Cuaderno de Rutas por los Paisajes Glaciares del Valle de Fornela

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Ancares Leoneses Reserva de la Biosfera

“Cuaderno de Rutas por los Paisajes Glaciares del Valle de Fornela� (Municipio de Peranzanes, Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses)

www.ancaresleoneses.es

2013


“Cuaderno de Rutas por los Paisajes Glaciares del Valle de Fornela” elaborado por Alipio Garcia de Celis, miembro del Comité Científico de la RBALE en el marco del trabajo “Inventario del patrimonio geomorfológico, valoración de la geodiversidad y propuesta de rutas turísticas por los Ancares Leoneses”, y ganador del premio a la Innovación Docente del Consejo Social de la UVa el pasado 12 de Diciembre de 2013. Rutas:  Ruta Básica Valle Fornela  Ruta del Valle del Trayecto  Ruta de bosques de Cariseda  Ruta de Fresnedelo al Mollanedo  Ruta del Valle de Faro  Ruta del Valle de la Braña  Ruta del Valle de Mondiego  Ruta del Valle de Río  Ruta del Valle de Zavuelve y laguna de Guimara


Cuaderno de rutas por los paisajes glaciares del valle de Fornela. Municipio de Peranzanes (RBALE)

Cuaderno de rutas por los

Paisajes Glaciares de Fornela (Municipio de Peranzanes, Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses)

Ruta básica por los paisajes glaciares del valle de Fornela (De Peranzanes a Guímara, en automóvil y con paseos cortos). Resumen: Se trata de un recorrido general por el valle principal, siguiendo el curso del río Cúa, desde Peranzanes hacia Guímara. En los puntos de interés se proponen paradas, alguna de las cuales requiere dejar aparcado el vehículo y dar un paseo más o menos corto. Yendo con tranquilidad y disfrutando de las vistas y las paradas, se puede dedicar a esta ruta un día entero. Se ha diseñado para hacerla en automóvil o en bicicleta, aunque también puede hacerse caminando. Interés: La ruta recorre un gran valle de alta montaña, de magníficos y espectaculares paisajes, en el que destacan sobre todo las huellas que dejaron los glaciares. Se pueden observar cascadas, rocas aborregadas, grandes bloques erráticos, superficies de roca pulida, morrenas, y circos glaciares al aproximarnos a la cabecera del valle. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos nieve y hielo, por lo que la carretera puede estar en malas condiciones y resultar peligrosa. Mapa de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Descripción de la ruta: La ruta se inicia en el pueblo de Peranzanes. Al lado del Albergue Valle de Fornela hay un aparcamiento junto a los bungalows, y desde éste parte una rampa que sube a un mirador. En el mirador tenemos un panel explicativo de un interesante patrimonio industrial: la vieja “línea de baldes”, un teleférico para transporte de carbón que funcionó en el último tercio del siglo XX, y del que podemos contemplar un pequeño tramo restaurado. Aparte de esta curiosidad, el mirador es un punto accesible para tener una primera aproximación al paisaje y a las huellas de los glaciares que modelaron el valle de Fornela. Se puede ver muy bien la forma en “U” que tiene el valle (Foto 1), típica de los grandes valles glaciares, así como las “hombreras”: unos escalones en las laderas que nos indican aproximadamente hasta qué altura llegaba la lengua de hielo (que aquí llegó a tener entre doscientos y trescientos metros de espesor y más de un kilómetro de anchura).

Foto 1. Vista del valle, desde el mirador del Albergue, hacia el Oeste. Al fondo, el pico de Peña Rogueira, la máxima altitud del municipio (1.960 m.). En primer plano el pueblo de Peranzanes. En el plano intermedio (zona en sombra) se pueden ver las “hombreras”: formas de erosión en las laderas que marcan el espesor de la lengua del glaciar. Se aprecia también muy bien la forma en “U” que tiene el valle, típico también de las grandes artesas glaciares. Bajo Peña Rogueira se puede ver un circo glaciar: un recuenco donde se acumulaba la nieve y se formaba hielo glaciar, que luego resbalaba y suministraba hielo al glaciar del valle.

Si miramos hacia el Este, en dirección valle abajo, veremos otro punto interesante: el Cerro Perdiguera (Foto 2), una colina rocosa en medio del valle en cuya cumbre quedan los restos de una estación de control y mantenimiento de la línea de baldes. Esta es nuestra siguiente parada.

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Foto 2. Vista del valle, desde el mirador del Albergue, hacia el Este. Al fondo, los montes que separan el valle principal del valle de Faro. En el centro de la imagen podemos ver el Cerro Perdiguera, con los restos de la estación de la línea de baldes. A la izquierda se aprecia el camino que sube por detrás del cerro hasta la estación. La forma redondeada de estos cerros se debe al paso del glaciar por encima, que los dejó erosionados.

Para ir hasta el Cerro Perdiguera podemos hacerlo directamente caminando desde donde estamos: bajamos hasta el Albergue, tomamos la carretera a la izquierda, bajando, y en la primera curva sigue recto un camino ancho. Siguiendo este camino bajaremos hasta cerca del río y más adelante llegaremos hasta el pie del cerro. El camino sube al cerro rodeándolo por detrás, por el norte y el este. Al llegar arriba debemos tener cuidado, pues la instalación de la vieja estación está muy deteriorada y podemos hacernos daño con los hierros y maderas sueltos. No obstante merece la pena, pues las vistas desde el cerro son muy interesantes y espectaculares. Hacia el Oeste (Foto 3) tenemos una vista más amplia de todo el valle, y podemos apreciar mejor lo que veíamos desde el mirador del Albergue: la forma en “U” del valle, las hombreras, etc. Hacia el Norte (Foto 4) podemos ver en las laderas las diferencias de color en la vegetación, determinadas por el antiguo uso humano de estas tierras (cultivos, pastizales) y por los sedimentos dejados por el glaciar (morrenas laterales). Hacia el Este (Foto 5) podemos ver la salida del valle hacia Cariseda, y cómo se pierde la forma en “U” típica del valle glaciar, por una forma más en “V”, propia de los valles fluviales: hasta ese estrechamiento parece que es hasta donde llegó el glaciar.

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Foto 3. Vista del valle, desde el mirador del Cerro Perdiguera, hacia el Oeste. En primer término la amplia terraza fluvioglaciar de Peranzanes y los cerros redondeados por el paso del glaciar. Al fondo, la forma en U del valle y las hombreras en las laderas.

Foto 4. Vista hacia el Norte. De media ladera hacia abajo los restos dejados por el glaciar proporcionan un mejor suelo y estuvieron cultivados. De media ladera hacia arriba el suelo rocoso sólo permitía el aprovechamiento de pastos.

Foto 5. Vista hacia el Este. El valle se va estrechando y poco a poco pasa de la forma en U a una forma en V. El glaciar llegó hasta poco más debajo de esas últimas curvas. En primer término, algunas torretas abandonadas de la línea de baldes.

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Una vez hayamos disfrutado de las vistas desde el Cerro Perdiguera, desandaremos el camino hasta recuperar el vehículo, para tomar la carretera valle arriba, en dirección a Trascastro. A unos dos kilómetros más allá de Peranzanes veremos a la derecha el desvío para entrar en Trascastro. Tomamos el desvío y continuamos carretera arriba unos cuatrocientos metros, hasta un área de descanso que veremos a la derecha, ahí podemos aparcar con seguridad. Desde este punto podemos dar un corto paseo para observar dos puntos intersantes: la roca pulida del cruce, y la cascada de San Esteban. La cascada de San Esteban es un salto de agua en forma de “cola de caballo” que en época de aguas altas (principalmente desde noviembre hasta mayo o junio, cuando lluvias, nevadas y deshielos alimentan abundantemente los arroyos y manantiales) resulta espectacular. El lugar, no obstante, resulta recóndito y no es fácil llegar hasta él. El área de descanso en la que estamos está construida casi encima de la cascada, y seguramente la oiremos, pero no podemos verla desde aquí, e intentar acercarse desde aquí resulta peligroso. Es mejor dejar aquí el coche, desandar el camino y volver a bajar al cruce caminando (también podemos dejar el automóvil en la carretera, antes de subir al aparcamiento, pero no hay arcenes y los espacios al lado de la calzada son angostos y escasos, por lo que no resulta aconsejable). Al llegar al cruce es recomendable seguir por la carretera unos cincuenta metros, hasta un punto en el que, al lado de la carretera, en el mismo arcén, veremos sobresalir una roca especial: es un fragmento del sustrato rocoso, pulido por el glaciar (Fotos 6 y 7).

Fotos 6 y 7. La roca pulida del cruce de Trascastro. Las obras de la carretera pusieron al descubierto esta roca, que aparece con la superficie pulida y llena de estrías y pequeños arañazos, provocados por el paso del glaciar por encima.

Las obras de ensanche y mejora de la carretera pusieron al descubierto (y desgraciadamente destruyeron en parte) esta superficie pulida y estriada, una parte del suelo rocoso del valle, tal

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como quedó tras el paso del glaciar. Hay pocos lugares donde se pueda ver tan bien conservada la huella del glaciar sobre las rocas: las piedras y arena que el glaciar va arrastrando actúan como una lija potentísima, que va erosionando, dejando marcas y puliendo el sustrato sobre el que se desliza, por duro que sea éste. Desde aquí daremos media vuelta y volveremos hacia el cruce, pero en vez de tomar el desvío a Trascastro, seguiremos por la carretera principal, caminando unos cuatrocientos metros, hasta que veamos un arroyo que cruza bajo la carretera: este arroyo es el de la cascada (Arroyo de San Esteban). Si continuamos unos metros más, una vez cruzado el arroyo, veremos a la izquierda unos prados en cuesta, debemos subir hacia ellos e ir buscando pequeñas sendas que nos vayan llevando hacia el profundo corte por el que baja el arroyo, cubierto de densa vegetación. Al fondo, entre los árboles, veremos la cascada (Fotos 8 y 9).

Fotos 8 y 9. Los prados que dan acceso a la cascada de San Esteban, y la impresionante cola de caballo entre el denso bosque.

Estas cascada son típicas también de los valles glaciares, pues el glaciar tiende a erosionar las paredes laterales del valle, dejándolas con una fuerte inclinación (de ahí la forma en “U” que tienen los valles glaciares), y cuando desaparece el glaciar, los arroyos que se forman salvan el desnivel mediante saltos de agua. Una vez vista la cascada, volveremos a área de descanso de la carretera de Trascastro para retomar el vehículo y, volviendo a la carretera principal, seguir valle arriba, en dirección ahora al siguiente pueblo: Chano. Al llegar a Chano debemos buscar un lugar donde aparcar, para volver caminando a la entrada del pueblo. Justo nada más cruzar el puente que salva el arroyo de Río veremos de frente, encima mismo de la carretera, un corte vertical de al menos veinte metros, en el que queda al descubierto un depósito de grandes rocas, arenas, piedras,… es la morrena lateral del glaciar que bajaba del valle de Río, y se juntaba con el glaciar principal. Aquí la confluencia de los dos

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glaciares formó un tapón, y provocó esta colosal acumulación de los materiales transportados por los glaciares, arrancados de los altos valles y circos (Foto 10).

Foto10. El enorme depósito de la morrena de Chano, en la curva de la carretera justo antes de entrar en el pueblo.

Volveremos a por el vehículo para cruzar el pueblo de Chano y afrontar la última y más espectacular parte del recorrido. Nada más salir del pueblo, al volver una curva, se abre ante nosotros el tramo final del valle: desde Chano hacia Guímara. Un poco más adelante veremos a nuestra izquierda un área de descanso con mesas, fuente, sombra, al lado del río Cúa. Justo antes de cruzar el puente podemos aparcar y disfrutar de las magníficas vistas desde este lugar. Al fondo del valle veremos la altiva cumbre de Peña Rogueira, de casi dos mil metros, y bajo ella un perfecto circo glaciar. A la derecha de la carretera veremos una superficie ancha, llana y alargada: es una terraza formada por la acumulación de materiales arrastrados por las aguas de fusión del glaciar, cuando el frente de éste ya se había retirado y estaba en algún punto intermedio entre los actuales pueblos de Chano y Guímara (Fotos 11 y 12).

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Foto 11. Nada más salir de Chano en dirección a Guímara tenemos a la izquierda un aparcamiento y área de descanso. Al fondo, Peña Rogueira y su espectacular circo. A la derecha, la terraza fluvioglaciar de Chano.

Foto 12. Si subimos a la terraza fluvioglaciar de Chano podremos apreciar la extensa superficie casi plana, y sobresaliendo en medio de la pradera, como la cabeza de un monstruo enterrado, asoma un enorme bloque errático abandonado por el glaciar cuando se depositó la terraza.

Muy cerquita, un poco más adelante, veremos el área musealizada del Castro de Chano, un lugar arqueológico muy interesante, que merece también la visita. Continuaremos hasta Guímara, el último pueblo del valle y donde acaba la carretera. Dejaremos el vehículo en el aparcamiento a la entrada del pueblo para dar un paseo por Guímara. Es recomendable tomar la calle central, a la derecha, y avanzar hasta las últimas

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casas. Si preguntamos por el camino de Zavuelve, o por el camino para subir a la laguna de Guímara, nos indicarán un sendero muy agradable, rodeado de un denso bosque de robles, arces, cerezos, abedules y avellanos. Si avanzamos por ese sendero, unos quinientos metros más adelante llegaremos al “Balcón de Guímara”, un recodo del camino en el que hay un banco y un mirador extraordinario, donde merece la pena sentarse y contemplar el magnífico paisaje del tramo de valle que hemos recorrido desde Chano (Foto 13).

Foto 13. El impresionante paisaje que se domina desde el mirador del “Balcón de Guímara”. Se aprecia el perfil en U del valle, la terraza fluvioglaciar de Chano, en el fondo del valle, y los circos y morrenas del valle de Prado, al pie de la Peña Portillina.

Regresaremos a Guímara, y a partir de aquí tenemos dos opciones: dejar el coche donde lo tenemos aparcado y hacer los últimos kilómetros del recorrido a pie, o continuar despacio y con cuidado por la pista que sigue valle arriba; es una pista ancha y bien pavimentada, por la que se puede circular con un vehículo normal. Durante más de un kilómetro la pista va subiendo valle arriba, con abundante vegetación arbórea a ambos lados: abedules, serbales, robles, etc. Más adelante llegamos a una extensa zona de prados que queda a nuestra derecha. Al finalizar esos prados –habremos andado unos dos kilómetros‐ veremos unas rocas de forma redondeada (fotos 14 y 15), a la derecha del camino: es la roca aborregada de Caliois. Podemos salirnos del camino y bajar hacia la roca, podremos apreciar la superficie redondeada, pulida por el paso del glaciar, que dejó grandes surcos y acanaladuras.

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Fotos 14 y 15. La roca aborregada de Caliois, con su forma de dorso de ballena y las acanaladuras labradas por el paso del glaciar.

Apenas trescientos metros más adelante, en una nueva zona de prados, veremos dos grandes rocas en medio de la hierba, entre los árboles: son dos enormes bloques erráticos abandonados por el glaciar cuando se retiraba, al final de la glaciación (Fotos 16 y 17).

Fotos 16 y 17. Grandes bloques erráticos abandonados por el glaciar en su retirada.

La pista sigue subiendo, cruzamos el río Cúa, que aquí, recién nacido es poco más que un arroyuelo, y tras un par de recurvas entramos ya en el tramo final del valle. Tras un buen repecho veremos a la izquierda una casa: es el Refugio de El Cuadro. Justo enfrente, a la derecha del camino, veremos otro ejemplo de roca aborregada (Foto 17), ésta sí que parece el lomo de una ballena saliendo sobre la hierba del prado.

Foto 17. La gran roca aborregada de El Cuadro, alisada y pulida por el paso del glaciar.

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A partir de este punto la pista está en peor estado y es conveniente ir con mucho cuidado. Quedan casi tres kilómetros hasta la cabecera del valle: el refugio de La Pesca, los manantiales donde nace el rio Cúa, y el collado del Alto Boquín. Estamos en los circos donde nacía el glaciar de Fornela, podemos ver algunas morrenas de pequeño tamaño, depositadas en la fase final del glaciar, antes de fundirse y desaparecer, y los arroyuelos que nacen entre ellas y que forman el Cúa (Foto 18). Desde el collado se ven también los valles que vierten hacia Ancares. Aunque la pista sigue hacia Suertes de Ancares, la opción más sencilla es volver hacia Peranzanes por el mismo camino que hemos hecho.

Foto 18. El campo de La Pesca y la cabecera del valle del Cúa desde el collado del Alto Boquín. En primer término morrenas de la fase final del glaciar. Al fondo, Peña Rogueira.

Anexo: el modelado glaciar del Valle de Fornela. Todo el valle de Fornela es una gran artesa glaciar, con hombreras, restos de morrenas laterales y de fondo, bloques erráticos, umbrales pulidos, circos en la cabecera, etc. Durante el máximo glaciar todo el valle estuvo ocupado por una lengua de hielo de más de un centenar de metros de espesor. En las vistas aéreas virtuales de las páginas siguientes hemos reconstruido el aspecto que tendría el valle, y sus glaciares, durante la fase álgida de la glaciación, cuando las lenguas de hielo alcanzaron su máximo desarrollo (el “Máximo Glaciar”), y durante las fases de retroceso, cuando el clima comenzó a mejorar y los glaciares empezaron a retroceder, disminuyendo su tamaño y desconectándose unos glaciares de otros, formando pequeños glaciares de valle.

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Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles, formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares. bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...). circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera.

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Ruta del Valle del Trayecto (Peranzanes). Resumen: Entre ida y vuelta, esta ruta tiene unos 12 kilómetros en total. Aunque existen otras posibilidades que se explican en el texto, se va y se vuelve por el mismo camino. Se va siempre por un sendero bien acondicionado, sin riesgo y sin pendientes demasiado fuertes. Es una ruta sencilla, para un paseo de medio día caminando tranquilamente. También se puede hacer en bicicleta de montaña. Interés: La ruta recorre un amplio valle glaciar con hombreras, bloques erráticos, circos, cascadas, etc. el camino tiene largos tramos junto al río y otros bajo magnífico bosque de robles. La fauna es muy rica y abundante, pues son continuas a lo largo del camino sus huellas y señales: huellas, excrementos, hozaduras,…. Es fácil ver corzos en el último tramo del camino, en el robledal cercano al collado del Trayecto. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos nieve, especialmente al acercarnos al collado. Es recomendable ser discretos y no hacer ruido, tanto porque así aumentaremos las posibilidades de ver fauna salvaje, como por no alterar el entorno. Mapa básico de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Descripción de la ruta: La ruta se inicia en el pueblo de Peranzanes. Hay una señal que indica el inicio del camino, entre las últimas casas del pueblo. Inmediatamente pasaremos bajo una estructura metálica que cubre el camino: es la techumbre que protegía de las piedras que caían de la “línea de baldes”, el teleférico que llevaba carbón de Asturias hacia Páramo del Sil (en el mirador del Albergue hay un panel explicativo de este teleférico y su historia). Enseguida nos adentramos en el valle del Trayecto, dejando a nuestra derecha prados abandonados y a nuestra izquierda antiguas huertas y tierras de centeno que trepaban por la ladera. Es interesante fijarse en las características que se observan en las laderas: de media ladera hacia abajo la vegetación es de un color verde claro (escobas) y se distinguen aún las figuras geométricas de antiguas parcelas; de media ladera hacia arriba los oscuros brezos lo cubren todo (Foto 1).

Foto 1. Inicio del valle del Trayecto, desde el mirador del Albergue. A la izquierda se ve el camino en sus primeros tramos, nada más salir de entre las últimas casas de Peranzanes. Más allá se observan los depósitos glaciares que tapizan las laderas, y las hombreras que marcan el espesor que tuvo la lengua de hielo

Esta diferencia tan marcada se debe a los depósitos dejados por el antiguo glaciar: de media ladera hacia abajo quedan restos de las morrenas laterales del glaciar, compuestas por grandes rocas, piedras, arenas y arcilla, lo que constituye un suelo que permitía los cultivos. De media ladera hacia arriba no hay morrenas, aflora la roca casi desnuda, sin suelo, y el único aprovechamiento era el pasto de rebaños de ovejas y cabras. Hoy ya no queda nada de toda esa economía, pero es interesante ver cómo los antiguos habitantes de Peranzanes

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aprovecharon los recursos que ofrecía el medio, y en este caso el suelo que se asentaba sobre los depósitos glaciares. El camino es ancho y está bien cuidado, por lo que se transita con comodidad y podemos disfrutar del paisaje. En algunos puntos se ha extraído roca para mejorarlo, dejándonos cortes que nos permiten ver las características de las rocas y los procesos naturales que ocurren en el valle. Un ejemplo son los depósitos torrenciales en los lugares donde desembocan los arroyos de las laderas, formando “conos de derrubios”, como el que encontramos a la izquierda del camino, cuando llevamos andado poco más de un kilómetro (Foto 2).

Foto 2. Depósito de piedras o “cono de derrubios” formado a la salida del barranco, al acumularse los materiales que la erosión ha ido arrancando de las laderas y que ha transportado el torrente en épocas en las que llevaba más agua que en la actualidad.

Cerca de este punto, veremos en la ladera de enfrente un pequeño valle afluente, es el arroyo de Cubiellas, que nace en las Fuyaqueras de Peranzanes. Lo interesante de este valle es que está parcialmente cerrado por los restos de una morrena lateral (Foto 3). Cuando el valle principal estaba ocupado por una lengua de hielo, ésta taponaba los valles afluentes, como el de Cubiellas, donde probablemente se formó un pequeño lago. Después, cuando el glaciar se retiró, el arroyo de Cubiellas erosionó la morrena lateral y se abrió paso a través de un estrecho boquete, como aún se ve hoy día.

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Foto 3. El pequeño valle del arroyo de Cubiellas, o de las Fuyaqueras de Peranzanes, cerrado por la morrena lateral del valle principal. El arroyo de Cubiellas ha cortado la morrena y sale por una estrecha garganta.

Si seguimos caminando pronto encontraremos a nuestra izquierda una gran piedra, casi encima del camino (foto 4). Es una gran roca de cuarcita, parcialmente pulida, asentada sobre otras piedras más pequeñas y sobre un sustrato de pizarras. Mide más de un metro de largo y casi otro de alto, por lo que seguramente ha de pesar más de una tonelada. La única explicación de cómo ha llegado hasta aquí esta piedra es que ha sido transportada por el glaciar: efectivamente, es lo que se llama un “bloque errático”.

Foto 4. “Bloque errático” de cuarcita, abandonado por el glaciar sobre el sustrato de pizarras.

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Más adelante el camino comienza a empinarse: salvamos “El Cueto”, un afloramiento de roca más dura que el glaciar erosionó pero no pudo eliminar. Estamos justo en la confluencia del valle del Trayecto con su afluente, el valle de La Braña o del arroyo Asdepín, que queda a nuestra derecha (Foto 5).

Foto 5. El valle de La Braña (arroyo Asdepín) y las cumbres del Pico Faro.

A partir de aquí el camino se hace más trabajoso: vamos a mantener una subida continua desde los 1.100 metros hasta los 1.450 del Puerto del Trayecto, pero en compensación vamos a atravesar un paisaje forestal hermoso: enormes y añosos robles, acebos, abedules, sauces, algún arce, nos acompañarán todo el camino (Foto 6).

Foto 6. El camino se adentra en densos bosques y entre grandes rocas, excavado en los depósitos morrénicos glaciares.

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También hemos de fijarnos en los depósitos de grandes rocas, cantos, arenas y arcilla que afloran en los bordes del camino: son los depósitos dejados por el glaciar, su morrena de fondo.Más arriba cruzamos el arroyo, el camino traza un zig‐zag y sube hacia una gran pedrera, resto también de la morrena lateral del glaciar, muy erosionada (foto 7).

Foto 7. La pedrera que marca el comienzo del tramo final, cerca ya del collado.

Desde aquí el camino se suaviza, estamos llegando al collado del Puerto del Trayecto. Desde éste damos vista a Asturias, al gran valle de Degaña –otra artesa glaciar‐. El pueblo que se ve en el fondo del valle es Rebollar (Foto 8).

Foto 8. La vista desde el collado del Puerto del Trayecto hacia el norte es impresionante: el valle glaciar de Degaña profundamente encajado. El camino desciende hacia Rebollar.

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El collado del Puerto del Trayecto debe su amplitud al hecho de que los glaciares que nacían en los circos de la Peñas del Trayecto y el Pico Moredina vertían parte de su hielo hacia el sur, hacia el valle por el que hemos ido subiendo; es lo que se llama un “collado de transfluencia glaciar” (Foto 9).

Foto 9. Los altos circos del Pico Moredina, desde donde parte del hielo venía hacia el collado y transfluía al sur, al valle del Trayecto, añadiendo más alimentación a su glaciar.

A partir de aquí las opciones son varias: podemos continuar camino adelante y bajar hacia Rebollar, podemos iniciar las ascensiones hacia la Ubia del Portechín (y bajar por el valle de La Braña para regresar hacia Peranzanes), o continuar hasta el Pico Faro y volver a Peranzanes siguiendo el camino que recorre toda la cresta (ver la ruta de las Brañas de Faro), o bien hacia la Peña del Trayecto y el Pico Moredina (y por la Boca Mular bajar hacia el valle de La Braña de Trascastro ‐ver esta ruta‐ desde donde también podemos regresar a Peranzanes). Cualquiera de estas opciones tiene la dificultad de que los senderos están perdidos, hay mucha vegetación de matorral y el avance es difícil, y no hay señalización, por lo que nos pueden llevar muchas horas y requieren experiencia montañera y buena forma física. La opción más sencilla es volver hacia Peranzanes por el mismo camino que hemos hecho. Anexo: el modelado glaciar del Valle del Trayecto. Todo el valle del Trayecto es una gran artesa glaciar, con hombreras, restos de morrenas laterales y de fondo, bloques erráticos, umbrales pulidos, circos en la cabecera, etc. Durante el

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máximo glaciar todo el valle estuvo ocupado por una lengua de hielo de más de un centenar de metros de espesor. En las vistas aéreas virtuales de las páginas siguientes hemos reconstruido el aspecto que tendría el valle, y sus glaciares, durante la fase álgida de la glaciación, cuando las lenguas de hielo alcanzaron su máximo desarrollo (el “Máximo Glaciar”), y durante las fases de retroceso, cuando el clima comenzó a mejorar y los glaciares empezaron a retroceder, disminuyendo su tamaño y desconectándose unos glaciares de otros, formando pequeños glaciares de valle. Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles, formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares. bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...). circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera.

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Otras rutas: Ruta del encajamiento del Cúa y los bosques de Cariseda Resumen: Esta ruta tiene dos opciones, una opción corta y otra larga. La opción corta obliga a ir y volver por el mismo camino, y tiene en total, entre ida y vuelta, unos cinco o seis kilómetros. La opción larga consiste en una pista que permite ir de Cariseda a San Pedro de Paradela recorriendo unos cinco kilómetros, pero hay que volver o por el mismo camino, o por la carretera. Si optamos por llegar hasta San Pedro de Paradela, para volver hay que recorrer otros tantos kilómetros de vuelta, o sea, en total, algo más de diez kilómetros. Otra posibilidad es llegar hasta un punto un poco más allá de medio camino, donde termina el bosque, y ahí darnos la vuelta hacia Cariseda, pues lo más interesante lo hemos recorrido ya. Ambos paseos son fáciles, sin pendientes fuertes ni pasos complicados, y se pueden hacer en bicicleta de montaña. Interés: Ambas permiten disfrutar de los mismos objetos de interés: las curvas encajadas del río Cúa y los bosques de Cariseda. La ruta corta recorre sotos de castaños, la vegetación de ribera del Cúa, y los profundos robledales de su margen derecha, y permite acceder a las mismas curvas del Cúa. La ruta larga recorre sotos de castaños, robledales, matorrales, etc., pero enseguida coge altura y se aleja del río y del fondo del valle; a cambio, tendremos vistas espectaculares, tanto del “tren” de curvas encajadas en roca dura que dibuja el río Cúa, como de las montañas alrededor. En ambas es relativamente fácil ver fauna, o al menos sus huellas y señales. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos lluvia o nieve. Es recomendable ser discretos y no hacer ruido, tanto porque así aumentaremos las posibilidades de ver fauna salvaje, como por no alterar el entorno. Mapa básico de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Descripción de la ruta: La ruta se inicia en el pueblo de Cariseda. Tomaremos una senda que parte de entre las casas en ruinas del extremo sur del pueblo, por la entrada del viejo puente (que se merece una visita). El camino va hacia el cementerio y continúa bajo un dosel formado por antiquísimos castaños (Fotos 1 y 2).

Fotos 1 y 2. El inicio de la ruta, nada más salir de Cariseda y pasar junto al viejo cementerio. Son llamativos los enormes castaños centenarios.

Unos cientos de metros más adelante llegamos a una bifurcación: un sendero menos transitado sale a nuestra izquierda. Si tenemos intención de dar el paseo corto y bajar hacia el río, tomaremos esta senda. Si tenemos intención de continuar hacia arriba, para ir por la pista alta hacia San Pedro de Paradela, seguiremos por la derecha. En el caso de dar el paseo corto, la senda hace un recorrido suave y muy agradable, siempre entre el bosque (Foto 3).

Foto 3. La ruta corta va ascendiendo suavemente, siempre entre el bosque de castaños jóvenes y otros árboles.

Más adelante el bosque se abre, y podemos disfrutar de la vista de Cariseda si miramos hacia atrás, valle arriba (Foto 4).

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Foto 4. En algún recodo del camino podemos ver el tramo recorrido: el pueblo de Cariseda al fondo, en la amplia vega del Cúa. Castaños, robles y cerezos acompañan el camino, alisos y sauces bordean y ocultan el río.

A partir de aquí ya damos vista a las curvas que traza el Cúa –que en este caso, al tratarse de un río que ha excavado su curso en la roca, se llaman “curvas encajadas” (Foto 5).

Foto 5. El río Cúa ha ido trazando curvas muy cerradas a medida que ha ido excavando su curso en el duro sustrato rocoso.

El camino simplemente continúa, bajando suavemente hasta acercarse al río, y siempre entre una densa vegetación forestal en la que dominan los robles. Cuando el camino se vuelva intransitable, la opción que nos queda es darnos media vuelta y volver por el mismo camino.

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En el caso de que hayamos optado por seguir la pista hacia San Pedro de Paradela, hay que tener en cuenta que ésta sube de manera muy pronunciada los primeros tramos, pero luego la subida se suaviza y podemos disfrutar a partir de aquí de las vistas y del bosque (Foto 6).

Foto 6. Tras unos primeros tramos más duros, la pista ha cogido altura y el trazado se suaviza, continuando por la parte media‐alta de la ladera en dirección sur, hacia San Pedro de Paradela.

Desde esta altura las vistas son magníficas, y podremos disfrutar del conjunto de curvas cerradas que dibuja el curso del río Cúa (Foto 7).

Foto 7. Desde la pista alta las vistas del valle del Cúa y de sus cerradas curvas son espectaculares.

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No tenemos más que continuar por la pista hasta donde nos apetezca. Algo más allá de medio camino el bosque termina. Si seguimos hasta el final, bajaremos a la carretera un poco antes de San Pedro de Paradela. Desde aquí podemos regresar por donde hemos venido, o por la carretera, pero esta última opción es poco recomendable, pues aunque tiene poco tráfico éste es peligroso: la carretera no tiene apenas arcén y las curvas son muy cerradas, por lo que los pocos coches o camiones que circulen se nos echarán encima si haber podido vernos previamente.

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Ruta de Fresnedelo al Pico Mollanedo, por Carral Resumen: Es una ruta larga (unos veinte kilómetros entre ida y vuelta), para realizar en un día entero. La mayor parte transcurre por pistas, por lo que puede hacerse a pie, en bicicleta de montaña o en vehículo todo‐terreno. Se salva un desnivel cercano a los mil metros, pero en todo momento es fácilmente transitable en el itinerario básico propuesto. Las otras alternativas que se explican en el texto presentan algunas dificultades. Por ejemplo, la ruta también se puede comenzar desde el pueblo de Cariseda o desde el de Chano, pero en ambos casos los primeros kilómetros son muy empinados cuesta arriba, pues se salva nada más comenzar un desnivel cercano a los 500 metros. Interés: La ruta recorre un amplio valle glaciar con morrenas, hombreras, bloques erráticos, circos, etc. Se asciende fácilmente al pico Mollanedo, una de las cumbres más altas de Fornela y un mirador verdaderamente espectacular. Se recorre un complejo morrénico de retroceso muy interesante, y se puede observar una pared de roca con marcas de erosión subglaciar (la “pared de las marmitas”). La vegetación es muy rica y abundante, así como la fauna, pues son continuas a lo largo del camino sus señales: huellas, excrementos, hozaduras,….. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos nieve, especialmente en la subida a los circos de cabecera. Es recomendable ser discretos y no hacer ruido, tanto porque así aumentaremos las posibilidades de ver fauna salvaje, como por no alterar el entorno. Mapa básico de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Descripción de la ruta: La ruta básica, que recomendamos por su facilidad, se inicia en el aparcamiento que hay en el collado de la carretera que une San Pedro de Paradela con Fresnedelo. Hay que tomar la pista que sube hacia el norte, a la derecha mirando hacia Fresnedelo (Foto 1).

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Foto 1. El inicio de la ruta, en el aparcamiento del collado entre San Pedro de Paradela y Fresnedelo, mirando hacia el norte. La pista sube trazando un par de curvas. Se pueden observar a los lados bloques erráticos abandonados por el glaciar y el depósito de una gran morrena.

Existe otra posibilidad, que es continuar en el coche hasta Fresnedelo, y desde el pueblo tomar el viejo camino que sube por la orilla del arroyo, en dirección a Carral y el Mollanedo (Foto 2).

Foto 2. Si bajamos a Fresnedelo, el camino viejo va por el fondo del valle, entre sotos de castaños, pero es fácil perderse y hay que cruzar el río. En rojo, por arriba, la pista del itinerario recomendado.

Este camino es realmente bonito, entre una vegetación forestal exhuberante (castaños, alisos, sauces, abedules, fresnos,…), pero no está señalizado, es fácil despistarse pues continuamente se desvían caminos que terminan unas decenas de metros más adelante (sólo son accesos a sotos de castaños), y sobre todo hay que cruzar el arroyo de Fresnedelo, y los dos viejos puentes están en muy mal estado (Fotos 3 y 4). Aun si conseguimos salvar el obstáculo de los puentes, no tenemos garantía de en qué estado de transitabilidad esté el resto del camino, por el angosto fondo de valle. En cualquier caso, si lo intentamos, no es más que seguir el camino,

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o lo que quede de él, valle arriba, hasta que lleguemos a la zona de praderas donde el valle se abre y enlazamos con el otro itinerario.

Fotos 3 y 4. Los viejos puentes están en un estado que los hace muy peligrosos. A partir de ellos, al otro lado del río, desconocemos el estado en que se encuentra el camino.

En el caso de que optemos por la ruta recomendada, dejaremos el coche en el aparcamiento que hay en el collado, antes de bajar a Fresnedelo, tomaremos una pista que sube al principio con bastante pendiente, pero sólo es el primer kilómetro, luego la pista es muy llevadera. A los lados de la pista se pueden ver bloques erráticos (Foto 5) y el depósito de una gran morrena (Foto 6), ambos dejados por el glaciar en la fase de máximo, cuando una enorme lengua de hielo bajaba desde los circos de Mollanedo hasta terminar sobre el collado por el que hoy pasa la carretera, ocupando todo el valle que vamos a recorrer.

Fotos 5 y 6. Grandes bloques erráticos de cuarcita al lado del camino. El de la izquierda, sobre un sustrato de pizarras. El de la derecha, sobre la morrena.

Un par de kilómetros más adelante llegamos a un cruce de pistas: la que sale a la izquierda nos permite bajar al fondo del valle y enlazar con el viejo camino, pero de nuevo hay que advertir del riesgo de encontrar dificultades para avanzar dependiendo del estado en el que se encuentre la senda que va por abajo, atravesando un denso bosque. En el caso de que sigamos por la pista, un kilómetro más adelante llegamos a una nueva bifurcación: un camino se desvía hacia la izquierda y este sí es muy recomendable, nos llevará con facilidad hacia las praderas de las brañas de Cariseda y Mollanedo y más adelante enlazaremos fácilmente con la ruta de la pista principal. En el caso de continuar por la pista, unos centenares de metros más adelante llegamos a una nueva bifurcación: la pista de la derecha va hacia el pueblo de Chano, atravesando los densos

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bosques del monte de Carral. La de la izquierda –la que nosotros debemos seguir‐ continúa subiendo, más adelante cruzaremos un cortafuegos y luego veremos que la pista está cortada por un cable. Si venimos en un vehículo 4x4 debemos dejarlo aquí y continuar a pie. Rodearemos el monte de Carral por su cara norte, y más adelante dejaremos el camino pare encarar la subida a la cumbre del Mollanedo por otro empinado cortafuegos (Foto 7).

Foto 7. La cumbre del Mollanedo es accesible utilizando el cortafuegos que sube recto hacia arriba. En el centro de la imagen, un gran bloque errático abandonado por el glaciar.

A medida que vamos ascendiendo, es conveniente ir contemplando el valle que va quedando atrás, pues las vistas del complejo morrénico de retroceso son inmejorables (Foto 8).

Foto 8. A medida que ascendemos podemos ir apreciando los sucesivos arcos morrénicos –hasta 6 se pueden diferenciar fácilmente‐ que fue depositando el glaciar de Mollanedo en sucesivas fases de estabilización durante su retroceso.

Los arcos morrénicos llegan hasta el mismo circo de la cara norte del Mollanedo (Foto 9).

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Foto 9. El circo de la cara norte del pico Mollanedo, con la morrena correspondiente a la fase final del glaciar. Las paredes del circo están tapizadas de distintos tipos de depósitos y formas de ladera: pedreras, un incipiente glaciar rocoso, flujos de derrubios, etc.

En un último esfuerzo llegaremos a la culminación de la sierra, desde donde el acceso a la cumbre del Mollanedo es muy fácil. Es interesante observar en esta culminación plana los abundantes campos de bloques: extensos depósitos de fragmentos de rocas rotas por gelifracción, por la acción del hielo y el deshielo, en épocas antiguas (Foto 10). Seguramente estos campos de bloques se formaron por la erosión de las crestas de cuarcitas que originalmente formaban una cumbre más aguda.

Foto 10. Los campos de bloques de la cumbre del pico Mollanedo.

Desde la cumbre podemos descender por el cortafuegos que veremos en la arista sureste, junto a una caseta de vigilancia de incendios. Ese cortafuegos nos llevará hasta una pista. Al llegar a la pista giraremos hacia la izquierda, hacia el norte, y continuaremos por la pista hasta un cruce con otra pista menor. En este punto volveremos a girar hacia la izquierda, tomando la pista nueva hacia el norte. Un centenar de metros más adelante pasaremos una cresta rocosa y llegaremos a la “pared de las marmitas” (Fotos 11 y 12): un estrato de roca cuarcita que en su día estuvo bajo el glaciar, y que presenta su superficie llena de unas pequeñas marcas de

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erosión llamadas “marmitas de gigante”, ocasionadas por las aguas de fusión que circulan a alta presión entre el glaciar y la roca encajante.

Foto 11 y 12. La “pared de las marmitas”, un interesante ejemplo, muy raro, de marcas de erosión subglaciar.

Desde aquí podemos seguir la pista unos metros más e ir buscando un lugar cómodo para descender hacia la cabaña de la “Braña de Mollanedo” y las extensas praderas del fondo del valle, donde tomaremos el sendero que nos lleva fácilmente a enlazar con la pista para volver hacia Fresnedelo (o bien, bajar hacia Chano, o incluso hacia Cariseda). Anexo: el modelado glaciar del Valle de Fresnedelo. Todo el valle de Fresnedelo es una gran artesa glaciar, con hombreras, restos de morrenas laterales y de fondo, bloques erráticos, circos en la cabecera, etc. Durante el máximo glaciar todo el valle estuvo ocupado por una lengua de hielo de más de un centenar de metros de espesor. Al final de la glaciación el glaciar de Fresnedelo comenzó a retroceder, menguando de tamaño por la fusión del hielo. Este retroceso no fue continuo, sino que estuvo salpicado por fases en las que el glaciar estabilizaba su frente durante algún tiempo, los materiales que transportaba los depositaba en el frente formando una morrena, y luego el clima volvía a mejorar y el frente del glaciar retrocedía unos centenares de metros hasta estabilizarse de nuevo y depositar una nueva morrena. Así hasta siete fases sucesivas nos permiten reconstruir los siete arcos morrénicos que se han conservado en el alto valle de Fresnedelo, el último de los cuales está ya en el propio circo, cuando el glaciar se había reducido a una masa de hielo confinada en la cara norte del pico Mollanedo (en la zona menos soleada). Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles,

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formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares. bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...). circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera. glaciar rocoso: es una masa de rocas que se han acumulado en el fondo de un circo glaciar y, estando congeladas, han formado una masa que por su propio peso y en función de la pendiente del circo se ha movido muy despacio, como si fuese un glaciar propiamente dicho. Este movimiento ha causado las irregularidades (ondas de flujo) que caracterizan la superficie de los glaciares rocosos. Los glaciares rocosos se forman después de la glaciación, cuando ya ha desaparecido el glaciar y, bajo un clima de tipo periglaciar, las paredes del circo sufren una intensa gelifracción, cayendo al fondo toneladas de rocas congeladas, en las que el hielo hace de lubricante. Se trata por tanto de formas periglaciares, más que de formas glaciares.

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Ruta de las brañas de Faro. Resumen: Entre ida y vuelta, esta ruta tiene unos 15 kilómetros en total. Aunque existen otras posibilidades que se explican en el texto, se va y se vuelve por el mismo camino. Se va siempre por un sendero bien acondicionado, sin riesgo y sin pendientes demasiado fuertes (ver perfil de la ruta). Es una ruta sencilla, para un paseo del día entero caminando tranquilamente. También se puede hacer en bicicleta de montaña. Interés: La ruta recorre un valle muy solitario y salvaje, el camino tiene largos tramos junto al río y bajo el dosel de un magnífico bosque, pero también tiene tramos muy aéreos y espectaculares, colgados a media ladera, por lo tanto con magníficas vistas. La primera parte es un valle fluvial muy encajado, mientras que a partir de medio camino se entra en un valle glaciar con altas hombreras, bloques erráticos, circos, cascadas, etc. Aunque la fauna no es fácil de ver, es muy rica y abundante, pues son continuas a lo largo del camino sus huellas y señales: desde camas de corzos y hozaduras de jabalíes hasta excrementos de osos y lobos, pasando por los de varios tipos de mustélidos. El propio camino es otro elemento de interés, pues en muchos tramos se conserva la obra de mampostería que los antiguos farniegos construyeron para poder tener este acceso que les permitiese llegar con carros hasta los pastos de la lejana “Braña de Faro”. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a marzo hará frío y fácilmente encontremos nieve, pero la orientación sur del valle y el fuerte encajamiento hacen que no suela acumularse mucha cantidad, al menos en la primera parte del recorrido. Hay que tener mucho cuidado con la carretera de acceso hasta el pueblo de Faro. También hay que tener cuidado con las tormentas, pues puede bajar repentinamente agua cargada de derrubios por los numerosos barrancos que cruzan el camino, y también puede subir el nivel del río y cortar algún tramo de camino, pues éste circula a veces por la misma orilla. Mapa básico de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Cuaderno de rutas por los paisajes glaciares del valle de Fornela. Municipio de Peranzanes (RBALE)

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Perfil de la ruta:

Descripción de la ruta: La ruta a pie o en bici comienza en el pueblo de Faro, pero hay que llamar la atención del viajero acerca del tramo de carretera desde el desvío de la principal hasta el pueblo, en un doble sentido: es recomendable hacerlo despacio, tanto por la peligrosidad del acceso (es una vía muy estrecha, con el firme en mal estado, curvas muy cerradas y pendientes muy fuertes, el conductor debe ir permanentemente alerta ante la posibilidad de cruzarse con otro vehículo, pues es obligatorio parar para poder cruzarse sin riesgo) como por los magníficos tramos de bosque de ribera, con alisos y acebos, en algunos de los cuales la carretera va prácticamente metida en la orilla del río (Fotografía 1). Alguno de estos tramos merece la pena aparcar el coche y hacerlo andando.

Fotografía 1. Tramo de río junto a la carretera de acceso a Faro.

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Una vez en el pueblo de Faro, podemos dejar el coche en una explanada que hay al final del pueblo, donde acaba el asfalto. De ahí arranca una pista que sube hacia el cementerio. Unos cincuenta metros antes de llegar al cementerio vemos que se desvía un camino a nuestra derecha, ladera abajo: éste es nuestro camino. No obstante, podemos continuar por la pista hasta pasar el cementerio y asomarnos en una curva que hay unos cien metros más allá, desde donde tendremos una magnífica panorámica del primer tramo del valle de Faro y al fondo las montañas que lo cierran y limitan ya con Asturias, con el valle de Degaña. (Fotografía 2). Si nos damos la vuelta y miramos hacia el sur, si el día es claro veremos allá al fondo los Montes Aquilanos, al otro lado de la Hoya del Bierzo.

Fotografía 2. El valle de Faro desde el cementerio, mirando hacia el Norte.

Volveremos sobre nuestros pasos y tomaremos ya definitivamente el camino que baja hacia el fondo del valle (Fotografía 3).A partir de aquí no hay pérdida: se trata de seguir camino adelante, no hay posibilidad de equivocarse.

Fotografía 3. Nuestra ruta: el camino que baja desde el cementerio, hacia la lejana Braña de Faro.

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El camino baja hasta el fondo del valle, y recorre largos trechos al lado del río (Fotografía 4). Si vamos en invierno, primavera o principios de verano, el río suele bajar henchido de un agua brava, saltarina, rápida y límpida, que nos arrulla como si fuese una música de fondo. Hay que disfrutar de la frondosa vegetación: robles, alisos, sauces, saúcos, cerezos, arces y algún acebo crecen entre el río y las laderas y nos acompañan de forma continua.

Fotografía 4. Primeros tramos del camino junto al río de Faro.

El camino cruza frecuentes barrancos que bajan de las laderas que quedan por encima de nosotros, a nuestra izquierda. Es muy frecuente que en épocas de lluvias intensas o deshielos repentinos esos barrancos bajen cargados de piedras y grava, producto de la erosión, que se acumulan en el fondo del valle, tapando a veces el camino. En “Vegas” esto se ve especialmente bien (Fotografía 5).

Fotografía 5. El camino cubierto de derrubios, en el paraje de “Vegas”.

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Más adelante el camino comienza a subir ladera arriba, alejándose de la orilla del río. Cruzamos un afluente, el río Yumeras, que tributa sus aguas mediante una espectacular cascada de unos quince o veinte metros de salto. Un poco más adelante veremos que se desvía un camino a la derecha: no debemos tomarlo, pues termina unos cientos de metros más adelante. Nosotros debemos seguir por la izquierda, subiendo y dando curvas y recurvas. Un poco más adelante se abre a nuestra izquierda el valle de Yumeras, veremos que un sendero casi perdido nos permite adentrarnos por este valle, pero no podremos avanzar más que un par de centenares de metros. No obstante, es interesante acercarse hasta la morrena frontal que cerraba el valle (Fotografía 6), que obliga al arroyo de Yumeras a trazar una cerrada curva, y que marca hasta donde llegó este pequeño glaciar, que nacía en los altos circos que van desde el Alto de la Trapa hasta Penas Yumeras. Se ven también las “hombreras glaciares”: unas rupturas de pendiente o escalones a media ladera, debidas a la erosión del glaciar, y que marcan el espesor que alcanzó la masa de hielo.

Fotografía 6. El valle de Yumeras. En el centro de la fotografía abajo, el lomo de la morrena frontal de “Cuenco Yumeras” Al fondo arriba, las cumbres de Penas Yumeras, con sus circos glaciares.

Volveremos hacia atrás para retomar el camino principal, que ahora sube y sube colgándose cada vez más alto sobre la ladera. Las vistas en este tramo son espectaculares, con el río allá al fondo y las cumbres rodeándonos por todos los lados (Fotografía 7).

Fotografía 7. Pasado el desvío del valle de Yumeras, el camino asciende colgándose a media ladera, hacia la gran curva que se ve al fondo, donde el valle pasa a ser glaciar.

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Un kilómetro más adelante el valle traza una cerrada curva hacia la izquierda, y en este punto se produce un importante cambio: el valle empieza a presentar claras huellas de haber estado ocupado por un gran glaciar. Por ejemplo, en la ladera de enfrente se ve una gran roca blanca colgada a media ladera: es un “bloque errático”, un gran bloque de varias toneladas que viajó hasta allí a lomos del glaciar, y que al desaparecer éste lo abandonó allá arriba (Fotografía 8).

Fotografía 8. El bloque errático de cuarzo blanco, abandonado sobre la hombrera glaciar a media ladera (véase también la foto 9).

También se pueden ver muy bien las “hombreras glaciares”: escalones o rellanos tallados por el glaciar a media ladera, y que marcan los diferentes espesores que tuvo el glaciar en sus fases de avance o retroceso.

Fotografía 9. El perfil glaciar del valle alto de Faro, con las espectaculares hombreras. El camino queda colgado a media ladera, a la derecha de la imagen.

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Es típico de los grandes valles glaciares que muchas de estas hombreras o escalones sean salvados por los arroyos mediante espectaculares cascadas y saltos de agua (Fotografía 10).

Fotografía 10. Las hombreras del valle glaciar provocan espectaculares cascadas en los arroyos.

A partir de aquí la ruta baja de nuevo al fondo del valle (Fotografía 11), y el estado del camino comienza a empeorar: hay mucha vegetación que lo invade, y resulta dificultoso avanzar, pero no tiene pérdida. En un punto determinado cruzamos un arroyo que viene por la margen izquierda: es el Arroyo de las Brañolinas.

Fotografía 11. El camino baja de nuevo al fondo del valle y se vuelve más dificultoso. Al fondo de la imagen, el valle de Las Brañolinas, con la cumbre nevada del Cueto del Lobo.

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Tras el cruce del arroyo de Las Brañolinas comienza el tramo final de la ruta y a partir de aquí se complica. El camino sube de nuevo por la ladera, haciendo varios zig‐zag, y es relativamente fácil perderlo por la mucha vegetación que lo invade. Pasadas estas primeras curvas y recurvas, el camino sigue de nuevo a media ladera (Fotografía 12), ascendiendo suavemente.

Fotografía 12. El camino continua, cada vez menos practicable. Al fondo, recubriendo la ladera de enfrente, los bosques del “Monte Llamas”.

Después de recorrer aproximadamente un kilómetro llegamos por fin al mirador de “Vallina de Faro”, desde donde ya se adivina la cabecera del valle: las Brañas de Faro (Fotografía 13). A partir de aquí la senda prácticamente se ha perdido, sólo los montañeros experimentados deben atreverse a continuar, pues el avance entre la vegetación se vuelve muy dificultoso, y peligroso por las fuertes pendientes.

Fotografía 13. El último tramo: al fondo, las cabeceras del valle, con las Brañas de Faro ocultas a la izquierda. En las laderas en primer y segundo plano, la senda que se pierde. A partir de este punto el avance queda reservado para los montañeros experimentados.

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Si vamos bien equipados y tenemos experiencia, quedan horas de luz suficientes y hace buen tiempo, podemos atrevernos a continuar hasta las viejas construcciones de las Brañas de Faro. Desde aquí hay varias ascensiones: al pico Faro o Mosqueiro (1.754 m), a la Fana del Coronxo, a la Ubia Piedrafita,… todas ellas relativamente sencillas y desde las que hay magníficas vistas hacia el Valle de Degaña (Asturias). También podemos plantearnos el regreso recorriendo el alto cordal montañoso que desde el Pico Faro o Mosqueiro va hacia el Sur, hacia el Cueto del Lobo, las Penas Yumeras, Peñas Blancas, Altos de la Trapa y la Esquilarda, encima ya del pueblo de Faro; este es un recorrido muy recomendable pues es suave y fácil, y con espectaculares panorámicas. En caso de que no nos arriesguemos a llegar hasta las Brañas de Faro, el regreso lo haremos desandando el mismo camino que hemos traído (Fotografía 14).

Fotografía 14. Regresando hacia Faro.

Anexo: el modelado glaciar del Valle de Faro. Como hemos podido ver, las cabeceras del valle de Faro presentan formas de origen glaciar: circos, valles en artesa delimitados por hombreras, bloques erráticos, cascadas,… así como otras menos evidentes. Estas formas nos dicen que durante la última glaciación el valle de Faro estuvo ocupado por glaciares, al menos en sus partes más altas. En las vistas aéreas virtuales de las páginas siguientes hemos reconstruido el aspecto que tendría el valle, y sus glaciares, durante la fase álgida de la glaciación, cuando las lenguas de hielo alcanzaron su máximo desarrollo (el “Máximo Glaciar”), y durante una de las fases de retroceso, cuando el clima comenzó a

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mejorar y los glaciares empezaron a retroceder, disminuyendo su tamaño y desconectándose unos glaciares de otros, formando pequeños glaciares de valle. En el valle de Yumeras la pequeña morrena frontal de la fotografía 6 nos permite establecer con relativa seguridad que el glaciar que ocupó este valle llegó hasta ese punto. Sin embargo, en el valle principal, debido a la erosión posterior, no se han conservado morrenas, por lo que el punto en el que establecemos el frente del gran glaciar del Valle de Faro durante el Máximo Glaciar es una estimación, no sabemos si llegó hasta ahí o más abajo. Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles, formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares. bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...). circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera.

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Cuaderno de rutas por los

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Ruta de la Braña (Trascastro). Resumen: Entre ida y vuelta, esta ruta tiene unos 10 kilómetros en total. Aunque existen otras posibilidades que se explican en el texto, se va y se vuelve por el mismo camino. Se va siempre por un sendero bien acondicionado, sin riesgo y sin pendientes demasiado fuertes. Es una ruta sencilla, para un paseo de medio día caminando tranquilamente. También se puede hacer en bicicleta de montaña. Interés: La ruta recorre un amplio valle glaciar con hombreras, bloques erráticos, circos, cascadas, etc. el camino tiene largos tramos junto al río y por hermosas praderas. La fauna es muy rica y abundante, pues son continuas a lo largo del camino sus huellas y señales: huellas, excrementos, hozaduras,….. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos nieve. Es recomendable ser discretos y no hacer ruido, tanto porque así aumentaremos las posibilidades de ver fauna salvaje, como por no alterar el entorno. Mapa básico de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Descripción de la ruta: La ruta parte del pueblo de Trascastro, desde las últimas casas de la parte alta. Al salir del pueblo podremos ver la mayor parte del valle que vamos a recorrer, con el pico Moredina al fondo (Foto 1).

Foto 1. Inicio de la ruta de la Braña, en Trascastro. A la izquierda, el Monte Espalomares en el que se puede ver un gran deslizamiento. Al fondo, el Pico Moredina, con sus 1.857 metros de altitud.

La ruta también se puede comenzar en el pueblo de Peranzanes, tomando el viejo camino que lleva a Trascastro. Si elegimos esta opción tendremos magníficas vistas del pueblo de Trascastro, así como del gran deslizamiento que se produjo en sus cercanías, en el Monte Espalomares (Foto 2).

Foto 2. Si iniciamos la ruta en Peranzanes, al acercarnos a Trascastro tendremos esta vista del pueblo, con la ruta a seguir, y del Monte Espalomares, donde tras desaparecer el glaciar se produjo un gran deslizamiento en el que se vino abajo gran parte del monte.

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Estos deslizamientos son típicos de los grandes valles glaciares, pues al desaparecer la masa de hielo las laderas del valle experimentan una fuerte descompresión, y se pueden venir abajo grandes masas de roca, como es este caso. El camino va llaneando hasta una bifurcación, nosotros debemos seguir por el ramal de la derecha, cuesta abajo, pues el de la izquierda sube hacia el depósito de aguas de Trascastro (Foto 3).

Foto 3. Al poco de iniciar el recorrido el camino se bifurca. Debemos tomar la senda de la derecha, hacia abajo.

El camino baja aquí al fondo del valle, donde haremos un bonito recorrido junto al río, entre una frondosa vegetación. Tras cruzar el río por un viejo puente llegamos a una segunda bifurcación (Foto 4). Aquí da igual tomar cualquiera de las dos sendas: ambas se vuelven a juntar un kilómetro más adelante. La de la izquierda rodea los prados por la parte de abajo y suele estar más encharcada. La de la derecha va por arriba y suele tener menos agua.

Foto 4. Después de cruzar el puente, el camino se bifurca de nuevo. Podemos tomar cualquiera de las dos opciones, vuelven a juntarse un kilómetro más adelante. La de la derecha va por la parte de arriba de los prados y suele estar menos encharcada.

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Tras un tramo de vegetación densa el camino llega a unos prados más abiertos y recorre un pequeño montículo alargado: es una interesante morrena dejada por el glaciar en la fase de retroceso, cuando era ya un pequeño glaciar que sólo ocupaba el fondo del valle (Foto 5).

Foto 5. La senda recorre la morrena lateral del glaciar. En la ladera de enfrente, se observa cómo los prados se han adaptado también al depósito glaciar, más rico en arcillas y limos que la ladera rocosa.

Tras recorrer la morrena, veremos que el valle va abriéndose cada vez más y daremos vista ya la amplia cabecera (Foto 6), con el Teso Mular, el collado de Boca Mular y el pico Moredina cerrando el hermoso paisaje y dominando las extensas praderas del fondo del valle.

Foto 6. El tramo final del recorrido: las praderías en la confluencia de los arroyos y los picos Teso Mular y Moredina al fondo.

Aquí nos llamará seguro la atención un gigante del valle: el gran abedul, un ejemplar monumental, situado sobre el camino, a la derecha (Foto 7).

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Foto 7. Un ejemplar monumental de abedul: el gigante del valle de la Braña.

Si desde el abedul echamos la vista atrás, veremos la parte última del recorrido que hemos hecho, y apreciaremos perfectamente la disposición de la pequeña morrena de retroceso dejada por el glaciar (Foto 8).

Foto 8. Mirando valle abajo desde el abedul, se aprecia la morrena que hemos recorrido, adosada a la ladera izquierda.

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Si miramos hacia arriba, hacia el conjunto de circos que cierran la cabecera del valle, veremos un interesante complejo morrénico de retroceso al pie del Pico Moredina, con varios arcos morrénicos sucesivos y una morrena de nevero en lo más alto, justo bajo la cumbre (Foto 9).

Foto 9. Mirando valle arriba podemos observar los circos de Moredina, con sus morrenas de retroceso, cuando el glaciar era ya sólo una masa de hielo colgada arriba del todo, y una singular morrena de nevero: un pequeño arco de rocas situado el pie del pico Moredina.

A partir de aquí tenemos una dificultad: el viejo camino, que continúa por encima de los prados, ha sido cortado por un desprendimiento y no es posible el paso. Lo recomendable en este punto es bajar a los prados del fondo del valle (por otra parte es una delicia recorrer esta alfombra verde) y buscar un paso por entre los matorrales y el bosquecillo (Foto 9). Lo que queda es la cabecera del valle: si somos montañeros experimentados y tenemos interés, es muy recomendable subir a recorrer el complejo morrénico de retroceso del Pico Moredina, la morrena de nevero, y acercarse el collado Boca Mular: las vistas hacia Asturias son impresionantes. Desde este punto podemos hacer ascensiones sencillas al Pico Moredina, al Teso Mular, o pasar al lado asturiano y, rodeando el Teso Mular, llegar a las lagunas de Sisterra o de Moredina y Camposa, de origen glaciar. En este último caso es también posible descender por el valle paralelo de Río, saliendo al pueblo de Chano, desde donde podremos volver a Trascastro por la carretera o por una pista. La opción más sencilla es regresar por donde hemos venido.

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Anexo: el modelado glaciar del valle de la Braña (Trascastro). Todo el valle de la Braña es una gran artesa glaciar, con hombreras, restos de morrenas laterales y de fondo, bloques erráticos, umbrales pulidos, circos en la cabecera, etc. Durante el máximo glaciar todo el valle estuvo ocupado por una lengua de hielo de más de un centenar de metros de espesor. En las vistas aéreas virtuales de las páginas siguientes hemos reconstruido el aspecto que tendría el valle, y sus glaciares, durante la fase álgida de la glaciación, cuando las lenguas de hielo alcanzaron su máximo desarrollo (el “Máximo Glaciar”), y durante las fases de retroceso, cuando el clima comenzó a mejorar y los glaciares empezaron a retroceder, disminuyendo su tamaño y desconectándose unos glaciares de otros, formando pequeños glaciares de valle. Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles, formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares. bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...). circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera.

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Ruta del Valle de Mondiego (Chano) Resumen: Entre ida y vuelta, esta ruta tiene unos 6 kilómetros en total. Aunque existen otras posibilidades que se explican en el texto, se va y se vuelve por el mismo camino. Durante la mayor parte del recorrido se va por un sendero bien acondicionado, sin riesgo y sin pendientes demasiado fuertes salvo en el tramo final, donde el sendero es más irregular y hay cuestas más pronunciadas. En cualquier caso es una ruta sencilla, para un paseo de medio día caminando tranquilamente. También se puede hacer en bicicleta de montaña. Interés: La ruta recorre un amplio valle glaciar con morrenas, hombreras, bloques erráticos, circos, cascadas, etc. el camino tiene tramos junto al río y otros sube por las laderas. Al final el camino llega a un bosque mixto –el de Mondiego‐ muy valioso, con tejos, abedules, serbales, mostajos, robles, etc. También es posible acceder a un gran glaciar rocoso muy interesante. La fauna es muy rica y abundante, pues son continuas a lo largo del camino sus señales: huellas, excrementos, hozaduras,….. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos nieve, especialmente en la subida a los circos de cabecera. Es recomendable ser discretos y no hacer ruido, tanto porque así aumentaremos las posibilidades de ver fauna salvaje, como por no alterar el entorno. Mapa básico de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Descripción de la ruta: La ruta se inicia en el aparcamiento del área musealizada del Castro de Chano, en la carretera entre Chano y Guímara (Foto 1). Aquí es muy recomendable aprovechar para hacer una visita a estas instalaciones y sobre todo al castro pre‐romano de Chano.

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Foto 1. El inicio de la ruta, en el aparcamiento del área musealizada del Castro de Chano.

Desde la llanura que hay enfrente, al otro lado del río (la terraza fluvio‐glaciar de Chano), las vistas del emplazamiento del castro y del valle de Mondiego son muy recomendables e interesantes (Foto 2); podemos acceder a la terraza desde el pueblo de Chano, dando un agradable paseo, cosa que podemos hacer a la vuelta, después de haber realizado la ruta.

Foto 2. Desde la terraza fluvio‐glaciar de Chano hay una magnífica vista del Valle de Mondiego. Se aprecia su perfil de artesa glaciar, con unas hombreras muy bien marcadas, que nos indican el tremendo espesor que tuvo la lengua de hielo. En primer plano, sobre un depósito correspondiente seguramente a una morrena lateral del valle principal, se pueden ver algunos bloques erráticos de gran tamaño. Al fondo, el bosque de Mondiego.

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Desde el castro, retomaremos el camino valle arriba. Enseguida veremos a la izquierda del camino un gran bloque errático empotrado en la ladera (Fotos 3 y 4), abandonado por el glaciar en su fase de retroceso.

Fotos 3 y 4. Un gran bloque errático al principio de la ruta.

El camino continúa valle arriba, un poco más adelante llegaremos a una bifurcación: una pista se desvía a la izquierda, ladera arriba; no debemos tomarla salvo que queramos subir a visitar el glaciar rocoso de Ferreira (ver explicación al final del texto), nosotros en principio seguiremos por el camino derecho. En invierno y primavera se suelen ver espectaculares cascadas en la ladera de enfrente (Foto 5). Estas cascadas son típicas de los grandes valles glaciares: la forma en “U” que ocasiona el glaciar por su particular manera de erosionar da lugar a unas laderas casi verticales, por las que los arroyos caen en saltos y cataratas.

Foto 5. Cascadas espectaculares en la ladera, bajo el circo del Alto de Curriellos.

De hecho, si nos damos media vuelta y observamos el perfil del valle (Foto 6) podremos apreciar la perfecta forma de artesa glaciar.

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Foto 6. Mirando valle abajo, el perfil transversal del valle de Mondiego revela su origen glaciar.

Más arriba el camino se hace más empinado y llegamos a la cabecera del valle, donde éste se abre y presenta dos amplios circos, uno bajo el pico del Alto del Carballín (Foto 7), y otro por el que continúa el camino, en dirección al Pico Ferreira.

Foto 7. Al fondo, entre las nubes, el circo del Alto del Carballín. En primer plano a la izquierda el bosque de Mondiego.

A partir de aquí nos vamos aproximando a la entrada del bosque de Mondiego, una masa forestal de calidad extraordinaria, en la que destacan las manchas oscuras de tejos y acebos (Foto 8).

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Foto 8. El bosque de Mondiego.

A la entrada del bosque termina el camino, y tenemos la opción de adentrarnos un poco en la masa forestal, pero no es recomendable tanto por las molestias que podamos ocasionar a la flora y a la fauna en un entorno tan frágil y de tan alta calidad ambiental, como por lo dificultoso del avance, pues la vegetación es sumamente espesa y no hay senderos. Lo más recomendable es regresar por donde hemos venido. Queda una última opción que reseñar: la visita al glaciar rocoso de Ferreira. Si queremos llevar a cabo esta ruta, debemos desandar el camino hasta casi el principio de la ruta, donde vimos al subir que se desviaba una pista hacia arriba, muy empinada. Esta pista asciende, en un recorrido de casi cinco kilómetros, hasta el pie del glaciar rocoso de Ferreira, uno de los lugares de interés geológico más significativos del valle de Fornela (Foto 9).

Foto 9. El glaciar rocoso de Ferreira, espectacular por sus grandes dimensiones y el tamaño colosal de algunas de las rocas que aparecen en él. El tránsito por el glaciar es muy peligroso. A la izquierda se puede ver el final de la pista que sube hasta el glaciar.

Anexo: el modelado glaciar del Valle de Mondiego. Todo el valle de Mondiego es una gran artesa glaciar, con hombreras, restos de morrenas laterales y de fondo, bloques erráticos, umbrales pulidos, circos en la cabecera, etc. Durante el

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máximo glaciar todo el valle estuvo ocupado por una lengua de hielo de más de un centenar de metros de espesor. En las vistas aéreas virtuales de las páginas siguientes hemos reconstruido el aspecto que tendría el valle, y sus glaciares, durante la fase álgida de la glaciación, cuando las lenguas de hielo alcanzaron su máximo desarrollo (el “Máximo Glaciar”), y durante las fases de retroceso, cuando el clima comenzó a mejorar y los glaciares empezaron a retroceder, disminuyendo su tamaño y desconectándose unos glaciares de otros, formando pequeños glaciares de valle. Los glaciares de los valles vecinos –el valle de Prado y el de la Peña Portillina‐ también albergaron glaciares que dejaron algunas de las morrenas de mayor tamaño de toda la zona. Al final del proceso, terminada ya la glaciación, se habría formado el glaciar rocoso de Ferreira, bajo un clima de tipo periglaciar. Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles, formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares. bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...). circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera.

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glaciar rocoso: es una masa de rocas que se han acumulado en el fondo de un circo glaciar y, estando congeladas, han formado una masa que por su propio peso y en función de la pendiente del circo se ha movido muy despacio, como si fuese un glaciar propiamente dicho. Este movimiento ha causado las irregularidades (ondas de flujo) que caracterizan la superficie de los glaciares rocosos. Los glaciares rocosos se forman después de la glaciación, cuando ya ha desaparecido el glaciar y, bajo un clima de tipo periglaciar, las paredes del circo sufren una intensa gelifracción, cayendo al fondo toneladas de rocas congeladas, en las que el hielo hace de lubricante. Se trata por tanto de formas periglaciares, más que de formas glaciares.

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Paisajes Glaciares de Fornela (Municipio de Peranzanes, Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses)

Ruta del Valle de Río (Chano) Resumen: Entre ida y vuelta, esta ruta tiene unos 10 kilómetros en total. Aunque existen otras posibilidades que se explican en el texto, se va y se vuelve por el mismo camino. Durante la mayor parte del recorrido se va por un sendero bien acondicionado, sin riesgo y sin pendientes demasiado fuertes salvo en el tramo final, donde el sendero es más irregular y hay cuestas más pronunciadas. En cualquier caso es una ruta sencilla, para un paseo de medio día o de día entero caminando tranquilamente. También se puede hacer en bicicleta de montaña. Interés: La ruta recorre un amplio valle glaciar con morrenas, hombreras, bloques erráticos, circos, cascadas, etc. el camino tiene largos tramos junto al río y otros sube por las laderas. Al final el camino trepa hasta un conjunto de circos espectaculares, al pie del Teso Mular (1884 m) y el Pico de la Camposa (1.873 m), y pasando a Asturias se pueden visitar los lagos glaciares de Sisterra o de Moredina y Camposa. La fauna es muy rica y abundante, pues son continuas a lo largo del camino sus señales: huellas, excrementos, hozaduras,….. Recomendaciones: Se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos nieve, especialmente en la subida a los circos de cabecera. Es recomendable ser discretos y no hacer ruido, tanto porque así aumentaremos las posibilidades de ver fauna salvaje, como por no alterar el entorno. Mapa básico de la ruta (página siguiente. Ver también la vista aérea virtual al final del texto):

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Descripción de la ruta: La ruta se inicia en el pueblo de Chano. Es interesante, antes de iniciar la ruta, acercarnos a la entrada del pueblo, viniendo desde Peranzanes, y junto al puente observar uno de los lugares de interés geológico de Fornela: el corte que las obras de la carretera han dejado al descubierto de una gran morrena (Foto 1). Podemos ver las características del depósito: una mezcla sin apenas estratificación ni orden de bloques de roca, piedras, cantos, arenas, limos,… como si una colosal excavadora hubiese empujado aquello hasta allí; efectivamente, algo parecido es lo que hace el glaciar, una masa de hielo que va erosionando, empujando y transportando todo lo que se encuentra a su paso. Allí donde el glaciar se detiene, deja abandonado todo el material, que es lo que ocurrió en este punto.

Foto 1. El corte de la morrena, a la entrada del pueblo de Chano.

El conjunto de la morrena se observa muy bien desde el barrio de Prado, al otro lado del río Cúa (Foto 2). Merece la pena acercarse dando un paseo, pues las vistas desde ese lado del valle son espectaculares.

Foto 2. El pueblo de Chano desde el barrio de Prado. Se puede apreciar la gran morrena lateral, y a la izquierda el inicio del Valle de Río.

En cualquier caso, para iniciar la ruta hay que bajar a la parte de Chano que queda sobre el río, y buscar el puente. Una vez cruzado el puente, el camino sube una pronunciada pendiente: estamos subiendo al lomo de la antigua morrena del glaciar. A lo largo del camino podemos

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ver cortes laterales en los que de nuevo se aprecian las características del depósito de la morrena (Foto 3).

Foto 3. El típico depósito dejado por un glaciar: una mezcla de grandes bloques y piedras junto a paquetes de arena, en este caso seguramente correspondientes a un episodio de un lago formado en el lateral del glaciar.

Al llegar arriba el camino gira y enfoca hacia el norte, valle arriba. Desde este punto tenemos una magnífica vista del pueblo de Cano y del barrio de Prado, de los circos de la cara norte de la Peña Portillina, y enfrente, podremos ver un gran lomo que nace en las laderas de la salida del valle de Río, y termina sobre el pueblo de Chano: es una morrena gemela de la que nosotros hemos ascendido, es la morrena lateral derecha del glaciar que descendía por el valle de Río.

Foto 4. Desde la morrena en la que nos encontramos, podemos ver el gran lomo que forma la morrena de enfrente, la del otro lado del glaciar. Más allá, al otro lado del valle principal, el barrio de Prado y los circos de la cara norte de la Peña Portillina.

El camino se adentra hacia el valle de Río, que en su primer tramo es muy encajado (Foto 5).

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Foto 5. Primeros tramos del valle de Río. En las laderas han quedado perfectamente marcadas las hombreras, que indican el espesor que llegó a tener la lengua de hielo.

Al recorrer estos primeros kilómetros debemos ir fijándonos en la ladera de enfrente, al otro lado del río, pues hay varios ejemplos de “bloques erráticos”: grandes rocas cuya única explicación de cómo han llegado hasta ahí es porque las abandonó el glaciar cuando ya se iba retirando, al final de la glaciación (Foto 6). En este caso quedaron abandonados justo sobre la hombrera lateral del glaciar.

Foto 6. Gran bloque errático depositado por el glaciar sobre la hombrera. Al fondo se puede ver la morrena lateral derecha, en la confluencia con el valle principal.

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A medida que vamos adentrándonos valle arriba se divisan sobre las altas hombreras del valle más bloques erráticos abandonados por el glaciar, algunos espectaculares, como los bloques de cuarzo blanco que brillan al sol en todo lo alto (Foto 7).

Foto 7. Grandes bloques erráticos de cuarzo blanco. Al fondo, los circos de cabecera y en rojo la ruta marcada para acceder a los lagos de Moredina.

Más adelante el valle comienza a ensancharse y adopta la forma típica de las artesas glaciares, con un fondo muy amplio, en este caso aprovechado tradicionalmente para prados de siega y de pasto (Foto 8).

Foto 8. A partir de medio recorrido, el valle se ensancha, son frecuentes los bloques erráticos y las hombreras se aprecian perfectamente.

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Algunos de los arroyos afluentes caen en bonitas cascadas (Foto 9).

Foto 9. Cascada y arroyo que cruza el camino.

Más adelante cruzamos el río por un rústico puente de piedra (Foto 10). La pendiente comienza a hacerse algo más pronunciada.

Foto 10. Cruzamos el río por una roca y el camino sigue por la ladera contraria, subiendo cada vez más. En rojo, la ruta para acceder a la parte alta del valle y hacia los lagos de Moredina.

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Unos centenares de metros más adelante llegamos a una bifurcación (Foto 11). Si tomamos el camino de la derecha avanzaremos unos doscientos metros más hasta llegar al arroyo y al fondo del valle, con un sitio agradable para descansar.

Foto 11. Más adelante llegamos a una bifurcación.

Por el contrario, si tomamos la pista de la izquierda comienza una subida bastante empinada que asciende trazando varias vueltas y revueltas, cogiendo altitud rápidamente en dirección a los pastos de altura en la cabecera del valle (Foto 12).

Foto 12. La cabecera del valle de Río. Por encima, el Teso Mular y los collados que dan paso a los lagos de Moredina.

No hay pérdida, sólo hay que seguir el camino. Al llegar a los pastos tenemos la opción de subir al collado de Pie Mular, y desde éste podemos ascender al Teso Mular, al Pico de la Camposa, o pasar al lado asturiano y bajar a las lagunas de Sisterra o de Camposa y Moredina. Cualquiera de estas opciones es fácil y merece la pena, las vistas son espectaculares. Para regresar, la opción más sencilla es volver hacia Chano por el mismo camino que hemos hecho, si bien también es posible pasar al valle de Zavuelve, y bajar a Guímara, o pasar al valle

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de la Braña, y bajar a Trascastro (pero en ambos casos tendremos luego que regresar a Chano bien por la carretera o bien por caminos no señalizados). Anexo: el modelado glaciar del Valle de Río. Todo el valle de Río es una gran artesa glaciar, con hombreras, restos de morrenas laterales y de fondo, bloques erráticos, umbrales pulidos, circos en la cabecera, etc. Durante el máximo glaciar todo el valle estuvo ocupado por una lengua de hielo de más de un centenar de metros de espesor. En las vistas aéreas virtuales de las páginas siguientes hemos reconstruido el aspecto que tendría el valle, y sus glaciares, durante la fase álgida de la glaciación, cuando las lenguas de hielo alcanzaron su máximo desarrollo (el “Máximo Glaciar”), y durante las fases de retroceso, cuando el clima comenzó a mejorar y los glaciares empezaron a retroceder, disminuyendo su tamaño y desconectándose unos glaciares de otros, formando pequeños glaciares de valle. Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles, formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares. bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...).

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circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera.

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Ruta del Valle de Zavuelve y Laguna de Guímara Resumen: Entre ida y vuelta, esta ruta tiene unos 10 kilómetros en total y se salva un desnivel de unos 800 metros. Aunque existen otras posibilidades que se explican en el texto, se va y se vuelve por el mismo camino. Durante la primera parte del recorrido se va por un sendero bien acondicionado, sin riesgo y sin pendientes demasiado fuertes, pero para subir a la laguna, en la segunda parte del recorrido, el sendero es muy irregular, no está señalizado, es fácil perderlo y hay cuestas bastante pronunciadas. Es una ruta de cierta complejidad, para un paseo de medio día o de día entero caminando tranquilamente. Interés: La ruta recorre un estrecho y profundo valle glaciar, el camino discurre entre bosques en gran parte del recorrido. Al final el camino trepa hasta un circo espectacular, al pie del Pico Cebreiro (1.948 m), que aloja en su fondo la laguna de Guímara. Desde la laguna se accede fácilmente a la cresta montañosa que limita León y Asturias, y desde ahí se puede ascender a los picos Cebreiro, a Peña Rogueira (1.960 m), o hacia el este al Pico de la Camposa (1.873 m), y pasando a Asturias se pueden visitar los lagos glaciares de Sisterra o de Moredina y Camposa. La fauna es muy rica y abundante, pues son continuas a lo largo del camino sus señales: huellas, excrementos, hozaduras, y al final, en la laguna y en la cresta montañosa es fácil observar rebecos. Recomendaciones: La primera parte del recorrido, los dos primeros kilómetros desde Guímara, es fácil y si continuamos por el camino que recorre el fondo del valle podemos hacer otro kilómetro o algo más entre praderas y bosques, pero si queremos subir a la laguna debemos tener en cuenta que el sendero está sin señalizar y hay varios puntos en los que es muy fácil perderlo; por este motivo, no recomendamos intentar la subida a la laguna salvo que llevemos la ruta marcada en un GPS o que tengamos suficiente experiencia montañera. La ruta se puede hacer en cualquier época del año. De noviembre a abril hará frío y fácilmente encontraremos nieve, especialmente en la subida a la laguna.

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Mapa básico de la ruta:

Descripción de la ruta: La ruta se inicia en el pueblo de Guímara. Podemos dejar el coche a la entrada del pueblo, donde hay un aparcamiento, y a partir de ahí cruzaremos el puente y atravesaremos el pueblo por la calle principal, que va hacia el este. Es recomendable que preguntemos a algún vecino dónde se toma el camino del Valle de Zavuelve, pues al final del pueblo hay una calle que va hacia la derecha, hacia los prados del fondo del valle, y no es ésta la que debemos tomar, sino la de la izquierda, que comienza a subir hacia las últimas casas, ya en la ladera de la montaña (Foto 1).

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Foto 1. El camino del valle de Zavuelve arranca ladera arriba dejando atrás las últimas casas de Guímara.

Una vez que hemos dejado a nuestra izquierda las últimas casas, el camino inicia su ascenso suave pero continuo. Unos quinientos metros más adelante llegamos al “Balcón de Guímara”, un recodo del camino donde los vecinos han puesto un banco (Foto 2). Es un extraordinario mirador, merece la pena parar y contemplar el magnífico paisaje del valle de Fornela.

Foto 2. El mirador del “Balcón” de Guímara.

A partir de aquí no tenemos más que seguir camino arriba, bajo un dosel de robles, cerezos, arces, avellanos y abedules. Varios manantiales y arroyos nos permiten aprovisionarnos de un agua exquisita (Foto 3).

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Foto 3. Las aguas de numerosos arroyos y manantiales cruzan el camino.

En este tramo veremos a menudo caminos que se desvían a nuestra derecha (Foto 4). No debemos tomarlos, son accesos a los prados del fondo del valle. Nosotros debemos seguir por el camino principal, siempre el de la izquierda.

Foto 4. Son frecuentes las sendas que se desvían hacia la derecha. Debemos continuar por la izquierda.

Más adelante llegamos a un tramo de camino enlosado, muy bonito (Foto 5). A partir de aquí debemos tener cuidado, pues al final de este tramo enlosado tenemos el desvío a la izquierda para subir a la laguna.

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Foto 5. Tramo enlosado del camino. Al fondo, antes de llegar a los árboles, se desvía la senda que sube a la laguna.

En efecto, al final del tramo enlosado llegamos a un bonito banco de piedra, junto al arroyo. Justo unos metros más atrás hemos dejado la senda que se desvía a la izquierda, la que debemos tomar para subir hacia la laguna (Foto 6).

Foto 6. El punto donde se desvía una senda a la izquierda, para iniciar el ascenso a la laguna de Guímara.

Tenemos la opción de continuar por el camino enlosado, que sigue por el fondo del valle, en un recorrido tranquilo y agradable entre bosque y prados durante uno o dos kilómetros más. Por el contrario, si decidimos subir a la laguna debemos tomar la senda que sale a la izquierda

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justo antes del banco de piedra. Los primeros tramos son sencillos, incluso con enlosado como el del camino principal (Foto 7).

Foto 7. Nada más tomar la senda giramos de nuevo a la izquierda y comenzamos la subida. Los primeros tramos son fáciles.

Sin embargo, a partir de aquí hay que ir con mucha atención para no perder la senda. En algunos puntos es difícil intuir por dónde continúa (Foto 8). La referencia es ir dejando el bosque a nuestra izquierda mientras subimos hacia la cresta rocosa del fondo a la derecha.

Foto 8. Al llegar a una pradera desaparecen las referencias de la senda. Hay que subir a la parte alta y buscar la continuación entre el matorral, y luego seguir por el borde del bosque, subiendo hacia la cresta rocosa del fondo.

Al pasar la cresta de rocas damos ya vista a la cabecera del valle. Dejamos a la derecha un extenso afloramiento de roca desnuda: es un umbral pulido por el paso del glaciar (Foto 9).

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Foto 9. En primer término un extenso umbral de roca pulida por el paso del glaciar, con un bloque errático en medio. Al fondo parte de la cabecera del valle de Zavuelve, con el Pico de la Camposa (1.873 m) entre las nubes.

Seguimos subiendo y llegamos a una nueva cresta de rocas, tras la cual damos vista al pico Cebreiro o Turrunteira, con el circo glaciar y la laguna a su pie, aunque la laguna no se divisa desde este punto. La senda baja por el borde del bosque y sube hacia la laguna (Foto 10).

Foto 10. Al pasar una nueva cresta rocosa vemos ya las cumbres y el circo en el que se aloja la laguna. La senda baja al bosque, lo bordea por la izquierda, e inicia la subida final, en dirección a un manantial que queda en un escalón bajo la laguna.

Pasado el bosquecillo iniciamos la subida final, con cuidado de no perder la senda. Ésta nos lleva hasta un manantial que queda un escalón por debajo de la laguna. Desde el manantial debemos girar a la izquierda y seguir ascendiendo gradualmente (Foto 11).

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Cuaderno de rutas por los paisajes glaciares del valle de Fornela. Municipio de Peranzanes (RBALE)

Foto 11. Al llegar al manantial, la laguna nos queda un poco más arriba, pero no debemos subir recto, sino girar a la izquierda.

En efecto, un poco más adelante veremos un hito de piedras que nos indica que estamos en la buena dirección (foto 12).

Foto 12. Un pequeño hito de piedras nos indica el camino. Al llegar al collado giraremos a la derecha y tendremos la laguna un poco más arriba.

Pasado el hito giraremos a la derecha y un poco más arriba llegamos a la laguna (Foto 13).

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Foto 13. La laguna de Guímara. Se aprecia perfectamente la morrena en forma de semicírculo que encierra la laguna, y encima de ella un gran bloque errático. Al fondo, entre la bruma, la divisoria montañosa que hace de límite entre León y Asturias.

La laguna de Guímara es un típico lago formado en el fondo de un pequeño circo glaciar. Al final de la glaciación, cuando el glaciar se había reducido a poco más que un nevero, depositó una morrena de forma semicircular. Esta morrena, cuando el glaciar terminó de fundirse y desaparecer, hizo de represa y dio lugar a la formación de la laguna. Una peculiaridad de la laguna de Guímara es el gran bloque errático de varias toneladas de peso que el glaciar dejó abandonado sobre la morrena. Desde la laguna se accede fácilmente a la cresta montañosa que divide León y Asturias, donde si el día está despejado disfrutaremos de unas vistas extraordinarias. Aquí tenemos varias opciones: tomar dirección oeste y subir al pico Cebreiro y más allá a la cumbre de Fornela ‐ Peña Rogueira, con sus casi dos mil metros‐, o tomar dirección este y subir al Pico de la Camposa, y más allá al Teso Mular y los lagos de Sisterra o de Camposa y Moredinas, ya en el lado de Asturias. Es fácil ver rebecos en la divisoria montañosa, desde la misma laguna (Foto 14).

Foto 14. Desde la laguna es fácil ver rebecos en las peñas de la divisoria.

Si desde la laguna decidimos regresar, lo más recomendable es hacerlo por donde hemos venido. Seguramente veremos una senda que baja por el otro lado del valle, hasta los prados del fondo y el camino principal, pero esta senda ya no la utiliza casi nadie y en muchos tramos

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el matorral la ha invadido y se avanza muy mal, por eso es mejor volver por donde hemos venido. Anexo: el modelado glaciar del Valle de Zavuelve. Todo el valle de Zavuelve es una gran artesa glaciar, con hombreras, bloques erráticos, umbrales pulidos, circos en la cabecera, etc. Durante el máximo glaciar todo el valle estuvo ocupado por una lengua de hielo de doscientos o trescientos metros de espesor. En las vistas aéreas virtuales de las páginas siguientes hemos reconstruido el aspecto que tendría el valle, y los circos de la cara sur de Peña Rogueira, durante la fase álgida de la glaciación, cuando las lenguas de hielo alcanzaron su máximo desarrollo (el “Máximo Glaciar”), y durante las fases de retroceso, cuando el clima comenzó a mejorar y los glaciares empezaron a retroceder, disminuyendo su tamaño y desconectándose unos glaciares de otros, formando pequeños glaciares de circo. En la fase final es cuando se formaría la morrena de cierre de la laguna de Guímara. Glosario de términos glaciares: glaciar, lengua glaciar, valle glaciar: en los lugares tan fríos que la nieve que cae a lo largo del año no llega a fundirse, se van acumulando capas de nieve sucesivas, unas sobre otras; si esto ocurre durante centenares o miles de años la acumulación de nieve se hace cada vez más espesa y por su propio peso se transforma en hielo glaciar. El hielo glaciar es un material que posee cierta plasticidad, es decir, que se deforma fácilmente; esta propiedad hace que, si la capa acumulada adquiere el suficiente espesor (varias decenas de metros como mínimo), la masa se ponga en movimiento, deslizándose muy lentamente hacia donde haya pendiente. Si es una zona montañosa el hielo se canalizará por los valles, formando lenguas que en parte se adaptan y en parte modifican el perfil que tenían esos valles, erosionándolos. Estas lenguas de hielo son capaces de transportar (muy lentamente, eso sí) enormes cantidades de materiales que el propio glaciar arranca del fondo o que caen al glaciar desde los picos y laderas que queden por encima. Todos esos materiales rocosos que van empastados en el hielo hacen también la función de una “lija” que aumenta el poder erosivo del glaciar en movimiento. morrenas:los glaciares tienden, por la gravedad, a deslizarse muy lentamente valle abajo; esto se debe a que el hielo de un glaciar adquiere cierta plasticidad debido al peso y la presión de la propia acumulación de la masa de hielo. Este movimiento hace que el glaciar se comporte como una especie de “excavadora” que va “empujando” por delante los materiales que arranca de las paredes y del fondo del valle. Cuando el glaciar se estabiliza durante algún tiempo en un sitio (en el máximo de su avance, por ejemplo) deja allí acumulado un depósito de grandes bloques, piedras y arenas, todo mezclado y amontonado; esto es lo que se llama una “morrena glaciar”. Si el clima cambia y el glaciar empieza a fundirse y a retirarse, la morrena queda allí “marcando” el lugar hasta el que llegó el hielo. Como las morrenas se forman o en los laterales del glaciar o en su frente, tienden a tener forma alargada, suelen aparecer como una colina, de varios metros de alto, larga y sinuosa. La mayor parte de las morrenas han sido destruidas después por las aguas de los torrentes o de los ríos, de tal forma que en la mayor parte de los casos sólo quedan restos reconocibles por los cantos glaciares.

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bloque errático: son enormes rocas que transportaba el glaciar, y que cuando el clima mejora y el glaciar empieza a fundirse y a retroceder pueden quedar abandonadas en lugares a veces inverosímiles (al borde de precipicios, sobre crestas rocosas...). circo glaciar: se llama “circo” a toda aquella cabecera de valle que tenga forma semicircular, de anfiteatro; si esa cabecera de valle ha estado ocupada por una masa de hielo glaciar se le llama “circo glaciar”. Los circos glaciares se caracterizan por unas laderas muy inclinadas, casi verticales (las “paredes del circo”) y por un fondo plano o en forma de cuna, a menudo ocupado por un lago o por una turbera.

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