Hablemos... Octavio Santana Suárez Prólogo de Antonio Núñez Ordóñez Ilustraciones de Nicolás Herrera http://www.letralia.com/ed_let/hablemos
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Colección Ensayo
Internet, noviembre de 2004
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Escribir es un arte pero también es un oficio y una profesión. El poder de llevar la creatividad al nivel de una obra maestra encaja en la primera definición; el manejo apropiado de herramientas en la segunda; corresponde a cierto carácter de escritores intentar que la tercera se desarrolle en un esquema que no interrumpa al arte ni al oficio. Uno de los objetivos últimos de la literatura obviamente, no el único es publicar. Ver el propio nombre impreso puede ser alimento para el ego, pero también es la culminación de un proyecto que tuvo en un principio sus planos y coordenadas como cualquier otro. Pero el mundo está cambiando y el papel no es soporte suficiente para la inquietud humana. En un lapso relativamente corto, el nuevo medio de comunicación que es Internet ha entrado en nuestras vidas y las ha revuelto, provocando rupturas en las fronteras de los paradigmas y concibiendo novedosas manifestaciones en todos los órdenes. La literatura no ha escapado a ello. Para respaldar la obra de los escritores hispanoamericanos, la revista Letralia, Tierra de Letras, ha creado la Editorial Letralia, un espacio virtual para la edición electrónica. La Editorial Letralia conjuga nuestra concepción de la literatura como arte, oficio y profesión, y la imprime sobre este nuevo e intangible papiro de silicio. Los libros que conforman las colecciones de la Editorial Letralia en los géneros de narrativa, poesía y ensayo son en su mayoría inéditos. Se acompañan con magníficas ilustraciones de artistas contemporáneos, muchos de ellos también inéditos. Pueden ser leídos en formato de texto o en HTML, y cada uno tiene su propio diseño. La tecnología le permitirá no sólo leer el libro que seleccione, sino además comentar con el autor o con el ilustrador sus impresiones sobre el trabajo. La Editorial Letralia imprime sus libros desde la pequeña ciudad industrial de Cagua, en el estado Aragua de Venezuela. Nació en 1997 como un proyecto hermano de la revista Letralia, Tierra de Letras y es la primera editorial electrónica venezolana. Reciba nuestra bienvenida y siéntase libre de enviarnos sus sugerencias y opiniones. A los escritores que nos visitan, les animamos a participar de esta iniciativa con toda la fuerza de sus letras.
Prólogo ¿Ensayo filosófico?, ¿diálogo socrático?, ¿vivencia intelectual?, ¿cosmovisión intuida? Quizás esta obra sea primariamente un inmenso poema del pensamiento. ¿Aventura personal de un espíritu inquieto?, ¿inteligencia emocional en estado puro?, ¿viaje al centro del alma humana?, ¿impulso al más allá del Cosmos? Esta poderosa obra de Octavio Santana es algo de todo esto, pero sobre todo es lo que expresa en la sola palabra de su título: Hablemos... . El autor, perfectamente consciente de la profundidad del pensamiento humano y del poder expresivo del lenguaje, pero también consciente de las limitaciones fundamentales del hombre ante el gigantesco océano de lo existente, parece querer resumir toda la riqueza reflexiva, literaria y poética de su obra en una sola actitud, en el acto humano más sencillo y básico, un hecho que nos constituye en persona y en sociedad: el diálogo. Es esa incisiva y decidida propuesta, hablemos . Nos plantea una conversación entre amigos, entre dos amigos, un diálogo sincero con el lector, en el que se desborda un pensamiento complejo que quiere ser contrastado, compartido, que pugna por salirse del papel impreso y averiguar, escuchando, las preguntas y respuestas del lector a esos mismos interrogantes. Una actitud sencilla de hablar y de escuchar, lejos de todo aparato erudito o crítico, en medio de palabras sumamente precisas, expresivas, coloristas, sugerentes, abstractas, evocadoras, espléndidas, propias del género poético, del arte. Un arte construido con el lenguaje y el pensamiento. Las reflexiones hechas por cientos de figuras eminentes del pensamiento humano, desde los albores de la civilización, aparecen una y otra vez atraídas por el flujo de las ideas que el autor nos plantea con la naturalidad de quien se encuentra a gusto entre ellas, en su casa, con los suyos. Toda esa riqueza que Santana ha bebido directamente en las fuentes, y que ha meditado en sus frecuentes soledades viajeras y en el silencioso calor del hogar familiar, aparece tejida con el hilo del propio espíritu con el que es muchas veces acogida, otras críticamente rechazada, y se nos da elaborada en una prosa poética vibrante. El pensamiento fluye en breves párrafos punzantes, que nos golpean y piden respuesta, siempre interesado el autor por descubrir lo que en ese tesoro vemos también cada uno de nosotros. Es fácil encontrar estas claves del libro en el propio texto. Puesto que comprenderse precisa de comprender, columpiémonos por el tiempo con la familiaridad del viento por las olas, analicemos el tesoro lentamente acumulado, no califiquemos de agotado lo acaecido sino de manantial incesante de enseñanzas, ¿sujeto y objeto no cooperan en conflictiva cercanía..?, brindo por ahondar en los viejos pozos que ahondan la dignidad. ¿Y de qué retórica tirar?, el talante ordinario ataca con más respuestas que preguntas, la elegancia persuasiva conmina a plantear interrogantes y no a asentir por asentir... La escritura parece no representar la objetividad que refleja, la partitura tampoco parece representar la música... (la lengua) repite lo que el corazón piensa bajo las varias lenguas
palpita una poética, y ahí depositan sus sedimentos los ritmos más universales de la existencia inteligente . Así, una pasión análoga a la fuerza destructiva de Nietzsche en La voluntad de poder y en Más allá del bien y del mal se transmuta en Santana en una pasión constructiva del más acá . Y ese viaje ciego, sin fin, de Popper en Búsqueda sin término se reencuentra en esta obra con la finalidad última de la existencia pensada, aquella finalidad por la que todo recibe un grandioso sentido. Si Levi-Strauss ha utilizado el modelo lingüístico para construir una antropología estructural llena de determinismo computacional, Santana también viajero entre tribus primitivas usa la fuerza de la lingüística para hacer brillar la libertad del espíritu. En ese contexto, al presentar este libro deseo imitar a Rheticus, primer editor de la obra de Copérnico, al recordar con él que quien quiere entender debe tener libre pensamiento . Santana nos hace vislumbrar esa capacidad de volar en libertad sin perder las referencias, la orientación de nuestro vuelo, para llegar a la preciada meta. Estamos ante una obra profundamente original, nada encasillable en un género, fácil y difícil de leer a un tiempo. Difícil y oscura si se presta más atención a los pensadores que al pensamiento. Fácil si se lee despacio, saboreando cada párrafo, como puntos para una meditación personal que el autor quiere provocar más que dar hecha y para la que aporta preguntas y paradojas, dilemas y contrastes dialécticos, claroscuros de las ideas que fluyen y recalan. Es un libro para meditar y reposar. Que pide releer acá o allá sus sentencias. Aunque sólo sea por la musicalidad y la fuerza que en ellas siempre se encuentra. Nos acompañará en la soledad de nuestros propios interrogantes, y en la seguridad y alegría que generan las convicciones compartidas. Sin perder de vista las ciénagas de miseria, ahondaremos en el viejo pozo de nuestra dignidad. Nos ayudará a mirar hacia arriba y a volar alto, en búsqueda siempre de las mejores respuestas. Antonio Núñez Ordóñez Catedrático de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria Airaga, El Trapiche de Arucas, Gran Canaria Agosto de 2002
Octavio Santana Suárez Este autor español colabora semanalmente, desde febrero de 1990, con una página en el Suplemento del Diario de Las Palmas. Ha firmado artículos de reflexión y de viajes por extremo y medio oriente, las tierras de la orilla mediterránea, los países de Centro y Sudamérica y los reencuentros con sus predios canarios; estos ensayos recogen las propias experiencias del viaje y la interiorización de lo aprendido, favoreciendo la andadura del autor por un camino de auténtica maduración personal. En junio de 1993 fue invitado a impartir una conferencia sobre literatura de viajes en el curso de postgrado Literatura de Viajes Británica Contemporánea organizado por el Departamento de Filología Moderna de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Entrelazó lejanías, gentes nuevas y vientos conocidos y se aventuró a destapar la vasija común en la que hierven todas las gentes del mundo con los artículos de prensa sobre India, América Latina y Canarias que acabaron por formar los capítulos de su primer libro Viajes hacia afuera y por adentro publicado en la Editorial Benchomo y que fue presentado en el Club Prensa Canaria el 23 de marzo de 1995 y en la Librería Tierra de Fuego de Madrid el 15 de diciembre del mismo año. Desde mayo de 1997 colabora con artículos en la revista de los escritores hispanoamericanos en Internet, Letralia, Tierra de Letras. Publicó también en prensa una serie de ensayos filosóficos en los que investigaba terrenos resbaladizos de la dignidad humana, y que recibieron el nombre genérico de El poder, triste ropaje de la criatura . Después continuó narrando sus viajes por las tierras de la orilla mediterránea, extremo y medio oriente, África y Asia en piezas cada vez más compactas, más llenas de energía. Los reencuentros con sus predios canarios lo conducen a ensayos que recogen las experiencias de la mirada viajera proyectada sobre una distancia extremadamente familiar. Tal actividad reflexiva llevó al autor a una incesante interiorización de lo aprendido favoreciendo su andadura por un camino de auténtica maduración personal que manifiesta en su segundo libro Sucedió al Suroeste de las Columnas de Hércules, publicado en 1997. Esta obra fue presentada en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria el 27 de noviembre de 1997; en el acto intervinieron Alfonso O Shanahan, escritor y periodista; Santiago Betancort Brito, director del periódico Diario de Las Palmas; María Teresa Bertelloni, catedrática de filosofía y literatura comparada de la Universidad de Puerto Rico, y el propio autor. Invitado por la Fundación Nicolás Guillén y la Unión Nacional de Escritores y Artistas Cubanos (Uneac), el 27 de abril de 1998, el autor presenta su obra sobre Canarias en la sala Martínez Villena de la Uneac en La Habana (Cuba); intervinieron el presidente de la Fundación Nicolás Guillén y el presidente de la Asociación de Escritores de la Uneac, además del propio autor. Santana Suárez es doctor en ciencias físicas por la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Laguna; licenciado en ciencias químicas por la Universidad Central de Barcelona; ingeniero químico por el Instituto Quimico de Sarriá de Barcelona, e ingeniero técnico por la E.U.I.T. Industrial de la Universidad Politécnica de Las Palmas. Su página personal, con información sobre su obra literaria y su actividad científica, puede leerse en http://www.gedlc.ulpgc.es/~octavio.
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© 2004 Octavio Santana Suárez © 2004 Editorial Letralia http://www.letralia.com/ed_let
Hablemos ¿Qué clase de acontecimientos enriquecen la especulación filosófica?, los que atañen a las mentes sensatas que destripan surcos, aprovechan los raigones que afloran y desechan la ínfima acidia... ese aciago tedio del que enfermaban los claustros medievales las cárceles angostas y lóbregas de Giordano Bruno. ¿El centro de la investigación?, el género humano: trepará a sus cumbres quien descienda a sus fondos, indague en los abismos de manera realista y cruda sin amonestar la conducta que observa, y huya de los absurdos... inventamos el vocablo azar para aludir a un ente asequible de origen inasequible, lo de un puño más grande que la mano y una zancada más crecida que la pierna, y lo de que el corazón exija a la razón los regocijos y aflicciones que vigoricen sus pálpitos, y que la razón urja al corazón con las pruebas de sus principios. ¿Que qué representamos?, el curso medio de un misterio que brota de la chocante Nada y vierte en el insondable Todo, ¿aprehenderemos que somos unos monstruos inaprehensibles?, ¿buscamos o buscamos exclusivamente por buscar? Un asunto pendiente: qué empacho el de los epicúreos cuando declaraban la mortalidad incondicionada, y el de Platón con lo de la inmortalidad incondicionada... ¿qué destino trazamos?: el fruto de un comportamiento. Navegamos zarandeados por mareas enemigas... de vencer el alma, ceñiremos la esplendente inmortalidad, de vencer el cuerpo rodaremos a las mortales tinieblas. Puesto que comprenderse precisa de comprender, columpiémonos por el tiempo con la familiaridad del viento por las olas, analicemos el tesoro lentamente acumulado, no califiquemos de agotado lo acaecido sino de manantial incesante de enseñanzas, ¿sujeto y objeto no cooperan en conflictiva cercanía..?, brindo por ahondar en los viejos pozos que ahondan la dignidad. ¿Y de qué retórica tirar?, el talante ordinario ataca con más respuestas que preguntas, la elegancia persuasiva conmina a plantear interrogantes y no a asentir por asentir. ¿El político?, anotador de lo descubierto, ¿el docto?, colegidor de lo que registra y divulgador de su sistemática... una administración conjunta calzaría la viga maestra del conjunto y lo encauzaría; no obstante, naufragan las explicaciones en aguas de lo ocurrido. ¿Nuestra épica remedará una pésima novela policíaca que desvela en el capítulo final coordenadas ocultas al lector?, enterado de que presume con deleitar los apetitos más insospechados en sus trayectos difíciles, confío con la desconfianza de un aficionado en que no desenfunde las peores mañas. ¿En qué coinciEditorial Letralia
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den los eximios cerebros y los infames imbéciles?, en que no limpian su mugre; no impidamos al más prudente callejear a hurtadillas y desligar su vida de la sociedad por conservar el cuello... ¿un monarca sin corona investido a escondidas por mandato de cometas vagabundos?, generosa mentira tamañas campanadas del firmamento repican en humilde carne. Las horas avanzaron inexorablemente apenas el péndulo quieto estrenó la cuerda y comenzó a oscilar; ¿y tras tremendo parto?, nacimiento con dolor, angustia en las calígines nocturnas. Con lo de la irrepetibilidad del incidente histórico, jamás abanderaremos lo de la irreductibilidad del discurso histórico, ¿el médico no aplicará más la química inorgánica y orgánica en auxilio de un paciente, también único?, ¿y los chillidos y sigilos?, la oración y el canto amansan la llegada del alba, ¿resurrección o revelación? En el papel de meros extranjeros residentes, ¿captaremos que la Tierra no nos pertenece?, sus componentes encuentran asiento y servicio en una estructura y belleza sublime, destapar sus fragancias exhorta a mirar por encima de cimas. ¿Por qué demonios los gustos inconsonantes de mis semejantes no imitan a la consonancia astral?, alargar en campo abierto el largo de la discusión calma el drama inconcluso siempre pronto a reanudarse igual en ocasiones variables, el vicio continúa propagando la ventaja de sus ecos. Aquel que ha regulado satisfactoriamente los atlas terrestre y celeste no permitiría que un rebaño de limitados en pos de ilimitud anduviera sin pastor en las perturbaciones más bruscas, el redil acata unas leyes de eficacia análogas a las que sojuzgan a soles y planetas ; ¿el cenit de la constelación?, el ser moral por excelencia... en su ausencia, las miríadas de galaxias no importarían más que un desierto estéril. ¿Un feo cuadro de trivialidad y pobreza espiritual no provoca conmiseración por los sentenciados?, no apretamos el pedal que frena a la bestia con fustigar el desdén exasperante de los tiranos, ni con vapulear las intrínsecas credulidades y sus propensiones a intrigar los mesías casuales detentan una convicción que no claudica, surten efecto sus intransigencias. Hablemos de una defección y no de una celebración: la soberbia... un repudiar lo superior y aplaudir lo inferior; ni alcanzamos lo inalcanzable con la Torre de Babel, ni divisamos ambos hemisferios de una vez. ¿A qué agitar arrogancias ebrios de ignorancia?, ¿y por qué no oír el silencio?, los que gobiernan arbitrariamente terminan su ciclo soportando arbitrariedades... por más que cosan bocas de reacios, no amordazan sus cavilaciones reflexionar y juzgar con autonomía consolidan el derecho más admirable e intransferible. Por domeñar la locura, preferimos urdir concreciones a convocar utopías que suelen engendrar nihilismo o fanatismo, ¿los utopismos no enmascaran totalitarismos..?, comulguemos con Claudel en que los que insinúan paraísos traman infiernos, ¿por ahorrar excesos, no consiente Solón en que la http://www.letralia.com/ed_let
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Moira hiera a los inocentes?, Montesquieu enlaza con que es menester que por la misma disposición de las cosas, el poder contenga al poder . Infiero que, lejos de anonadar, la altura que ocuparon unos indique hacia dónde han de subir otros; me siento público que siente a los actores de la función, a pesar de que escucha defectuosamente lo que conversan mis fotografías de protagonistas no encuadran adecuadamente a los protagonistas. ¿Concebimos una comunidad sin la inmolación de un mártir?, ¿y en cuántas oportunidades más saldará sus carencias con el lastimoso episodio?; ¿los figurantes del terrible sainete no huelen que perecerán en manos de los que codicien sus ministerios?, ¿por qué escogen una espiral tan poco risueña?, arriesgan la nuca por un desnucamiento seguro violencia a violencia, crimen a crimen. ¡Qué estremecedor lo del sacerdote de Nemi en La rama dorada de Fraser!, el que le reemplace escala honores por mor de un atentado, ¡qué deplorable profanación en el bosquecillo de un lago al sudeste de Roma..! refiero trances así por su carácter paradigmático, por las emociones que esbozan, expresan y suscitan. ¡Que debatan los especialistas de la legitimación y los especialistas de la violencia!; digámosles a ésos que la significación edifica su acervo gracias a acuerdos culturales, que sus compañías molestan en política... señalémosles a éstos que la coerción sin significación adolece de ceguera y que la significación sin coerción desprende tufo a blanda. ¿A qué rehusar lo de uno?, no engañemos con lamentos ni soltemos lastre de reconocer el endeble hogar embestido por los océanos mereceríamos una serena aceptación del entorno. Pregono con Horkheimer que, por mucho que el vil gane jugadas a sus víctimas, la última palabra no corresponderá a un asesino, ¿acaso los insoslayables trucos de la astucia no labran un embarazoso estorbo en el éxito de cualquier empresa?, la complejidad de un aparato contribuye a que falle; Semenov denuncia que la selección natural ampara a los que comparten recursos, y que en los que reparten violencia flaquea la cohesión y quedan eliminados por deterioro. Revuelve el estómago la enojosa neutralidad, ¡oh estrecha apatía proclive a inmodestias..!, no vilipendiemos ni desdeñemos por los inconvenientes de vilipendiar y desdeñar, no desamarremos a la fiera colérica ni practiquemos con mofas y envidias por confraternizar con paganismo o con caridades patológicas, ¡no!, lo dicta la lógica y basta por trabajar con higiene recibimos el título de útiles a los demás. Inmersos en la perspectiva antropológica, ¿con qué defenderemos una más que palpable vulnerabilidad?, con el aguijón de la integridad... midamos los respectivos paralelismos de negro con depravación y de blanco con templanza, ¿negaríamos los preceptos de ejemplaridad?, ¿y por qué no las certidumbres matemáticas?, ¡qué atropello lo de la emancipación del envaramiento Editorial Letralia
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ético en aras de una paradoja científica!, sólo a los más comprometidos interesa el análisis de intenciones y consecuencias. ¿Por la estercolera expectativa de que todo, un día, estará bien abonamos el cruel timo de hoy en día, todo está bien ?, ¡ay, por los apóstoles de la tonta cosmoidiotología!; en el mejor de los mundos posibles de Leibniz apechugo con las condenas desorden eterno y caos de desventuras de Voltaire. ¡Endiablado optimismo que coloca el entender después del imponer!, declinamos con la ufanía... nadie fabricó un espejo puliendo un ladrillo, tampoco nadie destacó en educación raspando su cráneo, ¿San Agustín no rebatió a los antípodas con argumentos?, un sencillo tripulante disipó la ligereza del santo con sus periplos en barco. Nos pretendemos dueños de la situación por ser producto de nuestra perseverancia, ¿acaso indujimos lo que decreta el agrado y desagrado?, ¿lo alojamos en el arbitrio singular o en la prescripción universal?; aunque lo más relevante no converja con lo que más encomiamos, quizá algunos coreemos a Spinoza en lo de dejar reinar en uno al que rige las colosales órbitas elípticas. Los porqués siguen pautas eviternas que burlan el criterio de los más aptos pequeños fragmentos del inmenso tinglado ; aflojemos la hebilla y aproximémonos al encadenado a normas unas de transparencia meridiana y la mayoría de casta más opaca, desproporcionadas en relación a sus motivaciones, de índole fortuita. ¿Libre a empellones?, de diversas eventualidades, ¿no elegimos aquella en la que nos empeñamos?, los cánones del hombre casan con los del lenguaje, ¿las frases garabateadas en el polvo de lo sucedido o en el velo de Maya no tejen a su alrededor una red tupida? Por mimar el océano inabarcable de lo que considero el arte de obrar bien y no la escueta costa de los hechos aislados, me percato de que ningún extraño goza del mínimo ascendiente en quienes rugió la libertad, ¿el punzante sufrimiento no clama por una liberación?; incompatible con ritos definidos, la libertad resorte de savias austeras no aumenta ni disminuye con una capacidad de infligir daño el que puede destruir lo que le favorece no ostenta más libertad que el que no lo puede destruir. ¿Lograríamos conciencia de libertad de no obtener antes conciencia del deber?, en el momento de la resolución de un caso, ¿imaginamos a un letrado enredando sus argumentaciones en el laberinto de conciliar libre albedrío con providencia divina? Maritain recalca que las victorias del mal no perduran, la fuerza es decididamente fuerte si la regla suprema es la justicia, y no la fuerza , ¿los que alentaron la intemperancia no pagaron su solidez con fragilidad?, ¿los que toleraron al próspero no comprobaron su robustez? De atrevernos con la salvación, ¿cumplihttp://www.letralia.com/ed_let
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ríamos con no ofrecer resistencia al malvado del Sermón de la Montaña?, ¿o nos intranquilizarían con tienes que resistir al mal o serás responsable tú también de que éste prevalezca , del código caballeresco?; por las desilusiones y confusiones con que contamos, no sucumbamos al peligro del diluvio escéptico... vehemencia en lugar de impotencia, porque de encajonar lo que confiere decencia en un catálogo de instrucciones positivistas convertiríamos vocaciones en equivocaciones y expiraríamos aplastados por el grueso de una lúgubre lápida, ¡uf, por las esquivas sombras en escena dentro de un teatro vacío!, Sísifo retrata una conmovedora atrocidad. ¿Lo que estimamos atrocidad no surge de una opinión muy verde por haber aplazado la conexión máxima?, no atribuyamos el revés a cartas marcadas de la Naturaleza o a desenfocados detalles de nuestra idiosincrasia. Obliguémonos a abandonar la menoridad que adoptamos, ¿no escarmentamos?, ¿débiles por no usar el talento de uno?; por más que nos prohíban curiosear por detrás de las impresiones más penetrantes, forjemos y lancemos del modo más osado innumerables intuiciones a las fronteras del Éter... en esa consigna anidará indudablemente lo que empezamos a anhelar en el empezar de la caída. Ya que en querer o no querer no influimos, y sí en hacer o en no hacer, compitamos con Locke por constituir forma y no materia voces que flotan sin norte. Frente al corsé de las circunstancias, escrutemos dimensiones inéditas e iniciemos el retiro la Ilíada : nutramos nostalgia con quimeras, exaltemos el propio desconsuelo... toca fundir la tensa turbación con una saludable distracción; luego, el retorno la Odisea : elijamos levantarnos y no tumbarnos no nos pudramos con las hojas marchitas. Como vigías del orbe que otean en las afueras del espacio y de la fatalidad determinística, anulemos las necesidades y sepultemos los clavos y espinas de una hazaña estética; rebeldes a la voluntad del hado, como Prometeo, insubordinémonos en la contemplación irritada de nuestro descontento, ¡qué inderribable tendencia a derribar obstáculos y a combatir con desgarramiento! Optar por tal billete de ida y vuelta implica optar por la vida; quien emprende el duro viaje aprende a controlar sus deseos, a afrontar la tragedia más aguda: el tormento de pelear o fenecer, ¿las cándidas pupilas no mudan a pupilas cautas?, consumieron y descuidaron su calvario no, no resulta fácil derrotar al que no ejerce de derrotado, sólo un necio testificaría lo inverso. En el prodigioso desarrollo de una maduración... ¿compararíamos la memoria con el simple cómputo de una desmadejada distribución temporal?, no, apelo a que los sacrificios de entonces rindan etapas felices ahora. Gritemos un rotundo no al monstruo de dos cabezas: los que marchan de cara a la apariencia renuncian a los beneficios de encarar el problema... esclavos con deambular de cojos, de acá para allá. ¿El ojo defraudó por no distinguir una
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silueta a distancia?, la vista sana repara en sutilezas por sana; ¿Bachelar no escribió que no hay verdad sin error rectificado y que no existe una verdad primera, sólo primeros errores ?, la recta pasión quiere con rectitud por recta. En cuanto recuperamos la independencia que nunca extraviamos, los que soñamos con la verdad despiertos procuramos hallar el camino con la brújula que los más avisados llaman crítica y los zoquetes manía . Por correr el riesgo de cometer errores con la bravura de salir adelante, por aliviar el trastorno que censuramos y limar lo conseguido con cordura, por aspirar a la verdad con el coraje de los intrépidos, mañana pecaremos menos que ayer... creceremos a expensas de decrecer en desatinos, sin vacilación. No admitamos ni ofertemos la farsa de una verdad acabada, protejamos el contacto de las múltiples verdades una a una únicas ; ¿separar las lianas parásitas de los claros y oscuros que las sostienen no cuestiona un hermanamiento milenario?, enfrascados en la pugna por el aire y la luz, ¿los árboles de la espesura no alzan sus troncos erguidos y hermosos?, más desperdigados extenderían sus brazos enroscados y retorcidos a diestro y siniestro, arriba y abajo. ¿El odio a través del amor y el amor a través del odio?, por más que un concierto combine sonidos contrapuestos, ¿no apreciamos que los galones del pérfido y los grilletes del honesto perfilan una divergencia estridente en la armonía del caos?, Spinoza manifiesta que obedecemos a una cláusula operativa de la biosfera imposible de extirpar, y no a una excepción suya; inalterablemente, los desequilibrados y desesperados suman más que los cabales y piadosos. Arnobio conjetura sacrilegio que en las postrimerías del magno proyecto, la perfección absoluta fraguara en barro su principal jaqueca, ¿mantendría Dios su habitual impavidez si faltásemos? Despejando arena topamos con la roca del axioma newtoniano: la causa primera no es mecánica ; apostemos, apuesto por los vastos confines que un agente inteligente sustenta el Infinito la propuesta opuesta supone un pulso de torpes. No, aquilatar los premios y castigos de Dios no encierra una temeridad; fijémonos en cómo nos orienta, ¿no inscribirá el Padre en sus designios la estrepitosa ruina de su hijo para comunicar su misericordia..? ¿y qué sugiere la perversidad?, ¿instrumento del furor de Dios?, o dibujamos diámetros o describimos círculos, ¿no advierten un parecido con el despliegue y repliegue que arranca de Dios y regresa a Dios? Acariciemos una muestra de conmiseración dogmática: cuando remamos a solas, sólo contamos con nuestros músculos, pero no en solitario. Por venerar lo inevitable, venero la cotidianeidad que inhalamos... ni melancólico retroceso a una romántica edad de oro, ni ingenua fuga en pos de un progreso; ya que con ambas espantadas no eludimos la horizontal, demandemos e instituyamos lo eterno en instantes sintácticos llenos de incentivación vertical.
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¿No pesamos según el peso de los avatares?, de adelgazar mi sustancia hasta la quintaesencia escaparía al remoto refugio donde cabriolan a su antojo la entraña individual y el nudo global, ¿no estableció Leibniz que en lo más íntimo de la persona mora una completa avenencia con el Universo? Olvidemos los efímeros apegos bebiendo olvido del río del olvido, salpiquemos torso y dorso en sus mágicas chorreras, hundamos los cabellos en las rarezas del viento, nademos en las frívolas transiciones de unas nubes pueriles. Por más que no lo prevea la dialéctica con sus tesis, antítesis y síntesis, acudamos a lo irracional y probablemente tropecemos con un resquicio excitante... entremos en un sótano sin ventanas y provoquemos una explosión que rompa las fastidiosas ataduras del discernimiento, ¿no rescataríamos la espontaneidad y el disfrutar de una inspiración? Si imprimes a tu afectación un giro copernicano franquearías un enjambre de secretos... no zanjo enigmas con verbo, callo, ¿callar no evidenciará la evidencia de un yo pensante? Heidegger reitera que no cabe asimilarnos a espectadores puros, poseemos la facultad de interpretar y reinterpretar costumbres: dediquémonos a combatir las restricciones ambientales, a sacar jugo de los fracasos y fortunas, a la conquista del paisaje interior nos apercibiremos de nosotros mismos cuando sepamos qué extraer de nosotros mismos. En un alarde de seducción, seduzcamos a la fantasía y conjuremos a los crepúsculos por crepuscular, colaboremos con seriedad en la Creación tratando de introducir un estilo de vida por entero nuevo... ni de prisioneros del pretérito, ni de soldados en la refriega entre presente y futuro ayudaríamos a moldear el proceder, ¿no lo enzarza en el áspero dilema experiencia-esperanza? ¿La receta?, aguantar el tipo en alerta preparatoria y diligente, abstenerse en una espera fecunda que trasciende. Pronunciémonos en la monumental encrucijada: o prolongar un padecer brutal o construir un ideal prometedor; la auténtica esperanza el arma de los inermes radica en no dar por perdida la partida por más que tarde el triunfo, formula una sutil protesta por el delito de meter en presidio unas alas en estática actitud de romper a volar... reivindica obstinación no evasión con punto de apoyo en las regiones inabordables. Abogo por una inquebrantable amistad con los amigos de la equidad, soberanía y paz.
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de la Filosofía Calvino afirmaba que constituye lo que los hombres maquinan o inventan sobre sí mismos cuando quieren ser sabios por medio de sus propios sentidos : en el más sublime ejercicio de la inteligencia, innumerables manos levantaron templos y conjuraron mejor los desasosiegos del espíritu durante la travesía que va del asombro general hasta una ansiada perfección. ¿Por qué poner caras raras porque tiren de la lógica?, los que apuestan al poker y al bridge usan iguales cartas, ¿el cartógrafo no practica la trigonometría?, ¿el comerciante no utiliza la contabilidad? Aunque Marco Aurelio diga que la filosofía impone un retiro del alma la introspección , ningún filósofo llega jamás a profeta por su profunda dependencia la Biblia dirige con credo a sus creyentes ; no, no nos vendamos por más de lo que servimos, nada funcionaría de no concretar el precio legítimo; recordemos de Epicteto la grandeza del príncipe esclavo que renuncia a las vanaglorias terrenales y gana mayor felicidad para sus hermanos de raza. ¿Qué encontramos en el pretérito de la filosofía?, gentes solidarizadas por un examen común que conversan de sus destinos, diálogo que incita a los interlocutores a elegir su senda: un manantial constante de enseñanza y de conducta, nunca errores marchitos. Conserva el predicamento de reina de las ciencias, no una ciencia, ya que medimos el valor de una doctrina por su capacidad referencial y no tanto por el quantum de verdad objetiva que encierre. Platón mantenía que una vida sin investigación no es digna de ser vivida por el hombre , y Hume que el único modo de llevarla adelante pasa por encaminar los pasos hacia su centro, ¿la naturaleza humana no descubre a los más versados la ley natural? Los griegos demostraron que implica una exploración en libertad que delimita y justifica la médula espinal del problema, los términos, el punto de arranque, la meta y el método de trabajo; ¿queda meridianamente claro que la búsqueda excluye la posesión y que la posesión excluye la búsqueda?, ¿qué transmite?, rectificar, recapacitar en cualidades que no suponen aumento de cantidad, ¿un argumento convincente?, aquel cuyos fundamentos florecen en fuentes inatacables: Ockham destacaba que confiere al individuo tal nobleza que le puede convertir en acreedor de la eternidad. En opinión de Heidegger filosofía coincide con poesía en la demanda incansable de nuevos significados y de nuevos vocablos con significados; la filosofía ¿teoría de la poesía?, ¿poesía más filosofía suma religión?, ¿no asimila Spinoza la mente finita de la criatura mortal con una parte del entendimiento infinito de Dios? ¿A qué viene desenterrar raíces hurgando en la filosofía si en su segundo grado lograría lo de que el silencio habla y las palabras callan ?, ¿al disfrutar de un cuadro, nos preguntamos por principio alguno? Cattaneo pondera mucho más
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la duda de un filósofo que el dogma de un fraile; entonces, ¿de qué vale esperar a que terceros resuelvan?, no pretendamos aprender a nadar lejos del agua; por culpa de semejante tantalismo académico, ¿estaríamos obligados a estar pendientes de una última noticia?, ¿y de la hora del correo?, ¿acaso la producción del raciocinio y de su contenido no avanzan a la vez que crece el coraje en sincronía con los tiempos?, las cuerdas aprietan en los nudos gordianos de las ideas preconcebidas. ¿Desde cuándo filosofan los filósofos?, Croce indica que filosofía e historia no son dos formas, sino una sola, y no se condicionan recíprocamente, sino que se identifican... Ni la historia precede a la filosofía, ni la filosofía a la historia: tanto una como otra nacen de un solo parto ; la célebre manzana trajo bastantes calamidades el pecado de Adán y Eva y la discordia de Troya y un éxito el de Newton con la gravitación , ¿aprovecharán los siglos tamaña lección de enredos y engañarán a nuestros más venerados maestros?, ¿la demasiada responsabilidad no amarga el dulce de una fruta?, nadie consiguió sorprender a un dios menor que jugara siempre con la coartada de jugar fuera de juego. ¿El mérito por excelencia de toda filosofía? El testimonio, la reconstrucción psicológica de quien la elaboró debe incluir toda la idiosincrasia y características de su personalidad. ¿Dónde cimenta también el montante bien hilado que recogen sus libros? En el material cultural que emplean. ¿La máxima de la coherencia? Discurrir de acuerdo con uno. ¿Existir importa más que una manera de considerar la esencia? Maine de Biran sustituye el cartesiano pienso, luego soy una sustancia pensante por yo actúo, yo quiero, o pienso la acción, luego soy causa, luego yo existo, existo realmente a título de causa o fuerza , ¿no encaja el dato de la experiencia interna con el precepto metafísico de causalidad? ¿Y Kierkegaard? Insiste en aquel aspecto de la filosofía en cuanto expresión o proyección total de nuestra presencia y en un compromiso con esa proyección. ¿Esclarecer exige andar por las afueras? Encontramos que vivir linda con no filosofar y filosofar con no vivir: una reflexión crítica de la vida con miras a enriquecer la vida, sin añadir vida. Editorial Letralia
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¿Y en qué momento subiremos a los acantilados del sabio? Mientras no alcancemos sus dominios permaneceremos interesados en persistir y en tener, no encarnamos más que hechos en el océano de los hechos, ¿por fortuna, domeñar los hechos sirve de guía?
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más de la Filosofía Schopenhauer asegura que consiste en reflejar universal y límpidamente la moral del mundo y habilitar sus decretos en conceptos permanentes, Morris la define como organización sistemática que comprende las creencias cardinales, y Adorno percibe en la filosofía el intento de sopesar lo sopesable desde el ángulo de la futura redención. ¿Qué supone real?, lo perfecto, estable, estructurado, racional y cierto, ¿y apariencia?, lo imperfecto, inestable, desestructurado, irracional y falso, ¿el sofisma legendario?, los repetidos empeños de eludir el derecho de unos adversarios así. Pitágoras comparaba la vida con las fiestas de Olimpia, adonde los comerciantes acuden por cuestiones de negocios, los jóvenes por el placer de divertirse y los desocupados por curiosear lo que ocurra; de los filósofos, Tertuliano escribía que los filósofos son los patriarcas de los herejes , ¿acaso no refutan los valores, no encadenan el papel de la autoridad a sus circunstancias temporales? Fries establece que el camino hacia la verdad pasa por ceñir su fuste a los elementos subjetivos extraídos por la observación de uno; no, no poseemos más órganos de investigación filosófica que la extrospección y la introspección, ¿no llaman la atención los fulgurantes mensajes del profeta frente a las calmas disertaciones del filósofo? De semejante disposición, el filósofo construye su filosofía, no crea, sólo coloca ante nosotros lo infinito en lo finito jamás lo finito en lo infinito , sostiene lo que ya admitíamos, ni explica ni deduce nada, masculla quizá paradojas, nunca paralogismos, impone su disciplina en las evidencias que descubren; del trato con tamaños eslabones ¿no saca de provecho una militante apropiación de la tradición?, con las más altas sombras de los palacios de la memoria mantiene una relación apasionada que durará hasta la muerte: lo dijo Fichte, no somos los legisladores, sino los historiógrafos del espíritu humano . Recordamos de Gramsci que se puede imaginar un entomólogo especialista, sin que todos los hombres sean entomólogos... pero no se puede pensar en ningún hombre que no sea también un filósofo, que no piense; porque precisamente, pensar es una cosa del hombre como tal . De Pascal aprendimos que el pensamiento constituye la dignidad específica de la persona, después asimilamos que pensar en lugar de los demás ensancha la manera de pensar, ¿no crecemos entonces por encima de las condiciones concretas?, con Feuerbach concluimos que quien piensa lo interminable piensa y afirma la interminabilidad de la potencia del pensamiento, ¿no lo sitúa más allá del Cosmos? Y ¿qué significa pensar?, ¿un engarce y agregado de nombres soldados con la palabra es?, no y no, señor Hobbes, en Platón es un discurso que el alma hace por sí consigo misma, en torno a los objetos que examina. Me parece que cuando el alma piensa no
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hace más que dialogar consigo misma, interrogándose y contestándose, asintiendo y negando . Auscultemos el pensamiento en movimiento de Schleiermacher, que considera la combinación de un pensamiento dado con más pensamientos dados eurística y la reducción de una multiplicidad a unidad arquitectónica. ¿Quiénes filosofan?, los que procuran satisfacer sus yoeidades con viejas insatisfacciones e inquietudes: quemando la escoria de su carnalidad inferior en el ardor de los sueños más arriesgados, respetando la huella que dejan, discutiendo, analizando, sacudiendo, eligiendo, organizando, promoviendo el aliento favorable que imprime a su atmósfera, ¿al menos no tiran de la filosofía espontánea presente en el lenguaje, en la base del sentido común, en la religión popular? Avanzamos enzarzados en un esfuerzo gradual que pretende abarcar la totalidad de los aspectos dentro de un conjunto coherente de armonía, ¿los más importantes no llegan a menudo de puntillas?, luego se repliegan sobre ellos, adquieren un espesor característico, desarrollan una cronología, leyes y una integridad muy suyas. Si los que demandan pruebas indiscutibles para solventar sus indecisiones acaban confesando serios fracasos ¿por qué andan en constante exposición a las amenazas más oscuras?, los protagonistas del intelecto informan de la única ciencia que produce conocimiento y que ilustra cómo utilizarlo en su beneficio: exclusivamente en la filosofía, el acometer coincide con explotar lo que acometemos, ¿no atinaba Séneca con que la filosofía enseña a obrar, no a hablar ?, armado de una saludable tolerancia, el postrer enunciado, ¿no cabría entero en una página en blanco? En el fragor de la reflexión autoconsciente comenzamos a saber que sabe algo del saber de los saberes, ¿la doctrina del orden no corresponde a los capítulos del principio?; en los siguientes organizamos críticamente las aserciones de hecho, estimaciones de idoneidad, prescripciones de conducta de la cultura. Preguntemos a los que redactan libros acerca de la finalidad de la filosofía ¿progresan tropezando?: por blandir aproximaciones particulares contra los extremos y las estrecheces que apremian por cualquier flanco, por desafiar las medias tintas, por romper con los compartimentos estancos y conectar contenidos en una generalidad más amplia bajo un estado de correlatividad recíproca, gozan de una expansión libre de la visión del orbe y de la existencia que colma las exigencias del cerebro y las urgencias del corazón la fuga precipitada de sus limitaciones dibuja una lucha dramática por la independencia más que un auténtico ahondamiento de sus raíces. Aristóteles considera que la filosofía encauza la pura contemplación de lo necesario, Wittgenstein aprecia su norte en una clarificación lógica que de otro modo notaríamos turbia y confusa. Probablemente, a través de la elaboración de un proyecto trascendente recuperemos la licencia de pla-
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near y ejercitar una función terapéutica, despejemos dudas, adivinanzas, perplejidades y desconciertos, ¿representa la filosofía el aire que la teología respira?, ¿no asevera Gioberti que Dios es, en sentido riguroso, el primer filósofo ?
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del Hombre Leibniz aprecia en la materia el nivel mínimo de conciencia; en su prolongado letargo, las inmóviles plantas almacenan energía potencial, los animales andantes avanzan grados por buscar alimento, al fin y al cabo, callejones sin salida. Exclusivamente el hombre logró coronar la cumbre.... pero, ¿cómo sacar de su castillo a los fantasmas que su comportamiento animó a entrar? No sigamos a Foucault en que encarnamos una invención lingüística, y menos a Taine en creernos bestias superiores capaces de fabricar filosofía como los gusanos de seda capullos y las abejas colmenas, ¿queda claro que en el hombre las cadenas cuelgan de sus opiniones?, pocos de los que se burlan de las suyas figuran exentos de ellas. Aunque admitamos una tensión que tensa edad adelante para satisfacer lo todavía no lo inacabado susceptible de acabamiento , no guardamos ninguna similitud con las bellotas que declinan en el árbol de la encina, ni parecemos tan efímeros como gotas de agua que ruedan efervescentes encima de hierros candentes: constituimos una posibilidad aún no madura; repitamos con Ernest Bloch que el hombre es la posibilidad real de todo aquello en lo que se ha convertido a lo largo de la historia y, sobre todo, de aquello en lo que puede convertirse en el futuro . ¿Qué implica empujar la esperanza con pasos de gigante?, que en cada momento del nacimiento a la muerte, el aspirante a eterno rebase con agilidad las metas conquistadas y ponga rápidamente en marcha sus facultades anticipadoras, ¿acaso esposado por lo finito no acaricia lo infinito? ¿Verdadero arquitecto de su felicidad o infelicidad?, a pesar de que cuanto más aprieta el puño más escapa la lluvia entre los dedos, compone a la vez que contempla, en consonancia con el ordenamiento de su adentro, con una inteligencia que tantea la afinidad de lo vidente con lo visto, ¡qué raro!, cosecha resultados sujetos a espacio y tiempo en un acto indiviso e intemporal. Si llamamos forma al molde que recibe el metal fundido, al ejemplar que el artesano tiene enfrente mientras iguala su producción a la obra, y también al modelo que el ingeniero tiene en mente cuando trabaja en la ejecución de su proyecto, ¿con qué nombre más adecuado que humanidad nombraremos a aquello por lo que el hombre llega a hombre? Ya que la cooperación representa para el hombre lo que la gravitación para los planetas, nadie ganaría contando sólo con sus recursos, salvo que el grupo subordinara sus intereses y permitiera iniciativas. De Ortega y Gasset aprendimos que quien piensa mal vive mal, ¿y cómo proceder obligados a vivir pensando?, abrimos los ojos a la luz gracias a un diálogo continuo con los demás y con uno, ¡cuidado con el coraje interior, porque en la individualidad de unas estancias cerradas los talentos de la parábola se pudren!; valga que en el plano de la acción partamos de procurar el bien particular con tal de que consigamos hacer nuestra la fortuna general, ¿ayudar y acepEditorial Letralia
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tar ayuda no fijan el ámbito de lo ético?, por algo etiquetamos de mayéutico el oficio de investigar en común un grano de trigo no mete ruido al caer, sí un quintal. ¿La conciencia decide el carácter social o el carácter social decide la conciencia?, por un lado asistimos a razones con pretensión de unidad, y por el otro a sentimientos en demanda de variedad... en medio, permanecemos condenados a obedecer a ambos preceptos. No, en absoluto concibo al hombre en oposición a lo trascendente, sino como manifestación provisional del propio trascendente, eco de la Nada o el Todo... con el pienso luego existo de Descartes, descubrimos al hombre entre los hombres, pero con el si dudo soy, a San Agustín lo imaginamos más cerca de Dios estimo lícito esto que me propongo: llevar a las cabezas mejor cultivadas de cualquier época a mi época, ¿con qué intención?, tomar y adaptar sus frutos más exquisitos a las exigencias de hoy. Al interrogante ¿qué es el hombre? , respondamos una fuerza natural en expansión : sentidos que prueban, alma que aprueba o desaprueba, espíritu que entiende, cerebro que comprende, juicio que juzga, voluntad que consiente; y a la pregunta de ¿quién es el hombre? , contestemos aquel que habita en el mismo que interroga . Dado que Tales inauguró el reflexionar sobre la creación, que Sócrates encaminó el afán de saber a saber de los hombres, que Bacon introdujo el método experimental en disciplinas que tratan de fenómenos espontáneos y que Locke comenzó a orientar la ciencia que estudia a nuestros semejantes hacia nuevas consideraciones, ¿por qué extraña que Hume quisiera completar la dilatada trayectoria hasta erigirse en el Newton de la categoría humana? ¡Ay, por el incognoscible que sostiene Filón!, ¿no trastoca la célebre máxima de Delfos?, el alejandrino traza un límite a las tentativas de introspección, y dice que alguien entrenado advierte que él es, pero no qué es él. Pertenecemos a dos mundos: por culpa de uno funcionamos bajo la ley de causa y efecto, y merced al otro, nos conducimos con independencia en virtud de la ley moral; no, no debe sorprender que una determinada acción ocurra mecánicamente y que su protagonista la suponga incondicionada, ni tampoco que una fuente de libertad encauce su corriente por los cauces de la necesidad; ¡qué colosal síntesis de libertad y necesidad ejercemos siglo a siglo!, ¿qué papel cumplen los personajes cósmicos con los que la historia practica su idea sustancial?, el de extender mañanas por delante de la conciencia: Alejandro, César, Napoleón emergen de una simiente originaria según el interminable ciclo sueño-despertar.
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más del Hombre Ignoramos quiénes somos, tendemos a saberlo buscando y buscando, ¿un rostro único reproducido de manera deficiente en múltiples cristales rotos?, ¿demasiado pequeños para discernir algo?, ¿una esfinge regia en innumerables monedas..? probablemente la remota evidencia Veda de que existencia y perceptibilidad designen términos intercambiables forzó en Schopenhauer la angustia como pasión constitutiva: el mundo, una representación mía , ¿la doble flecha de Eros, de plomo y oro, no simboliza los saltos de melancolías saturnianas a jovialidades solares? De Epicteto aprendimos que lo que turba y agita al hombre no son las cosas, sino sus opiniones y fantasías acerca de las cosas ... pero, ¿dónde radica en esencia lo esencial?, en su misión de creador libre, ¿y tal carácter conmovedor y dramático no arranca de sus fundamentos?, Parménides nos concibe mezcla de memoria y olvido... errabundos de dos cabezas. ¡Curiosa caña zarandeada por vientos contrarios!, donde quiera que crezca tamaño infinito contraído, ¿sostendrá que ocupa el centro de los centros?, ¿mera localidad de la historia?, no, su incontestable capacidad excede los constreñidos límites físicos. Ante una especie de ámbito indefinido, quien mira el reflejo de su figura en un espejo ve surgir un cuadro en perspectiva, y descubre que figura y reflejo guardan semejanzas y desemejanzas sometidas y sustraídas a nacimientos y muertes... como pensador privado no puede informar de simples copias, señala la propia hondura objeto de investigación, lee para explorar en los textos la verdad que contienen, ¿no fija ideas, templa el valor y estabiliza su comportamiento gracias a una certeza tranquila que la duda no conseguirá anular nunca más?, califica de menos importantes los resultados que la actitud de interrogación incesante. Un proceder así viene de viejo: notamos esa inquietud en el retorno del alma a sí misma de Plotino, en el noli foras ire de San Agustín, en el cogito de Descartes, en la conciencia de los románticos, en la reflexión o experiencia interna de los empiristas o psicologistas, en la pintura doctrinal del yo de la que echa mano el auténtico sentido moderno de filosofar de Montaigne, emociona cuando escribe yo no enseño en absoluto, yo relato y cuando emula a Confucio con transmito y no invento . Al cobrar el nombre de humanos por habitar entre los demás, ¿la moralidad de cualquiera dependerá del estado de moralidad general?, ¿su salvación penderá de la consideración de los otros?, ¿no estaría entonces a merced del más hábil artesano de la condena o del elogio?, y de acabar con los enemigos de fuera, ¿disiparíamos el peligro?, sucumbiría la amistad, porque si nada dañara a nadie, nadie tendría necesidad de ayuda; a la noción de individualidad le corresponde
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encarnar un proyecto recíproco: la criatura inmersa en el cosmos y el cosmos comprendido en la criatura. Cruzar enseguida por lo peor y parar las prisas en lo mejor moderaría costumbres: aquel que pretendiera reivindicar su ingenuidad tomará prestada la paciencia de Job y escogerá la mayor ventaja a la menor, y la desventaja menor a la mayor, ¿llegamos a santos por amor de los dioses, o disfrutamos del amor de los dioses por santos? Rechacemos la ficción de los que afirman de todos o de ninguno en los modos convencionales del se dice , se hace , ¿no tratarán más de ocultar su fragilidad que de que afloren obligaciones punzantes?, desconfiemos de los muchos que aplauden la nostálgica ocasión del se recuerda , ¿caerán en la cuenta de que no basta, de que urge desarrollar y completar hoy un pasado grávido de futuro? Por raciocinio pertenecemos a la cultura, por sensibilidad a una naturaleza que precisa destronar a golpes de guadaña a los que aún contamos para asegurar que el contorno de la vida permanezca inalterado en su perpetua juventud, ¿la vida?, un recurso oportuno en el que encajar las corrientes primigenias, ¿nos dejaremos embaucar con que, por no existir la naturaleza, tampoco existimos?; Spinoza lo apuntó con franqueza: jamás gozamos de privilegios dentro de la naturaleza, ¿ni el de volver atrás?, Rousseau insiste en que no retrocedemos, ¿acaso no interpretamos una trágica inocencia blanca en medio de tinieblas? Atravesamos la trama del Universo, cada eslabón de la cadena delata un nuevo nudo: del lado de lo incondicionado pierde su color condicional, y del lado de lo condicionado pierde el beneficio de lo incondicional, ¿en pleno vuelo ascensional por las esferas o de cháchara con los champiñones bajo el estiércol? Y en los rayos del sol, ¿no observamos inabarcables granos de espíritu que flotan con las motas de polvo?, incluso los cuerpos inertes expuestos a la luz absorben fugaces relámpagos de inteligencia. Aunque no parezca que suspiremos por desaparecer en pro de un reino celeste, Orígenes habla de un ser que cree ; quizá el concepto de la dignidad como responsabilidad frente al destino de Pico de la Mirandola, sorprendió en extremo su mente y lo indujo a una meditación extravagante en la que presagió un principio cartesiano de distinción y claridad, ¿tras los divorcios de religión y filosofía, no emerge siempre la torpe superstición?, lo que la realidad niega, lo mágico lo concede, ¿esclavos por coquetear con ambas expectativas?, tanta íntima debilidad, tanta vocación de iniquidad y malicia convierten en indispensable la revelación, ¿en el mare mágnum de nuestras elecciones no ponemos en práctica una conducta que Dios conoce perfectamente..? de aniquilar la absurda inanidad de nuestras ansias, hallaríamos una magnífica compañía: la imagen de Dios en el mundo, ¿debería Dios abdicar en aras de una república terrestre en la frontera del tiempo y del espacio?
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de la Naturaleza Compañero, ¿acaso somos sus huéspedes circunstanciales?, no, además de que experimentamos con los instrumentos que nos proporciona, tenemos capacidad e interés en conocerla. Anaximandro acometió la empresa con el coraje de los grandes al basar su unidad en la unidad del sistema de leyes que la gobierna; ¿qué resta?, decir que sus normas obedecen a una esclarecida justicia y no a una necesidad ciega. Deduje con Galeno la facultad atractiva que atrae lo que resulta apropiado y la repulsiva que expele lo que suena a extraño; antes divagué con Empédocles acerca de los principios astrológicos de amistad y discordia como fuentes de cohesión y de separación de los elementos, aprendí de él que las cosas surgen durante los períodos que van de un extremo a otro, y que la acción conjunta de ambos polos acarrea el progresivo nacimiento y destrucción la aplaudida composición y división de Anaxágoras. ¿Quién, desde entonces, no rechaza el planteamiento mecánico de la naturaleza?, equivale a imaginar que leyéramos los diálogos de Sócrates en el suelo de una imprenta después de caer un cajón de letras; ¡cuidado, que mientras la consideremos objeto del saber, no tropezaremos con ningún fundamento independiente de ella!, pero apenas la consideremos dominio en el que buscar la felicidad, cruzaríamos al campo moral, y pronto aparecería el dualismo entre lo que está del lado de acá conocimiento de lo que es y lo que está más allá fe en lo que debe ser. ¿La Naturaleza, una metáfora del alma humana?, ¿y lo humano no navega en el incesante fluir de los cuerpos?; ciertamente, el Cosmos no encierra un bazar fantástico, de Schiller rescaté lo del jeroglífico de Dios . La llamada naturaleza muerta explica el conato frustrado de un algo que trata de recapacitar sobre sí mismo: en calmas faldas de montañas, reconozco el reconocimiento aún inmaduro de una inteligencia petrificada que encastilla pulsos de existencia cumbres arriba, ¿y abajo?, el fanal resplandeciente de la luz suspendida que constantemente sigue al sol; aunque dispuesta a todo, perduraría ociosa si nadie la ocupara, hablo del oscuro que empieza donde acaba la brasa muerta, ¿muerta a perpetuidad?, ¿lo que ahora late siempre contó con pálpitos?, o ¿quizá a una hora trascendental comenzó a poder hacer ?, ¿y en el futuro no perderá cota y rodará a la característica originaria de poder ser hecho ?; el paso de lo inorgánico a lo orgánico revela el esfuerzo más fecundo en pro de la libertad... libertad que pone en práctica libertad a partir del inconmensurable instante en que la omnisciencia eterna introdujo en el más absoluto de los caos la arrolladora competencia evolutiva ¿Y el aire?, de ese increado creador, de ademán cristalino, afirmo con Eudoxo que evoca una divinidad intermedia entre dioses y hombres, que enseñorea tierras y mares enrarecido, prenderían sus chispas.
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¿El fin último de un amor que espera amor?, la pureza del amor, ¿con qué medio?, cultivar la vida de tal manera que cuando volvamos a flotar con el polvo hayamos alcanzado la cúspide ética la vida, respiración del Universo. ¿Nuestra principal aportación?, el bien, ¿tamaña contribución no nos convierte en miembros de colosales dimensiones?; ¿y el mal?, Gentile insiste en que el espíritu encuentra su propia negación, ¿no avanza así el espíritu?, ¿y no llega a condición de que avance?, semejante oposición de refractarios constituye el motor de la civilización, ¿el fuego no se alimenta de combustible y a la vez lo quema?: una sana voluntad extiende vínculos de mundos con mundos. A diferencia de la Naturaleza, reunimos los dones de interioridad, de conciencia, de reflexión y de iniciativa que proveen de sentido a un alrededor, ¿sin nuestra presencia, la Naturaleza entera no figuraría bajo el epígrafe de desierto vacío?; ¿y qué papel desempeña el placer?, facilita las cosas, ¿lo bello no emerge de la relación de lo contemplado y un personal sentimiento de gozo?, en el Orbe advertimos aquel designio deliberado que eleva a cimas geniales un concierto seductor, ¿frente a una obra nuestra no respondemos de modo contrario?, apreciamos verdaderamente el trabajo en cuanto que lo entendemos producción espontánea... de amalgamar intencionalidad y espontaneidad, la Naturaleza parecería arte y el arte Naturaleza. ¿De qué sirve salvar la gracia del satélite Luna argumentando que los picos y valles descubiertos por Galileo permanecían cubiertos por una sustancia transparente y esférica?, sólo para detener el desarrollo de teorías mejores; no, no basta con mirar, usemos ojos que quieran ver y que crean con sinceridad en lo que ven la belleza juega a que adivinemos sus distintos rostros. El continuo choque con la realidad padece de una aflicción insatisfecha, ¿los reiterados afanes de perfección no provocan una inestabilidad emocional que termina irremisiblemente en una situación de excesiva impresionabilidad?, por anhelos de una emancipación distorsionada aspiramos a merecer una idealidad que escapa como el delirio de la flor azul de Novalis, ¿por causa de una infinita sed de infinito no sufriremos esa disensión íntima que apodan reconcomio? Desde luego, pretender que la fuerza de la razón despierte definitivamente en los feudos del espíritu implica invertir la razón de la fuerza que rige el largo sueño de la Naturaleza; ¿no escuchamos de Goethe que quien desee escalar alturas que imite a los griegos en levantar la naturaleza al nivel del espíritu?, cumplamos con las recomendaciones de Dante y renovemos el comprender en las aguas del Leteo y Eunoé, ¿no señaló Maquiavelo que en cualquier doctrina hallaríamos parcelas de virtud en las que reponer energías primitivas?
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más de la Naturaleza Después de que se desencadenara el cambio de la nada al ser, lo experimentable y lo observable devienen en mudables, la Creación continúa multiplicando en silencio astral su inventario según sus particulares modales; ¿y qué papel desempeña la materia?, el viejo juego de formas en una accidentalidad sin cauce ni freno que deploró la confusión del caos y decidió serenar su rostro: los meandros donde acabaremos reconociéndonos expresan en el complejo itinerario su doble ejercicio de descenso y retorno, de impulso y obstáculo. Diderot vuelve sobre la combinatoria de los atomistas, ¿el número de tiros no compensa la quimera de ciertos aciertos aleatorios?, los inquilinos de Chartres creen viable explicar la Naturaleza con la Naturaleza, Reimarus rechaza el fervor de la tradición piadosa, ¿el abandono de la investigación teológica no coincide con dirigir los ojos a la Naturaleza?, Voltaire, con removed arena durante una eternidad, nunca habrá más que arena , vaga por parecidos barrancos del alma, ¿quién logró convertir granos en dados trucados que favorecieran engranajes pensantes? Autónoma, porque se adjudica reglas, autárquica, porque se basta sola, ¿sus principios inmanentes no definen lo que ocurre en sus fueros?, Descartes afirma que los secretos de la naturaleza están ocultos y aunque ella actúa siempre, no siempre descubre sus efectos: el tiempo los destaca de época en época, si bien ella sea la misma , ¿pasar de que el mundo es una obra a que el mundo no es una obra no apremia a mirar la otra cara de Jano?, agradezcamos a Lehmann el que las montañas sumen años y gocen ahora de edad. Ya que la órbita de los posibles abarca mucho más que la órbita de lo real, la existencia constituye una posibilidad realizada; en ausencia de códigos de perfección o de imperfección o de fin ¿qué regalaría la generatriz incondicionada al globo terráqueo?, esplendor, armonía y un orden que implica y facilita la elección; ¿y qué sucedería en caso de que los factibles sucedieran?, que no cabría opción, sino necesidad intrínseca. Leibniz asevera que todo está lleno de vida , ¿propenderá a producir de manera indeliberada inteligencia y libertad?, y cómo enfocar su plenitud e invarianzas, ¿seguiríamos a Schopenhauer en que hay algo femenino en la naturaleza; sólo da cuando ha recibido ?, ¿husmearíamos en los reprimidos deseos carnales del mineral?, quizá lo encajaríamos mejor con la apuesta de Lévi-Strauss, el día en que se consiga entender la vida como una función de la materia inerte, será para descubrir que esta última posee propiedades bien distintas de aquellas que se le imputaban anteriormente , ¿no diríamos que profetizó un lugar de fecundidad y ruina, indiferente a mansas o fieras vanidades? A despecho de que Hegel no perciba en la Naturaleza más que una manifestación defectuosa y provisional de la razón, con tales dosis de racionalidad Schelling evalúa su valor, ¿reducirla a una objetividad no pone en evidencia Editorial Letralia
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la originalidad del espectador?, contribuye a establecer el concepto de la fuente analógica de Novalis que permite captar el Universo, la persona, ¿y dónde situar el epicentro de semejante fenómeno?, la polarización básica de Bouillé despeja equívocos: en cualquier punto en que coloques todos los seres del mundo, tienes que colocar en el punto opuesto al hombre para que sea el espejo de todo . ¿Qué arrogante declararía inútil el comportamiento de la Naturaleza cuya utilidad no alcanza?, el que no aprecie nuestras argumentaciones probables ni se preocupe de que no reparemos en sus recónditas motivaciones no alivia las molestias que acarrean pecados así, ¿imaginamos que Dios trabaja exclusivamente en aras del disfrute humano?, en los indivisos manantiales, cada riachuelo sabe hacia qué vertiente corre. A pesar de que comprendamos en el sentido de estar junto y no tanto de conocer , por lo que respecta a la Naturaleza ¿entraría el conocimiento en su composición?, ¿por dominar y usar en exceso no terminaremos incrustados en lo que interrogamos?, Telesio apunta que en cuanto participamos de la Naturaleza tratamos con la Naturaleza, y Fichte que acatamos sus tendencias, ¿un Dios ocasionado inmerso en el Dios contraído de Nicolás da Cusa? Una norma no escrita: en absoluto ninguna cosmología violará las leyes que protegen el correcto proceder de su empresa; ¿tamaña impotencia no limita?, trataríamos con una filosofía ni reflexiva ni discursiva, ¿respetaríamos una aclaración cartesiana que la rebajara a una cosa muerta, un cadáver ? De Schelling leímos la materia es espíritu en sueño , de Hemsterhuis espíritu cristalizado , de Fichte teatro de la acción moral ; Schubert anuda Naturaleza con espíritu tangible y espíritu con Naturaleza intangible, ¿qué más faltaría en pos de su unión?, que Schleiermacher proponga la racionalización de la Naturaleza y la naturalización de la razón, ¿concluiremos por hermanar los axiomas físicos con la traducción de los preceptos éticos?, noble ideal del arte. De la larga fuga planetaria escapan efluvios que huelen a conciencia, ¿acaso la evolución no avanza por el camino que la incrementa?; ¿espontáneamente aspiramos a lo trascendente?, ¿apoyados en un elemento que cuenta en la Naturaleza, pero que no le pertenece, con una merced que figura más allá de mercedes presentes?: una única causa justifica la simplicidad y el ahorro de medios de la fuerza que eleva rítmica y constantemente el sistema a su máxima cota. Más cerca de esa hija de Dios, Oetinger advierte una gran academia en la que lo más humilde refrendaba las invisibilidades de Dios, Goethe habla del hábito palpitante de la divinidad, Hamann de la incesante revelación de Dios, Schlegel de la revelación que Dios hace de Él y, más lejos, Schiller anda con su Dios dividido hasta el infinito , Bruno con su religión de la Naturaleza: el naturalismo. Convenimos con Berkeley en que las leyes naturales interpretan el lenguaje de Dios, sacan a la luz sus atributos y nos guían a la felicidad; ¡uf!, por poco no caemos en el abismo de
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Spinoza que considera los decretos divinos leyes naturales y la recíproca, ¡qué fastidioso antojo identificar Naturaleza con Dios!
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del Lenguaje La escritura parece no representar la objetividad que refleja, la partitura tampoco parece representar la música... ¿Y el lenguaje?, difunde y concierta los pensamientos en el lenguaje, Wittgenstein advierte la representación lógica del mundo. De afirmar que deberíamos callar lo que no debemos comunicar, reduciríamos sus posibilidades por no haber más preguntas, y restringiríamos lo que podríamos captar, meditar y exponer. ¿Y la lengua?, repite lo que el corazón piensa bajo las varias lenguas palpita una poética, y ahí depositan sus sedimentos los ritmos más universales de la existencia inteligente. Por pesar los caminos a menudo un peso insoportable, unos cuantos marchamos del centro de los sucesos desnudos a la periferia, donde nos enfrentamos con los límites que levantan las sentencias tomadas por sensatas, ¿no violentamos el dictado de tamañas construcciones vedando las imágenes faltas de sentimientos y los sentimientos faltos de imágenes? De intimar conjuntamente con fondo y forma, abundaríamos en la antorcha que despeja tinieblas, ¿un describir cada vez más rico no acaba con que el asunto también ocurra más rico?; en esos parajes discutimos los que gustamos del borboteo de las pilas claustrales, ¿no gozamos con los argumentos indecidibles que hoy llamamos antinomias o paradojas y que la Edad Media denominaba insolubles?, recuerdo aquella de Cicerón, si tú dices que mientes, o dices la verdad y entonces mientes, o dices mentira y entonces dices la verdad o esa de Epiménides el cretense, que dice que todos los cretenses son mentirosos . ¿Las normas de composición de oraciones no imponen una frontera a lo que quisiéramos formular?, el total de las cosas anda ligado por reglas, nada aguanta aislado, ¿la relación sintáctica no imita el análisis de la percepción?; de olvidar que una frase reúne más realidad que sus ingredientes descubriríamos una realidad aún desconocida, ¿y acaso compensa ir más allá de concebir una realidad conocida?, los desafortunados que forzaran el último amarre romperían la cuerda, amargarían el dulce juego que dan las palabras y rodarían a lo que carece de equilibrio, ¿cabe definir barbero como el que afeita a los que no se afeitan solos? ¡Ojo con los recreos lingüísticos!, ocasionan calambres mentales; no en vano Pedro Damián apuntó que el demonio ofició de primer gramático de la historia, ¿mientras tentaba a Adán y Eva, no declinó dios en plural? Juraría que tratamos con el cristal que opaca lo que en la intuición resulta evidente y enredamos lo que intentamos aclarar; en pro de disipar confusiones y extraer pautas, pongamos empeño en confeccionar un álgebra con que entendernos considerar esto una pérdida de tiempo implica ignorar lo que encarna la lógica. http://www.letralia.com/ed_let
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¿Que qué nos atrae del lenguaje?, la perspectiva de anchar lo cercano por extender la amplitud del habla, ¿no sospechábamos de su labor intermediaria entre lo innegable y el hombre?; de decir, diremos justo o falso, ortodoxo o heterodoxo, según los términos en que expliquemos con sinceridad las ideas razón y verbo mantienen un alto parentesco. Epicuro acertó doblemente en su visión del lenguaje: con su característica de producto espontáneo y con inscribir su motivación en una exteriorización acústica de las emociones que experimentamos en determinadas circunstancias; Abelardo insiste en la procedencia algo arbitraria de los nombres, ¿no deja constancia de sus significados cambiantes y de sus ambigüedades?; Herder situó la raíz del lenguaje en la condición humana, ¿no estropeamos el instinto que guía por senderos seguros a los animales?, suplimos la inferioridad con introspección, ¿y su uso libre no llevó a inventar el lenguaje?; Hamann lo identificó con revelación misma de Dios y Naturaleza , no con una simple articulación de sonidos. En referencia a un discurso escrito , ¿no mencionó Sócrates un jardín de letras ?; al igual que las piezas de ajedrez, tales figuras cumplen su función por su aspecto y no por el material empleado como las conciencias difieren por el tallado. A semejanza de la urdimbre con la lana, las consonantes circulan por las vocales a modo de lazo, ¿no crean palabras distintas al combinarlas de manera distinta?; ¿clarines de guerra?, por primar los provechos privados sobre el bien público surgen por doquier acusaciones, envidias, odios, sediciones... luego caemos en la cuenta de los defectos sociales que procuramos, y proponemos arreglos que no propician más que nuevas discordias, ¿expresiones y hechos no pasan por manos de quienes aprenden y por quienes no demuestran ni pizca de interés? Las palabras coinciden con los cuerpos pintados en que poseen la apariencia de seres vivientes sin capacidad de respuesta, ¿saben esgrimir sus propios valores cuando sufren insultos inmerecidos a causa de que sus acepciones más profundas no rebasan lo que lamenta, sueña y desea el que las pronuncia?, de ver, veamos a través de la luz y no reparemos tanto en ella. Porque las palabras no tienen más efectividad que el resto de los fenómenos, concluyo con brevedad el capítulo copiando a los pájaros que cesan en sus cantos por cerrar el pico... ahora queda abierta la mayor comprensión: lo indudable interviene con susurros de escondite; ¿el fin de las palabras no consiste en ocuparse de elementos extraños a las palabras?, ¿extraña que impriman movimiento y conduzcan a sus lectores hacia otros útiles? Durante los espaciosos silencios del papel, la queja no cogerá vacaciones, únicamente permanecerá aplazada, ¿asombra que vuelva, pluma en ristre, por ejercicio de proyección y de reabsorción de una vitalidad?, ya que los números sirven para calcular, ¿las palabras no servirán para pensar?
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más del Lenguaje Uno necesita sentir quebrantada su escala de valores para contar con autoridad del escozor que acarrea, ¿la recompensa que obtiene por pelear en el fondo de los conflictos?, percibir la trascendencia, ¿el castigo?, las oraciones ya no tragan con formulaciones sencillas de sujeto y verbo, optan por el juego de las curvaturas y repeticiones del cristal que sacan a flote multitud de adornos barrocos, ¿no atraen por la curiosidad e interés que despiertan, más allá de su simple capacidad refractora? Y en vez de disponer de un texto completo entre paréntesis, afectado de un coeficiente que englobe insistentes dudas, ¿no preferiríamos multiplicar los quizá y acaso por sus propensiones a la audacia?, ¡cuántos arpegios, trasposiciones, cánones y fugas distinguirían lo expuesto así! Si a la lógica pertenece el ensayo declarativo, las frases concebidas con exclamaciones e interrogaciones ¿no referencian a una especie de brevilocuencia acompasada? Frente a unos pocos términos generosos en alcances, ¿llegaremos a adecuar razón y versos?, ¡cómo confirma la ensoñada taquigrafía filosófica el peligro que corremos escondidos tras la esperanza!, ¿no gusta de lo mágico y acompaña las noches con su canto? De difuminar asociaciones y de deslizar acepciones, la poesía gozó de sus efectos más sutiles y propició el ambiente donde después germinó y floreció la filosofía, ¿pecaron los grandes presocráticos?, ¿creeríamos una indignidad que Empédocles instruyera con lirismo y que Lucrecio iluminara a Fracastoro?; Tito Lucrecio Caro siguió la exigencia de modular con los matices seductores de la métrica el descriptivo andamiaje de los juicios, ¿practicando con poesías y profecías no convertiríamos bastantes incomprensibles a la inteligencia en comprensibles al instinto..? compuso un libro de ciencia con expectaciones entusiásticas que descubren la incandescencia de una inspiración. Los hombres de otro talante que no aprecien la personalidad de unos artículos tensos y densos, y que reparen con aspereza en su gramática complicada, oscura y quizá extraviada por culpa de una persecución ilusoria, no debieran olvidar de Psellos que el cuidado del estilo no es nunca un obstáculo para la virtud , y tampoco que el estilo permite ocultar la apariencia, ni que deja aparecer lo oculto sólo a quien lo acusa, ¿por qué no perdonarán ciertos acentos deliberadores que procuran tonos sostenidos, enfáticos y progresivos?, ¿duele su casi apremiante rapsodia lingüística? Escuchen a una conciencia más competente en el arte de acercar que en las mañas de separar, que apostó por decir no a las aberraciones y brutalidades del poder y no falló jamás, ¿los tolerantes no eligen tejer en lugar de cardar la lana?.. al igual que cada causa brilla en su consecuencia, la cima del que decidió resistir madurando por dentro alboreará mañana o pasado mañana, ¿no procedió según su derecho más exquisito mientras guardaba un silencio indulgente? De cualquier modo, excusen la amplitud de Editorial Letralia
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unas páginas que arrancan de vacilaciones particulares, de antítesis a lomos de citas... traigamos aquí lo que el rey egipcio Thamus anunció al dios de la escritura: ofreces a los alumnos la apariencia, no la verdad de la sabiduría; puesto que cuando ellos, gracias a ti, hayan leído tantas cosas sin ninguna enseñanza, se pretenderán en posesión de muchos conocimientos, a pesar de permanecer profundamente ignorantes, y se harán insoportables a los demás, porque poseerán no la sabiduría, sino la presunción de la sabiduría nadie, nadie educó ni aprendió a especular más que amando la especulación con un amor que creció especulando. Da vergüenza la erudición indigesta de locos y melancólicos, dan lástima los que con frecuencia rechazan las empresas mayores por reclamar mayores grados de atención que el habitual, ¿no tendrán por horóscopo a Saturno y Mercurio retrógrados?, ¡vaya con la crítica de una gente lisa y llana instalada con entera placidez en los peores galimatías!, ¿no confundirán la vestidura de ocasión que emplearon los amaneramientos del período rítmico con la plena armonía del poético? Importa el diferenciar lo que la tierra, plantas y animales realizan a diario, ¿no importa más el diferenciar lo que extraordinarias cabezas moldearon con el propósito de conservar los recuerdos de sus experiencias y comunicarlas?, ¿de nuevo los dos lenguajes?, primero el fundamental, y luego aquel que condicionó el tiempo y sitio en que fue expresado bajo reglas impuestas de forma arbitraria y admitidas más tarde con carácter general. ¡Claro que encontramos los materiales a pie de obra!, pero tratemos de construir el edificio puliendo ideas con literatura y prestigiando la literatura con ideas, ¿y en qué orden?, el ejercicio médico cura enfermedades antes que las destrezas culinarias estimulan paladares , ¿y complementar el propio entendimiento a través de la pluma no conlleva una pérdida de intimidad?, ¡por fortuna en menor proporción..! nada de rutina adulatoria que a duras penas persuade a los individuos superficiales, ¿las ansias de unidad no impulsan el esfuerzo de síntesis? ¿La originalidad?, consiste en lo imposible que resulta entrar en marcos ajenos... llamémosla en seco ejemplo de reflexión sobre impresiones : ¿Platón no aseguraba que sólo el diálogo en papel transmite la eficacia del discurso en voz?, también equipara los pensamientos con un diálogo interior que el alma establece consigo misma. ¿Publicar?, implica afrontar una prueba cruel, estaríamos más cómodos rodeados de misterio como un héroe en su nube... eludamos las enojosas cargas de los humanistas, ojalá la voluntad creadora del que hora a hora emborrona cuartillas logre encaminar a sus lectores por caminos de piedad hacia las sublimes atalayas de una eternidad prometida, ¿no vemos en los significados un espíritu, y en los signos, cuerpos?, ¿casar en unas apuradas hojas poesía con filosofía, no pone en boca de letra votos de religión?, aspiramos a mediadores entre lo más alto y nuestros semejantes, ¿mediar y ser mediado no resume el peso de vivir en criaturas suhttp://www.letralia.com/ed_let
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periores..? ¿la poesía?, búsqueda violenta de libertad con el sagrado cometido de divinizarnos, ¿acaso aguantaría una terapia de argumentación intensiva? Aunque la palabra nace con la naturaleza, exclusivamente Dios habla y produce.
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de la Experiencia ¿Qué conexión establece la sensación? Una agitación interior que ocurre por una excitación exterior. Molesta considerar en un espejo boca arriba el charco donde beber agua y notar la incapacidad de apagar una sed molesta, ¿no inclina a profundizar más en el engaño de los sentidos que en la percepción correcta? Deberíamos sancionar el grado de coherencia de las causas con lo que sucede a continuación. ¿Qué implica la experiencia? Un constante pulsar, corregir, intentar y reintentar, ya que con elementales combinaciones de aprehensiones no creceríamos en eficacia. ¿Y el error? Un uso inadecuado de la inducción o deducción seguramente por precipitación. Siempre inmanente a la verdad, ostenta significaciones tan variadas como los matices de la cola de un pavo real. ¿Qué merecemos conocer de un mundo por entero neutral a nuestro conocer? Hablamos confundidos cuando no reparamos en el orden necesario de su derivación; quizá imaginábamos que la ausencia de reconocimiento eliminaría su necesidad tropiezos necesarios. ¿Arreglaríamos la situación con ciencia infusa?, ¿conquistar lo genial puenteando la ciencia? No, no supone más que ignorancia irreflexiva; nadie elegiría mantenerse lejos del aire para liberarse de la exigencia de respirar. ¿Y si obligamos a que el cerebro divague y divague en las arenas escurridizas de lo probable? Acabaríamos empantanados en la ciénaga escéptica. De no importar lo que importa el contenido objetivo, ¿las circunstancias separarían del discernimiento su eje central y lo pondrían a girar encima de la voluntad? http://www.letralia.com/ed_let
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Comporta un lamentable equívoco oponer la permanencia del mar calmo a la impermanencia del oleaje las aguas quietas e inquietas participan de iguales naturalezas. ¿Insistiríamos con Paracelso en que el azufre, la sal y el mercurio componen los tres principios de la substancia primitiva? No apostemos por la ofuscación del empirismo ni por la abstracción del intelectualismo. Sigamos con Francis Bacon en que pruebas y ensayos encarnan las nupcias del Cosmos con la mente. Gracias a la observación adaptamos pensamientos a hechos, constatamos que madre experiencia precede y condiciona a hija conciencia, ¿en virtud de hermana teoría no ajustamos pensamientos a pensamientos?, las cosas explican sus sombras y no al revés. La práctica, sosa teoría aplicada. ¿Cabe descubrir sin interpretar?, ¿acaso describir no equivale a interpretar?, ¿de qué manera llegar a diseñar antes de estudiar? No permitamos que la relatividad degenere en relativismo, que cualquier opinión luzca el brillo de la hipótesis, que los axiomas ocupen el espacio de las evidencias primeras. ¿No volveríamos a la condenada teoría del tal vez con su fórmula de tal vez esto es, tal vez esto no es? La teoría, seca práctica especulativa. ¿Las ideas?, ¿normas con que descifrar, sistematizar y conducir los recursos? Sus construcciones involucran una actividad mezcla de sensibilidad y talento. ¿No anduvo Algazel convencido de la incertidumbre que crearíamos por mendigar certeza con razonamientos?, ¿con estocadas dialécticas pretendía extirpar el sano optimismo de sus colegas?, ¿pretendía demostrar que la demostración no demuestra nada? Y dado que el arma arrojadiza suele cortar a quien la esgrime, de no servir los argumentos para afirmar, tampoco servirán para negar Averroes denunció la fatal paradoja.
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¿El choque entre exploración y entendimiento no reorienta las viejas estrategias sobre nuevas coordenadas de referencia que cimentarán y determinarán opciones inéditas? Así quedan atrás rancias perezas, inatacables resistencias y restricciones sospechosas. Decidimos que el motor no acompañe al móvil en su trayectoria, ¿y prescindir con tamaña tranquilidad de una tesis del padre de la mecánica moderna? Mejor rechacemos ese endemoniado dogma aristotélico, ¡de qué forma tan impúdica encanece toda extrapolación y generalización temeraria! La práctica que proporciona el material, ¿no constituye conocimiento por sí misma? Haber visto mamellas en vacas no autoriza que delante de un animal con mamella infiramos que lo parió una vaca. ¿No apuntó Leeuw que un frontera infranqueable detiene la búsqueda religiosa del porqué de la vida? Aunque advirtamos que la ejecución de un proyecto humano deviene mientras avanza, no olvidemos que el horizonte de su consumación define límites. ¿Ir más allá no responde a una tendencia irrefrenable del espíritu? Las omnívoras creencias ciegas trataron de profanar frutos profesionales, aspiraban a justificar disparidades sociales con desenfocadas conclusiones darwinianas. ¿No retrasó el evolucionista británico la publicación de sus escritos más destacados? También Gauss, por temor al griterío de los torpes . ¿No comete un grave pecado quien invoca a la moral apenas los afectos y desafectos entran en juego? Subordinar la investigación a un fin no garantiza ni el fin ni la investigación su reputación tendría que emerger de una sabiduría originaria. ¿No perecerán los filósofos ahogados en la tradición por faltarles el tonificante ambiente de la controversia?
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A partir de entonces, no hallaría refugio el ansia socrática de romper ataduras con las costumbres y los criterios arraigados. Por empujar a los mineros a cavar la tierra en lugar de callar los días contemplando el cielo, ¿culparíamos a la metalurgia? Con la experiencia conseguimos captar cómo esto y aquello es, no cómo debería ser. ¿La toma de conciencia? Radica en asumir productos propios y del pasado. ¿Su progreso? Los obreros de la cabeza trabajan por comprender escrupulosamente lo heredado. Convendría coincidir con Platón en que no precisamos recibir del tiempo la verdad, porque reside dentro de cada uno por algo lo llamaron Moisés helénico. ¿No depende del talante de las cosas y de los estados del alma? Por no medir diferencia de resultados entre los factores de afuera y de adentro, parece que salva el foso entre periferia y entraña. ¿La representación no fija el recuerdo después de que desaparece? Muchos recuerdos de la misma especie imprimen suficiencia. ¿Y qué decir del fenómeno de la prolepsis? Que nace por un procedimiento espontáneo. ¿Y del concepto? Que alcanzaremos lo universal a fuerza de instrucción y lógica.
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más de la Experiencia Schelling aseveraba que el experimento es una pregunta hecha a la naturaleza, a la que la naturaleza está obligada a contestar , ¿jugaría con aquella probeta de experimentación de la existencia que redactara Kierkegaard?, los ensayos preparados y adaptados al fin que pretendíamos obtener integran los instrumentos de la mente, ¿no implican una habilidad que coloca al hombre cara a cara con la realidad?, muestran la copresencia de un espíritu complacido y de un cuerpo contemplado. Herbart pinta una apariencia de algo que es , llena de polos opuestos, ¡cuán enfrentados medimos los modos que delatan las órbitas privadas y públicas!; Kant identifica apariencia con conocimiento sensible anterior a los planteamientos abstractivos y experiencia con conocimiento reflejo fruto de la comparación de múltiples apariencias , Locke indicó que de una a otra cota subiríamos por la vía especulativa, ¿Nicolás de Autrecourt no coronó el penoso avance con la forma propia y última de lo clarividente? Obviamente, las hipótesis demandan validación por observación o prueba, pero forcemos a que ambos referentes actúen de canon y guía constante en las explicaciones racionales y no sólo sirvan para corroborar resultados, ni para decidir entre diversas alternativas factibles; apostemos por un pensamiento que organiza y orienta la industria y por una industria que estimula y canaliza el pensamiento, ¿no pesa bastante la garantía de Herbart de que el intelecto abogara a menudo por esa inquietante concordancia? Aunque en el incansable empeño de aprehender el Cosmos desarrolláramos métodos que remaran bien en los meandros de recónditas circunvalaciones cerebrales, no suscitaríamos más que nociones ficticias sin la interacción con los alrededores por culpa de nuestra humilde cuna, ¿y de qué manera sortear el escollo si en vez de preceder, siguen a los fenómenos?, apenas emulan conocimiento, en absoluto conocimiento. Pedro Aureolo funda el conocimiento en que es preciso adherirse al camino de la experiencia más que a la razones lógicas, ya que en la experiencia tiene su origen la ciencia y las nociones comunes que son los principios de las artes ; también reseñamos que el lento peregrinar de Maine de Biran obedece más a una puesta a punto de su intimidad personal que a las exigencias de una exposición discursiva, ¿quién lo prevería de antemano?; no, la lógica no constaba con mando en plaza, ¿acaso no tememos por peligrosamente dogmáticos sus primeros pasos?, no obstante, salva de numerosos caprichos del azar, ¿y qué viene después de tamaña intolerancia?, el escepticismo, ¿y tras la crisis?, durante el acerado tránsito a la crítica conviene señalar los límites de la razón. ¿De qué límites hablamos?, a pesar de que el entendimiento más vigoroso no cimente las bases, ni consiga construir un simple concepto, ni destruir ninguno de los adquiridos, con frecuencia erige una arquitectura majestuosa y eleva Editorial Letralia
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hasta el firmamento las cimas del saber, ¿y no aseguraba Leonardo da Vinci que la sabiduría es hija de la experiencia ?, un puñado de ignorantes la acusan de falacia, ¿y a qué indagar más allá de su ambiente corriente?, ¿del lado de acá engañó en alguna ocasión?, no. ¿Con qué bitácora las mejores cabezas evitaron los rompientes?, nunca con el puro argumento, recurrieron continua e incesantemente a lo sucedido y descubrieron la ley que justifica del esto ha sido al esto será ; ¿y no es una ley que todo tenga una ley ?, tratamos con el axioma sustancial del determinismo empírico: la insoslayable concatenación de lo ocurrido a sus condiciones. ¿Con qué varita mágica sacamos de usanzas singulares los preceptos cardinales que constituyen los pilares imbatibles de obras tan prodigiosas?, proponemos a la masa gris el inventario humano y las pautas de utilización del material; ¿de qué manera proceden las ideas?, semejante a un motor que impulsa el campo de investigación a la máxima armonía en tentativas ininterrumpidas, ¿no extienden sus fronteras de acontecimiento en acontecimiento y de causa en causa? Entonces, ¿la causalidad no goza de necesidad intrínseca?, ¿y el no entrar en contradicción único testigo de certeza no define la conexión causa-efecto?, ¿cuestión de nimia probabilidad?: de que el fuego huela a fuego, no deducimos que queme, calificamos la combustión de consecuencia plausible no evidente , tampoco repugna que el fuego se desplace hacia el centro y produzca frío, ¿y no constatamos que siempre tiende a separarse del centro y a producir calor? Aparte de atender a cualidades y accidentes, ¿compete a la práctica alcanzar la esencia de las cosas?, Galileo escribe de la revelación inmediata de lo creado en su verdad, ¿renunciaría por mucho que discrepe con la autoridad?, Galluppi insiste en la exploración del yo y en la exploración de lo fuera de mí , ¿tal bagaje no lo descomponemos con el análisis y lo recomponemos con la síntesis? No contamos con un mecanismo a priori que fije la posibilidad de nuevas experiencias, exclusivamente la experiencia fija la experiencia, establece topes y da cuerda a los paradigmas morales en el terco vaivén de la vida, ¿no empujan a imaginar un mundo invisible ?, ¿cabría trascender?, de sus relaciones con el entorno visible llegaríamos a inferir unas cuantas características generales, nadie lograría una comprensión positiva. Tschirnhaus sitúa la raíz del conocimiento en la praxis como conciencia interior, ¡qué cartesiano!, ¿y por qué no responsabilizar de su progreso infinito al ejercicio de la norma del deber ser?, Ockham no duda de que a través de ella accedemos a los misterios del alma y que gracias a la intuición percibimos directamente nuestras intenciones, voliciones y estados más profundos, ¿qué salida impondríamos a una búsqueda que no aceptara lo anunciado desde el cielo?, la de que no tomara por consejera más que a la proximidad misma requisito de libertad en cualquier indagación filosófica. ¿Negar que podamos abordar lo inacabable supone que no creamos en él? http://www.letralia.com/ed_let
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del Vivir No, no corramos ebrios de éxito ni sucumbamos al desaliento de los fracasos, ¿acaso el sol y la luna no brillan de nuevo tras el eclipse?, si estudiáramos los altibajos de la vida como los geólogos escrutan el mineral, descubriríamos que las pruebas de alegría y sufrimiento guardan un notable paralelismo con los ensayos de filtrado, depuración y combustión sacan fuera bastantes características ocultas. ¿El ritmo de la vida?, un compás de dos tiempos, binario, un intercambio entre lo impar y lo par: la vida se aferra a la vida y el fantasma de la muerte juega a una suerte de ruleta; ¿antes del verano las plantas no estallan en hojas y flores?, los otoños traen la caída en derredor, luego... la benevolencia del humus nutrirá la savia que hinchará los brotes en la próxima primavera. También el hombre pasa de disparar la flecha a aflojar el arco y meterlo en su carcaj, cumple con la regla de emerger para perecer y dejar sitio a su relevo, siendo aquel, éste no es ... supondría un crimen de rebelión no rendir el corazón en la hora extrema, ¿encarnamos mucho más que una serie de episodios psicológicos efímeros donde el dolor mantiene su condición dominante? Por más que morir convierta cualquier posibilidad en imposible, la última posibilidad no ejerce poder sobre quien remonta los afluentes de su vivir, ¿el nirvana no abre la oportunidad de burlar el giro infinito en la rueda de los instantes? A pesar de que las olas no disfrutan de más realidad que el mar, ¿no adquieren por momentos una forma de individualidad?, ¿no desafían a la fugacidad disipándose? Sin renunciar al dulce honor del olvido, preferiría que grabaran en mi tumba la leída frase de Kant, el cielo estrellado por encima de mí y la ley moral que hay en mí ; sugiero un estado de imparcialidad y serenidad, porque durante los raros ratos en que nada agitara las aguas, cada uno vería en el estanque reflejos de su permanencia en la impermanencia. Habitamos el mundo... pero, ¿de qué manera y por qué? Por emprender el trajín enteramente desnudos desde que nacemos, creemos necesitar una mínima vestimenta, ¿convendría repetir la fórmula de Berkeley de que ser es hacerse percibir ?, ¿y percibimos algo más que atributos palpables?, ¿buscamos una prisión?; andan los años y comprendemos que el trato con la existencia aspira a desproveer del más elemental ornamento a nuestra personalidad. En absoluto representamos un medio, Merleau-Ponty apunta que el espíritu cobra anchura gracias al cuerpo, ¡ay, por los inseparables cuerpo y espíritu!, cuando uno desaparece, el otro se desvanece, ¿con la mella del cuchillo no perdemos la eventualidad de cortar?, a semejanza de una vela que no conserva la llama después de acabar su parte de sebo, los pensamientos cesan apenas el organismo arruina su componente esencial el fuego no ondula jamás sobre brasas apagadas. Mientras luz y oscuridad no desfallezcan en la difusa claridad del sumo misterio, ¿qué Editorial Letralia
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importa de dónde venimos o hacia dónde vamos?, sintámoslo en la intimidad más íntima, ¿hablamos de férrea soberanía o de laxa complejidad?, ya que libertad e intensidad caminan juntas, ¿redimiríamos al resto de los humanos del heraclitiano rayo que lo gobierna todo arrojando el Universo en brazos de lo fortuito?, ¿no reduciríamos la frágil criatura racional a un nebuloso revoltijo de átomos?, ¿salvaría del caos la interpretación averroísta de un intelecto único e inmortal común a sus hijos?, ¿y en qué rincón teórico quedaría la inmortalidad del renombrado Horizonte de la Naturaleza ? Apostar por uno de los polos sin despejar la angustia de que en el opuesto more la respuesta resultaría menos caro que el perezoso marchar de los contemplativos; nos ocurriría igual que al mochuelo de Minerva llega tarde por romper a volar cerca del crepúsculo. Encontremos cómo gastar y gozar, disolver y agotar el yo, elijamos los aledaños del Pórtico a los adentros del Jardín ni cuentan con cancela que cerrar, ni conectan con ningún mundo imaginario al margen del mundo. De siempre, la sed de belleza y bondad emplea persuasiones, argumentos probables que ni logran excluir dudas ni vencer congojas... lo propio de quienes no poseen pero anhelan poseer, de quienes dan con una salida que escapa segundo a segundo y de quienes vuelven a intentar lo que una vez más pierden, ¡terrible pesadilla que aguanta hasta el espasmo terminal!, ¿no oímos de Calderón que la vida es sueño ? ¡Por Dios!, despertemos del dormitar hipnótico que inducen los ilusionistas de palabras en las cosas más inseguras, ¿qué conseguiríamos doblegando el ánimo frente a los aspectos negativos?, ¿no experimentaríamos la máxima negación muriendo?, ¿y morir no constituye el acto final de un provechoso vivir? Revaloricemos la espiral platónica llena de movilidad que enlaza un problema con el siguiente, ¿la meta del solitario?, alcanzar las verdades especulativas; sequemos de tantas sofisterías y fullerías los pechos que amamantan confusiones incapaces de silenciar contradicciones. De comulgar con Espeusipo en que parecemos tender a evolucionar de lo imperfecto a lo perfecto, el bien surgiría en las postrimerías del suceder cósmico, ¡mira que no aceptar el papel de principio en un devenir!; extraigamos pronto los códigos del comportamiento ético y los preceptos del obrar moral la primera lleva el sello de la genialidad del de Vinci: Es mejor una pequeña certeza que una gran mentira . Efectivamente, poco tiene de objetiva la indagación filosófica que me interesa, excavo en el significado auténtico de mi interior y entrego a los demás la transparencia de mí y de mi destino, que gané de minero del alma; decir lo que debería decir sin soltar una imprecación redunda en proceder al modo socrático, ¿y por qué no seguir a tamaño samurai de la sabiduría con el grito de un sí a la vida?
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más del Vivir ¡Qué tremenda paradoja que la vida permita interpretar el origen de la inteligencia y que la inteligencia no logre desentrañar el sentido de la vida!: toma instantánea a instantánea y trata de proyectar el devenir, ¿en la anarquía del claroscuro llega a su cumplimiento algo más que la negación?; de la sucesión homogénea y uniforme de ocasiones iguales captada en los fotogramas, escapa la ininterrumpida duración, ¿preferiremos existir como inviabilidad en vez de asumir la viabilidad del existir?, delataría que no aceptamos la sorpresa de existir. En el continuo de la trágica autenticidad, jugamos a poner y a rebasar topes, ¿por ese ingenuo mecanismo, la vida no supone más vida?; andamos en círculos por pretender zanjar la imperfección diaria en la perfección ideal, revisitamos sus momentos enriquecidos con el contenido cosechado en las vueltas anteriores, jamás repetimos: vivir significa vivir hasta el fondo, expuesto a los peores jaques su incógnita quedará despejada apenas marchemos de aquí. ¿Mediremos inteligencia sin trazas de instinto?, no, ni instinto sin aura de inteligencia, ¿de conciencia a inconciencia no damos con suficientes y eficientes vinculaciones?; inteligencia e instinto protagonizan dos soluciones divergentes de idéntico problema. La inteligencia reflexiona sobre las relaciones entre las cosas, el instinto examina las cosas mismas; a pesar de su habilidad en buscar y buscar, la inteligencia no hallará nunca, el instinto hallaría, aunque no buscaría nunca, ¡que fantástica manifestación de producción libre e imprevisible! De la vida es sueño de Calderón, Schopenhauer dice que se distingue del sueño por su menor número de paradas y por su mayor conexión, y si cuenta el que sueña y no lo soñado, ¿por qué amedrentan los sueños?: olvidemos la muerte frontera en sí y para sí en el saco de dormir y recordemos su positiva afirmación de la vida. Charron sostiene que la vida perfila una incesante prueba que practicamos con nosotros y con los otros no prohibamos a una semilla el nombre de la planta en ciernes. ¿Qué dignificaría más, ceder al arrastre o arrostrar la conclusión fatal?, en el suicidio notamos un enérgico testimonio de ganas de permanecer, no de un rechazo; el muerto por voluntad quiere la vida, su descontento depende del infortunio que sufre. Repudiemos cualquier doctrina que exhorte a dejarse llevar por la corriente, ¿no implica dejarse gobernar por la suerte?; la suerte arbitra la mitad de las acciones y en la mitad restante timoneamos tú y yo de forma decisiva cuando obramos con propósitos rectos no, seguro que no conseguiríamos eliminar por completo el riesgo, ¿y reducirlo a un accidente del éxito? ¿A qué achacar la consistencia con que el poder interviene en los espaciosos siglos?, http://www.letralia.com/ed_let
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Fromm y Horkheimer explican el dominio con su interiorización a través de las instituciones de una manera tan familiar y obvia que también la tierra y el universo, e incluso el más allá, sólo puedan ser experimentados bajo este aspecto ; procedemos en virtud de una veneración por la autoridad que erigimos en nuestros adentros, ¿tamaña actitud no abarca una parte importante del entente común con los demás?, la subsistencia del organismo precisa de la indispensable disposición a obedecer; una subordinación no siempre funciona por represión, a la larga costaría demasiado, los tiempos de hoy no soportarían mañana la intolerable debilidad e inquietud social al descubierto. Kojève etiqueta la muerte con finitud radical del ser y de la realidad , ¿no emplea el vocablo de historicidad por tal limitud?, Heidegger la define como imposibilidad absolutamente propia, incondicionada e insuperable del hombre y Anaximandro opina que encarna el castigo por la culpa de haber nacido. El silencio cómplice que mantenemos extraña a Nietszche, ¿no revela incapacidad frente a la certeza?, sabemos que tenemos que acabar y no pensamos en ello porque llenaríamos aldeas, pueblos y ciudades de incuria y torpeza, no porque concibamos lejana su amenaza cercana. ¿Perecemos por pertenecer al reino de los entes concretos?, Hegel diagnostica que por solidificar en costumbres la actividad privada, la pluralización de cada uno resulta inalcanzable, ¿la victoria del género y la derrota del individuo de Marx?, ¿una refutación de su unidad? Schelling intuye que lo que está muerto en la naturaleza no está muerto en sí, sino que es sólo vida apagada . Por cuanto la vida emerge por encima de su vertiente temporal pesa más que vida, y por cuanto la muerte señala el tránsito de cuerpo a espíritu no deberíamos hablar de un hecho: constituye el cómo del mundo y sus caracterizaciones. ¿En la orilla extrema qué nos acogería y consolaría?, ¿venceríamos el inseparable martirio que fluye de la renuncia máxima?, ¿acaso no le concierne a quien está totalmente a expensas de su destino?, ¿vale pedir confianza ciega a un alma ciega?, Jasper apunta que la trascendencia sitúa su presencia a la sombra del manto en que nos encontramos de abordar su inabordabilidad. Condenemos los intentos titánicos de traspasar el último peldaño, la comprensión humana cae de este lado, de aquel lo incomprensible; la religión tampoco cruza el temido rellano, pero descubre a uno por uno su pecado y nulidad, ¿no los prepara para la crisis que los salvará? La estridente disonancia del triunfo de los malvados y de las congojas del justo fuerza a considerar que no todo caduca ahora, que la desaparición resuelve semejante contradicción en un orden necesitamos de la inmaterialidad. Reconozcamos en el orden y en el cambio la determinación de una razón que excede a su determinabilidad espontánea y creadoramente, y a las puertas de la suma evidencia, saltemos de lo confuso a lo infuso. Editorial Letralia
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de la Conciencia Del yo siento y del yo que siente algo , distinguimos la homogeneidad del yo y la heterogeneidad del fuera de mí : Taine considera la conciencia traducción del prístino texto de la Naturaleza y Galluppi una verdad primitiva experimental por alojar al yo cognoscente. Vale llamarla caudal de interiorizaciones hechos medidos en datos que preceden y condicionan expresiones de la apercepción permanentemente renovadas teorías sometidas a error ; Hamelin la define esencialmente pensamiento , existencia por sí y Collard sentimiento que el yo tiene de sí mismo , ¿no rebasa la simple advertencia de sus operaciones?, ¿llegaremos con los escépticos a situar esto, eso y aquello en ella?, aunque los estoicos no la niegan, apenas saborean una libertad neutra. ¿Y como relación de nosotros con Dios?, Butler habla de voz de Dios dentro de nosotros , Boutroux de hábitat de una religión sin supersticiones y Mine de Biran la juzga una especie de manifestación íntima de revelación divina, una forma de revelación, y más aún, la revelación original de Dios; ¿su figura más elevada?, imagen o apariencia de Dios. ¿La vida no salió a flote del marasmo fisicoquímico?, la filosofía recibe el encargo de documentar los desafíos que arrancan pálpitos a la materia inerte, luego avisa del hombre e incluso de más allá, ¿y qué opinar de la conciencia?, ¿uno de los puntos focales donde las correcciones de los usos emergentes impactaron con mayor intensidad durante la mudanza cósmica?, decisiva fase en el lento proceso de adaptación de los organismos animales al ambiente por acumulación de innumerables variaciones funcionales que responden mejor a los requisitos del entorno. Vayamos del evolucionismo biologista a un evolucionismo espiritualista y equiparemos los cursos constantes, incesantes y progresivos con el devenir temporal de la conciencia; en tal oleaje cada estado disuelve a los previos en una continuidad fluida, no avanza por sustitución, sólo por abstracción conseguiríamos contar los eslabones de la conexión, ¿funda la conciencia al ser o contamos con un ser que funda la conciencia?, presupongamos una sustancia incorpórea, sede de un hálito eterno respiramos fe gracias a tantos testimonios. ¿Goza de historia la conciencia?, por viejos desengaños vaga errabunda por sendas inciertas inmersa en cuestiones oscuras, bajo encuentros desconcertantes sufre las desviaciones del Fausto y va a la búsqueda del placer, ¿extraña que la contemplemos como fuente de imprevisibilidad y constitución?; a merced de rodeos, contrastes y escisiones abandona el dolor y desdicha de su individualidad y gana en generalidad. Porque conciencia sugiere cambio y no fuerza ni sustrato que produce cambio, calculemos el tiempo por la corriente del cambio,
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no por una sucesión regular de instantes gemelos, ¿un orbe estable no apagaría para siempre el llamear vacilante de la conciencia? Desarrolla un conjunto de leyes y una objetividad bastante particular en su largo caminar hacia adelante, del presente al futuro; desde el principio adquiere una consistencia muy especial fruto de su repliegue y vuelta al pasado: tamaño vértice cierra la marcha creciente del genio humano y pone fin a la construcción del universo, ¿no lo reconoceremos por la luz que irradia?, ¿y mientras, no construye su historia? Carecería de sentido el aparato planetario si no tendiera a suscitar múltiples complexiones conscientes, ¿la igualdad parcial de los contenidos compondrá la atmósfera común circundante?; ¿y a qué huésped secreto ando atado más que a mí?, Ravaisson afirma el predominio de la práctica de la conciencia sobre la práctica externa, ¿en los más recónditos fuelles de mi identidad no agita su radicalidad agustiniana?, por entender el alma de las cosas, gobierna los comportamientos de quienquiera. ¿De qué guardamos conciencia?, de la causa mucho más de lo que logramos exponer , de la infinitud de nuestra idiosincrasia en y a través y no de nuestros episodios mentales; ¿el peligro de un revés?, que los reflejos de enconos escondidos tomaran yerro por autenticidad y que esgrimieran una supremacía. ¿A dónde ir con el yo no es señor de su propia casa, el inconsciente tiene también la palabra de Freud?, confiemos en la memoria personal y en el tirón impersonal que trasciende por su carácter anónimo y global quizá impidan que giremos con los locos a la hora del recreo. En las escenas de amo y esclavo del mundo antiguo ¿los actores no alcanzaban la plena conciencia afrontando el conflicto?, acatar la vinculación fatal resolvía el envite, no así la lucha a muerte de los contendientes; el vencedor blandía la capacidad de iniciativa, el perdedor soportaba los trabajos hasta que asumía dignidad e independencia, ¿Bergson no propuso que madurar significa crearse a sí mismo ? Destaquemos que frente a la posibilidad única que implica necesidad postulado de ciencia surge la unidad de posibilidad de toda posibilidad postulado de conciencia , pero ya que los límites del intelecto coinciden con los de la realidad y realidad y conciencia coinciden en grados, etapas y aventuras, ¿cabrían chifladuras especulativas que ignoraran cuándo pecan de alucinaciones?, con Lequier atengámonos y dobleguemos por completo su dictado, ¿acaso sus alardes de autonomía no quedan limitados en extensión por los alrededores y determinados en dirección por el deber?, digamos con Schopenhauer que en la conciencia hallamos el montante de los conocimientos inmediatos y que nadie puede escapar de la cárcel de su epidermis y confundirse abiertamente con lo diferente de él. ¿Masci no observó en las luces del derecho los perfeccionamientos de la conciencia?
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más de la Conciencia Sartre concebía la conciencia ser en el mundo , conciencia de algo y de algo distinto de la conciencia; ¡qué atrevida jugada a favor de la autosuficiencia del dominio no humano!, pero la lucha jamás tuvo éxito. ¿Resumiríamos la Totalidad primordial que simbolizara Brahman-Atman, Nirvana, Tao o Sunyata a un hábito del entendimiento práctico, a una especie de magnífica luz espontánea que iluminara el cerebro? Desde luego marca la vía de acceso de ciertas iniciativas, ni exenta de errores ni de certezas inmediatas, ¿acaso Korsch no señala que en Marx y Engels ideología significa exclusivamente conciencia torcida? A pesar de que Marx y Freud definan la conciencia como reflejo de otras fuerzas escondidas económicas y psíquicas y no como motor del comportamiento, no la califiquemos de simple imagen de situaciones sociales o volveríamos a caer en los malditos enredos del gastado materialismo. Por trabajar en una tierra en penumbra, ¿la única realidad habitará en cada conciencia? ¿El análisis de la conciencia no coincide con el análisis de cómo los alrededores se muestran a la conciencia?, aparquemos ya el absurdo modelo de estructura que propusiera Lacan de maquinaria originaria que pone en escena al sujeto , porque irrumpir en una antropología sin el hombre tendería a desmontar la conciencia como dato primario e indescomponible de su condición, ¿por tan funesto camino no la llegaríamos a considerar burda imitación desfigurada de los mecanismos involuntarios que la producen?, Freud aclara que el individuo constituye la esencia de la conciencia, ¿no adopta el noble aspecto de un ego con foco en su yo?, ¿o quizá nuestra inequívoca dimensión radique en lugares extraños? La sabia mirada del que supo nivelar la balanza y el fiel con que pesamos la bondad disipa muchas dudas en el espejo interior: conciencia y objeto encarnan elementos de un conjunto que la lengua logró el prodigio de conectar los cismas denuncian dogmatismos de una razón enferma. ¿De dónde diantres arranca la conciencia?, de una nebulosa donde no percibimos ningún paradigma preestablecido; a medida que extiende confines, el núcleo primero se condensa en una infinidad de filamentos dispersos que hallan soldadura, lo que parece un orden aparece tras el caos, ¿no acaba así por prender la antorcha del intelecto? Entonces oímos de un espíritu dedicado al mundo , nunca del golpe de vista de un espectador desinteresado, ¿las odiseas no presuponen sus ítacas?, una vez en ruta ¿no precisamos completar el viaje?, ¿y de dónde mana la importancia del cuerpo?, de que inserta y soporta la conciencia en el Cosmos. Merleau-Ponty compara el envite dialéctico no causal entre hombre y mundo con la relación que existe entre conciencia y naturaleza. ¿Por qué perdemos lo mejor que queremos y salvamos bastante de lo peor que
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no queremos?, no contentos con una reducción a la conciencia ¿aspiramos a reducir la conciencia?, ¿y por qué no a coagular sombras? La conciencia evoluciona en un movimiento circular: a preguntas que suscitan respuestas siguen respuestas que confirman, amplían y corrigen preguntas, ¿qué contenido crece con independencia de una conciencia?, ¿y qué conciencia crece con independencia de un contenido? Se hace expresión gracias a los nombres con que apresamos el entorno, ¿no coloreamos con diversos tonos la posición que ocupamos con referencia a cosas y personas? ¿Por qué no investigar la descentralización de la conciencia más allá de uno mismo?, mientras que un cuarto de luna nada echa en falta, la conciencia siente que queda un tramo por concluir y levanta el vuelo por encima de lo orgánico; con Husserl ¿no vinculamos la conciencia con un flujo de experiencias afectado por lo trascendente? Teilhard de Chardin coloca su Punto Omega en un Pensamiento unánime que unifica una pluralidad de pensamientos particulares, ¿representaremos el vestigio indispensable de la Superconciencia planetaria? Ante la influencia de tradiciones y prejuicios ocultos que desvían conductas por proceder casual e indeliberadamente, la conciencia reivindica su indiscutible papel docente en la historia, ¿no apuesta por imponer el principio de que siempre ocurrió lo que debió ocurrir frente a que ocurrió lo que pudo ocurrir?, llama hacia sí a lo que auténticamente es y no puede dejar de ser; ¿resta aún un sueño por soñar?, que en todo momento y circunstancia sirva de motivación para administrar lo irreal en el fondo de lo real que niega, ¿a la pasiva determinación de la conciencia no replica la activa conciencia de la determinación? La evidente soberanía de la conciencia implica el disfrute de una sorprendente simultaneidad atemporal, con capacidad de gozar de cualquier mentalidad estetística que pretenda separar la obra de su contexto y relegar el arte a una zona aséptica del alma, fuera de las eternas cuestiones de lo verdadero y de lo falso, ¿incluiría la propiedad de integrar diferentes épocas? Después de Ruyes no vale hablar de información en ausencia de conciencia, ¿qué pinta una radio encendida y a solas?, funciona, no transmite; disculpemos a los charlatanes que dicen crear bajo adormecimientos sonámbulos, ¡qué inaceptable romantiquería! ¿Un viejo asunto impenetrable?, la muerte; la de los demás induce una enojosa impresión de grave caducidad. De Labriola aprendimos que cabe vencer a la conciencia y no que la conciencia venza a nadie, y de Gadamer, que quien adquiere conciencia y somete a prueba sus convicciones soluciona el problema dentro y no necesita emprender la imposible empresa de salir; ¿a qué viene empujar a un inseguro contra su código ético?, ¿no obligaríamos a un náufrago a perecer en el negro casco de un barco incendiado? San Pablo pide a los fuertes comprensión y respeto por los débiles; Juan de Salisbury ¿no busca arhttp://www.letralia.com/ed_let
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monizar conciencia con oportunidad?, mantiene la preeminencia moral sobre los prudencialismos polĂticos.
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de la Libertad Cuanto más sepamos de nuestros semejantes, más nos comportaremos libre y cabalmente... ¿libres?, de importar la importancia de lo que interpretamos, por supuesto; Aristóteles nombra libre al que tiene en sí el principio de sus actos, Galluppi insiste en que la libertad consiste en no querer cosas que queremos y en querer cosas que no queremos... vivir implica un libre concurso de la voluntad que nos impele a ejercer de mortales con vocación de inmortalidad. Diferenciar la verdad del error lleva a gozar de la libertad, ¿cabe mérito en ausencia de libertad?; ¡por Cristo!, a pesar de que los problemas fragüen las soluciones, repliquemos a los imprevisibles desafíos del ambiente que nos rodea votando por las que mejor encajen, porque disponer de tal disposición donde las circunstancias oprimen nos pertenece, ¿la decisión de hoy no orienta después los hechos en un sentido apetecido y permitido por las inquietudes que acechan desde el futuro?; ¿queda aclarada la variedad de conductas constatables?, leí que apenas el hombre escoge, es lo que escoge ser , ¿y acertamos a escoger algo que no hayamos ya escogido? No, no faltó entre los antiguos maestros quien pretendió reconocer en nuestras frágiles iniciativas chispas de libertad que rompían con el ordenamiento cósmico, y el propio Erich Fromm sentenció que avanzamos y crecemos mediante gritos de desobediencia, por tanto, ¿la capacidad de desobedecer, requisito de libertad? ¿La necesidad?, postulado de la ciencia, restricción de los sistemas, ¿las leyes no reducen siempre los horizontes?; la marcha general marcha de acuerdo con un encadenamiento minucioso, pero ninguna premisa sentó cátedra desde la eternidad: persistimos ilimitados en desear y representar vanidad, y limitados en poder, satisfacción, realidad, inteligencia deterministas cuando pioneros, atrevidos cuando colonos. ¿La libertad?, postulado de la conciencia, restricción del entendimiento, ¿practicarla no impone barreras en cualquier dirección?; define su carácter el seguir sin menester ni coacción lo que la razón establece: desistimos del insolente necesarismo de los obcecados naturalistas y del polémico indeterminismo de los comienzos del historicismo traducen inadecuadamente las facultades del alma. ¿Qué encarna lo necesario?, lo que no puede no ser: la menor expresión de lo dable; en caso de despertar de repente de su largo sueño, ¿la piedra no experimentaría libertad mientras cae?; en el naufragio total de toda contingencia no llegaríamos más que a inclinar la cabeza, y a que el silencio acogiera en paz la evidencia de una exigencia incomprensible, ¿qué restaría?, una honda resignación. ¿Y lo posible?, el campo abierto a la audacia, lo que puede ser: el límite superior de lo humano; ¿el impulso propinado a un cilindro no lo pone a girar según la forma cilíndrica?, ¿por qué extraña que respondamos a lo que nos sucede según nosotros?, la causalidad somete exclusivamente a lo que http://www.letralia.com/ed_let
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sucede, no a las pautas morales. ¿Libertad coincide con necesidad?, ¿a medida que baja el sol no aumenta la sombra? Aunque de unas pocas reglas de juego deduzcamos las partidas, aquellas indispensables relaciones lógicas no contienen estas ocasionales conexiones de éxitos y fracasos, ¿acaso el conocimiento de un acontecimiento presente lo decreta?, tampoco el de uno futuro obliga a que ocurra ocurre lo que puede ocurrir, no lo que debe ocurrir ; y entonces, ¿qué indican las inexcusables normas?, el camino que muestra en su trazado la meta a cubrir: el bien constituye la sustancia del mundo. De Jaspers aprendimos que la historia habla de una intencionalidad aceptada incondicionalmente que despeja lentamente su letargia, de Epicteto que nada sacamos de oponernos a lo que no conseguimos evitar, y sí de pujar por lo que logremos obtener. Distingamos el producto de la libertad, ¿por su intercesión no nos autoconstruimos?; de elegir en consecuencia acabaríamos en la auténtica elección, dediquemos muchas horas a sopesar los sentimientos, las opiniones, los caprichos descabellados, ¿volveremos sobre un buitre que roe el hígado de un Prometeo atormentado por robar el fuego celestial o anunciaremos un amor que tiende a regresar a la unidad primera?, ¿y si la necesidad no fuera más que apariencia?, ¿que sólo bulle por doquier una rabiosa espontaneidad?, ¿y si la liberalidad no fuera más que un punto de equilibrio entre avaricia y prodigalidad? Los valores interiores, ¿secuelas accidentales de choques mecánicos?, no, igual que la obra de arte con su artista sugiere a Dios; ¿y qué abarca el hábito?, depende de cuándo y cómo nos empuje a proceder, ¿no degrada lo rescatado a instinto, el espíritu a materia? ¿De qué manera casan los inceñibles dominios de Dios con la autonomía ética de sus ceñidas criaturas?, Pringle-Pattison señaló el misterio último que la palabra Creación dejó inexplicado, ¿permanecemos a oscuras como el centro de la llama?, de no habernos manumitido, ¿estaríamos tratando ahora de una deidad creadora? ¿Qué predica el determinismo?, un áspero abandono en lo revelado, ¡qué amargo fruto el de un privilegio negado!; ¿y qué instituye la trascendencia?, un ceremonial de libertad, ¿o quizá libertad misma parafraseando a Heidegger?, Bonhoeffer apuesta porque trascender signifique alcanzar lo próximo alcanzable, concedido una y otra vez, no asir el inasible infinito, ¿la existencia, esencia de trascendencia? De un modo que escapa a los preceptos que rigen el pensamiento, creo conciliable presciencia divina y opción personal, ¿con la afirmación de que el Ente origina lo existente y lo existente retorna al Ente, Gioberti no soslaya la identificación propuesta por los panteístas..? aspiro a la soberanía interior de Rogerio Bacon, aspiro a moverme por el tiempo con la facilidad con que el aire corre por la luz.
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más de la Libertad ¿En qué punto del Universo reina una mayor libertad?, Pico de la Mirandola señala al hombre, ¿y Feuerbach no le echa en cara su odiosa mezcla de carencias y urgencias, su ociosa capacidad de gozo y frustración?, una débil criatura, que crece al crear y que recrea con preceptos distintos a los de la naturaleza, aporta solera y efectividad a un paisaje inexcusable; por concordancia con los fenómenos, cumplimos con las leyes que guardan el resto de los fenómenos, y por concierto con los noúmenos, anchamos el horizonte que compartimos con los libres, ¿condenados a libres, o libres de no considerarnos libres? Frente a la libertad como necesidad, defendamos en el bando de Ernest Bloch la libertad como posibilidad: el hombre es la posibilidad real de todo aquello en lo que se ha convertido a lo largo de la historia y, sobre todo, de aquello en lo que puede convertirse en el futuro golpe a golpe, marchamos del no poder ser de otro modo al poder ser de otro modo . Aunque el proceso parezca respetar un curso trazado y su previsión parezca factible, ningún mortal alcanza a predecir lo que ocurrirá porque siempre tropezaría con la determinación autodeterminante, ¿pretender lo contrario no la supondría predeterminada? Si extraña que una verdad abandone su trinchera de verdad, ¿no extrañaría más que una inteligencia sucumbiera a los disparos?, progresa con bastante desigualdad: durante los períodos de estancamiento corre de noche y excava a la manera de los topos, en las épocas de estallido destapa violencias contenidas y avanza arrolladoramente a pleno día; ¿y cómo llegar a campeón en autonomía?, con lograr independizar por entero re-acción de acción fracasarían las presiones y opresiones emprendidas con el insano propósito de quebrar ansias de libertad Tracy entronca libertad con satisfacer la voluntad y complementa a Paracelso con no sea de otro quien pueda ser suyo . A pesar de que en la historia es lo que la historia era , el pasado era carga sus espaldas con la estabilidad su fatalidad y el presente es lleva a que la historia constituya el principio de la historia. Del juego de las opciones deriva una honda problematicidad: una auténtica fuerza que encamina el alma a la bondad fértil y un desgraciado sentimiento que trae consigo desgarros estériles. ¿A qué preferir el mal?, obedece a la repulsión por el coraje que exige la práctica del bien y a las coerciones de codicia o de hambre de algo, ¿no valdrían más reposos ordenados en aquiescencia con goces constructores que agitaciones desordenadas en condescendencia con placeres destructores?, el irremediable anverso suena más a una deficiencia inevitable que a característica; ¿sólo rendimos honores a los incorruptibles cuando aprietan el gatillo a nuestro favor?, ¿por qué los líderes de opinión no corrigen tal conducta? ¿Cabe pensarnos artífices de la historia?, los insensatos que crean tamaña insensatez menosprecian la trascendencia de Editorial Letralia
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los ideales, reducen el derecho a la justicia a mero pretexto y acaban profanando el cuerpo sagrado de la vida: imaginemos que un perfeccionista del dibujo trace a la perfección extremidades, cabezas, torsos y demás miembros de modelos diferentes y trate de completar una figura humana...del bosquejo que obtenga saltará a los ojos el molesto yerro de la desarmonía en vez de representar a un semejante, encarnó a un monstruo. ¿Vendremos de la degeneración de esencias racionales por pereza y rebelión?, no conviene elevar las ecuaciones seculares a ecuaciones lógicas, ¿por encerrar tanta riqueza no crujirían hasta reventar?; en el acontecer de los tiempos, Orígenes observó la redención de nuestro destino primero que nadie, ¿el espíritu no despliega sus alas según la medida de cada época?, y así, época a época, el mundo visible regresará al invisible. ¿Estimamos simple un centro?, ¿las inabarcables líneas que confluyen en él no forman una infinidad de ángulos?, ¿y hacemos de la historia un ejercicio de libertad sobre el escenario de una múltiple libertad en lucha?, ¿la forjamos necesidad por no existir empeño personal sin meta?, no permitamos a Maimónides que exagere el papel de la libertad, ¡cuidado con atribuir a disposiciones protagonistas más de lo necesario para desbaratar necesitarismos filosóficos!, no admitamos de Gersónidas que rodee la libertad con una tupida red de implicaciones, ¡cuidado con aceptar engañosos mecanicismos que adquieran aspecto de finalidad!, Kant habla de un proyecto orientador en el que los individuos inspiran las propias intervenciones y los filósofos demuestran un suceder prescindible e infalible. ¿Respiramos libertad mientras consintamos en seguir la necesidad que alguien escribió secretamente en nuestra condición?; ¿no dijo Homero que los episodios de un héroe mantienen correlatos con la obra de un dios?, el esquema de Pomponazzi, que atenúa la ruptura entre los ámbitos terrenal y celestial, ¿no sostiene un causalismo astrológico que aminora el incontrolable componente fortuito?; ¿nuestra alternativa consiste en avisar con Epicteto de que las cosas son lo que son y nada más ?, ¿una moral de aceptación que aspira a dar asentimiento y apenas intenta cambios?, y ya que no enseña su rostro más que en el instante de decidir, ¿debemos descubrir bajo la necesidad una espontaneidad más persistente que cualquier elección o insistir en el clinamen de Epicuro eventualidad de escapar a un movimiento de caída por gravedad ? Por resultar intolerable explicar la historia apelando a automatismos, apostemos con Bernstein por una ética indispensable antes de obstinarnos con Marx en impregnar de pragmatismo jacobino unas despiadadas concepciones jamás los tejedores hundieron sus dedos en las calidades que acostumbra el pianista.
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del Conocimiento En cuanto abro los párpados a pleno día, ciego la libertad de elegir entre ver y no ver, ¿no ocurre lo mismo con la capacidad auditiva?; y si el mar de ideas que entra por ojos, oídos, nariz y tacto no obedece por entero a la propia voluntad, ¿no convendría preguntarnos por la validez de que lo externo oriente las adquisiciones del pensamiento? ¡Ay, por las cosas simples!, lo dijo Antístenes: las concebimos por percepción y las describimos por analogías no nos incumbe definirlas ; por su impasibilidad ante el resto, Pirrón deambulaba por ahí sin mirar ni esquivar obstáculos, chocaba con carros y perros que hallaba a su paso. Ya que las sensaciones corresponden a ocasiones que sirven de asidero para captar captables más allá de lo evidente, remontemos el cauce hasta que los sentidos no condicionen; ¿que no?, echemos un vistazo a su constitución, funcionamiento e interés, ¿no los nombra Epicuro mensajeros de la verdad ?, ¿no ponen en marcha los engranajes del recuerdo?, ¿lo inteligible a través de lo sensible?, ¿y los recuerdos no dan pie a la experiencia?; ¿y cuando las falsas apariencias logran timar a la razón?, el engaño vuelve por sus fueros en dirección opuesta, y la razón venga el fraude con pasiones que producen impresiones turbadoras y embusteras; ¿tamaño ir y venir no confirma un puente de lo latente a lo patente?, ¿qué queda más que apurar una esencia común?; no, no olvidemos que aunque las sensaciones proporcionan material al conocimiento, no son conocimiento, a excepción de que figuren enmarcadas en una sólida estructura lógica. Comparemos el espíritu con una lámpara: la claridad representa al conocimiento que aprehende la interioridad de los alrededores, y el calor simboliza el amor que entregamos a nuestros semejantes; de ningún modo encarnan imperios distintos, manifiestan expresiones complementarias que aprovechan su mutua asistencia el conocimiento hace de guía y el amor empuja a reparar ruinas y a levantar edificios. Un estoico de la talla de Erilo coloca el fin de la vida en el conocer, y Maimónides sitúa tal iniciativa en el hombre, ¿acaso no percibirá en mayor o menor medida la intervención del Entendimiento con arreglo a su preparación?, ¿no conseguirá más o menos perfección?, destaquemos el esfuerzo primero por salir de dudas en los años primeros del saber; Peirce insiste en que investigar consiste en establecer reglas de acción que obliguen a sus protagonistas a cumplir con ciertos comportamientos mientras afrontan oportunidades concretas, ¿qué proceso mental referiría con más fidelidad la imagen del mundo? Ni conocemos con certeza ni desconocemos de manera absoluta, avanzamos bajo el fuego graneado de demasiadas ignorancias, ganamos altura y alcanzamos los arquetipos que desde muy atrás en el tiempo habitan las elevadas regiones: en época de Demócrito, el atomismo pertenecía al ámbito de la metafísica, y en el siglo de Fermi, todos la Editorial Letralia
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calificaron de totalmente científica; consideremos la noción del movimiento de la Tierra, el elemento último padre de los demás , la teoría corpuscular de la luz, el fluido eléctrico; conocemos en la embestida demoledora de recientes y crecidos conoceres frente a tempranos y disminuidos conoceres; ¿que por qué cuesta lo suyo suponer que destruir ayuda a construir?, el peso de muchos prejuicios escondidos frena lo que deberíamos aprender, ¿aquello que ensoberbece no entorpece incluso durante una distracción dominical?, ¿quién querría rejuvenecer el corazón con revoluciones que lleven a sospechar de su pasado? Buscamos gimiendo igual que monstruos intraducibles, mezcla de ángel y bestia, de nobleza y miseria y del misterio sólo descubrimos lo que falta por revelar, ¿de arrimar velas a objetos, sus llamas arrebatarían a las sombras más de lo que encierra el objeto? Con la indiferencia de un cuadro a permanecer o no colgado de una pared, los peores discípulos músicos sin genio musical juran sobre la palabra del maestro; los mejores tornan por el viejo camino e interrogan con la probada metodología. Conocer implica abstraer, recuperar lo universal de lo particular, de los individuos sacar la especie; para Hartmann significa penetrar en lo que existe previamente a cualquier conocimiento e independientemente de él. Cada vez en más grande número, el puñado de siempre apuesta por conocer lo que resulta factible conocer en sintonía con Hugo de San Víctor en lo de que algunas cosas se derivan de la razón, otras están conformes con la razón, otras están por encima de la razón y otras contra la razón ; si lo que acontece según una necesidad dominara tanto que la estéril sofisticación llegara a tomar el poder, ¿no alzaría su voz un nuevo invierno de argumentos?, acabaría la posibilidad de acudir a lo que acaece y a la fantasía, y tendríamos que recomenzar lo andado. Por trato del cognoscente con lo conocido surgen determinados aspectos de la verdad; de coincidir conocimiento y verdad no mediaría distancia que vencer y nada tiraría de unos corredores hacia la meta; con creer lo probable no despegaríamos del conocer, y de aspirar a lo inasequible puliríamos el conocer, ¿extraña que importe más lo que trasciende, sin negar?; así como donde cabe conocer no cabe creer, lo que repugna al conocer lo rechaza el creer, ¿la imposibilidad no ejerce con ejemplar constancia su papel?; ¿dónde beber apenas los manantiales del alma agotaran sus nacientes?, ¿cómo nutrir inspiraciones después que se pudrieran sus raíces?, ¿en la utopía que florece del brazo de la poesía? Apoyemos a Gadamer en que quien desee comprender tiene que estar dispuesto a dejar que ese algo le diga algo , ¿no obramos en concordancia con lo que conocemos y conocemos en concordancia con lo que obramos?, ¡qué excelente nexo entre doctrina y práctica!
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más del Conocimiento A pesar de que Tracy apruebe que todo es milagroso para nuestros débiles medios de conocimiento , confundir el material que ofrecen con la robustez mental ¿no suena a confundir la madera con el hacha que la hiende?, Hegel lo deja bien claro, si la física debiera fundarse en percepciones, y las percepciones no fueran otra cosa que datos de los sentidos, el procedimiento de la física consistiría en ver, escuchar, oler, etc., y aun los animales serían en este aspecto físicos . En estadios elementales, Beneke asegura que jamás lograríamos descartar con seguridad el estrecho abrazo de lo objetivo y lo subjetivo, ni determinar la complexión de lo que subsiste indiscutiblemente, ¿y entonces?, habría que ir más lejos, volver inteligibles una serie de matices, ¿la clave de un criptograma no permite delatar el mensaje que encierran las letras que lo componen? Frente a un conocer que implica padecer opongamos el gozo de ordenar lo adquirido: mientras Pascal quiere que escapemos, Voltaire propone que frecuentemos y aceptemos el mundo; ¿y llegaremos a abarcar más de lo que lleguemos a ser?, concebir responde al modo de actuar de la existencia y no a una de las posibles actitudes del existente. De insistir, traeríamos a colación las concreciones que Ampère construye con impresiones del momento y con recuerdos, suscitaríamos las generalizaciones de ideas individuales que Rosmini obtiene por síntesis con ideas, convocaríamos el álgebra que Fries arranca a la ecuación saber más fe más presentimiento suma conocimiento . El discernimiento común considera los factores de original y copia, la aprehensión filosófica compara el original con producto necesario y la copia con una repetición del producto. A despecho de que la norma exija interpretar con fidelidad los modelos, abandonemos el viejo deseo de buscar en sus maneras los reflejos de una realidad: en el Zaratustra, Nietszche negó la viabilidad de los inmaculados entendimientos desprovistos de intereses, sin parcialidades. En Comte leímos que el conocimiento encarna una forma extraordinaria de los ajustes con el exterior en virtud de equilibrios progresivos; no, no impone un ataque directo a la autonomía del hombre, sólo dirige su crecimiento, ¿no parece abrir la puerta de un interior por desvelar?, ¿conectará con la distinción de Hume?, de tratar con hechos lleva a relacionar estructuras. De Rosmini aprendimos que cuando observamos un ente suceso forzoso y pasivo lo captamos tal cual , y que cuando concentramos la mirada y asentimos sí, es tal, tiene tal valor lo recuperamos. Aunque las edificaciones que levantamos dan por sentado una semejanza de naturaleza entre el que toma nota y lo anotado indispensable en el encuentro y acomodo , el que Wiegel no dudara de que el conocimiento está en el que conoce, no en lo conocido ¿derivará del aserto de que la comprensión, comprendiendo, se apropia de aquello que ha comprendido de Heidegger? http://www.letralia.com/ed_let
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¿Dónde sitúa Juan Peckham la raíz del conocer?, en la luz que ilumina con voluntad de que conozcamos; ¿en qué señal vislumbra Maine de Biran su condición?, en el movimiento, porque en ausencia de resistencia no sospecharíamos ninguna presencia, ni siquiera la de uno mismo. ¿A qué atribuye Vauvenargues su solidez?, apuesta por el impulso más que por la razón, nunca dueña de sus fueros, ¿el sentimiento no propende a creer lo que la reflexión demasiado frágil y siempre subordinada no emprende?; ¿y la embriaguez del arte, gran estimulante de la vida?, los poetas y profetas hablan del inconsciente humano como las flores del de la vida vegetal; ¿y qué demontre garantiza la vigencia del bagaje kantiano?, sus fronteras. ¿No diríamos que un pícaro redomado juega allá arriba con la insoportable incapacidad de aquí abajo?, ¡malditos dados trucados!; ¿acertaríamos con el fin que preconizara Rogerio Bacon?, acaso en el reposo trascendental de quien alcanzara a contemplar la verdad, ¿no coincidía con Bentham en que apuntaba a la felicidad?; ¿el trabajo fundamental de la filosofía?, Popper lo cifra en descifrar el Universo y afirma que firma su conquista más alta. Por aspirar a lo mejor, los límites retroceden y retroceden, ¡cuánta lentitud la del paso a paso!, ¿la inocencia de Adán?, nesciencia, nesciencia que contiene el principio que desencadena la caída, nada más que una nada los de su estirpe cumplirán la ley del ciego que tantea y sufre por chocar con los bultos. Conocer estriba en redescubrir primitivos descubrimientos, ¿el instinto no puso de moda los cuerpos?; del ignoramos cómo obran las sustancias particulares, del ignoramos cómo obran las causas eficientes, del ignoramos cómo obra nuestro espíritu, Galluppi admite la insondable Creación, no absurda. En pro de biografías profundas, por los caminos de la mística echemos mano del precepto de Popper: audacia en las conjeturas y severidad en las confutaciones para despejar tinieblas, ¡tanta y tanta hambre de fuego!; ninguna ayuda viene del disgusto exagerado por quedar corto: apesta la angustia por no correr a cuatro pies o por no volar con un par de alas. Gracias a un conjunto de poderes, falibles y corregibles que continuamente sometemos a control, ganamos distancia con los estadios de investigación embrionarios. ¿No convendría que sustituyéramos con Kuhn la evolución hacia lo que pretendemos por la evolución desde lo que poseemos?, probablemente no abunde en mayores acercamientos a una meta, pero quizá el amor que revela la aventura del conocimiento tienda a suprimir los obstáculos que separan el desconcierto de hoy de la armonía de ayer.
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de la Voluntad Herbart casa voluntad con derroteros particulares del querer, con una querencia plausible que acontece con independencia de las restricciones accidentales que asedian al individuo, Schelling la identifica con el fundamento de la naturaleza, con el precepto espiritual inconsciente de las manifestaciones del espíritu. ¿Asemejaríamos la música con revelación pronta de una voluntad?, ¿tan directa como el mundo?, ¿qué abarcan?, ni una ni otra caen bajo la exhaustiva rigurosidad demostrativa. Nietzsche escribe que denominamos voluntad a una pluralidad de instintos en lucha constante por la hegemonía y Foucault saca de los fondos de Nietzsche que bullen enormes ansias de convicción y que nadie logró jamás su posesión; ¿aceptaríamos ver en la vida el caso más llamativo y peculiar de la llamada voluntad de poder ?, Schopenhauer percibe que en suprimir la intención de existir radica el auténtico episodio de emancipación. Enrique de Gante apunta que la libertad levanta su edificio encima de la voluntad y que la voluntad lo hace encima del entendimiento, ¿acaso la voluntad sigue a pie juntillas una línea discursiva?, no, anda por andanzas resolutivas. Duns Escoto señala que el convencimiento prima metodológica y metafísicamente y no por prescripción psicológica, ¿no echa mano del discernimiento igual que de un instrumento y lo somete a las compulsiones del proyecto? De la lectura de Buridán ¿no deduciríamos que elegimos de un modo prefijado?, ¿apenas en el sentido de suspender o impedir el juicio?, ¿desde siempre y hasta siempre?, no, Leibniz insiste en una ausencia de necesidad y arbitrariedad, ¿no lo establece nuestra condición?, alienta recuperar de Escoto que la voluntad, en cuanto acto primero, es libre para actos opuestos; es libre también de tender, mediante tales actos opuestos, a objetos opuestos, y, además, es libre de producir efectos opuestos ¿Y si la libertad consistiera en captar la fatal causalidad?, Anselmo de Aosta salva el escalofriante abismo mientras declara alto y claro que nada es más libre que la voluntad , ¿no radica en la aquiescencia manumisa el suelo firme de la apreciación ética?, de lo que sucede constituye el principio en estado puro, la anuencia no cuenta con más origen que sí misma y su supremacía confiere a la conducta moral un carácter de impredictibilidad irreparable. Rompamos la omnipotencia de la posibilidad de Kierkegaard a despecho de la impotencia de la naturaleza de Hegel, a pesar de que Juan de Salisbury enseñara que como académico, en todas las cosas que pueden ser objeto de duda para el filósofo, no juro ciertamente que es verdad lo que digo, pero, sea verdadero o falso, me contento con la sola probabilidad ; por jugar con eventualidades ¿no decidimos incluso antes de cosechar evidencias? Domar el quizá y la http://www.letralia.com/ed_let
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fortuna implica acabar con los inacabables tiras y aflojas, con esos desasosiegos de la mente provocados por aspiraciones diversas y contrarias, por ilusiones y temores, por suponer favorables y desfavorables demasiadas empresas; amainemos por un momento la marejada de sospechas que resurgirán después, ¿disfrutaremos en el futuro de una definitiva tranquilidad? ¿La inclinación de la voluntad? Hacia el amor. ¿Y la del pensamiento? Hacia la sabiduría. ¿Y entonces...? El amor supera a la sabiduría. ¿Sufre la voluntad? Cuando no sufre, sueña Los que conocen cómo sus deseos ocasionan el complejo movimiento de sus cuerpos, ¿no pecarán de ocasionalismo?, ¿espectadores o intérpretes?; de conformidad con la aseveración de Ockham que canaliza el interés y gradúa las ganas ¿no concluiríamos con Schleiermacher en llegar a ser más de lo que soy: ésta es mi voluntad ? No, no hablemos de azar frente a algo que amalgama de manera indisoluble el destino personal con el destino de los hombres. Schopenhauer asegura que trabajamos por motivos y que el yerro acompaña con frecuencia a los considerandos que guían a cada cual, ¿donde el talante abusa del talento no tropieza Descartes con la raíz de los equívocos?, Lessing localiza la valía humana en el entusiasmo por aprehender la realidad y no en coronar su cúspide. Aunque procedamos por esperanza, el dominio de la argumentación sobre la esperanza sugiere el dominio sobre las pasiones. De las páginas de Fichte destilamos que la infinitud de un interior ligado al Cosmos por propensiones demanda exteriores que resistan los inagotables oleajes que acuerdan y crean orillas, ¿no ayudan a consolidar el imperio de la razón?, en el concepto del esfuerzo viaja comprendida la infinitud. Convenimos con Schleiermacher que la única imposibilidad de la que tengo consciencia es la de trascender los límites que yo puse a mi naturaleza con el primer acto de mi libertad ; por prescindir de los obstáculos ¿no entramos en contacto con la autodeterminación de la inteligencia?, ¿qué mejor molde de reflexión?
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A la voluntad le compete el papel de un organismo articulado capaz de desplazarse y de emplearse en función de la voluntad: Como exigencia de exigencias inapelables que no dejan opción, destaca la dignidad. Como confrontación de diferentes grados de intensidad, extensión y concentración, la perfección indica el lienzo que debiéramos pintar y no conseguimos montar aún, desencadena tensiones y desavenencias, suma y resta amigos y enemigos la tragedia vomita los más íntimos encontronazos. Como duración, ningún arrebato genera una satisfacción que derribe lo efímero, ¿no recuerda la limosna que alivia hoy la escasez del mendigo y que mañana atiza de nuevo la angustia? Como solución del conflicto de apetencias, nace el derecho. Como armonización entre lo propio y extraño, expresa benevolencia. Como elevación de miras y de bienestar, el fin absoluto de la voluntad coincide con el bien.
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más de la Voluntad Base de cualquier percepción, irreductible a una ambición voraz. Escoto la concibe principio activo distinto de todo otro género de principios , Schopenhauer habla de esencia universal, impar sustancia del orbe, e insiste en que encarna el verdadero ser interno, el núcleo, el elemento radical en el hombre . Leímos de Stirner que no ya el árbol, sino mi fuerza para disponer de él como me parezca, constituye mi propiedad , ¿y dónde situar la iniciativa?, en el agente que obra con lucidez, sin esperanza ni miedo: recordemos que voluntario emparenta con una raíz indoeuropea que sugiere lo que hacemos con gusto, fácilmente, sin violencia, ¿no remite a la estructura metafísica de la realidad?, ¿queda claro que integra un inequívoco atributo? La voluntad ¿de qué modo alimenta y cuida su figura?, el difícil fiel de ni tan positiva que sea suficiente, ni tan insuficiente que sea negativa acaba por declinar hacia un sí insuficiente, pero no impotente gracias a caducos mitos inexplicables que invitan a la destrucción de lo que existe por emplazar excesivas convicciones irrefutables en la incierta periferia del entendimiento. Desde Kant asumimos que la razón debe poder determinar la voluntad por la mera forma de la regla práctica sin presuponer ningún sentimiento o, consecuentemente, ninguna idea de lo placentero o no placentero ; a pesar de que ambas broten de un tronco común sujetos de acción , no confundamos jamás subordinación con simple instrumento al servicio de los dictados neuronales, tampoco importunemos con el cartesiano error de imaginarlos entes opuestos. ¿La voluntad, apetito lógico?, en cuanto contemplativas, las virtudes especulativas giran en torno al eje de la reflexión permite decidir los medios , luego, en cuanto vocación apetitiva, la voluntad establece las virtudes éticas sin saber previo ¿qué brilla con el brillo de la espontaneidad? Con tal de discriminar ¿lo que obstaculiza propósitos somáticos también alteraría pensamientos?, no profesemos el descarado credo de Schopenhauer de que los genitales son el foco de la voluntad, y están por lo tanto en el polo opuesto al cerebro, el representante del conocimiento , ¿por qué alojar su centro en los húmedos sótanos del cuerpo? Por no ocupar un puesto concreto en la jerarquía del Cosmos, disfrutamos de la capacidad de fijar el espíritu en la arena y escoger un camino, retroceder, abandonarlo y seguir una conducta, ¿cabe aún mayor timbre de gloria? La voluntad perdería terreno con el hábito, por repetición ¿no degeneraría en una rutina maquinal?: ni voluntario significa libre ni compulsión significa coacción. Veamos en la libertad una condición que revela la condición de la voluntad, no un ordeno y mando; ¿no resulta por demás absurdo preguntar por la libertad de la voluntad?, identificar voluntad con libertad daría pie a un enorme galimatías
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lingüístico por enredos del lenguaje sólo los humanos ostentan esa inapreciable competencia. ¿Qué aprendimos de la filosofía de Kierkegaard?, que el sacrificio, la frustración y el tormento asientan los apoyos más robustos, ¿y de la del sensato Kant?, que la restricción directa de la voluntad por la ley no tiene apenas analogías con el sentimiento del placer, aunque en relación con la facultad de desear produce exactamente el mismo efecto, pero con origen diferente : el contento intelectual . ¿La voluntad, pieza clave moral?, Kant apunta que la autonomía de la voluntad es el único principio de todas las leyes morales y de los deberes conformes a ella ; ¿su norma de querer?, querer lo recto por la rectitud, ¿de amainar la voluntad en pro de la rectitud no dejaría fuera su carácter?, y querer la condescendencia con el prójimo en aras de un perfeccionamiento; ¿su inevitable compromiso?, con la verdad a hombros, ¿no peca de voluntarismo?, ¿acaso que lo justo coincida con justo dependería de un estado de ánimo? No tratemos de mantener en conserva ni el maná del desierto ni la voluntad, porque menguarían mucho sus utilidades vitales: hoy frescas y jóvenes, mañana pútridas y viejas; ¿cuándo opinaremos vencida una voluntad?, cuando por goce acometa lo indecente y por dolor no acometa lo decente, ¿rendida por manos extrañas?, no, por las suyas, de ahí el alegrarse y el indignarse según corresponda: la posibilidad de resbalar pendiente abajo sin detener la caída ¿no evidencia una exigencia inalienable?, ¿qué diablos ocurriría si no contáramos con conciencias interesadas en el acuerdo y en la discordia? Preocupa la desazón personal de Hume en niego que mi voluntad sea la verdadera causa del movimiento de mi brazo, de las ideas de mi mente y de otras cosas que acompañan mis voliciones, pues no veo relación entre cosas tan diferentes . ¿No desalienta bastante que por el ansia de perpetuar la felicidad y de corromper el bien, la andadura por el mundo menoscabe la voluntad después de empezar por la voluntad?, ¿y procurar el bien no señala la meta de esta o aquella experiencia?, ¿no oímos una y mil veces que el objeto de la voluntad reside en el bien?, ¿y por qué quienes descubren lo que anhelan no siempre cubren los pasos precisos?, por las maneras en que proceden los argumentos y las intenciones: ¡qué insufrible tensión va del pretender algo a su materialización!, ¡cuánta insatisfacción exuda incluso una victoria! ¿Qué solución valdría la pena adoptar?, renunciar por completo a uno y trascender, ¿Kant no llamaba a la voluntad apercepción trascendental ?, ¿y del paradigma natural llegar así al sobrenatural?: Wittgenstein se considera vinculado de una voluntad ajena que quizá reciba el nombre de Dios.
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de la Historia Solemos meter baza en los derroteros de la Naturaleza a pesar de que no corrimos con el trabajo de poner en hora y dar cuerda a su reloj; en cambio, muchos olvidan meditar en los vericuetos de la historia, ¿no hemos contribuido ustedes y yo a que eche raíces?, ¿desde que pisamos la áspera piel del planeta, no escuchamos que palpita en su corazón? A menudo, el combate de los aliados de lo visible hijos de la tierra contra los simpatizantes de lo invisible amigos de las ideas llega a compromisos que no siempre cabe desentrañar: después el acaso interrumpe la refriega y los protagonistas empiezan de nuevo con sus reflexiones; ¿la acción no trasciende a un principiante en fase de educar el desespero en sus esperas?, con el instrumento de fabricar dioses a lo sumo tejemos, nunca rasgaríamos sus tramas, ¿Hegel no enseñó a mirar la historia como una evolutiva totalidad dialéctica?; en los más escondidos argumentos observamos la búsqueda de lo enorme y salvaje, ¿por caminos de victoria fatigosa no marchamos tras la empresa que tanto amamos? De triunfar la máxima de que todo presente modifica el pasado , no descubriríamos lo que nuestro ayer aún mantiene oculto en mañana, ¿el agua muerta que ahora retrocede obstaculiza la embestida que antes avanzó?; aunque el susurro de la ola nade inmerso en el confuso tropel de sus compañeras, ¿no precisamos su constante arribo a la orilla de una en una para oír los rumores del mar?, aclara percibir claras manifestaciones de conjunto y difusas en sus partes. D Alambert asegura que conectar con el espectáculo de vicios y virtudes, desdichas y contentos, aciertos y yerros acaecidos siglos atrás, implica transmitir los nuestros al futuro, ¿progresamos de igual forma que los gusanos urden sus capullos? En la historia tropezamos con el sutil y tortuoso desarrollo de la mente, ¿lo insólito de las capacidades creadoras y destructoras del hombre no la impregnan con sus arranques sorprendentes?, en un indeterminado instante de ruptura podría surgir lo insospechado que imprimiera un giro completo a las circunstancias; fuera de dudas, lo que nuestra lenta y compleja maduración no toma de la cordura lo obtiene a costa de la locura y de volvernos locos, ¿la tragedia y el dolor no tiran hacia adelante según Schopenhauer?, quien coloca entre la memoria milenaria y su fugaz colaboración el velo intelectual empañará mieles con hieles. Con demasiada frecuencia la historia pasa a través de lo humilde, lo despreciado, ¿no calificó Bayle su ordenamiento con la mala nota de serie de delitos y desventuras ?: los pueblos comienzan por probar sus crueles instintos, a continuación llevan sus peleas a las vecindades en nombre del valor, luego tratan de que destaque su condición benigna, más tarde suavizan modales y por fin muestran su semblante más disoluto, ¿no encontraremos oscuro el origen de las guerras por ignorar los cauces de la paz? http://www.letralia.com/ed_let
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¿Cómo interpretar lo que sucede con una explicación si algo similar a una platoniana causa errante sirve de nodriza y soporte de su cadencia?, el concurso de azar y necesidad ocupa la mitad de nuestro comportamiento, y lo demás cuelga del libre albedrío. Y ya que con la fantasía no concebimos el mundo, ¿lo entregaremos al látigo de apologistas y detractores?; ¿alcanzaríamos a construir una ciencia con semejantes materiales ciegos?, más ayudaría contar con alegóricos significados cardinales que apostar por hieráticos significados literales. Recordemos que de los resultados nadie logra remontar la génesis, ¿quién consiguió captar los afectos y desafectos del escultor con examinar exclusivamente sus estatuas?, y eso que conocemos bien los objetos esculpidos por estar acabados; peor ocurriría de intentarlo con el acontecer mientras resten aconteceres por cocinar y lo cocinado encarne la recapitulación caótica de lo acontecido. Del brazo de lo esencial, vamos del qué al cómo , en calidad de peregrinos, ¿nos bastaría con aprender con independencia de ajustar o no el admirable peso de este o aquel florilegio?, consuela la impotencia de Telesio que deja su investigación cuantitativa a los que vengan de relevo, Plutarco insiste en que el norte lo marca la sabiduría, ¿renunciar a tocar fondo eternizando conclusiones no pacifica?, ¿el aire infantil de las superficies no regala sensación de quietud? Los hechos miden el entendimiento y no el entendimiento a los hechos andamios de albañilería destinados a desaparecer , ¿qué capitán mandaría una nave azotada por los vientos lejos de la brújula y del timón, a un tris de que emerjan las profundas relaciones del remar humano de debajo de un océano de casos sin organizar?; a los temerarios que entraran por la buenas en tamaños torbellinos convendría decirles que los fundamentos teóricos dirigen la experiencia que estudia de otros , ¿el mentecato, un despojo de la historia?, ¿se erige a sí mismo en regla del Universo? Los que procuramos distinguir de la informe cronología los puntos característicos, ¿deberíamos proceder a posteriori porque sólo comprendemos la realidad una vez realizada?, ¿y con un simple cálculo matemático extraeríamos el fajo de ecuaciones que describiera la difícil trayectoria?, ¡por supuesto que existen diferencias específicas en lo que tiene lugar!, pero, ¿no representan variaciones sobre un tema común reconocible?, ¡por supuesto que el vaso estalló en infinitas esquirlas!, pero, ¿cada una no conservará su chispa de luz primitiva?, ¿o quedó ahogada en las doce fuentes que manaron apenas Moisés golpeó con el báculo la roca? Por una impronta armónica del tiempo, la razón que guía esta apresurada aproximación al pretérito contiene una mayor proporción de fértil recreación intuitiva que de puro ejercicio lógico los factores imaginativos preconscientes juegan un importante papel ; quien escribe de tal manera ganó por la mano el derecho que asiste a los poetas de adueñarse de cualquier tesoro a mano para alimentar su inspiración, ¿con qué mejor alambique destilar que constituimos un microcosmos en sentido histórico y que compendiamos la historia? Editorial Letralia
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más de la Historia ¿Seguiríamos a Maquiavelo en que el mal y el bien mantienen un precario equilibrio?, guardaríamos la misma posición estratégica desde y hasta siempre, ¿o yaceríamos en un sepulcro? En el yelmo de la historia no cabe el hado de los estoicos, ni el azar de los epicúreos, tampoco la fatalidad cósmica, y menos una mera accidentalidad. ¿Dentro del marco de las restricciones del momento, no resultó aproximadamente lo que se quería?; no obstante, suena a esfuerzo incompleto; de sus errores y llantos, ¿deberíamos culpar a tamaña sensación de fracaso? Recobremos el oído y escuchemos la palabra de los actos: lejos de implicar un defecto, la gramática a medio terminar concierta su significado con el alfabeto de los acontecimientos: una serie de intervenciones que la perfección habilita para levantar el vuelo mejor explicar determinados sucesos con influencias latentes que creerlas principios incondicionales. Tratemos de entender cómo una verdad irreflexiva se convierte en reflexiva, y de no huir tanto al pasado a por migajas de verdad, ¿acaso una razón oculta no guía y estructura el falso caos de los fenómenos humanos?; nada de misterios insondables: no reparamos en lo que parece escondido porque permanece a la vista, ¿que por qué?, porque interesa bastante, ¿la intuición que tenemos del mundo no define quiénes somos? ¡Ay historia!, de proteger tu recia encuadernación en viejos anaqueles de bibliotecas te cargarías de polvo, y enmohecida, te agrietarías; te ocurriría lo que a la leche: hoy fresca y mañana corrompida. No te conformas con una simple transmisión, precisas que nueva savia te piense y repiense a fondo a partir de enfoques distintos; colmas la más vasta encuesta de nuestras conductas, ¿tus instituciones, comercios, guerras, costumbres y mitos no convienen a un reino cuyo protagonismo indiscutible lo ostenta el hombre? En semejante muestra auscultamos la voz de mucha persona importante inmersa en un largo coloquio ininterrumpido del que nunca pretendieron sacar a flote certezas impersonales apenas comprenderíamos si olvidáramos a los individuos de carne y hueso que formularon y cometieron su ración de tinos y desatinos en la época que les tocó en suerte y bajo una herencia concreta. En el manifiesto despliegue de la obra genial, de encarar los casos con las oportunidades de provecho que referencian y no con los quanta de fortuna que contengan, nadie argumentaría que los siglos maduraron en contra de la criatura inteligente, ¿no propician que sus carencias secretas salgan de intramuros y atraigan su atención?, el alma ensancha por esa vía unos límites muy parciales y acaba por suscitar objetivos más amplios. Advierto: con la historia, ni probemos un desquite, ni reverenciemos su interpretación, ¿alguna vez jugó a amo severo u ofició de juez universal?, ¿justiciera o justificadora?, no va de justiciera, sí que justifica. Editorial Letralia
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¿Existe un proyecto abstracto que el devenir esclarece día a día?, a pesar de que Durkheim dice no a enumerar con leyes generales los avances de la humanidad, sabemos que cumple con un papel de toma de conciencia, que encumbra lo oscuro a la luz, ¡oh esplendor que surges de tu noche esencial!, ¿por tu intercesión no saltamos de anotar hechos en bruto a comparar sus hechuras?, de no haber estudiado los griegos las secciones cónicas, ¿Kepler habría reemplazado a Ptolomeo? Lo fugaz corre a reunir y adecuar su impaciencia con el sosiego de lo inalterable en un proceso que quizá jamás consumirá su cáliz; ¿por qué no considerarnos ensayos frustrados de encarnar lo absoluto? ¿La historia figura a nuestro alcance por vivir en la historia?, ¿o quedamos fuera por no ser fruto de ella?, su independencia permite que acerquemos o distanciemos nuestra curiosidad, pero no que dispongamos de su discurso, ¿de qué manera señalaríamos el punto que corresponde a hoy en una recta de extremos desconocidos? Cualquiera que alce los ojos al cielo percibe la providencia que rige el sistema planetario, ¿dudamos de a quién incumba?, ¡Dios mío!, ¿qué sugiere esta especie de teología civil?, el vano intento de tender un puente entre eternidad y duración con aquello de Humboldt de que el fin de la historia sólo puede consistir en la realización de la idea que representa la humanidad y en todas las formas . ¿La historia escenifica el orden necesario de la revelación?, con el propósito de encontrar relaciones que posibiliten exposiciones y prevenciones probables, luchamos por implantar reglas relativamente constantes en dominios donde abundan prontos casuales ¿Su valor?, ¿valdrá el descubrimiento infinito de los románticos?, entonces el concepto de incesante enriquecimiento interior coincide con lo que sostuvo a pie firme la tradición; a despecho de corifeos y pesos muertos, ¿no hablamos de la educación progresiva de Lessing?, Laas dirige una mirada al futuro y asegura que la edad de oro no está detrás, sino delante de nosotros . El gran movimiento encierra incalculables movimientos que bregan en pertinaz dialéctica por rozar lo ejemplar, ¿la apuesta creciente que destacan Schiller, Herder y Humbolt?: primero la adánica unidad original, luego no pocos milenios de unidad furtiva y virtual en los ejercicios de libertad, y después del tiempo la unidad moral; ¿y cuándo alboreará el séptimo ciclo de la mayor aventura terrenal?, según Boehme, cuando cada cordero coma de su propio pasto y según Campanella, cuando los corderos no teman a los lobos, ni los rebaños al león . Aunque cuento con el sentido trágico de que ninguno de los nuestros conquistará la anhelada meta, insisto en el esperanzado optimismo que emerge lentamente de una irreductible convicción en el triunfo último de unos y otros... entiendo que la historia asume la victoria total del espíritu sobre la naturaleza.
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de la Política ¡Qué desgracia la de padecer una timocracia!, el fastidioso gabinete que surge mientras los más avispados roban heredades y almas, aman el mando y recelan de la seriedad de los más estudiosos: prefieren a sofistas de la debilidad cerebral del Cornificio de Salisbury que tomaba a chirigota el auténtico conocimiento y distraía sus días en ejercicios refutatorios y en las idiotas discusiones de ¿qué mantiene fijos a los cerdos en el mercado, la cuerda o el vendedor? ¡Ay, por la más importante incomprensión que suele representar el más insignificante caudillaje!, los politicastros vulgares que confunden y se confunden encuentran pasto en la ignorancia, en la peor de las ignorancias, la de los que ignoran su ignorancia; multiplican fuerzas en las agrupaciones de turno, ¿dentro ven algo más que instrumentos?; profesan con Stirner que nadie es para mí una persona que tenga derecho a mi respeto, sino que todo individuo es, como cualquier otro ser, un objeto por el cual siento o no siento simpatía, un objeto interesante o no interesante, un objeto del que puedo o no me puedo servir , ¿no aprendieron de Platón que nada conseguiría una cuadrilla de bandidos proclive a violar el orden acatado por sus miembros?, ¡qué tremenda la hinchazón que agranda cabezas propias y llena de aire cráneos ajenos! En un drama donde los figurantes desempeñan papeles según sus característicos entenderes, lo que ocurre, ocurre progresivamente, ¿por obra de una actividad inconsciente?, Schelling habla de un plan general organizado sobre el juego de voluntades privadas con pinta de desorganizado, ¿quizá el poeta acabe por imprimir unidad a tamaña trama?, ¿o asentiremos con De Maistre que todo lo que es necesario existe ? Aunque Montesquieu insistiera en que la independencia de criterios corresponde a los gestores públicos que tropiezan con barreras a la hora de prevaricar, en que no importara el tipo de régimen, en que ni siquiera uno democrático la arraigara, muchos coinciden con Hegel en que el aparato ejecutivo obedece a exigencias distintas y superiores a la ética y que el repertorio de medidas que impone no le supone impedimento apreciable, ¿la acción por la acción de Aristóteles?, ¿terminarán por responsabilizar a los pobres de sus sueños rotos?, ¿a qué soñar con anhelos y esperanzas?, ¿sus impracticables ideales no constan en los preceptos universales? De prender el arbitrio de la multitud, los excesos con menoscabo de normas ¿no precipitan con frecuencia la tiranía?, los dictadores defienden el cuello de la enemiga súbdita nutriendo los círculos más próximos con gentes de mala calaña que codicien y peleen por sombras de autoridad, ¿extraña que Epicuro aconsejara al prudente vivir escondido a pesar de que advirtiera las ventajas que conlleva el trabajo político? No cabe duda de que la suerte canaliza sus caprichos hacia diques que no resisten, ni de que los abusos vienen con el mangoneo de los que poseen muy poco o de los que poseen demaEditorial Letralia
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siado, ¡qué pérfida la observación de Hobbes!, ¿pretende duplicar en los asuntos comunales las imparcialidades e imperiosidades que ondean en los problemas geométricos? Temamos una insurrección de quien intente abolir esa o aquella constitución, olvidemos esa y aquella revolución, ¿no tienden a sustituir una constitución por la siguiente? En medio de las orillas de bondad y dominio fluye una corriente que concilia a ambas, la Sabiduría, ¿induciría tal vía a Platón en su apuesta de que basta que los gobernantes sean sabios para que todo el Estado sea sabio ? Escojamos andar con la palmada de un Kierkegaard que coloca a mis semejantes por encima del género que con la patada de un Hegel que los estima por debajo, a la altura del animal; los cimientos de la abogacía soportan los escritos de Herbart, ¿concebiríamos en sus afueras una relación humana en sintonía con la inteligencia?, ante administraciones que constriñan a sus habitantes con el fardo de sus estructuras, los pueblos obligarán a sus ministros con la opinión ¡qué manifiesto el de Fries! Comte piensa en los fenómenos políticos como sujetos realmente, tanto en su coexistencia como en su sucesión, a ciertas leyes invariables, cuyo uso racional puede permitir, en diversos aspectos, determinar los unos con ayuda de los otros ; desde luego, el correcto proceder teje la impetuosidad de los atrevidos con el sosiego de los precavidos de manera que equilibren prontitud de empresa y moderación de discernimiento. Queramos con Leibniz alentar y fundar un territorio de soberanas conductas armónicas que ventilen sus límites en pacífica consonancia; Kant percibía la suprema salvaguardia en el respeto por parte de los gobernantes a las máximas de los filósofos al tiempo que consideraba el acuerdo entre política y moral realizado con honestidad la mejor de todas las políticas . Al sumando de Spinoza de que el fin del Estado no es el de transformar a los hombres de seres racionales en bestias o en máquinas, sino, al contrario, el de garantizar que la mente y el cuerpo de los mismos cumplan con seguridad su misión, que ellos se sirvan de la razón libre y no combatan con odio, ira o engaño, ni se enfrenten injustamente , añadamos el suplemento de Fries de que consiste en garantizar la mayor uniformidad del bienestar, compatible con la mayor libertad posible y en hacer valer la máxima trata a los hombres de modo que no ofendas en ninguno la ley de la igualdad de la dignidad personal , ¿del resultado no diríamos que asume la estabilidad interna y externa del inventario de Humboldt?, ¿y omitiríamos que excluye las iniciativas encaminadas a impulsar el confort y la espiritualidad de los ciudadanos? Si desaparecieran de improviso los cargos políticos, burocráticos y clericales más relevantes ¿qué pasaría?, Saint-Simon afirma que apenas sufriríamos daño con extraordinaria rapidez aflorarían aquí y allá aspirantes a vacantes , pero si faltaran de pronto idéntico
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número de científicos expertos y hábiles artistas y artesanos caeríamos en una situación en extremo lamentable hasta reparar el quebranto. Con la mirada en el horizonte de un amanecer confiado, Maine de Biran vaticina que las instituciones políticas de todos los lugares, de todos los tiempos, se irán acercando cada vez más a lo absoluto, a una moral y a una religión enteramente divina; y el destino de las sociedades, como el de los individuos, sólo se cumplirá perfectamente cuando estas leyes de lo absoluto, difundiéndose por todo el mundo político, le señalen todas las direcciones, regulen todos sus movimientos y determinen la forma constante y, en adelante, invariable de su órbita .
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más de la Política Ya que cualquier valoración implica la aversión a una situación, encierra el atractivo de un asequible futuro y establece una relación determinable entre actividades y meta, no encontraremos un sistema jerárquico al margen de la dialéctica autoridad-libertad, ¿acaso un consentimiento no supone una prueba de fuerza?, en cuanto cascan los frágiles equilibrios estalla el debate; sólo bajo nuevas circunstancias surgirá una nueva adhesión. Nada de choques frontales, sino en profundidad, por guerras de posiciones: con la acusación de traicionar sus cumbres más altas, Marcuse defiende a Hegel de servir a los planteamientos absolutistas, su doctrina política comporta la rendición de la sociedad a la naturaleza, de la libertad a la necesidad, de la razón al arbitrio . Aunque las estructuras fijan las reglas que guardamos, la libertad depende de las consecuencias y no de los antecedentes de la elección: ¿a qué apelaría quien critica un régimen en nombre de uno mejor?, a sí mismo, a su derecho de individuo y al derecho de los demás individuos, ¿y cómo salva la dignidad en un mercado repleto de compradores y vendedores que gritan la muerte de Dios y pregonan la mercancía del trabajo más que liderar cambios de arriba abajo? Los modales inseparables de saber y poder se reproducen recíprocamente: el poder se regulariza siempre en un saber y el saber se concretiza siempre en un poder; el poder suscita continuamente saber, acumula información, la utiliza, mientras el saber trae consigo efectos de poder. Quizá coincidamos con Feyerabend en que la ciencia busca descubrir tesis efectivas y no tesis verdaderas, pero jamás consideremos ciencia a la política por la preeminencia de lo práctico-persuasivo-colectivo sobre lo teórico-cognoscitivo-personal, porque cuando la ciencia no encarna más que un asunto político, interpelar al poder con los argumentos del saber desvela que la política pretende convertir su alquimia en ciencia. Desconfiemos de una ciencia que no impregne sus ocupaciones de respeto y justicia, ¿en qué época los problemas terribles recibieron respuestas?, ¿por qué nadie aireó que el problema disuadía de la solución?: las ideologías simbolizan objetos culturales percibidos, aceptados y sufridos que escapan a la comprensión de muchos, no alcanzan la categoría de construcciones consistentes y voluntarias. La ética, ¿apenas un estímulo en sensibilidades juveniles?, Croce asegura que desborda y contribuye a deshacer y hacer el camino, ¿los escollos romperían viejos sueños?, estamos hartos de las fantasías de Platón, de Tomás Moro, de Campanella y de Fourier, ¿otra tanda de nostalgia por lo primitivo, puro, simple y simpático?, tras ¿Padre, por qué me has abandonado? , ¿a qué viene censurar a quien pregunta? Dejemos de lado a los astutos profetas y sus propuestas,
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demos aliento a un hondo sentimiento de piedad y de ternura mezclado con un estado de ánimo de resignación pesimista, de un pesimismo que no arrastra a la indiferencia por su tendencia a la exploración de exponentes de una vida más llevadera. Tomando como enfermo el inframundo que nos tocó en suerte, contrastemos la única célula de curación con lo que parece excéntrico y paranoico: ahora y en la Edad Media los locos no mienten a sus señores, ¡pidamos que semejante autenticidad reine por su propia cuenta!, ¿y pecar de utópicos?, pequemos de esa manumisión de la subjetividad elevada al infinito y sigamos a los románticos aventureros vigías del mundo que otean las orillas del impresionante museo de la aventura del bípedo sin alas aristotélico. ¿Uno de los requisitos capitales para la conquista del gobierno?, que el grupo dominante pierda competencia en resolver las dificultades comunes y en imponerse en los planos mental y moral. Gramsci señaló a la clase en ascenso que ejerciera de dirigente antes de ganar, después que persistiera en su papel a pesar de que lo creyera bien desempeñado, ¿precisa agua bendita su autonomía?, no, según Maquiavelo. Foucault niega la existencia de atalayas privilegiadas de presidencia y de lugares privilegiados de resistencia, por tanto pensemos en algunos puntos móviles que representen a aquel que burla los tratos despóticos; en mayor o menor densidad en el tiempo y en el espacio los nudos de rebeldía concebibles, imprescindibles, improbables, espontáneos, salvajes, solitarios concertados, deslizantes, violentos, irreductibles, prontos al compromiso, interesados o sacrificados, prenden de improviso en momentos esenciales y sublevan a ciertos tipos de conductas. Conjeturemos que cabe sugerir qué ventanas proteger en una casa con ocho si disponemos de seis persianas, ¿tarde o temprano no invadirá el gélido enemigo por donde note menos defensa y no acabarán todas las habitaciones por padecer los rigores invernales? Los pueblos propenden a generar intelectuales convincentes que permanecen fieles a sus mentores, e intelectuales orgánicos que juegan a orientadores por su capacidad de expresar exigencias y urgencias. De ordinario, manejan el poco riesgo de los imposibles, nutren sus ansias casi hasta la esclerosis del cerebro con las fórmulas entumecidas del oportunismo, procuran disimular los instrumentos reales con bellos proyectos. Pero ¿qué provecho principal los espolea?, los grados de decisión que detentan condicionan el empaque que disfrutan, el dinero y la herencia también suman. Sin aspirar a impartir lecciones a la historia con imperativos deontológicos que repetirían los ridículos del iluminismo, admitamos la contingencia del proceso o ninguno resultaría culpable, ¿no vemos que resta importancia a la fatalidad del desorden e impide desengaños?, y admitamos la componente de cordura o pereceríamos desquiciados. ¿Estos necios no tendrían que obedecer el mandato de Hamlet?, que mantengan frente a los ojos
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un espejo y, con la imagen reflejada, impulsen el progreso de la humanidad, ¿con qué?, bastaría con cumplir el deber diario, con recorrer virilmente los accesibles de parte a parte. Desde una perspectiva trascendente conviene recordar de Cox que hablamos de Dios políticamente cada vez que damos ocasión a nuestro prójimo de llegar a ser el agente adulto, responsable, el hombre plenamente post-tribal y post-ciudadano que Dios espera que él sea hoy .
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de la Razón ¿La lógica? Instrumento de demostración. ¿La razón? Útil de penetración que el individuo emplea en sí mismo con total independencia. ¿El entendimiento? Guarda parentesco con la causa original. Si el entendimiento labra lo sensible y la razón lo inteligible, ¿qué surge en medio de ambos talladores? La facultad de juzgar. ¿Y el recuerdo? Cópula agotada de viejas decisiones con osadías anteriores hoy, mera sensación en conserva. La razón detiene el automatismo de los reflejos adquiridos, ¿no anda a la caza de razones inmortales?, el alma las alcanza y prepara el paso a la sabiduría que saborea lo procurado y recogido, ¿no representa el esfuerzo infalible que asegura la armonía de uno consigo mismo?; el que lo que mande invite al deber y lo que prohíba evite el engaño encarna la única ley inmutable en todo tiempo y espacio. ¿Cortaría un cuchillo lejos del brazo que lo blandiera?, a los racionalistas tendríamos que indicarles que la precisión matemática no satisface, y a los irracionalistas, que su borrachera de vitalismo resulta incoherente. ¡Qué magna paradoja la de asimilar o capitanear avances en física, química, astronomía... y no descubrir quién se es!; ya que los enemigos de la objetividad fabrican flechas con cualquier madera, apenas suframos peligro de tangencia con el cinismo, pongamos mayor empeño en poner de acuerdo cabeza y realidad. Situemos en la historia el punto de arranque de las innumerables espirales especulativas que van de los ojos, nariz, boca, orejas y piel a la masa encefálica, de los grilletes de la fatalidad al vuelo de la redención, del detalle a su trascendencia. ¿La razón?, un dinamismo que dota de sístole y diástole, levedad y gravedad a la experiencia por trabajar en sus adentros, ¿no abre el orbe a su protagonista humano..? en la criatura del sexto día compiten dos tendencias contrarias: una http://www.letralia.com/ed_let
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insensata orientada a preservar su permanencia en el planeta y otra sensata encaminada a despegar sus pies del suelo y elevarlos al cielo , ¿a su piel no la calienta el astro rey y a su cordura no la alimenta el Absoluto?, ¿un anfibio? Obliguémosla a que continúe ocupada en transformar lo confuso en nítido, e impidamos que desista por temor a la autoridad del símbolo sierva de la fe y a la vez manumisa. ¿Y qué postura adoptar frente al tozudo desafío de la libertad?, porque una entereza desprovista de ecuanimidad no merece el nombre de valor, quien afronta un riesgo inviste su mérito de valor y orilla lo imposible, dirige su interior hacia la certeza incognoscible de un Parménides; no tratemos de escalar una posición superior, basta con una prudente asunción de cada hecho mientras los tribunales no acaben con el insumiso azar y sus partidarios. Estremece la trayectoria de alguien que en sótanos y desvanes de su propia alma pretende contestar a los interrogantes, ¿en plena aventura mental no sigue el movimiento de un espíritu metido de lleno en una búsqueda que prueba a probar caso por caso?, respondamos en nuestro diario a la definitiva pregunta de Jacobi: ¿posee el hombre a la razón o la razón posee al hombre? Las teorías del contrato desembarcaron con la moda de jubilar los fórceps de la religión, ¿el acontecer secular no encalla después en un romanticismo que colma los altares con instinto y emoción?, no, las opiniones verdaderas no tocan el cenit por falta de una garantía de verdad, ¿no las compara el empíreo Platón con las estatuas de Dédalo?, a un tris de escapar, vuelven en cuanto encadenan deducciones y consolidan conductas escurridizas en forma de ciencia, ¡cuidado con la excesiva argumentación!, lograría separarnos de la línea argumentativa a semejanza del río impetuoso que rompiera diques y desbordara cauces. ¿Y entonces?, ¿identificamos razón con desierto devastador que cerca a la persona?, falla abandonada a su suerte, percibe lo incuestionable, aunque no llega a aprehender su efectividad: siempre brota un condenado fracaso cuando intenta ahondar el fondo de las cosas su función de enlazar hipótesis con síntesis aprovecharía más en diferente lugar. De Juan de Salisbury leímos que la dialéctica dejada a solas yace exangüe y estéril , y de San Buenaventura aprendimos que escrutar exclusivamente con el pensamiento los más grandes misterios supondría ver el sol con candelas apliquemos la luz del Eterno. Que quede claro, lo explicable no agota la existencia, ¿acaso los opuestos polares de estar y fluir, ideal y actual singularidad y pluralidad, no juegan a un juego imprescindible? A pesar de que lo racional no aparezca al principio de las disposiciones morales, vierte en nosotros cómo cumplir con ellas, y persuade, pero no empuja a intervenir; ¿su primer compromiso?, por querer comprender, el amor. En un Universo en constante expansión, hablemos de la Razón como amante, del amor de Dios y de la Naturaleza como amable, ¿qué importa que nuestros débiles
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sentidos y cerebro no reparen en esas distinciones?; ¿y los locos sueños de bucear en el Abismo sin subir previamente a las cumbres del Pléroma?, la mano inefable conservará la cohesión y duración del Cosmos. Con Avicena nos acercamos a los estoicos en su concepto del mundo, ¿potestad de un poder cartesiano que guía su destino con irrebatible necesidad?, producto de la voluntad divina y no una etapa del desarrollo divino; apreciar tamaña obra permite retomar la Creación desde ahora hasta sus albores, ¿el pináculo de tal proceso?, la muda contemplación del Uno. ¿No oímos que los amputados notan el miembro perdido?, ¿o quizá no contemos con un cuerpo?, el buen uso de la justicia suspende el juicio en ausencia de evidencia... y de nuevo la filosofía en el papel de fe en la razón.
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más de la Razón Definámosla con Bouillé como aquella fuerza por la que la madre naturaleza vuelve a sí, por la que el ciclo de toda la naturaleza se cumple y la naturaleza es devuelta a sí misma o desde el planteamiento de Hobbes como la capacidad de prever y proveer mediante un cálculo prudente las exigencias del hombre , ¿no parece un paralelo con lo ineludible de Spinoza y con lo opcional de Leibniz? ¿El razonamiento?, una sospechosa álgebra del pensamiento, ¿resultado de la imperfección del lenguaje?, sufre ahogo por falta de argumentos, por lo somero del concurso de ideas, por equívocos principios, ¿cómo imaginar que los errores no permanecieran vinculados a su funcionamiento con tamañas restricciones? Ortega centra el objeto de la razón en dominar y reabsorber las circunstancias que obtiene de su visión, ¿burbujearía en sus adentros el lockiano nuestro último juez y nuestra guía en todo ? Que Bayle la halle más apta para charlotear de tinieblas y de inutilidades que para despejar perplejidades y más apta para destruir que para edificar ¿implica un nuevo intento de derrocamiento?, ¿un ataque más?; de bastante atrás, los amagos de descomponer la razón con la razón demostraron que sólo cabe confiar en la razón. Coincidimos con Shaftesbury en que la aprenderemos a usar con el franco ejercicio de la crítica, en que no aprehenderemos el orden y disciplina de este mundo con tratados ni soflamas. Malebranche dejó constancia de que los que estudian física no razonan nunca contra la experiencia ni tampoco concluyen jamás a partir de la experiencia contra la razón. Dudan cuando no perciben el modo de pasar de una a otra; dudan, no sobre la certeza de la experiencia ni sobre la evidencia de la razón, sino sobre la manera de poner de acuerdo una con otra , ¿contaríamos con un disparate mayor que el de disparar a lo que acontece con un discurso hostil?, postula una rectitud que hasta el Creador seguiría por incuestionable, por inmutable, por incorruptible, por tan dueña de su significado, ¿los rodeos no terminan en cuanto el entendimiento reconoce que se busca en lo que tiene delante? De perder Hegel en que aquello que es racional es real, y aquello que es real es racional frente al embate de la racionalidad de lo real acaba siendo desmentida por la realidad de Adorno, lucharíamos por templar desatinos en pro de que lo atinado impere más y más o sus aceros quedarán inservibles por el orín, ¿no ayuda que a la vez que lo especulativo poetiza la observación, lo observado estimule la especulación? Con tal de abrir de par en par el misterio nadie oyó que lo cerrara , la razón puede y debe procurar el progreso de la razón. Lorenzo Valla calificaba de hombres supersticiosos e insensatos y que desmerecen de sí mismos porque se defraudan de la facultad de investigar la verdad a los aristotélicos que inducían a sus discípulos a no discutir a Aristóteles;
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¡que la inteligencia persuada al gobernante!, ¿no nació de su vientre?, ¿su crecida dignidad no proviene de que asomara su rostro al comienzo de los tiempos?: identifiquemos tradición con instrumento de educación, no con herencia pasiva. Que la razón trabaja de señora y no de esclava lo expresó con lucidez Juan Escoto al asegurar que la autoridad necesita que la razón apruebe, mientras que la razón no necesita que ninguna autoridad la apruebe , y lo subrayó Saint Pourcain el modo de hablar y de escribir en todo lo que no concierne a la fe, es que nos fundemos en la razón más que en la autoridad de cualquier doctor, por más célebre y solemne que sea, y se haga poco caso a la autoridad humana cuando la verdad resplandezca contra ella por obra de la razón , ¿a quién le correspondió descargarla del grueso de las connotaciones teológicas?, Grocio lo consiguió con su escandalosa frase las normas de la razón serían válidas aunque Dios no existiese . Apostar con Rousseau a que exclusivamente la razón explicará lo que instinto y emotividad testifican con proceder confuso, tropieza con la creencia en su infalibilidad, ¿no advirtió Lamennais que sus consecuencias de herejía, de deísmo, de ateísmos y de indiferencia traerían el suicidio interior?, ¡ay, por los sueños de muchas plumas soñadoras de que las despierten manos despiertas!, ¿y qué llegamos a captar con sumo talento?, apenas un puñado de accidentes de lo insondable. Schiller y Goethe admiten que la razón opera incluso en el esclarecimiento y comprensión de lo que no pertenece a la razón: presencia de ánimo, arte, ¿acaso Fichte no enuncia que el fin de la vida de la humanidad en la tierra es el de conformarse libremente con la razón en todas sus relaciones ?, pero ¿y los puntos inabarcables por irreductibles?, ¿y la incompatibilidad de los aspectos abstractivos y afectivos? Ya que en la lógica no encontramos trazas de ética, ¿cada uno lograría construir a capricho su propia sintaxis?, Aliotta encara el talante condescendiente de la razón colaboradora y conciliadora con el proyecto absoluto de la práctica moral. A pesar de que Kant estableciera que la razón determina los límites de la razón y que quien pretenda traspasar sus fronteras en pos de algo superior entraría en la órbita de lo arbitrario y quimérico, pontificó: no disputéis a la razón lo que hace de ella el bien más alto de la tierra: el privilegio de constituir la última piedra de toque de la verdad , ¿acaso negar su papel no conlleva pecar de fanatismo?, ¿y el fanatismo no niega la independencia? Más allá del horizonte de las actividades sensibles y mentales, señalamos con el nombre de Racionalidad la chispa que enciende el fuego divino en la ciudadela del alma, ¿por dónde si no ascenderemos a la contemplación, a los desérticos reposos de concordia?, también en Barth la revelación mide el hondo de la razón, nada dice de perspectivas refractarias.
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de la Ciencia Por su construcción no contradictoria, la ciencia rompe el orden de fenómeno a fenómeno, fija por entero su atención en desenmascarar la difícil relación que yace entre lo aparente y lo oculto, entre lo exotérico y lo esotérico, reemplaza lo que ve por señales útiles que capten suficientes perspectivas de lo que pretende informar, descubre, describe no explica conexiones recíprocas de lo que no puede suceder distinto a como sucede y encadena precepto con precepto hasta blandir síntesis. ¿Cómo no vamos a coincidir con Descartes en que encarna el más delicado néctar de la inteligencia y con Renan en que proporciona los imprescindibles símbolo y ley? ¿Y qué encontraríamos en las afueras del infinito encerrado y revelado de Comte?, una sórdida materialidad apenas dibujable y unas facultades humanas que el incansable investigador jamás pondrá en acción, además ¿la regeneración y coronación de los altos interiores no cargan demasiado unos hombros sumamente endebles? Asintamos con Hegel en que la existencia implica idea llevada a efecto, ¿y por qué no dar cuenta de los procesos en ejecución?, sigamos a Montaigne en su decir que la ciencia empieza por los sentidos y se resuelve en los sentidos. No seríamos más que una piedra, si no supiéramos que existe el sonido, el olor, la luz, el sabor, la medida, el peso, la blandura, la dureza, la aspereza, el color, la brillantez, la anchura, la profundidad. He ahí las raíces y los principios de todo el edificio de nuestra ciencia , ¿el viejo alambique de Telesio no destiló bastantes pluralizaciones a partir de singulares percepciones?, traigamos aquí la afilada sentencia de Hobbes de conocimiento de consecuencias y de dependencias causales . En adelante llamaremos científicos a los que coordinan casos y formulan universales con miras a predecir el mayor número de cosas , ¿acaso una gramática contiene palabras elementos del lenguaje o sólo la trabazón del lenguaje? A pesar de que magia y ciencia aspiraran a colocar el imperio de la Tierra a los pies del hombre, la magia acabó por determinar el temple de la ciencia, ¿hablaríamos tan pronto de un cuerpo que aumenta de manera gradual por adición de contribuciones aisladas, inanimadas e impersonales? El vuelo de la ciencia ganó soltura cuando saltaron los grilletes de la magia, cuando distanció la Naturaleza de lo que alcanzáramos a imaginar y desear, cuando la rebajó a una objetividad soberana y ponderable, cuando la interpretó sin hipótesis metafísicas ni doctrinas ficticias, ¿la ciencia no evidencia así al último y más maduro de los naturalismos? De nombrar a la necesidad madre del orbe, ¿a qué padre atribuiríamos la paternidad?, al esquema racional, ¿y ni siquiera con tales progenitores http://www.letralia.com/ed_let
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logramos casar ambiente y modelo? Aprendimos de Comte que las aproximaciones crecientes de una realidad que no podría ser nunca rigurosamente apreciada, siendo siempre la mejor teoría en cada época aquella que mejor representa el conjunto de las observaciones correspondientes , ¿tratamos con un endemoniado oportunismo que echa mano de lo que sirve y suelta de la mano lo que ya no sirve?, ¿quién tendría plena confianza en su fatigoso trabajo de hoy oyendo que mañana lo juzgarán superado?, Boyle defendía un cauto escepticismo que sometiera a la prueba del experimento cualquier conclusión, ¿inferiremos con Algazel que la ciencia es el árbol y la práctica es el fruto ? El progreso forzó a que estudiáramos y asimiláramos los planteamientos aún válidos con el análisis y debate de los hechos y con la justificación de hecho en hecho; durante el examen de semejante entidad palpitante, mediaron los vínculos y la obligatoriedad que introduce el momento dialéctico y unas cuantas flexibilidades y negligencias en las cuestiones semánticas los criterios de unanimidad exclusivamente convienen a las víctimas asustadas de algún mito o a los seguidores de un tirano. Acompañemos con decisión a Kant en sustituir el avance hacia la ciencia por el avance en la ciencia. Indudablemente, la ciencia de un individuo muere con su muerte, pero tamaña restricción desinteresada de la complexión del mundo no perecerá por sus ataduras con la especie bípeda. Según Condorcet el marinero que no naufraga gracias a una exacta medición de la longitud, le debe la vida a una teoría forjada dos mil años atrás por hombres geniales que se proponían unas sencillas especulaciones geométricas , ¿no historiaba Horacio que manadas de ganado saqueaban, paciendo, los campos de Demócrito, mientras la mente del pensador vagaba lejana?, ¿andaría metido en diálogos con la ciencia que concibiera Bacon reinando en el Cosmos? ¿Una utopía por generalización?, Hegel considera la urgencia de una ciencia absoluta como autoconocimiento del entendimiento absoluto, ¿llegaríamos a una que contuviera los fundamentos de las demás y estableciera los caracteres puntales y las reglas de combinación?, aprovecharía para que florecieran los interrogantes en esta y en esa rama por podar; filosofía más teología ¿compondrían la ciencia perfecta?, una proyecta el lado claro y la otra el lado aclarado por la enseñanza divina. ¿Una utopía por simplificación?, ceñir el largo y manso calvario de los diferentes tanteos a la aplicación mecánica de cierta estructura común, ¿lo creeríamos posible?, si construyen sus lógicas específicas a la vez que prosperan ¿de
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qué modo penetrar con anterioridad en sus comportamientos? El mismo Condillac previó que cada una de las ciencias podría reducirse a una primera verdad que, transformándose de proposición idéntica en proposición idéntica, nos ofrecería, en una serie de transformaciones, todos los descubrimientos conseguidos y todos los que quedan por conseguir , ¿y Marx?, ¿no insistía en que la ciencia natural comprendería la ciencia del hombre, igual que la del hombre comprendía la natural?
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más de la Ciencia ¿Qué busca la ciencia? Simplificar y prever. ¿Sus conceptos más rigurosos coinciden con los menos intuitivos? El estudio perdería de manera irremediable su norte en círculos viciosos por las abstracciones y reducciones arbitrarias a que forzarían los experimentos. Prefiramos una vocación de claridad con la que conseguir fines con medios. ¿Su método efectivo? El precepto de lo útil: el que incluya la posibilidad del error y esté organizado con miras al propio juicio y corrección, en nada rebaja la genialidad. ¿Mediría exclusivamente la vigencia de una afirmación con el rasero de la eficacia? Simboliza el mejor acierto en los sucesivos estadios de la investigación avanza por incitar a la duda, ninguna proposición suya goza de absoluta seguridad. ¿Qué misión desempeña la crítica? Establecer fronteras. Resulta evidente que la división del trabajo distanció ciencia de filosofía y borró de la historia su concordancia esencial. Situemos el campo de los científicos en lo verdadero, en lo que no puede ocurrir distinto de como ocurre lo necesario y eterno, en la arquitectura; ¿y el de los filósofos?, en lo probable, en lo que opinan aceptable los cerebros más grandes, en la fontanería. Mientras que a los científicos les incumbe recurrir a las conjeturas de los dialécticos ante teorías competidoras con consideraciones que pertenecen más a la psicología que a la lógica, por comprender la realidad global, conviene que los filósofos breguen por detrás del umbral que aconsejan los científicos sin dejar de anotar los referentes. Aunque los fundamentos de la ciencia difieran de los de la filosofía, ¿por qué no florece una filosofía de los científicos?, ¿no asoma por el cenit de la conciencia una ciencia de los filósofos? No, no olvidemos que la filosofía consta como actividad y no como ciencia, que la ciencia requiere hipótesis que somete a comprobación y que la filosofía demanda doctrinas; respecto a la ciencia, ¿la filosofía no destaca por auscultar los pálpitos en las cosas y por encarnar una actitud espiritualista?
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A pesar de que Ardigó hablara de una ciencia total que tuviera por objeto aquello que figura más allá de cada una y la llamara peratología, ¿qué rama del saber señalaría los interrogantes que atormentan por irresolutos?, la generalista filosofía, ¿el particularismo de la ciencia no choca con dogmatismos que tienden al materialismo? Una acrobacia libre y dos con red: la de los asertos filosóficos y las de los asertos científicos secundarios y principales , ¿no acabamos de acatar que las piruetas filosóficas cubren los mayores saltos científicos?, ¿y si la filosofía cayera rompiendo cuerdas?, la ciencia quedaría a merced del capricho y procedería al azar. Infiramos con Cattaneo que la filosofía será el nexo común a todas las ciencias... la lente que concentrando los rayos esparcidos ilumina a un tiempo al hombre y al universo , pero ¿acaso la ciencias individuales no suministran los elementos imprescindibles para que la filosofía salve los pantanos del entendimiento?, ¡qué perspectiva la del conocimiento completamente unificado tirando del conocimiento parcialmente unificado! Un desacuerdo cardinal: lo que la ciencia lleva a cabo de forma fragmentaria y provisional, la filosofía lo intenta de golpe y por entero, ¿los irracionales de la ciencia no provocarían el suicidio de la filosofía? Aun cuando la fe parece seguir a la ciencia, Ockham ratifica la heterogeneidad radical entre ciencia y fe: a la ciencia corresponde tratar con lo asequible, ¿no extiende y extiende el dominio de los fenómenos hasta tocar su fin apenas alcanza sus confines?, ¿no apostamos por una conclusión después de que olvidamos su demostración?, a la religión corresponde tratar con lo inasequible, ¿no advierte sobre el sumo orden de la causa última ya en los primeros pasos de caulquier espíritu independiente? Desde el punto de vista de la religión ¿los contenidos no valen por la vida interior que expresan y animan?, los sentimientos que sugieren invitan a consultar las reflexiones del corazón, ¿a qué viene reclamar análisis que ni caben ni cabrán jamás?, la ciencia dice y debería decir que otros tribunales debatan y otras leyes recojan esas cuestiones, ¿no continuaríamos alabando el traje blanco de la luz porque Newton revelara que en la peculiaridad del haz intervienen los colores del arco iris? ¿La ciencia, fuente de moralidad?, en cuanto inspira amor desinteresado por la autenticidad y en cuanto acostumbra a los humanos a luchar por la humanidad; ¿entra en significaciones éticas?, no, no juzga que esté o que estuviera bien que el bien y el mal existiesen, atestigua como certeza original e impenetrable que existen; ¿y extraña que en Ampère la religión ganara igual grado de convicción que la ciencia?, ¿extraña el encuentro con la exigencia de lo oculto y el retorno hacia lo más íntimo de uno mismo?; ¿dónde colocar el límite donde liman diferencias lo condicionado y lo incondicionado?, en la espontaneidad del misterio, ¡dichoso problema que supone y usurpa sus datos, que los invade, doblega y
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supera!; no, decididamente no compartimos la insana complacencia de Rusell en mostrar los conflictos a la vez que rastreaba pistas falsas por jugar al juego de falsear creencias. Expongámoslo al desnudo: la conciliación sólo precisa de una preparación que diluya el espejismo de las recorridos tomados por irrecorribles, ¿lo que en la ciencia representa un enigma insondable, no lo solventa la religión con una interpretación?
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de la Intuición ¿No asombró a Hume que un cuerpo humano llevara en sus adentros la representación de otro cuerpo?, recuerda a los cuadros pintados en nuestros cerebros de Locke. ¿Las concepciones mantienen con sus encarnaciones un trato del tipo paradigma-copia o de origen-destino?, Spinoza echa mano de órdenes paralelos, ¿y por qué no de raíces de plantas que esperan la conveniencia de salir a flote?: las ideas significan posibilidades del espíritu, y el espíritu supone la concreción de tales posibilidades coincidimos con Berkeley en que cuando percibimos ideas ejercemos el entendimiento, y cuando las generamos o trabajamos practicamos con una voluntad. ¿El cálamo entre Dios y hombre media como la pluma entre escritor y papel?, debemos aprehender lo inefable e insondable de las grandes líneas y no tropezar con el marasmo de las subdivisiones inacabables, ¿en tamaña ciénaga de detalles, una inteligencia no terminaría en suicidio?, ¿y cargaríamos de nuevo con su cadáver de Babilonia a Sión?, procuremos cumplir con los cánones del arte de las bellas proporciones, tan apreciadas por los escultores de columnas. Seguro que la inteligencia no enciende el valor, pero sin sus relámpagos ni conoceríamos ni habría modo de que valoráramos, ¿los alrededores prenderían en la mirada sin que el sol brillara?; lo que una rama de la evolución consiguió con el instinto la colmena y el hormiguero , con la inteligencia lo cuaja gracias a la costumbre, ¡cuidado con el hábito de contraer hábito!, tiene la intensidad y regularidad del instinto. De hermanar saber enciclopédico con positivismo, pericia de técnico con pragmatismo, erudición histórica con historicismo, ¿con qué compararíamos al intelectual?, con un persuasor constante, con un desinteresado buscador de la verdad, con un magisterio que ambiciona superar su competencia en el íntimo reducto de una soledad. Alguien que no repara en utilidad alguna, capaz de abandonar sus creaciones por descubrir aspectos ocultos, observa cada cosa como entes siempre distintos y cada hecho desde el mayor número de ángulos, ¿seguidor de Copérnico por soltar desafortunados amarres del Cosmos?, ¿seguidor de Pitágoras por guardar afortunados secretos de conciencia?, ¿cómo vencerá la fascinación de los momentos cumbres similares a ese en el que destaca la geometría no euclidiana del regazo de la euclidiana?, ¡tremendo espectáculo el de los axiomas que cambian de principios a primeros pasos!, emociona, y mucho, la vibrante quiebra de una vieja solidez y el brote tembloroso de un renacer, ¡qué hueca suena semejante crisis wagneriana si el amor no dirige la batuta de un protagonismo así! Nicolás de Cusa y Pico de la Mirandola definían el intelecto como horizonte entre dos universos , ¿acaso fundamenta la vida?, a lo sumo construye o perfecciona las ayudas dispuestas por el sistema; Adorno resolvió que la razón se vuelve impotente para aferrar lo real no por su propia impotenEditorial Letralia
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cia, sino porque lo real no es razón . A pesar de intentar la infinitud, el proceder discursivo no se posee más que a sí mismo, no entra, y pena su dolor condenado a la intemperie, ¿por qué vía llegaremos a nuestra esencia? Mientras permanezcan escondidos los argumentos confiemos en la autoridad, pero apenas demos con el camino de la mente corramos tras sus huellas, ¿los juicios no respiran el ambiente transitorio de las culturas por habitar sus más recónditos interiores? Ya decía Spinoza que con el uso exclusivo de la opinión nadie pondría de manifiesto los vínculos de las incontables peculiaridades que cita, que requerimos ideas comunes a cualquiera de querer coronar una comprensión, ¿el esto y aquello no experimentan una relación parecida a la de dientes y labios?, ¡claro que unos no rinden servidumbre a otros!, ¿y entonces por qué en cuanto enseñamos los colmillos sufren de frío? ¿Una acción ocurrirá por ella y no en pos de un resultado?, ¿causa y efecto, una simple consecución?; ¿y la inferencia?, ¿un instrumento de previsión de lo que resta por acontecer?; ¿y la intuición?, ¿un útil de invención que capta asociaciones indispensables y guía inferencias?, ¿sólo inferimos la presencia invisible del aire por la impresión táctil del viento?, ¿no colmamos el vacío de la ausencia al sostener que la chimenea está apagada después de notar que el fuego consumió la leña?, con eso de que revela lo que no pertenece al dominio de lo inalcanzable debería acallar la sospecha de los incrédulos en torno al escaso peso de unas consideraciones. Permítasenos divagar, ¿no soñó despierto Leonardo da Vinci el plano inclinado por la necesidad de explicar el vuelo de los pájaros?, más allá de antítesis y negaciones, el pensamiento se extingue como pensamiento por faltar la luz, faltarán sus sombras. Hablemos de la intuición: decimos que va del todo a las partes de un golpe, y no del sentir titubeante de los sentidos ni del testimonio engañoso de la imaginación, que enferma mataría los mejores conocimientos; transportados por la dueña de objetivos, mecanismos y condiciones hasta un lugar inaccesible a fuerzas individuales, ¿qué impide defender el reino heredado?, insistamos en el destello de la evidencia rapto cardinal del espíritu. De domar el esquema intuitivo con los rigores del álgebra, aliviaríamos los males del intuicionismo irracional y encauzaríamos los intelectualismos desbordados; delante de ciertas ideas de difícil conexión que el método demostrativo logra unir con oportunos nexos intuitivos, ¿la bifocalidad razón-intuición no recuerda el gráfico kepleriano de la elipse orbital que integra una pareja de centros focales, ambos con carismas muy suyos?
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más de la Intuición ¿Qué indica en Descartes? Un ejercicio que lanza el alma a un dictamen de la mente pura, atenta, transparente, tan fácil y distinto que no deja lugar a duda. ¿Cómo la enfoca Spinoza? Quiere señalar la mirada que halla enseguida la conexión obligada de proposición a proposición. ¿Qué significa en Croce? La imagen en su valor de mera imagen, la estricta idealidad de la imagen. ¿Apostaremos por la propuesta de Husserl? Desde luego que evidencia y verdad coinciden. ¿Coincidirá con disfrute? Y también el disfrute con la vida. ¿Qué opina Bergson? Un instinto desinteresado, consciente, capaz de volver sobre su objeto y de extenderlo indefinidamente. ¿Qué manifiesta? El contenido original de la filosofía. ¿Qué admite la perspectiva de Ockham? Permite al entendimiento juzgar prontamente sobre lo perfecto o imperfecto según pertenezca al presente experiencia o al pasado viene de una experiencia. ¿Y la de Maine de Biran? Que de los hechos primitivos vislumbramos principios y empleamos la memoria para deducir lo que no vislumbramos. ¿Qué alcanza la de Bergson? El impulso creador de la evolución biológica, porque quita el velo que pohttp://www.letralia.com/ed_let
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nen las exigencias del cotidiano acometer entre nosotros y las cosas. ¿De qué modo se abre paso en un temperamento afectivo? Hartmann apunta que sin más preámbulos, ninguna referencia a posibilidades ni a necesidades. ¿Y con qué procede? Con algo por completo ajeno a este o a aquel procedimiento: la simpatía. ¿De qué manera interviene en un carácter intelectivo? Con los datos que produce elabora un análisis, cambia los factores a conceptos y los expone con la etiqueta de causas que operan con entera independencia. ¿Y con tamaña pértiga insiste en salvar los presuntos límites? Al menos trata de saltar más allá de la propia sombra. ¿Cuenta el saber con otra base de certeza? Incluso la geometría levanta su edificio sobre sus cimientos. ¿Encarna su primera condición? Sí, pero no el saber mismo. ¿Acaso no comienza con la reflexión que circunscribe y fija lo obtenido con la palabra? Nada sugiere sin expresión, tampoco la música sin el sonido. ¿Y la poesía? El inevitable placer sensible y mental que la acompaña. ¿Por ignorar el camino debemos obrar por tentativas hasta converger en un fin universal? Avanzamos repitiendo y repitiendo diferentes hipótesis que conllevan acciones. ¿Constituye la aventura del pensamiento en su determinación última? A pesar de que no supone una aportación externa al pensamiento. Editorial Letralia
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¿Gracias a qué tenemos conocimiento de la esencia y existencia? Intuimos y no conocemos la esencia, conocemos y no intuimos la existencia; todo intento de conocer la esencia o intuir la existencia trastoca existencia practicidad palpable por esencia teoricidad integral. ¿Qué rechazan los intuicionistas? La ausencia de contradicción en el criterio formalista de la existencia. Ya que en el desarrollo demostrativo precisamos cubrir etapas con pruebas, participamos con sagacidad en los descubrimientos, y con ilación en sus ordenamientos ¿la intuición cae fuera de la razón? No, con ese poco que basta de guía a la búsqueda, al reparo o a la explicación de los indiscutibles, en Ockham y en Schopenhauer vemos que el fundamento discursivo implica previos acercamientos intuitivos. ¿A qué llega rápidamente? A acuerdos o desacuerdos en virtud de las sospechas en juego, no concurren más sospechas. ¿Qué discernimiento posee más nitidez? Lamennais opone a la razón individual de Descartes una razón común: una especie de percepción de las convicciones cardinales que Nicolás de Autrecourt destaca de la asunción abstractiva. Con la interpretación de lo invisible por delante de lo visible ¿no suscitaremos que la razón pierda terreno frente a lo irracional? Moviéndonos en la órbita de lo probable, encontramos, examinamos y estimamos los preceptos de la probabilidad nadie logró nunca justificar o colegir una realidad. ¿Qué sacamos con afirmar del brazo de Schelling que la naturaleza encaja en un proceso de clarividencia y de comprensión? Hablaríamos de sujeto-objeto, no de puro objeto y tal identificación no ayuda a coronar la cima del espíritu. ¿Con qué tercia el arte? Ensaya con lo observable, substrae a la religión del lenguaje de las apa-
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riencias y le proporciona su máximo esplendor. ¿Y por qué especulamos sobre el acto embrionario de esa vinculación inmediata, total e imprescindible del talento humano con lo absoluto? Aumenta la sutileza de la lógica. ¿Excluye cualquier distancia de sustantividad a insustantividad? Jamás tolera un confuso fantasear con lo material árboles y colores y con lo inmaterial semejanzas y desemejanzas , mantiene una norma de unidad: el sentimiento. ¿Requerimos una garantía mayor que la espontaneidad de una relación particular, accidental y mudable? Dirijamos el timón por los derroteros de la moral, alojemos a Dios en el corazón por intuición órgano de la metafísica.
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de la Verdad Reparamos en que el conocimiento ocupa menos espacio que lo entregado a la creencia, y en que en la diferencia concurren lo no conocido y lo creído, y en tan enorme lugar, ¿por qué no pronunciamos de una vez un desconocemos y también un desconoceremos ? Frente al sentido aislado, frágil y breve que provoca lo simplemente verdadero, la verdad comienza planteando criterios para dictaminar los asuntos y acaba produciendo una inteligencia total, inquebrantable y tenaz: norma de razón, no razón, ¿el juez juzga la ley o juzga según ella? ¡La verdad, caro fruto del tiempo!, aunque emprenda el largo trayecto a modo de herejía que brújula enloquecida, y termine en superstición que esclerosa los pensamientos, el progreso no constituye una ofensa, ni demanda veneración, exige respeto, ¿las cosas que ahora pasan desapercibidas a los maestros, mañana no sonarán familiares a muchos estudiantes? Laberthonnière advierte que no merecemos una verdad más que con el esfuerzo de restablecerla en nosotros, ¿sin los esfuerzos de ayer por desarrollar y enmendar el bagaje heredado, festejaríamos las conquistas de hoy?; el iluso supone que empieza cuando empieza a notarla, ¿ignora que goza de más edad que cualquier remota opinión? Mazzini escribía que empleamos dos instrumentos, conciencia y tradición: de ejercitar el pulso sincopado de la conciencia individual, declinaríamos en anarquía, y de seguir al suma y sigue de la tradición, degeneraríamos en despotismo e inmovilidad; ¿de qué manera corregir los defectos de esos extremos?, ¿dejando que el fuego consuma leña, y se destruya?, ¿y quién garantiza que conciencia y tradición, fuego y leña compartan naturaleza por más que ardan por parejas?; instemos a que la conciencia renovadora levante el pesado fardo de la anquilosadora tradición nunca, nunca más que el esto ha sido sostenga al esto será . ¡Cuidado con el lastre de la autoridad que suele suscitar ingenuidad más que mentalidad!, ¿por qué no tratamos con la verdad sin fijar los ojos en entes superiores?, ¿no distinguimos los colores sin necesidad de dirigir la vista al sol?, limitemos a su marco temporal la importancia y función de los patriarcas, y construyamos nuestra unidad gracias al insaciable preguntar y responder de las diversas legitimidades históricas. De la imperfecta luz creada a la resplandeciente luz increada, usemos el entendimiento como vehículo hacia la verdad; ¿y quien mira con excesivo atrevimiento no corre el peligro de perder equilibrio y caer de bruces?, después de contemplar a Diana desnuda, ¿Acteón no fue convertido en ciervo?, de cazador a caza. Decía Giambattista Vico que los que no logran coronar la verdad procuran atenerse a lo cierto, ¿acaso la voluntad no recupera aliento en los rellanos de la mente?; ¿el que apuesta a lo grande no debería apostar en las mesas más confiables?, por no disponer de principios aceptaría unas convicciones satisfactorias, ¿y falto de precisión absoluta podría precisar grados de http://www.letralia.com/ed_let
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probabilidad?, ¿aquel que juega con la posibilidad no está obligado a decidir bajo presiones oscuras?, ¿llegaría a considerar lo probable con independencia de la verdad? A un esclavo de la evidencia lo imagino obra de un raro reflejo, no obra suya, sombra de una sombra que especula en plena orfandad, ¿Durand de Saint Pourçain no igualó verdad con avenencia entre ser real y ser aprehendido? En el empeño por descubrir las causas por las que no resulta viable descubrir la causas, presenciamos cómo determinadas pruebas quedan reafirmadas en el momento de negarlas, ¿relámpagos fugaces sobre una descabellada marea de alternativas hostigada por vorágines profundas?, recordemos que el naufragio de una verdad nada argumenta contra ella, quizá haga pie en la eternidad. De celebrar mi verdad tendría que celebrar la verdad de otros, ¿y de poner juntas suficientes verdades equivalentes no constataríamos que crecen juntas?, ¿y por observar desde fuera no pecaríamos de relativismo y escepticismo?, de imponer la verdad única desplegaríamos dogmatismo y fanatismo. ¿Extraña que sólo a una cabeza encinta le quepa parir la verdad?, revela sus cuadernas a los hombres que van a su encuentro a través de la experiencia exterior e interior; sus devotos avanzan por un camino de sobra intrincado, privados de amparos y apoyos. Y ya que la verdad consiste en que cada uno indague por él y en él, la fórmula platónica de un diálogo del alma con ella misma aclara de qué forma las tesis debaten en pro de un devenir fatigoso que abre opciones originales en medio de demasiados inconvenientes e incompatibilidades. De intentar lo que permanece a nuestro alcance, nos acercaremos indefinidamente, pero la presa escapará siempre a los mayores arrojos por la desproporción dada entre finito e infinito; multiplicando el número de lados, los polígonos inscritos y circunscritos aproximan sus figuras, ¿identificarán sus perímetros con el de la circunferencia? ¿Qué ganaríamos de oponer concepciones distantes, de perseguir el mínimo destello que surja, de no ceder a los abatimientos de una búsqueda difícil?, la seguridad de que jamás penetraríamos en misterio alguno, porque el odioso ocultamiento no deriva de los objetos sino del humo que ciega nuestras facultades, ¿el mundo clásico de Filón de Larisa no rehusó tal virtualidad?; ¿y sin saber conseguiríamos vivir en la verdad?, sí, sin saberlo: no olvidemos que el problema de la filosofía coincide con el problema de una autenticidad existencial particular comunicable a las demás partes del Universo. ¡Qué indisoluble reciprocidad hermana verdad con bondad!, ¿dónde situar a la belleza mejor que en constante giro alrededor de lo más genuino de las esfinges de doble rostro?
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más de la Verdad Presumamos que a partir de la definición de adecuación del entendimiento y la cosa de Santo Tomás, Anselmo de Aosta destilara su conformidad del conocimiento con la cosa en cuanto se conoce la cosa tal cual es , pero ¿cómo abordaremos la verdad de la voluntad?, obviamente asociando el querer hacer con hacer lo que se ha de hacer, el bien. Por no comprometer su singularidad, la intrínseca multiplicidad de los sistemas filosóficos desemboca en una cita única gracias a una insondable entropía civilizadora; por advertir equivalencias en el desarrollo evolutivo, adoptaremos la verdad como coherencia si la proposición mantiene coherencia con los enunciados previamente admitidos, la ahijaremos como correspondencia si la proposición se corresponde con lo que acontece, y la acogeremos como utilidad si la proposición revela su utilidad privada o pública, ¿Antíoco de Ascalona no empleaba como prueba la milagrosa convergencia?, ¿cuando sometemos a rigurosos análisis los deseos más osados de escalar su cima no afianzamos una dignidad personal?, repitamos con Demócrito se debe conocer al hombre con este criterio: que la verdad está lejos de él , ¡qué fuerte la ingestión y qué frágiles los estómagos! De Pareyson leímos que no se puede poseer la verdad si no es en forma de deberla buscar aún y de Jenófanes arrancamos que ni gozamos de un principio suficiente, ni de un saber incuestionable, y no obstante, capaces de investigar seguimos investigando, y escrutando tropezaremos con lo mejor, ¿no damos con el fundamento de la verdad en la verdad de su fundamento?, merodea en ruinas donde no solemos escarbar, ¿por qué morará en un lugar sin-lugar destinado a perdurar así? De Socrátes a Nicolás de Cusa, de Erasmo a Montaigne y de Pierce a Popper escuchamos que combatimos del lado de los criados y no del de los señores, ¿infelices Sísifos felices en la incesante lucha con sus problemas?, San Agustín asegura que aletea en el interior de cada uno y en lo trascendente; Lacan apuesta por un estilo de concebir que entabla alianzas con la verdad, a bastante distancia de sus provincias últimas ¿no permanece constantemente extranjera? En no pocas discusiones, los acalorados ahondamientos y afloramientos explican la noble sinceridad del individuo límpida de envidia, la solidaridad con los demás, el abandono de imaginarse en medio de la evidencia incondicional ausencia de idea positiva, no de titubeos , ¿no sirven a la causa de una clara convicción que satisface? Aunque una especie de doble perspectiva orwelliana facilite determinada combinación de influencia y tolerancia, en la virtud capital no caben pactos entre el todo verdadero de Protágoras y el todo falso de Gorgias, entre un todo escondido y un todo al desnudo, ¿acaso en esas situaciones extremas no disimularían
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la realidad?, ¿quién lograría contemplar su cara sobre un espejo enmohecido? La verdad supone el fruto de una autopresentación extra metódica y no el resultado de una conquista metódica mensurable y demostrable objetivamente, ¿no coloca Timpler sus chascos en los defectos de procedimiento y en las ingenuidades?, ¿a qué infligir al mundo regularidades con oropeles de palabras?, ¿qué mereceríamos por encontrar en sus adentros similitudes vacías?, ¿y por interpretarlo en clave de leyes inventadas por amigos y enemigos? ¿Preferimos hincar la rodilla por temor a dejarnos engañar con esperanzas?, ¿o quizá precisemos emigrar de un mirar platónico con extremada exactitud a una suerte de error nietzcheano?, ¿habitamos el epicentro de la insensatez porque permite hablar con sensatez de asuntos de los que no creemos factible prescindir?, no olvidemos que la vela que los fracasos apagan coincide con la que el éxito enciende. La verdad implica acopio, ampliación y enmienda de lo adquirido, ¿no vemos que emerge por superar ahogos? James y Bergson escribieron que las más esenciales fueron sentidas, vividas antes de ser pensadas , ¿afirmarían con Paracelso que es la verdad la que me obliga a viajar, de ningún modo un humor vagabundo ?; con Heidegger apreciamos que comporta pertenecer a algo que perfora su misterio con una serie ininterrumpida de mensajes y voces, jamás un aferrarse a ese algo, ¿una costumbre inclinada a perpetuarse por un tiempo? Según Moltmann cierta promesa inquietante nos llama a levantar las tiendas, a ponernos en camino hacia el enigmático país de detrás de los horizontes, a no hallar reposo más que en nuevas creaciones, ¿y mientras?, la verdad continúa pareciéndose al mapa de África de las grandes exploraciones, una tierra de la que dibujamos los contornos marinos, las gigantescas elevaciones, los cursos de agua, y de la que casi siempre ignorábamos sus peculiaridades, salvo en regiones muy delimitadas. Y de repente una chispa prende de improviso, ¿la luz de un relámpago no exhibe los colores que en la oscuridad existen?, ¿el acto de comprensión no se compenetra con lo auténtico en tanto el espíritu comprende? Inteligencia y verdad funcionan a la manera de polígono y círculo: aumentemos los ángulos del perímetro inscrito y crecerán los lados hasta el infinito; por conseguir una mayor semejanza ¿negaríamos que ambas figuras nunca medirán idénticas a menos que ganen la identidad? A pesar de que momento a momento insinúe su inminencia, no intentemos atribuir el rango de instrumento a la historia, sólo constituye un agente educador, ¿por qué no decir que los cronistas conservan y fomentan cultura?, ¿queda patente que incluso las tareas humanas más simples ofrecen a los interesados muchas posibilidades de coronar sus íntimos convencimientos? Aceptemos de una vez que la expresión llegamos al final apunta a conectar con el significado, no a que tengamos que detener la mar-
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cha, en Pierce conlleva alcanzar un estado de creencia que la duda no puede asaltar ; Clemente y Justino pronostican que ni bajo los rayos del Logos los más especulativos entrarán, apenas vuelven sus pasos en el vestíbulo, descubren una porción, no la verdad entera; Rifflet-Lamaire califica de quimérico el afán de rendirla, ¿no triunfa frente a los más atrevidos giros del lenguaje?, los siglos de ciencia y filosofía procuraron inútilmente trazar una elipse kepleriana que no acaba de cerrar.
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de la Perplejidad Ni una cosa sin contrario. ¿De ocurrir uno ocurrirá el otro? Máximo y mínimo, lleno y vacío, infinito y finito, creado y crear. ¿Sorprende el milagro evangélico de convertir agua en vino?, ¿y durante la maduración anual de los racimos, no apreciamos algo paralelo? Todo y nada. ¿No conmueve que la nada posea un nombre?, quizá así constate su realidad, ¿quién consideraría que un nombre no señalara a algo real? Origen y desenlace, movimiento y quietud, caída libre y torbellino. ¡Qué abismo bostezante el de una corriente que va a secarse! Eternidad y tiempo. Un callado mensaje que transmite el clamor de lo incomprensiblemente comprensible. Unidad y número. Tan fácil de dibujar la diagonal del cuadrado y tan imposible de calcular, ¿una medida inconmensurable? Par e impar, positivo y negativo, figuras redondas y angulosas, mezcla y separación, homogeneidad y disparidad, bello y feo. ¿La belleza?, un modo sensible de la perfección moral. Sujeto y objeto, vida y muerte. ¿De Epicuro no leímos que para los vivos la muerte no existe; en cuanto a los muertos, no existen ellos ?, y entonces, ¿por qué gustamos de que la muerte hable en cuerpo de carnaval? Contenido y forma, justo e injusto. ¿Qué cerebro imaginaría justicia sin injusticia, moderación sin intemperancia, sensatez sin insensatez?
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Verdad y mentira. Resulta más difícil descubrir a un filósofo en sus paseos por lo divino que chocar con un sofista en sus devaneos con la oscuridad. Historia y lógica. ¿De qué sirvió a Heráclides corromper aquella ciudad?, ¿mejoró su situación una corona de oro?, ¿no la diñó de emoción intramuros de Pitia?, ¿acaso no controlamos lo que hacemos despiertos al igual que no controlamos lo que hacemos dormidos? Religión y especulación. ¿Qué decir de la paradoja de Bayle de que un ateo distinga el bien del mal y que sus repúblicas subsistan?, ¿y de la de Boehme, de que Dios destruya a los impíos por mano de impíos?, ¿y de la de Lutero, de que Dios castigue a bribones con bribones? Pensamiento y Estado. Por su apariencia engañosa, ¿no supone una experiencia suicida que pensadores y estadistas condenen lo humano? Conciencia y gloria. ¿Con sumar dos designaciones obtendremos una afirmación?, ¿con dos afirmaciones arreglaremos un silogismo?, ¿con dos o más silogismos cubriremos una demostración?, ¿con restar una proposición de cualquier conclusión ganaremos la siguiente?, ¿funcionamos con el rigor de un ordenador?, no lo creemos señor señor Hobbes, sophos nadie, a lo sumo filósofos. Conquista y pérdida, saber y búsqueda. ¿Los camellos, jirafas y avestruces más sabios que nosotros?, ¿no levantan más el cuello?, de triunfar la física de los músculos sobre el espíritu ético, dominarían la Tierra búfalos y elefantes y no el hombre. Explicación y complicación. ¿La luz no continúa blanca después de que Newton descompusiera el rayo en sus diferentes colores?, también la gratitud y generosidad conservan su carácter de gratitud y generosidad por más que reduzcamos tales virtudes a sus últimas motivaciones egoístas, ¿el fuego rojo que blanquea la piedra no ennegrece la madera? Editorial Letralia
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De sobra aprendieron los alquimistas que las grandes y pequeñas operaciones siempre comportan desperdicios: una vez más quintaesencias que llevan dentro basiliscos venenosos, ¿no pretendía Calígula que colocaran una estatua suya en el templo de Jerusalén? El análisis inacabado engendra antagonismos que no sólo deben coincidir, sino que representan esa enojosa coincidencia, ¿constituirá la única fórmula que recoja lo inasible de la trascendencia? Muchos quisieran escapar del conocer por la espalda del conocer, ¿no necesitan poner en marcha un conocer?, ¿y la amenaza circular no vuelve por sus fueros?, ¡pues claro que los ingleses no invadieron la India por practicar el sánscrito!, pero, ¿qué habría sido de Schopenhauer de no tener a su alcance a los Upanishads? Bastantes opinan que las resistencias recíprocas simbolizan el aguijón imprescindible que inocula humildad, ¿la contraviolencia no mantiene y atenúa la violencia?, ¿lo absurdo trabaja en el mundo en concordancia con las reglas que lo sostienen? Si tratamos de vencer a la Naturaleza, antes obedezcamos sus preceptos, ¿esperamos que el sol salga mañana?, jamás conseguiremos probar que saldrá, ¿las pautas del Universo no pueden cambiar?, la ley de polaridad, el conflicto de las fuerzas y de los principios aseguran la permanencia del Cosmos en una evolución dinámica que recomienza en cada giro, ¿la espiral no apoya nuevos tramos en trazos previos? Por sus propios medios, ningún razonamiento despejaría perplejidad alguna y no cabría deducir de su impenetrabilidad que carece de sentido. En el campo de dolorosas peleas los incondicionales del Uno y de lo Múltiple afinaron sus estructuras gramaticales y sus técnicas de discusión prosperaron; ciertamente, las batallas dialécticas revelan cuánto espacio de silencio vuela por encima del lenguaje, ¿insistiremos en tamaño juego de obstrucciones y puertas abiertas hasta arruinar el edificio que construimos con la intención de inscribir lo cotidiano?, ¿no ejercemos gobierno en esa especie de regiones inabordables? A la larga, ¿el frecuentar los extremos no deja una impresión de sequedad y dejadez?, una pesada cuenta de la que pocos se dan cuenta, ¿cuándo tejeremos en el mismo telar conductas discrepantes?, en la música, de los opuestos nace el concierto, ¿no parece un primer punto de aproximación? Observemos para recabar una teoría y teoricemos para observar: a partir de las síntesis espontáneas de los términos encontrados en las presunciones preliminares iniciemos los procesos de interpretación. Como en la vida ideal, reparemos en los problemas comunes, no en las soluciones que dividen, argumentemos con magnanimidad, nunca permitamos que la envidia organice en el entendimiento preguntas y respuestas, equilibremos, no suprimamos, resolvamos sin privilegiar, no precipitemos soluciones en ciegas confusiones, juntemos lo completo con lo incompleto, lo armónico con lo disonante, ¿disonancia no engarza con disonancia?, acompasemos valentía y prudencia de manera que suenen a prontitud y cordura.
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más de la Perplejidad Si desde pelajes estrictamente formales no acertamos a distinguir la imperfección del odio de la perfección del amor ¿por qué preferimos amar a odiar?, una legión de valores que suman la totalidad de los valores responde a la cuestión y no el simple cara o cruz de querido o de querer, de acatar o de mandar, de instrumento ejecutor o de vencedor de resistencias, de caída o de ascensión, de subordinación o de imposición, de vileza o de enmienda, ¿localizaremos con Blondel tamañas presiones en el círculo de la aquiescencia y no en el centro de la inteligencia? Importa aventurar perspectivas rivales respecto de un determinado tema, ¿no decía Nietszche que al bueno lo representa un bondadoso complacido y un combativo con ansias de victoria?, reflexionemos sobre prudencia vulgar e infame, noble y orgullosa, sobre pasivos agotamientos y activos pesimismos, sobre soliviantamientos impulsados por gregarios descontentos y por huérfanas fuerzas desbordantes, sobre encalmar por perpetuar sufrimientos y calamidades y por generosidad y felicidad; ¿qué sucedería después de que funda el hielo de las discrepancias?, el investigador quedaría privado de palabra y escritura, penaría abandonado y mudo dentro de una cruel fatalidad. De Schelling aprendimos que en los productos a la mano batallan primitivas tensiones físicas gravitación y también químicas afinidad , y que contamos con el equilibrio estable en los cuerpos inorgánicos, con el de fractura y recuperación en los fenómenos físico-químicos y con el de la lucha ininterrumpida de la vida: oscuridad y luz, ruido y silencio, azar y regla, movimiento y reposo, enfermedad y curación, caos y cosmos, infierno y cielo, laico y sacerdotal, destierro y asilo, relativo y absoluto; uno frente a otro ¿en el juego antagónico de los polos no advertimos separación en su unión y unión en su separación? ¿Acaso llegaríamos a juntar las alternativas viables en el continuo fluir de una disputa socrática?, Kierkegaard lo desmiente. De la observación de que recobramos libertad y vastedad por comulgar con los demás, Feuerbach extrajo que la verdadera dialéctica no es un monólogo del pensador solitario consigo mismo, sino un diálogo entre el yo y el tú , Schleiermacher señaló que conjuga los elementos fragmentarios y construye el saber en su más entera congruencia, Hegel destacó que trata de transportar la desconcertante realidad a un concierto superador de diferencias y divisiones, insistió en su papel de pacificadora de conflictos, de pretendedora del detalle, de reductora al orden y plenitud máxima, ¿no asimiló de Fichte el concepto de síntesis de opuestos ? Levantemos los cimientos con tesis y antítesis, con proximidad y distancia a la profundidad que invita Gabriel Marcel, ¿asombra que Hölderlin encontrara semejante conciliación en el sentimiento de la belleza inmortal? No obstante, Herbart asegura que cuando el choque no impacta lo suficiente ocasiona repulsión en lugar de atrachttp://www.letralia.com/ed_let
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ción, ¿no aliviaría proponer la correlación de Hamelin apenas los contrarios colaboraran?, Marx obliga a comprender el ocaso necesario de las estructuras, la necesidad del paso de una fase a su negación, ¿y Bosanquet no designaba por negación una contradicción resuelta y por contradicción una negación no lograda? Aunque Hamann y Bruno acamparan la coincidencia de desavenencias en los pináculos más elevados del discernimiento, accedieron a que gracias a la revelación ganarían una explicación, nunca a través de los frágiles recursos discursivos. ¿Estamos sometidos irremediablemente a los tira y afloja de la lógica?, de remontar hasta el bulbo de la ilusión que hunde su origen en el carácter humano, los delicados brotes contribuirían a la cosecha empírica, ¿el entendimiento no desnuda los incompatibles, el límite, los pilares y la condición de los incompatibles?, ¿y en qué trabaja la eficaz cordura?, en conexiones y soluciones. Los cambios esconden constantes, las evoluciones invariantes, convierten lo invisible en el esqueleto de lo visible, ¿dimensiones y niveles no permanecen inalcanzables a nuestro alcance?; quienes sostienen que el tiempo no existe no dejan de tomarse el tiempo de la temeraria formulación, ¡por favor, no permitamos que el pícaro alegue ignorancia!, ¿qué nombre aplicaríamos a los que venden redentores en lata con la impudicia de los falsos devotos?, el de bárbaros, ¿Lévi-Strauss no apodaba así a los que creen en la barbarie? En la inquietud que suscitan, los heroísmos de la razón rompen los fiascos del racionalismo más satisfecho, ¿los fracasos del argumento no suelen oler a los argumentos del fracaso?; por miedo a la perplejidad más radical que provoca una posibilidad ¿reinventaríamos con los pitagóricos la antitierra con tal de completar el número sagrado de diez?, no, la fe basta, halla refugio en la consistencia del principio de las contingencias y canjea renuncias por afirmación confiada. Echemos de una vez el freno al silogismo que Galiani atribuye a los ateos: si un Dios hubiera hecho el mundo, éste sería sin duda el mejor de todos; pero no lo es, ni siquiera de lejos; por consiguiente no hay Dios , ¿no sobraría siempre la terrible conclusión que urdimos en los casos desesperados y que calificamos de genialidad sartriana? De la lectura de Passmore poned la metafísica en el fuego y la ciencia irá a reunirse con ella en las llamas, preservad a la ciencia de las llamas y veréis que la metafísica vuelve subrepticiamente no deduzcamos que la capacidad de asir algo proviene de lo que escapa, ¿por más rápido que gire la rueda cubre más trayecto que su eje?, Fichte compara los intentos de aprehender más allá del aprehender factible con filosofar fuera de la filosofía. Atrevámonos a casar el conocimiento depende de la voluntad, la voluntad no depende del conocimiento de Schelling con el pienso donde no soy, por lo tanto soy donde no pienso de Lacan. Emociona la sinceridad de Voltaire de sería extraño que toda la natura-
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leza, todos los astros, obedecieran leyes eternas, y que hubiera un pequeño animal, de cinco pies de alto, que a despecho de estas leyes pudiese obrar como le pluguiera sólo según su capricho ; ¿no sacó la Creación a planetas y estrellas de la nada?, ¿qué esperar de los hijos del grandísimo padre Omnisciente y de la indigente madre Nada?, quizá Ockham salve el enojo de la situación al enunciar que el todo mayor que la parte sirve para colecciones finitas, no para infinitas. Ante un Cristo que es el que es y padece y perece con los hombres, júzguese cada cual cómo es y no cómo parece o no saldremos sanos de la desgarradora pregunta de Montaigne: ¿qué se puede imaginar más ridículo que esta criatura miserable y mezquina, que ni siquiera es dueña de sí misma, expuesta a los ataque de todas las cosas, y que dice ser dueña de sí misma y señora del universo, pero que, sin embargo, no tiene siquiera la facultad de conocer la mínima parte del mismo y mucho menos de dominarla? , escojamos asentir con Wittgenstein en hay que callar aquello de lo que no se puede hablar .
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de la Moral Consiste en la urgente búsqueda de los códigos cardinales, en sus pruebas caso por caso, en deducir la totalidad de sus efectos y ver de aceptarlos: Renouvier sitúa su fundamento en que el hombre está dotado de razón y se cree libre . ¿Acaso importa poco que Aliotta oponga a la relatividad de los pensamientos discursivos el temple absoluto de la factura moral?, sincronicemos su batuta con aquella cordura posible que tomamos o no tomamos por guía de conducta; supone el encuentro de las causalidades distantes de independencia y mecanicismo, ¿una mínima certeza que obtuviéramos de allá arriba no liquidaría de cuajo aquí abajo nuestra frágil identidad? Lector, de sopesar el temperamento que soportamos, decimos que decidimos localizar los estímulos lejos de la sensibilidad y resolver hasta los asuntos más espinosos con arreglo a la ley, insistimos en que confundir linterna con luz hace por entero intransitables los caminos más trillados, ¿igualaríamos masa cerebral con entendimiento?, los que hermanan a la ligera modelo con ejemplar ¿no tornan variable cualquier criterio?, ¿no envanecería y divinizaría a cualquier mentecato?, en su eternidad y necesidad ¿verdad coincide con instrumento? Aunque la moral implique la redención del individuo, no depende de fenómeno religioso alguno, tampoco del precepto de lo útil y de la felicidad a que pretendía reducirla el empirismo, ni pertenece al estrecho dominio de las emociones que preconizaban los neoempiristas, ¿no aseveraba Wittgenstein que la ética es inexpresable ? El progreso estriba en sustituir proceso cósmico por proceso moral, en que triunfen los mejores de intención sobre los que sacan provecho del ambiente, ¿no tendríamos que volver a explicar la adaptación desde una perspectiva de más calado?, representa en la evolución el salto colosal ganado por una iniciativa y no por fuerzas ciegas, ¿no transparenta lo que significa el mundo?; ninguna cabeza bien pertrechada concluiría que el más desarrollado moralmente avasallara al menos desarrollado. No olvidemos que juntos convinimos en plantar una colonia en plena naturaleza salvaje y que rompimos las cadenas del determinismo por disciplina espiritual, ¿imprescindible por desacuerdo entre propósito y prudencia? Nacimos a la moral apenas abandonamos los muchos deseos, pospusimos las demasiadas inclinaciones, pulverizamos los malditos cercos del egoísmo, descubrimos la bendita condición de amigos, de ciudadanos e introducimos el mandato de la reciprocidad por su papel de regla de ecuanimidad y raíz del amor, ¿consecuencia ineludible de instaurar la sociedad?, ¿no estipula lo que me incumbe de mis semejantes?, suena a D Alembert. ¿El objetivo último de la Creación?, el sujeto moral, ¡qué extraño, una misión inacabable confiada a un planeta con fecha de caducidad!
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A través de experiencias repetidas que dañan interiores, interiorizamos y fijamos paulatinamente el imperativo de la conciencia y su intrínseca trascendencia y responsabilidad ante los conceptos más elementales de justicia, ¿las sentencias morales no ocurren por reacción según Ardigó?; gracias a una elaboración íntima nos compete establecer el orden de valores elección a elección, ¿cabe nombrar obligatorios a los más altos?, inmunes a cambios, las normas ¿cumplen con una pauta general a seguir?, no, piden acatamiento espontáneo y tienden a ideales que exceden de meras reivindicaciones, ¿de otro modo no hablaríamos de una lamentable limitación? La hermosa fórmula kantiana de obra de manera que la máxima de tu voluntad pueda servir siempre como principio de una legislación universal prescribe actuar por motivación y renunciar a los impulsos; en cuanto cada miembro despliega la autonomía más completa simultanea los caracteres de súbdito y soberano con obra de manera que la voluntad pueda considerarse a sí misma, mediante su máxima, como legisladora universal , exclama un ¡yo quiero! y jamás un ¡yo sé! , ¿equiparamos deóntica con la ciencia del querer puro de Cohen?; el reconocimiento de la dignidad del procede de manera que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en los demás, siempre como fin, nunca como simples medios casa con el de Strauss reconocer y estimar prácticamente en todos los demás la especie humana es nuestro deber para con los demás , ¿ambos eruditos no indican que constituimos un reino de los fines ? Pomponazzi deja constancia de una doble vertiente en el premio y en la pena: esencial y accidental. El incentivo capital de la virtud reside en la virtud, ¿no permite que nos sintamos seguros y exentos de turbación?, el correctivo del vicio va con el vicio, ¿hallamos cosa más miserable y más desdichada?; la falta de distinción y sanción periféricas resulta una ventaja más una desventaja, ¿la bondad recompensada con superficialidad no enmascara una cruel imperfección?, ¿el escarmiento no disminuye la culpa?, mayor condena recibe el que en apariencia no recibe condena. De Fourier aprendimos que el único pecado original fue el sojuzgamiento del primer esclavo, porque éste se perpetúa: los hijos de los esclavos fueron esclavos a su vez ; y mientras emitimos fallos éticos de tamaño calibre ¿no abrimos puertas a las pasiones?, ¿no estudiamos cómo suscitar en partidarios y contrarios comportamientos concretos?, lograremos avistar el territorio de lo extraordinario cuando satisfagamos el respeto desinteresado que exige sin prometer evidencias ni blandir amenazas. ¿Con qué argumentos infligiremos sufrimientos a quienes acarrearon sufrimientos?, ¿no aumentaríamos la cantidad de dolor?, sólo lo excusaría la prevención de un tormento más grande que el castigo ¡ojo con dar merecidos por mortificar!, no reproduzcamos crímenes. ¿Qué reporta a los héroes de la vida superior el sacrificio padecido por lanzar delante de ellos líneas novedosas de inteligencia y autenticidad?, la afirhttp://www.letralia.com/ed_let
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mación suprema, el culmen de la realización propia y de la armonía con el resto, levanta el magnífico edificio moral.
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más de la Moral ¿Un vano intento de dar categoría general a determinados apetitos personales?, no, constituye nuestra innegable esencia, no un simple añadido, ¿Spinoza no reclamaba con sus reflexiones un estilo de vida? Aceptamos que la lógica respecto del juicio supone una condición previa, ¿extraña en Wittgenstein que la ética respecto del mundo suponga su condición previa?, Russell matiza que ambos planos no tienen conexión y Pufendorf señala que el principio de indiferencia separa ese viejo Bósforo: los innumerables atropellos perpetrados muestran que los primeros preceptos no constan inscritos en la conciencia, ¿no parecerá excesiva alegría confiar en una criatura moral?, reivindiquemos a Nietzsche en volandas de su inocencia humana y a Aristóteles en su postulado de tabla rasa del alma . Locke no encuentra puntos de apoyo universales, las acciones de los hombres son los mejores intérpretes de sus pensamientos , pero ¿acaso no precisan elevar tales experiencias a la altura gramatical de un soplo de viento que insufle aliento en sienes despiertas?, de Hobbes tomamos que tras la Física viene la Moral, donde se estudian los movimientos de los movimientos... . Distantes y abandonados a sus distancias, la moral ¿no ayuda a moldear en oro una multitud de suertes tristes?, los crusoes de islas perdidas ¿no producen efectos propios del contrato roussoniano?, cenizas de una emoción extinguida por una llamada que regula costumbres, imprime significado y salva almas, ¿por qué perturba que evolucionemos desde atender al crecimiento de uno a insistir en la perfección de los demás?; releamos de Locke que habiendo hecho Dios a la creatura de tal manera que no era bueno para ella estar sola, le puso fuertes exigencias, carencias y conveniencias que la inclinaran a vivir en sociedad, y a la vez la dotó de entendimiento y lengua para que pudiera gozarla y perpetuarla . Y en el ámbito de la enorme intersubjetividad que rebasa las proclividades mías, tuyas y suyas ¿no surgen los compromisos, su saldo, y, por ende, responsabilidades colectivas?, por tamaña presión circundante progresaron convivencias ciudadanas que luchan por conservarse fundamento supremo de la civilización. Del aristotélico somos lo que hacemos porque el obrar sigue al ser , ¿inferiremos que las miradas divinas no miden conductas?, ¿o que actuamos como marionetas zarandeadas por inescrutables designios celestes?, aún los muñecos mecánicos disponen de un grado de independencia si apuestan por lo sensato. Cuidamos del espíritu con vencer los embates de la ignorancia: suma colaborar por concluir, resta competir; tratemos con Kierkegaard de duplicar palabras en la existencia y la existencia en palabras, ¿por qué cauce olvidado?, trasvasemos sinceridad y realidad de una a otra: el necio que oiga a los filósofos con oídos sordos no saldrá adelante, ¿no recuerda a esos enfermos que escuchan con fingi-
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da atención a los médicos sin acatar sus doctas prescripciones?, tampoco sanarán jamás. Por un maníaco culto a la disciplina, Franklin recetaba goza poco el placer de la carne, excepto por motivos de salud o por condescendencia, nunca hasta llegar a cansarte o debilitarte , ¿no culpabilizará y deprimirá de modo inmerecido a sus seguidores con consejos así? ¿Qué sugiere el valor?, la virtud aparentemente menos especulativa que renuncia a la violencia por amor a una integridad, ¿a quiénes honraremos con el título de valiente?, a quienes filtran lo temible de lo que no y obran en total consecuencia, ¿y dónde diablos esconde su muda cobardía un cobarde?, siempre detrás de un curioso disfraz de pequeñez con demasiados aires de gloria, de audacia y de imprudencia, ¿Panecio no ennobleció el dolor con la sublime bandera de probar una superioridad? No dudemos de que, con su escepticismo y resolución, Sócrates demostró que sus concepciones particulares iban bastante más allá de las estimaciones tradicionales, ¿no exageraba mientras ensayaba sus definiciones absolutas en los arrolladores momentos de acoso del relativismo sofístico?, ¿quizá pretendía que la moral cupiera entera en un saber escrupuloso, seguro y neutro?, Aristóteles criticará semejante aspiración con la sentencia de que en cada género de conocimientos hay que buscar aquella exactitud que permite el objeto de la misma . En las clarificadoras páginas de Spinoza aprendimos que el hombre que se guía por la razón es más libre en el Estado, donde vive según leyes que obligan a todos, que en la soledad, donde sólo se obedece a sí mismo , y en las batalladoras de Locke descubrimos que defender su soberanía implica levantar barricadas frente a ciertas agresiones, que la sumisión espontánea afianza auténticas autonomías y no merma ninguna esperanza de adquirir y desarrollar una dignidad, ¿la capacidad de optar no entraña ayer, hoy y mañana el ascenso a determinadas perspectivas de una inteligencia deseosa o de un deseo inteligente? Por la insoslayable ecuación de elegir igual a considerar fijamos los atributos de alguien con el por qué acomete algo y no con el algo que acomete, ¿el sentido moral no incumbe indistintamente a cualquiera?, ¿no comprendemos lo suficiente y decidimos?, ¡Dios mío!, en un extremo contamos con la concesión variable de habilidades y en el opuesto ni especialistas, ni profanos, ¿lo peor?, la corrupción de lo óptimo. Bajo la dimensión del Cosmos como asignatura moral, los deberes morales remiten a comportamientos en consonancia con la visión desinteresada que expresara el estoico Séneca en su no importa lo que ocurrió a Ulises, sino cómo navegar hacia el bien , ¿el ordo, decor y pulchritudo del humano bonus communis no atempera la miope persecución del útil privado, característica de los animales? Intervienen la razón que prepara el lienzo con los trazos de la nehttp://www.letralia.com/ed_let
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cesidad natural y la voluntad que lo acaba o madura con el montón de posibilidades de los colores: incomodan en gran medida a la razón tantas dificultades en representar lo sensible y tantas complejidades, mucho molesta a la voluntad no convertir en verdadero cuando quiere cuanto quiere, a pesar de que la divisoria pase por su meridiano. No juguemos a hijos de la luz ni a hijos de las tinieblas: abramos el libro de la Tierra, recorramos su extensa retórica simbólica y lo patente aflorará lentamente de lo latente, ¿de nuevo la forma por encima de la materia?
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de la Actitud ¿El alma?, un fuego que supera los límites físicos, que remonta los picos cumbres de la Tierra y agita alas por el firmamento entero; aquel soplo que participa de la llama y del aire que diría Bacon no parece la pintura muda de un cuadro. ¿Dónde reside semejante concentrado de fugacidad y eternidad tan tenue y sutil que escapa a los ojos de la mente?, Feuerbach asegura que permanece donde ama más que donde mora, ¿barruntaría Plotino tal habitación cuando apuntaba que el alma no está en el mundo, sino que el mundo está en el alma ? Que tampoco extrañe el aserto de Proclo: si dirige la mirada hacia el exterior no tropieza más que con imágenes espectrales, y si la vuelve hacia el interior distingue lo inenarrable, a Ese. De More aprendimos la penetrabilidad del espíritu y la impenetrabilidad de los cuerpos, de Leibniz la fuerza orgánica término que informa de lo inmaterial y de la materia que vivifica como el sol enciende la atmósfera con su presencia; y porque capte lo universal a través de singularidades, ¿necesita la envoltura de piel?, elijamos los grabados de solista y cítara y descartemos la mala foto de diosecillo y estercolero, ¿y entonces?, entremos en el encarnamiento de un hálito, intercesor de la palabra de adentro intención y la palabra de afuera expresión. ¿Un intelecto hermoso?, el que por concertar razón e inclinación procede armónicamente por instinto: una especie de montaje estricto, denso en pozos resonantes sin desgarrones ni hiatos. Para construir el futuro ámbito de lo preferible a partir de cómo andan las cosas ámbito de lo real precisamos separar de los porqués tangibles las consideraciones de lo intangible. ¿Qué papel desempeña la moral?, una resistencia que tonifica pasos vacilantes, eleva propósitos y educa batacazos con levantamientos, ¿aquel que aumenta en conocimientos, no sube el calvario que siguen?, las sombras acompañan a los candelabros; ¿de lo más hondo de nuestra conducta no emerge una voluntad de bien que culmina en la idea del bien?, revela un resultado de la libertad, no su factor determinante; ¿quién restaría importancia a los pesares de conciencia como manumisores de animalidad?, nos compromete con la redención. Los trabajos que dejamos de lado por carecer de sentido ponen en marcha mecanismos de ruptura, la aflicción, ¿no opinaríamos con Berstein que gozamos de una potencia capaz de función creadora?
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Nicolás de Cusa recoge en sus reflexiones la luz que alumbra los argumentos humanos y enseña la ley del amor, ¿y de qué manera crece en intensidad el impulso de amar?, dado que la apuesta principal hiere, ata, languidece y desfallece, ¿provocar que converjan ética y felicidad no rebasa en mucho los denuedos del hombre?, urge Dios. ¿El valor? Justo medio entre cobardía y temeridad de quien prefiere escoger influencias que padecer secuelas. ¿La templanza? Intemperancia e insensibilidad en iguales proporciones; sufrimos con el sufrimiento de los capitanes que presagian la pronta tempestad y no logran evitar los embates de la ciega violencia. ¿La magnanimidad? Fiel de balanza en vertical mientras pesamos vanidad contra humildad, odisea de una madurez que madura en la trágica ambigüedad de cada uno. ¿La mansedumbre? Mitad irascibilidad y mitad indolencia, ¿negaríamos al dolor su cometido de piloto en la nave?, he ahí el carácter complementario de acción y pasión que interviene en los momentos de gran aventura personal. Aunque prescindir de toda lucha acusa una falta de adaptación que la selección natural deberá extirpar, redescubramos el atractivo de lo que Ernest Bloch califica de utopía militante por sus consecuencias móvil de fondo y no por cosechar consecuencias móvil de acción , ¿cualquier empresa no encierra un aliciente independiente del efecto que produce?, el arquero consigue siempre su fin, ¿y la meta?, el centro de la diana que acierta o falla según circunstancias variables. Que los soldados del pensamiento venzan a la guerra y no gracias a ella, ¿en los campos de batalla no tiembla el miedo y retumba la venganza?, ¿el victorioso no acaba más agotado que los derrotados? ¿por qué no buscan antes el seno de Minerva que la corte de Marte? Que nadie protagonice el mínimo acontecimiento en los remotos y exasperantes aislamientos náufragos; en suelos inhóspitos, infinitos e impasibles a las preguntas, ¿acaso queda al alcance de la angustia fecundar entendederas Editorial Letralia
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con mensajes que lanza al mar en botellas y a merced del tiempo y la deriva? Frente a los oportunistas con cara de querer lo que pueden en tanto no tienen lo que quieren, admitamos no querer unos cuantos estos y esos queridos y querer otros no queridos. Renunciemos de una vez a localizar paraíso e infierno, ¿cuándo asumiremos que bienaventuranza y condenación designan situaciones y no sitios? Verdaderamente, la corriente trascendental del planeta va de Este a Oeste como los favores diarios del amanecer. De Cicerón recordamos tranquilidad en la dignidad y de Marco Aurelio acostúmbrate en lugar de desesperar ; Pirrón concebía que la indiferencia hacia lo cercano del que aspira a las alturas lo llevaría a disfrutar de una serenidad muy especial, a la ataraxia: mezcla de pesimismo y de aceptación, ¿pesimismo impregnado de sosiego?, no demasiado amargo; Plotino insiste en que la acción es un debilitamiento de la contemplación . Hablemos de la contemplación: el yo íntimo se dilata, asciende y se coloca a salvo de sí; al desnudo y delante de la Sabiduría sucede el éxtasis, la metamorfosis y la apoteosis bajo el triple silencio de la boca, del temperamento y de las neuronas; ¿quizá por piedad cósmica identificamos destino con providencia?, ¿el optimismo de creer en la administración divina del conjunto no calma una vieja confusión? Definidas las articulaciones, únicamente aguardan a quien sirva de osamenta: el escritor facilita pruebas por exigencia y consejo de la prudencia; no aportará solución alguna, recae en el lector la responsabilidad de encontrar respuestas a sus propios interrogantes.
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más de la Actitud Coincidamos con William James en fijar que cada acción responde a una reacción ante el resto, y con Bonhoeffer en un estar-para-los-demás a la altura de los demás. Asumamos sus culpas, plantemos cara a sus infortunios e incluso muramos por defender sus vidas, ¿no impediríamos que un desquiciado cochero corriera a lo loco por carreteras concurridas?, no nos contentemos con socorrer a las víctimas que hiere su trote. Por el propio respeto que profesaba Demócrito encontremos en la intervención el centro de la existencia, y no en los estados de rigurosa pasividad receptiva y de reflexión contemplativa que sucumben al entorno puestos de tránsito, peldaños con que lograr la cumbre. ¿Diremos con Sartre que cualquier diligencia importa por igual?, tendería a sacrificar al individuo con tal de hacer surgir la causa de sí, ¿encalla por principio en el litoral del fracaso?, desde luego provoca mutaciones sociales, mentales y revolucionarias. Rhaner habla del interés por prolongarnos dinámicamente hacia la extensión indefinida de los cuerpos concebibles, el horizonte ilimitado donde retozan su limitación los sólidos conocidos y cognoscibles, ¿nadamos confusos en una búsqueda interminable y aspiramos a la certeza espontánea?, ojalá no tardemos demasiado en descubrir de una vez la trama del devenir de la verdad en el lento crecimiento dialéctico del yo interior. Tracy casa moral con higiene de los deseos en su origen, no con un conjunto de reglas, ¿dónde radica la meta última de esa o aquella tarea libre?, en su ordenación, en la perfección a que apunta Wolf, ¿y en el ínterin?, instante a instante de la encarnación intelectiva desempeñamos el extraño papel de expectantes espectadores directos, procuramos portar lo presente en aras de que participe de la madura Creación, ¿no jugamos así a actores?, y mientras formulamos juicios ¿no proyectamos las más íntimas inquietudes?, ¿no pretendemos suscitar en el frágil prójimo una conducta concreta?, obremos de modo que al espantoso dolor del Viernes Santo le suceda el feliz gozo de la Pascua de Resurrección. El animal genera inmediatamente y bajo el mandato de la necesidad en proporción a los requerimientos de su especie; el humano despliega alas, sobrevuela la demanda física y echa mano de los imperativos de la belleza; aunque consciente de semejante situación, entra en su experiencia cómo procederá apenas comience el proceso. Por no dominar el camino, empezará con tentativas, con un complejo de decisiones, sugeridas y guiadas por hipótesis, que repetirá hasta coronar la finalidad común en que converjan los más diversos enfoques; la elección aflora del estilo que prefiere practicar, tratamos con algo que trajina día y noche animado por el alma que lo posee, no con un inerte mobiliario que tomamos o soltamos a gusto. http://www.letralia.com/ed_let
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La fatal falta de armonía desencadena innumerables errores y taras, ¿sus persistencias no indican que ninguna realidad permanece exenta de discordancia?, llegamos a la solución de los problemas por el método persuasivo-comprensivo con proposiciones críticamente inspiradas y canalizadas y no por un planteamiento argumentativo-especulativo, ¿no vemos que en los preceptos de una evolución personal, en la validez de sus modelos, en los fundamentos de su ética operan factores por completo ajenos a la lógica?, la lógica más reveladora que imaginemos jamás empujaría a la lucha, ¿sólo con una vista aguda ya andaríamos?, ¿no precisamos también de pies sanos y de voluntad de moverlos? Por el recuerdo de Bonhoeffer en prisión no es mi intención despreciar la tierra en la que tengo la posibilidad de vivir. Le debo fidelidad y agradecimiento... Debo ser huésped con todo lo que ello implica consideramos a quien hermana sus peores circunstancias con producto, no con dato, ¿acaso su significación no recrea la celda y forja al sujeto?, ¿un producto que mejora a su productor?, por tamaña inclinación a la iniciativa parece adecuado calificar con Marx su capacidad de condicionada, condicionante y autocondicionante. Cuando ejercemos según un norte, emerge una luz implícita, el susurro de los siglos la explicita, profecía al revés desarrollo imprescindible de una completitud , ¿trabajamos de simples tripulantes en los capítulos del tiempo? ¿Encienden vehemencia los asuntos huecos?, con Pascal entendimos por pasión una emoción preponderante diestra en colorear temperamentos enteros y en determinar sus talantes; con Vauvenargues, que las pasiones han enseñado a los hombres la razón , que la fuerza del espíritu reside en la pasión ; con Hegel, que nada grande ha sido llevado a cabo en el mundo sin pasión ; con Fontenelle, que la historia tiene por objeto los efectos de las pasiones y los caprichos de los hombres ; con La Rochefoucauld, que si resistimos es más por debilidad de la pasión que por nuestra fuerza ; con Spinoza, que un efecto que sea una pasión deja de ser una pasión tan pronto como nos formamos una idea clara y distinta del mismo . Los delirios no se ocupan más que de sus vanidades, hinchan artificialmente el bien y el mal que evidencian e inducen a huir del uno y perseguir al otro con más ardor del oportuno, ¿salvaremos los oleajes?, no cabe duda de que el destino de los impulsos oscuros depende de las coyunturas que ofrezca el ambiente y de la educación recibida y emprendida. En Schopenhauer no encaja genio con acción; su vocación, la meditación..., el genio de un general delata firmeza de carácter; ¿qué esperar de los que sufren de miserias con escasos recursos?, tampoco de los que disfrutan de potencia desprovista de impotencia, porque cuentan con muy poco que anhelar, ¿quizá convenga una mezcla de complacencia y energía, de tristeza y presunción? Editorial Letralia
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del Bien ¿Qué representa el bien moral? Un deleite estético. ¿Y la belleza? Un bien moral. El bien corresponde a la inteligencia como el círculo al centro, una irradiación similar al halo que aureola el sol; ¿su condición?, según Moore, una cualidad simple y evidente que la spinoziana intuición de causas de cosas y de cadenas de causas captaría en plena acción, ¿no nutre sus raíces en los hondos nacientes de la existencia? Un espíritu enamorado del bien imprime unidad, ¿no vemos alegres a quienes lo practican por la alegría que los otros advierten en ellos?; nada, nada importa comparado con el imperceptible aleteo de la caridad, ¿lo demás no deserta con las estrellas al amanecer? Reinscribamos cada día el bien en la carne del alma, así no lo imaginaremos dotado de función motora en razón de que mueva las almas, ni perpetuaremos remansos faustos de una pretérita edad de oro que aún está por llegar, ¡majestuosa visión luminosa que no precisa de ningún desarrollo demostrativo! ¿La bondad? Un efecto del comprender. ¿Y la fuerza? Un fruto de la Naturaleza. La palabra exterior descubre la palabra interior en el hombre y la magnificencia del mundo creado revela la potencia y cordura de Dios, ¿su alianza?, con las necesidades del hombre, ¿y su finalismo?, en la bondad general; ¿lo acabado no depende de la oportuna selección de medios?, una luz adecuada lleva a dictaminar con rectitud. Insistamos con pintores y escultores en que abandonen la rueda que el destino dice manejar, ¿no preferiríamos la licencia del viento que hincha velas de naves con un marinero al timón?; el que trabajemos por la propia satisfacción no impide que experimentemos sentimientos sanos, tampoco la salud de esto o aquello obliga al asentimiento: la voluntad escoge con entera libertad el privilegio mayor, ¿tamaños modos no confieren a la ética un carácter de irreparable arbitrariedad? Aunque no resuelvan, el valor intrínseco, la riqueza, el poder y la http://www.letralia.com/ed_let
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hermosura facilitan el despliegue de una abnegación, ¿sus carencias no reducen rendimientos? ¿El mal, accidente inexplicable?, ¿una colosal colisión de incompatibles en los dominios de la materia?, el agustiniano Alcuino, ¿no lo definía por una ausencia?; sugiere defección, deficiencia, renuncia, no elección, no decisión, no ser y muerte. ¿Cómo entender la funesta disonancia que acrecienta el goce por las placenteras consonancias?, ¿requisito de una extraña armonía?, secuela inevitable de un crecimiento torcido, ¿imperfección de lo limitado?, no la observo en el Cosmos. Recuerden a Rousseau en lo de no busques al autor del mal: tú mismo eres el autor , ¿procede sólo por aquiescencia?, ¿un producto no deseado de nuestra respuesta a los retos de afuera donde unos cuantos cruzamientos de leyes provocan vastos desórdenes y monstruosidades? A semejanza de los piratas del Tirreno que ataban un cadáver a sus prisioneros vivos, ¿esposaron los demonios el mal al bien, su sombra?, ¿obra de la mejor manera y mejora el conjunto?, ¡ay, por el caos, por la tuerta suerte de frustrar posiciones en los imperios del Odio!, ¿tendremos que retroceder hasta Juan Escoto Erígena para aclarar que el infierno arde en la intimidad de los que sufren por remordimientos? ¿A qué aspirar tras el fracaso de trascender la cárcel del yo aislado?, una gota de agua que cae en tinajas de vino, ¿no adquiere el sabor y color de la bebida dionisíaca?, ¿con mucho calor, el hierro no pierde su apariencia y gana la del fuego?, entonces, ¿a qué viene descargar sobre nosotros la onerosa carga del mal?, ¿en qué cabeza cabe que temamos la resolución del Gran Juez por un hipotético margen de autonomía?, ¿acaso tratamos con un hacedor cruel? No dudemos de que la perversidad saca provecho del truco de las voces engañosas y que el escaso bien no contrarresta la atracción del mal: urge encontrar en los juegos de las simpatías y antipatías una manera de levantar barreras de defensa, ¿Moisés no superó su desventura de niño expósito?, ¿el agravio, un desafío? ¿Qué anotó Proclo acerca de la virtud? Incluso las piedras contienen a su manera una virtud purificadora. ¿Qué declaró Séneca? Ni virtud sin ejercicio, ni ejercicio de la virtud sin virtud. Llamamos fortuna a algo con lo que sintonizamos por sumisión refleja, ¿el herético indiferentismo de Aristón no conduce paso a paso al irónico desprecio de una humanidad con aspecto de carnaval?, de implicar una reacción espontánea, convertiríamos ese impasibilismo en manifestación de un conocimiento verdadero. La virtud exige los excesos del vicio, ¿si prescindimos de los extremos no descartamos el punto equidistante?, en cambio, entre la virtud y el vicio no Editorial Letralia
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hallamos tal situación de equilibrio; los que a duras penas rocen con la virtud comparten miseria con los que pacten con el vicio, ¿podríamos respirar de permanecer apenas por debajo de la superficie?, ¿y de aguantar en corrientes profundas? Hablemos del comburente que anima los carbones del alma, de una sonda que despierta almas hostigándolas y conminándolas a la meditación, ¿una especie de inspiración divina?, echemos una mirada a los profetas y poetas; quizá resulte imposible que la gracia forme pareja con el deber, ¿no amilana la demasiada dignidad?; con el único arte capaz de alcanzar la sabiduría jamás ocurriría, ¿no supone una de sus felices consecuencias?, ciertamente, una belleza en marcha bailará más cómodamente del brazo de la intención por cumplir.
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más del Bien Moore etiqueta el bien y el amarillo de nociones simples, ¿acertaríamos a explicar lo amarillo?, tampoco qué significa el bien, ni cómo abarcar lo intuitivo de que el bien es lo que todos saben que es . Wolf insiste en que la deontología tiene valor con redención o no, importa por sí misma, ¿acaso Lotze no asimila el mundo a una máquina dirigida a la consecución del bien? Lo esencial radica en determinar qué proporción de placer y masa gris entra en la fórmula correcta: aunque Kant cimentara el deber sobre el bien y no el bien sobre el deber, el elemental sentimiento moral descubriría en la médula espinal del bien la necesidad moral, los conocimientos no intervienen; ya que el carácter imperativo de la norma procede de que consentimiento y argumento no alcanzan nunca una concordancia completa, la fase suprema del bien consiste en la avenencia de aquiescencia y leyes que retumban de viejo en el corazón. Según Horkheimer, la imposibilidad de definir el bien integra nuestra constitutiva finitud y actúa como útil antídoto contra los dogmatismos que repetidamente intentaron penetrar en su intimidad, ¡con cuántos enjuagues sufrió el prójimo! En cuando recomiendo una acción a alguno como buena, expreso el hecho de que yo la deseo , Schlick apuesta por disminuir la diferenciación personal y por romper el egoísmo en que lo instintivo nos encierra; a rastras con su apetición y aversión, Hobbes escribe que llamamos bien a lo que pretendemos y mal a lo que odiamos; Taine equipara vicio y virtud con ácido sulfúrico y azúcar, y Croce ve en el mal un bien, y en la obra del diablo, la mano de Dios. Hugo de San Víctor defiende a pie firme que los dos principios tienen su fundamento en la voluntad soberana ni más ni menos ; y por enraizar raíces en una autonomía, hasta en el mejor de los cerebros supondremos una tendencia a subordinar de manera responsable el motivo ético a distintos motivos. Si los caminos del mal parecen abiertos de par en par ¿por qué no franquear las cancelas entornadas del bien?, ¿dónde concurren?, en la plenitud del universo, ¿gozaríamos de los bienes de no soportar los males respectivos?, ¿suprimido el mal, no acabaríamos con el bien? ¿El bien dimana exclusivamente del bien?, y del mal: a través de tamaña oposición resulta más evidente la belleza y el orden del Cosmos, ¿permitiría esa perspectiva excusar el mal?, ¿inmanente al bien?, Schleiermacher califica de relativa la enemiga entre ambos extremos, no expresan otra cosa que los factores positivos y negativos del proceso de unificación de la naturaleza y de la razón y, por ello, no pueden comprenderse sino en la pura y plena representación de estos procesos . Aceptemos que la mala fe engaña y se engaña al ocultar que engaña a cualquier precio impide entender y que la buena fe sólo se engaña, no engaña http://www.letralia.com/ed_let
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lleva a entender. Después del ocaso diario caen las tinieblas, después del largo silencio ensordecen los aplausos, después de la amarga tristeza aflora la alegría, pero las tinieblas, el silencio y la tristeza indican ausencia de realidad, ¿y el mal?, ¿no señala también un rechazo de realidad?, Hegel lo reduce a bien menor . ¿La utopía?, un producto teórico con el que comparar lo existente, sirve de norte abordable a las enmiendas y admite discusión y refutación: Bentham consideró siempre la única medida legítima el máximo de felicidad del mayor número de gente. Platón sostiene que el mal estriba en cometer abusos, no en padecerlos manchan y pervierten el alma , y que quien no pena la pena evade expiar la culpa; Schopenhauer vuelve a la carga con que trae consigo tropelías, ¡qué ceguera frente al oscuro destino común!, ¿responderá a la imperfección de un modelo inadecuado? ¿De qué lugar mana?, del temple frágil de la categoría humana, ¿su nacimiento?, tras demostrar su indignidad ni siquiera un exceso de atrevimiento asumiría su paternidad, ¿y su ascendencia última?, turbio asunto, incluso en Kant: derivarlo de la sustancia incondicionada ocasiona un absurdo y una impiedad. La inercia propia del individuo lo estaciona en grados embrionarios de la reflexión, lo envilece en la pereza de afianzar su independencia, ¿extraña que Fichte la identifique con el mal? Ignorantes de sus metas, los criminales destruyen lo que seguramente perseguían, ¿quizá promesas arruinadas a las que la sociedad no ayudó en su momento?, ¿por corrupción no pierden vigencia?, ¿la descomposición absoluta no coincide con el vacío absoluto? La aserción de que el hombre es malo distancia conducta y conciencia, y la de que el hombre es malo por naturaleza extiende dicho alejamiento a la totalidad; el pecado predomina porque mientras las desperdigadas sombras resolvieron juntar sus dorsos negros y participar de la luz, el blanco torso de la luz permaneció ajeno a las desleídas sombras. Proudhon asevera que eliminar el mal implicaría rectificar la concepción de justicia en pos de lo ideal, ¿negociamos una deuda intransferible e insaldable?, desde luego tratamos con la obligación más privada, ¿no sonaría a quimérico querer erradicar el mal?, ¡ojo con el remedio!, a veces cambiamos de sitio un puñado de defectos y quedan reforzados; la vertiente curativa de muchas dolencias aconseja no paliar sus efectos. Venzamos sus cadenas y merezcamos el título de libres, ¿y con qué?, salgamos a la eternidad y solventaremos el problema, ¿la causa y origen de tanta confusión no cabe entera en el tiempo?, el mal subsistiría con el letrero de etapa rebasada por estricta vida espiritual, la inteligencia lo refracta.
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de la Felicidad A diferencia del resto de animales, disponemos de facultades ilimitadas que evolucionan, no de instintos fijos. Vivimos atormentados por apetitos insatisfechos e incontrolados y manifestamos espontaneidad creativa en medio del tumultuoso juego de afectos y desafectos, ¿y cómo atajaremos los desaforados arrebatos?, sometiéndonos al tributo que exige la carga emocional de unos ritos. Enterados de los deseos e ignorantes de sus causas, ¿metemos la pata por prestar atención al libre albedrío mientras abonamos con nuestras dualidades constituyentes las unidades que jamás acabarán por brotar? Aunque tuvo el valor de luchar en solitario, la religión no pudo con el penoso asunto de la esclavitud, porque los inconvenientes necesarios nunca miden menos que el tirón de la pasión; por esquivar el negro callejón, remitió la comunión general del más acá al más allá, ¿de nuevo la argucia de los recorridos con trampa?, el filósofo clásico ya paladeaba la calma perfecta del lado de acá y no gustaba de las indemostrables promesas del más allá. En las metáforas, en el globo, en los ideales, en la historia y en los mapas, ¿no contamos con más viajes que los circulares?, recomenzamos la búsqueda, pero el rodeo laberinto e hilo nos prepara y dispara a por la conquista final. En calidad de elementos particulares tendemos a la dicha como el fuego a subir, la piedra a caer, y el agua a la horizontal, ¿los porteadores de alegrías no comban igual que los cuerpos el espacio y comunican con el porvenir?, quizá prevén los acontecimientos que acaso provocan. Con el sambenito de factores complejos, por culpa del engranaje interno, vamos hacia la angustia como los reinos de sombras marchan a fornicar con la nada, y en el borde de la nada escuchamos los imperecederos ecos sonoros que emergen del centro de todo, ¿sin creernos prósperos, no nos sentimos echados en brazos de una prosperidad que esgrime credibilidad? Tal imagen persuasiva alcanzará un más alto grado de probabilidad en cuanto otras no la contradigan, ¿los médicos no diagnostican una enfermedad por varios síntomas concordantes?, ¿escuece?, recordemos con Nicolás de Autrecourt que cuando un amigo de la verdad se levanta y hace sonar su trompeta para sacar a los durmientes de su sueño, sufre el enfado de los que despiertan , ¿no mejorarían si apreciaran más su andar alerta? De Demócrito aprendimos que la felicidad no reside en los bienes externos, el alma es la morada de nuestro destino , el orden y la avenencia conciertan el alumbramiento pronta por llegar de adentro ; Epicuro la sitúa en el placer estático no sufrir y no agitarse de la privación del dolor torpe por recalar http://www.letralia.com/ed_let
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de afuera , frente al deleite en movimiento gozo y júbilo , ¿no significa apostar por la prudencia germen de virtudes ?, ¿encontraríamos lejos de ella a Dulzura, Belleza y Justicia?, ¿quien arriesga no descubre que lo esencial de la conciencia elude los modos inmediatos de existir?, Comte señaló que las funciones básicas del individuo aprovechan a la especie y no a sus funciones orgánicas; tampoco debe extrañar el aserto de John Stuart Mill de que sólo hallan la felicidad, a lo largo del camino, los que entregan por entero su ocupación a los demás y que no la disfrutan los que la persiguen de forma egoísta. Entendida su propiedad de uso, no de posesión, de hacer, no de ser, da entrada a una conexión de conjunto que ni el interés ni la inteligencia establecerían, nos eleva sobre las fuerzas regresivas, ¿no lamentamos el desgarrador resultado de las peleas por premios ridículos?, ¿qué locos divierten su corazón con heridas y venenos?; aquellos que cortan piernas a generosas conductas ejercen de vencedores faltos de honradez, ¿por qué no reclaman la inmortalidad imposible? A semejanza de los tebanos remontamos por entronque materno hasta Armonía y por el paterno hasta Dragón: Armonía nace de los quereres ilegítimos entre Afrodita y Ares, y a la jauría del Dragón la alienta un irrefrenable impulso a matarse entre sí. A pesar de las incertidumbres que estimulan los ídolos de la tribu señalan prejuicios que impulsan a confiar en impresiones y a fundamentar la comprensión en anhelos , de los ídolos del cerebro provienen de las apariencias o parecidos que sustentan unos accidentes , de los ídolos de la caverna radican en cada persona , de los ídolos del teatro salen de procesión en las épocas de vocaciones platónicas o aristotélicas , de los ídolos del foro representan las prácticas viciadas con el lenguaje , ofrezcamos la ética estoica y optimista que adopte el aspecto de una dialéctica. ¿El estoicismo, una vanidad?, ¿la postrera fachada de dignidad que mostramos a los que prueban a probar nuestra resistencia?, aún le cabría una medalla más: la de haber permitido a muchas cabezas sedientas de profundidad atravesar ilesas los innumerables desiertos de violencia y astucia Saint-Simon habla de que habitamos un mundo invertido donde hombres incapaces son encargados de dirigir a gentes capacitadas . En caso de que el infortunio oscureciera y apagara de momento los fecundos efectos de la fortuna, no huyamos a lo irracional ¡condenada hez de Rómulo ! , ni repleguemos la emprendedora voluntad a posturas pragmáticas, levemos sin miedo el ancla de los mordiscos y contagios recientes últimas hojas del pasado , abandonemos de una vez el velo opaco de la letra escrita, exploremos continentes esperanzadores primera página del futuro y ensanchemos las venturanzas a nuestro alrededor con el mayor éxito; saltemos de la servidumbre del conocimiento período de azotes en atmósfera de temor a la servitud Editorial Letralia
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filial del sabio ocasiones de acción embebida de fe , asumamos la completa independencia del espíritu, trashumanicémonos, venzamos los impedimentos humanos y abrámonos a la vida pálpito del Universo. En tiempos de contemplación y de autenticidad, las chispas de lo más hondo de cualquiera propenden a volver a su hondura oculta, a un fondo secreto en el que brilla la lealtad, ¿qué importa que nadie cifrara el salario de la decencia en contento?, ¿los giros cósmicos no giran gracias a una eterna aspiración de amor siempre por contentar?
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más de la Felicidad ¿Por qué resultará difícil definirla?, porque sus repercusiones sobrevuelan el lenguaje con un ala más allá de sus horizontes, donde anidan los paralelos de las analogías, el ardid de las metáforas, el misterio de las paradojas. Implica sumergir el yo en una corriente de armonía, y la armonía o fidelidad más amplia requiere admitir en uno la armonía global. Su significado profano de fuera del templo no contribuye a repudiar a quien nos confía concluir su obra de Creación. ¿Conviene no ahondar en el asunto de la infelicidad?, ¿por renunciar al derecho de molestar al Autor con preguntas impías?; por la asimetría lógica de saber mejor qué depara el infortunio que la fortuna ¿podemos aspirar a poco más que a una paulatina mitigación del infortunio? ¿Qué mide la calamidad?, el apetito que excede a las disponibilidades, ¿su déficit no inclina a vegetar?, Platón lo dejó escrito, no es el demonio quien escogerá vuestra suerte, sino que sois vosotros los que escogeréis vuestro demonio . Leibniz piensa que la felicidad exige conciencia y no califica de feliz más que a un individuo consciente, Bloch insiste en que estamos materialmente hambrientos de comida y de mucho más, ¿a quién incumbe la servidumbre?, cada uno es responsable de su destino, la divinidad no es responsable , según Platón. Stuart Mill indica que la encontraremos en una dedicación capaz de concentrar sus energías, jamás si la tomamos por meta; Marcuse, que la doctrina hedonística de uno por separado no resuelve el problema objetivo, permanece como algo exclusivamente subjetivo; el interés particular de cada uno, tal como es, se afirma como el verdadero interés, y se legitima contra toda universalidad , ¿de qué habla?, ¿de reciprocidades esqueléticas?, ¿de la lucha diaria que uno entabla para sí desde su adentros, ajeno a los alrededores?; acompañemos a Feuerbach en que no cabe restringir la dicha a uno por uno, ya que nadie vive aislado, o quizá a Hume en que la oportunidad personal marcha estrechamente junto a la oportunidad colectiva. ¿El propio rumbo?, una consecuencia de la conducta. Por sus activas proclividades terrestres, los humanistas intentan aquí y ahora la prosperidad humanamente asequible, ¿con qué trabajaremos esa propensión?, con el uso de la razón: que valga el talante tranquilo respecto a las causas mayores y que no valga ninguna clase de queja del mundo. Wolf alinea felicidad con punto de mira de la filosofía y mantiene que daríamos en la diana con un disparo de conocimiento claro y distinto . Proudhon equipara su primera y última sanción con justicia, Marcuse la coloca a nivel de consumación y estimación de la madurez mental, Feuerbach identifica su impulso con voluntad, ¿no desmentiría una libertad?, no, el alma la procura por su libre albedrío. Recurramos a Descartes con que el único modo de alcanzarla estriba en contar con los límites http://www.letralia.com/ed_let
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de uno y conformar ansias y sueños a estos límites. En trazo de unidad simple, concibamos un complejo orgánico jerarquizado que se manifiesta en una multiplicidad de determinaciones alienadas y que después re-conquista dialécticamente los momentos del principio interno, hablamos de un desmembramiento que prepara su reconstrucción mientras rebate las discrepancias que plantea, ¿argumentaciones similares llevaron a Pico de la Mirandola a aceptar que la felicidad descansa en el retorno a uno, en los orígenes de su historia? Según Spencer la evolución decreta una consonancia creciente de nuestra constitución espiritual con las circunstancias de vida en aras de merecer la suprema perfección, ¡cómo sentimos el peso de Aristóteles en cuanto situó la perfección en el extremo y no al comienzo!; también Adorno cultiva en la realidad presente su inviabilidad, ¿el arte no atestigua la necesidad de un Cosmos inédito?, y Fichte basa el sosiego más grande en la fusión con Dios: abrazamos su imagen, pero no entra en nosotros. Apenas mendigamos felicidad en el dominio de lo cotidiano, asoma el dualismo de lo que es y de lo que debe ser. Hundidos, aturdidos y náufragos en tamaño oleaje ahogante ponemos la salvación en percibir con lucidez por dónde pasa nuestra sincera posición frente a las cosas; no olvidemos que tienen función de medio, que participan de un orden cuyo propósito consiste en satisfacer las tendencias. No, no vendamos felicidad en lata, indaguemos a más profundidad, releamos de Hobbes que el bien máximo de todos los bienes es avanzar sin impedimento hacia fines siempre nuevos . La decisión de no andar nunca más perdidos en el hiriente caos de lo accesorio insta a coincidir en paz consigo mismo, ¿no brota del más recóndito confusorio la radical autenticidad que llamamos felicidad? De Demócrito aprendimos que ganamos felicidad con ecuanimidad e inteligencia, y no con los cuerpos ni con la riqueza, no tiene nada que ver con el goce habitual, ni con el que Telesio descubría cuando verificaba las acciones imprescindibles a su conservación, ¿ni siquiera con el de sumo grado de Hartley saneado por el dolor? Persigamos unas pasiones a costa de otras que engendran fatalidad y desequilibrio y lograremos la pura alegría definitiva del místico por detrás de los deleites y de la angustia, ¿no orienta que Stendhal hermanara belleza con promesa de felicidad ? La virtud ¿una gracia íntegra y magnífica?, el factor de lo deseable no basta, necesitamos de la felicidad. Filelfo opinaba que es no tan sólo absurdo, sino completamente fatuo y loco quien pretenda negar que el hombre virtuoso goza del placer más elevado y es feliz y bienaventurado ; en cambio, los epicúreos creyeron que la búsqueda de la felicidad suponía la virtud, los estoicos que frecuentar Editorial Letralia
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la virtud acarrearía felicidad, ¡cuánto error en semejante relación!, esfuerzos diferentes en empresas diferentes. La condición que hace posible la virtud respeto a la ley moral no influye en la felicidad; ni la condición que hace posible la felicidad acatar las leyes y el mecanismo natural influye en la virtud, ¿compondrán una antinomia?, aunque pareciera que la virtud vindicara la esperanza de coronar la felicidad, no ocurre porque demanda un infinito pulido ético.
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del Saber El saber quizá estribe en reemplazar el carácter infalible de la inocencia primigenia por una rectitud reflexionada y voluntaria, ¿sorprende que semejante arte la emprenda contra los tirones de la acción?, bastantes señalaron unas inspiradas lágrimas que pretendieron olvidar desconsuelo que adopta a menudo la seriedad de no permitir que lo tomen en serio. Ortega insiste en qué hacer con lo que nos rodea, ¿turba su condición personal?, de que el tema concierna constante y exclusivamente a la actitud ante los demás procede su naturaleza subjetiva; Scheler lo define como relación interna por la que un existente colabora con la esencia de otro existente, que en esencia no varía; Campanella mantiene que saber es percibir las cosas tal como ellas son ; Lacan persuade a no alardear de presas exhaustivas ni de posesiones últimas, y permanece siempre extraño a los instrumentos conceptuales y lingüísticos; Hume hermana el saber humano con saber probable; y Fichte con imagen, esquema, exteriorización de Dios, ¿lo incompleto y la gravedad de su fracaso no revelan una hondura que sólo la trascendencia conseguiría llenar? Descartemos la tesis de los escépticos académicos de que no es posible saber nada , ¿de no saber a saber no ocurre el aprender?, ¿precisamos subrayar que la clave radica en una tenaz interrogación?, Aristóteles y el Evangelio acordaron un acuerdo así; ¿su medida?, lo que procesa el pensamiento, ¿no roza lo patente en cuanto halla correspondencia con lo que le circunda? Del brazo de Popper, todo organismo ha nacido con un horizonte de expectativas , centremos la mirada con Foucault y digamos del hombre sujeto de cada saber y objeto de un saber posible . ¿Y cuándo coincidió saber con problema?, cuando adquirió sentido con la historia por efecto de una alteración en sus disposiciones, ¿acaso no representa un amago de paliar el estado de miseria a que nos condenó la caída en los suburbios de la nesciencia?; según Al-Farabi germinó entre los caldeos de Mesopotamia, luego marchó a Egipto y después a Grecia, ¿no logró por esa época asir el papel y regresar a su origen en forma escrita? Frente a la mesa de los siglos que llamamos laboratorio del filósofo solemos abrir la espita de ¿cómo sucede que ahora no frecuentemos los argumentos que años atrás frecuentábamos? , y encontramos que la razón evoluciona a pesar de la razón, y que lo fortuito aparece un poco a modo de sombra transmitida. Escojamos la búsqueda sin punto de partida ni de llegada de los pirronianos y juguemos a producir igual que la flor su jugo, ¡pues claro que pasaremos demasiado tiempo faltos de respuesta!, pero urge que nos instruyamos en muchas cuestiones que atormentan frívolamente: no resta más que el silencio y esperar a que lo fragmentario conecte armónicamente con la totalidad en la edad cósmica, entonces seguiremos en el firmamento los caminos iluminados Editorial Letralia
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por las estrellas el saber y la vida sueñan con su infancia. ¿Para qué sirve?, sirve y debe servir para la interpretación y sometimiento del mundo a los propósitos de quienes prevén y proveen, ¿no merece un destino que jamás coronaría en las afueras de una cabeza?, para superar la finitud en tanta infinitud, para aguantar atentos a la escucha íntima. El saber profundo no soporta una plena verificación, ni una mente sana disputa al saber verificable su entera certeza, ni su suficiencia en vincular al individuo con sus raíces: sabemos lo evidente, suponemos aquello que de alguna manera perdura escondido y aquello a lo que asentimos por motivos extrínsecos a lo que afirmamos, ¿reside también ahí un envite que invita a saber y comprender lo que creemos del programa agustiniano? Atado al palo mayor, Ulises goza de los cantos sirenos y no cede a la destructora incitación reduce tentación a contemplación y sus ensordecidos compañeros de viaje prosiguen con sus faenas marineras captan el peligro, no su belleza : por la salvación general ninguno osa soltar al héroe ni quitar la cera de sus oídos; encadenado a los materialistas, Bloch prefiere entrenar su entendederas con el espíritu y no con los idealistas, ¿rechaza a Aristóteles en asuntos de la materia? A la sentencia de Popper de que quien considera abarcarlo todo cultiva la ambición de replantearlo todo, opongamos la plegaria de Reinhold Niebuhr: Señor, dame la serenidad de aceptar las cosas que no pueden cambiar, el coraje de cambiar lo que puedo cambiar, y la sabiduría de reconocer la diferencia ; a la de que el imbécil no se pertenece nunca a sí mismo, repliquemos con la aserción de Bouillé de que el sabio se conquista a sí mismo: los aumentos en cantidad preocupan al deudor, los de cualidad al que queda suyo. Fijemos el saber que no sabemos en la docta ignorancia de Nicolás de Cusa, porque la necia incompetencia favorece que resolvamos con sectarismos los obstáculos situados por detrás de la línea de nuestro alcance, ¿esta demarcación no guarda un marcado paralelismo con los límites conscientemente observados y admitidos por Pitágoras, Sócrates, Aristóteles y Salomón? Incapaces de desaber y de saber absolutamente, flotamos a la deriva en un mar confuso de olas que provienen del lejano misterio y rompen en la diáfana orilla, ¿no mejoraríamos la óptica si especulamos con que poblamos un multiversum heterogéneo de distintos estratos en vez de un universum homogéneo de apenas un estrato? Ya que la afrenta de dejar al pairo un determinado número de preguntas implica la renuncia a la propia identidad, apostemos por un consentimiento apasionado de llegar a ser lo que se es : nadie concibe una educación con independencia del redescubrimiento y construcción de la dignidad la única moneda de valor real que persiste más allá de cualquiera.
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más del Saber Aunque un remoto sabio oriental escribiera de una etapa de activa quietud que permitiera a su poseedor conectar con el Cosmos, hablar de sabiduría ¿no implica hablar de una explosión epifánica en los celajes descifrables del espíritu que acoge lo más elevado y universal? Recuerda esplendores de mañanas durante los primeros fulgores del astro y la última frontera que podemos ganar en el largo trayecto: enlaza con un grado de ciencia e inteligencia capaz de deducir conclusiones de principios y de juzgar su autenticidad. Claramente, emociona que, por un sentido honesto de lo ideal, el fervor por la verdad agite dudas en las calmosas aguas de una relatividad, ¿quién no intentaría penetrar en los impenetrables de semejante hija de la razón? ¡Cuidado con la aseveración de Locke de que los que no puedan saber tienen que creer !, ¿no condenaríamos a los insapientes al humillante servicio de los sapientes?; quizá el quid radique en existir con cordura más que en descubrir sólo el filósofo capta que ni una sola filosofía bajó a tamaña profundidad por no sacar a flote las causas. ¿El precio de la sabiduría? Nadie disfrutó jamás del inconstante y pueril goce en un camino de sabiduría, ni de la estable e incontestable sabiduría en una carrera de goces; aceptemos el absurdo de que los extremos de la cadena cuelguen del dogmatismo y del escepticismo. ¿Y de qué recónditos parajes vino el amor? De una cópula inaudita de cuando los incestos no desataban castigos; con Rousseau cabe señalar he aquí el sumario de toda la sabiduría humana en el caso de las pasiones: 1. Sentir las verdaderas relaciones del hombre, tanto en la especie como en el individuo, 2. Ordenar todos los afectos del alma de acuerdo con esas relaciones . ¿Quién merece el nombre de sabio? Aquel al que las cosas le saben a lo que son. Aquel que afirma o niega en cuanto conoce, no porque otro conozca. Aquel que por poner su pensamiento a funcionar saborea el contento de http://www.letralia.com/ed_let
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los cazadores. Aquel que renuncia a una temprana conquista mental en aras de una opción futura más atractiva, ¿mantener la cabeza erguida no conlleva riesgos? Aquel que prefiere un Sócrates insatisfecho a un necio satisfecho. Aquel que alcanza su cenit gracias a momentos decisivos. No encarna algo patentado. Aquel que procede a su alrededor con unidad, plena libertad y total independencia de criterio. Aquel que destaca por su audacia en erradicar errores, no por su cautela en evitarlos. Aquel que en apenas un día percibió de golpe los derechos del hombre, ¿cuántos siglos costaron una mínima tajada de las leyes naturales? Aquel que responde a los preceptos esenciales de equidad y argumento que lucen y resplandecen de persona en persona. Aquel que consigue pactar con el material disponible y con las normas por obedecer. ¿No mide deseos con posibilidades? Aquel que hace uso de su inalienable cuota de paradojas. Cada vez que el alfarero levanta con barro las paredes del recipiente cae en la cuenta de que el vacío de la oquedad interior contiene el innegable valor de la vasija. Aquel que coloca el fin final de la existencia en llegar a comprender. Aquel que extiende su comprensión a los demás y recauda con serenidad sobrada incomprensión. Aquel que padece en silencio la condena de silenciar sus mayores realizaciones. Aquel que no identifica disgustos con desdichas, sino con ocasiones de avance; y a pesar de sus pesares insiste en paladear y meditar la vida, en mirar cara a cara a la muerte, pronto a partir. ¿No enternece el que persista con entereza en el ni trágico ni prostituido de Marco Aurelio? Aquel que admite que los misterios eternos imponen límites a sus ilimitadas ansias.
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Aquel que deja entrar al Entendimiento en su mundo lógico. Sigamos a Spinoza en que es propio de un hombre sabio reponer fuerzas y recrearse con alimentos y bebidas agradables, tomados con moderación, así como gustar de los perfumes, el encanto de las plantas verdeantes, el ornato, la música, los juegos que sirven como ejercicio físico, el teatro... . ¿No instaba el viejo Protágoras a las comunidades a que acataran los consejos de sus mejores? Por considerar las repercusiones de una buena formación, los sofistas elaboraron antes que ninguno el concepto de cultura. ¿ Si un sabio, no importa dónde, mueve un dedo con sabiduría, todos los sabios de la tierra se aprovecharán de ello ? Impresiona que lo leyéramos entonces en Crisipo. ¿Y en qué escondido lugar encontrar uno? Ya los estoicos comentaban de una rareza parecida a la de dar con el ave fénix Dante distingue a Aristóteles como maestro de los que saben . ¿Coincidiríamos en que representa un anacronismo residual de épocas reposadas en el convulso dinamismo moderno? La desvinculación de lo finito con lo infinito volvería ciega la ingenuidad, ¿no justifica la inmediatez del sentimiento?
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de la Prudencia La acepción griega del término dirige su orientación más hacia los comportamientos que a las doctrinas, ¿no diferenció Aristóteles el discernimiento de lo factible de la referencia a lo imprescindible que ni nace ni perece?, ¿no llamaron a Anaxágoras y a Tales sabios en lugar de prudentes por tratar con maravillas inservibles? Imponían un proceso de análisis que no tenía por qué marchar del lado empírico. ¿Acaso sus formulaciones magistrales no encontraban un desarrollo más lógico en el espacio de las hipótesis que en el plano de la conducta? ¡Qué sensatez la de los clásicos!: que en el bando de los amigos de la prudencia jamás surgieran los enemigos del saber, ni que de la reunión de los amigos del saber despuntaran los enemigos de la prudencia. La episteme, ¿escapa del campo de la posibilidad? Levanta sus columnas sobre la necesidad y generalidad nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera . La phrónesis, ¿no ejerce en el dominio interior de la praxis que imagina? La elección condiciona y la voluntad determina interesa su juego en escoger lo conveniente, oportuno y útil. ¿No parece complejo hallar la verdad fuera del lenguaje? tos.
Y más cuando ciertos conceptos abstractos proceden de episodios concre ¿No perdimos el recurso de entender tirando sólo de las palabras?
Contamos con niveles de inteligibilidad que únicamente adquieren sentido con la observación de lo que cada vocablo transmite. Coronar una perfección que ilumina perfecciones, ¿explicaría que Platón identificara prudencia con sinónimo de sabiduría? Cicerón insiste en que disponemos de dos dimensiones: la encarnada por la razón que juzga y la encarnada por el apetito que impulsa. Soto y Santo Tomás también mantuvieron el entramado jerárquico: lo que atañe a señorío y a subsidiario. Editorial Letralia
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¿Conseguiremos salvar la insalvable separación entre lo que no varía y lo que varía, entre la captación de los preceptos universales y el porqué de los particulares, entre lo extrínseco y lo inmanente? Los neoescolásticos equiparan ambos tipos de conocimientos, y entonces la prudencia resulta un compendio de vigencia intelectual y moral. ¡Con cuánta fortuna sueldan ambos componentes! ¿En qué influyeron los pensadores? En aliviar la decadencia de los principios en la teoría y en la práctica; teoría y práctica ¿no miden peldaños de una misma sophía?, efectivamente, sabiduría y prudencia sugieren que abramos una escalera de tijera: mientras los teóricos suben por el lado de la sabiduría, los prácticos ascienden por el de la prudencia. Con Bernardo de Claraval ensoñé un diálogo: comencé por preguntar a aquel que enseña con la autoridad de alguien experimentado y no con la de un inexperimentado. ¿Qué vergüenza esconde el saber por saber? La curiosidad. ¿Y el dar la nota? La vanidad. ¿Y el vender saber? La del negocio. ¿Qué disciplina educa mejor en el saber para edificar? La caridad. ¿Y para edificarse? La prudencia. Por instruido en cosas terrenales y celestiales ¿coloca el teólogo medieval la prudencia en lo alto de tales cimas?, ¿y tal perspectiva no ancha más que la filosofía? Desempeña el papel de guía a equidistancia de excesos y defectos: logra la ataraxia no estar turbados en el alma y la aponía no sufrir en el cuerpo . No olvidemos que quien calcula sensualidades, elige y cerca dificultades guarhttp://www.letralia.com/ed_let
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da en mente que la cumbre del placer es la simple y pura destrucción del dolor . Arrancamos de unos datos que no definen la vida ética los elementos físicos y las cualidades psíquicas ; e incapaces de proyectar el comprender adaptable y local en la condena que nos encadena a lo siempre así ¿no sorprende que exijamos estructuras argumentales que figuren más allá de lo inmediato? Por insistir en el fin que urge asumir, la visión superior trabaja para convertir en conscientes las inclinaciones, rompe con la configuración cerrada de los instintos, sin eliminar sus habilidades. De Kant aprendimos que el acumulado racional en los desahogos del deseo reflexivo reivindica que actuemos por motivos, ¿no reordenaríamos el desorden que provoca la mayor proximidad a los estímulos? Porque jamás andaríamos como es debido desde la introspección, supongamos una prudencia que admitiera los compromisos del deber con uno y con sus iguales. ¿No despertaría una generosidad y pasión por los más elevados ideales en tanto intenta tamaño arte? Gracias a que lo humano protagoniza el nexo adecuado que enlaza la órbita de los hechos con el prescriptivo debe , llegamos a la bondad de las obras, que sí importa a la prudencia de donde brotaron las demás virtudes.
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más de la Prudencia Según la concepción aristotélica consiste en el saber moral; representa algo más que una neutral tolerancia, propugna reconocer y responder a la atractiva incitación del enjambre de ideales comprometedores que vienen a nuestro encuentro. ¿Más prácticamente? Una inteligencia que gana crédito en las acciones, un recato racional dirigido a la totalidad de los ámbitos del obrar. ¿El resultado deseado? Acierto en los actos y éxito en el control de sus consecuencias. ¿De dónde proviene la tensión fundamental? Del objetivo privado de conquistar cimas en el fragor de los avatares personales y sociales. ¿Por qué tildamos a determinados jóvenes de brillantes y no de prudentes? Por brotar su saber de la experiencia de cosas concretas, no tienen aún el tiempo de su lado. A los que aprenden a ver y echan valor ¿no les sobran caminos? En la fragua del día a día, los aspirantes crecen en la plasticidad de lo que puede hacerse y de lo que puede hacerse de otra manera . ¿Qué exige la prudencia? Capacidad de investigar lo nuevo y de defender la tradición ni robots, ni faquires. ¿Siempre acabamos confesando una inconfesable fragilidad? Aunque amplía la dimensión de cada cual por tender a la perfección de sus inclinaciones, mientras larga y recoge velas en mar abierto, naufraga por falta de criterios precisos que orienten. ¿Con qué contamos? Con las circunstancias del atraque y suelta de amarres que dominamos Editorial Letralia
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nada de salvar los torrentes del Cosmos con recopilaciones de máximas. ¿Cuándo surge la angustia kierkegaardiana? Tras los innumerables cálculos, antes, durante y después de la partida. ¿Qué nombre ponemos al piloto de la nave? Eticidad, ¿acaso no vigila la conexión del deber con la conducta? ¿Hacia qué puerto bogamos ayer, hoy y mañana? A uno en la felicidad. Epicuro enseña que no es posible vivir feliz sin vivir sensata, honesta y justamente ni vivir sensata, honesta y justamente sin vivir feliz , y Kant suma el corazón alegre y luminoso de los mesurados epicúreos con el fervor de los neocristianos por la dignidad de uno y del prójimo; en Aristóteles leímos que parece propio del hombre prudente el poder discurrir sobre lo que es bueno y conveniente para él mismo, no en sentido parcial, por ejemplo, para la salud o la fuerza, sino para vivir bien en toda su plenitud : lo esencial radica en existir y en coexistir mejor, no en conocer más. Realicemos el goce más excelente de erradicar la obligación de sufrir: agradezcamos a Lutero por desplazar la atención de el contenido de lo que se espera a la estructura del esperar mismo , a la esperanza desnuda, pero ¿importaría mucho remar por remar a espaldas de una meta? Recordemos de Aristóteles que en cuanto a la prudencia podemos entenderla bien considerando a qué hombres llamamos prudentes : Aquel que convierte su trabajo en ventaja. Aquel que repite y avanza porque corrige. Aquel que procede en sus relaciones con entera significación, facultades y energías. Aquel individuo modesto, moderado, verdadero, leal, cordial y pronto a perdonar. Aquel que sirve a unos imperativos pragmáticos con la especial habilidad del diálogo y rechaza la necia confrontación. Aquel que respecto de sí consolida el patrimonio de su voluntad y respecto de los demás restringe su cuidada libertad. http://www.letralia.com/ed_let
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Aquel que guarda oculto el decidido proyecto de su búsqueda: desligarse de su dicha por respeto a su yo y al resto. Aquel que favorece la satisfacción ajena por benevolencia, ¿no lleva consigo beneficiencia? Aquel que por confiar en el destino de sus semejantes ayuda con rectitud, soberanía y pureza, ni por temor ni por placer. Aquel que sintoniza con los más desafortunados, ¿no califica de simple la distinción entre quien causa el mal y quien lo padece? Aquel que irradia el entusiasmo típico de un carácter sensible, en Diderot y Voltaire no despejan la niebla los faros de autonomía y caridad. Aquel que en la mesa de juego de los anhelos humanos señala lo más elevado: aconseja y desaconseja conforme a un fin necesario. Aquel que enfrenta el ánimo firme hasta vencer las limitaciones del mundo, ¿no enfrenta a la oscuridad del déspota la claridad del pensar?: demanda pocas urgencias y no depende de las ponderaciones y comparaciones de los que mandan. Aquel que procura restablecer el equilibrio apenas oye en el extremo de la tierra una voz oprimida por tropelías. Aquel que llega a la tercera edad armónica desde la primera edad inocente y desde la segunda edad positiva. Prudencia implica el ejercicio de la virtud como tal, la virtuosidad, sustrato de virtudes, la virtud de las virtudes, no una virtud más. No, no hablemos de auténtica virtud y prudencia por separado, ¿cómo hallaríamos la gobernabilidad de lo apetitivo por medio de la razón si no la garantizara la deliberación y determinación?, no, no basta con implantar una técnica de logros Hobbes advierte en el ateísmo un pecado de imprudencia.
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de la Justicia A pesar de que respecto de sus semejantes Montesquieu apunte que la justicia es una cualidad que les es tan propia como la existencia o la vida , Epicuro señala que la justicia no fue desde el principio algo por sí misma, sino un cierto pacto sobre el no hacer ni sufrir daño surgido en la convenciones de unos y otros en repetidas ocasiones y en diversos lugares . Trasímaco conjetura una imposición que condena a los humanos a emerger de un estado cataléptico hacia la libre necesidad de legitimar el mundo y a plegar sus conductas a tamaña legitimación, ¿necesidad igual a libertad?, ¿no coincide con Hume en que el interés por uno mismo es el motivo originario del establecimiento de la justicia ? Equivale a rectitud de la voluntad, ¿no crece en el encuentro entre limitación singular y afirmación plural?, ¿y no esperamos la larga espera del metro de Locke: a cada uno lo suyo, a cada uno el producto de su trabajo ? En ausencia de orden, la bajeza asomaría por todos lados su feo rostro, ¿o aspiramos a ignorar que el camino a la paz lo recorreremos con la disciplina del derecho?, no admitamos una paz donde no oigamos de verdaderas audiencias, donde los togados parezcan sordos y la ley una trampa con la que el fuerte humilla al débil. De Aristóteles tomamos nota de que las acciones se llaman justas y moderadas cuando son tales que un hombre justo y moderado podría realizarlas; y es justo y moderado no el que las hace, sino el que las hace como las hacen los justos y moderados , ¿ nos hacemos justos practicando la justicia , no aprendemos magnanimidad observando a hombres magnánimos ? Anhelar felicidad, con modestia y templanza ¿llevaría a Hobbes a identificar justo con razonable?, por contradicción ¿no sentenciaríamos a quien pretendiera y violara un presente que barrunta parte de un futuro? Aunque el justo y el bueno venzan la obra del diablo y de sus secuaces y alcancen cumbres más caras que los escribas y fariseos, distingamos con Ross lo justo cuestión externa de la bondad cuestión interna. Dictaminamos por disponer previamente de la noción de lo moral, ¿mantendríamos su sentido de faltar la aprobación?, según Freud justicia social quiere decir que uno se priva de muchas cosas para que también los otros deban renunciar a ellas o, lo que es lo mismo, no puedan exigirlas . ¿Achacaríamos a la caridad que no impere más equidad?, ¿no jugó en demasiadas circunstancias un papel conservador?, ¿sirvió al desarme de los explotados en sus luchas de reivindicación?, confesemos eficacias retardadas, no por eso menos auténticas, ¿por qué no empezamos de cero con una cierta uniformidad y luego vigilamos la redistribución de determinada capacidad adquisitiva?, según Santiago tendrá un juicio sin misericordia quien no tuvo misericordia; la misericordia se siente superior al juicio . http://www.letralia.com/ed_let
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En la hipotética situación pregrupal hablamos de posesiones, pero después de que los tribunales ratificaran los nudos que amarran sujeto y objeto, afloró la propiedad. Nadie disfrutaría de independencia si cualquiera emprendiera lo que permanece prohibido, ¿acaso el resto no lo demandaría a su estilo?, ¿comulgaremos con Horkheimer en que la comunidad justa constituye una meta relacionada con el lastre de la culpa? ¿Qué funámbulo de la historia aguantaría el equilibrio tras contemplar a la ecuanimidad, maniatada y arrojada a los pies de infinitas derrotas?, ¿con qué gestos acallaría protestas y resistencias en las gradas?, rescata, no construye, ¿cuándo quedaría restaurado el sistema herido?, por requerir las condiciones que propicien el noble horizonte, en la hora en que el monto de apetitos ande sometido al régimen de un hábil artesano. Gozan de voz los animales y expresan dolor y placer, los peldaños más altos de conciencia ganaron el don de la palabra y manifestaron acuerdos y desacuerdos. Nuestras transacciones elevan a justos o hunden a injustos, ¿la red que teje alma con alma no fija el espacio de lo preciso y cerca el rango de lo posible? ¿Saca más provecho lo injusto que lo justo?, vemos muy dudoso que la injusticia favorezca más que la justicia, incluso en los momentos que la intemperancia sale airosa de momento. ¿Con qué gramática conjugaría el concepto de justicia un testigo de cuánta causa injusta?, contemos con el honesto proceder de un puñado de gente y con que no tuerzan el progreso los salvajes estertores de las inteligencias tumorales de los más numerosos. ¿En extremo fatigoso?, cultiva una amarga vigencia que obliga a centrar la atención en los fármacos remediativos, porque el justo cae en la injusticia con más facilidad que los más condescendientes. El enunciado de ideales no los códigos de preceptos de las Bienaventuranzas evidencia un clamor radical hostil a la vileza, impregnado de la convicción de que no triunfará. En las afueras de místicas desconfianzas, Foot emplaza a quienes piensen que alguien puede arreglárselas bien sin ser justo, deberán decir exactamente cómo se supone que puede vivir una persona así , a vuelta de esquina ¿el resultado de los atropellos no aporta sobrados argumentos a las actitudes más desencantadas? En el mejor de los casos, el despótico percibe competidores o estorbos en los demás, sólo comprende su individualidad, frente a la opresión y amenaza ¿Sócrates no ejemplifica una admirable dignidad y soberanía? ¿Los delitos terrenales hallarán su sanción en las órbitas trascendentes?, ya lo advirtió Santiago: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos . Valdría más la pena expiar el castigo por los abusos cometidos que desentenderse del mal peor que encarnan: padezcamos los excesos antes que perpetrarlos.
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más de la Justicia La Naturaleza tira del código placer-dolor, pero los humanos no saben cómo orientar sus comportamientos por la vías de lo justo e injusto, ¿quizá la cultura extendiera demasiado su suelo?, exclusivamente ¿recibiríamos mensajes de la biótica?, urge una seria reflexión continua sobre el empeño por forzar las inclinaciones del vecino; en Foot leímos que la necesidad que hay de la justicia en el trato con los demás depende del hecho de que son hombres y no cosas inanimadas o animales . La construcción de una ciudad cabal marcha unida a la educación del ciudadano en pro de lo correcto: ¿cuándo acontecerá?, cuando encontremos los puestos por ocupar según competencia, ¿el conveniente ordenamiento, fundamento de la justicia? Marx la compara con el principio de igualdad de autorrealización: que uno a uno desarrolle su adecuada idiosincrasia en concordancia con la vivencia, ¿no ve justo por sí mismo y de siempre lo que contribuye a unos fines universales?; Aristóteles la señala virtud por excelencia: en cuanto al sujeto, ¿no restablece en sus entrañas la racionalidad de los apetitos?, y en cuanto al objeto, ¿no dirige sus pasos en favor del resto? Locke asimila justicia con un reconocimiento grabado desde el amanecer de los tiempos en el corazón de lo que corresponde a amigos y enemigos, ¿choca que la hermane con un imperativo originario?, ¿no basta con observar con qué imparcialidad saca adelante su obra el planeta?, ¿y la homogeneidad inicial de todos dueños?, entra muy dentro, mas nunca ocurrió; luego, el enunciado de si has celebrado un contrato, lo debes cumplir cambia a la fórmula de los contratos vinculan la voluntad el que un segmento de la ética, no el único, figure inserto en la mayor aportación romana, no impide que utilicemos sus parámetros para estimar situaciones y decisiones en ámbitos diferentes. ¿Pertenece la presa al cazador?, ¿lo que cada uno merece llega hasta donde llega su capacidad de merecer?, a pesar de que frente a la tentación, los tribunales procuren prevenir, enmendar, organizar y regular un colectivo y armonizar los inevitables reparos y tensiones individuales con inevitables puniciones disuasorias, no consiguen reformar la generalidad ni lo particular, ¿existe una relación lógica entre derecho y pena? Más allá del derecho, la justicia, más allá de la legalidad, la legitimidad: cualquier alcance que imprimamos a tal concepto parecería incompatible con el de abuso, ¿no encarna el equivalente amplio de la idea de justicia? Aunque el arte de lo posible se apoye en la justicia, quizá por no tener meta, la política no tiene porqué tener por meta el bien, ¿acaso ganaría por emanar de instituciones representativas o perdería por dictarlo regímenes no democráticos? ¡Ojo con buscar la perfección del mundo con una doctrina!, provocaríamos el peor de los desastres por culpa de resolver de antemano cuestiones muy deli-
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cadas sin contar con los anhelos que palpitan en el pecho de unas criaturas morales. Por constituir los juicios expresiones de sentimientos, no cabe argumentar a la manera científica con sus apuestas de verdad o falsedad una teoría que lo pretendiese confundiría. Por semejantes que opináramos las condiciones ¿el examinador lograría colocarse en las circunstancias del examinado?, probablemente caeríamos en el análisis de su proceder con los sanmigueles y luciferes propios, ¿importaría mucho que lo abordáramos con distinta fortuna?: salvaríamos a nuestros héroes con la derrota de los ajenos, y negaríamos a nuestros demonios mientras afirmamos las idas y venidas de los extraños sólo quien induzca a cuidar del espíritu encumbrará a sus paisanos a la ecuanimidad y felicidad. En el estado más primitivo reinó una cierta consonancia, la experiencia en grupo vino a desquiciar el mítico equilibrio con las disciplinas más corruptas basadas en simpatías o antipatías que condujeron al disparate, ¿qué esperar después de que las condenas arranquen de aprobaciones o desaprobaciones subjetivas?, ¡y en qué poco influía el daño producido!, ¡qué tiranía más atroz, huraña, pobre, sórdida y bestial padeceríamos al socaire del engaño de comités embusteros! ¿Volveremos a gozar de la tranquila oportunidad?, del brazo de la ley con sus dosis de considerandos, de clemencia y de escarmientos que garanticen el elevado hacer de la justicia, ¡qué palabra tan de boca en boca y con significación tan indeterminada y difusa!, ¿las infinitas interpretaciones de las normas no lo atestiguan? La persona, ¿no corona su dignidad en el momento en que renuncia a una parcela de sus exigencias y rinde su soberanía a la ley que le ofrece protección? Critias aseguraba que un carácter noble es más seguro que la ley . Y de identificar con Hobbes lo justo con lo lícito dejando de lado lo equitativo de Aristóteles ¿no implicaría que la justicia consistiría en velar por lo estipulado?, ¿calificaríamos de honestas las empresas que no conlleven ruptura de compromisos?, no, mejor definamos lo deshonesto por el quebrantamiento de los pactos. ¿Anda el justo atado a los preceptos?, le guían las brisas que soplan con entera suavidad y libertad, no lo veremos sometido a temores y servidumbres. Locke apunta que nadie en la sociedad civil puede ser eximido de sus leyes , Hobbes y Pufendorf coinciden en que permanecen conectadas ineludiblemente a una causa superior, y difieren en que uno esgrime constreñimiento externo castiga las acciones y otro obligatoriedad interna atiende a intenciones ; ¿ambas perspectivas no exhiben la jerarquía dinámica de lo creado y recreado sancionada por la medida que gobierna el Cosmos?: Santo Tomás dice que Dios instruye con la ley y ayuda con la gracia.
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del Amor Más allá de los hechos endurecidos por el pasivo destino consumido, por la fatalidad ciega, por el finalismo y por los engranajes causales, las fluidas imágenes de materias inmaterializadas y de inmaterias materializadas evolucionan con andares más indefinidos, el pensamiento no logra fijar los estados de conciencia, ni cómo entran en sintonía. Ya que pretendemos entrar en contrastes de cualidades y no en una cuestión de más o de menos, aprendamos a diferenciar entre goces nobles que contentarían a criterios correctos y deleites bajos que embrutecerían, entre felicidad de veras y simple satisfacción ¡qué triste el espectáculo de la pluralidad exterior por ausencia de conformidad interior! ¿Qué ocurre con los aspectos de afuera cuando compartimos el amor? Desaparecen por completo. ¿Y con los de adentro? Cada uno expresa el suyo y descubre en el otro la puesta en escena de su afecto y no el producto de un efecto. ¿De qué hablamos? De almas y cuerpos que alimentan una solidaridad similar a la de música e instrumento, de una perfección de la voluntad que apunta a lo que es , tal como es , y no de modo distinto, que no demanda lo que aún no es por esa imperecedera vía acertaremos con la realización personal, lejos de traicionar esencias. En lugar de mariposear, meditemos en la sustantividad más seria: gracias a un ejercicio de libertad en medio de tanta necesidad, el querer más profundo se quiere a sí mismo y encuentra en sí mismo la necesidad de quererse, una necesidad que necesita construir su necesidad, ¿el alud no enriquece su fama a medida que crece?, ¿no arrastra a su paso un inmenso cortejo de recuerdos?; si significara mayor rotundidad, cabría que intentara sustraerse a su exigencia de incremento, pero parar implicaría una imposibilidad: abdicar de su idiosincrasia. Generación tras generación ¿por qué vamos dejando atrás una estela de semejantes? Quizá perpetuamos yoes efímeros por subir en la escala de los amantes. ¿Insistimos intensamente por creernos abocados a batallar eternamente?, ¿a lo que juguemos ahora comprometerá la propia eternidad? Editorial Letralia
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No importa: el amor continuará recreando a sus recreadores la belleza anima en los desalientos. Bullen oscuros borbotones en el fondo de las conciencias, ¿bombas de retardo que explotan en todas direcciones?, en el embate de la hostilidad primordial que generan ¿qué sentido tiene el absurdo mandamiento de amar al prójimo amigo o enemigo igual que a uno mismo?, el que a los inconfesables impulsos se impongan resistencias, ¿obstáculos de mecánica oculta que operan en un dominio donde domina el caos a condición de superar lo negativo?, el sino tuyo y mío depende de las posibilidades ganadas a la educación recibida y procurada, ¿y cuánto no perdería el imprudente que aplicara el precepto cristiano? ¿Acaso con amor no aliviamos los sufrimientos que padecemos por causas adversas?, ¿no dejan de servir de argumentos contra la vida?, compensa considerar un placer que vaga por caminos de dolor en un mundo que gira sometido a la acción combinada de dinamismos que tienden a unir y a desunir, ¿el Bien y el Mal de Aristóteles?, a tamaño hijo de Conquista y de Pobreza ¿extraña que lo noten extraño?, recordemos el mito de las dos mitades que se buscan mutuamente para volverse a juntar, el que los demonios dividieran por castigo a las primitivas criaturas compuestas de hombre y mujer ¿no apoya a Aristófanes en su tesis de que el amor revela insuficiencia?, ¿la insuficiencia que esgrime Sócrates en el deseo de algo que carecemos y de lo que precisamos? Podemos abrir las ventanas del distanciamiento, ¿y por qué no franqueamos las puertas del acercamiento?, Freud ve la salvación en que los arrestos positivos del sentimiento levanten alas sobre las fuerzas regresivas del instinto, ¿a qué plantear una euforia de desgarros mutuos ahítos de infortunios por pequeños beneficios? ¿Depende el amor de la inteligencia? Su heredero: la sabiduría nace de la razón y de ambas el amor. ¿Dónde situar los nortes de amor y entendimiento? En la verdad. ¿Qué relación aprueban con su objeto? El amor mantiene la de identificación en la unión, el entendimiento la de identificación siempre en la separación. Después de Erixímaco ¿quién dudaría de que un hálito cósmico determine la armonía de los fenómenos en humanidad y en naturaleza?; aunque mejora a los hombres, Pausanías divorcia el eros vulgar carnal del eros celeste espiritual , ¿con una manumisa elección de dueños acariciamos la idea de no soportar http://www.letralia.com/ed_let
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el penar que penan los esclavos? Según el proceso descrito por Platón en Fedro, de la contemplación de los encantos tangibles progresamos poco a poco hacia la de los esplendores intangibles reflejos del Bien. ¿No aseguró Plotino que terminaríamos por dar con las auténticas sendas del retorno al Padre en la virtud, en la música, en el amor y en la filosofía?; en cambio, Bernardo de Claraval prescribía que los vínculos temporales cederían por pura obediencia ascética a las disposiciones intemporales. De manera análoga al tacto, al gusto y al olfato para las cosas sensibles ¿no deberíamos suponer una lógica que regule el trato con Dios, un conocimiento experimental de la realidad metafísica?, Proclo asevera que con su práctica, el frágil individuo no naufragaría en olas divinas.
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más del Amor Ciertamente, el alma exhibe dos maneras principales de expresión: la razón y el amor; preferimos los otros a nosotros a pesar de que no encontremos razón alguna, ¿no conquistamos el amor con creer en su verosimilitud?; por observar una vida adecuadamente vivida experimentamos el contento de probar suerte en el amor, ninguna razón restaría intensidad a la más íntima exaltación del alma, ¿acaso no favorece a los que padecen la honda pasión?, la lengua judía emplea idéntico verbo para conocer y amar. El compromiso de pisar la arena del mundo por la imprescindible colaboración mutua emancipa de la esclavitud del pasado, cambia lo que fuimos en lo que procuramos que fuera, significa condición de conducta comunicada al alma, ¿quizá la auténtica regla de comportamiento?, la del ser-para-los-demás que impele decir-sí a la totalidad del existir, ¿sorprende que sople en el sitio e instante que le apetece? Scheler señala que consiste en comprender suficientemente una individualidad modalmente diferente de la mía, en poder ponerme en su lugar, aun considerándola como distinta y diferente de mí e incluso mientras afirmo, con calor emocional y sin reserva, su propia realidad, su propio modo de ser , ¿no hablará de una armonía de protagonistas con análogos derechos, donde las partes se pertenecen?, ni deber, ni imposición, ni punto más próximo al absoluto que lográramos tocar, ¡por Venus!, por esa tendencia a buscar en el infinito la conexión más completa ¿los pretendientes evidencian tanta insatisfacción en sus andanzas? Amamos por mor de que las cualidades del de enfrente fijan la posición frente a él, no por sus cualidades; el misterio aparece en la forma de un tú a quien incumbe un yo al que no acostumbra a rehusar por temor a desaparecer, ¿y si los genios garantizaran la continuidad y prosperidad de esta o aquella especie con flechazos y frenesíes, la elección privada no resultaría menos privada? Aunque Stirner aclarara que también amo a los hombres, pero los amo con la conciencia del egoísta, los amo porque su amor me hace feliz, porque el amor está encarnado en mi naturaleza, porque así me place , no ignoremos que una ley obliga: Altizer apunta que la deduciremos de la dinámica dialéctica, no de la estática de filósofos y doctores. Por coronar la mayor elevación imaginable y desechar sus etapas inferiores, el amor dirige sus pasos necesariamente al núcleo de un sincero propósito de entrega, derriba barricada tras barricada y sella la paz de sujeto con objeto: Scheler asegura que solamente a través de la inteligencia transida de amor hacia la persona en su fuente originaria central, se nos hace posible la intuición de su ideal e individual esencia valiosa , y Russell, que la renuncia guiada por el saber altera los deseos y minimiza las ocasiones de conflicto.Por abandonar las festividades terrenales, el asceta consigue mantener
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la máxima desgana: el áspero juramento de castidad lo descarga de la cardinal resistencia a la ruina del cuerpo; ¿y de soltarle los frenos a Eros?, convertiríamos en impracticable el más nimio encaje pacífico del sistema social, la soberanía del trabajo acabaría en crisis, ¿quién soportaría los fuertes tirones de las osadías del goce?, ¿ni siquiera los poetas rozan los indicios de lo sublime? Cuando una causa externa suscita alegría o tristeza, desnuda las agitaciones que figuran en el peldaño más alto de la perspectiva intencional; a los ejercicios espontáneos de amor y odio les corresponde ampliar o restringir la región que tratan antes de que entre a saco la presunción sentimental: ambos suelen actuar sobre un determinado aspecto, por contra, el proceder depende de una multiplicidad de aspectos, ¿con el aniquilamiento y rendimiento no denunciamos que los débiles integran la argamasa fundamental del edificio de todos? Entendemos por justicia el primer grado de la oscura admisión de un consenso general; por compasión, la percepción del dolor ajeno patente junto al de uno ; por bondad, un escalón más arriba; pero apenas el interés desinteresado alcanza la cima marida los destinos, su capacidad de fusionar lo separado y de conservar la variedad y riqueza de la separación ¿no explica su superioridad? ¿Conviene ir más allá?, del brazo de La Rochefoucauld asentimos a que en el desprecio que los grandes hombres han tenido por la muerte, es el amor a la gloria lo que les nubla la vista; en el vulgo tal desprecio es un efecto de su escasa inteligencia , y del de Nietzsche apostamos que los vastos problemas rechazan el desapego de los que tienen sangre de rana ; Peirce ve en el amor de la humanidad el producto cumbre de la evolución inmaterial, ¿no encarna el pensamiento capital de la moral cristiana?, descubramos su raíz en el concepto de magnanimidad acuerdo de mi decisión con una aspiración extraña. Ficino destaca el brote indeliberado de la libre voluntad, el medio de la ocupación mediadora del alma, no duda de que en la organización de la mente halle su culmen el lazo de la historia; Leibniz deja constancia de que cuantas más razones da uno de su amor, más ama a Dios... La función suprema de nuestro espíritu es el conocimiento o, lo que es lo mismo, el amor del ser más perfecto... ; con Maine de Biran llegaríamos hasta los orígenes, mereceríamos el pleno afecto con los años, ¿cabe desesperar de la anhelable automanifestación de Dios?, Spinoza advierte de que la bienaventuranza consiste en el amor a Dios . De Robinson aprendimos que el amor constituye la última morada del Cosmos y Dios; de León Hebreo, tomamos nota de que un doble proceso fluye de Dios a las criaturas y de sus criaturas a Dios, ¿igual que el campesino empareja los olmos con las parras?; de Hegel, que instruye el gobierno divino en cada uno de los suyos y en sus comunidades, ¿no unifica al Padre y al hijo y unifica a los hijos?; y de Bonhoeffer, que en su exigencia reside la única reconciliación asequible de cualquiera con Dios, con sus semejantes y con su interior. http://www.letralia.com/ed_let
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de la Amistad Por encima de los lazos de sangre, del hogar, de la tribu, despunta una mirada diferente, un curioso entendimiento que rebasa el corto alcance de los intereses inminentes, y que lleva a profundizar de una nueva manera en la aceptación y querencia mutua. A modo de síntesis de cercanía y lejanía, Kant propone que la amistad es la unión de dos personas a través del mismo amor y respeto recíproco ; no, en absoluto cabe aplicarla a lo inanimado por ausencia de biunivocidad: un artesano y su herramienta apenas cuentan con los frutos del uso. ¿Kant y Hume no asumen que constituye una relación privada?, evidencian la estupidez de que discurriera por los cauces peculiares del discurso público; y más tarde John Stuart Mill deja por escrito que los sentimientos suponen una fuente de alegría interior, de placer comunicable e imaginativo que podía ser compartido con todos los seres humanos y que no tenía conexión ni con la lucha ni con imperfecciones de ningún tipo, sino que se enriquecía mediante cualquier mejora física o ambiental de la naturaleza humana . La entrañable fraternidad colma los poemas homéricos, la lírica, el teatro, los diálogos; la condescendencia en el Jardín de Epicuro gestó fama en el orbe clásico por su exquisita nobleza, de todo cuanto la prudencia nos ofrece para la felicidad de la vida, lo mayor es, con mucho, el logro de la amistad , ¿no danza y danza en torno al planeta a la usanza de un heraldo?, ¿no anuncia a los oídos atentos que despertamos del limbo a la dicha? Desde que aprendimos que los afectos radican en la voluntad y que circulan según la gracia creadora o según la gracia reparadora, emprendimos la andanza de concertar encuentros por los siglos de los siglos; y aunque en los órdenes entran en juego amistad y justicia, donde reinó la amistad ¿quién demonios echó en falta la justicia?, y donde mandó la justicia ¿cuántos no clamaron por la amistad?, no en vano en amistad de igual cantidad figura en primera acepción y acorde con el mérito en segunda, mientras que en justicia consta al revés: en primera brinda acorde con el mérito y en segunda de igual cantidad . Durante la blanda infancia, las pasiones dulces brotan del tráfico de ternuras con los pacientes cuidadores, luego se extienden año tras año a las distintas relaciones que establezcamos con los demás. El rápido anhelo de familiaridad ¿no contrasta con el tiempo preciso para confiar y aparecer como objeto de confianza?, no es posible conocerse uno a otro antes de consumir juntos la cantidad señalada de sal ; satisfaga lo que satisfaga y duela lo que duela, cooperamos en la aprobación o censura que desembota poco a poco el proceso, ¿tensas cuerdas trenzadas?: oscilamos entre labrar complementariedades definitivas y ahondar en el angustioso miedo kantiano de esconder las armas a los incondicionales de
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hoy por el acaso de que mañana surjan enconos. Al meditar en la edad madura miramos a las vidrieras catedralicias, y admiramos cómo ayudan los gigantes a subir a hombros a los pequeños, ¿no vemos más lejos que sus horizontes?, ¿no enseñan a caminar con los pies de uno?, la camaradería prende con abundante luz, nunca en áreas oscuras. ¿Qué inclina a perseguir compañías?, salvamos la suficiencia de un exceso de valoración con el descubrimiento de perspectivas que rompen la estrechez habitual, el pensamiento que se piensa conquista inéditos perfiles de reflexión con la práctica del pensamiento solidario, ¿no observamos con más facilidad al prójimo que a nosotros y a sus acciones más que a las nuestras?, por marchar juntos crecemos en capacidad de actuar, ¿no implica admitir una afinidad o lo opuesto?, los que promueven la afirmación del yo por la repetición en el tú cuervo con cuervo y los que representan la alteridad por compensación de lo que por el momento no abarcan la tierra corteja la lluvia , ¿no dijo Empédocles que lo semejante insta a lo semejante?, ¿no convienen los alfareros rivales de la Ilíada?, Heráclito pronostica que la armonía superior resulta de los contrarios: pobre con opulento, ignorante con sabio. Francamente, ¿necesitamos de la amistad?, contemplamos el bien en singular y pretendemos hacerlo fluir en un espacio plural, ¿no conseguiremos recanalizarlo sin que tienda en exclusiva a las apetencias más egoístas?, con los sucesivos intentos por reducir en el trato libre bastantes amarguras ajenas, disminuimos una ancha porción de la más grave enfermedad universal. Tamaña excelencia ¿no rellena, fecundiza y redime el vacío esencial con origen en la carencia de tantas y tantas consonancias sinceras?, ¿aspiraría alguien a poseer demasiadas cosas a cambio de una terrible soledad?, cada uno nace vinculado a la coexistencia, su medida coincide con la medida de su disposición a experimentar, ¿no calibra con sus inseparables el propio calibre?, nada de mero rebaño animal que pasta en el llano. Resta preguntarse con Kant si se puede ser amigo de cualquier hombre . ¿Qué motivos bullen en el corazón que impulsa a procurar la ventura de unos?, los puramente sociales de atracción o indulgencia o los semisociales de la amistad o reputación; a pesar de su intrínseca deseabilidad, la amistad emana de lo que ganamos, amamos a uno por sus cualidades y virtud, a otro porque es útil y nos sirve, a otro porque es agradable y nos causa placer , no es verdadero amigo el que busca en todo la utilidad, pero tampoco el que jamás la une a la amistad , un hombre llega a ser amigo cuando, siendo amado, ama a su vez, y esta correspondencia no escapa a ninguno de los dos : uno considera en sus íntimos, lo saludable para uno, ¿qué exigir de una lealtad y con qué derecho exige una lealtad? La escasa y deficiente educación emotiva cava cimientos muy frágihttp://www.letralia.com/ed_let
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les, ÂżsoportarĂan entusiasmarse con un programa de saneamiento global y abstracto?
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más de la Amistad El Aristóteles que inscribiera convivir en percibir juntos , describió la amistad como acto de percepción de la vida , ¿no apuntó que andaba por los atajos de la indulgencia, del pacto, de la prosperidad, del equilibrio y de la política?, ¿y con los acuerdos, no guardaba ciertas afinidades?, el único refugio en las inclemencias de los infortunios asume la suma de solidaridad y estima. Semejantes vínculos arrancan del placer, de la utilidad o del bien: los dos primeros brotes padecen del vicio de lo accidental y decaen apenas cesa el deleite o la ganga, el tercero encaja con lo de verdad perfecto, ¿acaso no la vemos estable y firme por enraizar sus raíces en la naturaleza de los que la contraen? De Epicuro aprendimos que el hombre bien nacido se dedica principalmente a la sabiduría y a la amistad, de las cuales una es un bien y la otra inmortal; de todas las cosas que la sabiduría procura con miras a una vida feliz nada hay más grande que la amistad, nada más rico ni más grato , ¿queda claro que el gustar casa con afección y la amistad con disposición? ¿Qué entendemos por simpatía?, un mecanismo mental que transmite condescendencia momento a momento, ¿y dónde diablos radica su parte predominante?, en una agraciada conexión de ideas a través de la imaginación; Scheller la concibe coincidencia emotiva, estructura fenomenológica y metafísica que implica una reciprocidad capaz de asegurar plenas autonomías y horizontes de comprensión. ¿No logramos probar más que los pensamientos de uno?, por tradición y ambiente ¿no empezamos por convertir en propios los ajenos y luego conseguimos poco a poco deslindar los extraños?: captamos las pasiones del de enfrente exclusivamente por sus causas y efectos, por conjugar empeños de ambas orillas ¿no franqueamos el paso a una impresión paralela?, me doy cuenta de que redundará en mi provecho el que deje gozar a otra persona de la posesión de sus bienes con tal de que esa persona actúe de la misma manera conmigo. También el otro advierte que una regulación similar de su conducta le reportará un interés similar . ¿En qué se basa la simpatía?, en la notoria distancia que va de intuir un asunto interno a experimentarlo: representa una función expresiva, no un estado, ¿por compasión acabaremos por sufrir el dolor colectivo y por ampliar sus consecuencias? Dibuja y funda diferentes yoes: no la supongamos ni simple hecho psíquico que conllevaría una identificación mutua ni gregaria imitación y repetición de cuidados, encariñamientos, tendencias y propósitos contagiosos que dificultarían la interpretación del resto en cuanto distintos. Independiente de las molestas conveniencias privadas, su carácter específico viene anunciado por la consideración general del objeto, ¿la venganza no lleva a olvidar el bolsillo?, ¿y
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sorprende que lo encare una inclinación más noble? A pesar de sonar a música, la simpatía no suena a amistad por tocar en silencio y entre desconocidos, ¿cabe que anden bastante próximas?, si prolongáramos sus atenciones posiblemente confluirían. ¡Qué mancas las complejas correspondencias por simpatía!, bailan, oscilan, huelgan y atemperan, ¿y en los impalpables lazos que despliegan las piedades y alegrías, no proceden de forma pasiva e inespontánea?: nuestros pálpitos tintinean con el campanillear de los demás; ¿qué fronteras separan?, las ataduras que establecen ponen e imponen sus límites, ¿con qué rebasaríamos el cómodo trato que calificamos de periférico?, con la irrupción del amor: propende a lo más elevado y tira por la borda lo inferior. Bentham apuesta por expandir el sentimiento de desprendimiento y por criticar abiertamente la ñoña voluntad defectuosa y condicionada que impide anchar el estrecho círculo de los caros aprecios. John Stuart Mill vaticina que el progreso moral evoluciona en la dirección de cubrir una simpatía tan extensa y profunda como creyéramos deseable, ¿llegará el tiempo de la esperanza en que satisfagamos por igual a cada humano que pueble el planeta? Aunque la inmensa mayoría preferiría practicar el camino recto sin recibir un ápice a cambio, no obstante, elige cobrar frutos, ¿no buscan los deudores que desaparezcan de sus alrededores los acreedores?, en las horas más aciagas ¿no salvan los acreedores a sus deudores?, el que los favorecedores festejen más a sus favorecidos que al revés, ¿por qué hiela la sangre?, velan por recoger el agradecimiento que nadie pretende devolver, ¡cuánto embriagan los agasajos aduladores!, ¿los que están en desventaja no fingen amar y no ser amados?, juran que rebañan lo insignificante, ¿no regatean más y más su valor? Bajo el fuego graneado de la pertinaz lucha intentemos implantar modelos que sometan esa vieja hostilidad de preceptos con origen en una hipotética unidad: estemos del lado de Berlin con mejor que la gente tenga opiniones equivocadas a coaccionarla para que tenga opiniones correctas y lejos de Schopenhauer mientras diga de Hegel charlatán pesado y necio , de su sistema bufonada filosófica , y de su discurso que recuerda el delirio de los locos . Iniciamos compañías por virtud, pero durante el choque de los privilegios reparamos en las disparidades que exaltan y oscurecen en el caos a la conciencia. Según sintamos más la contradicción irresoluble del reducido haber circundante y de los vastos anhelos individuales, crece la penosa debacle de siempre, ¿no comienza así el deterioro de esta o aquella proyección superior? La belleza y dulzura embrionaria quizá surjan en la abundancia, donde no asome el fantasma de la escasez, ¿quién apoyaría a quién, en lugar de defender sus aspiraciones?, las tensiones de lo real terminan por destruir las relaciones que no contemplen http://www.letralia.com/ed_let
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tamaña barrera. ¿Con qué armas combatir?, ¿con la violencia?, en sus ensañamientos, el enemigo hunde colmillos, ¿no observa los desgarros en su carne?; ¿y cuando el conflicto amaina?, los excesos huyen y acontece el peor de los azotes: la calamidad de no soportar ya ninguna calamidad que alivie con su dolor las ásperas biografías. La frase de Sócrates mis queridos amigos, los amigos no existen delata una desconfianza hobbesiana.
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del Consuelo Tras casi un siglo de división imperial y antes de que cayera el postrer emperador de Occidente, surge la estampa de un cristiano que separa del cristianismo las expresiones tradicionales, concilia fe y pensamiento y elabora con nuevas imágenes y vocabulario una moral puramente racional. ¿Severino Boecio acusado de magia y conspiración?, ¿no le cautiva en demasía la autoría pagana?, ¡mira que hablar de nuestro Lucano !, ¿de qué manera armonizar los caprichos del azar con la apuesta del Hacedor? Con aquel que puso migajas de Aristóteles en hartazgos de platonismo, abogo por la satisfacción que produce proceder de acuerdo con una conciencia ordenada en trincheras descubiertas, ¿no maravilla su valentía frente a una condena de balanza trucada y sus arrestos por destilar coraje de una lastimosa fortuna?, persistía en su entereza cuando desistía de enmendar los acontecimientos y en cómo orientaba su andadura interior. En los aciagos días de escritura penitenciaria, su voluntad creadora operaba del modo en que la luz engendra el resplandor de la mente: con Hugo de San Víctor diferencia lo intelectible de lo inteligible, lo no sensible ni semejante a lo sensible de lo que tiene relaciones de semejanza con lo sensible sin ser sensible. Aquel a quien Abelardo llamó el más eminente de los poetas latinos alternó páginas en prosa recia y densa con metros de diversas métricas quizá el que la poesía fuera teología significaba que el Salvador estableciera contacto con los hombres gracias a unos versos. Para que La consolación de la filosofía encumbrara cimas señeras, varios importantes tributarios tuvieron que contribuir a la botadura de tamaña obra: de los estoicos subraya la Providencia, de Platón aprovecha el concepto de Sumo Bien, de Aristóteles enseña a la divinidad como el Motor Inmóvil, ¿cabe ocultar la inspiración del Protréptico ?, y algo deberá a que Crantor de Soles inaugurara su género literario con Sobre el duelo . La figura ecléctica que simboliza el último representante romano y la primera cara escolástica, ¿no hallaría seguridad en su empeño testamentario?, de su brazo llegaron a la lógica del medioevo los silogismos categóricos que exigen el áspero argumentar matemático y los hipotéticos de galeno que discuten asuntos del calibre de ¿nos guía un destino? , ¿y los dioses? , desde entonces ambas propuestas compartieron el cuerpo de las estructuras de Aristóteles. Resulta admirable la posibilidad que brinda a los europeos del VI de aproximarse al Estagirita ni aguarda a que Avicena lo ofreciera al pueblo musulmán, http://www.letralia.com/ed_let
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ni a que San Alberto Magno lo mostrara en el XII desprovisto de la calificación de cosa extraña que le atribuía la ortodoxia , ¿qué lee Casanova en su prisión veneciana sino el libro más estudiado en lo que va del IX al XV?, y los desahogos que Séneca redactó, ¿no le ayudaron a admitir su suerte?, los momentos de Tiberio, Calígula y Claudio prepararon el de Nerón. No obstante, uno mismo supone su propia recompensa, no interesa la simetría, ¿los espíritus superiores dejarían de llorar delante de unas ruinas? Buscamos consuelo levantando templos que revelan gravedad y resistencia, Schopenhauer cree que insistimos por creernos un sueño, ¿pertenece tal escudo a los dominios de la razón?, ¿quién lo encontraría en pasillos donde no recibe más que pisotones?; ¿por qué no optar por la piedad hacia el prójimo?, encarnaría un esfuerzo bastante particular, ¿por qué rehusar la perversidad si aprendimos a disfrutar con el dolor ajeno?, no aportaríamos alegría al Universo: el querer oscila entre los estados de sufrimiento de necesidad y hastío. Del nacimiento al fallecimiento, el mundo parece una tragedia y detalle a detalle adopta el aspecto de una comedia, ¡qué ardua lucha contra la visión de lo absurdo!, y, por encima de todo, la muerte es la gran ocasión de no ser ya yo , ¿una vocación de soledad no toma asiento en los cruces de calzadas?, medita con serenidad en el terrible abismo y obtiene una calma distinta de la fugaz estética. Rechaza el suicidio por su naturaleza negativa: manifiesta que desecha gozar de los males, no el horror por ellos, ¿bellacos y desesperados no afirman la existencia experimentando con sus inclinaciones?; señala el carácter noble en la persona que acepta incondicionalmente su papel de simple medio en pro de una meta objetiva no criminal, ¿no entristecen los enajenados con pérdida de las dimensiones reales del tiempo?, porque muy poco consta a los pies del tiempo, se aferra a conocer y no a permanecer, emplea su disposición de ánimo en conseguir el fármaco de las composiciones eternas, ¿no nos sacan de tanta locura inserta en cada instante?, ¿qué soluciona la destrucción de humanos? Aunque nada escape al orden de las causas, ganamos en libertad a medida que abandonamos el círculo por habitar su centro, sigamos a Séneca en que en la adversidad hay que elegir el camino temerario , ¿y en caso de que la verdad no tuviera forma de escalera, lograríamos subir de lo cercano palpable hasta la contemplación?; nadie justificaría que los sabios dependieran del insano comportamiento de unos desalmados con poder, ¿acaso sus carceleros giran con la octava esfera o gobiernan las idas y venidas del Nilo?; ¿los sentenciados sopesan huir o la conveniencia de salir a un manicomio mayor?, Juvenal esclarece la situación, citemos la acción más vergonzosa, el ejemplo más infame, que siempre habrá aún peores . A la calamidad teatral de vivir, Schopenhauer responde con Editorial Letralia
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un consuelo también teatral: el de la música, ¿la música?, sí, por su generalidad y rigurosa precisión cobra una altura que medica y consuela.
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más del Consuelo Zenón escribía: uva verde, uva madura, uva pasada; todo se transforma, no para pasar a lo que no es, sino para pasar a lo que ahora no es ; pronto el olvido de las cosas, ¿y pronto el olvido de amigos y enemigos? Por el latido de ayer palpitamos hoy, ¿no tienta en las horas bajas el machadiano nadie es más que nadie ?, con orgullo auténtico y honroso intervenimos en el proceso de la epopeya del hombre, ¿llamamos a tal intervención usar de la voluntad?, fecundamos y condicionamos sus consecuencias, no sólo recibimos. Séneca señaló que el destino conduce a quien consiente y arrastra a quien no consiente , ¿y por qué lloramos?, ¿porque concluyó nuestro papel?, dejemos sitio sin rechistar a las jóvenes generaciones. Confiemos en que vamos a algún punto o la angustia kierkegaardiana del fortuito futuro nos paralizaría; mezclemos las manos con el cristal de infinitas fuentes y recordemos cuando pisábamos con pie ligero unas hierbas tiernas; bañemos la palabra en el frescor de los torrentes, ¿no conseguía Antifonte llevar al paciente a una ataraxia preepicúrea?; retocemos con el viento sublime de esos parajes desiertos y escuchemos los silencios de su soledad. En el momento de regresar a la aurora de la que aceptamos el primer préstamo, deberíamos devolver el alma más elevada de lo que la recogimos, nada de enseñar espaldas ni de ocultar nada; tengamos presente que la insignificancia no mengua dignidad: te mantuviste en el mundo como parte. Serás absorbido por lo que te engendró, o mejor, recibido mediante una transformación en el logos que te produjo . Escojamos: o resistir a los mordiscos adversarios o ignorar más de la mitad de lo que ignoramos, ¿desventurados por no apechugar con oportunas desventuras?, ¿quién nació impunemente?, ¿de qué manera conoceríamos la fuerza con que aguantaríamos los reveses? La fortuna teme a los intrépidos y acosa a los pusilánimes, entonces ¿a qué vienen las quejas por un puñado de dificultades y peligros una pizca más candentes?, socorre una cierta esperanza teológica en los fines y en la fidelidad a los valores de humildad y calma. ¿Y qué intentar frente a la indiscutible intuición del siniestro cóctel de calvario, amargura y hastío abominable de la existencia? Por detrás de su apariencia de negatividad hermanemos limitación con emancipación, digamos no al pesimismo hobbesiano de una humanidad que tiende a la autodestrucción apocalíptica; en ágapes indigestos cumplamos con el cometido de gustoso comensal y fundemos las instancias más dislocadas; ¿optaríamos por una salud completa a cambio de no experimentar dolor?, equivocar búsqueda con agrado próximo constituye un fallo teórico demasiado escandaloso: no coloquemos el summum bonum encima de un soporte así. En épocas de ofuscación y somnolencia, no suframos de culpabilidad por no echar el freno: de no provocar los ambiciosos la decadencia, los pérfidos http://www.letralia.com/ed_let
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desencadenarían el desastre, ¿a qué entrar en nombres?, una cascada siempre igual aunque nunca rueden las mismas aguas; ¿de dónde brota lo que alienta a un coraje exhausto?, ¿y esa voz que urge al que reivindica yo también lucho contra la asfixia general ? ¿Superaremos el exceso de perplejidades morales que relatan las crónicas?, abandonemos el astuto rincón de lo abstracto y ganaremos en paz, basta con basar en la honesta conciencia lo que hacemos. De San Agustín aprendimos ¿qué más tuyo que tú..? ¿Y qué menos tuyo que tú, si eres de otro lo que eres? , y de Spinoza, en la pasión soy dominado, pero libre si me determino según razón ; ¿que te tildan de salvaje rousseauniano de las ciudades?, ¿no saboreas la máxima independencia respecto a las normas sociales establecidas? El que quiera salvar su identidad en detrimento de su propia importancia correría con la desgracia de acabar con sus huesos en un gueto y el que quiera salvar su importancia en detrimento de su identidad correría con la desgracia de quedar engullido en la vorágine, ¿por qué vía defenderíamos simultáneamente identidad e importancia?, ¿con más desvergüenzas de crucifixiones en las agonías de más Gólgotas?; no prescindamos de una cumbre más, ¿no favorecen los pioneros que las escalan a sus semejantes?, el que padece parece vencedor, no vencido, jamás vencimos la gloria del vencido, ¿por qué una casta de tan pocos trabaja tanto por llegar en vez de divulgar las alturas conquistadas?, no imitemos a los indios de Luisiana, que en cuanto pretendían un fruto, arrancaban el árbol. La muerte no goza de consuelo, caduca el reino de la posibilidad de levantar un edificio que trascienda, ¿no votaría Aquiles por servir en casa de un pobre en lugar de mandar en el reducto de los cadáveres? La filosofía prefiere certezas terminales a los progresos del sabio, ¡qué estulta por presumir de los desplantes de Lucifer!, ¿dónde ubicar la noticia pía de una verdad creíble?, acompañemos a Montesquieu en que los que afirmaron que todos los efectos que vemos en el mundo son producto de una fatalidad ciega, han sostenido un gran absurdo, ya que ¿cabría mayor absurdo que pensar que los seres inteligentes fuesen producto de una ciega fatalidad? . El entregarse de modo desbordado ¿no deriva de un misterio que tira desde más allá del prójimo?, lejos de distanciamientos ascéticos, midamos la tensión entre el egocentrismo y la apertura de unos enfermos capaces de inspirar consuelo a los demás. La respuesta adecuada impulsa a sobrevolar lo eventual de las pequeñeces inestables, de los numerosos granitos de arena caen antes o después e invita a admitir a Dios en el sermo literario para no desembocar en un callejón a oscuras, en un tormento y en un sentimiento de frustración falto de plenitud por no integrar los derroteros dispersos de una personalidad. La ley escondida de la historia que descubriera Rousseau, ¿absolvería a Dios de crear una criatura malva-
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da y sembradora del mal?, comienza a convivir y escapan a su alcance los pecados de violencia, abuso, vanidad, desprecio, venganza y envidia, ¿tamaños fermentos no ahitaron con compuestos funestos a la inocencia?; tampoco imaginemos a Dios indiferente a la justicia e injusticia, a los colores, ¿daltónico?, el Nuevo Testamento eligió el trato con los oprimidos y retó a los opresores: miremos adelante con la Biblia, no atrás de la Biblia.
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de la Esperanza ¿De qué lado se inclina? Más del desarrollo y satisfacción de las necesidades actuales que de la tan sobada emancipación interior de los filósofos, ¿con la ortopedia del andar con la cabeza erguida no reivindicamos una autonomía muy propia? ¿Y su contenido? Coincide con permanecer indistanciado del presente, con una vuelta al placer y de espaldas a la fatiga, con una provechosa experiencia, libre y creativa. Goza con el gobierno del constructivo y favorable Eros vida a la vida en la incomprensible y arrastrada perspectiva del pasivo y ruin Thanatos muerte a la muerte. Ya que integramos algo, y no precisamente algo que aletea en sus afueras ¿por qué no arrancamos de cuajo la cara del hombre dormido y la conectamos con lo eterno y absoluto? No olvidemos que disfrutamos de la esperanza, porque mantiene el correlato con un entorno dinámico el pesimismo analítico resiste las embestidas, jamás pacta con ficciones estáticas. De habitar un universo imperturbable y perfecto ¿no lo calificaríamos de inabordable? En el ancho campo de las premisas sobre las que podemos intervenir, ni tropezamos con estructuras preconstituidas, ni con envites silenciados. Donde escuece de verdad el riesgo, ¿no crece de veras lo que salva? Deduzcamos el impulso de lo positivo de la intransigencia de lo negativo; por cambiar la coyuntura envolvente entablemos una encarnizada crítica disolvente, urge rebasar el mero rechazo; defendamos el coraje de la luz en medio del miedo a la niebla vigías del claro día en una noche oscura con linternas gastadas. ¿Con qué cuenta? Con la carencia de un bien: a lomos de un dolor de hoy cabalga un mañana mejor, ¿acaso un enfermo de cáncer no atiende a la noticia confusa del más reciente medicamento? Reconozcamos la más humana de las emociones.
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¿Qué cabe aguardar? La capacidad de intuir un objeto ausente forja de lo aún-no-real y de lo aún-no-consciente la dimensión del pensamiento. Despiertos, saludemos a los sueños, ¿no prorrumpen en situaciones en las que bulle el fermento de lo nuevo? En el Cosmos falta lo que percibiríamos como auténtico: especulemos con lo que es a partir de lo que no es , ¿a qué jugaríamos sin la ayuda de lo que no existe? ¿Actuamos a modo de simples muñecos en manos de unos contra otros? La constatación del reino de lo ilógico no dispensa de que en un futuro impere lo lógico. ¿Florece la razón despojada de esperanza?, ¿y la esperanza desposeída de razón? ?mplican en primera persona. Además de padecer sus efectos, contribuyamos con el papel de protagonistas diligentes que someten la irracionalidad circundante a sus expectativas racionales. ¿Seguiremos aceptando la dominación por la dominación? Acortemos el trecho que va de lo que de hecho es a lo que de derecho debería ser , no por el desvarío abstracto de lo insuperable; rompamos el nexo entre productividad y destrucción, entre democracia y represión, pongamos término a las condiciones e instituciones intolerables, golpeemos el sistema desde su exterior y violemos las reglas del endemoniado engranaje trucado. ¿Subversiva en cualquier caso? Cuando no acompaña, la acción resulta impracticable. De Marcuse muchos recogimos que el horizonte de la historia aún está abierto. Si el recuerdo de aquello que ha pasado llegara a ser una fuerza motriz para la transformación del mundo, con ello se habrá emprendido la lucha para una revolución hasta ahora sofocada . Lejos de Schopenhauer ¿la sentiríamos igual? No, parecería una palabra hueca y vacía, o peor, una miserable especie de confianza. ¿No angustia la tendencia a concebir el fin como recuperación de un principio? De Tales a Hegel, el detestable hechizo de la reminiscencia requiere que el http://www.letralia.com/ed_let
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saber emerja de evocar las visiones del orbe de las ideas. ¿Y entonces? No reduzcamos el progreso a un proceso dialéctico inevitable e independiente de las iniciativas individuales. ¿Queda la esperanza desencantada? Renunciemos con Adorno a la ilusión de aferrar la totalidad con el entendimiento, contentémonos con la figuración fragmentaria de unos cuantos saltos de huella en huella. Digamos no a una certeza despreocupada gracias a proyecciones celestes de anhelos terrestres y sustituyamos el mirar hacia lo alto por mirar hacia adelante. Pero... ¡Dios mío!, ¿dónde emplazaremos el problemático laboratorio de la posible redención? En los cruces de caminos del Todo con la Nada, detengamos los féretros que acompañan a las quimeras.
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más de la Esperanza ¿Qué encarna? Por allanar distancias demanda visiones consolidadas en períodos de crisis. No propiciemos una determinación indiferente a temores y amenazas que no precise superar una extrañeidad. ¿Qué entraña? La alegría del sí personal continuamente profundizado frente a la tristeza del no constante en los alrededores. Conviene recordar que en las geografías inexorables del embrutecimiento soñábamos con una eufórica emancipación de exilios y esclavitud. ¿Qué promete? Aprovecha las disposiciones naturales y educacionales y forja mejores, no fabrica buenos. Quizá en un mañana aliviemos la miseria, el odio y la rivalidad desde el otro lado de la violencia quien estrelle contra su yo ilusión tras ilusión, notará que ni siquiera su propio yo quedará en pie. ¿Permanecería después de que sus devotos sumaran a la satisfacción individual el agrado de sus condiciones particulares?, ¿morirá con el cese de las ansiedades? Dejar al margen su dulzura resulta mucho más difícil de lo que unos cuantos intentan con la fácil amargura de desapasionar sus apasionados discursos, ¿pretendían rescatar la levedad de una novedad intelectual?, ¿en toda trinchera no descubrimos un ambiente de orfandad? Y cuando el fracaso pese mucho más de lo que cualquiera soportaría, ¿cómo salir de la letargia y recuperar el tono vital? ¡Qué intensificación del insustancial desamparo!, más lento que las monótonas horas, hora a hora, ¡qué pérdida del amor que uno anhela! Al menos, un eco acaba con el sonido que lo causa y un problema con el impulso. ca?
¿Un desvarío óptico?, ¿un mito?, ¿confutable en la órbita puramente lógi-
Por urgir un punto de apoyo habilitamos una especie de Arca de Noé en los momentos de peligro: un estímulo para la libertad tejedora del hombre, nunca un opio. Editorial Letralia
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En sintonía con el ateísmo de Feuerbach ¿cabe responder a la capacidad personal de resolver cuestiones sólo con los medios del mundo? Hamilton afirma que existe en mí un factor de espera, y también una esperanza . ¿A qué equiparar lo ideal con escapar a las nubes, con fantasías vacías, con una denigración que casi insulta? No tratemos así a un modo de sacar a la superficie tantas posibilidades objetivas, inscritas en lo real y en lucha por su realización. Califiquemos tamaña obra de minería de categoría filosófica por excelencia y no de prospección inútil, de prudente proceder y no de impotente salto adelante. ¿Dónde colocaríamos el deseo de un paraíso re-creado basado en las conquistas de la civilización ? No olvidemos que donde la utopía abandona el no-lugar de la abstracción se concreta en una verdad. Por su influencia imaginamos el Estado mejor, la felicidad completa, el placer supremo, la paz perfecta. ¿Alguna garantía por debajo de la esencia? El miedo y esa necesidad que Santayana llama fe animal . ¿Qué relación guardan esperanza y fe? Moltmann asegura que la esperanza sin fe parecería una quimera suspendida en el aire y que la fe sin esperanza calentaría poco el desconsuelo absoluto la hace brotar de una redención. ¿Inseparablemente unidas? En el día a día, la prioridad pertenece a la fe y la primacía a la esperanza. La religión, ¿su vehículo más universal? Aunque entra con ella, no con ella siempre entra. Dirijamos el oído a lo Eterno, hasta que rompa su silencio y abra sus abismos a los espíritus finitos. ¿Dios planea actuar?, ¿de qué manera? Confiemos en que la etapa terrenal no constituya una meta última, no comportaría más que respeto humano. Meditemos la esperanza como actitud paciente o como faro, construida sohttp://www.letralia.com/ed_let
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bre la de ayer, y la de ayer en la de anteayer, ¿tendríamos que haber inventado la torre de Babel de no haber sucedido? No caigamos en la nostalgia de Bonhoeffer de oh, si conociera el camino del retorno, el largo camino hacia la tierra de la infancia , ¿invoca al poeta porque padece?, ¿aspira a que su mensaje llegue más lejos que sus efímeras quejas? Pasemos del dato de una arqueología a la perspectiva de una teleología, de prisioneros de una niñez a explicar lo anterior con lo posterior, ¿acaso no implica un sistema de expectativas, un cuadro de referencias dentro del que adquiere sentido? El futuro anda abierto a una plenitud inalcanzable; que traiga el cielo o el infierno depende de nosotros mismos: apenas decidimos desmentir y transformar el presente y no exclusivamente interpretarlo, producimos finalidad y significado en la historia. Valgan tales pensamientos para defender las prerrogativas del tiempo, ¿no irrumpe en la comprensión del vencedor de lo fugaz que alza sus ojos trascendentes más allá de su duración?
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de la Fe Los anhelos de paz, de justicia y de amistad nacen de la inquietud, del dolor y de la necesidad, de destellos contemporáneos del fuego que salen de la llama, del torrente que no consigue separarse de la fuente, ¿acaso el sol pierde los rayos que produce?, ¿y el rayo?, ¿logra romper con su cuna de sol?; el buen querer no basta, Dios mueve la buena voluntad del hombre consecuencia de su esfuerzo, ¿igualaríamos punto con línea?, ni un poco, apenas su principio incoativo digamos no a las apariencias empíricas, piquemos espuelas y ganemos altura. Porque lo que pretendemos figura más allá y constituye su estructura inevitable, no detengamos el andar con dudas, ¿nadaríamos a orillas del Sí o naufragaríamos en los rápidos del No?, ni frenemos ante la sospecha, ¿no subiríamos la sombría escalera de un faro con ayuda de una linterna?; intoxicar con tamañas manías determinadas cosas denuncia un talante enfermo, erróneo o criminal. Aquel que abraza con valentía los eternos interrogantes, ¿no goza de una garantía providencial que guía su peregrinar desde lo alto?; podemos y debemos buscar, ¿esta búsqueda ascensional no acaba por tropezar con una evidencia fundamental que acaba con toda irresolución? ¿Y de qué manera recorreríamos el proceso de elevación?, ¿a lomos de conclusiones capaces de enmendar premisas?, a pie resulta imposible y vana una contemplación que suelte amarras, ¿y de qué modo continuar en él?, gracias a la esperanza; los griegos asignaban a la esperanza un lugar destacado, Heráclito afirmaba que quien no espera lo inesperado, no lo encontrará . Realmente, el camino arranca de la apatía, experimenta el fenómeno de la iluminación, acontece el premio de la revelación y empata con órdenes superiores que nombran éxtasis : el sentido prende de improviso como la luz que brota de una chispa y crece después por ella misma, Proclo aseguraba que los últimos grados del avance moral y mental coincidían con autenticidad, amor y presunción. No, no repetiría la ironía de Juan de Jandun, de alégrese quien sepa demostrarlo , prefiero mantener encendida la hoguera a pesar de que no quede leña por quemar. Los profetas y poetas confiesan no alcanzar la profundidad de sus palabras, bajo una influencia sobrenatural creen lo que por verdad entienden y entienden por verdad lo que creen, ¿no creemos más que lo que entendemos?, ¿entender para creer o creer para entender?, ¿no cita pseudo Dionisio a la docta ignorancia y Kant que tuve que suprimir el saber y sustituirlo por la creencia ?, ¿no leímos de Porfirio que el sabio honra a la divinidad en sus silencios?, sólo él sabe rezar durante los oscuros arrebatos en las noches estrelladas. ¿Cuándo abandonaremos los méritos y preceptos establecidos?, ¿qué falso orgullo resta tras deshttp://www.letralia.com/ed_let
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cubrir que la sacrosanta libertad de los pensamientos homo sapiens y de la denostada inercia de los instintos homo credulus ruedan por idéntica cuesta? Ir del significado literal al significado hermenéutico en las Sagradas Escrituras implica transitar del dogmatismo al conocimiento, ¿por exigencia interna, la persuasión no exige grandes cuidados?, un conocimiento inarticulado e indistinto impele el análisis generador de conocimientos articulados y distintos, ¿y a la vez que da con explicaciones, no abre paso al conocimiento?; ¿qué conduce a la persuasión?, ¿una fatalidad geométrica?, el límite que hallamos en captar lo trascendente señala el considerando más importante en pro de la imprescindible revelación. ¿Tratamos con convicciones descabelladas o con causas extravagantes por no fraguar con convicciones?, la estrechez de miras de un desbocado racionalismo impide que intimemos con actos plenos de razón que llenan el alma y los acusa de desatender a la razón, ¿no repara en que nunca llegó a probar siquiera un primer axioma?, ¿por qué no vuela el vuelo de la facultad intuitiva y no niega el beneficio de la apodíctica?, ¿habrá cumplido su ciclo la filosofía? La fe cuenta con una certeza de adhesión intuición bergsoniana mayor que la ciencia, y la ciencia con una certeza de especulación razón cartesiana mayor que la fe, ¿con argumentar lo que depende de la fe, no reduciríamos su esencia a ciencia?, ¿qué idiota acortaría por los atajos del sentimiento los largos meandros del método?, ¿no convendría defender cada campo sin adulterar uno ni otro? Hablamos de entrega frente a simple incontestabilidad teórica, los devotos arriesgan la vida por sus votos, ¿imaginamos a un matemático que los imitara por una hipótesis?; ya que en las pasiones también juegan elementos ilógicos, ¿qué frena el que nos sirvamos de algo más que de la lógica y apacigüemos tales agitaciones?, por ejemplo: el favor suavizante de la música que afina el espíritu. De San Agustín aprendimos que la religión enseña cómo se va al cielo en compañía de ideario y obra, mientras que la comprensión capta con leyes cómo va el cielo, ¿comparamos incomparables?; aunque la religión disfrute de precedencia, los que no recurran día a día a la comprensión empolvan su dignidad por no airear sus adentros con el reflejo de lo inefable. La salvación demanda el fatigoso denuedo de una toma de conciencia, reivindica investigación sistemática más progresión dialéctica , pero la sed obstruye cualquier síntesis hasta que saciemos el yo con la savia nutricia de revelación más aceptación , ¡pues claro que el mensaje de redención deja intacta la autonomía del estudioso!, ¿compatibles porque sostienen sus propios hechos?, cuando la física no renueva enseres permite que revolvamos el equipaje de la metafísica, ¡qué arte el de guardar equilibrio entre cartesianismo y teología!: el talento a solas no tira de riendas que salven.
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más de la Fe De acordar con Guicciardini que la fe no es más que creer con firme opinión y casi certidumbre las cosas que no son razonables; o, si son razonables, creerlas con más seguridad de lo que permiten las razones , ¿qué faltaría en aras de idearla con Bohme justificación total, retorno del hombre a la luz y vida de Dios?, ¿acaso nacimiento de Dios en el hombre?, no, no callemos por más tiempo la propuesta de Fuchs de que puesto que es una confesión, tiene la tendencia a expresarse lingüísticamente . A aquello que denominamos mera credulidad en filosofía, en teología ¿no lo nombramos examen del pensamiento más penetrante?, Radoberto habla de tres creíbles: los que merecen ser de inmediato creídos las entidades perceptibles , los que recaban ser creídos y comprendidos a la vez los axiomas y las realidades plausibles y los que deben ser creídos con el corazón antes de ser comprendidos; ¿no escribió Abelardo que una fe prestada con ligereza no tiene ninguna estabilidad y es incauta y carente de discernimiento ?, ¿no aseveraríamos con Anselmo de Aosta que es negligencia no intentar comprender lo que se cree, después de que hemos sido confirmados por la fe ?, Hume dejó claro que conforma nuestra constitución indagar y defender lo que creemos, ¿lo más honesto?, el lema de Juan Escoto: creer lo que se dice con verdad y entender lo que con verdad se cree . ¿La razón enseña lo mismo que la revelación?, entonces ¿por qué precisamos su asistencia momento a momento?, por ausencia de conexión matemática, no conseguimos encontrar el fin al que orientar la existencia, ni reparar en los medios para cumplir con el destino; en espera de que descubramos de manera autónoma, comunica lo que no logramos captar aún, ¿solos no tardaríamos demasiado en alcanzar lo que medimos con la medida de lo inalcanzable?, ¿a quién extraña que en el mundo continúe trabajando la Creación?, ¿y que en la religión admiremos el discurso ininterrumpido de la palabra eterna? ¡No y no!, ni basta con empequeñecer creencia hasta obediencia paralizaría sus conflictos con el obrar sensato , ni alegar devociones intuitivas gravitarían sobre predicciones no controlables , ¿no sufren de crisis y nos encadenan a sus crisis durante los dilemas?, entraríamos en un nivel de entrenamiento moral, y no en el más alto. Aunque la fe vaya delante de la razón en el campo teológico, ¿no conocemos en cuanto creemos?, va detrás en el solar filosófico, ¿no creemos en cuanto conocemos?: de San Agustín aprendimos que figura al término y no en los comienzos de la exploración, el de Eriúgena la señaló punto de llegada más que de partida guía más que tope u obstáculo. Por encauzar a la inteligencia ¿identificaríamos fe con un bien?, la inteligencia sin fe no corona algunas cumbres y la fe sin inteligencia no alumbra el ascenso; y en lo tocante a dobles lazos, no admitimos la
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trascendencia porque no buscamos y no buscamos porque la trascendencia no suele llamar, ¿y tras romper el nudo?, la investigación del creyente incluiría condición, dirección y proceder obligado y la creencia ganaría en consolidación, enriquecimiento y satisfacción con la investigación, ¿y cómo?, que la fe confiera primero autoridad a la razón y luego que la razón brinde su asentimiento a la fe. La razón manifiesta confianza en los horizontes de la persona, acota el imperio de las verdades deducidas, implica denuedo; la fe significa aceptación de otras iniciativas, delimita el entorno de las verdades anunciadas, supone renuncia, ¿resulta raro que funcione con una metodología diferente?, mientras Adam Wodham lo rubrica, Pannenberg preserva los principios de la lógica. En así como sucedió con Abraham, la fe vence, mata y sacrifica la razón, que es la más rabiosa y pestilente enemiga de Dios , Lutero saca a colación la vieja oposición, ¿no juega con conclusiones falsas o quizá no necesarias?, ¿no parecería más fácil apostar por los demonios que descansar en Dios?, mantengamos con Habermas que el descrédito de la religión conduce a una escisión entre fe y saber que el Iluminismo no puede superar con sus propias fuerzas , ¿y por qué en lugar de enfrentar a ambas perspectivas, no procuramos construir un equilibrio armónico al estilo de Hugo de San Víctor?, contemos con que la gracia completa no destruye, ¿no propugnó Pascal que una convicción hace tolerable el riesgo pero no lo elimina?, ni evidencia imbatible, ni posesión inexpugnable, ni acometible con argumentos ni con experimentos. Santo Tomás considera nocivo pretender una demostración, ¿Duns Escoto no lo expone con suficiente transparencia?, la fe no es un hábito especulativo, ni el creer es un acto especulativo, ni la visión que sigue al creer es una visión especulativa, sino práctica , ¿y dónde situar lo práctico mejor que en el espacio de la libertad?, de ahí deriva la inabordabilidad de cualquier prueba, ¿y lo teorético?, pertenece al dominio de las rigideces silogísticas; ¿a quién importaría una fe que recibiera el apoyo pleno de la razón?, Alano de Lille animó a unos y a otros con que concebiríamos en el cielo lo que por ahora apenas contemplamos en un espejo. ¿No inquieta la rotunda sentencia del Aquino, lo que la fe revela no es imposible ?, coincidamos con Boecio de Dacia cuando insiste en que no califiquemos de absolutamente imposible lo terrenamente imposible, ¿no tratamos con un imposible donde pasan por decisivos los fundamentos y motivaciones naturales?, en las afueras de tan estrechas coordenadas cabrían causas mayores que saltaran barreras y comportamientos corrientes; en aceptar los ámbitos paralelos e irreductibles de posibilidad e imposibilidad ¿no residiría la única concordia factible de los planos humanos y divinos?
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de la Eternidad Cabe que asignemos a los atributos morales de sabiduría y bondad alcances indefinidos, nunca a espacio y tiempo componen las formas y condiciones de cualquier experiencia externa e interna. ¿Qué supone el espacio?, orden de existencias simultáneas no ordenadas dentro de una evanescencia de la ilimitud durante el débil relampaguear de la inteligencia: cuerpo del tiempo; ¿y el tiempo?, repertorio de cosas no coincidentes después de que los años hubiesen acumulado sus derechos: espíritu del espacio Aristóteles observó que sin alma, es imposible el tiempo . ¿Qué significa la historia?, ¿unas denigrantes sobras del entendimiento?, Jenófanes asegura que los dioses no revelaron por completo sus misterios desde el comienzo, dispusieron que encontráramos lo mejor en el irrefrenable fluir de las épocas; dejando en suspenso el peso que ejerce lo religioso, el que la totalidad del conocimiento aparezca fragmentada en la multiplicidad de transitorios que perfilan el despliegue humano ¿no contribuye a una mirada subjetiva muy íntima derivada de la práctica de la filosofía? Los problemas que se debaten en el diálogo socrático implican importantes improntas en quienes la emprenden con difíciles fronteras por cumplir con su estrella, ¿no estimula la comprensión de los Primeros Principios?; ¿el retorno cíclico no ilustra la idea de progreso?, ¿por qué apurar fases igual que los buscadores de oro?, ¿no excavan mucho suelo y hallan poco?, Heráclito dijo que exige tal exigencia porque disfruta con la ocultación; no, no lo dudemos: el quid central de la investigación radica en el aumento de cordura. ¿Acabaremos en catástrofe purificadora o renaceremos a un estado de naturaleza gracias a la razón?, repitamos con Campanella, ¿quién lo sabe? : probablemente sonará la campana cuando suene el toque de regreso a la inocencia originaria. No agotemos el tiempo en la empericidad de unas conductas, ni lo ahoguemos en una cascada de detalles inconexos, ¿pretenderá un átomo de egoísmo tender puentes con pretéritos y devenires por consenso espontáneo?, tendremos que ponderar y reponderar las modalidades concretas con que salga a escena en los escenarios más decisivos. ¿De qué sirve contar con circunstancias que ya no cuentan?, también la semilla sufre un tipo de corrupción que le permite germinar, ¿por qué jugar a juzgar a diestra y siniestra de acuerdo con unos acontecimientos que no volverán?, que no extrañe que los defectos de ayer abunden en una mayor perfección hoy Editorial Letralia
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aunque no logre medir la más honda profundidad de los océanos, el marinero no olvida cuánto mide su sonda, ¿cómo advertiría el peligro de los bajíos? A pesar de que escuchemos un temblor de inmortalidad ¿compensaría vivir conforme a edades marchitas?, reconocer que nos acompaña, que crece merced a los días que recoge, que concierta las nuevas creaciones y que diferenciamos los períodos por cantidad y no por cualidad, invita a convertir tamaña relación en verdad obstinada, útil a empresas futuras; por cubrir parcialmente objetivos, ¿la insaciable hambre de satisfacción no alimenta metas?, Dilthey habla de un encadenamiento dinámico, no de causa-efecto, y Spengler insiste en una lógica orgánica frente a una mecánica. ¿Conviene que el mañana descubra las secretas intenciones?, quizá por una especie de persistencia y surgimiento admitamos que el sentido de las agujas del reloj señale la posibilidad de superar los mañanas; mientras, mantengamos contacto con el voluble ir y venir por medio de las sensaciones, y por el pensamiento enlacemos con la esencia invariable. En la trinchera del instante, defendamos de la unidad de un antes y un luego el carácter fugaz de un presente que no gusta del nombre pasado , reconstruyamos un presente sincrónico que envuelva nuestro presente sucesivo y obtengamos un presente en constante revisión, ¿acaso coetaneidad por necesidad? Dado que en los intersticios entre eternidad y tiempo prosperó la cópula del Cosmos y que las sombras jamás engulleron los hechos sin evacuar residuos, ¿a quién no le agradaría rondar por el horizonte que fijan las partes iluminadas y los ángulos a oscuras?; confesemos que no acertamos a poner solución, ¿no afirma Leibniz que en cada segundo figura la plenitud del discurso universal?, ¡condenada linterna inapagable! ¿Qué indica la ambivalencia del tiempo?, degradación de lo inalterable y preparación para la negación parmenidiana; avanza hasta caer falto de perspectiva y de memoria, ¿qué demiurgo imaginó semejante imagen móvil?, el credo ismaelita fatimí lo identifica con un retraso respecto a sí mismo: eternidad atrapada. ¿Qué pinta la fe?, injerto de eternidad en el tiempo; si colocamos la predestinación en los campos de la eternidad, entonces los actores, el contenido y la secuencia de los actos obviarían el más imperturbable de los imperativos por acaecer en tierras de Cronos frágil intuición de unos individuos finitos. ¿Nos encargamos del soplo de las horas o el viento de los siglos nos arrastra?, no esperemos que respondan de la manera que el eco responde a la voz; a imitación de Fausto, quisiéramos detener los años, pero las ocasiones gastaron sus oportunidades. Lo de que el mundo deba precisamente ser lo que es en este punto constituye una http://www.letralia.com/ed_let
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ligereza: el sofisma de lo efímero ; todo cambia, todo empieza y termina momento a momento, sólo el Todo permanece.
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más de la Eternidad Prolonguemos la recta del tiempo hasta sus orígenes y descubriremos que adopta la forma de una curva cerrada, ¿el estado fetal recordado simbolizaría la aconflictividad del paraíso perdido?, por remontar y remontar las horas no tropezaremos más fácilmente con la razón de ahora. ¿Lo inmediato cognoscible?, la estrella creada, lo sucedido, ¿lo no inmediato cognoscible?, creer que la estrella habita en los cielos, el suceder. En lo indefinido de las eventualidades del hombre divisamos con dificultad una línea fija que logre orientarnos: el pasado, ¿y gracias a ayer aprenderemos a vivir hoy?, nuevo con respecto a lo pasado, el presente resaca del pasado vuelve a escribir su pasado, ¿acaso no elige lo que propició su peculiaridad? Aunque Lavelle llamara tiempo a la posibilidad del presente de entrar y salir por la doble puerta del pasado y del futuro, no olvidemos que querer entender la obligatoriedad del pasado y predecir el futuro escenifican lo mismo, que la moda dicta que una generación encuentre más plausible una u otra, ¿Mactaggart no identificaba pasado y presente con manifestaciones imperfectas y preparatorias de futuro?, quizá la mayor necesidad del futuro fuerce a que el pasado arroje de continuo hacia adelante lo acaecido, la experiencia que poseemos roe y estrecha lo que determinará nuestro puesto: sabemos lo que no va a ocurrir, no sabemos lo que va a ocurrir. De lo que acontece ¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? a lo que probablemente acontezca Judas, lo que has de hacer, hazlo pronto , ¿quedan dudas de que el relampagueante amanecer nace en circunstancias inestables, a la vez que recibe y disuelve su práctica?; orienta, no impone orden: rechacemos los mecanicismos de Reichenbach, ¿cabe imaginar a la entropía amaestrando el ímpetu de los siglos?, nademos en las periferias del signo de Heráclito, ¿la semilla de lo siguiente residía ya en su anterior? ¿A qué juegan tiempo y espacio?, Fries señaló que ambos pertenecen sólo a los límites del espíritu y Hegel los coloca extramuros por su irreductibilidad a la lógica, ¿apenas órganos de percepción?, ¿obstáculos por su función de órganos?, ¿no emborronan la realidad?, ¿percibiríamos algo en sus afueras?, ¿rendirían cuentas sin ti y sin mí? Desde el principio juntos ¿no integran el hilo que teje cosa a cosa?, como productos de las conexiones dinámicas del intelecto encauzan costumbres, ¿no soportan los complejos entramados de reglas que invitan a enhebrar usanzas?, ¿no procuran coordinar secuencia y simultaneidad? ¿La primera nota del tiempo?, que nunca la perspicacia de los individuos conseguirá aprehender la figura fugitiva de ese ser que mientras es, no es, y mientras no es, es . ¿Y la del espacio?, exterioridad abstracta dentro de la que los geómetras Editorial Letralia
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permitieron intuir el nexo común de los hegelianos mañanas intuidos. ¿La segunda del tiempo?, ocupación atractiva que trabaja centrípetamente en una dirección. ¿Y la del espacio?, ocupación repulsiva que trabaja centrífugamente en cualquier dirección concebible. Por superar la prosa de los argumentos, la lírica levanta el velo de Isis, penetra en los dominios interiores, reconquista de sus composiciones las maduraciones naufragadas y educa; por su hermanamiento con lo inmortal ¿no absorbe de manera gradual las metas dispersas en los diversos aspectos de la cultura? ¿Cómo opera la poesía?, de los objetos que aparecen y desaparecen acciones escoge la perspectiva más sensible y aclara lo que considera utiliza una única propiedad de los cuerpos. También podría sugerir cuerpos con el empleo de movimientos. ¿Y la pintura?, de los objetos que coexisten cuerpos selecciona la ocasión más significativa y capta mejor lo que precede y procede extrae un único momento de la acción. También podría encarnar movimientos con cuerpos. Kant ve en el arte un gesto frente a la naturaleza y Guyau una avenencia con el todo y de cada parte de lo efímero con la firmeza eterna. Husserl presagia en el tiempo un ser eterno en el devenir , ¿con frutos tan desiguales?, a pesar de la homogeneidad de su tremenda energía ¿el Sol no despliega contornos múltiples y distintos en la Tierra?, ¿y con semejante proyección impura encaramos el mundo?, ¿constituiría una excelente oportunidad donde delirar? En los intentos por adecuar el tiempo a lo eterno durante el desarrollo histórico, la eternidad echó mano de los modales más violentos en el acto pensante, porque no acababa de dar con su auténtica estructura, ¿extraña que alumbre lo sublime de tamaños maltratos y desgarros?, ¿aguardaremos pacientes el absoluto de Mactaggart?, sí, ese bien infinito que irrumpirá tras de un lapso finito larguísimo, no infinito. De asimilarlo a súbita inserción de la verdad celestial en sus criaturas, el instante instituye la inserción paradójica e incomprensible de la eternidad en el tiempo; dejemos en el aire una hipótesis: la correspondencia entre lo inescrutable y su fenómeno, ¿no juzgaría al espacio-tiempo efectos condicionados de la Causa incondicionada? Digámoslo abiertamente: que la sustantividad del tiempo radica en la eternidad y que con tal medida medimos a Dios, pero que siempre dispondremos de libertad para admitir o desestimar esta o aquella eternidad.
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de Dios ¿Dios?, centro y circunferencia de lo patente y latente ¿y el mundo?, un simulacro corpóreo de Dios, un espejo roto de reagrupar los pedazos, vislumbraríamos la Imagen. ¿No insistía Schleiermacher en que no existe Dios sin mundo, como no hay mundo sin Dios ?, los fenómenos terrestres guardan relación con la batuta celeste hasta el punto de transparentar a Alguien que trabaja en etnología con lo humano y en geometría con el Cosmos. Lo vemos per speculum o in speculo: sus criaturas, ¿acaso no reflejan su figura?, las cosas, ¿acaso dejan ver su huella?, ¿no decía Averroes que el culto más adecuado estriba en comprender sus obras? A pesar de la atmósfera en que prosperó el halo de las viejas metafísicas, disiento de Dewey en que el temor a los dioses fue el que creó a los dioses , ¿no confiamos en los magos la misión de manipular los símbolos?, ni la Ilustración con su intención de desatemorizarnos y convertirnos en amos consiguió relegar nuestra crónica desventura. ¿No impedirán nuestros ojos que demos con el Hacedor?, a lo largo de la búsqueda juegan el papel de condición, ¿una lente no viste con su color los objetos observados?, ¿por qué esperar que no tiñera de igual modo el rostro divino? ¿Cabe enlodar a Dios en la ciénaga de tesis y antítesis?, no captaremos al hombre en cuanto hombre en tan resbaladiza tesitura; ¿que por qué?, nos empleamos a fondo en nosotros mismos y ni siquiera gobernamos la ciencia del propio yo llevamos adelante una descripción, no una explicación de su carácter. Con la experiencia perfeccionamos el supremo don de la titubeante capacidad argumentadora según sus posibilidades de purificación material de cambio, tiempo y lugar, con su ejercicio no ponemos de manifiesto a diario nuestra gratitud; encontremos la costa que nombran Razón Eterna, aquella que amansa y encauza el embate de las mareas con suma claridad; ¡demonios!, con la fe apagada podríamos exponer, no responder. ¿Por qué no concebimos sino a golpe de revelación que acabaremos por gozar del Altísimo?, afirma Duns Escoto que porque no hallamos ninguna conexión forzosa entre trascendencia e individuo, ¿y Santo Tomás no machacaba sesos con que creer implicaba un austero trance de pensar con asentimiento ?, ¿no andamos aún inmersos en la investigación por no aprehender lo evidente? ¿Qué significa Dios para el hombre?, un hito que abandera en seguida; acepto de Feuerbarch que la percepción que tenemos de Él concuerda con la que Él tiene de sí.
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¿La conciencia creada?, el vértice que cierra la marcha progresiva del cerebro, término de la etapa constructiva del Universo, cenit de regresión; subidos a tamaño púlpito, contemplemos los dos momentos del ciclo: la mímesis en el distanciamiento, una dudosa imitación de lo Inmutable lastrada con multiplicidad, mudanza, lucha, temporalidad, contingencia, sensibilidad y la metexis durante el repliegue, una oportuna intervención que recupera unidad, armonía y paz, diafanidad. De la sindéresis escribió San Jerónimo: chispa que no se extinguió en el pecho de Adán después de ser expulsado del Paraíso , ¿no estimula su fuego animador?, tal ápice de la mente corresponde a un máximo de elevación, el que precede al rapto último; el éxtasis habla de una incesante reconducción de las complacencias, no de una conquista intelectual: comunión del hijo con su Padre, mediante la que colabora y penetra en su intimidad. Ya que distinguimos bondad de sabiduría en los hombres, ¿cómo no las íbamos a diferenciar al tratar de Dios?, la ilimitada perfección aumenta el grado de lo producido más allá de cualquier límite, pero no altera su esencia. ¿La presciencia?, sólo previsión de una acción, no de que realmente suceda; Ramanuja equipara el deber cumplido con una plegaria... con una sumisión a la Voluntad Incontestable, el filósofo indio extrae de ahí una consideración de mérito que nos empuja hacia nuestra liberación, ¿la Justicia Inapelable nos encaminará así a la redención? ¿A qué proximidad del Redentor nos aproximaremos?, a la del amor poca madurez enemista, mucha amista. Whitehead elige un Salvador en vez de un Creador; por contra, Bonhoeffer apuesta que por haber alcanzado la mayoría de edad, Él nos enseña a vivir de forma autónoma y nos insta a proceder como si Él no contara, ¡no, no lo llamemos salvavidas!, ¿condenados a persistir en los inagotables giros de la felicidad del círculo ? ¿Los espíritus finitos?, cópula de Naturaleza y Absoluto; con el Dios es Dios y la humanidad es su profeta de Mazzini, pasamos del Primero en teoría a los primeros en la práctica, del creador e increado a los creadores y creados. Por compartir sustancia, coloquemos al más grande junto a nuestra pequeñez y no en las fronteras inaccesibles del entendimiento ni en los confines inexpresables de la debilidad. Constituye una verdadera locura situarse fuera del Omnipresente mientras todos habitemos en su interior; estimo perjudicial querer conocerlo antes de reparar en la miseria de uno y también penar por el curso de una enfermedad lejos de quien curaría la dolencia. ¿El hombre, un dios fallido?, ganar religiosidad a expensas de perder religión consiste en sustituir una reverencia concreta por un agregado de principios a los que obedecer, ¿preferiríamos entregarnos al ininterrumpido retorno nietzscheano http://www.letralia.com/ed_let
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del anillo de los anillos que a una convicción falta de Valedor? Aunque de la subjetividad del arte y de la objetividad del dogma nace una exclusión dialéctica, aspiro a repetir con Jung, No necesito creer en Dios. Lo conozco , ¿no está más segura que nunca un alma cuando logra su intuición directa?
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más de Dios Cálamo supremo, Polo de los polos, anthropos que surge en el Pléroma celeste antes de que Cronos empezara a contar, ¿escenificamos refulgencias espontáneas, imágenes espectrales de espejos combados, sutiles entidades precósmicas? Después emprendió una sorprendente retirada y permitió que un puñado de inteligencias autónomas gobernara y desvelara misterios en su ausencia, ¿por qué cargar tan frágiles hombros con las doce constelaciones zodiacales?, ¿lo que adeudamos no abulta ya demasiado? En la vertiginosa grieta del caos forjamos a duras penas expresiones que pujan por abanderar la verdad, ¿y no indicó Bernardo de Chartres que la verdad es heredera del tiempo ?, ¿y un Rogerio Bacon no afirmó que Dios reveló los más elevados pensamientos a nuestros Patriarcas, a Salomón, a Tales, a Aristóteles y luego a Avicena?, ¿lo someteremos a un destino cuando decimos que moldeó el Universo con miras a un bien? En un escrito de Pseudo-hermético compuesto en el XII leemos esfera secreta cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna , ¿lo eterno?, un enigma de visita en la existencia. ¿Supondrá la tradición el doble curso que trazara la santa pluma de Máximo El Confesor?, la encarnación del Redentor y la exaltación del hombre, ¿no oímos una compleja melodía medida desde lo alto en la que unos acontecimientos siguen a otros en pos de una conclusión general? Incapaces de demostrar los efectos a partir de sus causas, ¿conseguiríamos llegar a las causas por los efectos?, ¿cuanto más aprendamos de las cosas más aprenderemos del mayor escrutador y guía de corazones?, apenas lograríamos una oscura emoción nocturna, sólo por una experiencia cara a cara ganaríamos la percepción diurna de una claridad que ciega los ojos como el sol ofusca a los pájaros nocturnos. ¿Quién demonios procede sin arriesgar?, del espinoso debate entre las inclinaciones innovadoras por un ideal y conservadoras por un ideario despunta el progreso, ¿lo que entendemos no tendríamos también que creerlo?; ejerzamos de árbitros en constante movimiento según Dios es en mí el fuego, yo en él la llama de Frank de Word, nunca juguemos a coleccionistas de sensaciones que disfrazan de conocimiento las decisiones para rebajar lo más posible la polémica. ¡Condenados astutos complacientes vestidos de magistrados y pitonisas!, ¿acaso el médico provoca la enfermedad que diagnostica?, ¿a qué emitir sentenEditorial Letralia
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cias, formular profecías o interpretar la presciencia inefable que prevé y nada determina?, ¿no asemeja a la vista de lo que pasa por delante de nuestras retinas? De la libre disposición que mantengan los criminales frente a sus crímenes, dependerá el juicio que merezcan la caídas y recuperaciones que ocurran, ocurrirán de acuerdo con el capital personal... compases de una gran aventura. El monarca de la república más perfecta que acomete filosofía con cerebros de filósofos y el mejor ingeniero que construye carreteras con manos rudas, ¿no despiertan infinitos valores adormecidos en pliegues inacabables? Metidos en nuestro papel de vestigios no accidentales, retornamos a la substancia originaria: el escarpado camino va de totalidad a totalidad, de la producción del Hacedor a su aprehensión por suma de realidades concretas, de la multiplicidad a la unidad última que cierra el círculo. A pesar de que trabajemos de colones metafísicos en los abismos del alma y descubramos continentes donde las observaciones dan pie a recogimientos, una problematicidad permanece vigente a través de nosotros y por nosotros, ¿cabe esperar que no alcancemos el objetivo que entonces señala la proa?, ¡no!, lo importante inicia su andadura dentro de cada uno en forma de confusa advertencia sabiduría poética y más tarde avanza irrefrenablemente de manera razonada sabiduría refleja , ¿completar tamaño mensaje con un lenguaje así, no delata su dimensión religiosa?; lejos de pasividades quietistas, creceremos en cuerpo incorpóreo hasta la definitiva transfiguración si confiamos en el abandono que abre puertas a la fe atmósfera divina interiorizada. Por primer nacimiento nos llamamos hijos de Adán, e hijos de Dios por resurrección de quienes en su amor gratuito renuncian a cualquier recompensa mientras Tomás Moro trata a la prueba de gracioso don que el Señor reserva a sus elegidos, Rosmini sumerge al individuo en lo incondicional con tal de garantizar la apuesta ética. Clarebaldo de Arras fija en la cima a Alguien necesario acto absoluto y abajo la materia potencia ilimitada , Carus evidencia que Dios y mundo diferentes, sí, pero no separados , ¿Dios no emplea de vicaria a la Naturaleza, reina del mundo?, ¿y en medio?, los incidentes relativos de las criaturas, ¿horizontes de una mente?, sobre los fondos de idéntico magma primordial, la metáfora del sello de cobre sustituye a la del espíritu-espejo. Afectados por su presencia, gozamos del milagro de una increada Luz de Luces; de la marcha de los siglos, Hamann destacó un incesante quehacer providencial que tiende a salvaguardar la especie humana, distinguió en los detalles más notas de signo similar. Por más que los dos Gregorios de Capadocia mani-
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festaran que no reparamos en el Escondido más que por detrás , en sus obras, impongamos el rótulo de hierohistoria a una historia que exceda de la tangibilidad del registro, ¿de la crítica de los casos, no obtendremos una perspectiva suprasensible?, hablan de modo cifrado un habla trascendente y adquieren un cariz que trasciende, suceden en lo oculto del suceso que escapa al olfato desentrenado de un profano. ¿Inventamos la Gloria impulsados por nuestras carencias?, ¿comerciamos con incomprensibles magias en virtud de un rito sentimental?, Dios no debería desaparecer jamás, ¿no recuerda una voz que inunda salas?, ¿en ella no escuchamos entera su teología?
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