Baldavía

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BALDAVร A

por: Sebastiรกn Mira


Este libro hace parte del proyecto “Ambientes Banales” de Sebastián Mira.

Viejo

Verde

Primera edición de cien ejemplares. Bogotá, 2013



Plano

(pr贸logo)


Una mancha, una fisura o algún eco, aparentemente no son más que huellas esporádicas que surgen tímidamente en medio de las inclemencias y amabilidades del tiempo y el espacio [urbano]. Aquellos registros [aparentemente] tan banales y cotidianos, podrían o no llegar a convertirse en susurros cifrados, secretos evidentes y hasta declamaciones inaudibles, o en su defecto, una sarta de rarezas comunes que no dicen nada a quienes no quieren oír. Si bien una mancha [cualquiera] podría ser producto de la torpeza de alguna persona [cualquiera], una fisura [cualquiera] el retoño de la estupidez y precariedad de cierta constructora [cualquiera], y, algún eco [cualquiera] el legado de una sirena o alarido que está a la vuelta de la esquina; el anonimato que las produce no es tal, sino todo lo contrario, es una complicidad colectiva que alcahuetea un sinfín de perversiones individuales y compartidas que encarnan el rostro de lo dispar, lo indeciso, lo amorfo, lo fallido,invisible, o cual-


quier otra serie de virtudes pecaminosas y viciosas de lo humano. Tal vez, aquella huella que rehúye al ojo es escapista porque no quiere ser contenida, es sutil porque los trajes rimbombantes le quedan grandes, y está oculta porque ya hay demasiadas gentes, objetos y enseres [inútiles] que le restan visibilidad. Quizá, esa fisura no signifique nada para nadie que no busque [torpemente] la paranoia contenida en el silencio o alguna conspiración entre los ladrillos. De pronto, aquel eco sea un reflejo tardío de un coctel fatídico de deseos y sueños acometidos en el fracaso social de unas infancias terribles y adulteces miserables. No lo sé, ni tampoco importa lo que signifiquen. Es su aire familiar y ajeno, su cercanía con la púrpura pátina, su parentesco con salamandras y humanoides, su debate entre el amor y la barbaridad lo que los/las hacen especiales.


En todo caso, podría decirse que son una serie de umbrales que se ciernen sobre las fachadas de los edificios y en los recovecos empolvados de las mentes, son las medianeras y el hollín de sus caras, son alcantarillas y rascacielos de ciudades que nunca existieron, son arquitecturas rizomáticas, son puertas a medio abrir, son modernidades obsoletas, son sueños perdidos y vivencias pasadas, son rostros legañosos, secos y somnolientos, son aromas y perfumes de carnes fétidas y flores rancias, son azoteas con charcos y popó avícola, son suelos falsos y rotos, son escaleras interminables, son proyectos inacabados, son hogares solitarios, son muebles cojos, son casetas en desuso, son concertinas y rejas inútiles, son esquinas gordas, son huérfanos infértiles, son terrenos baldíos, son callejones sin salida, son calles ciegas, son actos fallidos y ventanas que llevan hacía ninguna parte.




Bogotá. Marzo de 1963. Hoy, alguien cuyo nombre no me quiero acordar, ha salido de alguna respetable institución con el título de “Arquitecto”. Se supone que él/ella, está llamado a hacer grandes cosas por ésta ciudad, después de todo no sólo tiene el favor de políticos y colegas sino que también posee un gran talento, o al menos, eso aparenta.


Bogotá. Febrero de 1965. No pudo, por más que lo intentó, todos sus esfuerzos por colarse en Las Torres del Parque fueron infructuosos, a cambio, le ha tocado emplearse en firmas de medio pelo, de esas que cogen los sobrados que quedaron ya hace casi 6 años de las obras del Alcalde Mazuera. De seguir así le tocará ponerse a cobrar por cuidar a sus sobrinos y los hijos de sus colegas.


Bogotá. Agosto de 1965. Hoy, por fin ese arquitecto mezquino me ha concebido. En unas cuantas servilletas arrugadas, ideas prestadas y palabras ajenas, me ha empezado a dar forma a mí y a mis hermanas [casas, casonas, apartamentos, locales, y demás edificaciones que haremos un bonito conjunto] que adornaremos alguna parte de la localidad de Santa Fé.


Bogotá. Enero de 1966. Por fin, tras un sinnúmero de rogaderas, favores pendientes y uno que otro soborno, mi progenitor ha logrado hacerse con una licencia para construirme, aunque no sé porque, tengo la leve sospecha de que seré ilegal. Pero bueno, eso no importa, al fin y al cabo todo lo que ocurre en este barrio y lo que ocurrirá será un secreto, incluso para mí. Acá todos tenemos la vista gorda, o en su defecto, las puertas y ventanas.


Bogotá. Agosto de 1967. ¡Qué maravilla! Eso de vivir en una zona de tolerancia es totalmente exquisito. Mis vecinos también son de procedencia dudosa y al igual que yo, albergarán a ratas usureras, ladronzuelos y otros vándalos que pasan por acá a divertirse en los chóchales malolientes que no tuvieron cabida en Santa Inés ni Santa Fé. ¡Tengo muchas ansías de que me ojalá, bien bonita y kitsch.

construyan!


Bogotá. Mayo de 1969. Estoy terminada pero todavía no me van a habitar porque no me han vendido ni arrendando aún. No sé qué tan cierto sea, pero tengo la sospecha de que mi creador se largará de Colombia, seguramente a vivir en Nápoles con su tía ricachona; ultimamente sólo le oigo decir -aquí la situación está muy perra-. y cosas de ese estilo. Sólo espero que si se va no se olvide de mí, y si lo hace, que mis habitantes sean quienes me cuiden y hagan sentir viva ya que él no lo hizo.



F A C H A D A


Bogotá. Abril de 1970. Hace ya un par de noches que no se ve a nadie en las calles, todos están encerrados en sus casas o en su defecto en algún calabozo, todo a causa del dichoso toque de queda y estado de sitio resultado del chanchullo electoral del 19, tan sólo espero que tanta vagabundería no se extienda a mis [tan honrados] vecinos, y que tampoco dicha figura política sea un pretexto más para hacer de la limpieza social algo lícito.


Bogotá. Marzo de 1971. De Roma dicen que huele a café expreso y lavandería recién hechos, de París que es la ciudad de las luces y de Bogotá que es la Atenas Suramericana. De esto último no estoy muy segura, más allá de que sean sólo ruinas y corruptos, no le veo ningún otro parentesco; pero sí alguien me preguntase, yo diría, al menos de dónde vivo, que es la ciudad de los ladrillos incompletos y las alcantarillas destapadas a causa de tanto bazuquero incomprendido que anda por ahí haciendo éstas y otras piruetas de mal gusto para conseguir una bicha diaria.


Bogotá. Enero de 1976. Sin importar que tantas esquinas gordas nos instalen, cuantas concertinas nos pongan en los tejados o la cantidad de vidrios rotos y cemento sobre nuestras ventanas, siempre llegan en las madrugadas, una manada de desechables [sin hogar] que se las ingenia para orinarnos y cagarnos en las posiciones más incómodas y efectivas posibles. Acá nadie se vara por las necesidades [impuestas], ni siquiera las fisiológicas.¡Qué linda patria! Tan exquisita pero tan maloliente.


Bogotá. Septiembre de 1984. ¿Quién pensaría que Elvirita terminaría así?, aquella niña que hace diez años jugaba [inocentemente] con las muñecas [vudú] de doña Rosa y los labiales que Carmen compartía con sus clientes, fue capturada por el F2 a causa de haber descuartizado a su amante, ¡pobre don Flaminio y aún más pobre Elvirita!, si tan sólo no se hubiera ido del barrio a los doce, de seguro no la hubieran cogido [tan pronto].


Bogotá. Julio de 1989. ¡Esto es inadmisible! ¿Cómo es posible que tras tantas protestas y denuncias las sigan tratando así? Sé que son meretrices, pero no por ello dejan de ser personas, incluso, algunas de ellas [especialmente las de la casa que maneja Paulina, mi vecina] son muchísimo más queridas y honorables que esa partida de cretinos arrogantes que se invisten tras un traje verde aguacate y una funda con pistola para creerse vaqueros y jueces.


Santafé de Bogotá. Julio de 1994. Según he chismoseado, las universidades del centro se están agremiando para comprar a diestra y siniestra lo que no les gusté del sector, al parecer, para convertirlos en lugares/miembros adscritos a sus perversos lineamientos institucionales. Ojalá no me echen el ojo a mí, ni tampoco, que esto implique el detrimento y la censura de la localidad. Sería una lástima tener que callar tantas historias porque a un burócrata se le ocurrió agrandar su patio de juegos.



A Z O T E A


Bogotá D.C. Diciembre de 2012 Extraño tanto mis años de juventud, esos sí que fueron realmente maravillosos, a pesar de las riñas callejeras que ocurrían por acá, todo era muy agradable, nunca importó si violaban a alguien aquí o atracaban a alguien allá, pues había una complicidad barrial admirable; esas pequeñeces tan solo eran gajes del oficio de mis habitantes. Ahora, tan sólo me queda soñar con que alguna vez pude ser una residencia para parejas [calientes], un cuartel para bandidos o una bodega para el Prozac de contrabando.


Bogotá D.C. Junio de 2013 Hace un par de días, oí el rumor, no sé a boca de quién o qué, pero según cuentan, mis vecinos de La Alameda han muerto, sino todos, su mayoría ahora son ya sólo escombros y terrenos baldíos, lo que una vez fueron respetables residencias para gentes inciertas hoy han perecido a causa de un nuevo plan de renovación del centro. Tan sólo espero que si he de morir sea pronto y súbitamente, que no me avisen a mí ni a nadie. ¡Las sorpresas [de este tipo] sí que me encantan!


Bogotá D.C. Septiembre de 2013 Estoy en la mala, no creo ya poder recuperarme de ésta, antes albergaba a gentes y objetos variopintos, ahora, no soy más que una fachada color amarillo vomito que contiene en sus múltiples habitaciones el popó de los gatos del vecindario. Ojalá me demuelan pronto para que acaben con esta tragicomedia mía.


Bogotá D.C. Octubre de 2013 No es por ser pesimista, pero ya sólo deseo que aparezca pronto algún antisocial con bombas, dinamita o yo que sé, que las disponga por ahí para acabar [más] pronto con el mundo. Mientras va por ahí, campante y feliz, riéndose de todo porque es todo inmundo. No es que yo sea una edificación con aires de psicópata, no. Tan sólo, es que tras vivir unos cuántos años, una se da cuenta de que todo sería mejor sin la miserable existencia de esos humanoides autoproclamados personas.


Bogotá D.C. Noviembre de 2013 Hoy encontré una hoja bastante peculiar en mi techo, estaba mojada y algo arrugada, pero aún se alcanzaba a leer su contenido. Escrito en máquina decía: ¡Oh mi casa! Cada vez que repito estas palabras la veo con sus maderas doradas subido yo en los árboles del patio. La miro entre los gritos de mis hermanos y el ladrido del perro en los geranios, y mi padre volviendo del trabajo en los atardeceres de colores. ¡Oh mi casa, siempre hipotecada! Yo miro los entierros que salieron brutalmente desatando mi llanto. Mi casa cada vez está más sola, más llena de silencio, y en las noches todavía rezan el rosario mi tía y mi madre por todos los que estamos lejos.

Me hubiese encanto conocer a su autor, lástima que la firma sea lo único que no se entiende del texto.



Ruina

(epĂ­logo)


Alguien alguna vez dijo: -no hay nada más placentero que husmear entre las cosas ajenas, sobre todo las cartas de amor- Y en efecto, es cierto. Lo mismo ocurre con las gavetas de los cuartos y los baños de las casas, porque es allí, en esos lugares tan íntimos pero tan públicos en dónde las perversiones se permiten el lujo de ser, los secretos salen a relucir y la sensiblería está a flor de piel. Éstos umbrales que van de lo tímido a lo desinhibido, de lo mundano a lo que más nos importa y de lo inocuo a lo fértil, entre otras cosas, son espacios muertos llenos de una vida melancólica, no-lugares cargados de recuerdos mudos e intraducibles, y espacios banales colmados de errores que se presentan como resquicios de deseos frustrados, fracasos impuestos y actos malogrados que no supieron hallar un remedio ante la madurez de la vida. Aquella melancolía & fracaso son la más bella expresión de la crisis de una vida


sin sentido, llena de arquitecturas moribundas y cuerpos insensibles, de trastabillas y murmureos que son al igual que una ventana tapada o un ladrillo roto, una huella de algo que no pudo ser, y si fue, no lo fue del todo, en todo caso, esa es nuestra huella.



Índice

I..................Plano (Prólogo) II......................Zócalo III.................Fachada IV...................Azotea V..................Ruina (Epílogo)




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