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Sin mascarillas por el instituto

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Primera Plana

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El pasado 20 de abril, primer día sin la obligación de llevar mascarillas en interiores, decidimos recorrernostodoel IES Joaquín Rodrigo,clase porclase,viendoquién se había quitadola mascarilla ahora que,porfin,másdedos añosdespués,tenemos esa opción.Estossonlos datosyconclusionesquesacamos.

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En 1º de ESO tan sólo doce de casi 200 alumnos había decidido quitársela. Eso es un 5,6% que no la llevaba, lo que nos dejó bastante sorprendidos.

En 2º de ESO la cosa no cambió mucho: el porcentaje fue de un 7%, aunque la cantidad de alumnos de este curso es menor, pero los números se mantenían muy similares.

En 3º de ESO el número de alumnos que habían desterrado la mascarilla fue en aumento, pero muy ligeramente: 25 personas de 150 aproximadamente, un 16% del total. En el último curso de la educación secundaria obligatoria, 4º de ESO, sí eran los números más altos: 30 alumnos de 180. Aunque hubo algunos que no la tenían por un juego de romper mascarillas.

En 1º de Bachillerato los números volvían a caer: tan solo el 13.3% no llevaba mascarilla.

Y los mayores del centro, los alumnos de 2º de Bachillerato, demostraron ir también en esto por delante de todos, con un 42% de alumnos que se atrevieron a quitarse la mascarilla.

Además hicimos una pequeña encuesta a las personas que se habían quitado ese accesorio de los tiempos del COVID: por qué lo habían decidido, y cómo se sentían con el cambio.

Las respuestas más populares fueron que estaban cansados de llevarlas, les agobiaba, que era para respirar mejor, que era más cómodo o que estaban hartos.

Había otras personas que decían que se la quitaban por el asma o la dermatitis que empeoraba con la mascarilla.

Un par de alumnos nos dijeron en tono de broma que fue por un pacto de sangre, pero que si fuera por ellos la seguirían llevando, dado que les da mucha vergüenza. Otros nos dicen que

no la han llevado nunca, siempre mal puesta. La gente se excusa diciendo que es guapo y tiene que lucirlo o que es para ligar más. Que ya están vacunados y es hora de cambiar.

Varios nos dicen que la llevan porque les da inseguridad mostrar su cara o que la siguen llevando por frío. O simplemente por protección, como nos dice una profesora diciendo que ella tiene un bebé en la casa y por ahora la seguirá llevando. En los cursos superiores un alumno dijo que no se la quitaba porque no se había afeitado.

Otras personas nos dicen que en clase se quitan la mascarilla, pero cuando están muy cerca de la gente se la ponen. Algunos cuentan que se les moja o se les queda húmeda. Que se les empañan las gafas y les duelen las orejas. Una clase siente que tiene la suficiente confianza como para quitársela y que suelen verse fuera sin mascarillas.

En la sala de profesores nos hablan de que tenían ganas de quitársela ya y que como en vacaciones no la llevaban eso les ha ayudado a prepararse, aunque a veces se sienten raros y expuestos, pero creen que es cosa de acostumbrarse. Y en una clase otra profesora nos dice que cuando ha llegado de las primeras ha dudado de si de verdad se podía, pues ha visto a la gente con la mascarilla. Otra dice que estaba deseando verse las caras, de que hubiera comunicación no verbal y de que no tuviera que alzar tanto la voz.

En Secretaría se la quitan a ratos dependiendo de la gente que haya dentro. Pero en Conserjería no se la quita nadie porque siempre hay mucha gente y se quieren proteger, por malas experiencias o porque son personas de riesgo.

La mayoría se sienten raros… como si les faltara algo en la cara, pero más libres. Juntos quieren volver a la normalidad.

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