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LOS SUELOS DEL RIOJA

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NOTICIAS BREVES

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Son muchos los factores que influyen en la elaboración de los grandes vinos. Unos son de tipo enológico, otros son elegidos por el viticultor y otros, impuestos por la madre naturaleza, como son el clima y el suelo.

Apesar de que la vid es una planta con una gran capacidad de adaptación, hay zonas como Rioja con suelos especialmente adecuados para una viticultura de calidad y, además, de tipología muy diversa.

Y es que para evaluar adecuadamente la capacidad de un suelo para permitirnos desarrollar una viticultura de alto nivel, efectivamente debemos tener muy en cuenta determinados aspectos esenciales del mismo a los que, por supuesto, debemos incorporar otros, no menos importantes, como el microclima de la zona y, además, una serie de decisiones muy relevantes que debe tomar el viticultor en el momento de proyectar una plantación: variedad, portainjerto, densidad del cultivo, marco de plantación, sistema de conducción y poda, orientación, etc.

En ese ‘particular’ análisis no debemos olvidar, como parámetros más relevantes: • Su profundidad, que condicionará el volumen de tierra que colonizará la raíz para obtener agua y nutrientes. Generalmente, las uvas de mayor calidad provienen de suelos poco profundos y poco fértiles. • Su textura, que determinará el desarrollo espacial de las raíces y que estará determinada por la cantidad de limos, arcillas y arenas que tiene en su composición.

• Su contenido en elementos minerales, que definirán su fertilidad o capacidad para nutrir a las plantas y entre los que sobresale muy especialmente el nitrógeno y, además, el fósforo, el potasio, el magnesio, el calcio, el hierro, etc. • Su nivel de materia orgánica, restos vegetales y animales que, por descomposición, conforman el humus. Para una producción de calidad, la vid requiere niveles relativamente bajos. • Su capacidad de retención de agua, especialmente importante desde la brotación hasta la maduración de las bayas. La vid no es una planta especialmente exigente en humedad, pero presenta unas necesidades mínimas que debe cubrir con el agua de lluvia, con las reservas hídricas del suelo o, si fuera necesario, con el riego. • Presencia de posibles factores limitantes como puedan ser una acidez muy elevada, una alta salinidad o un nivel de carbonatos o arcillas inapropiados. A todo esto incorporaremos además altitud, pendiente, orientación, riesgo de heladas primaverales u otoñales, tendencia al encharcamiento, etc.

Queda claro, por tanto, que no todos los suelos son adecuados para nuestro objetivo: obtener grandes vinos.

LOS TRES TIPOS DE SUELOS VITÍCOLAS MÁS IMPORTANTES DEL RIOJA

ARCILLO CALCÁREOS

Son característicos de Rioja Alavesa y podemos distinguirlos por su color amarillo–ocre. Son pobres en materia orgánica y ricos en carbonato de calcio (caliza), drenan con dificultad y resultan difíciles de cultivar a causa de la irregular orografía del terreno sobre el que se asientan y a su elevado contenido en arcillas. Las raíces de las vides descienden hasta una profundidad máxima de un metro, nivel bajo el que encuentran un sustrato rocoso inicialmente fragmentado que deben sortear.

ARCILLO FERROSOS

Abundan en muchas de las colinas de nivel medio y en las zonas altas que separan las terrazas aluviales que encontramos en Rioja Alta y en Rioja Oriental. Estos suelos son de color marrón rojizo debido a la presencia de hierro y suelen ser profundos y muy compactos debido a su alto contenido en arcilla.

ALUVIALES

Los veremos paseando por los márgenes del río Ebro y por los valles originados por sus siete afluentes, formando terrazas llanas. Su naturaleza arenosa y pedregosa permite que las raíces penetren profundamente. Estos suelos facilitan el drenaje y, al mismo tiempo, acumulan calor y reflejan la luz solar, favoreciendo así la maduración de la uva. Son suelos que inducen precocidad en el desarrollo de la vid y adelantan la maduración.

EL SINGULAR SUELO DE LA PEDRIZA, NUESTRO ‘PEQUEÑO RÓDANO’

Es la espectacular finca de Tudelilla (Rioja Oriental) donde nace la uva Garnacha que empleamos para el coupage final de Viña Ardanza y en el que destaca un impresionante manto de cantos rodados que cubre toda la extensión (69,5 ha) y que caracteriza los suelos de la zona de ‘Châteauneuf–du–Pape’.

Son suelos pobres, de textura arenosa que, por su bajo contenido en materia orgánica y en nutrientes, inducen poco vigor en las plantas y nos ofrecen rendimientos limitados consecuencia de los racimos de grano pequeño y poco compactos que se generan y que resultan idóneos para una maduración completa y homogénea. Favorecen, además, el óptimo estado sanitario de la uva en una variedad muy sensible a botrytis (podredumbre) como es la Garnacha. Son muy drenantes y con escasa capacidad de retención de humedad lo que obliga a la raíz de la planta a desarrollarse en profundidad para poder captar el agua que se va infiltrando a horizontes profundos.

Por último, otra de las características destacables de este suelo en La pedriza es su ligera acidez –superior al de la mayoría de los suelos vitícolas de Rioja–. Los suelos ácidos suelen ser pobres en potasio, cosa que se refleja en los vinos elaborados dando lugar a una mayor acidez, lo que repercute muy positivamente en la capacidad de envejecimiento de los vinos y en su estabilidad.

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