para Cuaresma y Pascua

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Cipecar - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

LOS SÍMBOLOS EN LA CUARESMA La

ceniza:

Convertíos

a

de

todo corazón (Jl 2,12). Nos

recuerda

nuestra

condición débil y caduca. Nos pone delante nuestra fragilidad. Expresa la conversión, el deseo de liberarnos del mal que hay en nosotros: la desunión, la violencia, la

insolidaridad,

la

indiferencia, que hay en nosotros y ponernos en el

camino

hacia

la

Pascua. Es un gesto de humildad

y

de

súplica

ante el Dios de la Vida. Es un signo de comienzo. Con

la

comenzamos hacia

la

ceniza el

camino

Pascua.

Nos

recuerda que la vida es cruz, muerte, renuncia; pero a la vez nos asegura que el programa pascual es dejarse alcanzar por la Vida nueva y Gloriosa del Señor

Jesús.

De

las

cenizas Dios saca vida, como el grano de trigo que se hunde en la tierra.


Es

símbolo

de

que

participamos de la cruz de Cristo, para con El pasar a la Vida. Un signo pedagógico

que

recuerda debilidad

nos

nuestra y

nuestro

pecado para que dejemos a

Dios

actuar

en

nosotros, incorporarnos a la resurrección de su Hijo y lavarnos con el agua bautismal de la Pascua. Nos

recuerda

cristiano

que

supone

ser una

lucha contra el mal que hay

en

nosotros

y

a

nuestro alrededor.

La Cruz: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo (Lc 9, 23). Símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación. Símbolo de la nueva alianza realizada en la Pascua de Jesús. Ilumina nuestra vida. Nos da esperanza. Nos enseña el camino. Nos asegura la victoria de Cristo. Nos compromete a seguir el mismo estilo de vida de Jesús para llegar a la nueva existencia del resucitado. En la cruz está concentrada la Buena Noticia del Evangelio La señal de la Cruz. Gesto sencillo lleno de significado. Esta señal de la Cruz es una verdadera confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia: al hacer sobre nuestra persona esta señal es como si dijéramos: estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi Salvador, la Cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana. El repetir el gesto nos recuerda que estamos salvados, que Cristo ha tomado posesión de nosotros, que estamos de una vez para siempre bendecidos por la Cruz que Dios ha trazado sobre nosotros. Desde el bautismo estamos signados con la Cruz de Cristo como señal de pertenencia, con el compromiso de conocerle y seguirle y como prueba de que Cristo nos fortalece con la señal de su victoria Una vida según la Cruz. Cuando colocamos una Cruz en nuestras casas, o la vemos en la Iglesia, o nos hacemos la señal de la Cruz al empezar el día, al salir de casa, al empezar la Eucaristía o al recibir la bendición final, deberíamos dar a


nuestro gesto su auténtico sentido. Debería ser un signo de nuestra alegría por sentirnos salvados por Cristo, por pertenecerle desde el Bautismo. Un signo de victoria y de gloria: como cristianos nos gloriamos en la Cruz de Nuestro Señor Jesús (Ga 6,14). Y nos dejamos abarcar, consagrar y bendecir por ella. La imagen o señal de la Cruz repetida quiere ser un compromiso: indicarnos el camino pascual de muerte y resurrección, que recorrió ya Cristo, y que nos invita ahora a nosotros a recorrer. Nos invita a escuchar y asimilar un mensaje de salvación y esperanza, de muerte y resurrección, de vida cristiana entendida como servicio. Nos recuerda también a todos los que sufren en nuestro mundo. Cristo en la Cruz es como el portavoz de todos los que lloran y sufren, a la vez que es la garantía y la proclama de victoria para todos. Tenemos que reconocer a la Cruz todo su contenido, para que no sea un símbolo vacío. Y entonces sí, puede ser un signo que alimente nuestra fe y el estilo de vida que Cristo nos enseñó.

El Ayuno solidario: Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán (Mt 9, 15). Es una voz profética para recordarnos que todo es bueno, pero relativo, que los valores materiales no son absolutos, que los valores sobrenaturales hay que cuidarlos. Nos hace libres. Optar en contra de la espiral consumística que la sociedad de hoy nos está imponiendo. Nos enseña a sentir en nosotros mismos la debilidad de los que se ven obligados a ayunar por necesidad todo el año. Nos enseña misericordia. Nos convierte en más transparentes y disponibles para los demás, menos llenos de nosotros. Nos educa el egoísmo y la autosuficiencia y a abrirnos más a Dios y a los hermanos. Signo sacramental de nuestra entrada en la Vida de Pascua. El misterio que celebramos es Muerte y Resurrección. Por eso nuestra sintonía con él es también muerte, renuncia, ayuno, sacrificio, y resurrección, aceptación de la nueva vida. Se convierte en signo exterior de nuestra conversión, símbolo de nuestra lucha contra el mal y el pecado, de nuestra aceptación a incorporarnos a la Cruz de Cristo y a su Vida Pascual. Ayunar con alegría. Muchas personas ayunan por distintos motivos: para estar en forma, por prescripción médica, por sugerencias de espiritualidades orientales, para dar a conocer la decisión de conseguir un objetivo, porque no tienen qué comer. Los cristianos realizamos este gesto del ayuno para expresar nuestra voluntad de conversión a la Pascua de Cristo. En medio de una sociedad que estimula al gasto y a la satisfacción de todo tipo, los cristianos hacemos un gesto profético de protesta: el ayuno. Que no consiste tanto en un ejercicio corporal de ascética,


sino que quiere ser el lenguaje simbólico de una actitud interior. Lo realizamos con alegría, sin alardes de virtud, sin buscar el aplauso y la admiración de los hombres: cuando ayunéis no os pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan (Mt 6,16). Lo hacemos con una dimensión comunitaria: toda una comunidad parroquial, apostólica, religiosa, o familiar asume un compromiso colectivo de ayuno con consecuencias económicas de ayuda a los más necesitados. Es un gesto que siempre seguirá siendo educador y pedagógico: que a la vez nos ayuda a expresar nuestro control sobre nosotros mismos y a abrirnos a Dios y a nuestros hermanos. Ayuno grato a los ojos de Dios. Tiende la mano a tu enemigo. Mantén una atmósfera de paz en tu trabajo y en tu familia. Ten valentía y confiesa tu fe en Cristo cuando sea necesario. Descubre las necesidades de los más próximos. Libérate de algún capricho: alcohol, tabaco, T.V. Busca el silencio "En el corazón de la sabiduría de Israel encontramos un vínculo profundo entre la fe en el Dios que levanta del polvo al desvalido (Sal 113,7) y la justicia para con el prójimo. Lo expresa bien la misma palabra que en hebreo indica la virtud de la justicia: sedaqad,. En efecto, sedaqad significa, por una parte, aceptación plena de la voluntad del Dios de Israel; por otra, equidad con el prójimo (cf. Ex 20,12-17), en especial con el pobre, el forastero, el huérfano y la viuda (cf. Dt 10,18-19). Pero los dos significados están relacionados, porque dar al pobre, para el israelita, no es otra cosa que dar a Dios, que se ha apiadado de la miseria de su pueblo, lo que le debe. No es casualidad que el don de las tablas de la Ley a Moisés, en el monte Sinaí, suceda después del paso del Mar Rojo. Es decir, escuchar la Ley presupone la fe en el Dios que ha sido el primero en escuchar el clamor de su pueblo y ha bajado para librarle de la mano de los egipcios (cf. Ex 3,8). Dios está atento al grito del desdichado y como respuesta pide que se le escuche: pide justicia con el pobre (cf. Si 4,4-5.8-9), el forastero (cf. Ex 20,22), el esclavo (cf. Dt 15,12-18). Por lo tanto, para entrar en la justicia es necesario salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia. En otras palabras, es necesario un éxodo más profundo que el que Dios obró con Moisés, una liberación del corazón, que la palabra de la Ley, por sí sola, no tiene el poder de realizar. (Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2010, «La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo» (cf. Rm 3,21-22))

El camino: Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme (Lc 5,27).


La vida cristiana es seguir a Jesús, es hacer camino. Los primeros cristianos identificaron con frecuencia la fe con el camino (Hch 9,2). Pablo habla de la carrera de un cristiano (Ga 2,2; 5,7; 1 Co 9,24-26). La Iglesia peregrina en a tierra, la Iglesia en marcha (LG 9) es la expresión

simbólica de un pueblo que persigue una meta y para ello se pone en camino. Como Israel en el A.T. caminó como pueblo hacia la libertad, la Iglesia está siempre en marcha. Las diversas clases de procesiones, peregrinaciones y desplazamientos dentro de las celebraciones en la Cuaresma, son como un símbolo de esta realidad. La comunidad: Sale de un lugar, abandona una situación y un estilo de vida, se convierte, camina en unión , unos con otros en fraternidad, subrayando así la comunitariedad de su camino. Hacia una meta , que puede ser un santuario, una iglesia, o el altar para la comunión: siempre un lugar simbólico del misterio cristiano, en un proceso de identificación con lo que éste requiere significar. El marchar , el caminar en la vida cristiana y más en la celebración, viene a ser una parábola de la Iglesia en camino. Una comunidad escatológica que en cierto modo se trasciende a sí misma y avanza hacia la meta propuesta. Que se siente peregrina, sin afincarse excesivamente ni en un lugar ni en una situación. El Caminar es una expresión de que viajamos con esperanza, con los pies en el hoy y aquí y convencidos de la presencia de Cristo en medio de nosotros, compañero de camino, como en Emaús: Cristo es el camino.

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/lent/docu ... p.html

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ITINERARIO CON LOS NIÑOS HACIA LA PASCUA 1. CUARESMA: TIEMPO PARA ABRIR LAS MANOS Abre las manos se llenarán, cuando las cierras, no pueden recibir ni dar! Busca ideas para tenerlas bien abiertas durante la semana. Benedicto XVI Cuaresma 2011 El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida Evangelio del 1er domingo de Cuaresma: Mc 1, 12- 15 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» ORACIÓN Jesús te retiraste al desierto para escuchar y encontrarte con tu Padre. Allí te esperaba Satanás para tentarte, pero con la fuerza de Dios le venciste: Pasaste la vida haciendo el bien, anunciando el Reino, la Buena Nueva. Quiero acercarme a ti,


mirarte cara a cara, ver tu rostro. Quiero abrir las manos para acoger, vivir y anunciar la Buena Nueva. 2. CUARESMA: TIEMPO PARA ESCUCHAR ¿Os dais cuentas que las orejas las tenemos siempre abiertas? Oímos muchos ruidos en la calle, en casa, en el colegio pero no siempre escuchamos. Cuando escuchamos prestamos atención, nos abrimos a lo que se nos dice, nos fiamos. Durante esta semana procuremos estar atentos, prestemos atención, Dios nos habla. Benedicto XVI El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5). Evangelio del 2º domingo de Cuaresma: Mc 9,1- 9 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.» Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos . ORACIÓN Qué bien se está aquí Señor , dijeron tus amigos. Nosotros queremos subir contigo a la montaña, descalzarnos


y entrar despacito, en silencio, de puntillas, pisar esta tierra santa donde hablas y revelas tus secretos. Ábrenos el oído para escucharte, los ojos para verte. 3. CUARESMA: TIEMPO PARA AMAR, PARA VOLVER A LAS FUENTES Cuando amas es cómo si tuvieras un fuego en el corazón, una fuente de agua viva que brota en ti. ¿Sabes dónde arde el fuego del amor? ¿Dónde tiene la fuente su manantial? En el corazón de Dios. Sí nuestro Dios es como un sol que quiere calentar nuestra casa, si le abrimos las ventanas, entra nos alegra y calienta a todos. Cómo tengo las ventanas de mi casa? ¿Recibo y comparto el amor de Dios? Cuando me enfado, soy violento, no comparto, no escucho, es como si cerrase las ventanas de mi casa me quedo envuelto en la oscuridad y el frío. Es como si tapase la fuente con tierra y arena. Pero si abro las ventanas y dejo corre el agua allí me encuentro de nuevo con Jesús, la luz, el caudal inagotable, la fuente de agua viva que sacia la sed. Como le sucedió a la Samaritana Benedicto XVI La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14): Evangelio Jn 4, 5-42 Jesús llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.» «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.» Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en


él en fuente de agua que brota para vida eterna.» Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.» ORACIÓN Estamos cansados, como después de una larga marcha en el desierto, sin encontrar el manantial. Nos pesa la mochila, nos duelen los pies ¿Dónde está la fuente? Tenemos sed del agua viva, la que brota de tu corazón, Jesús. Venimos con nuestro cubo vacío y tú te acercas. Siempre nos esperas en el brocal del pozo. Gracias Jesús por estar allí. Danos de beber, llena nuestro cubo de agua, llénanos de tu vida. 4º. TIEMPO PARA ABRIR LOS OJOS, TIEMPO PARA MIRAR Mirar como Jesús, con benevolencia, sin juzgar por las apariencias. Los hombres juzgan por las apariencias, pero Dios juzga el corazón (1Sam. 16, 7). Durante este tiempo de Cuaresma podemos pedir a Jesús que abra nuestros ojos a la fe en Dios. Como el ciego, queremos recobrar la vista ver el rostro de Jesús. Benedicto XVI El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38) Durante este tiempo de Cuaresma pedimos a Jesús que abra nuestros ojos a la fe en Dios. Como el ciego, queremos recobrar la vista ver el rostro de Jesús. Mirar como Jesús, con benevolencia, sin juzgar por las apariencias. Los hombres juzgan por las apariencias, pero Dios juzga el corazón Evangelio Jn 9, 1-41 Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento . Jesús escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate


en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo. Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?» Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece.» Pero él decía: «Soy yo.» Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?» El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: "Vete a Siloé y lávate." Yo fui, me lavé y vi.» ORACIÓN Jesús, como el ciego quiero verte. Quítame las vendas de los ojos. Veo todo borroso, sácame el polvo Limpia todo lo que me impide ver claro Quiero mirar a los demás como tú siempre nos miras 5º. TIEMPO PARA PONERSE DE PIE YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA Jesús devuelve la vida a Lázaro Eres un hombre de pie, bien vivo, sigues a Jesús Abres: las manos para dar y recibir; los oídos para escuchar y prestar atención, el corazón para amar, los ojos para ver y mirar como Jesús. Benedicto XVI Jesús devuelve la vida a Lázaro Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). Evangelio Jn 11, 1-45 Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo."Al oírlo Jesús, dijo: "Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por


ella."Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro . "Dijo esto y añadió: "Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle."Le dijeron sus discípulos: "Señor, si duerme, se curará."Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él."Entonces Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá."Le dice Jesús: "Tu hermano resucitará."Le respondió Marta: "Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día."Jesús le respondió: "Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?"Le dice ella: "Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo." Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: "El Maestro está ahí y te llama .. "Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él . Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto."Viéndola llorar Jesús se conmovió interiormente, se turbó y dijo: "¿Dónde lo habéis puesto?" Le responden: "Señor, ven y lo verás."Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: "Mirad cómo le quería."Pero algunos de ellos dijeron: "Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?"Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: "Quitad la piedra." Le responde Marta, la hermana del muerto: "Señor, ya huele; es el cuarto día."Le dice Jesús: "¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?"Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado."Dicho esto, gritó con fuerte voz: "¡Lázaro, sal fuera!" ORACIÓN Jesús, ¡Cuanto querrías a tus amigos! Te gustaba ir a verles,


a descansar con ellos Lloraste con ellos, entiendes de nuestras penas y sufrimientos. Jesús eres la Vida verdadera el que cree en ti y te sigue vivirá para siempre. Quiero fiarme de ti, aumenta y fortacele mi fe, mi confianza. ERES LA VIDA Y LA RESURRECCIÓN

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