Cada año oímos en la radio o vemos en la televisión salvadoreña acerca de las consecuencias lamentables de las lluvias torrenciales que se abaten sobre la capital. También escuchamos continuas declaraciones de las autoridades en turno remitiéndose a los posibles apoyos por ofrecer, como a determinadas recomendaciones de evacuación. Sin embargo, aparece una y otra vez la idea de considerar la posibilidad de atender a esta problemática de otra manera, sin ofrecer mayores pistas. Únicamente se escuchan las voces de los especialistas que explican el evento sólo como un acontecimiento natural, para el cual se requiere de medidas exclusivamente técnicas. Y, surge la pregunta: ¿Qué pasa con las personas que viven y padecen las inundaciones y deslaves, acaso no es un asunto importante dentro de sus vidas?