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blanca varela (1926-2009)/ cristina peri rossi/ griselda álvarez (1913-2009)

atisbos M MU UEERREE LLAA PPO OEETTAA PPEERRU UAAN NAA BBLLAAN NCCAA VVAARREELLAA La galardonada poeta peruana Blanca Varela González, quien se destacó por su aportación al patrimonio cultural común a Iberoamérica y a España, a través de su poesía, falleció hoy a los 82 años de edad, en Lima. Varela es considerada como una de las poetas más universales de Perú e Hispanoamérica, señaló el Fondo de Cultura Económica. Fue galardonada con los premios más importantes de la poesía en español, como el Premio Iberoamericano de Poesía y Ensayo Octavio Paz (2001), el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca (2006), y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2007). Autora del catálogo del Fondo de Cultura Económica y, funcionaria de su filial del Perú en los años 1974-1997; Varela es una de las escritoras más representativas de Iberoamérica en la segunda mitad del siglo XX; a quien Octavio Paz, Nobel de Literatura 1990, consideraba, "...una poeta que no se complace con sus hallazgos ni se embriaga con su canto. "Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjunto frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el amor, el tiempo, la soledad.", añadió Paz. Varela nació en Lima, Perú, en 1926. Perteneciente a una familia de escritores y artistas, en 1943 ingresa a la Universidad de San Marcos para estudiar Letras y Educación, donde conoce a los poetas Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Francisco Bendezú y a quien sería su esposo, el pintor Fernando de Szyszlo. Posteriormente viajó a Francia en 1949, momento clave en su desenvolvimiento poético, pues conoce ahí al poeta Octavio Paz, personaje que la apoyaría en su carrera. En su estancia en Francia le presenta a los círculos de intelectuales del momento. También radicó un año en Florencia, donde adquirió influencia de la pintura Renacentista, y luego vivió un tiempo en Washington D.C.donde realizó trabajos de traducción y periodismo. Desde 1962 regresó a Perú donde vive hasta la fecha. En 1957 Salazar Bondy y Alejandro Romualdo la incluyeron en su Antología general de la poesía peruana, y es hasta 1959 cuando publicó su primer libro Ese puerto existe. Le seguirían Luz de día (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), y la primera edición de Canto villano (1978), donde se reúne parte de su poesía escrita hasta ese momento. Desempeñó diversos cargos. De 1977 a 1979 fue secretaria general del Centro Peruano del PEN Club Internacional, y en calidad de tal acude a los congresos de Hamburgo (1977), Estocolmo (1978) y Río de Janeiro (1979). Asimismo, desde 1974 hasta 1997 representó en el Perú al Fondo de Cultura Económica. Además ha colaborado en numerosas revistas del Perú y el extranjero. El FCE publicó una edición de Canto villano: poesía reunida, 1949-1983, en 1986 y otra en 1996. Este título es una producción poética de los últimos 29 años de esta poeta peruana. Fiel a su rigor ético y a su ascetismo estético, se ha negado tanto a ensayar nuevas experiencias formales como a aceptar los códigos de la no-significación, pues su poesía es y quiere ser una poesía comunicativa.


De igual manera, en 2001 editó en su colección Entre voces, la versión sonora del mismo título. En esta grabación, la escritora da lectura a poemas como Secreto de familia, Hoguera de silencios y La muerte se escribe sola. Varela es autora también de Camino a Babel -Antología (1986), Poesía escogida 1949-1991 (1993), Del orden de las cosas (1993), Ejercicios materiales (1993), El libro de barro (1993), Como Dios en la nada (Antología 1949-1998) (1999) y Concierto animal (1999). Obtuvo el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001 y el Premio Ciudad de Granada 2006. Publicó los libros Ese puerto existe, Luz de día. Valses y otras falsas confesiones, Ejercicios materiales, El libro de barro, Concierto animal, Canto Villano, Poesía escogida, Como Dios en la nada (antología de 1949 a 1988), Donde todo termina, Abre las alas, El falso teclado, Sarita la bonita, La locura en tres días y Carlita. El Universal, México, 12 de marzo de 2009 AUDIO DE POEMAS DE BLANCA VARELA LEÍDOS POR ELLA: www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=2046&p=Blanca%20Varela&t=Curriculu m%20Vitae

BBLLAAN NCCAA VVAARREELLAA O O EELL AAN NIIM MAALL Q QU UEE D DEESSN NU UD DAA SSU UH HU UM MAAN NIID DAAD D PPaaoolloo AAssttoorrggaa

Introducción La poesía desnuda la sensibilidad más sórdida y existente del ser humano que habita desde su interacción con los objetos que prontamente se resemantizan logrando una identidad en el hombre, creando no solo su visión del mundo, de lo creado, de lo actuado, sino también la invitación inminente a un viaje angustiado de dolor y de desconsuelo encumbrado más allá de una posición subjetiva del ser o de la interacción con lo que lo rodea, sino que nos enfrenta ante la vastedad oblicua y a la vez libre del destino incólume ante nuestra carne y alma sin determinar. La nulidad es un sitio contrario a nuestros deseos o quizás un lugar muy común como para anhelar otra cosa, algo que no solo nos redima la carne o el verbo por un instante, sino, que la poesía es en sí una estructura que está tan profunda en el ser que lo hace agotarse en sí mismo hasta obsesionarlo con la idea seductora de encontrarse o negarse frente al conocimiento. El presente trabajo tratará de explicar los móviles poéticos a modo de interpretación de la poesía de Blanca Varela (Lima, 1926) inmersa en su libro Concierto animal (Ediciones Peisa - Pre-Textos, 1999), partiendo de una aproximación a los bordes de la conciencia y desesperación ante el no poder poseer perpetuamente los objetos deseados, volviéndose grandiosamente contra el ser para demostrar su inmensa frustración, que sin embargo logra suplir con la mitificación de los objetos deseados y arqueotipados que esconderán acaso los motivos, para lograr el discurso y por ende la comunicación con el otro desde una postura confesional y a su vez íntima y apesadumbrada, desencantada, tan propia en esta poeta de gran prestigio. Blanca Varela y el animal detrás de las palabras Al ingresar al corpus del poemario la contraposición entre lo cognoscible y lo no-cognoscible se fusionan de manera tal que los canales simbólicos de representación se sensibilizan y profundizan logrando una alteración del discurso apelando a una esquiva respuesta ante la descarnalidad y la sordidez, algo que puede canalizarse hacia un potencial rasgo existencial, pero no desde los cánones ortodoxos de esta postura filosófica, sino más bien enraizada en una mirada interior del objeto proyectado en el sujeto imbuido en su contexto de desconsuelo e incoherencia para con el mundo y su posible posesión. Olga elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/2


Muñoz Carrasco (2007) nos amplia la idea corporal de Varela y nos da una visión sobre los móviles posibles de su expresión: “Concierto animal (1999) retoma en cierto sentido esa línea y la hace avanzar. El cuerpo se coloca de nuevo en un primer plano aunque de forma muy distinta en este libro. No abundan como antes estragos detallados, sino que mediante ciertos elementos corporales se detecta la huella de la experiencia vivida”. [1] Varela en un primer momento trata de poseer los objetos para que no solo se cree el discurso, sino también acepta el dolor como algo propio para lograr así una patente dualidad donde los juicios de valor se anulan y se funden para instituir un solo cuerpo angustiado e indefinido: niño come llorando llora comiendo niño en animal concierto el placer y el dolor hacen al ángel a dos carrillos músicos (p. 7)

Como vemos los elementos primordiales nos hacen contemplar la imagen infantil de un niño que no sólo tiene la necesidad de “comer”, sino que hay un componente que lo devuelve a la naturaleza existencial y desgarradora del su ser que mira su desconsolado contexto y no intenta otra cosa más que el llanto “en animal concierto” idea de caos y equilibrio donde la fusión trascendente de lo placentero: el comer y lo doloroso: el llanto, se anulan creando una imagen única que tendrá la idea armónica, la aceptación de la realidad que ya no se resiste, sino que se afirma en su condición en su “música” de desolación. Lo marcado en la poesía de Varela “se adentra hasta los exánimes rescoldos de la personalidad alienada, se reconcilia con su ser-culpable, acepta sin rubor la carga que se le ha encomendado -su ‘su tacho de basura’, siempre deudora, frágil y necesitada, pero, a la vez, orgullosa y firme en su declinar”. (Navarros, 2000:141). Es quizás esta postura la que increpa una aceptación de los elementos contradictorios que fatigan al cuerpo, lo duelen, pero no desaparecen (ni definen) su esencia, su horizonte. Varela intentará un acercamiento con la realidad a través de la contemplación que llevará a una catastrófica conclusión. El estrato poético con que la poeta logra esa intimidad sesgada y frustrante, no solo atisba lo percibido de una atmósfera desencantada, es más, la soledad, la tristeza o lo absurdo, son elementos necesarios para lograr la aprehensión emotiva de lo real (lo descarnado) para que así el acercamiento contemplativo, no se agote simplemente en la acción, sino que trascienda sus límites enfrentando intensamente al ser ante su destino, agreste y profundamente violento. Octavio Paz explica en el prólogo al primer libro de Varela, que la intención de su poesía va más allá de toda explicación, de toda definición para consigo misma, es “...un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo...” (1996:10). El silencio vareliano, se circunscribe dentro de un espacio que está estrechamente cercano a la muerte. La muerte es silencio y el silencio un extraño dolor que sin más, causa cierto placer perverso en la poeta al verla “obsesiva y desencantada” ante los objetos próximos o lejanos. La realidad con la que Varela expresa sus emociones nos desborda a la idea dual del dolor: primero como un acto intenso e inevitable “la muerte se escribe sola” (p.9) así como el acto de llegar a la marca imborrable, el no poder retroceder a lo pasado para volver a disfrutar aquello que se anheló donde quizás la mayor imagen que Varela intenta es la de llegar a la idea infantil del deseo. El niño o niña, son dentro del corpus poético una estructura expresiva de inocencia, pero a la vez sufren una limitación con respecto a la postura de sus castos

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sentimientos y por ende quedan marcados esos infortunios que no solo materializarán al dolor, sino que lo transportarán a un nivel perpetuo y funesto: la pobre niña sigue encerrada en la torre de granizo el oro el violeta el azul enrejados no se borran...” (p.10)

La poesía de Varela no es un simple minimalismo de las estructuras formales para hacer efectiva la expresión para con la realidad [2], es también “una sugestiva manera de abordar esa experiencia liminar que constituye el hambre, como vivencia que colinda con la agonía, en sus alcances biológicos, existenciales y expresivos”. (Cárcamo-Huechante, 2005). El acercamiento a la idea moral dentro los poemas toma una actitud dual y a la vez se enfrenta ante todos los elementos contradictorios posibles para lindar con la definición de seres indefinibles: trepo como la araña que soy frágil y rencorosa deseando tocar alguna luz que endurezca mi corazón” (p. 13)

Como apreciamos en los versos anteriores la idea moral (lo bueno y lo malo) es degenerada por la poeta para lograr un alcance mayor y acrecentar la contradicción de los elementos a poetizar. La araña como ser “frágil y rencorosa” no solo desea tocar esa luz que tarde o temprano la destruirá, sino que a través de su deseo podemos contemplar el espíritu trágico y existencial con el que la poeta transita su lírica por los túneles más hondos de la esencia humana paradójicamente absurda: el morir (“endurecer el corazón”) al tocar la luz (signo de perpetuidad, vida). El sujeto poético lentamente aprehende la oscuridad como una identidad más que un símbolo de desconsuelo e incertidumbre. Varela intenta crear un ser que cargue con toda su existencia dolorida y frustrada no simplemente para dolerse o quedarse en el llanto, sino que atraviesa los límites expresivos y nos presenta al hombre mismo como una entidad absorbida por sus inconsecuencias, su exacerbado anhelo de acariciar lo funesto con ironía y desencanto: bombilla de azufre sol miserable flotando en el cielo encalado planeta parpadea encandila a quien yace bocarriba fulminado (p. 15)

El sujeto como mitificador En Concierto animal, la predilección por la veneración interior e individual se da de manera obsesiva por la poeta, no solo como un medio para la comunicación, para el decir, sino también como una forma de identificación emocional y simbólica con el objeto que atrae sus deseos. Las interacciones de la voz lírica con la subjetividad que encierran las palabras logran una abstracción del mundo y una ambición por alcanzar que lo más intenso, radique en unas pocas líneas que, siendo algo típico en Varela, su poesía se autodefine como un “...partir de una visión global de la crítica: crudeza, desgarramiento, sequedad y elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/4


austeridad, parquedad en las palabras, laconismo, estilo entrecortado, pausas, en definitiva, la paradoja del silencio poético, del silencio llenando la poesía”[3]. José Miguel Oviedo (2001) en un artículo publicado en el Mercurio afirma que la poética de Varela no sólo contiene rasgos existenciales, sino que su voz que siempre está ligada a la voz misma es en sí un caso de poesía que trasciende sus límites para lograr “...una fidelidad a sí misma y una percepción existencial de lo que pasa tanto fuera como dentro de ella”. El objeto con el que Varela intima realmente es la misma frustración que parte del poeta y su mundo miserable. El animal como el mito que encierra una visión crítica y desgarradora de la condición trágica del ser humano se antropomorfisa para acercarse a la vaguedad, a lo oscuro, que prontamente se insertará en el discurso no como una identificación con el objeto (el animal) sino con el sentimiento que se comparte (dolor, infortunio, desencanto, etc.): la sangre ennegreciendo aprende a brillar como un dios después se hace la luz rueda la araña (p. 33)

Roland Forgues (2008) nos acerca a las visiones “míticas” de Blanca Varela, no solamente desde la posición de su objeto poético que es el animal, sino también desde la trascendencia de este objeto como ente de representación del mundo tanto interior como exterior del sentir, una mirada desde el desasosiego, desde la violencia, pero más allá: “La recurrencia de lo animal participa ciertamente de dicha utopía como interrogación de la creadora frente a la supervivencia de la barbarie primitiva, a las manifestaciones de la violencia arcaica, como tentativa de distinguir lo humano de lo animal, y la necesidad absoluta para el ser humano de alcanzar una dimensión que supere definitivamente todas las remanencias violentistas de su animalidad latente y acceda a lo sagrado”.[4] Varela es el ser que se atreve a soportar una dualidad que tiende a tener la misma valencia entre sí, pero a su vez nos muestra las imágenes con las que adquiere la potestad para comunicarnos su oscuridad en plena luz, a un ser con sombra, con dolor, con una perversidad que solamente lo deja hablar, mas no salvarse: la muerte como una mala madre me tocó bajo los ojos entonces dividida dando tumbos de lo oscuro a lo oscuro giré recién llegada a la luz de esta línea en pleno abismo abriéndose y cerrándose la línea. (p. 29)

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Una conciencia constante Un acercamiento directo a la conciencia, una pretensión por ejercer una acción interior en el cuerpo más allá de su trascendencia espiritual, es lo que tratará Varela a lo largo de su libro, un encuentro total con su ser y el otro que es ella misma. Roberto Paoli nos explica que la poesía de Varela “a pesar de las apariencias, es y quiere ser una poesía comunicativa” (1996:15). A través de esta definición logramos acercarnos más a la intención del ente poético para acuñar su mensaje sobre las conciencias, pero también nos muestra (de un modo casi mesiánico) a través de su discurso nuestra esencia y la aceptación de una desgarradora realidad a tal punto de soportarla sin dolor, sin tanto drama: dame tu tacho de basura [...] la aceptaré sin más azotes la aceptaré te lo prometo (p. 25)

A través de la imagen conciente, Varela comunica un mensaje perpetuo y sincero: la manifestación de un estado contemplativo, pero a la vez activo ante la realidad que es observada y sentida irremediablemente, sin dejar de lado la palabra y su potestad para dar a conocer su mensaje de desesperación y abandono existencial que se adhiere al ser humano de forma tal que la supresión de todos los mecanismos por los cuales se puede llegar al mensaje son subordinados a uno solo que es en sí la intensión de la poeta por darse a sí misma; encontrar al otro en el vacío más profundo: sin música pero llamando sin voz pero llamando sin palabras llamando (p. 30)

La conciencia en blanca Varela “...va a acudir a unos forzamientos de un lenguaje que, moviéndose entre la nebulosidad del inconsciente y una perturbadora lucidez, le permitan una expresividad honda, reveladora” (Bonnett, 2007:265). La realización de todo acto retentivo, de toda salvación en la poesía de Varela, partirá de una identificación con su ser negado, el vacío que carga como una cruz que más allá de ser dolorosa le permite desenmascarar conciencias desde una voz que nos engaña con su ironía, con su “...invitación estoica, dirigida al tú de todos como a sí misma, a no alimentarse de pueriles quimeras” (Paoli, 1996:22). La poeta tratará “...en cada poema un sobresalto y una reconciliación, una carga y un alivio...” (Castañón, 1996:29), es así que con una dualidad, una dialéctica que colinda con el infinito y la nada, Blanca Varela, acopla a su lenguaje una intensión autodestructiva que parte desde el conocimiento de las cosas y su desprotección ante lo agreste y turbio que se torna la realidad, para luego adentrar su conciencia a una crítica intensiva, una catalogación de su ser contra su ser al “filo de la navaja, entre el silencio y la palabra... la poesía de blanca Varela se da como una guerra secreta o una cirugía desesperada... sacrificio donde lo que se salva y juega es el sentido” (Ibid, 29-30): Felizmente no tengo nada en la cabeza sino unas pocas ideas equivocadas por cierto [...] elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/6


nada para poner nada para dejar sino huesos cáscaras vacías [...] innominada nada en lo que fue mi cabeza (p. 31)

En la poesía de Varela, el sujeto jamás se define de manera concreta, sino que trata de esconderse detrás de otros simbólicos. La intensión de la poeta por llegar a una explicación de su mundo interior nos deja con la sensación de desencanto y pesadumbre, pero también nos muestra sus desdoblamientos, su “orden” detrás de todo orden; el ser como un ser inexplicable, solitario: “manchado como un animal que huye / en el cielo / espantado por mí” (p.35). En una entrevista por Alfredo Matilla (2001) y publicada en El País, Blanca Varela nos explica el por qué de su poética y su acercamiento a la contemplación dialéctica del hombre acosado por sus deseos, por su frustración ante el poder, ante el conocimiento: “Sí, para mí la poesía no debe utilizarse para contar lo que a uno le sucede. Yo prefiero pensar y dejar que esas vivencias se transformen en reflexiones, en palabras. En Ternera acosada por los tábanos la imagen es muy fuerte, la de una situación de angustia”. Varela acaba su discurso cerrando violentamente la herida, sin calmarla, sin dejar en sosiego las almas, sino que termina su canto desgarrado en forma que el silencio, la desesperación, el ser sin identidad, sin definición a penas puede tocar su realidad: engastado en la mugre diamante singular astro en penumbra encuentra y pierde a dios en su pelambre connubio de atragantada melodía y agonía gozosa se necesita el don para entrar en la charca (pp. 47-48)

El desencanto no se trasluce como una imposibilidad, una derrota, es para la poeta una verdad y una herramienta de reconstrucción, de acercamiento a la esencia humana, desde las inconsecuencias de ese “animal humano” que no simplemente nos termina por consumir, sino que se hace reflejo nuestro, una sola carne, un extraño concierto en “agonía gozosa”. Notas [1] Muñoz Carrasco, Olga "Apariciones y desapariciones del cuerpo en la poesía de Blanca Varela (19932001)”, en Ómnibus, núm. 13, año III, febrero de 2007. [2] Roberto Paoli nos dice: “en la crisis del lenguaje poético contemporáneo observamos que hay poetas que rompen los diques de contención de la verbalidad; otros que, en cambio, tratan de reducir la expansión física del discurso verbal. A esta segunda categoría pertenece por derecho la expresividad de Blanca Varela”. (1996:19) [3] Valero Juan, Eva María; “El mundo iluminado y yo despierta”: la poética material de Blanca Varela desde los años 80”, en Ómnibus Nº 12, 2006 [4] Este texto es la conferencia inaugural que abrió la jornada de estudios dedicados a Blanca Varela, ganadora del XVI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, organizada por la Universidad de Salamanca (España) el 6 de mayo de 2008.

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Bibliografía BARRIENTOS SILVA, Violeta "Física y metafísica en la poesía de Blanca Varela", en Ajos y zafiros, nº 3/4, Lima 2002, pp. 52-53 BONNETT, Piedad. “Palabras de mujer Poesía femenina latinoamericana” Poligramas 28, diciembre 2007. CÁRCAMO-HUECHANTE. Luis E. “Una poética del descenso: mezcla y conversación en Blanca Varela”. Hispanic Review, invierno de 2005. CASTAÑÓN, Adolfo. “Blanca Varela: la piedad incandescente”, en Canto villano. Poesía reunida, 1949-1994, Fondo de Cultura Económica, México 1996, pp. 25-40. ELMORE, Peter. “Blanca Varela: El filo de la voz: Apuntes sobre nuestra poeta mayor”, El Dominical, lima, 7 de octubre del 2007. FERRARI, Américo. “Varela: explorando los “bordes espeluznantes””, Hueso Húmero no. 21, Lima, diciembre de 1986, pp. 134-143. FORGUES, Roland. “Blanca Varela, fundadora de una utopía poética que ignora, asume y trasciende el género” Ciberayllu, 10 de octubre del 2008. JARQUE, Fietta. “Odio todo lo que tenga que ver con el éxito y con el poder”. Entrevista a Blanca Varela. Babelia. Suplemento del diario El País, sábado 21 de julio de 2001. En la Red: www.elpais.es/suplementos/babelia/20010721/b10.html MUÑOZ CARRASCO, Olga. “Apariciones y desapariciones del cuerpo en la poesía de Blanca Varela (19932001)”, Revista Ómnibus Nº 13 Año III febrero 2007. http://www.omni-bus.com/n13/munoz.html NAVARROS SANTOS, Mariela. “La palabra-ligadura de Blanca Varela”, Cuadernos Hispanoamericanos No. 598, Abril 2000. OVIEDO, José Miguel. “Poesía como legítima defensa”, en El Mercurio. 3 de marzo de 2001. PAOLI, Roberto. “Una visión lúcida y desencantada”, en Canto villano..., pp.15-23. PAZ, Octavio. “‘Destiempos’ de Blanca Varela”, en Canto villano..., pp. 7-13. _____, (1967) El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica: México. VALERO JUAN, Eva María. “‘El mundo iluminado y yo despierta’: la poética material de Blanca Varela desde los años 80”, Revista Ómnibus, Nº 12, 2006 VARELA, Blanca. (1986) Camino a Babel, Municipalidad Metropolitana de Lima. _____, (1999) Concierto animal, ed. Peisa - Pre-Textos, Valencia. _____, (1996) Canto villano. Poesía reunida, 1949-1994, Fondo de Cultura Económica, 2ª ed. México. www.ucm.es/info/especulo/numero40/bvarela.html

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AAllffrreeddoo M Maattiillllaa EEll PPaaííss eell ssáábbaaddoo 2211 ddee jjuulliioo ddee 22000011.. La publicación de Donde todo termina abre las alas (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) con toda la obra poética reunida de la autora peruana Blanca Varela (Lima, 1926), es una excelente ocasión para acercarse a una de las voces más relevantes de la poesía contemporánea en ese país. Poeta de la intimidad, reflexiva, profunda, ha labrado su obra como una joyera minuciosa, lejos del ruido y de las tendencias dominantes. En los últimos años, a partir de los noventa, se desata su época más productiva.

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Es cierto. Ha sido en estos años cuando he sentido más confianza en lo que hacía. Hasta entonces escribía, corregía mucho y sólo mostraba lo que me tenía completamente satisfecha. Siempre he sido un poco tímida, pero he tenido a gente extraordinaria que me ha ido animando. Fue así desde mi primera época en París, cuando Octavio Paz me pedía que le mostrara mis poemas, casi me obligaba a ello, porque yo tenía mucho pudor. Precisamente Octavio Paz es el que escribió sobre usted que “como el verdadero poeta, sabe callarse a tiempo”. ¿También hay que saber hablar o escribir a tiempo? ¿Es la madurez el momento de decir las cosas? Sí, es importante callar a tiempo, yo he tenido etapas de silencio poético, pero ya había aprendido de mis maestros, César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, que eso también alimenta la poesía. Westphalen escribió sus dos primeros libros Ínsulas extrañas (1933) y Abolición de la muerte (1935) y después pasó muchísimos años sin escribir. Tenemos una gran amistad, trabajé con él en la revista Las Moradas, y hemos hablado mucho sobre eso. Mi poesía es como una introspección, un análisis constante de las emociones. ¿Qué le han dejado como poeta sus años juveniles en Europa, su contacto con intelectuales y artistas como Sartre, Beauvoir, Michaux, Giacometti, Léger, Tamayo? Fue importantísimo para mí, los años en París y, sobre todo, en Florencia. En París empecé a escribir y lo hice con un poema sobre Puerto Supe, los paisajes de mi infancia, las sensaciones e imágenes que volvían a mí. Fue y es una búsqueda de mi identidad que ha continuado a lo largo de toda mi vida. Creo que mi escritura es muy deudora de las imágenes, de la pintura. Yo soy muy observadora, siempre me quedo con los detalles de cosas que veo alrededor. Con las escenas que me impresionan, aunque sean momentos fugaces. La pintura ha tenido mucha influencia en mi literatura. Mi matrimonio con Fernando de Szyszlo (el más destacado pintor peruano de su generación) me hizo vivir la pintura muy de cerca. Pero en la pareja era él el artista, yo siempre estaba en un segundo plano, porque yo misma me sentía así. Él tenía su estudio, sus pinturas, sus lienzos, y yo con un lápiz y un papel pequeñito en cualquier rincón tenía suficiente. Su poesía es anticonfesional. Una lectura de toda su obra reunida da muy pocas pistas sobre sus vivencias personales, sobre su biografía. Sí, para mí la poesía no debe utilizarse para contar lo que a uno le sucede. Yo prefiero pensar y dejar que esas vivencias se transformen en reflexiones, en palabras. En Ternera acosada por los tábanos la imagen es muy fuerte, la de una situación de angustia. P. Sobre todo en sus primeros libros, usted escribe en primera persona del masculino, como si fuera un hombre. ¿Es un personaje el que adopta o es que sentía la poesía como algo masculino? Yo estudié en la Universidad de San Marcos y estaba siempre rodeada de hombres. Nunca me sentí disminuida por ser mujer, ni entonces ni ahora. Pero eso puede haber influido, además de mi relación con la obra de poetas a los que leía. Pero también porque para mí no hay distinción entre lo masculino y lo femenino en poesía. Si lo he escrito así es porque sentía que era la forma de expresarlo. Tampoco me ha interesado nunca la poesía social. En mi época se hacía la distinción entre poetas sociales y poetas puros. A mí nunca me interesó entrar en esa polémica. Tampoco me gusta la política y siempre he procurado mantenerme aparte de ella. Cuando Mario Vargas Llosa, un buen amigo mío de toda la vida, decidió entrar en política yo le dije que no contara conmigo para nada en esa empresa. Odio todo lo que tenga que ver con el éxito y el poder. Tampoco hay muchas referencias históricas o geográficas. Hay poemas sobre Perú, pero también sobre otros lugares.

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Sí hay referencias a Perú, aparte de la poesía de Puerto Supe, hay otras en las que menciono paisajes o lugares. Pero en general es cierto que son pocas las referencias a la realidad más inmediata. No es lo que pretendo. Incluso cuando murió mi hijo, un momento muy duro para mí, lo que escribo son poemas sobre el dolor pero no hago referencia al suceso. Lo que usted plantea es sobre todo un constante diálogo interior a través de la literatura. ¿Es también y, detrás de ello, un diálogo con el mundo moral? Creo que es una forma acertada de verlo. Siempre hay unas preguntas y una valoración de lo que me inquieta, lo que debe ser resuelto a través de la poesía. La poesía es eso, ¿no? En Canto villan o (1972- 1978) vuelve usted a la poesía después de un lapso, a un ritmo lento, con poemas muy cortos como aforismos o haikus. ¿Es una forma prudente de reanudar su tarea o un propósito estilístico? Fue después de una época en que estuve muy interesada en Oriente y en la literatura oriental, sobre todo el zen. Ese libro, además, como casi todos, lo publiqué en una pequeñísima editorial, fueron ellos quienes me incitaron a hacerlo. Siempre he estado muy agradecida a la gente que me ha animado, tanto ellos como Javier Sologuren en sus ediciones exquisitas y artesanales han sido los que me han ayudado a tener confianza en mi trabajo. En los últimos tiempos ha tenido varios premios (el Octavio Paz, la legión de honor, la Orden del Sol) que son una forma de distinguir su trayectoria. Al leer toda su obra reunida en un libro se puede comprobar que la suya es una verdadera vocación poética, persistente, aunque no demasiado prolífica. Cuando empecé, como dije, hubo gente muy valiosa que me ayudó, pero también muchos que pensaban que yo no iba a seguir escribiendo. Otros poetas se esfuerzan en estar constantemente en los periódicos, en fotos. A mí nada de eso me interesa. Detesto los actos sociales y políticos, las entrevistas. Hasta estos premios, salvo el Octavio Paz que por mi relación con él fue una gran satisfacción, me han resultado incómodos. Yo no escribo para lograr reconocimientos, sólo lo hago cuando surge por una necesidad que no puedo contener. El último de los libros contenidos en Donde todo termina abre las alas es inédito hasta ahora y se titula Falso teclado. Lo dedica a José Ángel Valente. José Ángel Valente es para mí el gran poeta español de las últimas décadas. Él leyó uno de mis libros y se puso en contacto conmigo, nos estuvimos escribiendo y después nos conocimos y trabamos una hermosa amistad. Preparamos juntos una antología de poesía hispanoamericana que saldrá en los próximos meses. Una antología sin ningún propósito académico, sólo el reunir poemas que nos interesaran a los que participamos en el libro. Poco antes de morir vinimos a Almería a verlo y a hablar por última vez con él. Estuvo trabajando hasta el final. Fue una gran persona y un magnífico poeta. Otro poeta español, Antonio Gamoneda, hace un epílogo a esta edición de su poesía que es, en sí mismo, un largo poema en diálogo con las suyas. R. Es un auténtico regalo para mí. El que Gamoneda haya hecho esa lectura, inspirándose casi en cada uno de mis poemas, es la mejor experiencia de lectura que se puede hacer. Yo siempre he tenido una extraordinaria relación con otros poetas. La tuve con otros poetas de mi generación, como Sebastián Salazar Bondy o Jorge Eduardo Eielson. En Perú siempre estoy en contacto con los poetas jóvenes, sobre todo con las mujeres, y me siento muy cercana a ellos más allá de lo que pueda ser una distancia generacional. Para mí eso no existe. Pienso que soy una poeta para poetas, es ahí donde mi obra llega más profundamente y donde florece. *** elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/10


Blanca Varela es una poetisa que no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta sabe callarse a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el tiempo, la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia. En sus primeros poemas, demasiado orgullosa (demasiado tímida) para hablar en nombre propio, el yo del poeta es un yo masculino, abstracto. A medida que se interna en sí misma –y, asimismo, a medida que penetra en el mundo exterior- la mujer se revela y se apodera de su ser. Cierto, nada menos "femenino" que la poesía de Blanca Varela; al mismo tiempo, nada más valeroso y mujeril: "Hay algo que nos obliga a llamar mi casa al cubil y mis hijos a los piojos". Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión: "Los números arden. Cada cifra tiene un penacho de humo, cada número chilla como una rata envenenada…". Y en otro pasaje: "El pueblo está contento porque se le ha prometido que el día durará 25 horas. Esto es la inmortalidad." La pasión arde y se afila una frase que es, a un tiempo, un cuchillo y una herida: "Amo esta flor roja sin inocencia". Octavio Paz ***

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Cristina Peri Rossi es la primera mujer que entra en la prestigiosa nómina de ganadores del Premio Loewe de Poesía. Ese honor se lo ha ganado con su poemario Playstation, escrito a partir de una postración forzosa en un hospital. Con el temor de perder su pierna arrebatándole el sueño cada noche, empezó a recapitular sobre su vida. Y de esos desvelos nació un anecdotario existencial, escrito con vocación coloquial, en el que las penas y decepciones levantan el vuelo gracias a la ironía y la piedad aplicada sobre sí misma. Playstation nace de una larga convalecencia en el hospital. Nunca hay mal que por bien no venga, ¿no? Sí, cierto. Yo en 2004 había publicado mi poesía completa. Acto seguido sufrí una especie de crisis, porque yo tenía la imagen de joven de que cuando iba a la iba biblioteca y veía la obra reunida de un escritor éste ya estaba muerto. Me preguntaba entonces: “¿Y yo voy a escribir después de esto?”. Efectivamente, lo hice. Este libro no nació premeditadamente. En diciembre de 2004 me atropelló un auto. Empecé a sufrir entonces una larga convalecencia, con riesgo de perder la pierna, que me dio la oportunidad de hacer una recapitulación vital. Fue una etapa difícil y triste. Pero en Playstation se redime de la tristeza a través de la ironía...

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Sí, en este momento crítico pude verme con distancia aséptica, como si fuera un personaje literario, al que podía mirar con cierto escepticismo, incluso sorna. Me reía a veces de sus ideales y sus conductas. La ironía me ayudaba a desdramatizar. Y buscó un nuevo estilo, el coloquial, que no había empleado antes en su obra... Siempre me he identificado con lo que dijo Alejandra Pizarnik de que ella no hablaba con su voz, sino con sus voces. Yo quiero que cada libro mío tenga una unidad de estilo común, pero intento que cada nuevo libro se diferencie estilísticamente del anterior. Aquí utilicé el tono coloquial, que se usa muy poco en España, y es muy directo, pero exige un enorme rigor. Hay que utilizar mucho la tijera para que los versos consigan impactar y crear complicidad con el lector. Es un libro de una lírica narrativa. Una desilusión por las relaciones humanas en la contemporaneidad también se filtra a lo largo de todo el poemario. ¿Culpa a la técnica de nuestra frialdad? Es que vivimos enganchados a la técnica. Es horrible la cantidad de tiempo que dedicamos a ver la televisión. También es lamentable la ausencia de espacios públicos, la gente ya no sale a caminar y, cuando fija una cita, lo hace con 20 días de antelación y luego a última llama para cancelarla. Hay una aceleración de la vida contemporánea que hace que el tiempo sea igual al dinero, cuando el tiempo es vida. Esa transformación es lo que no le perdono al capitalismo. A la institución de la familia también le dedica un desprecio cargado de rabia... Claro, es que lo que digo en mis poemas es lo que todos decimos cuando estamos entre amigos o con gente de confianza pero luego nos cuesta decir en público. También hay una crítica al estado de la sanidad en España, y escribí otro contra la situación de la justicia, aunque éste luego no lo incluí. Los poetas debemos escribir lo que la gente dice bajito. ¿Y la circunstancia de ser la primera mujer en ganar el Loewe cómo la valora? Yo me presento a los premios por dinero. Si tuviera dinero suficiente, jamás me presentaría. Los concibo como una suerte de mecenazgo. Ojalá fueran los suficientemente cuantiosos para que los escritores escribiesen lo que quieren y no lo que quieren las editoriales. Pero en este caso me llena de orgullo se la primer mujer en ganar el Loewe, sobre porque el jurado está compuesto exclusivamente por hombres. ¿Ha jugado alguna vez a la Playstation? Sí, me ayuda a desconectar de mis obligaciones, que es muy sano. En realidad, juego mucho más, por la posición de la columna vertebral, con la Nintendo, que es más cómoda, con videojuegos de palabras sobre todo. Y he observado que hay errores ortográficos gravísimos. Y también he percibido cierta censura. Por ejemplo, en algunos juegos de internet la palabra puta no te la aceptan. Tampoco joder. http://www.elcultural.es, 12 de marzo de 2009

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Cristina Peri Rossi me recibe en su apartamento, con vistas a los edificios y terrazas de Barcelona, algunos días incluso se divisa el mar. En diciembre de 2008, la escritora fue galardonada con el prestigioso Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, otra distinción más en su carrera de poeta y narradora. Nacida en Montevideo, Uruguay, el 12 de noviembre de 1941, participó en las revueltas de los años sesenta. Su nombre y su obra fueron prohibidos en su país y tuvo que exiliarse a España en 1972. Debido a sus actividades políticas, dos años más tarde tuvo que emigrar de nuevo, esta vez a París. Regresó a Barcelona en 1974, donde obtuvo la nacionalidad española. Es una de las elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/12


escritoras más reconocidas en el mundo hispanoparlante, asociada al boom de la literatura latinoamericana de los años setenta y ochenta. Como escritora, Peri Rossi ha sido muchas veces pionera, abriendo camino a las escritoras que la siguieron. Su obra abarca todos los géneros: poesía, relato, novela, ensayo, artículos, y ha sido traducida a más de 15 lenguas. Peri Rossi ha creado su propio estilo, su propio lenguaje. Su poesía es audaz, apasionada, corpórea, expresiva, moderna, despiadada. Es el lenguaje seductor del deseo. ¿Cristina, te consideras una persona “libre”? Sí, aunque la libertad absoluta es imposible. Yo me comprometo mucho con las situaciones emocionales, afectivas; la emoción siempre es un compromiso para mí. Por ejemplo, este año la Organización de las Naciones Unidas me invitó a dar una conferencia sobre los sesenta años de los derechos humanos, en reconocimiento a mi labor en la lucha por la justicia, la libertad, la democracia y la igualdad. En este sentido, no soy libre, en la medida en que tengo compromisos éticos, que a su vez implican unos deberes. Esos deberes yo los transformo en deseos, ya que la libertad se logra cuando uno consigue convertir los deberes en deseos. En mi caso el deseo está tan superpuesto al deber que soy muy feliz haciendo las cosas que debo hacer éticamente, y me sentiría muy mal si no las hiciera. Lo que sí siento es una gran libertad para pensar, y para hacerlo con respecto a los prejuicios y las cosas que uno hereda o las ideas propias de una época; además, me interesa mucho ponerlos en tela de juicio. El debate interior se produce cuando la lucha por la libertad perjudica a los intereses particulares o subjetivos. Conozco a escritores y escritoras que no se han comprometido en la lucha contra las dictaduras porque temían que sus obras fueran prohibidas, como ocurrió con las mías. Mi nombre estuvo prohibido en Uruguay durante trece años; una emisora de radio fue cerrada sólo por nombrarme. Durante los trece años de dictadura, mis amistades y mis lectores tuvieron que quemar mis libros porque corrían el riesgo de ser arrestados. ¿Y hay mucha diferencia entre la libertad política y la libertad literaria y personal? La literatura tiene que tener libertad porque es justamente en el arte donde podemos poner las fantasías; incluso las cosas que están prohibidas podemos volcarlas en la literatura. Cuando escribo puedo ser, por ejemplo, un perro. Puedo utilizar la primera persona y trasladarme a otra manera de ser. Suelo hacerlo en la narrativa, donde utilizo mucho la primera persona como instrumento literario para lograr la cercanía con el lector, la identificación. Es una gran libertad para mí poder ponerme, llegado el caso, en el lugar de un hombre. Tengo un relato muy conocido: “Conversación con el ángel” , sobre un hombre casado al cual su mujer abandona por una mujer. Intento meterme en la cabeza de un hombre heterosexual que no entiende nada, que se desespera porque quiere entender y se siente excluido. Esta libertad es, a su vez, también un riesgo de la escritura. Una juega permanentemente a sentir lo que otros sienten, sobre todo en las novelas. Y, a veces, me cuesta volver, separarme del personaje. La cuestión de la identidad del autor y del personaje es un tema interesante. Siri Hustvedt en su ensayo “ Being a Man ” confiesa que en sus sueños es un hombre y que ella escribe desde la perspectiva de un hombre. A veces eso es más fácil, porque escribiendo como mujer se corre el riesgo de hablar sobre una misma. En mi última novela, El amor es una droga dura, el personaje masculino está escrito en primera persona. Manuel Vázquez Montalbán la presentó en Barcelona y Vicente Verdú en Madrid, y recuerdo que luego los dos me preguntaron: “¿Cómo es que te metes tan bien en la cabeza de un hombre?” Es una facilidad que hay que aprovechar –porque si no toda la literatura sería biográfica, aunque siempre hay elementos biográficos–, y también la posibilidad de trasladarse a otra época. Eso a mí me ensancha muchísimo mi libertad.

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Hace exactamente cuarenta años que el mundo se movilizó y emprendió una lucha por la libertad. Tú, que perteneces a la generación del '68, ¿cómo viviste –como testigo y protagonista– la revolución estudiantil en Uruguay? Creo que el '68 no fue tan importante en Europa como en eu y en América Latina. La Revolución cubana del '59 es quizás lo que contribuye a su importancia en América Latina, pues le da una perspectiva de futuro a la revolución y la hace posible, también para Europa. Europa, después de dos guerras mundiales, estaba totalmente deprimida y tuvo que colocar lejos la utopía y la revolución. Régis Debray, un intelectual francés que fue a luchar a Cuba, es un ejemplo de la admiración que se sentía en Europa por estos movimientos revolucionarios, que después tuvieron que pagar el precio de la realidad. Las revoluciones tienen que enfrentarse en algún momento con las condiciones reales, y ahí empiezan a demostrar que no siempre son capaces de sostener sus ideales, que, en último término, no son más que una guía; es muy difícil superar los condicionamientos de la realidad y de la condición humana. Para mí el '68 es un movimiento antiautoritario. En Uruguay, por ejemplo, donde se consiguieron algunos logros, la universidad empezó a ser un órgano autónomo, donde los representantes de los estudiantes eran tan numerosos como los catedráticos. Y también supuso la libertad sexual. Aunque yo, con mi experiencia de izquierdas, te puedo decir que la izquierda es tan reaccionaria en este punto de vista como la derecha. Sí, libertad sexual sí…, para los hombres... Pero no para las mujeres. Quizás lo más terrible es que las mujeres se confundieron. Al permitirles formar parte de la guerrilla, pensaron que estaban en pie de igualdad con los hombres, pero no tuvieron acceso a puestos dirigentes del aparato político. Podían participar fusil en mano, pero a la hora de tomar decisiones ellas no contaban. Fueron usadas como carne de cañón. Además hay otra cuestión de la que no se ha hablado y en la que yo insisto mucho, que demuestra hasta qué punto siguen funcionando las jerarquías patriarcales en el enfrentamiento con el poder: todas las mujeres guerrilleras, al ser arrestadas, fueron violadas. ¡Todas! No se perdonó a ninguna. Y, después, les dieron las mismas palizas y las mataron igual. O sea, la violación sigue siendo utilizada como instrumento de dominación y sobre ello no ha reflexionado la izquierda. Porque las mujeres estaban en calidad de compañeras de los guerrilleros. También pocas mujeres se exiliaron solas. Se exiliaron porque se exiliaba su compañero. Hablando del exilio, ¿cómo ha influido en el escenario de la narrativa contemporánea? Hay toda una corriente de literatura del exilio desde Virgilio, que fue un exiliado. En la Antigüedad era el principal castigo. La corriente de los filósofos pesimistas griegos tiene este aforismo tremendo: “Lo mejor es no nacer. Pero en el caso de nacer, lo mejor es no ser exiliado.” Mientras duren las dictaduras, es una situación muy dolorosa. El exiliado es echado a patadas del lugar donde nació, por lo tanto, vive el exilio como un castigo y una gran pérdida. Los exiliados hemos perdido una guerra, consecuentemente somos los derrotados. El exiliado siente muchos sentimientos encontrados, porque, al salvar el pellejo, puede tener un sentimiento de culpa muy fuerte; yo lo llamo la culpa del sobreviviente. Siente culpa por haber salvado la vida. Por otra parte, se idealiza lo que se ha perdido, porque se ha perdido involuntariamente, como cuando se nos muere alguien. Yo sufrí, sufrí muchísimo, pero no publiqué el primer libro que escribí en el exilio, los poemas de Estado de exilio, hasta veinte años después. No quise publicarlos mientras hubo dictadura. Me parecía que cultivar el dolor era una manera de hacerlo más fuerte. Curiosamente, mientras lloraba porque no estaba en Uruguay, participaba en la vida española diciéndome a mí misma –haciendo honor al internacionalismo socialista– que era lo mismo combatir a Franco que a Videla o a Pinochet, o al dictador de mi país. Y que era lo mismo luchar por el socialismo en España que en Uruguay. Pero lo que sí elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/14


se pierde en el exilio es la historia personal, los nombres y los recuerdos que no se pueden compartir. Por eso todos los exiliados tienden a formar guetos. Nos juntamos, aunque no haya otra afinidad más que la del exilio, para compartir al menos un pasado o las referencias exteriores. En tu poema “Mi casa es la escritura”, y en otros, defines la escritura al mismo tiempo como punto de partida y como meta. Las palabras como ultima ratio, como refugio. ¿Cuál es el poder de la poesía? Yo creo que es donde las palabras recuperan su fuerza primitiva. Como en la poesía están suspendidos el tiempo y el espacio –las dos coordenadas habituales–, estamos en un espacio de nadie y en ningún tiempo –en la eternidad. Ahí las palabras recuperan todo su vigor y toda su fuerza. Además, una palabra al lado de otra puede ganar o puede perder; se contaminan, entran en relación entre sí y eso es un juego. Como en la música. Es que la poesía es música. En la poesía, cada palabra tiene que tener su justificación. La poesía, cuando es buena, no permite que le quites ni le pongas un vocablo. Es como cuando compones una pieza musical, no puedes poner ni un compás de más... Ese rigor, esa economía se dan en la poesía, y en el relato breve también. El relato y la poesía tienen esa exigencia. Te acaban de otorgar el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe por tu libro Playstation. ¿Cuál es el mensaje de este libro? Es un libro muy, muy duro, un libro completamente urbano, de una gran soledad. Este libro sí que es completamente autobiográfico. Eso quiere decir que cada poema cuenta una historia pequeña. Uno de los poemas que tiene más éxito se titula “Punto de encuentro” y en él cuento irónicamente algo que me ocurrió, apenas transformado. Entro en un sex shop muy grande, cerca de mi casa. No había nadie; estaba lleno de objetos –enorme, una superficie inmensa– y me encuentro con un colega de la universidad. Era la única persona que había, un profesor de filosofía. Los dos nos sentimos un poco turbados y nos pusimos a hablar de la polémica entre Locke y Hobbes. Mientras él habla de mi último libro de poemas, yo pienso que él está deseando meterse en la cabina para masturbarse y yo estoy deseando comprar una película porno. Playstation es la desmitificación de todos los rituales de la vida urbana. Es un libro con el que todo el mundo se ríe, pero es porque estoy diciendo lo que todo el mundo piensa y no es correcto decir. Es un libro muy, muy incorrecto. En este libro no hay ningún poema de amor, cosa insólita en mí. Hay una profunda soledad en el libro, pero es la soledad del individuo contemporáneo en las grandes ciudades, en la que terminamos jugando con la playstation. Crea menos problemas, ¿no? La Jornada Semanal, núm. 736, 12 de abril de 2009

testimonios BBLLAAN NCCAA VVAARREELLAA DAMA DE BLANCO EL POEMA ES MI CUERPO esto la poesía la carne fatigada el sueño el sol atravesando desiertos

los extremos del alma se tocan

y te recuerdo dickinson precioso suave fantasma errando tiempo y distancia en la boca del otro habitas caes al aire eres el aire que golpea con invisible sal mi frente los extremos del alma se tocan se cierran elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/15


se oye girar la tierra ese ruido sin luz arena ciega golpeándonos

corazón. Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmines, cinabrios. Peligrosos, envenenados círculos de fuego irreconciliable.

así será ojos que fueron boca que decía manos que se abren y se cierran vacías

¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte? ¿Al único sueño? La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés y alto) es una falsa noticia.

distante en tu ventana ves al viento pasar te ves pasar el rostro en llamas póstuma estrella de verano y caes hecha pájaro hecha nieve en la fuente en la tierra en el olvido y vuelves con falso nombre de mujer con tu ropa de invierno con tu blanca ropa de invierno enlutado Letras Libres, abril de 2001

ÚLTIMO POEMA DE JUNIO

PIENSO EN ESA FLOR QUE SE ENCIENDE EN MI CUERPO. La hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores? Preciosismobienvestido, muertodehambre, vaderretro.

Se trata simplemente de heridas congénitas y felizmente mortales. Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies. Y además estas manos y estos dientes, para mostrarlos estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos. Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia cabeza, la aterciopelada corona del escarnio: un sombrero de fiesta, inglés y alto, listo para saludar lo invisible. Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi

Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante y negra como una aguja que atraviesa un collar de ojos recién abiertos. Todos míos, todos ciegos, todos creados en un abrir y cerrar de ojos. El dolor es una maravillosa cerradura. Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira mirar. Arte blanca: cerrar los ojos y vernos. Ver: cerrar los ojos. Abrir los ojos: dormir. Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades de la luz y del tiempo. Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y el otoño es una torpe caricia que mutila el rostro más amado. Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te conviertes y, a veces, en imprudente y oscuro recuerdo. Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en el olvido para asaltarme siempre. Eres la esfinge que finge, que sueña en voz alta, que me despierta.

UNA VENTANA

VUELVO A CONTAR MIS DEDOS.

(La flor helada, la desconocida cabeza que me acecha se descuelga y da voces.) Yo miro las paredes y sus frutos redondos y veloces, hago cálculos, sumo piedras, cenizas, nubes elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/16


y árboles que persiguen a los hombres y perlas arrancadas de malignos estanques o de negros pulmones sepultados y horriblemente vivos. La araña que desciende a paso humano me conoce, dueña es de un rincón de mi rostro, allá anida, allí canta hinchada y dulce entre su seda verde y sus racimos. Afuera, región donde la noche crece, yo le temo, donde la noche crece y cae en gruesas gotas, en mortales relámpagos. Afuera, el pesado aliento del buey, la vieja fiebre de alas rojas, la noche que cae como un resorte oscuro sobre un pecho.

SUPUESTOS EL DESEO ES UN LUGAR QUE SE ABANDONA la verdad desaparece con la luz corre-ve-y-dile

es tan aguda la voz del deseo que es imposible oírla es tan callada la voz de la verdad que es imposible oírla calor de fuego ido seno de estuco vientre de piedra ojos de agua estancada eso eres me arrodillo y en tu nombre cuento los dedos de mi mano derecha que te escribe me aferro a ti me desgarra tu garfio carnicero de arriba abajo me abre como a una res y estos dedos recién contados te atraviesan en el aire y te tocan y suenas suenas suenas gran badajo en el sagrado vacío de mi cráneo. ***

CCRRIISSTTIIN NAA PPEERRII RRO OSSSSII DESPUÉS

Y AHORA SE INICIA

la pequeña vida del sobreviviente de la catástrofe del amor: Hola, perros pequeños, hola, vagabundos, hola, autobuses y transeúntes. Soy una niña de pecho acabo de nacer del terrible parto del amor. Ya no amo. Ahora puedo ejercer en el mundo inscribirme en él soy una pieza más del engranaje. Ya no estoy loca.

ERÓTICA

TU PLACER ES LENTO Y DURO

viene de lejos retumba en las entrañas como las sordas sacudidas de un volcán dormido hace siglos bajo la tierra y sonámbulo todavía Como las lentas evoluciones de una esfera en perpetuo e imperceptible movimiento Ruge al despertar despide espuma arranca a los animales de sus cuevas arrastra un lodo antiguo y sacude las raíces Tu placer lentamente asciende envuelto en el vaho del magma primigenio y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo y muge la garganta de un terrón extraído del fondo como una piedra. Tu placer, animal escaso.

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ESCORIACIÓN

LAS PALABRAS SON ESPECTROS

costado del cuerpo. Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas, donde la sal duele, y arde el yodo, que corre todo a lo largo del buque, que deja pasar la espuma, que tiene un ojo triste en el centro. En la actividad de navegar, como en el ejercicio del amor, ningún marino, ningún capitán, ningún armador, ningún amante, han podido evitar esa suerte de heridas, escoriaciones profundas, que tienen el largo del cuerpo y la profundidad del mar, cuya cicatriz no desaparece nunca, y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones, de otras travesías. Por el número de escoriaciones del buque, conocemos la cantidad de sus viajes; por las escoriaciones de nuestra piel, cuántas veces hemos amado.

piedras abracadabras que saltan los sellos de la memoria antigua

HERIDA QUE QUEDA, LUEGO DEL AMOR, AL

LAS PALABRAS SON ESPECTROS

Y los poetas celebran la fiesta del lenguaje bajo el peso de la invocación Los poetas inflaman las hogueras que iluminan los rostros eternos de los viejos ídolos Cuando los sellos saltan el hombre descubre la huella de sus antepasados El futuro es la sombra del pasado en los rojos rescoldos de un fuego venido de lejos, no se sabe de dónde.

zonas FFAALLLLEECCIIÓ Ó PPRRIIM MEERRAA M MU UJJEERR GGO B E R N A D O R A E N E L OBERNADORA EN EL PPAAÍÍSS:: GGRRIISSEELLD DAA ÁÁLLVVAARREEZZ PPO ON NCCEE D DEE LLEEÓ ÓN N Griselda Álvarez Ponce de León, primera mujer gobernadora (Colima) en México, falleció el jueves por la noche en su casa del Distrito Federal a la edad de 96 años. La destacada maestra, escritora y política nació en Guadalajara, Jalisco, el 5 de abril de 1913. Griselda Álvarez tuvo como cuna una familia con tradición política en Colima. Su bisabuelo fue el general Manuel Álvarez, primer gobernador del estado y constituyente en 1857;

mientras que su padre, Miguel Álvarez García, también gobernó esa entidad. Como servidora pública ocupó diversos cargos públicos con los ex presidentes Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Ernesto Zedillo. En 1976 fue electa senadora de la República por Colima y en 1979 fue postulada como candidata en esa entidad por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Popular Socialista (PPS). […] Además, a principios de la década de los ochenta, el entonces presidente Miguel de la Madrid la nombró la Mujer del Año. En 1996 recibió la Medalla Belisario Domínguez, máximo galardón que otorga el Senado de la República. En 2002, fue creado en su honor el Instituto Griselda Álvarez A.C., cuyo propósito es buscar la equidad de género a través de una mayor participación y fortalecimiento de las mujeres

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líderes en la toma de decisiones de política pública. En el campo de la academia también tuvo una amplia trayectoria: estudió para maestra normalista y obtuvo el título de licenciada en Letras Españolas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con mención honorífica. Cursó estudios en estadigrafía y biblioteconomía; fue directora general de Acción Social de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y de Trabajo Social de la Secretaría de Salubridad y Asistencia. El Universal, 27 de marzo de 2009

GGRRIISSEELLD DAA ÁÁLLVVAARREEZZ:: D DEELL SSO ON NEETTO O AALL PPO OD DEERR GGuuaaddaalluuppee GGóóm meezz Q Quuiinnttaannaa

Primera gobernadora del país Griselda Álvarez Ponce de León, primera gobernadora constitucional de México, tiene 95 años, pero ni la edad ni sus padecimientos físicos detienen su empeño en "matar un búfalo a mordidas", como le decía su abuela cuando la veía empeñada en algo. Ahora lucha por su salud, luego de una vida dedicada a otras batallas. Entre ellas, su afán porque las mujeres participen en la política en condiciones de igualdad con los hombres. Primera gobernadora en la historia de México, promotora de las acciones feministas dentro del cerrado ámbito de la política nacional, Griselda aún escandaliza por hablar de sus preferencias políticas, como en las pasadas elecciones presidenciales, acude cada de que su salud lo permite a conferencias o manda en su representación a su hijo Miguel, opina sobre la política y está siempre dispuesta a compartir sus saberes, aunque los años le impongan el reposo. Nació, recuerda en sus memorias, enmedio de los opuestos polos en que se ha debatido siempre la nación: por un lado, la tradición conservadora y, por la otra, el impulso renovador que caracteriza al liberalismo. Es descendiente de una familia colimense que sabe lo que es el poder y la política: su padre, Miguel Álvarez García de Alba, fue

gobernador de Colima y su abuelo, el general Manuel Álvarez, Constituyente de 1957 y primer gobernador de la entidad y por ello Benemérito en Grado Heroico. Por eso Griselda Álvarez supo desde muy pequeña que con carácter era posible navegar, aun contracorriente. Su condición femenina, lejos de significar la sumisión, le proporcionó las herramientas para "picar piedra" dentro de la inhóspita mina donde se reparte el poder. Obtuvo el título de maestra normalista y continuó en la Escuela Normal de Especialización, en donde se graduó como maestra especialista en débiles mentales y menores infractores. Impartió cátedra hasta 1951. Después, se graduó también en Letras Españolas, en la Universidad Nacional Autónoma de México, combinando su trabajo como funcionaria pública y sus deberes como ama de casa. Estudió también estadigrafía, biblioteconomía e idiomas. Como funcionaria pública, trabajó en la Dirección General de Acción Social, la Secretaría de Educación Pública, la Dirección General de Trabajo Social, Secretaría de Salubridad y Asistencia, Instituto Mexicano del Seguro Social y en la Secretaría de Turismo. Dentro de los cargos de elección popular, fue Senadora por Jalisco, de 1977 a 1979 y llegó a ser la primera mujer que gobernó un estado de la República. Su llegada a la gubernatura de Colima sucedió, dice, no por un "dedazo" de Luis Echeverría Álvarez, sino por su labor de cabildeo, alianzas y redes de apoyo que, junto con la decisión popular, hicieron posible que una mujer feminizara el vocablo gobernador. Reconoce que junto a su carrera política estuvo acompañada por hombres, como Luis Echeverría, Carlos Sansores Pérez, Porfirio Muñoz Ledo, Fidel Velásquez, José López Portillo, pero también por mujeres, como Hilda Anderson, Martha Andrade del Rosal, con quienes se hermanó para avanzar y sortear las trampas del machismo.

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Sin falsa modestia, cuenta en sus memorias, publicadas en 1992 por el Fondo de Cultura Económica y la Universidad de Colima, cada uno de los trabajos que realizaron las y los colimenses a favor de las mujeres. Y, cada vez que se le pregunta sobre su gestión, vuelve a enumerar las acciones de seis años, de 1979 a 1982 como gobernadora. Su trabajo político y sus esfuerzos a favor del reconocimiento de la labor de las mujeres la hizo merecer, en 1996 de la Medalla Belisario Domínguez, máxima presea que otorga el Senado de la República. Su trabajo como funcionaria pública no terminó en el retiro por edad, pues hasta hace muy poco, doña Griselda operaba en la Secretaría de Turismo como asesora en cultura. Del soneto al poder Griselda Álvarez ha sido capaz de escribir un delicado soneto de amor y leerlo con pausa y ternura, como la vi hacerlo frente a la pareja que por años conformaron José Luis y Bertha Cuevas, lo mismo que dar una orden inapelable para manejar "voluntades ajenas". Su carácter, firme, nunca titubeante, más la educación de sus emociones (que ella considera una herramienta fundamental), le resultaron de gran ayuda para gobernar. Una aprende a ser de una pieza, ha dicho en reiteradas ocasiones, aunque el corazón sienta otra cosa, porque para la política se requiere firmeza y decisión. Y lo que su corazón siente quedó dicho en su literatura: Cementerio de pájaros (1956), Dos cantos (1959), Desierta compañía (1961), La sombra niña (1965), Letanía erótica para la paz (1963), Anatomía superficial (1967), Estación sin nombre (1972). Por su trabajo literario obtuvo varios reconocimientos: El Premio Sor Juana Inés de la Cruz, por su cuento Tiempo presente; La Flor Natural, por su poema Canto al maíz; el Primer lugar en el Concurso a la Madre, en 1958, entre muchos otros.

Retrato de familia En su vida como política, Griselda Álvarez no pudo evadir la soledad que acompaña al poder. Sus seis años como gobernadora los vivió sola en la casa de gobierno de Colima. Ella misma lo describe así en un soneto: "No sé si fue pírrica victoria / que ahora reflexiono y aquilato: metí amor y familia en un retrato y fue el poder la línea divisoria". Considera que uno de los momentos más difíciles en su carrera política fue el anuncio de la muerte de su hermana, el mismo día en que tomó posesión como gobernadora, un 1º de noviembre, pues sus sentimientos estaban divididos entre la alegría del triunfo y la tristeza ante su tragedia personal. Hoy, sin embargo, obligada a permanecer en su casa, es su hijo el vínculo con el exterior, el lazo familiar que extiende su opinión hasta quienes desean oírla. Él es sus pasos y su voz. Acudió así el doctor Álvarez el 23 de enero del año pasado a la Universidad de las Américas, en Puebla, en su representación para Instaurar la Cátedra de Estudios de Género "Griselda Álvarez" que fomenta la investigación, docencia y vinculación con diversos organismos para el desarrollo y ejecución de políticas a favor de las mujeres. Hasta ahí llevó la palabra de doña Griselda, quien afirmó: "nacer mujer es un inmenso reto". www.criterios.com/modules.php?name= Noticias&file=article&sid=13585

ANATOMÍA SUPERFICIAL OREJA, MANO, BRAZO, PIERNA, OJO, tu mitad que se ajusta con la mía en la superficial anatomía donde corren tu audacia y mi sonrojo. Para la sed, en tu belleza mojo los ojos insolados de alegría y convencida de mi paganía el árbol del asombro te deshojo. Apariencia no más. Por dentro explora tu oscuridad, tu sal, tu vericueto, elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/20


virus, microbio, célula y espora; sangre y poder total es tu sujeto: la fealdad adentro te decora y te tiembla de muerte el esqueleto.

Anatomía superficial, 1967 BALANCE TANTO PUGNAR POR DEFINIR LA VIDA, tanto por detener el tiempo breve por sostener el pulso que nos mueve por dejar testimonio de la huida. Y ver la primavera malparida o el verano febril que nos remueve, el otoño temblón que nos conmueve y el invierno en su muerte desceñida. Después, hacer balance de improviso: el recuento de pasos, el minuto, ayer como hoy relámpago sumiso. Y pagar de rodillas el tributo que se nos cobra en término preciso al desprender de la carroña el fruto.

Estación sin nombre, 1972 ***

M MAARRCCO O AAN NTTO ON NIIO OM MO ON NTTEESS D DEE O OCCAA FFU UEE CCRREEAAD DO ORR D DEE U UN NAA PPO OEESSÍÍAA D DEE AALLTTO OSS VVU UEELLO OSS Marco Antonio Montes de Oca fue creador de una poesía de altos vuelos, singularísima y de inigualable capacidad imaginativa en la lírica mexicana del siglo XX, afirmó el poeta Enrique González Rojo durante el homenaje póstumo que se le rindió ayer domingo

al autor de Ruina de la infame Babilonia en el Palacio de Bellas Artes. En la Sala Manuel M. Ponce, que estuvo abarrotada hasta los pasillos, el ganador del Premio Xavier Villaurrutia 1976 aseveró que “para descubrir el portento de las capacidades líricas de Montes de Oca basta abrir una página de cualquiera de sus libros y con ello también comprobar porqué lo definieron como uno de los más extraordinarios poetas que ha dado nuestra patria”. Enzia Verduchi, titular de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, en su calidad de moderadora de la mesa, subrayó que el maestro Montes de Oca es, sin duda, una de las más altas voces de la literatura mexicana y uno de máximos innovadores de la poesía moderna. Luego dio lectura a un texto enviado por el poeta Eduardo Lizalde en el que destacó: “Marco Antonio Montes de Oca es nuestro Vicente Huidobro; el jefe de una especie de nuevo y brillante e inimitable creacionismo. Nuestro minimalista mayor, como lo es ahora en su reino el compositor Philip Glass”. El también director de la Biblioteca de México “José Vasconcelos” destacó que mucha tinta ha de verterse sobre la poesía de Marco Antonio Montes de Oca, que cuenta entre los mayores en este país y en este continente de grandes poetas. Desde el principio destacó con una obra de originalidad y potencia verbal inéditas, que mereció el reconocimiento de la crítica y de poetas como Octavio Paz. Arturo González Cosío, poeta y amigo desde la juventud del homenajeado, agradeció la invitación a participar en el justo homenaje para honrar a uno de los grandes poetas de México. “Su obra es testimonio de una inusitada capacidad estética, cuyo rostro puede ser seguido desde el primer poema que publicó a los 21 años de edad y hasta los últimos que estén por publicarse”. Enrique González Rojo, otro de sus contemporáneos que contribuyó a la creación del movimiento de los poeticistas, aseguró que su elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/21


poesía es de altos vuelos, singularísima y con una inigualable capacidad imaginativa dentro de la poesía mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Aclaró que el poeticismo es sólo uno de los ingredientes de una poesía que tuvo influencias del impresionismo y el barroquismo, en donde Montes de Oca derramó cascadas de metáforas que lo llevaron a ser considerado como uno de los más extraordinarios poetas que ha dado nuestra patria. En su turno, el también poeta Sergio Mondragón manifestó que Montes de Oca es el pionero de la nueva poesía que se escribe en México en las décadas de 1950 y 1960. Autor de una de las obras más originales y extensas de la poesía mexicana, con poco más de 30 libros de poesía de su autoría. Víctor Manuel Mendiola, poeta, ensayista y editor, refirió por su parte que ningún poeta mexicano ha reseñado como Marco Antonio Montes de Oca mundos insólitos y con ese don de la magia en sus metáforas. “Desde sus inicios arrolló a la poesía mexicana con una fuerza enorme en su lírica”. A su vez, el poeta y periodista Agustín Jiménez resumió que la poesía de Marco Antonio Montes de Oca es espléndida y esplendorosa. “Lo admiro como una de las voces más sobresalientes de las letras hispánicas y debemos agradecerle la enorme felicidad que nos prodigó a través de su obra”. A través de un video, los presentes pudieron disfrutar de la imagen y voz del poeta homenajeado, quien recitó su propia poesía y narró pasajes de su prolífica vida. Sus cuatro hijas: Mercedes, Gabriela, Alejandra y Ana Luisa, su sumaron a los prolongados aplausos que tributó el público al poeta que falleció el 7 de febrero pasado, pero cuya obra quedó para la posteridad. (Conaculta) www.arts-history.mx/semanario/ index.php?id_nota=06042009142205 ***

EELL TTRRO OVVAAD DO ORR D DEE LLAA VVÍÍAA M MÍÍSSTTIICCAA:: [ 1 [ 1 [ 1 LLAA PPRREESSEEN NCCIIAA D DEESSIIEERRTTAA,, ]]] D DEE JJAAVVIIEERR SSIICCIILLIIAA M Maannuueell LLaavvaanniieeggooss

“…cuando solos, en medio de la noche, despojados de todo aquello que creímos ser, muy pobres y desnudos, tal cual somos, sentimos nuestra sola y fiel presencia, si sabes escuchar podrás oír su voz que canta y nutre nuestra vida presente y la redime;…”[2]

Al entrar en contacto con la obra de Javier Sicilia (México, 1956) de inmediato nos damos cuenta de que nos encontramos con el bosque en llamas y, a la vez, con el espacio vacío, “descombrado”, que tienden las palabras/imágenes de un “poeta pensante”, que ha decidido internarse por la vía del Canto espiritual o místico como la única senda posible para expresar algo de aquella hondura, insondable en su resplandor, por la que se ha abismado; y esto es “piedra de escándalo”. Hace apenas algunas semanas, se difundió la noticia de que le ha sido concedido el “Premio de Poesía Aguascalientes-2009” a Javier Sicilia, lo cual hay que celebrar por partida doble, tanto porque es uno de los más prestigiados entre los escasos reconocimientos que tiene lugar en nuestro actual y hostil contexto del arte, si cabe, al más marginal de todos, el de la poesía [tal escribiera Wislawa Szymboroska: “No ser un púgil, Musa, es como no ser nada.”]; como, por otra parte, que el acertadísimo otorgamiento habla muy bien de un jurado que, con meditada valentía, supo elegir por encima de lo política e ideológicamente “correcto”, tomar con la mano esa piedra de escándalo que trae aparejada la trayectoria de la escritura del poeta. ¿Por qué afirmamos lo anterior? Aunque a la espera de la publicación de la nueva entrega del autor, contamos con la excelente edición de su obra reunida en La presencia desierta, Poesía 19822004, testimonio de su persistente andadura poética a lo largo de veintidós años y compilación de siete concentrados libros, que en su nota introductoria nos advierte: “Cuando escribí elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/22


Permanencia en los puertos (1982) me propuse reunir bajo el título general de La presencia desierta, la poesía que a lo largo del tiempo escribiría. De alguna forma, con este primer libro, que expresa el profundo y oscuro misterio que entonces trabajaba en el alma, y con el título que había concebido para reunir en un futuro mi obra, había encontrado la fuente de mi poesía: el misterio de Dios en el alma. Pues sólo una presencia que en sí misma posee el despojamiento del desierto puede contenernos a todos en su pobreza.”[3] Es decir, J. Sicilia, está declarando que todos los tópicos posibles que entraron y entrarán sucesivamente en su escritura, caben en un único tema absoluto: el de “Dios” en el “Alma”, relación, intrincamiento de lo uno en lo otro, que es en sí mismo un misterio; y que la iniciación continuada en ese misterio se halla tanto al comienzo [fuente] como al final o meta [reflujo que vuelve a brotar o “eterna detención”] de todo su poetizar. “Dios” y el “Alma”, las dos imprescindibles polaridades que articulan durante todas las épocas del mundo, en su tensión, la experiencia religiosa; lo que en este caso implica un poetizar que no puede ser disociado de su dimensión sagrada, de una vocación que intenta comunicar al lector la radical experiencia de su contacto con lo divino, del “tocar a Dios” que según Massimo Cacciari[4] caracteriza, desde Plotino, el “ékstasis” de la vivencia estética que pone en su núcleo el alzamiento de la visión mística, en la que el eros se orienta al contacto con el Amado. Poesía, por lo tanto, que no puede ser arrancada de su intertextualidad con los libros religiosos sobre los que medita y abre su “brecha” laborándolos. Y, ello, es lo que se presta a escándalo en un medio intelectual e ideológico que tiende, cada vez más, a precintar todo contenido que pueda oler a “religioso” bajo el estigma de la burda oposición entre un integrismo ateísta y un fundamentalismo religioso, mismo que priva en la opinión pública; la vieja disputa dieciochesca entre liberales “quemacuras” a ultranza y rígidos “mochos” derechistas, no hace sino opacar y distorsionar toda la vastísima gama de manifestaciones

humanas que se despliega en la fenomenología de lo religioso. Para no hablar, asimismo, del proliferante mercado esotérico/gnóstico “posmoderno” que oferta todo tipo de “iluminaciones instantáneas”, cuanto más exóticas mejor, y que termina disolviendo todo auténtico anhelo de “más allá” [dice E. Bloch: de “lo que aún no es”] en una mera opción individualista entre sucedáneos de consolación evasiva. Este contexto cultural regresivo [del que el Papa Ratzinger forma parte beligerante] contrasta radicalmente con los significativos resultados alcanzados por la investigación crítica humanística de los siglos XIX y el XX que arriban, por distintos caminos, a la comprensión de la experiencia religiosa del hombre como una estructura ontológica o transhistórica, con innumerables formaciones histórico/culturales específicas de manifestación[5], y no como una etapa histórica [primitiva, pre-lógica, inmadura] superable por el reino del discurso científico como la pensaron el positivismo y el materialismo, anclados estos últimos, paradójicamente, en un dogmatismo racionalista. Excusándome de la anterior digresión, sin embargo, creo que sólo deslindando ese marco polémico estrecho de rebajamiento de los contenidos religiosos, estamos en condiciones de aproximarnos, con un mínimo de claridad, de receptividad, a la materialidad simbólico/literaria de los textos místicos confeccionados en el seno de las tradiciones religiosas tanto occidentales como orientales; y al interior de éste, el más “transgresivo” de los cauces de la discursividad sagrada, a menudo tachado de “herejía” por la institucionalidad inquisitorial de las Iglesias; poder, entonces, aquilatar la peculiar intensidad cualitativa de la poesía confeccionada, dentro de su oleaje, por Javier Sicilia. “No espero nada del mundo, no aprendo nada, no quiero nada, no tengo necesidad, por la gracia de Dios, ni del bien ni de la autoridad de nadie. Así Padre mío, escapo a todas vuestras contiendas.” Así escribía Blaise Pascal [1623-1662] en uno de sus audaces Pensées, con lo que, de inmediato, elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/23


pone en acción el componente de “Umbral” y “Transgresión” propios del Sujeto-místico[6]; a lo que también se le llama seguir el sendero de la “teología negativa”, del “vaciamiento del alma” [Maestro Eckhart, 1260-1327]. Pues se tendrá que ir prescindiendo purgativamente de las ideas preconcebidas, de sus habituales gustos y sentimientos, de su “natural” captación del mundo, incluso de los argumentos teológicos y filosóficos, para cruzar el umbral y transgresivamente llegar hasta lo “inconcebible”, “lo indecible” y quedarse “con un no saber sabiendo, toda ciencia trascendiendo” [San Juan de la Cruz, 1524- 1591]. Se trata de un proceso/instante de metamorfosis radical de la personalidad del místico para ser uno en Dios, en el cual el hombre transita de lo temporal y terrenal a lo divino y celestial; la experiencia de la indistinción entre el sujeto y el objeto como divinización del alma en el “amoroso lance” de fusionarse con lo Totalmente Otro. En este sentido, el cántico, el poema, traza con sus signos/iconos – a través de las figuras del oximoron, la hipérbole, la paradoja, tan caras para al texto místico – el dinámico pasaje concomitante de una “boda mística” [en el que el alma, según el Maestro Eckhart, se feminiza para ser, como la matriz, el “recipiente” vacío donde reverbera la luz del Amado] que es, simultáneamente, por fin, la celebración en el reposo, de la connuntio oppositorum de las dimensiones del Ser. Estas nupcias sagradas, eróticas, poéticas y espirituales a la vez, que trascienden todas las oposiciones existenciales [luz-oscuridad, cielotierra, masculino-femenino, bien-mal, placer-dolor, finito-infinito, vida-muerte, tiempo-eternidad] habituales para la inteligencia diurna del mundo profano, así como todas las antinomias metafísicas del discurso teológico, – bodas entre pobreza del existente y la plétora del Ser a las que tan sólo se accede bajo el velo de la “noche sosegada” del rapto místico en Dios y de las que constituyen un clímax impactante las versiones el Cantar de los cantares en el Antiguo Testamento y el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz – en realidad, se encuentran siempre realizándose en todos los

sermones y plegarias de los escritores místicos; y , por supuesto, asistimos a ellas, una y otra vez, custodiadas como preciosa memoria, a lo largo de la obra poética de Javier Sicilia. Por ejemplo, hay un poema en Vigilias [1994], en el que se alude al simbólico himeneo de forma directa, “Las bodas místicas”. Se trata de una sacra conversación entre Jesús y María Magdalena, arranquémosle tan sólo un fragmento: María Magdalena.- Hoy conozco delicias más profundas que el dolor; si es mi cuerpo lo que siento o el Tuyo, no lo sé. No sé si es gozo o dolor lo que corre por mis labios; hoy conozco delicias más profundas que el temor: Tu caricia es un gran viento que sacude mi piel y me extravía, Tus labios un tañido de salterio donde encuentro el olvido de mi misma; hoy conozco delicias más profundas que el amor: si Tu cuerpo no es el Reino no sabría, mi Amor, que son los Cielos, ni el sueño donde al fin confluye, ni la alta desnudez del Paraíso.”[7]

“Esta voz y esta conciencia son las del sujeto místico” – escribe Bernard Sesé acerca de los poemas de San Juan de la Cruz. “Son las tuyas y las mías, o las de cada uno de nosotros, en la medida en que el sujeto-místico, universal y desprendido de todo (“desarrimado de todo”) puede albergar a todos los que consiguen llegar a él o parecérsele, o al menos aspiran a ello.”[8] Pues, el canto del trovador errante o del “Peregrino Querúbico” – Cherubinischer Wandersman de Angelius Silesius [1624-1677] que persigue al ángel y aún le traspasa –, se exilia de todo territorio conocido y de sus fronteras, transgrede las propias señas de identidad de su yo, es un “canto poseído” y de “comunión total”; es una voz que se desdobla, que se interpela a sí misma [“¿qué pides que buscas alma mía?”], enajenada en la unión transformadora del amor [“amada en el Amado transformada”]. Continua B. Sesé: “Esta ‘salida de sí’ puede estar representada por el cambio de personalidad operando por diversos modos de transgresión; el sujeto místico, tan pronto es un elpoemaseminal 131-132/ mar.-abr., 2009/24


hombre como una mujer, o un pájaro, o bien el alma. El ‘Yo’ místico, como el ‘Yo’ poético, no coincide con el ‘Yo’ histórico o biográfico. < ¿Soy yo? ¿Eres tú? Resultarían entonces dos Dioses. ¡Lejos de mí el afirmar a ‘dos’! > decía Hallả j. Su famosa proclamación ‘Yo soy Dios’ le valió la condena a muerte. Toda transgresión se asemeja a un sacrilegio. A esta ‘salida de sí’, a este éxodo, invita el final exaltado de la Oración de alma enamorada”.[9] En un fragmento de Resurrección [1995], J. Sicilia escribe: “…si Tu cuerpo desnudo me destaza, si el fuego de Tu flama me enciende en luz, me abrasa, si Tu resurrección me sobrepasa, no hay muerte, Amado mío, sólo este ser que somos y en Ti hallamos, este dejar vacío el sitio que habitamos olvidarse del barro que ocupamos y encontrar nuestra forma que es la Tuya; si me entrego a Tu Amor sólo existe Tu norma, Tu desnudo esplendor, Tu cuerpo que es el mío, mi Señor, Tu cuerpo que es el de otro, Tu cuerpo, el de mi padre, siempre el Tuyo, Tu cuerpo, oscuro potro, Tu cuerpo, cual arrullo, Tu Cuerpo, el mío, el de otros, siempre el Suyo: el del Padre y el Hijo, el del Espíritu; Tu Cuerpo luz fuego y amasijo; Tu Cuerpo de Jesús, oh Cuerpo transformado por la cruz, donde todos estamos (oh Madre de esta noche, Rey del alba, oh Cuerpo do saciamos nuestra sed; sal y malva, Pastor de nuestros muertos que nos salva) y gozamos el fuego de todo Tu esplendor, y más amados en el humilde ruego del amor, más deseados, nos hallamos en Ti transfigurados. Aleluya, Aleluya.”[10]

Con la proclama y la firme como humilde voluntad de “presencia desierta” para definir su existencia poética, Javier Sicilia se encuentra coincidiendo con la visión de la notable pensadora española

María Zambrano [1904-1991], quién en su famoso texto: Filosofía y poesía[11] – por cierto, escrito en Morelia, en 1939 durante su exilio en México – escoge las mismas nociones para diferenciar la entrega “despojada” y enamorada del poeta frente a la violenta voluntad de posesión y dominio del Ser que pretende el filósofo. María Zambrano escribe: “Y para ello, se mantiene el poeta vacío, en disponibilidad, siempre. Su alma viene a parecer un ancho espacio abierto, desierto. Porque hay presencias que no pueden descender en lo que está poblado por otras… Desierto, vacío; porque sólo cuando esa presencia llegue, llegarán con ella todas las demás; sólo con su plenitud y su luz, cobrarán cuerpo y sentido las cosas.”[12] La disponibilidad y el vacío del poeta místico pasa, sin embargo, por el hundimiento en la siniestra “noche de la noche del mundo” de la actual historia [“Kaliyuga” que le llama el hinduismo], aunque ésta adquiera “…el batir del viento que arrastra colillas, bolsas, latas, el olor a diesel y otros restos de la noche”[13] y la avenida del “Paseo Cuauhnahuac” sea Patmos, y se interrogue, como Juan, sobre el sentido repetido de todos los Apocalipsis. La experiencia del místico se halla sobre todo ante la encrucijada esencial del hombre entre el tiempo y la eternidad, entre la vida y la muerte; y, para nuestro poeta, la invocación no se presta a equívocos: Pues por él el secreto de Tu kenosis Trina se ha mostrado, por él, oh tan Discreto, Tu Verbo enamorado en nuestra oscura carne se ha encarnado; y en Él se transfigura el mundo con sus ruinas y su sombra;…”[14]

El presente pálido apunte tan sólo es una invitación al lector a la meditación, y porqué no a la oración, con los siete libros que componen La presencia desierta, en los que milagrosamente opera la transgresión: “…matando, muerte en vida la has trocado”.

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Notas [1] Javier Sicilia, La presencia desierta, Poesía 19822004, FCE, México, 2004. [2] Idem., p. 149. [3] Idem., p. 9. [4] Massimo Cacciari, “Tocar a Dios” en, A. V., Lo santo y lo sagrado, (Ed. Félix Duque), Trotta, Madrid, 1993; pp. 139 a 150. [5] Véase, por ejemplo, Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, Era, México, 1992. También, G. Van der Lew, Fenomenología de la religión, FCE, México, 1975. [6] Véase, Bernard Sesé, “Poética del sujeto místico según San Juan de la Cruz” en, A. V., Hermenéutica y mística: San Juan de la Cruz (Eds. José Ángel Valente y José Lara Garrido), Tecnos, Madrid, 1995; pp. 81 a 98. [7] J. Sicilia, Idem. pp. 84 y 85. [8] B. Sesé, op. cit. 81. [9] Idem. p. 90. [10] J. Sicilia, Idem., p.132. [11] María Zambrano, Filosofía y poesía, FCE, México, 2001. [12] Idem., p. 108. [13] J. Sicilia, op. cit., p.220. [14] Idem., p. 71.

www.lajornadamorelos.com/suplementos/corr eo-del-sur/73916?task=view

EL TERCERO LOS AMANTES CONTEMPLAN EN EL OTRO LO ABIERTO –no la noche aparente que miramos nosotros con ojos invertidos, temerosos de entrar en sus abismos, como si reteniéndonos pudiéramos eludir el camino hacia el misterio, sino lo Abierto, donde libres avanzan como avanzan los ríos– y olvidados de sí descubren en el otro lo Puro, virgen de todo lo aparente, como si en él, en su finita geografía, conocieran lo inmenso. ¿Qué gracia les otorga esa mirada, ese fluir sin deseo de conquista,

obedientes al flujo de su pura proximidad? ¿Qué los hace posibles, a ellos que se miran frente a frente y sienten el destino de su completud, su suave comunión? No lo saben, quizás –tan extasiados viven en la respiración del infinito que sólo el resplandor los ilumina–, pero entre uno y otro, en el “nosotros” de sus desnudeces, en ese “¿quién soy yo, quién eres tú?”, que sus labios pronuncian al oído, extasiados de sí, hay un tercero siempre, que ávidos recorren sobre la geografía de su carne, ciegos de luz, y nombran al decirse “amor”. Ni siquiera podrían ya reconocerlo en el rostro de un niño alado, en la paloma abierta como un deslumbramiento a mitad de la noche, en la pequeña luna levantada día tras día sobre el altar del templo, y, sin embargo, él está allí diciéndose en el enlazamiento de los cuerpos, en el borde sagrado de sus precipitaciones, en la celebración del gemido que acoge lo inefable convocando lo Abierto, y a el encarnar al dios en su trina intimidad nos dicen el anuncio de nuestra dicha en él, como si entre ellos, desbordados de fuego en el umbral de sus cuerpos, el dios prefigurara nuestra resurrección. De Tríptico del desierto, con el que el autor obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2009

____________________________________________ Comité editorial luis alberto alfaro (costa rica)/ cruz benítez/ fabienne bradu/ sergio cárdenas/ luis cortés bargalló/ miguel jorge castillo/ evodio escalante/ julio césar félix/ alfredo giles-díaz/ jesús gómez morán/ armando gonzález torres/ ricardo hernández echávarri (eu)/ saúl ibargoyen/ josé kozer (eu)/ eduardo langagne/ hernán lavín cerda/ lucía de luna/ floriano martins (brasil)/ josé manuel mateo/ santiago montobbio (españa)/ angelina muñiz-huberman/ jorge ortega (españa)/ armando oviedo/ george reyes (ecuador)/ manuel silva acevedo (chile)/ felipe vázquez/ óscar wong/ elsa zeferino/ editor web: ignacio simal (españa)/ coordinador: leopoldo cervantes-ortiz

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