‘Entré con mucha emoción yluego se me bajóelánimo’

Cuando Claudia Hakim recibió en marzo del año pasado la dirección del Museo de Arte Moderno de Bogotá, de manos de Gloria Zea –quien lo dirigió durante 47 años–, sintió ilusión yangustia al mismo tiempo.

Sabía que había prioridades como la ampliación del museo, que había empezado Zea, pero también tenía en mente montar de nuevo la parte educativa, la asociación de amigos del museo yrehacer el vínculo con los donantes, mecenas del arte ycoleccionistas.
“Cuando llegué yvilo que estaba sucediendo, me dio un poco de angustia y no me sentía capaz de funcionar yorganizar lo que estaba pasando”, comenta Hakim, también exdirectora de la galería NC-Arte.
Araíz de esto, decidió “organizar la casa internamente” yrenovar el equipo administrativo. Para ella era importante cerrar ciclos yhacer un cambio generacional que aportara nuevas ideas.
“Empecé atener confianza yasentarme con cada equipo. El museo tiene deudas que debe seguir pagando yese es mi reto este año, aver si salimos de eso ypodemos respirar un poco más”, comenta Hakim.
Hasta el momento, se logró crear la Red MamBo para conseguir patrocinio en diferentes niveles, desde las membresías para estudiantes hasta el aporte de empresarios. Además, se creó una tienda propia –lo común en los museos en otros países– yseempezaron aalquilar las salas para obtener más ingresos.

Para Eduardo Serrano, quien fue curador del MamBo durante 20 años, Hakim “ha tomado el museo con un ímpetu yunánimo que

le han inyectado nueva vida alainstitución. La remodelación del primer piso y las exposiciones han sido muy buenas”.
Pero, precisamente, sus críticos señalan que la cara más visible del nuevo ciclo ha sido la remodelación, acompañada de la inauguración de la exposición ‘De la línea al espacio’, compuesta por tres muestras individuales de los artistas Jim Amaral, Olga de Amaral yRicardo Cárdenas,curada por Serrano.

“Uno ve que remodela-





ron yque cambiaron la administración. Pero en la primera exposición, se esperaba que fuera otro el curador oque hubiera un montaje diferente, un trabajo más afondo –argumenta el crítico de arte Lucas Ospina–. De pronto en Jim Amaral yOlga de Amaral se podían encontrar cosas que no habían expuesto. Entonces, no se vio ese trabajo de curaduría”.
“Además, veo que hace dos meseslapersona que actuaba como curadora, María Elvira Ardila, dejó de trabajar ahí”, añade el crítico.


Ahora, el MamBo no tiene un curador permanente, pero Hakim explica que hay un departamento con-
formado por una arquitecta museográfica, una investigadora, una pasante yademás se invita acuradores externos para trabajar con ese equipo.
“Lo decidimos así porque había una curadora que llevaba 14 años ysentimos que podía ser una posibilidad de traer ideas frescas”, responde la directora.
Para Serrano, esto es favorable, pues el ejercicio de la curaduría “se ha convertido en una dictadura”.

En cuanto al aspectoeducativo, Hakim cumplió su objetivo de sacarlo adelante. “Lo estamos haciendo desde la primera infancia hasta con gente adulta. Es el museosin muros donde la gente de la tercera edad puede recibir clases de pintura, apreciación del arte y fotografía”, cuenta.
También se armó un programa expositivo hasta el 2018, que en este semestre tendrá al francés Daniel Buren, una selección de obras de la bienal de São Paulo, una muestra de Juan Manuel Echavarría ydos premios Luis Caballero.
Para Ospina, uno de los grandes aciertos de Gloria Zea en 20 años fue escoger a Claudia Hakim, pero “hay un miedo con lo curatorial ynoveo que el museo esté siendo capaz de tener ideas para generar contenidos”.
Hakim busca que el MamBo esté al nivel de otros museos internacionales. Para ello, se adecuó el hall de entrada como un espacio independiente, en el que ahora hay esculturas. Ypronto se abrirá, nuevamente, la sala de cine.
