EDITORIAL
Prólogo Poebril 2021. Observar a la distancia caer una estrella fugaz es como agarrar entre tus manos una autopublicación. De alguna manera es una sorpresa y también maravilla a quien tenga la dicha de encontrarla volando por algún lugar. Bajo esta premisa la colectividad de quienes integramos Letrantes nos hemos propuesto diferentes proyectos a lo largo de cuatro años y medio vertiendo algunas estrellas que se desprenden del firmamento. Poebril es la más reciente de ellas y la segunda edición, 2021, es la que le presentamos. El olor al papel bond y la tinta fue sustituido por la asepsia de pantallas y celulares, abrazándonos en la vorágine de la virtualidad pandémica. Ante ello, quienes escribimos y leemos como acto fundamental de vida sufrimos un colapso, como casi todas las personas que habitan este mundo. El retractilado final, último y universal: ya no ojeamos ni hojeamos publicaciones impresas, ahora solo tenemos un par de imágenes y tal vez algo en pdf. Ante ello, la creatividad estalla cuando se refleja en otras personas y se comparte para abrevar un caudal creativo. Poebril es un esfuerzo surgido en la pandemia para seguir jugando y seguir creando, para compartir quienes somos y cómo nos gusta escribir, para difundir la escritura libre, para cuestionar la escritura libre, para liberar nuestras ideas y dejarlas fluir en diferentes formatos que ayuden, gotita a gotita, a renovar el mar. Poebril es una lista de palabras que proponemos quienes hacemos posible el proyecto de Letrantes para invitar a la creación libre, día a día, de un texto diferente. Este 2021 somos estrellitas titilantes que, asidas a la vida con un alfiler, construimos una colectividad transfronteriza que se refleja con la calma del mar en la hora del silencio. Susurramos en texto para que nos escuche quien disfrute de darse un tiempo en la playa por la noche. Transmutamos y ahora presentamos estos textos que navegan juntitos a la deriva de la red, y también se imprimen con la esperanza de llegar a diferentes manos para llenar vacíos que se espejeen con quienes escriben. Subiendo la cuesta, como escarabajo que empuja la vida, alcanza la cuesta Poebril 2021, este esfuerzo colectivo de creación lúdica, que en me tocó ver a la distancia en esta ocasión y que me invitaran a poner las palabras que anteceden el festín de textos. Confío que quien lee asista con hambre pues encontrará variedad y cantidad, exploración libre y textos que desafían a lo abstracto, mientras que algo convencional se refleja en las complejidades. Dejo en sus manos y en su mirada estas últimas letras, cómo testigos del hambre colectiva de creación que detonó la pandemia y que compartimos con diferentes personas que se abalanzaron, como nosotras, a investigar sobre su propia creatividad, plegándose a escribir sobre palabras conocidas y desconocidas para construirles un contexto que compartiera las ideas que llevamos dentro. No se olvide de buscarnos como Letrantes, escribirnos a letrantesenletrina@gmail.com y a guardarse un poco de apetito para el año siguiente, que estará esperándole el poebril 2022 confiando no sólo tenerle en la lectura, sino también en la creación que hace posible este proyecto. Sobreviviendo creativamente a la pandemia. RZK. 21 de Julio 2021.
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Autoras y Autores en orden de aparición Textos: Guadalupe Pastrana Irving Jesús Hernández Carbajal Paulina de la Vega Mario López Araiza Valencia Dulce Esperanza Miguel Marqués Manzano Melissa Alvarado Francisco José Casado Pérez
Angélica González Ramírez Wilbert Osorno Jesús Sandoval M. Martín Morales Garza Lau Jasil Lissedez Vadez Patricio Vega Arrobo Martín Morales Garza
Lista oficial de palabras
1. Fulgor 2. Alquimista 3. Ojizarca 4. Cometa 5. Capicúa 6. Hojarasca 7. Nenúfar 8. VIH 9. Umbrío 10. Tetera
11.Culo 12.Alubia 13.Inefable 14.Medusa 15.Tornasol 16.Transhumano 17.Cráter 18.Migajas 19.Telégrafo 20.Batiscafo
21.Queso 22.Guijarro 23.Vulpino 24.Lotería 25.Marea 26.Dialéctica 27.Pin 28.Íngrimo 29.Deyección 30.Conticinio
El Poebril se jugó una palabra al día durante el mes de abril del año 2021, tiempos de COVID-19
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FULGOR
Ciudad cósmica Ciudad cósmica. Fulgor de soles que desde aquí son estrellas. Astros que se niegan a rebelarse a su órbita. Racimo de asteroides sin nombre y sin destino. Galaxias asidas a la vida. Cometas que engañan a la muerte. Y nosotros, los observadores, cuerpos esculpidos de cenizas cósmicas, conocemos apenas nuestro nombre verdadero.
Guadalupe Pastrana.
Fontiveros Magnífico trueno nocturno, en mi sueño me amenazas; apareces solitario y en fulgores; reconozco tu divina cara. Tus dádivas son pedazos de azufre que arden alegres en mis llagas; acepto con gozo el profundo dolor que tu llama infinita me causa. La voz de tus entrañas habla; me invita a apaciguar mis ansias. Amargas son las pasiones humanas; ¿tu quemadura podrá redimir mi alma?
Irving Jesús Hernández Carbajal.
Luis, Ana y Lucía En un mundo posmoderno, Luis y Ana se conocen, se gustan, se enamoran, se vuelven pareja, se desilusionan y se separan. En el mismo mundo posmoderno, a cien kilómetros de distancia, Luis y Lucía se conocen, se gustan —Lucía se enamora—, se emparejan — Luis se da cuenta de que no ha olvidado a Ana—, se comprometen y se casan. En un mundo post-posmoderno, a 350 kilómetros y 25 años de distancia, Luis y Ana se reencuentran en la calle más transitada de la ciudad, con sus respectivas parejas al lado. Luis la reconoce de inmediato; un ligero temblor recorre su cuerpo, las manos le sudan, sus palpitaciones aumentan y sus pupilas fulguran. Pasa junto a ella, la mira de frente… por última vez. Paulina de la Vega.
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ALQUIMISTA, OJIZARCA, COMETA
Límite Transmutó la hoja de papel en un intento de regresar sus palabras a quien las había inspirado. Hizo agua la tinta y la evaporó al calentarla. Transformó la pluma en una ramita de cedro para ya no escribir. Sólo restaba la emoción, que no pudo cambiar. Ni con una piedra filosofal logró olvidar. Continuaría buscando la fórmula ideal aunque la alquimia no pudiera ayudarle. Mario López Araiza Valencia
Animal en la noche En esas noches de ausencia de su hermano menor, veía siempre entre las milpas a un conejo, misterioso y observador. Ella estaba muy segura de que ese animal escondía algo. Era grande y de color beige, ojizarco; sobre todo, esta última característica le recordaba mucho a alguien. Cada vez que veía esos ojos brillantes, no podía dejar de pensar en él. No era posible, ¿o sí? ¿Sería el nahual de su hermano?
Dulce Esperanza.
Amor eterno En la galaxia de Andrómeda hay una estrella. Hay millones, claro, pero fijémonos en una en concreto. Es una enana amarilla, como el sol que le calienta a usted ahora mismo. Alrededor de esa estrella orbitan siete planetas. Uno de esos planetas es rocoso y cuenta con una atmósfera rica en hidrógeno y oxígeno. La vida prolifera en él. A este planeta está llegando un cometa, una roca congelada de grandes dimensiones que, después de millones de años, ha variado su recorrido de forma casi imperceptible. Esta variación conduce de forma inexorable al planeta que nos ocupa. Sus habitantes no cuentan con el desarrollo tecnológico suficiente como para sospechar el Armagedón que los acecha. Justo ahora, mientras usted lee estas líneas, el cometa comienza a hendir la atmósfera. Muchos se maravillan ante el espectáculo. A tan sólo unos segundos de su aniquilación, los enamorados entrelazan sus tentáculos. Y se juran amor eterno.
Miguel Marqués Manzano.
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OJIZARCA, CAPICÚA
Laura 16:15. Laura apenas abre el primer ojo. Cinco minutos después ya está incorporada, sentada en la orilla de la cama, fijando su mirada zarca en el caos de ropa que hay sobre el piso. Debe de llevar tres días durmiendo, o quizá más; el problema es que no parecen haber sido suficientes. Por fin se levanta del colchón y comienza a caminar a paso lento, muy lento. Baja y se dirige al patio; nota el chiquero que Baldo ha hecho, pero se encuentra tan cansada que se limita a poner unas croquetas sobre el plato del can y decide limpiar hasta más tarde: total, no sería la primera vez que esté entre moscas. Está débil; apenas puede coordinar sus movimientos. Es el hambre —se dice que cuando el cuerpo humano no recibe alimentos se extiende por el estómago una ligera sensación de vacío, a la vez que el pulso se hace más lento y se reduce la presión arterial—. Abre la puerta del refrigerador: no hay nada, salvo unos tomates podridos que se divisan al fondo del cajón plástico de abajo. No hay carne, no hay carne, ni la más mínima porción. Laura desesperada busca en cada recoveco del frigorífico sin suerte; entonces, sabe lo que pasará. 16:38. Laura ya está vestida y con un poco más de energía, cortesía de su bebida de cola. Corre al garaje y coloca en la cajuela del auto un bolso plástico extragrande color negro; el cuchillo charcutero lo guarda en su bolsa de mano. A fin de cuentas, a Laura le gusta lo bueno: no puede comer cualquier carne de origen silvestre, sino sólo la que sale de los brazos, el abdomen, el pecho y el rostro.
Paulina de la Vega.
Al revés —¿Podemos irnos? Parece que ya no trajeron el café. —Espera, aún me falta una palabra en la sopa de letras. —¿Cuál? —Capicúa, pero ya la busqué de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, de izquierda a derecha, y nada. —¿Y si la buscas al revés? Melissa Alvarado . 4
NENÚFAR, TETERA
Crece un nenúfar entre mis humedades. Se abre al ritmo de tu tacto suave y se mueven sus raíces en el fondo. Callado me observas, mientras yo me sumerjo ya sin voluntad en el estanque.
Hundirse
Melissa Alvarado .
Mañanero El frío que duerme a los pájaros del alba hace del lunar en tu mano tierno nenúfar a la deriva en mi cuerpo.
Francisco José Casado Pérez
Pues yo obtuve una tetera Ya estoy cansado de nuestra situación: he decidido que es hora de partir. Me cansan tus lloriqueos; pero sé que no eres tan mala, por lo que decidí comprarte una tetera. Yo te compré una tetera para que cada vez que llores prepares un té. Dicen que cuando preparas un té con tus propias lágrimas calientas tu cuerpo, así que no necesitarás de alguien que te caliente en las noches frías. También puedes hervir tus lágrimas y sacar tu corazón; las lágrimas calientes se vuelven un excelente pegamento y te ayudarán a reconstruirlo… Eres muy cuidadosa, así que confío en que podrás hacerlo. Sé que cuando sanes les contarás a tus padres lo que pasó; tal vez ellos te preguntarán qué fue lo que obtuviste de nuestra relación y tú dirás: “Pues yo obtuve una tetera”. Angélica González Ramírez. 5
MEDUSA, TORNASOL
Medusa Bolsa de plástico en el aire una medusa
Wilbert Osorno.
(Los Barrios Bajos Del Alma) Tengo por dentro un dictador que piensa que lo sabe todo, que los demás son idiotas, que requieren de mi mano todopoderosa para salvarlos de sí mismos, complejo de Jerusalén, la Avelina Lésper en mi mente que no cree en el tornasol si no lo hace ella misma; blanco o negro, nunca gris, un burgués extravagante que tiene gustos finos y desprecia los de otros para sentirse mejor; lo imagino como un señor relamido, con el bigote peinado y una larga bata guinda, sentado con las piernas cruzadas como en coliseo romano para subir o bajar pulgares, sediento de sangre, temeroso de morir. Jesús Sandoval M.
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MIGAJAS, TELEGRAFO, HOJARAZCA
Tu partida La intempestiva imprudencia de tu partida que todavía derrama hiel sobre mi cama. Duermo añorando tus escuálidas manos, pero despierto con ellas arrancando mi alma. Me arropo con el frío que dejaste a la derecha del colchón y amanezco todos los días enferma de amor. Cuido tus migajas, las riego, las saco al sol, pero en las mañanas nubladas es cuando más duele, corazón. Paulina de la Vega
Sobre el mar Hace mucho que el telégrafo ya no juega el papel vital de salvar a la gente de los peligros del mar. Tampoco hay quien navegue las aguas, cargadas de sustancias que reaccionan diariamente con hidrocarburos y plásticos flotantes. Me pregunté si había algún ser vivo bajo nosotros en ese inmenso azul, allá a lo lejos. Mi abuela les llamaba peces y ballenas a lo que alguna vez estuvo ahí. El abuelo reía; quitándose su máscara respiratoria, le recordó a la abuela cuando se encontró con un tiburón y no le hizo daño, como presumía una película taquillera al respecto de estas criaturas. Callaron después de decir que ese tiburón fue uno de los últimos vistos en el planeta. Entramos a la nave, anochecía y las nubes cargadas de óxido nitroso se acercaban lentamente.
Mario López Araiza Valencia
Escarabajo Yo, pequeño escarabajo de hojarasca, ando con paso lento para no herir al monte. Robo vida al musgo y a la arcilla y entre flores hago nacer un cráter, para anidar hasta que cese la lluvia. Guadalupe Pastrana.
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QUESO
El Secreto De Doña Tula La gente nunca creía el consejo de ingerir un trozo de queso panela quince minutos antes de cualquier platillo grasoso. Una incredulidad cercana a la del consejo de consumir un limón para la migraña o té de ruda para deshacer un embarazo indeseado. En lugar de darse la oportunidad de intentarlo, preferían nutriólogos. Lo mismo ocurría con el jamón de pavo antes de los carbohidratos. Gracias a doña Tula, una vecina que vendía diferentes tipos de quesos, conocí los trucos del jamón y el queso panela cuando conversábamos durante el mandado para las entomatadas que mamá prepararía para la cena. Extraño esas noches con las anécdotas de sus viajes a diferentes regiones mexicanas, la derrota mediante groserías y rezos a una chorca y el aura mística alrededor de una lechuza disecada con alas extendidas en su recibidor. Recordaba con añoranza la receta del burrito con huevo y quesos. En los primeros meses del confinamiento pandémico, picaba porciones pequeñas de tomate, cebolla morada, pimientos —rojo, amarillo y verde— y chile. Rompía y mezclaba huevos colorados de gallina y tres de codorniz para combinarlos con las verduras; espolvoreaba cúrcuma, hierbas finas, pimienta y sal marina. En el comal situaba una tortilla de harina embadurnada con manteca de puerco; la retiraba antes que pareciese buñuelo. Sobre la sartén crepitaban trozos de salchicha y jamón; añadía el omelet crudo, tapaba el utensilio y untaba queso de cabra sobre la tortilla. Luego los demás quesos, los cuadrados de las hamburguesas y el Chihuahua. Con el tiempo, quién sabe, agregué más ingredientes de los originales. El trozo de queso panela, haciendo magia en mí, preparó el terreno para el primer bocado. Descanse eternamente, doña Tula. Martín Morales Garza
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LOTERÍA, MAREA
Ventura Acudió como todos los días: mecánicamente y con una sonrisa dibujada con lápiz labial. Agradecía el sustento del destino, pero… la razón no estaba convencida. Esa razón que daba volteretas dentro de su cabeza, la que le decía que no debía morderse la lengua ni machucarse los dedos, que faltaba poco para encontrar la última pieza del rompecabezas, ganarse la lotería o perder los estribos. Logra camuflarse entre las especies bañadas de superficialidad, pero su voz clama esa libertad cubierta con máscara de conformidad. No sucumbe ante el hueco en el estómago ni se quiebra con el hormigueo de sus brazos; aunque a veces las palabras divagan en el aire, logra atraparlas para no atar más su sentir. Ya no hay marcha atrás y está próxima a dar el salto… Lau Jasil
Atardecer Atardecer de arrebol, olor a tierra. Soy la niña que canta para ahuyentar a los comedores de jilotes. Un día tuve ojos de lagarto ausente y aullido de loba y llanto de pequeña huérfana. Hoy, bajo la marea, la vida se vive sencilla. El lugar que habito es ahora mi cuerpo y mi arroyo. Guadalupe Pastrana
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MAREA
Pregunta Amarga Mira el mar. El mar infinito. Cree que últimamente vive como las olas que van y vienen. Sube la marea y se ahoga en pensamientos, baja la marea y la sequedad de la duda permanece. Aun así, un paisaje hermoso es ella. Luego se enoja consigo misma: “Antes no me sucedía esto”, se reclama. Odia sentirse así: todas las mañanas se levanta con temor, cree que se marea casi como si fuera un invento suyo; las luces brillantes la acobardan. Nadie le habló antes de los A T A Q U E S sorpresivos; ni siquiera pensó que sería víctima de sus imaginaciones, que revolotean como polillas y que no soporta. Es como una guerra donde ella misma es su enemigo. Luego se enoja contra el universo, el destino y con cualquier dios existente. La duda, que no tiene respuesta, le sabe amarga: “¿Por qué tengo epilepsia?” Ahora sus lágrimas se confunden con el mar. La marea sube y baja como su pecho sollozante. Lissedez
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ÍNGRIMO
Íngrimo Íngrimo, en medio de la multitud y las horas, con las manos llenas de nada. Esta casa es una isla donde se ve tu silueta sumergirse en el horizonte de la ausencia como un sol creado para los solitarios.
Rodeado de recuerdos y cadáveres de rosas, miro a la infinidad con la ilusión del desahuciado. Sueño que vienes con los frutos del amor a quitarme el hambre de tu cuerpo. Sueño que abrazas a un niño caído en mitad de la calle y este niño al mirarte te mira con mis ojos, pero yo siento la pena porque soy un pequeño huérfano del mundo que reza a las alturas por tu retorno. Sin embargo, han pasado una vez más veinticuatro horas, veinticuatro flechas por el yermo corazón, y la esperanza en el acantilado contempla su fin. Parece que esta vez se lanzará definitivamente. Seré un íngrimo soñador falleciendo a diario. ¡Lo juro!
Patricio Vega Arrobo
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CONTICINIO
La fugacidad del rumor etéreo De las cuatro de la mañana hasta minutos antes de la medianoche, un toro bramaba a través de los vecinos y los vendedores ambulantes. Cualquier otro agradecería un vecindario con vida —porque la calma y la serenidad, al parecer, atraían maleantes—, pero la calle Aloe de la colonia Parques de Guadalupe era presa de un hurgador de latas madrugador, los ladridos de mascotas o callejeros, los gritos de los encargados del camión de la basura, el aviso musical de cada dos horas del vendedor de tortillas, el diálogo quemado del panadero Tin Tan, el hombre de la miel de abeja o el chile piquín, los que exhiben sus trapos sucios, los niños llorones cíclicos (hijos, nietos, bisnietos) y los martilleos de una remodelación en bucle. El infierno personal se desvanecía con el conticinio a partir de la medianoche. El preámbulo de la melodía del silencio iniciaba con la sinfonía de grillos astrales, el andar de vehículos fugaces en la avenida fantasmagórica, la ráfaga sonora de motocicletas roncas y las copas de los árboles, estremecidas por caricias eólicas. Con los ojos cerrados en la cama, una maroma ocular puede derivar en un sueño profundo. A las cuatro con un minuto, me congelaba la razón de mi abuela materna de desear su vecindario sin gente; sólo su rutina silenciosa, el árbol de limones del patio y los gatos nómadas. Pero cuando la visitábamos nos dábamos cuenta de que nunca se sabía quién podía escuchar nuestros deseos, porque ya no tenía vecinos, sólo bodegas, negocios que cerraban a las nueve de la noche y nulo tránsito de vehículos en su vecindario. Si sucedía algo contrario a la realidad, me preguntaba, durante el conticinio, qué sentiría si el toro bramante de la calle Aloe desapareciera.
Martín Morales Garza
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Colectivo Letrantes El Colectivo Letrantes es un grupo de seres variados que gustamos de las letras en todos sus matices, promovemos la producción literaria amateur en nuestra Letrina, soñamos a todo color, redescubrimos nuestros amores literarios en Inspiraciones y realizamos eventos multidisciplinarios en torno a la literatura.
Letrantas y Letrantes somos Alexia García RZK Carmen Míguez Carlos Chay Daniel Ramos Mario López Araiza
Miguel Matos Se'Wa (Olga Zepeda) Wilbert Osorno Sherely CG Yezer Pacheco
Portada: Miguel Matos Contraportada: Carlos García Prólogo: RZK Dirección editorial: Alexia García Corrección de estilo: Wilbert Osorno Revisora: Se'Wa (Olga Zepeda) Asistente editorial: Daniel Ramos Relaciones públicas: Mario López Araiza
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El Poebril 2021 se terminó de editar en FEBRERO del 2022, tiempos de COVID-19 13
Mérida, Yuc, Méx. 08 de 02 del 2022