Sociedad conciencia personalidad aportes de Pedro Ortiz Cabanillas

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SOCIEDAD-CONCIENCIA-PERSONALIDAD: APORTES CIENTÍFICOSOCIALES DE LA OBRA DE PEDRO ORTIZ CABANILLAS Paredes Rivera Alvaro

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Llaja Rojas Victoria2

RESUMEN El artículo revisa la teoría del doctor Pedro Ortiz Cabanillas con respecto a la personalidad, a la conciencia y a la sociedad, conceptos que él colocó en una tríada inseparable para sustentar una nueva explicación del hombre, bajo una postura científica, social y humanista. Se destaca el aporte del autor para la construcción de una sociedad moral, propuesta que sintetizó en su obra Ética social. En esta obra, el autor da lineamientos para transformar la actual sociedad inmoral en una moral. Luego de la revisión, se concluye que éste el principal aporte socio-cultural de su obra para la posteridad. Palabras clave: sociedad, conciencia, personalidad, moral, hombre, ciencia.

ABSTRACT This article reviews the theory of Dr. Pedro Ortiz Cabanillas on the concepts of personality, consciousness


INTRODUCCIÓN ¿Cuál es el problema de la ciencia en su teoría y práctica? Quizás la respuesta a esta interrogante se halla en la larga y casi completa obra del Dr. Pedro Ortiz Cabanillas; es entonces, la respuesta, difícil de responder en unas cuantas líneas y más aún cuando existe gran cantidad de constructos o conceptos y variedad de suposiciones que deben ser revisadas para la elaboración de un marco conceptual propiamente científico que guíe apropiadamente la labor profesional. La obra de Ortiz nace del descontento y la consecuente preocupación que este autor, como médico de profesión, observa en el tratamiento de pacientes. Es cierto, desde la práctica fue que Ortiz se percató de que gran parte de los problemas profesionales surgen de una versión errada del hombre, una concepción que tiene los residuos de viejas ideas dualistas, mecanicistas y, en consecuencia, no científicas, que lo único que hacen ha sido situar al hombre en un plano abstracto, alejado de su realidad material concreta. De ahí que surge el inconveniente práctico, puesto que las soluciones a las problemáticas sociales se plantean idealistamente y terminan por no resolver los problemas concretos de los hombres. Considerar que a partir de los problemas sociales que se ven en la práctica naciera la teoría de Ortiz nos permite ver cómo esa tríada sociedad-concienciapersonalidad adquiere un sentido inverso, es decir personalidad-concienciasociedad, para lograr una verdadera explicación del hombre que parta del entendimiento del mismo hasta el sistema que lleva parte de su determinación. Y es que el hablar de personalidad, por un lado, nos lleva, inevitablemente, a hablar del hombre puesto que toda persona es una personalidad, es decir, que no existe nada que sea del individuo humano que quede fuera de su personalidad; y hablar de sociedad, por otro lado, equivale a la idea de un sistema organizado por el hombre a lo largo de su historia, que influye en su formación de manera constante (Ortiz, 1994, 1997a, 2010). Pero esta concepción del individuo humano necesita de un concepto clave que lo fundamente. Para Ortiz el concepto de información es aquel que permite entender los diversos procesos dentro del sistema vivo en el que estamos inmersos (Ortiz, 1994, 1997a, 2010) y, por tanto, será el concepto que fundamente la teoría que esbozó: una teoría informacional. No nos cabe duda que la teoría del Dr. Ortiz nos sitúa a los hombres en un lugar especial dentro del sistema vivo, siendo nosotros los únicos seres dentro del sistema que han desarrollado una sociedad, la cual produce información social 2


que nos reestructura constantemente, siendo la verdadera naturaleza del hombre la de ser social. Tal es la relevancia de la sociedad para la teoría de Ortiz que no nos sorprende que entre sus últimos escritos haya diseñado una guía para el desarrollo moral de la sociedad, a partir de sus instituciones educativas y de salud (Ortiz, 2007) y sobre la necesidad de una formación moral de las personas (Ortiz, 2008), lo cual se abordará líneas abajo por ser considerado éste el mayor aporte para un desarrollo social sostenido en base a una concepción científica, social y humanista de la moral. LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE Cambiar la concepción de hombre que se ha tenido hasta ahora implica el cambio o la redefinición de conceptos para luego adaptarlos a una teoría científica clara y viable. Ortiz (1994) se percató de que las dos concepciones más aceptadas, modernas y empleadas dentro de la ciencia para entender al hombre eran: la concepción mecanicista, que presenta una visión del hombre como especie, como animal concreto, que busca atender los problemas del individuo; y la concepción idealista, que ve al Hombre como un ser superior, como un ser esencialmente espiritual 2 , que busca la comprensión del destino superior de dicho Hombre. Ambas posiciones se encuentran erradas, y a consideración de Ortiz son dos las perspectivas que deberán de asimilarse a modo de síntesis para poder comprender mejor al hombre: la actitud reduccionista y la actitud pragmática. La actitud reduccionista nos dota de una concepción material del hombre, fundamentada en la determinación genética de la especie y la actividad biológica del hombre; su problema es el reducir la sociedad a una mera evolución biológica de este tipo. La actitud pragmática enfatiza los hechos inmediatos y aquellos que se relacionen con las ideas superiores a las que aspira la sociedad, rescatando a ésta como una formación superior del sistema vivo. En la unión de ambas perspectivas, Ortiz (1994) nos da entender la importancia de los procesos de determinación genética a la vez que destaca el papel de la sociedad como reestructuradora de aquellos procesos primitivos, diferenciando así tajantemente al individuo psíquico animal, aquel que no ha sido reestructurado por esta sociedad, del individuo psíquico humano, de naturaleza social. Para entender estos procesos, entendidos como procesos informacionales (Ortiz, 1994, 1997a, 2010), se necesita entender los conceptos de reflejo e información. El reflejo viene a ser la propiedad física de la materia por la cual una estructura puede verse tanto como el resultado de la organización de diferentes elementos 2

Es importante notar idea de “esencia” dentro de la concepción idealista, que la entiende como una sustancia inherente y no como aquello que diferencie en su actividad al hombre de otro ser. Se volverá sobre esto más adelante.

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previos a su existencia, como los constituyentes de su forma global, a la vez que también forma parte de un nivel material superior, contribuye a la creación de un sistema más complejo que necesita de esta estructura previa para su existencia. Dicho reflejo sólo se puede entender como actividad refleja, viéndose a partir del funcionamiento de cada sistema que refleja a sus componentes más básicos al mismo tiempo que sirve como base o modelo para la estructuración de formas más complejas de materia. El reflejo, así entendido, nos da una perspectiva material del universo y del sistema vivo, así como de todo lo que se produce dentro de él, que se puede o bien estructurar bajo los denominados procesos neguentrópicos, o bien desestructurar bajo los procesos entrópicos, todos de tipo material. Una vez entendidos los procesos de reflexión por los cuales los sistemas vivos se van consolidando, deberemos de insertar la noción de información dentro del planteamiento. La información no es más que la actividad estructuradora propia e interna de un sistema vivo determinado, el cual no solamente refleja sus niveles anteriores que permitieron formar su estructura material, sino que además sirve como base o modelo de desarrollo para un nivel material superior, un sistema aún más complejo que el presente. Así, la información vendría a ser una forma del reflejo sólo capaz de darse dentro de los sistemas vivos. Cada nivel de materia previo soportara funcionalmente al nivel más complejo, el cual deberá de mantener su integridad, mejorar su actividad e impedir que todo proceso de carácter entrópico, o que desestructure, lleve a la desintegración del sistema complejo. Así, todo sistema vivo, bajo una concepción material, estará organizado en base a la información que es codificada por la estructura interna de dicho sistema, a partir de su propia actividad. Esta información estructuradora soporta los niveles más complejos y refleja los anteriores, permitiendo la actividad del sistema, manteniéndolo y reproduciéndolo hacia niveles superiores. Es pertinente, ahora, aclarar también la diferencia entre los procesos de reflexión y los procesos informacionales. No todo proceso de reflexión es un procesos informacional, caracterizando a estos últimos la existencia de un ser vivo, situado dentro de todo el sistema vivo. La información es una forma de actividad organizadora que se encuentra estructurada gracias a los demás procesos que intervienen en la dinámica de todo el sistema; es decir, la información se mantiene gracias a la existencia de otros sistemas, sistemas vivos, ya que son estos los cuales codifican y crean dicha información, el ser vivo es la fuente de la información al mismo tiempo que se mantiene y reestructura en base a ella.

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Con esto en claro, podemos idear la noción del sistema vivo como una jerarquía, una escalera que va desde una estructura simple, sencilla, hasta los niveles más elevados de actividad, sumamente complejos que se han ido organizando a través de la historia. Pero esta idea en la cual existe un único proceso ascendente que conlleva a la estructuración final de los sistemas más complejos es una idea lineal, no dinámica ni aplicable a lo que realmente ocurre en los sistemas vivos más complejos, como es el sistema de la sociedad. Así, la propuesta de Ortiz (1994, 1997a, 2010) es que existe un doble proceso de organización de la materia, dos procesos de determinación que son los procesos de génesis y los de cinesis. Los primeros refieren al proceso descrito anteriormente por el cual un nivel inferior de materia mediante su actividad se organiza y estructura para soportar, para servir como punto de inicio, a un nivel más complejo. Por otro lado, los procesos de cinesis operan descendentemente, esto es, reestructuran los niveles más simples que dieron lugar y permitieron la formación de los niveles más complejos de materia. De este modo, el concepto de información que se maneja, no solo nos limita a pensar en la estructuración de un determinado nivel de organización de la materia, sino que además se introduce la noción de una reestructuración, de una reorganización de los niveles inferiores en base a construcciones más complejas de materia. Lo que esto nos invita a reflexionar es sobre el papel que tiene la información propia de los niveles más complejos del sistema vivo, como lo es la información social (la perteneciente a la sociedad como nivel máximo), en la reorganización de niveles que, se pensaba antes, no podrían ser modificados de ningún modo. Para las ciencias humanas y sociales tiene alta relevancia este aporte: entendemos ahora que el individuo humano, la persona, no está determinada únicamente por procesos biológicos y que dichas estructuras sean inmodificables; los procesos de cinesis nos dan a entender que los cambios a nivel social no afectan superficialmente al hombre, sino que realmente lo transforman desde los niveles más altos de organización hasta los más simples y sencillos. Hasta aquí, se han explicado los procesos que dan lugar a la organización de lo vivo. El hombre es parte del sistema vivo y, por lo tanto, en base a estos mismos procesos materiales es que deberá de ser explicado y entendido. De este modo, se concibe que el hombre es estructurado en base a procesos epigenéticos, que parten de la codificación de la información genética (más básica) y que es reestructurado en base a procesos sociocinéticos entendidos a partir de la información social codificado dentro del nivel más complejo del sistema vivo: la sociedad humana (Ortiz, 1994). Considerando esto, no nos queda duda de que el planteamiento expuesto corresponde a una visión científica del hombre, de su naturaleza y de su actividad. 5


Considerar procesos biológicos y sociales en su determinación es lo que efectivamente puede explicar cómo el hombre ha llegado hasta estos tiempos. El aprendizaje ha sido, de esta forma, la actividad que interrelaciona los factores biológicos y químicos con aquellos ambientales, propios de la sociedad, y en base a esta actividad es que nos hemos desarrollado, nos hemos formado como personas, como un complejo sistema humano, que es en esencia social, siendo la historia de la humanidad, en realidad, la historia de la sociedad. La esencia entendida como lo fundamental, como aquello que nos caracteriza, teniendo nosotros una esencial social, puesto que es la sociedad la más elevada de las construcciones del sistema vivo, sólo posible por los años de evolución que ha tenido el ser humano, en la historia de su humanización, posterior a la de hominización. A partir de este punto, es que distinguimos a la persona, al individuo humano, que necesita de la sociedad para la adquisición de información que lo estructure como individuo social y que servirá para reestructurar sus niveles más básicos. Así, la codificación de la información social nutre la conciencia del individuo traduciéndose luego como información psíquica consciente, creando este nivel de la consciencia únicamente humano, expresado en su actividad epiconsciente, posibilitado por la existencia de la sociedad y diferenciándonos del individuo animal. Sea quizás en esta frase que integremos la noción de sociedad-concienciapersonalidad: siendo el individuo humano una personalidad, su formación ha sido consecuencia de la adquisición de información social en el sistema de su consciencia personal que reorganiza los componentes de su personalidad, recordando que dicha información ha sido producto de una sociedad en donde se despliega la actividad personal y productiva del individuo que, en sus relaciones sociales, construye dicha información. El proceso formativo de la personalidad parte de la sociedad, visto de una manera realista, pero para poder explicar apropiadamente cómo es que se da este proceso, es necesario primero explicar qué entendemos por personalidad y sus componentes que recepcionan determinada información social, para luego explicar la conciencia como el sistema que integra toda esta información y que se objetiva en la actividad personal del individuo, sin perder de vista que la información social proviene de la sociedad como nivel de organización del sistema vivo más amplio que haya sido creado en la historia. PERSONALIDAD Se define a la personalidad como cada individuo humano que se ha organizado a partir de la información genética que proviene de sus células y también en base a 6


la información psíquica consciente, que es información social elaborada y procesada por el individuo siendo, así, reflejo de la misma sociedad en que éste se ha venido formando (Ortiz, 1994, 1997a). En el curso del desarrollo del individuo humano como personalidad, éste se organiza en base a los niveles materiales existentes, al mismo tiempo que se halla estructurado en base a componentes. Así, todo el sistema de la personalidad incluye los sistemas más básicos, pertenecientes a los niveles físico-químico, celular, tisular, orgánico, humano y social. El primer nivel es el físico-químico, soportándose en su propia actividad físicoquímica y sin producir ningún tipo de información, ya que aún no es parte del sistema vivo. Ya en el segundo nivel, el celular, encontramos una estructura celular que se soporta en su actividad reproductiva, organizándose en base a información genética codificada en el núcleo de las células. El tercer nivel es tisular, que con una estructura igualmente tisular se soporta en su actividad metabólica, organizado en base a información metabólica codificada en moléculas de circulación extracelular. El nivel orgánico es el cuarto, constituido por el organismo como estructura y de actividad funcional, productora de información neural codificada en los impulsos nerviosos o potenciales de acción de las redes nerviosas. El penúltimo nivel, el nivel humano, es entendido más a partir del hombre como especie, siendo el psiquismo humano su estructura con actividad psíquica humana codificando información psíquica inconsciente (o de orientación) en las áreas subcorticales o paleocorticales del cerebro humano. Finalmente, el nivel más elevado es el social, siendo la persona su estructura de actividad personal, que codifica información psíquica consciente (de base social) en las redes neocorticales del cerebro 3 (Ortiz, 1994, 2010). Esta organización es conceptuada como transversal, ya que cada nivel tiene una forma o categoría determinada de información base que la estructura y dirige su actividad, sirviéndole de soporte para el paso a un nivel más elevado y más complejo. Sin embargo, esto sólo demuestra cómo es que el sistema de la personalidad se encuentra organizado, mas no nos menciona sobre aquellos componentes propiamente humanos (personales) que la constituyen. Estos componentes son el temperamento, el intelecto y el carácter, los cuales conforman a nivel personal el subsistema afectivo-emotivo, el subsistema cognitivo-productivo y el subsistema conativo-volitivo, respectivamente (Ortiz, 1994, 1997a). Vale aclarar que en los animales hay existencia de un sistema afectivo-emotivo y de

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Tanto las nociones de psiquismo humano como la de actividad personal se desarrollarán más adelante, ya que es necesario relacionar dichos conceptos con el de conciencia como sistema.

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uno cognitivo-ejecutivo 4 , que, sin embargo, no se iguala a los sistemas de la persona, siendo éstos últimos de base social (Ortiz, 1997b). El temperamento es el componente fundamental del sistema de la personalidad, que comprende tanto la información psíquica inconsciente expresada en las sensaciones afectivas y viscerales y la información psíquica consciente expresada en los sentimientos humanos. Todos los afectos y emociones de la persona se sintetizan en el sistema afectivo-emotivo configurando las disposiciones afectivas y los procedimientos emocionales. Tanto las necesidades internas como las externas pueden ser codificadas como afectos y sentimientos. Este componente organiza, activa e integra la actividad cognitiva, producida por la relación del hombre con los estímulos inmediatos, y más tarde la actividad motivacional o volitiva que proviene de las necesidades sociales del individuo, de la relación entre éste y su medio. El intelecto, como componente de la personalidad, integra la información psíquica inconsciente de la actividad ejecutiva con la información psíquica consciente de la actividad productiva. La información cognitiva que organiza el sistema cognitivoproductivo de la persona es asimilada en el curso de las actividades culturales que desarrolla y de las diversas sensaciones externas que capta inmediatamente. Las imágenes y conceptos constituyen una primera clase de información asimilada por este sistema, que luego se convierten en habilidades y destrezas. Este componente, además, integra en su actividad cognitiva a la estructura afectiva precedente y la motivacional que sigue a continuación. Finalmente, el carácter se constituye de información ética y se halla fuertemente vinculado con la ideología y las relaciones económico-sociales del individuo, los cuales configuran sus motivos personales. El sistema conativo-volitivo, entonces, contiene a los motivos y valores sociales como información codificada y representan los procesos de decisión de la personalidad. Este componente no integra ninguna clase de información psíquica animal o inconsciente, ya que no existe en éste, sino sólo en la persona que ha codificado información social traducida en la información psíquica consciente. Este componente nos resulta de principal interés ya que organiza la conducta de la persona en base a la información social que se necesita para los actos morales de la personalidad y que, en su relación con los demás miembros de la sociedad, también aporta y regula la actividad de las demás personas. Hasta aquí, podemos comprender qué es la personalidad: cada individuo humano, cada persona nacida dentro de la sociedad y que se ha ido nutriendo en base a la 4

Estos utilizan información afectiva y cognitiva, respectivamente, de tipo psíquica inconsciente (animal).

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información social que viene siendo creada desde los orígenes de la humanidad, que es la historia de nuestra sociedad. Aún así, nos queda la duda de cómo estos componentes vistos anteriormente, y separados por motivos pedagógicos, puedan actuar en conjunto, relacionándose entre ellos. Por ello es necesario entender qué es la actividad personal y, por ende, el sistema de la consciencia personal, el cual integra todos estos componentes, asumidos como: el sistema afectivo-emotivo de los sentimientos, el sistema cognitivo-productivo de los conocimientos y el sistema conativo-volitivo de las motivaciones. CONCIENCIA Es definida como el gran conjunto de la información social codificada en el neocórtex cerebral en forma de información psíquica consciente que conforma la estructura de la actividad psíquica personal o integrada, evidenciada en la actividad epiconsciente en los distintos planos de actividad (Ortiz, 1994, 1997a, 2004). La conciencia sólo puede ser entendida a partir de la actuación de la personalidad, es decir, la actividad personal. Es la conciencia aquello que nos diferencia tajantemente de los psiquismos animales, ya que estos solamente se comportan de acuerdo a las clases de información afectiva y cognitiva básicas, mientras que el hombre utiliza información volitiva, la cual dirige su actividad, permitiendo hablar de un conducta humana intencional y motivada por las condiciones y necesidades sociales, que es parte de la actuación personal de la misma (Ortiz, 1994). De esta forma, entendemos la conciencia a partir la integración de el sistema afectivoemotivo de los sentimientos, el sistema cognitivo-productivo de los conocimientos y el sistema conativo-volitivo de las motivaciones, siendo dicha integración capaz de ser observada y expuesta por la misma persona a través de su conducta, a través de su actividad personal, sin perder de vista que dichos subsistemas han sido generados en base a grandes cantidades de información de tipo social (Ortiz, 1997b, 1997c). A partir de aquí, también podemos concebir a la conciencia como un sistema, distinto al sistema de la inconsciencia (Ortiz, 1994, 2007, 2010), siendo el sistema de la consciencia entendida cabalmente como la información social de diversos tipos que ha sido adquirida a lo largo de la formación del individuo. Otro aspecto relacionado con la conciencia es la actividad personal, que se manifiesta en diferentes planos, los cuales constituyen los planos epiconscientes de dicha actividad que representa la organización activa de la información previamente codificada en las redes neocorticales del cerebro (Ortiz, 1997a). Estos planos se caracterizan por su movilidad y variabilidad, aunque mantienen 9


cierta cohesión, organización y sentido con respecto al sistema de la personalidad (Ortiz, 1994). El plano de la percepción se encarga de estructurar la situación externa e inmediata en la conciencia, dando sentido a lo que se está viviendo en el instante, donde también intervienen disposiciones, aptitudes y actitudes, además de sentimientos, conocimientos y motivos; la captación de ciertos estímulos y su posterior consolidación en la memoria depende de las necesidades de la persona. El plano de la imaginación organiza diversas estructuras previas para representar de manera concreta o abstracta la realidad propia o externa, basándose igualmente en las necesidades personales. El plano del pensamiento estructura procedimientos de los sistemas, siguiendo ciertas reglas y lógica para reflejar de forma abstracta o concreta los procesos temporales de la actividad, siendo el plano más importante para la anticipación. Finalmente, el plano de la actuación personal es el más externo y objetivo, donde, a través de la conducta, pueden corroborarse los distintos procesos en los planos anteriores además de la influencia que en ellos han tenido la presencia y el contenido informacional de los componentes de personalidad; cumple una principal función en la sociedad, ya que relaciona al individuo con su entorno a través de dicha actividad concreta (Ortiz, 1994, 1997a, 2004, 2010). En otras palabras, en la actuación personal se hacen visibles y todos los procesos anteriormente descritos. De este modo, la conciencia, o el sistema de la consciencia, puede ser entendida a través de la actividad personal, la cual integra los distintos planos que a su vez se ven influenciados por la información de los subsistemas afectivo-emotivo, cognitivo-productivo y conativo-volitivo de la personalidad. Siendo esto así, no se puede perder de vista lo siguiente: que los sistemas descritos se organizan en base a información social, el sistema de la consciencia se diferencia del sistema de la inconsciencia en dos aspectos: el primero se organiza sólo en base a información social, y éste último no abarca el aspecto conativo-volitivo de las motivaciones que se construye en el nivel de organización social; además toda actividad personal (y consciente) se da en relación con los demás individuos humanos, con otras personalidades, interactuando dentro de un contexto social. De este modo, no podría haber otra alternativa para comprender al hombre en su totalidad si no es por el hecho de que éste siempre necesitará de la sociedad para formarse, siendo ésta la fuente de la información social y el nivel de organización más elevado que sólo ha sido posibilitado por la actividad colectiva de los pueblos a lo largo de la historia de la humanidad.

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SOCIEDAD Es el máximo y más complejo sistema vivo existente, de nivel supraindividual, que ha sido conformado a partir del individuo como parte de una especie animal actuando en base a la información psíquica inconsciente, y que se reestructura y reorganiza basándose en la información social elaborada a partir de la humanización del individuo humano evidenciando el paso del psiquismo animal hacia el psiquismo individual o personal (Ortiz, 1994, 1997a, 2010). Ya no queda duda alguna de la importancia que tiene la sociedad dentro de la explicación científica del hombre, por ello es que se apuesta por una postura científico-social. Sabemos que dentro del sistema de la personalidad tenemos al carácter como componente del sistema conativo-volitivo de la consciencia. En su momento fue dicho que éste se forma en base a información ética, y que produce información como son los motivos y valores sociales. Recordar que todo esto sólo ha sido posibilitado gracias a un nivel de organización superior al animal, un nivel personal, nos hace dar cuenta de que en la historia de la humanidad es que se han ido creando tipos de información social, en relación con su contexto actual, que han nutrido nuestra conciencia, construyendo, formando, de este modo, nuestra personalidad. A lo largo de la historia de la humanidad, que es la historia de la sociedad, también debemos de distinguir períodos, que se caracterizan por el tipo de información social que predominó y sirvió como base para el desarrollo de esa sociedad. Así, tenemos la información tradicional proveniente de la sociedad primitiva, en la cual predominaban las ideas de comunidad, de familia como núcleo de afecto y base para el desarrollo, siendo la información afectiva la más desarrollada. Seguidamente, tenemos la información cultural que se desarrollo primordialmente en la sociedad antigua, donde se le otorgaba principal importancia al desarrollo del conocimiento lo cual posibilitó a la información cognitiva tener una valoración especial. Finalmente, tenemos a la información económica, desarrollada en la sociedad moderna que más venera las relaciones económicas y políticas basándose en las relaciones entre individuos y el valor conferido a las cosas, siendo la información conativa la más destacada (Ortiz, 2007, 2010). Lo que nos muestra la historia de la sociedad es que los diferentes tipos de información social han posibilitado, en teoría, el desarrollo integral de la personalidad, en sus diversos sistemas, integrándose en el sistema de la consciencia y objetivado en la actividad personal. Sin embargo aún queda una cuestión de suma relevancia y que nos permite regresar a la inquietud que llevó a Ortiz a plantear una nueva concepción, más científica y humanista, del hombre, es

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decir, el problema por el cual la práctica médica y educativa presenta serias limitaciones. Hemos visto que una concepción del hombre como la presentada no da lugar a concepciones idealistas ni mecanicistas que tanto daño han hecho a la ciencia y, sobre todo, a las personas que son atendidas por profesionales que manejan ideas incorrectas sobre la humanidad. Efectivamente, dentro de la práctica profesional se halla latente la concepción del hombre manejada por el profesional. Con esta concepción de la sociedad planteada que nos lleva a comprender al individuo humano como un ser de esencia social, podremos entender mejor cómo es que la humanidad ha ido sobreviviendo y cómo es que somos realmente las personas. Después de todo esto, aún queda la cuestión de por qué aun sabiendo todo esto, existen tantos problemas sociales que dañan psicológicamente a la población y a los individuos humanos. Existen aún problemas más grandes, que impiden el desarrollo de los pueblos, de nuestra sociedad, y que se ven traducidos en las fallas observadas en la interacción profesional con las personas, en los sistemas de salud y educativos. El problema es que vivimos en una sociedad inmoral, que ha dificultado la formación de las personalidades. Por esta razón, sólo después de haber comprendido qué es el hombre y cómo la tríada sociedad-concienciapersonalidad nos explica lo que antes eran misterios para la ciencia, podremos analizar la situación actual de nuestra sociedad que es la fuente de información social que determinará el desarrollo integral de la persona. LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD MORAL Lo que se presenta a continuación no es sino una síntesis de la problemática planteada por Ortiz (2007, 2008) sobre la inmoralidad social y la necesidad de construir una ética social para el desarrollo moral de nuestra sociedad y de sus instituciones que regulan los servicios prestados a las personas que viven en dicha sociedad. El problema se ha presentado desde hace mucho tiempo. Sin embargo han existido tentativas de explicar el por qué la humanidad está plagada de inmoralidad, a lo que se contesta muchas veces como que es parte de la “naturaleza” del hombre; muchos actos inmorales son calificados así, y que por ello deben de ser exonerados de todo tipo de castigo y no ser considerado motivo de indignación para quienes apostamos por la construcción de una sociedad moral.

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La inmoralidad existente desde los inicios de la sociedad ha tenido siempre lugar de manera individual, es decir que todo acto que haya atentado contra la moral social ha sido concebido como la actuación de un individuo aislado, como si sus acciones estuviesen desligadas de todo contexto y de las cuáles únicamente él es responsable. En ese momento es cuando observamos una regresión hacia una concepción del hombre en abstracto, como independiente de su medio social y no determinado por éste. Esta concepción es claramente errada como hemos visto anteriormente. Dentro de la historia de la sociedad, se han creado ciertas estrategias de moralización basadas en las perspectivas dominantes en un momento de la historia, donde cada sociedad privilegió un tipo de informaicón. Por ejemplo, la perspectiva religiosa ha valorado más las relaciones familiares y las enseñanzas locales basadas en la religión, concibiendo como buena toda acción que se ajuste a las costumbres del pueblo, las cuales regulaban la variedad de relaciones interpersonales que existen dentro de él. La perspectiva filosófica, ante las carencias de la religiosa, planteo la ética como un problema y una nueva disciplina, la cual tenía como objetivo el explicar las costumbres, la vida en los pueblos y las normas que los regulan; además, se debe a esta perspectiva la idea de que las formas de moralizar deban de estar dirigidas por la política y la educación, algo que resulta paradójico tratar hoy en nuestros días donde los políticos son simples técnicos del gobierno, olvidando la responsabilidad que tienen de seguir una ética social y de moralizar al pueblo. Finalmente, la tradición científica propuso una serie de estrategias dentro de la estructura económica dominante de la sociedad moderna. No vamos a mencionar todas, pero sí el resultado perjudicial que ha emergido de éstas. Resulta, así, paradójico cómo es que ciertas reglas estén reguladas cuales leyes del mercado, donde el comercio y la producción determinan las conductas de las personas, relacionando el desarrollo moral de la persona con la capacidad adquisitiva de la misma, considerada como bienestar, dos hechos totalmente contradictorios. Por otro lado, la conceptualización de los valores morales se halla en abstracto, confundiendo muchos de los términos que normalmente utilizamos y sin nadie saber exactamente a qué nos referimos cuando hablamos de estos valores, se toman como si fuesen parte de una realidad no-física e inherente a una persona, como algo espiritual y no como una conducta, práctica y concreta. La falta de una escala de valores que pueda establecer una estrategia viable para la moralización de la sociedad, es otro de los inconvenientes presentados. Lo que finalmente resulta aún más indignante es que la educación moral esté hasta ahora subordinada a los efectos negativos del mercado ya que se incita a la idea del lucro, que contradice y obstaculiza el desarrollo de buenas costumbres y 13


una cultura del bien común; nuevamente se presencia la idea de la persona aislada, de actividad no social. Esto, sumado a la crisis de valores existente, ya que aún no se asume la inmoralidad de nuestra sociedad, deja clara la necesidad de reelaborar una teoría ética del hombre concreto que sirva realmente para moralizar a las personas y las instituciones sociales, y que a su vez no impida la interiorización de dichos aprendizajes morales por limitaciones económicas producidas por los efectos del mercado. Esa ética, es la ética social propuesta por Ortiz (2007, 2008). Lo primero por hacer para construir una verdadera sociedad moral es adoptar la concepción científica y humanística del hombre que se ha desarrollado anteriormente en la relación existente entre sociedad-conciencia-personalidad. Se tiene que asimilar de una vez que somos seres sociales con un sistema de consciencia personal y que no somos animales; que nuestra sociedad es la que nos permite formarnos como una personalidad y para que dicho desarrollo sea íntegro debe moralizarse nuestra sociedad. Dentro de la concepción de personalidad se debe tomar principal interés en el carácter, que es el componente moral de la personalidad, siendo los motivos y los valores organizados como actitudes conativas que se expresan en la actividad personal del individuo como conductas de tipo moral (Ortiz, 1997c), pudiendo ser estas actitudes hacia los demás, hacia uno mismo y hacia su trabajo (Ortiz, 2007). Además, la formación moral o, en su defecto, no-moral del individuo pasa por tres etapas que se relacionan con las estructuras sociales que a su vez las relacionan directamente con los tres subsistemas de la conciencia. Así, tenemos que la formación de los sentimientos morales se da en el núcleo de la estructura tradicional de la sociedad, teniendo como valor máximo a la solidaridad y como adquisición de la personalidad a la dignidad. La formación de los conocimientos morales se da en la estructura cultural de la sociedad, que desarrolla el valor máximo de la libertad y como adquisición de la personalidad la autonomía. Finalmente, la formación de las motivaciones personales se desarrolla en la estructura económica de la sociedad buscando realizar el valor máximo de la justicia y como adquisición de la personalidad la integridad. Así, en resumen, tenemos una concepción de los más grandes valores sociales: la solidaridad, la libertad y la justicia, que son concretados por la persona en su actividad como valores personales de: dignidad, autonomía e integridad, respectivamente. Recordando los procesos sociocinéticos revisados con anterioridad, descubriremos que la formación del individuo no es definitiva, siendo la persona maleable dependiendo del entorno y de las relaciones que construya. Así, se denuncia aquella concepción errada que aislaba al individuo en sus actos morales 14


e inmorales, ya que cada acción de éste es parte de la sociedad en su conjunto y del grupo particular o institución a la que pertenece, siendo estas relaciones de tipo, primordialmente, valorativas y económicas. Así como aislar al individuo, también ha sido un inconveniente el declarar como natural y normal en el individuo su conducta inmoral. Ante esta aseveración, podemos analizar el residuo de la concepción del hombre como animal, ya que son los actos llamados como “irracionales” los que moverían al hombre a comportarse como tal. Lo que no se ha esclarecido es que en la historia de la humanidad y del hombre, nuestro sistema de la consciencia ha superado al sistema de la inconsciencia animal con la aparición de la sociedad como máximo nivel de organización. De este modo, ya no podemos seguir creyendo que somos animales, sino que somos individuos humanos de naturaleza social y que por ello podemos iniciar un proceso de transformación moral de la humanidad. Para superar la inmoralidad, se deben aceptar los tres valores sociales máximos que llevan al desarrollo de otros tres valores máximos que sean personales. Los valores sociales de la solidaridad, la libertad y la justicia, deben de tener un correlato con la persona en cuando a sus valores de dignidad, autonomía e integridad, respectivamente, y sólo así se podrá conformar una verdadera sociedad moral. Entendemos la solidaridad como la adhesión de las personas a los ideales del grupo social al cual pertenecen; y la dignidad como la consideración de la persona, desde niño, como un fin en sí mismo y no como un medio. La libertad se comprende como la propia decisión de obrar o de no-obrar a la vez que existe responsabilidad por dicho acto; y la autonomía como el asumir dicha libertad sin causar daño en la naturaleza ni avasallar la libertad de los demás. Finalmente, la justicia es entendida como el hacer algo de acuerdo al derecho o a la razón; mientras que la integridad es la búsqueda de la justicia en consonancia con los ideales del pueblo y sus objetivos como tal. En esta superación para el logro de una sociedad que promocione la formación en valores, es importante la participación de todas las personas que a lo largo de su vida, sin importar las condiciones sociales o económicas en las que se encuentren, hayan desarrollado estos valores y así los puedan compartir. La vida de estas personas morales es el modelo de desarrollo de una sociedad moralizada. Finalmente, y quizás la estrategia a utilizar con mayor impacto y de mayor interés, es la de una verdadera puesta en marcha de una proyecto educativo que tenga como parte de su plan de trabajo con los estudiantes la enseñanza de la ética y de la formación moral de sus estudiantes. El proyecto no es utópico, sino que la forma cómo se concibe la moral aún no se corresponde con la realidad concreta 15


de las personas, además que hace falta la enseñanza de la historia de la inmoralidad de nuestra sociedad. De este modo, es la educación la tecnología social más importante por la cual la sociedad puede aplicar estrategias para la moralización del individuo, a través de una formación integral del mismo. Esta formación integral entendida como el desarrollo completo del sistema de la consciencia personal, buscando que los individuos en su actividad personal no solamente den muestras de una adecuada formación a nivel cognitiva, sino que sea parte de su formación la moral de su sistema conativo-volitivo, algo que se ha olvidado al momento de plantear los objetivos educativos. CONCLUSIONES Tras una revisión de los aportes de la obra de Pedro Ortiz, en el campo científico y para la sociedad, es necesario rescatar algunos puntos más importantes, que resultan innovadores y de principal reconocimiento. Replantear el problema de la naturaleza humana es fundamental. El hombre concebido como de naturaleza animal ha sido la concepción clásica y que, lastimosamente, hasta ahora muchos científicos mantienen tanto en sus ideas como al momento de realizar su práctica profesional. Con lo visto anteriormente, no nos puede quedar mayor duda de la esencia social del individuo humano. Si su esencia fuese animal, pues seríamos un producto único de la evolución genética y nunca hubiésemos construido una sociedad como sistema supraorganizado de individuos humanos. Los procesos cinéticos, principalmente los sociocinéticos, actúan como reestructuradores de formas más primitivas de materia. Por lo tanto, no sólo somos resultado de la evolución genética, sino también somos sujetos de constante reestructuración y aprendizaje, gracias a la sociedad. Con la tríada de sociedad-conciencia-personalidad entendemos ahora el trayecto que sigue la formación de la persona. Desde la sociedad parte, puesto que es el sistema en el que los individuos humanos estamos organizados; ésta nos nutre de información social, que codificamos activamente y reestructuramos en la misma actividad personal. Recordando que son diferentes tipos de información social existentes, añadimos que éstas se encuentran en diferentes sistemas de nuestra conciencia, que no nada más que nuestra organización activa de información hallada en nuestras estructuras neocorticales del cerebro. Pero esta conciencia ha sido desarrollada a partir de la unidad de nuestro sistema como humanos, es decir, nuestra personalidad como sistema, puesto que no hay nada que escape a ella, la cual se encuentra organizada en distintos componentes; estos son sólo separados por motivos pedagógicos, puesto que los tres interactúan constantemente, al igual que la información que contienen. Por esta relación

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presentada es que se fundamenta la importancia de que nuestra sociedad esté en condiciones de brindar una formación apropiada para cada persona. Para la verdadera moralización de la sociedad, no bastará pues que se moralice al individuo particular, sino que todas estas instituciones educativas también sean moralizadas, adoptando como fundamento de la misma esta nueva concepción del hombre en sociedad, recordando que los grandes problemas profesionales provienen de una teoría del hombre errada, destacando que una buena cantidad de información social y de calidad es la base del desarrollo de una personalidad (Ortiz, 2008). De este modo se puede apostar por un verdadero cambio de las personas, de las instituciones en las que se encuentran y, finalmente, la transformación de nuestra sociedad en una sociedad verdaderamente moral. Asimismo debemos consignar en el presente artículo que ya se viene haciendo el esfuerzo intelectual de aplicación de esta propuesta teórica , con la elaboración y publicación del equipo de Neurociencias del HNERM respecto al primer instrumento diseñado con el Modelo TIP: la Batería Neuropsicológica POC-2005Revisada que a continuación difundimos en un breve resumen. Ello obedece al intento de contribuir con un instrumento de referencia para todos aquellos profesionales de la salud, que evalúan y tratan a personas con problemas clínicos neuropsicológicos. La revisión de la literatura se centró en temas relacionados con la descripción clínica y los criterios diagnósticos para establecer con más acierto en qué consisten precisamente los defectos que dificultan la realización de una determinada tarea, y destacar con mayor claridad el factor que fundamente dicha dificultad; para lo cual, es necesario no limitarse a la realización estandarizada del experimento correspondiente, sino introducir en él una serie de cambios dinámicos ( EPs-T) que surgen en el curso de la investigación y que permiten estudiar tanto las condiciones en que la ejecución de la tarea se dificulta, como las condiciones en las que el defecto observado se compensa. Este carácter dinámico-estructural desarrollado por A. Luria, obliga a renunciar totalmente al empleo estándar y estático de la metodología psicométrica. Los métodos de diagnóstico aquí descritos, son los que han sido sometidos a valoración específica, en cuanto a validez y pertinencia general para los problemas de la relación entre la conciencia y la sociedad. Se muestran sistemáticamente sets de pruebas utilizadas en la Unidad de Neuropsicología del Servicio de Neurocirugía del Hospital Edgardo Rebagliati bajo la dirección del profesor Ortiz,P. que incluyen valoraciones cuantitativas estandarizadas y

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pruebas cualitativas. Todas los instrumentos utilizados, como parte de la batería neuropsicológica cubren tres categorías:

1. Estudios encaminados a evaluar el funcionamiento psicológico global del cerebro 2. Estudios que se centran en las funciones psicológicas de una determinada región o estructura cerebral. 3. Estudios que se centran en un determinado tipo de procesos psicológicos en relación con las estructuras y funciones cerebrales que los sustentan.

FICHA TÉCNICA

Nombre del Instrumento: Batería Neuropsicológica POC- 2005 Revisada. Autores: Sarria, C. Llaja, V, García, P. Adaptación: Sarria, C. & Llaja, V. ,EsSalud- HNERM Lima Perú año 2005 Procedencia: Servicio de Neurocirugía y Unidad de Neuropsicología HNERM Tipo de prueba: De lápiz y protocolos de examen. Evaluación de orden prioritariamente cualitativa. Emplea el método clínico, y tiene a su vez validez y confiabilidad desde el punto de vista cuantitativo. Tiempo: Variable, pero una estimación general es de 45 minutos, en 3 sesiones. Finalidad: Evaluación integral de la actividad psíquica personal, en sus 3 componentes.: Temperamento, Intelecto y Carácter. Los sets de la Batería Neuropsicológica están estructurados teniendo como lineamiento base el Modelo TIP ( Ortiz, P. 1994, a 2010) , con sus distintos planos de actividad: Examen de la actividad consciente. Examen de la estructura de la conciencia y Examen del Procesamiento consciente.

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BIBLIOGRAFÍA Ortiz C., P. (1994). El sistema de la personalidad. Lima: Orión. Ortiz C., P. (1997a). La formación de la personalidad. Algunos aspectos de interés pedagógico. Lima: Secretaria de Cultura del Colegio de Doctores en Educación del Perú. Ortiz C., P. (1997b). Un concepto de psiquismo. Revista de Epistemología. Año 1. N° 1. Pág. 27-44. Ortiz C., P. (1997c). El componente moral de la personalidad. Reflexión y Crítica 1(1). Pág. 239-251. Ortiz C., P. (2004). El nivel consciente de la actividad personal. Lima: UNMSM. Ortiz C., P. (2007). Ética social. Para el desarrollo moral de las instituciones educacionales y de salud. Lima: UNMSM. Ortiz C., P. (2008). Memoria y aprendizaje moral. Palabra de Maestro. Revista Pedagógico Cultural N° 46. Pág. 51-53. Ortiz C., P. (2010). Introducción a la psicobiología del hombre. 2da edición. Lima: UNMSM.

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