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fina garcía marruz, premio pablo neruda

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s tan proverbial su timidez que rara vez ha dado una entrevista. Cuando aparece en un diálogo para la prensa es porque ha sido testigo de alguno en el que el protagonista ha sido su esposo, Cintio Vitier, “el Presidente de la República de las Letras cubanas”, como lo ha llamado Roberto Fernández Retamar. Su sigilosa presencia pública no la hace menos conocida. Fina García Marruz es autora de una obra en la que se reconocen algunos “de los poemas de más apasionada belleza que se hayan compuesto en lengua española desde que se asomó el milnovecientos”, diría otro grande de su espléndida generación vinculada a la Revista Orígenes, Eliseo Diego. Madre de dos músicos geniales, Sergio y José María Vitier, a la poesía y a la ensayística de Fina no le ha faltado el reconocimiento internacional ni la lectura apasionada de sus contemporáneos. Difícilmente quien ame nuestra literatura desconozca, por ejemplo, los versos de Visitaciones y los de Créditos de Charlot, o sus juicios martianos, publicados en coautoría o no con Cintio, que los convierte a los dos en genuinos descubridores de nuestro Héroe Nacional. “Apóstoles del Apóstol”, diría, otra vez, Retamar. A sus premios ahora se suma el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, que recibirá en junio, en Chile, de manos de la Presidenta Michelle Bachelet. Blindada con este pretexto para intentar la entrevista tantas veces deseada, llegué la misma tarde del anuncio del Premio al apartamentito del Vedado que comparten los esposos Vitier-García Marruz. No hay paz en los teléfonos y todavía Fina no sale de la sorpresa, mientras Cintio se balancea en su sillón, feliz como un niño. El diálogo se prolongó por dos horas y aunque muchas preguntas quedaron en mi agenda, dejé que la entrevista siguiera su propio rumbo, bordeando a veces ámbitos de intimidad, fascinada no solo por lo que decía, sino por cómo lo decía. Fina recuerda de memoria, sin esfuerzo, versos de Neruda, de Gabriela Mistral, de Vallejo, de Lezama, e imita las voces conocidas. Cuando habla de música, tararea las notas. Es imposible apresar tanto talento solo con palabras. Podrían, si acaso, asomarnos a la otra orilla de la timidez de esta mujer que en abril cumplirá 84 años y que sigue entrando con el alma tremolante, como una lengua de fuego, en toda empresa: un libro, una carta, una conversación, un verso.


NERUDA Fina, se impone hablar de Neruda. FGM: Es un gran poeta, eso no cabe la menor duda. Como todos los jóvenes de mi época, me sabía de memoria los 20 poemas de amor y una canción desesperada. Es un clásico del romanticismo americano, que no era de escuela, sino de esencias. Venía del romanticismo libertario. También leí con gusto Crepusculario y La tentativa de un hombre infinito, pero sobre todo Residencia en la tierra. Tanto Tala, de Gabriela Mistral, como Residencia… son libros focales de la poesía americana. Cuando a Cintio le dieron la Medalla de Honor por el Centenario de Pablo Neruda, terminó su discurso con los versos de Residencia… CV: Del poema “Entrada en la madera”, que cierra con ese verso relampagueante: “y ardamos, y callemos, y campanas.” ¿Han visitado Chile? FGM: Estuvimos en Santiago y en Valparaíso. CV: Visitamos la casa de Neruda en Isla Negra, que más que una casa es un castillo. FGM: Isla Negra es impresionante, con ese mar dando sobre aquellas soledades. No sé cómo se puede vivir contemporáneo con ese mar. La casa está llena de objetos marinos de toda especie y mascarones de proa bellísimos. Aquella casa parecía en sí misma los restos de algún naufragio. Hablando alguna vez por usted y por él, Cintio dijo que “desde La Araucana, de Alonso de Ercilla, profunda es nuestra deuda con la cultura chilena”. ¿Ratifica esas palabras? Absolutamente. Leí esa obra en el bachillerato y allí descubrí el valor arauco que admiró a Ercilla, como también sorprendió al cubano Manuel de Zequeira, que hablaba de “esos indios que llevan penachos de plumas”, enfrentados a un ejército mucho mejor armado. Ese valor ha persistido en el pueblo chileno, que dio a un líder tan entrañable como Salvador Allende. ¿Usted conoció a Neruda personalmente? FGM: Solo lo vi una vez, y fue aquí, en La Habana, en marzo de 1942. Hizo una lectura preciosa de los sonetos de amor y muerte, de (Francisco de) Quevedo. CV: En la Academia de Artes y Letras de Cuba, al amparo del Arco de Belén, centro mágico de La Habana Vieja. Dijo algunas palabras de presentación, pero su homenaje fundamental fue recitar, inolvidablemente, los poemas de Quevedo. FGM: ¿Te acuerdas, Cintio? Recorría la sala de un extremo a otro, recitando de memoria. Recuerdo, como si lo estuviera oyendo: Cerrar podrá mis ojos la postrera/ sombra que me llevare el blanco día… Aspiraba la última sílaba, pero mucho más débilmente que Gabriela Mistral, sin esa voz declamatoria que adquirió después y hemos escuchado por la televisión, recitando el Canto General. Perdóneme la pregunta obvia: ¿qué se siente con un premio que lleva el nombre de Pablo Neruda? FGM: Un honor, una sorpresa. Estoy muy agradecida, pero ante un premio, cualquiera que sea, uno piensa siempre en tantos escritores que lo merecían, y no lo recibieron. Martí, “el hombre más puro de nuestra raza” - como lo llamó Gabriela-, no tuvo sobre su pecho más que una medallita escolar que recibió a sus nueve años. Eso obliga a una gran humildad. PROFECÍAS MARTIANAS En el argumento del jurado se reconoce su “espiritualidad cristiana, abierta a las preocupaciones sociales del mundo.” ¿Qué es para usted lo más urgente hoy? FGM: Permíteme responder con dos profecías que hizo Martí para Nuestra América. La primera está en la frase “Ya se probó el odio, ahora se prueba el amor”. Me extrañó siempre esa frase, porque da por sentado que el amor ya está instalado en el presente. Pero es que el tiempo de su prosa –como en los profetas- es el del presente que será, porque, como tú sabes, el odio se probó y se sigue probando. No ha quedado atrás. Tengo la impresión de que él alude aquí a su discurso fundacional, que conocemos como “Con todos y para el bien de todos”, donde dice que habrá que poner alrededor de la estrella, la fórmula del amor triunfante –con todos y para el bien de todos. Ese amor triunfante no excluirá absolutamente a ningún país. El habla de un presente un poco más lejano al tiempo que vivimos hoy en Nuestra América, donde vemos un indudable alborear. El habla para ese momento en que todos puedan vivir pacíficamente. Tiempo que llega. elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/2


Sobre este sentido del presente en Martí, Cintio ha recordado esta anécdota, que me parece hermosísima. El padre de Martí, que era un militar escaso de luces, aunque con la “honradez en la médula” –como decía Martí-, temía por su hijo desde niño, como Doña Leonor que le dijo “quien se mete a redentor termina crucificado”. Cuando Martí publica La Patria Libre –como sabes, él tenía 16 años-, Mariano también trata de advertirle a su hijo los enormes riesgos que se corría en una cárcel a la que podían llevar hasta niños pequeños. Los dos temían por su vida. Años después, Mariano le increpa: “Pero tú eres solo de ‘presente”. Sin quererlo, fíjate qué clase de elogio. ¿Cuál es la segunda profecía? Tiene que ver con la gran esperanza en el progreso de la Ciencia que caracterizó al Siglo XIX, que la ve solo como fuente del Progreso y de libertad absoluta. Pero Martí escribe: “Riesgo de la ciencia sin el espíritu”, que vio simbolizado en el personaje Wagner del Fausto, de Goethe, lo que estaba ya en el Génesis, en lo del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, situado en el Paraíso frente al Árbol de la Vida. Libertad no absoluta, sino con ese límite –señalado en el Libro de la Sabiduría salomónica-, que lo había puesto en los cuatro elementos para que no inundaran, arrasaran o hicieran arder la tierra. La idea no era nueva, y estaba ya en el libro de Job y en los griegos. Pero cuando Martí señala esto, el tema estaba muy lejos de ser preocupación para los ecólogos de su tiempo. Hoy es el tema central del nuestro. Éstas no parecen ser preocupaciones urgentes del Imperio que domina hoy. La primera víctima del Imperio fue Cristo, y sus seguidores, a los que con crueldad característica el Imperio echó a los leones en lo que Martí llamó “los primeros cinco siglos puros” de la Iglesia -a los que acaso añadió uno, ya que fue en el Siglo IV que el Emperador Constantino se proclamó cristiano sin serlo. Él puso a la Iglesia al servicio del Imperio, y no al revés. El nada “católico” Rey Fernando –no así la Reina Isabel que sí se preocupó por los indios-, trajo un Cristo “impío”, “inquisitorial”, y no al de los “brazos abiertos”, como diría Martí. Fue una gran traición al verdadero legado de Moisés, a quien, a su llegada a Caracas, Martí dedicaría su gran discurso, desdichadamente perdido. Dice Ernesto Sabato que si vamos a juzgar a la humanidad por lo que ha hecho hasta hoy, tendríamos que admitir que ella ha dado más pruebas de locura que de cordura. ¿Lo cree usted? No hay nada más parecido al Apocalipsis que los titulares de la prensa de hoy: inundaciones nunca vistas, terremotos, guerras, la miseria apoderada de medio planeta; los cuatro Jinetes, en fin… Pero no te olvides de que el Apocalipsis termina bien. Cristo dijo: “cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca.” Reino que habría de empezar en la tierra, no extraña a ella, ya que enseñó el “Venga a nosotros tu Reino”. Ya en nuestra América empiezan a surgir fuerzas que están tratando de encontrar una solución a la ambición imperial, y aun en los propios Estados Unidos –antes de que se acabe el mundo. La catástrofe ecológica alcanzaría por igual a todos. GABRIELA Hablemos de Gabriela Mistral. ¿Cuándo la conoció? Ella vino en 1934, cuando yo solo tenía once años, pero cuando regresó a Cuba, en 1938, le llevé al entonces Hotel Vedado –donde residieron Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia por tres años- mi ejemplar de Tala, como le llevaban otros. La Editorial Sur acababa de publicarle su libro Tala. Ella me lo dedicó bondadosamente. Usted tenía entonces solo 15 años. FGM: Era una adolescente que hacía mis primeros versos y ella se comportaba como la generosa maestra que era para todos. Con sus letras anchas, abiertas, fluidas, que se tomaban casi entera la página, me escribió: “Para Fina García Marruz, compañera en el amor de nuestra madre la poesía. Gabriela Mistral.” CV: ¡Qué linda dedicatoria! FGM: Esa tarde también estaban allí el poeta Emilio Ballagas, un grupo de damas del Lyceum de La Habana y otros poetas mayores que ya conocía. Tú no estabas, Cintio. Aunque Cintio y yo nos habíamos visto en la Hispano-Cubana de Cultura, en el 36, cuando Fernando Ortiz invitó a Juan Ramón y otros exiliados de la Guerra Civil española, nos tratamos realmente –también a Eliseo- en nuestra entrada en la Universidad, en 1940. elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/3


En aquella ocasión en que conocí a Gabriela, desde donde yo estaba sentada, en una sillita un poco retirada, no podía oírla del todo bien, pero sí lo suficiente para que me sorprendiera su voz lenta, aindiada… Que algunos dijeron que era monótona. Yo no lo creo. Tenía, si acaso, la monotonía del paisaje andino. Yo tengo muy mala memoria visual, pero muy buena memoria auditiva. Y recuerdo cómo ella leía su propia poesía. Me parece que tengo todavía en el oído su peculiar cadencia, como aspirando, hacia adentro, la última sílaba: Tengo –la -di– cha fi–el/ y la di–cha per-di- da. Son muy frecuentes esos cambios acentuales de la poesía popular anónima española y en la latinoamericana, como cuando dice (Rubén) Darío a Francisca Sánchez: acompaña-mé, volviendo aguda la entonación llana. O (César) Vallejo: cuando habráse quebrado el propio hogar… ¿Qué fue lo que más le impresionó del primer encuentro con Gabriela? Su físico. Era una mujer que parecía una montaña, no solo por lo grande y recia, sino por esa sensación que daba de pureza elemental. Tenía la risa niña, una risa que me recordaba lo blanco de la sal, o cuando rompe el agua entre peñascos oscuros. Gabriela regresó en 1953 a La Habana, para asistir a la conmemoración del Centenario de Martí. ¿La vio entonces? FGM: Yo no asistí, desgraciadamente, a la conferencia que ella dio. Aunque mi nombre aparece en una larga lista de personas que colaboraron en esa celebración, nosotros no recibimos invitación alguna, ni tuvimos nada que ver con esas fiestas que se celebraron. La fecha, por supuesto, no podía dejarse pasar, en una República que estuvo lejos de la que quiso Martí. En el primer ensayo que escribí, dedicado a él y publicado en 1952, me referí precisamente a la “tristeza del homenaje oficial”. Fue Fidel quien dio a la Generación del Centenario su verdadero sentido. CV: Aunque estaba Batista en el poder, el Centenario había que celebrarlo y hubo aportes importantes, como el estudio de Fernando Ortiz y el de Anderson Imbert, quien prácticamente descubrió la novela de Martí Amistad funesta. Aún en medio de la política andando y ardiendo. FGM: Desde luego que los que fueron invitados a hablar hicieron bien en saltar por encima de la situación política del país y rendirle –a él solo- una recordación y homenajes tan necesarios en aquel momento. En esa época Gabriela colaboró con Orígenes. FGM: Cintio y yo la vimos en casa de Dulce María Loynaz, donde ella residía. Le pedimos una colaboración para la Revista y ella, con una gran sencillez, nos dijo: “espérense”, y fue un momento a su cuarto y regresó con varios manuscritos. Elegimos el poema que figura, en lugar principal, en el número que Orígenes dedicó al Centenario de Martí. Número, por cierto, en el que (José) Lezama publica sus comentadísimas palabras que avizoraban las “cúpulas de los nuevos actos nacientes”, que como ha dicho Cintio, en esa época nadie podía imaginar cuáles eran esos nuevos actos nacientes que se gestaban. Fue profético. CV: Ella vino con una bandeja cubierta con un montón de poemas y dijo: “escojan el que quieran”. FGM:: Otra vez más la vimos, creo que en el Ateneo, donde Dulce María leyó los versos de Gabriela. No recuerdo si fue en esa ocasión, o en otra posterior, que pude oírle a ella misma leer fragmentos de su bellísimo poema inédito dedicado a la geografía de Chile. ¿Qué pasó con este poema que nunca se ha publicado completo? ¿Qué pasó con las notas que dejó para una biografía de Martí, que ni siquiera la entrega del Nobel hizo posible que se rescatara? Son preguntas que nos hemos estado haciendo todos estos años. ¿Por qué este homenaje tan sentido a Gabriela en el momento en que usted recibe el Premio Pablo Neruda? FGM: Por causas obvias, estuvimos muy cerca de la poesía de Gabriela. Y de algún modo ella es Chile para nosotros. CV: Es que a ella también le debemos el mejor ensayo que se ha hecho a los Versos sencillos, de Martí.

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FGM: Y también, Cintio, su texto “La lengua de Martí”. Son dos clásicos de la estimativa martiana. En el estudio que estoy preparando sobre Gabriela, me detengo bastante en su lenguaje. Ella tiene lo que Juan Ramón llamaba “acento”, pero esto tiene que ver más con la escritura. En ella se aprecia el “tono”, que en el lenguaje americano se expresa como “deje”, que es lo que quedó de la Conquista en la lengua indígena. Es decir, el traspaso al habla del signo escrito. Está en el “parla y parla” de la “tarde cocinera” de Vallejo y en la Gabriela de “El ruego” por su novio suicida, por el que reza a Dios familiarmente “parlándote un crepúsculo entero”. Gabriela tomó muchas de sus palabras del vocabulario hogareño. Ella dice, cuando llevan a la tierra “humilde y soleada” al que perdió para siempre, “luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas”, con el gesto del que esparce canela sobre el dulce hogareño. Ella es, a mi juicio, nuestra Teresa americana, recia como la de Ávila. Es extraordinaria como poeta. SER POETISA NO ES UNA DEBILIDAD ¿Poeta o poetisa? Hay algunas escritoras a las que no les gusta la palabra “poetisa”, porque piensan que es más débil que poeta, que afortunadamente termina en “a”. Yo creo que son dos cosas completamente distintas. La poetisa a la que se le pudiera llamar “poeta” es alguien que crea un idioma y Gabriela creó uno. Sor Juana Inés de la Cruz, por la que siento una admiración enorme, con toda la riqueza de su sensibilidad y estilo, es más bien una poetisa, lo cual no es una debilidad. Sor Juana no es débil en lo absoluto. Un poema es un poema, no tiene adjetivos: tan grande es un poema suyo, como el de Gabriela. Lo que quiero distinguir es que como indica la palabra poiesis, la poesía como creación, es algo muy diferente. James Joyce es un creador de idioma, lo que no son otros excelentes novelistas. Eliseo Diego decía, con toda razón, que había que sacar a Gabriela de la Historia de la Literatura para incorporarla a la Historia de la Lengua. ¿Usted se siente poeta o poetisa? Soy más bien una poetisa, si nos atenemos a este análisis. LA MÚSICA Una vez le pregunté a Cintio cuál era su mayor orgullo, y me dijo, sin pensarlo: “mis hijos músicos.” Doy por descontado que la madre de las criaturas va a decir lo mismo, pero me gustaría que explicara por qué. FGM: Tengo que decir lo mismo. CV: Me estas plagiando (ríe). FGM: Sí, tengo que plagiarte. Tú sabes que nosotros somos de un pájaro las dos alas. Lo que él siente, es exactamente lo que siento yo. CV: En mi caso hay una razón: yo quise ser músico y no lo fui, y mis hijos lo han cumplido. FGM: La música quizás fue en nosotros la primera poesía. Mi madre y mis hermanos, mi casa toda – como ha contado Cintio- era “musical”. Estaban todos los géneros representados: Cintio, violinista; mamá (Josefina Badía) lo acompañaba al piano con un amplio repertorio clásico; mi hermano, Felipe Dulzaides, fue uno de los que introdujeron en Cuba el jazz latino; mi hermano Sergio, que era médico, tenía una voz preciosa. Con 15 años, mi madre fue Premio del Conservatorio Orbón, de La Habana, en un certamen al que llegaban muchachas de toda la Isla que habían estudiado con maestros particulares. Era tan niña cuando empezó que el maestro tenía que cargarla, pues no llegaba a los pedales. Decía que en Cárdenas no había otra que hacer que tocar el piano, año tras año, sin llamarlos primero ni octavo. Así cuando llegó al último año, fue examinarse la guajirita de Cárdenas, con trencitas y vestidita de blanco, al Conservatorio de Benjamín Orbón –el padre de Julián, que como se sabe perteneció a Orígenes-, las habaneras le preguntaban: “¿Y tú no estás nerviosa? ¿Tú sabes qué va de Chopin?”. Y ella: “¿Yo? No. elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/5


Mi maestro me lo hizo aprender todo.” Y ganó el Premio, que era ofrecer un concierto por la noche con Benjamín, en la fiesta de graduación. Mi hermana Bella conserva el suelto del periódico con el comentario que él hizo de nuestra madre: “Puede llegar a ser una concertista.” Esa fue su formación, al igual que Cintio, que estudió por años y años el violín. De hecho, me ha dicho, que él tenía más ambiciones como músico, que como escritor. CV: Pero ahí está, difunto, mi violín (se ríe). FGM: Un violín, que yo creo que es alemán, con una sonoridad muy buena. A mamá le gustaba tocar con “su yerno violinista”. ¿Te acuerdas? CV: Ella tocaba perfectamente a primera vista. ¿Estudió usted algún instrumento? No, por razones largas de explicar. Pero lo que más amo sobre la tierra es la música, igual que Cintio. Para mí es más fuerte, casi, que la poesía. La música es mi madre, mis hermanos, mis hijos, mi familia. ¿Y su padre? FGM: Era médico y mi hermano no se dedicó a la música, porque mi padre lo influyó en su pasión por la medicina. Y como a él no lo conocían como el Doctor García, sino como el Doctor Marruz, él decía: “Yo quiero que mi hijo sea partero como yo”, y fue al juzgado a cambiarle su apellido por “García-Marruz”, cuando el niño llevaba poco de nacido. Pero mamá le dio el amor por la música. Y él no solo se sabía las operas que todos se saben, sino otras, raras. A casa iba el barítono Hugo Marcos, a quien le gustaba cantar con mi hermano, que tenía una voz linda… No tenía tanta extensión, como un timbre muy bonito. De modo que mi hermano Sergio aportó el gusto por la música italiana; Felipe, la música norteamericana, y mamá, el repertorio clásico, las danzas cubanas, la zarzuela española y Manuel de Falla, de quien nos enseño las siete canciones. Hasta Cintio cantaba en el coro de la casa… CV: Sí, y hasta Eliseo, que en el coro de las sobrillas baritoneaba: “¡Yo soy un caballero español!” FGM: Y a eso se sumaría que Alfredo Hernández, el esposo de mamá –ella se casó tres veces- era el mejor trompeta de Cuba, al extremo de que cuando fueron a filmar El Manicero, en Hollywood, lo mandaron a buscar a él. Alfredo nació en Remedios. Sus hermanos eran músicos y tocaban todos los instrumentos. Mamá tocaba más bien las danzas de Saumell y la canción romántica cubana. Cuando venían a La Habana escuchábamos entonces lo que nos faltaba en casa: el danzón y el son. CV: Ellos eran de Remedios, como Alejandro García Caturla… FGM: ...donde casi todos fueron discípulos de un cura que enseñaba solfeo cantado, pero sobre todo rezado, que es ya más difícil. Aprendían a leer una partitura solo con las notas, tomando las distancias, que es muy complicado. Esta es una de las razones que me alejó a mí de la música. Tenía buen oído y en el primer año de solfeo me aprendí de memoria las notas, pero el problema era el de cantar sin ellas, el solfeo mudo. Y además mi hermana y yo tuvimos un maestro que no nos gustaba para nada. ¿Se distanció de la música? FGM: Por esa dificultad y porque yo me abstraigo. A mí me cuesta mucho trabajo atender dos cosas a la vez y para tocar ese instrumento se requiere independencia de las manos y leer a la vez la clave de sol y la de fa. Eso no lo hace ni el violinista, ni el saxofonista. Solo el pianista. Y mamá nos enseñaba mucha música, pero a ella no le gustaba dar clases, sino repertorio. Además de todo eso, tuve desde niña gran afición a la lectura. Me era más apasionante que jugar, y eso también me alejó de la música. CV: Fina, el orgullo por nuestra familia “musical” se extiende también al amigo genial que los dos tuvimos. FGM: Sí, nuestro entrañable Julián Orbón, que como dice Cintio “es el único genio que había conocido”. CV: No solo como músico, sino como persona. FGM: Lezama mortificaba a veces a Julián y decía: “Cintio siempre dice que es músico, pero nadie le ha oído tocar nunca el violín.” CV: Es verdad que no toqué nunca delante de él ni tampoco delante de Julián, por lo que este me dijo: “Cintio, trae el violín un día…”

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FGM: Una noche fuimos al “Palacio Orbón” –como la llamaba Lezama, con sus hipérboles-, la casa de Julián medio deshabitada. Cintio tenía una característica: nunca tocaba el violín, pero cuando lo sacaba no lo soltaba. CV: Julián me hizo el honor de darme, para que yo lo tocara, el único cuarteto que él escribió, cubanísimo… FGM: Después de aquella experiencia Julián le dijo a Lezama: “Cintio domina el violín... Puede tocar como primer violín en la Sinfónica…” CV: La música para nosotros es un alimento. FGM: A veces siento una pequeña depresión y cuando busco el por qué me doy cuenta de que hace algún tiempo que no escucho música. Sin música me siento mal. EL SILENCIO Hablemos de su poesía, que ha recibido las mejores críticas que podría esperar un autor. He tenido suerte, porque nunca necesité llevarle a nadie mis poemas. Tenía en la casa a Cintio y a Eliseo, y como amigos a José Lezama Lima. Si me deja elegir una frase de los críticos que han escrito sobre su poesía, quisiera recordarle las palabras de Cintio, en la antología Diez poetas cubanos (1948): “Fina hace de sus poemas verdaderos movimientos del alma.” El elogio viene de muy cerca. A la opinión de Cintio podríamos añadir la de María Zambrano: Fina testifica de modo más nítido la actitud de la poesía en su función de salvar el alma. CV: Eso aparece en un artículo de María, bellísimo: “La Cuba secreta”. FGM: En cambio, los críticos más importantes de la época no entendieron el lenguaje nuevo de los extraordinarios Sonetos de la muerte de Gabriela, que la darían a conocer en el mundo de las letras. Sé que Gabriela le escribió una dedicatoria muy especial, que usted comenta en un poema. A las jóvenes que iban a verla, ella les dedicaba algunos estímulos en tarjetones que ocupaban toda una página. En el que me dedicó, lo que me impresionó fue solo esto: “Escriba solo por urgencia del alma.” Es lo que recuerdo en el poema que le habría de dedicar, tanto tiempo después. A Juan Ramón Jiménez –que había pedido que los jóvenes le llevaran sus versos- sí le mostré algunos poemas, cosa que me avergüenza. Cuando se los entregué, yo no había leído nada de él todavía. Cintio sí lo había leído un año entero antes de que llegase y por tanto, tuvo la posibilidad de un aprendizaje directo de su obra. Pero yo solo había leído poesía en los libros del colegio y en textos de poca calidad. Aunque conocía a Bécquer –tengo todas sus Rimas copiadas por mamá-, según costumbre de los jóvenes de la época, yo no sabía qué era realmente la poesía. Y se puede leer la poesía buena como si fuera mala y no descubrir qué es lo esencial en un poema; lo “herédico” –como decía Martí-. Yo no sabía qué era lo becqueriano. No hay que aprender el griego, decía él, sino saber qué es lo griego. En Hablar de poesía usted niega que exista una “poética”. FGM: Digo que no se debiera tener "una" poética. En la poética personal debieran entrar todas las otras poéticas posibles. Juan Ramón nos enseñó a buscar: no una poética en general, sino la característica principal de cada poética. CV: Lezama decía: “Juan Ramón no nos enseñó su poesía, sino la poesía.” FGM: Exactamente eso fue lo que nos enseño. Fina, ¿qué le falta por escribir? Desearía terminar algunos trabajos que tengo inconclusos, por ejemplo, uno acerca de José Asunción Silva, poeta que me interesa mucho. También, el de Gabriela… Cintio y yo tenemos dos tomos aún inéditos de Temas Martianos y yo otro sobre las ideas educacionales de Martí. Cintio llama la “Cueva de Montesinos” al lugar en que guardo esos trabajos. Nunca me apuré por publicar. En el tiempito que nos queda, me gustaría elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/7


tener alguna paz para terminar al menos algo que no he dicho ni en la poesía, ni en el ensayo: sobre las relaciones de la Religión y la Revolución, que forma parte de un trabajo que me pidiera el Padre Espeja para su coloquio sobre ateos y creyentes, que se dio en el aula Bartolomé de las Casas, de San Juan de Letrán, bajo el título “El rumor del alma cubana, y que no pude terminar de leer por el apagón más grande que ha conocido el Vedado. ¿Sigue escribiendo poesía? Muy poca, aunque no he dejado de escribirla del todo, pero no la busco: la espero cuando viene, aunque es bien huidiza. ¿A qué se debe esa resistencia suya, desde muy jovencita, a publicar sus obras? Siempre me costó mucho trabajo decidirme. Si te fijas, suelen pasar 20 años desde que he terminado un libro a la fecha en que se publica. Pero ahora “antes de morirme quiero” decir algunas cosas. Solo algunas, veremos si el tiempo me lo permite. ¿Por qué le cuesta tanto trabajo dar entrevistas y hablar de sí misma? Me siento en esos casos como una violinista a la que le piden un concierto de flauta. Yo me comunico mejor con el silencio, sin el que no se podrían dar la poesía, la música, ni el encuentro con uno mismo.

Cuba Debate, 19 de marzo de 2007, www.cubadebate.cu Pintura de Cundo Bermúdez

testimonios UNA DULCE NEVADA ESTÁ CAYENDO

UNA DULCE NEVADA ESTÁ CAYENDO detrás de cada cosa, cada amante, una dulce nevada comprendiendo lo que la vida tiene de distante. Un monólogo lento de diamante calla detrás de lo que voy diciendo, un actor su papel mal repitiendo sin fin, en soledad gesticulante.

Y SIN EMBARGO SÉ QUE SON TINIEBLAS

Y SIN EMBARGO SÉ QUE SON TINIEBLAS las luces del hogar a que me aferro, me agarro a una mampara, a un hondo hierro, y sin embargo sé que son tinieblas. Porque he visto una playa que no olvido, la mano de mi madre, el interior de un coche, comprendo los sentidos de la noche, porque he visto una playa que no olvido. Cuando de pronto el mundo da ese acento distinto, cobra una intimidad exterior que sorprendo, elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/8


se oculta sin callar, sin hablar se revela, comprendo que es el corazón extinto de esos días manchados de temblor venidero la razón de mi paso por la tierra.

LA DEMENTE EN LA PUERTA DE LA IGLESIA

HA CRUZADO EL PASILLO DE LA IGLESIA CON leve aire triunfante en sus ojos de aislado desafío; ha mirado a ambos lados con oblicuo desprecio mientras el absurdo esplende en sus medias amarillas; y nos llega el fanático blancor de su vestido anudado extrañamente como súbita cólera que deshace el pañuelo mugriento en la cabeza vagamente floreada y planetaria. Vedla sentada a la puerta de su rostro, guardadora de un misterio perdido; ved a la oscura lúcida, general como el viento materia del milagro, su ignorancia ha abarcado nuestro orgullo, se sienta en la otra orilla, con distracción sagrada toca una vihuela suave y anacrónica. En el nevado país de los mendigos, a la sombra original, remota cual la infancia; más lejos que sus ojos, en el oscuro reino inalcanzable del anhelante tacto, a cuestas con el enigma de su fealdad, genialmente pasea como dama, y la ironía dobla el borde de sus zapatos como el borde de la oscura risa. Mirad que esa demente es quizás tan sólo un esplendor incomprensible, pero decidme a qué alude su flor pintarrajeada, y esa tremenda suerte de aislamiento, qué ha podido llevarla al extraño país de su avarienta mirada sujetando la miseria como una moneda, cuando el oro imposible de su cabellera esplende el aire que no podemos tocar, decidme qué significa esa monstruosa diferencia como una estirpe sagrada, cuya cordura distinta me deja temblando junto a la puerta junto al siglo y las máscaras, por las que pasa ella envuelta en fábula veraz de mutilada diosa, con una dignidad triste. De Las miradas perdidas (1944-1951), 1951

SITIO

GENEROSA POESÍA! NOS ACOGES con qué oído, qué atención interminable! nuestra pequeñez juega en tu pecho y sólo allí somos importantes. Cada paso, cada eco, cada pena, cada sucedido que sólo retumba en nuestro pecho, te encuentra presta, vacía, allí esperándonos, oyéndonos allí (¿en dónde?), alta, oyéndonos. Es como un paraje de aguas al que bajáramos rápidos, allí el silencio, allí el sonido eterno de las aguas cayendo entre las piedras, a alturas desiguales, allí lo que no cesa, cuando ya hemos partido.

1960 De Visitaciones, 1970

MOZART

ERA CUANDO EL TROMPETA Alfredo ponía en casa todo el tiempo a Mozart, en el gramófono, cuando sonaba la aguja, chirrido agreste gris, rompían las cuerdas graves o ligeras: él guardaba mientras la trompeta en la cajita féretro de niño, daba vueltas al otro disco con su gamuza redonda verde-gris. Mozart Mozart el niño Mozart primavereando inicios vestidito de niño como no era peluca polvo pantaloncito de siglo dieciocho, recogido en lazo el pelo atrás, y dentro, Mozart, el niño Mozart, niño con nombre bautismal goteándole la breve mano sabia serafina en el bosque tintineando música, follaje ligero en la mañana luz carruaje alegre tropezando música de seguir y seguir, rompiendo llantos lúgubres, cóleras antediluvianas, diluvianas iras, antes que se abriese la cripta, minease hondo, cavase el grito hasta el silencio aullido y cayese hecho trizas el humano hombro izquierdo, elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/9


antes antes oh antes, o por primera vez, cuando la vida, y de puntillas, en el umbral, los niños con gorro de dormir, quebróse la pata el pajarito, lo supieron las violas, una tristeza como de ángeles no supo nada el telón, seguía volando ya sólo en la música, atrás quedó la fiestecita regia, el traje ajado, el clavicordo, el padre, el teatrico lleno hasta no poder oír lo que sigue tocando ya en la gloria el niño Mozart

1982 De Habana del centro, 1997

TODA LA POESÍA, ALLÍ (El chicuelo)

DESDE CUÁNDO, cálido, tierno, a la luz del hogar del quicio de una calle, Jackie Coogan está sentado siempre para nunca irse. Desde cuándo toda la poesía allí, en aquel quedarle tan dulcemente grande la gorra ladeada.

LA QUIMERA DE ORO

LA CABAÑITA INCLINA en el abismo, al borde, como una lágrima que no acaba de caer, la milagrosamente inclinada cabañita: el mismo aire que la inclina hacia abajo, de pronto, la alza a salvo, en la luz.

Intocada, intocable. De Créditos de Charlot, 1990

VERBOS DEFECTIVOS

SÍ, DESDE LUEGO, les falta la primera persona, y la segunda, y hasta la tercera, o nada más que pueden conjugarse en el pretérito siempre imperfecto, desde luego que, con toda razón, y sin que se sientan, habrá que considerarlos defectuosos, absolutamente indignos de estar junto a los otros verbos, que tienen pasado pero también futuro, y sobre todo presente, y que cuentan con todas las personas.

EL VIEJO SON OSCURO Old shadovy sound. KEATS

VIDA, AGUA REBROTANDO bajito entre las rocas, ven, lluvia, ven, borra estas letras goterones lágrimas gotas rebotando contra estas piedras demasiado oscuras, contra estas cavernitas grises en que se quedan iris blancos tuyos, míos, confundidos, susurrando oscuro son.1982 De Habana en el centro, 1997

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zonas NUEVAS POETAS LATINOAMERICANAS. LA LUZ DE LAS MUJERES LUCIÉRNAGA C ARRLLEESS G CA GEELLII Mario Campaña, ed., Casa de luciérnagas.

Antología de poetas hispanoamericanas de hoy. Madrid, Bruguera, 2007

A

h, ¿tú eres Jeannette? Me han gustado tus poemas; he sentido una cercanía generacional clara". Dos poetas se reconocen por primera vez: la argentina Ana Becciú (1948) y la mexicana Jeannette Lozano Clariond (1949). Impregna el saludo una cordialidad que, en cambio, es añeja: se han leído desde la distancia. Sus versos congeniaron apenas unos días antes, en las páginas de Casa de luciérnagas (Bruguera), título prestado de un verso del guatemalteco Otto Raúl González: "La poesía es una concentración de luciérnagas capaz de iluminar el mundo". El libro es la primera gran antología de poetas hispanoamericanas contemporáneas. Muchas se han descubierto las unas a las otras en esas páginas. "Es una indagación a cierta luz oculta, la de la obra de estas mujeres", apunta el ecuatoriano Mario Campaña, antologuista de un volumen cuya génesis arrancó en 1999, a raíz de su trabajo Mujeres poetas en la revolución poética latinoamericana para la revista Guaraguao. "Detecté que había una nómina de mujeres que intervinieron en las vanguardias pero que después fueron borradas de la historia escrita, como la chilena Vinett de Rokha, la peruana Magda Portal y Claudia Lars en El Salvador". Tras ocho años, 500 libros y un mes sólo dedicado a hacer fotocopias en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, Campaña se

decidió por 34 autoras de 11 países. Admite que, amén de la fecha de nacimiento (1945) de las autoras como eje, en la antología no rigen "criterios democráticos": de unas puede haber sólo cinco poemas (la cubana Wendy Guerra, de 1970, la más joven), mientras que de otras, hasta doce. Tampoco hay reajustes geográficos: de toda Centroamérica sólo hay una representante (Isabel de los Ángeles Ruano). ¿Y el criterio de selección? "He escogido aquellos versos en los que la autora había llegado a su madurez expresiva. Sí, es puramente estético, pero permite ver poemas muy distintos: realistas, abstractos, pop...". De la rica luz que arroja la antología sobresalen destellos que canalizan el estudioso y algunas luciérnagas. Antología "Es una antología de género porque todas somos mujeres, pero no me siento como si me hubieran puesto un vestidito rosa", apunta Becciú al comentar la especificidad del volumen. "La poesía que hacemos todas es una poesía que no nace por el hecho de estar escrita por mujeres", afirma en un discurso cercano en el fondo al que pone en solfa Lozano: "La poesía, como la música, es universal. Los sentimientos son humanos, no son de hombre o mujer. Eso rige igual para el antologuista: es como si se dijera que una tonalidad se escucha distinto por ser hombre o mujer". Más beligerante se muestra la uruguaya Cristina Peri Rossi (1941): "Si lo normativo durante dos mil años ha sido formar concentraciones de género -las cofradías, los ejércitos... - ¿Por qué no ésta? Veo Casa de luciérnagas como una especie de ajuste: son autoras buenas y desconocidas y su existencia sólo me demuestra que los hombres no leen a las mujeres. En Poesía en movimiento, de Octavio Paz, no hay ni una sola mujer". Crítica social Transitar con intensidad por los versos de la antología ha permitido a Campaña encontrar aguas subterráneas comunes en la obra poética femenina de un continente. "Creo que hay en casi elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/11


todas un malestar claro con la modernidad como época. En los años sesenta-setenta se hizo una poesía con crítica social que aquí no está o no de forma tan explícita", afirma. En su opinión, la carga crítica, cuando se da, es de mayor calado y no es sólo política, sino ética, lingüística, cultural... Y cita la influencia de la peruana Carmen Ollé (1947) o la mexicana Carmen Bolullosa (1954). "No están en el combate directo, no se habla de las dictaduras, por ejemplo, sino de las huellas que dejaron", aclara. Y lo ilustra con la argentina Irene Gruss (1950): "Yo estuve lavando ropa / mientras mucha gente / desapareció (...) y mientras pasaban / sirenas y disparos, ruido seco / yo estuve lavando ropa, / acunando, / cantaba, / y la persiana a oscuras". Eso no quiere decir que no exista un valiente ajuste de cuentas en algunos casos, como en la cubana Reina María Rodríguez (1952): "(...) y ellos caen en la trampa mis buenos y fieles / amigos que me hicieron soñar y descubrir sus / trucos / frente a este espejo donde me veo y también estoy / mirándoles tan frágiles tan penosamente / frágiles. / me lastima la manera de cometer sus crímenes / ¡eran tan inteligentes al principio!". Otro denominador común: "También hay una crítica a la negatividad: no han roto con el mundo como otros artistas de su tiempo, no han roto con nada sino con la nada, no han sido nihilistas", sentencia Campaña. Exilios Sólo hay seis antologadas que vivan fuera de sus países. Fueron exilios políticos clásicos, pero Lozano Clariond constata que el exilio entendido como "estar fuera de" es inherente a la poesía. "Siempre hay un autoexilio, es una necesidad del poeta, el más solitario de los artistas. Esa soledad viene porque tienes una manera distinta de ver el mundo y nadie la vio contigo y te sentiste tan solo desde pequeño que creaste tu patria interior. Tú propicias el autoexilio y eso es algo innato al escritor: el silencio, la astucia y el enganchamiento a esa patria interior". Becciú, que se marchó de Argentina cuando la dictadura militar, ha hallado un beneficio artístico: "Rilke decía que para poder escribir la primera palabra del primer verso de un poema que valga la pena había que haber conocido muchas ciudades, olores, camas, pieles, mucho de todo...". Peri Rossi cree que el exilio ha afectado a su lenguaje: "El triunfo de la imaginación sobre la

realidad que tanto impregna América Latina aquí es muy pobre; el nivel de simbolización parece muy reprimido. Por ello he ganado en precisión con la mesura". Para Campaña, la poeta que refleja hoy mejor el exilio, por sus orígenes familiares judíos, es la mexicana Gloria Gervitz (1943): "(...) adónde es / que he estado / que estoy / adónde se me fue la vida / la vivida / adónde la por vivir / y si hubiera sido otra / sería la misma otra / no tengo más vida / que ésta / que me vive". Lenguaje Llama la atención en la antología la notable pluralidad de estilos, hasta llegar a la antipoesía, como la de la ecuatoriana Sonia Manzano (1947): "Salgo por ahí a ver si me resbalo / en la cáscara de guineo que tiró el sabio / que venía adelante. / ¿Habrá otro?, entre mí decía, y no volví el rostro / pero sí tiré otra cáscara". Para Campaña, se trata de "una generación con mucha libertad formal, pero con una métrica heredada de la generación de los cuarenta-cincuenta, por lo que tienen un estándar de precisión casi arquitectónica: en ellas no hay nada repetitivo y banal". El antologuista constata que muchas son traductoras: "Su percepción verbal es más rica. Forman parte de una élite ilustrada; han viajado, estudiado y eso les permite depurar su estilo". Lo denota la ecuatoriana María Fernanda Espinosa (1964): "En el Pirú / faltan palabras / para nombrar ciertas cosas (...) En el Pirú de mi corazón / faltan palabras / para decir te quiero / del será su ayer". Becciú es un buen ejemplo. Pasó años en Francia como traductora. En sus últimas creaciones, su poesía incorpora más modismos rioplatenses: "Al empezar, buscaba un lenguaje sin connotaciones. Con el tiempo, cuando necesito de una fuerza especial, recurro a una expresión geográficamente muy propia". En sus compañeras, Becciú ha notado "una visceralidad en el uso del lenguaje, como que ya no importa nada y lo escribes así..., una cosa límite". Peri Rossi lo ratifica: "Se ha roto con el lirismo que impregnó la poesía: afortunadamente no hay muchas primaveras ni mieses". Campaña añade otra constante formal, la ironía. El paradigma, en su opinión, sería en este libro la chilena Elvira Hernández (1951): "A veces se disfraza la Bandera de Chile / un capuchón negro le enlutece el rostro / parece un elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/12


verdugo de sus propios colores / (...) La bandera de Kansas le manda un besito / se cansa la Bandera de Chile / deja la tradición y se derrite". Mujer Es poesía de mujer, pero el género no marca en exceso sus versos. "Ni la mujer ni la queja al machismo ni el erotismo está muy explícito", constata Campaña. "La crítica es a un mundo incompleto, a la opresión a la libertad del cuerpo". Esos aspectos son sólo hoy militantes en la peruana Carmen Ollé (1947), en Peri Rossi, Rodríguez y la venezolana María Auxiliadora Álvarez (1956): "(...) Cuando esté acostado / uno va y se le monta en horqueta / sobre las últimas piernas / y le dice / Entra / Hazme mi mujer / entonces uno le grita mi amor adentro / Entonces uno se agacha delante de él / le muerde la última mano / y le desea la muerte". Esa ausencia temática es una herencia, según Becciú: "En la generación de los cuarenta-cincuenta, la de Olga Orozco, Ida Vitale y Alejandra Pizarnik, eso ya desaparece". Peri Rossi es de nuevo contundente: "Ser escritora es optar por un feminismo inconsciente. Y ser mujer en América Latina es difícil si vas al enfrentamiento. Ahí, una mujer lo es en tanto está al lado de un hombre y tiene encima su mirada. Y eso explica la falta de erotismo: la mujer, si espera, es objeto de deseo". Lozano Clariond acude a la poesía: "No mezclemos la problemática social del feminismo con algo que es cosa sagrada, la poesía, única capaz de desnudar el ser". Política ¿Dónde queda el compromiso de la generación anterior a las antologadas? "En ellas hubo mucha poesía de barricada, pero hoy se ha ampliado la noción de compromiso: un poema de amor donde se intercambian los roles sexuales puede ser tan político como cualquier otro. Hoy todo es político. Luego está la nefasta experiencia de la revolución cubana, que ha abirto los ojos a mucha gente", argumenta Peri Rossi. "Trato de que sea mi lenguaje el que sea crítico", apunta Lozano Clariond. "Si se habla demasiado de eso se vuelve una panfletaria, como el caso de Gioconda Belli. La poesía, entonces, deja de serlo para convertirse en instrumento. Ahora todo eso se tacha". Sombras

Para Campaña es obvio que la generación de las Pizarnik, Vitale, la cubana Dulce María Loynaz... han tapado a las antologadas, pero aquéllas también quedaron tapadas, a su vez, por la de Gabriel Mistral. "La sombra de Mistral es como la de Neruda. Mistral ha sepultado a dos generaciones y eso que no dejó un gran legado, eso lo hicieron las de los cuarenta". Las de hoy las han leído y no lo sienten tanto así. "Han tapado relativamente porque tampoco hubo tantas grandes: no creo que a la altura de Alfonsina Storni, Juana Ibarburu y Pizarnik haya muchas más", sentencia Peri Rossi. "Cuando las leí, Orozco y Pizarnik encarnaron formas de escribir inéditas para mí", admite Becciú. "La poesía es lenta; Orozco me ha amamantado; no son sombra sino fresca huella en nuestra arena. Pero como lo son para mí también Holan, Hölderlin o Trakl. Todos seremos revisados por la historia dentro de 50 años, como suele suceder en todo acto poético", ironiza Lozano Clariond. Medio siglo, pues, para calibrar la luz de las luciérnagas.

VOCES QUE ABRIERON CAMINO Olga Orozco Argentina, 1920-1999. Es la reina del verso libre y de una visión mítica de la vida que asimila lo mejor del romanticismo. Magia, escritura y metafísica toman cuerpo en una poesía que parte de una primera persona, pero elude el confesionalismo para buscar la trascendencia. Alejandra Pizarnik Argentina, 1936-1972. "No / las palabras / no hacen el amor / hacen la ausencia / si digo agua ¿beberé? / si digo pan ¿comeré?". Una vida consagrada a la poesía, un suicidio acorde con esa vida y una escritura abismal han hecho de ella una de las grandes influencias de hoy. Marosa di Giorgio Uruguay, 1932-2004. Erótica y memoriosa, creía tanto en la dramatización de los poemas como en su escritura. Llenaba los teatros con una voz poderosa. En 2000 la editorial Adriano Hidalgo reunió todos sus libros de poemas en dos volúmenes bajo el título de Los papeles salvajes. Alfonsina Storni Argentina, 1892-1938. Su suicidio desató un mito que, pese a todo, no ha conseguido ensombrecer la obra de alguien que, como mujer, fue moderna entre los modernos y que, como elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/13


poeta, rompió con el lastre del modernismo en una intensísima poesía enigmática y confesional. Gabriela Mistral Chile, 1889-1957. De "civil" se llamaba Ucila Godoy Alcayaga. Se formó con los maestros del modernismo. La muerte de su novio le inspiró la estremecedora serie de 'Los sonetos de la muerte', incluidos en el libro Desolación (1922). En 1945 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Blanca Varela Perú, 1926. "Esto la poesía / la carne fatigada el sueño / el sol atravesando desiertos", dice esta autora que, partiendo del surrealismo, ha llegado a un ascetismo expresivo no exento de visceralidad. En 2001 reunió todos sus libros en

Donde todo termina abre las alas. Claribel Alegría Nicaragua, 1924. "Entre la escritura y el compromiso escogí el testimonio". Así describe su obra una poeta que se fogueó en la adolescencia con Juan Ramón Jiménez en Washington. Claridad y confesión en una obra comprometida sin panfletos. Ida Vitale Uruguay, 1924. Entre el sentimiento desatado y la precisión expresiva. En ese cruce de caminos se mueve la obra poética de esta exiliada y heredera del mejor simbolismo que nos avisa: "Las palabras son nómadas; la mala poesía las vuelve sedentarias".

EL MAPA C. G. En Casa de luciérnagas hay países que poéticamente no existen (Nicaragua, Honduras...) o casi (Bolivia, Guatemala...). "Chile, Argentina y Uruguay marcan un nivel. Y sólo el caso de la guatemalteca Isabel de los Ángeles Ruano lo aguanta en Centroamérica", justifica Mario Campaña. En su opinión, la poesía latinoamericana se puede dividir en dos bloques. "Uno es el del Cono Sur, con Argentina, Uruguay, Chile, con una influencia de la alta cultura literaria europea; el otro es el del peso de la tradición andina, con México, Ecuador, Perú, Bolivia..., donde en su poesía hay una indagación, un pensar aquel mundo anterior", apunta el antologuista. Para Cristina Peri Rossi es "inevitable" que hayan surgido, sobre todo en Argentina y Uruguay, grandes poetas que han ocultado a sus

homólogas del subcontinente. "Son países con educación laica y gratuita y una discriminación positiva entre hombre y mujer que viene de lejos", puntualiza. En cualquier caso, la apuesta de Campaña pasa por la siguiente selección. Argentina: Diana Bellessi, Ana Becciú, Irene Gruss, Mirta Rosenberg, Susana Villalba. Bolivia: Blanca Wiethüchter. Chile: Elvira Hernández, Verónica Zondek, Lila Calderón, Marina Arrate. Colombia: María Mercedes Carranza, Piedad Bonnett. Cuba: Lina de Feria, Reina María Rodríguez, Wendy Guerra. Ecuador: Sonia Manzano, María Fernanda Espinosa. Guatemala: Isabel de los Ángeles Ruano. México: Gloria Gervitz, Elsa Cross, Jeannette L. Clariond, Coral Bracho, Pura López Colomé, Carmen Boullosa, Tedi López Mills. Perú: Carmen Ollé, Magdalena Chocano. Uruguay: Cristina Peri Rossi, Tatiana Oroño, Cristina Carneiro, Silvia Guerra. Venezuela: Hanni Ossot, Yolanda Pantin, María Auxiliadora Álvarez.

Babelia, supl. de El País, 17 de marzo de 2007. AMÉRICO FERRARI La antología Casa de luciérnagas, de Mario Campaña, constituye sin duda alguna una de las mejores antologías de poesía en lengua castellana que nos haya sido dado leer; con una particularidad: los poemas son de poetas contemporáneas; y resulta impresionante confrontarse con toda esta riqueza lírica aportada a la lengua castellana y a la historia de la poesía por las poetas de nuestra América, desde México al norte hasta Argentina al sur: todo un mundo. Las poetas, antes poetisas, después mujeres poetas y ahora, felizmente, poetas a secas, están clasificadas por la fecha de nacimiento, de México a Argentina, lo que es normal. No hay preeminencias nacionales en poesía, gracias a Dios, y al fin y al cabo lo que cuenta es el valor de cada obra poética nacida de un poeta aunque éste sea anónimo. Todas las poetas presentes en el libro son realmente importantes y el mejor homenaje que el poeta Mario Campaña podía rendirles es presentarlas al lector en esta antología. Antología: o “ramillete elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/14


de flores” que es el sentido de la palabra griega. Las flores que nacen, una tras otra, en el jardín de la poesía.»

www.casadellibro.,com ***

“LA POESÍA NO TIENE SEXO, LA HISTORIA SÍ”: ENTREVISTA CON MARIO CAMPAÑA El escritor guayaquileño radicado en Barcelona, Mario Campaña, acaba de publicar una antología de poesía de mujeres de varios países de América Latina. ¿Por qué voces femeninas, de dónde viene ese interés? En 1999 publiqué en la revista Guaraguao, de Barcelona, un trabajo titulado “Mujeres en la renovación poética latinoamericana”. Caí en cuenta de que varias poetas –como Winnett de Rodka, en Chile; Magda Portal, en Perú; Aurora Estrada, en Ecuador; Claudia Lars, en El Salvador- activistas o precursoras de las vanguardias, habían sido borradas o marginadas de la historia literaria. Ahí le vino una sospecha... Fui llenándome de sorpresas al encontrarme con una magnífica poesía semioculta en cada país. Fue a comienzos del 2003 que la poeta uruguaya Silvia Guerra me propuso hacer juntos esta antología. Ella se retiró después y yo continué solo, con la intención de contribuir a que salieran de la invisibilidad la obra y las autoras que yo iba leyendo. ¿Tiene sexo la poesía? Varios amigos editores o críticos me dijeron que “la poesía no tiene sexo”, cuestionando mi proyecto; ante eso yo he respondido y respondo que tal vez la poesía no tenga sexo pero la historia -los editores, los periodistas, los críticos-, sí. Y también la de los antologadores ¿no? ¿Cuáles son sus criterios de selección?

Solo dos criterios, uno cronológico y otro estético. 1940-1945 en adelante como fecha de nacimiento de las autoras; y la obra en que el arte ha predominado y ha dado forma a una voz con suficiente singularidad y autonomía como para hacerse oír por sí misma, es decir, en tanto voz poética distinta, no en tanto representación de cierto sexo, o de cierta tendencia poética o grupo social. Ni el criterio de representación nacional o generacional ni la orientación estética, ni la intención de las autoras ni el volumen o difusión de la obra me han influido. ¿Desde cuándo? Desde 1999, y especialmente desde el 2003, he repartido mi tiempo entre la investigación literaria y la creación poética. Una parte considerable de la investigación ha estado dedicada a esta antología. Visité librerías y bibliotecas públicas y privadas de ocho países. Consulté a especialistas. Leí y releí. Hice y rehice listas. ¿Entonces quiso arreglar cuentas con la historiografía? Sí. No conozco ningún libro que seleccione sin afán panorámico sino estético la obra de las poetas hispanoamericanas de hoy. Espero que este libro estimule nuevas investigaciones y ayude a replantear nuestra historia literaria; que anime a leer la gran poesía que escriben las mejores poetas, que ya no leamos solo a Raúl Zurita sino también a Elvira Hernández o Lila Calderón, de Chile; que Argentina no sea sólo Boccanera o Carrera sino también Irene Gruss o Diana Bellessi; que en Quito al lado de Carvajal se lea a María Fernanda Espinosa, y que la poesía de Guayaquil de la generación de los setenta no sea solo Nieto Cadena sino también Sonia Manzano... ¿Una lucha de género? No se trata de falso y espurio igualitarismo o democracia sino de poesía, de poesía pura y dura. ¿Cuántas ecuatorianas? María Fernanda Espinosa, de Quito, y Sonia Manzano, de Guayaquil están en la antología. Su conocido poemario Aires de Ellicot City ¿tiene ya editorial en Ecuador? La primera edición se hizo en Montevideo; la segunda fue presentada en España en diciembre pasado. No hay edición ecuatoriana. Nadie me lo ha propuesto. Desde luego que me gustaría que el libro circulara a precio asequible en Ecuador. elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/15


Ése es en gran medida un libro ecuatoriano –en algunos de su leit motiv, en su léxico, en sus imágenes- pese a su título. ¿Y qué pasa con Lugares? ‘Lugares’ es un libro terminado en París en el verano pasado. Está, pues, ‘fresco’. En el otoño se hizo una edición reducida, solo para clientes asiduos de una librería literaria española. HOJA DE VIDA Mario Campaña nació en Guayaquil en 1959 y fue miembro de los talleres literarios que coordinó Miguel Donoso Pareja en esa ciudad en los ochenta. En Barcelona, donde reside, es director de la revista literaria Guaraguao. Ha publicado hasta ahora cerca de 10 títulos entre poesía, ensayo literario y biografía.

El Comercio, Quito, 9 de abril de 2007 ***

NANCY MOREJÓN: LA BORDADORA DE POEMAS A O S O N O R T R N A OB S OS NIIIO ON RIIIO TO RR AN NT BA AR Caracas. Con un tono sutil, sincero y tierno resuena la voz de la poeta cubana Nancy Morejón, y con esa misma esencia teje sus poemas que en Venezuela se pueden leer en Antología poética, de Monte Ávila Editores Latinoamericana, que reúne una muestra de 11 de sus libros. «Un texto es como un bordado, como un encaje que vas haciendo y deshaciendo, ningún escrito te queda tal cual nació», expresó la ganadora del Premio Nacional de Literatura de Cuba en 2001, que visitó Caracas a propósito del II Encuentro de Escritores Cubanos y Venezolanos. Convencida de que el amor por la escritura va acompañado inseparablemente por el amor por la lectura, ha tejido numerosos poemarios como Mutismos, Piedra pulida, Baladas para un sueño, Paisaje célebre, por nombrar algunos de la extensa lista.

El hilo de sus bordados está enriquecido con las enseñanzas de escritores Aimé Césaire, Vincente Aleixandre, César Vallejo, Garcilazo Boscán, Quevedo, Luis Cernuda, Alejo Carpentier, Alejandro García Cartuela, entre otros, donde no puede faltar el nombre de Nicolás Guillén. La poeta reconoce que una zona importante de sus versos le debe mucho a la obra de Guillén, quien ha expresado en su libro: «Pienso que su poesía es negra como su piel, cuando la tomamos en su esencia, íntima y sonámbula». Sin embargo, su poesía trasciende también la negritud, aunque rescatando algunas ideas de Federico García Lorca, defendió la imposibilidad de definir la poesía propia, ni alguna otra, «la poesía es un fuego entre las manos con el cual se trabaja a la perfección, pero que no puede hablar de él», citó Morejón. Así como es de indefinida la poesía, también lo es el momento, que muchos llaman inspiración y que forma parte de lo que la poetisa denominó como uno de los elementos irracionales de la escritura. «Cuando llega el momento de inspiración tienes que escribir y luego guardarlo, lo dejas dormir y, pasado un tiempo, lo trabajas y vuelves sobre el texto», aconsejó la también traductora y ensayista cubana. Más allá de los versos «Fui testigo de muchos actos de discriminación racial dentro de mi familia y en mi entorno, de manera que yo soy muy combativa contra eso, y este tema nunca va a dejar de estar en mi poesía», exclamó la cubana revelando a la vez el carácter personal de su obra. Manifestó que cuando se empieza a experimentar la desigualdad «no sabes de que se trata, pero te revelas contra eso», destacó. Así como este elemento, presente en sus poemas, también se detecta un ritmo particular, sobre todo en los versos que integran su poemario Richard trajo su flauta y otros argumentos, denominado filin. El poema filin de Roberto Fernández Retarmar, de su cuaderno Historia Antigua, repercutió en los jóvenes de la generación de Morejón. Éste fue el punto de partida para que de su pluma nacieran creaciones como Los ojos de Elegua, La cena, Para escapar herido y La Bella y el poeta. elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/16


Allí, la poeta, «animando las fuerzas de la naturaleza, juega con el idioma y sus riesgos, al hacer suya una musicalidad interna acorde con las charangas cubanas, orquestas típicas», según describe el prologuista de la Antología Poética, Gerardo Fullera León. En esta corriente hay mucho del barrio Los Sitios, donde nació y que definió como su fuente sonora. «Allí está todo el complejo de la rumba y las múltiples formas de nuestra música». Saliéndose un poco de los límites de lo poético, ya que sostiene que no se puede comprometer con una sola vía de expresión, otro de sus propósitos es hacer una literatura de servicio. «Trabajar por causas nobles, escribir en ese sentido, o trabajos con otros autores, otros artistas», es otro de las labores que asume la poeta, quien también ha llevado trabajos en el ámbito del pensamiento con algunos ensayos que complementan su obra. Nación y mestizaje en Nicolás Guillén y Lengua de Pájaro, comentarios reales son dos de sus ensayos. Por otra parte, confesó no haber cultivado la narrativa, «he escrito uno o dos cuentos, quizá en la vejez, que ya se está asomando, comencé por curiosidad», manifestó Nancy Morejón.

Agencia Bolivariana de Noticias, 30 de marzo de 2007, www.abn.info.ve

*** ESCOTES: UNA DIGRESIÓN A A B A O C S L N A O V U A BA AB OR CA SO LC NS AL ON VA ALLLO RU UV Uno Como todos los hombres y la gran mayoría de las mujeres, yo también estoy obsesionado con los escotes. El escote siempre invita a una digresión de la mirada, siempre se agradece y muchas veces es bello. El más profundo de los escotes literarios nació de las tetas de la giganta de Baudelaire. Este escribió: Et parfois en été,

quand les soleils malsains,/ lasse, la font s'étendre à travers la campagne,/ dormir nonchalamment à l'ombre de ses seins,/ comme un hameau paisible au pied d'une montagne: y a veces, en verano, a la hora de los soles terribles, dormir a la sombra de sus senos, como un tranquilo pueblo al pie de una montaña. Swinburne, pensando en esa giganta y en su amado Baudelaire, produjo el máximo escote (Ave atque vale, verso 62): The deep division of prodigious breasts. Uf. No puedo ver a una mesera del Zinco sin pensar en ese verso. En este escote de sor Juana no se alcanza a ver casi nada y aun así conmina a una urgente erección: "Tránsito a los jardines de Venus,/ órgano es marfil, en canora/ música, tu garganta, que en dulces/ éxtasis aun al viento aprisiona." (Por cierto # 1: Ese romance sorjuanesco es sensacional, puro virtuosismo: todos los versos comienzan con una esdrújula. Por cierto # 2: En realidad, aunque ni siquiera el Diccionario de Autoridades puede evitar ser cachondo: "Se llama también el adorno de encaxes pequeños que guarnece la abertura de la camisa de las mugeres por la parte superior, que ciñe y cubre los hombros: el qual regularmente le cosen sobre un pedazo de cinta blanca ò tirilla de lienzo...", la palabra escote, creo, no suele aparecer envolviendo un par de tetas hasta el siglo XIX, como en este ejemplo: "Concha estaba leve de ropas, con los hombros y el escote al aire. El espejo inglés la reflejaba entre magnolias. -¡Qué guapa eres! -le dijo Mariúca por saludo, dándole un beso", que es de 1890, o este otro: "Pues te digo que con el terciopelo que gastó la madre en cubrirse hasta las orejas podía haber subido un poquito el escote de la hija... ¡Vaya con la indecente!... Y la chica es monísima", que es de 1882. Antes la palabra escote más bien se refería a la parte de una coperacha o vaquita para comer. Así dicen las autoridades: "La cantidad que prorata cabe à cada uno de los que se han divertido ù comido en compañía", y dan un ejemplo del Quijote, pero a mí me gusta más éste, "monísimo", que está sacado de los procesos que les hicieron a los brujos de Zugarramurdi, que en módicos saraos comían elpoemaseminal 110/ 25 abril, 2007/17


gente desenterrada del panteón de Logroño "poniendo en los dichos vanquetes el pan y vino de su casa, que después el gasto repartían entre todos y lo pagavan a escote". Jeje. Por cierto # 3. En inglés, cleavage, es decir: the cleft

between a woman's breasts as revealed by a low-cut décolletage, no empezó a usarse para hablar del escote hasta el siglo pasado. La aparición más vieja que se conoce es de 1946.) Dos

Tetas es una palabra terriblemente inofensiva, y aún así de repente alguien le pone un reparo. Digo, el más perfecto traductor de la historia del español, el querido fray Luis, la usa en su versión del libro de Job: "¿Por qué del vientre no muriera; y del vientre saliera y expirara luego? ¿Para qué me anticiparon las rodillas? ¿Y para qué tetas que mamé?" Imposible ponerle un pero. Senos tiene cierto encanto, quien la usa parece respetuoso. (La columnista Elia MartínezRodarte, expertísima en estos asuntos, se burló hace poco de los niños que se ríen como locos con "las palabras: chiche, mocos, pucha, pito, caca, mojón". Confesión: a mí todavía me hace sonreír el verso 102 del canto IV del Inferno: sì ch'io fui sesto tra cotanto senno, que evidentemente no quiere decir "fui sexto entre tanto seno".) Otras son menos felices. Pechos tiene un aire de consultorio médico, pero su aparición en estos versos de Piedra de sol la salvó para siempre: "tu vientre es una plaza soleada,/ tus pechos dos iglesias donde oficia/ la sangre sus misterios paralelos". A mamas, en cambio, no la salva nada de ese olor a medicina. La tenaz repetición en

secundaria de la palabra teclas la hizo, al menos para mí, perder toda simpatía. Esta es la primera vez que escribo "bubis" y prometo no volverlo a hacer nunca. En inglés, donde bubbies, boobies y boobs son simplemente naturales, hay breast y paps, como en estas líneas de Spenser (1595): "Her breast like to a bowle of creame uncrudded,/ her paps lyke lyllies budded"; hay nombres que recuerdan que los senos contienen leche: jugs, milk-cans, milkers, milk-shakes; otros son nombres casi secretos, como bristols en el rhyming slang de Londres, porque titty rima con Bristol City; otros que las relacionan con armas con poder letal: bombs, flesh, cannons, bazookas; otros hablan de su naturaleza dual: twin peaks, twofers, headlights (o sea, los faros; en español, las altas son los pezones erectos y visibles en las blusas), the Bobsey Twins, Thelma and Louise, Wilma and Betty, The Pointer Sisters. Ese es genial. Y tres El escote es del mundo fresco adorno y heraldo de la alegre primavera: the world's fresh ornament and only herald to the gaudy spring. Es la sola bendición que traen los calores. Pienso sobre todo en uno, el de L., que dejé de ver en algún punto odioso del año pasado. Para hacerlo más inquietante, más deseable, se le recargaba una virgencita de plata con las manos en oración, como suplicándole algo. El último día nos besamos un poquito. Sentía sus tetas (traía una blusita ligerísima y deliciosa) recargadas en mí. Después todo se fue al carajo.

La Jornada,1 de marzo de 2007

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Comité editorial luis alberto alfaro (costa rica)/ cruz benítez/ fabienne bradu/ sergio cárdenas/ luis cortés bargalló/ miguel jorge castillo/ evodio escalante/ julio césar félix/ alfredo giles-díaz/ jesús gómez morán/ armando gonzález torres/ ricardo hernández echávarri (eu)/ saúl ibargoyen/ josé kozer (eu)/ eduardo langagne/ hernán lavín cerda/ lucía de luna/ floriano martins (brasil)/ josé manuel mateo/ santiago montobbio (españa)/ angelina muñiz-huberman/ jorge ortega (españa)/ armando oviedo/ george reyes (ecuador)/ manuel silva acevedo (chile)/ felipe vázquez/ óscar wong/ elsa zeferino/ editor web: ignacio simal (españa)/ coordinador: leopoldo cervantes-ortiz

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