El Boulevard #12

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12 A帽o 3 / Marzo de 2014 Revista de distribuci贸n gratuita www.elboulevard.com.uy


EQUIPO: Consejo Editorial: Juan Manuel Chaves, Federico de los Santos, Denisse Ferré, Sergio Pintado Edición de fotografía: Agustín Fernández Ilustraciones: Silva Bros. Diseño y diagramación: LATERAL.com.uy Colaboran en este número: Diego Recoba, Carolina Bello, María José Olivera Mazzini, Gerardo Ferreira, Javier Zubillaga (textos), Uni (ilustraciones). Las opiniones vertidas en los artículos son exclusiva responsabilidad de los autores. Los contenidos de El Boulevard pueden ser reproducidos con libertad y sin fines de lucro citando el nombre del medio y del autor. www.elboulevard.com.uy info@elboulevard.com.uy /elboulevarduy

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Proyecto seleccionado por Fondo Concursable para la Cultura – MEC


50 años de Sonora Borinquen

Viviendo de Diego Recoba y Agustín Fernández persiguen a la Borinquen en fiestas y bailes desde hace más de un año. Todo empezó con una primera crónica sobre una noche con la banda* y hoy concluye en un libro que se publicará en mayo: ¡Hasta Borinquen! Cincuenta años de La Decana. En esta nota Recoba hace un repaso de la historia de esta orquesta.

* “El alma de neón” publicada en la diaria el 24 de agosto de 2012

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PLENA Por Diego Recoba

La historia de la música tropical uruguaya supera ya los 60 años. En aquel momento, orquestas de música centroamericana llegaron a Uruguay, un país con moneda fuerte, para motivar con sus ritmos al público y los músicos uruguayos. Grupos como Lecuona Cuban Boys o Sonora Matancera o solistas como Xavier Cugat habían logrado, con sus actuaciones, que aquellos que concurrían a los bailes montevideanos se interesaran en ritmos como la guaracha, la cumbia o el son. Pero son dos los hechos que lograron que esos ritmos prendieran de modo fuerte en los consumidores locales. En primer lugar, la formación de la orquesta de Pedro Ferreira, que cautivaba no solo por su calidad interpretativa sino por su repertorio de plenas y otros ritmos centroamericanos y una para la época extraña mezcla con el candombe y hasta con influencias tangueras. En segundo, el furor que generó la llegada de discos de Cortijo y su Combo, una orquesta

portorriqueña liderada por Rafael Cortijo, que fundamentalmente tocaba una plena que enganchó rápidamente a la gente y fue interpretada de inmediato por la orquesta de Ferreira. Incluso hay temas que son tocados en la actualidad por las orquestas como “Lo dejé llorando”, “El negro Bembón” o “Déjalo que suba”.

Cuando el fenómeno llevaba un par de años surgió una orquesta cuya historia sirve para repasar las idas y vueltas de la música tropical local: Sonora Borinquen, que este año festeja su 50° aniversario. Carlos Goberna siempre quiso ser cantor. Desde jovencito probó con diferentes proyectos musicales mientras trabajaba en la administración de una fábrica. Formó parte de orquestas de jazz (no tocaban ese ritmo sino que eran denominadas así las orquestas que tocaban diversos ritmos), de samba y finalmente, por consejo del conoci-

Jóvenes alientan a la Sonora Borinquen durante una presentación en en “Macarena DiscoPub”, en Ciudad Vieja, Montevideo. / Foto: Agustín Fernández, julio de 2012. 3


A diez años del primer Pilsen Rock

Carlos Goberna durante una presentación en “Macarena DiscoPub”, en Ciudad Vieja, Montevideo. Foto: Agustín Fernández, julio de 2012.

do empresario de locales bailables Coco Bentancur, se largó a formar una sonora. Siguiendo la tendencia de las orquestas de entonces de ponerle nombres relacionados al trópico, e inspirado en un bolero de Pedro Vargas titulado “Lamento borincano”, decidió llamarle Borinquen, nombre nativo de la isla de Puerto Rico. En esa primera etapa los cantantes eran el propio Goberna y su amigo del barrio, Oscar Leis. Los comienzos de la Borinquen fueron de mucho baile, en tiempos en que había abundancia de locales nocturnos y en que se podía encontrar locaciones de gran tamaño para albergar más de cinco mil personas. En esos primeros años de música tropical uruguaya los conjuntos no se desmarcaban del todo de la tradición de las orquestas de jazz que también tocaban boleros o sones. Es así que para arrancar las orquestas tocaban algún bolero, algún son y progresivamente iban subiendo la intensidad del repertorio para terminar con el ritmo “de moda”: la plena. La industria de la tropical en esos años se reducía nada más (y nada menos) que a los bailes, que eran muchos, y a algunas audiciones radiales en AM (pasaron varias décadas antes de que la tropical uruguaya pudiera llegar a las emisoras de Frecuencia Modulada). Grabar un disco era difícil, aunque no imposible. Sin embargo, para los tropicales lo más complicado era ser exhibidos adecuadamente en las disquerías. La tenue relación de las orquestas locales con las discográficas, las condiciones de grabación y hasta las 4

condiciones económicas cambiarían con el surgimiento de un sello imprescindible, no sólo para la tropical sino para la música uruguaya en general: Macondo. En pocos años, Macondo había grabado discos fundamentales de la música tropical como los de Combo Camagüey o Sonora Borinquen, y también del canto popular y hasta del carnaval, grabando discos de la murga La Soberana. De ese modo, la movida que comenzó en los bailes en la década del 50, se terminó de consolidar como una verdadera industria que movía mucha gente. En los ochenta la música tropical a nivel mundial experimentó un cambio decisivo. Los ritmos centroamericanos comenzaron a mezclarse con otros ritmos de otras procedencias como el pop, el rock, la balada y hasta el hip hop. Para los fundamentalistas ortodoxos significó un duro golpe que se asemejaba al fin de los ritmos tropicales. Para muchos otros era la chance de cambiar el aire a géneros que consideraban estancados. De todos modos, más allá de estas posiciones, las mezclas se volvieron masivas y tuvieron un éxito impresionante. Algunos se sumaron a las nuevas variantes y otros prefirieron seguir en lo suyo. La música tropical uruguaya no fue ajena a este fenómeno y la forma en que la Sonora Borinquen enfrentó los cambios fue similar a lo acontecido en otros países. El primer gran cambio surgió a fines de los 80. En el mundo de la salsa por ejemplo, la variante romántica había ganado terreno y predominaba

en el mercado. Estéticamente también hubo un cambio: los viejos salseros nacidos en países centroamericanos y radicados en Estados Unidos perdieron peso y dieron lugar a la generación siguiente, oriundos del país del norte. Éstos no vivían la tradición de forma ortodoxa, lo que influyó tanto en la música como en la estética. No se puede pensar el surgimiento del fenómeno de Karibe con K en esos años sin cotejarlo con la situación de los ritmos tropicales en otros países. El fenómeno Karibe, que conjugaba de la mejor manera el talento interpretativo de sus cantantes, la calidad extraordinaria de sus músicos, un repertorio aggiornado con predominancia del tropical romántico, integrantes facheros vestidos como parodistas, coreografías innovadoras y un muy buen trabajo de marketing de su responsable Eduardo Ribero, le dio un topetazo a la tropical uruguaya que nunca volvería a ser lo mismo. Los bailes sólo querían llevar a las bandas como Karibe y éstos dominaban el mercado discográfico de todo el país. Las viejas orquestas con su repertorio tradicional comenzaron a quedarse sin trabajo y muchas desaparecieron. La Borinquen decidió seguir como venía, lo cual repercutió negativamente en la forma en que trabajaron en esos años, a diferencia de las orquestas que se largaron a imitar el estilo Karibe y desaparecieron al poco tiempo, la Borinquen siguió viva. Para ese entonces ya integraba la orquesta, como cantante, Carlos Goberna Jr. Cuando a principios del siglo XXI, ya sin Karibe,

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pero aún con sus reminiscencias, la Borinquen comenzaba a ganarse un espacio nuevamente, sobrevino el segundo coletazo, el Pop Latino. El mismo fue un intento de algunos productores de ampliar el público de la tropical, eliminando toda referencia a ella, para que el nuevo público, alejado de lo que significaba la tropical, escuchara tropical “sin saberlo”. La forma de maquillar el género para venderlo a un público más amplio consistió en eliminar lo romántico, meter humor y estribillos de tribuna, jóvenes facheros que cantaban cumbia “de joda” y orquestas que al tocar con pistas grabadas, reducían costos, y eran muy baratas para los bailes. Eso generó una multiplicación de bandas iguales, la mayoría del estilo one hit wonder, que lograron que la tropical sonara más que nunca en las radios, que las nuevas bandas fueran contratadas en fiestas privadas de alto poder adquisitivo por gente que antes consideraba grasa a la tropical y hasta llegar a MTV como fue el caso de Chocolate, con su hit “Mayonesa”. Este fenómeno impactó muy duro en la Borinquen, que todavía estaba recuperándose del golpe anterior, y perjudicó el trabajo nocturno. Los dueños de boliches preferían pagar la mitad de precio por la banda de moda que llevar a más de diez músicos tocando en vivo un repertorio “viejo”. El propio Carlitos Goberna salió boliche por boliche intentando vender a la orquesta que peligraba su continuidad, negociando con los dueños diversas “promos” y evaluaciones “por rendimiento”.

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El fenómeno pasó más rápidamente que el de Karibe, principalmente porque no tenía nada que lo sostuviera, a diferencia de Karibe que apoyaba su fenómeno en base a una propuesta musical de calidad. Como si se tratara de alguna forma de recompensa a quienes resistieron, el público volvió a volcarse a la plena y fundamentalmente a quienes la hacían de forma más tradicional, así que orquestas como Borinquen y solistas como el “Chato” Arismendi o Rolando Paz tuvieron una trascendencia inimaginada unos años antes. Incluso la gente se volcó tanto al estado de la tropical pre-pop latino que Karibe con K volvió a sonar y a pesar de ya no existir, volvió a hacerse presente en las radios, y sus distintos vocalistas como Gerardo Nieto, Miguel Angel Cufós, Yesty Prieto, Fabián Delgado y Alex Stella participaron de proyectos musicales con cierto suceso. Desde ese momento, la Borinquen ha quedado en cierto lugar de reconocimiento dentro de la movida. Ese lugar está solventado en varios aspectos. En primer lugar, en la calidad de la orquesta y en el hecho de que tocan siempre en vivo, para lo cual llevan consigo incluso los equipos de sonido necesarios a todas las actuaciones. En segundo lugar, por el repertorio generado en estos 50 años, que hace que a la hora de contar temas imprescindibles, se lleguen a mencionar más de veinte, dándole la capacidad de elegir el repertorio de cada actuación de una

lista selecta que hace que los 45 minutos de cada actuación de la orquesta sean una verdadera aplanadora que nunca baja la intensidad, basado en plenas tradicionales, muchas de Cortijo y Su Combo o César Concepción, adaptaciones de canciones brasileñas y composiciones propias. Y por último el lugar de prestigio lo han sabido mantener por no ser una orquesta muy metida en la interna de la movida. La Borinquen no tiene productor y últimamente ha grabado por su cuenta, las actuaciones las arregla el propio Carlitos y no tiene la necesidad de pedir favores en las radios para que pasen sus canciones por lo que se han mantenido saludablemente fuera de la “chiquita” que muchas veces enfrenta a los conjuntos y los termina debilitando o dividiendo. Cincuenta años de una orquesta encierran miles de historia, pero sobre todo sirven para analizar la historia de la movida a la que pertenece y la evolución de la música y la cultura en general. Detectar los diálogos hacia adentro y hacia afuera, las influencias de las cuestiones culturales, sociales y políticas, el cambio en los seres humanos que la componen. Seguir hurgando en estas historias es necesario, mucho más en el caso de la música tropical, una movida de la que se conoce su existencia pero que muchas veces es desconocida en su interior, lo que dispara prejuicios, rechazos e idealizaciones.

La Sonora Borinquen durante una presentación en el Palacio Sudamérica, Montevideo. / Foto: Agustín Fernández, noviembre de 2013.

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Un mundo sin gloria y la no-ficción en el rock uruguayo

LAS CANCIONES SON VERDAD Por Carolina Bello

Carolina Bello disfruta la música casi tanto como la literatura. Seguramente por eso, se detuvo a reflexionar sobre las canciones que se dedican a contar historias y bien podrían ser leídas como relatos. A partir del disco Un mundo sin gloria de Garo Arakelian, Carolina repasa algunas canciones de no-ficción en la historia de la música uruguaya.

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n la pared del cuarto que compartí con mi hermana mayor en mi niñez y adolescencia, había un póster con un fosforito que sostenía una bomba de mecha. Aún me acuerdo de la primera vez que escuché “Cuatro brujas”. Era la última canción de No habrá condenado que aguante de Los Estómagos. Yo tenía 9 años. “Son cuatro sombras en la húmeda pared / nunca hubo besos ni lindos juegos / Son cuatro brujas con cara de niña / de pronto el fuego tenderá sus camitas / Y si tu cuerpo tira la puerta / respiraré otra vez, será la tregua / Y si la lluvia moja ese cuerpo / la carne viva seguirá latiendo”. Le pregunté a mi hermana si era verdad. Un mundo sin gloria de Garo Arakelian, editado en 2012 por Bizarro, es un disco arriesgado, interpretado por un hombre que más que un cantante de oficio es un cantor con serias intenciones de contar. Porque este disco no es de canciones sino de relatos que reivindican el nivel discursivo de la crónica y los aspectos periféricos de acontecimientos que ocurrieron en la historia marginal de Uruguay. Pueden destacarse varias cosas de este disco: que su autor es fiel a su devenir cronológico y eligió contar lo que tenía ganas de contar; que es un disco literalmente compacto, no porque sea en sí una obra conceptual, sino porque logró un ensamble más que respetable entre la intención compositiva y la producción rigurosamente artística de Ernesto Tabárez; pero sobre todo que es un disco de historias, con canciones que son más una narración que una estructura poética. El

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acervo del rock uruguayo cuenta con un puñado de canciones-historias, pero le faltaba la modesta gloria de un disco entero. En el arte de tapa de Un mundo sin gloria se lee que todas las canciones (excepto dos), son basadas en casos reales ocurridos en Uruguay entre 1914 y 2012. Una aclaración intencionada que introduce un modo de lectura del disco: la noción de verdad. En este sentido, la construcción narrativa de las canciones solo puede decodificarse considerando que preexiste un referente real. Las historias que recrea el disco no son grandilocuentes ni fragmentos de mitos instaurados por la historia oficial. Son acaso historias periféricas, forjadas en melodías que contribuyen a consolidar en la memoria los relatos orales subsumidos en acotados copetes y titulares de la crónica roja. Un disco que problematiza la “historia mínima” al poner de manifiesto que no por detenerse en detalles aparentemente “menores” descuida por ello temas que merecerían más atención y elaboración discursiva en los medios masivos de comunicación y en la literatura. “Gloria se pegó un balazo el sábado”, es el comienzo de la letra de “Gloria”, canción basada en la crónica de Leonardo Haberkorn que le da nombre al disco, incluida en el libro Crónicas de Sangre, sudor y lágrimas (Fin de Siglo, 2009). Una canción que está compuesta casi en forma literal por la carta que la policía Gloria Cor dejó a su pareja antes de suicidarse y que, en el afán de mostrar un hilo narrativo, parte del titular

y desarrolla la historia desde los motivos de la decisión (“me cansé de luchar contra el viento / no te enojes, el problema soy yo”), hasta las solicitudes al destinatario de la carta: “pedile a Dios que me lleve al cielo / no dejes que todo se venga abajo / lo hicimos juntos, es nuestro”. El segundo verso de la canción (“los diarios nunca dicen la verdad”) introduce, además, la reflexión sobre el vínculo entre lo que realmente sucedió y lo recreado por las noticias a partir de las cuales el receptor construye la idea. Hasta dónde la crónica de un hecho narra ese hecho. Si los diarios nunca dicen la verdad, están compuestos por relatos, y no por crónicas, pero son esos relatos los que sobreviven en el consciente colectivo que los asume, los repite, y los fija. Un mundo sin gloria es un disco que ejercita las mutaciones discursivas de un género a otro: asume la reelaboración de una crónica policial (como en el tema “Andes 1206”) o de una crónica narrativa (“Gloria”), en una canción. El resultado de ese ejercicio, que supone la transposición de un género a otro, son canciones basadas en hechos reales, con elementos narrativos y un hilo conductor que involucra un principio y un devenir, que convierten a Un mundo sin gloria en un non fiction disco. El género non fiction, que adquiere notoriedad y difusión con la publicación de A sangre fría (1966) de Truman Capote pero que ya había sido desarrollado en Argentina por Rodolfo Walsh en Operación Masacre (1957), supone la coexisten-

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Ilustración: Silva Bros

cia de elementos literarios y de la crónica. De este modo, el acontecimiento ocurrido realmente es narrado con técnicas literarias sin perder por eso su carácter de verdadero. Ya no se trata de establecer con el receptor un pacto de ficción a través de una narración creíble -la crónica no necesita de ese pacto, pues describe per se algo que es real- sino de aportarle a la historia un clima, un tono, o un eventual in crescendo. “Gloria” es una reelaboración de tercer nivel: reescribe la crónica narrativa de Haberkorn; “Andes 1206” es una reelaboración de primer

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nivel: está basada directamente en la crónica policial de la época sobre el asesinato de la poeta Delmira Agustini. La crónica policial es un subgénero dentro de la crónica que, debido a los temas que trata y al impacto que tiene en el consumo masivo –en todos los medios de comunicación- también es conocida como crónica roja. Narra acontecimientos que involucran delitos y situaciones judiciales. La crónica policial contiene elementos discursivos que la vuelven fácilmente identificable, más allá de los temas que aborde. La metáfora en el orden

del discurso rojo se naturaliza y fosiliza su significado. Así, el cadáver pasa a denominarse “cuerpo sin vida”, el delincuente es “malhechor de iniciales”, el patrullero es “móvil policial” y la puñalada es “puntazo de arma blanca”. Sin embargo, aún habiéndose convertido por estas razones en un género menor del periodismo, contiene la materia prima de la que acaso se vale el drama literario. Gustavo Escanlar, en su libro Crónica Roja (Aguilar, 2001), reelaboró el discurso policial mítico del Uruguay en crónicas narrativas que abarcan casos como el del “Mincho” Martín Corena, un 7


Un mundo sin gloria y la no-ficción en el rock uruguayo famoso ladrón en los años 60 que fue acribillado de 40 balazos en la cancha de Salus, su escondite en el Paso de la Arena; los porteños popularizados por la película Plata quemada cuando ocuparon el Edificio Liberaij; El Sátiro, un pícaro galán que tenía por costumbre robar en los edificios de barrios acomodados y que, según narra la crónica, tenía tanto arrastre con las mujeres que algunas le dejaban la ventana abierta. En “Andes 1206” Arakelian inmortaliza el asesinato de Delmira Agustini: “La Tribuna Popular titula hoy / “El amor que mata” / desde el ventanal se ve la calle Sarandí / como un río de epitafios y paraguas / hace más de una semana que no para de llover / y casi un año de la luna de miel / jueves y domingos, días de novio / tardes de amantes en la pieza de alquiler / me congelaba en la plaza / solo para verla pasar / y harta de tanto volar al ras / se abrazaba al viento y se alejaba / Andes 1206 / te esperan / no demores / que la lluvia aturde / y el vacío hoy reclama amores / y el tiempo / la tarde / te matan / él la esperaba solo, sentado en la cama / entre poemas, diarios, fotos y cintas rosadas / ella entró a las cuatro y atravesó el zaguán / él escuchó sus pasos y la vio entrar sin llamar / Enrique sobrevivió a la Smith & Wesson / y con la cabeza abierta se murió en el hospital / a medio vestir, Delmira a los pies de la cama / la sangre congelada y yo en la plaza igual”. De todas las canciones que componen el disco, es la que mejor se adapta a la estructura narrativa: sin música puede leerse perfectamente como una historia (aún incluyendo el estribillo) e involucra al “lector” en el relato de principio a fin. La primera referencia de “Andes 1206” es la que introduce la noción de verdad y condiciona la decodificación de la canción, tal como lo hace una crónica. Se trata del titular que en 1914 imprimiera La Tribuna Popular, diario del que fue columnista Florencio Sánchez. La edición del 7 de julio de 1914 tituló con mayúsculas: EL AMOR QUE MATA. El colgado del título fue: “La poetisa Delmira Agustini ha muerto tragicamente”. Parte de la noticia: “Ayer, su esposo Enrique J. Reyes la ultimó a balazos y luego se suicidó descerrajándose un tiro en la cabeza”. A principios del siglo XX, aun sin los mass media y sus intereses publicitarios y de rating, la narración policial ya estaba impregnada de los vicios que posteriormente serían naturales a su discurso, desde un título metafórico para dar cuenta de la muerte de alguien, hasta el uso del pretérito perfecto “ha muerto” que se aleja de la sobriedad que supone “murió” o el inescrupuloso verbo “descerrajándose” para indicar un disparo con un arma de fuego. En “La móvil” hay marcas cronológicas que sitúan los hechos en una época concreta, como el galgo de la compañía de ómnibus Onda. No se mencionan nombres propios, ni aclaraciones en el arte 8

de tapa que la vinculen con una crónica puntual. Sin embargo, es parte de las canciones basadas en hechos reales que describe más a una situación arquetípica de los -posiblemente- “bagayeros” que a un personaje concreto: “Las sirenas, los milicos y las camionetas / son como del paisaje pero se hacen sentir igual / nos bajan a empujones en la entrada de Castillos / y te alumbran a la cara como a un animal / vacían la bodega y tiran todo en la banquina / el que está a cargo te dice: ‘dame esas dos botellas de whisky’ / y como si fuera un sacramento me mirás y me decís: ‘Mi cielo, por el amor de Dios, rompelas contra el piso’”. “Diente de león” introduce el tema de la violencia de género en una narración que mezcla la tercera persona y el estilo directo: “Ella atendió el celular: ‘¿pensabas que no me me iba a enterar? / después del 222 en casa vamos a hablar’ / cenaron, y la abrazó, y la arrastró al pastizal y ensañado le decía: ‘vos no me vas a dejar’”. Arakelian aborda una temática que no suele ser parte de las canciones de rock, y deja constancia, a tono con la intención del disco, que es necesario fijar determinados tópicos en la oralidad para que lo cotidiano no los relegue. Curiosamente, en 2010 “La mataré” (canción que narra en primera persona la obsesión de un hombre por una mujer) del disco Mis problemas con las mujeres (1987) de Loquillo y los Trogloditas fue prohibida en los medios españoles y en los recitales de la banda, acusada por agrupaciones feministas de inducir a la violencia de género. Más cerca del intimismo en primera persona (aunque sin perder por ello el esquema narrativo) se encuentran en Un mundo sin gloria las canciones “La visita” (una de las mejores canciones del disco), “Celebración (25/10/09)”, “La música del bar” y “Shangrilá”; además de dos versiones: “Testamento” (“Dead man’s will”) de Sam Beam, y “Guardo tantos recuerdos”, de Dino.

Otras canciones

En La arqueología del saber, Michel Foucault plantea que un objeto se forma cuando tiene lugar en un discurso. La historia oficial -ni hablar de la marginal- de un país no es tanto lo que pasó, sino lo que se dice que pasó. El relato oral repetido, la elaboración discursiva naturalizada y refritada, es lo que contribuye a solidificar un pasado en un presente que nunca termina de escribirse. Las canciones son también parte de esa oralidad. Si bien Un mundo sin gloria está compuesto casi en su totalidad por canciones que dan testimonio de acontecimientos reales y por eso lo vuelve el único representante en ese rubro, el acervo del rock uruguayo cuenta con canciones que, o bien están basadas en situaciones reales ocurridas a sus protagonistas, o bien cuentan historias de personajes o lugares que existieron. “Jaja Jeje (canción de cuna para Kurt Cobain)”, incluida en el disco Amanecer Búho (2004) de

Buenos Muchachos, asume la versión del suicidio del cantante de Nirvana cuyo cadáver fue encontrado en el piso de su casa de Seattle con un tiro en la cabeza. La canción, cuyo narrador por momentos adopta la perspectiva de un testigo en la escena del crimen (“voy cruzando tu charco de fluido y carne”), y por momentos parece contar a través de los ojos de Cobain (“fisuro el alma entera al caer”), es una de las mejores del disco y no plasma únicamente el relato metafórico de la muerte de una persona sino la desfragmentación de una generación que murió con Cobain aquél 5 de abril de 1994. “Cuatro brujas” de Los Estómagos, perteneciente a No habrá condenado que aguante (1988), último disco de la banda, es una historia basada en las crónicas de un incendio ocurrido en un barrio carenciado de Montevideo en el que murieron quemadas cuatro niñas que eran hermanas. Es la última canción de un disco que, alineado con la denuncia social de la situación de maltrato infantil, incluye también el tema “Quién mata a los niños”: “Otra vez buscando pan / viviendo en la calle y sin hogar / Pendejos sucios tienen sed / una navaja y a correr / Es madrugada en el basural los carros vuelven de cargar / Se me ocurre preguntar /¿Quién mata a los niños?” “El Chueco Maciel”, canción escrita por Daniel Viglietti, incluida en su disco Canciones chuecas (1971) y versionada por La Tabaré Riverock Banda

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Ilustración: Silva Bros

en Placeres del sadomusiquismo (1992), metaforiza la historia de Julio Nelson Maciel Rodríguez, “un uruguayo de Tacuarembó” que llegó al barrio Marconi siendo un niño junto a su madre y que, según la leyenda y los fragmentos ideológicos con que la historia popular lo consagró, fue el Robin Hood de los suburbios montevideanos: tras cada asalto o rapiña, compartía su botín con la gente del barrio a cambio de protección. En una nota publicada en la versión on line del diario El País del 2010, titulada “El chueco Maciel: una leyenda foquista”, Luciano Álvarez realiza un análisis de la letra de Viglietti y las connotaciones “neomarxistas” que el autor habría otorgado a su canción al redimir la figura de alguien que, siendo un excluido social, delinque para ayudar a los sectores más carenciados de la sociedad. El “Tony Park” es una canción incluida en el disco El tony Park ha vuelto al pueblo (2005) de la desaparecida Malpaso, una banda que se apropió de la liturgia de un parque de diversiones ambulante que existió en Montevideo en los años setenta y ochenta. El grupo generó en sus canciones los mitos y leyendas de personajes que aparecen una y otra vez a lo largo de todo el disco, como actores invitados a una aparición especial. Así desfilan por corredores de tierra los pastores, esos que abrieron “una nueva iglesia con sus viejas mentiras en camionetas nuevas”; o el librero del que “andan diciendo”; el Tuerto Silveira que murió una noche donde “fue la luna un grito mudo en la vieja mirada

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del espanto”; o el Guasi, del que aún hoy resuenan sus últimas palabras. El Tony Park recreado por Malpaso es el Macondo desdentado del rock uruguayo, una calesita de la suerte oxidada desde donde aún se escuchan “cinco balazos, cinco”. “Tres horas” de Zero pertenece a Visitantes (1987), el único disco de la banda. Se trata de una canción que narra los hechos en su devenir cronológico e introduce la anécdota con marcas clásicas de la narración. La noción once upon a time aparece en el comienzo: “En la prisión había presos / que se morían de hambre”. La versión de la historia de Zero se centra ya no en las andanzas que llevaron a Bonnie y a Clyde a convertirse en los prófugos más buscados por la justicia en la década del 30 en Estados Unidos, sino en un fragmento acotado de su peregrinar delictivo: los momentos previos al raid del que no pudieron escapar. Antes de su muerte, la pareja de prófugos necesitaba rearmar su banda, y decidieron reclutar algunos amigos que estaban en la cárcel. Colaboraron con la fuga de cinco presos (“Bonnie and Clyde llegaron y todos juntos se fueron”) y, al escapar, uno de ellos mató a un policía. Ese motivo le otorgó al Estado de Texas la potestad de encontrar a los integrantes de la banda “vivos o muertos”. “Margat” es una canción de Cross incluida en el disco Instinto Salvaje (1997). El título hace referencia al paraje Margat de Canelones al que Marcelo “Cross” Lilienheim, líder y compositor de

la banda, acudía a buscar hongos alucinógenos. “Caminando por Margat / una nave vi bajar / y un brujo me decía que espere / piso 1 cama 3 / mi habitación es un avión / y mi madre cambia de color / (…) / y cuando te vi bajar de la nave me asusté / porque eras igual a mí”. Estas canciones, que no son las únicas sino una selección, al igual que Un mundo sin gloria, contribuyen a revalorizar la importancia que el relato oral tiene para la construcción de la historia. Una historia que, oficializada, muchas veces ha omitido aquellos relatos marginales o periféricos que también contribuyen a formarla. Referentes reales y canciones proponen la existencia de dos planos: uno donde acontecen las cosas y otro en donde se dicen y se fijan. Ambos planos expanden la actualización que el receptor hace de la canción. La referencia, la cita, el texto en diálogo con otros textos. El enriquecimiento lícito de sumar un conocimiento a otro, de ampliar, de abrir la obra. Con la edición de Un mundo sin gloria, el rock uruguayo no solo cuenta con uno de los mejores discos aparecidos en 2012, sino que establece otro punto de partida para bucear en aspectos que traspasan lo estrictamente musical al aportar un valor de documento y archivo.

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Documental uruguayo sobre obra del suizo Daniele Finzi Pasca

Cine de la caricia Por Denisse Ferré

Hace tiempo que Denisse Ferré quería contar esta historia y ahora todo cuadró para que lo hiciera. Daniele Finzi Pasca es un actor, clown, y acróbata suizo que hace unos años estableció un vínculo muy cercano con Uruguay, en parte porque varios integrantes de su compañía son de este país y en parte porque sus espectáculos han tenido una muy buena recepción con el público. Facundo Ponce de León (quien integró la compañía y tiene un vínculo muy cercano con Daniele) y su hermano Juan estrenaron en 2013 Vigilia, un documental sobre la creación de La veritá, la última obra de la Compañía Finzi Pasca. Esta nota cuenta la historia que enlaza a ambas personas y proyectos.

“ Ha pasado mucho tiempo y todavía representamos el amor. Inventamos máquinas escénicas, torres y vagones, cosas que vuelan, juegos de agua, sorpresas. Para hacerme caminar por el bosque, cuando era pequeña, me decías que pasando esa curva, las ardillas habían dejado caramelos de menta debajo de ese árbol para mí, al final del camino. Tu tomabas mi mano, y caminábamos un poco más hasta que yo encontraba los caramelos de menta abajo del árbol. La Veritá es que aquí todo está hecho de papel maché, las espinas de los cactus no nos pinchan, la sangre huele a salsa de tomate. La Veritá es que no sufrimos de verdad. La Veritá es que todo lo que hago, solo lo hago para que te sientas orgulloso de mí algún día. La Veritá tiene el sabor de tus caramelos de menta.” 10

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n 1994 unos pibes del Liceo Alemán fueron al Teatro Solís a ver Ícaro, una obra del creador suizo Daniele Finzi Pasca estrenada en 1991, que con los años y las funciones se transformó en un emblema del teatro Sunil, la compañía que fundó Daniele a los 19 años en 1983 luego de realizar trabajo comunitario en Calcuta con enfermos terminales. Junto a María Bozanigo y su hermano Marco, crearon una nueva manera de pararse sobre las tablas a contar historias a la que denominaron “teatro de la caricia”. Una de las chiquilinas que fue a ver la obra, Natalia, quedó tan copada que le contó a uno de sus compañeros de clase que iba a volver al teatro el fin de semana siguiente. Ese compañero era Facundo Ponce de León, hoy filósofo y comunicador, ex conductor de Vidas, el programa que fue transmitido en canal 12. Facundo confió en la recomendación y fue con su padre.

Después de la obra, entusiasmado con el espectáculo que acababa de ver, se fue a esperar a Daniele a la puerta del teatro. Facundo lo saludó, le contó que estaba cursando el liceo pero que también iba a clases de teatro. Daniele le contó que se iba a quedar a brindar unos talleres de clownería, y Facundo se anotó. Fue allí donde conoció a buena parte de lo que hoy es la Compagnía Finzi Pasca. Tiempo después, Facundo pasó a hacer Ícaro con Daniele y siendo una de las pocas excepciones, debido a que Daniele casi nunca elige a personas que hayan visto la obra (para el desarrollo de la obra Finzi Pasca invita a subir a un espectador a quien estará dirigido el espectáculo). Ahí surgió una amistad que se mantuvo por carta, por fax y por correo electrónico. Facundo le contaba de su vida, de lo que estaba estudiando, cuando se decidió a estudiar filosofía, Daniele en ese momento estaba viviendo en México y le contaba historias de este país. Facundo es más chico que el suizo, y la amistad casi siempre estaba articulada en base a preguntas que Facundo le hacía. “Cuando a Daniele lo llama el Cirque du Soleil y después lo convocan para hacer un espectáculo para las Olimpíadas, empieza a crecer exponencialmente su carrera. La reflexión acerca de cómo desde aquellas raíces de un teatro tan íntimo como Ícaro se puede terminar haciendo un Cirque du Soleil, articuló mucho nuestras conversaciones”, admitió el uruguayo. Cuando conoció a Daniele lo que más le llamó la atención fue cómo el tipo hacía humor desde un lugar de profundidad muy particular. “Vos viendo Ícaro te estabas riendo todo el tiempo, y había algo en esa risa que no era cómico, que tenía mucho más que ver con el lado de la conmoción, de lo catártico y creo que fue eso lo que me impresionó. Quizás esté vinculado con que yo crecí viendo Chaplin en mi casa, y noté ahí esta cosa de ver la risa y el llanto en la mezcla justa que la tienen los clown de verdad, que no son muchos”. En 2006 Facundo fue con su esposa a España. Fue la primera vez que

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estuvo cerca de Suiza para ir a visitar a Daniele en Lugano. Al tiempo, su esposa, Chiqui Barbé, comenzó a trabajar en la compañía (Maquillaje y asistencia de la escenografía en Donka y maquillaje, peluquería y coordinación general de producción en La Veritá) y luego también Facundo en la parte de investigación y asistencia de dirección y se mudaron a Lugano. “Los espectáculos de Daniele son todos muy visuales y acrobáticos y tienen detrás de estas imágenes preguntas que él se hace, de corte más reflexivo y hasta detectivesco. Él está interesado en encontrar ciertas conexiones. Por ejemplo, hizo un espectáculo sobre Chejov que se llama Donka, y para eso investigamos qué pasaba en Lugano, la tierra de Daniele, el día que nació Chejov, por ejemplo buscando en los diarios de la época. Ahí descubrimos que había en Lugano un hospital para niños enfermos de tuberculosis, la enfermedad de la que se muere Chejov, y que a ese hospital iba Herman Hesse a leer cuentos de Chejov. Daniele creó con eso la imagen de unas camas con cintas y niños vestidos en pijama. Si ves solo eso no tenés ni idea de lo que hay atrás, pero hay una reflexión de este tipo, y para esa reflexión yo tenía que buscar insumos. Fue un trabajo fascinante”.

es una soberana tontería, porque no hay más niño adentro, hay un recuerdo del niño, pero no es lo mismo. Los verdaderos clowns son los que logran no perder el recuerdo de este niño siendo adulto. Y cuando vos no perdés el recuerdo de este niño pero sos adulto sos ingenuo, tenés la capacidad de darte cuenta de que las cosas pueden ser distintas a como son y podés realmente cambiar las cosas porque pensás que son posibles de cambiar. El tipo que no es ingenuo, que es puramente adulto te dice “¿Qué vas a cambiar vos? Arrancá pa’ las ocho horas”, quieren la seguridad, no tienen esta especie de impulso por el cambio, que te lo da la ingenuidad, bien entendida, que no es lo mismo que la inocencia, es este mirar con ojos nuevos lo que sabés que es viejo, porque el mundo es viejo”. En el mismo año que se estrenó Donka, se publicó Teatro de la caricia, el primer libro de Facundo Ponce de León, basado en conversaciones con Finzi Pasca ya traducido al portugués y al francés. Julie Hamelin, esposa de Daniele y una de las fundadoras del Circo Eloize hoy fusionado con la Compañía Finzi Pasca, los veía horas conversando y les propuso la idea de hacer el libro. “Lo disfruté muchísimo. Fue

mi primer libro en calidad de autor, y es un libro sobre un amigo y que tiene un título de un amigo. Es una linda manera de decirse escritor, escribir sobre los amigos”. Luego del trabajo en Donka Daniele comenzó con un nuevo proyecto: La veritá. Un espectáculo que comenzó a trabajarse pensando en los sueños y que luego fue inspirado con un impresionante telón del mito de Tristan e Isolda pintado por Dalí ofrecido a Daniele para usar en su espectáculo. La obra llegó a Uruguay en mayo de 2013 y según contó a El Boulevard el actual Director General del Auditorio Nacional del Sodre Dra. Adela Reta, Gerardo Grieco, “realizaron diez funciones divinas. Da gusto trabajar con compañías así, donde lo profesional y la emoción se juntan en el mismo lugar. Asistieron más de 18 mil espectadores a la obra y vinieron a las charlas y exposición del telón de Salvador Dalí 6 mil personas más”. Grieco conoció a Daniele hace muchos años a través de Facundo. Cuando aún era director del Teatro Solís, llegaron a ese escenario tres obras de Daniele: Ícaro, Donka y Rain. Hoy, los espectáculos de Finzi Pasca en Uruguay son esperados por los espectadores y este clown, acróbata y direc-

tor tiene ya muchos amantes de su trabajo en el país. “Es genial que estas compañías y artistas vengan, estén, compartan con talento local sus experiencias, trabajen acá, hagan talleres. Esto hibrida, nos hace mejores y ellos luego también se van como embajadores de Uruguay. Es bien importante desarrollar este tipo de vínculos porque nos hace crecer cultural y artísticamente, nos abre el mundo, nos tiende puentes. Abrir la cabeza para un país chico como el nuestro es vital para el desarrollo, ¡vital! y estos vínculos ayudan mucho” comenta Grieco. En conjunto con la creación de La veritá, a Facundo se le ocurrió filmar un documental sobre la creación de este espectáculo: Vigilia. Al pensar en la construcción del mismo fue casi inmediato pensar en hacerlo junto a su hermano menor Juan, con quien hoy llevan adelante la productora audiovisual Mueca films. Juan está inmerso en el mundo audiovisual desde muy chico, y recientemente realizó la asistencia de dirección de la película La Casa Muda, y del ciclo de unitarios Adicciones. “Nosotros somos seis. Dos mujeres y cuatro varones de los que yo soy el primero y Juan es el último. Y quién

“Fue muy mágico, sobre todo Donka, que fue el primero. Trabajar haciendo lo que tenés ganas de hacer en ese momento, más allá de que uno haga lo que le gusta es como estar de licencia trabajando, pasa al principio porque después es más complicado, hay cosas que hacer a contrarreloj. Pero lo vivimos como un regalo que te dan a veces las causas y azares”. Facundo hizo muchos talleres de clown, y lo que más le llamó la atención es el trabajo que realizan con la ingenuidad. “Nosotros somos adultos, y los adultos se tienen que hacer cargo del mundo. No hay dos opciones. Y hay extrañamente todo un movimiento, en el cual entra también el mundo del circo, pero también de la terapia y de un montón de cosas, de evadirte de esta responsabilidad, de volver a ser el niño que tenés adentro, que

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Los hermanos Juan y Facundo Ponce de León en la casa familiar en Punta Carretas / Foto: Agustín Fernández

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Documental uruguayo sobre obra del suizo Daniele Finzi Pasca sabe por qué con Juan desde muy chicos tenemos una conexión especial, jugamos juntos al fútbol, hicimos juntos música, hicimos juntos periodismo en Vidas, y para mi era muy claro que tarde o temprano íbamos a terminar emprendiendo algo juntos. Nos entendemos, nos complementamos, nos peleamos, pero en los momentos claves no nos tenemos que explicar algunas cosas, tenemos una plataforma común que no sé de qué está hecha, que hace que podamos imprimirle un sello a las cosas que estamos haciendo ahora. Probablemente, porque soñamos con hacer una película algún día, que cuente lo que queremos contar” narra Facundo de la relación con su hermano. El vínculo laboral entre ambos surge en Vidas, el programa que Facundo conducía y del cual Juan comenzó a ser cámara en su segundo ciclo. Juan comenta que “ahí nos dimos cuenta que teníamos una afinidad artística más allá de ser hermanos de sangre, un interés particular en las personas. Nos colgábamos mucho con los tipos que íbamos a filmar y no tanto en el cómo se filmaba, no importaba tanto la técnica, sino buscar algo más allá del plano, y eso es lo que queremos hacer con la productora. Lo mismo con el documental, no es un making off de una creación, sino ver cuáles son las personas que están atrás de eso. Queríamos sacar a los artistas de su contexto laboral. Uno los ve como tipos perfectos, porque los ve en el escenario haciendo esos saltos, se tienen que cuidar tienen que hacer ejercicio, sí, pero a la vez son tan frágiles como un contador o un abogado, pero no frágil en un sentido despectivo, sino que son humanos, la gente cuando ve cosas como la acrobacia los pone allá arriba a los tipos, y son como cualquiera. Estos tipos se pueden matar en un segundo”. Cuando en abril de 2012 comenzaron los ensayos de La veritá, también se comenzaba a filmar Vigilia. La película muestra a los artistas en el supermercado, en su café preferido, en pasillos, o en el medio de un bosque. Por medio de entrevistas los directores aprovecharon para hablar de los sueños, reflejando también con el arte de la película el mundo onírico que rodea a Dalí y a La veritá. 12

Foto de difusión. / Foto: Viviana Cangialosi

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“En el documental hay un objetivo anti psicológico. ¿Porque qué te dice la psicología? Con los sueños hacé introspección, tratemos de ver en tus sueños qué hay adentro tuyo mal resuelto. Y es como decir ta, no, los sueños no son para eso, son para salir al mundo, de hecho los médicos en el documental te dicen que el cerebro está trabajando más cuando estás durmiendo. Es un juego hasta irónico en cierta manera, el documental se llama Vigilia, la gente que hace cosas sueña con los ojos abiertos, está soñando ahora, simplemente lo que logran es descansar, y cuando se duermen, se duermen y sueñan. Cuando vos entrás en un terreno más de lo introspectivo, lo terapéutico, se embarra la cosa, decirlo así es una barbaridad, porque habrá mucha gente que se habrá curado con los sueños. El objetivo de buscar a estos médicos en el documental es “los sueños pueden ser fuente de productividad de cosas” y La Veritá es eso, es “se pueden hacer cosas con los sueños porque son lugares desde donde salen intuiciones, respuestas, caminos para afuera, y no sabés bien por qué, pero soñás” comenta Facundo. Si bien los dos hermanos tienen ganas de realizar una ficción, comenta Facundo que Vigilia “lo contamos como documental porque no daba tiempo de hacer una ficción

Último suspiro

Facundo además es profesor de Antropología filosófica y coordina la cátedra de Antropología de la Universidad Católica. “Dentro de la Universidad Católica, junto con la Facultad de Enfermería y la Cátedra de Antropología, estamos juntos en un proyecto sobre el momento final de la vida, sobre cómo ahí juegan unas categorías de lo antropológico, filosófico, dignidad, reconocimiento, autonomía, humor, y después todo lo que tiene que ver con el servicio de cuidados que puede brindar un personal profesional, enfermería, nutrición, para ese momento. Y Daniele está muy involucrado en este proyecto, porque le interesa, hay todo una visión del arte, la sanación” comenta.

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si estaban preparando un espectáculo, además queríamos ver si con un registro documental se pueden mantener ciertos climas y cierto punto de vista que tiene que ver con cuestiones en las que me siento cercano con Daniele, de cosas que se pueden hacer. Era como una prueba ¿se puede hacer cine de la caricia?”. Agrega que “Juan entendió inmediatamente que en un proyecto como Vigilia, él tenía que ser transparente, nunca iba a tener el protagonismo de la cámara, casi lo contrario, cuanto más escondido estuviera mejores cosas iban a aparecer, al igual que Nacho Echeverría, que luego también hizo cámara en Vigilia”. Cuenta Juan Ponce que para él Vigilia fue una experiencia nueva: “El fruto de Vidas está como muy presente, la manera de encararlo, había que estar como muy espía, no hacer mucho ruido. Si bien en el audiovisual es fundamental el trabajo en equipo, acá éramos dos porque si íbamos con un equipo más “pro” podíamos perdernos cosas. Por momentos también necesitás a alguien más. En ese trabajo de espía uno parece que estuviera perdiendo el tiempo, estás una semana para captar un momento, pero ese momento puede valerte el documental. Hay un plano en el que Daniele está de costado, que está medio dormido, medio despierto, y eso lo lográs si estás al lado del tipo diez horas, y todas las tomas de los artistas durmiendo son un esperar a que pase, y se nota, yo creo que la gente percibe que no es armado, pero para hacer eso necesitás tener mucho tiempo: 73 días filmando ensayos”. Daniele Finzi Pasca contó a El Boulevard que lo que le pareció más interesante de Vigilia fue “el entrecruzar historia y líneas distintas partiendo del final, para regresar en cuestiones que pertenecen a todo nuestro trabajo. Linda también la forma de filmar, de hacerse transparente y muy presente al mismo tiempo”. Juan cuenta que trabajar con la compañía fue fácil porque “Son tipos que tienen las puertas muy abiertas, están acostumbrados a que en su staff haya gente de muchos países, es como una familia grande, al principio no entendía

nada, era entrar de cero a un mundo que no conocía, no entendía lo que hacían. Te sorprende la sencillez con la que laburan. No hay nada que te sorprenda después que lo entendés. Van hacen su laburo, viven de eso, para ellos es normal”. Finzi Pasca cuenta que sintió que “la forma de comunicarnos, hecha de silencios, de esperas y de tiernos consejos” estuvo representada en el documental de los Ponce de León. Además, contó que Facundo y Juan fueron las personas adecuadas para realizar este documental “por ser parte de esta familia. Facundo es como un hermanito de largo tiempo, desde años. Escribió un libro que es una larga entrevista que toma forma partiendo de cosas conocidas que trata de hacer aflorar. Yo desde siempre trabajo con mis hermanos, adoro a la gente que tiene esa empatía con los suyos. La de Facundo y de Juan no es una mirada desde afuera, es una mirada que nos hace mirarnos adentro. Los dos tienen ángel y talento de delicadeza, lindo pensar que es solo el principio de tanto que hacer juntos”. Ambos hermanos comentan que la parte más compleja en la creación del documental fue que el guión se les presentó tarde, cuando el espectáculo ya se había estrenado en Montreal. En ese momento seguían sin tener claro cómo se hilvanaba todo, y eso hizo que se llenaran de material. Más tarde, cuando ya estaban editando se encontraron con que no sabían para dónde arrancar. “El documental busca transmitir que para soñar hay que abrir los ojos, abrir los ojos parece una frase de eslogan y no es, la gente no está atenta, está adormecida generalmente por la rutina, cuando vos estás atento te das cuenta de las conexiones, cuando tenés una actitud vigilante, cuando estás atento se pueden producir buenas cosas, pueden brotar y generarse buenos momentos, buenas historias.

ahí para todos. No hay verdad sin velos, hay velos, no hay verdad sin sueños, hay sueños, no hay verdad sin memoria, recordamos. Es como ´estate mas atento, no digas que depende de cada uno, porque no estás mirando´. Más atento estás, más te vas de tí mismo y derramás en el mundo, por decirlo de un modo pomposo” cuenta Facundo. Ambos remarcan que fue muy fácil el trabajo con la compañía porque desde el principio supieron que debían pasar desapercibidos en los ensayos y que debían mantener una distancia. El objetivo era que se estrenara un espectáculo el 17 de enero de 2013 y no generar un documental. Algunos de los artistas pudieron dar sus testimonios al principio, otros tuvieron que esperar a que se estrenara el espectáculo. El vínculo entre Finzi Pasca y Uruguay es fuerte, además de porque varios uruguayos forman parte de la compañía -además de Facundo y su esposa la integra Hugo Gargiulo- porque el público lo espera y confía en lo que verá sobre las tablas. Daniele también se siente cercano y cuenta que “un dia voy a renacer por allí, o voy a dirigir una murga, o voy a ir a producir vino, o voy a salvar pingüinos en Cabo Polonio, o voy a escribir una obra sobre Nacional”.

Corteo, el espectáculo realizado por Finzi Pasca con el Cirque du Soleil se presentará el 2 de mayo en Córdoba y el 6 de junio en Buenos Aires. Mueca Films está preparando para 2014 Artigas, un programa sobre el prócer.

Y la verdad existe, todo el final es como un manifiesto. El documental trata de decir esto. Porque qué te dice todo el mundo, que la verdad es relativa. A ver, es de todos, está 13


Casa de Filosofía

SIN TECHOS

Por María José Olivera Mazzini

Dos integrantes del colectivo trabajan en el armado de un libro de edición propia. / Foto: Agustín Fernández

Por afuera, es una casa como muchas. Por adentro, como pocas. En octubre de 2013, un grupo de estudiantes y egresados de Humanidades fundaron la Casa de Filosofía, un espacio en el que podés encontrarte con un ciclo de cine sobre Béla Tarr, un profesor francés o el ensayo de Sarabanda. María José Olivera conversó con los responsables del proyecto acerca de los principios sobre los que fue fundada esta gran casa.

Ubicada en el barrio Cordón de la capital (La Paz 1623, esquina Magallanes) Casa de Filosofía se arma y prepara. Es una construcción típica del centro de Montevideo: muy amplia, con claraboya central, dos plantas, varias habitaciones, pisos de madera y la puerta de entrada hacia la calle. No es tan usual, en cambio, el proyecto que allí desarrolla un grupo que se vincula de diversas maneras con el pensamiento filosófico. Buscan crear, promover e impulsar un espacio para discusiones teóricas, actividades artísticas, y encuentros, todo de carácter gratuito. En el fondo de la casa, conversando una ronda improvisada, Damián Baccino y Elías Emir, miembros del Consejo Coordinador de la Casa, charlan con dos estudiantes chilenos. Rosario Olivares y Cristóbal Friz realizan una pasantía en Montevideo en el marco de su Doctorado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Santiago de Chile, y fueron invitados esa nochecita a la Casa. En ese momento conversaban sobre los mega-

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proyectos: intercambiaban experiencias territoriales, cotejaban diferencias y realidades, intentaban resignificar conceptos comunes mientras la pizza se enfriaba. Casa de Filosofía funciona desde octubre de 2013, aunque el trabajo de refacción y acondicionamiento empezó a inicios de ese año. En el piso de arriba viven unas once personas que, a cambio, colaboran económicamente con la Casa. Artistas plásticos, músicos y estudiantes de arte y humanidades han encontrado un espacio de reunión y hogar en la costosa Montevideo. La consigna es que quienes viven allí estén involucrados con los principios y actividades de la Casa. En el piso de abajo, además del fondo en el que comienzan a crecer plantas y flores, hay varios salones amplios. El espacio medular con claraboya, proyector y pantalla está pintado con murales realizados por artistas de la casa y amigos; una futura biblioteca se comenzará a planificar a

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partir de este año cuando otro de los integrantes del Consejo, Jorge Fierro, regrese de trabajar en Maldonado. El funcionamiento de la Casa tiene como idea central la autogestión. Tanto los residentes como los miembros del Consejo Coordinador intercambian, discuten y acuerdan las cuestiones del quehacer cotidiano. A su vez, es dicho Consejo –integrado actualmente por ocho miembros– el que ha discutido, pensado y propuesto los principios, acuerdos y consensos de la Casa a partir de un foco filosófico y crítico común.

Principios

Elías Emir hace memoria y se retrotrae a las primeras reuniones: “Elegir el nombre de la casa nos llevó bastante tiempo. La idea por un lado era hacer constar en la denominación el carácter esencial de la casa, es decir, su vínculo con la actividad filosófica; por otro lado, queríamos ponerle un nombre original, que gustara, que fuera recordado. Ahora bien, a partir de esos dos objetivos se generó una tensión que tardó en dilucidarse. En realidad, no logramos conciliar los dos objetivos a la hora de definir un nombre, por lo que se impuso el primero. No queríamos que fuese “la” casa de filosofía, es decir, la única; eso nos parecía pretencioso. Tampoco nos convencía hablar de la filosofía, así que finalmente llegamos al acuerdo de llamarla Casa de Filosofía. En definitiva la casa será definida por los principios, contenidos y actividades que se desarrollen a partir de ella”. Los miembros del Consejo se reúnen, como mínimo, una vez a la semana y además de conversar largo y tendido sobre cuestiones relacionadas a sus áreas de interés, planifican las actividades que se llevarán adelante en la Casa. Hay ciertos principios fundantes a la hora de pensar, organizar y promover actividades. Se busca construir un espacio que tome como interlocutores a colectivos y movimientos sociales que promuevan la liberación y generar instancias de reflexión crítica que abarque el pensamiento respecto a los problemas de la actualidad. Esto se suma a la necesidad de brindarle espacio a aquellos estudiantes, docentes y artistas que a través de su trabajo denuncien la clausura reflexiva promoviendo la crítica de los límites temporales y espaciales (históricos), que constituyen al sujeto en tanto tal. Además existe un fuerte lazo –aunque también complejo y muy crítico– con la Univesidad de la República y con teóricos y pensadores extranjeros. “Algunos de los que trabajamos en el proyecto estamos vinculados al convenio entre la Universidad París 8-Saint-Denis y la Universidad de la República. De hecho existe una página que gestionamos a este respecto [entre-dos.org]. Este puente nos habilita entre otras cosas la posibilidad de poder recibir en la Casa a fines de

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noviembre a profesores de dicha universidad, del departamento fundado por Michel Foucault en los años sesenta y donde dio clases Gilles Deleuze por muchos años. Vemos esto como una faceta interesante de la casa, la perspectiva internacional que tiene, el vínculo con ciertas redes teóricas”.

todos con entrada gratuita. Actualmente el grupo se encuentra diagramando las actividades para el 2014. El énfasis estará puesto en el desarrollo de talleres y seminarios y para ello cuentan con el apoyo de docentes y pensadores locales y extranjeros.

Otro principio a destacar es la absoluta convicción de que todas las actividades, talleres, seminarios, ciclos y eventos artísticos sean de carácter gratuito. Tanto las que dependen directamente del Consejo como aquellas que han llegado como propuestas a la Casa deben contemplar este principio como determinante. Es una casa que no comercia con el conocimiento ni con el arte: “ si bien este punto también ha sido un tema de discusión a la interna ya que mucha gente busca vivir justamente de esto y no puede, lo que hace que se pierda la posibilidad de dedicarle más tiempo y se desgasten las personas pues deben trabajar en otras cosas, hemos decidido continuar con este objetivo”.

“La editorial surge como necesidad inmanente a la methodía que se lleva a cabo en Casa de Filosofía, intentando ser, de alguna manera, el jôra donde la obra del hacedor no sólo cristaliza, sino que además se convierte en el mensajero que prolifera el símbolo cuyas raíces abrevan en las fuentes nacidas de la piedra de la vida. El gran objeto que pregona el acervo de la editorial tiene que ver con la proliferación de la crítica hacia los avatares más diversos que a lo largo de los siglos teje y desteje el espíritu humano, orientando su énfasis en las diversas manifestaciones de la cultura, las disciplinas del saber y el arte”. Así se refiere Damián Baccino al desafío que supone la Editorial Maderamen. En consonancia con los principios y en base a las posibilidades que hoy se evalúan, la idea es presentar dos textos este año: primero Contragobernar, libro de ensayos de Ricardo Viscardi perteneciente a la Colección Krisoscopio; luego Ahkbar, libro de poesía de Damián Baccino y Bruno Cabrera en la Colección Poiesis.

Actividades y proyectos

Una de las tantas preocupaciones que el colectivo tiene es la de pensar y problematizar cuestiones que inscriben a nuestro país dentro de la realidad latinoamericana. Los mega emprendimientos es uno y por ello el sábado 2 de noviembre se recibió en la casa a François de Bernard (creador de la web mondialisations.org) teórico francés que trabaja dentro del Grupo de Estudio sobre las Mundializaciones. El domingo siguiente los miembros de la Casa coordinaron una actividad en La Pedrera bajo el título “Progreso, mundialización y medio ambiente: acerca de los megaproyectos en Uruguay”, además de Bernard participaron con intervenciones Bruno Cabrera, Damián Baccino y Ricardo Viscardi. Dicho encuentro fue fundamental por haberse desarrollado fuera del área metropolitana porque posibilitó el intercambio con miembros de movimientos sociales y vecinos preocupados de la zona. Se hizo visible la necesidad de saber y reflexionar respecto a los impactos no explicitados de emprendimientos como el puerto de aguas profundas así como de tender puentes para trabajar de manera colectiva. Todos los viernes de diciembre a la noche se realizó un café donde artistas residentes e invitados compartieron sus creaciones. Hubo clases de Aikido todos los lunes de noche y un ciclo de cine enfocado a la obra del cineasta Béla Tarr. Además, funcionó un taller sobre “La actualidad del pensamiento de Gabriel Tarde” coordinado por Luca Rodríguez, otro de los miembros del Consejo, en el marco de finalización de sus tesis. Un taller de conversación sobre actualidad y filosofía en lengua francesa y un espacio de debate programado en cuatro viernes a partir de la publicación del libro de Eros y Philia que se propuso profundizar el intercambio a través de las intervenciones de sus autores. Vale la pena insistir,

Editar a partir de la autogestión

Como si eso fuera poco, uno llega a la Casa y puede encontrarse con los tambores de Sarabanda. A partir de las charlas con Alfonso Pintos –uno de sus directores– se les brinda un espacio para que el cuerpo de baile ensaye, puedan tener el vestuario y la comparsa salga a tocar todos los sábados desde allí. Esto hace que la Casa vaya afianzando el vínculo y el intercambio con el barrio, construyendo un lugar múltiple que no cierre su mirada en la endogamia. La invitación es clara: acercarse, preguntar y compartir unos mates. Un lugar en donde estudiar cuando hay que hacer tiempo entre clases -o entre el trabajo y las clases- con solo tocar timbre. Además, planean tener una biblioteca para que todo aquel que quiera pueda leer y estudiar. La propuesta de la Casa posibilita la puesta en marcha de una lucha en base a la discusión y la construcción lejos de la tan desgastada idea de “participación”. Casa de Filosofía abrió sus puertas para quedarse. Resulta alentador ver ese espacio y entrar a un lugar lleno de preguntas y bienvenidas. No es un centro cultural ni un recinto intelectual cerrado. Es más bien un territorio tomado por el pensamiento y la convicción, por las ideas y la puesta en práctica. Un lugar en el que lo filosófico no tiene un sentido restringido, rancio o inaccesible sino que encuentra su significación más humana y trascendente. Casa de Filosofía parece dar batalla, armada hasta los dientes por gente que cree, piensa y hace. 15


Documentales sobre escritores uruguayos

LITERATURA EN

PIXELES Por Gerardo Ferreira

Escribir no es tarea sencilla. Filmar documentales tampoco e investigar sobre los documentales filmados acerca de escritores uruguayos, aún menos. Gerardo Ferreira escribe sobre personas que recopilan el trabajo de personas que filman a personas que escriben.

U

no de los mejores ciclos documentales-biográficos sobre escritores que vi en mi vida se llamaba Ciudad Natal. No exagero, gustos son gustos. Lo pasaban en el cable, en Canal (á) de Argentina, cuando por estos lares campeaba la crisis de 2002. Recuerdo que era un programa cuya producción general estaba a cargo de Eliseo Álvarez (guionista, director y productor) y la cosa era más o menos así: en los 52 minutos que duraba cada entrega, se recorría la biografía de una figura destacada de la cultura universal, transitando los momentos claves de su vida y obra a través de imágenes, audios y testimonios, tanto de familiares y amigos, así como también de profesores y académicos. La artesanía del montaje por momentos era muy poética, y la inconfundible voz en off de la “Turca” Verónica Najmias era una de esas cosas que se te graban en la cabeza para siempre. Durante las tres temporadas que llegaron a emitirse, desfilaron escritores como: F. Scott Fitzgerald, Truman Capote, William Faulkner, Horacio Quiroga, Julio Cortázar, Manuel Mujica Láinez y hasta tuvo su lugar el novelista polaco Witold Gombrowicz. Pero el ciclo también abarcó otras disciplinas, y así te podías encontrar con documentales sobre Fritz Lang, Federico Fellini y Luis Buñuel, para el caso del cine, o bien con alguno de Salvador Dalí, Edvard Munch o Giuseppe Arcimboldo, para la pintura o las artes plásticas. Si todavía no estabas empachado, de yapa metían alguno sobre artistas de la música, como George Gerschwin, Louis Armstrong, Atahualpa

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Yupanqui o Carlos Gardel. Todos tuvieron una Ciudad Natal. Pero ojo, más allá de esta evocación nostálgica, la nota que sigue en realidad no trata sobre aquel ciclo argentino de documentales, sino sobre qué pasa en Uruguay con los documentales que involucran a escritores. Tres estudiantes avanzados de la Licenciatura en Letras (de Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación): Felipe Correa, Noelia Farías y Vanessa Milla Deccia, se venían preguntando lo mismo hace unos años, y en 2011 fueron apoyados por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) para llevar a cabo su proyecto de investigación: Entre la ficción y el mundo: el escritor. Primeros pasos para un estudio de la construcción documental alrededor de escritores uruguayos, que ya finalizaron. En el resumen o abstract del proyecto, los investigadores consignaron sus inquietudes y propósitos: “¿Qué escritores retratan los documentales biográficos uruguayos? ¿Quiénes son elegidos como representantes de los ‘hacedores de literatura’? ¿Cómo se crea el escritor como sujeto social para el ‘gran público’? Estas preguntas nos motivaron a lo largo de 2011 a investigar sobre qué escritores se ha decidido hacer documentales y cuáles se han dejado afuera [...], quiénes los realizan y qué los mueve a realizarlos”. En otras palabras, se plantearon como objetivo dar cuenta del estado de situación de los documentales nacionales sobre escritores uruguayos. Claro, dicho así suena fabuloso, pero tuvieron

varias dificultades en el camino, según expresan en el informe entregado a la Comisión. Algunas de ellas fueron la escasa bibliografía específica sobre el documental biográfico; las trabas burocráticas para ver el material o confirmar su existencia; la inaccesibilidad de algunos documentales porque no existen copias o están en diversos formatos de reproducción, entre otras piedritas en el camino. Luego del relevamiento y estudio bibliográfico (fuentes, archivos, bibliotecas, catálogos, webs, etc.), Felipe y su equipo fueron “visionando”, es decir, viendo los documentales especialmente desde un punto de vista técnico o crítico, a medida que los iban consiguiendo. Se reunían una vez por semana en la casa de una de las integrantes del equipo, y allí analizaban y debatían sobre cada uno. “En gran parte de los materiales que consultamos el ‘Yo’ ―realizador―, intenta la mayor mimetización posible con ‘él’ ―escritor―. Hacer un documental sobre un muerto es análogo con intentar una traducción sin poder tener el texto original, por ello se pretende apegarse lo más posible al contexto en que el texto ―la figura del escritor― surgió. Con respecto a la selección de figuras (escritores), descubrimos una distribución en el terreno no canónico tanto o mayor que en el terreno canónico”, explican. Para dar con el material golpearon muchas puertas: el archivo de Tevé Ciudad (la mayoría de los documentales recientes están allí), el de Cinemateca Uruguaya (que queda en el kilómetro 16 de

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la Ruta 8 y donde consultaron piezas no encontradas en otros acervos), el Video del Cordón, el Archivo de la Asociación de Profesores de Literatura del Uruguay, la biblioteca de la Universidad Católica, material colgado en YouTube y en la plataforma Vimeo y, por último, el contacto personal con realizadores. Es que en el trabajo de campo incluyeron entrevistas, por ejemplo a Mario Jacob (Idea, y El escritor de Toledo), a Ana Magnabosco y Juan Carlos Rodríguez (Anderssen Banchero un escritor (casi) desconocido, que recibió fondos de la Fundación Mario Benedetti), a Juan Pablo Pedemonte (Los pájaros ocultos) y a Elvio Gandolfo, conductor y realizador de entrevistas en Los libros y el viento. En cuanto a los resultados obtenidos, cuentan: “Nuestro objetivo inicial era trazar diferentes líneas que dieran cuenta de la forma de construir al escritor como objeto social para el gran público. No pudimos llegar hasta ese estadio de la investigación porque para ello necesitamos una infraestructura de información que a lo largo de este año hemos ido construyendo” [...] “adquirimos conocimiento sobre documentales antiguos y recientes que desconocíamos, aunque no tuvimos acceso a todos. Por supuesto es probable que varios hayan escapado de nuestro relevamiento (por ejemplo, hay documentales en el MEC de los cuáles no logramos mayor información). Asimismo, consideramos la construcción del Catálogo de documentales uruguayos sobre escritores uruguayos (1910-2012) un resultado

Documentales a los que accedieron:

Juan Carlos Onetti: un escritor (1973), País verde y herido (1979), Trece años y un día (1985), Horacio Quiroga: entre personas y personajes (1987), Onetti, retrato de un escritor (1989), Idea (1996), Palabras verdaderas (2004), Susana Soca: ¿la demente? (2005), Jamás leí a Onetti (2009) y Anderssen Banchero un escritor (casi) desconocido (2011). Ciclos: Los pájaros ocultos (2011-2013). Especiales de Tv Ciudad: Escritores, Juan Cunha (2001), Francisco ‹Paco› Espínola (2001), El escritor de Toledo (2002), Humberto Megget, poeta uruguayo (2006), Los libros y el viento (2006), Escritores en la ciudad (2006). No tuvieron acceso, por ejemplo, a los documentales: Torre de los Panoramas (1975) y Retrato de Mario Arregui (1985).

secundario de gran importancia”. En todos los documentales encontrados existe la impronta personal del realizador, una estética propia que también lo hace desmarcase del resto. Así, el registro audiovisual oscila entre “una entrevista vestida con imágenes o varias entrevistas articuladas, hasta la creación de ficciones que marcan un hilo narrativo (...). Es una forma de leer las diferentes estéticas que se desarrollan en las producciones, recordando siempre que la estética del documental es parte de su retórica (es decir, una persuasión para lograr una inmersión en la figura del escritor)”, según las observaciones del grupo. Por otra parte, tomaron en cuenta la motivación personal de los realizadores, “que puede ser más ‘introvertida’ (un capricho, un contrato de trabajo, un enamoramiento con la obra de algún escritor), o algo circunscrito que no busca un movimiento hacia el público (más allá del implicado en toda producción audiovisual)”. También verificaron que con algunos documentales se opta a veces por buscar un efecto “trascendente” específico sobre el público, en este caso: “acercarlo a la literatura de tal o cual escritor, o a la literatura toda”.

Un caso: Los pájaros ocultos (2011-2013)

Juan Pablo Pedemonte (1981) es el realizador de uno de los pocos ciclos documentales sobre artistas nacionales generados en nuestro país. Con un total de ocho producciones bajo el sugerente título de Los pájaros ocultos (en cuya bandada el espectador podrá reconocer las plumas de Marosa Di Giorgio, José Parrilla y Pedro Piccatto, entre otros), Pedemonte contribuyó en la ampliación del patrimonio cultural en el campo audiovisual. “Desde el momento que dije: tengo una cámara, me gusta la poesía, conozco gente que vale la pena difundir, escuchar y recomendar y que uno la ve marginada. Me metí en los documentales porque me quería meter en la vida de los tipos que admiraba, por una razón o por otra. Era la única forma de entrar a la casa, de compartir cafés, hablar de la vida y ser amigos” cuenta Pedemonte. En 2011 presentó el proyecto al Fondo Concursable para la Cultura que otorga el MEC y ganó en la categoría Memoria y Tradiciones. “Presenté dos documentales, el de Jorge Meretta y el de José Parrilla y dije que quería hacer seis más y para eso pedí la financiación. Luego de que gané me volví loco, tendría que haber ido a un psicólogo, porque lo hice casi todo solo. Arranqué en

noviembre de 2011 y terminarlos me llevó dos años. Y no los terminé en realidad (en mi cabeza no están terminados). Prometí versiones más cortas de cada documental (30 minutos) pero terminé en versiones de más de una hora en algunos casos. Ahí te das cuenta que no fue por sacarme laburo de arriba, sino que laburé de más, porque sentía que no era justo con tal o cual sino entrevistaba a tal o a cual, y decidir por qué uno sí y otro no, etc. A veces tenés que decir: tengo que ser justo con todos, pero si soy justo con todos, no soy justo con el espectador. Y creo que en algunos casos no fui justo con el espectador, porque le di un mazazo de información. Me metí en un lugar que conspiraba contra mí mismo como realizador, donde era muy difícil sentirse satisfecho”.

Los pájaros ocultos:

“Jorge Meretta. La magia evolucionada” (2011) “José Parrilla. El profesor de amor” (2011) “Marosa Di Giorgio. El ruedo en flor” (2012) “Miguel Ángel Tosi. Pinturas de la mente” (2012) “Álvaro Figueredo. Las otrísimas luces del yo” (2013) “Pedro Piccatto. El ángel anticipado” (2013) “Enrique Estrázulas. Emisario del mar” (2013) “Clever Lara. La luz insólita” (2013) “Los pájaros ocultos (FCC, 2011) es un ciclo de documentales HD, dirigido por Juan Pablo Pedemonte para Tremendo Films, orientado a la difusión de artistas uruguayos. Todos ellos tienen en común –a juicio de la crítica especializada– haber desarrollado una obra que no ha sido difundida convenientemente de acuerdo a su calidad. Por distintas razones, aparece oculta u ocultada. ¿Se trata de cultura o de ocultura, entonces? En cualquier caso, la premisa de Los pájaros ocultos es desocultar a favor de promover la cultura. Los documentales están enmarcados dentro de un proyecto que propone presentaciones y homenajes a los artistas en distintos cenáculos, así como proveer información sobre su obra, a fin de echar luz en las altitudes sobrevoladas por pocos”. [Información extraída de su página web: www.lospajarosocultos.com ]

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www.lateral.com.uy


Documentales sobre escritores uruguayos Y es cierto, Juan Pablo es muy crítico con su propio trabajo, o mejor dicho, muy exigente. Esto parece traducirse en algunos de sus gestos, el seño fruncido más de la cuenta, el tono parco de su voz, hacen que uno le quiera preguntar si está enojado por algo. Fuera de chanzas, por su bajo perfil cualquiera se da cuenta que Juan le esquiva a las luces. “Cuando uno exhibe algo se está exhibiendo a uno mismo, y yo muchas veces no lo hago hasta no estar conforme con el trabajo. Nunca me proyecté ninguna luz [con los documentales]. Lo bueno es eso. Los hice y chau, nunca tuve ninguna pretensión más allá, entonces todo lo que viene en cuanto a la buena recepción del público y los involucrados es una sorpresa. Los presenté porque los tenía que mostrar porque es necesario difundir autores. Pero no es lo que quisiera mostrar si me quiero mostrar como artista. Soy mucho más reservado, y prefiero trabajar bien y no presentarlo con bombos y platillos”. Como parte de los compromisos asumidos por ganar los fondos, se estipuló una página web del proyecto -lospajarosocultos.com-, donde están las fichas técnicas de cada documental y una breve reseña de cada autor, además de todos los documentales completos para ver. “Una de las ideas principales era que si alguien quería ver la biografía de alguno de estos artistas, más allá de un libro con la biografía, podía verla en un documental. Pero creo que con ciertos autores no lo logré, porque uno sabe que son para “pocos”. Son autores diferentes, artistas distintos que no les interesaba tanto la exposición, sino que trabajaban en su propia catacumba. Vuelan a una altura diferente que el resto de los pájaros. No quería hacer algo hermético que no le pudiera entrar a nadie, pero tampoco me interesaba hacer algo populoide. Hay que tranzar. Igual la idea es adaptarlos, seguir trabajando la serie, acortarlos más (24 minutos) y hacer un ciclo para la televisión”. Hay poesía en estos documentales, no por haber elegido a algunos poetas para biografiar, sino en el tratamiento de los temas, en la música, en la porosidad de las imágenes. Dice Juan Pablo:, “En el lenguaje visual y auditivo, en el apoyo de la música y de las tomas, se reúnen una cantidad de artes que están por encima de la parte escritural. Esos factores hacen del audiovisual un arte en sí mismo”, y esa concepción se ve reflejada en toda su propuesta. Claro que, como el equipo de Felipe, tuvo que lidiar con inconvenientes, pero de otra índole: “Para empezar no le podía decir al entrevistador: ‘Che, ¿por qué no te subís a este barco mientras yo te filmo y vamos por el río, te metés con la naturaleza?’. No. Porque el tipo de repente es un intelectual que te está dando tiempo de sus horas libres y uno lo está invadiendo, además no le estás pagando, entonces tenés que acomodarte donde sea más cómodo para él y ahí filmarlo”. Con el documental sobre Pedro Piccatto tuvo que repetir tomas y entrevistas, porque se le quemó 18

un disco y quedó insalvable. Ahí también perdió todos los originales de los de Parrilla y Marosa. Suerte que había hecho una copia de una versión final de esos pero, por su cara al contármelo, fue un momento feo. También perdió todas las fotos que se sacó junto a Jorge Meretta. “Eso fue lo que más me dolió”. Con cada autor tuvo una relación “estrecha”, de una manera o de otra. En el caso de Meretta, fue el primero que filmó, “conocerlo, ir a la casa, fue como decir, pah, a este tipo lo tengo que filmar y desde ahí se dio todo naturalmente. Porque cuando conocés al autor, conocés más su obra y esta se resignifica”. En el caso de Enrique Estrázulas

fue un poco distinto: “A mi me gustaba mucho alguna parte de su poesía porque había una cosa portuaria, gris, una paleta muy montevideana que rescató como pocos, y además yo sabía que él era un trotamundos, lleno de historias y leyendas y lugares y amigos y sabía que iba a enriquecer. Era un testimonio que había que grabarlo, porque no cualquiera se sienta con Cortázar en un café porque lo llamó por favor para juntarse con él”. “Es un autor que estuvo ahí, metido en los caldos, y a mi lo que me mueve más es la intriga, la inquietud de saber cómo hizo este hombre para meterse en la vida de estos tipos (Borges, Onetti, Benedetti, Zitarrosa y tantos más) y qué pasó, qué le trasmitieron”.

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Fotogramas de Los Pájaros Ocultos

El de Marosa fue el tercero y le llevó más tiempo que los demás, porque entrevistó a 12 personas, por lo menos, y hubo un viaje a Salto. Por otra parte, “el caso de José Parrilla es para hacer una película, porque es impresionante su vida. Las hermanas fueron a la presentación de su documental (ciclo que recientemente tuvo lugar en Café la diaria), y cada vez que lo ven lloran y te cuentan tantas cosas que el homenaje a Parrilla fue divino solo por tenerlas a ellas presentes”. Uno de los aprendizajes que tuvo Juan con la realización de los documentales fue que es mejor aprovechar a las personas que están vivas. A propósito comenta: “Hay que investigar con responsabilidad,

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porque muchas son historias que se van formando con conocimiento y con el recuerdo de lo que dijeron los demás. Hay gente que habla empíricamente porque estuvo con ellos y otros porque alguien les contó y pueden trastocar el cuento. Es imposible captar el color de un autor sin el autor mismo. Podés hacer un paisaje pero siempre hay alguien que matiza mal y se le pincela para otro lado. Además, generás un vínculo con el otro y cuando se da un buen canal empático el autor se abre y te permite hacer cosas que, vistas desde afuera, no te animabas a planteárselas”.

este ciclo documental: “Necesitaba mojarme en el asunto, meterme en el barro, sacarme un poco el miedo, y hasta que no te tirás no sabés cómo es. Quería entrar con el autor a su poética, tratar como realizador de capturar eso y trasladarlo a la pantalla. Y para hacerlo tiene que estar involucrada la poética visual con la poética literaria, porque yo trabajo con la materia espiritualizada”.

Me da tiempo para arrancarle una impresión más sobre lo que le dejó la experiencia de construir 19


SERIEFILIA / Por Federico de los Santos

ALGUIEN BAJÓ LAS DEFENSAS Agents of S.H.I.E.L.D. es una serie con una historia larga. Viene de las películas de superhéroes de Marvel, que vienen de los cómics de Marvel. Cómic básico: DC es la editorial que publica a Batman, Superman, Linterna Verde, Mujer Maravilla, Flash y la Liga de la Justicia; Marvel tiene al Capitán América, Hulk, el Hombre Araña, los X Men y los Vengadores. Ambas surgieron en los años 30 pero, por lo menos en las primeras décadas, DC fue la más innovadora y Marvel iba atrás viendo qué podía hacer para competir por las ventas, a veces con ideas que no eran más que copias baratas y otras con resultados más ingeniosos o con un impacto superior a las originales. El primer superhéroe fue Superman, que apareció por primera vez en 1938. fue creado por Jerry Siegel y Joe Shuster, dos jóvenes de menos de 20 años que dibujaban superhombres en los márgenes de los cuadernos para evadirse del bullying de los suburbios de Cleveland por ser hijos de inmigrantes judíos. Pero en los años 40 apareció una idea nueva que cambió todo: los superhéroes, además ser protagonistas en sus series mensuales, empezaron a cruzarse. Batman visitaba Metrópolis y se encontraba con Superman, y Lex Luthor formaba equipo con el Guasón. Empezaron a formarse los primeros grupos como la JSA (Justice Society of America). La idea era fascinante: adentro de esas veintialgo de páginas de viñetas mal coloreadas no sólo se construían barrios y ciudades sino mundos, universos interconectados. Ejemplo: si en una lucha entre Superman y Metallo se terminaba derrumbando un edificio, la noticia podía aparecer de fondo en el informativo que está mirando Alfred en la Mansión Wayne (Díaz no, por favor: los nombres no se traducen). A lo largo de 80 años de historia, tanto Marvel como DC fueron acumulando historias a cargo de miles de guionistas, dibujantes y editores, y se convirtieron en dos proyectos de ficción monstruosos que no tienen comparación con cualquier otro sobre la tierra. En el medio, los personajes tienen hijos, se casan, se divorcian, mueren, resucitan, cambian de preferencias sexuales, prueban y no les gusta… todo como parte de una misma historia con millones de ramificaciones. Claro, también están las incongruencias internas que tanto disfrutan los nerds de buscar, la hojarasca que va dejando el pasaje de todos esos autores que no pueden haber leído todo lo anterior porque simplemente no le daría la vida a ningún ser humano. Pero si esa fue una de las magias del cómic a lo largo de los años de competencia entre Marvel y DC, a ninguna de las dos empresas le fue fácil conservar esa mística cuando los personajes pasaron del papel a la pantalla.

Cambio de traje

Pocas series y películas supieron reflejar esa capacidad de entramado tan propia del cómic de superhéroes. Durante la camada de series animadas y de carne y hueso de los 70 y los 80 hubo algunos intentos que sugerían con

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timidez que había algo más allá de los protagonistas, pero no fueron más que guiños. La novedad verdadera vendría recién en los 90, con una de las mejores adaptaciones animadas de Batman. “Los dibujos de la mandíbula cuadrada” es la fórmula que más le suena a la mayoría de los que alguna vez sintonizaron Canal 12 a mediodía. Para otros es Batman: la serie animada, esa genialidad de los productores Paul Dini y Bruce Timm que tomaba distancia por igual del Batman chillón y camp de los 60 (con Adam West luciendo el logo del murciélago sobre su abdomen generoso) y de las películas del justiciero encapuchado que dirigía Joel Schumacher, con un subtexto queer muy evidente y también chillonas y camp, pero 30 años tarde. La serie animada, en cambio, era oscura (lo más que se podía en una serie para niños) y apostaba a un Batman totalmente neurótico, amargado y mala leche, y a un Robin traumado, rebelde y libre de esa zunga verde que lucía Burt Ward y que dejaba muy poco librado a la imaginación. Era 1996, y el éxito de la serie animó a la Warner no sólo a lanzar Superman: la serie animada sino a que cada tanto uno apareciera en capítulos del otro. En 2001 la cosa se puso aún más compleja: después de que terminaran las dos series, aparecería La Liga de la Justicia animada, que unificaba las dos líneas narrativas. O sea, si el Batman de cada serie es un mundo en sí mismo que adapta un conjunto de elementos infaltables (el Bruce Wayne millonario y huérfano, el traje, Ciudad Gótica) y los reordena a su manera (para adaptar al personaje a la tecnología o a la estética del momento, o para darle más presencia a uno u otro personaje secundario, o por motivos narrativos. Este universo, que atravesó 14 años y ocho series, fue lo más complejo que se hizo en el terreno de los superhéroes animados (hubo un cruce entre X Men y El Hombre Araña, ambas de los 90, pero duró sólo un capítulo) y significó un triunfo absoluto de DC. Por lo menos hasta 2008, cuando Marvel redobló la apuesta y se embarcó en algo mucho más grande porque, para empezar, ya no eran dibujitos sino héroes de carne y hueso. Fue Iron Man (2008), de John Favreau, que inauguró el -hasta ahora- proyecto más ambicioso sobre superhéroes en la pantalla grande. Era una película excelente, en parte por el guión y en parte por el acertadísimo physique du role de Robert Downey Jr. como el fiestero, millonario y borracho Tony Stark, un genio de la ingeniería bélica que se calzaba una armadura para combatir a un grupo de terroristas que usaban armas que su propia empresa vendía. La escenita breve después de los créditos (una costumbre que adoptarían todas las películas de la saga desde ese momento en adelante) mostraba a Samuel L Jackson en el papel de Nick Fury, el malhumorado y calculador director de la agencia de espionaje S.H.I.E.L.D., que le avisaba a Iron Man que hay otros como él y que está la idea de formar un grupo. Después de eso seguirían más películas y más conexiones: en Iron Man 2 aparecía el martillo de Thor; en Thor se anunciaba que el villano no estaba tan derrotado como parecía; en Capitán América se mostraba al superhéroe emblemático de mitad de siglo resucitando en nuestra era después de pasar décadas congelado.

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Todo apuntaba a Los Vengadores, la película de 2012 que los uniría a todos en contra de un enemigo terrible en común y que consolidaría un proyecto gigante que aún no termina: por lo pronto, falta que se estrenen Thor: el mundo oscuro y Capitán América: el Soldado de Invierno antes de que Los Vengadores 2 junte al grupo de nuevo. Mientras, Marvel decidió, en plena edad de oro de las series -¿alguien lo niega?-, crear un producto para televisión que ampliara el universo que conforman las películas y que a la vez sirviera de bocadillo para aguantar los dos o tres años entre película y película. Con Joss Whedon al frente, director de Los Vengadores y creador de series de grupos humanos en ámbitos de ciencia ficción y fantasía (Buffy, la cazavampiros, Ángel, Dollhouse, Firefly) y de la película de terror -en realidad, una deconstrucción del género- The Cabin in the Woods (2012), un público cautivo y una saga de películas de respaldo, la serie no podía fallar. Por eso fue tanta la desilusión cuando resultó ser una porquería.

es: después de la invasión extraterrestre a Nueva York (siempre Nueva York) que obligó a que un dios como Thor y a un hijo mutante de la ciencia como Hulk a presentarse ante el público, el mundo es otro. Hay artefactos peligrosos que son restos de la guerra, hay objetos mágicos (literatura fantástica), hay avances tecnológicos (ciencia ficción), y la gente lo sabe.

Dolores de crecimiento

Estrenada en setiembre de 2013, Agents of S.H.I.E.L.D. se centra en un grupo de espías de la organización, liderado por el Agente Coulson (Clark Gregg), hombre serio pero con pequeños gestos de inmadurez que lo hacen adorable. Se lo había visto morir en Los Vengadores, pero regresó bajo circunstancias misteriosas -en el mundo superheroico, resucitar es casi tan corriente como morirse-, y ése es uno de los misterios de la serie.

Todos son lindos y estilizados -hasta los científicos bobos- y, aunque no tienen poderes, son capaces de ir a un tiroteo con los ojos delineados y de salir con el pelo pasado por planchita intacto. Las conexiones con la serie de películas son lo mejor: los guiños más o menos explícitos que recuerdan que, aunque es un producto mucho menor que las películas (y que todas las series de Joss Whedon, y que el universo animado de DC), aún es parte de algo ambicioso y enorme.

El grupo que Coulson capitanea es arquetípico: hay un agente secreto rígido, viril y militar (Ward), un físico y una química nerds, británicos y un poco torpes (Fitz y Simmons), una asiática maestra en artes marciales sin expresiones (May) y una hacker (Skye) medio libertarian, una versión muy descremada de una militante de WikiLeaks. El grupo viaja por el mundo en un avión gigante e hipertecnológico para resolver casos “especiales”. La tesis inicial

En octubre se supo que el canal ABC aprobó una full season (una temporada de 22 capítulos), a pesar de los bajos ratings: hacia la mitad de la temporada la audiencia era la mitad de la que vio el primer capítulo. Sólo queda cruzar los dedos y esperar que las próximas películas no vayan por este lado, que haya sido un desliz y no un avance de lo que se viene, porque este es un muerto un poco más difícil de resucitar que el agente Coulson.

Foto de difusión. / Foto: Bob D’Amico

Pero además de las conexiones con las películas, la serie juega en ese terreno de cruce entre el espionaje y la comedia que tan bien manejó -y abusó hasta embolarla- Alias: chistes en el medio de infiltraciones en complejos militares de Europa del Este, incursiones en el territorio de países sudamericanos, dobles agentes, todo regado con un tono de comedia que tiene más que ver con la interacción de personajes universitarios, aunque a partir del capítulo 6 (y demasiado tarde) los personajes empiezan a cobrar un poco más de profundidad.

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LA COLUMNA PUNTIAGUDA

La Meta: amor fósil

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo se encontró con la noticia de que la fotocopia constituía una violación a los derechos de autor y, ergo, un delito. Mientras desayunaba, se sintió medio culpable[1] y decidió ir a Puro Verso a comprar un par de libros de Mercedes Vigil, para neutralizar un poco ese sentimiento. En el camino, le compró a un vendedor ambulante un disco trucho de Mauricio Ubal. Cuando llegó a la librería, se colgó a mirar una colección que estaba en vidriera y una voz le dijo con sensualidad soledadorteguiana: –¿A vos también te interesa la frenología libanesa? Era una morocha cuyo cráneo tenía forma de David de Miguel Ángel. Gregorio la observó sorprendido y, finalmente, respondió: –No. En realidad, sólo me atrajo el formato de las ediciones. Entonces, como no supo qué más decir, la morocha cefálicamente escultural tuvo la delicadeza de rellenar el silencio con una flatulencia en tríada con quinta aumentada[2]. En un hecho imperceptible para la sensibilidad humana, a la altura del suelo, ese pedo quedaría grabado en los corazones de dos hormiguitas que en ese instante se besaban por primera vez. Aquel peculiar gas de morocha adquirió, para esos insectos, el significado que para vos pueden tener “More than Words” o “I Don’t Want to Miss a Thing”. La más femenina de las hormigas, alzadísima, dijo: –Quiero tu hormigón ya. ¿Vamos a un lugar más íntimo? –Me parece bien –contestó la otra–. Y en el camino te cuento lo que me gustaría que me hicieras en el gáster.

[1]: Tal vez por ser accionista de una cadena de salones de fotocopias con un vastísimo y exquisito catálogo que incluía, por ejemplo, el 94% de la literatura nacional editada, gracias a cuyas ganancias él había podido comprarle un hermoso yate a su chica, un Lamborghini Diablo a su hijo y un kilo de yerba a su vieja. [2]: La partitura está disponible en www. tujesmusicales.com. [3]: Trequetreque. [4]: Catedrático de literatura sumeria contemporánea.

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Pero finalmente no pudo contarle nada, porque ambos tortolitos fallecieron bajo la suela de un mocasín. Y bueno, el amor es así. Cuando creés que se aproxima la mejor historia de tu vida, viene un zapato y te pasa por arriba. Por eso a las dos pobres hormiguitas les quedó una lección allá en el Cielo: que tendrían que haber aprovechado mejor el tiempo y haberse tirado los galgos antes, porque ahora allá arriba podrán intercambiar algún solo de arpa pero olvidate de aquello[3]. Igual, el arpa es un instrumento lindo. Me gusta mucho en algunas canciones de Björk y de Florence and the Machine, pero quiero aprender a tocarla en alguna de las de Aníbal Sampayo. Voy a ver si me compro un libro de partituras que editaron ahora para juntar fondos para financiar la fundación de una escuela de música litoraleña. Aunque, por menos guita, mi amigo Gregorio me lo ofrece fotocopiado y encuadernado. Javier Zubillaga[4]

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