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elpoemaseminal 21-40 correodepoesia@yahoo.com.mx, elpoemasem@yahoo.com.mx

2004 21/ 7 de enero, 2004: gelman, bracho, rojas, venezia • Juan Gelman (Argentina, 1930), “Preguntas”

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Coral Bracho (México, 1951), Ese espacio, ese jardín (fragmentos) Jorge Monteleone, “Gonzalo Rojas: El habitante del relámpago” Miguel Jorge Castillo, Comentario a Viático (fragmento)

22/ 14 de enero, 2004: origuchi, sarabia, wong • Daigaku Origuchi (Japón, 1892-1982), “Río de Janeiro” • Julio Eutiquio Sarabia (México, 1959), “Zubia” (XI), “El vino de su cuerpo” (XIII) • Óscar Wong, “Chiapas y su expresividad metafórica” 23/ 21 de enero, 2004: stevens, muñizhuberman, de andrade • Wallace Stevens (Estados Unidos, 18791955), “En la clara estación de las uvas” • Angelina Muñiz-Huberman (FranciaMéxico, 1939), “manantial”, “resaca” • Javier García, “Eugénio de Andrade: ‘La poesía es la más alta expresión del genio portugués’” (entrevista) 24/ 28 de enero, 2004: gianuzzi, deniz, volkow, zurita • Joaquín Gianuzzi (Argentina, 19252004), “Lluvia nocturna detrás de le estación de servicio” • Gerardo Deniz (España, 1934), “Una serie de falsos refranes que forma un bloque palindrómico” • Verónica Volkow (México, 1955), “Tepeyólotl”, “La catedral de sal”

Raquel Azocar, “Un libro sobre un instante tendría dos millones de páginas”

25/ 4 de febrero, 2004: matevski, jiménez, gianuzzi • Mateja Matevski (Macedonia, 1929) • Reynaldo Jiménez (Perú, 1959) • Antonio Requeni, “El don de nombrar lo misterioso” 26/ 11 de febrero, 2004: sánchez peláez, gutiérrez vega, romano de sant’anna • Juan Sánchez Peláéz (Venezuela, 19222003) • Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, México, 11 de febrero de 1934) • Affonso Romano de Sant’anna (Brasil, 19 ), “La mujer madura” • Juan Domingo Argüelles, “La generación poética de los 60” 27/ 18 de febrero, 2004: char, vassilikós, dobles, cardenal • René Char (Venezuela, 1922-2003), “Les premieres instants”/ “Los primeros instantes” • Vassilis Vassilikós (Grecia, 1933), “Golpe de Estado” • Julieta Dobles (Costa Rica, 1943), “Poema del arrepentimiento”

César Güemes, “Presentan sus obras Vida perdida y Las ínsulas extrañas, publicadas por el FCE. Ernesto Cardenal termina sus memorias y vuelve a la poesía”

28/ 25 de febrero, 2004: hikmet, józsef, aguinaga, pettersson • Nazim Hikmet (Turquía, 1902-1965) • Amanda Berenguer (Uruguay, 1921)

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Luis Vicente de Aguinaga (Guadalajara, México, 1971), “Agua alta” Arturo García Hernández , “Luis Vicente de Aguinaga, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes” Gregorio Martínez Moctezuma, “Estancias del tiempo, poemario de Aline Pettersson”

29/ 3 de marzo, 2004: tranströmer, malinowski, rodríguez, cravan • Tomas Tranströmer (Suecia, 1931) • Reina María Rodríguez (Cuba, 1952) • Ricardo Hernández E., “El poeta Arthur Cravan en México” • Arthur Cravan, Cartas a Mina Loy (I) 30/ 10 de marzo, 2004: blaga, saba, arístides, cravan (II) • Lucian Blaga (Rumania, 1895-1961), “El poeta”, “Al morir los dioses dejan” • César Arístides (México, 1967), “Cabalga el sueño” • Arthur Cravan, Cartas a Mina Loy (II) 31/ 17 de marzo, 2004: dalchev, derbez, vázquez, cravan (III) • Atanás Dalchev (Bulgaria, 1904-1978), “Silencio” • Alain Derbez (México, 1956), “Poema” • Felipe Vázquez (México, 1966), Poemas • Jorge Solís Arenazas, “Los diálogos del silencio. Notas sobre la poesía de Felipe Vázquez” • Arthur Cravan, Cartas a Mina Loy (III) 32/ 24 de marzo, 2004: joyce, montobbio, diego, cravan (IV) • James Joyce (Irlanda, 18 -1941), “Ecce puer” • Santiago Montobbio (España), • Jesús Gómez Morán, “Las lágrimas de un poeta. Eliseo Diego en Filosofía y Letras” • Arthur Cravan, Cartas a Mina Loy (IV) 33/ 31 de marzo, 2004: kozer, mendiola, paz • José Kozer (Cuba, 1940), “Ánima” • Víctor Manuel Mendiola (México, 1954), “Cruzas las rodillas”, “10 XI 1982”

“Paz, siempre Paz”

34/ 7 de abril, 2004: álvarez, istarú • José María Álvarez (España, 1942-1941), “En la estancia de oro”, “Fields of praise”, “Nocturnos (XII)” • Ana Istarú (Costa Rica, 1960), “Bolero irrepetible”, “Anunciación” 35/ 14 de abril, 2004: pasolini, xirau, zaid • Pier Paolo Pasolini (Italia, 1922-1975), “La Italia fascista”, “Al corazón de Homero”, “Fin de los años sesenta” • Ramón Xirau (España-México, 1924), “Presencia”, “Sábado” • Jorge Ortega (México, 1972), “Antes de pernoctar”, “Prolongación de la tregua” 36/ 21 de abril, 2004: rózewicz, hernández campos, peri rossi • Tadeusz Rozewicz (Polonia, 1922), “Un poeta ciando escribe” • Jorge Hernández Campos (México, 19192004), “[Vuelve, flecha de amor…]”, “Tango espiritual”, “Aguafuerte” • Cristina Peri Rossi (Uruguay, 1941), “Antes de pernoctar”, “Prolongación de la tregua” 37/ 28 de abril, 2004: thomas, najlis, román de dios • Dylan Thomas (Gales, Inglaterra, 19141953), “Oh hazme una máscara” • Michéle Najlis (Nicaragua, 1946), “Cantar”, “De la restauración de la Cristiandad”, “Menstruación”, “Teología”, “De algunas profesiones extrañas que suele elegir la gente”, • Eurídice Román de Dios (México, 1959), “Piel de agua”, “Olas de mar en las venas” 38/ 5 de mayo, 2004: armijo, maquieira, beverido, ortega • Roberto Armijo (El Salvador 1937Francia 1997), “El regreso del Ulises Criollo” (Fragmento) • Diego Maquieira (Chile, 1953), “El gallinero”, “1 Volábamos como un mar mareado”

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Maliyel Beverido (Veracruz, México, 1964), “[Yo organicé el festín de la tristeza]”, “Día 36” Jorge Ortega (México, 1972), “Poética”

39/ 12 de mayo, 2004: vitale, prado, fenton • Ida Vitale (Uruguay, 1923), “Destino”, “Una eternidad después”, “Salmo” • Adélia Prado (Brasil, 1935), “Alabanza para un color”, “La catecúmena”, “Rezo para las cuatro almas de Fernando Pessoa” • James Fenton (Inglaterra, 1949), “Dios, un poema”

Lucila Villal Pérez, “Sin puertas visibles. Antología de poesía contemporánea de mujeres mexicanas, de Jen Hofer”

40/ 19 de mayo, 2004: mandelstam, anaya, shiraishi • Osip Mandelstam (Rusia 1891-1938), “tristia”, “El siglo”

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José Vicente Anaya (Chihuahua, México, 1947), Híkuri (fragmento) Kazuko Shiraishi (Japón, 1931), “Oda a las ballenas”, “Meditación ardiente”

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elpoemaseminal 21/ 7 de enero, 2003

JUAN GELMAN (Argentina, 1930)

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PREGUNTAS

a que navegas por mi sangre y conoces mis límites y me despiertas en la mitad del día para acostarme en tu recuerdo y eres furia de mí paciencia para mí dime qué diablos hago por qué te necesito quién eres muda sola recorriéndome razón de mi pasión por qué quiero llenarte solamente de mí y abarcarte acabarte mezclarme a tus huesitos y eres única patria contra las bestias el olvido Cólera buey. [1971] Buenos Aires, Seix Barral, 1994, p. 92. ___________________________________

CORAL BRACHO (México, 1951) ESE ESPACIO, ESE JARDÍN (dos fragmentos) * E llos, los muertos, nos miran con sus ojos ahondados, con su encendido corazón, y un desconcierto de niños, un sobresalto desolado nos toca, una tristeza oculta. ¿Dónde? ¿Dónde dejamos ese espacio? Y en sus ojos precisos y extrañados miramos esa misma pregunta: ¿Dónde? ¿Dónde dejamos, dónde dejamos ese espacio? III Y es en la noche niña, en su apretado corazón donde se abre ese jade. Donde fluye y se entorna ese jardín. Es en los ojos vivos del jaguar de la noche: Un parpadeo es el sueño, otro es la muerte que ahora canta con acendrada suavidad. Y su voz cadenciosa es un murmullo de madre joven. Toca su voz el filo y el caudal de las cosas. Toca su sorprendido

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corazón. México, Era, 2003, pp. 24-25.

__________________________________________________________ GONZALO ROJAS: EL HABITANTE DEL RELÁMPAGO JORGE MONTELEONE La Nación, Buenos Aires, 14 de diciembre de 2003

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l flamante ganador del Premio Cervantes es uno de los máximos poetas de la lengua española. Su poesía se nutre de un pasado infantil con el cual construyó una mitología personal que reaparece siempre en sus poemas. Habla como si su oralidad chilena fuese una frase melódica, de buscada dulzura, donde de pronto las vocales se arrastran, gravitan en un adjetivo sostenido y preciso que se emite con una ronquera del todo espiritual. O exclama "¡qué lindo eso!", risueño, cuando el idioma halla súbitamente un giro memorable en el corazón del habla cotidiana. Esa misma respiración sorprendida se halla en sus poemas: un vaivén absorto, donde los versos son atravesados por un ritmo entrecortado y feliz que busca su aliento. Así habla Gonzalo Rojas, uno de los más grandes poetas de la lengua española, que acaba de obtener el Premio Cervantes 2003. Nació en 1917, a ochocientos kilómetros de Santiago, en el puerto de Lebu, capital de la provincia de Arauco que toma su nombre del río que la atraviesa, como dice su poema: “Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir/ mi Lebu en dos mitades de fragancia”. Allí, en el pasado infantil, el poeta construyó una mitología personal, que reaparecerá en sus poemas. Hay, al menos, tres escenas que la constituyen. En la primera, el padre minero, que murió a los cuarenta años, cuando el poeta no llegaba a los cinco, le dejó un recuerdo a cada uno de los ocho hermanos. A Gonzalo le tocó un caballito rojizo, que pastaba en los potreros, frente al mar de Lebu. Semana tras semana lo miraba, como si en él regresara la presencia paterna. Pero un día se lo robaron. “Con ese despojo --dijo el poeta-- se me produjo la mutilación real del padre. [...] Con el robo de ese caballo me han robado la niñez, me han robado el mundo, la presencia”. Rojas buscaría el mito de su padre en el célebre poema "Carbón", donde el hombre reaparece como un fantasma en la puerta de la casa, bajo la lluvia, con un olor a caballo mojado. En la segunda escena hay otra noche de tormenta, a los cinco o seis años, cuando un rayo cruzó el cielo negro del Arauco y uno de los siete hermanitos de Gonzalo dijo la palabra "re-lám-pa-go." Fue como la revelación de un dios que viviese en el vocablo, ardiendo. Menos que la centella, la irrupción luminosa del lenguaje fue lo que oyó y comprendió: "la palabra primigenia en lo tetrasilábico y esdrújulo de su fulgor", dijo. La tercera escena es la de la calle Orompello 476, en Concepción, adonde debió mudarse hacia 1926 con su familia, entonces a cargo de su madre, para vivir en un internado con una beca que le permitiría estudiar. El espacio era hostil y en él se halló desamparado: sin padre, separado de su ciudad natal, separado luego de su madre, la infancia abandonó su presente festivo para volverse una espera amarga en el dolor. Así aparece la sensación inicial de lo elegíaco, su figura del “desnacido”. Muchos años después escribirá en el poema “Orompello”: “Que no se diga que amé las nubes de Concepción, que estuve aquí esta década/ turbia, en el Bío-Bío de los lagartos venenosos,/ como en mi propia casa. Esto no era mi casa/ Volví a los peñascos sucios de Orompello en castigo, después de haberle dado/ toda la vuelta al mundo”. Así comprende Rojas, en esas tres escenas, la ambivalencia de la muerte y la elegía (lo que se llamó “lo tanático”) que regresa en el mito poético y la palabra como una redención del tiempo en el instante. Aparece, como un rayo en el mundo oscurecido, lo numinoso, lo santo. Integración de contrarios — mortalidad y eternidad— en una circulación que no se detiene jamás. Rojas escribe sobre la muerte para

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situarse “contra la muerte”, mediante el retorno a ese instante único en el que irrumpe el fulgor de algo ancestral: “Alumbrado de mí, doy un salto hacia atrás y entro por un instante en el destello de la infancia”, escribió. Es la totalidad del mundo, como renacimiento, lo que resurge. “Metamorfosis de lo Mismo”, dice el poeta. Engendramiento —cópula, pero también reproducción— de lo real en lo imaginario. Al regresar en el poema a su orígenes mitológicos, el “desnacido” retorna a la matriz y a la materia: “Cada diez años vuelvo. Salgo de mis raíces,/ de mi niñez, y vuelo hasta las últimas/ estrellas. Soy del aire/ y entro con él en toda la hermosura terrestre”. Ser del aire. En el colegio Gonzalo era tartamudo y sin embargo le exigían que leyera en voz alta, mientras sus compañeros comían, alguna novela de Verne o de Salgari. Allí aprendió a sustituir palabras, a buscar otras que no tuvieran una p o una q, a encontrar alguna l que suavizara el habla. “Para esto yo sacaba mi respiración, tomaba aire y así me daba tiempo —cuenta Rojas—. Si tú examinas mi palabra poética, te encuentras con que a lo largo de ella existe esa trepidación un poco diastólica y sistólica de quien se paraliza y se asfixia un poco, y después se desvía”. De allí viene tal vez esa noción de la palabra y el yo como hijos del aire. El poeta posee así una “lengua tartamuda” para hablar de sí mismo. Y esta corporalidad recorrerá toda la obra de Rojas. Su imagen del mundo será siempre material, incluso en sus aspectos más ultraterrenos: el yo manifiesta sus propios humores, sus cóleras, sus éxtasis, como un cuerpo pasional y pulsional. La poesía se vuelve hambre, cauterio, sangre, parto, resuello, zarpazo y de ese modo la eternidad encarna. Rojas comprende que la poesía es una elocución, aliento — pneuma— entre la lengua tartamuda y una imaginación del aliento, con una sintaxis jadeante y como ansiosa de respirar en la “gracia de lo irrespirable”. Con el grupo La Mandrágora (Teófilo Cid, Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa) se acerca en el año 1938 al surrealismo y la vida literaria. Pero también lee deslumbrado Residencia en la tierra, de Neruda; Tala, de Mistral, y conoce personalmente a Pablo de Rokha y a Vicente Huidobro (“no he conocido a otro que sembrara más libertad en mi cabeza”, confesó Rojas). No publica mucho, pero ya escribe con asiduidad y emplea un rito de concentración. En los años cuarenta, poco antes de morir, su madre vivía en la calle Rengifo. Allí el poeta tenía un cuarto, con una mesa de madera, adonde arrojaba un cuchillito de punta acerada. Sólo si se clavaba y quedaba vibrando, el poeta se decía “Sí, puedo escribir”. Desde entonces la palabra le cae así, silbando en el aire, como un filo clavado en el mundo, lanzada en un acto de atención pura: “Eso tiene que ver con el ritmo, con el zumbido, con la concentración del Zen”, dijo. Estudió Derecho unos años y luego se fue a Santiago. Y allí conoció a María, una joven de dieciocho años, la madre de su hijo mayor, con la cual se fue, un poco harto de esa “Capital-de-no-sé-qué” y del surrealismo libresco, a la Sierra de Domeyko, en las nieves de Atacama. Allí ejerció varios oficios y enseñaba a leer a los mineros por las noches con un texto de Heráclito. Los miembros de La Mandrágora lo acusaron ante Huidobro de ser un tránsfuga de la poesía. Y Huidobro les respondió, riendo: “Déjenlo, Gonzalo es un loco que necesita cumbre”. La unión con María duró poco tiempo, pero bastó para encarnar un primer mito femenino, una de las “hermosas” que poblarán la vasta dimensión erótica de su obra, una de las eléctricas, las flexibles, las rapaces, las enigmáticas, las cítaras, las lobas, las posesas, las adivinas, las hijas del cielo: “Hembras, hembras/ en el oleaje ronco donde echamos las redes de los cinco sentidos/ para sacar apenas el beso de la espuma”. Varios años después conocerá a Hilda R. May, su compañera definitiva, que será la madre de su segundo hijo, Gonzalo. Ella murió en 1995, tras una larga enfermedad. Hilda es, en el poema, “la que duerme ahí, la sagrada,/ la que me besa y me adivina,/ la traslúcida, la vibrante,/ la loca/ de amor, la cítara/ alta”. En Rojas el erotismo no sólo es una manifestación carnal, sino también un modelo del cosmos, donde lo sagrado y lo sensual se reúnen y donde se fusionan los contrarios. Desde que publica su primer libro, La miseria del hombre, en 1948, aunque muy pocos lo adviertieran entonces, Rojas comienza a ser, junto con Nicanor Parra (1914), el eslabón que conecta a los fundadores de la gran tradición poética de Chile. —Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Pablo Neruda— con su riquísima descendencia —entre quienes se cuentan Enrique Lihn, Jorge Teillier, Eduardo Anguita, Oscar Hahn, Gonzalo Millán, Raúl Zurita, Elvira Hernández, Diego Maquieira. Aquel libro fue como un estallido, de una expresividad desbordada y una imaginería lúbrica, y a la vez

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trascendental. Las diferencias entre Rojas y Parra son grandes, pero, como observó Lihn, ambos destituyeron el preciosismo literario y la figura de un yo hipertrofiado, alejado de la experiencia concreta. Rojas tuvo y tiene una gran vida viajera, matizada por el ejercicio de la enseñanza literaria en liceos y universidades, después de sus estudios de Pedagogía. Viajó a París en el 53 y conoció a Breton y a Péret; viajó a China en el 59 y dialogó con Mao Tsé Tung sobre poesía; viajó a Cuba en el 65 y vio a Lezama Lima, “portento imaginativo”, y también a Fina García Marruz, a Cintio Vitier, a Eliseo Diego. Pero también padeció el exilio. Salvador Allende lo había nombrado en 1970 consejero cultural en China y luego lo trasladó a Cuba como encargado de negocios. Estaba en La Habana cuando se produjo el golpe militar de Pinochet. La dictadura chilena lo expulsó de todas las universidades y le quitó el pasaporte diplomático. “De golpe, y como dos tiros cruzados contra un mismo pellejo, recibí la excomunión de una universidad que fue mi vida, por pericoloso y algo más, y de ciertos sectarios impenitentes del exilio chileno por ‘enemigo del pueblo’”, cuenta Rojas. Vivió en Alemania Oriental al principio del exilio, pero no se adaptó al régimen, que desconfiaba de su heterodoxia. Se fue a Caracas, donde publicó en 1977 uno de sus libros fundamentales, Oscuro, 13 años después del segundo, Contra la muerte, de 1964. Luego llegó la beca Guggenheim a los 60 años, su paso por universidades norteamericanas y europeas, sus múltiples lecturas públicas, el reconocimiento, los premios, sus nuevos libros: Del relámpago (1981), El alumbrado (1984), Materia de testamento (1988), Desocupado lector (1990), Río turbio (1996), Diálogo con Ovidio (2000) y sus numerosas antologías. Cuando regresó a Chile en 1978 ninguna universidad lo recibió, pero decidió levantar una casa en Chillán. Hilda vio el lugar imposible, sobre el río que “zumba y suena como cien órganos de Bach” y corre, literalmente, en lo hondo de la casa. Allí construyeron el hogar de tres plantas, y cuando reside en Chillán, cada mañana, el poeta baja a darse un baño en sus aguas frías. Ese lugar fue alucinado por su poema “Torreón del Renegado”, que comienza: “A esto vine, al Torreón/ del Renegado, al cuchillo/ ronco de agua que no escribe/ en lo libérrimo agua ni/ pétalos pero cumbre/ escribe y descumbre, nieve aullante, límpidas/ allá abajo las piedras”. Hilda May, en su libro La poesía de Gonzalo Rojas, cuenta que ese poema fue escrito mucho antes de la construcción y que su diseño es “puramente onírico y después real”. Esa lógica, no obstante, es la de la poesía de Rojas. Río filoso, cuchillo que se lanza, rapidez centelleante, relámpago en el aire mortal, relámpago del poema iluminando el cielo negrísimo. Gonzalo Rojas siempre está allí, nombrándolo, habitando el fulgor, mientras escribe “lo que le dictan/ los dioses a punto de estallar escribe/ la hermosura,/ la figura de la Eternidad/ en la tormenta”. _______________________________________________________

COMENTARIO SOBRE VIÁTICO (FRAGMENTO), DE MARÍA VENEZIA MIGUEL JORGE CASTILLO

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l hombre representa la insoportable levedad del ser, tan diáfana como efímera es su existencia, insoportable gravedad perfecta del ser hombre. A cuestas no lleva más que un trozo de ser erigido sobre sí mismo, solitario existencialista condenado a ser libre (palabras de Sartre), y en este albedrío tan libre como trágico, él, nosotros, nos vestimos con las ropas de la mentira, histriones enmascarados, simples personas, patos de engañifa glorificando la mentira. Nos vamos quedando cada vez más solos, sobre nuestros hombros pesa tanta ética, demasiada moral empedernida, y por dentro estamos deshabitados del canto y la plegaria, orgullosos de vivir en vilo un tiempo que se va, que siempre se está yendo y nos lleva consigo. Mañana por la mañana alguien contemplará el mar, absorto, temblando ante el gigante sinuoso y hambriento, verá perderse los barcos en la frente oscura del horizonte como se pierde la vida en cada suspiro y en cada despertar. Entonces él sabrá, y nosotros también, que nos iremos como las palabras, y sabremos que la muerte tiene para todos una mirada y partiremos con este viático: la fragilidad, la gravedad y la mentira.

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elpoemaseminal 22/ 14 de enero, 2004 DAIGAKU ORIGUCHI (Japón, 1892-1982) RÍO DE JANEIRO

E brio, ebrio, ebrio Está el paisaje nocturno de Río. En medio del negro cielo La Vía Láctea desnuda es una diosa recostada. —Dispénseme, pero hace tanto calor. Una procesión de antorchas avanza misteriosamente Por la orilla de Bahía Bela. Unas almas bailan sobre la cuerda floja Tendida sobre el Pan de Azúcar. ¡Aplausos, por favor, si lo logran! ¿Qué estará lavando el mar a estas horas? Sobre la tierra firme levantan las palmeras como inmóviles gendarmes Hieren la oscuridad los dientes blancos de bellísimas negras De un cabaret atestado de humo y música Sale la luna con la cara roja Sube tambaleándose sobre el mar que espejea. Atsuko Tanabe y Sergio Mondragón, trads., Un rebaño bajo el sol. Poesía japonesa moderna. México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1988, p. 91.

__________________________________________________ JULIO EUTIQUIO SARABIA (Puebla, México, 1959) ZUBIA (XI)

R otundo fulgor breve el labio encendido de la clave —clavo, clavel de sol en el cenit—, cristal de concentrada luz que prefigura la sanguinaria sombra del amor. ¿Pero qué deambular sin asideros entre la grey nos fortifica y trueca en intemperie la abundancia? Olvida el nombre. Desprendimiento llámalo cuando descubras, en el temporal, la rosa cercenada. Visión de místico arrebato emergerá en profusos amaneceres

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de magnificado deseo. Y nadie volverá a negar su nombre al advertir, en el labio clavelino, saliva regocijada en el exceso. Desnudos aguardamos lo infinito y una bebida florece entre los dedos porque asir líquidos intemporales es ya no tener sino cierto halo, cierto recuerdo de una ausencia que se sabía la llama de la rosa. Y era esa llama un bocado que aleja de nosotros cuanto halaga y a la intemperie nos arroja. Y qué gozo saber que la pureza amarillea de día y de noche como el trigo. Y qué gozo las máculas del Uno. Uno sin coro; Uno el ebrio en los desechos; Uno el labio y el cuchillo. Alrededor de Uno, la innoble obediencia a las pulsiones y el fuego suspendido en el llavero. Y no es sino la lumbre, el don prístino de velo azul, la tapia secreta del jardín lustral. Aunque Uno lleve su índice al mentón si vanse trenes, si arriban amazonas, si en vano la sonrisa es por el ruedo. Fulgor sangriento mientras dura en las dos sílabas del labio, después sólo la suma sin el cero.

EL VINO DE SU CUERPO (XIII)

D e mis labios bebías toda urgencia, residuos de “amables remordimientos” y yescas de moralidad insustancial. (No están a salvo teenagers ni féminas remisas de coyundas, en la treintena, tan funestas.) A medias verdad del corazón, en tus labios de suntuoso vino mi boca libaba finísimas cortezas

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de esplendor, sombras y traspiés. Con muelle o extraviado pudor engarzaba joyas sutiles en tu oído. Con tersa respiración y lengua diestra despercudía culpas en tus pechos vastos. Con tus caprichos de niña atesoraba nervios y urdía caricias descomunales de mar enfebrecido. Tu higiene salobre despertaba el temblor nocturno de mi sexo. Entonces, ungido por tus manos, en ti oraba: collares de bienaventuranza, cuenta a cuenta, esparcía desde tu boca hasta tus pies. Mudar de vida. Puebla, LunArena-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2003 (El Secreto, serie mayor), pp. 25-26, 58-59.

___________________________________________________ CHIAPAS Y SU EXPRESIVIDAD METAFÓRICA ÓSCAR WONG

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n plena frontera sur, entre el águila y quetzal, se erige un prodigioso registro literario que, lejos del regionalismo, y de su particular ámbito limítrofe, demuestra la vigencia universal de su poesía y de su narrativa; una propuesta estética que potencializa el vigor del cántico y lo dimensiona, a través de sus voces trascendentales y renovadoras en la esfera de las letras mexicanas. En este universo contrastante, la tradición literaria tiene asideros históricos, éticos y estéticos plenamente identificados y van desde la aparición de la imprenta en San Cristóbal de las Casas, en 1826, hasta el surgimiento de Rodulfo Figueroa, 70 años después, considerado como el padre de la poesía chiapaneca. A diferencia de la frontera norte, donde las contradicciones idiomáticas y económicas son elementos significativos, Chiapas apunta más hacia Centroamérica que al altiplano mexicano. De esta manera, hablar de una literatura fronteriza en Chiapas, sería tanto como dimensionar sus características etno-geográficas, su expresión indigenista y su atraso educativo y cultural, que indudablemente repercuten en la expresión artística. En Chiapas no se advierte una poesía o una narrativa fronteriza particulares, como ocurre en el norte de nuestro país; sin embargo, Chiapas ha logrado erigirse en una zona notable en su expresión literaria, vinculada en su narrativa con el aspecto étnico. Aún no se observan expresiones que resalten la irrupción del ejército neozapatista o submarquista, pese a la insólita desigualdad social que resquebrajó la paz y el desarrollo de esta entidad federativa. Por su particular ubicación geográfica (16 municipios son limítrofes con Guatemala), por su alto índice indigenista y por su significado histórico y arqueológico, la poesía y la narrativa de Chiapas se desenvuelve más en el ámbito del canto y expresión de la naturaleza que en revelar el derrotero social. Pese a sus contrastes socioeconómicos y culturales, Chiapas ha logrado erigirse como una zona notable por su discurso literario, narrativamente vinculado con los grupos étnicos, como ocurre con algunos libros de Eraclio Zepeda (en especial Benzulul) o de Roberto López Moreno (Las mariposas de la tía Naty, por ejemplo), aunque debo resaltar que todavía no se observan expresiones que expresen la aparición del ejército neozapatista (o submarquista), por el cual, desde 1994, la entidad se ha transformado en la capital del mundo. Es indiscutible que en los cuentos de este autor existe una propuesta vital, un deseo vehemente de reflejar la substantividad con un lenguaje y un tratamiento literario pleno de certeza.

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Si existe una literatura fronteriza, creo que Oscar Palacios es el único novelista que se ocupa de la situación limítrofe con Guatemala en su novela La mitad del infierno, puesto que resalta el conflicto centroamericano y sus movimientos migratorios al interior del territorio chiapaneco. Oscar Palacios es un escritor que explota la temática fronteriza. Novelista de magnífica hechura y extraordinario equilibrio, su obra merece mejor difusión. La característica primordial de esta literatura es su magnitud social, porque aborda los problemas fundamentales del individuo en relación con su entorno, pero no debe encasillarse en virtud de las diferentes lecturas que permite: literatura política, de índole indigenista o de franca denuncia social. Independientemente de su temática, la literatura de Chiapas, pretende encuadrarse en el marco de la estética. Cierto: entre el águila y quetzal, en plena frontera sur, Chiapas se erige como un territorio prodigioso, donde la Luz y las Tinieblas prosiguen en un combate interminable. En este universo contrastante, la tradición literaria tiene asideros históricos, éticos y estéticos plenamente identificados y van desde la aparición de la imprenta en San Cristóbal de las Casas, en 1826, hasta el surgimiento de Rodulfo Figueroa, 70 años después, en el valle de Cintalapa. Chiapas, con 260 Kms. de litoral subutilizado -apenas 9.6 % del volumen susceptible de explotación-, con un grave deterioro ecológico y 3 millones 920, 515 habitantes, quienes por la accidentada orografía de la región se enfrentan a la dispersión demográfica -principalmente la población rural que se dedica al autoconsumo en pequeñas comunidades-, aún no logra salir de su marasmo político-social.1. En Chiapas continúan los conflictos agrarios, la pugna por el poder, la inseguridad y, por supuesto, las pugnas religiosas. El rezago social, la desigualdad económica, el alto número de grupos étnicos con su consecuente desintegración sociocultural, la desorbitada carencia educativa con su secuela de pésimos hábitos de higiene y salud, también ha repercutido en la escasa procuración y administración de la justicia. Por su misma extensión territorial y su ubicación estratégica, puede afirmarse que Chiapas es la capital de Centroamérica.2. Y aquí es donde podría hablarse de Chiapas y de su literatura fronteriza. Pese a sus altos índices de analfabetismo, Chiapas se erige como una zona notable en su expresión literaria. No obstante, para abordar la categoría estética, una expresión hiperbólica indica que en Chiapas, levantar una piedra conlleva riesgos, porque -precisa la conseja- puede aparecer un poeta. Esta aseveración indica la enorme admiración que se tiene por sus escritores, lo cual es sintomático puesto que habla de una rica tradición literaria. Ante la desmesura expresiva, la interrogante surge de inmediato: ¿existe realmente una tradición literaria en la entidad?, ¿qué se entiende por poesía chiapaneca?, ¿cuáles sus características primordiales? Algunos autores sostienen que la geografía, el clima, la particular situación social generada por la lejanía con el centro de la República y su ubicación limítrofe con Guatemala y Centroamérica, así como el rico legado cultural prehispánico, produce una sensibilidad especial entre los chiapanecos, que los hace incursionar en la esfera de la literatura, el periodismo y la política. De cuando en cuando ocurren intentos por abordar el acontecer literario de la entidad. La literatura chiapaneca de Jesús Agripino Gutiérrez,3 un muestrario de autores que abordan diversas esferas del saber humano chiapaneco, pero es a partir del volumen Fiesta de pájaros, de Héctor Eduardo Paniagua, que se desarrolla en la zona el gusto por la declamación y la poesía. Armando Duvalier publica siete años más tarde una selección de escritores bajo el título de Poetas chiapanecos.4 De los ocho poetas incluidos destacan Santiago, "El Chanti" Serrano y el propio Duvalier. 1

Para una lectura más profunda de la realidad, Cfr. Emilio Zebadúa, Breve historia de Chiapas, FCE/El Colegio de México, Méx., 1999, 185 pp., pero sobre todo el volumen de María Luisa Armendáriz, Chiapas, una radiografía (FCE, Méx., 1994, 397 pp.), que involucra aspectos socioculturales 2

Cfr. los tres tomos de Manuel B. Trens, Historia de Chiapas. Desde los tiempos más remotos hasta la caída del Segundo Imperio, CECA-Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, 1999 3

Tuxtla Gutiérrez, 1950, Apud. Jesús Morales Bermúdez, Op. cit.

4

México, Edit. OPCI, 1939, 120 pp. La portadilla indica 1939; el colofón, 15 de agosto del mismo año y la portada, 1940. El libro es inencontrable, casi como Fiesta de pájaros (Imprenta del Gob. del Edo., Tuxtla Gutiérrez, 1932, 308

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Eliseo Mellanes Castellanos considera en su Perfil de la poesía en Chiapas 5 que la segunda mitad del siglo XVIII marca el punto de partida de las generaciones poéticas de la región, al considerar al dominico fray Matías de Córdova (1766-1828), no sólo como "el padre de la Independencia de Chiapas” sino como “el patriarca de la poesía chiapaneca". Es evidente que la necesidad de observar el desarrollo de la lírica chiapaneca ha dejado como secuela una serie de muestrarios y selecciones de autores, muchas veces arbitrarias. "La Antología de poetas jóvenes, de Eliseo Mellanes, aparece en 1955; fuera de una introducción que reproduce en mucho las consideraciones abordadas por él en su Perfil de la poesía en Chiapas y de reiterar la signación de generaciones, la magnanimidad de juicio vista en Paniagua se repite con creces en ésta, que tampoco es antología sino un recuento de quienes en ese momento parecían promisorios en el panorama literario del Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas. Es de destacar que, entre el extenso listado de poetas que ofrece, no ven lugar los chiapanecos de La espiga amotinada. José Casahonda Castillo, en 1976, aborda históricamente el desarrollo de lo que posteriormente se conocería como la "tradición poética de Chiapas", cuya hebra cultural inicia, según este autor, en el siglo XIX en Guatemala y se prolonga hasta San Cristóbal de las Casas 6. Para el famoso Pachis Casahonda Castillo, los literatos eminentes de la región en el siglo XIX fueron; Felipe Teófilo Contreras, Emilio Rabasa y Rodulfo Figueroa. Lo interesante de este volumen son las entrevistas realizadas a Jaime Sabines, Enoch Cancino Casahonda, Juan Bañuelos y Óscar Oliva. Cierra esta muestra de 12 poetas chiapanecos el en ese entonces joven Raúl Garduño, quien fallecería en 1980, en Tuxtla Gutiérrez. En 1983 surge la Nueva poesía de Chiapas 7; lo meritorio de esta compilación es la presencia de Joaquín Vásquez Aguilar y de Efraín Bartolomé, principalmente, sin olvidar a Raúl Garduño y Elva Macías, así como de las poetisas Marisa y Socorro Trejo. Tres años más tarde, Alfredo Pavón rescata la obra de los Jóvenes poetas de Chiapas 8. A juicio del propio Pavón, la obra contiene elementos característicos que identifican a estos ocho autores incipientes: 1) Incorporación de figuras familiares, 2) La figura de la mujer y el amor erótico, 3) Identificación del Yo; y 4) La naturaleza y la ciudad como marco del sujeto poético. Los autores convocados por Pavón -Adolfo Ruiseñor (1962), Alejandro Riestra (1954), Jorge Mandujano (1959), Uberto Santos (1960), Carlos H. Selvas (1953), Luciano Villarreal (1954), Uvel Vázquez (1963) e Israel González (1961)- acusan descuidos formales y semánticos, constantes "debilidades técnicas, impotencia para sostener la totalidad de sus textos. Y la no-distinción entre los mecanismos poéticos y prosísticos" 9; el propio Pavón califica la obra de estos escritores como "textos primitivos". Dos libros más se agregan a estos intentos de abordar la dimensión poética de Chiapas. En 1983, Raúl Contla G. elabora El paisaje poético de Chiapas 10, sin más propósitos que ilustrar, con la obra de 33 autores, las fotografías que caracterizan al trabajo, mientras que María José Rodilla realiza una muestra limitada, y por lo tanto parcial, sobre la literatura de la frontera sur. Cinco entidades surianas, entre ellas Chiapas, son "estudiadas" bajo la simplista óptica amistosa. Tiempo vegetal 11 se refiere exclusivamente al siglo XX y su criterio selectivo se basa en "ofrecer unos

pp) 5

, Sección XXXVII del SNTE, Tuxtla Gutiérrez, 1965, 38 pp.

6

12 poetas chiapanecos, Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, 1976, 128 pp

7

Cfr. Óscar Wong, Nueva poesía de Chiapas, México, Edit. Katún, 1983, 150 pp. Lo novedoso: incluye un esquema generacional a partir del siglo XIX hasta el XX, el cual concluye con la década de los 70-80, con autores como Bartolomé, José Falconi Oliva, Socorro y Marisa Trejo, así como Israel González, entre otros 8

Edic. La Rendija Gobierno de Chiapas-Programa Cultural de las Fronteras-SEP, Tuxtla Gutiérrez, 1986, H8 pp

9

Cfr. Alfredo Pavón, Op. cit. Hasta la fecha, en la mayoría de los autores indicados, prevalecen las características señaladas. 10 11

Tuxtla Gutiérrez, Gobierno del Estado, 1983, s.p. Tuxtla Gutiérrez, ICHC, 1993, 730 pp

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cuantos ejemplos de calidad", aunque la muestra es desmesurada si se advierte el parámetro indicado. 12. Chiapas. Voces particulares, de Malva Flores, busca conciliar a la palabra -como "materia dispuesta y moldeable"- con la "coherencia de la estructura". Es decir, los autores que concurren en esta investigación tienen "más conciencia conceptual de la escritura" como un corpus absoluto "que se funda en la conjunción adecuada entre lo enunciado y la enunciación en sí, entre la fuerza de lo dicho y la tensión de la escritura" 13. Por su parte, Leticia Coello ha elaborado una mínima selección de poetas cuyos textos son, lamentablemente, ancilares de las fotografías que ilustran el volumen. Rostros del chulel (Rostros del alma) es un trabajo infame. La presentación tiene algunas incordancias y, además, señala que Chiapas, "por su exuberancia, no desampara a nadie, incluso a esa gente noble que se conforma con tan poco, los poetas chiapanecos, precursores de la paz y del sentir del pueblo" 14. Ninguna ficha curricular precisa la trayectoria profesional de los 21 autores seleccionados. Chiapas. Nueva fiesta de pájaros17 resume un siglo de la poesía chiapaneca; sus consideraciones son del orden estético, aunque pretende rescatar a diversos autores de la antología de Paniagua. Se suma Árbol de muchos pájaros. Antología de poetas chiapanecos del siglo XX18, un muestrario elemental, una compilación de textos mínimos que escuetamente agrega nombres, pero no amplía el horizonte de calidad ni determina algún criterio selectivo. Es incuestionable que por razones geográficas, de orden histórico, político y social en Chiapas existe una rica tradición poética, iniciada por Rodulfo Figueroa -el poeta del valle de Cintalapa- en el siglo XIX. La mágica visión del mundo, los contrastes étnico-sociales que repercuten en el habla cotidiana (el "voseo", más que centroamericano, adquiere en Los Altos de Chiapas características vejatorias, raciales); la exuberante fertilidad de la tierra, su problemática por la tenencia de la misma, en mucho han contribuido a forjar una visión del mundo muy sui generis, cuya poética tiene características insoslayables, como son: la intensidad metafórica, la sonoridad, la cadencia rítmica y la descripción del paisaje. Con fray Matías de Córdova comienza, prácticamente, la tradición literaria de Chiapas; es el introductor de la imprenta y fundador del primer periódico, El Pararrayos, de notable trascendencia porque a través de sus páginas defiende la independencia de Chiapas y, más tarde, su incorporación a México. Pero es indudable que Rodulfo Figueroa inicia la poesía contemporánea en la entidad durante el siglo XIX; inmerso en el modernismo, sin dejar de ser él mismo un romántico, el "padre de la poesía chiapaneca contemporánea" a finales del siglo XX aún aguardaba un apropiado estudio sobre su obra 15. El ulterior desarrollo de la lírica de esta región fue importante: versificadores, vanguardistas e introductores de diversos recursos estilísticos, como Duvalier y Santiago Serrano, hasta la irrupción de la actual presencia de los autores que han dado origen a lo que ahora se conoce como los poetas de Chiapas, una corriente dinámica, vital, representativa, que se inscribe en el panorama de la literatura mexicana y, seguramente, universal. La poesía de Chiapas representa una espiral integrada, donde poetas y versificadores aportan sus elementos estilísticos para conformar un mosaico diversificado. También simboliza un círculo abierto que parte del siglo XVII, con fray Matías de Córdova, prosigue con Rodulfo Figueroa, se extiende sobre 12

El resultado de esta obra hace honor, de manera fehaciente, al apellido de la "investigadora": fue hecho con la rodilla 13

CNCA/Dirección de Publicaciones, Colec. Letras de la República, México, 1994, p. 16, passim

14

Edaméx, 1994, 106 pp. Lo subrayado es mío. Para que se advierta la carencia de conocimientos de la autora, en la portada aparece un nuevo autor: Óscar Silva, al metamorfosear el apellido Oliva 17 18

Mi libro fue publicado por la editorial Praxis en 1998. Héctor Sumano, Socorro y Marisa Trejo Sirvent, UAEM/La Tinta de Alcatraz, Toluca, Edoméx., 2001, 243 pp.

15

Ricardo Cuéllar Valencia afortunadamente ha subsanado esa deficiencia: un volumen lujoso da cuenta pormenorizada de este autor: Obra poética de Rodulfo Figueroa. Primer poeta moderno de Chiapas, CECA-Chiapas, Cuadernos de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, 1999, 293 pp.

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los precursores de la vanguardia, se amotina con los "espigos" chiapanecos y se abre a la precisión metafórica con Efraín Bartolomé. Conviene precisar que la poesía representa un medio de comunicación y de expresión. En su primera vertiente, el poeta exterioriza sentimientos y pensamientos, pero además -en su segundo aspecto-, expresa, líricamente, una serie de valores connaturales al verso: el ritmo, la cadencia, símiles y metáforas integran la tabla axiológica del poema. La poesía es imagen. Por lo mismo, Rosario Castellanos se yergue, todavía, como una inteligencia insuperable, incluso en el ámbito se las letras mexicanas. Abordó todos los géneros literarios y no desestimó la cátedra ni el periodismo para dar cauce a su preocupación fundamental: oficiar en el altar del conocimiento. Como poeta, desde Apuntes para una declaración de fe (1948) hasta la compilación de su obra Poesía no eres tú (1972) supo enfrentar su vocación con entereza, superando la confesión personal, las particularidades intimistas. Por supuesto que tuvo conciencia de su mestizaje, de la raigambre cultural de una raza vencida, con la consiguiente madurez y profundidad de sus poemas. El desamparo, la pérdida del amor, también potencializan a sus poemas, dándole una gravedad característica. Jaime Sabines utiliza una expresión enérgica, aunque cotidiana. El sentido es propio, sin que por ello soslaye el lenguaje figurado. Todo en Sabines es sensitivo: hasta a Dios es posible tocarlo, o negarlo, según se presente la ocasión. Algo sobre la muerte del mayor Sabines es un cántico universal que invoca el amor filial. Vital, crudelísimo, el poema exalta la caída del "héroe moral", el padre muerto. El cántico capital de Sabines tiene una secuencia casi cronológica: describe los acontecimientos objeto de su salmodia: la enfermedad del padre, el tratamiento en el hospital, su fallecimiento; recuerdo de los padecimientos como motivo para manifestar el transcurso de la existencia, los funerales, con su descripción fonética vía los responsos agrupados del VI al VIII cantos, hasta desembocar en la reflexión y conceptos sobre la muerte; también representa una dolorosa meditación sobre el sentido del mundo y de la vida frente a la presencia de la degradación física. En cambio Enoch Cancino Casahonda construye su poesía con sencillez y soltura, elaborando paisajes íntimos y ventanas campiranas. En "Noquis" Cancino hay sabiduría, conocimiento del mundo, del conflicto interior del ser humano, además de su expresión cotidiana donde vibra la provincia. Por ello describe con soltura ese mágico instante en que los seres humanos unos recobramos. Cada poema expresa sabiduría, el conocimiento que deviene en experiencia, gracias a la madurez con que observa al mundo y lo construye líricamente. Es el primer Académico de la Lengua y autor del celebérrimo Canto a Chiapas. Juan Bañuelos participó, en su momento, en el grupo de poetas conocidos como La espiga amotinada, quienes postularon una propuesta lírica surgida de una fuente común: la exaltación, la ira y la subversión de los cánones literarios. Diferentes entre sí, los "espigos" surgen como un grupo políticoliterario en una etapa crítica para el país, sobre todo si se recuerda la huelga ferrocarrilera en 1958, con Demetrio Vallejo a la cabeza, y que hizo coincidir, políticamente, a José Revueltas con estos escritores; vale resaltar, además, el movimiento magisterial, el asesinato de Rubén Jaramillo, como otro parámetro histórico para comprender la importancia de esta corriente literaria. La poesía, para Bañuelos, responde a las necesidades de la colectividad como principio irreductible. Acaso por lo mismo el título de su primer libro sea un indicador: Puertas del mundo (1960). El mejor Bañuelos es el que canta el sentimiento mismo del hombre, el que observa a la humanidad desde su perspectiva amorosa. Quiero insistir en el aspecto amoroso del autor de Espejo humeante, soslayado por la crítica. Bañuelos es, por supuesto, un ser sensible que busca reflejar la realidad a partir de las herramientas que tiene a la mano: su conciencia de hombre y su voz de rapsoda. También es un cronista, cuya bitácora lírica va describiendo ritmos y sensaciones, circunstancias y acontecimientos. Las voces de la historia van de la mano de los mitos indígenas. Evocación, deslumbramiento, entonación sacra, incluso en la conciencia colectiva que es su poesía 16. 16

A pesar de su sensualidad y del conocimiento de los principales recursos técnico-estilísticos, Bañuelos fue cuestionado por Orlando Guillén quien lo calificó de plagiario. Desafortunadamente los argumentos de Guillén son contundentes: Bañuelos ha conseguido montarse en la cresta de autores como Milosz, entre otros. Cfr.

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En su momento, la iracundia verbal de Oliva da paso a la ternura, a las circunstancias sociopolíticas e históricas. Erótico y sensual, este autor vuelve una y otra vez a la posesión del lenguaje, donde la función expresiva y comunicadora cobran nuevo sentido al incorporar al discurso lírico el empleo de flechas, círculos y otros símbolos pictóricos y tipográficos, como ocurre en Estado de sitio (1972). Su intencionalidad expresiva lo lleva a desembocar en el ritmo de la prosa, sacrificando muchas veces la imagen. Es decir, la poesía de Oscar Oliva deviene de la zozobra cotidiana y marcha abruptamente en un discurso pleno de libertad metafórica, de ahí el uso del verso largo, como versículo, para determinar su densa respiración. Las enumeraciones son golpes, peñascos que caen y percuten con violencia. En Trabajo ilegal (1985), independientemente de sus contenidos políticos, intenta la reflexión sobre la función poética. De esta manera forja una voz que se vuelca sobre sí misma. Evolución e involución lírica, a la que sigue el expirar y renacer de la palabra. La voz de Elva Macías marcha decantada, rigurosa en la selección de los vocablos; temas y descripciones fluyen a través de estructuras formales definidas por los especialistas como couplings o apareamientos 17; expresiones que asumen estructuras peculiares: Elva Macías recurre a la fluidez expresiva. El tono, la respiración y las imágenes cabalgan sobre el sentimiento íntimo (y objetivo, empero). El lenguaje de la autora se derrama, se "escancia" sobre la copa del poema, del sentimiento mismo. Inmenso en la sonoridad de la Palabra, imbuido de esa fuerza volcánica, telúrica, Raúl Garduño se irguió con toda su potencialidad lírica desde sus primeros poemas, publicados en el volumen colectivo Poesía joven de México (1967). Paisajes marítimos, de belleza cosmogónica, inundan sordamente los hallazgos líricos, los constantes deslumbramientos que configuran su sentimiento particular. Fallecido en plena juventud, Garduño supo que la naturaleza, esencial en su corpus lírico, era un motor genérico y totalizador. Para este creador la poesía representaba una serie de presagios, símbolos y señalamientos que, de manera precisa, ocultaban esa otra realidad, acaso la más exacta y perfecta: la de las esencias. En su obra encontramos diversas características que confirman este aserto: el tono recitativo, propio del canto y la declamación, expresado mediante estructuras anafóricas y epítome y reiteraciones. Joaquín Vásquez Aguilar, otro juglar desaparecido, es un lírida que va desparramando su voz en golpes de humanidad, donde el calor, el mar, los días oscuros, los cambios de estación, se dan la mano con la esencia poética; por lo mismo, su primer poemario, Cuerpo adentro (1977) representa la crónica de su alma vista a través de la naturaleza, la cual le dio su cualidad y calidad estética, sus núcleos axiológicos. Imágenes sugestivas, golpeando el ritmo, la melodía irrumpen en esta propuesta evocadora de Vallejo. Atmósferas e intenciones creadas en virtud de la sintaxis violentada, son las características de Vásquez Aguilar. Originario de Ocosingo, Efraín Bartolomé rescata la visión del Idilio salvaje y como Manuel J. Othón canta e invoca a la naturaleza; la convoca para manifestar que su discurso deviene de los astros; basta y sobra citar el primer canto de Música lunar (1992) o los poemas de Ojo de jaguar (1990) para signar lo anterior. Lo plástico y sensual de Bartolomé repercute en su imago mundi: la naturaleza. También hay acentos neocreacionistas; su expresividad lírica representa una cópula singular, donde el amor se fundamenta en la realidad. En Bartolomé se advierte un profundo lirismo, donde la poesía es unión, comunión, signo sagrado. Lo sacro de la existencia, como tema único poético, se devela en su obra. Por lo mismo también hay expresiones testimoniales, afirmaciones y contundencias para enmarcarse en el flujo continuo de la humanidad. El ritual del bardo se consuma: el paisaje es una sutil palpitación, la evocación de un rito, una mágica liturgia. Después de Bartolomé hay otros autores invaluables, como Orlando Guillén, La una y dos colgando: Bañuelos, Adame, Illescas, Edic. Le Prosa, Méx., 1982 (7 Cambio, N°. 80, 19 de nov. de 1990, pp. 39-40). No obstante, Bañuelos ha asumido otras actitudes más dignas: en 1984 ofreció su Premio Chiapas en Artes al obispo Samuel Ruiz; con el religioso y Oscar Oliva diez años más tarde participó a través de la CONAI en las mesas de discusión sobre derechos y cultura indígena que culminaron en la debatida Ley de la Cocopa. 17

Véase Samuel R. Levin, Estructuras lingüísticas en la poesía, Cátedra, Madrid, 1977, 106 pp.

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Juan Carlos Bautista (Tonalá, Chiapas, 1964), Roberto Rico (Cintalapa de Figueroa, 1960) o Eduardo Hidalgo (Huixtla, 1963), quienes a mi juicio integran una tríada de interesante relevancia, no sólo por su tono y expresividad rítmica y metafórica, sino por sus pretensiones estéticas de hurgar en temáticas más presentes. A ellos se agregarían Mario Nandayapa (Chiapa de Corzo, 1965) y Víctor García (Acapetahua, 1970), sin olvidar a Manuel Cañas (Chilón, 1956), Yolanda Gómez Fuentes (Tapachula, 1965), el ya desaparecido Francisco R. Gordillo (Comitán de Domínguez, 1970-2002) o más recientemente Víctor Avendaño (San Cristóbal de las Casas, 1970). Con dos poemarios inusitados —Lenguas en erección18 y Cantar del Marrakech 19— Juan Carlos Bautista revela una voz vigorosa, impactante, donde los sentidos se enervan en un tiempo apretado, en un espacio profanamente sacro; la eternidad de la piedra, la dimensión estéril del amor entre efebos, se erigen como un bárbaro sobre un campo de trigo. Su poesía puede registrarse como una crónica única, insólita, del placer, de la morena brutalidad, donde ángeles pérfidamente suntuosos, adoloridos, descienden al insurrecto jardín del placentero Edén. Si alguien puede denominarse Poeta, después del Bartolomé, es indiscutiblemente Juan Carlos Bautista, quien aborda una temática homosexual. Metros y ritmos en puntual equilibrio; significados con un sentido, una intención estética más que existencial, caracterizan a la poesía de Roberto Rico, de manera que su obra alcanza una excepcional dimensión lingüística. Un caso inusual en Chiapas, donde el cántico se desborda y el tono recitativo se congrega alrededor del paisaje; el autor se atreve a husmear en versos endecasílabos y heptasílabos, en metros alargados, buscando un efecto rítmico propio, particular, donde los adjetivos reveladores, que más que limitar, amplían el horizonte semántico del sustantivo. Por su parte Eduardo Hidalgo, con un único libro, Eco negro20; demuestra que tiene recursos estilísticos suficientes como para enhebrar una obra luminosa; su voz oscila entre la experimentación versicular , hurgando en los espacios vacíos, en los silencios y en la cotidianidad minuciosa de la experiencia vital. Pero en este poemario inicial, el tono elegíaco predomina. La última de forros es reveladora: “Eco negro es un canto por lo perdido, lo revelado y hallado en la muerte. Una estética palpitatoria de lo recobrado entre los escombros de lo citadino y el encuentro filial e intemporal del nosotros”. María del Rosario Bonifaz, heredera indiscutible del vigor que caracteriza a la poesía chiapaneca; cadencia rítmica gracias a las anáforas reiteradas, particularizan su obra todavía incipiente, pese a sus tres libros publicados, y que aguarda entronizarse a plenitud en el ámbito de la lírica nacional. Por supuesto que entre los recientes autores, Mario Nandayapa, junto con Víctor García, es quien más se enlaza en esta tradición. Su reciedumbre discursiva está llamada a exteriorizarse en un cántico ancestral, revelador, producto de su raigambre idiomática, mítica. Por supuesto que además hay otros autores que apenas van forjando su obra. Gladys Fuentes Milla, radicada en Tabasco, Elda Guzmán, quien continúa persiguiendo el Alba desnuda, Enrique Hidalgo Mellanes, María Auxilio Coutiño y Marvey Altúzar. Se suman a estas expresiones, autores más connotados, como Adolfo Ruiseñor, Roberto Chanona, Marlene Villatoro o Nora Piambo. Movimiento armónico, intensidad metafórica y descripción del paisaje. Tal los rasgos pertinentes de la poesía de Chiapas, que se expresa en versos de diferente factura. Desde la postura becqueriana, tardíamente romántica de Rodulfo Figueroa en el siglo XIX, pasando por el verso decantado de la Castellanos hasta la áspera trepidación entrecortada y la contracción sintáctica, vallejeana, de Vásquez Aguilar, sin olvidar la precisión metafórica y la disposición plástica de Bartolomé, que se desplaza por la invocación susurrante de Roberto Chanona para nombrar las cosas y conjurarlas y toca la develación de los mitos como expresión real, forjadora de del reino del fuego y del silencio para resguardar los enigmas, los estigmas del Olvido como sucede en Yolanda Gómez Fuentes. Distante de los regionalismos, la tradición poética de la zona demuestra la validez universal de estas voces caracterizadas por el sello significativo y renovador. Una presencia que potencializa la 18 19 20

Cuadernos de Malinalco No 13, Malinalco, Edoméx., 1990, 39 pp. CNCA, Fondo Editorial Tierra Adentro, 1993, 55 pp. Gobierno de Chiapas, Biblioteca Popular de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, 2002, 76 pp.

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reciedumbre del cรกntico y lo redimensiona, como una particularidad indefectible, en el รกmbito de la literatura universal.

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elpoemaseminal 23/ 21 de enero, 2004 WALLACE STEVENS (Estados Unidos, 1879-1955) EN LA CLARA ESTACIÓN DE LAS UVAS

M ontañas separando nuestras tierras del mar —la conjunción del mar, montañas, nuestras tierras— ¿me he parado a pensar alguna vez en esto? Si pienso en nuestras tierras me imagino una casa y una mesa que ofrece una fuente de peras, bermellón sobre verde, hábilmente dispuesta. Pero este burdo azul bajo los bronces vibrantes menosprecia estas manchas sutilmente elegidas. ¡Tan ostentosas! Nada para el sol y la luna si sólo significan lo que vemos. Más no. Ni montañas ni el mar. Tampoco nuestras tierras. Ni fárragos de escarcha ni los gritos de zorros. Mucho más significan. Pasajes otoñales están abovedados por penumbras de rocas y la sal de su aliento va envolviendo a los hombres. Harmonium. Trad., pról. y notas de Julián Jiménez Heffernan. Barcelona, Icaria, 2002 (Poesía, 22), p. 168. ____________________________________________________

ANGELINA MUÑIZ-HUBERMAN (Francia-México, 1939) manantial

c resta de la explanada, parapeto del camino entre las abruptas rocas se lanza la espuma briznas apenas delineadas a la distancia desgarrones de flor en color esparcido el catalejo enfoca brumas desleídas un par de ojos desvela el misterio ¿qué persigue entre las malezas y el espliego? ¿qué frágil cristal anuncia la desesperanza? las ánades levantan el vuelo parsimonioso y un batir de alas cubre, irredento, el horizonte son plumas contra el cielo las del trono de Dios: carroza de fuego no apagado, voz del imperio

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brota, mana, se desliza corriente de agua solícita en el empeño, dulce en el sosiego apenas naciente sin historia ni pesares cuenco de los dedos se aprestan a probarla de todas las ideas origen, de todas las fuentes resabio que gotea iniquidades sin quererlo líquido transparente, paz para los sentidos sin complicaciones, sin dobles pensamientos una sola dirección, sin retorno, sin engaño una sola copa alzada, en vano tintinea trasparencia de trasparencia sin sabor alguno que para la sed solo el manantial es necesario ¿regresarán las ánades del vuelo parsimonioso? ¿guardarán en la memoria la ruta abandonada? ¿pedirán para sus plumas el descanso del agua? una por una emprenden la formación geométrica sin que medie una orden ni un inútil acatamiento sociedad libre que cumple leyes presentidas: caen las gotas del manantial sin previo aviso la cintura del agua bebe su forma entre los juncos.

resaca

p erpetuidad del golpe de ala en la marea no es la ola sino la orilla la que se expone retroceso de los imputados quehaceres en una redoma se guarda el ave de los tiempos rugido del intento más amado: temido en sí no muestra la faz porque carece de ella es un ir y venir que apostaría sin sentido ¿sin sentido? ¿quién apostaría sin sentido? las cuentas de perlas se guardan en lo profundo una a una se desgranan ilusiones pardas dentro del círculo más íntimo roe la pasión crece el ímpetu desmedido sin que salga el sol el trasluz de la bola de cristal es mal signo los sueños se encogen en el puño de la mano: como en antaño miré mi entorno y eran ruinas.

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La tregua de la inocencia. México, Conaculta, 2003 (Práctica mortal), pp. 24-25, 75. _____________________________________________

EUGÉNIO DE ANDRADE: "LA POESÍA ES LA MÁS ALTA EXPRESIÓN DEL GENIO PORTUGUÉS" JAVIER GARCÍA El País, 1 de noviembre de 2001 La obra de Eugénio de Andrade ha sido traducida al castellano por poetas como Ángel Crespo, Ángel Campos Pámpano, José Ángel Cilleruelo o José Luis Puerto. El poeta portugués Eugénio de Andrade, de 78 años, recibió el pasado mes de julio el Premio Camões 2001, equivalente al Cervantes para la lengua portuguesa. El jurado del premio, instituido por los Gobiernos de Portugal y Brasil desde 1989, consideró su obra como "una de las más luminosas" de la lengua de Pessoa. El poeta publica simultáneamente en España y Portugal su nuevo libro de poemas, Los surcos de la sed, y editará próximamente en nuestro país una antología bilingüe, Todo el oro del día (1940-2001).

E

ugénio de Andrade nació en 1923 en la aldea de Póvoa de Atalaia, muy próxima a la frontera española. Hijo de campesinos, sólo conoció durante su infancia el sol, el agua y la naturaleza. Aprendió que pocas cosas son necesarias en la vida y ésas son las cosas que reflejan y exaltan sus versos. De su infancia, como él mismo reconoce en un autorretrato, heredó también "el desprecio por el lujo, que en sus múltiples formas es siempre una degradación". "La pureza, de la que tanto se ha hablado a propósito de mi poesía", dice, "es simplemente pasión, pasión por las cosas de la tierra, en su forma más ardiente y todavía no consumada". Admirador de Bécquer, san Juan de la Cruz, Pessoa, Rimbaud o Whitman, con profundas influencias de la cultura griega y oriental, Eugénio de Andrade detesta la vida social y mundana, le aterroriza el exhibicionismo y huye de las entrevistas y los micrófonos. De una vasta cultura literaria y excelente conocedor de la poesía española, no soporta que le atribuyan palabras que no son de su vocabulario personal, defiende la exactitud del lenguaje y no le interesan el dinero o la fama. Eugénio de Andrade pasa el tiempo "leyendo, escuchando música y escribiendo; es decir, ahora hago lo que realmente me gusta, porque como dice Melville, soy el emperador de mi alma". PREGUNTA. "El silencio es mi mayor tentación", dijo hace tiempo. ¿Sigue siendo así? RESPUESTA. Hoy diría: el silencio es mi fascinación. Mi necesidad de silencio es cada vez mayor y su encuentro cada vez más difícil. Las grandes ciudades están quedándose inhabitables. Voy a darle un ejemplo. En esta casa, cuando llegué aquí en 1992, durante la noche, en mi cuarto, se oía el mar. Ahora eso es rarísimo, sólo se oye cuando hay grandes marejadas. Lo que se oye, eso sí, todas las noches hasta la madrugada, es el martilleo frenético de los bares o esa sórdida mezcla de cláxones y griterío. P. ¿Qué va a hacer para encontrarlo otra vez? R. No lo sé, porque ya no tengo edad para llevar a la familia a cuestas y cambiar de ciudad o de país. Cometí en la vida un error craso, heredé unas pequeñas cosas, una casa, unos campos, en la aldea donde

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nací y hace años me deshice de ellas. Si las tuviese todavía, tal vez fuese una solución. Una casita y campos de trigo perdiéndose de vista... P. ¿Está pensando en el Alentejo? R. O en la Beira Baja, en aquella parte que es su prolongación. Un amigo mío me envió hace dos días, sabiendo que me agradaría, la máxima de los constructores de la Alhambra: "Después del silencio, el correr del agua es la música más bella que existe". Eso todavía es posible en el Alentejo, con un patio de muros blancos y baldosas rojas, una fuente interior exigua y fresca, sobre una taza de piedra. Doy todo mi reino por ese caño de agua cayendo en el silencio de un patio del sur. P. Pero ésta es su casa. Es preciosa, admirable. ¿Cómo nació la fundación? R. "Le dimos lo más bonito que teníamos en la ciudad", me dijo hace días el alcalde de Oporto. Sin duda, la fundación, sobre el mar de la desembocadura del Duero, tiene una situación privilegiada, y el blanco, hermano del silencio, que domina por dentro y por fuera, fue escogido por mí. Fundación es un nombre pomposo y engañoso para un lugar que acoge los bienes, la herencia, de un poeta y asegura las ediciones de su obra. Este conjunto pertenecerá un día a la ciudad, naturalmente. En sus estatutos consta todavía que en la sede de la fundación, de dos pisos, residirá el poeta y su familia. P. ¿Cómo surgió esto? R. En 1990 yo vivía en San Lázaro, un barrio donde tenía por amigos alumnos y profesores de la Escuela de Bellas Artes. Me encontraba los domingos con tres a cuatro de ellos que se interesaban por esas cosas de la sensibilidad: música, arte, poesía. Casualmente, alguien levantó la cuestión de si me gustaría o no la ciudad de Oporto. Yo, que justamente acababa de escribir un texto sobre la ciudad, les invité a subir al pequeño apartamento donde vivía, justo enfrente del café donde nos juntábamos. Les leí, entonces, la prosa y les mostré la casa que apenas tenía dos o tres muebles, discos, libros y mucha pintura. Ellos constataron lo que era una pura evidencia: el espacio en que vivía era poco más que el nido de un jilguero. P. ¿Y entonces? R. En esa misma tarde (supe eso después), los amigos volvieron al café y pensaron en buscarme una casa donde libros y discos, cuadros y muebles, pudiesen caber sin codearse los unos con los otros. Habían pensado que la solución sería una fundación, donde se pudiese velar por mi obra. Me quedé naturalmente sensibilizado con su preocupación y sus cuidados, pero lo rechacé. Los amigos me dieron sus razones, pero no habían invocado la más pertinente desde mi punto de vista: el problema de la edad y la salud. Yo ya tenía proyectado irme un día a vivir con la familia que había escogido: los padres de mi ahijado. Y fue eso lo que se convirtió en decisivo y me llevó a aceptar lo que antes había rechazado. Enfermé y, después de unos días de cama, telefoneé a mis amigos: aceptaba la fundación y vivir en ella con la familia, con una condición: la de no formar parte de su administración. P. Sur es una de sus palabras. ¿Cómo así viviendo en el norte? R. El norte fue un accidente. Nací en una aldea no muy lejos de la frontera española en el distrito de Castelo Branco. A los ocho años emigré para Lisboa con mi madre. Allí viví casi veinte años, con una estancia breve en Coimbra. A finales de 1947 comencé a trabajar en un departamento del Ministerio de Salud. Por la descentralización de los servicios de inspección, fui destinado a dirigir los servicios de Oporto. Ya había visitado la ciudad en 1946 y había quedado deslumbrado con sus portentosos árboles que veía por todas partes, pero, trasladado contra mi voluntad, pasé a ver Oporto con otros ojos: la ciudad me parecía negra, sucia, grosera. La gente tenía un lenguaje grosero, propio de los cuarteles o de patio de recreo de las escuelas. Mi nostalgia era entonces y sobre todo la luz, la luz limpia del sur. Pensé siempre en regresar a Lisboa, pero cuando la ocasión surgió tuve que mover empeños para quedarme en Oporto... En esos momentos perdí a mi madre en Lisboa y yo mismo creé hábitos de soledad,

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aprendiendo a defenderme de esa vida social y mundana, sueño de tanta gente, que detesto. Como ya comenté algún día, vivo en Oporto como quien vive en la isla de Corvo. P. La pérdida de su madre tuvo para usted una repercusión muy profunda. R. Yo había vivido siempre con mi madre. Le debía todo, hasta la poesía, esa poesía que el pueblo, de boca en boca, perpetuó. Mi madre sacrificó la mayor parte de su vida en alguien que no la merecía y a partir de un cierto momento pasó a vivir sólo para el hijo. Desde muy pronto tuve consciencia de que yo era, por así decirlo, el aliento cálido de su boca. Su imagen es tan fuerte que todavía hoy, tantos años después de su muerte, sólo consigo aproximarme a las mujeres que se parecen a ella. P. Volvamos atrás, al nacimiento de la poesía. R. Es exactamente el término: el nacimiento de la poesía. Aquellos romances, algunos de los cuales aún hoy considero muy bellos están en el origen de esta pasión. En ellos, en su medida de siete sílabas, está el ritmo de la propia lengua. Tal vez por eso nunca conseguí separar la poesía del habla. La poesía, tal como la concibo, rente ao dizer, fue siempre para mí la manera de hablar con un amigo. P. ¿Qué debe a su obra esa aldea de la Beira Baja llamada Póvoa de Atalaia? R. Además de mi madre y ciñéndome sólo al mundo de los afectos, hay otra figura con gran importancia para mí y de la que nunca dije lo bastante: la de mi abuelo materno. Mi nacimiento dio origen a un conflicto familiar, del que resultó el haber vivido durante mis primeros tiempos sólo con mi madre. Pero con el último enviudamiento de mi abuelo, mi madre regresó a la casa paterna. Mi abuelo me compró entonces una cabra para que la leche no faltase en casa. Era maestro de obras. Llegó a construir en España y a casarse con una española, de Valverde del Fresno, de la que mi madre me hablaba a veces. Mi abuelo debe haber sido para mí un ejemplo de amor al trabajo y nobleza de carácter. De esa infancia, saturada de luz, heredé imágenes de libertad, porque vivía en permanente contacto con la tierra y los animales, con gente espontánea de un vivir muy próximo todavía con las primeras necesidades del cuerpo y del alma. Viví esos años como si fuesen la emanación de la propia claridad. Después de ir hacia Lisboa, mi madre me mandaba todos los años a pasar las fiestas grandes en la Beira Baja. Fue entonces cuando me aproximé al otro ramo de la familia; el otro abuelo era un hombre acomodado con propiedades que recordaban el monte alentejano: grandes campos de trigo, rebaños... Era en verdad un hombre rico, si bien mucho de lo que tenía lo habían ganado él mismo y sus hijos, que eran tantos como los de Jacob (por eso debe haber prestado buenas cuentas a Dios, si tuvo ocasión). También él cantaba el Frei João mientras podaba las vides. P. ¿Qué sabe de su abuela española? ¿Ha tenido influencias de la cultura y la poesía españolas? R. Sólo sé que se llamaba Juana. Mi madre me hablaba de un "sombrerito blanco" que trajo de Coria y de haber sido allí donde me nacieron los primeros dientes. Sólo más tarde tuve los primeros contactos con la cultura española, y precisamente con la poesía. Fue alrededor de los doce años. Trabé amistad con un muchacho, dos o tres años mayor que yo, de las bandas de Pontevedra, que, sabiendo cuánto me gustaba la poesía, me regaló las Rimas y leyendas de Bécquer. Nunca leí las leyendas, pero las rimas las leí varias veces, y algunos de esos poemas aún están en mi memoria. En aquella época, en portugués, no había encontrado todavía esa levedad, esa música aérea y al mismo tiempo tan arrebatada. Las lecturas fundamentales de Pessoa y Pessanha tardarían todavía dos o tres años. Tuve que empujar el carro de mucha basura poética antes de descubrir a Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, António Nobre, Cesário Sá Carneiro, Pascoaes y los dos faraones de nuestra poesía moderna ya referidos. Pero a Bécquer nunca lo olvidé, incluso cuando descubrí otros poetas de lengua española más modernos que en algunos momentos me cautivaron.

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P. ¿Por ejemplo? R. Por ejemplo, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Luis Cernuda, Pablo Neruda, Jorge Guillén, Aleixandre... P. ¿Todavía se mantiene su interés por estos poetas? R. No del mismo modo, naturalmente. Antes de todo, déjeme decirle que leí a esos poetas en la década de los cuarenta, por tanto, después de Baudelaire y Rimbaud, después de Pessoa, Pesanha y Sá Carneiro, en una época en que también leí apasionadamente a Whitman y Rilke, Ungaretti y Eliot, Safo y Li Bai. Fueron años en los que leí mucho. Pasé cuatro años en Coimbra, sin estudiar nada, sólo leía y oía música. En un mundo en guerra, ¡vivía en el paraíso! Volviendo a su pregunta. Mi interés por la poesía española disminuyó mucho, me interesé por otras culturas, viajé por otros países, profundicé mi curiosidad por las culturas griegas y china. Traduje, por puro gusto, a otros poetas. Naturalmente que los españoles que cité continúan siendo grandes poetas. Machado era, para mí, hasta hace poco tiempo, el mayor de todos. Entretanto, la lectura de la Lírica de una Atlántida, del poco simpático Juan Ramón, vino a confundirme las ideas. A García Lorca, que traduje y de quien publiqué en 1946 una antología, varias veces reeditada, dejé de leerlo, pero sé que el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías es uno de esos poemas que raramente se le ocurre a un poeta. Cernuda es, de esa generación, al que más he releído y tal vez mi preferido, juntamente con el Aleixandre de Espadas como labios y La destrucción del amor. De Guillén, me gusta sobre todo el Cántico, estremecedor y luminoso. En cuanto a Neruda apenas releería hoy las Residencias. La verdad es que al único poeta español al que regreso siempre es a san Juan de la Cruz. A ése, desde que le descubrí, nunca le dejé de amar. "Madrecito", así le llamaba Unamuno, y yo con él. P. ¿Y los portugueses? El idioma y el carácter de este pueblo han favorecido la proliferación de grandes poetas. ¿De dónde surge esa pasión de los portugueses por la poesía? R. Está fuera de cualquier duda, la poesía es la más alta expresión del genio nacional: Gil Vicente, Camões, Cesário Verde, Camilo Pesanha, Pascoaes o Fernando Pessoa son poetas difícilmente igualables en cualquier literatura. Nuestra prosa no alcanza esas cimas. Y menos todavía la música, la pintura, la arquitectura o el cine. La poesía es una honra y una gloria de nuestra lengua. Y no se limita sólo a aquellos nombres. Eso explica que nuestro héroe cultural, por no decir nacional, sea un poeta, Luís de Camões. En la poesía portuguesa, desde final del siglo XII hasta la actualidad, me parece que pueden distinguirse dos líneas de fuerza: una aérea, leve, donde el ritmo del habla se funde con la limpieza de la mirada para crear la música más insinuante de toda nuestra lírica. Ésta comienza en los cancioneros medievales, pasa por los mejores romances tradicionales y llega a Gil Vicente, continúa con Bernardim y mucho de Camões, y no para de subir en Pascoaes, Pessanha, Pessoa, Sá Carneiro y en algunos contemporáneos. La otra línea, de no menor importancia, meditativa, discursiva, moralista, de respiración más amplia pero menos inspirada, incluiría a Sá de Miranda, Antero, Cesário y Jorge de Sena, además de parte de la obra de los poetas citados anteriormente. "Poetas de la Literatura", les llamó Pascoaes, mientras los primeros serían los de nuestra Alma (las mayúsculas son también de él, naturalmente). La poesía, sobre todo aquella que parece haber sido escrita con mano leve y feliz (pero que brotó tantas veces de la melancolía más profunda), es el más bello retrato de un pueblo que siempre soñó más de lo que realizó. "Indiferente ao que há em conseguir / Que seja só obter" (Pessoa). P. ¿Tiene intención de volver a aumentar su Antologia Pessoal da Poesia Portuguesa? R. Nunca me apeteció aumentar o actualizar la selección, e incluso he pensado en disminuirla. Desde la segunda edición me apetece retirar cuatro poetas del siglo XX, que termina, como tal vez sepa, con Ruy Belo. Pero no lo he hecho. En cuanto a aumentarla..., no es que piense que no hay grandes poetas posteriores a Ruy, pero otro será el antólogo para su poesía. P. Usted parece un autor muy prolífico, con 25 libros de poesía, 3 de prosa, 2 para niños.

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R. No, no piense eso. El número puede crear confusiones. Los 25 títulos son pequeños cuadernos, donde predomina el papel en blanco, y los libros de prosa juntan cincuenta años de textos breves o entrevistas. El volumen Poesia, publicado las pasadas navidades, reúne cerca de 400 páginas de toda mi obra poética. Son 55 años de poesía, escritura, realizadas, al menos así lo pienso, con "ostinato rigore". Pero debe tener razón, probablemente el tiempo salvará apenas una decena de poemas, lo que ya no sería malo... P. ¿El alto nivel de la poesía portuguesa se mantiene en la actualidad? R. El siglo XX es el Siglo de Oro de nuestra poesía. Recientemente salieron tres libros que prueban que el ímpetu de su esplendor no se ha perdido. Tales libros, que van de la apocalíptica visión de un mundo enloquecido hasta la esperanza en un dios que termine por extendernos el manto de su inmensa piedad, son Alta Noite en Alta Fraga, de Joaquim Manuel Magalhaes; Teatros do tempo, de Manuel Gusmão, y De Igual para Igual, de José Tolentino Mendoça. P. ¿De dónde procede su terror a los medios de comunicación? R. Es muy antiguo. Ya cuando era pequeño no me gustaba que se fijasen en mí. Toda mi vida fue hecha sin énfasis, sin ruido. En eso me parezco a mi madre que pasaba leve por los días. Y tengo terror al exhibicionismo, además de la falta de curiosidad por las personas. Finalmente creo que todo lo que tenía que decir se encuentra en mi poesía; el resto no le interesa a nadie. P. ¿Qué le ha significado la concesión del Premio Camões, dado que no le gustan los homenajes y los actos públicos? R. A veces llaman a la puerta, es alguien ofreciéndome algunas flores que yo recibo con gusto. Incluso estoy bien dispuesto intercambio algunas palabras con quien las trae. Un poco así me ocurre con los premios sólo que, en este caso, cuando me los anuncian, pienso inmediatamente que tengo que agradecerlos. Y eso es desagradable, casi penoso. P. Siempre ha sido considerado como un hombre de izquierdas. ¿Qué es ser de izquierdas para usted? R. Voy a responderle con las mismas palabras que utilicé hace años cuando me hicieron esa pregunta, porque continuo pensando del mismo modo. "No soy un hombre de partido, me niego a pensar por cuaderno de encargos, como decía Pessoa. La izquierda a la que pertenezco rechazará siempre la iniquidad y todas las formas de represión: tendrá en cuenta las nuevas realidades, no sólo del hombre con el hombre, sino también del hombre con las cosas; redistribuirá con mano justa no sólo los bienes de la tierra, sino también las verdades y los poderes. A la izquierda a la que pertenezco sabrá que una de esas verdades es el cuerpo, que uno de esos poderes es el deseo. Y nunca olvidará que el hombre tiene derecho al placer". © Copyright DIARIO EL PAIS, S.L. BIBLIOGRAFÍA Todo el oro del día. Antología poética (1940-2001). Valencia, Pre-Textos, 2001. Los surcos de la sed. Calambur/ Editora Regional de Extremadura. Madrid, 2001. La sal de la lengua. Hiperión. Madrid, 1999. Aquella nube y otras. Hiperión. Madrid, 1996. Oficio de paciencia. Hiperión. Madrid, 1995. Próximo al decir. Amarú. Salamanca, 1993. El otro nombre de la tierra. Pre-Textos. Valencia, 1989. Contra la oscuridad. Pamiela. Pamplona, 1988.

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elpoemaseminal 24/ 28 de enero, 2004 JOAQUÍN GIANUZZI (Argentina, 1924-2004) LLUVIA NOCTURNA DETRÁS DE LA ESTACIÓN DE SERVICIO

B ajo la lluvia nocturna, una tumba caótica de cosas abandonadas a sí mismas que demora en cerrarse. Pero todavía el conjunto puede volverse creador sobre su propio sueño. En esta decantación del desorden una fría suciedad pegajosa, un estado de frontera de objetos a punto de perder su identidad. En la inmóvil confusión gotea el agua silenciosa. Envuelve llantas reventadas, botellas astilladas, ruinas de plástico, recipientes chupados, cajones despanzurrados, metales llevados a un límite de torsión, quebraduras, andrajos no identificados, asimetrías tornasoladas por la grasa negra. He aquí una crisis de negación en esta abandonada degradación intelectual de criaturas seriadas, nacidas a partir de la materia martirizada, la idea y el deleite y que fueron manipuladas, raspadas, roídas, girando sobre chapas rígidas y correas de transmisión y en definitiva condenadas por lo monótono. Pero en aquella derrota humana de las cosas, en los desperdicios mojados podían descubrirse figuras creadas a partir de la mezcla, diseños irreales arrebatados a lo fortuito: y entre gotas de lluvia y aceite quemado una intención de belleza y de formas cumplidas bajo la maloliente oscuridad. www.poesia.com __________________________________________

GERARDO DENIZ (España, 1934) UNA SERIE DE FALSOS REFRANES QUE FORMA UN BLOQUE PALINDRÓMICO

S ea diabla, le será sabroso. Nada esa seda logra, gitano. Zar o cimerio: olor epónimo. Dolor de pata, mole polar. Odiar tropas es oponerse. Oíd, gimen: asnos son. San Emigdio es reno, posesa.

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Por traidor, a Lope lo mata Pedro. Lo domino pero lo oiré. Mi corazón a ti, gárgola desaseada. No sorbas, Ares, el alba ida es. Semanario Cultural de Novedades, México, D.F., 1989. ____________________________________________

VERÓNICA VOLKOW (México, 1951) TEPEYÓLOTL A Luis Ignacio Helguera

¿ Urgen, de qué, la roca, el tigre? Vienen saltando al mundo de un origen, algo por dentro les estalla, gestual y silencioso, y esa fuerza son y ya fueron para siempre. ¿Qué estruendo cuaja la masa visajeante? Rugires mudos de los montes, tempestad hecha cosa, saña inmóvil. Oscuridad agazapada, tigres, puñales de oro son y sombra, vivos metales de un brillar feroz. Religiones primeras de oscura precisión y miedo. Fauces de un ojo abierto desde el fondo, hambres del fuego. Enteros corazón, ya sólo impulso y salto inagotable, manantial de oro y frío. ¿Qué fuerza, qué fragor, detienen con sus músculos? ¿Qué origen apaciguan?

LA CATEDRAL DE SAL

D ame tu catedral de sal, de luz tan lenta, amado, la túnica de piedra que me envuelve y ese ser del cristal por tanta luz desnudo,

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es tanta la luz que aspira, tan de luz ahíto en cada hueso. Ay, amado, amado luz, dame fidelidad a ti bajo la noche piedra y una moneda de agua cada vez más pura. Oro del viento. México, Era, 2003, pp. 44, 71. ____________________________________________

UN LIBRO SOBRE UN INSTANTE TENDRÍA DOS MILLONES DE PÁGINAS RAQUEL AZÓCAR 22 de octubre de 2003 Apasionado, como sus propios versos, el poeta Raúl Zurita, Premio Nacional de Literatura del año 2000, conversó sobre su obra en el Programa “Vuelan las Plumas”, de Radio Universidad de Chile. Sus inicios, sus fantasmas, el padre muerto más joven que el hijo, su desgarrador INRI y su obra final, aun antes del final de la propia vida.

¿ Qué es la cotidianidad, para un poeta que siente en forma tan intensa? La pregunta de Mario Valdovinos, uno de los conductores de “Vuelan las Plumas”, abrió la apasionada palabra del poeta Raúl Zurita. “Allí está la verdadera obra, en ese instante en el que pensamos que no pasa nada; hacer un libro de un solo instante de percepción tendría dos millones de páginas”, dice el poeta, quien cree que “ la vida es la única obra de arte que merece ser escrita”. Por eso siente que escribir sólo es suspender la vida y la muerte. “Vivimos una épica invertida”, dice, respondiendo a la pregunta que le formula en diferido el poeta Tomás Harris. “Es una épica del fragmento, del derrumbe; el sólo hecho de estar, la travesía de un día implica todas las Odiseas y todos los Ulises. Tú no sabes si vas a volver al lugar del cual partiste en la mañana”, reflexiona. Dice que en medio de este mundo lleno de sonidos, de marketing y frases publicitarias, la poesía es el arte más frágil, más náufrago, sin embargo, es el arte más poderoso, porque es el único que puede dar cuenta del milagro de la existencia. “Es la épica de la supervivencia, más vasta que la de Homero; toda vida humana no es más que una épica. Como el Ulises, de Joyce, todo ser humano vive, en el lapso de un día sus milagros y su épica, una épica que se construye a partir del derrumbe y la armonía del lenguaje”. Zurita señala en su obra a la frase poética como la visión de la “piedad en cada detalle del mundo”. Es como entender que el más leve gesto, dice, “el más leve rocío sobre las flores de un árbol de cerezo, la llegada del hombre a la luna, cada detalle, quiere ser descubierto”. Reafirma que la poesía es el arte que permite que todas las visiones confluyan; que el brillo de unos ojos atisbado desde un carro de metro, pueda ser tan intenso como la construcción de la Muralla China, como la construcción de Roma, como el Descubrimiento de América. Descubrir la palabra Raúl Zurita no ve un antagonismo entre su título académico –ingeniero civil-, con su oficio de poeta. “En un mundo donde el llamado ´paradigma´ es la Ciencia y la Técnica, no es en absoluto un contrasentido, y allí están Sábato y Parra, entre otros”. La obra de ingeniería más grande, dice, es el Canto general, de Pablo Neruda.

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Zurita conoció la educación pública en el Liceo Lastarria. “Una formación rigurosa, igualitaria, democrática y republicana, un viejo modelo que creo que más pronto que tarde volverá a ser el modelo de educación en Chile.” Un tipo de educación en la que sólo echó de menos la presencia femenina –el Lastarria sigue siendo un liceo sólo para varones- lo que influyó en esa falta de naturalidad para relacionarse amistosamente con una mujer. Descubrió tarde, dice, lo que podía significar la relación amistosa entre hombre y mujer.” Cuenta que a los 15 años descubrió la pasión de la lectura con Adiós al Séptimo de Línea. Desde ese momento no paró nunca más. Egresó de Ingeniería, pero no se tituló. Vino el golpe, estuvo preso y todo se interrumpió. En 1979 ya es parte de un colectivo de arte, en momentos, señala, en que no había posibilidades de expresión y reinaban el miedo y la muerte. “Pretendíamos ocupar los espacios públicos, bombardeamos con poemas a Santiago y estampamos ese No + que fue un anticipo del No del plebiscito”. En esos años demenciales, dice, por ahí por el 74-75, tiene un reconocimiento crucial por parte del crítico de El Mercurio, Ignacio Valente. “Sentí por fin que alguien escuchaba y sentí la gratitud de mi vida”, recuerda. En sus relaciones poéticas reconoce a Parra como capital y la permanencia de su gran amistad con el poeta Juan Luis Martínez. La poetisa Teresa Calderón, en diferido, preguntó a Zurita por su obra más apreciada. “Me cuesta ver mis libros separados y por eso no sé cuál me gusta , siento que tal vez una pequeña parte de La vida Nueva –Felices los felices- me podría llevar al otro lado”, señala. Un exorcismo inconcluso Con su libro El día más blanco, que algunos calificaron de novela y otros de testimonio, dice que no tiene una relación de cordialidad. Escrito para quedar en paz con sus fantasmas, dice que no lo logró. El padre desaparecido a los 31 años, al que siente como un hijo muerto, le hace experimentar un ejercicio extenuante, del cual no sale exorcizado. Sin embargo, dice, en ese libro inacabado ve ciertas claves –que él mismo ignora- de lo que ha podido y no ha podido hacer. “Los seres humanos somos los primeros fantasmas de nosotros mismos”. Ese libro inconcluso quedó como finalista en el Premio “Rómulo Gallegos”, algo de lo que se enteró cuando leyó la noticia en un diario. En El día más blanco hay imágenes como la del aviso publicitario aéreo: “Perlina y Radiolina lavan mucho mejor”. Después que lo vió lo olvidó. “Parecía la imagen de un sueño, a veces se mezclan éstas con la realidad y no sé cuáles son unas y otras”, dice. Pero el aviso fue tan real como Armando Cortínez, el aviador que llevaba por los aires esa frase publicitaria, y de cuya nieta fue amigo. Tal vez, dice, esa fue la imagen de infancia que volvió y que se concretó en los versos lanzados al cielo de Nueva York, en esas suertes de instalaciones poéticas. Su obra Poemas Militantes, a pesar de su honestidad, dice, y de que hay cuatro poemas que se “podría llevar para el otro lado”, fue muy mal leído. Dice que se entendió como un libro cortesano, cuando precisamente plantea lo irreconciliable de las dos soledades que son el poder y la poesía. Su último libro, INRI, publicado en septiembre de este año por el Fondo de Cultura Económica, nació del abrupto choque con la verdad oficialmente reconocida: los cuerpos de los detenidos lanzados al mar, ríos, lagos y cordilleras. “Escuchar ese reconocimiento fue ver este libro, ver el gran memorial en que vivimos.” Su proyecto poético Diálogo con Chile lo entiende como el final de una obra, de una vida. “Si yo quisiera ordenar, ése sería el final”, dice, explicando que, al igual como en una película, uno puede filmar el final mucho antes que termine el rodaje.

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elpoemaseminal 25/ 4 de febrero, 2004 MATEJA MATEVSKI (Macedonia, 1929) PARTIDA DE LA LUCIÉRNAGA

S ólo ella sabía cuán largamente se había arrastrado por la piedra hasta que la mata le modelara un ala firme Luego todo fue abandonado a la sencillez del sol La noche la arrojó a la órbita del hombre y ya no existió ni tronco ni ala Sólo la luz decía entonces que nuestra vista existe Y enmudecidos miramos largamente cómo el pequeño reptil se convertía en estrella

LA MUERTE DE LA LUCIÉRNAGA I

P or doquier hemos buscado la luz a través de la noche la hemos buscado ciegamente al azar y palpando bajo cada hoja, bajo la flor, bajo la aguda roca la hemos buscado incansablemente y con lúcidos pasos en todo el mundo en nosotros en los más oscuros lugares en la desierta ranciedad del horrible insomnio La hemos buscado en la estalactita en los apagados sonidos de las montañas en el pájaro adormecido en la rama del olvido en el perfume del viento en el hálito del foso La hemos buscado en el sueño en los pífanos y en las hermosas cantilenas que adornan el monte de rocío No le conocíamos el rostro, presentíamos su voz en la lejana savia de la raíz en la leche de la hierba bajo la pesada carga del rebaño de piedras que pace el silencio por las praderas del siglo II

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Llegaba lentamente en pequeñas cascadas como un puñado de agua en el rostro adormecido Llegaba lentamente en luminosas síncopas de las que caíamos susurrantes en la pesadilla de la oscuridad Llegaba de todos lados en todos los colores llegaba con todos los sonidos del mar despierto como garganta de mujer, voz de pájaro, clamor de viento de todos los nombres conocidos y desconocidos del mundo que recrea la clara inconstante espuma de las palabras Llegaba como murmullo de lluvia como risa de niño como canción de verano de todas partes de todas las cumbres de todas las oscuridades llegaba de todas las estrellas de todos los surcos de todos los confines del ojo rociado, de la frente frondosa, de la sombra diluida aclamando su nombre a través del fuerte cuerno del tiempo Y mientras divagábamos extasiados en la noche que se despedazaba sobre el gran tema de la hermosa luz no sentimos cómo se apagaba en las palmas abiertas de la aurora la primera luciérnaga pequeña en el umbral del gran sol Prenz, Juan Octavio, sel., trad. y pról., Poetas contemporáneos de Yugoslavia, Lima, Juan Mejía Baca, 1977, pp. 138-140. _________________________________________

REYNALDO JIMENEZ (Perú, 1959) OTRO INSECTO LA VENIDA

a cuden primicias de la muerte turbio encanto que saca y acude el eco vuelto cara al espacio simple razón que desconozco devanando en tanto centro el fruto apenas sólito del mientras trazo del siempre. frotar estos élitros para otra voz hasta más nítido esperar en la aspereza absorta como un liquen el hambre que es el aire que los altos prometieran unísono destino con la hoja. mascar la sensación

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o el pétalo instinto (antigua nace una sed) o penetrar la entraña que no apenas por humana ilumina sino al rozar y ser mordida.

A UNA DESMESURA

s ínfilo persigo el fin del sueño, la urgencia táctil del motivo, alivio de toda suerte de fuente, plural olvido de la herida. fresco de tan oscuro rumor, hasta la cobra del tamiz, salido entro en materia. ¿con imanes robar plegaria a la visión que para ser arrancaría sin asco los ojos? primera y última la noche intacta se rocía. oh pájaro oh monje del ocio cielo, engreído de la muerte que atesora pervivencia de absuelta conjetura, con pálpito abrupto lo trunco cesa. ciliadas frotan preguntas a la espesura que despiensa, y al hacer la margen encenizo el puente. Musgo. Posfacio de Gabriel Bernal Granados. México, Aldus, 2001, pp. 95, 100-101. _________________________________________

EL DON DE NOMBRAR LO MISTERIOSO ANTONIO REQUENI La Nación, Buenos Aires, 1 de febrero, 2004

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El lunes último murió Joaquín Gianuzzi, uno de los poetas más destacados de la Argentina. Formó parte de la rica generación de los años 40. Al lirismo de sus primeros poemas, le sucedió una estética que ahondaba en los hechos simples y en las contingencias sociales para iluminar los secretos repliegues de la vida cotidiana.

E

ra uno de los mayores poetas vivos. Con su muerte, ocurrida en Salta el lúne último, el país perdió al creador de una poesía profundamente humana y de acento personal; una expresión poética sobria y rigurosa que en el ámbito restringido, casi secreto, que ocupa hoy la poesía, sirvió de ejemplo a las nuevas generaciones de poetas. Joaquín Gianuzzi, con su habitual humildad y escepticismo, descreía de ese magisterio tácito que, no obstante, confirman muchos jóvenes que se acercaban a él y le pedían entrevistas, declaraciones y poemas para publicar en sus revistas. Si la honestidad es la primera condición de la estética, según Flaubert, la segunda debe de ser, sin duda alguna, el talento. Ambas virtudes, en alto grado de excelencia, asistieron a Gianuzzi en su trayectoria literaria, desde Nuestros días mortales (1958) hasta el volumen que recoge toda su obra — incluido el hasta entonces inédito Apuestas en lo oscuro— aparecido en el año 2000, merecedor del premio de la crítica al mejor libro del año que le otorgó la Feria del Libro. A ese grueso tomo editado por Emecé siguió su reciente Alguien anda por ahí y una recopilación de sus poesías que se publicará en España. Santiago Kovadloff, filósofo y también poeta, escribió sobre él: “Joaquín Gianuzzi impuso, ya hace mucho, un acento nuevo en la poesía argentina. Es obra suya, magistralmente suya, esa grata conjunción entre intimidad y pensamiento; ese aliento de todos sus poemas en que lo familiar y lo cercano se quebrantan para dejar florecer la palabra que se abisma en lo extraño, en lo imponderable de toda presencia, en la emoción y el enigma de saberse vivo”. Antes de publicar su primer libro, Gianuzzi, que había nacido en 1924, apareció antologado en Poesía argentina (1940-1949), excelente selección en la que David Martínez reunió los nombres más significativos de la llamada “Generación del 40”. Gianuzzi respiraba entonces la atmósfera lírica de los poetas cuarentistas, su diccón serena, su neorromanticismo diáfano y armonioso (“Sostened una fruta en vuestra mano/ y una hoja en el pecho/ y sostendréis el tiempo”). Pero varios años después, cuando Sur editó su primer libro, galardonado con el premio Iniciación y el “Vicente Barbieri” de la Sociedad Argentina de Escritores, se advirtió ya un distanciamiento de aquella estética, así como signos evidentes de su posterior evolución. No hubo una brusca ruptura respecto de las composiciones recogidas en la antología de Martínez, pero sí la firme voluntad de identificarse con las formas concretas del mundo y, sobre todo, una propensión más reflexiva que celebrante. En ese sentido, resulta ejemplificador el poema que inicia dicho libro: “Este breve racimo/ de uvas rosadas pertenece/ a otro reino./ Yace sobre mi mesa,/ en la dulce integridad de su peso terrestre/ mientras yo permanezco silencioso/ imposibilitado/ de oponer mi vida a su carnal exuberancia”. Ese don de nombrar y establecer sutiles relaciones con las cosas (que a ratos parece emparentarlo con el objetivismo de Francis Ponge) ya no se regodeaba en la invención de imágenes tersas y seductoras, sino que trataba de rendir, de modo aparentemente más prosaico, ceñido e intenso, su perplejidad ante lo misterioso e inestable. Respecto de sus temas, preciso es señalar la predilección del poeta por los hechos

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cotidianos y por las contingencias sociales de su tiempo. Preocupación que nunca derivó en desahogos panfletarios o ademanes de compromiso circunstancial. Buenos ejemplos serían “Memoria de un político”, “Los huesos de Sarmiento” y “Una llama en América”, composición esta última en la que conviven el agudo razonaiento y una infrecuente tensión expresiva. Ese apego de Gianuzzi a la realidad exterior (“Poesía es lo que uno está viendo”, afirmó en uno de sus poemas) se acrecentó a través de Contemporáneo del mundo (1963), que había obtenido antes el premio municipal para obra inédita, y cinco años más tarde, con Las condiciones de la época, dos obras cuyos títulos hablan de la decidida inmersión del poeta en el tiempo que le tocó vivir. Asimismo, Gianuzzi reafirmaba el propósito de identificarse con una expresión propia, de belleza sustantiva, no adjetiva, ajena a clisés y convencionalismos retóricos. Vinieron luego Señales de una causa personal (1977), Principios de incertidumbre (1980), Violín obligado (1984) y Cabeza final (1991). Su obra fue distinguida con el premio del Fondo Nacional de las Artes (1963), el Gran Premio de la Fundación Argentina para la Poesía (1979), el Primer Premio Nacional (1992) y el Esteban Echeverría, de gente de Letras 91993). El derrotero de su poesía, marcada siempre por un estilo despojado, austero, fue llevándolo a una expresividad que, sin renunciar a lo coloquial, alcanzó insoslayable dimensión metafísica. cada una de las palabras parece albergar un sedimento de vida, es el trasunto de una experiencia y un intento de aprehender el sentido último de la condición humana. Gianuzzi cultivó una suerte de realismo crítico y lírico a la vez, surgido de una visión que participaba, por cierto, de una inconsolable desazón ante los sombríos avatares que hacen del hombre una víctima de la historia. “Lo histórico se cuela siempre en la poesía —dijo en un reportaje—. En cierta forma, los poemas de todos los tiempos revelan el drama de la época”. Las composiciones de Gianuzzi transmiten, implícitamente, la idea de que la poesía es realidad, no sueño; es síntesis, no divagación, y no sirve para adornar la vida sino para alumbrar sus secretos repliegues. En sus versos, los ritos vulgares del vivir diario adquieren otra significación, pueden llegar a producir un inesperado escalofrío. A pesar de haber creado un estilo, un ritmo y una entonación nueva, Gianuzzi no pretendió hacer de ello una receta literaria, una forma reiterada y vacía. No olvidó que un poema debe ser no sólo una estructura verbal, un artefacto de palabras, sino, además, una vía de acercamiento a lo esencial, un instrumento de revelación. Tengo para mí que uno de sus mayores méritos fue el de ir despojándose de la literatura y, de manera inversamente proporcional, haberse cargado de humanidad. A esa suerte de antilirismo que caracteriza un gran sector de la poesía moderna, le impuso un matiz irónico y una vibración humana que enriquecieron, indudablemente, su indagación en esos ámbitos oscuros donde se anudan y desanudan los vínculos azarosos que rigen los actos de los hombres. Tal vez la poesía contemporánea consiga abolor antiguos cánones de belleza y musicalidad, abandonar el orbe del arte para ingresar en el campo de las ciencias del conocimiento, pero siempre habrá de ser el suyo un conocimiento sensible, emocional, a riesgo de no ser ya poesía. Los poemas de Gianuzzi no están destituidos de una íntima, casi imperceptible música, y de una sabiduría que nunca desdeñó lo emotivo. Esos rasgos contribuirán, seguramente, a su perdurabilidad. En los últimos años el poeta incorporó a sus versos el sentimiento de finitud, de serena melancolía ante la decadencia física, que ensombreció aún más su naturaleza proclive al pesimismo. Hasta su sonrisa parecía esconder un dejo de tristeza. La existencia interior de Joaquín Gianuzzi transcurrió tranquila y sedentaria —no lo seducían los viajes, tampoco la exposición pública—, repartida entre el trabajo periodístico con el que se ganó la vida y el afecto de su esposa (la novelista Libertad Demitropulos, ya fallecida) y sus dos hijas. Los que fuimos sus amigos, los que lo apreciábamos por la calidad de su admirable obra poética y también por su honradez intelectual, por la comprensión y la ternura de su trato, celebramos la coherencia entre el poeta y el hombre, reflejada asimismo en la coherencia específica de una poesía asumida en todo momento como una responsabilidad antes que una vanidad. Viene ahora al recuerdo la gracia con la que se burlaba de algún colega desasosegado por la promoción y los premios. Él no participó de camarillas ni

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practicó estrategias literarias. Sólo fue, como diría Umberto Saba, “un hombre entre los hombres”; un hombre sencillo y honesto, y a la vez extremadamente lúcido, que sitnió y pensó hondamente la vida. Eso le bastó para ser uno de los mayores poetas argentinos. __________________________________________ Eco de voces. (Generación poética de los sesentas.) Fonca-Arlequín-Sigma, 2003, sel., pres. y notas de Juan Carlos H. Vera, se presentará el jueves 12 de febrero a las 18 horas, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. participarán: evodio escalante, alberto constante y el compilador.

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elpoemaseminal 26 / 11 de febrero, 2004 JUAN SÁNCHEZ PELÁEZ (Venezuela, 1922-2003) ANIMAL DE COSTUMBRE (XVIII)

M i animal de costumbre me observa y me vigila. Mueve su larga cola. Viene hasta mí A una hora imprecisa. Me devora todos los días, a cada segundo. Cuando voy a la oficina, me pregunta “¿Por qué trabajas Justamente Aquí?” Y yo le respondo, muy bajo, casi al oído: Por nada, por nada. Y como soy supersticioso, toco madera De repente, Para que desaparezca. Estoy ilógicamente desamparado: De las rodillas para arriba, A lo largo de esta primavera que se inicia Mi animal de costumbre me roba el sol Y la claridad fugaz de los transeúntes. Yo nunca he sido fiel a la luna ni a la lluvia ni a los guijarros de la playa. Mi animal de costumbre me toma por las muñecas, me seca las lágrimas. A una hora imprecisa Baja del cielo. A una hora imprecisa Sorbe el humo de mi pobre sopa. A una hora imprecisa En que expío mi sed Pasa con jarras de vino. A una hora imprecisa Me matará, recogerá mis huesos Y ya mis huesos metidos en un gran saco, hará de mí Un pequeño barco, Una diminuta burbuja sobre la playa.

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Entonces sí Seré fiel A la luna La lluvia El sol Y los guijarros de la playa. Entonces, Persistirá un extraño rumor En torno al árbol y la víctima; Persistirá… Barriendo para siempre Las rosas, Las hojas dúctiles Y el viento.

POÉTICA

N

o íbamos a incursionar en el sitio que ocupa el rayo con brazos de roble: su furia despejaría nuestra pobre cabeza, llena de vino y vanas ilusiones. Usted es quien me dirige la palabra, señor que dispone en fila las luces de bengala (repito su eco, trago su anhelo y su espina); usted es quien mancha el papel sobre la mesa, mientras la cacería verdadera ocurre donde no hay límites, quizás en esta grieta visceral al filo de la hermosa fabla y el lustre lejano.

POR CUÁL CAUSA O NOSTALGIA (XXI)

S i fuera por mí al cumplir mi ciclo y mi plazo habría de estar solo calmo despiertas habrían de estar la mañana y la alborada Pues al pasar al transcurrir yo muerto moverán la luz — hoja y árbol — Y habrá gorrioncitos de pie en los cables — quejas alegrías chimeneas e incendios — — el tigre lamerá su pómulo cubierto de

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relámpagos — los países inquietos también habrán de quedarse calmos luego de muchos sueños dios de los sueños muerto o vivo mi ciempiés nocturno la plena selva ha de rodearme con grandes nubes y destellos una tarde mía en el olvido

en mi día aún por segar.

Poesía 1951-1981. Caracas, Monte Ávila, 1984, pp. 61-63, 136, 216-217. _____________________________________________

HUGO GUTIÉRREZ VEGA (Guadalajara, México, 11 de febrero de 1934) ODA LITÚRGICA PARA “LA MUJER DE ÁMBAR"* Il tuo splendore é aperto E. MONTALE

C omo hecha de ámbar giras sobre la tierra. No sé hasta dónde pueda llegar esta ansia de buscarte, esta cansada desesperación nacida de tu huida. Hoy fue una noche grave, anunciadora de la muerte, la que me obligó a asirme de tu imagen huyendo. Mañana, el día con sol hará que no te piense y, sin embargo, estarás ahí, oculta entre las cortinas y tu cuerpo de ámbar, tu gran coño frutal, tus oscilantes uñas, tus labios inventores, tu carne de mujer mujer, tu entrega entera, tu manera de apoderarte de los momentos, tu forma de coger y ser cogida, tu certeza de vida en la mañana,

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tu inocente, santa, bendita, sacrosanta, litúrgica, teológica, óptica, acústica, olfativa, gustativa fornicación, levantará las sábanas, abrirá las ventanas, bendecirá la carne, entronizará el gozo y santificará la noche humana. * Ramón Gómez de la Serna

EL PONTÍFICE

V ivo en el descalabro. No he podido aliar mi voluntad a una ortodoxia firme, clara y segura. Dudo y persisto en la búsqueda de un cordel pendiente del aire, de lo innombrado, de lo que da sentido a la noche lunar, a la mañana descubierta por pájaros sedientos, a la tarde sentada en la banca del parque, a tu calma cuando al final del amor te ocupa la plenitud del cuerpo. No puedo aceptar el orden preciso de las creencias. Cuarenta y seis años en el mundo me han dejado la certidumbre de que aquí hay un engaño, un retorcido truco, algo que sobrecoge al desamor, algo trivial y blando, algo tan natural como la sangre. A nada puedo aferrarme y no protesto o me doy por vencido. Tal vez esta búsqueda y la certeza del engaño sean una oscura forma de la gracia. Las peregrinaciones del deseo. (Poesía 1965-1986). México, FCE, 1987, pp. 140-141, 165. _____________________________________________

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AFFONSO ROMANO DE SANT’ANNA (Brasil, 1937) LA MUJER MADURA

E l rostro de la mujer madura entró en el recuadro de mis ojos. De repente la sorprendo en un banco mirando de reojo, esperando su turno en el mostrador. Otras veces pasa frente a mí en la calle, entre los puestecillos. En ocasiones la entreveo en el espejo de una joyería. La mujer madura, con su rostro denso, esculpido como el de una actriz griega que tiene algo de Melina Mercouri o de Anouk Aimé. Existe una serenidad en sus gestos, lejos de los desperdicios de la adolescencia cuando se derrochan piernas, brazos y bocas ruidosamente. La adolescente no sabe aún los límites de su cuerpo y va floreciendo desordenadamente; es como un nadador principiante —hace mucho ruido— tira demasiada agua hacia los lados; en fin, desborda. La mujer madura nada en el tiempo y fluye con la serenidad de un pez. El silencio en torno a sus gestos tiene algo de reposo de la garza sobre el lago. Su mirar sobre los objetos no es de gula ni de concupiscencia. Sus ojos no violan las cosas, al contrario, las envuelve tiernamente. Saben la distancia entre su cuerpo y el mundo. La mujer madura es así; tiene algo de orquídea que brota de un tronco —entera—. No es simple macizo con margaritas jóvenes que hablan sin ton ni son por las mañanas. La adolescente, con el brillo de sus cabellos, con esa irradiación que viene de los dientes y de los ojos; no extasía pero, la mujer madura tiene un sonido de adagio en sus formas y hasta en el gozo ella suena con la profundidad de un violoncello y la sutileza de un oboe sobre la llanura del lecho. La boca de la mujer madura posee una indecible sabiduría; lloró en la madrugada y se abrió en opaco espanto. Ella conoció la traición y por sí misma salió avante para dejarse invadir por la dimensión de otros cuerpos. Por esto sus manos son líricas en el drama y retroalimentaron en su cuerpo un aprendizaje del suave algodón de septiembre y abril. El cuerpo de la mujer madura es un cuerpo que ya tiene historia. Inscripciones se hicieron en su superficie. Su cuerpo no es como en la adolescencia: una posibilidad pura y agreste. Ella conoce sus mecanismos, palpa sus mensajes, decodifica las amenazas en una intimidad respetuosa. Sé que hablo de una cierta mujer madura localizada en un clase social y los más politizados deben tener condescendencia y entenderme. La madurez también llega a la mujer pobre, sin embargo viene con tal violencia que el verde se pervierte sobre las casuchas y los cuerpos se revisten completamente de una tristeza oscura. Realmente, quizá la mujer madura no se sepa así, entera ante su mirada interior. Tal vez su aura se inscriba mejor en la mirada externa ya que la madurez es algo que también los otros nos confieren complementariamente. La madurez es ese algo doble: un juego revelador de espejos. Cada edad tiene su esplendor. Es un equívoco pensar como sólo un relámpago de la juventud, un brillo de raquetas y piernas sobre las playas del tiempo. Cada edad tiene su luminosidad y es necesario que cada quien descubra el fulgor del cuerpo propio. La mujer madura está lista para algo definitivo. Vale la pena, por ejemplo, sentarse en aquella plaza de Siena por la tarde acompañando con la mirada complaciente el vuelo de las golondrinas y el juego de los niños. La mujer madura tiene ese aire de que, al fin, está lista para ir a Grecia. Se ha despegado de la superficie de las cosas. Merece profundidades. Por esto puede decirse que la mujer madura no ostenta joyas. Las joyas brotaron de su tronco, se incorporaron naturalmente a su rostro como si fueran dádivas del tiempo. La mujer madura es un ser luminoso y reposante a las cuatro horas de la tarde cuando las sirenas se bañan y salen discretamente perfumadas con sus hijos por los parques del día. Es penoso que su marido no lo note, perdido como está en las oficinas y en las mezquinas acciones en los múltiples

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mercados de los gestos. Él no lo sabe pero debería volver a casa tan maduro como Yves Montand y Paul Newman en sus películas. Principalmente, el primer novio o el primer marido no saben lo que perdieron al no estar su madurez. Allí está una mujer madura, más que nunca lista para quien la sepa amar. Traducción de María Guadalupe Mairón. Blanco Móvil, núm. 55, agosto-septiembre de 1992, pp. 42-43. _____________________________________________

LA GENERACIÓN POÉTICA DE LOS 60 JUAN DOMINGO ARGÜELLES El Universal, 8 de febrero de 2004, p. F3.

A

las recientes antologías que centran su interés en las nuevas promociones poéticas (El manantial latente: muestra de poesía mexicana desde el ahora. 1986-2002. México, Conaculta, 2002, de Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo Varela, y Árbol de variada luz: antología de poesía mexicana actual: 1992-2002. Colima, Universidad de Colima, 2003, de Rogelio Guedea), se suma ahora la de Juan Carlos H. Vera, Eco de voces. México, Arlequín-Fonca-Sigma Servicios Editoriales, 2004, que centra su atención, desde el subtítulo mismo, en un particular segmento de la lírica mexicana: la generación poética de los 60. Se trata de un volumen considerable en cuanto a páginas (641) y, por lo mismo, de un panorama que busca ser lo más completo posible. No exactamente un catálogo ni un directorio, pero tampoco precisamente una antología convencional ni mucho menos una crestomatía (“colección de trozos literarios selectos, hecha para la enseñanza”, según María Moliner), sino más bien un recuento, una compilación a tal grado amplia que contribuye a que los lectores tengan una idea mucho más precisa de la cantidad de autores que, nacidos en los años 60, están escribiendo poesía y produciendo libros desde hace, por lo menos, cinco lustros. Es decir, escribiendo y publicando, los más “viejos” hace un cuarto de siglo; los más jóvenes hace seis o siete años. En el centenar que agrupa Juan Carlos H. Vera se reafirma la idea de que son muchos los que están en estas páginas, pero que también son más los que pertenecen a la misma promoción poética. Explica el compilador: “Mi propósito ha consistido en compilar un grupo de 100 poetas mexicanos de la generación de los 60. Es un primer intento de reunir a tantos poetas, con por lo menos un libro publicado, algunos premios y mucha tinta para rato; no existen trabajos sobre este grupo poético… Pretendo que esta antología sirva no sólo como un censo (Asamblea de poetas jóvenes), sino como una panorámica, un mapa, una muestra amplia y lo más completa posible de esta generación. Con ella intento, precisamente, ampliar el inventario de poetas y obras, así como estimular el interés de los que desean profundizar en la materia. He procurado que mi selección sea equilibrada lo más posible; no quiero, en ningún momento, ser crítico de estos autores, no es el propósito del presente libro. A estas alturas, me atrevería a apostar por cualquiera de ellos”. La primera parte de un proyecto mayor A pesar de que esta explicación pudiese parecer más bien un descargo de responsabilidad a la hora de juzgar y elegir, en realidad lo que revela es la responsabilidad del servicio que se presta a los lectores, para que no sólo vean la selva, sino también los árboles y, al mismo tiempo, para que no crean que los árboles son especies aisladas, sino parte de una selva o de un bosque exuberantes; para que los lectores adquieran una visión general de los poetas nacidos entre 1960 y 1969, y que seguramente constituyen, en la actualidad, la generación más productiva, la más vasta en activo; aún no decantada ciertamente, pero también todavía no desencantada.

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Asegura Vera que “este libro tampoco es una lista completa de esta generación, pues queda por recoger a más de una centena de poetas que están trabajando, otros más han muerto a edad temprana, varios de ellos escritores notables que aparecerán en un segundo volumen, como está planeado el proyecto”. La máxima virtud de esta primera parte es que la centena inicial facilita la labor de investigación de los críticos, investigadores e historiadores de la poesía mexicana, pues el solo hecho de agrupar a 100 autores, con un concepto generacional, proporciona una muy útil herramienta a quienes deseen saber quiénes están escribiendo poesía en México, y qué tipo de poesía es la que pergeñan. Esta centena inicia con el quintanarroense Javier España (1960) y concluye con el defeño Sergio Valero (1969), pasando por el gran etcétera de los otros 98 poetas, entre los cuales al azar podemos mencionar a Roberto Rico (1960), Benjamín Valdivia (1960), Frida Varinia (1960), Malva Flores (1961), María Baranda (1962), Eduardo Cerecedo (1962), Silvia Eugenia Castillero (1963), Armando González Torres (1964), Jorge Fernández Granados (1965), Verónica Zamora (1965), Ernesto Lumbreras (1966), Felipe Vázquez (1966), Natalia Toledo (1967), Mario Bojórquez (1968), León Plascencia Ñol (1968), Armando Alanís Pulido (1969), Leonardo Cruz Parcero (1969), Marcos Davison (1969), Isolda Dosamantes (1969) y Juan Armando Rojas (1969). Eco de voces, de Juan Carlos H. Vera es una contribución significativa a la crítica y a la historia de la poesía mexicana, y como tal debe agradecerse su muy notable esfuerzo.

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elpoemaseminal 27/ 18 de febrero, 2004

RENÉ CHAR (Francia, 1907-1988)

LES PREMIERES INSTANTS

N

ous regardions couler devant nous l’eau grandissante. Elle effaçait d’un coup la montagne, se chassant de ses flancs maternels. Ce n’etait pas un torrent qui s’offrait a son destin mais une bete ineffable dont nous devenions la parole et la substance. Elle nous tenait amoureux sur l’arc toutpuissant de son imagination. Quelle intervention eut pu nous contraindre? La modicité quotidienne avait fui, le sang jeté était rendu á sa chaleur. Adoptés par l’ouvert, poncés jusqu’a l’invisible, nous étions une victoire qui ne prendrait jamais fin.

LOS PRIMEROS INSTANTES

M

irábamos correr ante nosotros el agua creciente. De repente borraba la montaña, escapando de sus flancos maternales. No era un torrente que se ofrecía a su destino sino un animal inefable en cuya palabra y sustancia nos habíamos convertido. Nos mantenía enamorados sobre el arco todopoderoso de su imaginación. ¿Qué intervención hubiera podido obligarnos? La mediocridad cotidiana había huido, la sangre arrojada era devuelta a su calor. Adoptados por lo abierto, pulidos hasta lo invisible, éramos una victoria que no terminaría jamás. Común presencia. Madrid, Alianza, 1986, pp. 110-111. _____________________________________________

VASSILIS VASSILIKÓS (Grecia, 1933) GOLPE DE ESTADO

E stamos contenidos en los elementos de la naturaleza. Sonámbulos descubrimos su significado. Escribimos inútilmente porque así vivimos. Quisiera tener un regimiento, un escuadrón, para dar un golpe de estado, para imponer la poesía. Con cuatro gorilas junto a mí, con la Seguridad incorporada a mi piel, la gente prestaría mayor atención a lo que tengo que decir. Así como estoy sin un helicóptero de vehículo ni siquiera puede existir un viaje. Y, mucho menos, poesía. La poesía es el golpe de estado de la realidad: para tener frutos necesita sangre.

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He decidido matar a mis enemigos, desterrar a los disidentes, cesar a los monárquicos. Y de esta manera, terrenal ya, escalaré las nubes. Traducción de Charálambos Hatzilambís. Suplemento “La poesía mundial en México”, La Jornada, 4 de agosto de 1987, p. 12. _____________________________________________

JULIETA DOBLES (Costa Rica, 1943) POEMA DEL ARREPENTIMIENTO M e arrepiento de la lluvia, de no correr descalza debajo sus desmanes. De no haber chapoteado nunca más en la breve marea de sus charcos prohibidos. De no lanzar la piedra que fractura sus tímidos espejos sobre el barro. Y de no saborear su helado gusto a bosques sorprendidos contra el viento, con los labios abiertos y voraces en mitad de la fiesta total de la dulzura. Me arrepiento del granizo. De no herir mi paraguas con sus repiqueteos. De no danzar como antes bajo sus estandartes, cuando los entusiasmos ahogaban los temores, y el cuerpo no era más que instrumento sumiso para tocar sin miedo todas las melodías. Me arrepiento del relámpago. De haber vencido su terror primigenio. De no ser traspasada nunca más por su espeso rugido de fiera inabarcable. Y de cerrar los ojos ante su azul despliegue en la tiniebla. Me arrepiento del amor. De prevenir sus fiebres violentas y magníficas, de asordinar sus gritos y sus cantos mortales, de no caer de nuevo una y otra vez bajo su llamarada. De no soltar sus locos desafíos bajo el albo reto de las sábanas, o sobre las arenas, o en las mesas del goce donde la desnudez es la entrada a la gloria. Me arrepiento, en fin, de arrepentirme.

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Quiero llevar mis culpas y mis goces intactos e irredentos. Nos llevamos la fiesta, la intensidad, la ofrenda, el fruto y el poema, el terror y el exceso, la lágrima y el ángel, la canción y el silencio. Que esperen para siempre mis arrepentimientos. Poemas para arrepentidos. San José, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 2003, pp. 3-5. ______________________________________________ PRESENTAN SUS OBRAS VIDA PERDIDA Y LAS ÍNSULAS EXTRAÑAS, PUBLICADAS POR EL FCE. ERNESTO CARDENAL TERMINA SUS MEMORIAS Y VUELVE A LA POESÍA CÉSAR GÜEMES La Jornada, 28 de octubre de 2003

H

ay unas gotas de sabor acre en las palabras de Ernesto Cardenal, aunque el motivo de su visita a México sea afortunado: la aparición de sus dos libros de memorias, Vida perdida y Las ínsulas extrañas, publicados por el Fondo de Cultura Económica (FCE). La postura del poeta y sacerdote no ha variado desde que formó parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y es por ello que afirma: ''En Nicaragua se acabó la revolución. El partido sandinista se corrompió y dejó de ser revolucionario". A lo largo de los recientes cinco años ha dejado dormir a la poesía para dedicarse a la prosa. A las mil páginas que suman entre los dos volúmenes de memorias, agrega otro que aparecerá también en el FCE, La revolución perdida. El trabajo de la memoria, expresa, no fue doloroso ''sino arduo, porque era indispensable recordar hechos ya olvidados". TARDÍO APEGO RELIGIOSO

—¿Cuáles son los puntos de contacto entre los ejercicios del sacerdocio y el de la poesía? —Tuve la vocación de poeta desde que nací. Ya tarde en la vida me vino el apego religioso. Fui desde entonces un poeta que entregó parte de su trabajo a Dios. A eso añado la vocación revolucionaria: la entrega a Dios me llevó a entregarme al pueblo. No hay conflicto entre las tres misiones. Para mí la revolución significó la puesta en práctica del Evangelio. Como decía Camilo Torres, la revolución es la caridad eficaz. En paz con sus recuerdos, que ha conjurado por escrito, Cardenal es el mismo personaje de siempre: camisa de franela, boina, lentes bifocales. Mira con curiosidad al breve bosque frente a él y dice: ''Ya no hay más memorias que escribir, sólo poesía. Llego hasta el fin de la revolución. Contar lo que pasó después ya no me interesa". Sacerdote ''tardío", a decir de él, Cardenal mantiene diferencias con el Vaticano: ''Esa es la monarquía más absoluta que existe sobre la Tierra. Quienes buscan ser verdaderamente cristianos no pueden estar de acuerdo con una sucesión de Pedro que significa la negación de todo lo que predica el Evangelio. Nada más contrario a los primeros cristianos que la corte vaticana. Por eso nuestra fe no es en el Vaticano, ni en el Papa, sino en el ejemplo de Jesucristo. La única Iglesia verdadera es la que está con los pobres". —Aunque sea difícil elaborar una sola hipótesis, ¿a qué atribuye que el sandinismo no se mantuviera en el poder? —A que ya no hay revolución. El partido sandinista se corrompió y dejó de ser revolucionario. Por eso salimos de él quienes, creo, éramos los mejores elementos. Hoy el partido está dominado por un mando estalinista con el que es imposible estar de acuerdo. Esa corrupción de la que hablo fue de orden

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moral y económico, porque desvirtuaron los valores revolucionarios y muchos se enriquecieron antes de dejar el poder. La única respuesta a esa conducta es que parte de la condición humana es la debilidad por corromperse. ''Algunos de los que habían sido guerrilleros heroicos cayeron en esa tentación. Como lo dijo Eduardo Galeano: los que no tuvieron miedo de entregar la vida, sí lo tuvieron de entregar sus Mercedes Benz, sus casas y el producto de la rapiña que realizaron desde la cúpula sandinista.'' —¿No estaría esa conducta prefigurada cuando Edén Pastora decidió cambiar de bando? —Se pasó a la Contra y ahora ha rectificado bastante. Sólo que él no se corrompió nunca, aun cuando estuvo sujeto a la silla: hoy no tiene siquiera casa dónde vivir. RAPIÑA DE ORTEGA Y

BORGE —¿A quiénes rescata de aquel grupo revolucionario? —A Sergio Ramírez y algunos más que salieron del partido a tiempo; no a los que se quedaron. No rescato, para emplear el término, ni a Daniel ni a Humberto Ortega, que se enriqueció como jefe del ejército; tampoco a Tomás Borge, guerrillero legendario que participó luego en la rapiña. No quiere del todo hablar de México, pero sí del subcomandante Marcos. Se le aviva la mirada: ''Marcos es una gran esperanza para América Latina, porque encabeza nuestra misma revolución sólo que con una estrategia renovada. Digo que es la misma porque implica los principios de Zapata y de Sandino. El fue discípulo de Zapata, y Marcos junto con el EZLN lo son de ambos. El movimiento del cual Marcos es vocero es de enorme imaginación, originalidad y humor, que siempre es saludable preservar". —Además de poner por escrito sus puntos de vista, ¿cómo lleva el peso de la historia? —La verdad es que no soy un personaje de la historia, sino sólo un sacerdote y un poeta que ha recibido cierto apoyo gracias a la divulgación de su obra. _______________________________________________________ Editorial Jus y el Instituto Nacional de Bellas Artes invitan a la celebración ELOGIO A JOAQUÍN ANTONIO PEÑALOSA y a la presentación de los libros del autor Vida, pasión y muerte del mexicano El Evangelio según los niños Participan: Julio Hubard, Javier García Galiano, David Ojeda y Hugo Gutiérrez Vega Modera: Mauricio Sanders Miércoles 18 de febrero a las 19 horas Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes

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elpoemaseminal 28/ 25 de febrero, 2004 NAZIM HIKMET (Turquía, 1902-1965) CARTA A VALA NUREDDIN

h ermano mío, enviadme libros con finales felices, que el avión pueda aterrizar sin novedad, el médico salga sonriente del quirófano, se abran los ojos del niño ciego, se salve el muchacho al que mandan fusilar, vuelvan las criaturas a encontrarse las unas con las otras, y se den fiestas, se celebren bodas. ¡Que la sed encuentre al gua, el pan a la libertad! Hermano mío, enviadme libros con finales felices, Ésos han de realizarse al fin y al cabo. Antología poética. Sel., trad. y pról. de Solimán Salóm. Madrid, Visor, 1970, p. 189 (Visor poesía, 5).

AMANECER

E n la casa dormida y en el alba, La luz que anda en el piso superior Se parece a una estrella que la noche olvidó. Bajo las escaleras lentamente, Me voy por el jardín, hacia la haya; Calma y frescura del amanecer Que es ternura de madre para el árbol; Y, alejándose por el puente de piedra, la partida. El gigante de ojos azules y otros poemas. Estudio prel. y sel. de Daniel Freidenberg. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, p. 122 (Biblioteca básica universal, 239). _____________________________________________

AMANDA BERENGUER (Uruguay, 1921) DEL CUERPO

Las habitaciones del cuerpo estaban llenas de moscas / abrí los párpados / y otras moscas entraron junto con la luz / era mediodía / en verano / las moscas zumbaban

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como zumba el motor de la heladera / —imaginé alimentos descompuestos— / el cuerpo tenía cerradas las ventanas y las moscas encerradas se daban contra los vidrios sucios de caca de moscas / también el techo parecía el techo de una carnicería / y el cable de la bombilla eléctrica / y los muebles interiores: la cómoda y la mesa / en la cómoda los sentidos / al lado del espejo / especialmente el olfato se duplicaba / no distingo bien si había moscas en la memoria / en todo caso estaban cerrados los cajones para engañar la vista / sobre la mesa vi las ideas correteando como moscas aturdidas que perseguían manchas de jugo de carne / las moscas podían chupar allí viejas satisfacciones / de pronto / como si estuviera fuera de mí / pensé en esa mosca que recorre la cara el último día / que camina inquieta por la fisura rígida de los labios / que vuela sorpresiva un trecho y vuelve ansiosa a la ranura vidriosa de los ojos / o se introduce procaz por los orificios de la nariz / en esa mosca sola / tengo miedo / la mosca da vueltas / insiste / busca una salida / una entrada / una apertura / un movimiento hacia dentro / o hacia la calle / aunque es mediodía / se abre un túnel desde el living hasta las cloacas del cuarto de baño / provoca la invasión /

VULVA

A trayente untuosa escondida carnívora. Las piernas la protegen o la exponen. Líquenes y pegamentos bordean el centro: la vulva con olor azul y labios entreabiertos (cuando era niña pasaban gallos y caballos y vampiros merodeando y espiaban por las rendijas oscuras de las celosías).

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Un hombre abre el cierre de su pantalón y su verga caliente salta atraída y es devorada peleada y deliciosamente entre aquellas valvas. No hay sangre. Hay moluscos de carnada. No hay dientes. Hay levaduras alucinógenas. La digestión es violenta, sacudida, larga interminable playa Para vivir el fin del mundo. Blanco Móvil, núm. 64, 1994, pp. 5-6. _____________________________________________

LUIS VICENTE DE AGUINAGA (Guadalajara, México, 1971) MENSAJE DEL QUE DUDA Rien ne m’est sûr que la chose incertaine.

D igo salud cuando estornudo, y buenas noches al mirar contra el sol mi cara en las vidrieras. Si voy de pie, me cuadro los anteojos para observar los charcos que no evito, los setos que atravieso. Y con los mapas me ha quedado muy claro que en la calle donde vivo no hay gente, ni casas —no aparece ni siquiera el buzón que guarda estos renglones. Ayer, sin ir más lejos, traía metido en la cabeza que ningún mar excede al pez que lo ha bebido, que si dejara de pensar por las mañanas pensaría por las tardes, y las cosas del mundo tropezarían de nuevo con mis dedos y yo diría salud y buenas noches y no metería la mano al fuego por mis manos, que parecen cada minuto menos fuertes, más largas. Y aunque ya sea otro tema, sólo pido vagar por una tierra en que las lluvias

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no deshagan la flama —y estar vivo al morir, de pie, despierto para observar las vidrieras que atraviese, para testificar que sea seguro lo inseguro. La cercanía. Guadalajara, filodecaballos, 2000.

AGUA ALTA Y en las noches azules, la pienso conturbada si adivina un balbucir de luz en sus escaños.

E l mar descuenta los peldaños de una explanada bulliciosoa y añade a la tierra el número de las constelaciones. Apoyada en reflejos, hundiéndose en figuras que la dicen erguida, se levanta la plaza del mercado. Cuando anochece hay también un levantarse, un despejarse del aire donde se forman las palabras. Los días que terminan, repetidos, ¿terminan? El día que comienza no es un día. Donde anochece hay nombres. Apoyado en los barcos, llevado a su propia superficie por un fondo que lo ha desposeído, el mar se abre y sigue nuestros pasos. La música escondida se revela: ya se ve que hoy la gente no tiene pensado irse a la cama. Claudia Posadas, comp., En el rigor del vaso que la aclara el agua toma forma. Homenaje de poetas jóvenes a Gorostiza. México, Resistencia, 2001, p. 125.

_______________________________________________________ LUIS VICENTE DE AGUINAGA, PREMIO NACIONAL DE POESÍA AGUASCALIENTES ARTURO GARCÍA HERNÁNDEZ

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La Jornada, viernes 20 de febrero de 2004

P

or su libro Reducido a polvo, el poeta jalisciense Luis Vicente de Aguinaga (Guadalajara, 1971) fue designado ayer ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2004, dotado con 250 mil pesos. El jurado, integrado por Víctor Sandoval, Juan Domingo Argüelles y Myriam Moscona, determinó que el poemario de De Aguinaga merecía el galardón, porque ''equilibra expresión con dominio formal y se asienta en la tradición de la poesía universal moderna y contemporánea, sobre todo la española". Reducido a polvo -manifiesta su autor- le tomó cinco años de trabajo y está organizado en siete secciones que se corresponden y se ordenan en forma piramidal. Tiene como hilo conductor ''la inminencia de la muerte y el peligro de la desaparición". Desde la primera hasta la última página, lo transita la soledad existencial y la angustia ''que se dan como consecuencia de ese riesgo". Al final, el libro ''se resuelve en una especie de celebración erótica que, quiero creer, no es una celebración convencional sino que viene tramándose a lo largo de las páginas". Es de algún modo un acercamiento a la ancestral oposición dialéctica entre Eros y Thanatos. Conceptos y motivos que ''en mi libro no se alternan ni entran en conflicto, sino que el primero es una resolución del segundo, un complemento rítmicamente natural". Relámpagos de visión De Aguinaga admite que en torno de la muerte, tan sólo en México ya existen grandes poemas (sólo por mencionar dos: Muerte sin fin, de José Gorostiza y Algo sobre la muerte del mayor Sabines, de Jaime Sabines). Sobre cómo se aproximó al tema, ''la única respuesta que se me ocurre es inconscientemente. Sólo así se puede agregar una hebra de paja a ese gran pajar". En cualquier caso, ''mi experiencia se distinguiría de que a mí no se me ocurriría hacer un poema tan extenso sobre la muerte". Al respecto, sin hacer juicios de valor, De Aguinaga considera que Muerte sin fin o Algo sobre la muerte del mayor Sabines ''son demasiado premeditados". Sólo así se explica su extensión: ''Un poema que habla tanto tiempo de la muerte termina desfalleciendo por la intolerancia del lector hacia el tema. ''Yo más bien me entrego a la experiencia de lo instantáneo y a ciertos relámpagos de visión que no van más allá de los 30 o 35 versos". Luis Vicente de Aguinaga recibió algunas de sus primeras influencias del también poeta jalisciense Raúl Bañuelos: ''Escribí muchos de mis primeros poemas muy cerca de él y en buena medida mis lecturas de aquella época correspondían a su tutela y enseñanza". De las lecturas que hizo por su cuenta en aquel tiempo, recuerda ''con mucho aprecio a tres poetas que me mostraron muchas cosas: Salvador Novo (los primeros libros), Eduardo Lizalde y José Angel Valente. Además, por supuesto, de Octavio Paz y Efraín Huerta". Entrega en la Feria de San Marcos De Aguinaga sostiene que su gusto y sus preocupaciones estéticas y temáticas ''se formaron en torno de la poesía del siglo XX. Después fui encontrando pequeños grandes afectos en el Siglo de Oro español, en Jorge Manrique y en poetas de otros idiomas". Poeta precoz, publicó su primer libro, Noctambulario (1989), a los 17 años. En 1990 la Universidad Autónoma de Zacatecas le publicó el segundo poemario, Nombre, dentro de la colección Cuadernos de Praxis Dos Filos. En ambos casos se trata de ''cuadernitos breves" de no más de 15 poemas. En 1991 obtuvo el segundo premio en el concurso de poesía que convoca la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara y en 1992 fue becario del Consejo Estatal de la Cultura y las Artes de Jalisco. Su primera publicación ya más en forma fue Piedras hundidas en la piedra (1992), para el fondo editorial de la revista Tierra Adentro. Y en 1995, dentro de la colección Ala de Tigre de la Universidad

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Nacional Autónoma de México, publicó el poema extenso Agua circular, el fuego. Cinco años después dio a conocer La cercanía y en 2003 Cien tus ojos. Ese mismo año publicó Rumor de la ciudad al hundirse, ensayo literario sobre Juan Goytisolo. Luis Vicente de Aguinaga se dice defensor de ''la inspiración como núcleo y motor de la experiencia poética; siento que se puede vivir la inspiración y que vale la pena quebrar una lanza por ella como experiencia espiritual laica, pero ajena a todo tipo de fanatismo político, religioso o científico". El Premio Nacional de Poesía Aguascalientes será entregado a Luis Vicente de Aguinaga en el contexto de la Feria de San Marcos, a finales de abril o principios de mayo. ______________________________________________

ESTANCIAS DEL TIEMPO, POEMARIO DE ALINE PETTERSSON GREGORIO MARTÍNEZ MOCTEZUMA

www.azteca21.com, 21 de febrero de 2004.

A

line Pettersson es una autora que, con el paso del tiempo, ha logrado producir una obra sólida y variada, en donde los géneros se dan la mano, pues lo mismo ha escrito narrativa, cuento infantil y poesía. Y, precisamente, su último poemario, Estancias del tiempo, lo publicó el Fondo de Cultura Económica (FCE) en el último trimestre de 2003. Pues bien, Aline Pettersson hizo acto de presencia esta tarde en la XXV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería 2004, para leer algunos de los poemas que integran dicho poemario, acto que tuvo lugar en el Auditorio Bernardo Quintana. Poemas que en la voz de su autora adquieren otros sentidos, otros significados, otras lecturas, pues la experiencia del autor, respecto de su obra, es muy distinta al del lector que, como se sabe, al enfrentarse al acto de la lectura consuma a su vez otro acto: el de la re-creación. Así, en un afán de compartir la poesía de esta poeta mexicana, transcribo a continuación dos botones de su joyel poético: Anunciación Con el inesperado blancor de un vello que en el triángulo mancha la oscura superficie el tiempo anuncia su tiempo y prosigue su andanza. No se inmutan los colores del vestido ni el espejo es delator de tela o piel. Tras la prisión del retrato no hay mudanza en el rostro o la figura. El alhelí sigue firme en su vaso, y en el cielo, inmóvil la nube. Pero al fondo, en un mínimo paraje

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de la mente, el miedo disimula y se agazapa. Mirada Mirando la línea de los montes que a veces esbozan su blancura y a veces se nimban con el fuego —preludio de la noche— el tiempo se yergue y me estremezco. Largo es ya. Entonces el alma reverdece ante aquel deseo: el advenimiento de una epifanía, de un tiempo bueno, de un tiempo justo para mujeres y hombres. El cauce de esperanza es hoy rescoldo extenuado en sus cenizas. Mas el portento de los montes permanece, y yo los miro con una plegaria que implora por todos "los condenados de la Tierra".

La poeta se percata del paso del tiempo y no se muestra indiferente -¿sí inmune, en el fondo?- ante su carácter ineluctable, por el contrario se siente atrapada, limitada ante él. Pero no se resigna humildemente, se inquieta y trata de aprehenderlo… a pesar de todo. Asimismo, conmovida por el espectáculo del mundo —¿de la creación? —, canta su belleza y trata de convertirla en tiempo, en acto de vida solidario. Por último, una cualidad de la poesía de Aline Pettersson —hay que subrayarlo— es la musicalidad de sus versos, el trabajo esmerado en cada palabra, para hacer que capturen el agua entre las manos: el tiempo.

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elpoemaseminal 29/ 3 de marzo, 2004 TOMAS TRANSTRÖMER (Suecia, 1931) LAS PIEDRAS

O igo caer las piedras que arrojamos, transparentes como el cristal a través de los años. En el valle vuela la confusión de las acciones del instante, vociferantes, de copa a copa de los árboles, se callan en un aire más tenue que el presente, se deslizan como golondrinas desde una cima a otra de las montañas, hasta alcanzar las mesetas ulteriores, hasta las fronteras del ser. Allí caen todas nuestras acciones claras como el cristal hacia un fondo que no existe sino en nosotros mismos.

LAMENTO

É l dejó la pluma. Quedó quieta en la mesa. Quedó quieta en el vacío. Él dejó la pluma. ¡Demasiado lo que no se puede escribir ni callar! Está paralizado por algo que sucede muy lejos aunque la maravillosa mochila late como un corazón. Afuera, es el comienzo del verano. Del verdor llegan silbidos —¿personas o pájaros? Y cerezos en flor dan palmadas a los camiones que llegaron a casa. Pasan semanas. Se hace lentamente noche. Las polillas en la ventana: pequeños, pálidos telegramas del mundo. Para vivos y muertos. Versiones de Roberto Mascaró. Prólogo de Louise von Bergen. Madrid, Hiperión, 1992 (Poesía Hiperión, 194), pp. 23, 55. _____________________________________________

REINA MARÍA RODRÍGUEZ (Cuba, 1952)

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UN CABALLERO TRACIO

U n caballero tracio del siglo II me contempla desde el relieve votivo donde alguien lo petrificó sobre el caballo. ¡Oh Plutonio! Condenado eternamente yo digo el salmo de tu destino cercano, yo toco los arabescos carcomidos y espoleados al sol en su venganza. (la sierpe observa a la derecha cualquier movimiento para saltar si te equivocas y enroscarte) pero sólo asusta a los insectos que mordisquean las frutas que el caballo reventó contra el fango. ha pasado un segundo antes de tu muerte y la sonrisa de bronce y plomo deja un sabor ocre en mis labios. te he besado contra el papel moderno de la fotografía y nos hemos confundido en ese instante donde me quedo en ti donde vienes con tu destino cercano tras un rostro antiguo y yo hago la escritura de mi boca en la piedra. de dónde provienen tantas cosas que antes fuimos aquí-ahora? Una muchacha loca como los pájaros. México, Ediciones Coyoacán, 2003 (Reino imaginario, 165), p. 66.

CUANDO SE LEVANTAN LOS PUENTES

c uando se levantan los puentes hay un canal helado que remontamos con los ojos de hielo y las manos aún cálidas. cuando se levantan y los muertos salen a navegar con aquella credulidad y aquella inocencia de no haber comprendido todavía cuántas veces cometieron las hazañas para que el agua helada pase otra vez bajo la cúpula de San Isaac bajo los arcos sagrados donde está dios o el ojo de la vida llevándose la gracia. ya que nos hemos encontrado ya que nos hemos quedado huérfanos bajo esta cúpula que aspiramos sin comprender apóyame la espalda dame el poder de tu soledad pruébame que eres dios

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para que sea breve el tiempo de temblar bajo los arcos. _____________________________________________

EL POETA ARTHUR CRAVAN EN MÉXICO RICARDO HERNÁNDEZ ECHÁVARRI

L

os últimos escritos que se conocen de Arthur Cravan son las cartas que le escribe desde México a Mina Loy, son los últimos de vida dejados por un hombre que hizo de la aventura el equivalente vital de la poesía. Fabián Avenario Lloyd nace el 22 de mayo de 1887 en Lausana, de padres ingleses (en la mitología que crea sobre su persona se dice sobrino de Oscar Wilde y una complicada genealogía lo emparentaría ciertamente con el escritor inglés). Expulsado de todos los colegios, el Instituto Schmid -un internado de Saint-Gall-, el College de Worthing, etc. sólo encuentra interesante los deportes: amo mis lecciones de gimnasia. A los 16 años es enviado a Nueva York para continuar sus estudios. El adolescente, alma errante, quiere llegar como sea a California y lo hace no sin antes ejercer todo tipo de oficios: Marino del pacífico/ maletero/ cortador de naranjas en California. Retorna a Lausana, duerme quince días bajo los puentes de Londres y vive una temporada tempestuosa en Berlín. Blaise Cendrars escribe que frecuenta los cabarets de Kunfursterdam, vive en el universo de las drogas, de los homosexuales, de los jugadores. En Berlín es tratado como un indeseable y se le conmina a abandonar la villa. Julián Levy apunta con asombro: tenía la costumbre de pasearse en Berlín cargando a cuatro prostitutas en sus hombros. Pasa otra temporada en su natal Lausana y sus primeros poemas datan de entonces: no leo más que a los clásicos desde que estoy aquí. Al igual que el marinero poeta Tristán Corbiere, quien llegó a Veracruz, Arthur Cravan se enlista en un barco francés. Deserta cuando el barco toca la costa de Australia. Esa aventura le inspira, como a Lautréamont, los más hermoso versos marinos de la poesía moderna: El ritmo del Océano mece los trasatlánticos/ Y en el aire los gases danzan hasta la cima/ Silba el rápido heroico que arriba al Havre/ Avanzan como los osos los marineros atléticos. De 1909 data su estancia en París y el inicio de su leyenda literaria. El primer número de su pequeña revista Mainteanant la escribe de cabo a rabo, en su pequeño cuarto de hotel, como su único colaborador. El se pretende -dice Crespelle- poeta y boxeador-. El y su hermano Otho entrenan con Cuny y, una combinación de golpes y suerte, lo convierten en el campeón de los pesos semipesados de Francia. Muchos escriben la leyenda: Cendrars comenta una conferencia donde Cravan intenta suicidarse. André Salmón reseña otra donde el conferenciante brutal -bebiendo vino rojo en lugar de la consabida agua- dice cosas no oídas desde el genial Alfred Jarry. En el café Los Noctámbulos se anuncia que Cravan conferenciará, danzará, boxeará. Sus medios de vida los obtiene de envíos que en caso de apuros le hace su madre y de la venta de cuadros de pintores que entonces no valían gran cosa en el comercio: Picasso, Matisse, Frost, etc. Soñaba ir a Perú y a Brasil, ver las mariposas, tener la amistad de una jirafa. Vivía entonces con Renée, antigua amiga del pintor Hayden: la pequeña Renée, una compañera de viaje. Entretanto en los Balcanes comienza la guerra y Cravan no muestra el menor entusiasmo por vestir el uniforme de Jorge V (era más bien sentimentalmente germanófilo), en un viaje digno de los westerns y en companía de una banda de desesperados huye a Barcelona. En su pasaporte -pasaporte camaleón, como dice Buffet- comienza a aparecer como originario de varios países (el último: un pasaporte mexicano, pero no adelantemos vísperas). Pelea en Atenas como campeón canadiense contra un campeón olímpico legítimo, enseña gimnasia, arbitrea peleas. El 23 de abril de 1915 comete uno de sus más elegantes golpes de audacia al enfrentar en la Plaza de Toros Monumental de Barcelona, en un match pactado a 20 rounds de tres minutos cada uno, al boxeador Jack Johnson, el primer campeón negro de los pesos completos. En el sexto asalto Johnson puso nocaut al poeta, pero su fama se agigantó con la laureada corona de la aventura. En 1917, en el Montserrat emigra a Nueva York (Trostky, que iba en el mismo barco, anota en su diario la presencia de un boxeador, literato de ocasión, sobrino de Oscar Wilde). Allí reencuentra a Picabia, a

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Duchamp, a Gleizes, a Arensberg, todos involucrados en la parisina Exposición de los Independientes. Grenwich Village se convirtió pronto en el barrio de la agitación artística, los emigrados europeos convivían con la nueva bohemia norteamericana (entre las caras nuevas: John Reed que aún no era el celebrado cronista de revoluciones tan famosas como la de Pancho Villa y la de Lenin, sino un oscuro poeta del Crimson, recientemente graduado de Harvard). Conoció allí Cravan a la poetisa Mina Loy — Mina Gertrude Lowy, nacida en Londres en 1882, madre de dos hijos, Gilles y Jewel, divorciada de Stephen Haweis—. Era Mina una mujer espléndida e inaccesible según el poeta William Carlos Williams que la recuerda en los días en que ella escribía Luna Baedecker, uno de los deslumbrantes libros imaginistas. El encuentro de Mina y Cravan lo relata Mina en Coloso. Él le decía Tú deberías venir a vivir conmigo en un taxi, podríamos tener un gato y ella agregaba: y una maceta de geranios en la ventana. En Estados Unidos Cravan vivía con un pasaporte ruso y existía el peligro de ser descubierto y movilizado por la armada americana. Pierre Begot ha seguido los pasos del poeta-boxeador por Boston, Maine, Canadá... Decide viajar al único país en el mundo donde las regulaciones no han sido nunca muy estrictas y donde la vida no vale nada, a México. Se embarca en la Santísima madre de Dios, una goleta mexicana, y el 17 de diciembre ya se encuentra en Nuevo Laredo, al otro lado del Río Bravo. Ahora él viaja con un pasaporte mexicano. La vida en nuestro país de Arthur Cravan (y de Mina Loy que en enero de 1918 llega para casarse con el poeta, y juntos viajan por Argentina y Brasil) no fue escrita, como el resto de su vida, por otros, sino por él mismo en sus cartas. Son cartas de amor y de destierro, son cartas de vida y desesperación, escritas por un hombre que fue ante todo un poeta. Lo que Arthur Cravan le escribe a Mina Loy son las palabras de amor más hermosas que labios humanos hayan pronunciado, son las palabras también de un desesperado (¿un suicida?) que vislumbró que la vida es atroz. Los biógrafos extraerán de ellas los pocos datos de su vida en México: su boda en la basílica de Guadalupe y el laberinto burocrático que era y es casarse en nuestro país (nos casamos en una catedral mexicana rosa... eso no tenía ningún valor legal), su última pelea contra Black Diamond, su obsesión por tener un ejemplar de El Sol, cuya portada luce la fotografía de su pelea con Jack Jhonson, su empleo de entrenador de gimnasio, sus palabras intensas calcadas del argot del boxeo, su incorporación a la familiaridad con que se tratan las personas en México, la adopción del país hispano rayado de azteca como propio. Contentémonos con el retrato que de él hace Mina: yo escruto cada rostro, y no hay en el mundo uno solo como el de Cravan. Después de un breve tiempo de vivir juntos, Mina se embarca sola para Inglaterra (la hija de ambos, Fabianne, nace en la mar). De Arthur Cravan nadie más vuelve a saber nada. En Montparnasse se rumora que Cravan ha muerto. Julian Levy se resiste a aceptarlo: tengo casi la certeza de que él no ha muerto. Duchamp replica que sólo la muerte explica su ausencia (Yo lo conocía bien y sólo la muerte ha podido ser la causa de su desaparición). Breton da la versión más creíble: él desapareció, un día de tempestad, al atravezar el Golfo de México en una muy frágil embarcación. Octavio Paz recrea esa versión al decir que, como Quetzalcóatl moderno, naufragó en una excursión en el Golfo de México (Cravan en la panza de los tiburones del Golfo). Begot habla de dos hombres abatidos a tiros en la frontera del Río Grande, uno de ellos: muy alto, rubio, podría corresponder al poeta). Su muerte no fue jamás probada y las gestiones que hizo Mina Loy ante las autoridades británicas en México para encontrarlo resultaron infructuosas. Cambridge, Mass., invierno de 2003.

CARTAS A MINA LOY (I) Arthur Cravan

A Mina Loy Nuevo Laredo, 18 de dici[embre] 1917

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Mi ángel. Estoy horriblemente deprimido y tengo casi vergüenza de mí mismo. ¿Soy demasiado liberal o ligero? No puedo responderme. A la mera hora fallé en soltar la tabla salvadora para llorar. ¡Ah!, tengo la garganta cerrada y no puedo más que llorar a causa de la gente. Pues tengo mucha lucidez en este momento. Mi Dios, con tal que me guardes tu juramento. Me quitarías toda confianza en la vida, por siempre, si me mintieras. No tengo derecho de dudar de tu palabra de honor; tanto menos si te respeto; mas estoy ciertamente loco en este momento. Escríbeme inmediatamente a la dirección siguiente: Arturo Cravan, Oficina Postal General (no lo olvides), Ciudad de México. Y sobre todo no seas escéptica, me herirías terriblemente y romperías el encanto. ¿Tú recuerdas nuestra alegría de cachorros cuando nos encontrábamos después de habernos extraviado durante algunos días? ¡Qué demostraciones no te haría si pudiera volverte a ver! Cuando me escribas, escríbeme largamente para consolarme. ¡Si pudieras ver mi figura en este momento! Esto no es temor a la vida, sino temor a la vida sin ti. No olvides que no tengo otra persona en el mundo, que eres mi único afecto. Escríbeme una extensa carta y una pequeña nota aparte, para el caso de que aquélla se pierda. Estaría inconsolable si no tuviera nada. Figúrate que aun ahora he pensado en volver de nuevo. Puedes reírte y decir que estoy poco preparado para la desdicha. ¡Qué soledad aquí! Espero siempre que las comunicaciones se reestablezcan y poder irme y permanecer en Monterrey hasta el momento de volver a ponerme en ruta. No me atrevo a decirte mi estado de alma; eso sería demasiado negro. No me digas que has aprendido algo. No he cometido nada que pueda ser considerado como una falta. Es absurdo, esta idea me atormenta, que te hayan dicho entonces algo, pero estoy tan triste que naturalmente me creo abrumado de todas las desdichas. No me escribas mas que buenas cosas. Tengo tanta necesidad. Vengo de releer ese principio de carta. Y me parece frío, no pega. _____________________________________________ A Mina Loy Nuevo Laredo, México [diciembre 1917] (1) Martes. Mi gran querida, Parto mañana para la ciudad de México, las comunicaciones se han reestablecido. Escríbeme en seguida a: Arturo Cravan, Lista de Correos, ciudad de México. Te envío una fotografía tomada para mi pasaporte mexicano. Verás que he cambiado ligeramente y que mis vestimentas están en un penoso estado; observa el falso cuello que está desgarrado. Me batí con ese estúpido de Cornell y te juro que fui yo quien ganó. Te escribo pero quiero que esta carta parta a la hora del borde americano para que llegue antes. No puedo mas que repetirte que te amo hasta la locura y que es necesario que te vuelva a ver . Si no tienes nuevas durante algunos días no te alarmes: estaré en el tren, y de la ciudad de México el correo tarda dos días más en llegar a Nueva York. En cuanto pueda partiré para Buenos Aires. Parece que Argentina, Chile y México van a unirse para defender su neutralidad. Llegaré muy pronto a Buenos Aires. Removeré la tierra para volverte a ver. Te adoro. Estoy loco por ti. Hasta muy pronto. Te como. Arthur _____________________________________________

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A Mina Loy (...) (2) metros. Te volveré a ver en Buenos Aires. Arreglaré mis asuntos en México, venderé mi comercio y partiré. Me has jurado venir. Verás que soy un ángel y un elefante. Ocúpate desde ahora de obtener tu pasaporte. Esos trámites son siempre largos. Una vez que tengas ese papel, no tendrás más que hacerlo visar. Y no te ocupes de los consejos de los mediocres. Soy el profeta de una nueva vida y sólo yo vivo. No me conociste. Estuve muy por debajo de mí mismo en Nueva York. Todo eso es ya un cartel en pedazos. Sabes que te encuentro toda excepcional y que te [...] (3). Y sabes que soy un avaro en cumplidos... Tú me has dicho que mi mano indicaba una gran rudeza y ella debe ser ciertamente de esa naturaleza. Tengo tu fotografía empapada ante mí y te adoro como creo que ningún hombre ha jamás adorado a una mujer. Estoy absolutamente asombrado de haber pensado tanto en ti y no llego a terminar mi carta. Me parece que olvido lo esencial, cualquier cosa queda indefinida, de hacerte jurar cualquier cosa eterna... Hasta mañana, mi sublime amor. Cuando telefonees a mis amigos, díles que les envío todas mis amistades (especialmente a Arensberg). Te estrecho en mis brazos. Arthur PS. y perdón: pues te pido ocuparte de mis asuntos con los Backman que sin eso, podría ser, estarían perdidos. He perdido la dirección de Zayas. Escríbemela. Como medida de precaución escríbeme en seguida una pequeña carta a la ciudad de México, Lista de Correos. Yo sufriría mucho si no tuviera nada de ti. (1) Carta escrita con crayón, como las precedentes. Sello de correos: Laredo, Texas, 19 de diciembre 1917. (2) Carta incompleta (hojas numeradas 3 y 4). La alusión a Buenos Aires, así como el papel utilizado y el hecho de que esté escrita con crayón, permite fecharla verosimilmente el 20 de diciembre de 1917. (3) Letra ilegible. Ricardo Hernández Echávarri nació en Dinamita, Durango, México, en 1958. Ha publicado tres libros de poesía: Alfred tiene 33 cangrejos en su música (Praxis-Dosfilos, 1985), Sonata para un violín sin cuerdas (Premia, 1993) y Novísimas instrucciones para los ángeles (Nueva York, Maldoror, 2004). Ha escrito poemas y ensayos en Dosfilos, Amauta, Índice, Actual, NRFL, Punto de Partida, Tierra Adentro, Trópico de Cáncer, La Parda Grulla, Textos y en numerosas revistas marginales de México y América Latina. Actualmente es instructor de Español y Literatura en el Departamento de Lenguas y Literaturas de la Universidad de Harvard.

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elpoemaseminal 30/ 10 de marzo, 2004 LUCIAN BLAGA (Rumania, 1895-1961) EL POETA

A un cuando escribo versos propios no hago más que traducir. Creo que así está bien. Sólo así el verso tiene una razón para crecer y hacerse flor. Traduzco siempre. Traduzco para la lengua rumana un canto que mi corazón suavemente va dictándome en su lengua.

AL MORIR LOS DIOSES DEJAN

A l morir los dioses dejan detrás los templos como los caracoles las casas vacías. Por millares de años y tiempo sin fin siempre los dejan, para consuelo de la edad de hoy y de mañana. Pero ningún vestigio de esa era dorada, Cualquiera sea su rostro, Nos cura la nostalgia Al enfrentar el tiempo. Los poemas de la luz. Trad. de Stefan Baciu (con la colaboración de Eugenio Montejo). Caracas, Fundarte, 1985, pp. 19. _____________________________________________

CÉSAR ARÍSTIDES (México, 1967) CABALGA EL SUEÑO Para Anna Lavra Teicher

L a yegua tensa el vientre transforma el ardor en violín exacerbado soporta la réplica del sol

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la caricia dura de la piedra convertida en sangre el zumo de sus orificios inunda relicarios sus ojos aterran a los matacandelas el caballo es tenor y su boca despiadada volcán de brama jubilosa olvidó el rumbo de la paciencia La bestia levita mientras encaja la furia enaltece la convulsión las nervaduras cosidas por la acidez y el delirio saturaron violentas el ocaso pero al encender el cofre uterino fueron arrancadas las cabezas el degüello voluptuoso donó el témpano al baúl hirviente al momento del tajo sólo lava y precipicio relinchidos violetas bálsamo de los huesos los potros fueron remolino desollado Las cabezas animales besaron las cataratas nardos y campanas brotaron de los ojos se enlazaron para ser la trampa de la araña encallaron en las órbitas la tarántula y el buitre mezclaron agria vida con el reloj del desamparo entonces el sueño abandonó la guillotina entró silente consternado en las pupilas acuáticas de la hembra lejana sus párpados bogaron y al anochecer su mirada fue exilio tormenta sortilegio de la vulva Voluptuosa la doncella petrificada ardió con las mentes de los caballos en su pecho su capullo ácido es narcótico y fábula edificio de la revelación abrevadero del insomnio y fogata misteriosa sus labios esconden la niebla ahogados en la muerte erecta unen el sollozo y la barranca la buhardilla y la grupa incinerada el alba con su garganta al borde del presentimiento esculpirá en la epidermis azul de la mujer los tejidos del espanto licores de la exhumación su rostro de mirada fracturada cortará el ástil que amarra los rocines mutilados así el barco con las vergas apolilladas rozará la yugular de la luna me atracará en la ciudadela de su vientre

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Juan Carlos H. Vera, pról., sel. y notas, Eco de voces. (Generación poética de los sesenta). México, FoncaArlequín-Sigma Servicios Editoriales, 2003, pp. 492-494. Con el libro Murciélagos y redención, César Arístides acaba de ganar el Segundo Premio Latinoamericano de Poesía, categoría general, que otorgan el gobierno de Oaxaca y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). El jurado lo integraron Waldo Leyva, José Vicente Anaya y Eduardo Langagne. _____________________________________________

CARTAS A MINA LOY (II) ARTHUR CRAVAN A Mina Loy México, el 22 de diciembre [19]17 Mi gran adorada No hay más. Estoy loco de impotente rabia. ¡Si tú supieras lo que me pasa! Estoy perdido de amor por ti. ¡Ah! si se pudiera morir llorando como cuando se abre uno las venas. ¡Qué dulce muerte! Si pudiera volverte a ver cinco minutos para darte las indicaciones a seguir para que nos volvamos a ver. Tengo la ansiedad de un condenado a muerte y no puedo poner en su sitio mis ideas. Pídele a Madame Meier que te preste la correspondencia de Musset y George Sand. Es mi historia, salvo la traición. Nunca, desde que estoy en el mundo, me mostré tan grosero de instinto y de pensamiento como en este último año en que me conociste, y es por eso que tengo miedo. Tú has sido un ángel de delicadeza y ahora, sin embargo, no te tengo más. Mis ojos están continuamente llenos de lágrimas. No soy más que un andrajo. ¡Y decir que has dudado de mi amor! ¿Sabes que probablemente voy a estar obligado a pasar por España para ir a Buenos Aires? Puedes imaginarte cuáles son mis problemas en este momento. No tendría jamás el dinero para hacerlo aunque lo haré por ti. Y no hay, parece ser, otra ruta. Corro todo el día para obtener informes. Ve cuánta sería mi desesperación si después de los milagros de devoción necesitara hacer verdaderos milagros, pero tú no vendrás abajo. Mi cabeza, ya no la tengo; está ya bien sacudida. Y no vayas a creer que busco ablandarte; no te digo ni la mitad de la verdad. Que no lloré veinticuatro horas antes de dejarte para darte vagamente la medida de mi amor. No me atrevo a mirar tu fotografía. ¡Ah, qué Navidad! No creí jamás que fuera posible sufrir algo parecido y llegué a temer por mi equilibrio. No sé por qué te escribo pero todo me parece inútil desde el momento en que no estás. ¡Es horrible! ¡Si sufrieras la cuarta parte de lo que yo sufro cuánto me amarías¡ Escríbeme: Arturo Cravan, Lista de Correos, Ciudad de México. Reza siempre y ruega con todas tus fuerzas por mí. ¡Estoy destruido y eso no es sino a causa de ti! El resto me es igual. Te envío millones y millones de besos y todo, todo eso que no se puede expresar cuando no se puede estrechar entre los brazos. Y ahora lloro. Tu Arthur _____________________________________________ A Mina Loy

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México, el 24 de diciembre 1917 Mañana será Navidad y no estarás aquí. Ahora creí volverme loco y no creerás que exagero. Ahora yo debía tomar el barco para América del Sur y no lo he hecho. No hubiera podido jamás soportar este viaje: te digo que mi razón se pierde. Alejarme de ti, imposible. Es necesario que vengas aquí conmigo, o verdaderamente no respondo de mí. Debes partir para España, mas tengo miedo que interpretes ese viaje como una aproximación. Escucha, mi inmenso amor, si soy siempre el ángel de tu corazón, debes partir al recibir esta carta. A mí mis parientes no me permitírían que dejara México. Y no nos separaremos más. ¡Ah, si pudieras ser mi mujer! Después de haberte conocido ninguna mujer debe tener que salvarse, sobre todo desde el punto de vista moral, y tú sabes que el resto me importa muy poco. Del resto, hice voto de castidad y eso no me costará más que no volver a fumar nunca. Si Dios decidió que no debo volverte a ver, le daré asimismo un beso a una mujer. Tú entiendes, Mina, perdóname: era un hombre y te juro que ahora soy un ángel. Déja tu renta a los niños, ganaré tu vida aquí. No vayas a Buenos Aires, creo que Argentina va a entrar en guerra. Envía de regreso o por correo el número de El Sol con el combate con Jhonson al Sr. Enrique Ugartechea, Escuela de Cultura Física, Tacuba 15, ciudad de México. Hazlo en seguida, eso es muy importante. Si tomas el tren de imprevisto me encontrarás allí. Y puedes escribirme allí para no despertar sospechas de mi madre. Todos los diarios tienen igualmente mi dirección. No olvides decirme si sí o no vendrás y cuándo. Acuérdate que me has prometido, en caso de que no fueras a Buenos Aires y, asimismo, si quisieras ir eso costaría mucho más barato desde aquí. ¡Date cuenta que las cartas que te envío tardan un mes en llegar y las tuyas tardarán más de cuatro o cinco días! Este pensamiento me hace casi delirar. Estoy terriblemente perdido, no duermo de noche. Escríbeme seguido, seguido. Si vienes, no te olvides de apartar el paquete. Yo podría ganar mucho dinero para ti. Contéstame y por piedad no me escribas que por una u otra razón todo ha terminado . Tú me prometiste no creer nada antes de oírme y si me vieras tendrías ciertamente piedad. ¡Ah!, si tú quisieras telegrafiarme a la dirección siguiente: Arturo Cravan, Hotel Juárez, 81, Calle Tacuba, Ciudad de México: vendré en un mes o cualquier cosa como esa, me harías danzar de felicidad. Besos y eternidad. _____________________________________________ A Mina Loy México, Navidad de 1917. I shall write to a few lines in English and then in French as I surely master this language a little bit better. I only wish you could read Spanish because only in that idiom I can express my feelings. Sí, me deberías escribir en español. Mi pobre Mina, lo que me haces falta, eso es terrible. Lo que sufro no tiene expresión en el lenguaje humano. Por momentos, sacudo la cabeza para verificar que tengo... razón. Tengo un miedo espantoso de volverme loco, casi no como y sobre todo no duermo en absoluto. Es un martirio que no podré soportar por mucho más tiempo. Es necesario que vengas de Nueva York, o me suicidaré. Estoy desesperado. Ayer lloré durante dos horas y ahora no sé lo que eso será. Ven. Estoy poseído de uno de esos amores excepcionales, de la misma manera que no se encuentra un gran talento mas que cada cincuenta años. Quisiera pasar el resto de mi vida contigo. No te rías. Sabes muy bien que puedo cumplirte todos tus deseos aquí y que seré feliz, el hombre más feliz si pudiera hacerlo. Aunque puedas pensar en mí, ven enseguida, antes de que sea demasiado tarde. Jamás regresarás si vienes y no vas a estropear una vida de amor y de profunda amistad por un instante de enojo o de prejuicio. Jamás tendrás que apenarte de haberme conocido. Sabré siempre distinguirme, espera. Olvidé decirte que te

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amo tanto con la razón como con el corazón, eso puede hacer que te pueda amar con cabellos blancos, arrugada. ¡Sabes que te amaré con canas! Tu bella inteligencia me hace falta atrozmente, ¡Ah, cómo se me castiga! No pienso más que en esta carta y en otras cosas. Cometí indelicadezas, he sido mil veces culpable, más me castigo, me pongo de rodillas. Le pido a Dios que todos los días te encuentre. Acuérdate que tú misma inconscientemente... esta fotografía sobre la chimenea... no te lo he dicho jamás... y por lo tanto... Me dijiste que yo era el único hombre que te había dado la impresión de un dios. Ven, si quieres, a gozar del ángel. No quiero jamás pecar. Destesto todas las mentiras. Es verdad que no soy como los otros hombres, pero he sido como ellos este año aquí. Ahora la sola vista de los hombres me hace sufrir. Si crees en Dios debes venir. Si, por azar, no me respondes, te maldeciré Mina, y me dejarás vacío. Sabrás lo que es de vacío un hombre. Eso es dejarlo sin genio. Mas tú misma eres más que una mujer. Y ahora te pido perdón por todos mis insultos. Escríbeme en inglés o en francés todos los días. ¿Recibes todas mis cartas? Te escribo todos los días. Largos besos de mis labios secos. Arturo Cravan Hotel Juárez, 5a. calle de Tacuba, Ciudad de México. Allí se me encuentra. Selección y traducción de Ricardo Hernández Echávarri _____________________________________________ El libro La tregua de la inocencia, de Angelina Muñiz-Huberman se presentará el miércoles 17 de marzo a las 19 horas en la Casa del Poeta Ramón López Velarde, Álvaro Obregón 73, colonia Roma, México, D.F. Participarán: Aline Pettersson, Adolfo Castañón y José Ángel Domínguez.

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elpoemaseminal 31/ 17 de marzo, 2004 ATANÁS DALCHEV (Bulgaria, 1904-1978) SILENCIO A Dim. Svetlin

C allé durante años, sin darme tregua, con la frente devorada por pensamientos, y hoy de ese silencio salgo como de un sepulcro. Sobre mi espíritu se cierne aún el vacío sin nombre de los días y noches pasados indiferenciables de la muerte. Y entumecidos de angustia, aunque libres esta vez, los pensamientos todavía no logran echarse a volar desde su jaula. Como un convaleciente mi poesía da apenas sus primeros pasos; mas de una ira impotente, de una tristeza extraña están llenas mis palabras. Y son breves como las palabras que en un arranque de valentía escribe sobre el muro el condenado antes de ir al paredón. 1964 Traducción de Reynol Pérez Vázquez Antología poética (1923-1976). México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1996 (Molinos de viento, Poesía, 104), p. 53. _____________________________________________

ALAIN DERBEZ (México, 1956) POEMA

h oy que ha quedado prohibido casi todo salvo sobrevivir

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e imaginarnos vivos las ventanas se abren y se escuchan los gritos de los niños que pasan cantando himnos de muerte, los cantos de los futuros soldados convencidos hoy que el día respira diferente que un aroma de asfixia lo enrarece hemos de respirar a dentelladas arrancando del aire bocanadas rabiosas que les dejen saber que no hemos muerto y estaremos aquí hasta que todo comience nuevamente Desnudo con la idea de encontrarte. México, Katún, 1985 (Poesía, 11)., p. 8. Alain Derbez ha publicado, entre otros libros, los siguientes poemarios: Zenón tuvo razón (La Máquina de Escribir, 1979), Para mirar el ruido (La Flor de Otro Día, 1981), Textos de misoginia antes del fin del mundo (Praxis-Dosfilos, 1985), Desnudo con la idea de encontrarte (1985) y Amar en baños públicos (Joaquín Mortiz, 1992).

_________________________________________ FELIPE VÁZQUEZ (México, 1966) POEMAS 1

N o sé quien habla, aquí no hay nadie. Más allá hay mil puertas, toca la piel geológica de Dios. No esta piel de saurio, sus huellas en la duna. Oír el canto de lo ido, ser la sed del muerto. No esta voz de tumba, un lirio de silencio aquí. 2 La garra de Dios se crispa en mi interior, tritura la espada glacial que ya en esquirlas me desangra. ¿Quién al verso me condena, a ser el que hablará desde la muerte? No estar en la conciencia de otro, no ser es el reposo. De un alma cuyas grietas tajan su por qué, digo Dios y digo Dios por no escribir “hoyo negro en el filo de las cosas”. Cuando el mar adentro nos explota, escribo Dios por no clamar desde el abismo “soy tiburón cegado por la sangre”.

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Al filo del alma tu carne se calcina, en mi deriva se incrusta como hachazo de glaciales geometrías. 3 Años sin nadie, días de afilada lámina desde el origen. Aúlla un lobo sin raíz, cruza un mar de muertos hacia dónde. El manubrio de Dios, arena desde allá, por dentro me erosiona. La pregunta afila sus raíces en el aire, una guadaña raja la esfera que nos nace. El hambre de qué fisura, salí del cielo a la caverna.

4 Estuve aquí pero no pude, estar más fuera que pez abisal. Celoso del trovar clus, casi un celacanto incrustado. Yerro en este muro, más errado que un caballo ciego. Estuve aquí, en tu boca de gacela muerta. La bella sale de mi voz, un pez rojo centellea en la arena. Felipe Vázquez (Teotihuacan, 1966) obtuvo el Premio Nacional de Poesía CREA en 1987, el Premio Nacional de Poesía Miguel N. Lira en 1991, el Premio Nacional de Poesía Gilberto Owen en 1999 y el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas en 2002. Publicó Tokonoma (1997), De apocrypha ratio (1997), Vitrina del anticuario (1998), Archipiélago de signos. Ensayos de literatura mexicana (1999), Signo asigno (2001) y Juan José Arreola: la tragedia de lo imposible (2003).

_________________________________________ LOS DIÁLOGOS DEL SILENCIO. NOTAS SOBRE LA POESÍA DE FELIPE VÁZQUEZ JORGE SOLÍS ARENAZAS

U

n equívoco frecuente entre críticos e incluso varios escritores consiste en anunciar algo llamado crisis de la poesía. Otros tantos declaran, también erróneamente, que no es la poesía, ostentada en su generalidad, sino una etapa muy específica de ésta, ciertos valores líricos, la que se ha erosionado. Pero, en rigor, no se trata de una crisis sino de un aletargamiento debido, no sin cierta paradoja, a la ausencia de crisis reales. La actitud del hacedor de versos pareciera cada vez más cómoda y satisfecha. La tinta como gesto chirriante es algo cada vez más inusitado. El poeta ahora ha vivido de sus seguridades y por ello ha dejado de vivir como tal. Se ha extirpado lentamente, de sus diccionarios y cuadernos de notas, la palabra “crítica”. El gesto se domeña y la escritura empieza a titubear en la palidez. Ante tal abigarramiento de voces sólo puede surgir la crítica, entendida como un poner en crisis los fundamentos del horizonte de la escritura poética. Y no es desde la exterioridad (precisando: un exterior solamente artificial) que esto puede llevarse a cabo. Debe surgir desde el interior (esto es, el exterior verdadero), en el tenor de un diálogo silencioso, como el que puede encontrarse en la obra poética de

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Felipe Vázquez (Teotihuacan, 1966), que representa una dislocación con los vicios del gusto literario actual, de todo “gusto” posible. En su lento acendramiento crítico, renuncia a las sensualidades al uso, no reitera florilegios canónicos ad nauseam, huye de las fabulaciones fáciles y de la sonoridad fetichizada a partir de juegos inofensivos. No es éste el yermo terreno de las musas ni la marejada emocional exaltada sin más rigor que el de un balbuceo. Por el contrario, se halla ese diálogo silencioso como un mirar críticamente al plano escritural en el cual se incardina, en un juego de desciframientos, negaciones y afirmaciones, desde un claro aliento interrogativo. Sólo a partir de este diálogo el gesto resulta vital, frente a una tradición que se ha traicionado a sí misma, en la medida en que se ha reproducido sin la criticidad debida, terminando en el solio estéril, con su correlativo desgaste retórico. La obra de Felipe Vázquez tiene en la escritura su propio sujeto, entendiendo esto desde dos planos. Primero, en la medida que el cuestionamiento surge desde la ambigua boca espesa de la escritura para anclar finalmente en sí misma: El poema surge de lo blanco y nadie en esa aparición toca la ausencia del poema (...) Nombra lo blanco en su blancura pero nadie lee blanco en lo blanco sino el blanco

Cumple el doble papel: actuante y escenario: actor y condición de posibilidad de ser. Una realización de sí. Sujeto no como el yo sino como el se, pronunciado en el tenor de su vivir y en el cómo de su presencia. Con esto queda claro que no se trata de sujeto porque en sus poemas se “hable de”. Como heredera real de la tradición crítica de la poesía moderna, en su poesía el tema, cualquier tema, es imposible. Los referentes lo son sólo de su estallamiento. No se dirá nunca “poesía erótica”, “poesía política”, “poesía religiosa”. Únicamente pesada gasa sobre una voz que es multiplicidad y mirada que tan sólo obtiene claridad de enfoque cuando éste se bifurca y canta el reino de lo ambiguo: qué sino el sino del si no. Sujeto, en el segundo sentido de sujeción: escritura como conciencia de su propia imposibilidad, siempre constitutiva. Mas conciencia oscilante. Sólo a partir de ella se abre el otro horizonte de posibilidad de ser. Por ello el decir se reconoce en el desdecir, que no es enteramente suyo. En busca de sí misma la palabra se enrosca caracola se abisma en su infinito hasta vaciarse hasta cruzar del otro lado más allá de sí misma más allá de todo y aún más allá de la nada y sin embargo nunca la palabra encuentra su palabra En su cuerpo la ausencia de sí misma cobra cuerpo

De ahí, también, que sea una poesía que tiene el olfato suficiente para acudir al silencio, despliegue de una visión sobre lo silente, la ausencia y la imposibilidad. Pero no únicamente “sobre” sino desde. Con ello se emparienta con una línea que surge muy claramente desde Mallarmé, como se ha hecho notar sin la intención de registrar “influencias” ni familiaridades genealógicas. Pero no sólo eso, sino la conciencia de la poesía surgiendo de la página en blanco (la página brota casi en sesgo desde el fondo del poema), lo cual no es de ningún modo accesorio; encontrando, así, un segundo eco con esa línea encarnada desde Un coup de dés. Diáspora de silencios en la página o fuga de signos vueltos hueco

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el poema se nombra en sus fisuras dice grietas que lo dicen

Aquí se da la obra en apertura. Explota el trabajo sobre significantes, hay una mirada sobre las voces y sus sentidos, y en este manejo de elementos es que puede estallar la significación máxima y plena. También entendida como mirada sobre sus condiciones (y no sobre su condicionamiento). Decir es decir fisura de sí, página, signo cuya condición de existencia es el silencio, ausencia que cristaliza para hacer vivir el poema, interrogación sobre el yo de la escritura misma. Por otro lado es una poesía en movimiento total: Tal vez el mar esta noche y no la voz hecha luz Tal vez el sin y no esta sed de lejanía Tal vez los dados blancos del acaso y no el tal vez

Se ve con claridad la exploración que no tiñe certezas. La función de los versos no es unívoca; además de su papel directo perviven frente a los versos anteriores haciéndolos saltar, arrancándoles el eje mediante el cual podrían asegurar cierta fijeza en su voz (voces). De pronto todo se nombra por antífrasis y todo se afirma en el cuestionamiento. El “tal vez” queda como verdadera función tácita del poema. Serpentea litóticamente, y por ello su escritura es al mismo tiempo todo aquello que no se encuentra en el “aquí” del poema, pero que participa de la significación y la desconstrucción de lo significado. De suyo se entiende que lo dicho siempre es otro, como otro es el decir. De ahí, de igual forma, se comprende que las figuras como la alusión cobran un papel total, no meramente recurso contenido sino en ejercicio continente. El cometido es entrópico y su verdadero rostro es proteico. no sé qué dice cuando dice “digo lo que digo” y calla, si no dice nada, menos nada dice, no habla y su silencio dice, nada un pez en la palabra pez y muere fuera del agua, ¿mi palabra muere cuando dice palabra o cuando dice? ¿qué dice quien dice “digo lo que digo” si agua se ahoga en el agua? no dice nada un pez, nada —eso dice

Lo mismo ocurre con la intertextualidad que recorre su escritura. Después de obras tan importantes como las de Pound y Eliot, la poesía moderna tuvo en los recursos intertextuales una de sus fuentes principales de construcción. La poesía como diálogo se abría aquí a otro plano más, acentuando algunos de sus más fuertes valores. Pero debe advertirse que en el aletargamiento de la poesía, este recurso ha sido de los más desgastados. No se ha operado una relación significante con los intertextos, haciéndoles cumplir una función abierta. Erróneamente, se les adopta como significados en sí, transportables a cualquier zona del texto indefinido (e indefinidamente). Se les ha usado como verdaderos amparos y se ha abusado de ellos como referentes monumentales, sin otro ejercicio dialógico crítico de por medio. Por ello vuelve a cobrar importancia lo que Felipe Vázquez hace al respecto, en un trabajo significante que renuncia al guiño canónico, pero que sabe ver de frente la tradición de la poesía moderna, de manera viva. Particularmente, los recursos intertextuales en la poesía de Vázquez tienden al límite que, como ha demostrado Gérard Genette, reside en un empleo que nunca nombra directamente sus elementos. Pocas veces se encuentra una referencia intertextual abierta (como en el caso de los epígrafes). Esto enriquece su

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poesía, pues entre la referencialidad, el papel de la alusión y otros gestos intertextuales abre los niveles de lectura posibles del texto que, cuestionándose a sí mismo, implica que en cada nivel varios horizontes interrogativos se erijan, escindiendo muchas veces la aparente unidad que hay en los planos interpretativos posibilitados, operando el sentido de varias dispersiones, enrareciendo la reunión probable y acudiendo a una mayor tensión significante. Desde este punto sus cuestionamientos no son conciencia crítica de la ipseidad escritural. Una vista de su alteridad se reintegra sobre ese mismo tono. Cada verso se vuelve actor de escenarios tripartitos. Es interrogación sobre sí, diálogo con la tradición y volatilización de sus referentes, que nunca logran la concreción definitiva y que mutan de manera permanente al entrar al laberinto de las voces, otro signo de la multiplicidad constitutiva del poema. Una muestra de ello se da vivamente en el poema Bitácora de Adán. Dejo aquí el comentario, no sin advertir que Felipe Vázquez ha ejercido una eticidad de la poesía, una poética, al ser la mirada no un sensual reconocimiento que deviene comunicación, sino una criticidad del verbo que empieza por una visión crítica; no sólo desde “el” (cualquiera) sino también desde “su” propio ethos, con lo cual se aleja, y es antitético frente a aquello que el propio autor ha nombrado en algún lugar como “onanismo verbal”. Desde este punto, se debe entender esta poesía como uno de los caminos posibles a la crisis que nuestro apetito reclama. Si quieres comunicarte con Jorge Solís Arenazas, puedes hacerlo a: poiesis@prodigy.net.mx

__________________________________________ CARTAS A MINA LOY (III) ARTHUR CRAVAN A Mina Loy México, 27 diciembre [19]17 Mi encantadora ¿Dónde estás? ¿Qué haces? Daría mi vida por verte coser, arcángel de la costura. Ahora me siento mejor. Este súbito verano hace renacer la esperanza. No creo que te haya perdido. ¿Cuánto va a durar eso? Una o dos horas. Si este alivio no hubiera llegado creo que me hubiera muerto. Mas sé que voy a volver a caer en la desesperación, pero ya he tenido uno de esos momentos de respiro. No puedo vivir sin ti. Aquí hay mujeres que me sonríen y podría abofetearlas porque ellas no comprenden. !Ah, qué cabeza de Hamlet en la mesa del huésped! Dime que vendrás muy pronto y que estaremos juntos el resto de nuestras vidas. Creo que ganaré mucho dinero el año próximo. Mis asuntos van bien. Te pedí que me enviaras un número de El Sol donde está la fotografía de Alabastro. Si pudieras enviar dos números separadamente, me harías un gran favor. Muchas de las cosas impresas se pierden. Le pedí a Zayas que me los envíe también, por precaución. Deseo agradecer a un amigo que me ha hecho ganar mucho dinero. Eso es entonces indispensable. Amarás México y mi país te gustará. Mi madre estará encantada de conocerte. Le hablo a menudo de ti. De no ser por ella me habría regresado a Nueva York. Hago siempre mi rutina de ejercicios. Aquí se interesan por los deportes y se le ha telegrafiado a Jhonson para que venga. Podrás siempre escribirme a: Arturo Cravan, 3a. Tacuba 15, Escuela de Cultura Física Ugartechea, Ciudad de México, México. Es mi profesor de cultura física. Puedes conservarla como una dirección fija pero no voy todos los días con mis parientes, mientras que todas las mañanas hago un poco de ejercicio. Escríbeme largas cartas y no te burles demasiado de mí. No me olvides jamás. ¡Si supieras cuánto te amo!

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El regreso de mi vida, eso es no habértelo dicho en todos los tonos cuando estaba a tiempo. Y mi amor será tan fresco en cuatro años como ahora. Sé bien lo que quiero; soy tan difícil y conozco tan bien tu extraordinario valor. No puedo vivir sin ti. Cuando estuvimos enfadados durante algunos días, no te dije lo que había sufrido. Te quería con toda mi muerte cuando te dejé bruscamente. Y cuando te dije que me habías arruinado el viaje a la Tierra Nueva, no exageré. ¿Recibes todas mis cartas? Te escribo continuamente y cuando no puedo más eso me aporta un medio alivio de una hora solamente. ¡Lo que te reservo como bienvenida el día de tu llegada! Los trenes marchan bien; todas las historias de bandidos son historias de tunantes. No hay nada que temer y si quisieras ir a América del Sur aquí hay una excelente línea. Piensa en mí y ruega a Dios que él nos reúna. Te deseo un buen año. ¡Esa ha sido mi Navidad! Deseo mejor no hablar. Perdóname por escribirte cartas banales. No tengo más que una idea, Mina de mi corazón, y es tenerte conmigo. Tú sabes que hice voto de castidad, si no te vuelvo a ver por el resto de mi vida. Me creerás, puede ser, incapaz de llevar tal carga porque a menudo he actuado como un monstruo en Nueva York. Mas preveo un cambio. Adiós mi Mina, te estrecho sobre mi corazón. Arturo _____________________________________________

A Mina Loy

¡

México, el 29 de diciembre de [19]17

Cómo te amo! Piensa en eso. Es necesario que vengas. Entre más lo pienso veo que será absolutamente lógico que nos encontremos. Tenemos los mismos gustos y no creo que en cien años pueda encontrar una mujer como tú. Me perdonarás el hablar de la misma cosa y caer en el tono de la melancolía. Ahora que no tengo más que tu espíritu, voy todos los días a la biblioteca y me lleno de alegría con los genios. Está muy bien surtida de libros franceses: hago progresos siempre. Me has reprochado por ser pesado y voy a defenderme diciendo que sólo los pesados son excepcionales. Una prueba Balzac, Bethoven, etc. No hablo de eso porque quiera agradarte mucho. No soy asimismo ni periodista ni un pequeño moderno. Te juro que hay cualquier cosa de masivo y eterno en mí. ¡Aunque yo seré el más moderno! Tú verás. He arreglado mi vida para poder meditar, estudiar y trabajar todas las mañanas y dar mis lecciones del mediodía a la noche. Ya reconquisté mi nobleza. Como ya te dije no voy a comprometer toda una vida de felicidad por un instante de resentimiento y de celos. Si te he hecho mal te pido perdón de rodillas; no lo volveré a hacer y me comportaré de manera cristiana. Estoy dispuesto a amarte toda la vida y sé que eso quiere decir toda la vida. Aquí la vida está marchando bien; el cuarto y la comida por setenta y cinco centavos (75) diarios. Ciertamente que eso no es nada lujoso. Ven lo más pronto posible, telegrafíame desde la frontera y estaré en la aduana y no habrás tenido en tu vida una bienvenida parecida. Sólo por eso vale la pena hacer el viaje, sólo por la bienvenida. Ocúpate en seguida de tu pasaporte. Sabes el tiempo que se necesita a menudo para obtener ese papel. Tengo tu palabra que vendrás y creo que verdaderamente no soportaré el shock si me escribes que has cambiado de parecer. He pensado en ir a matarte si lo haces. Pienso ahora que, puede ser, tendríamos que casarnos. Te suplico que no te burles de mí. Te quiero hasta la locura y cuando quiero razonar la razón me dice amarte. No le he escrito aún al padre de Frost. !Pobre Frost!

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Escríbeme todos los días. Puedes enviarme cartas; vienen con más vida. No me escribas que no tienes tiempo. Amo más que me juegues la comedia, pero no estoy más en estado de soportar el menor arrugamiento. Mina, no me hagas más daño. Arthur Envíame un bucle de tu pelo o mejor ven con toda tu cabellera.

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elpoemaseminal 32/ 24 de marzo, 2004 JAMES JOYCE (Irlanda, 1882-1941) ECCE PUER

O f the dark past A child is born; With joy and grief My heart is torn. Calm in his cradle The living lies. May love and mercy Unclose his eyes! Young life is breathed On the glass; The world that was not Comes to pass. A child is sleeping: An old man gone. O, father forsaken, Forgive your son!

ECCE PUER D el oscuro pasado Nace un niño; De gozo y de pesar Mi corazón se desgarra. Tranquila en su cuna La vida yace. ¡Que el amor y la piedad Abran sus ojos! Joven vida se exhala Sobre el cristal; El mundo que no era Se llena de existencia. Un niño duerme: Un anciano ha partido. ¡Oh padre abandonado Perdona a tu hijo!

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Poesía completa. Trad., est. prel. y notas de José Antonio Álvarez Amorós. Madrid, Visor, 1987, pp. 200203. _____________________________________________

SANTIAGO MONTOBBIO (España, 1966) BIS

E s la historia de siempre y también en la que hay más enredaderas: una vez nos dieron la tierra, pero como nos dio la sensación de que no era sino otra forma de engañarnos y hacernos perder el tiempo entretejiendo la ilusión de que algún día íbamos a poder hacer algo con ella dejamos que se nos muriera. Sin llegar siquiera a ser un inútil consuelo nos queda la literatura como forma de tomarle el pulso a las miserias.

TODA HISTORIA

T oda historia es simple y se me olvida. Quizá me fui a tomar café, quizá la amaba y me perdí entre jardines de piernas esmaltadas que fueron juncos trenzados de palabras y después retama que mi lengua de trapo había hecho trizas. Quizá fue el amor, quizá el café, tal vez la noche. El recinto sin madrugadas, con sangre y lunas rotas, el recinto, el barranco de dientes oxidados o el valle de hojas de afeitar dulcísimas no hería o no existía. Quizá fue el café o fueron sus piernas, o quizá la amaba. Toda historia es simple y se me olvida en las axilas de mi ciudad tristísima. Sabedlo ya: mis ojos no se acuerdan de qué miran.

URBE

M e han dicho que por aquí vive un poeta que a fuer de humano ha llegado a celestial, dije. Y añadí: si cree que es broma, ahora viene lo bueno: lo digo totalmente en serio. En antiguas hojas

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crepitaba el silencio. Completé rompiéndolo: nombre no tiene, porque vive precisamente en su busca. !Ah, ese!, contestó el mesonero. Dicen que se hizo unos andamios con sonetos celestes, pero la verdad es que nadie sabe bien dónde para. Probaré si hay suerte, dije. Y así vi sujetos, telarañas trenzadas por ellos con sus misterios y cómo entre todos reunían la leña de los verbos para irse juntos al fuego del Gran Verbo. Pero no. No he podido verlo: está ya muy lejos, y ha llegado a ciudad extraña, una ciudad fundada por él o sus sueños y donde yo me pierdo porque en ella las calles trazan su cara. Algunos sí que tienen buenas artes poéticas, pensé al saberlo, y al pensarlo sentí al momento que a mí me quedaban derrotadas las noches, sus imbéciles desiertos.

__________________________________________ LAS LÁGRIMAS DEL POETA. ELISEO DIEGO EN FILOSOFÍA Y LETRAS JESÚS GÓMEZ MORÁN Unomásuno, 7 de marzo de 1994. In memoriam

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l azar fue la nota distintiva. Pero no un azar arbitrario. Citemos al maestro Eliseo Diego en sus propias palabras: “Hay que prever incluso las improvisaciones”. Las siete sesiones que impartió del 14 de octubre al 24 de noviembre tuvieron, indudablemente, el encanto de una aventura. Fue como un viaje por un océano de 50 años de poesía. Salimos de un puerto que nadie volteó a ver y el capitán Eliseo Diego tenía bien previsto adónde nos quería llevar; sólo que en el trayecto nadie sabía de las tempestades, días soleados y con viento favorable que encontraríamos. Nadie sabía —y creo que tampoco nos preocupaba— quiénes partieron y quiénes se quedaron en el camino. Hasta podría decir que fue como un sueño: partíamos con la puntualidad de un reloj de ferrocarrilero ruso y despertábamos al sonido de una graciosa campanita que el maestro tenía en su mesa. Desde el primer día nos enfrentamos a un abordaje: las huestes del profesor Hernán Lavín Cerda que asisten a su Taller de Creación Literaria se unieron a la tripulación y ya no abandonaron la nave. Luego ese invento de hombre blanco llamado micrófono hizo que la voz de Eliseo Diego inundara el recinto del Aula Magna estando a 200 metros lejos de él, incidente que sin embargo provocó que el laureado escritor cubano se reuniera con otro eximio poeta latinoamericano, el maestro Carlos Illescas, quien presidía en la mencionada Aula Magna una mesa de lectura sobre poesía del ’68, evento al que originalmente pertenecía el confabulado micrófono. Y las vicisitudes y contratiempos siguieron. Hacia la quinta sesión la nave estuvo a punto de naufragar, inundada por las lágrimas del poeta tras la lectura del poema “Palabras escritas en la arena por un inocente”, de otro gigante de las letras cubanas, Gastón Baquero. “En poesía una cosa es el tiempo de lectura y otra el tiempo normal”, dijo el Premio Juan Rulfo 1993. Por eso íbamos de Shakespeare a Chesterton, de Catulo a César Vallejo, de Thomas Mann a Rudyard

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Kipling, que junto a otros autores recomendaba a sus jóvenes oyentes los leyeran para que sus citas no les resultaran extrañas. Pocos lo hicimos, pero Eliseo Diego puede estar satisfecho de que a través de sus palabras nunca podremos olvidar la grandeza de estos escritores. Ciertamente, en términos generales, no hubo rigor en sus exposiciones. Quizá pocos se sorprendieron de que Eliseo Diego puntualizara el ritmo como el elemento esencial y el primero dotado de significación que contiene todo poema, y asegurara que el poder de la sugerencia hacía más rico y atrayente el verso que la contuviera. Tal vez nadie ignoraba que la misma necesidad que impulsa a escribir un verso es la que indica en dónde debe ser cortado; pero al escuchar estas enseñanzas, que salían de su boca junto con su agitada respiración de pez que acaba de volver al agua, advertimos que sus sentencias guardaban una sabiduría chamánica, el encanto de un conocimiento ancestral que en ritos iniciáticos se transmitía oralmente de generación en generación, manifestando nuevamente un vínculo casi instintivo que ninguna civilización puede alienar del todo. Tal vez ya no tengamos la fortuna de encontrarnos nuevamente con Eliseo Diego. Tal vez él lloró presintiendo esto también. Sin embargo, él pudo irse sabiendo que todos sus oyentes alcanzaron a comprender que la verdadera poesía, como su desprendimiento de la vida diaria, está detrás del artificio, detrás de la apariencia. Supimos que para vislumbrar su nacimiento es necesario realizar “el acto de atender en toda su pureza”. Y aunque no volvamos a ver a Eliseo Diego, tácitamente nos encargó una misión para el resto de nuestras vidas: no dejar que las lágrimas de un poeta se conviertan para nosotros en el espectáculo de mirar una pirámide prehispánica, algo imponente y hermoso, pero incomprensible. P.D.: Este texto lo escribí antes de saber la lamentable noticia de la muerte del maestro. El dolor y el no saber qué más agregar me empujan a citarlo de nuevo: “Desde muy joven —lo confieso— me han gustado los fantasmas. Me apasionaban las historias de sus desventuras. Hoy —lo confieso—, aproximándose la hora de convertirme en uno, ya no me gustan tanto”. Yo solamente pido que su fantasma nunca me abandone.

__________________________________________ CARTAS A MINA LOY (IV) ARTHUR CRAVAN A Mina Loy Ciudad de México, 30 de diciembre [19]17 No estoy mejor. Fallé en escribirte ahora. Soy como el hombre que va a ahogarse. Me parece inútil debatirme. Si no me telegrafiaste hazlo en seguida. Lo merezco al menos en nombre de algunos minutos del pasado. Mi cuerpo está más y más quebrantado y voy todo el tiempo repitiéndome la frase de Musset: El alma había roto el instrumento. Voy a durar entonces, puede ser, un mes o dos, pero no creo que pueda ir así mucho tiempo. ¡Me muero por ti! Creo que habría podido hacerte feliz siempre y que a pesar de todo valgo un poco más que otros. Esta es mi falta, nunca debí haberme separado de ti. Soy atrozmente castigado. No olvides que mi pequeño paquete debe ser entregado en sus propias manos, y no de otra forma, a Félix Fanelón, por un amigo que hará el viaje. Pero si no debo volverte a ver estoy decidido a consumar la destrucción. Pero envíame si quieres al menos un telegrama aunque sea con la palabra adiós, y cinco minutos después de haberlo leído estaré muerto. Déjame decirte que te amo demasiado, que el hombre desgraciadamente no está organizado para amores como éste. Tú habrás sido mi único amor; el resto no son más que amoríos y habrás tenido mi gran virginidad. Te amo en este momento de una manera inimaginable y como eso no es práctico no puede existir. Quise sobrepasar la naturaleza y enseguida se me castigó. Te saludo como la mujer más

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cerca del ángel que jamás he conocido o adivinado, y te pido perdón con el arrepentimiento más cristiano, de haberme tan mal conducido. Reza por mi reposo en la tumba y que no vuelvan mis celos. Ayer fui a ver el cementerio. Sufrí mucho porque no respondió a las exigencias de mi corazón; pero tanto peor. Mi hermana, mi pobre Mina, sé feliz. No trabajes mucho; creo que eres la engañada en esta empresa de pantalla. Ahorro tu rostro. Si supieras en las vísperas cómo me era referente tu fatigada figura . !Oh Mina, Mina, las palabras son tan viejas¡ Trata de quererme. Sueño en tu vejez. La felicidad está muy cerca de ti. No me has conocido porque te has hecho de la ironía. Si hubieras tenido otra actitud habría llorado todos los días y te dejaría, pero tengo tal fondo de ternura que voy a morir. Me has forzado a mostrarme, como los otros, y es por eso que mi pensamiento no puede sufrir más. No puedo defenderme. Si estuviera cerca de ti, derramaría tales torrentes de lágrimas que estarías obligada a posar mi cabeza sobre tu seno. Sé buena, oh mi Mina. Siempre me has dicho que era la bondad la que nos identificaba con Dios. Sueño que estoy loco de dolor, como tú y yo sabemos, por el privilegio de ser elegidos. Sueño que no viviré más que para ti, si vienes. !Oh ven, vuélveme loco de alegría; impídeme dormir pensando en tu arribo. Ven, ven, ven. Arreglaremos todo por el resto de nuestra vida. Jamás te causaré ni un minuto de pena. Eres mi ideal absoluto. Verás mis actos. No digas que no son más que promesas. Te digo que me he convertido en un santo. Verás que no miento más, porque si vienes voy a ofrecerte mi vida. Adiós Mina, te envío todo mi ser. Quisiera poder tomar tu mano y conservarla en la mía durante horas como en el cinema. Te adoro, ángel de mi corazón, te envío todos mis sollozos. A _____________________________________________ A Mina Loy Ciudad de México, 30 de diciembre [19]17 Mi muy querida, mi muy bella

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Vas a venir pronto? No estoy mejor, no estaré mejor jamás. Mi razón va a hundirse. Si te queda una gota de piedad telegrafíame. !Si me vieras! ¿Por qué no has sido más confiada? No he comprendido bien que el último día tuvieras ternura por mí. Creo que no tenías más que un sentimiento oficial por mí y que nosotros debíamos tener una buena conducta porque se debe de respetar a los amigos. Si me hubieras dicho una sola vez “te amo” habrías visto mis demostraciones de ternura. Mas, al contrario, me has dejado siempre entender que me tenías un cierto respeto, pero que a pesar de todos tus esfuerzos, no podías amarme. ¿Por qué has jugado así, forzándome a jugar a mi costa? Si hubieras sido franca, habrías conocido los más dulces momentos de tu vida, porque puedo ser bueno sin esfuerzo, pero no tengo deseo de estar a la defensiva. Y sé que tú eres un ángel. ¿No te lo dije el primer día? Ven aquí, haré lo que quieras. Iremos a donde quieras. Arreglaremos lo que sea para tus hijos. He pensado mucho y te juro que no lo he hecho con egoísmo. Me he purificado terriblemente después de mi partida y no puedo vivir. Si no recibes mis cartas sabrás que estoy muerto o me he vuelto loco. Si el consuelo no me viene de ti, voy a desaparecer del mundo sensible o en todo caso inteligente. No puedo más mirar una estrella o leer un libro sin que el horror me invada. No tengo casi fuerzas para escribirte y, si sé que lo hago en vano, me suicidaré en cinco minutos. No hago más que pensar en el suicidio. Como no estás en el mismo estado que yo, no podrás saber. Si sintieras la mitad de mi sufrimiento volarías hacia mí. Escucha, Mina, te pediría casi que mintieras. Me parece horrible morir y asimismo si no debes venir voy a pedirte que me des la querida ilusión de encontrarte. Jamás podría soportar la verdad. No tengo tanto peor a la muerte que a la locura. Mi cerebro no llega mas que a repasar sus pérdidas y la única cosa de la que me doy bien

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cuenta es que estoy perdido. No hago más que hablarte de mí; mas me identifico tanto contigo que eso es interesarme en ti. Mi desdicha es que esta carta va a tomar probablemente al menos quince días y probablemente más. Telegrafíame, por el amor de Dios. Tuve una Navidad de condenado. Voy a tener un Año Nuevo de condenado a muerte. Hazme un regalo Mina, el más bello de mi vida: envíame un telegrama. Ruego a Dios perdidamente para que venga en mi ayuda, pero creo que Dios me ha abandonado. Estoy obligado a parar de escribir para llorar. Tengo como bello llorar, no estoy mejor. !Ah, mi Dios! ¿Qué te he hecho? Esto es demasiado para mí. No lo merezco. ¿Vendrás? Dime si eso no debe ser y se acabó. Me has mentido. He llorado tanto que pensé en enviarte un frasco de lágrimas que podrías hacer analizar para darte cuenta que no contiene mas que lágrimas. ¡Cuando te digo que tengo las ideas de un loco! Apresúrate si quieres salvarme. Mina, no puedo creer, en todo caso no me atrevo a creer que me hayas abandonado. Si vienes, te juro con toda mi alma que jamás te causaré pena y que tendrás la vida moral más dulce que ninguna otra mujer. Olvida el pasado. Estaba lleno de mentiras, y no quiero vivir más que para la verdad. Puedo ganarme tu vida. Las comunicaciones son fáciles y, a pesar de todo lo que se dice, no hay nada que temer. Escucha mis súplicas. De profundis clamavi. Tu pobre Fabián y el ángel de tu corazón. _____________________________________________

A Mina Loy Ciudad de México, 31 de diciembre [19]17

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e escribo entonces una carta ahora. Ésta es la única energía que me queda. Podría escribirte durante horas y horas que la vida es horrible. Trata de comprenderme y sé buena. ¿No es a este paso que hubo buenos momentos? Mas eso no era nada a causa de un malentendido. !Ah, si hubiera sabido, no habría tenido la misma conducta! Eso habría sido una cosa enterrada. Telegrafía. Estoy terriblemente lleno de miedo porque eso va a ser el fin. Frost no habrá sufrido como yo. Morir del alma es diez mil veces peor que el cáncer. Y estoy perdido. Si supieras como me siento puro o me he puesto ya mis alas y todo eso estará perdido. Dime que eso no es posible. Esa es mi falta, esa es mi falta. Adiós, Mina. Piensa en todo lo que te escribo en mis cartas. ¿Las recibiste? Te escribo todos los días. Buen y feliz año. No trabajes mucho. Ven a descansar. Adiós, adiós, adiós. Todo, todo. La vida es atroz. Arthur Selección y traducción de Ricardo Hernández Echávarri __________________________________________ sala adamo boari, palacio de bellas artes, 19 horas miércoles 24 de marzo: león felipe a 120 años de su nacimiento. mesa redonda con la participación de federico álvarez y josé maría espinasa. lectura: pilar pellicer. jueves 25 de marzo de 2004: eco de voces (generación poética de los sesentas), antología de juan carlos h. vera. participan: eduardo langagne, hernán lavín cerda y el compilador.

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elpoemaseminal 33/ 31 de marzo, 2004 JOSÉ KOZER (Cuba, 1940) ÁNIMA

Q ué me trae mi padre en la mano derecha que sólo veo la punta de una estrella de seis puntas, un antebrazo, un número azul (de Prusia) un arco conmemorativo con figuras alusivas a la res, el garfio y los tridentes? Padre, procede, el trigo no mancha, sus gavillas recogen la sombra del arbusto florido de lilas blancas de un traspatio, estas florestas (incinerad; incinerad) alza la mano, quiero ver (la ceniza) nuestra alcurnia; a la altura de los ojos, quiero corroborar: intemperie, intemperie; sólo intemperie. Abre mi padre su puño izquierdo, birlibirloque pañuelos, birlibirloque grosellas (macaos) (un jamo de rabirrubias) (cao cao maní picao) bailoteo en una sala, detrás un rigodón (detrás, el sapo de un salto devoró al zunzún): asir la biajaca de agua dulce antes de la expulsión (antes de la expulsión que ahí viene buche y pluma). ¿Qué me traen? Un vaso de agua calcinada del río de la sed impenetrable donde beben Cerbero y Minos (alza, Plutón, el cáliz de cardenillo con las incrustaciones del moho en la veta última de la turquesa): a Ceres, nada; a Proserpina un lunar de asfódelos en la raya de las manos (procede, padre, a tu larga vida) vertientes sin rumbo del Botero nigromante (el necrófilo ebrio de tinta; llamaradas): mi padre trae en la mano derecha (no la veo) Perfección. ¿Será inmutable? ¿Escalas? ¿Idea o accidente? ¿Y será de la ganga mineral la misma ganga inalterable de disolución? ¿Otro subterfugio, padre, para que el sojuzgado se desprenda de lo insufrible? Marca el paso, guía (alza en vilo la mano) el contenido a la vista, responde (alba, responde): de trasluz. ¿A quién pregunto? ¿Seis estrellas disueltas? ¿Preguntar a las ascuas, al agua informe anterior a la mano (¿derecha?) del Creador? Responderá (¿en nombre de qué?) el brote de la minutisa, palabra a palabra, sufijo a sufijo; Dios en los crematorios: el ulular. Oigo, voz (gangosa) de sabiduría declarar la presencia de la arena en los pistilos (llamaradas) de la flor: el polen del asfódelo (maná, ulterior) en el grano (oigo) de la arena. ¿Subterfugio? Oigo declarar que no hay preguntas: responso, por ende, para la muerte de mi padre (sus hermanos): Salmo 24, versículo 1: tras el responso (interior) (nada, más interior) acato (olvido) ayudo a poner la mesa, Guadalupe vierte (¿acólita?) el café (lumbreras) el mendrugo a la boca (oficio y

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consumación) todo orificio a su digestión. __________________________________________

VÍCTOR MANUEL MENDIOLA (México, 1954) CRUZAS LAS RODILLAS

T e desperezas y abres la ventana; la luz está dormida y tú desnuda. Afuera, el tiempo todavía duda entre la lentitud y la mañana. Tiene el laurel una humedad oscura y los alrededores de la casa una velocidad que se retrasa. La enredadera en el silencio dura. Tu espalda con el aire se estremece; te sientas en el borde de la cama, cubres tus pechos, tocas tus mejillas. Por ti el laurel, con intención, se mece y en la flor de la mesa se derrama una luz. Mientras, cruzas las rodillas.

10 XI 1982

D etrás de tu mirada están tus ojos, Ojos puestos detrás de una maleza, helechos móviles, azules crestas, un chapoteo hirviente y su rezongo. Muevo las hojas y ahí está su inercia de aparición y culpas, hisopo tuyo que me hace comprender el modo cómo la vista sube entre las hierbas. Vuelvo a mover las hojas y tus ojos aún están ahí reverberando bajo las sillas altas de los loros. Y no sé qué decir de este contagio que salta y merodea en la mirada que sigo en la maleza de tus ojos. Tan oro y ogro (1987-2002). México, UNAM, 2003 (Poemas y ensayos), pp. 85, 196. ______________________________________________

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PAZ, SIEMPRE PAZ

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n el 90 aniversario del nacimiento de Octavio Paz aparece el último tomo de sus obras completas, precisamente el segundo de su obra poética. Un periódico publicó en días pasados algunos “adelantos” de ese libro, poemas pertenecientes al libro Figuras y figuraciones, publicado por el Galaxia Gutenberg y el Círculo de Lectores en 1999, que acompañan los collages de Marie José Paz. Éste y otros libros como Vuelta, Pasado en claro y Árbol adentro, además de los libros colectivos y las traducciones (Versiones y diversiones, con 10 poemas adicionales) constituyen el contenido del volumen en cuestión. También se incluyen otros poemas como “Verde noticia”, leído por su autor el 23 de agosto de 1995. Se completa así la recopilación de uno de los grandes poetas de la lengua, acaso quien encarnó con mayor vigor al poeta crítico de estirpe eliotiana y valeryana. El propio Paz, muy consciente de lo que sucedería después de su muerte, esto es, que alguien reuniría absolutamente todos sus textos, decidió incluir en tres tomos la poesía que produjo durante más de 60 años. En el tomo “Miscelánea I” (XIII), reunió sus primeros libros y algunas versiones iniciales de las que abjuró después. Al rastrearse a sí mismo, se negó a que lo hicieran otros, a que se practicara la necesaria arqueología de un trabajo literario incesante. De cualquier forma, ahora será posible ver panorámicamente su extensa poesía con una mirada totalizante, abarcadora. El celo con que trabajó se advierte en la clarividencia de sus prólogos para cada tomo, que se publicaron en la revista Vuelta. En el correspondiente a este último tomo, Paz no deja de reflexionar, apasionadamente, como siempre, acerca de la labor poética: Cada poeta inventa un poeta que es el autor de sus poemas. Mejor dicho: sus poemas inventan al poeta que los escribe. Siempre me ha parecido brumosa la distinción entre el poeta épico y el lírico. Se dice que le poeta épico —y su descendiente: el novelista— cuenta sucesos ajenos e inventa personajes mientras que el poeta lírico habla en nombre propio. No es así: el poeta lírico se inventa a sí mismo por obra de sus poemas. En no pocos casos ese “sí mismo” está compuesto por una pluralidad de voces y de personas. Como todos los hombres, el poeta es un ser plural; desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, vivimos en diálogo —o en disputa— con los desconocidos que nos habitan.

El volumen anterior (11) contiene los libros de poesía anteriores a Vuelta, desde Libertad bajo palabra hasta Ladera Este, es decir, del primer Paz. Los trabajos posteriores, marcados por sus incursiones en el pensamiento oriental muestran a un poeta ávido de ir más allá de sí mismo, de sumergirse en la otredad. Paz asume con plena lucidez lo que nunca abandonó, la máscara poética radical, el yo que se hace otro en la poesía: La poesía, el arte de escribir poemas, no es natural; a través de un proceso sutil, el autor, al escribir y muchas veces sin darse cuenta, se inventa y se convierte en otro: un poeta. Pero la realidad de sus poemas y la suya propia no es artificial o deshumana; se ha transformado en una forma a un tiempo hermético y transparente que, al abrirse, nos muestra una realidad más real y más humana. Los poemas no son confesiones sino revelaciones.

El lenguaje de este poeta, siempre en los linderos de la búsqueda del misterio, transmite lo que aprendió durante años de asediar el más allá de la poesía desde el más acá de la forma, del pensamiento. Hace poco escribió Javier Sicilia que el gran poema extenso de la madurez paciana es Vislumbres de la India. Es su opinión, pero es muy probable que ese puesto lo ocupe “Carta de creencia”, una amplia disquisición sobre el amor de la pareja que retoma el mito del Génesis en su último libro publicado en vida. Allí aparece el Paz más plenamente maduro, dueño de una sintaxis en apariencia sencilla pero resultado de años de trato con las palabras, esas rejegas que tanto le obsesionaron. El magisterio poético, crítico y ensayístico de Paz alcanza, por fin, la concreción de las obras completas, en la estela de su admirado Alfonso Reyes. Muchas son las sorpresas que nos depara este tomo, pues por algo Paz y sus editores decidieron que fuera el último en aparecer. El poeta maduro, ya de

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regreso de todas las tentaciones estéticas; el poeta que nunca perdió la audacia ni el atrevimiento para asomarse a cuanta nueva posibilidad encontrase, se nos presenta ahora como novedad, para situarse a contracorriente de muchos de sus críticos. Habrá que sentarse a revisar con mucha calma este volumen, a releer los poemas que ya nos han tocado y seguirán haciéndolo. En las palabras finales de la presentación, Paz se acoge al único juez implacable con cierta esperanza, y resignación, él, que no pocas veces cayó en la tentación de la soberbia: Entre humilde y resignado, con esperanza y con escepticismo, dejo este libro, como el anterior, en manos de mis lectores próximos o lejanos, de hoy o de mañana, son la personificación del tiempo. Un juez simultáneamente sabio y caprichoso. Sus juicios, con frecuencia, nos sorprenden; sin embargo, a la larga no se equivoca.

L.C.-O.

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elpoemaseminal 34/ 7 de abril, 2004 JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ (España, 1942) EN LA ESTANCIA DE ORO —Magnífico caviar —Sólo compro de esturiones felices —de una película— Entonces enloquecimos —Arthur Rimbaud—

E l Otoño se extiende suntuoso sobre París. Imposible substraerse al célebre alarde: ese alma noble misteriosamente indescifrable del Poeta, que siente con suma intensidad el deslumbramiento de esta visión sublime. Bajo la lluvia brilla el oro viejo de una tarde arrogante. Qué notable excitación, qué grato asombro. Tan elegante, o más, que ese ámbito excelso el ánima del vate, fastuosa, divina, trata de hallar metáfora eminente que por los siglos de los siglos recreando esta hora, maraville por su exquisita inteligencia y lucimiento sin distinción de clases, razas, lenguas. Inefable el enigma, sin embargo nuestro querido amigo no se topa la clave del portento. Desespera; busca afanosamente en los recursos de su arte sagaz: todo es inútil. Demasiada Belleza. Hasta medita en un suicidio que vincularía su nombre a ese titánico aspaviento del artista moderno, loco, muerto en pos de la expresión inasequible. Por fin, más moderado, más cuerdo y tolerante, recuerda que tampoco es para tanto, y regresa a su casa, lee a Plutarco y deja que su carne se emocione solitaria ante el mundo y sus ilustraciones.

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Su vida libertina, sus orgías, habían prolongado su estancia en la frontera, donde se encontraba más cómodo para satisfacer todos sus gustos que en Madrid, donde, por más que no se contuviera, no podía menos de guardar cierta compostura —Duque de Saint Simon— Para Dennis Scott en recuerdo de las noches en Isla de Pinos y la imborrable luz de Kingston

A rde el sol en la extendida Colcha Y más allá de la ventana, inmensos Arenales, donde otra Hora vio levantarse Estandartes y espadas borradas por el viento. Su luz sobre los rotos En el empapelado de este cuarto Dibuja templos arrasados, Rostros que se lanzaron a la muerte Por una mujer de ojos amarillos. …Y este cuerpo sudoroso que contemplo, Su piel y sus pinturas Corridas, su vaho fermentado En la sabiduría De que todo Ha de pasar como yo paso En él, sin desearme, Sin quebrantar por un instante Su orgullo, el lujo De estos ojos, a quien yo seguiría Hasta el Infierno.

NOCTURNOS (XII)

E n la mujer, como en los gatos, Una extraña diosa muerta anida. Y la acariciarás en cuántos cuerpos, Y alguna vez incluso habrás de demorarte En la luz de unos ojos. La desearás cuando ya nada desees,

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Y si la fortuna llena tus manos La buscarás para entregársela. Ante ella caracoleará tu caballo Y brillará tu espada. Y ella, muda y ciega, sonreirá. Y ha de bastarte ese milagro. Museo de cera. 3ª ed. Madrid, Visor, 1993 (Visor de poesía, 302), pp. 98-99, 156-157, 559. _____________________________________________

ANA ISTARÚ (Costa Rica, 1960) BOLERO IRREPETIBLE

H ombres que amé, los esplendentes hombres de los cines sombríos, tormentosos o dulces, los demonios garridos, los de espléndidas crines, los arcángeles tácitos escoltando la noche, bordeando como un sueño mi cuerpo humedecido, hombres tiernos, nefastos, portentosos, cobardes, hombres castos (los tuve) resguardando su fuego de mi pasión sin quicio, los delgados, los altos, los altísimos, los que tenían un dejo de avellana en los hombros, los feos que tanto quise amar como a los más hermosos, buscando el tramo tibio detrás de sus rodillas, el ángulo exquisito del tobillo y sus entornos, amores desvaídos, amores elocuentes, batallando exaltados al igual que San Jorge, domeñando a mi madre, el dragón crepitante. Adónde fueron. Y adónde fue mi madre. Hombres que amé con fe, con sed, con sinrazón, con lucidez, como un ciclón que encalla y es sólo desatino, hombres que amé como nunca jamás, y esa que soy y fui y ya no seré nunca

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está bailando ahora perdida en un bolero irrepetible, cargada de geranios, de besos que no vuelven como la línea dura de un astro que se astilla. Esto fue amor. Lo firmo con mi saliva y puño en un vaso de acero en el que brindo. Hay una colegiala, en algún sitio, que baila hasta el cansancio.

ANUNCIACIÓN

Y este baño de nieve? ¿Y este aserrín de almendra en los pezones? Y en mis regiones lunares, ¿por qué esta pócima lenta de tu boca volcada como aceite, saliva somnolienta? ¿Cuáles palabras, cuáles, me has puesto sobre el sexo? Navegan hacia un cielo mis dos muslos sonámbulos, y en tan tierno declive un ramillete helado de fresquísimos berros deslizas del tobillo hacia mi gozne. ¿Y este aroma viril, sus estrellas saladas? ¿Cuáles palabras, cuáles, escozor de jengibre de tu barba crecida, entre mi sexo? ¿Cuántos besos has puesto sobre esta ventanita? Adiós. No escribes más con tus húmedos dedos. ¿Qué cosa has dicho? Un algo, un ya no supe cuál de anunciación. Te has puesto la bufanda. ¿De dónde viaja a ti toda la luz? Adiós dardo bellísimo del sol. Te yergues todavía. Te estás por ir. Devuelves hacia el lecho esa boca sanguínea y alcanzas con el borde de tu lengua las cimas de mis senos, sus morenos torreones de azúcar diminutos. Abro los ojos. ¿Dónde

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miro pasar volando un abrigo raído? ¿Por qué, como la nieve, en el tejado? Un dios se mueve en mí. Adiós, arcángel. Poesía escogida. San José, Editorial Costa Rica, 2002, pp. 123-124, 144-145. _____________________________________________

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elpoemaseminal 35/ 14 de abril, 2004 PIER PAOLO PASOLINI (Italia, 1922-1975) LA ITALIA FASCISTA

L a voz de Dante resonaba en aulas desesperadas Pobres hombres estaban encargados de enseñar cómo ser héroes, en los gimnasios; nadie nos creía Después las plazas se llenaban de estos incrédulos bastaban dos varales, una tarima, mala tela de color rojo blanco y verde; y negro; bastaban pocos símbolos harapientos, águilas y haces de leño o estaño; nunca hubo un espectáculo más económico que un desfile en aquellos tiempos Los viejos y los jóvenes de común acuerdo deseaban grandiosidad y grandeza; millares de muchachos desfilaban, algunos de ellos "elegidos", otros simple tropa; como en una estasis perdida en medio de los siglos había mañanas de mayo o de pleno verano y el mundo rural alrededor Italia era como una pobre isla en medio de las naciones donde la agricultura estaba en decadencia, y el escaso trigo era un océano inmenso donde cantaban tordos, alondras, los atónitos pájaros del sol Las concentraciones se disolvían sobre los palcos caía la brisa y todo era verdadero, las banderas continuaban flameando al viento que no las reconocía.

AL CORAZÓN DE HOMERO

C asi he terminado una novela, estoy en las últimas páginas: releo, corrijo, copio, rehago, pienso, me acuso. Nadie sabe estas cosas, ninguno quiere saberlas. El espectáculo del dolor es espina sin rosas. Pero tú, llegaste de improviso a través de no sé qué lectura, con el color puro de un antiguo mar absoluto, corazón de Homero, canta como una golondrina, sobre estas páginas confusas, bárbaras, impuras, desesperadas, ambiciosas: haz que recobre la fe en un misterio de mármol, en las oscuras esperanzas, en los desalientos mágicos.

FIN DE LOS AÑOS 60

S é bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa; elpoemaseminal /88


que todo aquello que toco ya lo he tocado; que soy prisionero de un interés indecente; que cada convalecencia es una recaída; que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo; que también el humorismo forma parte del bloque inamovible; que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo; que no intento todavía reconocer quién soy; que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre; que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias; que no saldré nunca de aquí por más que sonría; que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada; que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola; que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura; que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza. Traducción de Hugo Beccacece La Nación, Buenos Aires, 15 de marzo de 2003. _____________________________________________

RAMÓN XIRAU (España-México, 1924) PRESÈNCIA

Q uè cerco en aquest món, sinó la teva veu silenciosa que en el mal posa amor i troba amor? Però les llums de la ciutat especulen amb el níquel de les finestres i no hi ha vida que ni tingui algun principi pur, ni naixença sense mort, ni esclat sense escuma, ni negació total sense presència. Què cerco en les coses, sinó la teva petjada flamejant, la teva ferida lluminosa en les fulles tremoloses dels ocells? Naixença sense mort, Vida que em cerca, em mura, on és la teva mar secreta, inmòbil com el temps de la sageta? Una veu de desert vibra en les faunes diminutes de l’arbre.

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PRESENCIA

¿ Qué busco en es te mundo, sino tu silenciosa voz que en el mal pone amor y encuentra amor? Pero las luces de la ciudad especulan con el níquel de las ventanas y no hay vida que no tenga algún principio puro, ni nacimiento sin la muerte, ni estallido sin espuma, ni negación total sin la presencia. ¿Y qué busco en las cosas, sino su huella llameante, tu herida luminosa en las hojas trémulas de pájaros? Nacimiento sin muerte, Vida que me busca, me enmuralla, ¿dónde tu mar secreto, inmóvil como el tiempo de la saeta? Una voz de desierto se estremece en las faunas diminutas del árbol. Poemes. Poemas. Sel y trad. de Andrés Sánchez Robayna. México, Ediciones Toledo, 1990, pp. 8-9.

DISSABTE

L a llenya balba llenya espera balba el cop de foc. Ara no encara verd i tot viu en l’hort. Campanes, rialles, mitja la nit i espurnegen les mars ara a Orient espurnegen abelles en les fulles les cases blanques, blanques ja són ja són sempre ja són el Temple.

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SÁBADO

L a leña entumecida leña espera entumecida el golpe del fuego. Ahora aún no verde y todo vivo en el huerto. Campanas, risas, media la noche y centellean los mares ahora en Oriente centellean abejas en las hojas las casas blancas, blancas ya son ya son ya siempre son el Templo. Naturalezas vivas. Natures vivas. Trad. de Rafael-José Díaz. México, El Tucán de Virginia, 1997, pp. 42-43. _____________________________________________

JORGE ORTEGA (México, 1972) ANTES DE PERNOCTAR

L as palabras son huesos milenarios perpetuados en vetas de silencio; esquirlas, minerales que jaspean la fuente proverbial del fuego fatuo. Piedras de río, vértebras de lava Hundidas en el ámbar del idioma; acuario de guarismos en cadena por la tenacidad de lo expresable. Tabiques de cantera, silicato con astillas de sol como alfileres; ramas para fricar la memoralia. Una chispa cordial desatará la concatenación de los recuerdos ahumando el acetato del instante.

PROLONGACIÓN DE LA TREGUA que todo lo concibe sin crearlo. JOSÉ GOROSTIZA

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D ios es glaciar y estepa: sabana de incandescencia, plancha del mundo. Eclipsado por la nada huelga el pensamiento vuelto agora siberia de sal, raso cristálico; o, dicho de otro modo, fulge dorado por la ausencia de resoluciones. Sobre el espéculo del juicio quedan sólo atenuándose las figuraciones del vaho. Como un ajedrez de polvo en el rellano de una escalera poco frecuentada. Ajedrez de polvo. Buenos Aires, tsé≈tsé, 2003 (Archipiélago, 6), pp. 52, 57. _____________________________________________

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elpoemaseminal 36/ 21 de abril, 2004 TADÉUSZ RÓZEWICZ (Polonia, 1922) UN POETA CUANDO ESCRIBE

U n poeta cuando escribe es un hombre de espaldas al mundo al desorden de la realidad Un poeta cuando escribe está desarmado es fácil entonces sorprenderlo humillarlo asustarlo se sumergió salió del mundo animal a las erráticas arenas se ven las huellas de sus pies de pájaro desde la lejanía llegan aún voces palabras la granulosa sonrisa de las mujeres pero le está prohibido mirar detrás de sí mismo echado a la superficie vacío deambula por la casa oculta el rostro en el que se dibuja el asombro vagabundea la sonrisa aún no es capaz de responder a las preguntas más sencillas escuchó la respiración de la eternidad acelerada irregular

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noviembre de 1979 Poesía abierta (1944-2003). Ed. de Fernando Presa González. Barcelona, La poesía, señor Hidalgo, 2003, pp. 301. _____________________________________________

JORGE HERNÁNDEZ CAMPOS (México, 1919-2004) [VUELVE, FLECHA DE AMOR…]

V UELVE , flecha de amor a la tímida fiera que te huía, y en la boca tú, llaga, apetecida posa de nuevo tu elocuencia. Como vino derramado muchas veces en la memoria, que tu púrpura una vez más me inunde. Y si no con amor al menos por la gracia de haber amado un día certero vuelve poema, vuela, infortuno, numeroso, infinito tú mismo tú que aquí te me escapaste dejándome de nuevo desprovisto. La experiencia. México, FCE, 1986, pp. 9-10.

TANGO ESPIRITUAL

Q uemé la carta pues lo prometimos luego en la yema de los dedos gusté la ceniza Tú al contrario ibas fuera a orinar abstraída

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en el trigal en cierne Adamé la hermosura hasta llagarme mas hoy me abandonó descobijado en la cama de espera No me vulnera la mancha de la sábana Sí me escupo la salmuera de la concupiscencia evaporada ¡cuánto ignoré hasta ahora del servicio del verte! Quiero tocarte donde es posible tocarte Por los cabellos llevarte a rastras fuera del almacén de la memoria Cómo la mansa desnudez fue siempre tersa entre la primavera de mi mano y el otoño de tu nuca Lo que pudo haber sido discurre El toque de centella derriba los sentidos hiende las encinas pero cuida lo suave y pensativo la indiscreción carcoma de secretos el ojo pecera de visiones la nariz gruta de perfumes o la lengua golosa de otras lenguas de verbos húmeda roja de adjetivos Y más que nada con todo todavía el alivio de haber pegado fuego vuelto de espaldas al lucero del ansia 13 de agosto de 1997

AGUAFUERTE

S i al cabo de un gran rato descubro en mis entrañas gorriones borrajeados y vinagre y aturdido me llevo

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guijarros a la frente es por el entusiasmo de este oficio oscuro Mira lo duro que es casi no estoy demente mas cómo aviento con qué desorden deleitado las pajuelas del ácido Los centauros coceamos carcomidos entre un chicotazo y un bocado de ortigas: caballerizo efímero hazme las crines Y si me descubrieres tascando el freno del lenguaje híncame una astilla de zozobra en el belfo Desnuda la mirada me habrás de sorprender ante un espejo gesticulando de ansia por desbocarme con pezuñas de azúcar sobre piso de bronce Cuando rota la puerta salte a la calle me verás arrollado por mis propios soliloquios y visajes Todavía es hora recuerda siempre todavía es hora Apóyate en la mesa haz un pliegue en tu mandil manchado Y al catarme sumiso abre a la dignidad nocturna de par en par el cerco de los dientes El lápiz errabundo rayará chirriante el firmamento virgen: en lo mojado

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constelaciones duras ¡qué gloria y qué destellos! Apaga mis rescoldos a solaz sube ora la escalera Inclínate de arriba aférrame los labios y mientras me sacudes la cabeza haz otro pliegue irónico en tus párpados Y oigamos cómo el aire hueca te tañe de polvo y de memorias armadura Otro doblez aguardo mi amansadora ausente y otro más por favor en las alas de gasa del dibujo común Capta las letras ésas derramadas sobre el centauro corneado por los diamantes de su mismo verbo Mas sobre todo la reticente clávame crudelísima punta de este buril que me tomó la mano hasta el final por él apetecido ¿Quién dijo la escritura? 15 de enero de 1998 Sin título. México, Joaquín Mortiz, 2001, pp. 61-66 (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2001). _____________________________________________

CRISTINA PERI ROSSI (Uruguay-España, 1941 LOS EXILIADOS

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P ersiguen por las calles sombras antiguas retratos de muertos voces balbuceadas hasta que alguien les dice que las sombras los pasos las voces son un truco del inconsciente. Entonces dudan miran con incertidumbre y de pronto echan a correr detrás de un rostro que les recuerda otro antiguo. No es diferente el origen de los fantasmas.

CERCANÍAS

N o necesito ir muy lejos para soñar Un tren de cercanías me basta Unas vías herrumbrosas que corren al borde del mar y ya me siento en otro mundo Mi ignorancia de la nomenclatura me permite bautizar con otros nombres Mi ajenidad —soy la extranjera, la de paso— es la ciudadanía universal de los sueños.

Estado de exilio. Madrid, Visor, 2003 (Visor de poesía, 515), pp. 35, 74. _____________________________________________ Novedades Gabriela Aguirre Sánchez, La frontera: un cuerpo. México, Tierra Adentro, 2004 (272). [Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2003] Nadia Contreras, Lo que queda de mí. México, Tierra Adentro, 2003 (259). Roxana Elvridge-Thomas, comp., Jorge Cuesta: la exasperada lucidez. México, Tierra Adentro, 2004 (265). Evodio Escalante, La vanguardia extraviada. México, UNAM, 2003 (Textos de difusión cultural, El estudio). Raquel Huerta Nava, comp., Xavier Villaurrutia: …y mi voz que madura. México, Tierra Adentro, 2004 (266).

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Latitudes. 9 poetas de Quebec. Ed. bilingüe. México, UNAM, 2003 (Textos de difusión cultural, El puente). Dante Salgado, Espiral de luz. Tiempo y amor en Piedra de sol de Octavio Paz. México, Tierra Adentro, 2003 (260).

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el poema seminal 37/ 28 de abril, 2004 DYLAN THOMAS (Gales, Inglaterra, 1914-1953) OH HAZME UNA MÁSCARA

O h hazme una máscara y un muro que me oculte de tus espías de esos agudos ojos esmaltados y de las garras ostentosas de la rebeldía y la violación en los viveros de mi rostro, una mordaza de árbol, en silencio golpeado para cubrirme de los desnudos enemigos hazme una lengua de bayoneta en esta oración indefensa, vuelve mi boca flagrante y que sea una trompeta de mentiras soplada dulcemente, dame las facciones de un tonto moldeado en vieja armadura y roble para escudar el cerebro brillante y confundir a los indagadores, y un dolor viudo manchado de lágrimas caído de las pestañas para velar la belladona y hacer que adviertan los ojos secos que otros traicionan las quejumbrosas mentiras de sus pérdidas con los pliegues de la boca desnuda y la risa solapada. Poemas completos. Trad., pról. y notas de Elizabeth Azcona Cranwell. Buenos Aires, Corregidor, 1981, p. 112. ______________________________________________

MICHÈLE NAJLIS (Nicaragua, 1946) CANTAR

P ondré arena en torno de tu lecho piedras marinas en tus manos algas frescas en la planta de tus pies. Yo seré la ola renovada que unja tus cabellos. Peces frescos mis palabras en tu oído. Concha en que descansa el silencio serán mis manos en tu cuerpo. mi vientre será el guardián de tus secretos. Mis pies serán tus huellas renacidas por el tacto de las mías. Mis pasos serán leves como naves de crepúsculo. Suave será mi piel para tu sueño. Te daré cada mañana un sol pequeño que amanezca entre nosotros. Esa frescura de agua amanecida que buscas en las noches de insomnio.

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Y el gorjeo del hijo que se aleja al tiempo que se acerca será bálsamo que endulce nuestras tumbas para poder sin pena regresar al vientre de la tierra. Augurios. San José, Editorial Costa Rica, 1981, pp. 36-37.

DE LA RESTAURACIÓN DE LA CRISTIANDAD Es cierto que el doctrinarismo riguroso del catolicismo de la Restauración de la Cristiandad no produjo herejes. Fue tan pobre que ni siquiera produjo teólogos.

MENSTRUACIÓN Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre.

TEOLOGÍA La base de la Teología es la Física moderna. Dicho de otro modo: la Física es la base de la Teología de la Liberación.

DE ALGUNAS PROFESIONES EXTRAÑAS QUE SUELE ELEGIR LA GENTE Los que pueden ver a Dios son santos… los que no, estudian Teología. Ars combinatoria. Managua, Nueva Nicaragua, 1988 (Letras de Nicaragua, 27), pp. 67, 122, 163, 164.

_____________________________________ EURÍDICE ROMÁN DE DIOS (México, 1959) PIEL DE AGUA El colibrí sorbe néctares de mi piel de agua. Late el rocío ámbar de sus pensamientos. Un hormigueo estremece la memoria. El velamen, pétalos de luz, de vocales enhebra plegarias que estallan y se esparcen de siglo en siglo. Mis alas de agua irrigan el sueño calcinado tiñen sexos diluidos en la atmósfera. Revientan de extrañamiento

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renacen piel de agua y de nostalgia.

OLAS DE MAR EN LAS VENAS Una entraña de barro, un brazo de ala, una pierna flota, un entierro de polvo. Las olas anidan la sangre de mar en las venas; el débil juega a ser muy fuerte el muerto a hacerse el vivo. Tu centro es el rostro donde surge un destino, testigo del sudor de las piedras, del grito que lanza fuego y cimbra todas las cosas. La voz es la fotografía de la memoria, el cielo es ojo enternecido, mirándonos como una eterna falla. Siglos de la piel. México, Lexis Editorial, 2003, pp. 36, 57.

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el poema seminal 38/ 5 de mayo, 2004 ROBERTO ARMIJO (El Salvador 1937-Francia 1997) EL REGRESO DEL ULISES CRIOLLO (Fragmento)

N o soy Ulises Fuera de la escritura el mundo no lo conozco Me parece un pedazo de vidrio Un despelote donde tirios y troyanos tienen la misma sangre y se vuelven furiosos locos Macbeths Sin embargo anoche soñé que volaba sobre el Sena y desperté inquieto por el problema inexplicable del vuelo y al soplar cuidadoso el espejo de mis sentimientos me acordé que podía hacerme dos alas de petate para evitar las nieblas del infierno y fue entonces que sorprendido al abrir la ventana de repente la bóveda celeste entró en forma de frutas y abajo oí hablar a los ángeles con putas y vi los focos amarillos parpadeando en la bruma El silencio nocturno me apretó y sofocado movía los brazos Apenas respiraba en el crucigrama de la noche Comenzaba a preparar el viaje él se llenaba de tierra porque el mar era gaviota noche inmensa pececillos navaja de frío cortando nariz orejas dedos gordos morados Sólo el cisne marino a veces chillando en la madrugada Siempre el torbellino rumoroso de sal reventando las uñas mordiendo pelos orejas y arriba el firmamento La osa mayor Las pléyades La imaginación compañera lo entregaba amarrado a la copa de vino A la cerveza A la ciega Endurecida melancolía A veces lo dejaba a hurtadillas perdido en el trozo sangriento y sabroso de carne de ciervo o la pata gorda de gallo de los bosques Entonces se restregaba los ojos ademán de costumbre y el alma siempre a solas

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y el hielo de Dios ¡Sólo guardo en el corazón el impulso para el viaje! Poemas europeos. Sel. y pról. de Carlos Cortés. San José, EDUCA, 1997, pp. 170-171. _____________________________________________

DIEGO MAQUIEIRA (Chile, 1953) EL GALLINERO

N os educaron para atrás padre Bien preparados, sin imaginación Y malos para la cama. No nos quedó otra que sentar cabeza Y ahora todas las cabezas ocupan un asiento, de cerdo. Nos metieron mucho Concilio de Trento Mucho catecismo litúrgico Y muchas manos a la obra, la misma Que en esos años Repudiaba el orgasmo Siendo que esta pasta Era la única experiencia física Que escapaba a la carne. Y tanto le debíamos a los Reyes Católicos Que acabamos con la tradición Y nos quedamos sin sueños. Nos quedamos pegados Pero bien constituidos; Matrimonios bien constituidos Familias bien constituidas. Y así, entonces, nos hicimos grandes: Aristocracia sin monarquía Burguesía sin aristocracia Clase media sin burguesía Pobres sin clase media Y pueblo sin revolución.

1 VOLÁBAMOS COMO UN MAR MAREADO

E l cielo salió de noche como un contraeclipse dejando de no creer a los espíritus insomnes a las pocas mentes que aún soñaban con parar la matanza en los enormes despachos

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del convento de la Catedral de la Moneda Mientras, los prisioneros de la luz, los celtas, los boy etruscos, los druidas y los hunos levantábamos el vuelo y subíamos a la luz desde nuestros hangares fondeados en el cañón del Urubamba, mama Perú Volábamos en nuestros acojonantes Harrier, volábamos como un mar mareado jubilosos de perpetuar el ataque a los mig franceses de los milenaristas que ni con todo el sopor de sus profecías intuían esta vez la que les esperaba los íbamos a devolver a Dios a estos pendencieros. T. Calderón, L. Calderón, T. Harris, comps., Veinticinco años de poesía chilena (1970-1995). Santiago, FCE, 1996, pp. 282-283. _____________________________________________

MALIYEL BEVERIDO (Veracruz, México, 1964) [YO ORGANICÉ EL FESTÍN DE LA TRISTEZA…]

Y o organicé el festín de la tristeza. Convoqué a la criatura mutilada, la bestia fiel que en el interior dormita y araña la cara desde adentro. Celebramos la más ínfima porción de angustia porque es, finalmente, esa la forma más perfecta de la vida; se acerca a la muerte, la imita y la desdeña. Sámago. Xalapa, Universidad Veracruzana, 1988 (Luna Hiena, 6), p. 33.

DÍA 36

L os días transcurren en un vaso el agua no muestra cicatrices Llueve bajo mis manos No me gusta encontrar mi soledad repetida en el espejo Sufro y no lo había dicho La duda no es lugar donde me guste dar largos paseos No basta la soledad para morir ni el amor para seguir con vida

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Vuelvo a una casa que no es mía donde no hay cartas ladrando y dando brincos cuando giro la llave de la puerta Sábado, supl. de Unomásuno, núm. 681, 20 de octubre de 1990. _____________________________________________

JORGE ORTEGA (México, 1972) POÉTICA

S

e ha dicho repetidamente que la poesía no es el poema sino lo poético en estado puro: todo aquello que circula adentro y afuera de nosotros mismos y es capaz de propiciar la redacción de un poema. Solemos escuchar con frecuencia, por boca de lectores y poetas fervorosos, que lo crucial del fenómeno lírico no estriba tanto en el reto que interpone la hoja en blanco sino en el gozo de percibir la sensación poética en bruto. Contrario a esta perspectiva romántica, lo poético para mí no resulta más importante que el acto de su escrituración. Obvio es que ambos cabos del proceso creativo precisan de sí en una suerte de mimesis: la escritura poética se convierte, igual, en el mejor ensayo de lo poético, dado que es una prueba de su decantación, un reverberar del estremecimiento o de la idea fija que nos impulsa a tomar la pluma. Por eso creo en la actividad poética que tiene por costumbre la experimentación de lo poético durante la realización del poema; esto es, durante su proceso de materialidad y concrescencia. Creo en la poesía en cuanto sacrificio explícitamente razonado, a través del cual intento coligar mi reconocimiento de lo poético con un manejo decoroso —según yo— del lenguaje escrito. Consecuentemente, asumo diariamente la poesía como un oficio artesanal, imprimiéndole la dignidad del sello propio con el trastoque de la imaginación analógica; sin duda una tarea de este mundo, terrenal, movida por la abstracción de sobresaltos emotivos y obsesionados intelectuales que tienen, pues, su mayor evidencia en el revuelo verbal y el formalismo histórico de la tradición. Si la libertad es condición fundamental para elegir acorde a nuestro albedrío, la poesía un simulacro de semejante calibre que obliga a decretar, en pleno lapso creativo, la libertad de las palabras que hacen del poema un trabajo de elección: dar con el vocablo adecuado que logre ya no retener, sino vislumbrar, al menos, la revelación poética de la que hablaba Octavio Paz. Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo Varela, sel., pról., notas y apéndices, El manantial latente. Muestra de poesía mexicana desde el ahora: 1986-2002. México, Conaculta, 2002, pp. 284-285.

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Novedades

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Juan Carlos Bautista, Bestial. México, El Tucán de Virginia, 2004. Gerardo Beltrán, Con el imán de la memoria y otros poemas. México, Fondo de Cultura Económica, 2004 (Letras mexicanas). Hugo Gola, Filtraciones. Poesía reunida. México, FCE, 2004 (Tierra Firme). Ixtus. Espíritu y cultura, Poesía: la visibilidad de lo invisible. Año XI, núm. 44, marzo-abril de 2004. Textos de Sergio Mondragón, Javier Sicilia, Luis Arrillaga, Luis González Platón, Rafael Jiménez Cataño, Yaël Comet y Ferdinando Castelli. Eduardo Milán, Persistir. México, FCE, 2004 (Tierra Firme). Daniel Muxica, sel. y pról., Poesía erótica argentina. Buenos Aires, Manantial, 2002. Max Rojas, El turno del aullante. [Reedición] México, Conaculta-Verdehalago, 2004 (La Centena). William Rowe, Siete ensayos sobre poesía latinoamericana. México, El poeta y su trabajo, 2003. Jaime Sáenz, Recorrer esta distancia. [Antología poética] México, Fondo de Cultura Económica, 2004 (Tierra Firme). Horacio Salas, Dar de nuevo. México, Laberinto, 2003.

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el poema seminal 39/ 12 de mayo, 2004 IDA VITALE (Uruguay 1923) DESTINO

T e habrán ofrecido la mano, condonado la deuda, servido, como si fuese posible elegir ya, parálisis o sueños. A esta hora los dioses carnívoros habrán abandonado el bosque; tramposos, te han abierto paso para que bajes hacia el círculo, para que te equivoques y digas: para qué, para que viendo, ciegues, y con todas las músicas a tu alcance llenes de cera torpe, triste, tus oídos.

UNA ETERNIDAD Y DESPUÉS

U na eternidad y después uno despierta en otra época* y esa época es un mapa de aridez, de piedras y tajos, una eternidad hacia atrás, una eternidad hacia luego o, según se llore, un instante lo indivisamente vivido como un instante lo que falta hasta el pulso de lo insonoro. Quizás estuvo bien engañarse en un sigilo de alegría y en el tiempo del desencanto andar a solas la tiniebla. Tendrá que inventar la memoria quien pasó siempre sobre ascuas, quien quiso borrar cada paso de pasajero pie fantasma. La dormida cáscara cae y chilla Narciso a la orilla, qué feo su rostro movido por las estrías del desorden. El sueño se astilla erudito por cicatrices enmendadas

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y la fábula se pervierte, a signo cae de suplicio. * Gunnar Ekelof

SALMO

A laba lo que no conoces por tu esperanza y aún por tu mirada de hoy creyente de la hermosura que muchos desdeñan: alábalo por inconcebible, por la constancia de sus absurdas disposiciones. El itinerario de tu viaje brevemente infinito traza un dibujo que sólo tú no entiendes, pero no te amotines; en el ruidoso vacío de su centro caerás trasmutable semilla cuando la hermosura y esperanza ensimismadas finen.

Sueños de la constancia. México, FCE, 1988 (Tierra firme), pp. 40-41, 50-51, 77. _____________________________________________

ADÉLIA PRADO (Brasil, 1935) ALABANZA PARA UN COLOR

E l amarillo origina las papayas y su pulpa el amarillo perforable. Al mediodía, a las abejas, su dulce aguijón y la miel. Todos los huevos y su núcleo, el óvulo. Éste, dentro, el minúsculo. De la negrura de las vísceras ciegas, amarillo y caliente, el minúsculo punto, el grano luminoso. Se distiende y ablanda en bateas la luz pura de su nombre, el color tropicordioso. Enciende el celo, es una flauta encantada, un oboe en Bach.

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El amarillo engendra.

LA CATECÚMENA

S i lo que está prometido es la carne incorruptible, justo es eso lo que quiero, dijo, y agregó: más el sol en una tarde con hormigas aladas, el vestido amarillo con dibujos recordando a buitres, un par de alas en mayo e imprescindible, multiplicado al infinito, el momento en que palabra alguna sirvió a la perturbación del amor. Así quiero “venga a nosotros tu reino”. Los doctores de la Ley, extrañados de fe tan ávida, dijeron delicadamente: vamos a considerar la posibilidad de una nueva exégesis de este texto. Así lo hicieron. Ella fue admitida; con reservas.

REZO PARA LAS CUATRO ALMAS DE FERNANDO PESSOA

D e la bellísima “Oda a la noche antigua” resulta que entiendo, si nos fuese posible, limpio de esfuerzo y vanidad: de la oración verdadera nace la fuerza. Nadie se cansa de bondad y helechos. Los rebaños guardados guardan al hombre. Todos los que estamos vivos moriremos. No es para comprender que pensamos sino para que seamos perdonados. Padre nuestro, creador de la noche, del sueño, de mi poder sobre los bueyes, heme aquí, heme aquí. Bagaje. Trad. de José Francisco Navarro. México, Universidad Iberoamericana-Praxis, 2000, pp. 69, 97, 113. _____________________________________________

JAMES FENTON (Inglaterra, 1949) DIOS, UN POEMA

E s un sandwich horrible sorpresa y en tu calcetín es molesto alfiler. Es el temblor de una mano que pesa y creíste cual roca te iría a sostener.

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Enfundado en tu bata un enorme error, serios desengaños sólo por doquier, es lo que ha de darte el Supremo Hacedor y lo que en la tumba deberás tener. Dijo: “Si pierdes por mí la chavera, te veré salvado en el Juicio Final. Aguarda el clamor de la extrema trompeta. Ten fe, amigo, tu cuate soy sin igual”. Y si le pides que te haga memoria te dirá: “Perdón, estaba borracho, aunque tu nombre me suena, fue euforia. Que no soy cierto, piensa sin empacho. “Yo no existía al empezar la creación ni cuando el diluvio fue decretado. No estaré aquí para ser salvación ni apartar corderos de ser un bocado. “Como quiera que sea, éste es el hecho puesto en palabras de filosofía: soy negligencia mental todo el trecho, y te comerán los gusanos un día. “Eres de un sandwich horrible sorpresa. Y en un calcetín eres un alfiler. Eres el temblor de una mano que pesa y pensé cual roca se iría a sostener. “Enfundado en bata eres un gran error. Fuerte desengaño eres por doquier. Eso es lo que eres”, dice el Hacedor, “lo que en una tumba siempre habrás de ser”. Niños en exilio. Trad. de David Ojeda. México, Juan Pablos-Ediciones sin Nombre, 1999, pp. 223, 225.

_____________________________________ SIN PUERTAS VISIBLES, ANTOLOGÍA DE POESÍA CONTEMPORÁNEA DE MUJERES MEXICANAS, DE JEN HOFER LUCILA VILLAL PÉREZ

C

asi en su mayoría, los buenos libros resumen en esencia sus contenidos textuales en los epígrafes que el autor o autora ha colocado estratégicamente como atavíos iniciales, derroteros por donde transitará su obra. Dicho trabajo se ornamenta de tal forma que ostenta y califica el gusto y actúa simultáneamente como un aval de conocimiento.

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Tal ornamento es el preámbulo, un anticipo de lo que en un futuro leeremos. Sin puertas visibles, antología de poesía contemporánea de mujeres mexicanas, volumen presentado el pasado mes de septiembre en la sala de lectura del CECUT, no es la excepción. Coronado con tres epígrafes heterogéneos, Jen Hofer, (Slide rule y The 3:15 Experiment) la traductora y antologadora reafirma simbólicamente su contundencia en la selección poética abriendo con un poema inquietante y sugerente que denuncia y reúne en unos cuantos versos el conflicto -búsqueda de los otros es la otredad, dice Paz-, el perenne problema del otro: el desconocido pero latente, silente, aguardando a una voz que sirva de canal o conducto y lo libere de su carencia de palabra, de su posibilidad múltiple de reinterpretación haciéndolo visible, base fundamental de la motivación poética. Acaso no son en ese sentido las exaltaciones primarias de una antología: develar al otro "desde dentro de una cultura que no es la mía, adentro de la cual estoy irremediablemente fuera".(Hofer) Cual será mi nuevo instrumento / Sólo este vaso con agua / esta cuchara que no se afina // Hay algo más allí afuera / carajo / Y yo lo quiero escuchar. C. D. Wright

Hofer no ha querido que "el presente libro ofrezca una panorámica de la poesía mexicana contemporánea. Tampoco implica la investidura de una nueva generación, grupo o escuela en el vasto terreno literario mexicano, todo lo contrario", acota Jen Hofer en el prólogo del libro: "las páginas de este libro son el resultado de la convocatoria lanzada a revistas, periódicos, suplementos culturales"; sin embargo, la apasionada Hofer deja puntualizado que la variedad de este texto es cuchara rasera del contexto poético actual, pese a la diversificada producción literaria y a las exorbitantes respuestas recibidas de una vastedad de 400 manuscritos. Las obras seleccionadas pertenecen al criterio que intenta situar y reconocer los retos literarios de las autoras en contextos disímiles a los de la antologadora. Editado por la Universidad de Pittsburg Press en E.U. y en México por ediciones Sin Nombre, la antología bilingüe capturó a las poetas Dana Gelinas (Coahuila 1962), María Rivera (México 1971), Ofelia Pérez Sepúlveda (Nuevo León 1970), Dolores Dorantes (Veracruz 1973), Cristina Rivera Garza (Matamoros 1964), Carla Faesler, Angélica Tornero, Ana Belén López, Silvia Helena Castillero, Mónica Nepote, Laura Solórzano. Volumen gozosamente defendido y prologado en tres apartados, contiene la rúbrica poética de las poetas, (o poetisas, como correctamente se diría aunque nos suene anacrónico), en versos de su mejor producción. Poetas separadas, en perspectiva de la generación, de Elsa Cross, Miryam Moscona, Verónica Volkow, Coral Bracho y Guadalupe Flores Liera, pero no de las tentativas líricas, que ahí están, son una constante: la evasión del instante de Cross, las construcciones crípticas de Moscona, las imágenes de Volkow, la lírica de Bracho y mucho antes, con Dolores Castro. Poetas de finales de los sesenta y principios de los setenta que han arribado a la poesía con mucho tiento, análisis descarnado del momento pero poca desesperación, no hay, a mi parecer, la escisión esperada que exigen los nuevos tiempos, regocijo quizá de la palabra en el caos. La poesía de estas mujeres es apocalíptica y sentenciosa, nos describe escenarios de desastre y devastación pero en pocas ocasiones nos hacen sentirlos (excepción por supuesto de Gelinas y Sepúlveda). Poesía de columnas vertebrales contundentes, estructuras y secuencias narrativas, trazos de difusas atmósferas, sorprende encontrar en Sin puertas visibles, un verso ornamentado, recargado, respetuoso de la tradición, la coda de una poesía, con altos vestigios de la solemnidad de Paz, J. E. Pacheco, José Carlos Becerra; casi todas las poetas recurren a una mixtura de tradición y pocos destellos de originalidad en la construcción de sus universos poéticos. Sus poemas no son versos que se sustentan en engorrosas teorías; pocas veces sus poéticas guardan una correspondencia formal con su obra, lo que denominan en el libro "Poética" no cumple, a mi parecer, a cabalidad con el sentido estricto de la palabra, pues la selección hecha no permite columbrar sus horizontes y ambiciones literarias, sólo aparece una poética que justifica poéticamente pero no argumenta teóricamente sus procesos y propuestas personales de elaboración literaria. ¿Qué límites entonces debe bordear una poética? ¿Qué es una poética?

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Todas las poetas aquí conjuntadas, avezadas y preocupadas más por un verso que se despoja de las inquietudes verbales del yo -y bien hacen en liberarse de él-, se apoyan en la reconstrucción de espacios y ámbitos más universales, versos amplios que como una consecuencia inmediata se desplazan en ubicuidades urbanas, poemas que se apetecen a leerse en voz alta y rara vez recurren a la experimentación osada o audaz. Los poemas buscan hablar más por sus contenidos temáticos que por su experimentación; hay en ellos un ojo narrador omnisciente que todo lo presencia como un dios que se recrea de los despojos humanos: poemas donde la zozobra persiste, avanza, y cumple con la teoría de Paz, la poesía es historia, reflejo de los tiempos. El lenguaje que alimenta al poema no es, al fin de cuentas, sino historia, nombre de esto o aquello, referencia y significación que alude a un mundo histórico cerrado y cuyo sentido se agota con el de su personaje central: un hombre o un grupo de hombres. Al mismo tiempo, todo ese conjunto de palabras, objetos, circunstancias y hombres que constituyen una historia arranca de un principio, esto es, de una palabra que lo funda y le otorga sentido". (El arco y la lira, Octavio Paz, p.186)

Para muestra de ello los textos de Cristina Rivera, Dana Gelinas, Ofelia Sepúlveda, Angélica Tornero. Poemas pues de largo aliento, proclives a la declamación (no engolada de antaño), lo que llamamos poema extenso que es, en realidad, una mera sucesión de poemas breves, vale decir de breves efectos poéticos. El ejemplo a resaltar es la propuesta poética de Cristina Rivera Garza en su poema "Tercer Mundo"; en él reutiliza los versos de largo aliento y se acomoda nuevamente en los derroteros de la tradición como ya antes lo hiciera en La más mía, libro publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro, No. 173. Sin puertas visibles, sus páginas no desean ser una muestra representativa, pero sin lugar a dudas lo será, como en su tiempo lo fue Poesía en movimiento, mientras la distribución editorial llegue a tan pocas manos y los apoyos sean escasos, pero no quiere decir que será determinante. Finalmente las creadoras responden a la sentencia enunciada por W. H. Auden: “La poesía primitiva dice cosas sencillas con bastantes circunloquios; la poesía moderna tiende a decir cosas complicadas de manera muy directa". Poesía moderna y primitiva convergen en este libro, poesía liberada de las ataduras encorsetadas del género, muestra sólo de una vertiente, habrá que ver lo que hay en el frente. Finalmente, una reflexión de Elsa Cross: Lo único que siempre terminaba eran poemas, que no se cómo se colaban entre todo aquello. Es como si la poesía fuera celosa, y no me dejara entrar demasiado a fondo en nada más. Me ha ocurrido cuando estaba más concentrada en estudios de sánscrito, o cuando he estado escribiendo unos ensayos, que irrumpieron sin más muchos poemas, a veces libros enteros, y me forzaron a dejar lo otro. De cualquier manera la poesía me basta". (Elsa Cross, revista Mala Vida, sep/oct. 03).

www.bitacora-tj.com/361/art03.html

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el poema seminal 40/ 19 de mayo, 2004 OSIP MANDELSTAM (Rusia 1891-1938) TRISTIA

E studié la ciencia de la despedida en las calvas quejas de la noche. Rumian los bueyes y la espera se alarga, la última hora de las vigilias de la ciudad. Sigo el rito de esta noche del gallo, cuando, tras llevar una penosa carga, los ojos llorosos a lo lejos miraron, y lágrimas de mujer se mezclaron con el canto de las musas. ¿Quién puede saber al oír la palabra “despedida” qué separación nos aguarda? ¿Qué nos anuncia el canto del gallo cuando la llama arde en la Acrópolis? Y en la aurora de nuestra vida, cuando en el zaguán perezosamente rumia el buey, ¿por qué el gallo, heraldo de la nueva vida, en la muralla de la ciudad agita sus alas? Y yo amo el hilo de la costumbre, se desliza la canoa, susurra el huso. Mira: a nuestro encuentro, como pluma de cisne vuela ya, descalza, Delia. ¡Oh, mísera trama de nuestra vida, donde es tan pobre el lenguaje de la alegría! Todo pasó antes, todo se repetirá de nuevo. Y sólo nos es dulce el instante del reconocimiento. Que así sea: una figura transparente yace inmaculada en el plato, como la piel tersa de una ardilla. Una muchacha, inclinada hacia la cera, la contempla. No nos toca adivinar la cuerte del Erebo. Para las mujeres es cera lo que para los hombres es cobre. A nosotros sólo en las batallas nos habla el destino, y a ellas, les es dado morir leyendo el futuro. 1918

EL SIGLO

S iglo mío, bestia mía. ¿Quién podría contemplar tus pupilas Y con su sangre juntar Las vértebras de dos siglos? La edificadora sangre mana de la garganta de la tierra

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y sólo el parásito tiembla en el umbral de los nuevos días. Cada animal debe arrastrar, en vida, su espina dorsal. Y una ola juega con la columna invisible. Como el tierno catílago de un niño, el siglo de la infancia de la tierra de nuevo sacrificó, como a un cordero, la plenitud de la vida. Para liberar al siglo, para comenzar un nuevo mundo, hace falta unir con una flauta los desiguales días de la rodilla. Este siglo agita la ola de la tristeza de las personas y entre la hierba anida la víbora, medida de este siglo de oro. Aún brotarán del verdor los embriones y crecerán los tallos, pero tu espina está rota, ¡Mi bello y doloroso siglo! Y con una sonrisa sin sentido mirarás atrás, dulce y cruel, como bestia en un tiempo flexible, para contemplar la huella de tus garras. 1922 Tristia y otros poemas. Trad. y epílogo de Jesús García Gabaldón. Tarragona, Igitur, 1998, pp. 71-73, 129-131. _____________________________________________

JOSÉ VICENTE ANAYA (Chihuahua, México, 1947) HÍKURI (fragmento) […] SALTO DE LÍMITE Ya no hay más ciudad-luz que aquélla por donde pasen yin-yangs iluminando con poesía-s=danza-escultura-música-cine-pintura que descarna al alma fotografía que no detiene el tiempo si algo queda de Espíritu en Europa y USA se remuele entre dientes maniqueos/ plantas eléctricas lanzando

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millones de kilowatts a los cerebros y los tentáculos se extienden a las Ciudades-Capitales YO VIVO DONDE MI CUERPO ESTÁ —— Mi domicilio exacto son los sueños y camino en la dirección en que me inclino/ EN CIUDADES OSCURAS las ventanas de casas son ojos abiertos de fantasmas dormidos y los murciélagos chirrian su desgano al Cielo ¿Has visto la luna resbalar en los labios de los desesperados? BALAZOENELOJO PRECIPITACIÓN ( no preguntes ni empezamos de cero ) DONDE TODO SE ACABA el Todo está naciendo * Encuentro miles de espejos que se empañan y la imagen de éste que mira está quebrada SERÉ LA LLAGA DEL MUNDO ángel negro de nuestra oscuridad serpiente emplumada abogado del diablo desperté hablando: TODOS LOS POETAS SON EL MISMO EN ESTE INFIERNO (Vallejo) corazón apaleado in this hell (Ginsberg) santidad ulcerada in der hiesigen hölle (Hölderlin) visión escarnecida dans cet enfer (Rimbaud) carne pudriente que no se condene más a Pound con dedo roto, se eqivocó en política igual que Mayakovski/ asesinatos manipulados en la trastienda del Poder Político y los poetas incendiados porque se hiciera verdad LA VIDA NUEVA / ellos no fusilaron a ningún inocente ni dirigieron el pico de los zopilotes (nunca se hizo la UTOPÍA verdadera, por la que se inmolarain al poema) y la culpa que les quedó ya está saldada SALIERON DE LA OBJETIVIDAD dejando mensajes que serán descifrados por los seres libres: se ha roto la barca del amor… he tratado de escribir el paraíso… […] Híkuri (y otros poemas). México, Conaculta-Plaza y Valdés, 1989, pp. 20-23. _____________________________________________

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KAZUKO SHIRAISHI (Japón, 1931) ODA A LAS BALLENAS

N unca supe que en el mar improvisaban nunca supe de sus nuevas canciones cada año nunca supe que el mundo avanzara tan rápido al cantar ellas su canción, hasta la última ballena. Sobre la costa, un niño toca su flauta la ballena escuchándola se acopla arregla la voz la melodía y canta. “No está tan mal”. “Los humanos son de un ritmo más natural del que pensaba, para ellos todavía hay esperanza”. Al son de estas palabras improvisan las ballenas ante la flauta del niño emitiendo sus corales variaciones. “Hombre, somos los músicos de jazz en el océano”. Ellas interpretan bajo el agua su profunda sinfonía de año nuevo, ensayando aprendiendo cada año la nueva canción que ahora cantan. ¿Habían escuchado algo como esto? 1994

MEDITACIÓN ARDIENTE

S oy una ardiente meditación llevo en mí una isla acuosa donde flotan los pájaros de agua y la luna llena. Sirvo de hogar a los cocodrilos del Nilo mi meditación no es usualmente de un azul acqua sino roja como el deseo que surge de sus ojos. Ofrezco a los cocodrilos un delicioso sol y los pongo a dormir. Vivo en una ardiente meditación escuchando las olas acariciar muy quedo mi isla de agua. 1986 Viento venido de la ensenada. 2a. ed. Trad. del japonés de Atsuko Tanabe y Sergio Mondragón. Trad. del inglés de Jesús Vega (con la colaboración de Haydée Zavala). Sábado, supl. de

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UnomĂĄsuno, nĂşm. 681, 20 de octubre de 1990, pp. 41, 78.

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