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gottfried benn: problemas de la poesía lírica (II)

[30.07.08]

atisbos P PR RO OB BL LE EM MA ASS D DE EL LA AP PO OE ESSÍÍA AL LÍÍR RIIC CA A ((IIII)) G Goottttffrriieedd B Beennnn V Veerrssiióónn yy eeddiicciióónn ddee JJoosséé M Maannuueell R Reecciillllaass (El oscuro sendero del hombre. Antología conmemorativa, de próxima aparición en Ediciones Alforja)

A

hora una palabra sobre el asunto de mi anterior argumento. He dicho que el autor posee un germen creativo, una materia psíquica. En otras palabras, esto sería entonces el objeto que debe ser traducido en un poema. A este respecto también hay interesantes discusiones, en particular de la escuela francesa, incluido Poe en ella, retomadas recientemente en un ensayo de Eliot. Uno dice: el argumento es sólo un medio para el fin, el fin es el poema. Otro dice: un poema no debe tomar como objeto más que a sí mismo. Un tercero: un poema no expresa absolutamente nada, un poema es. En Hoffmansthal, que al menos en su último periodo creativo aceptó conscientemente el vínculo con el culto, la cultura y la nación, he hallado una expresión asaz radical: “No hay ninguna vía que conduzca directamente de la poesía a la vida, ni de la vida a la poesía” – esto no puede querer decir más que la poesía, esto es el simple poema individual, es autónomo, una vida en sí mismo, y lo confirma la frase siguiente: “Las palabras son todo.” Más famosa que ninguna otra es la máxima de Mallarmé: un poema no surge de los sentimientos, sino de las palabras. Eliot asume la singular posición según la cual incluso la poésie pure debe conservar una cierta dosis de impureza y en un cierto sentido el argumento debe ser evaluado por sí mismo si un solo poema debe ser sentido como poesía. Diré que detrás de cada poema siempre está ―por invisible que sea― el autor, su naturaleza, su ser, su situación interior: incluso los objetos aparecen en el poema porque previamente eran sus objetos, por ende en cualquier caso en él subsiste esa impureza en el sentido de Eliot. En resumen, sostengo que en la poesía lírica no hay otro argumento que el poeta lírico 17 mismo. Me dirijo a un tercer tema particular y con eso probablemente me anticipo a una de sus preguntas. Me preguntarán, de hecho, ¿qué es en sustancia la palabra? Los teóricos de la poesía lírica y los poetas líricos hablan siempre de la palabra, pero nosotros tenemos palabras, ustedes incluso tienen palabras especiales – en resumen, ¿qué es la palabra? Pregunta sumamente difícil, pero deseo intentar responderles; sin embargo, debo recurrir a experiencias personales, experiencias de un tipo particular. Colores y sonidos existen en la naturaleza, las palabras no. En Goethe leemos: “De enjabelgadores se ha visto salir pintores excelentes”; debemos agregar que la relación con la palabra es de índole primaria, y esta relación no se puede aprender. Es posible aprender equilibrismos, 17

El tema de la autonomía del lenguaje fue siempre una de las obsesiones de nuestro poeta, incluso desde sus primeros textos, principalmente los narrativos.


funambulismos, acrobacias, actos de faquir, pero componer con palabras de forma fascinante es algo que se sabe o no se sabe. La palabra es el falo del espíritu, arraigada en su centro. Entiéndase bien, arraigada en forma nacional. Cuadros, estatuas, sonatas, sinfonías son internacionales – la poesía jamás. Se puede definir a la poesía como lo intraducible por excelencia. La conciencia crece en las palabras, trasciende en ellas. “Olvidar” – ¿qué significan estas letras? Nada, en sí mismas son inteligibles. Pero la conciencia está ligada a ellas en una determinada dirección, en esas letras algo resuena, y estas letras, colocadas una al lado de la otra, repercuten acústica y emocionalmente en nuestra conciencia. Por esta razón, oublier nunca será idéntico a “olvidar”. O nevermore, con sus dos sílabas iniciales breves y cerradas, seguidas del oscuro y fluido more —en la que hay un eco de Moor [pantano] y de la mort— no equivaldrá a “nunca más” [nimmermehr]; nevermore es mucho más bello. Las connotaciones de las palabras superan su contenido informativo; por una parte son espíritu, pero 18 por otra participan de la esencia y ambigüedad de las cosas de la naturaleza. Para ser claro, me dirigiré a otro periodo de mi producción. Permítanme leerles lo que escribí en 19 1923 sobre la relación entre Yo lírico y palabra. Les ruego escuchen: Existen en el mar organismos del sistema zoológico inferior cubiertos de cilias vibrantes. Estas cilias constituyen el órgano sensitivo animal antes de la diferenciación en energía sensitiva diferenciada, el órgano general del tacto, la relación con el ambiente marino. Imagínese un individuo completamente cubierto de similares cilias vibrátiles, no únicamente sobre el cerebro sino en todo el cuerpo. Su función es específica, la función de reaccionar a los impulsos se halla fuertemente aislada: reacciona a la palabra, particularmente al sustantivo, menos al adjetivo, a duras penas a las figuras verbales. Reacciona al símbolo, a su imagen 20 impresa, a la letra negra, sólo a ella.

Interrumpo por un instante mis viejas frases y subrayo: las cilias vibrátiles sirven para aproximarse palpando a algo, y esto es: a palabras; y estas palabras palpadas confluyen en un signo, en una figura estilística. Aquí ya no está más la luna para “llenar setos y valles” como hace doscientos años, 21 observen, esta letra negra es ya un producto del arte, estamos entonces echando una mirada en un estrato intermedio entre naturaleza y espíritu, vemos que aquí está en juego algo que ha recibido previamente la impronta del espíritu, algo que aparece ya formado técnicamente. Estas cilias vibrátiles no siempre están activas, tienen su hora. El Yo lírico es un Yo fragmentario, un Yo encerrado, experto en fugas, consagrado al duelo. Siempre aguarda su hora, esa en la que se calienta por breves instantes; espera sus complejos meridionales con su “valor de efervescencia”, es decir valores de ebriedad, a través de los cuales alcanza a traspasar la red de las

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Este breve pasaje resulta ilustrativo en extremo de lo que el autor denomina, una y otra vez, la Palabra meridional, das südliche Wort, la asociación de palabras, como en el episodio de Der Geburtstag en que Rönne realiza este ejercicio al ver el anuncio de cigarros Maita. Ya en una de sus obras maestras tempranas hallamos, desde el título inicial, Karandasch, una palabra que no significa nada, pero que igual que el anuncio de cigarros que ve Rönne, es producto de otro anuncio que Benn observó en Bruselas sobre un tipo de plumillas suizas para escribir, caran d’ache, transformado en una asociación absoluta. En el fondo de esta actitud frente al lenguaje, es decir de su absoluta autonomía por carecer de cualquier significado inherente, está en esencia la base de su Ausdruckswelt, Mundo-de-la-expresión, manifiesta desde sus primeras composiciones. 19 Se trata también de otro concepto lírico, si bien éste no es exclusivo de Benn. Usualmente los traductores no advierten que se trata de un concepto de fundamental importancia, y simplemente lo traducen con minúscula inicial. Debe aparecer siempre en mayúsculas, pues Benn no habla del yo empírico de todos los días. 20 Cito de acuerdo con mi traducción a Lebensweg eines Intellektualisten, Trayectoria de un intelectualista, Verdehalago, México, 1999, p. 59. Tanto esta auto-referencia como la subsiguiente, están tomadas, a su vez, del ensayo de 1927 Lyrisches Ich, reproducido después en Dopelleben. Contrario a lo que suponen los desprevenidos lectores de esta conferencia, la actitud de Benn frente a los sustantivos, los adjetivos y los verbos, no fue siempre la misma. De hecho, en el periodo a que pertenece esta conferencia, a su vejez, sus opiniones al respecto eran opuestos a los sostenidos en su juventud. En sus inicios, el Benn expresionista tenía una marcada preferencia por los verbos. Por el contrario, el Benn tardío exaltaría su preferencia por los sustantivos estáticos para su poesía lírica. 21 Ya desde sus inicios Benn sostenía esta convicción, que alejaba por completo toda noción de inspiración, de azar, en la composición del poema. En Der junge Hebbel ya está presente este concepto fundamental de su poética. Cfr. José Manuel Recillas, Aproximaciones al expresionismo, vol. 8, Gottfried Benn, pp. 3 ss.

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conexiones, esto es a fragmentar la realidad, y esto crea el espacio libre para la poesía – por medio de 22 las palabras. Entonces en tal hora – continuemos escuchando: A veces no se está tan lejos de esta hora que es presente ya. Leyendo un libro, no innumerables libros desordenadamente, confusiones de eras, mezcolanza de materias y aspectos, apertura de ulteriores estratos tipológicos: un inicio torrencial, extasiado. Ahora un cansancio de pesadas noches, desmoronamiento de estructuras más comúnmente útiles, necesarias para las grandes horas. Entonces se aproximan ya las palabras, palabras mezcladas, imperceptibles a la claridad, pero las cilias ya las advierten. Oh, si se pudiese entablar amistad con el azul, ¡qué felicidad, qué experiencia! Piénsense en todos los vacíos, bellas tentativas, en los preámbulos carentes de sugerencias por este colorido, se puede entonces llenar el corazón con el cielo de Zanzíbar sobre las buganvilias y el mar de los sirtos, se puede entonces pensar en esta eterna y bella palabra. No hablo inútilmente del azul. Es la palabra meridional por excelencia, el exponente del “complejo ligúrico”, de enorme “valor emocional”; el instrumento principal para la “destrucción de los nexos”, tras el cual inicia la autocombustión, el “fanal mortal” a través del cual los 23 reinos lejanos se apresuran para introducirse en el orden de aquella “cadavérica hiperemia”. Feacios, megalíticos, territorios lernios ―de cualquier modo nombres, en parte inventados por mí, pero cuando se aproximan, se multiplican: Astarté, Geta, Heráclito―, ciertas anotaciones en mis libros, pero cuando su hora se aproxima, es la hora de los auletos que van por los bosques, deponen sus alas, sus barcas, sus coronas, como anatemas o elementos de la poesía. Palabras, palabras: ¡Sustantivos! Basta que abran sus alas y siglos enteros se precipitan. Tomemos “bosque de anémonas”, y hay entre los troncos una sutil, diminuta hierba, más allá hay prados de narcisos, vapores y brumas de todos los cálices, el viento exhala olivo y sal sobre las gradas de mármol, remolinos, disolviéndose en lontananza; o bien tomemos “olivos” o “teogonía”: siglos enteros se precipitan. Botánica y geografía, pueblos y países, todos los mundos sistemáticamente perdidos hallan aquí su florecimiento, su sueño: toda la ligereza, toda la melancolía, toda la desesperación del espíritu se vuelven perceptibles en los 24 estratos de una hendidura del concepto.

Concluyamos esta remembranza de 1923 con las siguientes frases: Potencia difícilmente explicable de la palabra, que disuelve y enlaza. Forastera potencia de la hora de la cual pujan figuras bajo el ímpetu de la nada sedienta de forma. Realidad trascendente de la estrofa plena de tramontos y de retornos: la caducidad del individuo y el ser cosmológico, en ella se transfigura su antítesis, ella sostiene los mares y la altura de la noche y hace de la creación un sueño estigio: “Nunca y siempre”. No deseo decir más de la palabra. No sé si he logrado esclarecer que aquí hay algo sumamente particular. Deberemos aceptar el hecho que las palabras poseen una existencia latente que opera como encantamiento y la coloca en condición de transmitirlo. Esto me parece el misterio último, frente al cual nuestra conciencia siempre insomne, totalmente analizada, interrumpida sólo por trances ocasionales, advierte su límite.

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Benn se cita sin indicarlo al lector. Se trata del siguiente pasaje del ya citado ensayo de 1927, Lyrisches Ich: “El Yo lírico siempre espera por su hora, que calienta los momentos para él, espera sus complejos meridionales con su “valor de arrebato”, a saber el valor de intoxicación [Rauschwert], en la irrupción-total [Zusammenhangsdurchstoßung] que significa que la desintegración de la realidad puede verificarse, que la libertad trabaja para el poema a través de las palabras”. La traducción es mía. 23 Benn vuelve a citar el siguiente pasaje de su ensayo de 1927: “No por nada digo azul. Es la quintaesencia de la Palabra meridional, el exponente del complejo ligúrico, de enormes valores de arrebato, el medio principal para la irrupción-total [Zusammenhangsdurchstoßung] a partir de la cual empieza la combustión espontánea, el fanal mortal, en cual, el lejano reino, se vierten para irrogarse en el orden de esa pálida hiperemia.” 24 Cito de acuerdo con mi traducción a Lebensweg eines Intellektualisten, Op. cit., pp. 60-61. Hay que señalar dos cuestiones respecto a estos pasajes: primero, en ellos Benn recapitula buena parte de los temas que expone su más portentoso libro de madurez, Statische Gedichte, publicado en 1948 en Suiza. En segundo lugar, respecto a este procedimiento de citarse y autocitarse. Sin duda, el Benn maduro lo hacía ya desde inicios de la década de 1930, cuando se percata del valor de sus propias teorías, cuando éstas dejan de ser un asunto privado, particular, y se vuelven un verdadero edificio conceptual digno de constituirse en ejemplo público, y constituirá uno de los elementos fundamentales de su escritura tardía, ejemplarmente testimoniada con la técnica del montaje en su último libro de poemas, Aprèslude.

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Observemos un instante lo hasta aquí expuesto. En lo que precede les he ilustrado tres temas particulares en el campo de la poesía lírica: primero, qué aspecto no tiene un poema moderno, en segundo lugar el proceso de nacimiento de un poema, en tercer lugar he intentado hablar acerca de la palabra. En nuestro campo aún hay muchos temas especiales, demasiados – uno importante sería el ejemplo de la rima. Homero, Safo, Horacio, Virgilio no la conocían, pero estaba en Walther von der Vogelweide y en los trovadores. Quien se interese en la historia de la rima hallará en Curtius material interesante en la obra Literatura europea y Edad Media. En Goethe he hallado la sorprendente observación: “Desde que Klopstock nos liberó de la rima” – hoy diremos que los ritmos libres que nos inculcaron Klopstock y Hölderlin son utilizados hoy por poetas mediocres y son aún más insoportables que la rima. En todo caso la rima es un principio ordenador y un control hacia el interior del poema. Que Verlaine y Rilke, quienes por principio se servían de la rima, hayan sido capaces por último de llevar una vez más a su plena expresión toda la fascinación de la rima, me parece fuera de discusión; aquí se evidencia el elemento sacro y refinado de la rima. Desde entonces quizá se ha alcanzado un cierto agotamiento de la rima más cercana; algunos autores buscan refrescarla insertando nombres propios y palabras de origen extranjero, pero esto no basta para devolverle su antigua posición. A través de Curtius veo que no es la primera vez que esto sucede en la literatura; por ejemplo, dice: “Los provenzales forzaron en demasía la rima – en la exhibición virtuosa de rimas raras la música se disuelve y el significado se pierde.” El autor lírico, en cuanto a sí mismo, advertirá la rima siempre como un principio que no coincide con él pero que le es sugerido por la lengua, lo considerará siempre con actitud particularmente crítica y a menudo estará ante ella dubitativo. En el citado cuestionario americano sobre la poesía lírica hay también una pregunta concerniente a la rima, y una respuesta que quisiera transmitirles. Un cierto Randall Jarrell responde: “La rima tiene para mí una cierta fascinación como elemento estructural subsidiario de naturaleza automática cuando es tratada automáticamente, pero sobre todo me es querida cuando es irregular, viva e imperceptible”. Estos eran algunos temas específicos en el campo de la poesía lírica. Ahora debemos mirar directamente a los ojos a quien da lugar a todo esto, el Yo lírico directamente, en face y en condiciones de absoluto rigor. Como fenómeno, desde el punto de vista psicológico y sociológico, ¿de qué naturaleza son estos poetas? Antes que nada, en contraste con la opinión común, no son soñadores; los demás pueden soñar, ellos son utilizadores de sueños, incluso los sueños deben en definitiva ser llevados a la palabra. Propiamente no son siquiera hombres espirituales, estetas, hacen arte, y por ello necesitan de cerebros duros, macizos, un cerebro con dientes caninos que rompan las resistencias, incluso las suyas propias. Son pequeño-burgueses con un impulso particular, nacido mitad por vulcanismo y mitad por apatía. En el ámbito de las relaciones sociales no resultan particularmente interesantes ―Tasso en Ferrara―, estos asuntos han terminado, ya no más Eleonoras ni coronas de laurel que muden de frentes. Pero tampoco son asaltadores del cielo, titánicos, a lo sumo son asaz tranquilos, íntimamente tranquilos, no pueden querer llevar a término todo de un momento a otro, necesitan llevar en sí los temas por años, deben saber callar. Valéry calló por veinte años, Rilke no escribió por catorce años ningún poema, después aparecieron las Elegías del Duino. Piensen en un paralelo en el ámbito de la música: primero fue la canción “Träume” [Sueños], sobre palabras de la 25 Wesendonk, y luego, después de años, surgió el segundo acto del Tristán. Y sólo por razones locales, debido a que me hallo frente a ustedes y hablo sobre el tema, agrego un recuerdo personal, para mostrarles la lentitud de la producción: en mi volumen Statische Gedichte [Poemas estáticos] hay un poema compuesto sólo de dos estrofas, pero entre ambas hay en medio veinte años, la primera estrofa ya la tenía, me gustaba pero no sabía hallarle una segunda, luego finalmente, tras dos decenios de intentos, de ejercicios, de pruebas, de rechazos, me vino la segunda, es el poema Welle der Nacht–

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Para el lector familiarizado únicamente con el ámbito literario, como sucede con la mayoría de los poetas mexicanos, ajenos por completo al orbe musical culto, es necesario recordarle que Mathilde Wesendonk (1828-1902) fue amante de Wagner y la inspiradora del Tristán e Isolda; escribió cinco poemas que musicalizó Wagner y en los cuales ya están algunas de las semillas que germinarían en la ópera a ella debida.

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[Ola de la noche]26 tan largamente debe llevarse algo dentro de uno, un arco tan amplio se tiende a veces en un poema tan pequeño. Entonces, ¿qué son? Extravagantes, habitantes de estancias solas, ellos dejan perder la existencia para existir, y no importa si los otros definen un poema como una historia de algo que no ha sucedido y como egoísmo la maestría del arte. En rigor, ellos son solamente apariciones, y una vez que éstas han muerto y se les saca de la cruz, es necesario reconocer honestamente que en la cruz se pusieron ellos solos – ¿qué los obligó a ello? Algo debe haberlos constreñido. Para acercarles este tipo también desde otra perspectiva, deseo ahora llamar su atención sobre otro hecho. Busquen qué diferencia fundamental hay entre el pensador y el poeta, entre el erudito y el artista, que suelen ser mencionados juntos por el público, puestos en el mismo estanco como si entre ellos hubiese una identidad sustancial. ¡Todo lo contrario! Totalmente abandonado a sí mismo el artista. Un docente libre trabaja sobre las aleaciones de cobre utilizadas en Europa hace dos mil años, tiene a su disposición análisis desde 1860 a 1948, en número de cuatro mil setecientos veintinueve; a su disposición tiene una literatura crítica firmada toda por ordinarios de reconocida fama, en la cual puede confiar, toda junta en cerca de tres mil páginas. A través del sistema internacional de bibliotecas se informa de lo que hoy se piensa en Cambridge respecto a los minerales de veta gris, aprende merced a los boletines trimestrales del servicio universitario internacional de investigación dónde y quién trabaja en otros países sobre el mismo tema. Intercambio de opiniones, correspondencia – se asegura, se afirma, después tal vez dé medio paso adelante, documenta semejante avance con piezas de apoyo, nunca aparece solo y abandonado a sí mismo. Nada de esto ocurre en el caso del artista. Él está solo, abandonado al silencio y al ridículo. Tiene la responsabilidad de sí mismo. Comienza sus asuntos y los lleva a término. Sigue una voz interna que nadie oye. No sabe de dónde proviene, ni lo que al final querrá decirle. Trabaja solo, el poeta trabaja particularmente solo, pues en cada decenio viven siempre pocos grandes poetas, dispersos en diversas naciones, portando en lenguas diversas, la mayoría desconocidos entre ellos – esos phares, faros, como los llaman los franceses, esas figuras que iluminan por largo tiempo el gran mar de la creación pero permanecen, ellos, en las tinieblas. Entonces, hay un Yo que dice de sí mismo: hoy soy así. Este estado de ánimo está presente, se halla presente en mí. Esta lengua mía, digamos mi lengua alemana, está a mi disposición. Esta lengua con su tradición secular, con sus palabras acuñadas por poetas precedentes, grávida de significados y de atmósferas extrañamente cargadas. Pero también las expresiones del slang, las formas de argot, Rotwelsch, introducidas en la conciencia lingüística a través de dos guerras mundiales, completadas por palabras de origen foráneo, citas, jerga deportiva, reminiscencias antiguas, todas están a mi disposición. El Yo de hoy, que aprende más de los periódicos que de la filosofía, que está más cercano al periodismo que a la Biblia, para el cual una cancioncilla de moda contiene más siglos que un motete, que cree más en un cierto desarrollo físico de las cosas que en Nain o en Lourdes, que ha experimentado que tal como uno se tiende así permanece y nadie le arropa las frazadas – este Yo trabaja en una suerte de milagro, una diminuta estrofa, la creación de una tensión entre dos polos, el Yo y su patrimonio lingüístico, trabaja en una elipsis cuyas curvas tienden primero a separarse pero después se funden mutuamente en completa serenidad. Pero todo esto es aún demasiado exterior, debemos seguir preguntando. ¿Qué hay detrás, cuál realidad y súper-realidad se ocultan en este Yo lírico? De esta forma mantenemos el contacto con los problemas. Este Yo lírico se halla con las espaldas contra el muro por defensa y por agresividad. Se defiende contra el “centro” de la gente media que avanza. Está enfermo, dice esta gente promedio, la suya no es una existencia íntima sana. Es un dégéneré – en resumen, ¿de dónde viene?

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El poema es el siguiente: “Ola de la noche: arietes y delfines / con el ligero fardo de Jacinto, / la adelfa y el travertino / ondean por el vacío palacio istriano. // Ola de la noche: dos conchas elegidas / la marea las mueve y también los riscos, / entonces la diadema y el púrpura se pierden / y la blanca perla rueda murmurante al mar”; cito de acuerdo a mi traducción inédita del citado libro. El poema ha sido calificado a menudo de oscuro, hermético, incomprensible. No es así. Ha sido profusamente estudiado, según reseña A. P. Dierick, en Op. cit., pp. 114 ss. Una más breve interpretación se halla en la erudita nota a la edición de Giuliano Baioni, Poesie Statiche, Giulio Einaudi editore, Torino, 1972, pp. 132-133, y puede hallarse reproducida en mi edición inédita del mismo libro.

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Los grandes poetas de los últimos cien años vienen de los rangos burgueses, responde el Yo lírico, ninguno era toxicómano, criminal o terminó sus días por mano propia, con excepción de los poètes maudits franceses. Pero estos “enfermo y sano” me parecen conceptos extraídos de la zoología, acuñados por veterinarios. Los estados de conciencia en sí no tienen lugar en ellos. Las diversas formas de cansancio, los inmotivados cambios de humor, las oscilaciones diurnas, la repentina necesidad óptica de verde, la ebriedad inducida por melodías, la imposibilidad de dormir, las repulsiones, los malestares, los elevados sentimientos como las destrucciones – todas estas crisis de la conciencia, estos estigmas del cuaternario tardío, toda esta sufriente interioridad no es considerada por estos conceptos. Bien, responde la gente promedio. Pero esto que su clique cultiva es estéril cerebralismo, vacío formalismo, es deshumanización, no es lo eterno en el hombre, son disturbios de la médula vital. ¡Vuelva a la economía forestal, cultura de la tierra! ¡Protejan las aguas freáticas, cuiden los viveros de truchas! ¿Qué decía Ruskin? “Todas las artes se fundan sobre el trabajo manual de la tierra”. Yo por mi parte, dice el Yo lírico, llegaré a lo máximo a los setenta años, estoy abandonado a mí mismo, no saco ningún provecho de la gente promedio, ni siquiera soy capaz de sembrar, vivo en una city, la luz de neón me vivifica, estoy ligado a mí mismo, esto es ligado a un hombre, estoy vinculado a su hora actual. Pero, ¿cómo, pregunta la gente promedio, no quiere superarse a sí mismo? ¿No compone versos para la humanidad? Esto es trascender al hombre hacia lo bajo, usted se burla de la visión global del hombre. Qué significa este continuo hablar de la palabra, esto es el primado de lo material, rebajamiento del espíritu hacia lo inorgánico, esta es la cuarta época, fase suicida – ¡lo que está en juego es ni más ni menos la supervivencia de lo que es superior! Dejemos lo que es superior, responde el Yo lírico, permanezcamos empíricos. Ciertamente ya tendrá sentido la palabra “Moira”: ésta es la porción que me ha sido asignada, ésta es la Parca que dice: esta es tu hora, recórrela hasta sus confines, controla sus recursos, no te pierdas en lo genérico, no te pierdas con los fuegos fatuos de la supervivencia de lo superior, – tú eres alto, pues yo hablo contigo. Naturalmente no estarás autorizado a penetrar en otros reinos, hay muchas Moiras, hablo también con otras, miro cómo cada una interpreta mis palabras – pero ésta es tu búsqueda, lo que te he asignado: busca tus palabras, diseña tu morfología, exprésate. Acepta tranquilamente la tarea de una función parcial, pero ejecútala con seriedad, te lo digo en secreto: una voluminosa totalidad es un sueño arcaico, incompatible con la hora actual. ¡Su Moira! ¡Una imagen contra la decisión moral de Occidente, dice la gente promedio! Y luego las Parcas – ¡qué cómodo! Usted habla de esto porque no sabe qué más hacer. No es capaz de proporcionar una imagen verdadera y profunda del hombre. Usted con su arte aislado, productor de caricaturas y de devastaciones del mundo espiritual – es el conocimiento intuitivo, global, fisiognómico y simbólico lo que debe cultivar. – Bien, dice el Yo lírico, yo conozco sus tardeadas de lecturas – “Todo esto que es abstracto es inhumano” – me han fecundado, me han enseñado a ver con absoluta claridad, de hecho no estamos para destruir o poner en peligro este “promedio”, más bien éste nos pone en peligro y con esto lo que desearía obtener. Nosotros, los últimos residuos de un hombre que aún cree en el absoluto y vive en él. Estos analistas de la gente promedio quieren quitárnoslo. A sus ojos no somos más que un proceso morboso, son proclamadas las imágenes clínicas de la melancolía y de la esquizofrenia para eliminarnos con un golpe de dados, permanecemos fuera del culto de la tierra y fuera del culto de los muertos, somos la mujer sin piernas en una especie de fiesta popular de octubre, somos muecas, semiexistencias malhadadas, todo el descrédito que esta gente promedio nos puede procurar a ella le viene muy bien. Por esto debemos observar de una buena vez este centro de la gente promedio, debemos, con permiso, examinar este “promedio” que conoce todo, que sabe todo lo que fue y todo lo que vendrá, este llamado centro orgánico, natural, terrestre, el “centro” más bello de este mundo, incendiemos de una buena vez este “centro”, este “centro” es Occidente que ya no quiere defenderse sino tener miedo, quiere sentirse abandonado. Para el desayuno un poco de serpiente Midgard y en la noche una tajada de océano, lo ilimitado. No tener miedo significa ya ser irreligioso y antihumanista. Y con este elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/6


miedo van en carrera desenfrenada a través del tiempo, tienen tanta prisa: comienzan con la prueba del sapo, después de ocho días quieren saber si están embarazados, y en el segundo mes el diagnóstico precoz de Galli Mainini para saber si será hombre o mujer. En el teatro, para aturdirse, quieren ver espectáculos en los cuales, en la primera escena, entre un huésped y a la vista de una muchacha se detenga atónito, y en la segunda el camarero deba tropezar haciendo caer el estofado en la cabeza de un comensal – esto es el humor que redime, ligado a la tierra. Luego en casa se acuerdan nuevamente de su abandono y para tranquilizarse toman Phanodorm. Este “centro” pretende prescribirles qué es lícito poetizar y pensar, desde cuál perspectiva pueden poetizar y pensar, y desea sin más ayudarlos; les proporciona psicoterapia y psicosomática que debe hacerlos idóneos al uso, sanarlos, armonizarlos con el mundo circundante, con el supramundo y el submundo; avanzan con pruebas de asociación y procedimientos meditativos, hipnosis activa fraccionada, ejercicios colectivos e individuales, eliminación de complejos; a cambio se les ofrece una nueva construcción de la personalidad neurótica de acuerdo con los mejores preceptos sobre la constitución humana, y cuando hayan absorbido todo esto a expensas de la seguridad social, tal vez sean aptos de nuevo para una utilización pragmática, digamos cuarenta días en la industria textil. Este es, pues, el “centro” provisto de tantos análisis etiológicos o síntesis teleológicas – no, de este “centro” no acepto enseñanzas, mi centro está intacto. De hecho, o el hombre posee hoy día un centro exactamente como en cualquier otro momento y es también hoy profundo, o jamás lo tuvo. O su ley es capacidad de transformación y a veces también de decadencia, o no posee ley alguna. O le ha sido confiado algo que él debe llevar a la expresión en cualquier circunstancia y sin importar ningún peligro, o no le ha sido confiado absolutamente nada. Estos criterios de medida basados sobre milenios de una única búsqueda cultural se hallan muy lejos de constituir las máximas de la entera ley antropológica, ésta es más amplia y es algo más. Bajo esta ley se encuentran también las demás búsquedas culturales, las antihumanitarias, las pre-monoteístas, la egipcia, la minoica, la de los Chimú, bajo esta ley estarán y surgirán de nuevo las técnicas, la 27 civilización de los robots, la civilización del radar. Por lo demás, este miedo del “centro” es un temor del todo particular, recientemente leí en un periódico de gran circulación un anuncio, ampliamente destacado: “la gran angustia vital puede ser vencida con el elíxir revitalizador del doctor Schieffer, 3.50 marcos la botella.” Prosigue el Yo lírico: ¡la situación me parece paradójica! En la ciencia este “centro” soporta todo, en el arte nada. Soporta la cibernética, la nueva ciencia de la creación que crea el robot. ¿Han pensado alguna vez que lo que la humanidad al día de hoy aún piensa, lo que llama pensar, puede ser ya pensado por máquinas, y estas máquinas superan ya, además, al hombre, las válvulas son más seguras, los circuitos más sólidos que en este escombro inconexo de nuestro cuerpo, transforman letras en notas y proveen memoria por ocho horas, partes dañadas son amputadas y sustituidas por nuevas – entonces el mundo del pensamiento entra en los robots – y lo que aún queda, adónde va? También se puede afirmar que lo que la humanidad ha llamado pensar en los últimos siglos no era en realidad pensar sino algo completamente distinto – como sea, ahora la cibernética asume esa tarea, que prevé poder restituir al hombre, por medio de montajes y mecanismos, su animismo extraviado, sus capacidades mágicas, sus sentidos perdidos –, y en torno al robot saltan los conejos triploides, sesenta y seis cromosomas, personalmente aún infecundos, pero con ochenta y ocho cromosomas se empieza a 27

Referencia a dos conceptos fundamentales, elaborados en obras anteriores. Por un lado, la civilización de los robots hace referencia al pasaje “El estilo del futuro”, reproducido en Doppelleben, en donde el autor hace referencia a la evolución de sus planteamientos líricos precedentes de autonomía del lenguaje con respecto a la realidad circundante y circunstancial. Si el lenguaje alcanza tal grado de autonomización, entonces no sólo se manifestará por sí mismo, sino que será “el estilo de los robots, arte del montaje” por lo que “el hombre deberá ser reconstituido a través de una nueva combinación de modos de decir, proverbios, nonsense, argucias, y puesto sobre la más amplia base de apoyo: un hombre entre comillas”. Se trata, sin duda, de la más radical manifestación de su temprana teoría de la palabra meridional. Por su parte, la civilización del radar hace referencia al ensayo Der Radardenker, El pensador radar, que será integrado posteriormente a su novela Roman das Phänotyps, y que será después parcialmente utilizado también en su magistral pieza conversacional, S. Draghici dixit, Die Stimme hinter dem Vorhang, La voz detrás del telón; de acuerdo con la Draghici, “el marco moderno de la mente de la posguerra es retratado con su receptividad no selectiva frente a todo lo que se le atraviese en su camino, por así decirlo. Le falta cualquier capacidad de introspección, así como de análisis en profundidad y de síntesis sistemática”, en The Voice behind the Screen, Plutarch Press, Washington, 1996, p. 57.

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subir – en Estocolmo el doctor A. Bane y Gösta Häggqvist inauguran la nueva estación: estatura gigantesca, miembros enormes, genitales titánicos – una nueva fauna está surgiendo – y los pintores deberían avanzar con las aureolas doradas de los cuadros de vírgenes y los poetas con la devoción pentecostal de Paul Gerhardt – ¡no, me parece absurdo!

testimonios PEQUEÑO ASTER UN CAMIONERO AHOGADO DE CERVEZA FUE descargado en la mesa. Alguno le había metido un aster lilaclaroscuro entre los dientes. Mientras yo a partir del pecho debajo de la piel con un largo cuchillo extirpaba lengua y paladar debo haberlo empujado, pues resbaló en el cerebro de al lado. Se lo empaqueté en el hueco del pecho entre las virutas mientras lo cosían. ¡Bébete todo el jarrón ! ¡Descansa en paz, pequeño aster!

CICLO EL MOLAR SOLITARIO DE UNA NINFA muerta no identificada tenía un arreglo de oro. Los demás se habían marchado como a una cita furtiva. El sirvecadáveres se lo arrancó a golpes lo empeñó, y se fue p`al baile. Total, dijo sólo el polvo ha de volver al polvo...

NOVIA DEL NEGRO ENTONCES YACÍA SOBRE ALMOHADAS DE sangre oscura la nuca rubia de una mujer blanca. El sol rabiaba en su pelo y le lamía largamente el muslo claro, y se hincaba en torno de sus más parduscos senos intactos aún de vicio y parto. A su lado un negro: por coz de pezuña equina ojos y frente destrozados. Penetraba con dos dedos de su inmundo pie izquierdo en el interior de su pequeña oreja blanca. Pero ella yacía y dormía como una novia: en el festón de su dicha del primer amor

y como al umbral del inicio de muchas Ascensiones de la tibia sangre joven. Hasta que le hundieron el cuchillo en la blanca garganta y le echaron un mandil púrpura de sangre muerta en torno a las caderas.

HERMOSA JUVENTUD LA BOCA DE UNA NIÑA QUE HABÍA ESTADO tendida largamente en el juncal, estaba como roída. Cuando le partieron el pecho, el esófago estaba como agujereado. Por fin, en una glorieta bajo el diafragma, encontraron un nido de jóvenes ratas. Una hermanita chiquita estaba muerta. Las otras vivían de hígado y riñón, bebían la sangre fría y habían pasado allí una hermosa juventud. Y hermosa y rápida les vino también la muerte: las echaron toditas al agua. ¡Uy, como chillaban los hocicos chiquitos!

RÉQUIEM POR MESA, HAY DOS. VARONES Y HEMBRAS en cruz. Juntos, nudos, más sin pena. Partido el cráneo. Deshecho el pecho. Los cuerpos Están de parto en su vez postrera. Cubetas llenas. Del seso al huevo Y el templo de Dios y el establo del diablo. pues pecho a pecho el fondo de una tirra de Gólgota y Caída hacen escarnio. El resto en cajas. Renacimientos: Androspiernas, pecho de niño y pelo de hembra: de dos que un día se amancebaron lo vi allí, como surgido de un regazo. Del ciclo Morgue, traducción de Susana Romano,

www.poeticas.com.ar/directorio/Poetas_miembros/Gottf ried_Benn.html

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zonas OVIDIO EN EL iPOD José Emilio Pacheco ¿Qué lugar ocupa la poesía en la vida cotidiana? ¿Cómo le va ante competidores tan poderosos como el rock o el futbol? ¿Se transformará ante la masificación de los medios? José Emilio Pacheco analiza las múltiples paradojas de un género que, hoy día, es pura resistencia. Hace poco se reunieron en el Zócalo de la capital veinte mil ajedrecistas. Si convocáramos a una reunión semejante de lectores de poesía acaso lograríamos juntar apenas mil. En cambio, un llamado a todas las personas que la escriben en México tal vez duplicaría o triplicaría la cantidad de quienes practican el ajedrez. Es sólo una entre las muchas paradojas de la poesía. Nadie puede explicarnos cómo se sostiene una actividad en que la oferta sobrepasa por cien o por mil la demanda, ni cómo es posible una separación de esta naturaleza entre lectura y escritura. Sin embargo la poesía florece en México de un modo que nadie se imagina. No hay estado, no existe ciudad en que no funcionen talleres de poesía, revistas y sobre todo libros, a menudo de gran calidad, que rara vez o nunca salen de su lugar de origen. ll Celebro todas las formas electrónicas, escénicas o gráficas en que se difunde, pero aquí hablo de la poesía como de un arte íntimo, algo que se escribe en la soledad y se lee en el silencio para lograr así la comunicación más honda que pueda establecerse entre dos seres humanos. Leo, es decir, le doy a dos versos de Job mi voz interior, la que nadie podrá escuchar nunca,

Pues nosotros somos de ayer y nada sabemos y nuestros días en la Tierra son como sombra.

En ese instante todo se actualiza y se vuelve real. El texto está hablando sólo para mí. No pienso que esas palabras me llegan desde el fondo de los milenios y mediante muchas traducciones de traducciones que desembocaron hacia 1600 en la versión de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera. Otra gran paradoja de la poesía es ser, como dijo George Orwell, un arte de familia que sólo pueden disfrutar y entender a cabalidad los hablantes nativos de una lengua, los únicos capaces de apreciar cada matiz de sonido y sentido. La tercera paradoja es constituir una expresión transnacional e interlingüística, diríamos hoy, en que la mayoría de nuestras lecturas son traducciones de otros idiomas, otras culturas, otras épocas a menudo muy remotas. lll Hace cincuenta años, por los días finales de 1957, apareció Piedra de sol, el gran poema de Octavio Paz. Se preguntaba: ¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?, ¿cuándo somos de veras lo que somos?, [...] nunca la vida es nuestra, es de los otros, la vida no es de nadie, todos somos la vida –pan de sol para los otros, los otros todos que nosotros somos [...]

Allí alcanzaba su punto más alto algo iniciado en el convento de Tlatelolco, durante el siglo XVI, cuando se fundió la poesía náhuatl con la tradición grecolatina y las novedades importadas de Italia para renovar la lírica española. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl tradujo en liras como las de Garcilaso y fray Luis de León los poemas de Nezahualcóyotl y estableció una línea que dará a sor Juana, a los modernistas y los “Contemporáneos”. Todo eso culmina en Muerte sin fin (1939) y dieciocho años más tarde en

Piedra de sol.


Pareció claro entonces que la poesía mexicana fue excelente, lástima que nadie se enorgulleciera de ella y no saliese casi nunca de las fronteras nacionales. En adelante sólo quedaban la oscuridad y el vacío. Después de 1957 nadie se interesaría por leerla, nadie se arriesgaría a escribirla, se creyó. El mundo moderno, la era posterior a Auschwitz e Hiroshima, ya la había convertido en una actividad anacrónica. lV Gabriel García Márquez y Carlos Monsiváis han insistido en que la poesía fue derrocada, perdió el sitio central que tuvo en nuestras sociedades y por lo tanto en nuestras vidas. No estoy seguro de esta afirmación. Hallo por todas partes datos contradictorios. De un lado está, por ejemplo, el fenómeno de masas que fue en 1919 el entierro apoteósico de Amado Nervo. Del otro, el hecho incontrovertible de que libros tan influyentes como Cantos de vida y esperanza (1905) de Rubén Darío no alcanzaron tiradas de más de quinientos ejemplares. Puede ser que el libro era, como lo es hoy, la base pero no el medio esencial de difusión. Los periódicos reproducían poemas en sitios que poco a poco fue llenando la publicidad. A falta de discos, radio, televisión e internet, en las reuniones se tocaba el piano y se declamaba. En las ceremonias se leían poemas alusivos. En las escuelas se practicaba la declamación. Aquí me declaro culpable de haber contribuido desde mi insignificancia a su destierro. Como todos, hice de mis ineptitudes mi dogma y mi doctrina. No tuve talento para declamar, por tanto la juzgué una actividad pomposa y cursi. Puede ser, pero lo cierto es que la declamación nos enseñaba a hablar y a pronunciar bien, daba el gusto por la lengua materna y el placer por su sentido rítmico y nos proporcionaba un vocabulario no tan restringido como el de nuestro “Basic Spanish”, las doscientas o trescientas palabras con que hoy todos nos comunicamos. V A fines de siglo la aparición de la computadora personal suscitó la esperanza: al fin nos libraríamos de la hojarasca que destruye los bosques y congestiona los archivos. Ahora vemos que la multiplicó al infinito. La otra gran

ilusión fue ver en la pantalla escrita el sitio en que se reconciliarían Gutenberg y Edison. Es cierto que hoy se escribe más que nunca, pero con toda honradez hay que preguntarse si el correo electrónico y el surgimiento democrático de un inmenso bloguetariado, en que las estrellas del blog se aprestan a sustituir a las estrellas del rock, han hecho que por la simple práctica intensiva mejoren nuestra prosa y nuestro sentido del idioma. Por otra parte, cada día es mayor el influjo del newspeak de los teléfonos celulares en la redacción de nuestros mensajes. Otra pregunta es si de verdad el progreso mediático hizo desaparecer a los declamadores o nada más los actualizó. Por cada diez mil personas dispuestas a escuchar poemas acompañados por música y espectáculos, sólo hay veinte con la voluntad de comprar los libros donde se hallan los textos que tanto aplaudieron esa noche. La poesía –tal vez haya que añadir desde ahora: la poesía escrita– quedó al margen de la vida cotidiana: una afición tan privada y minoritaria como el ajedrez. Sólo que el ajedrez tiene el respeto negado a la otra. Aunque también improductivo en el planeta que domina el mercado, el ajedrez se considera una actividad inteligente, no sentimental como hacer versos. Puedo decir “soy ajedrecista” y ser mirado con respeto. Si me atreviera a decir “soy poeta” provocaría risa. Vl La vida toda no se explica sin el cambio incesante. Así, negar la necesidad histórica de la vanguardia es imposible. Pero no menos cierto es que la vanguardia segregó de la poesía al público. Una explicación probable es que la gente tardó ochocientos años en habituarse a la rima y de pronto la despojamos de ella. No existe rima en la poesía clásica y no apareció hasta 1200 en los himnos eclesiásticos de un latín ya contaminado por las lenguas vernáculas. Como el verso mismo, la rima es en principio un recurso mnemotécnico que se usaba hasta en las cartillas y catecismos escolares. Al dejar de ser memorizable la poesía dejó de ser memorable. ¿Qué responderíamos ahora si alguien nos preguntara cuántos poemas nos sabemos de memoria? Esto es, cuántos poemas llevamos dentro de nosotros. No olvidemos que elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/10


en otros idiomas se habla del corazón: uno se sabe poemas by heart, par coeur, esto es: íntimamente, por dentro. Hoy el único poema que casi todos recuerdan y es por tanto el más popular de la lengua española resulta: En este mundo traidor Nada es verdad ni mentira. Todo es según el color Del cristal con que se mira.

Pero si preguntamos quién lo escribió ¿cuántos dirán que fue Ramón de Campoamor (18171901)? El verdadero triunfo de la poesía consiste en volverse anónima, disolverse en la vida. El poema se disgrega en versos sueltos y en frases. Una mínima fracción del público que ha devorado El código Da Vinci lee los libros de T.S. Eliot; no obstante, todos los días y en todos los medios de habla inglesa se cita “Abril es el mes más cruel” o “No podemos soportar un exceso de realidad”. Vll Más paradojas y extrañezas: Nadie, se supone, lee poesía y, con todo, no hay nadie que en algún momento de su vida no haya escrito algunos versos. En cambio, muy pocas personas han hecho novelas o sinfonías o pinturas murales. Si pregunto a quienes me rodean la respuesta más previsible es: “No me interesa para nada. Desde que salí de la escuela jamás he vuelto a leer un poema. No tiene que ver con mi vida.” Quien lo dice, o bien se conmueve con el Himno Nacional o pasa muchas horas de su vida conectado a audífonos que trasmiten desde su iPod, si no poesía en sentido estricto, al menos versos que se ciñen a la música. Esas letras sí son memorables y memorizables y se llevan by heart, par coeur toda la vida. Vlll La poesía personal se llama “lírica” porque estaba hecha para cantarse o decirse con acompañamiento musical. En el Renacimiento letra y música se apartaron y la poesía, gracias al desarrollo de la imprenta, se convirtió en un género escrito, hecho para la entonces todavía reciente lectura en silencio. Quizá el efecto de los instrumentos electrónicos que desplazaron a la poesía de su empleo familiar no ha sido abolirla sino regresarla a los orígenes musicales. Vuelvo a mi

ejemplo audiovisual: A una lectura de poesía asisten, en el mejor caso, cien personas; a un concierto de rock, cien mil. De un libro de poemas se venden, durante varios años, si logra el milagro de permanecer en circulación, mil ejemplares. De un disco, aun en la época en que es posible “bajarlo” de internet, un millón de copias. Internet ha multiplicado hasta el punto de volverlos inabarcables los sitios y los blogs dedicados a la poesía. Ahora quien tenga acceso a una computadora puede leer, y si lo desea imprimir, decenas de miles de poemas. También está en posibilidad de difundir –virtualmente al infinito– sus propios trabajos. La línea divisoria entre productor y consumidor se ha roto. Es un fenómeno tan relativamente nuevo que aún no podemos asimilarlo ni saber a ciencia cierta cuáles son sus beneficios y maleficios. lX Por lo pronto, la masificación no debe asustarnos. Siempre se ha escrito una cantidad inmensa de versos y de ellos menos del uno por ciento alcanza a sobrevivir un año o una década. Vivimos en el mundo de lo efímero, lo perecedero, lo desechable. Nos habituamos a asociar la poesía con los valores eternos. Horacio podía creer que sus poemas iban a ser más perdurables que el bronce y las pirámides; Ovidio supuso que lo seguirían leyendo por los siglos de los siglos. Su creencia estaba basada en que el imperio romano duraría miles de años y la lengua latina seguiría viva siempre en el mundo que el césar dominaba. Hoy sabemos que todo nace muerto o se deshace en el aire. El césar y su imperio se vinieron abajo, pero tampoco se equivocaron estos poetas: gracias a las constantes traducciones los seguimos leyendo, aunque necesitemos de lo que George Steiner llamó “el aparato ortopédico de las notas al pie”. Además perdimos la noción de “cantidad”, indispensable para leer bien sus versos, y nadie sabe realmente cómo se pronunciaba el latín. En los setenta llegamos a creer que los libros producidos entonces se desmoronarían físicamente antes de cumplir quince años y que para el siglo XXI versos tan claros como los que inician Piedra de sol: un sauce de cristal, un chopo de agua,

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un alto surtidor que el viento arquea,

ya no podrían leerse sin asteriscos: “*Sauce, árbol que crece a la orilla del agua.” “*Chopo, especie de álamo.” “*Álamo, árbol que en poco tiempo alcanza gran altura y proporciona una madera muy resistente al agua.” “*Surtidor, chorro de agua que brota hacia arriba de una fuente.” Hasta el momento nada de esto ha ocurrido. X Horacio y Ovidio nos conducen a otra paradoja y a otro ejemplo de la frontera movediza entre lo culto y lo popular. El hexámetro fue el metro por excelencia de la poesía latina. Los grandes poetas europeos y americanos han tratado en vano de reproducir en las lenguas modernas los seis pies métricos de que consta en el original. El resultado no es satisfactorio ni siquiera en maestros como Darío: Ínclitas razas fecunda,

ubérrimas,

sangre

de

Hispania

carece de la flexibilidad y la naturalidad que el hexámetro tiene en manos de Ovidio y sus contemporáneos. Los herederos del hexámetro han sido los poetas populares. Hace mil años Per Abbat, o quien haya escrito o transcrito el Cantar de Mío Cid, halló que en la naciente lengua castellana lo más aproximado al hexámetro clásico era un verso largo de dieciséis sílabas. El pueblo español lo partió en dos y nació nuestro octosílabo, el metro por excelencia de este idioma, a tal grado que, según Alfonso Reyes, para el oído popular no suena a poesía nada que exceda de ocho sílabas. Cómo se asombrarían los poetas latinos y los gruperos de hoy al enterarse de que la más cercana perduración de los versos que sonaban en Roma son las letras de los narcocorridos, y también de que, cultos o populares, todos los versos octosilábicos españoles pueden cantarse perfectamente con la música de La llorona, La guantanamera o El jinete. Basta citar el monólogo de Segismundo en La vida es sueño que comienza: Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo.

Xl El contraste más fuerte es el que existe hoy entre la poesía y el futbol. No tengo nada contra el futbol, todo lo contrario; pero no dejan de llamarme la atención los suplementos a color que le dedican a diario todos nuestros periódicos frente a las cada vez más menguadas páginas culturales. Y en ellas se reduce día con día el breve espacio que un tiempo tuvieron los poemas y los libros de poemas. Sería abominable una dictadura ilustrada que impusiera por decreto el leer poesía. Más bien, muchos piensan que habría que prohibirla y perseguirla para hacerla deseable y disfrutarla. Ezra Pound habló de “El pensamiento de lo que Norteamérica sería/ Si los clásicos tuvieran más circulación”. Menos ambicioso que Pound, no dejo de pensar en lo que México sería si la gente supiera de poesía el uno por ciento de lo que sabe de futbol, su historia, sus técnicas, sus grandes figuras, su pasión, su misterio. Xll Supongo que la capacidad de entender y disfrutar la poesía es como el don de hallar placer en la música clásica, algo que no todo el mundo tiene ni debe avergonzarse por no tener. Tal vez se trate de una capacidad innata en todas las personas que es sofocada muy pronto por la injusticia y por la falta de instrucción. La idea del ritmo está presente desde el primer día de la vida y el bebé se adormece a sí mismo con una canción sin palabras. Poco después descubre el idioma como materia poética y pregunta a sus padres cosas del estilo de “¿Por qué brilla la luna” o “¿Adónde van los días que pasan?” A veces tiene la dicha de que le permitan apreciar en los versos más sencillos, como A un panal de rica miel Dos mil moscas acudieron, Que por golosas murieron, Presas de patas en él,

el hecho de que las palabras poseen otra utilidad distinta de la cotidiana. No sólo sirven para decir “Tengo hambre”, “Me quiero dormir”, “Dame agua”; también pueden jugar entre ellas mismas. Cantan en el ritmo y bailan en el encuentro mágico de la rima. La poesía es la forma más exacta, concentrada y económica de decir las cosas. Así, algunos de los mejores poemas de la humanidad, elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/12


los epigramas griegos y los haikús japoneses, caben perfectamente, como si estuvieran hechos para ellos, en un correo electrónico y hasta en un mensaje de texto, algo que no imaginaba Teognis al escribir hace veinticinco siglos: Estupidez humana: Te conmueven los muertos, no la flor de juventud que pasa.

O Kobayashi Issa cuando dice en el Japón del siglo XIII: Te bañan cuando naces. Te bañan cuando mueres. Eso es todo.

La paradoja final de la poesía, que acaso explique su aislamiento, es ser mala conductora de la dicha y el placer, y en cambio receptáculo privilegiado de la negatividad del mundo. Sus topoi, o lugares comunes o temas privilegiados, son los mismos siempre en todas las lenguas, en todas las épocas, en todas las culturas: el dolor, la muerte, el paso del tiempo, lo efímero de nuestra experiencia de la vida. Y sin embargo, por obra y gracia del arte, el sufrimiento se transforma en un goce que sólo puede dar la poesía y gracias al verso se logra decir lo que nada más es posible expresar en un poema. Letras Libres, enero de 2008

JOSÉ EMILIO PACHECO, JOAQUÍN SABINA Y LUIS GARCÍA MONTERO OFRECIERON RECITAL MULTITUDINARIO EN GIJÓN

Sanjuana Martínez Gijón, 18 de julio. Era la una de la mañana. Tras bambalinas, José Emilio Pacheco, Joaquín Sabina y Luis García Montero esperaban el momento esperado para salir al escenario. La multitud expresaba su impaciencia, mientras los tres reían ansiosos por apoderarse de la palabra. Fue una noche

memorable que los unió a través de la poesía en la carpa del encuentro de la Semana Negra. Al salir al escenario, la ovación fue tan cerrada y prolongada que Paco Ignacio Taibo II intentó inútilmente calmar los ímpetus de una multitud recompensada desde el principio: “Lo menos que puedo hacer por ustedes –intervino Pacheco visiblemente conmovido– es leerles cosas que no han sido publicadas”. Después de diez años de silencio editorial y al cumplirse medio siglo de la publicación de su primer poemario, el escritor mexicano, considerado en España “el poeta vivo más importante en lengua castellana”, ofreció un inédito regalo a sus cientos de admiradores de esta ciudad asturiana: una docena de poemas de su libro inédito que consta de cinco cuadernos y que será publicado el año próximo en coincidencia con su cumpleaños 70. Sabina arrancó el recital advirtiendo que aquello se trataba de un menage à trois y desveló finalmente la sorpresa: “Luis y yo hemos querido escribir al gran poeta de nuestra lengua José Emilio Pacheco un poema al alimón”, como aquel que Pablo Neruda y Federico García Lorca recitaran como tributo a Rubén Darío. Las voces de dos poetas alternadas retumbaron: “La poesía se llama Vicente Calderón. Hay que decir adeu. Por fin, la Plaza Roja está en Colón. Con la franja morada, Republicana, como tus ojeras… resumiendo: Joaquín Sabina y Luis García Montero se quitan el sombrero de todo corazón y piden por piedad una ovación”. El poeta mexicano agradeció las muestras de cariño, se quejó de la intensa luz y aceptó con gusto usar un sombrero rojo y dijo: “Es lógico que yo conociera a Joaquín Sabina, pero nunca pensé que él me conociera a mi”. Y a continuación leyó dos poemas pequeños sobre el agua, advirtiendo antes que le resultaba sumamente raro hablar con micrófono en mano. El primer poema, titulado “Posesión”, dice: “Te hice mía. Bebiste agua de lluvia. El agua se rió de mi y se me fue entre los dedos”. El segundo lo llamó “Fracaso”: “Miseria de la poesía. Inventar un poema que describa a qué sabe el sabor del agua”. García Montero recitó después su poema “Democracia” en honor a todos aquellos que lucharon por la libertad y dedicado al escritor Jorge Semprún, presente en el acto. Luego recitó un conmovedor poema de los últimos días de elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/13


Antonio Machado, para después interpretar a capella junto a Joaquín Sabina el tango de la Semana Negra, compuesto por el cantante español. Pacheco se mostró ciertamente abrumado y cohibido ante la multitud que solicitaba al término del acto, su firma. “Me siento muy contento, pero sigo inhibido”, dice a la mañana siguiente sentado en la cafetería del hotel Don Manuel, mientras desayuna una tostada con tomate y aceite de oliva. “Yo soy de una época que no consideraba esto. Escribir era una cosa solitaria que hacías en tu cuarto. Se hacía el libro y nunca tenías que dar la cara, porque la página y ahora la pantalla te la cubre. En este momento yo estoy bajo tu mirada y eso no existe cuando escribes. Hay una gran libertad”. Añade: “Fue una experiencia maravillosa. Yo he leído frente a dos o cuatro personas, pero nunca esto. Cuando yo presento, pienso: voy a rifar un pollo rostizado a ver si va alguien. Ahora después de esto, voy a decir: yo no leo si no viene conmigo Sabina, porque esa es la diferencia entre cuatro personas y 400”. (Risas) El poeta mexicano advierte: “Me da vergüenza leer en público, como que son cosas muy personales. Los tres somos muy distintos. Me sorprendió tanto que él hiciera el dibujo de mi libro (editorial Visor), por eso me pareció lógico que yo conociera a Sabina, lo que nunca creí es que él me conociera y me leyera. ¿Viste que tenía mi libro subrayado y todo? Fue muy sorprendente y muy grato”. ¿Los últimos poemas? Luego de diez años sin publicar libros de poesía, Pacheco se prepara para editar con Era en México y Visor en España, dos nuevos libros, uno que consta de cinco cuadernos que no ha querido publicarlos por separado y otro más compuesto de poemas en prosa: “Me he tardado mucho. Es una cosa inconsciente porque pienso que nunca más volveré a escribir nada. Voy a cumplir 70 años”. Además prepara el libro de las Versiones poéticas que empezó a escribir en 1958 y lo entregará este año para publicarse también en 2009. El autor de La intimidad de la serpiente reconoce que su poesía no es del dominio generalizado de los españoles, pero recuerda lo que dijo Francisco Brines: “La poesía no tiene público, tiene lectores”.

“A mi no me conoce el gran publico español, pero siempre he tenido lectores muy generosos, sobre todo, diría que son lectoras”, señala al aclarar que siempre ha sido un poeta favorecido por las mujeres. Recomienda a los nuevos escritores no tener prisa por ser conocidos: “Yo les digo: no se apresuren. Las cosas te llegan o no. A mi me encantaría tener el publico de Sabina, pero no lo tengo. –¿La poesía no es masiva? ¿Sigue siendo gusto de círculos pequeños? –A las personas jóvenes les interesa mucho más la poesía como espectáculo, como algo que escuchas, y para mí que soy de una vieja generación es algo que tú lees en silencio. Es una comunicación muy íntima que no puede existir en público”. Recorriendo las calles de Gijón, ciudad que visita por primera vez, Pacheco recordó al gran poeta neoclásico nacido en esta ciudad, Gaspar Melchor de Jovellanos: “leí a Jovellanos y fue muy bueno para mí. Dudo que si no me lo hubieran dado en la escuela yo hubiera ido a una librería a buscarlo, a él o a Juan Valera”. Pacheco está ligado a la vida del exilio español: tomó clases con Cernuda y conoció a Emilio Prados y después a Alberti, “quien por cierto vivió en el edificio Ermita cerca de la Plaza del Toreo que ahora quieren derrumbar y deberíamos rescatar porque es una joya del arquitecto Juan Segura. De allí salió Ramón Mercader para matar a Trotsky”. Alrededor de los temas detectivescos llenos de intrigas de la Semana Negra dirigida por Paco Ignacio Taibo, Pacheco analiza la forma en la que un poeta puede sobrevivir a las intrigas del entorno intelectual mexicano: “Sobrevivo en parte porque no me interesa el triunfo, la notoriedad, ni nada”. –¿Si México hubiera tenido intelectuales más comprometidos, el país sería otro? –El grupo de los intelectuales no me parece más cruel que el mundo de los peluqueros o de los médicos. Recuerda que vivir con subsidio del Estado no es subsidio del gobierno. Es una posición muy difícil. ¿De que vas a sobrevivir si no es del poder? Lo ideal sería que pudieras vivir de tu trabajo. Yo lo hago, pero tengo subsidio. Monsiváis y yo tratamos de vivir de escribir. Pero es muy difícil. Aún así seguimos criticando todo lo que queremos. No ha habido una crítica elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/14


más feroz contra Fox que la de Monsiváis. Además ya no se puede vivir totalmente de la escritura. La traducción ya no existe en México, porque lo traducido se hace primero en España. El periodismo literario está desapareciendo, porque en vez de pagar un artículo lo toman de La Vanguardia o de El País. Pacheco cuenta que tiene un poema sobre Guantánamo que inicia en la Plaza de Santo Domingo y que hace referencia al tehuacanazo: “Es una gran innovación de la policía mexicana. El tehuacán surgió en 1928 y desde entonces lo usan para torturar. Es horrible”. –Precisamente México vive una involución en sus garantías individuales en el presente sexenio y un aumento en la violación de derechos humanos ¿Qué opina de Felipe Calderón? –Le agradezco que no se haya ocupado de la cultura. No ha habido censura a los creadores. No les interesa nada la cultura. Y eso es de agradecer”. La Jornada, 20 de julio de 2008

hacer varias antologías, los ocho tomos de Cuentistas y novelistas de la Revolución Mexicana, obra de 1985, y su Diccionario ilustrado de narradores cristeros, libro de 2004 que empezó a circular con retraso. Sus obras le sobreviven.

Excélsior, 7 de julio de 2008 Publicó poesía (Fogatas de la zarza en la aurora, Animal de amor (finalista del Premio Xavier Villaurrutia en 1963), El diablo eros, Flauta de ceniza, Relámpago de nardos), cuento (Hospital de sueños), novela (Caramelo), crónica (Crónicas de un chilango), varios libros de ensayo sobre distintos temas y un sinnúmero de antologías, entre las cuales deben destacarse las dedicadas a la Revolución mexicana y a la guerra Cristera (su Diccionario Ilustrado de narradores cristeros, publicado por Amate Editores, es una obra que exige mayor atención). (Ignacio Trejo Fuentes)

MURIÓ EL ESCRITOR XORGE DEL CAMPO

LA POESÍA CONTINÚA SIENDO UNA FASCINACIÓN: HINOSTROZA

Humberto Mussacchio

Jorge Sifuentes Cañas

Autor de una obra considerable que incluye la polémica antología

Narrativa joven de México (1969), donde reunió a los talentos emergentes de los años 60, Xorge del Campo gozó de un temprano prestigio de poeta por su libro Fogata de zarzas en la aurora (1966), que mereció más reseñas y opiniones de las que suele suscitar un debutante. Fue de los jóvenes que a fines de los sesenta recibió el poeta Juan Rejano en el suplemento de El Nacional y los sábados, después de cobrar, como los otros colaboradores, pasaba a dejar el estipendio en las mesas del Salón Palacio, donde en torno a las figuras patriarcales de Alfredo Cardona Peña, Otto Raúl González y el escultor Rodrigo Arenas Betancourt se desenvolvía una feria de ingenio y libaciones. Xorge era de los que intervenían con una seguridad rayana en la arrogancia, con opiniones terminantes que incluían la crítica generosa de sus producciones. En prosa y en verso dejó una bibliografía amplia, pero además tuvo la tenacidad y el temple para

Cuernavaca, Morelos. Aun cuando es un género impopular en el terreno económico, la poesía sigue siendo una fascinación, sostuvo Rodolfo Hinostroza en la charla con La Jornada Morelos, luego de presentarse el viernes pasado en La Casona Spencer, ante una nutrida asistencia que pudo deleitarse con la obra del poeta peruano. Accesible y de buen humor, Hinostroza buscó un asiento tras despedirse de amigos y admiradores, para hablar del panorama de la poesía en Latinoamérica. “Creo que no ha cambiado mucho de las últimas décadas, sigue habiendo polos de poesía en muchos países, México es uno de ellos, Chile, Perú y Nicaragua son los polos de lo que puede ser poesía contemporánea. En cada uno de esos países, hay poetas muy notables y además escuelas poéticas muy importantes. Creo que no ha variado, porque en cada país hay una tradición de poesía que se ha mantenido a lo largo de los años, y sigue elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/15


produciendo muy buenos frutos. No ha aparecido ningún otro país que cambie un poco el panorama, digamos que sigue siendo el mismo esencialmente”. El poeta también habló del acercamiento con los jóvenes a la poesía. “En el Perú, por ejemplo, el acercamiento es muy sencillo porque hay una tradición poética en los jóvenes, es como una fascinación. Siendo la poesía un género impopular en el sentido económico, porque no genera dinero; sin embargo, esto no desanima a los jóvenes que siguen acercándose a la poesía y produciendo una poesía de buen nivel. Puede haber diferentes estrategias de publicidad para los jóvenes, pero creo que lo mejor es que los mismos jóvenes se dejen influir y se dejen fascinar por el entorno poético”. Rodolfo Hinostroza consideró que en México sí se lee poesía, al ver el gran número de publicaciones. “En Perú, que es un país más pobre que México, con menor apoyo estatal, sin embargo aparecen nuevas editoriales de jóvenes, muchachos que con su propia plata sacan libros, no solamente de ellos sino también de grupos. Hay un movimiento editorial interesante, son mini-editoriales que tienen su propio radio de acción”. Hablando de poetas contemporáneos, se refirió a los autores de su país, “porque es la poesía que mejor conozco. Westfalen, Jorge Eduardo Téllez y Martín Adán; hay grandes poetas del período de los años cuarenta, los cincuenta y los sesenta, había grandes grupos de poesía. Yo pertenecí a la promoción de los sesenta, y ahí hay muy buenos poetas: Marco Martos, Antonio Cisneros, hay bastantes poetas que vale le pena leer porque son poetas de muy buena factura, son muy modernos, hacen poesía contemporánea. Es una cosa muy intensa, lo cual quiere decir que la poesía es intensidad, hay una tradición literaria muy fuerte, entonces los mayores enseñan a los menores, es una tradición ininterrumpida hasta las generaciones nuevas. Los jóvenes que quieren integrarse tienen que aceptar los niveles de calidad de la poesía que tienen estos grupos. Un mayor nivel de calidad, que es lo que nosotros los viejos hemos impulsado también. Viejos en sentido figurado”, aclaró entre risas. “¿Y en México?”, cuestiona el reportero. “Aquí hay otro fenómeno que son los talleres de poesía, cosa que no hay en mi país, muchos de

ellos espontáneos, son grupitos que se juntan. Pero aquí es más orgánica, hay talleres donde los poetas dictan cursos y hasta caminos, de la poesía; me parece que producen una alta calidad de poesía, es gran calidad de información la que producen los talleres, informan a los jóvenes sobre lo que pasa en el mundo. No tengo muy presentes los nombres, pero podría mencionar a David Huerta y Marco Antonio Campos, amigos míos que ya son poetas de cierta edad. También algunos jóvenes, recuerdo a Mario Bojórquez, María Baranda y otros poetas, todos de excelente factura y buena calidad; creo que eso mantiene vivo el interés por la poesía y viva a la poesía misma”. Rodolfo Hinostroza vive en México desde hace algunos meses y piensa radicar aquí por algún tiempo. “Siempre he querido vivir en México, hace muchos años que visito México, hace como 30 años que vengo, y ésta es una oportunidad de quedarme más tiempo”. La Jornada Morelos, 15 de julio de 2008

LA VIDA VALE LA PENA, Y CUANDO ESO SE EXPRESA EN POESÍA, VALE LA PENA LEERLA: DOLORES CASTRO

Yadira Llaven Dolores Castro, forjadora de diversas generaciones y reconocida como una de las voces líricas más entrañables de México, durante las Jornadas Internacionales de Poesía Latinoamericana, Puebla, Puebla.

“Voy a seguir escribiendo hasta que el cuerpo aguante, porque la poesía es una forma de bendecir todo, de saber que la vida no se acaba, que si viene la noche habrá un amanecer”, así habló la poeta Dolores Castro (Aguascalientes, 1923), forjadora de diversas generaciones y reconocida como una de las voces líricas más entrañables de México, durante las Jornadas Internacionales de Poesía Latinoamericanas, que hoy miércoles le rendirán un homenaje. elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/16


En entrevista, con La Jornada de Oriente, la poeta octogenaria, de hablar lento, que no ha perdido la lucidez ni la alegría, aseguró que en la poesía lo importante es cómo se dicen las cosas. Durante más de medio siglo, dijo, “he tratado de encontrar una voz personal, una verdad, de modo de no decir más de lo que uno siente, ni tampoco tratar de que la imagen propia sea sólo festiva y hermosa. He tratado también de encontrar una verdad en la vida, cierto equilibrio entre lo que es la realidad y el sueño, aunque en la poesía uno anda más en el sueño que en la realidad; no obstante, siempre tiene que existir este puente que es la imaginación, que nos va a permitir rebasar lo que nosotros conocemos e ir un poquito más allá”. ¿Cómo se logra esto? No porque uno sea ni maga ni bruja, sino porque mediante el ejercicio de la imaginación en la poesía si es posible detenerse un instante y saber un poco más del ayer, pero también de lo que va ocurrir más tarde. A manera de anécdota, relató que hace un par de años, en Querétaro, “me tocó que me presentaran como profetisa, y no lo soy, pero la poesía permite muchas cosas, muchas ventajas, muchas bendiciones”, comentó riendo. “Cuando uno escribe poesía penetra más en la realidad para saber lo que es y quién es uno a la vez, porque es algo que ilumina el camino. Es bien cierto que uno al hacer poesía está tomando un espacio y ahí se detiene el tiempo y todo, pero uno en ese espacio conoce mucho más que cualquier otra persona, porque la poesía está basada también en la inteligencia intuitiva, que aprende a moverse en la lectura y en la escritura. Por eso, no hay poeta que pueda escribir sin haber leído”. “En primer lugar –agregó– uno escribe a partir de este momento en el que vive, pero tiene que tomar en cuenta la tradición de la poesía anterior, porque si no lo que se hace es inventar el hilo negro”, y nuevamente ríe a carcajadas. Pero pareciera que en la actualidad es al revés, la gente quiere escribir sin haber leído. Esto es muy cierto, yo tengo muchos alumnos de poesía en talleres y les digo: ¡por dios, tienen que leer!, si no leen no se aprende a tener el ritmo indispensable en la poesía contemporánea. Cuando uno quiere escribir poesía de versos libres, no resulta, pues es puro libertinaje. Creen

que escribir poesía es dividir una frase en rengloncitos. Escribir poesía es algo más allá de frases como ¡ay!, que se fue, cómo lo extraño… escribir realmente es haber leído suficiente para estar al día, no escribir como romántico, modernista o vanguardista, sino escribir lo que hoy en América Latina se trata de decir”. Para Dolores, esto incluye la temática social, de lucha. “Escribir es una expresión de lo que somos, a pesar de lo que dirían ahora en España, donde no interesa la literatura hispanoamericana. No se dan cuenta de que estamos más vivos que los europeos, estamos luchando, sobreviviendo de manera milagrosa, y eso enseña que la vida vale la pena, que luchar por ella es indispensable, y cuando eso se expresa en poesía vale la pena leerla. Hay que tener algo que decir y saber cómo decirlo. Si sólo se fijan en la forma, entonces estarán escribiendo una poesía vacía, pero nosotros, en Hispanoamérica, tenemos mucho que decir”. “Ahora he viajado mucho por la República, he visto cómo la gente sobrevive en situaciones difíciles e imposibles para comer, no digamos para estudiar y menos para escribir. Por eso admiro muchísimo al México verdadero, que es el país de los campesinos, de los provincianos y de los pobres en las grandes ciudades. Creo que hay mucho que contar en Hispanoamérica”. ¿Cómo se ubica la poética mexicana en ese nivel? Hay muchísimos jóvenes que escriben y que leen. Desde mi generación, yo tengo 85 años, lo que he visto es una literatura femenina floreciente y no de tonterías, no de egos, sino de poetas que tienen mucho que decir, como Coral Bracho. “En mi época éramos como seis: Margarita Michelena, Margarita Paz Paredes, Amparo Dávila, Emma Godoy, Enriqueta Ochoa y Rosario Castellanos. Y en ese tiempo todas decidimos que la poesía no era un adorno para las mujeres, era una vocación que se tenía que cumplir con responsabilidad. Creo que eso fue lo que hicimos, pero mientras tanto hay toda una lucha de liberación femenina: la mujer empieza a trabajar, a ser libre y a escribir”. Desde entonces, con Castellanos, Michelena, Ochoa y usted, ha evolucionado la poética femenina… En mi tiempo hubo una preocupación por la liberación femenina, de pronto asistíamos a algo elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/17


como si a las mujeres nos hubieran puesto una mordaza y la quitaran; creo que cuando a uno le quitan la mordaza empieza a decir necedades, como fue el caso de la poesía erótica, que no tenía verdadera creatividad, quedaba horrible, porque muchas se limitaban a hacer una descripción del acto erótico que a quién se le oculta, por eso les decía que era más fácil usar una minifalda: mejor ejecutar que hablar necedades. “Creo que en ese sentido la literatura femenina va teniendo un nivel más alto y mejor. Ya de las que éramos murió mi amiga Rosario, a Queta Ochoa le acaban de hacer un homenaje, pero se encuentra un poco mal de salud…”. Por otro lado, la merecedora del Premio Nacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz habló de los magníficos poetas “que ya no se dan en macetas”. Ejemplificó: “Un Carlos Becerra está difícil que vuelva a nacer. Los contemporáneos ya todos murieron, aunque Carlos Pellicer sobrevivió un poco más; escribió poemas preciosos, pero ya quedaron un poco atrás”. De las revistas de poesía, comentó que son publicaciones escasas. Recordó el buen desempeño del ejemplar Periódicos de poesía y América, también destacó la labor de Alforja. ¿Qué tan cierto es que la poesía es para un grupo selecto? No, no es cierto. La poesía tiene que dirigirse cada vez a un grupo más amplio, aunque no niego que sí es un poco aristocrática en cierto sentido. “La poesía es esencia para descubrir algo nuevo del mundo, por eso no a toda la gente le cae el veinte. En la poesía hay muchas corrientes: la conversacional, donde las palabras de todos los días son elevadas a la categoría poética; también está la que prioriza la imagen en lugar de palabras exquisitas, que se puede leer y entender absolutamente, por eso no creo que la poesía deba ser secreta; sin embargo, yo sí confío en que la poesía se abra y sea cada vez más transparente, porque cuántos millones somos en Hispanoamérica que no sabemos leer. Partiendo de que seguirá escribiendo hasta que el cuerpo aguante, ¿en qué se encuentra trabajando ahora? En unos poemas ligeros dedicados al desierto. Fui a un recorrido por el desierto, para conocer el monoteísmo que ahí nació, el cordero pascual y en eso estoy. La Jornada de Oriente, 16 de julio de 2008

LA POESÍA TIENE SU PROPIO TIEMPO PARA CAPTAR LECTORES: ROCÍO CERÓN México, 14 de julio (Notimex). Cuando se habla del legado poético de diversas naciones, así como de sus coincidencias, Rocío Cerón está convencida de que a nivel latinoamericano convergen los diálogos literarios de diversas generaciones que coinciden en la creación de obras complejas, caóticas, contemporáneas, distantes y cercanas al mismo tiempo. La poeta y promotora cultural mexicana es fundadora, junto con Carla Faesler, del movimiento "Motín Poeta", que intenta, a través de presentaciones, encuentros, exposiciones y celebraciones nocturnas, promover la poesía dentro de un marco lúdico. Como parte de las actividades de esta iniciativa cultural, Cerón y otros integrantes del movimiento organizan una serie de encuentros con autores de diversos países, a fin de encontrar los contrastes y similitudes entre las obras generadas dentro de diferentes culturas y geografías. Rocío Cerón considera que las reuniones entre poetas permiten mostrar diversas colecciones de paisajes y voces, que representan el pulso de dos naciones y de las experiencias de sus autores, que van de lo barrial hasta la experiencia íntima y personal. El mes pasado como parte de este movimiento, se inauguró Tránsitos y Geografías. La poeta es optimista sobre el futuro de esta expresión literaria en el siglo XXI. "Vivimos tiempos interesantes", afirma convencida de que es posible la construcción de un nuevo movimiento a partir de la polifonía de voces de los autores que rondan por los treinta y tantos. Por el contrario, difiere de las opiniones que afirman que ya no se lee poesía y que este género está muerto, editorialmente hablando. Asegura que para captar lectores, la poesía tiene su propio tiempo porque exige detenimiento y pausa, factores incómodos en una sociedad que pregona el vivir en la inmediatez. elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/18


"Hay muchísimos lectores de poesía, también hay varias editoriales independientes que logran colocar sus ediciones con éxito", comenta. Con el movimiento "Motín Poeta", agrega, han realizado kermeses literarias en las que la poesía se difunde de manera lúdica y hay un contacto directo de los autores y los lectores. A la fecha han grabado con este movimiento dos discos compactos Urbe probeta y Personae, con la obra de varios autores. Considera que para que la poesía recobre su difusión en el mercado literario debe haber una participación de los editores, quienes deben apostar por nuevas propuestas. "Uno de los problemas es que hay una brecha generacional y muchos editores que pertenecen a la generación de los 40 o 50 no se interesan por el material de autores nacidos dos o tres décadas después". "Ser editor de poesía -considera- puede tener una fecha de caducidad, porque no es válido cerrar la visión sólo a aquellas propuestas que son familiares, generacionalmente hablando. Un editor debe mantener joven su visión y saber reconocer las nuevas voces que surgen en el entorno literario". La poesía mexicana contemporánea merece esa atención, concluyó la poeta, que cuenta con una beca del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa Jóvenes Creadores del Fonca. www.munhispano.com/?nid=255&sid=3764354

NOVEDADES JETA DE SANTO (ANTOLOGÍA POÉTICA 1974-1997), DE MARIO SANTIAGO PAPASQUIARO (México, Fondo de Cultura Económica, 2008) Estamos ante una poesía labrada y grabada en la confección que sólo puede dar el encuentro auténtico del artista con su materia -el lenguaje, la palabra, la imagen- y el entorno al cual no sólo busca describir, sino desentrañar con el asombro de los ojos que ven lo que nos estaba vedado y lo verbaliza con una escritura proscrita por distinta, por ir contra la imagen harto consabida: el lugar común de la poesía previsible. Dice Mario Raúl Guzmán, prologuista del libro: "Algo más que una lírica: una actitud ante la creación artística en la que importa más que la escritura del poema la conexión poética con la vida".

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elpoemaseminal 124/ 30 julio, 2008/19


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