FACETAS abril 10 de 2011

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Diario del Huila

El Estado Soberano del Tolima

F U N D A C I Ó N TIERRA de PROMISIÓN www.diariodelhuila.com Neiva, Abril 10 de 2011 Edición Nro. 345


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Historia

Neiva, Abril 10 de 2011

El Estado Soberano del Tolima Por Delimiro Moreno

(Miembro de la Academia Huilense de Historia)

Gentilmente invitados por los representantes locales del Banco de la República, nos proponemos con esta conferencia, dar una visión general de la historia del Estado Soberano del Tolima (1861-1885), con el ánimo de que su estudio lo continúen otras personas, con acceso a mayores fuentes y mejores instrumentos científicos. Es, pues, una contribución a una historia casi olvidada totalmente, que esperamos sea completada algún día, ojalá sin anteojeras ideológicas que de entrada descalifican leguleyamente como “inconstitucional” (porque lo hizo una revolución triunfante) su propio reconocimiento como Estado el 12 de abril de 1861; insisten en desconocer la validez de su mismo nombre porque desean posponer su bautizo hasta la “bella” época de la Regeneración; desconocen los esfuerzos de los pueblos y los líderes de las antiguas provincias de Neiva y Mariquita por ser reconocidos, como los de otros pueblos colombianos, como entidades políticas autónomas dentro de los Estados Unidos de Colombia, y, en pocas palabras, debido a su talante centralista, son rabiosos

El siguiente es el texto de la conferencia dictada en la Biblioteca Olegario Rivera, invitados por la agencia cultural del Banco de la República en Neiva, el jueves 7 de abril, en el marco de las celebraciones del sesquicentenario de la creación del Estado Soberano del Tolima, que incluyen la publicación de un número de la revista “Huila”, órgano oficial de la Academia Huilense de Historia, y poco más, debido al poco interés oficial por esta efemérides:.

enemigos de su historia de 25 años, y hasta de quienes nos atrevemos a escribir sobre ella sin pedirle permiso a los bogotanos… No sería justo desaprovechar esta oportunidad para agradecer al doctor Luis Francisco Rivas Dueñas, Subgerente General de Servicios Corporativos del Banco de la República, su promesa de que a principios del año 2012 “El Banco pondrá a disposición del público de la región los servicios de su Biblioteca en Neiva”, como está escrito en su carta del 22 de octubre de 2010, a mí dirigida en respuesta a alguna columna publicada en el Diario del Huila, Así, estas conferencias podrán dictarse en su propia sede y no en una prestada.

Y vamos a nuestro tema de hoy. Hace un año, en Ibagué, en un acto académico, invitamos a los gobiernos y las Academias de Historia del Tolima y el Huila a celebrar el sesquicentenario de la promulgación del decreto ley que reconoció, el 12 de abril de 1861, el Estado Soberano del Una producción de la Fundación Tierra de Promisión GUILLERMO PLAZAS ALCID Director Ejecutivo

Coordinador: FÉLIX RAMIRO LOZADA FLÓREZ

Circula con DIARIO DEL HUILA

Toda colaboración se acepta y publica a título gratuito. E-mail: facetas@diariodelhuila.com

Tolima, formado por las provincias de Mariquita y Neiva. A tal celebración, esperaba se invitaran las Academias de Historia de las otras regiones que formaron los Estados Unidos de Colombia: Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Santander y Panamá para que, reunidas en Ibagué y Neiva, capitales del Estado Soberano

del Tolima, ellas pudieran presentar serios estudios sobre el desarrollo del federalismo en sus respectivas regiones, lo cual será un extraordinario aporte a la historia de la América Latina. Tal ilusión no se cumplió y nos hemos tenido que conformar con algunos actos protocolarios de las Academias y la publicación de un Pasa Pág 3


Historia

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General Tomas Cipriano de Mosquera

número de la revista de la Academia Huilense de Historia dedicado al asunto, y esta conferencia misma. Pero de nada nos sirve lamentarnos de lo que no pudo ser, y por lo tanto aboquemos el tema, con nuestros escasos conocimientos, expuestos ya en otros escenarios, y, por eso, sin muchas novedades

y de una persecución a la Iglesia que era contraria a la índole de nuestro pueblo, pero en reacción contra esos excesos nos dejó llevar a los límites de la teocracia y cambió un mal por otro. Le dolía el sectarismo contra las minoría nacionales, quería dar a los conservadores mayores garantías y más sustantivo papel en la vida pública, y pudo ver cómo la Regeneración llevaba el exclusivismo sectario y la persecución a los adversarios a extremos que no se habían conocido en la época de la Federación. Si los radicales y liberales del 63 al 84 habían dado a los conservadores menos de lo que ellos merecían, los conservadores y nacionalistas del 86 al 99 no les dieron nada a los liberales ni les reconocieron nada. Si le dolía al doctor Núñez el espíritu partidista que creaba tantos desórdenes en los años de la Federación, dejó crear un espíritu partidista y perseguidor que nos llevó fatalmente a la más grave y

Origen Para empezar, quiero esbozar un cuadro de la situación política de Colombia durante la época del federalismo, citando las palabras del presidente Eduardo Santos en su prólogo a la biografía de Núñez de Indalecio Liévano Aguirre, el más feroz crítico de la política radical de la época: “Había sentido (Núñez) con clarísima comprensión del espíritu colombiano, lo erróneo de una política irreligiosa

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Granadina por los ejércitos radicales en su triunfal avance sobre Bogotá para derrocar el gobierno central conservador de Mariano Ospina Rodríguez.2

Unidad regional autónoma

Doctor José María Rojas Garrido

dura de las guerras civiles de nuestra historia. Si la llamada soberanía de los Estados creaba en las épocas federales un absurdo estado de anarquía política y administrativa, el doctor Núñez dejó que de esa anarquía, en la que sin embargo lucían tantos elementos de vida y de energía, se pasara al aniquilamiento de las secciones; que la algarabía anterior fuera reemplazada por un vasto silencio estéril”.1

No era solamente imposición de los jefes militares liberales de Mariquita y Neiva, en particular el general radical José Hilario López, unidos a Mosquera en su rebelión contra el régimen conservador de Ospina Rodríguez, sino una vieja aspiración popular de ambos partidos de las provincias mencionadas, en realidad un pueblo, el “opita”, unido por los lazos de la sociología, la geografía, la economía y las familias, que había sido anexionado arbitrariamente a Cundinamarca.

El Estado Soberano

General José Hilario López

El Estado Soberano del Tolima, segregado del de Cundinamarca y formado por las antiguas provincias de Mariquita (actual Tolima) y Neiva (actual Huila), fue proclamado en el Alto del Raizal, en Guaduas, el miércoles 12 de abril de 1861, por decreto-ley del general Tomás Cipriano de Mosquera, designado Presidente Provisorio de la Confederación

Doctor Manuel Murillo Toro

1 En “Rafael Núñez” de Indalecio Liévano Aguirre, Intermedio Editores, Bogotá, 2002, p.19 y 20. 2 Para los centralistas irredentos, “el Tolima como Estado se desarrolla en el vientre protuberante de la revolución, lo que demuestra es fruto indiscutido de la guerra con su carga aborrecible de desgracias” (Cuartas Coymat. Estado Soberano del Tolima, en “Manual de Historia del Tolima”, tomo I, p 273). Las mismas fútiles razones se pueden argumentar sobre el nacimiento de Colombia como Estado, “fruto indiscutido de la guerra” de independencia. ¡No les falta sino decir, como de hecho lo han dicho algunos, que la independencia de España fue un error que debemos corregir volviendo a ser sus colonias! Y no solo Colombia, sino la casi totalidad de los actuales Estados del mundo, en América, Europa, Asia, África y Oceanía, son fruto de guerras de independencia, a menudo más sangrientas que las nuestras. Ese pacifismo artificial de última hora no tiene nada de histórico ni ideológico. 3 Este hecho, unido a la expedición de varias constituciones, será calificado por los gratuitos enemigos de la existencia misma del Estado como prueba de su “inestabilidad constitucional” que se esgrime como un argumento de lo innecesario de su existencia , para defender su dependencia de Cundinamarca o concretamente de Bogotá, supremo ideal de los centralistas, aún de los oriundos de otras regiones del país.

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En efecto, en el momento de la “federación a perpetuidad” de los Estados Unidos de Colombia, el Tolima es uno de los primeros exportadores del país de productos agrícolas, envía al exterior cacao, tabaco, quina y añil; goza de una fuerte base pecuaria que le viene desde la Colonia, y una producción artesanal exportable de sombreros y manufacturas de fique y otros. Su población, según el censo de 1870, es mayor que la de los Estados del Magdalena, Bolívar y Panamá, aunque son más poblados que él Boyacá, Cundinamarca, Santander, Antioquia y Cauca. En un país de 2´855.000 habitantes, en el Tolima vivían 231.000; en Cundinamarca 410.000 y en el Magdalena 85.000. Y tenía más población que Costa Rica, por ejemplo, en el concierto de los países latinoamericanos.

Todas estas características justificaban, pues, en 1861, la existencia independiente del Tolima, señalado en algún momento como el estado “modelo” de Colombia porque en él las discrepancias políticas casi nunca desencadenaron una guerra civil interna como ocurría en otros (sólo sufrió una más o menos importante: la de Timoleón Meza, desatada en 1867 a la destitución del general Mosquera en Bogotá, cuyos partidarios en el Tolima sólo dejaron el poder después de una lucha de varios meses); convivían en paz los partidos políticos que se alternaban en su gobierno sin mayores traumas, y había entrado en una etapa de desarrollo económico y florecimiento cultural, estancado por el régimen de la Regeneración.3 Doctor Francisco Eustaquio Alvarez

y, sobre todo, los grandes luchadores de la libertad”4. Dos tolimenses fueron entonces presidentes de la República, Manuel Murillo Toro y José María Rojas Garrido, jefe, el primero, del partido liberal radical nacional, e ideólogo, el segundo, de los artesanos “draconianos” y del general Tomás Cipriano de Mosquera. De los gobernantes regionales, cuatro fueron también presidentes de Colombia: Tomás Cipriano de Mosquera, José Hilario López, José María Rojas Garrido y Antonio Basilio Cuervo. Seis tolimenses, en esos 25 años, fueron Secretarios

Fue la época histórica más brillante que han vivido los actuales departamentos del Tolima y el Huila, unidos políticamente como lo exigía su unidad social, económica, étnica y geográfica. Durante esos 25 años de fructífera unidad, el Tolima (hoy llamado “grande” aunque nunca recibió oficialmente semejante título) se convirtió en el Estado “ejemplar” para Rafael Núñez, según lo expresó a sus gobernantes cuando ellos no militaban en su propio partido, el liberal independiente, pues eran radicales. El Tolima en la época federal, escribió Fabio Lozano Torrijos, “desbordaba de su seno las grandes inteligencias, los grandes caracteres

General Antonio Basillo Cuervo

4 En Prólogo al libro de Rafael Rocha Gutiérrez “La verdadera y la falsa democracia”, Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1974, p.8. 5 Alfonso López Michelsen, “El quehacer literario”, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1989, p. 211. 6 El historiador Álvaro Cuartas Coymat, quien no oculta su antipatía por la creación “ilegal” del Estado del Tolima, tampoco ahorra críticas a las poblaciones que fueron sus capitales (excepto su querida Ibagué), porque carecían de las calidades para desempeñar ese papel. Neiva, particularmente, le resiente de manera especial y citando al colega huilense Jorge Armando Ruiz, que según él, sí es sensato, en contraste con Jairo Ramírez Bahamón y el autor de este texto, describe la ciudad así: “Neiva no se diferenciaba mayor cosa de poblaciones intermedias como Pitalito, La Plata, Timaná, Garzón, pues “carecía de lugares de entretenimiento a excepción de la orilla de los ríos”…. y estaba, como todas las del país, incluida Bogotá, sin mayores condiciones higiénicas modernas. ¡Ignoraba yo que para ser capital de una Provincia, un Departamento o un Estado del siglo XIX, se necesitaban lugares de entretenimiento para las familias de los burócratas! 7 Era apenas lógico. Panamá era otro país, unido a Colombia voluntariamente en 1821 después de declarar autónomamente su independencia, aunque la simpatía por este país y los lazos que a él le unían hacía también inevitable su fusión con él o con los otros vecinos centroamericanos. El sueño de los constituyentes de 1863 y el general Mosquera, era el de reunir en su seno no solamente la antigua y resplandeciente Gran Colombia de Bolívar, con Venezuela y Ecuador, sino también con otros afines como Costa Rica y Nicaragua, que en los Estados Unidos de Colombia, formarían una gran nación, tan fuerte como los ya poderosos Estados Unidos de Norteamérica. 8 Alfredo D. Bateman, “Manuel Murillo Toro”, Academia Colombiana de Historia, Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1978, p.54.


Historia Católica, monseñor Esteban Rojas Tobar, maestro de Ismael Perdomo Borrero, etcétera. En fin, que en esos 25 años en que el pueblo asentado en el valle del Alto Magdalena mantuvo su unidad política, lamentablemente rota por la Regeneración que lo dividió arbitrariamente en dos departamentos enfrentados con perjuicio para ambos, el Tolima, por su economía, su cultura y sus hombres y mujeres, fue una de las regiones más influyentes en la vida nacional.

Don Ignacio Manrique Calderón

(ministros) de Estado nacionales en un momento en que estos funcionarios apenas eran cuatro o cinco por periodo presidencial: José María Rojas Garrido, Manuel Murillo Toro, Nicolás Esguerra, Napoleón Borrero, Eugenio Castilla y Aníbal Galindo. Los hombres del Tolima eran respetados a nivel nacional y el Estado era un centro intelectual muy valioso en el que brillaban con luz propia el jefe radical y estadista más importante del país en su época, don Manuel Murillo Toro; el primer orador, jurista y constitucionalista, José María Rojas Garrido; el más notable parlamentario y abogado litigante de su tiempo, Francisco Eustaquio Álvarez; el creador de la estadística colombiana y su primer economista y sociólogo, Aníbal Galindo; una de las pocas mujeres dedicadas con éxito a la literatura en la Nación, Waldina Dávila de Ponce de León; uno de los más respetados educadores, estadista y líder radical, don Nicolás Esguerra, “la primera virtud de Colombia”5; uno de los más respetados, combativo y combatido jerarca de la Iglesia

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Su importancia se medía, además, por el hecho estratégico de que su río y sus puertos eran la llave de la comunicación entre la capital de la República y los Estados del norte, por un lado, y los del sur, por el otro; sus productos, el tabaco, el cacao, la quina y el añil eran la base de la economía exportadora colombiana, transportados por champanes y vapores por el río Magdalena, que nace en su territorio, hasta el mar Caribe; sus poblaciones y puertos, Neiva, Honda, Girardot, Ibagué, el Espinal, Natagaima, Ambalema, Saldaña, Chaparral, Guamo, Purificación, etc., (varias de las cuales fueron sus capitales en un momento dado, aunque la mayor parte del tiempo de su existencia lo fue aquella que se encontraba en su centro geográfico y tenía entonces una mayor estructura cívica, Neiva), disputaban entre sí la primacía en el Estado y eran activos centros artesanales y comerciales6. En su seno, finalmente, surgían ya la banca privada, con los bancos del Tolima, Neiva y Aipe, y de empresas industriales mineras y textiles, lideradas por diligentes hombres de trabajo, olvidados ya hasta por sus descendientes, como don Valentín Trujillo y muchos otros. Todo

esto se truncó con la

contrarrevolución de 1885, impuesta porlaRegeneraciónconsuConstitución clerical y centralista de 1886, que convirtió en simples departamentos, sumisos dependientes de Bogotá, los airosos Estados Soberanos.

Marco general y antecedentes políticos El marco general y los antecedentes políticos inmediatos de la Constitución Federal de 1863 los he descrito en mi obra “Vigencia Histórica del Federalismo Colombiano”: Uno de esos múltiples antecedentes es el siguiente: “El 6 de marzo de 1855, año en que se reconoce la soberanía del Estado de Panamá7, Manuel Murillo Toro presentó al Congreso “un proyecto de constitución federal elaborado por la comisión integrada por él, Mosquera, Núñez, Olano y Camacho Roldán, pero de la cual disintieron, en cuanto al número de Estados, él y Olano, quienes presentaron un informe por separado. La mayoría propuso ocho estados soberanos y un distrito capital; Olano nueve y Murillo diez, libres e independientes, pero unidos o federados para su régimen exterior”.8

David Bushnell recalca: “Muchos jefes conservadores habían llegado a considerar el federalismo como una forma de organización política válida, bien guiados por argumentos teóricos fincados en el éxito que tal estructura había alcanzado en los Estados Unidos, o bien por la ventaja táctica que la adopción de un sistema federal les brindaría, en el sentido de que podrían mantener siempre el control por lo menos de aquellas regiones donde eran fuertes políticamente. En caso de que los ideólogos liberales volvieran a obtener el poder en Bogotá, en regiones como Antioquia, por ejemplo, los conservadores estarían en condiciones de hacer lo que quisieran”12. “Ahora bien, el desdén de Ospina por la Constitución de 1858 explica su pretensión de continuar gobernando un país federal con un criterio centralista importado, en lo cual llegó hasta el extremo de enfrentar a los Intendentes de Monseñor Esteban Rojas Tobar

“En 1856 se reconoció la soberanía y federalización de Antioquia9. En 1857, un Congreso de mayoría conservadora10 legaliza la existencia de los Estados del Cauca, Santander, Bolívar, Magdalena, Boyacá y Cundinamarca y se da nacimiento a la Confederación Granadina, cuya Constitución federal se promulga en 1858 con el acuerdo de todos los partidos y la sanción del presidente Mariano Ospina Rodríguez, a pesar del “desdén y la frialdad” con que la recibió al serle presentada, según denunció en su discurso ante la Convención de Rionegro el general Tomás Cipriano de Mosquera11. Pasa Pág 6


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Hacienda simples funcionarios fiscales subalternos del gobierno central con los presidentes y gobernadores de los Estados, al elevar sus inicial función fiscal a la de agentes del Presidente de la República para todos los asuntos políticos, administrativos y hasta militares...13 “Así, la burla de los derechos de algunos de esos Estados, en

Historia conservador de 1859, desatan la guerra civil de 1860-62 que derriba el régimen de la Confederación y es el germen de los Estados Unidos de Colombia, cuya Constitución federal a ultranza se firma el 8 de mayo de 1863 en la histórica ciudad antioqueña de Rionegro”.

La experiencia federal en el Tolima Durante los 25 años de existencia constitucional y legal del Estado Soberano del Tolima, se alternaron en su dirección los tres partidos prácticamente existentes en Colombia: los liberales “draconianos”, mosqueristas (partidarios del general Mosquera, la mayoría de cuyos integrantes serían después “independientes” o nuñistas), los conservadores y los liberales radicales. Así, se distinguen en su historia política tres períodos bien definidos:

particular los del Cauca, gobernado por el soberbio general Mosquera; Santander, presidido por Eustorgio Salgar; y Bolívar, triunfante su caudillo federal Juan José Nieto; y el descontento con las leyes judicial, electoral y presupuestal y otras del Congreso homogéneamente

Primero: De 1861 a 1867. Es el del dominio de los liberales, unidos mosqueristas y radicales, conducidos en el Estado por el general José Hilario López, su caudillo indiscutible desde la Independencia (y su mayor latifundista, no solo por su compra de la hacienda de Laboyos, la más grande territorialmente del Estado, sino por la donación de otras tierras por su contribución a la lucha emancipadora), y José María Rojas Garrido, el líder popular artesano que

surge en la década de los años 40; y termina, con no pocos disturbios locales y la única confrontación armada interna, como consecuencia del derrocamiento en Bogotá del general Mosquera por el golpe radicalconservador del 23 de mayo de 1867. Presidieron el Estado en este periodo, en propiedad o interinamente, Tomás Cipriano de Mosquera, Ángel María Céspedes Buendía, Lino Ruiz, Rafael Buenaventura, José María Cuéllar Poveda, Timoleón Meza, Eugenio Castilla, José Hilario López (su primer titular elegido por la Asamblea Legislativa), Francisco Eustaquio Álvarez, Clímaco Iriarte, Antonio María Forero, Juan Nepomuceno Iregui, Mariano Guerra, Inocencio Leyton, Nicolás Rocha y Manuel Castellanos. Segundo: El período conservador, de 1867 a 1876. La coyuntura política nacional del derrocamiento del presidente Mosquera en mayo de 1867 por una coalición radicalconservadora, unida al descontento de algunos sectores populares por las medidas nacionales contra el clero (en particular las leyes de tuición y desamortización de los bienes eclesiásticos) fue aprovechada por el conservatismo tolimense, dirigido por la élite terrateniente del Estado, liderad esta por la poderosa familia Caicedo, con fuerte vinculaciones con

la oligarquía bogotana, para tomar el poder aliado a los radicales que les sirvieron de “idiotas útiles” por su enfrentamiento con Mosquera, y a cambio de que los conservadores apoyaran al gobierno radical instalado en Bogotá por el golpe de Santos Acosta contra Mosquera. El conservatismo tolimense

se mantuvo en el poder de su Estado nueve años (en algunos, aliados curiosamente con los “mosqueristas” en la famosa “Liga de 1869”, cuyo origen se encuentra en este Estado, y que permitió a Rojas Garrido volver al Senado que años antes

9 El caso de Antioquia era muy similar al de Panamá, aunque nunca tuvo antes independencia absoluta del resto de Colombia. Más integrada territorialmente a ella, estaba igualmente alejada política, económica y socialmente. Respetar su decisión de formar un estado "conservador" en medio de los liberales, fue uno de los grandes aciertos del radical Manuel Murillo Toro. 10 Los conservadores de diferentes regiones, excepto, naturalmente, los de Bogotá, y liderados por los de Antioquia, eran tan "federalistas" como los liberales, aunque quisieran, como es lógico, tener ellos el poder tanto en la Unión como en cada uno de los Estados. Pedro Justo Berrío en Antioquia y Joaquín María Córdoba y los Caicedo en el Tolima, son ejemplos de esto. Nunca lucharon contra el régimen federal, cuyo gobierno central siempre reconocieron cuando estaban en el poder en su Estado, sino contra los liberales antioqueños y tolimenses a quienes derrotaron en 1864 y 1867 respectivamente, y sus triunfos fueron reconocidos por los gobiernos centrales radicales. 11 REGISTRO OFICIAL No. 99, 24 de marzo de 1863. 12 Bushnel, Colombia, una nación a pesar de sí misma, Planeta, Bogotá , 1996, p. 166, 13 Este fue el origen de la acción militar de Pedro José Carrillo en el Estado del Cauca, porque siendo agente de Hacienda del gobierno central decide enfrentarse al gobernador del Estado, el general Mosquera, con el apoyo indudable del gobierno central, que lo había colocado allí con esa intención.

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Historia general radical Frutos Santos (futuro presidente del Estado), que no pudo pasar de Ambalema y, a pesar de ser señalada como una de las cincuenta guerras civiles14 de la época, no duró ni una semana ni arrojó una sola víctima. Tercero: Periodo radical, de 1876 a 1885. En 1876, el gobierno conservador del Estado del Tolima, que mantenía relaciones normales con el régimen radical central, se dejó arrebatar por sus copartidarios de Antioquia para desatar la contienda religiosa contra el gobierno de Aquileo Parra, única guerra civil general en Colombia durante los 23 años de vigencia de la Constitución de 1863.

Doctor Gabriel González Gaitán Último presidente del Estado

lo había juzgado como ministro de Mosquera). Su régimen termina en 1876. Son personalidades destacadas en este periodo José Uldarico Leyva, Domingo y Francisco Caicedo Jurado, Joaquín María Córdoba, Antonio Basilio Cuervo (hermano del filólogo don Rufino J., y futuro presidente encargado de la República), Olegario Rivera, Néstor Escobar y los convencionistas de 1867 que en el Guamo aprobaron ese mismo año una constitución estatal calificada por Alfonso Palacio Rudas como “un ejemplo de libertad”, fruto de la alianza de liberales independientes y radicales y conservadores. Fueron nueve años de gran estabilidad política, buen desarrollo y paz turbada apenas por un minúsculo incidente, cual fue la tentativa de invasión del Estado desde Cundinamarca apoyado por el

El presidente conservador del Tolima,

General Tomás Cipriano de Mosquera Creador del Estado Soberano del Tolima

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general caucano Joaquín María Córdoba, renuncia a su cargo y con un reducido contingente marcha hacia Antioquia y Cauca para participar en la guerra y especialmente en la desastrosa batalla de los Chancos, en la que las tropas rebeldes conservadoras por él comandadas resultan derrotadas por las liberales gubernamentales del general Julián Trujillo. Fue la época más turbulenta del Estado, azotado por una guerra civil nacional con motivaciones religiosas, que asoló en particular su zona norte y en la cual se disputó en su territorio la decisiva batalla de Garrapatas. Así, los conservadores, que pierden la guerra, son despojados también del poder en el Tolima, el cual asumen los radicales que se sostienen en él hasta 1885, cuando de nuevo aliados los Estados de Antioquia y Tolima (cuyos gobiernos ya no son conservadores sino radicales), se sublevan contra el gobierno central de Rafael Núñez en apoyo de sus copartidarios de Santander y otros Estados. Gobernaron el Tolima en este periodo, como presidentes titulares, Ignacio Manrique Calderón, elegido por la Constituyente de 1877 por dos años (1877-1879)15, y luego, llevados al poder en elecciones libres (hasta donde puede hablarse de comicios electorales sin fraudes en esta época en Colombia) los radicales Frutos Santos (1879-1881), Marcelo Barrios (18811883) y Gabriel González Gaitán (1883-1885), derribado por el general conservador Manuel Casablanca, quien desde entonces asumió el mando como gobernador designado por el presidente Rafael Núñez, y trasladó

General Manuel Casabianca El Sepulturero del Estado

la capital de Neiva a Ibagué, por la pérdida de importancia de la primera ciudad como la ruta hacia el sur, y la relevancia adquirida por la segunda por ser el camino hacia el Quindío y Antioquia. Es de notar que en el Tolima, cuando en el gobierno central dominan los radicales, aquí tienen el poder los conservadores; y cuando en Bogotá gobiernan los “nuñistas”, aquí lo hacen los radicales, lo cual lo convierte, con Antioquia, en un estado “sui generis” políticamente, que solo se sintoniza con el régimen central en el periodo 1861-1867. Conmemorar, pues, la creación del Estado Soberano del Tolima es un acto de justicia de los actuales habitantes de esta región con sus ancestros.

14 Las “50 guerras civiles”, que algunos desaforados nuñistas elevan hasta 90, son reducidas a 20 por Eugenio Gutiérrez Cely en la última “Gran Enciclopedia de Colombia” (tomo II, p. 248) publicada por “El Tiempo”, aunque para llegar a tan elevado número tenga que considerar como tales también “los levantamientos, revueltas y golpes de Estado de carácter regional”, que no siempre dieron origen a “guerras civiles”. 15 En las postrimerías del periodo constitucional de Manrique se presentó el otro choque armado relativamente importante durante el federalismo en el Tolima. El general Didacio R. Delgado, candidato nuñista a la presidencia del Estado, derrotado en las elecciones presididas por Manrique por el candidato radical Frutos Santos, el 28 de octubre de 1879 invadió desde Cundinamarca al Tolima al mando de 80 hombres, con el apoyo del gobierno central presidido por Julián Trujillo. Pero, sin encontrar solidaridad con su acción en el Tolima mismo Delgado y sus 80 hombres apenas lograron penetrar hasta Natagaima sin enfrentamientos serios con el gobierno estatal y cansado de marchar inútilmente capituló honrosamente ante las fuerzas de Manrique en los primeros días de diciembre siguiente. Esta “guerra” de pocas semanas, no arrojó ni una sola víctima, a no ser por las enfermedades tropicales, y sus integrantes regresaron a Cundinamarca, con “auxilios de marcha” del gobierno del Tolima. Es esta una de las “sangrientas cincuenta guerras civiles” de la época federal que los centralistas magnificaban como una de las razones para terminar con la vigencia de la Constitución de 1863.

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Historia

INFOGRAFIA JAIRO RAMIREZ BAHAMON. TOMADA DEL NÚMERO 62 DE LA REVISTA HUILA DE LA ACADEMIA HUILENSE DE HISTORIA


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