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► EL BIGOTUDO
José Carlos Oliveros
Después de diez largos años de una de las mayores obras de ingeniería para la época, que incluso cambiaron para bien la tranquila vida de La Puebla de Montalbán, acababa la construcción del Embalse y Canal de Castrejón así como la Central Hidroeléctrica en el Carpio de Tajo. Fue todo un acontecimiento cuando se cerraron las compuertas de la presa, impidiendo que el agua discurriese por el cauce propio del río. Sin duda este hecho, para bien o para mal, supuso un importante cambio ambiental en el ecosistema fluvial del río Tajo. El tramo de río comprendido entre la presa en Ventosilla y la Central del Carpio, que discurre por el Ayozar, El Puente Contadero, El Soto Redondo, Gramosilla y la Rinconada, hasta adentrarse en las tierras carpeñas, de la noche a la mañana pasó de tener un cauce impetuoso a convertirse en un tramo de río medio seco, con dos acúmulos signifi cativos de agua en La Chera, vieja represa que abastecía de agua la centralilla y los molinos del Puente y la presa de Gramosilla, de utilidad similar. Permanece imborrable en mi mente, la visión de como en la fosa de la Escalerilla del Puente, se hacinaban enormes barbos y anguilas, para buscarse la vida en las escasas zonas profundas en las que se acumulaba el agua ante el brusco descenso de nivel.
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Hacia el año 1970, después de 4-5 años de agua embalsada en Castrejón, las plantas palustres ya habían comenzado a colonizar las mansas aguas del embalse, en especial las espadañas y carrizos, plantas antes distribuidas en escaso número, debido a que el caudaloso Tajo, con las abundantes avenidas a lo largo de las diferentes estaciones del año impedían su asentamiento. En una mañana gélida del mes de enero de aquellos años, andaba yo por las heladas orillas del solitario embalse, cuando entre la vegetación del ocre-amarillento carrizal, un grupito de menudos pajarillos llamó mi atención. Aunque por entonces yo no disponía de prismáticos, debido a la cercanía de la observación, quedé maravillado por la visión de tan espectacular pajarillo con unos enormes bigotes en la faz y una cola desmesuradamente larga. Yo no tenía ni idea del nombre de tan singular avecilla. Ahora puedo decir, después muchos años de estudio y haber realizado decenas de anillamiento científi co de esta especie, que se trataba del Bigotudo (Panurus biarmicus). Es este un pajarillo de cola larga, con las partes superiores de color leonado y las inferiores blancuzco-rosado. Los machos lucen un llamativo “bigote” negro a los lados de la cara, mientras que las hembras carecen de él o solo tienen alguna plumilla oscura. El pico va de negruzco a algo anaranjado y en las alas unos ribetes blancos. El canto es poco llamativo, pero sonoro y algo gangoso, como un “ping-ping” de una cuerda musical. Vive en zonas palustres, con abundante vegetación de carrizos, espadañas y masiegas motivo por el cual solo es vecino de nuestro pueblo a partir de los años 70, cuando con la construcción del pantano y el escaso caudal del río se desarrollaron abundantes carrizales y espadañales, si bien como todos sabemos, las espadañas han sido utilizadas desde tiempos ancestrales por los silleteros pueblanos, para trabajar el artesanal asiento de las sillas, tan comunes en los hogares y las tabernas de la época. Es un pájaro que acostumbra a permanecer en el interior de la vegetación en la parte baja, aunque con relativa frecuencia se deja ver en las partes superiores de las cañas. Se mueve ágilmente entre la vegetación, dando vuelos cortos con la larga cola desplegada. Después de la cría se reúne en pequeños bandos, casi siempre en grupos familiares, que recorren incansablemente el carrizal, alimentándose de pulgones y otros pequeños insectos durante el verano, mientras que en invierno consume las semillas de los carrizos. Es un ave sedentaria, aunque efectúa movimientos erráticos a consecuencia del mal tiempo. Construye el nido en forma de copa honda entre la vegetación palustre, donde depositan de 5 a 7 huevos que son incubados por los dos padres. Después de 12-13 días de incubación nacen los polluelos, nidícolas y desnudos, que son alimentados por ambos progenitores hasta el abandono del nidal. Pueden realizar 2-3 puestas cada primavera. Sus depredadores naturales son el gavilán, el esmerejón y algunos pequeños carnívoros como la comadreja y la gineta entre otros, aunque al vivir en zonas pantanosas no actúan frecuentemente sobre esta especie. Sin embargo, algunas acciones humanas pueden afectar a sus poblaciones como los contaminantes por pesticidas y la destrucción del hábitat, por desecación de los humedales y la provocación de incendios de la vegetación palustre durante el invierno. Así que es labor de todos cuidar el medio natural para facilitar la vida a nuestro nuevo vecino, para que con sus largos bigotes continúe enriqueciendo las zonas húmedas de La Puebla..