desorganizado pero no oscuro, algunos de los textos que conforman Tojjras (son ocho en total) son de una extremada (y en apariencia innecesaria) oscuridad25 (no complejidad ni diseño estructural complicado). Sinteticemos, y limitémonos a lo sustancial. "La muerte del cabecilla" (pp. 22-24), el segundo texto más extenso y elaborado del conjunto, relata, confusa y desordenadamente, la muerte de un indio "cabecilla" de rebeliones que, de regreso a Lima, no alcanza a llegar a su pueblo. El texto o relato final, "El levantamiento", es el más importante del conjunto y pulsa al máximo la nota del sentido reivindicativo de la literatura indigenista que propugnaba Mariá- tegui: su contenido de "protesta social". Sintomáticamente el texto comienza diciendo: "Dirigimos a los hielos una mirada de gran poder. Objetivizamos el paisaje y lo enfocamos. Porque es preciso hacer algo. Aunque sea literatura vanguardista" (subrayado mío; p. 28). La prosa de Churata colinda con la de Luis E. Valcárcel: "¡Se ha hecho la revolución, y esta vez en beneficio de todos", pues "se alzaron los pueblos y gritaron hasta pelear con jusiles26. ¡Cuántos muertos!" (p. 28). Los pueblos alzados invadieron las casa de los prisidentes ...hasta no dejar uno de la familia. Ahora todos somos pueblo. Ahora nosotros


ordenamos el reparto de las tierras. Cada ayllu tendrá su escuela, su 19 hospital, su cuartel, su teatro (p. 28). Los dialogantes irán al ayllu de Choruma, se informará de la nueva situación revolucionaria y ... ¡a trabajar!: "la multitud se replegó en sus utas, para vivir. ¡Ya llegará la hora de probar si vive!" (p. 29). Estamos en medio de los vientos proféticos del indigenismo de los años veinte, de los que participan, cada uno con sus matices propios, un Mariátegui, un Valcárcel y un Churata. Finalicemos nuestro comentario con el examen de El amauta Atusparia, que se publicó íntegro en tres entregas de Ama uta (Nº26, pp. 38-49; Nº27, pp. 30-42; Nº28, pp. 37-47). Aunque basada y documentada en hechos históricos, se trata, sin la menor duda, de una "novela" por su método de presentación de los materiales. "Novela (del Perú)" la considera Alberto Tauro27; Violeta de Guerra-García la clasifica como "novela peruana"28; Wise, finalmente, la considera dentro de la lista de "la prosa de ficción sobre indios" (p. 92) publicada en Amauta, considerándola una "historia novelada" de un hecho real. Hasta cierto punto todos estos comen- taristas siguen las consideraciones del propio Mariátegui quien, en el prólogo al libro (Lima, Ediciones "Amauta", 1930) había manifestado: "Ernesto Reyna, autor de esta crónica de la sublevación indígena de 1885, no es un historiógrafo sino un narrador, un periodista. El amauta Atusparia tiene de relato y de reportaje más que de ensayo historiográfico"29, para agregar: Reyna no ha encontrado modo más certero de revivir la sublevación de Atusparia que la crónica novelada. Los centinelas celosos de los fueros de la erudición y el dato, regañarán por esta intervención de la fantasía en los dominios de la historia; pero la historia misma en este caso, se anotará una ganancia. Se lee, además, esta crónica como si se leyera una novela, antes que por su estilo, por la novedad del asunto y sus "dramatis personae" en nuestro esquema mental de la historia del Perú. ¿Atusparia? ¿Uchcu Pedro? ¡Qué insólito y novelescos nos parecen, por la distancia, por la niebla que nos separa de su escenario! (pp. 185-186; subrayados míos) El carácter de "prosa de ficción" del texto queda comprobado desde su brusco y novelesco inicio: "El impuesto personal./ Al pie de los nevados, en la estancia de Marián, en los últimos días de febrero de 1885, se oía en casa del indio Atusparia la siguiente conversación ... "(Nº26, p. 33). La historia de la sublevación de Atusparia está contada con moderada eficacia y habilidad; no es allí donde radica su importancia, sino más bien en aspectos relacionados con los estratos temáticos del relato. Sintomáticamente, además de referirse a los "trabajadores de la República" y el "tributo personal" que fueron los detonantes de la sublevación (y que eran muy parecidos a la ley de "conscripción vial" del tiempo de Reyna y Mariátegui), también el inicio del relato subraya enfáticamente la rebeldía y la protesta frente al saqueo de las tierras comunales, de los ayllus.


La significación central de la aparición de El amauta Atus paria en las páginas de Amauta es la de que con ello la revista difunde 19 ampliamente los detalles de una sublevación india en gran escala, que consigue imponerse por un largo tiempo a las "fuerzas del orden". El acontecimiento relatado, alejado -pero no mucho: 44 años- del momento en que se publica, tiene (ha tenido) el efecto de documentar y a la vez convencer en forma artísti- camente persuasiva acerca de la existencia de (permanentes) movimientos campesinos andinos: es toda una "nueva imagen" del indio peruano que se pone en contraste frente a la clisé de Ventura García Calderón, para quien el indio es "sumiso", "siervo de una raza inerme" y es sempiterna "la resignación de los vencidos"ªº. Algunos científicos sociales (Robert Paris y Aníbal Quijano, por ejemplo) han especulado en torno al carácter "racista" de la rebelión de Atusparia y Uchcu Pedro; a nosotros· nos interesa sub- rayar enunciados como "La sublevación de Atusparia es una lucha de razas de oprimidos contra opresores"(Nº27, p. 34) (por ello) "los indios marchaban conscientes a las batallas, guiados por un ideal" (Nº27, p. 34). Ésto vincula a la novela histórica de Reyna con los principales relatos indigenistas. En todo caso lo fundamental es consignar que, como queda dicho, El amauta Atusparia cancela el tópico garcíacalderonesco de "la resignación de los vencidos"; lo que aparece en el texto es la imagen de un indio arrogante, violento y valiente que, llegado el momento, sabrá tomarse justicia con sus propias manos. Asimismo, El amauta Atusparia subraya la tesis mariateguiana de que sólo un indio podrá dirigir y encau- sar la rebeldía del pueblo indio, la tesis de que el indio desconfiará inevitablemente de un individuo que no sea de los suyos (el error de Atusparia de confiar en dos mistis, Mosquera y Montestruque, no hace sino iluminar desde otro ángulo la tesis de Mariátegui). Es importante comprobar que el punto sigue interesando a algunos de los mejores narradores actuales: Osear Colchado Lucio (Cordillera negra. Lima, Lluvia Editores, 1985), cuyo héroe es Uchcu Pedro y no Atusparia, y No me preguntes quién ha muerto (Lima, s.p.i.,1989), de Marcos Yauri Montero, vasta novela que establece un mayor equilibrio que Colchado (vilipendio de Atusparia; ideali- zación de Uchcu Pedro). En mis estudios sobre El mundo es ancho y ajeno subrayo la importancia que tiene en la novela no sólo el que se cuente con cierta extensión la historia de la sublevación de Atusparia31, sino que en el combate final se unimismen tal sublevación con la que dirige Benito Castro32• Con ello se consigue, afirmo, documentar la dimensión diacrónica de las rebeliones y levantamientos campe- sinos: si en el presente de la novela, en la comunidad de Rumi y en otras partes, el pueblo indio combate (tiene que combatir, se ve forzado a ello), esta dimensión sincrónica de la lucha de los campesinos indios se complementa conceptualmente con la documentación de sus luchas en el pasado. La conclusión que emerge es la siguiente: en ningún momento han dejado de ocurrir las rebeliones y levantamientos campesinos andinos en el Perú, hecho que hoy es documentado amplia y contundentemente por la casi totalidad de científicos sociales. Pues bien,


en el "prefacio" al libro El amauta Atusparia Mariátegui enuncia 19 claramente esta reali- dad. Y así El amauta Atusparia tiene la función -de gran importancia en mis reflexiones sobre el indigenismo- de enlazar las luchas y rebeliones campesinas andinas del pasado con otros levantamientos indígenas más cercanos al tiempo de Reyna y de Mariátegui33, de los cuales había una documentación y había sido objeto de denuncias sociales, pero no se había elaborado una imagen tan vívida, persuasiva y perturbadora (para las clases dominantes). Si nos atenemos a los textos y relatos de Luis E. Valcárcel, Gamaliel Churata y Ernesto Reyna publicados en Amauta tendríamos que subrayar su ostensible concordancia con los planteamientos de Mariátegui (de todos los textos de Valcárcel, por ejemplo, sólo habría un cierto desencuentro en relación al titulado "Poblachos mestizos" y una clara discrepancia en torno a la ingenua evaluación, labor benéfica, según Valcárcel, de los misio- neros adventistas, en ''La nueva amistad". Mariátegui dejaría constancia de su discrepancia en el prólogo del libro.) Algunos, en realidad muy pocos, relatos mostrarían una cierta desinteligencia con Mariátegui. "La hija de Cunea", de Eugenio Garro (Nº5, pp. 13-14) y "El perro negro", de Serafín del Mar (seudónimo de Reynaldo Bolaños), Nºll, pp. 34-35, muestran rasgos de un "exotismo" que históricamente es anterior al genuino indigenismo (y que están más de acorde con los cuentos de Ventura Calderón, ese gran impostor). En algo de ello cae también Mate Jika en sus "Relatos Aymaras" (Nº18, pp. 73-76). Quizás Mariátegui estaría un tanto en desacuerdo con la tétrica representación de "La puna" por parte de Roberto Latorre (Nºl5, p. 23), un relato muy menor. Terminemos nuestro alegato con una tajante aseveración: si los principales colaboradores de Amauta armonizaron ideológica y artísticamente con el director de la revista, mayor coherencia y concordancia podría encontrarse entre Amauta/Mariátegui y los dos grandes maestros del indigenismo, Alegría y Arguedas, que publican sus primeros libros en 1935, apenas cinco años después de la muerte de Mariátegui y, por tanto, de Amauta. Amauta ha llegado a puerto con éxito. En realidad, cumpliendo una hazaña sin precedentes en la historia de nuestras ideas y de nuestra cultura. Es la mejor revista peruana del siglo y la mejor de las "Revistas de vanguardia" hispanoamericana de la década de los años veinte (principalmente Contemporáneos, en México; Revista de Avance, en Cuba, Martín Fierro, en la Argentina). Pero el Capitán ha muerto, ha muerto prematuramente, cuando más lo necesitábamos. Si echáramos una última mirada a sus "narradores indigenistas" en su generalidad -cosa que ya hemos hecho en un largo texto de próxima aparición34llegaríamos a la conclusión de que los tópicos que más privilegiaron los contribuyentes de Amauta, en el campo de la prosa de ficción, fueron el famoso "sentimiento de reivindicación social" hacia el indio y, coincidente con él, la defensa de la comunidad/ayllu (y, quizás, cierta idealización de esta institución que existía ya desde tiempos precolombinos).


No queremos cansar al lector con tópicos ya tratados, pero ello es algo absolutamente esencial para Amauta. Y la influencia (tan- to en Amauta 19 como en el propio Mariátegui) viene de las canteras de las ciencias sociales (singularmente los libros y artículos de Hildebrando Castro Pozo) al igual que de las imágenes poéticas (en el presente trabajo individualizamos a Luis E. Valcárcel como la voz más persuasiva en la defensa del "ayllu", en el discurso artís- tico de las bondades de la comunidad indígena, y la enérgica defensa de su permanencia). No debemos olvidar al respecto que la defensa de la comunidad indígena continúa hasta hoy. Tiene su punto más alto, ¡qué duda cabe!, en la obra cumbre de Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno (1941), y está siempre presente en José María Arguedas, especialmente en Agua (1935); Los ríos profundos (1958) y Todas las sangres (1964). (Cf. El estudio sobre la influencia de Mariáte- gui en el indigenismo de estos autores citado en la nota 1, en el que se discuten largamente estos tópicos). Notemos que dicha defensa de la comunidad es la médula de la muy importante pentalogía novelística La guerra silenciosa (1971- 1979) de Manuel Scorza, en la que, como he dicho muchas veces, el "núcleo vital interno", es básicamente el mismo que El mundo es ancho y ajeno: lucha, primero legal y luego inevitablemente armada, entre una comunidad indígena y un ávido y poderoso gamonal vecino. No se equivocó, pues, al final de "El proceso de la litera- tura?", en singularizar Mariátegui al Indigenismo como la única "corriente de hoy" que merecía la pena comentar. Este tópico está presente hasta el día de hoy, como puede verse en mi reciente libro La narrativa indigenista peruana. (Lima, Amaru Editores, 1994, 335pp.) Hemos afirmado que no es mucha la prosa narrativa publicada en Amauta, por lo menos es notoria la primacía de la poesía indigenista (mucha de la cual -ya lo dijimos- sí fue permeable a los "vientos de vanguardia" que soplaban en la segunda década del siglo) que abunda en la revista. Ciertamente no estamos junto a quienes evalúan con un tufillo de menosprecio al "indigenismo artístico" de Amauta sin haber estudiado -por increíble que parez- ca no hay trabajo alguno al respectola copiosa producción poética publicada por la revista, ni su abundante presencia indigenista en las artes gráficas. "El relato indigenista en las páginas de Amauta" es, por lo tanto, de moderada importancia, tanto cuantitativamente, cuanto en la calidad de algunos textos. El rechazo de Mariátegui a los narradores que se acercan al Ande y su habitante por mero exotismo es explícito. Recordemos: "otro acicate, en fin, es en algunos al exotismo que, a medida que se acentúa los síntomas de la decadencia de la civilización occidental, invade la literatura europea ( ... )/ Este último factor exterior es el que decide a cultivar al indigenismo aunque sea a su manera y sólo episódicamente, a literatos que podríamos llamar "emigrados", como Ventura García Calderón, a quienes no se puede atribuir la misma artificiosa moda vanguardista ni el mismo contagio, de los ideales de la nueva generación supuestos en los literatos jóvenes que trabajan en el país" (7 ensayos, 3era ed., 1952, pp. 352-353).


La concordancia es notoria con los textos de los mayores contribuyentes al "relato indigenista en las páginas de Amauta" -Luis E. Valcárcel, 19 Gamaliel Churata y Ernesto Reyna-, como hemos tenido ocasión de analizar con cierto detalle. El "pensa- miento indigenista" (de esas ideas o tesis -ya lo dijimos- que Mariano Valderrama rotula "indigenismo socialista" y David O. Wise llama "indigenismo marxista") de Mariátegui armonizan plena- mente con las imágenes poéticas, con la prosa de ficción imaginativa de estos autores. Como habrá comprobado el lector, son tres escritores notoriamente distintos entre sí, pero se "unimisman" (palabra cara como pocas a JCM) con postulados como el siguiente: "El indige- nismo" de nuestra literatura acutal no está desconectado de los demás elementos nuevos de esta hora. Por el contrario, se en- cuentra articulado con ellos. El problema indígena, tan presente en la política, la economía y la sociología no puede estar ausente de la literatura y del arte"(7 ensayos, 3era. ed., 1952, p. 352, op.cit. a lo largo del trabajo). El indigenismo, para Mariátegui, "tiene una subconsciente inspiración política y económica (Ibídem, p. 354). Todo ello podrían suscribirlo Reyna, Valcárcel y Churata. Sintonizan sus ficciones en armonía con tajantes declaraciones de Mariátegui: "Pero lo que subconscientemente busca la genuina corriente indigenista en el indio, no es sólo el tipo o el motivo. Menos aún el tipo o el motivo pintoresco. El "indigenismo" no es aquí un fenómeno esencial- mente literario como el "nativismo" en Uruguay. Sus raíces se alimentan de otro humus histórico. Los "indigenistas" auténticos que no deben ser confundidos con los que explotan temas indígenas por mero exotismo- colaboran, conscientemente o no, en una obra política de reivindicación -no de restauración ni resurrección" (7 ensayos, 3era.ed., 1952, op.cit., p. 356). Una última alusión a Adalverto Varallanos y "Crimen celestial" (Amauta, Nº26, pp. 67-72). Desgraciadamente Adalverto murió muy joven, a los 26. La póstuma amorosa publicación de sus textos por su hermano José (el mismo poeta significativo del "ciclo de Amau ta"), hecha en Argentina, (A.V.) Permanencia36, nos muestra otro relato que podría considerarse de "indigenismo de vanguardia?". Pero, a pesar de que el texto de Adalverto Varallanos fue escrito por un joven que estaba ganando prestigio incluso en Europa -su cuento "La muerte a los 21 años" fue publicado en 1929 en la prestigiosa revista de avant garde parisina Tran sition38, "una golondrina no hace un verano": sólo tiene la compañía, como hemos visto, de "Tojjras" en Amauta (creo yo, en la tendencia en general). Terminemos enfatizando un punto de extraordinaria importancia. En 1928, estando el "indigenismo" bajo fuego cruzado -y no sólo disparaban los hispanistas-, declara proféticamente José Carlos Mariátegui: Tampoco cabe dudar de su vitalidad la del indigenismo por el hecho de que hasta ahora no ha producido una obra maestra. La obra maestra no florece sino en un terreno largamente abonado por una anónima u oscura multitud de obras mediocres. El artista genial no es ordinaria- mente un


principio sino una conclusión. Aparece, normalmente, como el resultado de 19 una vasta experiencia (7 ensayos, 3era. ed., 1952, op.cit., p. 352). Pues bien, como ya hemos manifestado, La serpiente de oro (1935) y Agua (1935), a pesar de ser primeros libros, son a la vez las obras maestras a que se refería Mariátegui apenas siete años antes. Podríamos quizás concluir afirmando que si no fue poca la "unimismación" de Mariátegui -de su "indigenismo socialista"- con los narradores del ciclo de Amauta (1926-1930), especialmente con los escritores más representativos de ella -Valcárcel, Churata, Reyna-, mayor fue la función de su verbo doctrinario con los relatos que a partir de muy poco, 1935, comenzaron a producir Ciro Alegría y Arguedas. (Me limito a remitir al lector nuevamente al trabajo citado en la nota 1). No puedo, sin embargo, resistir la tentación de recordar nueva- mente algunas de las palabras que José María Arguedas -el más grande de los escritores indigenistas del Continente, ciertamente el más estudiado, y uno de los mayores narradores de América La- tina del siglo que está terminando- enunció sobre José Carlos Mariátegui, la vigencia que tenía sobre él y la influencia de Amauta: La interpretación desde dentro del mundo andino, y no solamente del indio, no habría sido posible únicamente por el hecho de que quienes así lo hicimos tuvimos la suerte de vivir con los indios, participando de· sus dolores, de sus esperanzas. Yo declaro con todo júbilo que sin Amauta, la revista dirigida por Mariátegui, no sería nada, que sin las doctrinas difundidas después de la primera guerra tampoco habría sido nada. Es Amauta la posibilidad teórica de que en el mundo puedan, alguna vez, por obra del hombre mismo, desaparecer todas las injusticias sociales, lo que hace posible que escribamos y lo que nos da un instrumento teórico, una luz indispensable para juzgar estas vivencias y hacer de ellas un material bueno para la literatura.39 Mariátegui lanzó en sus escritos y en el seno de la revista Amauta, "una flecha al futuro", una apuesta a los tiempos venideros. "La vida y la historia" le han dado la razón. El indigenismo goza de una muy buena salud (el "neoindigenismo") -ese mismo indigenismo narrativo que fue declarado difun-to en la década de los '60 por los críticos anejos al llamado boom de la novelística latinoamericana- y sigue contando hasta el momento con una cantidad y calidad apreciables de cultores. Con lo cual queda reforzada, en una área específica, la "visión de futu- ro" que tuvo Mariátegui, su capacidad de bien aquilatar los fenómenos de nuestra cultura que quedarán, que permanecerán en el tiempo. Así, concluimos afirmando que "el pensamiento indigenista de Mariátegui subsiste, está vigente para una cantidad (y calidad) no despreciable de narradores peruanos de diferentes generaciones". Todo ello puede comprobarse en mi reciente libro La narrativa indigenista peruana (1994), op.cit., en el cual el espíritu, las ideas y las propuestas de Mariátegui están ostensiblemente presentes.


NOTAS l. (TGE): Para leer a Mariátegui; 2 tesis de los 7 ensayos En: 7 ensayos / 50 años en la historia. Lima, Empresa Editora Amauta, (Biblioteca Amauta), 1979, pp. 57-138. Y : "Ciro Alegria, José María Arguedas y el indigenismo de Mariátegui". En Mariátegui y la literatura. Lima, Empresa Editora Amauta, (Biblioteca Amauta), 1980, pp. 61-106. 2. La polémica del indigenismo. Textos y documentos recopilados por Manuel Aquézolo Castro. Prólogo y notas de Luis Alberto Sánchez. Lima, Mosca Azul Editores, 1979. (Dos reediciones) 3. (D.O.W.) "A Peruvian Indigenista Forum of the 1920s: José Carlos Mariátegui's Amauta". En ldeologies & Literature, Vol. III, Nº13, juneaugust 1980, pp. 70-104. La traducción de las citas me pertenece; en adelante daremos sólo el número de la página de este estudio. 4. (D.O.W.) AMAUTA (1926-1930): A critical examination. PH. D. Tesis, University of Illinois, 1978, 314pp. 5. (D.O.W.): "Mariátegui's Amauta (1926-1930). A Source of Peruvian Cultural History". En Revista lnteramericana de Bibliografía/ Inter American Reoieui of Bibliography , vol. XXIX, Nos. 3-4, 1979, pp. 285-304. 6. Nota 4, p. 288. 7. Robert París: "José Carlos Mariátegui et le modele du 'cornunisme' inca". En Annales, Economies, Societes, Ciuilisations. (París, 21, (1966), pp. 106572. La cita, p. 1066. 8. Antonio Melis: "La temática indigenista en la revista Amauta (19661930)". En L'indigenisme Andin. Actes du 4e Colloque Grenoble (Francia), C.E.R.P.A. (Université des Langues et Lettres de Grenoble/ A.F.E.R.P.A., 1980,280 pp. La presente cita: p. 110. 9. J.Uriel García: El nuevo indio(1930). 2da edición. Lima, Editorial Universo, (Colección Autores Peruanos, 46), 1973. 10. Eugenio Chang-Rodríguez: Poética e ideología en José Carlos Mariátegui. Madrid, José Porrúa Turanzas, 1983, p. 176. 11. Como se verá en su oportunidad. 12. Adalberto Varallanos: "Crimen celestial" (Nº26, pp. 67-72). Adalberto Varallanos murió a los 26 años. 13. Luis Monguió: La poesía postmodernista peruana. México/Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1954.

19


19

TOMAS G.

EL RELATO 14. (JCM) Correspondencia(19151930). Introducción, compilación y notas de Antonio Melis. Lima, Empresa Editora Amauta, (Biblioteca Amauta), T.I, 30/10/84, XLVII + 324 pp; T.Il. 23/11/84, pp. 325-828. La cita : T.I., p. XXV, prólogo de Melis y T.II., p. 445. 15. (E.R.) El Amauta Atusparia. Lima, Ediciones "Amauta", 1930. "Prefacio" de JCM. 2da edición. Lima, Ediciones de "Frente", 1932; 3era. ed., Ancash (Lima) 10:18-20. 16. (L.E.V.) "Cuentos y ensayos deben estar separados por algún espacio, los blancos juegan un papel importantísimo en este estilo mío de cortos períodos y breves artículos", le escribe Valcárcel a Mariátegui. Cf. (JCM): Correspondencia, op.cit en la nota Nºl4, T.l, p. 173. (La carta es del 5/8/1926). 17. Que se amplía en otra, que me voy a permitir transcribir in extenso: "Bien comprende usted que mi objetivo no es otro que exhibir lo que ocurre "detrás de la montaña", relatándolo en forma episódica. ¿Qué es lo que se ve? Se comienza a ver a los Nuevos Indios. Hay un hervor revolucionario, un fermento de luchas futuras. Apenas si se percibe la ebullición disimulada por la frialdad de los peñascales andinos. I Desfilan por el libro las vivencias del país aborigen./ En el primer capítulo se preludia el avatar. Adivínase que ya algo se mueve en las tinieblas ... / En el segundo se percibe el panorama de las serranías con sus aldehuelas de labriegos y sus poblazos mestizos: el contraste, la nota pintoresca y humana. / En el tercero, siéntese que Némesis india proyecta su sombra de sangre./ En el cuarto, acentúase la génesis de la Nueva Indiada: reacción "humana" de los mismos esclavos en intervención de un factor nuevo, el adventista./ En el quinto, informaciones y comentarios sobre el problema del indio que ponen de relieve lo que el libro demuestra: el indio se yergue ... ", le escribe el autor de Tempestad en los Andes a Mariátegui. CF. (JCM): Correspondencia, op. Cit, en la nota 14, T.I.,p. 165. (La carta es del 717/1926). 18. Este célebre párrafo puede leerse en (L.E.V.): Tempestad en los Andes (1927). 2da ed. Lima, Populibros Peruanos, (2ºserie), s.f. (1963), p. 26. 19. (JCM): 7 ensayos. Lima, Empresa Editora Amauta, "Biblioteca Amauta", 3era. ed.,1952,p. 5: "Este último factor exterior es el que decide a cultivar el indigenismo aunque sea a su manera y sólo episódicamente, a literatos que podríamos llamar "emigrados" como Ventura García Calderón, a quienes no se puede atribuir la misma artificiosa moda vanguardista ni el mismo contagio de los ideales de la nueva generación supuestos en los literatos jóvenes que trabajan en el país". (Esta importante aseveración será citada posteriormente en el texto) Todas las citas que siguen de los 7 ensayos son por esta edición. 20. Carta de G.CH. a J.C.M. del 27/11/1926: "Ahora venga el Gamonal de las orejas. Tenía que venir así. Yo también soy blanco de conciencia y gusto de las palabras escuetas. Ha acertado UD. y no podía ser de otra manera, puesto que es Ud. un hombre de corazón y un crítico perspicaz y bien documentado. Precisamente me proponía no llegar al relato ni hacer un panfleto(*): el gamonal, según entiendo, es una composición donde no escasea la vida expresada por una bestia de nervio

19


19 TOMAS G. sensible". Cf. (JCM): Correspondencia, op. Cit en la nota 14, T.I.,p. 193. Por un error de transcripci贸n de la carta se lee: 'no llegar al relato al hacer un panfleto". RELATO 19 Felizmente, entre las p谩ginas 206 EL y 207 se reproduce fascimilarmente la carta de Gamaliel Churata, lo que corrige el error. Sobre el t贸pico de "panfleto" escribe Alberto Tauro: "("El Gamonal") A intervalos adquiere tono de panfleto, para describir los abusos del latifundista serrano y la


19

TOMAS G. triste situación de los indios a quienes oprime". Cf. Amauta y su influencia. (Guía comentada). Tomo 19 de la Obras completas de JCM. Lima, Empresa Editora Amauta, (BibliotecaAmauta), 1960, p. 33. 21. (J.M.A.). Intervención en los debates del Primer Encuentro de Narradores Peruanos. Arequipa 1965. Lima, Casa de la Cultura del Perú, 1969, 236. 2da.de.Lirna, Latinoamericana Editores, 1986, p. 236 (Es una reproducción fotostatica o fotomecánica de la Lera.de.). El texto aludido dice: "En los relatos que he escrito describo al gamonal no como una bestia, como un instrumento cruel, sino como un ser humano que tiene defectos y virtudes, lo mismo que un indio. Esta posibilidad de juzgar con lucidez sí ya es una obra, diríamos de trabajo propio, porque al mismo tiempo estas doctrinas (socialistaslTGE) fanatizan a la gente y yo leía en Amauta descripciones de gamonales tan mostruosamente deformados como había sido deformado el indio". 22. (G.CH.) El pez de oro. Retablos de Layhakuy. La Paz-Cochabamba, 1957, 550pp. 2da. Edición. Lima, (Impreso en la Editorial Universo), CORPUNO, II Festival del Libro Puneño, 1987, Tomo I y II. 23. (G.CH) Antología y Valoración. Lima, Ediciones Instituto Puneño, 1971, 513pp. Es necesario recordar que parte de los textos de Tojjras ("Paritmak") fueron reproducidos, con el título de "Mañanas Collas", en el primer número de Labor (pp. 5 y 7), publicado al mes siguiente (noviembre de 1928). 24. Cf. A. Habaru: Comentario en Monde Nº30. París, 29 de diciembre de 1928, reproducido en Amauta N°24. Lima, junio de 1929, p. 84. 25. Oscuridad y dificultad no causadas, pero sí aumentadas por el frecuente uso de palabras quechuas. Sobre esto dice Alberto Tauro: "Su lectura (la de Tojjras) es verdaderametne difícil por la excesiva abundancia de quechuismo".Amauta y sus influencias, op. Cit. en la nota Nº20, p. 33. 26. Como se puede apreciar, el discurso del "vanguardista" oscila entre el uso de una "norma culta" y el uso de palabras como"jusiles" o "prisidentes". 27. (A.T.): Amauta y su influencia. Op. Citen la nota N°20, p. 36. 28. (V.deG.G): Amauta. Indice acumulativo impreso al final del Vol 6 de la Edición Fascimilar de Amauta(l976). (Se ha hecho una tirada aparte de este Indice). 29. Citamos por la presentación del "Prefacio" a El amauta Atusparia, en: (JCM): Ideología y política, Tomo 13 de las "Obras Completas de JCM". Lima, Empresa Editora Amauta, (Biblioteca Amauta), 1969, p. 1984. 30. Veamos, solamente en el representativo La venganza del cóndor. París, Casa Editorial Garnier Hermanos, s.f, puntualmente algunas de las formulaciones de este clisé: "la resignación de los vencidos"(p. 14)/ "la redención de la raza vencida"(p. 18)/ "Por toda respuesta el amo aludió al excelente chicotillo con que castigaba a los atrevidos"(p. 19)/ "tuvo que levantar el látigo para que volviera el indio sumiso,


19

TOMAS G. gimoteando"(p. 34)/ "era uno de esos curas forajidos que se enriquecen despojando a los indios"(p. 67)/ "Era un hombre fornido cincuentón, de alegres ímpetus y pasiones sanguinarias, que vivía con su comadre, y sus hijos, según las costumbres de la sierra que no ofenden a nadie"(p. 67)/ "un soberbio cura serrano que tenía tantos hijos ... ¿para qué seguir? Cf. mi trabajo "Proceso a Ventura García Calderón", en Narradores peruanos del siglo XX. La Habana, Casa de las Américas, Cuadernos CASANº30, 1986, 196 pp.; 2da. ed. ampliada: Lima, Editorial Lumen, 1994, 249 pp. Nótese la gran estafa. El libro dice: "Esta nueva edición popular de La venganza del cóndor es la reproducción exacta de la publicada en Madrid en 1919 por la Editorial


Mundo Latino". (p. 3).ELElRELATO objetivo es muy claro: "arrebatarle" a Cuentos andinos la primacía en el tratamiento del "mundo andino". Pero no: el libro de López Albújar (1920) fue el primero. Esta vulgar "trafa" la he denunciado desde hace mucho tiempo, por ejemplo, en mi libro La narrativa de López Albújar. Lima, Consejo Nacional de la Universidad Peruana (CNUP), 1972, 328 pp. (No hay otra ed. de "Mundo Latino") 31. Cf. (T.G.E.): Alegría y El mundo es ancho y ajeno. Lima, UNMSM, (Instituto de investigaciones humanísticas), 1983, XXVIIy 197 pp. 32. Ibídem, pp. 127-129. 33. Por ejemplo: Huancané (1923), Ayaviri (1920), Azángaro (1920), La Mar ( 1923), etc. 34. "El relato indigenista en la páginas de Amauta", de más de cien páginas, texto del cual el presente trabajo, como se dijo al inicio, es un resumen, aparecerá aproximadamente al mismo tiempo que este texto en el libro: (TGE). Mariátegui y la literatura peruana: tres estudios. Lima, Empresa Editora Amauta, 1996. 35. En los 7 ensayos, el texto sobre Alcides Spelución aparece inconvenientemente después del penúltimo capitulillo ("Las corrientes de hoy - El indigenismo"), sobre todo porque éste fue escrito y publicado en revistas después. Ver el libro de Jorge Falcón: Anatomía de los 7 ensayos. Lima, Empresa Editora Amauta, 1978, p. 136. 36. (A.V.) Permanencia. Buenos Aires, Ediciones Andimar, 341 pp. Este volumen recoge "cuentos, poemas, crítica y otros escritos". Anteriormente el mismo devoto hermano menor había publicado: (A.V.): La muerte de los 21 y otros cuentos. Lima, Imprenta La Moderna, 1939, 20 pp. Jorge Basadre elogia enfáticamente a A.V. en La vida y la historia. 2da ed., 1981, pp. 323-327. 37. Por lo menos no en el campo narrativo. 38. Tr an sition . Fall number. Nº18. November 1929. An International Quarterly for Creative Experiment. Paris (La traducción de "The death of 21 years", pp. 279-283, es de August Hurdlebring). 39. (J.M.A.): Intervención en el Primer Encuentro de Narradores Peruanos, op.cit. en la nota nº21, pp. 235-236, tanto en la primera como en la segunda edición

19


Copyright of Revista de Critica Literaria Latinoamericana is the property of Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar" and its content may not be copied or emailed to multiple sites or posted to a listserv without the copyright holder's express written permission. However, users may print, download, or email articles for individual use.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.