DESCUBRIENDO
EL PASADO DEL EJE CAFETERO
Programa de Arqueología Preventiva en los municipios de Zarzal, La Victoria (Valle del Cauca), Montenegro y La Tebaida (Quindío)
2017-2018 Página
Antiguas ocupaciones humanas en el corredor del Loop Armenia. Programa de Arqueología Preventiva en los municipios de Zarzal, La Victoria (Valle del Cauca), Montenegro y La Tebaida (Quindío) 2017-2018 Texto redactado por: Amparo Ariza Obando Coordinadora del componente arqueológico Loop Armenia Diseño de cartilla: Brandca.co Equipo de arqueología Loop Armenia 2018 Carlos Orjuela M., director del proyecto Amparo Ariza O., (M.A.) coordinadora de arqueología Dick Corrales, arqueólogo y especialista en SIG Francisco Correa, arqueólogo (fotografía aérea, registro y visualización 3D) Natalia Giraldo, arqueóloga Ángela Murcia, arqueóloga Diego Quintero, arqueólogo Carlos Orjuela J., fotógrafo de laboratorio Diana Parra, arqueóloga Carlos López, (PhD) asesor de laboratorio Martha Cano, (PhD) asesora de laboratorio Rocio Salas, (PhD) estudio de suelos Ivonne Castañeda, (M.A.) estudios palinológicos Andrés C. Beltrán, estudio de restos óseo animal Juan Miguel Koztura, fitolitos de cálculo dental
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Presentación Entendiendo la importancia de salvaguardar el patrimonio arqueológico, TGI, de la mano de Montinpetrol, diseñó esta cartilla con la que se busca divulgar los hallazgos arqueológicos encontrados en la zona de influencia del Gasoducto Loop Armenia, los cuales pretenden documentar el cambio cultural en el tiempo y el espacio de las sociedades que habitaron dicho territorio. De esta manera, TGI, en su compromiso con esta labor arqueológica que tiene como fin dar a conocer nuestro legado indígena, busca informar
a la población de los municipios de Caicedonia, Sevilla, La Tebaida, Calarcá, Montenegro, Armenia, Quimbaya, Filandia, Circasia y Salento sobre las características e importancia del mismo. Asimismo, el progreso llevado a estas comunidades representado en la construcción de este gasoducto, con el que se busca brindar soluciones a las necesidades básicas de la población, es prioridad para esta empresa que, actualmente, abastece a 18 departamentos del país.
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Agradecimientos Queremos manifestar nuestro agradecimiento a todas las personas que participaron y apoyaron las excavaciones arqueológicas, a la empresa Transportadora de Gas Internacional (TGI), Montinpetrol S.A., Escalar Ingeniería S.A.S y Arqueología Colombia Investigaciones (ACI); a los ingenieros Mauricio Vera (Vicepresidente de Construcción de TGI), Heriberto Gualdrón (Gerencia de proyectos TGI), Hernán Rico (Gerente del proyecto Montinpetrol). A los arqueólogos (as) que participaron durante las temporadas de campo y laboratorio, a nuestros consultores y asesores del proyecto. Al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), Museo del Oro Quimbaya, a los profesores Carlos E. López y Martha C. Cano de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), y al profesor José V. Rodríguez de la Universidad Nacional de Colombia por sus comentarios y sugerencias en este texto muchas gracias; así mismo a la Universidad del Tolima; a las comunidades locales de Zarzal, La Victoria (Valle del Cauca), Montenegro y La Tebaida (Quindío).
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Introducción La construcción del Gasoducto Loop Armenia con un diámetro de ocho pulgadas (8”), tiene como objetivo incrementar la capacidad transportada de gas a las poblaciones ubicadas en los municipios de Caicedonia y Sevilla en el departamento del Valle del Cauca, y a los municipios de La Tebaida, Calarcá, Montenegro, Armenia, Quimbaya, Filandia, Circasia y Salento en el departamento del Quindío. Esta obra beneficiará a miles de personas, pues permitirá atender con gas domiciliario e industrial las necesidades básicas de las poblaciones locales. El corredor utilizado en la construcción del Loop Armenia es de diez metros de ancho, con una longitud de 37 km, y se encuentra en la vertiente occidental de la cordillera Central. Inicia en el municipio de Zarzal, pasa por la Victoria en el Valle del Cauca y se dirige hacia el oriente, cruzando por el municipio de Montenegro hasta llegar al municipio de La Tebaida en el departamento del Quindío (Figura 1).
El proyecto se encuentra ubicado en una de las regiones de Colombia con mayor potencial arqueológico, en virtud que se han registrado numerosas evidencias de la presencia humana desde la transición del Pleistoceno tardío (hace más de 10.000 años) y el Holoceno temprano (Briceño, 2005; López, et al., 2008; González & Barragán, 2001). En particular, al momento de la llegada de los europeos en el siglo XVI se menciona la presencia de los indígenas quimbayas y quindos conocidos por su complejo desarrollo cultural (Duque, 1991; Friede, 1963). Distintos grupos a lo largo del tiempo habitaron en la zona de confluencia entre el actual Eje Cafetero y el norte del Valle del Cauca, cuyos procesos socioculturales indican el aprovechamiento de sus fértiles suelos para desarrollar la agricultura de maíz, fríjol, ahuyama y otros productos (Aceituno & Loaiza, 2007; Briceño, 2008; Dickau, 2008; Montejo & Rodríguez , 2001). En su trasegar dejaron diversos y valiosos materiales culturales (cerámicos, líticos, orfebres y en madera), además de intervenciones sobre el paisaje, visibles en estructuras funerarias, colinas aplanadas (tambos) para la construcción de viviendas. Se destaca el empleo de la guadua como materia prima para diferentes usos, por ejemplo para la construcción, transporte de agua y elaboración de instrumentos, muchos de cuyos estilos aún persisten.
Figura 1. Ubicación del trazado del Loop Armenia 8”.
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La arqueología para la sociedad La arqueología es una ciencia que estudia las sociedades humanas del pasado a partir de la evidencia material preservada a lo largo del tiempo y del espacio. Su interpretación se apoya en el análisis de los objetos que la gente produjo (cerámica, artefactos en piedra, textiles, orfebrería, cestería, cuentas de collar, máscaras, elementos en madera, entre otros) así como también en las huellas (rasgos) de las distintas actividades humanas (zonas de cultivo, huellas de poste para viviendas o cercados, enterramientos humanos, ofrendas, basureros, pozos de almacenamiento, caminos, canales, aterrazamientos para viviendas, etc). El contexto ambiental desde la perspectiva histórica trata de poner en diálogo distintas disciplinas del conocimiento (geología, paleoecología, arqueología, climatología), ciencias que permiten recrear los escenarios del pasado que dieron origen a diferentes manifestaciones socioculturales en paisajes específicos.
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El programa de arqueología preventiva En Colombia aquellos proyectos u obras que requieran de licencia ambiental, registros o autorizaciones de la autoridad ambiental, o proyectos urbanísticos o de construcción mayor a una hectárea deben adelantar un programa de arqueología preventiva con miras a salvaguardar el patrimonio arqueológico que pueda resultar afectado por las obras. Los programas de Arqueología Preventiva están reglamentados por la legislación colombiana y se enmarcan en los lineamientos del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Las leyes sobre protección del patrimonio arqueológico de la Nación son múltiples, pero se expresan en particular en la Ley 397 de 1997, la cual fue modificada por la Ley 1185 de 2008. Los decretos que reglamentan acciones específicas se expresan en el Decreto Reglamentario 833 de 2002, el 763 de 2009 y el 1530 de 2016. Los programas de Arqueología Preventiva se realizan siguiendo varias fases: la primera consiste en la prospección arqueológica, y busca explorar el área directa de influencia
del proyecto usando técnicas de campo como pozos de sondeo, recolecciones superficiales y perfiles estratigráficos, con el fin de caracterizar y evaluar su potencial arqueológico. Una vez finalizada la fase de campo se realiza el análisis de laboratorio de los materiales recuperados (tanto cerámicos y líticos, como suelos, semillas, restos óseos etc.); posteriormente se redacta el informe de esta fase que da cuenta de todos los procedimientos en campo, hallazgos y resultados. Con base en estos hallazgos se formula un Plan de Manejo Arqueológico (PMA) que consiste en un documento técnico y científico que propone las medidas a ejecutar en el área de interés del proyecto, tendiente a recuperar y proteger el patrimonio arqueológico existente en la zona. De acuerdo con la evaluación del potencial identificado durante la prospección arqueológica, el área del proyecto puede requerir de una actividad de rescate, monitoreo o de ambas. Durante la segunda fase se aborda el rescate
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arqueológico, el cual se realiza previo al inicio de las obras de construcción, y consiste en la ejecución de excavaciones estratificadas en área, que pretenden documentar el cambio cultural en el tiempo y el espacio de las sociedades que lo habitaron. Como en la fase anterior, se realiza un documento científico con las actividades realizadas y los hallazgos recuperados y se formula un Plan de Manejo Arqueológico que delimita las zonas de bajo, medio y alto potencial informativo. La tercera fase, el monitoreo arqueológico, consiste en el acompañamiento permanente de las obras que impliquen descapotes y remoción de suelo, con el objetivo de evitar afectaciones a los contextos arqueológicos que no fueron identificados en las fases anteriores. Al final de las actividades se genera un documento con los resultados obtenidos durante el monitoreo arqueológico. Igualmente se formula un Plan de Manejo Arqueológico que deberá ser tenido en cuenta durante las futuras construcciones. Para los procedimientos mencionados en todos los casos se debe contar con una autorización de intervención arqueológica expedida por el ICANH a una persona natural o jurídica, quien tendrá la titularidad del Programa de Arqueología Preventiva y deberá contar con un arqueólogo con experiencia para poder realizar los estudios y cumplir con los requerimientos de la ley. Se deben realizar programas de arqueología pública y de divulgación antes, durante y después de la intervención arqueológica por medio de charlas, conferencias y documentos gráficos.
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En las últimas décadas en el Cauca Medio se han desarrollado distintos proyectos de arqueología preventiva en obras de infraestructura, relacionados con vías, urbanizaciones, aeropuertos, líneas de trasmisión eléctrica, poliductos etc, que han aportado una gran cantidad de datos arqueológicos, paleoecológicos, cronológicos a la región (Briceño, 2001; Cano, 2001; García & Quintana, 2001; González & Barragán, 2001; INTEGRAL S.A., 1996; Montejo & Rodríguez , 2001; Proyecto AEROCAFÉ, 2011; Restrepo, 2006; Rojas & Tabares, 2000; Salgado, 1997) entre otros autores. La presente cartilla hace parte de los documentos diseñados por TGI para la divulgación del patrimonio arqueológico con el fin de informarle a la población local y demás interesados sobre las características e importancia de los hallazgos arqueológicos. Desde julio de 2015 se ha venido aplicando el correspondiente Programa de Arqueología Preventiva que se inició con la prospección arqueológica realizada en el área del derecho de vía (Autorización de intervención arqueológica ICANH No. 5025). Actualmente, con Autorización ICANH No. 6476 se está ejecutando el Plan de Manejo Arqueológico aprobado mediante oficio ICANH 130-0266.
La arqueología en el Loop Armenia
En consecuencia con lo expuesto anteriormente, en la zona de influencia de los 37 km de construcción del gasoducto Loop Armenia 8”, se adelantó un Programa de Arqueología Preventiva cumpliendo con todas sus fases, las cuales se describen a continuación (Figura 2).
El trabajo de campo La prospección arqueológica
El programa de arqueología preventiva en el Loop Armenia se inició en el año 2015 con la prospección sistemática lineal en los 37 km del derecho de vía. Cada 20 metros se excavó un pozo de sondeo (pozos cuadrados de 40x40 cm con una profundidad hasta 100 cm) con el fin de recuperar evidencias culturales (fragmentos cerámicos, artefactos en piedra, etc.). Todo el material fue clasificado y analizado. En total se realizaron 3307 pozos de sondeo de los cuales 266 pozos arrojaron positivo para material cultural. A partir de los resultados obtenidos durante el trabajo de campo y de laboratorio en esta primera fase de prospección arqueológica el equipo de arqueólogos formuló un Plan de Manejo Arqueológico (PMA) que estipuló realizar excavaciones en 36 sitios arqueológicos, es decir aquellas zonas que reportaron mayores evidencias prehispánicas (Rubiano, 2015).
Figura 2. Ubicación de los 36 sitios arqueológicos rescatados en el Loop Armenia.
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El rescate arqueológico
Para realizar el rescate de los 36 sitios (10 ubicados en el departamento del Valle del Cauca y 26 en el departamento del Quindío), bajo la autorización de intervención arqueológica No. 6476 del 2017 emitida por el ICANH, las empresas TGI y Montinpetrol conformaron un equipo de 14 arqueólogos y 91 auxiliares de arqueología oriundos de los municipios del área de influencia del proyecto, liderados por el arqueólogo Carlos Alfonso Orjuela. El trabajo de campo se inició con la ubicación y delimitación de las áreas a excavar, guiados por la cartografía de la prospección. Haciendo uso de las nuevas tecnologías y softwares especializados, se realizaron fotografías aéreas de cada uno de los sitios por medio de dron con lo cual se obtuvo un registro espacial detallado sobre el paisaje y la geomorfología de las zonas a excavar y fotos en 360 grados (Figuras 4, 5). Otra de las técnicas usadas fue la de Radar de Penetración Terrestre (GPR) o georadar (Figura 3), donde se inspeccionó cada uno de los 36 sitios arqueológicos, registrando las anomalías (alteraciones del suelo) encontradas en la estratigrafía.
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Figura 3. Uso de georadar en los sitios arqueológicos.
Figura 4. Vista desde dron del sitio No. 8 ubicado en la vereda Quebrada Nueva, municipio de Zarzal, Valle del Cauca.
Figura 5. Vista desde dron de los sitios ubicados en el predio San José (No. 22, No. 23, No. 24, No. 25, No. 26 y No. 27), vereda San José, Montenegro, Quindío.
Como parte de la socialización del proyecto (Figura 6), una vez realizada la evaluación de cada uno de los sitios, se capacitó al personal sobre los métodos arqueológicos y el patrimonio cultural. Estas actividades permitieron contrarrestar el imaginario popular sobre el valor comercial del patrimonio arqueológico, además desmotivar las actividades de guaquería y la comercialización de piezas arqueológicas. Dentro de los temas tratados estuvieron: • Qué es el patrimonio cultural. • Importancia del patrimonio arqueológico. • Nociones básicas de arqueología regional. • Qué es el ICANH y sus funciones. • Normatividad que protege el patrimonio arqueológico de la Nación. • Cómo proceder en acaso de eventuales hallazgos. • Procedimientos arqueológicos a realizar durante las actividades de campo
Figura 6. Actividades de socialización con el personal de campo.
La metodología aprobada por el ICANH consistió en el trazado de cuadrículas cada cinco metros abarcando toda el área a rescatar, donde posteriormente se realizaron cortes de excavación de 100 x 100 cm. Se bajó por niveles convencionales de 10 cm hasta una profundidad de 100 cm. Donde fue necesario se amplió horizontal o verticalmente la excavación (Figuras 7, 8, 10).
Figura 7. Metodología aplicada en campo durante la fase de rescate arqueológico.
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Figura 8. Limpieza de los sitios arqueológicos.
Todas las actividades de excavación se registraron detalladamente en diario de campo, fichas, fotos y dibujos (Figuras 9, 11). Se tomaron muestras de suelo para estudios especializados (análisis fisicoquímico, sedimentología, polen, fitolitos y macro restos). Con el uso de zaranda manual y eléctrica se revisó el suelo para recuperar evidencias culturales.
Figura 9. Toma de notas en el diario de campo.
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Figuras 10. Excavaciones en รกrea sitio No. 10 y No. 29.
Figuras 11. Registro grรกfico de los hallazgos arqueolรณgicos.
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El monitoreo arqueológico Una vez se finalizaron las actividades de excavación arqueológica, se dio paso a la construcción del zanjado de la obra, el cual estuvo acompañado del monitoreo arqueológico (Figuras 12, 13, 14); éste consistió en la supervisión permanente de las remociones de suelo con el objetivo de evitar afectaciones a contextos arqueológicos que no fueron identificados durante la prospección o los rescates arqueológicos.
Figura 12. Actividades de monitoreo.
Figura 13. Zanjado manual realizado en el sitio No. 29.
Figura 14. Registro de las evidencias halladas durante el zanjado manual. Página
Las actividades de laboratorio El proceso se inició con la limpieza del material recuperado (Figura 15).
Figura 16. Limpieza y micro excavación de las vasijas.
Las vasijas que se recuperaron y que se encontraron fragmentadas fueron reconstruidas con pegamento (UHU). Los materiales destinados a estudios especializados (suelos y sedimentos, polen, fitolitos de suelo, carbono 14, óseo animal y cálculo dental) fueron enviados a especialistas externos (Figuras 17, 18). Figura 15. Lavado del material arqueológico
Debido al volumen de material recolectado se innovó con una técnica de limpieza que ayudó a lavar un mayor número de fragmentos en el menor tiempo posible y con gran ahorro de agua. Las vasijas completas se llevaron con su contenido al laboratorio y fueron micro excavadas (se usaron pinzas, espátulas, exploradores y tamices) con el fin de recuperar posibles evidencias en su interior (carbón, macro restos vegetales o animales) (Figura 16).
Figura 17. Análisis de restos óseos humanos.
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Figura 18. Obtención de cálculo dental para estudio de fitolitos.
Figura 19. Marcado del material arqueológico
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Figura 20. Clasificación del material cerámico.
Resultados de la investigación arqueológica en el Loop Armenia
En el Loop Armenia fueron excavados estratigráficamente 1070 cortes de 100 x 100 cm, con una profundidad en promedio de 100 cm que fueron distribuidos a lo largo del derecho de vía (37 km de longitud por 10 metros de ancho). Debido a los hallazgos arqueológicos 2 2 2 se realizaron siete excavaciones en área (97 m ; 2 2 2 2 77 m ; 45 m ; 26 m ; 24 m ; 14 m y 13 m ) y una trinchera estratigráfica durante el zanjado manual de 145 metros lineales. Se debe destacar la recuperación de 102 vasijas completas y
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fragmentadas asociadas a diferentes períodos de ocupación de la zona cultural del Cauca Medio, 85 volantes de huso (completos y fragmentados), dos piezas orfebres, una pintadera o rodillo, restos óseos humanos correspondientes a 15 individuos. Se excavaron rasgos asociados a enterramientos humanos, huellas de poste, canales, pozos para ofrenda, basureros y otros rasgos de carácter indefinido.
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Las ocupaciones humanas en el Cauca Medio En virtud que los hallazgos realizados en el Loop Armenia se inscriben en el desarrollo cultural de la región del Cauca Medio, se describe a continuación el área geográfica que corresponde a la cuenca media de este importante río interandino. A lo largo de sus 965 km de recorrido, el río Cauca desde su nacimiento desciende inicialmente encajonado, luego genera la amplia llanura aluvial del valle del Cauca y posteriormente se vuelve a encañonar a la altura de la Virginia (Risaralda) hasta el sector de Caucasia, desde donde en su cuenca baja, se une al Magdalena en un área donde predominan las ciénagas y pantanos (IGAC, 2005; IGACCRQ-Gobernación del Quindío - ESAQUIN EDEQ, 2013). Como lo plantea E. Piazzini (2015, p. 58) el Cauca Medio “comprende las vertientes al río Cauca desde el municipio de La Virginia, al sur, hasta el municipio de Santafé de Antioquia al norte, incluyendo algunos valles interandinos formados por tributarios como los ríos Quindío, Risaralda, Arma, San Juan Bravo y Medellín”. En particular, el río La Vieja, y todo el amplio sector cobijado por este proyecto, pude incluirse en la macro-región geográfica del Cauca Medio. En este escenario espacial, con amplia oferta ambiental, destacada por su alta biodiversidad, se desarrollaron diferentes grupos culturales a través del tiempo desde épocas tempranas
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(cazadores recolectores) hasta la llegada de los conquistadores, por tal razón es importante contextualizarlos y discutirlos en este ámbito. La región del centro-occidente de Colombia se conoció desde comienzos del siglo XX como el Gran Caldas o el Eje Cafetero. Recientemente se ha generado una nueva categoría, asociada a las políticas internacionales de la UNESCO, por lo que se comienza a usar la denominación de “Paisaje Cultural Cafetero” territorio conformado por varios municipios de los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y norte del Valle del Cauca (López, et al., 2008; Ministerio de Cultura, 2012). Este paisaje cultural se inscribe en una zona que ha tenido una fuerte influencia volcánica y glaciar. En el sector medio de la Cordillera Central se localiza el sistema volcánico Cerro Bravo-Cerro Machín, caracterizado por recurrentes erupciones que han acontecido por lo menos en los últimos 12.000 años (Cano, et al., 2013). Además, debido a las coberturas glaciares presentes en los cráteres, las erupciones provocaron el descongelamiento de grandes volúmenes de hielo formando flujos de lodos que configuraron la geomorfología identificada como abanico Pereira- Armenia (Cano, 2008). Las caídas de cenizas volcánicas han tenido impactos significativos recurrentes en las poblaciones precerámicas y agroalfareras que se asentaron en la región. No obstante, así como las poblaciones han tenido que desplazarse presionadas por eventos volcánicos puntuales, los aportes piroclásticos con sus minerales favorecen a largo plazo el mejoramiento de los suelos y sus condiciones de fertilidad, particularmente considerando la retención de humedad.
Se debe llamar la atención sobre uno de los atributos de excepcionalidad del Paisaje Cultural Cafetero como es el Patrimonio Arqueológico, pues valora el uso y manejo de los suelos, plantas y paisajes desde épocas milenarias por los pobladores originarios (López, et al., 2008). Se destaca que esta zona del norte de Suramérica es un ejemplo de adaptación humana a las condiciones geográficas difíciles de ladera y montaña ecuatorial, donde se desarrollaron desde tiempos prehispánicos diversas culturas, inicialmente en torno a la horticultura de raíces y rizomas, y posteriormente al cultivo del maíz, para dar paso desde finales del siglo XIX al cultivo del café. Así como a lo largo de varios miles de años los antiguos habitantes de esta zona modificaron y se adaptaron a este entorno, los actuales pobladores de la región han mantenido muchas de las anteriores experiencias las cuales perduran en los paisajes asociados a la guadua, bosques de montaña y cultivos tradicionales con sombrío.
Los cazadores recolectores / El Arcaico La historia cultural de la región inicia con los habitantes más antiguos; los primeros humanos en arribar al territorio, conocidos como cazadores recolectores habitaron esta zona geográfica del Cauca Medio a finales del Pleistoceno y Holoceno temprano, hace unos 10.000 años hasta finales del Holoceno medio hace unos
Figura 22. Evidencias precerámicas representadas en guijarros con superficie desgastada para realizar distintas actividades, sitio No. 29, vereda San José, Montenegro, Quindío Página 18
4000 años (Dickau, et al., 2015). Una vez pasados los mayores fríos asociados a la última época glacial a escala global, se comenzaron a dar condiciones climáticas favorables con climas cálidos, templados y húmedos. La vegetación varío de acuerdo con los cambios en temperatura y las precipitaciones. Se debe destacar que en las montañas que encajonan el Cauca Medio, debieron predominar bosques densos ecuatoriales de montaña en las zonas de alturas intermedias. Tanto las zonas altas de páramo (a más de 3000 msnm), como las zonas bajas secas (menos de 1000 msnm), pudieron tener mayores variaciones ecosistémicas (Cano, et al., 2013). En otras regiones de América, las primeras evidencias humanas en piedra se asocian a periodos y prácticas culturales que se inscriben en lo que los arqueólogos han denominado “Paleoamericano” o “Paleoindio” relacionadas con cazadores recolectores, de comportamientos generalizados o especializados. No obstante,
Figura 21. Sitio No. 29, corte realizado con evidencias precerámicas a los 130 cm de profundidad. Página 19
Figura 21. Sitio No. 29, corte realizado con evidencias precerámicas a los 130 cm de profundidad.
por las características de los contextos arqueológicos recuperados en las montañas del Cauca Medio, aplican mejor la caracterización de un periodo “Arcaico”, pues los grupos humanos que ocuparon inicialmente estos territorios dejaron vestigios en piedra y otras huellas que demuestran un destacado manejo y domesticación inicial de plantas (Aceituno & Loaiza, 2007; Loaiza & Aceituno, 2015). Estos primeros habitantes vivían en pequeños grupos dispersos, en campamentos estacionales que aprovechaban la oferta de recursos existentes como frutos, palmas, tubérculos y granos, cazaban animales que poblaban los bosques como curí, venado, y aprovechan los recursos de los ríos. A medida que se agotaban los recursos se desplazaban a otras zonas en busca de alimento. Se debe a estos colonizadores tempranos la experimentación a muy largo plazo con las plantas, logrando reconocer, cuidar y domesticar distintas raíces, tubérculos, palmas y
rizomas. La disponibilidad de fuentes de alimento predecibles permitió reducir su movilidad, volviéndose poco a poco más sedentarios, con mayores actividades cercanas a sus sitios de habitación (Cano, 2008; Dickau, 2008; Gnecco & Aceituno, 2004). En el Loop Armenia se encontraron evidencias arqueológicas de estos antiguos habitantes, las cuales se relacionan con vestigios en piedra sin asociación de cerámica. En particular en el sitio No. 29, ubicado en el predio Bruselas, vereda San José, municipio de Montenegro, Quindío, se excavaron materiales líticos precerámicos del periodo Arcaico, los cuales están representados por artefactos en piedra. Como en otros sitios estudiados en la región (Bruhns, et al., 1976; Cano, et al., 2013; Gnecco & Salgado, 1989; Restrepo, 2014) se destacan instrumentos elaborados sobre guijarros (cantos rodados) usados para golpear, macerar y fragmentos de bases que pudieron tener diferentes funciones (Figuras 21, 22, 23). La materia prima para
elaborar sus herramientas era obtenida en los lechos de los ríos o quebradas cercanas. Aquí se obtuvo una fecha del suelo de 3000±30 años antes del presente (calibrada de 3253-3075 A.P.). Se necesitaron varios milenios para que los cazadores-recolectores-forrajeros conocieran, domesticaran, dispersaran e intercambiaran varias plantas; entre las más conocidas hoy se tiene la yuca, el maíz, diversos frutales y palmas (Montejo & Rodríguez , 2001). El desarrollo gradual de la agricultura, en la escala de larga duración, fue uno de los principales logros de las comunidades locales cuya importancia y trascendencia debemos valorar. Paralelamente el sedentarismo permitió en los últimos tres milenios el desarrollo de otras artes y oficios como la alfarería, la arquitectura y posteriormente la orfebrería. Los pobladores agroalfareros se agruparon en torno a poblados, se organizaron políticamente alrededor de jefes (caciques), dando paso a sociedades que se extendieron por todo el Cauca Medio.
Figura 23. Guijarros que presentan golpeteos, sitio No. 29, vereda San José, Montenegro, Quindío.
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Los grupos agro-alfareros de los periodos Tempranos (I milenio a.C. a siglo V/VI d.C.)
Para la zona centro occidente colombiano, actual Eje Cafetero, distintos estudios arqueológicos en los pasados 50 años han referenciado la presencia de grupos tempranos que usaron la alfarería en el primer milenio antes de nuestra era (a. C.). En la cronología regional se conoce como “Formativo” y como su nombre lo indica, es un período de formación de la sociedad en torno a la agricultura, que tiene como resultado una sociedad productora de alimentos, sedentaria y aglomerada en pequeñas aldeas dispersas. Un marcador claro en la cultura material de este periodo es la fabricación y uso de cerámica, así como de intervenciones visibles en el paisaje, como las estructuras funerarias. A escala regional, algunos rasgos culturales que caracterizan esta ocupación se han registrado en el municipio de Palestina, Caldas y se le conoce como el periodo Palma (1000 a 400/500 a.C.) (Proyecto AEROCAFÉ, 2011; Herrera, et al., 2016). Los fragmentos cerámicos se caracterizan por ser finos, con bordes evertidos, asas y decoración acanalada y punteada; presenta semejanzas con la cerámica del Complejo Ferrería de Antioquia. Página 21
Por diferentes circunstancias ambientales, económicas, sociales e ideológicas, estos grupos tempranos se fueron transformando, y su ocupación se extiende temporalmente hasta mediados del primer milenio d. C., que correspondería a las sociedades que vivieron durante el Clásico Regional; este periodo se reconoce por su esplendor en la cultura material de las sociedades prehispánicas, como se refleja en la construcción de montículos funerarios y estatuaria en la Cultura Arqueológica de San Agustín, Huila. Estos grupos humanos se caracterizaron por la cerámica conocida como la Tradición Marrón Inciso (Bruhns, 1995), entre los siglos V a.C. y VI d.C. (además para el departamento de Antioquia se cuenta con fechas entre los siglos X a. C y XIII d.C., aunque las fechas se concentran entre los siglos II a.C. y VI d.C.) (Otero de Santos & Santos, 2012). En Palestina, Caldas se le conoce como complejo Torre (100 a.C. – 600 d.C.) (Proyecto AEROCAFÉ, 2011; Herrera, et al., 2016) cerámica que comparte características con el complejo cerámico Tesorito Temprano (300 d.C.) de Manizales (Jaramillo, 2008).
Figura 24. Paisaje donde se ubica el sitio No. 24, vereda San José del municipio de Montenegro, Quindío
Esta cerámica se caracteriza por vasijas de superficie oscura de color marrón, muy bien trabajadas, se destacan las urnas funerarias de forma cilíndrica con incisiones, urnas con representaciones antropomorfas, y vasijas abultadas que parecen representar formas de frutos y vegetales (vasijas fitomorfas). Igualmente se registran platos de vistosos colores que se conoce como cerámica Tricolor (Bruhns, 1990). Además, en este periodo es muy representativo el estilo orfebre denominado “Orfebrería Quimbaya Clásica o Temprana” (Pérez, 1966; Uribe, 2005). En la iconografía predominan motivos antropomorfos, fitomorfos, zoomorfos y geométricos que guardan una estrecha relación con la cerámica (Piazzini, 2015).
Los enterramientos muestran dos patrones que se han registrado para este periodo, por una parte, corresponden a tumbas pequeñas de pozo con cámara donde se han recuperado urnas funerarias que contienen huesos cremados de varios individuos (Herrera, et al., 2016), por otra parte, un patrón funerario de gran interés se caracteriza por la construcción de tumbas de cancel. Las tumbas de cancel son enterramientos que tienen forma de caja o de féretro, que constan de una base rectangular en piedra y que están recubiertas por todos sus costados por piedra (Santos, 2008). Las típicas tumbas de cancel reportadas para la región del Cauca Medio han
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sido elaboradas en lajas (piedras planas) y se han encontrado a profundidades de cuatro y tres metros para la zona de Palestina, Caldas (Herrera, et al., 2016), en Salento (Quindío) a una profundidad de 1,50 metros (Rodríguez & Tabares, 2001), sin embargo, en algunas veredas del municipio de Montenegro (Restrepo, 2014), Quimbaya (Aldana, 2006) y Armenia (Quindío) (Bermúdez, 2001), así como en Pereira y Dosquebradas, (Risaralda) (Cano, et al., 2016; Cardale, et al., 1988; López, et al., 2008), se ha reportado este tipo de enterramiento que no fueron elaboradas en lajas sino con piedras redondeadas, es decir en cantos rodados que fueron extraídos de los ríos; estas tumbas son más superficiales y se han registrado desde los 40 cm de profundidad.
Las tumbas de cancel reportadas para la región del Cauca Medio, en su mayoría se encuentran vacías, es decir no se registran restos óseos humanos, carbón o ajuar funerario; muchas de estas han sido objetos de actividades de guaquería que ha contribuido a la destrucción y pérdida de información. Desafortunadamente, las tumbas con alguna evidencia material corresponden a casos excepcionales. En Palestina se reportaron tumbas de cancel afectadas por guaquería, no obstante, en una de ellas se recuperaron tres objetos orfebres que se relacionan con la orfebrería del estilo Tolima para el periodo Temprano; en otra de las tumbas se recuperó cerámica asociada a la tradición Marrón Incisa y una más con fragmentos óseos de más de un individuo ( (Proyecto AEROCAFÉ, 2011;
Figura 25. Tumbas de cancel con cantos rodados evidenciadas en el sitio No. 24
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Herrera, et al., 2016). En Dosquebras se reportó el hallazgo de una tumba de cancel (encontrada durante la apertura de una vía con bulldozer) constituida por grandes piedras de río, la cual se encontraba muy superficial, el ajuar recuperado incluía varios objetos de oro y cuentas de collar elaboradas en piedra; no registraron cerámica ni restos óseos (Cardale, et al., 1988). Durante las excavaciones de rescate arqueológico en el Loop Armenia, se evidenció la presencia de dos sitios agro-alfareros tempranos; el primero es el sitio No. 24, ubicado en la finca San José, vereda San José, municipio de Montenegro (Figuras 24, 25). En este sitio se registraron cinco tumbas de cancel con cantos rodados; estos enterramientos se encuentran en un paisaje conformado por colinas alargadas
y planas, la zona a los alrededores presenta un relieve moderado con una topografía suave y ondulada influenciados por mantos de cenizas volcánicas producto del complejo volcánico Pereira – Armenia. Las evidencias indican que los suelos y el lugar en donde fueron emplazadas las estructuras en piedra eran inicialmente para uso agrícola; los perfiles de este sitio en particular indican que fue realizado un hueco a la vez para construir cada estructura, y la apertura se realizó a partir del horizonte Ab1 hasta el B, correspondiente a un suelo franco arenoso, derivado de cenizas volcánicas antiguas (Figura 26). La datación mediante radiocarbono arrojó una fecha de 2450±30 AP (cal 2544- 2360 A.P., 595-411 a.C.).
Figura 26. Perfil de suelos, sitio No.24, vereda San José, Montenegro, Quindío.
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Estas estructuras aparecen desde los 40 cm y profundizan hasta los 100-110 cm y están orientadas 40° noreste. La tumba No. 2 presentó las siguientes dimensiones: largo 222 cm, ancho 107 cm y alto 76 cm; esta fue excavada
cuidadosamente en niveles de 5 cm, en el interior de la tumba se recuperó poco carbón el cual pudo ser fechado, y micro fragmentos cerámicos (Figura 27).
Figura 27. Tumba de cancel con cantos rodados No. 2 antes y después de la excavación fechada en 2450±30 AP, (cal 2544- 2360 A.P., 595-411 a.C.)
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El segundo sitio asociado a ocupaciones agroalfareras tempranas se registró como No.36 en el predio Porvenir, vereda Padilla, municipio de La Tebaida, Quindío. Este sitio se ubica en la margen izquierda del río Espejo que cruza a 60 metros de distancia (Figura 28). Durante las excavaciones arqueológicas en los cortes iniciales A3 y B3 a profundidades que oscilan entre los 80 y 120 cm (Figura 29), se registró un suelo antrópico (con huellas de intervención humana) muy oscuro, donde se pudo recuperar una pequeña muestra de carbón que fue fechada, obteniendo un resultado de 2060±30 AP (cal 2119-1946 A.P., 170-4 a.C.). El suelo de este sitio es muy profundo, derivado de ceniza volcánica, meteorizada y transformada por acción humana. La textura de suelo franco arenoso, favorecen el uso agrícola, por ejemplo los cultivos de yuca y de maíz. Figura 29. Estratigrafía del sitio No. 36 con evidencias de un suelo enterrado muy antiguo, 80-120 cm con fecha de 2060±30 AP (cal 2119-1946 A.P., 170-4 a.C.) Figura 28. Cruce del río Espejo a 60 metros del sitio No. 36
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Figura 30. Excavaciones arqueológicas realizadas en el sitio No. 10, vereda Taguales, La Victoria, Valle del Cauca.
Los grupos alfareros tardíos El Tardío I
(siglos VII – XII d.C.)
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Para la región del Cauca Medio se ha establecido un período Tardío I que estaría entre el 600-1300 d.C. (Botero, et al., 1998; Rodríguez, 2002); en Palestina, Caldas aparece un periodo que podría llamarse de transición entre la fase Temprana y el Tardío I, conocido como Palestina (600-900 d.C.); el periodo posterior se ha denominado Mirador fase I fechado entre el 6001200 d.C. (Proyecto AEROCAFÉ, 2011; Herrera, et al., 2016). La cerámica de este periodo Tardío I la han asociado a los tipos Aplicado Inciso, Complejo Caldas y Cauca Medio (Bruhns, 1990; Bruhns, 1995; Herrera & Moreno, 1990). Estos grupos alfareros presentan mayor diversidad en cuanto a las formas y al tipo de decoración de las vasijas a diferencia del periodo Temprano, igualmente sucede con las prácticas funerarias.
Figura 31. Ajuar funerario recuperado en la Tumba No. 2 del Sitio No. 10 fechada en 990±30 d.C. (cal 1020-1155 d.C., 930-795 A.P.)
Los grupos humanos de este periodo inhumaban a sus muertos en las áreas de vivienda o cerca de los sitios de habitación. Las tumbas que se han reportado para este periodo en el Loop Armenia se excavaron en el sitio No. 10 que se ubica en la margen izquierda del río La Vieja, predio Río Bamba, vereda Taguales, municipio La Victoria, Valle del Cauca (Figura 30). Sobre la cima de una colina plana, se registraron doce tumbas, cuyas fechas de radiocarbono están entre el siglo X y XII d.C. Algunas fueron afectadas por guaquería por lo cual no fue posible identificar su forma y se encontraban sin ajuar. Las tumbas cuya forma se logró evidenciar corresponden a entierros de pozo con cámara lateral, acompañadas de ajuar entre los que se encuentran copas, ollas, cuencos, un incensario, volantes de huso, un rodillo o pintadera, hachas
pulidas y metates. Las tumbas de pozo con cámara lateral tienen una profundidad que varía entre los dos y tres metros. La cámara tiene en promedio una longitud de 260 cm y un ancho entre los 100 cm y 160 cm; los pocos restos óseos que fueron recuperados corresponden a individuos adultos jóvenes (20-35 años). En estas tumbas se recuperaron restos óseos de animales como armadillo (Dasypus novemcinctus), curí (Cavia sp), ratón (Criceptidade) y bocachico (Prochilodus magdalenae). En los contextos alterados por guaquería o actividades modernas se encontraron huesos de vaca (Bos taurus). Las tumbas de menor profundidad se encontraron entre los 100 y 150 cm y corresponden a tumbas de niños.
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Tumba No.2 En la Tumba No. 2 se registraron dos vasijas a los 50 cm de profundidad como ofrenda (cuenco y copa decoradas con pintura negativa), en el pozo de la tumba se recuperaron fragmentos de armadillo (Dasypus novemcinctus), ratón (Cricetidae) y bocachico (Prochilodus magdalenae); en el interior de la cámara se recuperaron seis vasijas a los 300 cm de profundidad (tres copas con engobe rojo, café y naranja, decoradas con pintura negativa, dos ollas, una subglobular con dos rostros humanos la cual presentaba los ojos “grano de café”, boca y nariz y un incensario con decoración excisa) (Figuras 32, 33), un volante de huso y un hacha. La cámara con dimensiones: (largo 260 cm, ancho 160 cm y alto 112 cm) el techo de la cámara fue de tipo cupular (Figura 31).
Figura 32. Incensario de forma aquillada con decoración incisa y excisa (triángulos, rombos y líneas) recuperado en la tumba No. 2, sitio No. 10
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Figura 33. Vasija subglobular con dos rostros humanos (ojos “grano de café, nariz y boca”), recuperado en la tumba No.2, sitio No.10 fechado en 990±30 d.C. (cal 1020-1155 d.C., 930795 A.P.)
Tumba No.7 En la tumba No. 7 se recuperaron piezas dentales de un infante de cinco años que estaba acompañado por cinco vasijas (Figuras 34, 35, 36) conformado por una copa con pintura negativa con un aplique decorativo con forma de rana (Figura 34), un cuenco con pintura negativa con diseños geométricos (Figura 35) tres ollas, una de estas presentaba un aplique decorativo semejando a un rostro humano (ojos, nariz y boca) (Figura 36), entre los dientes se recuperó una nariguera elaborada en tumbaga (Figura 37) (aleación de cobre y oro) que pigmentó los dientes. Se encontró además un metate y un fragmento de mano de moler. Por lo visto este niño disfrutaba de privilegios sociales que se materializaron en el enterramiento especial a que fue sometido.
Figura 34.Copa con engobe rojo, pintura negativa negra de figuras geométricas y con aplique zoomorfo (rana) recuperada en la tumba No. 7, sitio No. 10.
Figura 35. Cuenco de forma subglobular, con labio redondeado, cuello evertido y base plana, presenta pintura negativa negra de figuras geométricas, con una aplicación de falsa asa de forma circular recuperado en la tumba No. 7, sitio No. 10.
Figura 36.Vasija antropomorfa, en la parte superior presenta dos rostros humanos contrapuestos, ojos “granos de café” nariz y boca, debajo del cuello banda aplicada con incisiones serpenteada que rodea la vasija, recuperada en la tumba No. 7, sitio No. 10 (siglo VI-XII d.C. Tardío I).
Figura 37. Pieza orfebre (aleación en tumbaga) recuperada en la tumba No.7, sitio No.10
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Tumba No.8 En la tumba No. 8, la cámara presentó una longitud de 260 cm y un ancho entre 80 y 110 cm, el ajuar estaba representado por siete vasijas (cuatros ollas subglobulares con hollín en la superficie, dos cuencos y una copa), nueve
volantes de huso, y un rodillo o pintadera (con decoración excisa), un metate, una mano de moler y un cincel (Figuras 38, 39, 40).
Figura 38. Ajuar funerario asociados al Tardío I, constituido por una copa con engobe rojo, decorada con pintura negativa negra de figuras geométricas, la base presenta un sonajero, olla subglobular y cuencos con huellas de hollín, volantes de husos, y una pintadera o rodillo, herramientas líticas (hacha, cincel y mano de moler) recuperados en la tumba No. 8 del sitio No. 10 fechada en 1040±30 d.C. (cal 1033-1190 d.C., 917-760 A.P.)
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Figura 40. Diseños representados por figuras zoomorfas y geométricas, vistos en el rodillo o pintadera, tumba No. 8, sitio No. 10.
Figura 39. Rodillo o pintadera, con decoración excisa de figuras geométricas y zoomorfa, recuperado en la tumba No. 8, sitio No.10.
Figura 41. Volante de huso que presenta figuras geométricas excavado en el sitio No.10
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Tumba No.9 En la Tumba No. 9, se registraron cinco vasijas (dos copas de cuerpo semiglobular y soporte tronconico, con engobe rojo y decoradas con pintura negativa que forman líneas horizontales, verticales, diagonales y círculos, dos cuencos, y una olla subglobular con huellas de hollín), 22 volantes de huso con decoración hachurada y geométrica (círculos, triángulos, líneas) ubicadas en el cuello, cuerpo y base del volante, cinco de estos se emplearon también como sonajeros,
dos manos de moler, un hacha y una cuchilla sobre lasca (Figura 42). Se recuperaron tres piezas dentales que corresponden a un individuo joven de 15 a 20 años, con leves líneas de hipoplasia en los incisivos, por un momento de estrés hacia los tres años quizás por el destete. Por la forma, el tamaño y cantidad y calidad del ajuar se puede considerar que esta persona poseía de un alto estatus social.
Figura 42. Ajuar funerario recuperado en la Tumba No. 9 del sitio No. 10 con fecha de 990±30 d.C. (cal 1020-1155 d.C., 930-795 A.P.), Tardío I. Página 33
La presencia de varios volantes de huso (artefacto pequeño elaborado en cerámica, piedra o madera de forma discoidal, que sirve de peso a los husos que son varas elaboradas en chonta de 30-40 cm de longitud, para facilitar el giro en la medida que se escarda el hilo), nos indica toda una intensa actividad en torno al hilado y a la elaboración de textiles. Esta labor requirió de un manejo en cuanto al uso de recursos para la obtención de diferentes tipos de fibras vegetales como algodón, fique, además del empleo de tintes (minerales o vegetales) para teñir y decorar las prendas y mantas. De los 82 volantes recuperados 42 provienen de tumbas, indicando que además de instrumento de uso doméstico, sirvió como parte del ajuar que acompañaba al difunto (Figura 41).
para identificar lesiones asociadas a la dieta y a su uso cotidiano, como la caries. Su presencia está indicando consumo de una dieta rica en carbohidratos como el maíz. Además se registraron pérdidas dentales y desgaste dental por el consumo de alimentos abrasivos y por el tipo de preparación con manos de moler y metates (Figura 45). Esto se corrobora con los análisis de fitolitos y almidones realizados en el cálculo dental que señalan una alta presencia de uso de almidones asociados posiblemente a maíz y yuca y morfotipos de palmas Astrocaryum- bactris por Astrocaryum/Bactris y gramíneas. Las fuertes bandas de hipoplasia que quedaron sobre la superficie del diente indican momentos de crisis durante la niñez asociados principalmente al destete que se producía entre los dos y tres años (Figura 44).
La Salud En la tumba No. 1 del sitio No. 10, se registraron cuatro vértebras cervicales con procesos degenerativos (Figura 43), posiblemente la persona realizaba ejercicios repetitivos como cargar objetos pesados sobre la espalda que le ocasionó afectaciones y dolores en la zona del cuello. La gente del Tardío I sufrió de enfermedades degenerativas que causaron daños en los huesos, estudios previos en el Valle del Cauca indican que la porción más afectada del cuerpo fue la columna vertebral especialmente vértebras lumbares y sacra 1 (Rodríguez, 2005).
Figura 43. Vértebra cervical con procesos degenerativos, tumba No. 1 del sitio No. 10.
Gracias a que los dientes se conservan muy bien en el registro óseo, se pudieron analizar Página 34
las registradas en el sitio No. 10 presentó una forma diferente ya que la cámara es frontal y muy angosta, tiene una longitud 176 cm y un ancho que esta entre los 80 y 40 cm. La cámara está separada del pozo por una zanja, el pozo presentó un escalón (Figura 46).
Figura 44. Dientes con bandas de hipoplasia de un individuo infantil, tumba No. 11 del sitio No. 10 (Tardío I).
Figura 45. Piezas dentales recuperadas en la tumba No.1 del sitio No. 10, en la mandíbula se observa pérdida de dientes, (Tardío I).
Otro sitio asociado a este periodo es el No. 26, ubicado en el predio San José, vereda San José, municipio de Montenegro, Quindío. Aquí se observó otro tipo de enterramiento, una tumba (No.2) de pozo con cámara frontal fechada en 1010±30 d.C. Esta tumba a diferencia de Página 35
Figura 46. Tumba No. 2 de pozo con cámara frontal excavada en el sitio No. 26 fechada en 1010±30 d. C. (cal 1025-1160 d.C., 925-790 A.P.
El Tardío II
(siglos XIII - XVI d.C.) Las sociedades continúan su desarrollo y se producen cambios sociales que se manifiestan en el crecimiento demográfico, el control económico, político y en las prácticas funerarias. En el registro arqueológico estos cambios se ven reflejados en nuevas formas y decoración de las vasijas (predomina la impresión circular y de puntos, formando cordones de círculos horizontales o verticales frecuente en las copas); aplicación de bandas horizontales lisas, verticales y serpenteadas con incisiones regularmente y con impresión de puntos; aplicaciones que corresponden a trozos de arcilla modelados que se agregan a la pieza de figuras antropoformas y zoomorfas; aplicado zonificado con incisiones, que son líneas incisas diagonales paralelas u oblicuas, ubicadas entre dos bandas aplicadas; la densidad de los fragmentos cerámicos es mayor y las prácticas de enterramiento varían (Briceño, 2001; 2005; Bruhns, 1990; Duque, 1991; Herrera, 1989; Jaramillo, 2008; Jaramillo, et al., 2001; González & Barragán, 2001). En la tumba No.1, del sitio No. 23, se reportaron cinco vasijas con este tipo de decoración (líneas incisas oblicuas y apliques) (Figura 55). A este periodo se le conoce como el Tardío II, y ha sido establecido por los arqueólogos hacia el 1300-1550 d.C. (Botero, et al., 1998; Rodríguez, 2002) que coincidiría con el Mirador fase II de Palestina, Caldas (1200 – 1600 d.C.) (Proyecto
AEROCAFÉ, 2011; Herrera, et al., 2016) y con en el complejo Tardío definido para la zona de Tesorito, Manizales (Jaramillo, 2008). En el Loop Armenia para este periodo se tiene el mayor número de dataciones radiocarbónicas (siete fechas de C-14). Otro hallazgo de interés se hizo en el sitio No. 23, ubicado en la vereda San José, municipio de Montenegro, Quindío, donde se registró una acumulación de forma lineal (longitud 300 cm, ancho entre 80-130 cm) conformada por más de 2000 fragmentos cerámicos que aparecen desde los 40 cm y profundiza hasta los 83 cm, se recuperaron además tres vasijas (dos copas y un cuenco) una de las copas presentó soporte anular, con engobe rojo y bruñido en la superficie externa y decorada con impresiones circulares formando cordones de líneas horizontales, verticales y diagonales (Figuras 47 y 50), una copa similar fue recuperada en el sitio No. 31 (Figura 49). Una vez retirado el material se evidenció un rasgo que al ser excavado posiblemente corresponda a una estructura de canal la cual se profundizó hasta los 168 cm (Figura 48). El carbón obtenido en la acumulación cerámica arrojó una fecha de 1260±30 d.C. (cal 1265-1312 a.C., 685-638 A.P.) fecha que estaría entre finales del Tardío I y comienzos del Tardío II.
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Figura 47. Acumulación de material cerámico ubicado de forma lineal del sitio No. 23, nivel 40-83 cm con fecha de 1260±30 d.C. (cal 1265-1312 a.C., 685-638 A.P.)
Figura 48. Copa con soporte anular, presenta engobe rojo y bruñido en la superficie externa, decorada con impresiones circulares formando cordones de líneas horizontales, verticales y diagonales, sitio No.23 recuperada en la acumulación, fecha 1260±30 d.C. Figura 49. Copa con base, con impresiones circulares formando cordones recuperada en el sitio No.31. Vereda San José, Montenegro, Quindío. Página
Figura 50. Vista del rasgo excavado asociado posiblemente a un antiguo canal sitio No. 23, nivel 83-168 cm.
Figura 51. Estructuras líticas en cantos rodados, sitio No. 29, predio Bruselas, vereda San José, Montenegro, Quindío
Se destacó en el proyecto otro hallazgo de gran trascendencia no reportado en la región, en el sitio No. 29 (Figura 51), ubicado en el predio Bruselas, vereda San José, Montenegro, Quindío se reportaron ocho estructuras líticas orientadas en sentido este-oeste con algún uso desconocido hasta el momento, conformadas por cantos rodados de tamaños pequeños, medianos y grandes, los cuales aparecen desde los 20-30 cm y profundizan hasta los 70 cm, llama la atención que tres de las estructuras presentan forma de cajón, con paredes verticales y piso conformado por piedras ovaladas ubicadas horizontalmente, tienen una longitud que esta entre los 128 y 94 cm. Alrededor de las estructuras se observaron seis rasgos asociados a huellas de poste con un diámetro en promedio de 30 cm.
en promedio, durante su excavación no se recuperaron restos óseos, solo pequeños fragmentos cerámicos. Se logró recuperar carbón asociado con fechas muy tardías de 1490±30 años d.C. (cal 1412-1468 d.C., 538482 A.P.) y 1500±30 d.C. (cal 1414-1479 d.C., 536-471 A.P.) indicando que la tradición funeraria de tumbas de cancel se mantuvo durante varios centenares de años, o simplemente fueron alteradas por grupos tardíos antes de la Conquista.
En este mismo sitio No. 29, se excavaron otras estructuras líticas que comparten características similares a las tumbas de cancel con cantos rodados (Figuras 52, 53, 54). Aparecen desde los 40 cm y profundizan hasta los 140 cm aproximadamente, están orientadas en sentido este-oeste, y tienen una longitud de 150 cm
Figura 52. Estructuras líticas que comparten similitudes con las tumbas de cancel con cantos rodados, sitio No. 29, excavación en área No. 2 con fecha de 1490±30 d.C.
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Figura 53. Estructuras líticas tipo cancel con cantos rodados, sitio No. 29, excavación en área No. 3.
Figura 54. Detalle de la tumba de cancel con cantos rodados, aparece desde los 30 cm, tiene una longitud de 150 cm, sitio No. 29, San José, Montenegro, Quindío fechada en 1500±30 d.C.
Figura 55. Ollas subglobulares decoradas con líneas incisas oblicuas y apliques (bandas horizontales y agarraderas), tumba No.1 sitio No. 23, Tardío II (siglo XII-XVI d.C.). Página 39
Figura 56. Conjunto de vasijas conformado por dos cuencos, una olla y una copa, sitio No. 29, vereda San José, Montenegro, Quindío, asociadas al tardío II (siglo XII-XVI).
Figura 57. Cántaro y ollas recuperados en el sitio No. 9, La Victoria, Valle del Cauca fechado en 1510±30 d.C. (cal 1416-1490 d.C., 534-460 A.P.)
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En el sitio No. 29, se reportan vasijas más sencillas, ollas, copas no decoradas, y cuencos (Figura 56), para usos utilitarios. Los conjuntos alfareros más tardíos reportados en el Loop Armenia, corresponden al sitio No. 9, ubicado en la vereda Taguales del municipio de La Victoria, Valle del Cauca con una datación radiocarbónica de 1510±30 d.C. (cal 1416-1490 d.C., 534-460 A.P.) y el sitio No. 32, ubicado en la vereda San José, del municipio de Montenegro, Quindío con una fecha de 1600±30 d.C. (cal 1538-1635 d.C., 412-315 A.P.). El material cultural recuperado en estos sitios es compatible con un uso para vivienda y funerario representado en fragmentos cerámicos y vasijas que fueron empleadas para actividades domésticas, como manos de moler, metates y piedras para triturar. Las vasijas recuperadas en estos sitios se caracterizan por ser muy burdas y presentan asas de mayor tamaño (posiblemente para permitir el transporte y mejor manipulación) (Figura 57); sobresale en el sitio No. 9 un cántaro usado probablemente para el almacenamiento de líquidos. En el sitio
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Figura 58. Conjunto de vasijas excavadas en el sitio No. 32 fechado en 1600±30 d.C., se observa una copa, una vasija con forma de bandeja y dos asas en la parte superior y un recipiente de forma rectangular con uso desconocido.
No. 32 se registró una vasija que se asemeja a una bandeja con asas, y un recipiente de forma rectangular, aún se desconoce su uso (Figura 58). Durante el Tardío II se mantuvo la tradición de enterrar a los difuntos en tumbas de pozo con cámara lateral y frontal, así como estructuras que comparten características similares como las tumbas de cancel con cantos rodados reportadas para periodos tempranos. La gente de esta época sufrió igualmente de enfermedades dentales como caries, abscesos por procesos infecciosos, pérdidas dentales y dientes con fuertes desgastes por dietas abrasivas (Figuras 60, 61). Se reportó un infante con lesión porótica interna en los huesos parietales del cráneo asociado posiblemente a desórdenes metabólicos (Figura 59).
Figura 59. Hueso frontal de un individuo infantil, la parte interna presenta lesión porótica, sitio No. 32. Figura 60. Piezas dentales y mandíbula con pérdida dental de un individuo adulto joven, femenino, sitio No. 32. Figura 61. Diente No. 17 con caries oclusal, sitio No. 32, predio Lisboa, vereda San José, Montenegro, Quindío.
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Los Quimbayas y los Quindos en el siglo XVI Grupos étnicos
Según los documentos históricos del siglo XVI, entre ellos las crónicas de Pedro de Cieza de León ([1550] 2000), Jorge Robledo ([1541]1993), Pedro Sarmiento ([1540] 1993) ([1540]1993) y J. P. Sardela ([1541]1993), además de otros archivos existentes en Colombia y España analizados por Juan Friede (1963) y Luis Duque G. (1991), en la región del Cauca Medio, antes de la llegada de los españoles habitaban numerosos grupos étnicos. La toponimia que se logró recuperar recuerda los nombres de quimbayas, quindos, carrapas, irras, ansermas, chancos, quinchías, picaras, pozos, zopias, caramantas, cartamas, armas, paucaras, amanies, samanaes y pantagoras (Figura 62), lo que brinda un cuadro de gran diversidad
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cultural prehispánica, que a su vez se reflejó en la amplia variabilidad de lenguas, cultura material (cerámica, líticos, orfebrería), prácticas funerarias y cosmovisión (pensamiento). Además de esta variación espacial en el llamado departamento del Viejo Caldas, hay que tener en cuenta el desarrollo temporal (poblamiento desde la etapa de los cazadores recolectores no alfareros hasta el surgimiento de la agricultura y la cerámica) y las diferencias existentes entre los distintos grupos sociales (como caciques, capitanes, sacerdotes, chamanes, agricultores, pescadores y artesanos). Según las interpretaciones históricas recurrentes, los quimbayas constituían el principal y más
conocido grupo de todos ellos, cuyo nombre dio pie a la versión generalizada para el Cauca Medio de la Cultura Quimbaya, ocupando un territorio que se extendía entre los ríos Tacurumbí (Chinchiná) y Guacayca al norte, el río Quindío al sur, la ribera derecha del río Cauca al occidente y las cumbres de la cordillera Central al oriente. Los quindos que ocupaban el valle del río Quindío al sur eran sus principales aliados y vecinos; mientras que en el norte con los carrapas sostenían rivalidades. Ocupaban los actuales municipios de Manizales, Villamaría, Palestina, Chinchiná (Tacurumbí), Santa Rosa, Marsella, Pereira, Armenia, La Tebaida, Calarcá, Circasia, Salento, Montenegro, Pijao, Génova y Quimbaya en el Viejo Caldas; y los municipios de Cartago y Obando en el departamento del Valle del Cauca.
Paisajes y recursos Debido a la diversidad de paisajes y pisos térmicos, que incluían las tierras cálidas de las riberas del río Cauca (entre 900-1200 msnm), las templadas de las faldas y piedemonte de la cordillera (entre 1300-2500 msnm) y las frías de la cordillera Central y occidental (por encima de los 2500 msnm), los pueblos originarios cultivaban diversos productos, desarrollaban la pesca, la cacería de animales de monte y explotaban diversas minas de sal, oro y otros minerales. Las tierras bajas cálidas y pantanosas del valle del río Cauca, estuvieron cubiertas de frondosos guaduales y caña brava; las ciénagas proveían de pesca de reptiles que se obtenían
en abundancia, además se destaca la captación de miel y materia prima para la construcción de sus viviendas. Se menciona en las crónicas que la tierra era compartida con los gorrones, ansermas, irras, carrapas y otros vecinos durante la época de subienda de peces, no era ocupada permanentemente y servía de amortiguación durante sus conflictos por el acceso a los recursos básicos, siendo considerada “tierra de nadie”, lo que se corresponde actualmente con la franja con menor presencia de vestigios de poblaciones prehispánicas. En los cañaverales abundaban diversos animales como tigres, venados, chuchas, raposas, conejos, guadaquinajes y culebras. Los españoles que poseían ganadería en este sector trataban de evitar su desplazamiento hacia estas tierras consideradas insalubres. Probablemente aquí también se cultivaban productos de tierras cálidas como la coca, tabaco y algodón, muy apreciados por los indígenas para sus rituales y tejidos, respectivamente. La franja templada era la preferida por los indígenas, especialmente para el desarrollo de la agricultura del maíz, fríjol, yuca, ahuyama, frutales, arracacha, batata y otras raíces, cuyos suelos eran muy fértiles debido al rejuvenecimiento de los suelos por la caída de ceniza volcánica proveniente de las erupciones producidas en los conos de la cordillera Central. Además, las tierras intermedias se encuentran irrigadas por numerosos ríos y quebradas en donde los indígenas pescaban. Se destaca la obtención de sal cocida de pozos salados como el de Consotá y algún oro de aluvión (Cano, et al., 2016). De las playas y otros depósitos obtenían piedras para la elaboración de los artefactos de molienda (metates, manos de Página 44
moler), corte y percusión. El 9 de agosto de 1540 los conquistadores españoles fundaron la ciudad de Cartago (actual Pereira), emplazamiento que fue trasladado en 1590 a las tierras bajas a orillas del río La Vieja donde se encuentra actualmente. Cartago se convertiría en el principal centro de intercambio comercial entre Antioquia, Popayán y Santafé de Bogotá debido a la existencia de una amplia red de caminos que conectaban desde tiempos prehispánicos estas regiones. Solo hasta mediados del siglo XX se comenzaron a fundar los pueblos de montaña que constituyen el actual panorama del “Paisaje Cultural Cafetero”. La tierra fría que se extiende por encima de los 2500 msnm estaba despoblada debido a sus bajas temperaturas (7-12 °C), y era empleada para la obtención de materias primas y vías de comunicación hacia el valle del río Magdalena.
Figura 62.Ubicación de los diferentes grupos étnicos en el Viejo Caldas (Duque, 1970: pp. 32-33.) Página 45
La organización social De acuerdo con los historiadores tradicionales, los quimbayas se distribuían por su territorio étnico en grupos dispersos, distanciados unos de otros; algunos se integraban en aldeas donde habitaba el cacique principal con su séquito, en casas grandes fortificadas con muros de guadua (arrancadas con sus raíces y cepas y plantadas en hileras), con calles y plaza principal con su respectivo templo elaborado también en guadua, con escaleras y plataforma superior donde realizaban sus ofrendas y sacrificios a sus dioses. Estos caciques disfrutaban de diferentes niveles de influencia política sobre su territorio. Los principales se ubicaban en Tacurumbí, al norte, Consotá al sur y Pindaná cerca de Cartago. Cada cacique integraba entre 200-250 jefes de hogar, y a la llegada de los conquistadores había cerca de 80 caciques, para un tamaño entre 16.000-20.000 tributarios en la provincia de Cartago, con una población total de 60.00080.000 habitantes. En cada región se reunían los caciques durante las juntas convocadas por los grandes centros para organizar las sublevaciones contra los españoles, hasta 46 en el norte, 24 en el sur y 4 cuya filiación no estaba bien definida, como la junta reunida en Tacurumbí en 1542 durante el primer levantamiento armado (Friede, 1963). Los caciques nombraban a otros jefes como capitanes en tiempos de guerra; los indígenas no
le tributaban, sino que le ayudaban a construir y hacerle mantenimiento a sus casas, le cultivaban sus labranzas, le extraían oro de aluvión y le proporcionaban mujeres como esposas. La vida cotidiana giraba en torno a la unidad doméstica integrada por los padres e hijos e hijas, habitaban en casas elaboradas de barro y guadua, con techo construido con hojas de caña brava. Las viviendas se ubicaban en las partes elevadas, en sitios aplanados (tambos) a propósito junto a los campos de cultivo, conectadas mediante caminos y puentes de guadua sobre las quebradas y ríos. Algunos poblados se construían sobre terrazas artificiales escalonadas, y los cultivos se sembraban en hileras de surcos que descendían paralelos y verticales por las faldas de las lomas.
Los rituales Siguiendo las crónicas de los siglos XVI y XVII, los indígenas consideraban que cada persona poseía cuerpo y alma, cuando se moría alguien el cuerpo se descomponía, pero el alma iba a descansar a las cumbres nevadas donde requería de comida y bebidas durante el viaje al más allá. Por esta razón, al difunto le colocaban vasijas con estos productos, además de sus utensilios de trabajo como los artefactos de molienda, volantes de huso para hilar sus mantas y las armas de macana. Cuando alguna persona se moría, le enterraban en tumbas de pozo y cámara, retornando el cuerpo al útero de la madre tierra, y en el fondo colocaban el cadáver con sus objetos rituales y cotidianos. Si el personaje era importante,
le acompañaban varias personas cercanas, el cuerpo era envuelto con varias tandas de mantas en tumbas muy profundas y enormes cámaras que tenían forma de casa. Otras tumbas eran más sencillas en forma de pozo rectangular, poco profundas. Durante los días de mercado organizaban pugilatos rituales a manera de catarsis o de entrenamiento para los jóvenes, donde cada bando se agrupaba con sus varones que se enfrentaban a puño limpio o se golpeaban con las macanas, avivados por sus mujeres gritando “batatabati” que significa “juguemos”; después de las escaramuzas y algunos golpes, cada bando se retiraba para sus respectivas casas dando por terminada la confrontación. Los cronistas mencionan la existencia de sacrificios humanos en plazas públicas de prisioneros de guerra muertos en combate, cuyos cuerpos y cabezas eran exhibidos a la vista pública en señal de poderío y de valentía de los oferentes. Como los cuerpos humanos eran secados sobre barbacoas y mucho humo para evitar los malos olores de la descomposición de los cadáveres durante el acompañamiento fúnebre, al igual que se hacía con el ahumado del pescado y de la carne cecina de animales de monte, los peninsulares consideraron que se practicaba la antropofagia. Sin embargo, hasta el momento las investigaciones arqueológicas y el análisis de los restos óseos humanos no han comprobado esta versión, que fue muy difundida por los conquistadores con el ánimo de justificar la guerra de tierra arrasada que se aplicó contra los indígenas por negarse a entregar el apetecido oro que era el principal objetivo de la Conquista (Rodríguez, 2005).
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Origen, ocaso y perduración de los indígenas en el Cauca Medio Respecto a los orígenes de los primeros pobladores del Cauca Medio, se ha postulado un ancestro común con los habitantes de los Andes Orientales, a partir de cazadores recolectores que habrían ascendido por el valle del río Magdalena hacia el sur del país, bifurcándose en dos ramas, una hacia el sureste (Andes) y otra hacia el suroeste (Cauca). Sin embargo, en tiempos tardíos se aprecia una influencia de grupos Karib que se remontaron por la cordillera Central hacia el sur, y que serían los autores de la tradición metalúrgica de la tumbaga (aleación del oro con el cobre). Las guerras, maltratos, enfermedades, reubicaciones y, finalmente los atroces castigos a que fueron sometidos los indígenas por las sublevaciones de 1542 y otros años, redujeron la población aborigen en casi un 90% hacia finales del siglo XVI. La represión fue tan violenta que sus jefes fueron ahorcados, otros fueron aperreados (arrojados a perros rabiosos) y unos terceros fueron quemados vivos dentro de sus casas por no entregarse. Con la escasez de mano de obra indígena que sostenía las labores del campo y las ciudades, además de los ataques de los pijaos que destruyeron varios poblados como Anserma, Cartago, Caramanta,
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Toro y Arma en 1601, la economía colonial decayó en el siglo XVII, hasta el punto de que en 1691 Cartago (hoy Pereira) fue abandonada y reubicada en la actual Cartago (departamento del Valle del Cauca), donde permanece hasta el momento. Sus descendientes habitaban hasta hace pocos años en Riosucio, Quinchía, Pueblo Rico y otras regiones colindantes con el Chocó. Actualmente perduran algunos resguardos indígenas. Entre los sobrevivientes, especialmente las mujeres indígenas, se mezclaron con los españoles dando origen a los mestizos contemporáneos que son portadores de casi un 80% de ADN mitocondrial (heredado por línea materna) indígena.
El legado indígena La cultura material que se ha recuperado de las excavaciones arqueológicas indica distintas respuestas co-evolutivas y adaptativas al entorno, así como un alto nivel de desarrollo alfarero, lítico, metalúrgico, textilero y de conocimiento técnico como se refleja en las huellas de caminos, terrazas para viviendas y eras de cultivo, canales de riego y en las tumbas que se han excavado en numerosos sitios del Cauca Medio. Actualmente los Museos del Oro Quimbaya en Armenia y los museos arqueológicos de Manizales, Pereira y en Calima-Darién, Valle del Cauca, además de otros museos del mundo a donde han ido a parar las piezas saqueadas como el Tesoro Quimbaya de España, dan testimonio de los logros alcanzados por estas poblaciones.
Adicionalmente, la herencia indígena es también evidente en el sistema de construcción sobre las vertientes mediante terrazas artificiales, y en el uso de la guadua como materia prima principal de las viviendas campesinas; así mismo en la culinaria con el maíz, el fríjol y la yuca como principales productos alimenticios. Los indígenas adoptaron muy rápido el plátano y la caña de azúcar introducidas por los españoles y africanos, formando posteriormente parte del paisaje y culinaria. Pero fue el café, producto africano, que ha marcado el destino reciente de la región, pues por las dinámicas de la economía y geopolítica mundial, desarrolló una forma de cultura hoy conocida como Paisaje Cultural Cafetero.
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DESCUBRIENDO
EL PASADO DEL EJE CAFETERO
Programa de Arqueología Preventiva en los municipios de Zarzal, La Victoria (Valle del Cauca), Montenegro y La Tebaida (Quindío)
2017-2018
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