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TIEMPO INTERIOR

MAYO 2011

PRIMERA QUINCENA

IMÁGENES DE LAJOAQUÍN BIBLIA GÓMEZ PALACIOS JOSÉ

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MAYO 2011 Domingo 2 de PASCUA A

PALABRA

DE DIOS Tomás, no seas incrédulo, sino creyente Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. Juan 20,19-31

COMENTARIO Los relatos evangélicos referidos a las apariciones de Jesús resucitado no se cansan de repetir que las relaciones entre Jesús y sus discípulos no terminaron con la muerte del Maestro. El acontecimiento de la resurrección cambió todo lo ocurrido hasta entonces entre Jesús y su comunidad. El Jesús traicionado, derrotado, ajusticiado y abandonado por sus discípulos, pasa a ser el Señor Resucitado que congrega de nuevo a su comunidad. Y el grupo de seguidores, antes egoístas e interesados en un poder político, ahora tienen como norte la igualdad, la fraternidad y la solidaridad. Todo esto se encarna en Tomás, uno de los discípulos de Jesús que aparece en pocas ocasiones en el evangelio. Sin embargo, el gesto que de él relata hoy el evangelio, le convierte en un símbolo que trasciende tiempos y lugares. Tomás parece ser que no formaba parte del grupo de pescadores. Debió tener otro oficio. El nombre de Tomás es arameo, pero siempre se cita con su traducción griega, «Dídimo» (Mellizo). Este dato nos indica que probablemente poseía una formación griega, lo que le haría más dado a reflexionar desde la lógica y el racionalismo que caracterizó al pensamiento helenístico. Por las veces que aparece en el evangelio de Juan, gozaba de un cierto prestigio en el grupo de discípulos por su actitud realista y por la cautela en no aceptar sin más las afirmaciones.

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Jesús le tenía en gran estima, puesto que le dedica una aparición en exclusiva a él, mostrándolo como símbolo de lo que podía ocurrir con muchos cristianos de épocas posteriores. Es muy interesante la expresión que dice Tomás para reconocer a Jesús como Señor Resucitado: «¡Señor mío y Dios mío!» Esta expresión nos ha llegado cargada de resonancias religiosas. Es fácil entender que, tras introducir los dedos en las llagas de las manos y en las heridas del costado, Tomás se convence de que Jesús en persona ha resucitado. Sin embargo esta expresión cumple también una segunda misión: la de afirmar que el único Señor es Jesús. Y esto es así por la frase puesta en labios de Tomás, es la misma frase con la que quería ser saludado y reconocido el Emperador de Roma, atribuyéndose rasgos divinos. Los primeros cristianos, al poner esta frase están reivindicando que el único Señor es Jesús resucitado... y no el emperador. La tradición dice que este apóstol extendió el evangelio en Oriente, concretamente en Madrás (India), donde ya existían comunidades cristianas hacia el siglo II. La redacción del evangelio trasciende la figura concreta de Tomás... Tomás está ahí para que el evangelista subraye una frase importante dicha para el futuro: «Dichosos los que crean sin haber visto». Esta frase es una nueva «bienaventuranza» para todos aquellos cristianos que no habían conocido Jesús de Nazareth, y sin embargo creían en él.

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mayo2011 lunes 2 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS Nacer de agua y de Espíritu Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que haces si Dios no está con él». Jesús le contestó: «Te lo aseguro quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios». Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañe de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Juan 3,1-8

COMENTARIO La figura de Nicodemo aparece en repetidas ocasiones en el evangelio. Era miembro del Sanedrín. Sin embargo existen códices tardíos en los que es incluido como discípulo de Jesús. Gozaba de prestigio entre sus colegas, lo que le permitió acercarse a Jesús y escuchar directamente su doctrina. Incluso hay autores que le sitúan claramente entre los discípulos de Jesús. Se comprometió con Jesús de Nazareth no sólo aceptando sus enseñanzas, sino también llevando mirra y áloe para ungir su cadáver, comprometiendo de esta forma su buena posición ante un Sanedrín que había condenado a Jesús. Su nombre significa «victoria del pueblo» En el relato de hoy, Nicodemo se muestra tardo a comprender. Parece que no entienda nada de lo que Jesús le está diciendo. Se trata de una «ignorancia literaria». Esta ignorancia lo que busca es dar pie al evangelista para expresar lo que piensa sobre el nuevo nacimiento que supone el bautismo, práctica ya extendida entre las primeras comunidades. El hecho de que Nicodemo aparezca hasta por tres veces en el evangelio de Juan es entendida por algunos autores como la siguiente afirmación: Hasta los miembros del Gran Consejo, incluidos los fariseos, pueden convertirse en discípulos de Jesús y aceptar su mensaje.

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Nacer del agua y del Espíritu Los primeros cristianos comenzaron a practicar el bautismo desde sus orígenes. La palabra bautismo hunde sus raíces en el verbo griego «baptizein» que significa ‘sumergir’. Ya los profetas del Antiguo Testamento decían: «Lavaos, purificaos, quitad de mi vista vuestras malas acciones...» «Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados...» La purificación ritual con agua era habitual. Juan Bautista practicó este ritual como signo de conversión y arrepentimiento. Jesús de Nazareth fue discípulo de Juan Bautista y recibió de sus manos el bautismo de conversión en río Jordán. Los primeros cristianos practicaban este ritual como «paso a través del agua». Pasar a través del agua significaba unirse a Jesús y pasar simbólicamente con Él, de la muerte a la vida; de la cruz a la resurrección. Por este motivo utilizaban unos pequeños estanques de agua en forma de cruz (Ver imagen). El bautizado se sumergía en el agua descendiendo desnudo por unas pequeñas escaleras. Emergía por el lado contrario. Allí era revestido con una vestidura blanca. Se hallan estanques (batipsterios) en aquellos lugares donde hubo comunidad cristiana primitiva.

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mayo2011 MARTES· FELIPE Y SANTIAGO, Ap.

PALABRA

DE DIOS Vendremos a él y haremos morada en él Dijo Jesús a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él». Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?» Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama, no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando lo que os he dicho». Juan 14, 21-26

COMENTARIO En el texto de hoy aparece la promesa de Alguien que se va a encargar de cuidar y llevar a la comunidad cristiana a la plenitud la vida ofrecida por Dios. Este «Alguien» es el Espíritu Santo. El evangelio de Juan le define como el «Paráclito». Se trata de una expresión tomada del vocabulario jurídico griego. Significa: abogado, procurador, defensor... (parakletos) El evangelio de Juan está preocupado porque las comunidades cristianas (iglesias), que comienzan a ser numerosas, gocen de una vida espiritual rica y sostenida en el tiempo; una vida con calidad espiritual. La presencia de Dios sigue estando garantizada mediante la acción del Espíritu Santo que cuidará la calidad de vida de las comunidades. Pero es indecoroso pensar que Dios está muy preocupado por la calidad de nuestra vida espiritual, y apelar a la acción del Espíritu en nuestro interior personal, cuando existen miles de millones de personas que no tienen garantizados los mínimos vitales para poder sobrevivir con dignidad. Creer que Dios Padre nos envía el Espíritu para llevar a plenitud la vida nacida de la resurrección de Jesús, supone hacer una opción por ampliar esta vida a todos los hombres y mujeres del mundo, especialmente a aquellos que sufren la exclusión y no tienen «ningún defensor» (Paráclito) que haga escuchar su voz.

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El educador cristiano cuida la existencia de los chicos y chicas con quienes comparte su tarea pedagógica. Se esfuerza para que la calidad de vida crezca y se desarrolle en todos sus aspectos y dimensiones. Se convierte en «paráclito» (defensor y abogado) de aquellos que carecen de los mínimos necesarios para vivir una existencia con calidad. Dirige su mirada de predilección a los más necesitados para que tengan vida en abundancia. Se atreve a mirar la vida desde la óptica de los jóvenes.

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mayo2011 miércoles 2 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: - «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya esta juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.» Juan 3, 16-21

COMENTARIO Nicodemo es un doctor de la Ley que admira a Jesús. Acude a Jesús por la noche porque teme a sus colegas los Maestros de la Ley, y porque tal vez espera que Jesús le revele algún misterioso secreto. Y Jesús le va a revelar tres símbolos comprensibles para un Doctor de la Ley. Primero: La serpiente del desierto (Num 21, 4-9). Segundo: El Padre que entrega al Hijo. Tercero: La luz que vence la tiniebla. La serpiente del desierto Este primer símbolo está tomado de la cultura oriental. Los médicos antiguos llevaban un bastón, de metal o de madera, que tenía grabada la figura de una serpiente, símbolo de la vida y de poderes curativos. El Antiguo Testamento narra cómo Moisés utilizó este símbolo: Levantó una serpiente de bronce sobre un poste de madera para curar al pueblo descarriado. Las primeras comunidades vieron en la imagen de Jesús levantado en una cruz de madera, algo parecido a lo que hizo Moisés. Porque Jesús, siendo levantado en la cruz, trajo la curación y la salvación al nuevo pueblo.

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Dios Padre entrega a su hijo Jesús El segundo símbolo nos presenta a Dios como un Padre generoso que ama tanto la humanidad que no duda en entregar a su propio Hijo. Este símbolo le debió resultar difícil de entender a Nicodemo, que como buen maestro de la Ley esperaba que el Mesías se manifestara entre cataclismos celestes y signos de poder. Jesús se manifieswww.salesianos.edu


ta en su amor por todas las personas, en su servicio al pobre, en su aprecio por los excluidos; en todo aquello que es débil, frágil y sin importancia para quienes ambicionan el poder. La luz y las tinieblas El símbolo de la luz que vence la tiniebla es típico en el Evangelio de Juan, porque sus comunidades estaban sumergidas en una cultura filosófica que entendía el mundo y la historia como una lucha entre el bien y el mal; entre la luz y las tinieblas. Por eso dirá en multitud de ocasiones que Jesús es la Luz que vence a las tinieblas, es decir, al dolor, la muerte, la soledad. Los tres símbolos nos ayudan a comprender que la misión de Jesús consiste en trasformar situaciones de muerte en esperanza de vida. El educador cristiano es «elevado» frente a los chicos y chicas para darles motivos de vida y esperanza. Y lo hace con la actitud de Jesús: ofreciéndose y entregándose, apreciando a los más débiles y necesitados. El educador cristiano se convierte en «luz» que ilumina el camino de los muchachos y muchachas. No sólo enseña conceptos, sino que guía el crecimiento, propone valores y forma con una educación integral.

La serpiente de bronce, antiquísimo símbolo de salud y curación

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mayo2011 jueves 2 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS El que cree en él tiene vida eterna Juan Bautista decía: «El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él» Juan 3, 31-36

COMENTARIO El texto de hoy hace referencia a palabras pronunciadas por Juan Bautista. Pero el Juan Bautista que aparece aquí reflexionando no es aquel que anunciaba la llegada inminente del Reino de Dios. Cualquier cristiano nota la gran diferencia entre la predicación del Juan Bautista que nos pintaba el evangelio de Lucas durante el Adviento y la del Juan Bautista que nos presenta el evangelio de Juan. El primero es fogoso, práctico, concreto, como un hombre que se enfrenta a las injusticias de las estructuras (Lc 3,1-20). Así le veíamos durante el mes de diciembre, en el Adviento. Viéndole tan entregado es fácil comprender que murió a manos de Herodes Antipas en la fortaleza de Maqueronte por denunciar su vida llena de injusticias.

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Al Juan Bautista del Evangelio de Juan lo vemos calmado, reflexivo, sugerente, como un teólogo que trata de darnos una enseñanza sobre el Dios que orientó la vida y misión de Jesús. Quien está hablando no es alguien que conoce a Jesús con ojos terrenales. Es alguien que ya se ha adentrado en el misterio de Jesús resucitado. Por eso, no es el Juan Bautista del Jordán el que realmente habla, sino la comunidad del Resucitado que pone en boca del Bautista las grandes conclusiones a las que llegaron aquellos cristianos después de que Jesús superó las ataduras de la muerte. Una de estas grandes conclusiones es la siguiente: La fe en Jesús resucitado es un gran acto de fe que engloba pequeños actos de fe.

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Creer en Jesús resucitado, supone creer también: - que la vida brota de la entrega... - que Jesús ha abierto el camino para que el bien y la esperanza triunfen... - anunciar vida y hacer que ésta se palpe en la historia. No se puede afirmar la fe en la resurrección y andar diciendo por ahí, con lamento pesimista, que este mundo va cada vez peor y que la persona humana no tiene solución ni arreglo... No se puede creer que Dios dio una vida nueva a Jesús crucificado, y acto seguido eludir un serio compromiso para que tengan vida todos los «crucificados» de la historia... El educador cristiano no sólo cree y enseña que Jesús ha resucitado, sino que aplica esta fe a su compromiso educativo: Confía en cada uno de los niños y jóvenes, cree en su crecimiento positivo más allá de dificultades ambientales y sociales, no da por perdidos a esos niños y adolescentes que presentan problemas, diciendo que «son carne de cañón»... El educador cristiano halla sentido a su actividad asumiendo un serio compromiso por «los pequeños crucificados en la escuela».

La fortaleza de Maqueronte

Mar Muerto desde Maqueronte

Juan Bautista fue un valiente profeta que no dudó en denunciar la vida llena de injusticias del rey Herodes Antipas. Por esta causa fue encarcelado en la fortaleza de Maqueronte, cercana al Mar Muerto; lugar en el que el rey celebraba fiestas y banquetes. En una de estas fiestas tuvo lugar el baile de la joven Salomé, hija de Herodías. La danza gustó tanto al rey que prometió cualquier regalo. La madre de la joven pidió la cabeza del Bautista. Camino hacia la fortaleza de Maqueronte

Techo de la sala de baños Acueducto de Maqueronte

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mayo2011 viernes 2 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS Multiplicación de los panes Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacia con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: “¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?” Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces, pero, ¿qué es eso para tantos?» Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo» Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado, que nada se desperdicie». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. Juan 6, 1-15

COMENTARIO Los milagros del evangelio no son narrados como hechos sobrenaturales, (eran hechos habituales en la cultura griega, judía y egipcia de aquellos tiempos), sino como signos de un cambio profundo. El contenido liberador del milagro de la multiplicación de los panes fue la transformación interior que Jesús obró en quienes ofrecieron lo que tenían: cinco panes de cebada y dos peces en salazón. Cuando una comunidad cristiana comparte lo que tiene, se produce el milagro de la solidaridad. Muchos estudiosos bíblicos consideran este relato como un paralelismo entre Jesús y el Buen Pastor, del que dice el salmo 23/22: «El Señor es mi Pastor, nada me faltará. Él me hará descansar sobre verdes prados» El texto acentúa la idea de que Jesús es el Buen Pastor anunciado Ezequiel de forma magistral en el capítulo 34 de su libro. El texto del evangelio subraya que «había mucha hierba en aquel sitio», en estrecho paralelismo con el lugar hacia el que conduce el Buen Pastor al rebaño: «me hará descansar en verdes prados» El texto también es una clara referencia a la Eucaristía: El evangelio de Juan no cita las palabras de Jesús sobre el pan y el vino en la Última Cena, pero pone el texto de la «multiplicación de los panes» para que las primeras comunidades reflexionen sobre la Eucaristía que ya celebraban con asiduidad.

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Hay otra frase que complementa lo anterior: “Doscientos denarios no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo de pan”. Representa la actitud negativa de quienes creen que ante los problemas no se puede hacer nada... que existen dificultades insalvables... que la fe en Jesús no está para solucionar problemas tan materiales... Jesús quería corregir en sus discípulos un seguimiento y una fe sin repercusiones y sin compromiso en la vida diaria. En nuestro tiempo de globalización económica, la brecha entre el Norte y el Sur se abre cada vez más. Se ha generado un abismo insalvable entre las sociedades desarrolladas y los miles de millones de personas excluidas de la riqueza mundial. La crisis económica hace mella entre los más débiles de las sociedades desarrolladas. No es legítimo un cristianismo que se desentienda de los problemas de los más pobres. El educador cristiano enseña a los chicos y chicas, en su tarea habitual de cada día, a realizar el milagro cotidiano de la solidaridad. En primer lugar en el interior de su clase, facilitando gestos y acciones que eduquen para la fraternidad. En segundo lugar, abriéndoles a la mundialidad e inculcando aquellos valores que construyen una historia solidaria.

Tabgha. Multiplicación de panes y peces Tabgha, el sitio donde la tradición sitúa la multiplicación de los panes y los peces, se encuentra cerca de la orilla noreste del Mar de Galilea, a 2,5 kms. al sur de Cafarnaúm.

Mosaico que recuerda el milagro. Siglo IV. Tabgha. Vista desde el Mar de Galilea

El nombre "Tabgha" es una contracción en árabe de la palabra griega Heptapegon (el lugar de los siete manantiales). Algunos manantiales fluyen todavía en esta zona. La peregrina Egeria, que visitara el lugar en el año 383, menciona un prado lleno de verdor en el que se decía, ya entonces, que Jesús alimentó a la multitud con cinco panes y dos peces. Esta peregrina gallega menciona un edificio religioso; una ermita levantada sobre la piedra en la que Jesús colocó el pan para dividirlo y repartirlo entre la gente.

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mayo2011 sábado 2 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS Soy yo, no temáis

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban. Juan 6, 16-21

COMENTARIO Como una consecuencia de la multiplicación de los panes, el pueblo quiere proclamar a Jesús como rey y Mesías. Acaban de ver en Él a la persona que puede librarles de las miserias y dominaciones que padece el pueblo de Israel. Pero Jesús huye y se retira en soledad a la montaña. Su estilo no es el de un Mesías dominador y poderoso. Los discípulos abandonan al Maestro. Tal vez ellos preferían a un Jesús dominador, cargado de fuerza y poder, y no a un Jesús animador de la solidaridad y la fraternidad. Y se embarcaron mar adentro, sin importarles dónde estaba Jesús. De esta forma el evangelista crea dos escenarios geográficos distintos y cargados de diverso significado: - Jesús está en la montaña; lugar de la presencia de Dios; lugar de humildad, oración, sencillez y preparación para el tiempo nuevo. - Los apóstoles se hallan en un mar oscuro, lleno de tinieblas y olas encrespadas; símbolo de los poderes del mal. Los discípulos, huyendo del proyecto de Jesús, navegan en medio de tinieblas y sobre un mar picado, signo de las fuerzas negativas.

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Cuando los discípulos se tropiezan con Jesús caminando sobre las aguas, se quedan sorprendidos y espantados. En primer lugar porque, según afirmaba la escritura en el libro de Job, «tan sólo Dios puede caminar sobre el dorso del mar». Pero su asombro se hace más grande cuando Jesús les dice: «Soy yo, no temáis». La expresión «soy yo», en la versión griega de la Biblia, se traduce por «Ego eimí», y se utiliza tan sólo www.salesianos.edu


para definir a Dios. Más concretamente para definir al Dios que ha decidido liberar a los esclavos hebreos que son explotados en las tierras bajas del país del Nilo. Jesús, con el gesto de «ir a la montaña» y «caminar sobre las aguas» está anunciando a sus discípulos que el camino de Dios es la sencillez, la humildad y la propia entrega. La tormenta se calma; cosa normal en el Mar de Galilea, que se halla hundido a 209 metros bajo el nivel del Mediterráneo. Ciertos vientos dominantes del Mediterráneo, se encajonan violentamente y provocan tempestades que levantan olas de hasta dos metros de altura. Estas bruscas tempestades no duraban más de media hora, pero eran suficientes para hacer zozobrar a las pequeñas embarcaciones pesqueras del siglo I.

Tempestad en el Mar de Galilea El Mar de Galilea fue testigo de la mayor parte de la vida pública de Jesús. Se trata de un lago situado en una fosa tectónica. La superficie de las aguas de este pequeño Mar interior se hallan a 209 metros bajo el nivel del mar. Esta situación provoca frecuentes tempestades con olas de hasta dos metros de altura. El lago mide 22 Km. de largo por 13 de ancho (similar a la Albufera de Valencia) Las barcas utilizadas en tiempos de Jesús medían alrededor de 8 metros de longitud por 2’5 de anchura. Cuando el viento era favorable, extendían su vela rectangular. Ocasionalmente eran impulsadas a remo.

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mayo2011 Domingo 3 de PASCUA A

PALABRA

DE DIOS

Le reconocieron al partir el pan Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús. distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. El les dijo: “¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?” Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?” Él les preguntó: “¿Qué?” Ellos le contestaron: “Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperabamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron” Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?» Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída” Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escritura?” Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros que estaban diciendo: “Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Lucas 24, 13-35

COMENTARIO Hoy leemos una de las narraciones más bonitas del Evangelio: El relato de los discípulos de Emaús. Es la historia de dos discípulos abatidos y derrotados en encuentran la esperanza yendo de camino. La localización de la ciudad de Emaús resulta problemática, porque a la distancia de los 60 estadios (11 kilómetros) que cita el evangelio, no hay ninguna ciudad llamada Emaús. La Emaús existente se hallaba a 160 estadios (a 31 kilómetros). Parece ser que esta diferencia se debe a errores de amanuenses. La palabra Emaús hace referencia a «fuentes termales». En la ciudad que se halla a 31 Km. existen tres de estas fuentes cuyas aguas se conducía a través de canales. Fue un lugar de luchas nacionalistas, primeramente contra la invasión griega y posteriormente contra la dominación romana. Cien años después de la muerte de Jesús, esta ciudad fue destruida totalmente por los ejércitos romanos. Pero la narración que leemos no centra su interés en datos geográficos. Sobre este escenario, se muestra cómo los creyentes deben hacer un «camino» de fe que les lleve a encontrarse con Jesús resucitado. Este relato es una «catequesis» para las primeras comunidades cristianas. Las etapas progresivas de este camino están puestas en boca de los dos discípulos que caminan a Emaús. Son en síntesis:

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- Los discípulos no descubren a Jesús cuando ven la vida desde la muerte. Jesús no pasa de ser un fracasado y ellos unos pobres decepcionados. www.salesianos.edu


- Los discípulos no descubren a Jesús cuando piensan que las estructuras injustas y el mal triunfan siempre. «Pensábamos que él iba a liberar a Israel, pero... » - Los discípulos comienzan a entrar poco a poco en la luz, con una nueva interpretación de las Escrituras en las que se da sentido al esfuerzo y al sacrificio por transformar la realidad. - Los discípulos descubren a Jesús cuando se abren al necesitado que camina con ellos, acogiéndole y ofreciéndole todo lo que tienen; compartiendo: “Quédate con nosotros, la tarde está cayendo y se termina el día”. - Los discípulos encuentran a Jesús vivo y solidario en la celebración de la Eucaristía: «Tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio» - Los discípulos prolongan el encuentro con Jesús poniéndose en camino para comunicar la esperanza que han encontrado.

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mayo2011 lunes 3 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS Trabajad por el alimento que perdura

Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo has venido aquí?” Jesús les contestó: «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios». Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?» Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Juan 6, 22-29

COMENTARIO El episodio de «La multiplicación de los panes», y sus consecuencias, es uno de los pocos que aparecen simultáneamente en los cuatro Evangelios. Ello manifiesta la gran importancia que tuvo la multiplicación de los panes para la teología del Nuevo Testamento. La gente se pone a buscar a Jesús. Y Jesús, con plena lucidez, analiza las razones y los motivos de esta búsqueda. Y les dice una frase muy interesante: «Me buscáis no porque visteis signos, sino porque habéis comido pan hasta saciaros» La esencia de un milagro está en el contenido liberador que provoca. No es lo exterior lo que define al milagro bíblico. Es posible que el acontecimiento externo nos admire y nos fascine, pero un hecho sobrenatural no es de por sí un milagro en el evangelio. El milagro del evangelio une siempre al acontecimiento externo, un significado profundo que ayuda a liberar el interior de la persona.

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En la «multiplicación de los panes» el contenido interior del milagro no había sido el que la gente se saciara de pan y peces, sino este otro: Que el pueblo y sus discípulos entendieran que el dinero no es la única vía para resolver los problemas... que las dificultades hay que enfrentarlas comunitariamente y no sacudírselas de encima... y, sobre todo, que la solidaridad es la fuerza que una comunidad tiene para salir adelante, frente a todos los imposibles: hambre, enfermedad, paro y trabajo precario, injusticias, etc. www.salesianos.edu


A Jesús le duele que lo busquen por lo externo del milagro. Creer en Dios Padre y su enviado significaba no esperarlo todo de él en forma pasiva, sino comprometerse en unión con otros a cambiar la propia situación haciendo experiencias de fraternidad. El signo de la multiplicación de los panes no se hizo para encerrar al grupo de creyentes en la comodidad de tener quien lo alimentara, sino para abrirlo a la solidaridad. Compartir lo que se tiene es lo que transforma la realidad desde el interior. El educador cristiano no está llamado a hacer milagros en su aula o grupo. Toda su persona debe convertirse en «milagro» para los chicos y chicas. Es decir, está llamado a ser un signo positivo que oriente la vida de los jóvenes, les dé profundidad y les encamine hacia la libertad que Cristo inauguró con su muerte y resurrección

Trabajad por el pan que perdura

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10

mayo2011 martes 3 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS Yo soy el pan de la vida

Dijo la gente a Jesús: “¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Les dio a comer pan del cielo»”. Jesús les replicó: “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo” Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan». Jesús les contestó: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed». Juan 6, 30-35

COMENTARIO Para los judíos hubo un «pan del cielo» que comieron durante su estancia en el desierto: El maná. Este «pan» especial con el que se alimentaba el pueblo de Israel en su caminar por el desierto, forma parte de las imágenes de la religiosidad popular. El maná tiene una explicación natural: Existe una especie de árbol en la península del Sinaí, conocido como «tamarix mannifera», en el que viven dos tipos de cochinilla que segregan gotas de un producto apto para la alimentación humana. Estas gotas son del tamaño de una lenteja pequeña. Las secreciones gotean por la corteza del árbol con el calor, y se endurecen con el fresco de la noche. En las primeras horas de la mañana tienen un color blanquecino, que más tarde se transforma en amarillo parduzco. Posee un sabor dulce como la miel. Y puede ser molido y triturado para hacer posteriormente tortas. Su sabor era como el de torta amasada con aceite. Parece ser que su denominación proviene la palabra egipcia «man». En hebreo «maná» significa «¿qué es esto?»

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Por estos motivos históricos, cuando los judíos hablaban de “pan del cielo” no entendían lo mismo que pretende decirles Jesús. De aquí la polémica que plantea el texto de hoy. Jesús les había planteado, después del suceso de la multiplicación de los panes, la necesidad de creer en él, no por el alimento material que les había dado, sino por el alimento imperecedero que les ofrecía; reflejado simbólicamente en el pan y en los peces multiplicados. www.salesianos.edu


Lo imperecedero de Jesús era la solidaridad, la capacidad de enfrentar y resolver los problemas dentro de unos parámetros que no fueran los del dinero. Jesús le invitaba a que descubrieran, tras el pan y los peces, otro «pan» que alimenta la conciencia y la libera. El texto de hoy fue escrito originariamente para ofrecer una enseñanza a los cristianos de las primeras comunidades, que en su mayoría vivían todavía anclados en la antigua religión judía. La enseñanza a estas primeras comunidades cristianas era la siguiente: El «maná» que Moisés dio al antiguo pueblo de Dios, ha quedado como un recuerdo de la historia. Jesús, nuevo guía del nuevo pueblo de Dios (comunidades cristianas) ofrece una nuevo pan que es mejor y más profundo que aquel antiguo «maná» del desierto. Nosotros, cristianos del siglo XXI también hallamos en este texto una enseñanza: Considerar a Jesús “pan del cielo” y objeto de comunión, no es tan sólo participar del pan y vino en la Eucaristía. Comulgar no es tan sólo cumplir con las exigencias de un antiguo ritual. Es, ante todo, asimilar el compromiso que Jesús propuso para la transformación de las personas y la sociedad. El educador cristiano entrega a los chicos y chicas el pan de la cultura y de los valores cristianos. Si la alimentación es necesaria para el crecimiento físico de niños y jóvenes, también lo es la educación en valores y la cultura... Pero la cultura es algo vivo, dinámico y en constante evolución. El educador cristiano no ofrece el «pan de una cultura trasnochada», sino los valores emergentes de una cultura actualizada.

El maná El pueblo de Israel se alimento con el «maná» durante su estancia en el desierto del Sinaí. Este alimento es segregado por el tronco de un árbol del desierto llamado vulgarmente «tamarisco de maná». Las secreciones tienen forma de pequeñas bolitas blancas, del tamaño de una lenteja. De sabor dulzarrón, pueden ser molidas y convertidas en una especie de harina muy nutritiva.

Granos de maná (2 mm) Desierto del Sinaí Tamarix mannifera

Cuando el pueblo de Israel se asentó en Palestina y se hizo sedentario, se alimentó con pan de trigo y cebada. Con el paso de los años el pan se convirtió en un símbolo sagrado. El pan fue considerado siempre como alimento enviado por Yahvé. En el Templo se hallaban permanentemente los «Panes de la Proposición»; doce tortas de flor de harina (una por cada tribu), apiladas en dos montones de seis. Sobre ellas se quemaba incienso. Eran renovadas cada sábado. Jesús de Nazareth otorga al pan un simbolismo sagrado, ya conocido por el antiguo pueblo de Israel. Los evangelistas establecen un paralelismo entre el «maná» (pan bajado del cielo) y Jesús, que se ofrece como alimento en el pan de la Eucaristía.

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11

mayo2011 miércoles 3 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS Yo lo resucitaré en el último día Dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». Juan 6, 35-40

COMENTARIO Jesús inicia el texto de hoy afirmando que Él es «el pan de vida». Para el pueblo de Israel el pan era un alimento tan fundamental que «pan» llegó a significar la alimentación total: ganar el pan con el sudor de la frente, danos el pan nuestro de cada día... La gente sencilla del antiguo pueblo de Israel comía pan de cebada. El pan de trigo estaba reservado a las clases pudientes. En la familia era la mujer quien amasaba harina con agua y un poco de sal. Habitualmente se le agregaba un poco de masa fermentada para dar volumen y hacer esponjoso el pan. Tan sólo en la Pascua, se comía una especie de tortas de pan sin levadura, (pan ácimo), simbolizando el comienzo de un tiempo nuevo. Comer pan ácimo era una antiquísima costumbre del pueblo de Israel, anterior a la salida de Egipto. Pero el pan no sólo hacía referencia a la alimentación. - El pan era un elemento importante en el Templo. Los «Panes de la Proposición» se ofrecían semanalmente a Yahvé sobre un altar de oro, para que Yahvé siguieran dando el alimento a su pueblo e hiciera crecer la vida. Se ofrecían doce panes, uno por cada tribu. Se apilaban en dos montones de seis panes cada uno. En la parte superior se quemaba un poco de incienso. - El pan también representaba a la Ley de Dios (La Toráh). Porque la Palabra de Dios era el alimento espiritual que Dios daba a su pueblo.

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Cuando el evangelio pone en boca de Jesús la expresión «Yo soy el pan de la vida», está haciendo tres afirmaciones teológicas que definen a Jesús de Nazareth: - Jesús es como el pan del sacrificio. Él se ha entregado sobre el altar de la cruz para que el nuevo pueblo de Dios tenga vida. - Jesús es la nueva ley de Dios, en contraposición con la antigua ley de los fariseos. Jesús es la ley que libera a las personas. - La fe en Jesús es como alimento que da una vida nueva. Jesús resucitado es una especie de pan que nutre la vida espiritual, incluso más allá de los límites de la muerte. El educador cristiano se convierte en «pan» para los niños y jóvenes. Se ofrece desde una entrega generosa para facilitar el crecimiento positivo. Se hace cercano y asequible, como el pan que se comparte en familia y amistad. Al mismo tiempo, distribuye el pan de la cultura para que los chicos y chicas crezcan en todas las dimensiones de su persona.

El Papiro Bodmer Los evangelios más antiguos de cuantos se conservan fueron escritos en papiro, y datan del año 150/ 175. Han sido hallados en la cuenca del río Nilo, donde en el siglo II ya se extendieron las comunidades cristianas. Uno de los papiros más antiguo se denomina Bodmer. En sus hojas figura el evangelio de Lucas y Juan tal como los conocemos hoy. Este Papiro ha sido regalado recientemente a la biblioteca del Vaticano. Imagen: Papiro Bodmer

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12

mayo2011 jueves 3 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS El que cree, tiene vida eterna

Dijo Jesús a la gente: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios». Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Juan 6, 44-51

COMENTARIO Una de las dificultades que presenta el evangelio de Juan es su terminología. Maneja conceptos que están cargados de intencionalidad teológica. Cuando el evangelio de Juan habla de “pan del cielo” no se está refiriendo directamente a un pan enviado desde el cielo, sino al hecho histórico del maná del desierto, considerado como algo extraordinario, ya que los israelitas, al levantarse por la mañana, se encontraban con unos granitos blancos adheridos a los tamarindos del desierto; y, al no haberlos visto el día anterior, los consideraban como un regalo llovido o caído del cielo. Frente a este hecho podemos tomar tres actitudes: La primera actitud es historicista: pensar que la falta de principios científicos que explicaran adecuadamente los fenómenos de la naturaleza, es lo que llevó a los judíos a interpretar como milagro un hecho natural. Si lo interpretamos así, el milagro en su dimensión externa desaparece y el relato corre el peligro de perder su contenido liberador interno, y caer en la trampa de ver el suceso del maná solamente como un fenómeno natural, sin ninguna significación de la presencia liberadora de Dios. La actitud opuesta a la anterior es creer que el maná bajó literalmente del cielo. El argumento que ordinariamente se esgrime es que Dios es Dios y que para él no hay nada imposible. Esta actitud, muy frágil, por lo simplona y acrítica, obedece a una idea no histórica de Dios.

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La tercera actitud se fundamenta en la forma que tenían los primeros cristianos de escribir. Frecuentemente realizaban «paralelismos». Y así como el antiguo pueblo de Israel comió en el desierto un alimento que fue la base de su sustento, así la Iglesia (nuevo pueblo de Dios) encuentra en la eucaristía el alimento que le sostiene y le ayuda a configurarse como pueblo de Dios. El educador cristiano explica a niños y adolescentes el significado profundo de la eucaristía y les ayuda a participar de este sacramento que nos une a Cristo.

Tabgha El texto de hoy hace referencia a la reflexión que Jesús hace tras haber multiplicado los panes y los peces. La acción transcurre en la orilla del Mar de Galilea . Una sólida tradición cristiana sitúa este pasaje evangélico en un lugar llamado Tabgha. El nombre griego del lugar es: Heptapegón, que significa «Siete manantiales». Es un lugar de gran belleza y verdor. Actualmente siguen fluyendo los siete manantiales. (En la imagen inferior, uno de ellos) La peregrina Egeria, ya en el siglo IV, describió el paraje como muy bello y apacible.

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13

mayo2011 viernes 3 de PASCUA

PALABRA

DE DIOS El que come mi carne, habita en mí

Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún. Juan 6, 52-59

COMENTARIO En estos días estamos leyendo el capítulo 6º del evangelio de Juan. El desarrollo de este capítulo del Evangelio de Juan es un proceso gradual que va creciendo en interioridad teológica y en tensión: Del milagro de la “multiplicación de los panes” pasa al tema del “maná del desierto”. Del tema del “maná, al tema de “comer la carne y beber la sangre” de Jesús, causa final del rechazo de sus seguidores. «Cuerpo y sangre» equivalía para el antiguo Israel a «la vida». La sangre era el símbolo más fuerte de la existencia. Por ese motivo los antiguos judíos tenían prohibido comer la sangre de los animales. La sangre era la vida... y ésta pertenece a Yahvé. Cuando comían una animal, lo desangraban cuidadosamente a fin de no consumir su sangre. Según la mentalidad judía «la expresión comer la carne y la sangre» supone una fuerte unión personal, no sólo física, sino también en espíritu, ideas y acción. Los cristianos de nuestro tiempo hemos «perdido» mucho tiempo cavilando cómo Jesús está presente en el pan y en el vino... ¡Qué poco tiempo hemos dedicado a adherirnos al proyecto de vida que nace de compartir la Eucaristía! Tras la muerte y resurrección de Jesús los primeros cristianos comenzaron a repetir el gesto de la Última Cena: La Eucaristía. Cuando llevaban ya varias decenas de años repitiendo este gesto del Señor, el evangelio de Juan reflexiona sobre esta práctica ya extendida. Para aquellos primeros cristianos, el problema de la Eucaristía no radicaba

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en comprender de qué misteriosa forma Jesús podía estar presente en el pan y en el vino. El problema estaba en que muchos judíos no llegan a comprender el planteamiento fundamental de Jesús: El Jesús que ellos buscaban era un Jesús poderoso que pusiera en acción sus energías milagreras y les solucionara el problema del hambre. Jesús, por el contrario, buscaba personas que entendieran y se adhirieran a su proyecto de humildad, entrega y sencillez. Para la realización de este proyecto era necesario pasar de la imagen de un Jesús poderoso a un Jesús que se entregaba como las víctimas de los sacrificios, ofreciendo su «carne y sangre». Para el educador cristiano, creer en la Eucaristía no significa solamente aceptar que Jesús está presente en el pan y en el vino. Creer en la Eucaristía significa estar convencido que para transformar el mundo no hay que utilizar el dominio, el poder, la violencia, la ostentación, la competencia y la riqueza... sino el camino de Jesús: la cercanía a los más sencillos, el ofrecimiento y la entrega gratuita de las propias cualidades

Sinagoga de Cafarnaún La sinagoga en la que Jesús ofrecía sus enseñanzas se hallaba situada en Cafarnaún, población ribereña del Mar de Galilea. Es un edificio de planta rectangular que ocupa unos 1.000 metros cuadrados. Deteriorada en la guerra judeo-romana del año 70 d. C. y en conflictos posteriores, fue reconstruida en el siglo II después de Cristo. En su reconstrucción se utilizaron piedras blancas que contrastaban con las originales, que eran de basalto negro. Por este motivo recibió el sobrenombre de «La Blanca». Fue adornada con columnas de bellos capiteles. (Imagen superior) En ella aparece esculpida la Estrella de David más antigua de cuantas se conocen. (Imagen inferior)

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14

mayo2011 sábado 3 de PASCUA · MATÍAS Ap.

PALABRA

DE DIOS Tú tienes palabras de vida eterna

Muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?» Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen». Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie pude venir a mí, si el Padre no se lo concede». Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios». Juan 6, 60-69

COMENTARIO Cafarnaún tendría, en tiempos de Jesús, unos 2.000 habitantes y contaba con una importante sinagoga. En ella se reunían los judíos los sábados para comentar y actualizar la Escritura. La arqueología ha descubierto las ruinas de esta gran Sinagoga que, en tiempos de Jesús, ya era muy importante. Cien años después de la muerte de Jesús fue reconstruida con piedras blancas. Tenía una extensión de casi mil metros cuadrados. Esta sinagoga es citada en documentos antiguos por su belleza. Recibió el sobre nombre de «La Sinagoga Blanca», por el color de las piedras que formaban su exterior. A pesar de ello siempre conservó, (hasta nuestros días) sus cimientos hechos de piedra oscura de basalto. La planta y columnas de esta Sinagoga es una de las visitas obligadas de los peregrinos que se acercan a Tierra Santa. En este escenario Jesús terminó diciendo algo muy simple, pero muy profundo: Que su persona era el verdadero alimento bajado del cielo, superior al alimento de los panes que él había multiplicado, y superior también al maná del desierto. Él era superior porque tenía capacidad de dar vida eterna. ¿Por qué esta propuesta de Jesús terminó siendo dura y escandalosa para los judíos.? Porque la entendieron al pie de la letra. Por eso Jesús pasó a explicarla: No se trataba de que comieran su carne física y humana, como si se tratara de un ritual caníbal; se trataba de participar en un signo que orientaba la vida total del cristiano.

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Comulgar con Jesús no significa consumir la materialidad su carne y su sangre, sino estar unidos con todo el proyecto liberador que Él proclamó con su vida, muerte y resurrección. La comunión con Cristo, y con la comunidad cristiana, transmite capacidad transformadora. Quien se acerca a comulgar debe asumir que lo que da sentido a la vida es entregarse en la familia, en el trabajo, en la acción voluntaria, en el grupo de fe... en la clase y en el aula. En definitiva, ofrecer la propia vida para transformar la realidad, según ejemplo de Jesús. La Eucaristía no es tan sólo una norma religiosa que hay que cumplir semanalmente. Seguir a Jesús afecta a nuestra forma de estar presentes en la común historia de la humanidad. El educador que participa de la Eucaristía, debe vivir también en estrecha unión con aquellos chicos y chicas con quienes comparte la vida. Porque el proyecto de Jesús no se orienta tan sólo a celebrar determinados rituales religiosos, sino a hacer presente la vida y la salvación histórica que Él inició.

Detalles Sinagoga de Cafarnaún

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15

abril 2010 Domingo 4 de PASCUA C

PALABRA

DE DIOS Yo soy la puerta de las ovejas Dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él. porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago, yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante». Juan 10,1-10

COMENTARIO

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En el evangelio de hoy Jesús se presenta como el Pastor que cuida a las ovejas, no sólo las de su aprisco sino también las de otros rediles. Jesús toma esta idea del capítulo 34 del libro de Ezequiel. Este profeta, en un despliegue magnífico, presenta a Yahvé como el Buen Pastor que llegará para defender al pueblo. Ezequiel enumera cerca de veinte acciones positivas va a realizar este Buen Pastor en favor de los más sencillos de su pueblo: Traer, congregar al rebaño disperso, unir, vendar a las ovejas heridas, liberar de nubarrones y oscuridad, buscar las descarriadas, apacentar al rebaño en ricas dehesas, cuidar a los corderos, ahuyentar al lobo, liberar del hambre... La figura de pastor que Jesús asume es la del pastor que busca a la oveja descarriada, y cuando la encuentra se alegra, la recoge y la trae de vuelta al aprisco. Por eso su gozo y su alegría está en que los hombres y mujeres de buena voluntad acojan y asuman su proyecto de vida. Jesús marca diferencias con los pastores mercenarios que huyen cuando intuyen los problemas, abandonando el rebaño y dejando a las ovejas a merced del peligro. (El lobo era el animal depredador que castigaba con mayor frecuencia a los rebaños que pastaba en las inmediaciones del desierto de Judea) Jesús es el Pastor Universal, que llama incluso a los que no pertenecen al judaísmo para que venga a formar parte del rebaño universal, el de los que asumen como él la esperanza del Reino de Dios. www.salesianos.edu


El evangelio de Juan no propone el tema para subrayar la bondad del Pastor Jesús, sino para afirmar su fidelidad y coherencia frente a otros “pastores”. Jesús nos pide que seamos auténticos en nuestra misión y compromiso.

El Buen Pastor El tema del Buen Pastor es uno de los ejes transversales que recorren el Evangelio. A lo largo de muchos siglos el pueblo de Israel maduró una idea nacida de su pasado nómada y pastoril: Yahvé cuida y protege a su pueblo como un buen pastor que ofrece la vida por sus ovejas. El profeta Ezequiel, siglos antes que naciera Jesús de Nazareth, describió magníficamente las acciones de este Buen Pastor en favor de su pueblo. (Ezequiel 34) Jesús de Nazareth hizo suya esta idea y vivió de tal manera que sus discípulos, viéndole, comprendieron que era el buen pastor anunciado por el profeta Ezequiel. La imagen del «Buen Pastor» se halla grabada con profusión en las catacumbas romanas que frecuentaron los primeros cristianos de Roma.

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