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[31.07.06]
elpoemaseminal
george reyes, poeta ecuatoriano
http://www.lupaprotestante.es/elpoemaseminal
atisbos NOTA SOBRE LA POESÍA DE GEORGE REYES Daniel Montoly
G
eorge Reyes (Ecuador) poeta y ensayista de la nueva generación de escritores latinoamericanos. Miembro del grupo de poesía y arte Neón de Perú, y de la Comunidad de la Letra Predicado.Com; en este último grupo ha publicado los poemarios Signo XXI, Filosofía Risueña y El árbol del bien y del mal. Ha sido incluido en la antología Nueva Poesía Hispanoamericana (Lima, Lord Byron, 2003) que representa la nueva poesía que actualmente se está escribiendo en Hispanoamericana. La poesía de George Reyes es un vasto ensayo de experimentación donde convergen el vanguardismo con la corriente pura de la poesía española representada por Jorge Guillén. Su trasfondo de lo real aparente trasluce otra realidad cuyos cimientos encuentran su raíz en una observación casi mística del hecho modificado por la naturaleza misma de la observación. Después de ser vista y comprendida la realidad deja de ser uniforme para expresarse como una heterogénea manifestación de significantes entrelazados por el sentido del poema. Que recuerda a aquellos poemas de Antonio Machado sobre los campos de Castilla. Aunque las comparaciones resultan necias algunas veces encuentro emparentamiento con la corriente concretita de la poesía brasileña. Cuyo fundamento y accionar se enmarcar en la experiencia del todo desde una cosmovisión judeo-cristiana de la realidad, y su comprensión como una celebración de vida. La poesía de Jorge Reyes adquiere rigor de estilo por la forma como escribe y trabaja sus poemas. Despojándolos de cualquier elemento que juegue un rol elemental dentro del esencialismo del conjunto poético.
http://danielmontoly.blogspot.com/2006/04/george-reyes-poeta-invitado-en-wrong.html *** Apasionado por la poesía, cuyo sujeto lírico es capaz de encarnar una voz colectiva y hacer sentir a la vez el poder de la palabra poética. Soy, además, un apasionado por la amistad, el amor, la paz, la justicia y la esperanza. Opino que la poesía reproduce el mundo sensible y se remonta a la esfera de lo ideal; es esencialmente humana y capta los grandes problemas del ser humano y de la vida; de ahí su universalidad. (George Reyes)
testimonios ÍNDICE DEL NORTE
...LA SINFONÍA de tu voz le arrulló la sien del alma Arrumó sus pasos en las pasarelas del ayer
...Ni en las voces de los pájaros se reclinó...
ESPIANDO TU MIRADA
...SIGUE el diluvio impenitente solo de solo mudo... Se penetra en la rendija de este sueño arrodillado que cabe intenso en tu mirada: "¡El frote de tus manos en esas sombras construye arco iluminado...!".
Y ESTE OTRO LIENZO
...MIRA: ¡la noche elpoemaseminal 98/ 30 julio, 2006/2
caída durmiendo eternamente y una estaca en su sien! Se oye lo que en puntilla iluminándose venía con el color de tu arco iris...
VESPERAL: UNA PINTURA AZUL (De las dos, América es su nombre De él, Vesperando)
...EL
barro que le encharca su sinuoso
caminar en esa arena... le tiñó adentro
tardes lejanías
Es el resplandor del sol luna lucero el artista quien elpoemaseminal 98/ 30 julio, 2006/3
pintóle
de azules cercanías...
ESPEJO DE ATARDECER
EL CANSANCIO de las tardes h u é r f a n a s grita por aroma de rosal que disipe los olores de esas tardes landronzuelos de la esencia de alegría...
POR UN RESPIRO DE ROSAL CON MARIPOSAS
IMPLORARÁN lo eterno esas tardes solitarias en aquel día: rosal revoloteando mil colores Será promesa poesía lírica o quizás un sueño de regreso elpoemaseminal 98/ 30 julio, 2006/4
a la alborada de la vida.
zonas EL PODER DEL DISCURSO POÉTICO: HACIA UNA HERMENÉUTICA FILOSÓFICA Y CONTEXTUAL LITERARIA (I) George Reyes
Q
uizás una propuesta compleja, debatida y desafiante pocas veces abordada y defendida por la ensayística contemporánea latinoamericana es aquella que afirma que, pese a su peculiar naturaleza, el discurso poético lírico es capaz de desplegar poder de solidaridad y a la vez de persuasión. Es que, aún traspasando las normas del discurso racional y de la comunicación ordinaria y pese a todos los problemas hermenéuticos, incluyendo los lingüísticos, mediando en toda lectura de textos literarios, esta palabra es un medio de comunicación eficaz; de esa cuenta, ella es capaz de producir en el lector un efecto estético de solidaridad y persuasión. Como alguien ha sugerido, habría que preguntarse hasta qué punto el infortunio de nuestros pueblos se debe también al hecho de marginar esta palabra como si toda ella fuese arte irrelevante y elitista, es decir, sin peso contextual y destinada a unos pocos. Con el fin de contribuir al debate hermenéutico filosófico literario especialmente latinoamericano, mi propósito esencial es proponer, breve y superficialmente, que el discurso poético lírico es capaz de desplegar poder de solidaridad y de persuasión. En la primera parte, discuto y propongo el poder de relevancia que esta palabra debiera tener; en la segunda, el papel que debiera jugar; en la tercera y final, exploro el modo cómo ella desplegaría ese poder. Debo subrayar la naturaleza esencial de mi propuesta. Además de breve y superficial, ella es filosófica y pragmática; esto significa que su énfasis está en el ser-en-sí, o en la esencia misma de la poesía: lo que ella debiera ser, pero también la utilidad que debiera tener más allá de su efecto lírico, en un subcontinente como el nuestro. El discurso poético: ¿Discurso relevante o una “hermosísima mentira”? Hay quienes consideran que la poesía lírica es un discurso que no puede tener como objetivo el poseer relevancia ni poder contextual. Entre otros, el poeta francés Felipe Juaristi es de esa opinión: La poesía [lírica] no puede cambiar el tiempo ni puede cambiar el mundo. Nunca ha estado en su mano tal objetivo, tan loado y cantado por los poetas llamados “sociales”, porque la poesía se dirige al individuo y a su mayor tesoro, que es el corazón. La poesía no es una medicina que sane al mundo de los males que le aquejan, que son muchos, variados y, desgraciadamente, de difícil solución, pero sí puede ayudar a la regeneración moral de la sociedad. Contrariamente, de entrada, opino que, de algún modo, al no estar separada totalmente de la realidad —aquella que está frente al texto y a su artista: la contextual— ella debiera ser un reflejo mimético de ésta y, como tal, un arte que implica sensibilidad social. Esto sin necesariamente volverse un discurso político panfletario, vulnerable de sospecha y múltiples etiquetas, ni dejando de ser lo que, según mi opinión, debiera ser de fondo: arte eminentemente lingüístico que expresa la habilidad de su creador en el uso y elpoemaseminal 98/ 30 julio, 2006/5
manejo de la palabra. En el mundo occidental, la poesía en algún momento reflejó esa realidad, pero su contribución “revolucionaria”, aunque le valió la etiqueta de “compromiso social”, pocas veces tuvo el espacio y el peso que debiera tener sobre todo en los círculos de poder. Según la poeta guatemalteca, premio nacional de literatura 1996, Margarita Carrera, la escasez y el freno actual de la sensibilidad artística creadora, y la desvalorización a la que, en estos últimos años, ha estado sometida la poesía, se deben no sólo al hecho de considerarse al poeta como alguien quien tiene poco que aportar, sino también a la ideología económica y al pragmatismo de la cultura actual. En sus propias palabras: Como el verdor de los campos, el poeta empieza a escasear en el planeta Tierra. Moralistas, políticos, ejecutivos, religiosos (todos en un mismo saco) lo desprecian. No lo toman en cuenta. Pasan a su lado sin reconocerlo. Se burlan de lo que escribe: poesía. Si eso ya está pasado de moda... Las universidades están repletas de jóvenes cuyo éxito está en hacer dinero. Es así que ofrecen infinidad de carreras universitarias relacionadas con el mundo económico. Domina la praxis, las humanidades casi desaparecen. No se toma en cuenta la sensibilidad artística... creadora de los educandos. Carrera exagera y generaliza excesivamente. Pero su denuncia sigue aún vigente en un contexto cada vez más dominado por la globalización, resultado del progreso tecnológico y del dominio de la economía neoliberal. En un contexto así, ¿tienen algún lugar la literatura y quienes la escriben? ¿Lo tiene la poesía cuando muchas veces los mismos creadores evadimos el fermento social que podría desplegar, o cuando sus lectores suelen pasar por alto la capacidad de visionarios que tienen sus valientes escritores, quienes deciden mostrar su producto al mundo, aunque su valor difiera en naturaleza a los que aparecen en el "mercado"? ¿Qué poder cuando no siempre se afina el oído para escuchar la transposición que el poeta hace de la realidad externa en su obra? O tal vez, con HansGeorg Gadamer, nos debiéramos preguntar: “¿Tienen aún los poetas un cometido en nuestra civilización? ¿Hay espacio para ellos y su producto en una época en la que se siente por doquier la inquietud social y el malestar producido por la masificación anónima y en la que puede reivindicarse la recuperación o la nueva justificación de la solidaridad? ¿Puede existir y legarse a la posteridad un firme y perenne discurso poético universal en un mundo continuamente en evolución?” Sin lugar a dudas, el/la poeta y su discurso tendrán que, con mayor énfasis, lidiar en el futuro inmediato con estas y otras interrogantes; tendrán que hacerlo también con las concepciones burguesas de la literatura que, con base a una ideología de clase que defiende el arte por el arte, pontifican sobre lo que es buena o mala literatura. En el fondo de toda esta discusión, la relevancia o no del discurso poético es determinante. El discurso poético “puro” puede abstraerse de la realidad concreta y, así, constituirse en un simple “artefacto artístico”. El "relevante", en cambio, no puede ni quiere, pues el tiempo y la historia real lo atrapan y lo apremian a establecer una fusión indisoluble entre ellos y su creador/a, y hacer poderosos y persuasivos conjuros y llamados a la reflexión con lenguaje discreto. Aunque cada género y corriente literaria contextual tiende a captar y reflejar la realidad desde una sólo perspectiva, es en la literatura que ha sido y es solidaria con la historia donde lógicamente la realidad aparece más profundamente ligada a la palabra. Es ella la que posiblemente exige mayor esfuerzo para afinar el oído y captar así la transposición que el poeta hace de esa realidad; es ella, además, la que, en suma, conseguiría el efecto deseado: introducir a sus lectores a una dimensión de experiencia contextual semejante a la suya. Aun siendo Mario Vargas Llosa un novelista, es elocuente su testimonio respecto a las consecuencias de este efecto en los lectores: elpoemaseminal 98/ 30 julio, 2006/6
Creo que toda la buena literatura que he leído... me ha enriquecido extraordinariamente la experiencia de la realidad. Me ha hecho mucho más sensible a lo que es la vida con todos sus matices, con toda su complejidad. También con todos sus reveses; al mismo tiempo la literatura creo que me ha enriquecido la capacidad de goce. La literatura ha hecho de mí una persona infinitamente más apta para amar... Y hay otro aspecto...para mí la literatura es una experiencia impagable... Esa debería ser la mayor razón para promover la literatura; la infinita felicidad que puede deparar a un lector un buen libro.
Por eso es que, para Vargas Llosa, el fin de la literatura no es tanto entretener ni ser un juego del espíritu, un malabarismo intelectual o un espectáculo, sino producir un efecto de "concientización" movilizadora. En sus propias palabras: Es evidente que la experiencia de leer La guerra y la paz o novelas equivalentes produce un cambio en nosotros, no solamente como lectores sino como seres humanos, como ciudadanos. Algo que no sabíamos ha llegado hasta nosotros gracias a esa experiencia. Y, si ha sido así, si esa experiencia ha enriquecido nuestra sensibilidad, nuestra conciencia, nos ha hecho más capaces, por lo menos de comprender aquello que ocurre en torno, en el mundo social del que formamos parte, entonces esa literatura es algo más que entretenimiento; a través de nuestra conducta de lectores afectados por esa experiencia se convierte en una forma de acción.
En esta misma línea de pensamiento, el poeta ecuatoriano Eduardo Calero Jaramillo opina que la literatura en general ha tenido siempre un papel protagónico a través de la historia. La razón de este protagonismo, según Calero Jaramillo, es porque con ella “se ha iniciado la búsqueda de la libertad, del dar un sentido a la historia, de racionalizar los absurdos, de construir un mundo [mejor ] para los hombres, de afirmar y cuestionar la realidad, de estrenar discursos sobre nosotros mismos”. Entonces agrega: Tanto la historia, las demás ciencias sociales, y el arte pretenden comprender a la realidad y al hombre: para las ciencias sociales son las leyes de la sociedad el objeto de su estudio, mientras que el arte se caracteriza por representar al hombre en el conjunto de sus relaciones y de los diversos aspectos de su vida, y si Marx consideraba que “la tarea primordial de la filosofía al servicio de la historia, consiste -después de haber sido desenmascarada la santa imagen de la autoalienación humana- en denunciar la autoalienación de sus imágenes no santas” ¿no radica en lo mismo la misión del arte, y más concretamente de la literatura?...
El rol del discurso poético Ciertamente, aunque el discurso poético lírico clásico —aquel que, aun siendo un producto del pasado, tiene valor perenne— y el contemporáneo contextual puedan cautivar y persuadir a sus lectores, tienen sus limitaciones. Su visión de la realidad sigue siendo imperfecta y hasta ilusoria o ficticia; además, de modo alguno puede demostrar que su poder haya, por lo menos, transformado la visión y vida de sus lectores y, a través de ellos, la realidad concreta. Pero, por eso, ¿se debe reducir hoy en día este discurso a experiencia ego- íntima? ¿No puede concientizar, desmitificar, desacralizar y renovar su lenguaje de tal manera que pueda, como en otrora, dar espacio a nuevos temas basados sobre la realidad concreta, a fin de iluminar el presente y lanzarnos a retomar nuestro papel? Si quisiera recobrar hoy su relevancia y poder, el discurso poético lírico no puede ni debe reducirse solamente a ego-intimidad ni a belleza estética. Su intención no puede ni debe ser sólo deleitar estéticamente. ¿Podría así sobrevivir en una sociedad donde los medios masivos de comunicación ofrecen tantas otras maneras menos exigentes de divertir y apartar a las personas de la rutina cotidiana, mientras los escritores seguimos escribiendo para un público anónimo? En su afán de relevancia y despliegue de poder elpoemaseminal 98/ 30 julio, 2006/7
tampoco debe, como ya lo he dicho repetidas veces, reducirse a lo contrario: discurso profético-político ni didáctico. De caer en esta reducción, dejaría de ser literatura para convertirse en un discurso excesivamente racional que, entre otras cosas, poco o nada canta e incentiva la imaginación de sus lectores. Vargas Llosa ha argumentado que la literatura es el mejor antídoto que la civilización ha inventado frente al conformismo. Por eso, arguye este autor, ella debe esforzarse por demostrar este perfil no con argumentos políticos o poema políticos, sino literariamente: enfrentando a los lectores a mundos donde, a diferencia del real, los actos parecen explicados por las motivaciones y por las raíces intelectuales y sentimentales que están detrás de las conductas de los ciudadanos; de este modo, continúa Vargas Llosa, se provee a los lectores una visión totalizadora de la vida, una visión difícil de alcanzar cuando se es parte de ella porque al estar constantemente haciéndose, deshaciéndose y rehaciéndose nos priva de objetividad para juzgarla cabalmente. Así que en todo este efecto, el lirismo y la belleza literaria juegan un papel fundamental porque son las que en última instancia dan a la literatura su independencia, identidad y autenticidad, y porque nos enfrentan a lo acabado y abarcable con el conocimiento y la conciencia de una visión esférica que jamás llegamos a tener. Si el discurso poético moderno ha demostrado un balance asombroso en su propósito de perseguir la plena integración [¿humanización?] del hombre, ya que no hay nada pítico [¿?] y puramente estético en esta poesía, ¿no debiera el discurso poético lírico también hacer algo igual? ¿No debiera trabar suprema alianza con la belleza estética, sin hacer de ella su único fin ni su único alimento? Así, la imaginación artística y profética-contextual vendrían a ser vasos comunicantes; así también la belleza estética y la realidad concreta no seguirían siendo necesariamente adversos o antagónicos ni ajenos el uno al otro, sino que se conjugarían no en enfrentamiento, sino en comunión. De esa cuenta, en el/la poeta y su producto desaparecería la dicotomía entre creación literatura y realidad, evidente cuando una obra parece alejarse de lo humano y volar hacia una trascendencia metafísica, o cuando se reduce a una ego-intimidad tal que la realidad concreta desaparece. Aunque los poetas saben y aceptan que el mundo ideal está fuera del alcance de los logros humanos, ellos jamás renunciarían a soñar las utopías fundadas en la esperanza real y posible de un mundo mejor; el/la auténtico/a poeta sabe no solamente soñar con el mundo que debiera existir, sino también descubrir el genio recóndito de las palabras y construir con el mismo un discreto ritual de conjuro. Mantener aún la dicotomía entre literatura y realidad conlleva el peligro de encerrarse cómodamente en una torre de marfil, produciendo “hermosísimas mentiras” o discursos light controlado por un sujeto lírico excesivamente audible; peor aún, conlleva el peligro de convertirse en cómplice de un mundo que golpea y nos golpea. Es aceptado que el escritor en general debe poseer una amplia visión de la realidad universal. Es aceptado también que no debe permanecer al margen de la dura realidad social que gravita sobre él y lo afecta. Es aceptado, además, que la poesía es un producto social e histórico, una manifestación de la imaginación creativa, la experiencia y la sensibilidad y, por lo tanto, un referente para entender nuestra realidad. Negar la relación entre sociedad y poesía sería un error grave como lo es el negar la relación entre la vida del escritor y su obra. Por eso es que el discurso poético lírico contemporáneo, cualquiera sea su corriente, debiera ser un producto artístico que no renuncia ni reniega del lirismo emotivo, volitivo y patético donde el lenguaje se presente en la luminosidad de su desnudez inicial ajena al vestuario convencional fijado de antemano; también debiera ser un medio idóneo capaz de incursionar en los espacios de poder y
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envolverlos en una atmósfera encantada y encenderles la llama de la solidaridad, la imaginación y alguna forma de ideal. El discurso poético lírico debiera constituirse, me atrevo a opinar, en un género cada vez más humano que de cuenta de la imperfección humana en su propia esencia y donde también aparezca el individuo y su contexto en el cual se nace, crece, desarrolla y muere. En otras palabras, la lírica debe afirmarse en lo que realmente es: la memoria y conciencia viva y colectiva de los pueblos, pensamiento y acción a favor de los mismos. Un discurso poético en el que no aparece la realidad y el amor traducido en solidaridad cae en la irrelevancia y parcialidad. Lo natural, entonces, es que el lector lo lea con "sospecha". No en vano el poeta nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, una de las voces poéticas contemporáneas más recias de América Latina, propone que ante la dura realidad que azota es un reto de los escritores latinoamericanos ser la conciencia de su tiempo, y contribuir a “hacer asequible el destino de América a la multitud...”. Solamente así, continúa Cuadra, se podrá evitar el negro futuro que se cierne sobre América Latina, agobiada por la retórica, la pobreza y la violencia; y solamente así podrá existir en ella el progreso, ya que sin filantropía no hay cultura ni civilización, pues las civilizaciones egoístas mueren. Asimismo para Cuadra “la gran lucha del siglo es la lucha que la lengua ha de emprender contra el poder. Por medio de la palabra, el poeta ha de consagrar otra vez lo real devolviendo a las palabras su sorpresa, su magia, su poderío”. Es que, según el poeta venezolano Pablo Mora, parte de la misión de la poesía, “en un mundo reducido cada vez por la maquinización y sus falsías es también contribuir a la rebelión colectiva...La injusticia social, es entre todos, el peor de los males humanos, puesto que permite reinar a la muerte. La poesía, como se sabe, es el reino de la vida...La verdadera poesía, escribió Eluard, no se puede vincular con lo que declina y muere”. De ahí que ellos, los poetas contextuales, les gustarían ser profetas y quizás mártires, porque están ligados al acontecer histórico concreto, ya que nada del drama de su tiempo les es ajeno ni extraño, aún en aquellos que intentan tal cosa. Ellos son artistas contextualizados. Ellos saben traer a la poesía el pensamiento. Ellos son los mejores filósofos. Y, algo fundamental, ellos han de querer contribuir a devolver a los individuos su humanidad plena, oponiendo a lo seco de la deshumanización, lo húmedo de su amor y solidaridad porque, en suma, no pasan por alto la importancia que tiene el grado de conciencia y responsabilidad con que el intelectual desempeña su papel en el quehacer cultural. Conciencia de que la esencial relevancia de la cultura, donde se encarnan los valores y comportamientos de la gente, es la de ser un resultado y un factor del progreso hacia una vida digna a la que todos tenemos derechos, aunque a los ojos de la actual cosmovisión cultural posmoderna este intento no sea más que otro delirio en descrédito cada vez mayor; responsabilidad en no evadir los problemas sociales y en participar en la lucha que exige su tiempo. Por eso, “en una u otra forma, nos convence de que en su boca está la llama sagrada, el verbo que hace que el humano sea eso: humano. Nos contagia con su indignación e ira por las infinitas injusticias que se dan en el plano de lo social ”. Aunque en la actual coyuntura el discurso poético, sobre todo aquel que se esfuerza por encarnar una voz colectiva, a menudo no recibe honores, su poder y relevancia es fundamental. Esto es así porque sus estrategias y su lenguaje buscan construir no una “hermosísima mentira”, sino una palabra que puede hacer de ella un signo presente o un grito discreto cargado de esperanza. El resultado es un producto resistente, deconstructor y humanizador por su fuerza, eficacia y discreción. Por ello es importante que el discurso literario en general, incluyendo el poético, se acerque, dialogue y combine dialécticamente con la realidad, sin renunciar a lo que es y con un conocimiento cabal de sus propios límites. elpoemaseminal 98/ 30 julio, 2006/9
El poder de relevancia y el poder en sí del discurso poético lírico está en eso: en ser, en suma, no un simple discurso político panfletario-ideológico, sino una clamorosa sinfonía lírica; en esta sinfonía, el lenguaje se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial ajena a todo vestuario convencional para chorrear gotas de inconformidad, solidaridad y humanidad que, a los oídos del lector agudo, evoluciona callada y audiblemente en discurso poético universal. ¿No es a ser esta clase de discurso a lo que la poesía siempre ha aspirado? Una palabra donde no existen límites, localidades, yo privilegiado ni genio ni “dioses”; una palabra que sabe generar una mayor “simpatía” y "empatía" en sus lectores, a quienes no hace más que tenderles humilde y vulnerablemente su mano para persuadirlos, involucrarlos y conducirlos más allá del horizonte de lo falso, inhumano y, quién sabe, de la misma muerte en vida. Una palabra, que al final de cuentas, es pensamiento y es acción, que justifica la existencia de sus creadores. Argumenta la hermenéutica filosófica que una obra de arte culmina en ejecución, porque comprenderla no es un comportamiento subjetivo, sino un ganar participación. El/la lector/a encuentra en el oírla y comprenderla su punto de partida, pues al interrogarla es a la vez interrogado/a por ella; se da, entonces, un diálogo dialéctico que culmina en comprensión y, algo más importante, en acción, al fusionarse el horizonte de ambos dialogantes. Es conveniente ahora demostrar, hermenéutica y exegéticamente, cómo el discurso poético lírico despliega poder de solidaridad y persuasión.
www.realidadliteral.net/palabrassinvoz5.htm
***** El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Ediciones Coyoacán invitan a la presentación del libro
POÉTICA DE LO SAGRADO. EL LENGUAJE DE ADÁN del poeta sinomexicano ÓSCAR WONG el miércoles 2 de agosto, a las 19 Hrs., en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, México, D.F. Participan: Rocío Barragán, Federico Corral, Dulce Chiang, Zulai Marcela Fuentes y el autor Moderadora: Nidia Torruco Entrada libre El libro de ensayos de Oscar Wong, Poética de lo sagrado. El lenguaje de Adán, en Ediciones Coyoacán (Méx., 2006, 111 pp.), previamente se puede conseguir en librerías, en Sanborns, en el pasaje Zócalo-Pino Suárez del Metro (Un paseo por los libros) o directamente en Ediciones Coyoacán. Cuesta 95 pesos, más gastos de envío. La dirección electrónica: edicoyoa@yahoo.com.mx ____________________________________________
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