Como familia hemos experimentado diversas experiencias, desde permanecer sin salir a ningún lado en casa bajo las más estrictas normas de seguridad e higiene, mientras nos enteramos sobre qué realmente era éste virus, pasarnos meses sin poder ver a nuestras familias de edad más avanzada, no poder abrazar libremente a nuestros vecinos, hacer de las mascarillas y el gel desinfectante inseparables amigos en todo momento, ver partir personas queridas e incluso personas importantes para nuestra sociedad mientras el miedo a contagiarnos nos asfixiaba cada momento. Pero así mismo, nos mostró lo delicioso que es la compañía de la familia, que los retos de la vida digital y a distancia son más llevaderos, cuando contamos con el apoyo de todos, que los amigos verdaderos permanecen y se fortalecen los lazos más aún en la distancia y que todo es posible si nos unimos. Experimentamos una Semana Santa sin sol ni playa, pero cargada de emociones y esperanzas cuando mis vecinos de la torre donde vivimos se unieron y crearon la mesita del amor, donde se dejaban golosinas y regalitos como símbolo de esperanza y recordatorio de que no estábamos solos y que Dios cuidaba de nosotros al colocar amor en los corazones uno de los otros. Aprendimos un sistema diferente de formación a distancia, que de inicio no fue fácil, pero fue un reto que a los pocos hemos venido venciendo y definitivamente ha rendido buenos frutos. Hoy somos más humanos y más conscientes de lo vulnerables y débiles que somos, pero que paradójicamente y con Dios en nuestros corazones todo es posible y nada pasa por acaso.
Todo tiene un fin y definitivamente que el de la pandemia en mi familia fue para unirnos y hacer que fuese una hermosa rutina orar a diario por el mundo y por nuestros hermanos. Vimos 12 meses volar ante nuestros ojos, mientras las elecciones gubernamentales se celebraban no sólo en nuestro país sino en otros, cambiamos de cena de acción de gracia, noche buena y fin de año, por almuerzos de estricta presencia familiar y pijamadas con deberes de casa compartidos. Aprendimos a ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío y en todo momento dar gracias. Una de las vivencias que como familia hemos experimentado de manera significativa en estos tiempos de pandemia ha sido la Solidaridad que llevamos de forma intrínseca, como ni en la más oscura de las adversidades, no damos la espalda a quienes nos necesitan, siempre estamos dispuestos a apoyar y ayudar. En plena pandemia hubo un incendio en el apartamento de al lado y pese a todos los destrozos que esto ocasionó en la parte física, ver cómo todos los padres y nosotros como niños del edificio buscamos la forma de ayudar a esa familia, la verdad que nos marcó y nos hizo crecer como familia.
a) Mis aspiraciones futuras. (Proyecto de vida, un plan de lo que deseas hacer o lograr en la vida). Uno de mis mayores sueños es ser veterinaria. Amo tanto a los animales que no me imagino haciendo otra cosa que no sea luchar por su bienestar. Me visualizo en el futuro como una persona compasiva y que ama lo que hace pues deseo con todo el corazón ser una persona que luche en favor de los que no tienen voz pero sí tienen sentimientos: los animalitos.
b) ¿Qué estás haciendo hoy para conseguir tus sueños o proyecto de vida? Por ahora soy muy pequeña, pero estoy pensando en cómo trabajaré desde que esté en un curso más alto para tener un buen portafolio y optar por una beca para estudiar veterinaria. Por lo pronto hago pequeños pasos cuidando muy bien de mis mascotas y dándole consejos a mis amigos para que tengan mucho mejor a las suyas. Me gusta mucho leer sobre los animales y me apena mucho saber que hay personas a las que no les importan ellos.