eps165, junio de 2017

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elpoemaseminal es un proyecto independiente de divulgación sin afanes de lucro ni de promoción de una sola línea estética o cultural. no está vinculado a ningún grupo o institución, por lo que abre sus puertas a todos los autores/as de México y de cualquier parte del mundo. reconoce que los espacios para la poesía, con todo y que ahora son muchos dentro y fuera de la red cibernética, siguen siendo reducidos. el criterio de selección es únicamente la calidad poética, debido a lo cual se aceptan aportaciones en todos los sentidos. se citará siempre la fuente original. invitamos a los lectores/as y amigos/as a compartir poemas, libros, presentaciones, novedades y todo lo relacionado con la poesía.


Ángel Soto Julia Santibáñez se define como una adicta a las palabras y las historias. Ha escrito cinco poemarios en los que ha explorado “la poesía sobre los objetos” y las experiencias más cotidianas. El más reciente de ellos, Eros una vez, fue elegido entre más de 300 libros como el ganador del primer Concurso Internacional de Poesía Mario Benedetti 2016. El poeta chileno Elicura Chihuailaf describió este texto como “un libro con escritura transparente que se acerca al estilo de escritura de Benedetti”. Julia platicó con Milenio sobre sus intenciones poéticas y sus aspiraciones literarias. ¿Qué significa Benedetti en tu poesía? ¿Es tu intención emularlo? No es una intención, pero me da mucho gusto que me relacionen con él. Me parece un gran escritor, que abordó varias áreas de la vida humana. Tal vez mi poesía se puede acercar a la de Benedetti en dos posibles sentidos: utiliza un lenguaje transparente; intenta que las palabras cotidianas se adelgacen, que muestren otros sentidos. Quizá eso encontró el jurado en mi trabajo. Por otro lado, está el humor. Él jugaba mucho, tuvo grandes épocas en esta intención lúdica con el lenguaje. Yo también estoy ahí, por lo menos lo intento. ¿Qué temas le interesan a tu poesía? Me interesa, sin duda, la poesía amorosa, la poesía sobre los objetos, sobre las experiencias más nimias y grises. La concreción y el descolocamiento sobre lo que pasa en el día a día. No pretendo buscar temas profundísimos, sino crear a partir de cosas accesibles a todo el mundo. El jurado describió tu poesía como juguetona y profunda. En el libro hay mucha intención de estar transgrediendo. El propio título, Eros una vez, es un juego con la frase “Érase una vez”. Son pequeñas historias, mi poesía es muy narrativa. Todo el tiempo estoy malabareando con las palabras. Por un lado la risa, como buscar mover al humor, pero no solamente dejarlo en un chiste de superficie, sino llevarlo un poco más profundo. ¿Algún referente particular? Idea Vilariño, una poeta uruguaya, es una de mis favoritas. También Juan Gelman, Xavier Viallurrutia o José Gorostiza, Mencioné sólo poetas, pero es curioso que lea más narrativa que poesía. Me gusta la poesía que nada entre los renglones de un cuento o novela. Milenio, 13 de diciembre de 2016 www.milenio.com/cultura/julia_santibanez-poeta-premio_mario_benedetti-concurso-poemas-libromilenio_0_865113771.html

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Mónica Maristain En poco tiempo, la creadora mexicana se ha convertido en una poeta de muchas luces y de mucha voz. Rabia de vida ha sido su primer poemario y en este año no sólo ha sacado su segundo libro, sino que también ha ganado el concurso de poesía hispanoamericana Mario Benedetti.

Julia Santibáñez ha pasado de ser una sólida periodista de revistas, para convertirse en una poeta que ha llevado su arte a la máxima exposición. Es de hecho, una poeta acabada y en poco menos que dos años, aunque va de suyo que poesía es lo que escribe desde siempre, nunca con el afán público que ostenta ahora, ha aprendido a ser mirada desde otro lado. Su nivel de mostrar sus libros ha correspondido con una firme voluntad de dar vuelta su vida y en ese sentido se agradece. El año pasado sacó Rabia de vida, este año Ser y azar y además con un libro inédito ha ganado el Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti. ¿Quién puede decirle que su vida no ha cambiado para bien? ¿Fue muy importante la salida de Ser y azar este año? Sí, sobre todo porque la editorial, Abismos, me buscó y esas cosas no pasan demasiado seguido. Marcó un principio de diferencia y todo lo que tuvo que ver con el propio libro. Actividades de promoción, la gente que me contacta por las redes sociales para decirme que le gustó el libro… Hay un modo de narrar poéticamente muy distinto al anterior, Rabia de vida. No sé. Si hay varias diferencias, la poesía era amorosa y aquí abro el espectro. Juego mucho más con el epigrama que no me había permitido tanto. Por otro lado, la intención lúdica está más presente, lo que más me gusta es jugar con las palabras…sí hay diferencias entre ambos libros y creo que si hay una especie de continuidad entre uno y otro.

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Sí, hay ánimo de poco… Bueno, en general soy de poemas breves y me da mucha envidia aquellos que escriben poemas largos. No puedo, parto de la idea de que el instante quede en el poema, sería contradictorio conmigo misma si el poemas fuera más largo que el fragmento. Me interesa muchísimo la concreción. Si fuera un tejido, sería un tejido muy cerrado, muy apretado, muy corto. ¿Cuándo empezaste a escribir poesía? Desde niña fui descubriendo poemas que fueron mi primer acercamiento. Me gustaba mucho la sonoridad de las palabras. Aprendí de memoria a los 10 años “Muy cerca de mi ocaso”, de Amado Nervo, no porque supiera específicamente lo que significara ocaso, sino porque me gustaba como sonaba. Ya en la facultad, estudiando Letras, fue como algo muy natural escribir poesía, es la manera más rica que he encontrado para contar lo que me pasa. ¿La captura del instante y la concreción son tus dos objetivos poéticos? Sí y sumaría la musicalidad, el juego, que son momentos distintos y me gusta buscar la musicalidad en todos los instantes… Hay alguna línea de Antonio Porchia en Ser y azar. Bueno, descubrí a Antonio Porchia mucho después, pero si hubiera algo en mí que hiciera honra a su creatividad, bienvenido sea. Hay un estudio de Fabio Morábito muy intenso de Antonio Porchia y él dice que es un poeta en dos versos. ¿Y qué pasó con el Premio Mario Benedetti? Se llama Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti. Lo gané con un inédito, Eros una vez, y el jurado evaluó lo que había más allá de lo erótico, dijo algo así como filosófico, no lo sé, pero sí hay algo más detrás de cada poema. Fue una sorpresa, el jurado había prorrogado el resultado porque habían sido muchos los que se habían presentado y cuando yo supe en septiembre que había 300 participantes, prácticamente que me olvidé. Hasta la llamada desde Uruguay, donde me dijeron que felizmente había ganado y lo que más me importa es que editorial Planeta publicará el poemario en Argentina, Uruguay y México, algo realmente valioso para la poesía. Tu poesía es realmente muy distinta a la de Mario Benedetti. Por un lado creo que sí y por otro creo que no. Creo que Benedetti tuvo en épocas una situación muy divertida, transparentando los sentidos y por el otro el erotismo como preocupación importante también la tuvo. Por otro lado, el creer firmemente en las palabras, el estar amasando como un orfebre, yo quisiera parecerme a él en eso. Las diferencias son en el poema político, mi literatura no es política, tal vez por vivir en un momento diferente, no es algo que me llame la atención. Por otro, su participación política, su exilio, marcan su obra y ahí me distancio radicalmente con él. Creo que esa vía política me distancia mucho de él. Sin Embargo, 31 de diciembre de 2016 www.sinembargo.mx/31-12-2016/3128116

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Juan Carlos Díaz Guerrero El premio del primer Concurso Internacional de Poesía Mario Benedetti será entregado aquí el venidero 8 de junio a Julia Santibáñez Escobar (1967), informó hoy Hortensia Campanella, directora de la Fundación que lleva el nombre del escritor uruguayo. La mexicana resultó ganadora por unanimidad con su libro Eros una vez en este primer certamen, en el cual participaron más de 300 títulos de todas partes de lengua castellana, incluido de países europeos. Fueron preseleccionados 30 y quedaron dos finalistas. Campanella recordó que el premio consistió en la entrega de tres mil dólares en efectivo y la publicación de la primera edición en Chile, Argentina y Uruguay por el Grupo Editorial Planeta. Apuntó que el libro está casi terminado y el 8 de junio Santibáñez será recibida en la sede de la Fundación para entregárselo y 'felicitarnos porque el espíritu de Mario Benedetti, que siempre estuvo muy cerca de los jóvenes, acompañe a esta joven poeta'. Rememoró que el jurado de nivel de ese primer concurso estuvo integrado por el chileno Elicura Chihuailaf, la cubana Nancy Morejón, la nicaragüense Gioconda Belli, el ecuatoriano Augusto Rodríguez y el uruguayo Rafael Courtoisie. En declaraciones entonces a Prensa Latina, el poeta mapuche señaló que el libro Eros una vez tiene una escritura transparente, que nos “hizo recordar el espíritu de Mario Benedetti”, con un tema complicado muchas veces, pero atrevido, sencillo y dirigido a todo público. Chihuailaf expresó que siendo este el primer concurso de poesía, que lleva por nombre Mario Benedetti, tuvo una muy buena acogida internacional. Por su parte, Courtoisie dijo que el premio no es el legado, “sino la herencia viva y responsabilidad de un hombre que suscita” muchísimas lecturas por lo que, a su juicio, fueron miles los participantes en el concurso ya que la “poesía no se puede medir con cifras de mercado y puro marketing”, sino por su capital simbólico y humano. La directora de la Fundación manifestó a esta agencia que ese premio cumple con uno de los objetivos por los cuales fue creada esa institución, que es el de divulgar la literatura, junto a los derechos humanos, como así lo plasmó en su testamento el intelectual uruguayo. En ese sentido, comentó, hemos tratado de hacer actividades vinculadas a esos dos temas, como el Premio de Derechos Humanos que se entrega cada 14 de septiembre, el día del nacimiento de Mario, que va por su cuarta edición, y hemos entregado a personalidades como Mariana Mota, María Bernabela Herrera (Belela) y Miguel Soler. También hemos tenido dos premios de literatura, uno sobre ensayo y este de poesía, que me complace mucho haya caído en una hermana latinoamericana. Para nosotros es muy importante poder comprobar que la obra de Mario Benedetti está viva, casi todos los días nos llegan solicitudes de todo el mundo para utilizar sus poemas, cuentos, novelas, para musicalizarlos, adaptarlos al cine o al teatro, subrayó. Prensa Latina, Cuba, 20 de mayo de 2017 www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=87143&SEO=entregaran-premio-de-poesia-mariobenedetti-en-uruguay-el-8-de-junio

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María Scherer Ibarra Julia Santibáñez, es autora de tres libros; dejó la literatura para dedicarse a las revistas "frívolas" y admite que es un desafío "hay que lograr que cada número sea distinto, pero no mucho”. Julia Santibáñez era una niña, como tantas, apegada a su padre. Él solía contarle cuentos fabulosos e historias fantásticas, a los que Julia se hizo propensa. Una cortada al rasurarse la barba se convertía en la evidencia de una feroz lucha con dinosaurios o marcianos. Un día, cuenta —sin querer—, su padre trazó su destino: “Serás la próxima Cornell Woolrich de la familia”, le dijo. Woolrich, su pariente lejano, era un escritor y guionista estadounidense. Uno de sus relatos más famosos fue llevado al cine por Alfred Hitchcock con el nombre de La ventana indiscreta. Julia tiene un carácter muy peculiar. Sus padres son oaxaqueños, de Tehuantepec. Su familia paterna tiene ascendencia inglesa y la materna norteamericana. Sus tres hermanos y ella, la menor, nacieron en el Distrito Federal. Un severo trauma infantil y la violenta muerte de su padre la acercaron más a la literatura. Aunque él no era un gran lector ni era dueño de una biblioteca sensacional, había más que suficiente para una niña que necesitaba una vía de escape. “Me refugié en los libros. Primero en las novelas, después en la poesía”. ¿Cómo brincaste de pequeña lectora a pequeña escritora? No lo sé. Me sentía diferente a las demás niñas. Percibía una barrera entre ellas y yo. Por supuesto, yo era la rara. En la primaria descubrí que también me entretenía escribiendo y que no sólo ya no me regañaban, sino que escribir me daba reconocimiento. Luego empecé a leer a los poetas más convencionales y a aprenderlos: me sabía las 12 estrofas del “Nocturno a Rosario” (de Manuel Acuña), “En paz”, de Amado Nervo. A mi padre le hacía mucha gracia escucharme recitando Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida... De niña, ¿quién te orientaba? ¿Cómo escogías qué leer? Fui una empírica hasta que entré a la facultad. Ahora tengo muchos amigos que me dicen: “No puedes dejar de leer esto o lo otro”. Julia Santibáñez, autora de tres libros (El laberinto de Fortuna: claves de lectura del poema de Juan de Mena —que es su tesis de crítica literaria reformulada y reescrita—, Coser con tu nombre —una recopilación de anécdotas, pensamientos y recuerdos sobre su hija–, y Rabia de vida —el primero de poesía—), no fue niña de muchas amigas. Era tímida e insegura. La danza, el teatro y la música le dieron un espacio que la hacía olvidar que no cuadraba ni en su casa ni en la escuela. Recién cumplió 17 años, su padre fue asesinado. Un paciente enloquecido al que el médico militar le había amputado una pierna lo balaceó en su consultorio. Cayó en coma y murió el 6 de marzo de 1984, mes y medio después. Julia vivía con emociones inmanejables: tristeza, rabia, miedo. No encontraba forma de darle sentido a la muerte de su papá y no hallaba consuelo. Creyó encontrarlo en un grupo protestante

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que hacía referencia a otro padre, uno que perdonaba, cuando el perdón era lo que más necesitaba. La culpa la rebasaba; los últimos años junto a su padre no fueron los mejores. Él le provocaba lo mismo idolatría que repulsión. “Murió cuando yo estaba en plena formación. Enfrenté mi vida de manera intuitiva, sin tomar conciencia de lo que ocurría. Estaba muy enojada con su muerte. Teníamos una conexión especial. Cuando entró en coma, sólo me importaba que aguantara para poder decirle lo que tenía que decirle. Quería que despertara para que no me dejara con ese paquete en la espalda, pero no sucedió, y yo lo viví como una traición. “Me acuerdo que íbamos camino al Hospital Militar; mi hermano, hecho un mar de llanto. Era de noche y miré mi reflejo en la ventana. Me jalé las mejillas con los índices y me dije: ‘Que nunca se te olvide cómo sonreír’. Mucho tiempo después aprendí un término que me hizo mucho sentido: la resiliencia. A pesar de todo, quería levantar la cabeza, no invalidarme emocionalmente, no amargarme y no odiar al mundo. Y creo que lo logré: soy una persona alegre y no me canso de agradecerle a la vida”. *** Su tiempo en la iglesia, afirma, fue un “hoyo negro” en su historia. No escribía salvo versos religiosos y leía solamente la Biblia. La iglesia desplazó incluso a la universidad. “Es que me clavé de cabeza. Muchos tiempo después comprendí que expiaba mis culpas: los dolores de la infancia, la exploración sexual, la culpa por la muerte de mi papá”. A los 24 entró a la Facultad de Filosofía a estudiar Letras Hispánicas. “Quería estudiar en la UNAM para entender a este país. Vengo de un mundito donde todos usan los mismos zapatos y se van de vacaciones a los mismos lugares. Ahí empecé a confrontar mi esquema de pensamiento, cuadradito, religioso y maniqueo”. Julia volvió a escribir, tomó terapia y se recuperó lentamente. Abandonó la iglesia y al poco tiempo se embarazó de Dana, su hija única. Terminó la maestría y entró a trabajar en la Universidad Nacional Autónoma de México. En el 2000, la encontraron dos crisis: la huelga en la universidad y el ocaso de su relación. Muy pronto le quedó claro que la carga económica de su hija caería por completo sobre ella. “Soy, de facto, madre soltera”. Tomó lo que se presentó: chambas de traducción y de corrección de estilo. Pero necesitaba un ingreso seguro, un salario fijo. Aceptó un puesto menor en la desaparecida Editorial Armonía, y fue escalando: Condé Nast, Impresiones Aéreas, Editorial Premier. Actualmente es directora ejecutiva editorial del área de contenidos para México de Editorial Televisa. Dejaste la literatura para hacer revistas. Revistas “frívolas”. Sí. Fue un desdoblamiento. Llevo 15 años trabajando en el mercado de las revistas y no precisamente en revistas culturales... Ni madres. De eso como y no me apena. De eso mantuve a mi hija. No me causa ningún conflicto aunque no creas, me topo con más de una ceja alzada. Hacer revistas es todo un desafío, explica. Hay que lograr que cada número sea distinto, pero no mucho. El título debe conservar su ADN, su personalidad, sus rasgos. “Es como cortarte el pelo, pintártelo y maquillarte. Te ves diferente, pero sigues siendo la misma. Eso tiene que suceder para que una revista se compre de nuevo, una y otra vez”. El Financiero, 24 de julio de 2015 www.elfinanciero.com.mx/retrato-hablado/que-nunca-se-te-olvide-como-sonreir.html

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Regreso a tu cuerpo como a mi hogar.1 J.S.

Presidido por un juego de palabras que funciona muy bien en la clave erótica que el libro quiere transmitir, Rabia de vida (Rabia debida) es el primer poemario de Julia Santibáñez, autora de El Laberinto de fortuna: una alegoría política del siglo XV. Claves de lectura del poema de Juan de Mena (1997), tesis de licenciatura en Letras Hispánicas en la UNAM, en donde también obtuvo la maestría en Literatura Comparada con Naked with her clothes on. El vestido femenino como recurso erótico en la poesía renacentista inglesa (2000), en donde ya se anunciaba el interés por esta temática. Otra publicación suya es Coser con tu nombre. De militancia evangélica cuando más joven, testimonio de la cual son sus diversas colaboraciones en algunos libros y revistas (entre las que se recuerda su análisis de la novela El Bautista, de Javier Sicilia), ha publicado en diversos medios impresos y ha fungido como directora ejecutiva en una empresa internacional de contenidos. Desde 2011 mantiene el blog Palabras a flor de piel. En un texto de 2013, escribió: …antes del siglo xii, la gente se quería, tenía sexo y se casaba sin cumplir con el protocolo de arrumacos y juramentos de amor eterno —flores, chocolates, osos, cariñitos, anillos— que hasta hoy siguen siendo condición de quien se dice “enamorado”. Lo que quiero decir es que muchísimas de las actitudes y costumbres con las que vivimos a diario no son la verdad universal ni han existido siempre: los hombres del pasado tuvieron otras prácticas y las entendieron como parte de su mundo, que, en muchas cosas, nada tiene que ver con el nuestro y que no era ni mejor ni peor que éste: era, simplemente, diferente.2

En el prólogo, Mónica Lavín califica el volumen (ilustrado por Alejandro Pérez) como un auténtico “manifiesto erótico” y agrega: “Rabia de vida es sobre todo una declaración de cuerpo presente donde el otro se hace necesario para que ese cuerpo-casa pueda transmutarse, extenderse, desbordar su límite preciso y abandonarse, en el viaje pasajero de reconocerse sagrado y animal. Es el poder de la palabra el que rubrica el manifiesto”.3 Quizá hubiera sido mejor decir: “el que lubrica…” pues este tipo de poesía, en su constante alusión de alto grado amoroso, no teme rebasar los linderos del “decoro” para algunos puristas.

J. Santibáñez E., Rabia de vida (Rabia debida). México, Resistencia, 2015, p. 37. J. Santibáñez, “Suciedad medieval”, en Algarabía, 27 de febrero de 2013, http://algarabia.com/ideas/suciedadmedieval/ 3 J. Santibáñez, Rabia de vida, p. 7. 1 2

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Con un epígrafe de Alejandra Pizarnik (“que tu cuerpo sea siempre/ un amado espacio de revelaciones”), el libro despliega un puñado de 42 poemas en sus poco más de 50 páginas mediante un permanente juego verbal que retuerce la experiencia erótica todo el tiempo y aterriza cada vez en la emoción de transcribir lo sucedido en el encuentro puntual de los cuerpos. Poesía carnal, epidérmica, que no niega su filiación y la prolonga, pues los ecos del Cantar de los Cantares y de la obra de Gioconda Belli (por supuesto, sus textos de alusión bíblica), por citar sólo dos referencias, se hacen sentir a medida que se avanza en la lectura. Hay que incluir a la salvadoreño-nicaragüense Claribel Alegría, de quien Santibáñez toma unos versos para el poema con imaginería religiosa que comienza diciendo: “Como una efigie caída del nicho/ virgen de un credo en desuso/ nariz rota/ sin un brazo/ arrumbada/ polvorienta/ sin devotos que prometan incienso/ sin homenajes/ vino ni rezos/ decrépita/ afeada” (p. 29). Que concluye con unos versos lapidarios: “(Sufrí también la esclavitud/ de ser reverenciada)”. Este poema combina bien algunos versos endecasílabos con otros cortos, igualmente pletóricos de intensidad, en una sucesión un tanto sincopada para asestar el golpe emotivo. Y así abre el fuego: “Flor de piel adentro/ murmurante/ cerrada de pliegues/ como absorta/ la roza el aliento y despierta/ flor viva/ comienza a aletear/ cáliz de piel rosa/ de pétalos que buscan/ se restriegan/ flor que suda miel/ profunda y tibia/ piel de flor abierta/ flor de piel vencida” (p. 9). Esta “piel vencida” se irá desdoblando, progresivamente, en la búsqueda del “alto nombre de tu piel” (p. 15) y en la realidad “de mi carne fiera”. Como un bebé después de alimentarse, que siente un “hambre callada”, “Como a él,/ a mi otra carne/ insaciable/ le apeteces” (p. 23). Los versos cortos, de una sola palabra, sintetizan el deseo y lo adjetivan lentamente: “Salgo de mi guarida/ hambrienta./ […] Húmeda/ avanzo en pasto seco/ buscando/ la fuente del aroma” (p. 11). Con ello establece sus coordenadas sensoriales que guiarán el acompañamiento en una trayectoria sostenida. Las metáforas de resistencia sometida aparecen para dar fe de la manera en que los amantes dan rienda suelta a su vigor y ardor erótico a través de suaves eufemismos: “Son necias las barricadas/ los torreones, inútiles/ si en la aldea las niñas codician al extraño/ espían su arma fulminante/ buscan su saeta” (p. 11). La derrota es previsible: “Y yo/ sin barricadas/ sin torreones”. No deja, eso sí, de referirse la hablante poética a algún momento de insatisfacción y desencuentro en otra clave: “Te creí cartógrafo/ letrado en meridianos./ Quise abrirme, se el mapa de tu noche/ que me leyeras con la yema de los dedos/ trazaras meridianos/ descifraras corrientes bajo tierra./ Quise guiarte entre relieves,/ hondonadas,/ pendientes y bahías.// No sabes leer” (p. 13). Su propio nombre, otra reminiscencia de Pizarnik (y de Olga Orozco, dicho sea de paso), aparece para expresar los testimonios del goce: “Me inunda el miedo de hallarte una tarde/ pechos en cabestrillo/ vientre lleno de agua/ Julia rota./ Miedo de encontrarte en mi piel/ anciana helada” (p. 26). Tres poemas en prosa, estratégicamente ubicados, también son un magnífico vehículo para esta pasión desbordada: “Niño pequeño, el desenfreno no deja de crecernos. El día que llegó se hizo espacio en nuestra casa, la pobló de sus cosas y nos puso a su merced. […] Se lanza a correr y nos lleva detrás, lengua de fuera. A veces cosquillea, otras asusta. Creemos que lo engendramos pero es él quien nos dio a luz” (p. 33). Y las metáforas religiosas reaparecen, una y otra vez: “Con la fe de una devota/ que no ve a su dios pero lo invoca/ repito mi cansada letanía:/ Torre de tu cuerpo/ Estrella de tu pecho/ Cetro de tu vientre/ no me desampares./ Torre de tu cuerpo/ Estrella de tu pecho/ Cetro de tu vientre/ ten piedad de mí” (p. 44). El cierre es impecable: “A oscuras/ bebo tu luz ágil.// Centelleo” (p. 53). En suma, que estamos ante una suerte de sólido regreso literario, largamente incubado, en el que la autora recrea la pureza del instante vivido y lo relanza sin dejarse cegar por sus hallazgos para producir una poesía eminentemente

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corporal, dentro de la mejor tradición de la lírica mexicana reciente, en la que destacan los nombres de Coral Bracho (Peces de piel fugaz), Silvia Tomasa Rivera (Poemas al desconocido. Poemas a la desconocida) o Nelly Keoseyán (Fuego interior), practicantes también, como Julia Santibáñez, de una indagación erótica límpida, honda y sumamente plástica, en la que refulgen notables destellos verbales. (LC-O) Protestante Digital, 13 de febrero de 2015 http://protestantedigital.com/cultural/35273/Rabida_de_vida_debida_poesia_erotica_de_Julia_Santibanez

Virginia Bautista “Escribo porque cada día me asomo al mundo, paso unas horas en él y, cuando regreso, siento la necesidad de plasmar lo que vi, lo que pasó por el filtro de mis emociones y fantasías, ante qué me rebelé o no me atreví. Es decir, cuando estoy de nuevo sola necesito volcarme en líneas en las que me reconozca”, afirmó la escritora Julia Santibáñez. Escribo para conectar con otros. Escribo para plasmar las cosas que no sabía que sabía, la experiencia de vida que me es única y, en consecuencia, que me hace cercana a todos, porque no somos tan distintos”, agregó la también editora la noche del jueves durante la presentación de su primer poemario, Rabia de vida/Rabia debida (Editorial Resistencia), en el Centro Cultural Bella Época. Compuesto por 42 poemas de diversa extensión e ilustrado por Alejandro Pérez, este poemario hurga en el complejo tema del erotismo y el amor, intenta responder a la pregunta ¿dónde acaba uno y comienza el otro?, y describe esos momentos en que “fortaleza y fragilidad explotan y se confunden”. La maestra en letras explicó que eligió el erotismo por lo inasible, lo efímero, lo fugaz, lo complicado de ponerlo en palabras. “Intento trazar una posible biografía con el alfabeto, crear un idioma propio. No porque sea mejor ni más interesante, sino sólo porque refleja el jardín real en el que amanezco a diario, y el imaginado en el que me gustaría despertar; la aproximación a las cosas desde mi historia, desde este estómago del que hablo, aunque sea feo, pero es mío”, añadió. La directora editorial de la empresa Televisa está consciente de que este intento no es seguro, que entraña dificultades. “Mientras salgo a buscar mi voz, camino a la orilla del precipicio, un pie a la vez. Me enfrento al riesgo del poema fallido, que dice lo que no quiero decir o no dice nada, que roza el lugar común. Así, entre tropezones y vergüenzas, a veces tengo suerte y sale un buen poema”. La autora de Coser con tu nombre reconoció que la poesía “es un virus tenaz, incurable, porque hacer poesía no es una profesión en el sentido convencional, pero sí en el de su etimología, como se profesa un credo o una idea. Implica fe en la palabra. Me alimenta diario. Espero que los versos sean un espejo que reflejen al lector”, dijo. Santibáñez estuvo acompañada en la presentación del libro por el escritor y conductor Eduardo Casar, quien destacó que “la clave semántica de muchos de los poemas de Rabia de vida…, de la mayoría, es sin embargo el combate. Parecen haber sido hechos bajo el emblema de Góngora, ese verso prodigioso que dice ‘A batallas de amor, campo de plumas’”. Casar señaló que el erotismo “es un instrumento milagroso para expresar la complejidad del deseo, la complejidad de ese fragor, esa tormenta, esa especie de cosa rara que es la vida amorosa. El erotismo está en muchos sitios, se mueve siempre y hierve sin evaporarse”. Aseguró que, en esta propuesta poética de Santibáñez, “queda clara la alegría que hay en el erotismo, porque por lo general está teñido por otros afanes más oscuros, más graves o más adulterados. Me gusta el equilibrio, porque se trata de una lucha en la que hay dos vencedores”.

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Ambos escritores leyeron algunos de los poemas de Rabia de vida…, ante el oído atento de los espectadores congregados, quienes al final buscaron “este poemario intenso” que, en palabras de Mónica Lavín, quien escribe el prólogo, “se lee con el cuerpo”, “es una declaración de cuerpo presente”. Excelsior, 21 de marzo de 2015 www.excelsior.com.mx/expresiones/2015/03/21/1014679

Néstor Ramírez Vega La belleza y sensualidad de la palabra son capaces de levantar el libido de todo ser humano, volviéndolo tan suave que el lector es capaz de volar entre los versos llenos de pasión. El libro Rabia de vida / Rabia debida de Julia Santibáñez juega con la fragilidad de los cuerpos, pero también con la fortaleza de los sentimientos y el hambre de continuar. Los versos de Santibáñez mueven todo en el lector; los poros, la imaginación; provoca sensaciones involuntarias en cada palabra y estrofa. Algunos de los poemas de esta publicación editada por Resistencia no superan los tres versos; sin embargo, es el terreno donde la autora muestra su astucia y la madurez de su pluma al crear imágenes que superan las ilustraciones que decoran páginas de este volumen. Este libro muestra que es errónea la frase de “Una imagen dice más que mil palabras”, pues Santibáñez cuenta con sólo 20 palabras una historia que va más allá de una literalidad, sino sus palabras adquieren vida y su erotismo sube por los vellos del cuerpo. Una delicia para leer por la noche. https://laberintocultural.wordpress.com/2015/06/20/el-erotismo-de-vida-y-la-rabia-debida/

A mí no me caen del cielo los poemas. Los persigo a ras de suelo. Se escabullen.4 J.S.

A poco más de un año de la aparición de Rabia de vida (debida), Julia Santibáñez regresa al escenario de las novedades poéticas con Ser azar (2016), un poemario breve, pero intenso, tutelado por la figura de Miguel Hernández, y desplegado en una sobria edición. Aquel volumen, considerado como uno de los 10 mejores libros de poesía en México del año en que apareció, fue objeto de varias reseñas enjundiosas y apasionadas dado 4

J. Santibáñez, “Rastrera”, en Ser azar. México, Casa Editorial Abismos, 2016, p. 23.

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el carácter erótico y provocador de sus versos. Néstor Ramírez Vega escribió, por ejemplo: “La belleza y sensualidad de la palabra son capaces de levantar el libido de todo ser humano, volviéndolo tan suave que el lector es capaz de volar entre los versos llenos de pasión”. 5 A su vez, en una de las presentaciones, Eduardo Casar señaló: “…el erotismo “es un instrumento milagroso para expresar la complejidad del deseo, la complejidad de ese fragor, esa tormenta, esa especie de cosa rara que es la vida amorosa. El erotismo está en muchos sitios, se mueve siempre y hierve sin evaporarse”.6 Y la propia autora dijo: “Escribo para conectar con otros. Escribo para plasmar las cosas que no sabía que sabía, la experiencia de vida que me es única y, en consecuencia, que me hace cercana a todos, porque no somos tan distintos”. Como sucede con frecuencia a algunos escritores, esta nueva entrega se acercó cronológicamente a la primera por contigüidad de tiempos en la edición de ambas, aunque representa claramente otra etapa de su trabajo lírico (un libro terminado adicional debía preceder a éste…), pues del erotismo desatado pasa, ahora, a deleitarse en las cosas de la vida que la afectan y la proyectan hacia zonas inéditas e inexploradas. Hernández, en efecto, preside estos casi 50 poemas a partir del clásico musicalizado por Serrat, el que comienza diciendo: “Llegó con tres heridas…”, pues cada una de esas tres heridas, vida, amor y muerte, anuncia las secciones del libro. Vitalismo puro, coloquialidad desatada y un mirar entre lúdico e irónico, son las características de este puñado de versos distribuidos en esas tres secciones que, no por largamente anunciadas, dejan de contener la explosión verbal que se detiene en los sucesos, momentos y resquicios del ser que los produjo. Presentado apenas el 14 de julio en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia de la capital mexicana —un espacio casi íntimo—, recorre ya velozmente su destino crítico. Lilly Pop, como muestra, anota: “La voz de Julia Santibáñez tanto en su libro anterior […], como en éste, […] es intensa, desbordada, no sabe enfrentarse a las palabras con ligereza. A partir de una expresividad muy propia se preocupa por construir imágenes fuertes, por dotarlas de ritmo y cadencia”.7 “Ser azar” es una fórmula aforística que juega con las palabras y las enreda en su brevedad para afianzar los textos en las situaciones que exigen una expresión sucinta pero intensa, sin concesiones. El testimonio de Santibáñez sobre los textos, apenas una referencia para el lector, muestra algo de su taller personal (en palabrasaflordepiel.com se aprecia más ampliamente): Son textos recientes, salvo los primeros, que los escribí cuando estaba embarazada de mi hija, hace 19 años. Tiene tres ejes temáticos, que parte del poema de Miguel Hernández: la vida, el amor y la muerte. Los poemas de la maternidad entran en la primera parte. La parte más extensa es la central, con temática amorosa y erótica. Desde el primer enamoramiento, el primer deseo, el desamor, la soledad. La tercera parte, muerte, es sobre el temor, esa parte obscura, los sentimientos que se relación con lo más negativo del ser humano”.8 Su “poética”, no por escueta es escasa o limitada, ni mucho menos dejada al “ahí-se-va” tan mexicano: “En la poesía en buena medida es resignificar las palabras, buscar nuevos ángulos, comprimirlas, darles la vuelta, tratar de que digan más, incluso que se contradigan, eso es parte de la N. Ramírez Vega, “El erotismo de vida y la rabia debida”, en https://laberintocultural.wordpress.com/2015/06/20/el-erotismo-de-vida-y-la-rabia-debida/, 20 de junio de 2015. 6 Virginia Bautista, “Presenta Julia Santibáñez su libro Rabia de vida/Rabia debida”, en Excélsior, 21 de marzo de 2015, www.excelsior.com.mx/expresiones/2015/03/21/1014679. 7 “‘La fe que ya no se apoya en Dios’, Lilly Pop sobre Ser azar, de Julia Santibáñez”, en http://localmx.mx/2016/07/13/ser-azar-de-julia-santibanez/, 13 de julio de 2016. 8 “La poesía azarosa y vital de Julia Santibáñez”, en El Informador, 3 de agosto de 2016, www.informador.com.mx/cultura/2016/675171/6/la-poesia-azarosa-y-vital-de-julia-santibanez.htm. 5

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riqueza de la poesía. Permite crear un nuevo código de comunicación. Nos comunicamos con las mismas palabras todos los días, el poeta trata de comunicar algo distinto, darle un nuevo tono a las cosas. Crear y recrear el mundo”. Y sobre la veta “humorística” también hay una palabra firme: “El humor es una manera muy sana de acercarse a la realidad. La vida es demasiado seria para también tomárnosla así. En varios poemas juego un poco, me burlo de mí misma, de la vida, de la sinrazón. La risa permite un acercamiento distinto a las cosas”. Sin olvidar, sus “lecturas habituales”: en poesía, Xavier Villaurrutia, Wislawa Szymborska, Juan Gelman, Eduardo Casar, Maricela Guerrero, Christian Peña, y en narrativa, algunos autores colombianos: Rosero, Laura Restrepo, Héctor Abad, Mario Mendoza. Con estos antecedentes, sumergirse en Ser azar depara agradables sorpresas en cada sección, pues mientras en la primera, “Vida”, aparece la expresión vital, pletórica de una visión lúdica y experimental, en la segunda, y central, “Amor”, la experiencia recuperada y decantada fluye naturalmente, para que, en la última, “Muerte”, se asista a la parte reflexiva del discurso poético, sin olvidar la observación minuciosa de la cotidianidad. Algunas muestras del tono alcanzado en esas tres vertientes cierran este recuento. “Silencio está la luna/ que se indiscreta a mirar./ En los relojes camina una hora alta./ Láctea” (p. 12): el poema cierra con un sonido a haikú con el experimento verbal de por medio y el adjetivo inesperado. Los “pies llenos de luna” (p. 13) reafirman la mirada nocturna, pero iluminada. El poema en prosa pide su lugar también en “Historia de aire” (p. 15) y el homenaje a la heredera (la “adolescenta” tan recordada…, la “niña de agua”) aflora a cada paso. El “oficio de poeta” se establece y deja bien firme su huella: “Estreno cada una de mis voces” (p. 19). “La vida me está desperdiciando./ Y no se entera” (p. 21), filosofa. Sobre el amor, el verso es fino e incisivo, bien medido: “Toca mi pecho tu balsa a la deriva,/ toca tu boca, preferida, la mía/ y me dejo llevar, lánguida de agua,/ y nada importa sino este mar” (“Umbría”, p. 29). Versos que recuerdan a Fernando del Paso, aludido por Santibáñez en algún momento,9 por su ligereza y enjundia, al mismo tiempo. Y la terquedad verbal reaparecida, para describir el goce epidérmico: “Bisbiseo una queja,/ de púas almibarada,/ toda yo abejadísima,/ mi zángano” (“Reina”, p. 33). Además del recuerdo de Gioconda Belli en “Cuándo la noche” (p. 34). “Mashup à la sada” es un sólido divertimento muy gelmaniano: “Para audaciar a pedir de boca/ para insistir a la ciega,/ suaves tersurados en su mojadura/ aprietan los ojos, los suyos,/ y retecarnosos se muy besan/ despaciosos/ lenguosamente” (p. 36). Finalmente, acerca de la muerte, bajo la sombra de Jaime Sabines surge un aforismo instantáneo: “Cuando te mueras/ ten la precaución de morirte bien” (“Sin medias tintas”, p. 51). Una observación mínima, pero eficaz: “El gorrión se cae./ Sordo y mudo/ del nido se cae,/ sin aire, desnudo./ ¿A qué dios invoca,/boqueando?” (“Guarida”, p. 55), y la dolorosa memoria del padre muerto (“A pie de fosa”, p. 56), sabiniana también: “Tierra roja, sangre negra/ tu reñido cuerpo, papá”. Se perciben también ecos de los poemínimos de Efraín Huerta (en “El colmo”, por decir algo), pero estas menciones no restan impulso ni creatividad al trabajo de Santibáñez, artesana de la palabra sin tregua, a quien hay que seguir en su búsqueda poética que anuncia todavía otras tempestades. (LC-O) Protestante Digital, 5 de agosto de 2016 http://protestantedigital.com/cultural/40015/Ser_azar_nuevo_poemario_de_Julia_Santibanez#sdfoo tnote6anc

“Poema portentoso con lugares comunes”, en https://palabrasaflordepiel.com/2015/04/01/poema-portentoso-conlugar-comun/, 1 de abril de 2015 9

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La escritora Julia Santibáñez publicó Ser azar, poemario que entra al catálogo de la Casa Editorial Abismos. Con versos de Miguel Hernández como epígrafe (“Con tres heridas viene: / la de la vida, / la del amor, / la de la muerte”) la poeta divide su libro en tres secciones: Vida, amor y muerte. Sobre ello y más platicó vía telefónica para El Informador la autora: “Son textos recientes, salvo los primeros, que los escribí cuando estaba embarazada de mi hija, hace 19 años. Tiene tres ejes temáticos, que parte del poema de Miguel Hernández: la vida, el amor y la muerte. Los poemas de la maternidad entran en la primera parte. La parte más extensa es la central, con temática amorosa y erótica. Desde el primer enamoramiento, el primer deseo, el desamor, la soledad. La tercera parte, muerte es sobre el temor, esa parte obscura, los sentimientos que se relación con lo más negativo del ser humano”. En sus versos, Santibáñez le da nuevos giros a las palabras: “En la poesía en buena medida es resignificar las palabras, buscar nuevos ángulos, comprimirlas, darles la vuelta, tratar de que digan más, incluso que se contradigan, eso es parte de la riqueza de la poesía. Permite crear un nuevo código de comunicación. Nos comunicamos con las mismas palabras todos los días, el poeta trata de comunicar algo distinto, darle un nuevo tono a las cosas. Crear y recrear el mundo”. Igualmente, durante la lectura de “Ser azar” es evidente el tono lúdico y juguetón que Julia le imprime a cada poema: “El humor es una manera muy sana de acercarse a la realidad. La vida es demasiado seria para también tomárnosla así. En varios poemas juego un poco, me burlo de mí misma, de la vida, de la sinrazón. La risa permite un acercamiento distinto a las cosas”. De sus lecturas habituales, nos compartió algunos nombres como: “Xavier Villaurrutia, Wislawa Szymborska, Juan Gelman, Eduardo Casar, Maricela Guerrero, Christian Peña... Eso en cuanto a poesía... en narrativa últimamente tengo un enganche con la escritura colombiana, varios autores que me han cimbrado de continuo: Rosero, Laura Restrepo, Héctor Abad, Mario Mendoza. Sobre su método de escritura y proyectos a futuro, comentó: “Escribo poemas, y luego veo si los puedo juntar en un libro... Tengo un libro que originalmente iba a salir antes que Ser azar, y por azar se quedó en el camino. Ya está terminado. Me interesa explorar la prosa poética y la poesía digital. Las plataformas digitales permiten meter el tiempo: que en una página o una app diseñada especialmente se pueda meter el factor tiempo en el poema, que suceda algo y modifique, que dé otras lecturas”. El Informador, 3 de agosto de 2016 www.informador.com.mx/cultura/2016/675171/6/la-poesia-azarosa-y-vital-de-juliasantibanez.htm

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ESE ENJAMBRE DE ABEJAS EN TU BESO zumba agujas y miel. Saña de aleteo, mis sienes, bajan aguijones a mi cintura, jarabe, a mi sexo. Me desmadejo. Bisbiseo una queja, de púas almibarada, toda yo abejadísima, mi zángano.

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NO SOSEGADO, ILÍCITO se metió en las venas como tintura que impregna en rápido pulso mis telas, remolino, coletazo, lumbre de almíbar, aguardiente palpitando linfa adentro,

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diástole con la prisa del río.

EL SANGRAJE. La descabezación. El colgadismo. La masacrería. El tortureo. Já já qué divertido reunirnos cada tarde para llenar el cartón con frijolitos.

si en la aldea las niñas codician al extraño espían su arma fulminante buscan su saeta si se abrasan al ataque sugerido ansían quedar de bruces hinchada la boca la blusa, un jirón. Y yo sin barricadas sin torreones. ___________________________________________

*** ME INUNDA EL MIEDO DE HALLARTE UNA TARDE pechos en cabestrillo vientre lleno de agua Julia rota. Miedo de encontrarte en mi piel anciana helada. (Hoy escupo en tu nombre y te odio en mi vello.) Miedo de tu aridez de la lujuria marchita de la saliva inútil. (Hoy no te conozco y te consagro mucha tinta. Un día, tu entrepierna desolada ya no merecerá ni una línea.) Miedo, Julia. ** TE HAGO RESPONSABLE de mi cuerpo, envenenado por tu sal ** SON NECIAS LAS BARRICADAS los torreones, inútiles

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Ángel Vargas Se dio a conocer en Minería el libro En grado de tentativa, del escritor veracruzano. Encarna en su obra la figura del enfermo. Su alivio es el “malestar puesto sobre la página como testimonio, no como bandera”, dijo Christian Peña en la presentación, en ausencia del autor. La del veracruzano Francisco Hernández (San Andrés Tuxtla, 1946) es una poesía que trasciende los personajes y los lugares para revelar también los dolores y padecimientos humanos, sus afectaciones. “Es una poesía que tiene como tema constante

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la enfermedad”, destacó el también poeta Christian Peña durante la presentación del libro En grado de tentativa. Poesía reunida I y II, de Francisco Hernández, efectuada este sábado como parte de la 38 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM). Se trata de un autor, explicó, que encarna en varios de sus libros, ya sea en pequeñas o grandes dosis, la figura no del poeta maldito, sino del hombre enfermo. “El poeta maldito abraza y en ocasiones propicia escenas de una vida extrema donde cada caída tiene dimensiones épicas, donde cada derrota es un himno de gloria entonado a coro por todo un estadio”, dijo el joven poeta. “El hombre enfermo, en cambio, sobrelleva su condición y busca discretamente un alivio sin testigos. Un malestar puesto sobre la página como testimonio y no como bandera.” De acuerdo con Christian Peña —quien prologó uno de los dos tomos que integran el citado volumen—, la fiebre y el delirio, parecidos al mar de fondo, son los primeros síntomas en la poesía de Francisco Hernández, a los cuales se sumará también la epilepsia. La memoria, agregó, es otro de los padecimientos en los versos del escritor veracruzano, quien ha dicho que sólo con medio cerebro se recuerda y que la otra mitad no duele. Fue precisamente un problema de salud lo que impidió a Francisco Hernández asistir a la presentación de este libro, el cual se debe a una coedición entre el Fondo de Cultura Económica (FCE) y Editorial Almadía. Acompañado por el poeta Hernán Bravo Varela, quien es el prologuista del otro tomo, Christian Peña destacó que no es casualidad que el escritor jarocho lleve tatuado en el brazo izquierdo la inscripción “Poesía Locura”. “La poesía como enfermedad y sanación. Pienso en una frase atribuida a sir William Osler (médico canadiense), la cual pone el acento sobre el tatuaje que suele asomarse sutilmente bajo la manga de la camisa de Hernández”, enfatizó. “No preguntes qué enfermedad tiene una

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persona, sino a qué persona elige una enfermedad. Poesía y locura, la tinta sobre la piel, el grabado en la piedra, el juego de palabras que va en serio, el eslogan aforístico, la poética. Así de puntual; así, firmado con sangre.” Hernán Bravo Varela, en su intervención, definió a la de Hernández como una poesía hechizante, de deslumbramientos, además de considerarla un ejercicio de espiritismo en el que el autor hace las veces de médium. “Él decide hacer en su poesía, también, las materializaciones del médium ante todos nosotros, como si estos poemas se trataran de materializaciones de espectros, de espíritus tutelares, espíritus afines”, indicó. Para ambos presentadores, En grado de tentativa resulta un libro simbólico y muy valioso, debido a que logra reunir en un mismo espacio la obra de uno de los poetas mexicanos referenciales, tarea que resultó muy compleja, porque se encontraba dispersa en ediciones incluso marginales. La Jornada, 26 de febrero de 2017 www.jornada.unam.mx/2017/02/26/cultura/a 02n1cul

César Arístides Poeta de la amargura existencial, de la añoranza macabra adornada por la queja, la noche del alma y la desesperación, Francisco Hernández es una de las voces más reconocidas de la poesía mexicana contemporánea. Con una larga trayectoria lírica, este poeta veracruzano habla desde la depresión y el abandono, desde la soledad y la angustia, desde el erotismo y el deseo salvaje y, con singular relevancia, elabora una serie de homenajes ardientes a poetas, músicos, pintores… Así, desfilan en sus páginas versos implacables a Robert Schumann, Aimé Cesaire, Emily Dickinson, Georg Trakl… entre muchos otros artistas, a los que el poeta quita del pedestal donde se alaban para situarlos en el contexto de lo humano, del

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dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Célebre son sus libros: Mar de fondo, Moneda de tres caras, Soledad al cubo, Las gastadas palabras de siempre, Mi vida con la perra, en los que su carácter nervioso, melancólico, cercano a la lírica del llanto y la desolación, nos hablan de tardes de cine, del acecho taciturno de la enfermedad, del recuerdo en la playa, la desnudez de una mujer tan cerca de nuestro deseo y tan lejos del tiempo, de los poetas castigados, de los músicos derrotados, del recuerdo infantil donde el padre se vuelve en un adorable fantasma que rasga nuestros sueños. Francisco Hernández es el ojo que mira la tempestad y la vuelve cuerpo voluptuoso, es el verso que parte en dos las intenciones del amante, la evocación del viaje iniciático al fracaso y la sangre que hierve ante el cuerpo amado. Su poesía duele a veces, pero marca nuestros días, concentra las emociones del hombre contemporáneo, ahogado en la tecnología y desolado en el amor, soñador insalvable y transeúnte en el mismo rumbo de su desesperación. Imposible no pensar con cierto temor en la perra Depresión, en Clara Schumann como espectro del anhelo que se desvanece en las mañanas frías, o en su caudillo Mardonio, que merece un párrafo aparte. Imposible no sentir nostalgia cuando Francisco Hernández retrata a la misteriosa Emily hundida en ese delirio de silencios y soledad, cuando se revelan los propósitos de Charles B. Waite, cuando hace algún retrato de Octavio Paz, no para hablar de su poesía, sino para versar sobre lo que su presencia dejó en su vida. Gracias al Fondo de Cultura Económica tenemos ahora en dos volúmenes la poesía reunida de este gran escritor mexicano, poeta de la melancolía, el hundimiento existencial y la sensualidad despierta a la menor intención. Incluye la obra las festivas composiciones de su heterónimo, Mardonio Sinta, coplero veracruzano gusto del aguardiente, de la voluptuosidad de las mujeres y la celebración de la existencia aún permeada en la tragedia. Leer a Francisco Hernández es una cita con el

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tiempo pasado marcado por la desolación y el humor cínico, también oscuro; también es mirar los rasgos sensuales de una mujer, una iluminación de músculos entre perfumes de flores y deseos, sus poemas avanzan con febril claridad para acomodarse en nuestras emociones y llevarnos a la boca erótica o al despeñadero. Hoy converso contigo Francisco… y en tu poesía reunida paso estas horas nocturnas, contigo de añoranza, loco amor, muerte y fragilidad de la vida. Siempre!, 15 de abril de 2017 www.siempre.mx/2017/04/franciscohernandez-poesia-reunida/ __________________________________________________ Comité editorial luis alberto alfaro (costa rica) / cruz benítez / fabienne bradu / sergio cárdenas / luis cortés bargalló / miguel jorge castillo / ricardo echávarri / evodio escalante / julio césar f élix / alfredo giles-díaz/ jesús gómez morán/ armando gonzález torres/ saúl ibargoyen/ josé kozer (eu)/ eduardo langagne/ hernán lavín cerda/ floriano martins (brasil)/ josé manuel mateo/ santiago montobbio (españa)/ angelina muñiz-huberman/ jorge ortega / armando oviedo / manuel silva acevedo (chile)/ felipe vázquez/ óscar wong/ elsa zeferino/ coordinación: leopoldo cervantes-ortiz

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