Préstame tus ojos eduardo reyme

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Eduardo Reyme

PRÉSTAME TUS OJOS CUENTO


PRÉSTAME TUS OJOS Autor: Eduardo Reyme© Alcalde de Lima: Luis Castañeda Lossio Gerente de Eduación y Deportes: Francisco Gavidia Arrascue Subgerente de Educación: Alfredo Gonzales Avila Jefe de Proyecto: Alex Alejandro Vargas Asesor Legal: José Antonio Alarcón Cuidado de Edición: Martín Galarza Diseño y diagramación: Leonardo Collas Foto de Portada: http//www.splitshire.com/metal-rose-on-wood-chair MUNICIPALIDAD METROPOLITANA DE LIMA Gerencia de Educación y Deporte Subgerencia de Educación Programa Lima Lee Jr. Conde de Superunda 169 5to Piso - Edificio CONFINA, Cercado de Lima Teléfono: (01) 632 1300 Anexo 1625 Correo Electronico: buslima@munlima.gob.pe

Edición Digital, Noviembre 2015


Eduardo Reyme

PRÉSTAME TUS OJOS CUENTO

Programa Lima Lee


Agradecimiento especial al autor por la autorización de publicar su obra en el marco del proyecto de promoción de la lectura “BUS DE LA LECTURA”.


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Tú habías entrado en bar de nombre Queirolo y ella había llegado primero que tú. La saludaste tímido, con esa cara de angelito que pones cuando estás en falta y que tanto me agrada y al parecer también a ella. (A mí desde hace diez años, que es el que tenemos de esposos. El mismo tiempo, además, que llevo en el anular derecho esta monumental piedra que me compraste para poder casarte conmigo y que, por ende, me define como la señora de Espinar, tu mujer.) Leí tus labios, buenas tardes, le dijiste, luego te sentaste hacia el lado de la ventana que daba al jirón Quilca. Tenías bajo el brazo el periódico del día. Supongo que para leerlo junto a ella, ¿no?, y ver ambos la agenda cultural, ¡faltaba más! Planificarían de seguro alguna salida hacia el Cultural de España o hacia la Alianza Francesa, esos lugares a los cuales ya ni me llevas porque siempre, y cada vez que llegas a casa y charlamos acerca de nuestra próxima salida, lo único que haces es quejarte de todo, 5

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que el caso no es factible, que no procede la denuncia, que en el Poder Judicial las cosas, gatita, están jodidas… Y yo, hecha una tonta, escuchándote, mientras prendo la hornilla de la cocina para calentarte el arroz con pollo y tú pones cara de preocupación. Si supieras que hoy, saliendo del trabajo te he seguido, que he caminado por la plaza Francia, rodeada de fumones y de maricas, que he llegado a Quilca, agitada por el miedo de caminar sola… sola y desesperada.

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Ella te cogió las manos en el preciso momento en que yo le indicaba a la mesera la cantidad necesaria de azúcar para mi café. Dos, por favor, dije, y ella en la otra mesa, qué te dijo, por qué te cogió las manos, qué te propuso, por qué cambiaste de color y te paraste y te sentaste y mencionaste algo que a ella le pareció graciosísimo. Porque se rió, y yo no tuve por LIMA LEE | Bus de la Lectura

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qué reírme. A mí aquello me pareció lo más estúpido que habías hecho durante toda tu vida. Desde mi asiento pude verlo todo, pude percibirlo todo porque las mujeres tenemos ese don de ver las cosas donde las hay, y ahora, mientras te miro, sentada, tratando de esconderme tontamente detrás de una flor artificial, recuerdo cuando nos conocimos. No sé por qué se me viene a la memoria aquel recuerdo, pero está aquí, traspasando mi café humeante. Te acercaste todo un caballero al bar El Grill de Conquistadores en donde por costumbre acudía a tomar café. Buenos días, señorita, escuché a mis espaldas, y estiraste tu mano derecha en gesto de saludo, mientras volteaba para ubicar tu voz. Lindo día, ¿no?, preguntaste. A pesar de que estaba aterrada, llegué a responderte, sí, estupendo. En realidad, mientras te decía aquello que era una total mentira (pues odiaba el invierno), te miraba las cejas, los ojos, me pareciste agradable desde el primer momento, sobre todo esa caballerosidad tuya 7

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me impactó, ¿tenías veintiuno o veintidós años?, empezaste a hablar y yo temblaba todita, y me preguntaste si el asiento vacío a mi izquierda estaba ocupado y yo te dije que no, que estaba sola, y tú dijiste que habías tenido mucha suerte. No comprendí aquello. No sabía si habías hecho una broma o algo por el estilo. Ahora, mientras te observo sentada a una de las tantas sillas de este bar inmundo, entiendo a la perfección tu comentario. Es tu lugar favorito, ¿no?, siempre al lado de la ventana. La única diferencia es que yo lo supe en El Grill de Conquistadores, y ésta, en el Centro de Lima, en un bar de mala muerte.

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Recuerdo que me ofreciste de inmediato cigarrillos y te mentí, gracias, pero no fumo. No hubiese sido delicado de mi parte pedirte un cigarrillo el primer día. No teníamos confianza. Yo no te conocía. Tú eras apenas un joven LIMA LEE | Bus de la Lectura

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atento frente a una señorita acompañada tan sólo por una taza de café. Aquella vez, recuerdo, me contaste de ti, de tu pasión, y sentí en tus palabras desde el primer momento que aquello no era o iba a ser una simple profesión para ti, estaba segura de que sería todo en tu vida.

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¡Por qué tanto demora mi comida!, gritaste, una vez ubicado en la parte central del comedor, vestido aún con ese terno gris que te favorece y que tanto te agrada a ti, con los codos sobre el mantel de flores amarillas, impaciente. Pude verte desde la cocina, a través de uno de los tantos espejos de la casa. Pude imaginarte una vez más como en los viejos tiempos, caminando a mi lado por el parque Kennedy, antes de que me descubrieras contemplándote y antes de que me gritaras como hace una semana lo vienes 9

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haciendo, sin piedad, sin amor.

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La verdad es que me dan unas ganas enormes de pararme e ir a tu mesa, gritarte, decirte que eres una bestia y que echaste todo a perder. Tirarte, como en las novelas, el café sobre la cabeza. Pero no, así me muera por eso no lo haré. No me rebajaré ni me verás haciendo el ridículo frente a tu “amiguita”. Además, dónde quedaría mi educación, dónde quedarían los consejos de las madrecitas. Eres un imbécil, y la verdad es que me siento defraudada y avergonzada. Qué demonios haces en un lugar tan apestoso como éste, con una mujer tan a tu lado. No entiendo. Por qué te tuviste que salir del buffet de tu padre e ir a parar al Poder Judicial. Eres un caprichoso, si lo único que quería tu padre era lo mejor para ti. Ahora, ya ves, éstas son las consecuencias de que LIMA LEE | Bus de la Lectura

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estés en este asqueroso lugar. ¡Esa mujer es una clara consecuencia!

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Sabes, gatita, la verdad es que el Centro de Lima no es tan feo, comentaste en una oportunidad, y ahora lo entiendo. Hablaste como un niño emocionado durante la cena del jirón Tacna y sus avisos publicitarios, enormes y polvorientos, de la Colmena, de los carros, del humo, de unos hombres negros, altos, fornidos, vestidos con una especie de delantal morado que llamaron tu atención por su caminar cansino, detrás de una inmensa imagen dorada. Antes no parabas de decir que toda Lima era un pequeño infierno y ahora qué haces hablando de esas cosas, encima mientras comes, dónde está tu educación, qué haces diciéndome emocionado que en el Jirón de la Unión se te acercaron unos muchachos con las orejas 11

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perforadas hasta más no poder a decirte si querías un tatuaje, por qué me dices que el Palais Concert ahora huele a pichi, desde cuándo te preocupan a ti las casas antiguas. Se nota, además, que tu cualidad topográfica ha sido aplicada de las mil maravillas, ¿no?, y no te habías dado cuenta o no sé, pero mientras cenabas solo eras tú hablando en defensa de ese lugar, sabías, Ale, que en este mismo edificio atiende una discoteca y que en el primer piso compiten dos pollerías, un chifa y un bingo. Yo te miraba aterrada, tú repetías a cada instante lo mismo, ¿sabías eso, Ale, lo sabías?

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Ahora que la mesera me ha hecho caso, después de varios llamados sutiles y nada escandalosos, pienso que en verdad siempre sospeché que alguna vez me harías eso. Aunque después del anillo y de nuestros LIMA LEE | Bus de la Lectura

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frecuentes paseos por Miraflores, la verdad es que ya ni sé. Lo único que sé es que estás atrapado, acorralado con tu amante, con las manos en la masa. Y si antes me decías que era una celosa sin razón, pues esto demuestra que tuve razón en todos mis celos. Felizmente que esta vez decidí seguirte después del trabajo. Las verdades son duras, pero es necesario saber el peso que cada persona carga sobre sí.

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Era invierno. La imagen del café humeante aún está en mi memoria y el escándalo que armé contra todo pronóstico se dio porque me acerqué a donde estaban los dos sentados y les dije lo que cualquier mujer indignada hubiera dicho. Le tiré el café caliente sobre la cabeza a él primero y le dije a ella que era 13

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una tal por cual y que no valía la pena. Él me miró con lástima, con una cara como de odio y de vergüenza. Sus ojos se incendiaron de ira mientras se relamía la comisura de los labios. Me dijo que estaba harto de todo, que era una mujer extremadamente celosa, que mis ojos estaban preconcebidos para mirar absolutamente todo con inseguridad, con desconfianza y cuando le pregunté por aquella tipa que hacía de acompañante de turno, me contestó que aquella mujer poseía bajos recursos económicos y que al no poder solucionar el caso de su padre, acusado de sicario por el gobierno de turno, lo habían capturado sin prueba alguna. Él se enteró del caso y quiso ayudar. ¿Y tú por qué y no otra persona?, le grite. Será porque fui el único que se conmovió al enterarse de que esta mujer no puede ver, es ciega, respondió. Será porque esta persona que acabas de ofender con tus celos se levanta temprano para acudir al Poder Judicial y reclamar LIMA LEE | Bus de la Lectura

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justicia en este país de mierda. Será que me has encontrado aquí por la misma razón por la cual ya no vamos al Grill a donde van los abogaditos hipócritas de mi padre y me has encontrado aquí con esta mujer porque ella necesita en verdad quien la ayude, en cambio tú…

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Cuando dijo aquello, todo se esclareció en mí. No supe qué hacer. Llegué a casa y no podía dejar de imaginarme a aquella mujer preguntándole a mi esposo, qué pasa doctor, qué sucede. Las imágenes que recuerdo aún flotan en mi mente. La mirada de Julio y sus ojos inyectados de sangre es algo que hoy en día me hacen sentir de lo peor. Todo el camino rumbo a casa lloré en el taxi. La noche cayó sobre mí, y mi pena se expandió por todo el cielo como un espejo hecho trizas, sin brillo ni luz. Aquella noche tomé la actitud más 15

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radical de todas. Aún me veo, de pie, sobre las losetas frías del baño y sin zapatos, con la mirada perdida frente al espejo, con los ojos hinchados, los mismos que transmutaron algo que jamás fue y con la mano izquierda un poco agarrotada por la frialdad que desprendían aquellas tijeras, brillantes y afiladas (que sostenía temblando). Entonces cerré los ojos y recordé la frase de mi esposo dicha en el bar, me has encontrado con esta mujer porque ella necesita en verdad quien la ayude, en cambio tú… Finalmente apagué la luz de mis ojos con aquellas tijeras que se llenaron al instante de un líquido suave y de temperatura distinta. Entonces alquilé el estado de Carmen, la clienta de Julio, y esperé a mi esposo para pedirle perdón.

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EDUARDO REYME WENDELL Estudió Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV). Ha Participado en el 4to y 5to festival de poesía joven edición internacional Novísima Verba, organizado por la Universidad Católica del Perú. El 2006 su poemario Tránsito quedó como finalista en el concurso “Esquina de papel” organizado por la Municipalidad Metropolitana de Lima.

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