Mi experiencia en tomé [CHILE] con su población y su contexto, fue una experiencia que está atravesada por los conceptos de viaje y recorrido; estos dos conceptos no han sido extraños en mis procesos de creación y de mi cotidianidad desde mi ciudad natal Cali [COLOMBIA]. Aquí donde según ha trascurrido mi vida, se podría decir que casi todo lo he conocido, o que lo podría conocer a futuro, pero no es cierto, todos los días que me levanto siento esa sensación de viaje, de recorrido dentro de esta ciudad, porque en otras palabras mi ciudad tal cual la conocí, ha desaparecido completamente, quedan vestigios, ruinas por todos lados, parques destruidos, casonas patrimoniales reformadas, barrios enteros convertidos en zonas comerciales, calles que se abren en mil fisuras antes de diciembre para justificar el presupuesto municipal, edificios fantasmas que se los come el moho o si no se vuelven iglesias de cristianos, teatro demolidos porque la industria del cine se centralizo y nos obligó a entrar a los centros comerciales para ver siniestros y despojos de nuestra miseria en pantallas de alta definición. Esta desesperanza que siento se hace en nombre de la modernización, se hace a costillas de nuestros impuestos, que desde hace 17 años pagamos por las 21 mega obras, que es necesario volvernos una ciudad grande, siendo y sintiéndonos como pueblo todavía porque de alguna manera mi gente todavía tiene la actitud de colaborar, de para su trabajo para ayudar al extranjero, al perdido, al desconocido, se gasta sus minutos en ubicarlo en este mapa de ruinas. ¿Qué paso en tomé? me preguntaba constantemente en las noche en casa poli, dibujando las fotografías que tomaba de día, esa pregunta me cuestionaba las premisas de la modernidad en Latinoamérica, las alianzas para el progreso orquestadas desde Norteamérica para frenar el evidente avance del socialismo en Latinoamérica, en nombre de la modernización de nuestros pueblos, que causo tanta muerte y guerras civiles en nuestros países. ¿Qué paso con tomé? desde mi ignorancia como extranjero, puedo percibir que tomé se la comió la modernidad, que sus fábricas de textiles que es orgullo de los tomecinos no jugaron limpio con sus ciudadanos, con los sujetos que le dieron reconocimiento internacional a su pueblo, que dieron por generaciones mano de obra calificada a la industria textil chilena; y que hizo un grupo reducido de empresarios al verse al borde de la quiebra, abandonar a sus trabajadores, ponerlos en riesgo, volver a tomé una ciudad fantasma, dejarle las ruinas, volverla cenizas, una ciudad de sueños profundos de noche donde los habitantes duermen y se levantan a laborar en otras ciudades, porque tomé gracias a los empresarios textiles se volvió una ciudad de noches cortas y días largos sin memoria. Por eso aplaudo el gran esfuerzo de mis colegas [mesa8] en poner en juego esa memoria, de recobrarla, de señalar las múltiples voces que aún resisten en que su historia
se haga trizas; por eso el encuentro para la memoria viva de tomĂŠ, es un aliento ante tanta desesperanza. Leonard Herrera Madrid. Profesor de la Universidad del Valle y del Instituto Departamental de Bellas Artes. Cali-Colombia.