Clara y Juan eran dos niños de Gijón. Se acercaban las fiestas de navidad y en la puerta de su cole un hombre repartía invitaciones. -¿Para qué serán?, se preguntaba Clara. -Acerquémonos, seguro que nos regala una – dijo Juan. Cuando tuvieron en sus manos las entradas comprobaron que eran invitaciones para el circo.
El circo Holiday había llegado a nuestra ciudad y se iba a quedar durante todas las vacaciones de Navidad. Al llegar a casa, Clara y Juan dieron a sus padres la noticia, el Circo estaba en Gijón, y ellos querían ir. Acompañados por sus padres fueron al circo. Clara y Juan sintieron que mantenían el equilibrio con los trapecistas, viajaban al espacio con el hombre bala, rugían como los leones o se divertían cantando como los payasos. ¡Fue una tarde genial!
Se acabaron las vacaciones de Navidad y Clara y Juan tenían que volver al cole. De camino, dieron un rodeo para ver otra vez la carpa pero el circo ya se había ido a otro ciudad donde otros niños podrían disfrutarlo. Clara y Juan se quedaron pensativos recordando al malabarista con las pelotas, al mago con su varita y su ¡abracadababra!, al domador de leones… y de pronto vieron un mandilón blanco. Se acercaron y descubrieron que era un mandilón mágico, pero tenía una cara muy triste. - ¿Qué te ocurre? – preguntó Clara. - Los dueños del circo me ha dejado aquí. Me dicen que ya no puedo ir con ellos. - ¿Por qué? - Porque estoy triste, ¿no lo veis? Y en el circo todo es felicidad. - Te llevaremos con nosotros al cole, dijo rápidamente Juan, siempre tenemos que llevar el mandilón puesto.
En la clase siempre había un montón de lápices de colores, así entre todos lo pintaron, rojo, verde, naranja… y le pusieron nombre: desde ahora serás MANDI, le dijeron. Y de pronto le cambió la cara, ya no estaba triste, sino muy alegre, por lo que ¡ya podía volver al circo! Y así fue como MANDI volvió a ir al circo y es la mascota del colegio para siempre.