>> Cambios en el paisaje rural de Durazno Los embates del agronegocio >> En la antesala de la dictadura Cobarde Paysandú >> Parajes insospechados Cufré y su cantera de “gringos” picapedreros
Número 04 / Julio de 2014 / Uruguay / Revista mensual de distribución gratuita junto al semanario Brecha /
Con este número, el cuarto, Ajena cierra su primera etapa. Hasta hoy el proyecto fue posible gracias a la financiación de los Fondos Concursables para la Cultura. El dinero obtenido nos permitió lo fundamental: concretar la loca idea de editar una publicación que prescinde de Montevideo en un país porfiadamente macrocefálico. Y algo más, hacerlo tal como aspirábamos: saliendo de la capital, recorriendo el campo, los pueblos y las ciudades que fueron protagonistas de nuestros artículos, atrayendo la participación de quienes son del Interior y allí viven para enriquecer el contenido de la revista con miradas que no son exclusivamente montevideanas. A los Fondos Concursables, y a la confianza depositada en este proyecto, vayan entonces las gracias.
Primera posta
A partir del próximo número la revista inicia su segunda etapa, en la que seguirá caminando y creciendo junto al semanario Brecha. Queremos, además, ampliar la plataforma web. Ya estamos pensando en cómo mejorar el sitio, buscamos hacerlo más dinámico, encontrar formas para que el vínculo con ustedes sea más fluido e incluir sus aportes (hemos recibido videos, fotos, pequeñas notas que hasta el momento no tuvimos mucha posibilidad de canalizar). Y sobre todo queremos, como al principio, seguir reconociéndonos en los múltiples rincones del país, en sus personajes, en sus paisajes y en sus culturas que, a pesar de la cercanía, hasta ahora nos eran desconocidos. Así, con este estilo que estamos creando entre todos, el estilo Ajena.
Foto de tapa: Mauricio Kühne. El tiempo hace su trabajo en la abandonada estación de trenes de Carlos Reyles, Durazno.
MC
Staff
Escriben, fotografían e ilustran este número: Aníbal Corti / Daniela Beracochea / Federico Gutiérrez / Ignacio Bajter /Ignacio Iturrioz /Manuela Aldabe / Marcos Rey / Mauricio Kühne / Tania Ferreira / Victoria Vaz.
Coordinación general: Mariana Contreras. // Edición de fotografía: Alejandro Arigón. // Producción: Juan Manuel Chaves. // Corrección: Inés Casamayou. // Diseño: Lateral.com.uy // Logística y administración: Cooperativa LABRECHA. Comercial: Paola Puentes (ppuentes@brecha.com.uy) / Gustavo Moraes (gmoraes@brecha.com.uy) / 2902.50.42/43/44 Contacto: ajenarevista@gmail.com
www.revistaajena.com Impreso en Impresora Rojo, Euclides Salari 3472. Nº de Depósito Legal: 363.933
Proyecto seleccionado por Fondo Concursable para la Cultura – MEC
La irrupción del capital financiero en el agro uruguayo reforzó las prácticas capitalistas del agronegocio vinculadas al boom sojero, forestal y ganadero. La globalización tecnológica, en tanto, favoreció una nueva mixtura de los habitantes del campo y la ciudad que exige redefinir “lo rural”. Ajena pone la lupa en las cercanías del pueblo duraznense de Carlos Reyles –o Molles- para develar algunas pistas de estos cambios.
>> Cambios en el paisaje rural de Durazno
Tiempos de cambios en la concepción de “lo rural” en Uruguay.
Ajena N4
3
Julio 2014
Txt: Marcos Rey Fotos: Mauricio Kühne
Antes de llegar a la ciudad de Durazno el paisaje rural dominado por la ganadería extensiva empieza a salpicarse de imágenes impensables poco tiempo atrás. A las vacas pastando sin apuro en extensos páramos verdes se sumó el agronegocio, que con sus pies en el boom sojero viene maquillando la cara ganadera del departamento. Al borde de la ruta 5 se han instalado empresas que venden maquinaria agrícola, fertilizantes y agroquímicos. Plantas de silos para el acopio de granos conviven ahora con un hotel, una whiskería (eufemismo para referirse al “quilombo”) y con el continuo trasiego de camiones repletos de soja y trigo. Frente a la planta de distribución de ANCAP, a pocos metros de iniciada la zona urbana, Petrobras está construyendo una amplia estación
De 2001 a 2013 tres millones de hectáreas fueron transadas por capitales extranjeros, arribados a Durazno en forma de pools de siembra o de empresas que compran ganado, lo engordan en tierras arrendadas, para luego revenderlo. Estas prácticas capitalistas del agronegocio están en línea con el andamiaje institucional montado en la década de 1990 para que “los inversores entren y salgan rápidamente del negocio agropecuario. Es la idea del campo como un lugar para invertir y sacar la rentabilidad más alta en el menor tiempo posible. La concepción del negocio a la que estábamos acostumbrados era la del productor rural que residía o manejaba el campo con mano de obra familiar o asalariada. Es lo que llamaría capital productivo, por oposición al capital financiero especulativo, que invierte y arrienda la tierra uno o dos años, pero se marcha cuando cambia la relación de costos”, explicó Piñeiro. En este nuevo paisaje rural, el mapa de los actores sociales se está reconfigurando: declinan los productores familiares, asoman los sindicatos rurales, aumentan los contratistas y trabajadores rurales pero con residencia urbana, y los grandes emprendimientos agropecuarios desplazan de sus tierras no sólo a los pequeños productores (91 por ciento de los 12.241 establecimientos que desaparecieron entre 2000 y 2011 tenía menos de 100 hectáreas), sino también a las burguesías rurales del Interior. Por ejemplo, el pool de siembra argentino El Tejar, empresa agropecuaria que llegó a contar con 68 mil hectáreas, transó tierras en Durazno. Instalado en nuestro país desde que Argentina aplicara retenciones a las exportaciones, El Tejar vendió a principios de este año sus tierras en Uruguay por 170 millones de dólares al
Hace tres años que llegó la luz a Molles. Este año los goles de Uruguay en un Mundial pudieron verse por primera vez en la tevé.
El capital extranjero ha tentado a muchos estancieros para que vendan sus predios, y Durazno no es la excepción. “Cuando los ingleses e italianos llegaron, hace como siete u ocho años, venían con la chequera a la vista a saludarnos y comprarnos el campo”, ilustró Amanda Urruzmendi. de servicio. Placenteros chalets se están levantando en las inmediaciones del zoológico municipal y del Parque de la Hispanidad. Y en la ciudad que Fructuoso Rivera fundó en 1821 para “los huérfanos de la patria” pululan las camionetas 4x4 y distintas sucursales de grandes comercios montevideanos. Nadie quiere quedar fuera de la fiesta. Es la era de la bonanza económica que desde hace once años reina en un país que crece como levadura a impulsos de una insaciable demanda internacional de alimentos. La posición estratégica de Durazno en el centro del país –casi a la misma distancia del puerto de Montevideo que del puerto de Nueva Palmira– potenció la expansión de la frontera agrícola del departamento. Las áreas plantadas pasaron de 15 mil a 120 mil hectáreas y la producción de granos de 30 mil a 500 mil toneladas anuales entre 2002 y 2012. La empresa Erro (una de las principales exportadoras uruguayas, con sede en Soriano) sumó el año pasado la sexta planta de silos en la
ruta 5, para absorber la producción sojera de Durazno, Tacuarembó, Flores y Florida. Las inversiones extranjeras, en tanto, vienen acompañadas del desembarco sigiloso del capital financiero. La crisis económica en Estados Unidos y en Europa llevó a que los fondos de inversión miraran hacia el Río de la Plata en busca de rentabilidades mayores a las que podían obtener en los países desarrollados. En Uruguay han invertido en tierras, ganado, maquinarias y cultivos. “Hay un traslado significativo de capitales financieros desde el hemisferio norte al hemisferio sur. No sólo a través de las multinacionales, sino también con una inversión hormiga: pequeños y medianos inversores que compran acciones de los fondos de inversión, que mediante fideicomisos se dedican a comprar o arrendar tierras. Este flujo de capital financiero que llega al agro no pasa por el sistema bancario tradicional y suele ser fuertemente especulativo”, explicó a Ajena Diego Piñeiro, docente grado 5 de sociología rural (Facultad de Ciencias Sociales-UDELAR).
Ajena N4
4
Julio 2014
¿Es posible repoblar la campaña?
Union Agriculture Group (de capitales estadounidenses, canadienses y uruguayos), que ahora maneja 170 mil hectáreas. A 44 quilómetros al norte de la ciudad de Durazno se encuentra el pueblo de Molles, oficialmente Carlos Reyles (ver recuadro). Ajena visitó a algunos pobladores de la zona que viven en las inmediaciones del arroyo Villasboas, a 10 quilómetros del pueblo. En la estancia La Tropilla, sobre la ruta 5, Amanda Urruzmendi vive hace 40 años junto a su marido en un establecimiento familiar de 350 hectáreas. A poco de allí Omar Ruiz se desempeña como “puestero” (cuida y trabaja las tierras) de un establecimiento ganadero de 1.000 hectáreas. Comparte con su familia –que antes vivía en Molles– una casa cerca del casco de estancia de su patrón, pero a la que se accede por una servidumbre de paso tras atravesar cuatro porteras. Al fondo de ese camino Eduardo Rodríguez, de 33 años, tiene un pequeño predio ganadero de 66 hectáreas. Aunque vive en Durazno y administra otra estancia de propietarios montevideanos, trabaja su campo casi en solitario desde que era adolescente. Pegado, en otra casa más pequeña, vive José Guerrero, conocido como “Colacho”, peón rural que durante un tiempo trabajó
en el predio. Ahora está jubilado, pero como prefiere la vida rural y tiene buena relación con Eduardo, se quedó a vivir ahí. Mario Quijano, por último, es un contratista agrícola radicado en la ciudad, que ofrece servicios de cosecha a las estancias del departamento. El capital extranjero ha tentado a muchos estancieros para que vendan sus predios; el país sigue siendo, según Piñeiro, un oferente de “tierra barata” en comparación con Argentina y Brasil. Y Durazno no ha sido la excepción. “Cuando los ingleses e italianos llegaron, hace como siete u ocho años, venían con la chequera a la vista a saludarnos y comprarnos el campo”, ilustró Amanda. Oriunda de Trinidad, se trasladó a Villasboas en 1975. La acogedora casa donde vive hace difícil imaginar que hace 80 años era de barro, y refleja la perseverancia de sus moradores por mejorarla: le anexaron el baño y la cocina, cambiaron las puertas de dos hojas y realizaron reformas estructurales en el predio. “Si no fuera porque amamos el campo, nos serviría mucho más arrendarlo y vivir de la renta en la ciudad que trabajarlo con nuestras manos”, lamenta. “En esta zona [Villasboas] los campos han cambiado mucho de dueño. Antes había familias, pero ahora estamos rodeados de argentinos,
Para el sociólogo Diego Piñeiro “repoblar la campaña” sigue siendo un eslogan. “La campaña no se hubiera despoblado si los patrones hubiesen pagado mejores salarios y el Estado brindado mejores servicios. Patrones que pagan poco y Estado que invierte poco ha sido una mezcla letal para que la gente se quede en el campo. ¿Es posible repoblar la campaña? Dependerá de una fuerte apuesta estatal y un fuerte consenso social. Primero, se necesita poner límites al proceso de concentración y extranjerización de la tierra. Segundo, se deben destinar recursos al Instituto de Colonización, o donde sea, para que la gente tenga tierras para trabajar. Ahora, si no hay buenos caminos, acceso a internet, telefonía rural, electricidad, cobertura de salud y la posibilidad de mandar a los hijos a la escuela sin tener que pasar miserias, no estoy seguro de que sea atractivo.” El sociólogo Joaquín Cardeillac agrega otro elemento: “No sólo es un tema de disponibilidad de tierras, sino de qué producir, dónde se vendería, con qué apoyos, etcétera. Desde el Estado batllista hay una idea trunca de impulsar estancias y chacras agrícolas para establecer familias en el medio rural. Está latente la contraposición de modelos: el de los agronegocios y el de la producción familiar”.
“Ahora el patrón levanta el teléfono y coordina alguna tarea con un empleado, que agarra su motito y se va al campo uno o dos días”.
Ajena N4
5
Julio 2014
italianos y brasileños que no viven acá sino que contratan administradores”, comentó. Aunque el peso de los argentinos viene disminuyendo, la extranjerización es evidente entre los productores sojeros de la zona. De 2000 a 2011 las tierras en manos de personas físicas uruguayas descendieron de 90 a 54 por ciento. Además, aumentó el proceso de concentración: el 60 por ciento de la superficie del país está en manos del 9 por ciento de propietarios con más de 1.000 hectáreas, mientras que el 5 por ciento de la superficie lo tiene el 56 por ciento de las explotaciones con menos de 100 hectáreas, según el último Censo Agropecuario (2011). A su vez, mientras el precio promedio de la tierra se multiplicó por siete en la última década, el de los grandes predios (más de 2.500 hectáreas) aumentó en doce veces. “Eso significa que los compradores son grandes empresas que están desplazando a las burguesías rurales del Interior que no se han podido adaptar a los cambios tecnológicos. Porque la gran burguesía terrateniente, en cambio, al adaptarse a las condiciones del agronegocio, ha mantenido sus establecimientos agropecuarios”, sostuvo el sociólogo.
Pero no sólo las empresas agropecuarias debieron adaptarse a los cambios. El teléfono celular y la masificación del uso de motocicletas, por ejemplo, han repercutido en los modos de organizar la fuerza de trabajo y en la frontera cultural entre el campo y la ciudad. “Ahora el patrón levanta el teléfono y coordina alguna tarea con un empleado que agarra su motito y se va al campo uno o dos días, para regresar luego a la ciudad donde vive con su familia. Ese tipo de trabajo es cada vez más frecuente, tanto a través de contratistas como de ‘trabajadores a teléfono’”, ejemplificó Piñeiro. Estas nuevas posibilidades permiten que un alto porcentaje de trabajadores rurales resida en zonas urbanas. “Hoy es necesario redefinir lo rural si se quiere comprender las nuevas relaciones que se establecen entre los que moran en el campo y los que lo hacen en la ciudad”, afirmó. Aunque falta procesar algunos datos del censo de 2011, Piñeiro arriesga que es probable que alrededor del 50 por ciento
Diego Piñeiro arriesgó que es probable que alrededor del 50 por ciento de los trabajadores rurales tenga actualmente residencia urbana (en particular los vinculados a la forestación, la agricultura y la granja).
En movimiento: gracias a sus ventajas la moto copó en el medio rural, y convive con el caballo como medio de transporte.
Ajena N4
6
Julio 2014
de los trabajadores rurales tenga actualmente residencia urbana (en particular los vinculados a la forestación, la agricultura y la granja). El uso de computadoras, el acceso a internet y a la televisión también han hecho lo suyo. En la casa de Amanda cuelga en la pared un teléfono añejo con el que solía comunicarse con su familia en Trinidad. “Las comunicaciones nos cambiaron la vida”, asegura. Y señala una mesita donde está la laptop, el teléfono celular y la base del wifi. “Date cuenta de que en 1950, cuando Uruguay salió campeón del mundo, en Goñi, donde nací, sólo había dos radios, y estaban en los boliches”, agrega Colacho, el peón rural. Ahora además de radio, tiene un celular, una moto y un televisor a color en el que mira “alguna película buena” en La Red o en TNU. Mientras arma un tabaco, recita las satisfacciones que le dan estos avances: con la moto, por ejemplo, suele ir a Durazno a visitar a su hermana y a Molles a ver algún partido de fútbol en el boliche, y “cuando voy en moto y agarro garufa, me quedo en la casa de algún vecino y me vuelvo al otro día. Porque yo mamado no manejo ni loco”. Tiene sus propios
Carlos Reyles
chanchos, gallinas y hasta una pequeña quinta que le permiten sobrevivir, junto con los escasos 7 mil pesos que cobra de jubilación. “En la ciudad me muero de hambre, acá me revuelvo”, aseguró.
Los orígenes de Molles están ligados al poderoso terrateniente Carlos Genaro Reyles, cuya estancia El Paraíso (actualmente en manos de la familia Bordaberry) ocupaba una extensa zona del departamento de Durazno. Allegado al gobierno del colorado Venancio Flores y accionista de la empresa que proyectaba la construcción del ferrocarril, Reyles no tardó en comprar, a fines de la década de 1860, una pequeña fracción de campo donde ahora se levanta el pueblo. Ubicada estratégicamente a pocos quilómetros del casco de su estancia y junto al camino Real que unía a la villa de San Pedro del Durazno con el Paso de los Toros, Reyles pensaba influir para que allí se construyera una de las estaciones del tren que iría hasta Rivera. Y lo logró. Antes de que arribara la primera locomotora a la zona, el estanciero levantó una casona frente a lo que luego sería la Estación Molle. Su hijo Carlos Claudio Reyles, el reconocido escritor, continuó la obra modernizadora y operó como portavoz de los intereses ganaderos. Reyles, pionero en la mestización de ovinos, lideró una especie de foco ganadero progresista entre los arroyos Villasboas, Caballero y Molles, según las investigaciones del historiador duraznense Óscar Padrón Favre.1 Con la llegada del tren, hacia 1886, la casona pasó de comercio de ramos generales a hotel de paso, y en torno a la estación se fueron instalando los rancheríos de las familias de los trabajadores rurales. Por entonces entró en escena otra influyente familia terrateniente de esa zona: los Bordaberry. Hacia 1890 el Hotel Molles pasó a manos de Santiago Bordaberry, un vasco francés emigrado a Uruguay en la década de 1860. Hábil en la cría de ovejas, pasó de empleado a ganadero en pocos años, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del departamento. Al igual que los Reyles, los Bordaberry fueron fervientes defensores de los intereses terratenientes. En efecto, Molles fue sede en 1908, por iniciativa de Reyles, del primer congreso de instituciones ganaderas (el puntapié inicial de la Federación Rural creada en 1915, corporación ganadera que frenó los intentos batllistas de atacar al latifundio). Durante la primera década del siglo XX Reyles liquidó las propiedades que tenía en Molles y propició el amansamiento del pueblo en torno al hotel y la estación de tren. Las principales estancias del escritor –que sumaban 25 mil hectáreas– fueron compradas por Santiago Bordaberry en 1916. La estancia El Paraíso, la más grande, quedó en la década del 20 en manos de su hijo, Domingo Bordaberry, fundador de la Federación Rural y senador colorado riverista. Uno de sus hijos, Juan María (el dictador), heredó junto a sus hermanos las tierras de su padre y destinó una parte de ellas a fundar la estancia El Baqueano. Antes de ser ministro de Ganadería de Pacheco (1969), presidente colorado (1971) y finalmente dictador (1973), presidió la Liga Federal de Acción Ruralista que, aliada a Luis Alberto de Herrera, colocó a los blancos en el poder en 1958, por lo que también fue senador por ese partido. La familia Bordaberry –las cuatro generaciones, incluida la del actual candidato presidencial colorado Pedro Bordaberry– se ha destacado por sus cabañas, su fortuna y sus obras filantrópicas (propiciaron la fundación de la escuela y el liceo, y facilitaron un predio para que las franciscanas instalaran un colegio para jóvenes del medio rural sin recursos económicos, a cuyo lado funcionó durante muchos años una pequeña casilla en la que auxiliaban como enfermeras a un médico que atendió a los reylenses hasta que el MSP construyó una policlínica en 2001). La plaza de deportes y una de las calles de Molles llevan los nombres de los páter familia, y cuando procesaron con prisión a Juan María, en 2006, no pocos reylenses lo lamentaron.
Los contratistas, por otra parte, están de parabienes. Mario Quijano, contratista agrícola, calculó para Ajena que en la última década en Durazno pasó de haber 3 a 30 contratistas. Un estudio los caracteriza como nuevos empresarios que, sin poseer tierras, tercerizan servicios para las empresas agropecuarias.1 Si bien hay diversidad de contratistas desde hace muchos años, aumentaron los que ofrecen cuadrillas de trabajadores rotativos según las zafras. No es el caso de Quijano, quien montó su empresa a partir del embolsado de grano húmedo (sorgo fermentado para la alimentación del ganado) y logró comprar cuatro cosechadoras para atender el boom sojero. A su cargo tiene a cuatro trabajadores efectivos y Molles pasó a llamarse oficialmente Carlos Reyles cuando en 1938 falleció el escritor. En la época contrata otros cuatro o cinco en de las vacas gordas llegó a existir una sucursal del Banco Rural, peluquerías, farmacias, comercios los períodos de zafra. “El y hasta dos estaciones de servicio. La construcción de la represa hidroeléctrica de Baygorria en problema es que no hay gente 1954 aumentó el tráfico comercial e iluminó al pueblo un año después. Pero terminada la obra preparada para manejar un Molles cayó en decadencia. La supresión del servicio ferroviario de pasajeros en 1987 –en el tractor o una cosechadora, y primer gobierno de Julio María Sanguinetti– fue el golpe de gracia, quedando en el olvido las tampoco tienen conocimientos estaciones de trenes de Durazno, Santa Bernardina, Villasboas, Molles y Parish. Actualmente el que se aprenden con la pueblo es un enclave urbano rodeado de grandes establecimientos agropecuarios, sin lotes práctica”, afirma. La baja intermedios ni una zona de desarrollo suburbano para las 900 personas que, de 1963 a 2011, desocupación y las ofertas registran los censos de población. constantes hacen que la rotación laboral sea 1. Historia de Durazno, 1992, Intendencia Municipal de Durazno. permanente. Antes de terminar la zafra de la soja, hace pocas semanas, perdió algunos empleados a manos del megatambo que y su yerno miran una película por el millonario argentino Alejandro DirecTV. Ruiz no para de comparar las Bulgheroni instaló en Durazno en 2013, ventajas de su situación actual con las uno de los más grandes de Sudamérica. penurias que le tocó vivir en el pasado. Hace poco tiempo la familia de Ruiz “Cuando empecé a trabajar, se trasladó de Molles a Villasboas. como gurí no me daban ni cama, Sentados frente a la cocina a leña, su hija dormía en los pelegos de las
Ajena N4
7
Julio 2014
y equidad territorial
integración
del Estado
estatal incluye financiación para mejoras productivas (electrificación, tajamares, molinos, bombas de agua, bebederos, bancos de forraje, sombra y abrigo, etcétera), así como asesoramiento técnico en proyectos propuestos por los productores. Amanda explicó que así pudo sortear la sequía del verano de 2009: “Nos ayudó a reordenarnos, porque te fijan pautas, objetivos y plazos a cumplir. Nos asesoraron sobre qué ración convenía dar a los animales e intercambiamos con otros productores. Desde entonces nos reunimos, tenemos capacitaciones, hacemos visitas grupales a los establecimientos de los vecinos y almorzamos todos juntos. Ha sido un cambio de mentalidad muy positivo”. Pero algunas cosas siguen costando más en el campo y exigen sacrificios. Como el del hijo de 13 años de Ruiz, que hace diez quilómetros todos los días para ir al liceo en Carlos Reyles. Debe caminar los dos quilómetros de campo que separan la casa de la ruta y tomar el ómnibus interdepartamental que lo lleva a las 6 y 30 de la mañana y recién lo
TIC - OPP
estancias. ¡Y ahora tenemos hasta las ocho horas!”, exclamó. Eduardo, en tanto, duerme algunas noches en la casa de Villasboas, construida hace más de un siglo y que a pulmón ha ido refaccionando. Desde 2010 tiene luz eléctrica –instalada a medias con el patrón de Ruiz–, y hace poco adquirió una bomba de agua para sustituir el aljibe. Al fondo del predio de Amanda sigue abandonada la estación de trenes de Villasboas que supo alojar en su entorno a los trabajadores de AFE. “El tren sigue pasando pero hace años que no para”, dijo con nostalgia. Tanto Amanda como Eduardo han recibido ayuda económica y asesoramiento técnico del Estado a través de los proyectos que impulsa el Ministerio de Ganadería. “Nos ha servido mucho para estar en comunicación con otros pequeños productores de la zona. Se tendría que haber hecho antes para evitar el despoblamiento que padecemos ahora”, afirmó (ver recuadro). Destinada a pequeños y medianos productores con predios de hasta 900 hectáreas, la ayuda
devuelve a las 5 de la tarde. Y aunque no ha sufrido emergencias en Villasboas, Ruiz recordó los años en que no había policlínica ni médico permanente en Molles: “Una vuelta se me quemó la hija más chica y tuve que llevarla en taxi hasta Durazno [44 quilómetros]. Menos mal que era gente conocida y me dejaron pagar al otro día”, contó con una sonrisa.
1. Resolviendo las necesidades del capital, de M Carámbula, S Figueredo y M Bianco, 2013.
inversión pública de calidad
financiación de emprendimientos autogestionarios
Ajena N4
modernización
planificación estratégica evaluación de políticas públicas
articulación interinstitucional
el desarrollo inclusivo Julio 2014 8 Planicando y sustentable del Uruguay
Presupuestos Públicos / Desarrollo y Políticas de Inversión / Gestión y Evaluación del Estado / Políticas Territoriales
>> En la antesala de la dictadura
Esta nota aborda un tema del cual se ha hablado muy poco en estas cuatro décadas: la tortura de personas vinculadas a los partidos tradicionales en el período comprendido entre la derrota de la guerrilla y el golpe de Estado. Específicamente, se centra en acontecimientos ocurridos en la ciudad de Paysandú en abril y mayo de 1973.
En setiembre de 1972 el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN) estaba militar y políticamente derrotado. Su aparato armado había sido desmantelado y casi todos sus militantes estaban presos o en el exilio. Pero en sus casi diez años de existencia el movimiento había acumulado cierta información Txt: –confiable o no– sobre la corrupción de las élites políticas y sino más bien de naturaleza moral. Esta convicción estaba Aníbal Corti económicas del país. Consumada la derrota, la cúpula del MLN extendida entre la gente de izquierda, pero también entre los decidió usar esa información de manera sorprendente. votantes y simpatizantes de los partidos tradicionales. Aunque Cuando la formación de ese movimiento guerrillero ya estaba habría que ser muy necio para negar que la revolución cubana tuvo fuertemente instalada en la sociedad la idea de que Uruguay había una influencia notable en la definición del horizonte estratégico y los sido un país próspero ahora echado a perder, no por los errores y las métodos de acción específicos del MLN, hay que admitir también que malas decisiones que colectivamente hubieran tomado los uruguayos, ese clima cultural y de época hizo que mucha gente que no era de sino por las roscas en que estaban metidos unos pocos avivados. Que izquierda y que no necesariamente veía con buenos ojos la revolución la crisis del país no era propiamente de orden político o económico, cubana creyera –al menos al inicio– que el cambio de timón que el país necesitaba podía ser protagonizado por esa organización armada. En ese sentido, las denuncias de corrupción que protagonizó el MLN como parte de sus primeras acciones de propaganda armada le granjearon en un principio la simpatía de amplios sectores de la población. Cuando hacia mediados de 1972 el MLN había perdido ya toda capacidad real de imponer sus objetivos estratégicos por la vía militar, sus dirigentes entablaron confusas negociaciones de paz con las Fuerzas Armadas (FFAA), que inicialmente no prosperaron. El MLN, cada vez más diezmado, continuó con las operaciones Portada del militares por un breve período, diario Acción aunque finalmente fue en su edición derrotado por completo. Una del 22 de junio vez que se produjo la derrota de 1973. definitiva, la cúpula de la organización hizo otro intento de negociación
Ajena N4
9
Julio 2014
Todo lo anterior está bien establecido históricamente, aunque no sea un tema del que se hable con frecuencia. Es natural que así sea. Ni a los dirigentes y militantes del MLN que participaron del asunto ni a los militares de la época les conviene recordar estos hechos. Un argumento (una excusa) muy común para justificar la tortura dice que a veces hay que obtener información en forma urgente porque puede haber vidas que dependan de ella. En todo esto, obviamente, no estaba en juego la vida de nadie y no había ninguna urgencia. En pocas semanas las jerarquías militares desarmaron el esquema de represión extrajudicial de los “ilícitos económicos” y pusieron un punto final a la colaboración entre la cúpula del ya desmantelado MLN y las FFAA. Pero el asunto no terminó allí. Hubo por lo menos otra ofensiva (ya sin la participación del MLN) dentro de ese esquema represivo. Ocurrió a principios de 1973, en vísperas del golpe de Estado, en la ciudad de Paysandú.
con los militares. Ofreció la información que había acumulado durante esos años sobre la corrupción de las élites políticas y económicas a las FFAA para que tomaran en sus manos y continuaran ese combate. Hubo entonces (antes y después de esas negociaciones, dentro y fuera del MLN, así como dentro y fuera de la izquierda) muchos que creyeron que había una fracción de militares nacionalistas y honestos que estaba llamada a ser un factor central en el cambio de rumbo que el país requería. A esa altura algunos sectores de las FFAA se habían convencido En los meses de abril y mayo de 1973 varios funcionarios de la (aparentemente) de que la corrupción política y económica era la Intendencia Municipal de Paysandú fueron detenidos y sometidos a causa de la actividad guerrillera. En fecha tan temprana como el 23 de terribles torturas en el Batallón de Infantería N° 8 de la capital de ese setiembre de 1972, en oportunidad de un desfile militar y homenaje departamento. La situación tomó estado público merced a una público a José Artigas cuando se cumplían 122 años de su muerte, el denuncia parlamentaria que hiciera el senador colorado Amílcar brigadier general (aviador) José Pedro Jaume, en representación de las Vasconcellos. La detención y tortura de los funcionarios estuvo FFAA, dijo: “No queremos ganar sólo la batalla; queremos ganar la relacionada con el procesamiento, el 23 de abril de ese año, del guerra. Y la lucha no ha terminado ni terminará si además de extirpar intendente departamental, arquitecto Óscar M Garrasino, que era un el cáncer, no emprendemos con igual energía la tarea patriótica de veterano dirigente de Unidad y Reforma (Lista 15). El intendente había remoción de las causas de la violencia [...]. Tan enemigos son los que sido acusado de abuso de funciones y estaba siendo investigado ocultos tras un seto asesinan a mansalva o aquellos que, incapaces de también por otros cargos. El 21 de junio Vasconcellos denunció los ningún acto de valor, descargan su cobardía y su frustración sobre el hechos en el Senado y distribuyó una copia de las declaraciones ante que encuentran desprevenido e inerme. Tan enemigos como éstos, la justicia civil en que los funcionarios daban cuenta de las torturas repito, son los agiotistas, los usureros, los contrabandistas, los recibidas. Al día siguiente la bancada de Unidad y Reforma en la especuladores, los estafadores del erario público”. Poco más de un mes cámara alta solicitó la creación de una comisión investigadora. Ese y medio antes, el 4 de agosto de 1972, los oficiales de la Armada, mismo día el periódico quincista Acción comenzó a publicar los reunidos en una asamblea del Club Naval, habían sostenido ya que el testimonios que Vasconcellos había difundido en la cámara. En esa país se enfrentaba no solamente a una sino a variadas formas de primera entrega se divulgaron las declaraciones judiciales de dos subversión. Ese día los oficiales navales identificaron no menos de seis: camioneros de la comuna sanducera. “la que empuña las armas para asesinar cobardemente”, “la que El primero de ellos, de iniciales PH, había sido detenido el 28 de expolia la economía nacional”, “la que usurpa al pueblo el producto de abril por la Policía y derivado inmediatamente al batallón. Allí fue su trabajo”, “la que propende a la corrupción moral, administrativa y/o encapuchado y dejado un día de plantón. Al día siguiente fue conducido política”, “la que practica el agio y la especulación en desmedro de la a interrogatorio. Siempre encapuchado, se le hicieron algunas población”, y “la que compromete la soberanía nacional”. preguntas. “Entre ellas qué enjuague tenía yo con el El diario publicó los intendente y qué negociados teníamos en el Municipio, y yo testimonios de sanduceros La propuesta de la cúpula del MLN a los militares – les contesté que ninguno. En ese momento me pegaron en la torturados, acusados de aunque pueda parecer sorprendente– fue aceptada. Por cabeza y luego me dijeron: ‘Esta es la primera mentira que delitos de corrupción. algunas semanas, en setiembre y octubre de 1972, con nos decís’, y me mandaron de vuelta al ‘plantón’.” la asistencia de militantes de la organización –hubo quienes participaron en forma activa (algunos de ellos dirigentes muy encumbrados) y también quienes se negaron tajantemente a hacerlo–, las FFAA se dedicaron a detener en forma extrajudicial y luego a interrogar bajo tortura a un puñado de personas vinculadas a actividades empresariales y económicas consideradas sospechosas. Se trataba básicamente de gente cercana a los partidos tradicionales, sobre todo al Partido Colorado y al grupo Unidad y Reforma (Lista 15), que encabezaba el doctor Jorge Batlle. Esta campaña conjunta contra los “ilícitos económicos” fue vivida con entusiasmo –como si de una verdadera “tupamarización” de las FFAA se tratase– por varios dirigentes y militantes del MLN que se encontraban recluidos en diversas unidades militares.
Ajena N4
10
Julio 2014
Las fuentes
Al otro día fue conducido nuevamente a interrogatorio. “Fui llevado por dos soldados casi a la ‘arrastra’, pues mi cuerpo estaba entumecido, para la habitación donde se realizaba el ‘submarino’. Me hicieron sacar la ropa y me esposaron y me empezaron a interrogar, que tenía que decir a quién le vendía pórtland y mármol, y yo siempre les contestaba que nunca vendí ni pórtland ni mármol y entonces me empezaron a decir: ‘Bueno, ya nos estás tomando el pelo’, y me empezaron a propinar golpes en la boca del estómago y choques eléctricos, luego me sumergieron tres o cuatro veces en el ‘submarino’. [...] Introducían un cable dentro del agua con corriente y esto parecía que me reventaba la cabeza y los oídos y luego insistían sobre algunas irregularidades y siempre por el mismo tema.” Este tratamiento se repitió a diario durante unos quince días. Finalmente, el funcionario fue obligado a firmar declaraciones fraguadas, conducido en dos oportunidades a declarar (bajo amenazas) ante la justicia civil, y posteriormente fue trasladado a la cárcel departamental. El segundo camionero, de iniciales MC, fue detenido unos días más tarde, el 1 de mayo, también por la Policía, y derivado inmediatamente al batallón, al igual que su compañero. La suerte de MC no fue distinta. Todo su periplo dentro del batallón fue desgraciadamente análogo al de su colega. “Me ponían de rodillas en un tanque redondo, digo eso porque después lo vi, un tanque redondo de Coca-Cola, lleno de agua, me zambullían hasta la mitad del cuerpo, agarrándome la cabeza de los pelos; esa operación la repetían tres o cuatro veces, cuando salía me daban una trompada en el estómago para que no pudiera respirar. No me preguntaban absolutamente nada. Ese castigo lo recibí sin comer, sin dormir, haciendo paredón durante seis días. [...] Dos palizas de mañana y tres de tarde. [...] El séptimo día me llevaron de mañana, la hora no sé. Me dijeron que si no decía todo, lo que yo había robado, todo lo que había robado Garrasino [...], me iban a dejar ‘violeta’. [...] Como ya no podía más [...], a uno que me hablaba o me preguntaba le pedí que me pusiera lo que quisiera, que yo había robado [...] que yo había hecho de tupamaro, que pusiera cualquier cosa que yo la firmaba, pero que no me castigaran más.” Un dato interesante que aparece en las declaraciones de ambos funcionarios es el hecho de que el personal de la unidad militar les decía que los interrogatorios a que eran sometidos no estaban a cargo de integrantes del propio batallón sino de personal de la Armada. Esto, desde luego, puede haber sido una mentira. En total Vasconcellos distribuyó en sala nueve testimonios de otros tantos funcionarios, todos similares y esencialmente coincidentes con los dos ya considerados. Entre ellos destaca el de una mujer, de iniciales MR, cuyo relato viene a confirmar, por si ello fuera necesario, la saña de los torturadores. MR se presentó el 21 de abril en el batallón en compañía de su esposo porque la Policía había intentado detenerla en su casa. Ambos quedaron detenidos ese mismo día. El tratamiento que recibió MR no difiere del que sufrió el resto de los detenidos, aunque ella estaba embarazada de tres meses y advirtió de ello a los guardias. “El primero de mayo, lo recuerdo, pues era un día muy especial en el batallón. Me llevaron a la sala de interrogatorios, me pusieron una mordaza, me esposaron con las manos en la espalda y uno de los soldados me dijo: ‘Ahora vas a sentir verdades’ [sic]. Trajeron a otra persona a la que empezaron a castigar y la nombraron, por lo que me di cuenta de que era mi esposo. Cuando lo empezaron a castigar a mí me sostenían entre dos soldados, apretándome las piernas; y sentía las trompadas que le pegaban a mi marido. Y cuando lo metían en el agua lloraba y gritaba. Entonces ahí le preguntaban, que dijera todo lo que yo, Garrasino y él habíamos robado, hasta que al final decía cualquier
Ajena N4
cosa. [...] Se lo llevaron y a mí me sacaron la mordaza y me sumergieron en el agua, pidiéndome: ‘Confesá, confesá’. También me pasaban electricidad en las manos y me pegaban. Uno de ellos me levantó el buzo y le pedía al otro que me pasara electricidad en el estómago, así se terminaba el problema del embarazo y me podían hacer cualquier cosa.”
Los testimonios de los funcionarios municipales torturados en Paysandú fueron publicados por el diario Acción en entregas sucesivas a partir del 22 de junio de 1973. Si el eventual interesado decide consultar ese periódico en la versión microfilmada que custodia el Archivo de Diarios y Revistas del Palacio Legislativo (que se encuentra en el edificio anexo), se llevará una sorpresa. Estos contenidos están censurados. No están censurados los titulares de portada ni los editoriales que refieren al tema, sólo los testimonios (a excepción de uno). En general los demás contenidos del diario tampoco están censurados. Los microfilmes fueron comprados a la Embajada de los Estados Unidos de América, según informó amablemente el personal del archivo. No parece que haya habido participación alguna de la embajada estadounidense o de la estación local de la CIA en estos episodios de tortura, pero es un hecho que los microfilmes que la biblioteca le compró a esa embajada fueron censurados en lo que respecta a este tema. El archivo cuenta sin embargo con un respaldo en papel libre de cualquier censura. Un resumen de esos testimonios fue publicado por el semanario Marcha en su emblemática edición del 30 de junio de 1973 (la del famoso titular de portada “No es dictadura”). Éstos fueron incorporados también, en un apéndice documental, a la reedición de Febrero amargo de Amílcar Vasconcellos que la editorial Arca publicó en 2010. Esta edición es difícil de conseguir, y cabe consignar que es bastante defectuosa y descuidada, y en lo que atañe a los testimonios en sí, está llena de erratas (que se deben, sin dudas, al hecho de que los textos habrán sido levantados del original mediante técnicas de reconocimiento óptico).
La solicitud de crear una comisión investigadora que estudiara los hechos, que había sido presentada por los senadores de Unidad y Reforma, fue aprobada en la cámara alta en la tarde del 26 de junio de 1973. Como es obvio, esa investigación nunca se llevó a cabo. Por esas horas el presidente Bordaberry firmaba el decreto que disolvía las cámaras. ¿Había personal de la Armada en abril y mayo de 1973 en el Batallón de Infantería N° 8 de Paysandú torturando a civiles por presuntas irregularidades en la comuna de aquel departamento? ¿Por qué estaban allí, en caso de que estuvieran? ¿Por qué las FFAA estaban tan interesadas en inculpar al intendente Garrasino en hechos de corrupción? ¿Todo ello fue parte de la operación para desprestigiar a los políticos y preparar el golpe de Estado? ¿Tal cosa era necesaria, a esa altura del partido, cuando después de los sucesos de febrero de ese mismo año las FFAA habían conquistado ya en los hechos buena parte del poder político que se proponían obtener? Ninguna de estas preguntas tiene respuesta al día de hoy. La historia se olvidó en buena medida de estos acontecimientos, considerados quizás menores. Sin embargo, estudiarlos ayudaría a entender mejor el camino que recorrió la democracia uruguaya, en forma lenta pero constante, para convertirse en una dictadura.
11
Julio 2014
Clic
C
omo una serpiente furiosa en este verano de lluvias, la Villa lucía todo su esplendor.
Cuentan que hace mucho tiempo en el Baño de la India la joven Yagua-Pitá se bañaba en la laguna que forma la cañada. Un día un muchacho llamado Carapé la descubrió y comenzó a espiarla. Luego de un rato, escondió el quillapí que ella Txt y Foto: usaba para cubrir su cuerpo. Yagua-Pitá, avergonzada, Manuela Aldabe permaneció largo tiempo en el agua a pesar del frío del invierno, hasta que finalmente murió. Todos en la tribu salieron a buscarla, y la encontraron flotando en la pequeña laguna. Carapé, muy dolido, contó lo que había sucedido al cacique Yrivú, padre de la joven, quien furioso y avergonzado por no haber cuidado mejor a su hija mandó ajusticiarlo, para que la historia nunca fuera olvidada. Hoy se dice que Yagua-Pitá se baña en la laguna, espiada por Carapé transformado en cerro, y que el cacique Yrivú es ahora un cuervo que vigila desde arriba la comarca. Los lugareños me relatan la historia y señalan, en lo alto del cerro, un cuervo volando en el cielo. Bajando por la sierra abriéndose paso entre los arbustos, se puede escuchar el bullicio del agua que corre hasta encontrar la cañada, y así seguir el hilo cristalino, entre piedras, peces y renacuajos tan grandes como para dudar si se trata de futuros sapos o si bien son lagartos. Allí se forman pequeñas piscinas casi heladas que al mojar los pies me recuerdan la existencia de cada uno mis poros. Andar con la cámara fotográfica es un desafío, no sólo porque algunas rocas se mueven a pesar del tiempo inmemorial que llevan ahí, sino porque las imágenes constituyen un todo armonioso que casi no se puede segmentar. Se hace difícil elegir qué dejar y qué poner en este rectángulo que en el mejor de los casos sería una pintura inacabada, ya que la magia del lugar es casi imposible de capturar. En tal encrucijada teórica, y con miedo de producir postales conocidas, sólo evocar a un maestro pudo darme respuestas, y así, descalza entre los pastos verdes y el agua helada, recordé las palabras del famoso fotógrafo Minor White: “Mientras crea, la mente del fotógrafo está en blanco. Debería añadir que esta condición se da sólo en casos especiales, principalmente cuando se buscan imágenes. Mientras el fotógrafo está en esta condición, hay algo que le impide descarrilarse, que le impide caer por las alcantarillas o incrustarse contra los parachoques… Es un estado mental muy activo, un estado mental muy receptivo, listo para en cualquier momento atrapar una imagen, sin tener sin embargo una imagen preformada. Tal estado se asemeja al de una película virgen: parece inerte, pero es tan sensitiva que una fracción de segundo genera vida en ella (no sólo vida sino una vida)”. Transportar sus palabras urbanas a la naturaleza serrense no podía ser muy complicado, las alcantarillas encajaban perfectamente con las rocas de la cañada, los parachoques con las ramas que cortaban el camino... La subida, o la bajada –depende si miramos desde el Observatorio o desde la represa–, se volvió entonces más interesante. El objetivo, más allá del lente, era lograr la mente en blanco, fundirse en el lugar y dejar que el propio paso del agua comenzara a dibujar. El tiempo pasaba y el día tocaba el zenit. Incansable, casi quemándose con el sol, un cuervo seguía dando vueltas en el cielo, vigilando la cañada como si en ella se escondiera un gran tesoro. Entonces lo sencillo, lo insignificante, aquello que casi no se ve fue la única intención que tuve en cada disparo.
Ajena N4
12
Julio 2014
Fuentes: Entre valles y sierras, de Andrés Nogara, en www.villaserrana.info “El ojo y la mente de la cámara”, de Minor White, en Estética fotográfica; selección de textos: Joan Fontcuberta (org.), Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1990.
Ajena N4
13
Julio 2014
Parajes insospechados >> Cufré y sus picapedreros “gringos” faltarles a estos europeos en tierras criollas, pero el vino jamás. Más tarde la pólvora da un respiro al oído y se escuchará la bocina del próximo tren que llega escupiendo vapor. Luego de luchar con la última carga los trabajadores vuelven a sus ranchos a descansar, la jornada laboral ha terminado.
G
Txt: Tania Ferreira Fotos: Federico Gutiérrez
uiseppe y Francesco detienen unos minutos el corte del granito para ir a buscar agua al arroyo Cufré, al pie de la cantera. Festejan por dentro la idea porque el cuerpo no aguanta más, y aprovechan para refrescarse la cabeza con el agua turbia que baja. La jornada arrancó a las siete de la mañana y todavía quedan otras largas horas hasta que caiga el sol. De tantas idas y vueltas han marcado un trillo en la losa de granito gris. Marcada está la losa y cuarteadas las manos de cortar la gran roca con mechas y martillos, delineando a regla y tiza. Marcada está
también la espalda de tanto subir los grandes bloques a los vagones del tren, rodando la piedra sobre unos troncos de eucalipto, sirviéndose de barretas y palancas, pero siempre usando su propia fuerza como motor. Las explosiones de pólvora rompen los vidrios de la escuela allá en el pueblo, distante a unos dos quilómetros. Andan a los gritos: los estallidos los han dejado medio sordos, y además todo el mundo sabe que el idioma de los tanos no está hecho para susurros. A la hora del almuerzo cantan y beben el vino traído desde el pueblo, porque la leche podrá
La cantera de Cufré. Hoy sólo se ve una casona abandonada, unas piedras a medio cortar y el granito solapado entre tanto liquen.
Ajena N4
14
Julio 2014
La verdad es que la cantera de Cufré lleva ya veinte años cerrada. Hoy sólo se ve una casona abandonada, unas piedras a medio cortar y el granito solapado entre tanto liquen. Un paraje perdido en el campo sin rastros de sus antiguos trabajadores. El musgo va cubriéndolo todo y sólo destaca un muro enorme y gris que impone límites a la vista. Aguzando la imaginación se puede ver a Guiseppe y Francesco trabajando junto a otros 200 inmigrantes, allá por 1920 cuando abrió la cantera. Alemanes, austriacos, italianos, judíos, nazis, anarquistas y católicos rajaron esas enormes rocas bajo la mirada igualmente cortante del capataz de apellido Labandera. La necesidad del tren para llevar el granito gris extraído de la cantera hacia Montevideo –material usado en la escollera Sarandí y la base de la Torre de las Telecomunicaciones– fue lo que dio
nacimiento al pueblo de Cufré hace 116 años. Otros trabajadores, también europeos, tendieron las vías y la estación de AFE se convirtió en el centro; las locomotoras hicieron el resto para que brotara el pueblo, igual que tantos otros poblados que nacieron, vivieron y también murieron en relación de dependencia con el ferrocarril. El pueblito tomó el nombre del arroyo y éste de un faenero de tiempos de la conquista de apellido Jofreé, que los locales tradujeron al criollo: Cufré. Hoy tiene unos 300 habitantes y a él se llega haciendo 130 quilómetros por la ruta 1 y luego otros 23 campo adentro hasta la zona en cuestión. Esta región perdida de Colonia siempre vivió de los yacimientos, la ganadería y la lechería, porque el suelo no permite que se lo escarbe más de unos centímetros sin que aparezca la roca, impenetrable y malhumorada, impidiendo las tareas agrícolas. La cantera de Cufré funcionó durante dos períodos: de 1920 hasta 1942 primero, con trabajadores europeos. Reabrió luego en los años 70 y hasta entrados los 90, de la mano de un dueño extranjero conocido como “el japonés”. En esta etapa se modernizó incluyendo una grúa enorme para levantar las piedras (hoy sólo queda la base corroída) y un generador de energía que se alimentaba de la fuerza del arroyo. Cuando el tren dejó de pasar las piedras fueron trasladadas por camiones. La cantera cerró definitivamente en los años 90 porque el granito comenzó a poblarse de carbón y eso provoca que la piedra se parta, quedando inútil para su uso. No existen documentos de la época y una capa de musgo denso cubre también los recuerdos de los cufrenses: hay que buscar a los más veteranos. “Los días de cobro se armaba cada lío… siempre se armaba lío entre ellos en el boliche del pueblo”, revuelve en su archivo personal Ángel “Mulato” Ferreyra, que en diciembre festejará sus 90 años con un gran asado con cuero. Después de vivir toda una vida en Cufré trabajando como policía, hoy reside en
Nueva Helvecia. Siempre de sombrero y sable en mano, por aquellos años le tocaba ayudar al comisario saltando alambrados para dispersar las escaramuzas de los gringos medio mamados. Por las noches el Mulato se dedicaba a vichar a escondidas el “Libro de filiaciones políticas” de los inmigrantes, guardado bajo llave en la comisaría: Partido Nacional Socialista Alemán: tantos. Anarquistas: tantos otros. Comunistas y Socialistas: otros más… Una gruesa lista para la que ya no hay nombres en el recuerdo. Cuando
“¿Adónde vas, Vasco? En verano el pequeño lago Me voy a ahorcar a la que está al pie de la cantera cantera. Pues marche es el paseo de los con cuidado”, se cufrenses. confió el Mulato conversando con uno de los trabajadores. “Y fue y se ahorcó nomás. Qué le vamo’ a hacer, era vasco…”, finaliza el tema. Tiempo después otro de los trabajadores se empastilló y se tiró al arroyo. Y después de él siguieron otros. Es que además de los accidentes laborales de aquella época (varios dedos cortados por las rocas, algunas costillas rotas por proyectiles de granito lanzados por las explosiones, la piel de algún pie arremangada por un bloque), muchas son las historias de inmigrantes que decidieron terminar con su vida, sin causa aparente, en el lugar de trabajo. Y es curioso pero hasta hoy los suicidios afligen al tranquilísimo pueblo Cufré, incluso hay varios casos recientes de chiquilines muy jóvenes.
Cuentan los pobladores que en la casa de al lado de la cantera –durante mucho tiempo hogar del viejo Labandera y su familia– se mueven los Con el material de la cantera se Uruguay rompió muebles, y los dueños actuales construyó la escollera Sarandí, y relaciones con la ya la han hecho “limpiar” también la base de la Torre de las Alemania nazi en 1942, varias veces con curanderos, Telecomunicaciones, de Antel. la cantera, cuyo dueño curas y rabinos. Deben ser los era germano, cerró y difuntos Guiseppe, Francesco y los trabajadores se dispersaron por no se el Vasco haciendo picardías en la casa del sabe dónde. “Esos italianos estaban hechos capataz. O tal vez sea que la mismísima para hacer fuerza, tenían oficio en la tierra tiene memoria y tiembla sola, aun piedra”, recuerda por su parte Santiago después de 20 años. Cabrera (83 años), que hoy no da crédito del esforzado trabajo de esos hombres.
Ajena N4
15
Julio 2014
Perfil
Francisco Oyambure más allá de Isla Patrulla
Francisco Oyambure: alambrador, monteador, tropero, chacrero, esquilador, guasquero, carrero, cocinero y domador.
Toda vida es digna de ser contada. De eso saben los Ignacios –Bajter e Iturrioz– que retratan aquí a Francisco, hombre de risa profunda y mirada aguda, baqueano de mil oficios. Estirpe en extinción, y habitante de un pueblo donde sólo quedan “los obsoletos, los locos pacíficos, los capciosos, pocas mujeres”.
Ajena N4
16
Julio 2014
Perfil //Francisco Oyambure
A principios de mayo aún se hablaba de lo que había pasado hacía semanas: dos desconocidos entraron al atardecer en uno de los almacenes del pueblo, amenazaron y ataron a quienes atendían, cargaron cigarrillos, whisky y dinero y huyeron en moto por la peligrosa, empozada ruta 98 que separa a Isla Patrulla de Treinta y Tres. Los ladrones no tardaron en ser “prendidos” y en el pueblo quedó la idea de que el almacenero se había entregado con demasiada facilidad a la amenaza de un supuesto Txt: revólver de juguete y un cuchillo. Francisco Ignacio Bajter Oyambure, habitante de “la Isla”, seguía la historia Fotos: desde un rincón y hacía comentarios concisos, Ignacio Iturrioz desinteresados: “El malandraje es pícaro”. Para cerrar esa historia dijo que “el tema del comerciante es morir o matar”, y contó (con una risa rotunda y entrecortada, potente y profunda como su voz) las indicaciones que le dio al almacenero: dónde llevar un arma y en qué momento gatillar. El buen hombre, que en el suceso había perdido tres revólveres viejos, estaba sorprendido por la idea, que tomó en serio, y exclamaba: “¡Regio!, ¡soberbio!”. Francisco había entrado tarde en la conversación sobre el robo del almacén y quería salir. Obligado, fue la única vez que se refirió a algo cotidiano en la vida del pueblo y con poco mostró su temperamento. Ya que el tema casual del encuentro era concreto, pasó a hablar del trabajo de conseguir en la ciudad un reloj Hokusai (“¿los conoce?”) y de la falta de bombachas en las tiendas: “Usté las busca y no las halla”.
En Isla Patrulla hay pocas casas, espaciadas, repartidas en quince manzanas. El entorno está abierto a la extensión de la campaña. Desde la altura de la ruta el horizonte da al noreste, a los campos que a lo lejos parecen un misterio. El pueblo tiene alrededor de doscientos habitantes y el ruido, esporádico, lo genera el paso de los camiones que suben caliza a Brasil. En la Isla quedan pocos: “los obsoletos, los locos pacíficos, los capciosos, pocas mujeres”, dice Oyambure, observador privilegiado desde la línea donde Isla Patrulla se acaba. La conversación fue haciéndose de lugares y gentes que ya no existen. “Ahí vivía Damiana Cruz”, y señala un espacio vacío, un fondo con una trama de árboles. El hombre no pierde las referencias del lugar, baqueano, y se desplaza en el tiempo. No es alguien de historias cerradas sino de episodios abiertos, de imágenes que junta para sostener y hacer apacible la vida del presente. Salió de su casa “con una maleta al hombro”, y ha vuelto, desde entonces, a este lugar de partida. Llama a las tierras por sus nombres y da la idea de que reconoce por olfato los campos más allá de Isla Patrulla: “Puntas de Leoncio, rumbo a Vergara, Rincón de Ramírez y después los brasileros”, enseña camino a su casa.
“Soy arisco –había dicho al rato de presentarse–, no me entrego.” No era cierto a la hora de hablar, de crear intimidad. Francisco pasó la tarde y buena parte del otro día “proseando” sin pudor sobre temas provechosos, riéndose con franqueza y docilidad. Sabía que en el principio de nuestro trato estaba la serie de fotografías de Ignacio Iturrioz, que esos retratos eran el motivo de la visita de un extraño al que recibía con hospitalidad en su rancho, obra manual de barro y ladrillo, con techo de paja. Él mismo contó el origen de una amistad perdurable: en 2009 Iturrioz llegó a Isla Patrulla, con su cámara de fotos, y en el pueblo se sospechó que era un espía. Estaba instalado el rumor de que había oro en los alrededores. De manera retumbante Francisco se ríe de la ocurrencia, la fantasía ajena. Para él fue simple: conoció al fotógrafo y no tardó en darle cobijo. Quedaron atrás los tiempos de entrar en la noche hasta el amanecer, de tomar caña y fumar tabaco negro, y ahí está el hombre, íntegro, igual a hace unos años, ahora fiel a su buena salud. “No hay vicio, hay costumbre”, dice. Este parece el mejor lugar para conocer a una estirpe en extinción y para describir, en las apreciaciones de un habitante, el cauce de un pueblo de modesto pasado y dificilísimo porvenir.
El domingo a pleno día Oyambure está lleno de proyectos. Camina por la “avenida Uruguay” (una recta que cruza por un costado del rancho, trazada entre dos alambrados, húmeda, llena de pasto crecido) y dice que habría que hacerla doble vía, con un jardín al medio, “un bulevar”, se burla.
Ajena N4
Como la conversación había empezado imprevistamente por un caso policial, le pedí historias de armas, no muy lejos, que ahora recuerde. Habla de una muerte alevosa, por la espalda, a fuego, originada por el orgullo, y de otra por rencor y dignidad, de frente y a filo. Pasa por la galería de “los viejos guerreros de antes”, un relato que incluso es familiar (su abuelo le dio un tiro al bisabuelo) y en el que nada nunca es porque sí, sino que todo se levanta en la fuerza de un argumento. Como los hombres entrenados en matar a un animal, Oyambure piensa la justicia como una relación entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se piensa y cómo se procede. No deja de observar el porqué de actitudes y de palabras, la manera que toma aquello que alguien decide hacer, la naturaleza de un acto. La reacción feroz del negro que recibió una cachetada de un capo de estancia está bien; la reacción trágica de un marido engañado, contra su mujer y el amante, está mal. Rebelarse, cortar amarras está bien; despreciar y molestar a la gente está mal. Pesar todo, de manera constante, es su modo de vivir con los pies sobre la tierra y de mantener la buena fe.
17
Julio 2014
¿Por qué tanto empeño en buscar un reloj pulsera cuando mide el día por la luz? El hombre está hecho del hábito del madrugón y del trabajo. Este año Oyambure cumple 50 de vida independiente. A los 11 dejó su casa y se largó a los más variados y discontinuos oficios. ¿De dónde eran sus padres? Va hasta la puerta del rancho y responde por sus antepasados. Señala una casa, que se ve no muy lejos: “Ahí nació y se crió mi madre, con mis tías”. Más tarde habla del padre, anciano, solo, que vive cerca de allí. Para Francisco todos los lugares del mundo, incluido el suyo como origen, están a la vista y son pocos. Treinta y Tres aparece como una posibilidad de encontrar algo, y el resto es nada, tal vez un recuerdo, algo que no preocupa ni existe. Lo importante de vivir en el límite que separa al pueblo de la intemperie es la vastedad del campo.
El hombre está hecho del hábito del madrugón y del trabajo. Este año Oyambure cumple 50 de vida independiente.
Ajena N4
18
Hasta no hace mucho lo importante era hacerse fuerte en el trabajo, tener voluntad y dureza. Oyambure es pasional, alegre y claro. Habla del campo como una forma de ser y de arreglarse, dignísima, no como una extensión de tierra cuyo futuro es “forestación y minería”. “Esto se va a liquidar, se va a acabar”, dice. Si se siguen sus previsiones, razonables, se puede suponer que un pueblo como Isla Patrulla está condenado al olvido: su razón de ser era un mundo que está casi liquidado. “Ya no queda el que junte ganao, el que enlace una vaca”, dice Oyambure. Quedan uno o dos de aquellos (la frase es de Javier de Viana) “cien gauchos viejos curtidos a guascazos en las perrerías de la vida”. Los jóvenes hábiles para el trabajo, que salieron de peones, fueron reclutados por una metalúrgica de Montevideo. Los echa en falta y los distingue del común uruguayo, de la numerosa clase de “haraganes y comodistas”. Francisco ha pasado de campo en campo como el peón en un tablero de ajedrez. Y lo ha hecho todo: alambrador, monteador, tropero, chacrero, esquilador y guasquero (“trabajo en cuerda, pa’ decirlo suave”), carrero, cocinero y domador. Hizo de todo, “menos robar”, una vez que se largó de “cotorrero”. “No pongas eso, decí ‘corredor de loras’”, dice. El trabajo de ahuyentar la plaga fue una tarea que asumió en la chacra de Casiano Fuentes. Los nombres que circulan en la conversación de Oyambure, como las canciones y los recitados que tiene en mente, son desconocidos más allá de la línea Isla Patrulla-Treinta y Tres, parecen tener poca densidad cultural fuera de su memoria: Curbelo (payador), Pereira (cantor), Luca López (guitarrista), otros (larga serie) no anotados. Le pregunté si había escrito algo, alguna vez, y buscó unas décimas que un primo le dedicó a su abuelo, el hombre que disparó el revólver contra el suegro. Con la ventaja de quien vive rodeado de lo esencial, Francisco encontró rápido el papel, le puso la vista y se quejó de haber perdido “memoria y visibilidad”. Habló de la época de las reuniones en las que se cantaba y se tocaba la guitarra (“todos eran buenos”), en la que se buscaba, si estaba cerca, la inspiración del admirado, ya desde joven, Numa Moraes: “Dame letra, reventao”, le dijo alguno. Cuando entró en la atmósfera de las canciones había caído el sol y era la noche. Leyó de una hoja a la que llegaba, apenas, la luz de una lamparilla blanca que se alimenta de un panel solar clavado en la tierra. Desde afuera del rancho esa luz se veía potente; desde adentro, baja, escasa, débil, tragada por la oscuridad del campo. A las 6 de la tarde éramos unas cabezas que se adivinaban, voces que iban de un lado a otro en la cocina de un lugar acogedor. Oyambure hablaba con vivacidad y si quería simulaba, con alta precisión, el sonido y el espíritu del portugués de los gauchos riograndenses. A esa altura hablaba de los tiempos de contrabando artesanal, una tarea de días a
Julio 2014
Perfil //Francisco Oyambure
caballo. Las formas de mover caña y azúcar desde la frontera eran las mismas del XIX, aunque corrieran los años setenta del siglo pasado. El viaje de ida era una aventura y el de la vuelta un riesgo. Sabía de los procedimientos duros de la Policía Federal de Brasil, fuerza que extendió la fama de aplicar su ley. “Nunca tuve un problema con un milico –dice–, ni de un lao ni del otro.” No había manera de salir (ni de aburrirse) entre el vaivén de las andanzas solitarias, lejanas, y la vida que se ponía por delante. Oyambure pasaba de la organización de los sobrevivientes ilegales, contrabandistas hace cuarenta años, a los signos de las especies de pájaros que daban vueltas por el plantío de la quinta. Sus observaciones eran agudas como la de un naturalista y las curiosidades que recibía de vuelta carecían de rigor. Varias veces dijo que el animal, sobre todo el caballo, “es como el cristiano”, manso si se lo trata con dedicación y afecto. Francisco encontraba cualquier ocasión para despachar simpatía y para reírse con generosidad, como si todo no fuese más que la comedia del hombre atacado por la naturaleza. Toda salida, toda solución es poética, armada a partir de una gran curiosidad. Le quedó grabado aquello de que el gato es “el ave que caza ratas”, y explicó, yendo a lo práctico, que si un pájaro o un insecto se ensaña con una planta él le sigue los pasos, estudia sigilosamente sus movimientos. “La gente l’erra cuando dice que la hormiga come. La hormiga no come, traslada, vive del gas que produce lo que carga.” Compartió la receta de un
remedio anestésico para calmar el dolor de muelas (mezcla de tierra de hormiguero con agua y sal). “Por eso en África querían llevar hormigas de acá, ¿nunca oíste?”
Habría que ver cuál es la ocupación mental y afectiva de un hombre que vive solo en la orilla del campo. Si baja el sol y no hay visitas prende la radio y escucha una emisora de Treinta y Tres. El aparato parece archivado, inútil, separado de los hábitos del rancho. Es difícil imaginar a Oyambure quieto, escuchando radio. Es probable que si baja el sol y no hay visitas cocine y duerma, ajeno al sonido de la radio y de la noche. Antes del amanecer es seguro que ha vuelto a poner en marcha el mate y las investigaciones caseras. A media mañana está vestido con pulcritud, prolijo, nos ve saltar los pozos y avanza hacia nosotros, en las cercanías de su casa, con un sentimiento efusivo. Camina, da indicaciones, improvisa señales. Al atender a su alrededor, con las manos en la espalda, el mundo se le revela: “¿Aquella nube qué significa?”, pregunta, mirando a lo lejos. Ayer había dejado sin explicar su regla primera, salir al campo antes de que aclare, y había pasado rápido, sin detenerse, por un melindre con las vacas: no ordeñar a
“¿Aquella nube qué significa?”, pregunta mirando a lo lejos. Ayer había dejado sin explicar su regla primera, salir al campo antes de que aclare, y había pasado rápido, sin detenerse, por un melindre con las vacas: no ordeñar a la luz del sol.
Ajena N4
“Soy arisco –había dicho al rato de presentarse–, no me entrego.” No era cierto a la hora de hablar, de crear intimidad.
19
Julio 2014
Es probable que si baja el sol y no hay visitas Francisco cocine y duerma, ajeno al sonido de la radio y de la noche.
la luz del sol. Queda mucho sin conocerse a fondo porque este encuentro se da como una posibilidad a futuro (habrá con el tiempo otras visitas, nos encargaremos de “traer gente al rancho”). Mientras tanto se suman retratos y recortes del paisaje. A Francisco le gusta ser fotografiado y para eso es desenvuelto como los brasileros. Podría rendir (el fotógrafo lo acepta) en una película sobre la artesanía y la voluntad de un hombre que pasa apenas los 60 años y para pensar es rápido como una liebre. Está en la línea de algunos personajes de Morosoli, incluso, de a ratos, de Quiroga. El domingo a pleno día Oyambure está lleno de proyectos. Camina por la “avenida Uruguay” (una recta que cruza por un costado del rancho, trazada entre dos alambrados, húmeda, llena de pasto crecido) y dice que habría que hacerla doble vía, con un jardín al medio, “un bulevar”, se burla. Nos lleva a ver la Golondrina, que domó su nieto, de 12 años, y no deja de hablar con un pasto en la boca: “A Facundo le tiraron la petisa y la terminó domando. Salió dedicao pal’ caballo”. Vuelve a la quinta y muestra dónde enterrará cada semilla. De la última cosecha, antes de enfermarse, guardó cabezas de ajo del tamaño de un puño. Cuando se recupere hará dar vuelta la tierra y volverá a empezar, se plantará en la espera, estudiará los pájaros y adivinará tormentas. Hará todo con modestia y amor propio “pa’ no ser un tipo abandonao”. Se cultivará como el suelo y se entregará a su virtud. Ser preciso y “hablar bien”, con una elocuencia a la vez parca, es todo. Pero el paréntesis de la conversación aquí no se da siempre. El tiempo largo es de la soledad. —Si me pongo a pensar mucho me complico la vida, ¿viste? Si pensás mucho la quedás. —¿El problema es qué hacer con los pensamientos? —El problema es que si te ponés a pensar se te originan problemas, te hacés imaginaciones que no es... Y tas obligao a resolver el problema que se generó. —¿Y cómo detiene eso, cómo deja de pensar? —Salgo a caminar, me distraigo… Yo a esta etapa (lleva un poco más de 20 años) la supero así: camino, voy a la casa de un amigo, que acá es muy contao… —¿Y qué pasa cuando vuelve? —Es bravo… no es muy bueno. El cristiano solo solo no pasa
Ajena N4
20
Julio 2014
Perfil //Francisco Oyambure
bien. Hasta pa’ comer es bravo. A la manera del fotógrafo, a quien tiene al lado, Francisco Oyambure lleva la mirada más allá de sí. Y afuera no se pierde: puede llegar a cualquier parte y hacer el camino de regreso. “Despejarse” es observar con lentitud, mientras dura la luz, un caballo, un pájaro, una piedra. “Hay que hacer así mismo si no la cosa es brava”, dice. Una lamparilla y una linterna alcanzan, al final del día, para contener la oscuridad.
La casa de Francisco en Isla Patrulla. Una obra de barro y ladrillo, con techo de paja.
- ebre n - erupció atorios as respir m to ín s r tro ocula re r lo o d scular lar o mu u ic rt a r - dolo
recordarle un médico y a ta ia d e m n forma in - consultar e nte de viaje amento de el antecede ISA (Depart V E D a te n e no r rápidam gía) al teléfo lo io m e - comunica id p E ión n Salud, Divis ónico: Vigilancia e correo electr r o p o s) ra o as 24 h 2409 12 00 (l Ajena N4
21
Julio 2014
Txt: Victoria Vaz // Ilustración: Daniela Beracochea
Futuro Interior
D
esde que el ritual de la despedida se convirtió en la única compañía cada mes y medio, emergió con fuerza en mí la necesidad de sentir que pertenezco a algún lugar. La realidad es mucho más compleja que la dicotomía Montevideo-Interior que plantea el modelo que conocemos de país, pero pecaría de mentirosa si ignorara que es bajo ese paradigma que construimos parte de nuestra identidad. Los provincianos de este punto del mapa que se encuentra bien al sur se acurrucan, porfiados también, al sur. El resto fue disperso, cuentagotas mediante, por zonas aledañas y, pese a la pequeñez del viejo y querido Uruguay, las prácticas y los hábitos se dispersaron también, como la composición del país. A partir de tal desparramo es que se construye la idea de “afuera” de Montevideo, producida y reproducida por los montevideanos, así como aquella “del Interior”, en referencia a los que viven fuera de la “metrópolis”. Ideas asumidas y defendidas desde el discurso como parte sustantiva de la identidad. Si trajéramos a un extranjero a conocer nuestra pequeña gran aldea seguramente asumiría, a priori, que no somos otra cosa que pocos y buenos vecinos, y preguntaría, exaltado, ¿por qué tanto trabajo en querer separarse si las vacas y los campos dan en abundancia para todos? ¿Por qué se entrevé tanta carga en eso de ser de afuera o del Interior, si en realidad las distancias geográficas son absurdas? ¿Montevideo no era “colonia” de Buenos Aires? ¿Por qué, entonces? Porque pese a no reproducir más que viejos, necesitamos de ese quiebre para poder organizarnos, para entrar en conflicto y así pertenecer a algún lugar. Un quiebre que tampoco es una ocurrencia ingenua de alguna de las partes sino todo lo contrario, en buena medida explica el porqué de las rispideces. Nacer fuera de Montevideo es ir de atrás. Es que las cosas lleguen con cierto retraso, o que directamente no lleguen nunca, es
Ajena N4
la falsa autonomía de los entes públicos locales, es el abandono, es el no tener nada que hacer. Es la mirada de los expertos empapados de saberes académicos que diseñan políticas para poblaciones que no transitaron los mismos caminos que “los hombres de ciudad”. Es, sobre todo, problematizar falencias a nivel de país que determinaron tu trayecto de vida. Pero el mundo ya es otro, al fin y al cabo ni el hombre del Interior está tan lejos (y menos aun sigue ordeñando vacas), ni el montevideano es el hombre de ciudad que cree ser (aunque en esta oportunidad lo dejaré tranquilo con sus aires europeos importados, con la absurda fantasía en cuanto a la heterogeneidad de la población y el carácter “cosmopolita” de la querida Montevideo). No obstante lo anterior, estoy convencida de que en el fondo sabe que no es más que ilusión, y asume tímidamente que ese modelo terminó por marearlo con los aplausos. Terminaré por darle la razón al extranjero que inventé hace un rato, y le diré que Montevideo es la colonia o provincia argentina que no ha sido reconocida aún. De todos modos, porfiados y a paso lento, todos, provincianos, seguiremos jugando a la centralidad y a la Montevideo metrópolis por algún tiempo más.
22
Victoria tiene 21 años y nació en Melo, Cerro Largo. Al terminar el liceo se trasladó a la capital para estudiar sociología en la Universidad de la República. Trabaja en la fundación Niños con Alas y es profesora “de oficio” de inglés, de historia o “de lo que se necesite”.
Julio 2014