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CRISTINA ALCAYAGA
Heredera de una vocación al servicio de la información que ha llevado al siguiente nivel, combinando sus inquietudes políticas con su preocupación social, dedicando una vida al estudio de esos temas y más…
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Primera Parte
Instalados en la comodidad de su hogar, disfrutamos de una cálida charla con una dama verdaderamente excepcional, la maestra Cristina Alcayaga Núñez, dueña de una belleza y de un trato amable y refinado; su porte elegante e impecable antecede el saludo que revela su respeto al protocolo de toda ocasión; muchas horas más nos tomaría describir su personalidad por lo que sin mayor preámbulo dejamos de lado toda la admiración, así también las fotos para después, porque la entrevista se imponía antes de que el calor del verano derritiera más pronto que rápido la refrescante plática.
Cuando tuviste la oportunidad de definir tu vocación, ¿qué opciones pasaron primero por tu mente y cómo se fueron perfilando hacia la función pública, los derechos humanos y específicamente hacia los derechos de las mujeres…?
“Cuando tenía 17 años entré a la Universidad Iberoamericana a estudiar Filosofía, un poco influenciada por mi padre, quien era periodista trabajando en el periódico Excélsior, al respecto me dijo, ‘¡Perfecto que estudies filosofía, pero te vas a morir de hambre! Entonces estoy preocupado, me gustaría que tomaras un curso para que aprendas a escribir editoriales, hacer entrevistas y demás.’ Y así fue. En la mañana iba a Excélsior y por la tarde iba a la universidad de las 16:00 a las 22:00 horas. Fui muy afortunada de conocer el Excélsior antiguo, incluso se trabajaba con linotipos y en esos años conocí a los periodistas más connotados de la época. Después escribí durante 11 años en El Universal, tenía un programa de radio en Radio Red. Después me fui a estudiar a La Sorbona, en París, y cuando regresé me casé. Tuve tres hijos: Felipe, Cristina y Fernanda”.
Cómo lograste encontrar el balance entre ser mamá e investigadora social, desempeñándote a la vez en diversas instituciones…
“Me di cuenta que entre la filosofía y la maternidad, más toda mi formación periodística, descubrí que había aprendido muchas cosas, pero también observé que había muchos problemas en el país, la combinación de todas esas cosas despertaron mi interés por la política, entendida para hacer cosas, no para grillar ni para hacer cosas horribles, o para aprovecharse del poder por el poder y enriquecerse, sino para poder transformar la vida; yo veía que había que transformar a México, habían muchas deficiencias y desigualdad hacia las mujeres; casi no había mujeres en la universidad, todas estudiaban cocina, moda, eran educadoras, realizaban tareas que las tenía muy estigmatizadas por el rol asignado por la sociedad y la contraparte que no estudiaba eran madres solteras o golpeadas; entre trabajar en el periódico y la carrera misma me hizo reflexionar mucho y también eso te confronta con tus antiguas creencias o dogmas y te hace que pienses distinto, así como estudiar y viajar por Europa. Cuando mis hijos crecieron decidí retomar mi vida profesional”.
¿Cuáles fueron los detonantes o problemáticas sociales que te impulsaron a buscar soluciones a través de tu preparación académica?
“Seguí escribiendo hasta llegar a ser presidente de la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y eso me hizo viajar por el mundo e involucrarme por los diversos problemas del mundo, con mi género específicamente. En un momento dado pensé en regresar a la universidad, había un propedéutico de política titulado Diplomado de Estudios Políticos que duraba un año y esto me sirvió para hacer la maestría en Ciencias Sociales, pero al mismo tiempo que me destacaba, mi nombre llegó a oídos de Manuel Camacho Solís y me preguntó si quería ser diputada, y acepté, sin embargo, ni yo ni mi familia militábamos en ningún partido, más bien éramos apartidistas, creemos en el poder ciudadano y yo así he sido educada. Para ese entonces era el PRI el partido más fuerte, había otros, pero eran más pequeños, ciertamente ya había más pluralidad en el escenario político y con la guía de todos ellos así fue como comencé”.
Alguna vez pasó por tu mente hacer una carrera política más allá de ser Diputada Federal Suplente y Propietaria por la LV Legislatura o como secretaria adjunta a la presidencia del CEN del PRI, entre otros cargos…
“Como suplente aprendí mucho y posteriormente como propietaria, al lado de Fernando Lerdo de Tejada, hice la misma campaña con él, éramos compañeros de fórmula; me tocó cubrir una zona residencial, pero eran 67 colonias populares alrededor, estuve tocando puerta por puerta, les ayudé a tramitar incluso sus actas de nacimiento, traté con niños con problemas de drogadicción, di consulta pública durante siete años para hacer gestión social y eso ya me llevó una buena parte de mi vida. Antes de ser secretaria adjunta del Comité Ejecutivo Nacional estuve en la Asamblea de Representantes, fui candidata nuevamente a Diputada Federal. Después de recorrer todo ese camino, yo quería conocer más de México, pero no en el plan turístico, sino político y al estar en el Comité Ejecutivo Nacional me permitió hacer todo eso y conocer a fondo no sólo sus problemas, sino su colorido, sus costumbres, sus etnias y todo el mosaico pluricultural que tenemos en el país, eso fue sensacional. Quise ser senadora, pero perdimos en la campaña de Labastida, me refiero al partido. Entró Vicente Fox y me invitó a colaborar con él, pero no acepté, en esa época no se
“He conocido gente muy valiosa que me permitió aprender dentro de la Asociación de Hoteles, fui la primera mujer que asumió el CCE, fui presidente del consejo de Nacional Financiera y Bancomext; he estado en diferentes plataformas que me han permitido hacer cosas” veía bien que saltaras de un partido a otro, como ahora los llamados ´chapulines´ que van de un lado a otro. En mi partido me iban a ver como traidora y del otro lado me iban a ver como espía o doble agente. Preferí trabajar de asociada con el embajador Jorge Montaño en el Gabinete Estratégico durante cinco años. Digamos que esa fue la ruptura de continuidad, cambió el partido y cambió todo. Opté por hacer propuestas de política pública desde la iniciativa privada siendo totalmente apartidista. Cosas que no es tan fácil, pero lo logré, y desde ahí influir para hacer modificaciones a la política pública. Fue cuando emigré de la Ciudad de México a Cancún”.
Cuando llegas a vivir a Cancún tus actividades profesionales cambian radicalmente al incursionar en la hotelería, pero sigues de alguna manera en la misma línea y descubres nuevas problemáticas en las que participas buscando soluciones…
“Pues sí, como la iniciativa de cambiar el Huso Horario del que hasta hoy disfrutamos. Pero también me adentré a otros temas como la explotación infantil, a propósito del caso de Lydia Cacho, empecé a hacer una investigación con ECPAT, una organización social, para dar cursos en los hoteles, hoy llamado Corazón Azul, esta es una iniciativa de sensibilización, promovida por las Naciones Unidas. Después me casé con Romárico Arroyo y paralelamente empecé a aprender del turismo, que es muy distinto como turista, ya lo vi como una materia de trabajo y desarrollamos varios proyectos como Tres Ríos entre otros negocios. He conocido gente muy valiosa que me permitió aprender dentro de la Asociación de Hoteles, fui la primera mujer que asumió el CCE, fui presidente del consejo de Nacional Financiera y Bancomext; he estado en diferentes plataformas que me han permitido hacer cosas. Actualmente soy presidenta del consejo consultivo de la Universidad del Caribe. Estoy muy satisfecha del camino que elegí”.
¿Qué satisfacción te dejó trabajar sobre el cambio del Huso Horario en Quintana Roo que fue puesto en marcha el 1 de febrero de 2015?
“Nos tomó cuatro años hacerlo. Fue una cosa fantástica. Comenzó como toda anécdota, así suceden las grandes cosas. Era diciembre, las cinco de la tarde, estaba trabajando en mi computadora y ya estaba oscuro. Entonces fui al despacho de Romárico y le comenté: ¿Por qué tienen aquí este horario? Y le dije: pues yo voy a cambiar el huso horario. Me sonrió, levantó los hombros y me dijo ándale pues. Me fui a mi compu, abrí el Facebook y donde dice: ¿Qué estás pensando? Escribí que porque no cambiamos el huso horario. Me empezó a contestar de inmediato tal cantidad de gente que de repente tenía muchos likes. No era ninguna influencer ni mucho menos. Después iba en la calle y me decían, sí, estamos con usted, vamos a cambiar huso horario. No era la única que lo había pensado. En esa época estaba Francisco Labastida de presidente de la Comisión de Energía del Senado de la República y le comenté mi iniciativa. Se hicieron estudios y resultó que era muy benéfico. Convertimos los likes en firmas con cartas y 36 mil firmas en tres semanas. Las aprobaron en el senado por unanimidad, después la turnaron a la cámara de diputados, pero la rechazaron. La detuvimos un rato hasta la siguiente legislatura, comenzaron las campañas y entró Peña Nieto de presidente. Fui coordinadora de su campaña en Quintana Roo y acepté porque vi una ventana de oportunidad para presentarle esta iniciativa al candidato y así fue. Cuanto entró al gobierno le dio instrucciones a Claudia Ruiz Massieu, secretaria de Turismo, para que prosperara la iniciativa, Carlos Joaquín era subsecretario y con él la trabajé para que se aprobara ese mismo diciembre y es lo que estamos disfrutando ahora”.
Te invitamos a leer la segunda parte de esta entreviste en nuestro sitio: www.proyectobrujula.com