PAUTAS DE CRIANZA PARA PADRES Los niños pequeños aprenden mucho sobre cómo actuar al observar a sus padres. Cuanto más pequeños, más lo imitan. Antes de reaccionar agresivamente o enfurecerse frente a su hijo, piense en lo siguiente: ¿es así como desea que el niño se comporte al enfadarse? Esté siempre consciente de que sus hijos lo están observando. Los estudios han demostrado que, por lo general, los niños que dan golpes imitan el modelo. Pero sobre todo, trate a sus hijos del mismo modo que espera que otras personas lo traten a usted. Deje en claro sus expectativas. Si hay un problema, descríbalo, exprese sus sentimientos e invite a su hijo a que busquen juntos una solución. No olvide mencionar las consecuencias. Haga sugerencias y ofrezca alternativas. Además, esté dispuesto a escuchar las sugerencias de su hijo. Negocie. Los niños que participan en la toma de decisiones están más motivados a llevarlas adelante. Como padre, usted tiene la responsabilidad de corregir y guiar a sus hijos. Sin embargo, la forma en que expresa su orientación correctiva tiene una gran influencia en la forma en la que un niño la recibe. Cuando tenga que enfrentarse a su hijo, evite echar culpas, hacer críticas o buscar defectos; todo esto puede debilitar la autoestima y provocar resentimiento. En cambio, haga un esfuerzo por educar y alentar, incluso cuando discipline a sus hijos. Asegúrese de que ellos sepan que, aunque desea y espera algo mejor la próxima vez, su amor es incondicional. Los niños pequeños ponen a prueba nuestros nervios porque están explorando los límites en todos los aspectos del mundo que les rodea. Y no olvide que los niños aprenden observando a los adultos, especialmente a los padres. Así que asegúrese de que su comportamiento pueda servirle como modelo.
Es importante que no pegue ni abofetee a su hijo. A esta edad los niños no pueden establecer una conexión entre el comportamiento y el castigo físico. El mensaje que le comunica cuando le da un azote es que está bien pegar a alguien cuando estás enfadado, es más efectivo que se quede un rato sentado en silencio y sin jugar en otro lugar. Ignorar las pataletas es otra manera enfrentarlas, siempre que el berrinche no represente ninguna amenaza para su hijo o para los demás. Continúe con sus actividades, sin prestar ninguna atención al niño, pero de manera que pueda seguir viéndole. Si hay algún peligro de que el niño que está teniendo una pataleta se haga daño a sí mismo o a otros, llévelo a algún lugar tranquilo y seguro para que se tranquilice. A algunos niños les cuesta mucho parar una pataleta. En estos casos, se les puede tranquilizar si se les dice: "Te ayudaré a calmarte". Pero sea lo que sea que haga, no recompense a su hijo dándole lo que quiere. En vez de eso, elógielo verbalmente por calmarse. Es importante no insultar, golpear, dar cachetes o abofetear a un niño, independientemente de la edad que tenga. Lo único que sentirían es el dolor de los golpes. Reforzar el buen comportamiento de sus hijos. Por ejemplo, usted puede decir: "Estoy orgulloso de que hayas compartido tus juguetes con otros niños". Generalmente, esto resulta más eficaz que castigar a un niño por el comportamiento contrario -no compartir. Y sea específico a la hora de elogiar a su hijo; no se limite a decirle: "¡Bien hecho!" El clima familiar violento hacia él o entre los demás integrantes de la familia, es dañino en todas sus formas: física, verbal, emocional, explícita o implícita. Si no pudimos evitar la rabieta, es importante mantener la calma. ¡No ayuda responder a la rabieta del niño con una rabieta de los adultos! Nuestra reacción es una
lección de cómo responder frente a un conflicto. Si además es una discusión que implica cualquier forma de violencia (emocional, verbal o física), las consecuencias para el estado anímico y la seguridad del niño se multiplican. También aprenderá que la violencia «es buena» para enfrentar diferencias y conflictos. Si los hijos son muy pequeños, presenciar una discusión será una pésima experiencia. Aunque solo perciban el tono. Mantener la calma y se convierta en un cambio de ideas respetuoso, como demostración de que ambos son capaces de escucharse y de llegar a algún acuerdo. Es perjudicial discutir frente a los hijos. No se trata de mantener a los niños en una falsa cajita de cristal, sino de protegerlos de información que no están en condiciones de afrontar. No es conveniente tener frente a los niños discusiones con relación al estilo de crianza o disciplina, y mucho menos que papá y mamá se desautoricen uno al otro ante sus ojos. Cuando los padres son una pareja que se quiere, puede ser positivo terminar la discusión con una demostración de cariño. A los hijos debe quedarles claro que enojarse o pensar diferente no significa dejar de quererse. Nuestro mejor aporte es empezar a enseñarles mejores maneras de conseguir lo que quieren, además de enseñarles que la agresión no es un comportamiento aceptable en ninguna circunstancia.
Un buen sistema implica hacerle una advertencia efectiva frente al no cumplimiento. En tono firme, pero sin gritos ni ningún tipo de violencia y una sola vez. La repetición interminable solo agota la paciencia de los adultos. La única aparente «ventaja» de utilizar métodos violentos para que el niño nos haga caso —como pegarle, tirarle del pelo o las orejas, gritarle, insultarlo, asustarlo o amenazarlo— es que se consigue obediencia inmediata…, pero de corto efecto y siempre con consecuencias emocionales muy negativas para él o ella.
Los comportamientos agresivos forman parte del repertorio de conductas previsibles en niños y niñas. En los primeros años, estos comportamientos no tienen el objetivo de dañar al otro sino de conseguir algo deseado. El comportamiento agresivo no se hereda, se aprende: De cómo somos tratados desde etapas bien tempranas. Imitando los comportamientos de quienes son nuestros modelos: padres, maestros, hermanos, personajes de juegos o TV. Si descubrimos que con la agresividad Cómo prevenir la agresividad en los primeros años Tratándolos con amor y respeto siempre. Enseñándoles a pensar en el otro.
Enseñándoles el control de sí mismos. Enseñándoles maneras no violentas de defenderse. Enseñándoles a reflexionar sobre qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Muchas veces es útil y necesario anunciarles la obtención de una recompensa por cumplir lo que se les pide, a fin de aumentar la motivación por hacer y mantener un esfuerzo. Esto no solo permite hacer el esfuerzo, sino que también enseña la relación que existe entre lo que hacemos y lo que conseguimos. Que sepan que es posible «trabajar» por lo que quieren es un buen aprendizaje. Las mentiras Con la maduración y el desarrollo de los niños y niñas empiezan a aparecer fenómenos más sofisticados de comunicación, y mentir es uno de ellos. Mentir es emplear el lenguaje para hacer creer que algo es diferente de lo que es en realidad. Sin violencia, pero haciéndoles notar nuestro desagrado, tenemos que dejar bien en claro que la mentira no es una salida aceptable.Se trata de criticar el hecho, no a la persona.