Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Letras Del Loco (Diálogos con el interlocutor fantasma)
Original de Alejandro Montaño Barbosa
México, 2011. 1
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Desasosiego, Fértil Musa. Escribo en cada papel que encuentro, porque las palabras se agolpan en mis manos, me queman las entrañas, bullen en mi mente, que busca desesperadamente una respuesta, un poco de orden entre tanto caos. Escribo para liberar mariposas, pero también para encadenar demonios. Escribo porque no me queda otro remedio, porque de otra forma, el dolor y la confusión me dejarían mudo para siempre. Escribo para romper los silencios a golpes de palabras. Pero sobre todo, escribo para prender una pequeña luz en esta abismal oscuridad, del cavernoso corazón en donde habito.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, Diciembre 6,2003. Ciudad de México, Octubre 23, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
No preguntes
No me preguntes cuándo me volví loco. Sería una locura. Además...¡Se necesita estar loco para preguntarle cosas a un Loco! ¿No es mejor, acaso, ignorarlo, no verlo, hacer como que no existe, cruzar la calle, olvidarlo lo más pronto posible? O mejor aún, encerrarlo en una institución de paredes acolchadas y tonos suaves, donde nunca más vuelva a ensuciar nuestro mundo con su insana manera de ver las cosas... Que otros se ocupen de él, ya que no es posible simplemente tirarlos a un pozo profundo, a que mueran de hambre y de locura... Pero siempre habrá alguien que tenga una cierta curiosidad por saber qué dice un loco, puede ser divertido... revelador... inquietante... alucinante... enloquecedor. El Loco, este Loco en particular, tiene la locura de escribir, y este es el cajón donde caen una a una, sus dementes letras...
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y el Loco de Gibrán. Me preguntáis cómo me volví loco: Un día, mucho antes de que naciesen varios dioses, desperté de un profundo sueño y hallé que se habían robado todas mis máscaras. Las siete máscaras que modelé y usé durante siete vidas. Y ya sin máscara, corrí por las populosas calles gritando: -“Ladrones!... ¡Ladrones!... ¡Malditos Ladrones! El Loco, Gibrán Khalil Gibrán
Me preguntáis cómo me volví Loco, ladrón y Loco: Me acusáis de ser plagiario, que antes de mí, ya existió un loco, el de Gibrán. Me miráis con desprecio, criticáis y comparáis. Salgo perdiendo. Me decís que sólo repito lo que otros ya han escrito, mucho mejor que yo. ...Y tenéis razón. Plagiario soy, me acuso. Soy uno de los siete ladrones que robaron sus siete máscaras al Loco, hace ya muchas vidas. Mea culpa. Yo era muy joven cuando lo hice, pero eso no me exculpa. Muy joven era, cuando lo escuché maldecirme por las calles de su ciudad. Era muy joven, y aún no estaba loco. Sólo era un vulgar ladronzuelo, nada más. En un callejón oscuro, los otros seis y yo nos repartimos el botín; yo me quedé con la más sencilla, la menos valiosa de sus máscaras, por ser el más joven.
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Después supe que los otros rompieron sus máscaras, a golpes de cincel les
arrancaron
el
oro,
la
plata
y
las
piedras
preciosas,
y
las
vendieron en el mercado por unas monedas. Pero era tan poco el oro de la mía, que no supe qué hacer con ella, así que la guardé entre mis ropas. Cuando salí del callejón, escuché las maldiciones del Loco, y salí huyendo, despavorido. Vagué
por
rincones,
callejones
y
muerto
miedo
de
plazuelas; y
de
me
escondí
vergüenza.
en
los
Maldije
más al
oscuros
Loco
por
maldecirme. No me quedé el tiempo suficiente para escuchar que el Loco bendijo a sus ladrones, cuando sintió por vez primera la caricia del sol en su rostro. Aterrado,
quizás
influido
por
el
peso
de
la
máscara
que
llevaba
conmigo, comencé a enloquecer, y ya demente, me puse la máscara. (os pido que notéis que enloquecí antes, y no después de ponérmela). Un ardor insoportable abrasó mi cara, la máscara se fundió con mi piel; Intenté quitármela, en vano, me arrastré hasta el río y me sumergí,
para
calmar
mi
dolor.
Desesperado,
quise
quitármela,
apartarla de mí, pero ya no podía separarme de ella, la más sencilla, la menos ornamentada, la más auténtica de todas sus máscaras. Desde entonces vago por el mundo, con este rostro que no es el mío. Me aparto de los caminos; huyo de las multitudes; me cubro con una capucha como solían hacerlo los leprosos, para que no me vean, pero a diferencia de ellos, mi locura no tiene cura. Cientos de veces he muerto, y he renacido siempre con la máscara pegada a mi rostro. No hay día en que no maldiga a quien me maldijo de esta manera, con esta locura. No hay día en que no lo bendiga, por haberme abierto los ojos. Soy un loco, un ladrón, y un loco. 5
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Sé muy bien que ya todo está escrito, pero me obstino locamente en rescribirlo de nuevo. Dicen que si setecientos monos teclearan en setecientas máquinas de escribir, por setecientos años, terminarían por reescribir Hamlet. Yo creo que exageran, porque para que ello ocurriera, los setecientos monos tendrían que estar todos locos. ¿Qué soy un plagiario? Si, no lo niego. Alguien más, antes que yo, encarnó al Loco. Alguien más lo encarnará, cuando por fin termine de morir, de una buena vez. Pero esta locura es mía, sólo mía. Me la he ganado a pulso, después de tanta locura, Y mis palabras, también lo son. Asumo la paternidad, la autoría; reivindico el atentado. Los críticos podrán dormir satisfechos, en sus casas de críticos. Comerán críticamente su alimento, ganado por publicar sus críticas, donde me desenmascaran. Allá ellos, que lo creen. Porque debajo de la carne viva que dejan ahí, donde solía estar mi rostro enmascarado, una nueva máscara resurge, como siempre lo hace, cada vez que intento arrancarla. Es distinta, y es la misma. Es mía, y no me pertenece. Es mi deseo, insatisfecho. La robé. La hice yo mismo. Nací y moriré con ella, una, y otra, y otra vez.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa Tizapán, Ciudad de México. Octubre 28, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Mis otras Vidas El Loco estaba ahí, mucho tiempo antes de advertirlo, mucho tiempo antes de escribirlo, mucho tiempo antes del tiempo.
La mía ha sido una vida de promesas no cumplidas, un río navegado una y otra vez, lleno de insatisfacciones y desengaños. Por mi mano surgen vidas que no me pertenecen, pero que acaso, se alojan en mí como si fueran los inquilinos de una vieja casa remozada. Siento que el peso de los siglos brota por mis ojos y los nubla, les impide ver los contornos definidos de las cosas. Mi vista se extravía en los destellos fugaces de la mañana, de modo que en la noche sólo atino a mirar con el enfebrecido desvarío del Loco. En lo oscuro, mil voces susurran en mi oído secretos que no alcanzo a comprender, pues me son dichos en una lengua extraña y extinta, que conocía, pero he olvidado. Cuando ansioso busco el origen de esas voces, sólo escucho risas burlonas; otra vez me han engañado. Las dudas se agolpan en mi pecho y lo sofocan. Miles de respuestas sin pregunta me persiguen sin darme alcance; soy el involuntario guardián de la Duda Existencial. Siento correr por mis venas la sangre de guerreros y cobardes; de viejos sacerdotes y locos juglares; de artistas y prostitutas; de blasfemos y de monstruos destructores; de duendes y de ninfas. Juntos cohabitan sin convivir, desgarrándome por dentro. Sin embargo, no soy el único en mi especie; he visto caminar a otros como yo por sendas distintas, que se cruzan con la mía. Ahora sé que estamos condenados a no detenernos jamás a conversar sino tan sólo a vernos a lo lejos, como extraños que se reconocen, sabedores de que compartimos un mismo destino, que hemos de repetir eternamente.
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Letras del Loco De mi boca
salen
palabras
que
Original de Alejandro Montaño Barbosa quisiera nunca haber pronunciado,
porque no son mías del todo. Muchas veces son los monstruos los que hablan por mí, pero también el artista toma en ocasiones la palabra, aunque sus creaciones tampoco son del todo mías. La mía es una vida repetida ya mil veces, una brecha recorrida por muchos otros y que ahora me toca transitar. De aquellos he perdido los recuerdos, pero conservo las dudas. Mi tarea es aprender todo de nuevo, guardando la sensación de que cada cosa nueva era ya sabida de antemano infinidad de veces, e infinidad de veces ha sido olvidada. Soy tan sólo uno más en la lista de los necios. De los Locos que se empecinan y desesperan. De los soberbios que conociendo su pequeñez, no se conforman. De los que gritan a la nada sus tristezas.
Consumatum… initio. Ciudad de México, Diciembre 19, 1990, Reencontrado en SCLC, Septiembre 10, 2011.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
La red de las palabras. Si capturo al culpable de tanto desastre lo va a lamentar. Silvio Rodríguez.
Es diciembre de 2007, Leo El Zahir, de Paulo Coelho, y descubro que ya escribió
buena
parte
de
lo
que
yo
hubiera
querido
decir
en
ese
entonces. Escribo en la contraportada del libro: “Pierdo mi tiempo dándome cientos de pretextos –y mil buenas razonespara no escribir”. Pasa el tiempo. Una noche atormentada, como ocurre con frecuencia, el sueño no acude; la mano arde y escribe en la agenda que he tomado como diario: Se puede, se debe escribir. La labor del que escribe es solitaria y ardua. A lo largo del camino, se escuchan voces que susurran: “No lo hagas...” “Desiste...” “Otros ya lo hicieron, mejor que tú, y fracasaron...” “A nadie le va a interesar...” “¿Con qué soberbia te autonombras ‘escritor’?
Y me digo: Ya basta, hay que romper el silencio a palabrazos. En ese momento, nace el Loco. 10
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa El Zahir, aquello que se hace presente, y al hacerlo, borra todo lo demás; ese objeto, esa presencia, esa idea que transforma a la persona en un obseso, en un santo, o en un loco. Algo pasa, que aunque siento gran afinidad con este último, me atoro a la hora de escribir acerca de esta parte tan mía, tan ajena. Será que el Loco que hay en mí niega todo intento de definición, se rehúsa a ser apresado por la palabra. Cualquier cosa escrita acerca de él es de inmediato negada por la mente cuerda. Pero una cuerda bien anudada, se convierte en una red. (curioso juego de palabras). Una vez que el Loco cae en esta red de letras, intenta zafarse con sus manos, con sus dientes. Muerde las palabras, prueba su sabor, chupa su jugo agridulce, y se convierte en adicto a ellas. Ahora, no hay quien lo pare. El Loco siempre hace lo contrario a lo que se espera de él. Se niega a ser definido, pero a cambio, se lanza a definir las cosas que le rodean. El Loco es un mentiroso, patológico, pero cuando se da cuenta de ello, súbitamente adopta la honestidad, como el cuerdo que se refugia detrás de una mentira.
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Pero luego se le olvida, y vuelve a mentir, desprovisto de vergüenza y de memoria. El Loco ignora deliberadamente el paso del tiempo, su enemigo mortal, y la factura que éste le cobra luego es difícil de pagar; al final, siempre gana el lento transcurrir de las horas. El Loco es conciente del reloj, pero decide no mirarlo, como para que esta vez se detenga, y no transcurra, del mismo modo en que prefiere no ver el saldo en su
estado de cuenta, e intenta convencerse de que su
tiempo será eterno, y su dinero, inagotable. Sin
embargo,
despilfarra
irresponsablemente
ambos
recursos,
y
se
descubre empobrecido doblemente, desprovisto de la abundancia. El Loco escribe, pero se niega a asumir el “Yo” como recurso narrativo. Siempre hay una tercera persona –llamémosle El Loco, por decir algo- a quien se le puede echar la culpa de todo lo malo que pasa. - ¿Quién rompió el Jarrón del Tiempo y dejó que se derramaran los segundos por el suelo? - Yo no fui, fue El Loco. - ¿Quién dejó escapar al ave de las cuatrocientas voces, sólo para que muriera de hambre? - No lo sé. El Loco ha de haber sido. - En mi sábana blanca vertieron hollín. Han echado basura en mi verde jardín. Si capturo al culpable de tanto desastre, lo va a lamentar. 12
Letras del Loco - El Loco habrá sido, quién más.
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Es conveniente tener siempre un Loco a la mano. Pero al poderle echar la culpa al Loco, también se aleja de todo lo bueno que pasa, aquello que sólo le sucede a los otros. Nunca a él, y si le pasa, ni cuenta se da. El Loco, sin embargo, parece feliz siendo quien es. Pasea por el mundo con su traje de colores y su pañuelo anudado a un bordón, ajeno al perro que le muerde el trasero, mientras se pasea con su sonrisa idiota que
tanto
inquieta
a
los
demás;
en
el
fondo,
el
Loco
no
está
suficientemente loco como para no darse cuenta de que esto es una máscara, una ilusión más de su enloquecida mente. Mientras tanto, el tiempo y los recursos se esfuman, inexorablemente. El Loco intenta convencerse que esto de escribir es un recurso inútil, y gasta sus palabras en interminables discursos para demostrarlo. Estructura un ensayo, con argumentos sólidos, citas y notas al pie, donde demuestra más allá de toda duda, que nadie lee, a nadie le importa. Publica un artículo en la sección de negocios, en el cual asegura que esto de escribir no deja, y lo peor, no paga la renta ni las cuentas, que se acumulan una sobre otra. El Loco escribe todo esto con su dedo en un cuaderno inexistente, su Diario de Locuras,
ahí donde hay escritos miles de cuentos y novelas,
que como nadie ha leído, están a buen resguardo del ladrón de las 13
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa palabras, esas palabras vagabundas, cuerda anudada en una red invisible de
letras
que
componen
frases,
que
estructuran
ideas,
que
definen
sentimientos, que construyen mundos imaginados y comprendidos sólo por el Loco. Un vano esfuerzo por apresar al mejor escapista, (él mismo) del mundo (su mundo). Amanece, y el Loco cae rendido. Alguien le susurra “basta ya”, lo arropa y apaga la luz.
Tizapán, Ciudad de México. Diciembre 27, 2007. Septiembre 27, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y el Dolor El Loco comenzó a enloquecer un mal día, cuando descubrió una espina clavada en el pecho, del lado izquierdo, muy cerca del
esternón,
entre
la
sexta
y
la
séptima costillas. Al principio no le hizo caso, preocupado por
las
cosas
cuerdas
que
en
ese
entonces le ocupaban. Se rascaba y se rascaba, espina
sin se
saber
clavaba
que
con
más
y
ello,
más
en
la su
interior. La sentía claramente, cada vez más adentro. Era pequeña, parecida a la garra de un felino, pero dentada como colmillo de tiburón; sin embargo a nadie le dijo, nunca se quejó cuando la sintió migrar por su cuerpo. Una señora en el mercado le dijo una vez que hay espinas, como la del nopal, que una vez adentro del cuerpo, se mueven, caminan y se adentran en la carne, y una vez ancladas, se pudren. Justo así sentía el Loco, y fue cuando comenzó a enloquecer. Cuando por fin se dio cuenta e intentó hacer algo, era ya muy tarde; el dolor se había adentrado en él. El
Loco
comenzó
perceptible,
que
a
percibirlo
permanecía
día
a
veces
y
noche,
como
un
moviéndose
zumbido en
su
apenas cabeza,
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa migrando en su cráneo, donde seguramente hizo el mayor daño, como un gusano barrenador que mientras come, avanza. Durante años anidó en su dentadura, pudriendo lentamente primero un diente, luego una muela, y otra más. Pero el Loco tenía miedo del dentista, y aprendió a no hacerle caso. Paradójicamente, el miedo al dolor hizo estragos en su dentadura; pero él creía que era preferible soportarlo, y adormecerlo con pastillas, cuando no lo dejaba dormir. También llegó a creer que eso era normal, parte de sí mismo, y cuando por fin decidió expulsarlo de su boca y someterse a tratamiento, el Dolor ya sabía el camino, y migró de nuevo. Se
instaló
punzante,
por
un
temporadas
martillazo
en
su
tobillo
agudo
en
su
izquierdo,
talón,
como
impidiéndole
un
clavo
caminar
y
haciendo de cada paso una tortura. El
Loco
lo
visualizaba
en
ese
entonces
como
un
grillete,
que
lo
paralizaba por días enteros, tendido en la cama. El Loco no comprendía a su Dolor. Lo vivía al mismo tiempo como algo propio y ajeno. Pocas veces advirtió que ese dolor físico, también era un reflejo de su dolor del alma, al cual se había habituado, e incluso lo había llegado a amar como sólo se aman los amores imposibles, con terca resignación, sin esperanza. Pocas veces lo sintió como un aviso de su cuerpo, una señal de que algo andaba mal, y requería ser atendido con algo más que analgésicos, como
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa sus dientes, como su tobillo, como ese lugar ambiguo y difícil de situar en el medio del pecho, en su sexo, en su mente febril. Pocas, muy pocas veces logra calmarlo, sólo un poco, cuando escribe, cuando lo visualiza y a veces logra sacarlo con palabras. ...Sólo a veces. Pero el Loco ya no ama su Dolor, dejó de amarlo como se deja de amar a una amante que envejece y se amarga. El Loco desea un día dejar de escribir acerca de su Dolor; Sólo desea soltarlo de una buena vez, y dejar que por fin se vaya, a doler en otra parte.
En Tránsito, Ciudad de México, Octubre 7-15, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Un hombre menudito A Jorge, maestro y amigo. Junio 17.
El Loco se siente a veces completamente solo en su locura. Hay algo incomunicable, intransferible en este maremagnum de ideas dislocadas, pensamientos
inconexos,
sentimientos
reiterados,
vueltas
al
pasado,
fugas hacia el futuro, presentes estáticos y detenidos. Y
de
pronto,
arriba
un
mensaje
del
pasado,
oculto
dentro
de
una
botella, hasta sus playas remotas: Un hombre menudito pasa por la calle aparentemente feliz y despistado caminando con pasitos de llovizna. La verdad es que trae un corazón arrugado en sus zapatos y se rasca algo que ha soñado y no recuerda Jorge Zavaleta, 1993. El Loco comprende al leer a su amigo ido, que no está tan solo. Mira las huellas de su maestro y reconoce esos “pasitos de llovizna” que han pasado por el mismo camino que ahora el loco recorre. Han pasado apenas 15 15 15 XV
años minutos latidos Siglos
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa El Loco sabe que sigue siendo un alumno, de muy lento aprendizaje. Que tuvo
que
quedarse
solo,
para
comprender....
¿Qué?
De
nuevo
el
entendimiento se le escapa. Agosto 1.
El Loco sabe muy bien hacerse el loco y apartarse de la libreta donde, sin poder evitarlo, garabatea a mano sus locuras. Ni a sí mismo se engaña. El Loco es un “exhibicionista tímido” que se sueña a sí mismo desnudo por la calle, y a pesar de la indiferencia de los que le rodean en sus sueños, siente pena de su propia desnudez. Tiene miedo de confesar –ni siquiera a sí mismo- el contenido de sus sueños. Él sabe que sólo se decide a escribir cuando el miedo a sus propios sueños desbocados lo rebasa; cuando ese nudo en la garganta le impide hacer otra cosa que llorar lágrimas de tinta. Por eso, el Loco hace todo lo posible por no escribir, y si no le queda otra, divaga, se aleja, se distrae, evade, no concreta nada, porque sabe muy bien que estas lágrimas en forma de letra, estos llantos vueltos palabra, no le consolarán, sino que desatarán una tormenta de frases que por algo se niegan a salir por su puño y por su garganta. Y aún así, el torrente de palabras caídas, forma un río, en el cual se ahoga lentamente el sueño.
Noviembre 11.
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Un parpadeo que dura varios meses. Todo se ha puesto en movimiento en su vida, todo ha pasado tan rápidamente. Los pasos de llovizna se han convertido
en
carrera
de
aguacero.
El
grillete
en
su
tobillo
ha
resbalado, de momento. Él corre desesperado, no vaya a ser que si se detiene, el grillete encuentre su camino y vuelva a deslizarse hasta la profunda cicatriz que queda, como recuerdo de su antiguo cautiverio. De momento, honra con esta loca carrera hacia el futuro esta inesperada libertad de movimiento. Ya vendrá el momento de reflexionar acerca de este tiempo de la espera, del estancamiento, del no pasa nada, del pan y agua, que cada cierto tiempo se repite en su vida, y lo obliga a detenerse. Pero por el momento, es mejor no pensar. Se siente bien estar así, libre, con aire acariciando su rostro, sin la seguridad del viejo cubil, hollado y conocido, donde tiene seguro el pan, pero que poco a poco le mata el espíritu. Ya tendrá tiempo de cansarse de esta incertidumbre de no saber muy bien qué sigue en la vida, más allá de poner un pie delante del otro. De momento es agradable estar de nuevo en movimiento, que trae consigo el vértigo del que va sin rumbo fijo, sin saber qué sigue. Quién sabe si esto que siente es lo que los demás llaman “Libertad”, pero es bueno cambiar de aires. .
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa Tizapán, Ciudad de México, Entre Junio 17 y Noviembre 11, 2008.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y la Fiera.
Un animal salvaje vive dentro de la piel del Loco. Una fiera nocturna, cazadora, solitaria, vagabunda, que suele vivir enjaulada, dentro suyo. Algunas noches de luna, el Loco siente cómo, desde el interior de su pecho, la Bestia intenta escaparse. Al principio es sólo un débil gemido, similar al del gato dormido, que sueña con sus peleas y cacerías. Entonces, el Loco intenta apaciguarla y dormirla; le cuenta historias, trata de no escuchar sus gañidos, la acaricia. Ruega que recupere el sueño y permanezca dormida. Pero no siempre lo logra. Los sueños de la Fiera Nocturna casi siempre son pesadillas. El Loco siente entonces cómo las garras de ésta, su Bestia interna, se afilan contra los barrotes de su jaula. El suave gemido se transforma en gruñido; la Fiera se agita; los dientes rechinan; su áspera pelambre se eriza, dentro del cuerpo del Loco. Él se agita, desesperado, intenta pensar en otra cosa, se revuelve entre las sábanas, suplicando que se calme. Tiene miedo, y ese mismo terror (bien lo sabe), es el que termina por despertarla.
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Letras del Loco Ésta, olfatea, excita.
Intenta
abre
sus
zafarse
ojos de
Original de Alejandro Montaño Barbosa nocturnos, gruñe con más fuerza,
sus
ataduras.
se
Rasga-muerde-aúlla-rompe-
rasga-muerde. Reclama su encierro, clama por sangre, anhela escapar de su jaula, entre la espalda y el pecho del Loco. A veces, lo consigue, logra huir, despavorida. Destroza por dentro al Loco, escapa por su boca, con un alarido terrible, y emprende su desesperada carrera a través de la noche. Se escapa, enfurecida, destrozando todo a su paso. Vaga por horas enteras, días y noches sin luz, internándose en la oscuridad interminable. Trepa-salta-repta-se-agazapa-brinca-caza-olfatea-desgarra-asesina, pero nunca devora a sus presas, sólo las mata y deja abandonados sus restos. Luego
emprende
una
larga
caminata,
tratando
de
huir
de
sí
misma,
tratando de aliviar una sed y un hambre insaciables. Por fin, fatigada, busca un rincón oscuro; se enrosca y se tiende, a lamer sus heridas. Mientras tanto, el Loco logra reponerse y sale en su busca, la llama a gritos, desesperado. Se guía por los destrozos, las ruinas que deja a su paso, las pequeñas presas destripadas, el reguero de sangre y de despojos. Muy dentro suyo, espera no hallarla, pero la sola idea lo aterra, y apura el paso. 23
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Tiempo después, inevitablemente, la encuentra en su agujero; rendida, gimiendo de dolor causado y sufrido. la cubre tiernamente, acaricia su pelambre, erizada y astrosa, abraza su hocico sangrante, le susurra palabras tranquilizadoras, le da a beber sus lágrimas, y cura sus heridas. Cuando por fin logra calmarla, la carga -casi muerta- y la lleva de regreso a su interior, donde espera esta vez, mantenerla a salvo de sí misma, domeñada y tranquila, así sea a punta de palabras.
Olivarito, Cittá del Messico. Julio 12, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco, los sentidos y las voces. Aquí estamos – se dice el LocoEn el borde del precipicio, sintiéndonos caer al vacío, sin admitir que podemos volar. Para Yvonne, por el hallazgo. Compartido.
Por definición, la locura es la pérdida del sentido de la realidad. Nadie mejor que el Loco lo sabe. El Loco no puede dormir esta noche de lluvia, con el bailamacho que hay en su cabeza... Se levanta de la cama en medio de la oscuridad, toma su pluma y su diario de locuras y se sienta en la sala, a media luz. Mientras
los
afanosamente,
demás entre
duermen las
el
palabras
sueño que
de
los
revolotean
justos, en
su
él
busca
cabeza,
el
sentido perdido. En la semioscuridad, enciende un cigarrillo, por el lado del filtro; se da cuenta al aspirar su acre olor; recorta el lado quemado y lo vuelve a
encender.
Mientras
realiza
esta
labor
absurda,
hace
un
breve
recuento. Hasta donde entiende, aún conserva los cinco sentidos con los cuales nació: Vista, oído, tacto, gusto, olfato. Esos no están perdidos, de modo que tiene que buscar en otro lado aquello que no encuentra. Es muy conciente de su sentido del dolor: un tobillo lastimado, quién sabe cómo, le recuerda, punzada a punzada, que está vivo, y eso duele.
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa El sentido del tiempo también está ahí, presente. Pasa lento, espeso, pesado, como un latido interminable. Recuerda aquel verso que un día brotó de su cabeza, como dictado por otra persona, hace siglos, hace apenas un segundo: “Una hora es un dolor goteante Que suele ser demasiado corta, o larga, Pero jamás de la medida deseada”.
El Loco sabe que lo que en realidad se le escapa, es el sentido de la Vida, de su Vida. El Loco sabe bien, pero hace todo lo posible por olvidar que la Vida es un poco más que el lento transcurrir entre el primer aliento y el último, y sólo vale, si se le dota de sentido, de propósito, de dirección. Todo aquello que al Loco se le diluye hora tras hora de sus manos y su entendimiento, y que busca en noches tormentosas como esta, noches de insomnio, cuando los ruidos de afuera disminuyen y aumentan los ruidos de adentro. Esas voces imperiosas, decenas, cientos, miles de voces que le dicen, todas juntas, todo aquello que tiene que hacer y no ha hecho, lo que debe dejar de hacer y no puede evitar, lo que planea y no realiza, lo que hace sin pensar, de manera irresponsable. Voces que al hablar, todas juntas, lo inmovilizan. A
veces,
como
esta
noche,
el
Loco
recupera
su
sentido
de
la
concentración, tan esquivo, y con gran esfuerzo, manda callar de golpe
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Letras del Loco todas las voces, menos una,
Original de Alejandro Montaño Barbosa la más serena, y al mismo tiempo, la más
apremiante. Aquella Voz, que le ordena levantarse de su cama, que tome pluma y diario, y le permite encender un cigarrillo, sin importarle mucho si lo hace bien o mal. Aquella
Voz,
profunda
y
suave
–tanto,
que
muchas
veces
no
logra
escucharla- que le dicta de vez en cuando las palabras que le devuelven el sentido a su existencia: contar historias. Aquella
Voz,
tan
frecuentemente
acallada
embargo, persevera, y espera su momento,
por
las
otras,
que
sin
cuando el Loco se sobrepone a
su locura por un momento, y construye, palabra a palabra, un frágil muro de cordura que lo separa de la oscuridad profunda y atemorizante que es para él lo que los demás llaman “mundo real”. Aunque
sea
fugazmente,
en
noches
como
ésta,
el
Loco
recupera
el
sentido, sólo para caer rendido de cansancio, cuando la luz clarea y las aves le dicen con su canto que la noche ya termina, y la locura diaria comienza.
Olivarito, Cittá dell Messico. Septiembre 24, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco, las burbujas, y la teoría del Caos
Tu tiempo es ahora una mariposa navecita blanca, delgada, nerviosa Siglos atrás inundaron un segundo debajo del cielo, encima del mundo Mariposas, Silvio Rodríguez.
El Loco mira desde su ventana al jardín detrás de su casa. La mariposa aletea sobre la flor, liba su néctar, descansa unos instantes, y sale volando. Él reacciona tarde, sale corriendo e intenta capturar esa pequeña nube de luz colorida, pero sólo encuentra la flor. Un poco decepcionado, la corta y la lleva a su casa, sin arrepentimiento alguno por el floricidio. Busca en el armario un jarrón, y encuentra uno, envuelto en periódico. Lo desenvuelve y lee: 17 de abril de 2008.
La teoría del caos pierde a su creador Este miércoles murió de cáncer, a los 90 años,
constante aleteo en la Selva del Amazonas, puede
Edward Lorenz, el científico que creó en los años
provocar micro-cambios impredecibles en el aire,
‘60 la teoría del caos, para tratar de explicar por
que al multiplicarse terminan por desatar letales
qué es tan difícil hacer pronósticos meteo-
tornados en lugares tan lejanos como Texas, o
rológicos, la cual revolucionó todo el pen-
huracanes en el Caribe (…)
samiento científico de finales del Siglo XX. Lorenz solía usar el ejemplo de la mariposa, cuyo
El Loco pierde interés en la flor y el jarrón. Sin importar que se trate de un periódico viejo, siente el impacto de la noticia como si se enterara apenas de la muerte reciente de un pariente muy cercano.
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Sin importar que haya ocurrido hace tiempo, se siente conmovido por el deceso del hombre que por primera vez vislumbró el caos, y lo convirtió en
teoría
de
lo
inasible,
lo
ingobernable,
lo
inabarcable,
lo
impredecible, lo indescriptible. Hasta qué punto el Mago manipula con sus artes la realidad. Hasta qué punto la trastoca el Loco con su cabeza llena de fractales y mariposas y burbujas y mares profundos. Cómo
se
llenan
los
ojos
y
el
corazón
y
la
mente
y
el
alma
de
pensamientos deshilvanados, caóticos. El aletear de la mariposa amazónica crea vendavales al otro lado del mundo. La tenue lluvia de escamas multicolores que se desprenden de sus alas, genera turbulencias microscópicas que se multiplican, se agigantan, y desencadenan al mismo tiempo fenómenos naturales inabarcables e ideas sin freno ni concierto en la cabeza del Loco, quien con esta idea como pivote, se sumerge en el oscuro Mar del Caos. Su cuerpo se hunde. La bocanada de aire que inflama sus pulmones poco a poco se consume en una combustión lenta y dolorosa. La mezcla de gases pugna por salir, pero el terror lo impide: El Loco sabe que el vacío no será llenado por aire alguno, sino por esta agua turbia que lo rodea. Un momento de pánico, de asfixia. ¿Y después? ¿Cómo saberlo?
29
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Dicen que no hay muerte más terrible que la del ahogado. Los mexicas ubicaban a la víctima en el Tlalocan, junto al dios de las aguas terrestres. Para ellos era preferible la muerte en batalla, o en el altar del sacrificio. El pecho desgarrado, el corazón palpitante, fuera del cuerpo, la sangre derramada para mantener el curso del Sol en su combate diario contra la oscuridad… Todo esto piensa el Loco, mientras se hunde más y más en el Mar del Caos, intenta contener un momento más el aire, pero luego se dice “¡Qué diablos! que sea lo que tenga que ser…” y expira. El
aire
liberado
crea
burbujas,
pero
éstas
no
ascienden
a
la
superficie, cada vez más lejana. Van creando en torno al Loco un ramillete de esferas perfectas y cristalinas. En el interior de cada una, quedan suspendidas pequeñas nubes de colores; humores que brotan de su interior, y que él mira, fascinado. En una de ellas está contenido todo el humo acumulado de una vida de tabaquismo y transcurrir sedentario en el ambiente hostil de la “Jungla de
Asfalto”.
Reconoce
en
encarnado, es tan solo un
este
smog
su
identidad
de
mito
urbano
“Loco del Pueblo” más. La burbuja grisácea
se aleja de él, lentamente. Otras burbujas bailan frente a sus ojos: una de ellas lo cautiva y le hace olvidar que se encuentra sumergido... Es la burbuja del Dolor, llena de un aire tan espeso, que es casi sólido. Dolor añejo, masticado, pero nunca digerido; un Dolor que fue 30
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa maestro implacable, pero que desde hace tiempo sólo repite su misma lección, y ha dejado de enseñarle. La burbuja del Dolor está fuera de su cuerpo, no sabe cómo fue, pero siente el vacío que deja en su interior este Dolor añejo, putrefacto y pestilente. El Loco no sabe qué hará con el vacío que dejó en su interior, pero no lamenta su ausencia, y ve cómo esa esfera llena de fuego y peste y espinas se aleja lentamente. Por fin se ha ido. Ahora nada un poco, e intenta distanciarse de este pequeño banco de burbujas, que lo rodean. Aún no siente la necesidad de llenar sus pulmones de nuevo, a pesar de que lleva ya algunos minutos sumergido. Observa otra burbuja, llena de una tenue nube azul claro. Es su Tristeza. ¿Cómo fue que se escapó? ¿Qué hace fuera de su cuerpo? La sensación de vacío ahora se solidifica, lo golpea en la boca del estómago. ¿A dónde se va su Tristeza, tan amada? A ninguna parte; flota un momento frente a él, y con un movimiento fluido, abandona la forma esférica, y se mete de nuevo al cuerpo, a
través de la nariz.
-No te desharás tan fácilmente de mí -le dice -Recuerda que somos viejos amantes, aún tenemos muchas cosas por hacer… soy tu musa. El Loco se siente absurdamente feliz de recuperar su tristeza (Qué se le va a hacer, está loco), y ya más tranquilo, se concentra en las otras burbujas: En una de ellas, de un azul cobalto tormentoso, está contenido su Sufrimiento, primo hermano del Dolor. También él intenta meterse de 31
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa nuevo por su nariz, por su boca, por su ombligo, por su sexo, busca en cada herida, y pero el Loco no se lo permite. La burbuja explota, se atomiza en un millón de esferas microscópicas, que se adhieren a su piel con diminutos garfios. El Loco sabe que ese Sufrimiento suyo, tan pertinaz, buscará cualquier resquicio, cualquier descuido para volverse a colar. Después de un tiempo difícil de medir, en el que se asoma a cada burbuja, para ver su contenido, el Loco nada hacia la superficie ¿o será el fondo? No puede saberlo, ha perdido todo punto de referencia. Tras de sí quedan todas esas burbujas llenas de sus temores, deseos, ideas,
esperanzas, manías y sentimientos.
Muchas de ellas lo siguen como un cardumen. Se aferran a su tobillo, y lo quieren retener. Otras, sin embargo, se han quedado detrás, ahí donde las expulsó de sus pulmones y de su vida, demasiado lentas y pesadas para seguirle. Sin embargo, el Loco no es tonto; sabe que no podrá alejarse mucho de sus
sentimientos
suyos,
como
su
más
sombríos,
Tristeza,
pero
esos de
que
suelen
momento,
inmovilizarlo.
mientras
emerge
a
Son la
superficie, se siente un poco más ligero y fuerte. Llena sus pulmones de una bocanada de aire fresco y limpio. Su amiga, la Dama Noche, lo recibe con su sonrisa de luna creciente. Tizapán, Ciudad de México, Abril 17, 2008. Noviembre 4, 2010..
32
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco, las Efímeras y el tiempo. Para Teresinha, Por todo lo compartido.
El Loco y el tiempo nunca se han entendido. Son rivales, enemigos, y el Tiempo siempre, siempre gana. Mientras intenta sacar una mariposa que se ha colado a su cuarto, el Loco piensa en las Efímeras, esos frágiles seres alados que pasan la mayor parte de sus vidas bajo el agua y cuando por fin eclosionan, mueren al cabo de veinticuatro horas. Su única misión es aparearse, desovar… y morir. El Loco se pregunta: ¿Qué pasaría si fueran concientes del tiempo que les queda de vida? ¿Vivirían de otro modo, o buscarían con aún mayor pasión el unirse en un abrazo de vida y muerte? Han transcurrido tres, cuatro horas. Les quedan 20. Con sus delicadas alas traslúcidas los machos vuelan en enjambre; las hembras se acercan y comienza el vuelo nupcial, cerca de los ríos y lagos donde vivieron su otra vida como ninfas. Sin
tiempo
desprovista
para de
alimentarse, besos,
de
pues
palabras
carecen
de
amorosas,
boca, sólo
la
su
vida
está
irresistible
necesidad de fundirse en pleno vuelo, fecundar o ser fecundadas, antes de que su tiempo termine. Llega la hora 23.
33
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Los minutos se consumen, la muerte se aproxima. Las hembras buscan la orilla, para depositar sus huevos. Los machos saben que su propósito se ha cumplido. Han pasado 24 horas. Una nube de efímeras yace, inerte. Las que no se hundieron en el agua que las vio nacer, son arrastradas por el viento. Mientras la mariposa se obstina en chocar con el vidrio de su ventana, sin saber salir por donde vino,
El Loco se pregunta, y escribe en su
diario: ¿Qué pasaría si yo fuera una de esas efímeras? Mi tiempo corre, conciente de ello.
inexorable;
pero
resulta
que
no
soy
O lo soy, pero decido jugar el juego perverso del que deliberadamente ignora que el tiempo disponible es limitado, y se derrama gota a gota, minuto a minuto, hora tras hora, día sobre día, año tras año acumulados, desperdiciados, sobrellevados, hasta cumplir mis vida efímera. El tiempo y yo somos rivales, constantemente simulo que no me importa, hago como que no lo malgasto, que no se me agota. Remoloneo, me apoltrono, doy rodeos, me retraso. Como bien me han dicho, soy un “Procastinador”, alguien que llegará tarde a su muerte. Hago como que no pasa, como que se detiene, se congela, como si escapara de su tiranía. Pierdo minutos preciosos, los vacío de acción y junto con ello, de sentido. Lo dejo transcurrir sin llenarlo siquiera de un pensamiento coherente, un sentimiento plausible, una sensación luminosa, un suspiro, una pulsión de vida. Ahí está… se me ha ido. Un minuto más que se me escapa. De pronto descubro que se me ha hecho tarde de nuevo, y los minutos siguientes los pierdo en mi loca carrera hacia el lugar que me espera. Hago lo que me corresponde al principio con pereza, y luego con prisa; la atención que me reclama se dispersa por la angustia. 34
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Dicen que el hombre es el único animal conciente de que va a morir, y eso aporta desdicha y apego a su vida, a las posesiones, al recuerdo. Yo no sé qué pasaría conmigo si en algún momento olvido que tengo que morir. ¿Seré acaso como una Efímera? El corazón a todo galope, las alas en tensión, la imperiosa necesidad de aparearme, reproducirme, completar el ciclo, a merced de las aves, de la luz hipnotizante, del coloso de metal que pasa veloz y me destroza. Volar más rápido, más alto que los otros; buscar apresurado la hembra que he de preñar, sin una palabra, sin apenas verla; vaciar mi semen y luego precipitarme al lago, para morir. ¿Es eso todo? Pero a diferencia de la Efímera, tengo la condena de ser conciente del transcurso del tiempo. Yo vivo al mío como un enemigo, más que como un aliado. Trato de negarlo, de derrotarlo, y con ello no consigo ni siquiera engañarme a mí mismo, tan sólo un transcurrir a contrapelo y la sensación de que algo se me escapa, sin remedio. Somos un suspiro en la vida del Cosmos, un parpadeo, un chispazo. Pero en lugar de brillar plenamente, mi instante se apaga. Pretendo negarlo.
detener
el
estallido,
dosificarlo,
contenerlo,
Prefiero distraerme con la luz encandilante de la lámpara, en lugar de reparar en mi propio fulgor. Intento olvidar que para estallar he nacido. ¿Hacia dónde alumbra esta breve chispa, que se extingue? Pero luego, como la Efímera, el deseo irrefrenable me posee, me penetra, me viola. Me masturbo sin pausa. Me rebelo contra todo apaciguamiento del deseo.
aquello
que
propugna
por
el
Reniego de aquellos que creen que la pasión es una cosa execrable, que hay que evitar, en pos de una quietud, una paz sin fin, ni principio. Este mundo que habito se hizo a punta de cataclismos y explosiones gigantescas, de rabias abismales y tormentas furiosas. Una pequeña gota de volcán hace erupción en mí. Ya demasiada calma tendré, cuando muera. 35
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El tiempo ha pasado. Es de noche, y el Loco lo advierte, con sorpresa. La mariposa hace tiempo que ha salido de su cuarto, seguramente fue a desovar, acaso a morir, en otro lado. El Loco escribe hasta que sus manos sangran y cae, extenuado. Escribe porque sabe que esta es la única manera en como podrá vencer, así sea por un instante más, al Tiempo, su enemigo, su rival.
Tizapán, Ciudad de México. Diciembre 27, 2007. Octubre 27, 2010.
36
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El tiempo, ese Tirano. “Esto ya lo toqué mañana”. El Perseguidor, Julio Cortázar. Para Tochtli, Conejito.
El Loco vive atrapado en el tiempo, ese Tirano inventado por el hombre. En realidad, todos estamos presos por este tiempo que sólo existe en nuestras cabezas y en las máquinas que se han construido para medirlo. Estancados en el transcurso entre un segundo y otro. Arponeados por las manecillas de un reloj invisible y sempiterno, que marca de manera inexorable el instante entre el nacimiento y la muerte. Ahogados por incesante.
el
torrente
de
sangre
que
el
corazón
bombea
Envejeciendo sin remedio entre el amanecer y el ocaso. Pero sólo el Loco lo sabe. Por las mañanas, se mira al espejo. Parpadea. Ve sin inmutarse cómo su barba crece ante sus ojos, y mientras se observa, percibe, en un lapso que pueden ser segundos o siglos, los invisibles barrotes de la cárcel donde purga su cadena perpetua. Cierra los ojos un instante, y al abrirlos, regresa al manicomio de finales del Siglo XIX; piadosos médicos y psiquiatras lo someten a tratamientos
novedosos:
Electroshocks…
baños
helados…
lobotomía…
su
cuerpo es el de un títere con los hilos rotos, su voluntad se ha esfumado, y sólo espera que el escalpelo corte de una vez por todas su tallo cerebral, para acabar de una vez con tanta conciencia de su propio sufrimiento. Abre los ojos, y ahora está en la hoguera con que el Santo Oficio pretende curarlo. El olor de su propia carne ardiendo a fuego lento 37
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa llena el ambiente, mientras el inquisidor le pregunta si se arrepiente de la herejía y la blasfemia. A gritos maldice al Dios de los Cuerdos. Ojos cerrados; ahora, convertido en mujer, aspira los acres olores de incienso,
adormidera,
ajenjo,
mandrágora,
beleño,
belladona…
y
cabalgando en su vapores enervantes, Sybila cae en trance. Leónidas pregunta si los dioses sonreirán a Esparta en su guerra contra Persia en el paso de las Termópilas. El oráculo responde que un rey griego ha de morir, “Ése yo soy”, responde, y acude en pos de su destino. Ojos abiertos. Sólo para ver cómo el sagrado cuchillo de Itztli, con su afilada dentadura de obsidiana, muerde su pecho y lo abre para que Tonatiuh pueda ver la ofrenda de su corazón guerrero aún latiente. Carne para los Dioses. Su cuerpo rueda y se despedaza escalinata abajo, a los pies del templo. Cierra
los
ojos,
y
escucha.
No
hay
sonido
más
aterrador
que
el
silencio. El bombardeo ha cesado; el estruendo de los cañones y las bombas es sustituido por gemidos de dolor agonizante, que pronto son acallados por alaridos de los que han sobrevivido para buscar a los muertos entre los escombros de otra guerra más, en alguna parte de algún
país
desgarrado
por
algún
conflicto
equis,
en
un
día
como
cualquier otro. Abre los ojos. Ahora es Casandra, y tanta luz le ciega. Su boca, maldita por despecho de Apolo, sólo predice horrores que nadie cree, hasta que ocurren. Es culpada por los troyanos de todas sus desgracias, y su clarividencia es castigada con el destierro, pero lo peor de todo, es que las visiones catastróficas, no cesan. 38
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Con los ojos cerrados, lo sabe. No es 1984, tampoco es Un Mundo Feliz; es mucho peor. Ahora él, el Loco, es El Amo. Hermano de Calígula, Nerón, Napoleón, Mussolini, Hitler, Stalin, Pinochet, Castro, Kaddaffi, Bush. Es un loco, y tiene el poder. El lugar y la época son difíciles de situar. Los adelantos tecnológicos que logra ver le dicen que es un futuro lejano, que aún no ha sucedido, pero inevitablemente sucederá. Cada
capricho,
cada
ocurrencia,
cada
locura
le
es
permitida
sin
restricción; lo más cruel es su divisa. La maldad por la maldad anida en él, sin contrapeso, sin el freno de la cordura. Locos como él lo endiosan, le adulan, le temen. Los locos con poder no conocen límites. Tampoco Él. El Loco no puede más con tanto dolor. Vuelve a abrir los ojos. Frente a él, el espejo del baño. Su barba ha crecido apenas un poco más. Moja su rostro. Se enjabona, y deja que el rastrillo haga su labor. Se viste con cuidado. Anuda su corbata de seda italiana. Acomoda su cabello y se marcha, rumbo a su trabajo. Al cerrar la puerta recuerda que olvidó lavar sus dientes, pero reprime el impulso imperioso de regresar. Corre el riesgo de volverse a ver en el espejo, donde tan claramente logra ver los barrotes de esa cárcel invisible, invencible, donde purga su condena de por vida. El Loco no quiere pensar más, en el tiempo, ese Tirano.
Tizapán, Ciudad de México Febrero 04, 2010.
39
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Los Sueños (¿Sueños son?) El Loco sueña, y mientras lo hace, se pregunta si es dueño de sus sueños. ¿Acaso el propietario de un teatro posee las obras que en su escenario se representan? ¿Es posible poseer el canto, la danza, la poesía, el teatro, como si de objetos se tratara? Y ya puestos a preguntar ¿Quiénes son esos extraños que vagan por sus sueños sin presentarse, sin haber sido invitados? Dicen que hay uno en particular, medio calvo y cejijunto, con sonrisa impertinente y mirada cínica, que suele aparecerse en los sueños de media humanidad, sin su permiso, y que el Loco recuerda vagamente, como otro comparsa ocasional en sus aventuras nocturnas. ¿Acaso ese infeliz no tiene sus propios sueños y por ello se pasea por media humanidad durmiente, viviendo otras vidas, porque la suya no vale la pena soñarse? El Loco se lamenta por él, (muy poco) y por todos aquellos que no sueñan, o que no pueden recordar sus sueños a la mañana siguiente. Pobres diablos. Y de nuevo, surge la pregunta: ¿Uno es dueño de sus sueños? Si así fuera, el Loco podría actuar a su antojo por ellos, en lugar de ser sólo espectador. Podría verse liberado de la inseguridad de verse desnudo en público, como a menudo le sucede; ir caminando por la calle, sin ropas, sin vergüenza, sin pudor.
40
Letras del Loco Podría hacer
eternos
los
encuentros
Original de Alejandro Montaño Barbosa nocturnos con la mujer amada,
aquella de varios rostros y cambiante cuerpo, que sólo es alcanzable por las noches. Podría conjurar a los demonios que lo atormentan y conservar las cosas valiosas que se encuentra a su paso, que se esfuman entre sus manos, sin remedio cuando abre los ojos y lamenta su pérdida. -No es posible -se lamenta –no soy dueño ni de lo que ocurre en mi cabeza. Pero al saberse no-poseedor, despojado la mayoría de las veces de su autonomía, testigo dócil de lo que sucede cada noche en el teatro de sus sueños, se siente de pronto liberado, se deja vencer, se deja llevar. Otra noche, otro sueño: El Loco ha llegado, sin saber cómo, a una encrucijada entre el mundo material y el de lo intangible. Se extravía entre senderos donde la razón prefiere no entrar. Cuando no entiende su mundo, el Loco a veces intenta versificarlo. Poemificarlo, que es, a su leal y loco entender, la única manera en la cual es posible describir lo indefinible. A media noche, a medio sueño, se pregunta: ¿Cuánto pesa un recuerdo? ¿De qué materia se forman los sentimientos? ¿Cuántos átomos dan forma a una idea? ¿Qué estado de la materia tienen las emociones? ¿Cuál es la alquimia del deseo? 41
Letras del Loco Despierta,
y
de
nuevo,
se
queda
Original de Alejandro Montaño Barbosa sin poder responder a
tan
trascendentes, tan inútiles preguntas. El Loco vuelve a soñar que su padre, un señor grande y sabio, lo visita: Están de nuevo juntos, en una reunión familiar de esas que el Loco al mismo tiempo amaba y odiaba; mucha gente platica, come, disfruta. Familiares, conocidos y extraños deambulan, como esperando algo. Niños corren, mujeres platican y cocinan, nadie baila. Su padre está sentado en ese horrendo sillón café de respaldo alto, de gastado peluche a rayas, que irónicamente es conocido por todos simplemente como “El Trono”. Como siempre, su padre, ese señor grande y sabio, imparte cátedra; expresa su opinión sobre cualquier tema con ese aire de suficiencia y seguridad que el Loco, como buen hijo menor, se esfuerza en imitar. Todos beben sus palabras como si de la mismísima Fuente de la Sabiduría se tratara. El Loco tiene que irse, se despide. Llega con su padre, éste lo sorprende levantándose del trono y prodigándole un fuerte y cálido abrazo, de esos que casi nunca da; su padre le susurra al oído un Padre Nuestro, como cuando era pequeño, uno de esos nexos secretos que unen a padre e hijo, y que para el Loco siempre fue el hechizo que alejaba a los monstruos que poblaban sus pesadillas. Una paz como un lago lo inunda, como hacía mucho tiempo no sentía. Con este sencillo gesto de su padre, un señor grande y sabio, el Loco se reconcilia con lo que hubiera quedado pendiente entre ambos. Cuando el Loco abre los ojos, está amaneciendo, una inmensa dicha le llena el pecho; sin embargo, también en él anida una pequeña tristeza. Esa fue, en cierta forma, la manera de despedirse de su padre, un señor grande y sabio; una despedida dieciocho años después de haberse ido. Tizapán, Ciudad de México. Febrero 10, 2007. Octubre 23, 2010.
42
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y los gorriones
El Loco se sienta en la banca del parque. Mira una parvada de aves pardas,
indiferenciables
entre
sí,
salvo
algunos
que
ostentan
una
pechera roja, como Dragones de la guerra de Independencia. Con ellos, su mente revolotea. Divaga. Entiende La fragilidad de los gorriones citadinos es sólo aparente. Soportan el frío, las heladas, la lluvia, la contaminación, el agua pestilente y la inmundicia mucho mejor que cualquier ser humano. Están ahí, como un ente individual, y a la vez, colectivo. Se comunican entre sí de manera escandalosa. Dominan los lugares más insospechados. Permanecen. Como Dios, son omnipresentes (Hay quien dice que son sus mensajeros). Todo el mundo puede verlos, y son al mismo tiempo invisibles, anónimos. No necesitan del permiso de nadie para estar donde les viene en gana. No hay lugar santo ni prohibido para ellos. Lo comen todo, sin dejar rastro. Viven de nuestros despojos, pero no nos necesitan, al contrario, les estorbamos. Parece que nos temen, y al primer movimiento nuestro, salen volando, pero en realidad se burlan de nosotros y nuestra grandísima torpeza. Son discretos, pero no silenciosos. Han aprendido del hombre a ser voraces. Aprovechan la distracción y la debilidad del otro para robar su comida, para ocupar la mejor rama, el mejor nido; pero aún así, todo 43
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa parece importarles poco, incluso sus fugaces riñas, sus pérdidas y ganancias. Son
anarquistas
por
excelencia.
No
tienen,
(o
no
lo
demuestran)
gobierno alguno. Ahí no hay macho alfa ni hembra dominante, sino sólo el que es más rápido, más despierto. No necesitan del aspaviento y el disfraz colorido de otras aves para reproducirse y dominar su entorno. Son
impertinentes,
listos,
rijosos,
escandalosos,
aprovechados,
huidizos, nerviosos, buscabullas, altaneros, irresponsables, y aún así, a nadie molestan, nadie los caza, ninguno piensa que son demasiados, o muy feos, o inútiles, o una amenaza. Consiguen pasar inadvertidos, salirse con la suya, decir siempre su última palabra, y al fin, salir volando. El Loco se levanta de su banca, y se va a perder su tiempo en otro lugar. La parvada de gorriones escapa y se dispersa, para encontrar lugar seguro, lejos de sus pasos. Post Scriptum: Los gorriones en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, no cuentan con pecheras carmesí, pero muchos ostentan un insolente tocado en la nuca, como el de los petulantes cardenales. Al Loco le recuerdan esos pillos de las películas de Chaplin, con su gorra de franela levantada, como queriéndose hacer los bravucones. Ciudad Universitaria, Julio 14, 2009. Tizapán, Ciudad de México. Agosto 23, 2010.
44
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y las manzanas Para Itzel Polo, por la paciente espera.
El Loco espera. No sabe qué (o quién), pero espera. De nuevo está en el parque, que debe estar cerca de su casa, porque una y otra vez se descubre a sí mismo visitándolo. Se sienta otra vez en la misma banca, o quizás otra, qué más da. Pero esta vez nos son los gorriones lo que captura su atención. De su bolsa saca una manzana y comienza a comerla. Se pierde en su sabor, e intenta narrar lo inenarrable. ¿A qué sabe una manzana? ¿Cómo definirlo, con sólo palabras? Todos han comido alguna vez una manzana, y todos saben, (o creen saber) a qué sabe, pero nadie -que el Loco sepa- lo puede definir; cada quien tiene su propia experiencia intransferible con su sabor, su textura. Puede ser ácida o dulce, dura y fría, o bien deshacerse en la boca, como una suave caricia. Una manzana es un universo cerrado y perfecto, pero vulnerable: al primer
mordisco;
a
la
intrusión
de
un
gusano;
al
olvido
que
la
marchita; a la lenta putrefacción de otras manzanas; a las malas vibras en un espacio cerrado (dicen); al cuchillo tajante, que pretende que las partes son mejores que el todo.
45
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Todo esto piensa el Loco (y más cosas que se le escapan), mientras come una manzana, y trata inútilmente de comunicar al interlocutor fantasma, ése que mora en su cabeza, la delicia inenarrable de comer una manzana. La espera
(¿Cuál?) se le convierte al Loco en una manzana, ésta, que
está en su mano y que poco a poco desaparece, mordida a mordida, hasta quedar transformada en un corazón marchito y devorado. La manzana pierde súbitamente su encanto; el Loco arroja los restos a la voracidad de sus compadres, los gorriones; y sigue esperando (¿Qué?) Mira a la gente pasar, mientras el sol le calienta los huesos. Mira a los jóvenes deportistas ejercitándose, sin conmoverse; cerca de ellos
pasa
una
anciana
en
andadera
-cada
paso,
un
triunfo,
el
siguiente, un reto- mientras ellos derrochan energía y movimiento sin siquiera mirarla, como si no existiera, como si no fueran ellos mismos a envejecer jamás. Mira a la muchacha hermosa; su larga cabellera volando detrás de ella, tratando de alcanzarla en su carrera hacia la clase de Estructura Socioeconómica de México II, a la cual llega otra vez tarde. Mira a la primera valiente (o incauta) que se acerca a los restos de la manzana. Es una tórtola, tan lenta, tan atolondrada, tan cómica en su andar bamboleante; se aproxima; mira con un ojo, luego con el otro; sopesa,
analiza,
decide,
picotea,
evaluando
si
valdrá
la
pena
el
esfuerzo. Súbitamente, la tórtola recuerda una cita urgente, y sale volando.
46
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa El Loco comprueba que algo anda mal con su reloj interno, porque todo este tiempo que ha estado esperando (¿A quién?) el tiempo de los demás ha corrido más deprisa que el suyo (Hasta el de la viejita en andadera, quien seguramente iba a misa, hasta el de la tórtola, pobrecita), mientras él solamente espera (¿Por qué?), hasta que, como la tórtola, recuerda la cita a la cual va tarde y emprende el vuelo, y deja atrás manzanas, ancianas. tórtolas, jóvenes, muchachas y soles, abandonados en el parque.
Copilco. C.U. Febrero 27, 2008. Tizapán, Ciudad de México, Octubre 23, 2010.
47
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y el Bosque de las Preguntas.
El Loco se adentra en el bosque, bien adentro, hasta perderse. Ahí encuentra gorriones y manzanas con los cuales distraerse. Ahí
también
encuentra
preguntas,
cientos
de
ellas,
pero
ninguna
respuesta que les corresponda. El Loco camina hasta caer exhausto, está tendido, dejando pasar el tiempo. Pasan días espesos y lentos, pegajosos, como un lodo que no termina de pasar y se adhiere a sus coyunturas, paralizándolas. Así es como atrae a las preguntas, que como plantas carnívoras y errantes, se acercan a él. El Loco se pregunta, se pregunta y no se responde. No sabe qué, no sabe cómo, pero sobre todo, no sabe para qué tanta pregunta sin respuesta, tanto perder el tiempo preguntándose inútilmente, como quien repite, sin poderlo evitar, las dos o tres estrofas de una canción que se ha incrustado sin remedio en su cerebro. El Loco puede pasar meses sin escribir; el ánimo lo abandona, y parece que tiene mejor suerte que él para moverse. A estas alturas, el Loco está paralizado por el miedo. Talla piedritas, se siente cansado de no hacer nada, espera, lee, se siente como el colgado del tarot, pero a él no acude ninguna iluminación mística, ninguna respuesta, tan sólo la sensación de que está dejando que la vida tome decisiones que a él le corresponde tomar. 48
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Otra noche pasa, otro día, y las preguntas acechan, se acercan al Loco, quien tiene ya preparado su costal, y las atrapa, sin que se le escape una sola pregunta. ¿Y las respuestas? A quién le importan. El Loco se despereza, carga su costal y sale del bosque. Que otro más vaya por las respuestas y las capture. El Loco no está hecho para eso. Sólo sirve para salir al bosque a recolectar preguntas como quien junta hongos, o bayas, o flores, o aquello que se va a buscar a los bosques, y regresa cargado con sus preguntas al hombro, y luego va a mi casa y las deja tiradas dentro mío, revueltas, desacomodadas, deshojadas. Yo ya no sé qué hacer con tantas; antes pensaba que si son preguntas, alguna respuesta habían de tener, pero las respuestas son flores mucho más delicadas, más efímeras; se marchitan apenas son cortadas, o por lo menos
eso
asegura
el
Loco,
cuando
le
digo
que
no
me
traiga
más
preguntas, que ya no sé qué hacer con tantas. Pero al Loco eso poco le importa. Apenas llega, vacía su costal de preguntas
y
me
las
deja
regadas
a
mis
pies,
en
el
piso,
y
sale
dispuesto a regresar por más. Yo intento detenerlo; grito, amenazo, imploro. Cierro la puerta de mi casa,
las
húmedos
en
ventanas, las
clausuro
rendijas,
la
para
puerta
impedir
del que
correo, entren,
coloco pero
trapos
como
mosquitos, siempre lo logran.
49
los
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Una vez adentro, reptan, se trepan por las paredes, se multiplican, invaden todo con sus zarcillos de enredadera, duermen conmigo, buscan mis ojos, mi nariz, mi boca, mi sexo, me preguntan... Esto tiene que terminar.
Tizapán, Ciudad de México. Octubre 27, 2010.
50
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Por qué
En su afán por encontrar una respuesta a la pregunta que lo atormentaba desde hacía dos años, El Loco se levantó a buscar papel y pluma. Era pasada la media noche; era viernes y las sirenas que pasaban interminables, por algún accidente cercano, no lo dejaban dormir. Mentira. Eran los ruidos en su mente, esa eterna pregunta circular, retórica, incontestable, seguía rondando en su cabeza y era la causa de su insomnio. -¿Por qué? La
argumentación
podía
alargarse
interminablemente,
las
formas
de
responderse frecuentemente cambiaban; no importaba cómo se formulaba en su mente la pregunta, todas sus dudas sobre la cuestión cabían en esas dos
simples
palabras,
en
esa
intriga
encerrada
en
una
frase
sin
respuesta, o con múltiples respuestas, según se viera. -¿Por qué? ¿Qué había pasado en su vida, que logró desgarrarla de aquel modo? ¿En
qué
momento
cruzó
la
línea,
el
point
of
no
return,
que
irremediablemente lo arrastró hasta donde hoy estaba, sólo, con su vida hecha pedazos? ¿Qué había más allá de lo anecdótico, de lo melodramático, de lo absurdo y lo patético en su vida? 51
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa ¿Dónde estaba la lección que se negaba a aprender? Por un momento, El Loco dejó de escribir; cerró los ojos y comprobó que el sueño no pensaba acudir en su ayuda. No esa noche. Una idea lo asaltó súbitamente: A lo largo de esos dos años que estaban por cumplirse, dos años de sufrimiento,
las
respuestas,
los
porqués
y
paraqués
se
negaron
a
aparecer con toda su fuerza liberadora, tal vez porque El Loco se negaba a ver los acontecimientos desde una nueva óptica. El Loco escuchaba susurros. Voces que quizás le ayudarían de una buena vez a responderse la pregunta... -¿Por qué? Otra mentira; intentar recuperar esas voces era inútil por completo. Esas voces le decían cosas en un idioma imposible de entender, se perdían en el vacío, no eran suyas, y todo intento de comprenderlas sería un desgaste de energía que sólo lo distraería de su objetivo. Al fin y al cabo, cada quien es protagonista de la historia de su propia vida, y como tal, tiene sus propios parlamentos y escenas, sus momentos de dolor y reflexión, sus heridas sangrantes, su anagnórisis (aquel
momento
de
epifanía,
de
iluminada
comprensión,
previa
a
la
catarsis) y por lo mismo, cada quien tiene su propio recuento de los daños, su línea narrativa, su argumento y su trama irrenunciable y excluyente de los otros discursos. El caso es que El Loco, desde el exilio, conocía bien su parte, la había
interpretado
tan
bien
como
había
podido,
con
sus
limitados 52
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa recursos, y había cometido todos los errores y aciertos que le eran dables cometer a su personaje... quizás un poco más, de ambos. Pero aún así, la pregunta de dos palabras, tercas, crueles, implacables seguían rondando en su cabeza, como el eterno “Ser o no ser”, a la manera de Hamlet, reclamando satisfacción cabal, al menos por una vez. -¿Por qué? Por un momento se detuvo; no supo cómo continuar. Una parte de Él se decía que sólo contaba, en el mejor de los casos, con una parte de la respuesta, y si en verdad quería que esas palabras callaran su grito sordo, debía indagar en esas otras voces. ¿Acaso era posible? ¿Qué tanto esas visiones, tan ajenas ala suya propia, estaban huyéndole a su pobre entendimiento? ¿Podría, en verdad, desprenderse de sus propias ideas y pensamientos, para intentar darla estructura a esas otras voces, en un discurso medianamente coherente? Su otra parte, la más sensata, le repitió que era tarea inútil. Las
dudas,
diversas
máscaras
adoptadas
por
su
tiránico
¿Por
qué?,
amenazaban con hacerlo caer de nuevo en el círculo vicioso de la respuesta
parcial,
tan
conocida,
tan
acartonada,
tan
poco
satisfactoria. Otra pregunta, prima hermana del ¿Por qué? Se formó sin permiso en su atormentada mente: 53
Letras del Loco -¿Por qué no? Tampoco
para
Original de Alejandro Montaño Barbosa
ella
tenía
respuesta,
y
ya
era
mucho
pedir
intentar
encontrarla a esas alturas de la noche. Los ojos comenzaron a pesarle, por fin. Decidió llevarse ambas preguntas al sueño. Se hizo el propósito de, por lo
menos,
formularlas
cuando
la
realidad
onírica
terminara
por
desplazar a esta otra realidad de la vigilia, que es más tangible, pero también más rígida. Cerró los ojos, se quitó los lentes empañados, y todavía alcanzó a dejar la hoja volante y la pluma en su escritorio, antes de apagar la luz. Cruzó el umbral del sueño, con sus preguntas a cuestas.
Tizapán, Ciudad de México. Finales de agosto, 2005.
54
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
| Espejos |
55
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
De garabatos y dibujos El Loco dibuja. Sus manos inquietas lo han llevado a plasmar desde pequeño aquello que mira y le gusta, aquello que mira y le horroriza, aquello que mira y no comprende. El Loco traza sobre cualquier pedazo de papel; sobre sus cuadernos de la infancia; sobre la foto del periódico; sobre la bolsa del pan; sobre el mantel de la mesa; sobre las hojas recicladas; sobre las hojas blancas que hay al principio y al final de los libros; sobre la arena y la tierra del patio; sobre el agua fría de la pileta; sobre el agua tibia de la bañera; sobre el aire enrarecido de las perezosas tardes de sábado; sobre su propia piel, como lienzo; El Loco dibuja las imágenes que ve pasar y deshacerse en las gordas nubes pasajeras; dibuja las sombras caprichosas de los árboles y los diminutos seres que en ellas habitan. Dibuja los rostros bellos, y graciosos, y horribles que se le aparecen constantemente en cada mancha de humedad, en cada grieta de la pared, en cada irregularidad del piso, en cada tela estampada, en cada pliegue de su ropa, siempre arrugada. Muy en el fondo, la partícula sabia y cuerda que aún le queda, se lamenta porque esta habilidad, esta gracia, este don de plasmar en dos dimensiones su mundo multidimensional, haya sido semilla que cayó en tierra yerma.
56
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa El Loco cree firmemente que para ser pintor, uno tiene que sufrirlo, padecerlo, sudarlo, vivirlo intensamente… Vaya, hay que ser como Van Gogh (o sea, estar loco). Pero el Loco desperdicia su locura en otras locuras (esa idea es una locura, lo sabe el Loco, que es loco, pero no tonto, aunque… ¿Qué otra cosa se le puede pedir a un loco, más que piense locuras sin sentido? En esto al menos, el Loco es coherente consigo mismo). Al fin y al cabo, como dicen los que creen saber, del arte no se vive ¿Acaso Van Gogh pudo vender algo más que uno o dos cuadros? Casi todos los compró su hermano Theo, que además lo mantenía, y de cualquier forma le hubiera dado el dinero, porque seguramente pensaba que era mejor pagarle a su hermano loco por un par de sus obras invendibles, que verlo morir de hambre porque nadie se las compraba… La Viña Roja fue su único cuadro vendido, a una pintora, hermana de un amigo, quien al parecer, realizó la transacción más movida por la caridad que por el goce estético… Pero el Loco nunca ha sabido valorar ni hacer valer su talento idiota; tal vez porque nunca ha sufrido con lo que dibuja … O porque le brotan de las manos sin esfuerzo, un garabato tras otro… O porque ya se cansó hace
mucho
de
tratar
de
explicarles
a
los
otros
cuerdos
lo
que
significan sus dibujos… O porque ya no le extrañan las miradas de admiración-envidia-desprecio-curiosidad-indiferencia de la gente que no dibuja, y lo mira hacerlo, o que observa algún trazo suyo… O por todo eso junto, quizás.
57
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Y ante lógica tan contundente ¿Qué es lo que hace el Loco? Sigue dibujando, pero aún así, desprecia el don que ha recibido sin pedirlo. Ejercita y perfecciona, sin pasión, una técnica nueva. Aprende como sin querer, el ashurado, el punteo, el manejo de la sombra y el espacio vacío; dibuja-raya-borra-traza, y a veces se ve a sí mismo como el mago aquel que queriendo sacar un conejo de la chistera, sólo consigue hacer aparecer un pañuelo tras otro. Sus ojos se maravillan con el genio de Da Vinci; estudia anatomía humana y compara a Rafael con Miguel Ángel; estudia y admira los clásicos,
los
modernistas,
los
barrocos,
los
románticos,
los
naturalistas, los impresionistas, los cubistas, los surrealistas y los abstractos, porque a todos los ama (o los odia), pero ninguno le es indiferente. El Loco ama lo que ve; y trata de imitarlo con sus trazos. Aunque reconoce el arte de los maestros, por más que busca, no logra encender en su interior esa misma llama que reconoce en los otros. Se recrimina a sí mismo por no seguir su talento en búsqueda de una vocación. Reconoce su habilidad, pero le falta la pasión que desborda en aquellos a quienes admira. Su obsesión es monomaniaca. Durante años se ha limitado a retratar, primero a su ex mujer, luego a su hijo; a sus amores pasados y a su Amor
presente.
Ilustra
con
fidelidad,
y
disparejos
resultados,
a
quienes están cerca de su corazón, y descubre con asombro el inmenso poder de autoconocimiento y autocuestionamiento del autorretrato.
58
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco enloquece, y en un acto de locura, experimenta con
el
dibujo
con
ojos
temporal
a
oscuras,
cerrados, y
ciego
voluntario,
en
un intento de atrapar en el papel
la
esencia
de
sus
pensamientos y sus sueños. Y es en este experimento donde por fin encuentra ese “algo” que es propio y no imitado, ese “algo” que le inquieta y apasiona. Se prepara en la noche, pone al alcance de la mano, lápiz, plumas, carbones, pasteles, a
veces acuarelas. Se recuesta en cama, y cuando
el sueño lo atrapa y está a punto de vencerlo, cuando su alocada conciencia baja la guardia, cierra los ojos… y traza lo que en su cabeza y sus entrañas se forma con nitidez. El resultado siempre es inquietante, cubista involuntario. Los rostros que visualiza -casi siempre su propio rostro, no el que le devuelve el espejo- otras veces sus monstruos internos- pierden toda proporción. Un ojo acá, muy pequeño. Otro más allá, enorme, demasiado separado como para formar una dualidad. La nariz distorsionada, por debajo de la boca, que atraviesa como una herida a la mitad del rostro. El intento de cabellera erizado en un cráneo deforme. El rostro aún más. La barba y el bigote convertidos en selva agreste por fuera del óvalo de la 59
Letras del Loco cara, que
nunca
cierra.
Una
oreja
Original de Alejandro Montaño Barbosa flotante, fantasma, la otra
incrustada en una mejilla… Son dibujos monstruosos sólo en apariencia. Son perfectos, no en el sentido formal, sino porque nada de lo que está ahí al final falta o sobra. Ni una línea, ni un trazo, ni un borrón ni una mancha o rotura han sido puestos por la mano guiada por la vista, tan fácilmente engañable, sino plasmado por la mano del alma. A veces el dibujo va acompañado de frases que surgen de la oscuridad para intentar definir el momento. Son mucho más, y mucho menos que narciso frente al cambiante espejo de agua… Son
gritos
silenciosos,
que
intentan
cada
vez,
y
nunca
logran,
responder la eterna pregunta que obsesiona al Loco: “¿Quién Soy?”. Y sin embargo, en estos trazos enfebrecidos, el Loco descubre como nunca su propia voz, su poema más exquisito, su hallazgo más personal, su más fiel retrato de sí mismo.
Tizapán, Ciudad de México. Octubre 14, 2009.
60
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
I. Preguntas sin respuesta En el lago del Ombligo de la Luna Casi siempre hay una respuesta Sólo hay que saber Cuál es la pregunta correcta. Jorge Reyes A la izquierda del Colibrí.
Verme al espejo. Re-conocerme. Ver en qué me parezco a mí mismo, Cuánto he cambiado, Qué tanto de mí ha permanecido Desde la última vez que me vi. Mirarme a los ojos. Interrogarme. ¿Qué hay detrás de esos anteojos, y esa barba? ¿Qué hay confundida,
más
allá
de
esa
mirada
interrogante, interrogada? ¿Dónde se esconden las respuestas? ¿Por qué miedo?
se
ocultan?
¿A
qué
le
tienen
¿En qué lado del espejo me encuentro? ¿Quién es real, y quién reflejo? ¿A dónde me voy cuando no me asomo a esta ventana de plata? ¿Me meto a ella, o invito al Otro a que pase de este lado? ¿Acaso él sabe el conjuro para romper el hechizo Que nos mantiene separados? ¿Cómo puedo unir de nuevo los fragmentos De este espejo Que se ha roto En Mil pedazos? Tizapán, Ciudad de México.
61
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa 0ctubre 29, 2009.
62
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
II. Respuestas sin pregunta
Llevo meses haciéndome pendejo. Jugando el juego del gigoló atormentado, profundo, místico y solitario. Intento convencerme de que estoy en la búsqueda de mí mismo, cuando en realidad sólo estoy huyendo como un cobarde del hombre que puedo, y no permito llegar a ser. Releo lo que escribo en estas páginas; repaso mis dibujos, observo a un tipo tan enamorado de sí mismo que olvida que allá afuera hay un mundo que lo reclama. Interpreto el papel de mártir, de víctima de las circunstancias, de objeto del destino, y en realidad no hago otra cosa que construir mi propia celda, húmeda y oscura, donde me siento seguro. No tengo un peso en los bolsillos –símbolo y prueba de mi propia miseria-vivo de prestado, causando lástimas, sin ganarme realmente el sustento que reclamo, ofendido, esperando que la vida me haga justicia, pues como todo adolescente, siento que todo lo merezco, y todo me es negado. Aparto de mí a quienes amo; desprecio y traiciono a quienes me aman; y cuando por fin estoy solo, me siento como lobo estepario que lame las heridas que creo que me han hecho, y que nadie, excepto yo mismo, me he infligido.
63
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Me lleno la boca y el pecho diciendo: “Soy el badajo de la campana, golpeado y aturdido, vibrante y lastimado”, pero soy yo mismo quien golpea su dura cabeza contra el metal forjado de mis propios mitos. Me enamoro de mis palabras, las escribo en mis diarios de Loco, luego, las transcribo. Las leo al día siguiente y pienso: “Cada vez escribo mejor, alguien descubrirá algún día estos escritos, los publicará, me haré famoso una vez que haya muerto, porque ahora que estoy vivo a nadie le importan mis palabras.. el mundo aún no está listo”. Me imagino a mí mismo como genio incomprendido, como Kafka, como Van Gogh, como Frida; deliro imaginando que estoy labrando mi camino hacia una fama postrera, porque no me atrevo a buscarla en vida, porque es doloroso ser dueño del propio destino. Imagino a mi hijo, heredero de todas las cosas que hacía el loco de su padre, leyendo estas líneas y diciendo “con razón era como era, pero aunque me asomo a su mente y a su alma, a través de sus palabras, sigo sin comprenderlo”. Y
mientras
eso
ocurre,
derrocho,
pierdo
inútilmente
mi
tiempo,
y
además, tengo el descaro de decir “El tiempo es mi enemigo” cuando es lo único que me pertenece, y en cantidad limitada. Me masturbo en pos de una satisfacción que nunca llega. Mente y cuerpo sumidos en un turbio mar de deseo insatisfecho, donde sólo me hundo más, sin poder salir a flote.
64
Letras del Loco En el silencio
de
la
noche,
en
Original de Alejandro Montaño Barbosa medio de este frío de invierno
adelantado, frío de la piel y los huesos, frío del alma, hago un recuento de mis logros y mis carencias, de mis respuestas a tantas preguntas. Pocas páginas me han dolido tanto como esta que hoy escribo, y pocas reflejan con mayor nitidez este lado oscuro del espejo que hoy es mi vida. ¿Dónde está la luz? |
Tizapán, Ciudad de México. Noviembre 5, 2009.
65
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
III. Mi Pachuco
Algunos ejercicios de auto análisis, como el que recientemente puse por escrito bajo el título de “respuestas sin pregunta”, pueden llegar a ser devastadores Suele sucederme que paso de la complacencia y la autoconmiseración a la crítica más dura y contundente con gran facilidad. ¿Dónde está el justo medio? Acabo de ver la magnífica cinta Zoot Suit, con Edgard James Olmos y Charles Aidman, la cual me dejó con el corazón conmovido como la primera vez que la ví, hace años. Dejo para otro momento la reseña de la obra de Luis Valdés. Rescato sólo una secuencia, cuando Hank confronta al Pachuco y le dice, palabras más , palabras menos: -Ahora sé quién eres. Eres mi peor enemigo. Eres mi mejor amigo. Eres yo mismo. Todos tenemos nuestro propio Pachuco interno, sólo que la mayor parte del tiempo simplemente fingimos no escucharlo, lo ignoramos y no le hacemos caso, pues sus palabras suelen ser tan duras que si no las ignoramos, nos volvemos locos. Mi propio Pachuco habló claramente hace unos días, me dijo con toda crudeza
lo
que
intento
acallar
de
mí
mismo.
Fue
implacable
descarnado, por momentos, cruel.Pero no faltó a la verdad. 66
y
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Esta es una de esas ocasiones en que más me vale escucharlo atentamente y más allá de las palabras, poner en práctica lo que me dicen: Basta ya de hacerme pendejo. De nada sirven las “respuestas sin pregunta”, si después de escucharlas sigo haciéndome el sordo y no actúo. Cada frase que me arroja al rostro como un escupitajo este Pachuco mío, encierra una petición, una súplica, una invitación a tomar mi destino en mis propias manos. -Vaya, ya era hora…. Y ya que por fin lo sabes ¿Qué vas a hacer al respecto? -me pregunta, desafiante, mi Pachuco. Magda también me escribe y me pregunta lo mismo: “¿Cómo te vas a poner en movimiento?” Buena pregunta. Le respondo que el simple hecho de escribir es ya una muestra de movimiento, que para mí escribir es más que una terapia, un exorcismo. Y es cierto. Pero no basta. Tengo que poner manos a la obra mover mi cuerpo al mismo ritmo de mis ideas; hacer las cosas que no he hecho, o he dejado de hacer; detener las conductas que me hacen daño a mí y a los que amo; emprender ese camino que me reclama, que me lleve a recuperar
la
dignidad
y
me
aleje
de
esta
autoconmiseración
tan
lamentable en la que suelo refugiarme. Esa es la enseñanza del Pachuco: -¡Órale, Ese! | Tizapán, Ciudad de México. Noviembre 16, 2009.
67
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Ordalía Prueba, duelo, tormento, rito de paso.
El mundo se cansó de gritarle. La Vida
pasó de largo y él no se movió.
Ni un centímetro. Sus voces internas se callaron de tanto no ser escuchadas. Sus actos fallidos poco a poco se apoderaron de cada fibra de su ser, de cada movimiento, de cada impulso creador. La inmovilidad le fue trepando como hiedra por sus piernas, su tronco, sus ramas y hojas; asfixiándolo en un abrazo implacable. Vaciando sus pulmones
de
aliento
vital.
Atenazando
su
columna
vertebral,
hasta
convertirla en cariátide erosionada por la metralla y los siglos de lluvia
corrosiva.
convertirlos
en
Contrayendo
nudo
gordiano.
los
músculos
Vaciando
la
de
su
espalda,
vitalidad
de
su
hasta sexo,
convertido en pez secándose al sol. El Vacío fue devorando sus entrañas, chupando la sabia vital, hasta dejar tan sólo un viejo cascarón lleno de cavernas y oquedades donde antes fluía la sangre a borbotones. Sintió en carne propia un tormento similar al que el Santo Oficio prodigó a Giordano Bruno: la Ordalía del Fuego y la Ordalía del Agua. Lo más sorprendente de todo, es que a todo ello no siguió la muerte salvadora, el silencio oscuro y frío de la tumba, el reconfortante pozo
68
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa del no ser, el tránsito de los gusanos carroñeros por sus entrañas marchitas. Inexplicablemente, el corazón seguía latiendo, lenta, dolorosamente. Un zumbido; un destello doloroso de luz; un aroma acre; un sabor amargo; una punzada en la piel marchita; una erección. Él, en medio de su Suplicio, su Ordalía personal, seguía vivo, y ¡Carajo! ¡Cómo dolía! Aún tantas respuestas sin pregunta… Y el tiempo, viejo enemigo, corriendo, inexorable entre un latido y otro.
Tizapán, Ciudad de México. En algún momento entre 2008 y 2009 .
69
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Rompecabezas
Un grito en su cabeza. Abrió los ojos, y frente a él seguían flotando las innumerables piezas de un rompecabezas. Cada fragmento siempre a punto de encajar junto a los otros, y siempre separándose. El espejismo de la obra casi concluida, tan inasible, tan cambiante. La certeza íntima de que faltan muchas piezas clave, y sobran otras que no pertenecen al conjunto. La pereza infinita de comenzar de nueva cuenta la tarea ayer abandonada a medias. El Miedo de acabar de unirlo todo y no reconocer el paisaje. El Miedo de no hacerlo nunca. El Miedo terrible de no encontrar la pieza fugitiva, que da forma y sentido a todo. El Miedo. El Miedo que inmoviliza. El Miedo. Las piezas flotan, ingrávidas, pero no inmóviles, frente a sus ojos. Él las aparta de su rostro, como quien aleja una mosca testaruda que regresa siempre al mismo sitio; pero en lugar de alejarse, las piezas voladoras se pegan a sus dedos, lo apuran a terminar su labor, de una maldita vez. 70
Letras del Loco Casi sin proponérselo,
dos
Original de Alejandro Montaño Barbosa fragmentos encajan; cada esquina, cada
greca, cada hueco se corresponde con la protuberancia que le es afín, y se aclara una imagen. Es un ojo, que lo mira, parpadeando, interrogante, y Él recuerda que el otro ojo lo ensambló hace apenas una hora… ¿o fue ayer? Está por ahí, no muy lejos lo acaba de ver, está seguro. Aparta un montón de piezas sueltas, buscando el par ya ensamblado, y está seguro que cuando lo encuentre, podrá unirlo con el otro par y encajarlo en su propio rostro, para ver todo más claramente.
Tizapán, Ciudad de México. En algún momento entre 2008 y 2009.
71
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
De Nautilus y expectativas Lo bueno de las decepciones Es que te vacunan de manera inmediata contra las falsas expectativas. Para Elayne
La
mayoría
de
los
seres
humanos
solemos
vivir
a
merced
de
los
“siempres” y los “nuncas”. También
vivimos
condicionados,
maniatados,
emparedados
por
las
expectativas. A veces son las propias, a veces, son ajenas… “Nunca podrás vivir decentemente del teatro”… “siempre vivirás con el Jesús en la boca, y sin un peso en los bolsillos”… “Espero que aprendas un buen oficio, que estudies una carrera que te asegure un futuro estable… puedes trabajar, no sé… en un banco, quizás, y en tus ratos libres formar un grupo y seguir actuando, pero mírate en mi espejo: yo no tengo ingresos fijos, cada mes estoy luchando para pagar la renta, la comida, sus estudios, sin saber si llegará el encargo que me permita hacerle frente a tanto gasto…” Palabras más, palabras menos esto me decía mi Padre, un señor grande y sabio, a quien sigo amando a pesar de sus defectos, y este miedo terrible a la vida y al mañana, que sin saberlo -y seguramente sin quererlo- me legó. De nada sirvió el hecho cotidiano de que, quién sabe cómo, logró sacar avante
a
sus
ocho
hijos,
incluyendo
al
menor,
tan
teatrero, 72
tan
Letras del Loco descarrilado:
de
nada
sirvió
la
Original de Alejandro Montaño Barbosa evidencia diaria de tener siempre
comida en la mesa y la casa en orden; él siempre lo vivió como un precario equilibrio, siempre a punto de derrumbarse. Ni siquiera cuando la enfermedad lo venció y él ya no pudo ser el único sostén, cuando mis hermanos se fueron o empezaron a trabajar, mientras yo neceaba en la universidad, estudiando comunicación, una carrera “decente”, mi papá siempre vivió con el terror de ver su mundo deshecho, cosa que nunca pasó. Sus Siempres, sus Nuncas, sus Esperanzas y Temores, me marcaron para toda la vida. No pretendo pasarle la factura por mi presente. Fui yo quien decidió, a regañadientes y tras varios años de un necio amor
al
teatro,
abandonarlo,
estudiar
una
carrera
“con
futuro”,
y
buscar durante años una estabilidad económica como empleado, que sólo en algunos momentos ha sido real. Son
mis
decisiones,
propias,
soberanas,
y
muchas
veces
poco
afortunadas, las que me han mantenido con mi propio “Jesús” en la boca, y mis bolsillos vacíos. El Caracol enseña: La espiral como principio fundador, El interior evolucionando hacia fuera, Y el círculo como ideal inalcanzable.
73
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Comencé a escribir cobijado en una cómoda y cobarde tercera persona, que me libera de mucha culpa; al fin y al cabo, es mejor decir: “Nosotros,
los
humanos,
mexicanos,
Nosotros,
Nosotros,
los
los
teatreros,
hombres, Nosotros,
Nosotros, los
los
objetos,
Nosotros… los Otros”. Pero me digo: “Al Diablo” y retomo mi primera persona, para asumir lo que haya que asumir. Y escribo: Yo, Alejandro Montaño, mexicano, de 41 años, ex teatrero frustrado, comunicólogo empecinado, escritor a trancas y barrancas, errático
y
sin
constancia,
ex
empleado
recurrente,
empleado
universitario de medio pelo, soltero súbito, solitario por elección propia
y
por
elección
de
otros…
Yo,
me
siento
a
merced
de
mis
“siempres” y mis “nuncas”, condicionado, maniatado, emparedado por mis propias expectativas… y así el texto inicial cambia, se vuelve mío. Soy producto de mis decisiones y mis indecisiones, mis actos valerosos y
fallidos,
mis
cobardías
y
valentías,
mis
congruencias
e
incongruencias, mis ilusiones y mis insatisfacciones, mis constancias e inconstancias,
mis
obsesiones
y
frustraciones;
soy
quien
me
he
permitido ser. Tallo un hueso de aguacate como he tallado muchos otros, y un intento de caracol cortado sagitalmente brota poco a poco. Me maravillo ante el diseño del Nautilus, paradigma de la proporción áurea y de la más sencilla –y más compleja- perfección. El resultado tallado no es el que
74
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa esperaba, como siempre, como nunca. No es reproducción, acaso, un torpe homenaje. Mientras
escarbo,
mientras
pulo,
mientras
reflexiono,
labro,
mientras
tallo,
que
para
que
es
lo
mientras
mejor
lijo,
sirve
esta
empecinada labor de tallado. Entro de nuevo en la dinámica de ponerme al centro de mi universo, y una
vez
ahí,
comienzo
por
sesquicentésimo-millonésima
vez
a
diseccionarme, a abrir la entraña y a trepanar mi propio cerebro en busca de respuestas, en busca de Alejandro, Y en medio de tan delicada operación sin anestesia, aparece Ella, como nuevo elemento distractor, alterando aún más este caos interno que con tanto empeño he construido en torno mío. Yo, que juraba que lo que más necesitaba en estos momentos de soledad era
tranquilizar
la
mente
y
el
corazón
para
ponerme
a
buscar
respuestas, me encontraba con Ella en mi camino. Me digo a mí mismo luego de este rompimiento, de esta súbita soltería que a pulso me he ganado, que estoy fuera de mi centro, desubicado, estremecido como el badajo de la campana que ha dejado de tañer, pero aún no de vibrar; sobrepasado por este rumor que me impide concentrarme en estos momentos de autopsia en cuerpo vivo. Me digo que, efectivamente, me encuentro de nuevo solo, sin la mujer que en los últimos cuatro años me dio su amor y su apoyo y su ternura y su pasión y su cobijo… y también, que
me dio sus propios “siempres” y
75
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa “nuncas”, sus personales expectativas volcadas en mi persona, para sumarlas a las mías, como si falta me hicieran. Estoy solo. Estoy solo. Estoy… solo. Me digo, en vano intento por tranquilizarme, que es bueno saber cuándo es tiempo de encarar, y cuándo es tiempo de emprender una estratégica retirada,
que
no
parezca
una
desesperada
huída.
Detenerse,
salir
corriendo, refugiarme en mi soledad, diciendo “Creo que al fin la dejé atrás, logré librarme de la tentación”. Mentira. El sueño me vence, por fin. Espero con no soñarla. Mientras duermo, en las profundidades el Nautilus continúa su tarea interminable
de
crear
un
nuevo
compartimento
al
cual
mudar
su
vulnerable cuerpo. El Nautilus no alberga expectativas que defraudar, ni siempres, ni nuncas. Tan sólo construye de adentro hacia afuera, un nuevo hogar en crecimiento constante, crece, se muda y sigue construyendo otro, y otro más,
sin pensar en la perfección de sus actos.
¿Acaso no hay mucho que aprenderle al Nautilus en su eterna labor? Tizapán Ciudad de México. Octubre 11, 2009.
76
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y los Arcanos Mayores
Para Akbal.
El Loco comprende que ya es tiempo de hablar de sí mismo, que su tiempo está por terminar, pero antes de que su llama se apague, todavía le faltan cosas por contar. En medio de su agonía, El Loco se ve a sí mismo en las cartas del Tarot, ese libro deshojado, del cual es una página más. Le Mat, carta sin número, principio y final de todo. Viaja sin rumbo fijo; es un iniciado que ha perdido la
brújula y se
interna por lugares sin caminos. Un perro muerde su trasero, pero él apenas y lo nota. Los cascabeles de su traje multicolor anuncian su llegada a los pueblos por los que pasa, el tintineo le precede, anuncia a los cuerdos que ha llegado. -Cuidado, ahí viene el Loco. Las madres esconden a sus hijos tras sus faldas; la mayoría lo espera, sólo para burlarse de su estrafalaria facha, su sombrero ridículo, su mirada perdida, su hablar disparatado. Hasta el perro parece burlarse, pero a él poco le importa. Sigue su camino, guarda en su bolsa las cosas que se encuentra, acepta la comida que le dan y emprende viaje hacia otro pueblo, o rumbo a ninguna parte. Ahí, donde ha pisado nadie más lo ha hecho, y ha visto más mundo que la mayoría de los aldeanos. En su vagabundeo, se encuentra a veces con El Mago. Ambos se conocen bien, y se identifican como miembros de la misma grey. Después de todo, 77
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa el Loco no es más que un mago extraviado, y el Mago, un Loco que ha encontrado su camino. Por la noche, el Loco se detiene junto al lago. Aúlla junto con los lobos a La Luna, y su luz reflejada; rinden tributo a la Dama Noche, que los cuida y los cobija, y los aleja de todo mal. Bendita sea. Por la mañana encuentra una feria, y reconoce a La Rueda de la Fortuna; se
maravilla
de
este
ciclo
eterno,
esta
clepsidra
que
mide
invariablemente este subir bajando, esta fluctuación del destino que a todos nivela, que te derriba cuando estás en la cima y te levanta cuando más bajo has caído. El
Loco
siente
temeroso
respeto
por
las
figuras
de
autoridad: El
Emperador, La Sacerdotisa, La Emperatriz, El Sumo Sacerdote. A todos ha buscado
para
impartirles
su
conocimiento,
de
todos
mantiene
sana
distancia, a todos respeta, y de todos ellos se siente lejano. Sus visitas a la corte son siempre breves, pues el oficio de bufón no le interesa. Más hermandad siente con El Ermitaño, aquel que alumbra con su lámpara la senda en el desierto; ambos son compañeros, caminantes, sabios; ambos
buscan,
trayecto
es
y
más
hacen valioso
del que
camino el
su
morada;
destino;
Lo
ambos
único
saben
que
que
quizás
el los
diferencia, es que mientras el ermitaño parte busca en el vacío su fuente de conocimiento, el Loco ya lo sabe todo, aunque no sepa qué hacer con ello. Tarde o temprano, el errabundo andar del Loco lo lleva hacia La Torre. ¡Cuántas veces la ha visto arder, tocada por el rayo divino! ¡Cuántas más la ha visto alzarse de entre sus ruinas! A él siempre le recuerda en el falo erecto, eyaculante, creador de vida, con toda la confusión que ello implica. De
nuevo,
en
la
noche,
La
Estrella guía
sus
pasos,
hasta
el
río
fecundo, donde la hermosa doncella vierte sus odres, le da agua al agua,
luz
a
la
oscuridad,
esperanza
al
desesperado,
consuelo
caminante. 78
al
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa A cada paso se encuentra con El Arcano sin Nombre, que con su guadaña lo mismo corta cabezas que completa las cosas, al decir con un tajo: “esto aquí
termina”.
Al Loco le recuerda la necesidad de vencer el miedo,
de cerrar los ciclos inconclusos, de saberse finito. Buenos amigos son, a pesar del miedo que su esquelética figura le causa, pues bien sabe el Loco que cada segundo que pasa, su hora se acerca. El Carro irrumpe con todo su vigor triunfante. Siempre está a punto de arrollar al Loco, que hace tiempo perdió las riendas de su vida. La Fuerza lo mira, serena. Contiene a la fiera a sus pies sólo con su delicada
mano.
“Dominio”.
Le
dice
al
Loco,
quien
quiere,
pero
no
comprende del todo. El Loco reemprende la marcha, hasta llegar al cruce de caminos donde lo espera El Colgado. De nuevo hay mutua identificación en sus miradas, después de todo, ambos ven las cosas al revés de lo que son; ambos están suspendidos en un lugar sin lugar, en un tiempo sin tiempo; ambos esperan, buscan, sin saber bien qué. A pesar de escabullirse, La Templanza termina por encontrarlo; con su mirada fría, sus alas plegadas, lo detiene un momento. Le señala: Apagar el ardor del alma, templar el espíritu, para hacerlo resistente en la derrota. El Loco no desea otra cosa, pero si alguna vez supo cómo lograrlo, lo ha olvidado. Amanece. El Sol se levanta, ilumina todo; los gemelos juegan en el agua, y el Loco calienta sus huesos doloridos. Bajo sus cálidos rayos, el Loco contempla a El Enamorado; él, quien decide,
él,
renuncia,
quien
elige
y
es
elegido,
él,
quien
no
sufre
en
la
él quien vence a la tentación. El Loco quisiera, quisiera...
Pero de pronto, aparece El Diablo, ese ser ambiguo, andrógino, equívoco, iluminado,
pero
oscuro,
elevado,
por
caído,
libre,
pero
esclavo.
Tentación y castigo, liberación de ataduras, Miedo. miedo otra vez, de lo que pueda pasar, de lo que el Loco pueda hacer con esta falta de límites con la que suele vivir, y las consecuencias que de todos modos 79
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa sufre, por sus actos; miedo a caer en las garras del Diablo, miedo a abandonarse a sus instintos, miedo a sí mismo. A lo largo de su trayecto, el Loco ha perdido El Juicio. Escucha la trompeta que lo llama a rendir cuentas, al igual que a los otros, pero el Loco no atiende, no entiende. La Justicia, sin embargo, le dice que por más que lo crea, no está más allá de ella, que todo lo nivela, todo lo pesa, todo lo compensa, y al final de todo, sabe cómo impartirse a sí misma, como premio o castigo, si es menester. El
Loco
lo
ha
recorrido El
Mundo. Siempre
intenta
escapar,
pero
inevitablemente regresa a él. Todo está aquí, contenido, todo lo que busca y ha olvidado, todo lo que encuentra, sin buscarlo. El Anima Mundi que le ha dado fuerza paso a paso, que lo hace retornar al punto de partida. La dama que le da forma a todo lo imaginado, a todo lo sucedido y por suceder, a toda la creación, la grandeza y la miseria humanas, lo recibe de su largo peregrinar: “Has vuelto, ¿Qué tal tu viaje?” le pregunta. El Loco no responde está demasiado cansado, y a sus pies, entre el toro y el león, cobijado por el águila y el ángel, se ha quedado dormido.
Tizapán, Ciudad de México. Noviembre 1, 2010.
80
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Ilusiones y Mentiras El Loco aún no nacía, pero ya hablaba en aquel lejano 2004, y decía: Estoy hecho de Ilusiones. Y no porque sea el único. Todos estamos hechos de ilusiones, pero sólo puedo hablar por mí... Ilusiones. Paradigmas. Convicciones fijas, monolíticas, incrustadas en la
mente y
en la carne, en el corazón y el alma, quién sabe desde Cuando, desde Dónde y desde Quién; una serie de estructuras que me hacen decir “Yo Soy...”, como dicen que es uno de los siete nombres sagrados de Dios. Todo es mentira. Un cuento contado una y otra y otra vez para que cada madrugada me despierte pensando que soy quien ayer dije ser. Me levanto, me miro al espejo, descubro que la barba sigue creciendo; ya raspa, como cada mañana. Me miro a los ojos y el extraño de enfrente me dice: “Ah, eres yo otra vez”. Saco la lengua. Lavo mis dientes. Y me repito la letanía sin palabras de todas las mañanas: Yo soy Yo. Mi
madre,
la
Sanadora,
me
lo
compartió
de
uno
de
sus
cursos
de
autoconocimiento. Yo soy Yo. Soy un sobreviviente, un náufrago, soy quien soy, quien merezco ser, quien renace de sí mismo. Soy mi propia mentira. Mi espejismo. Mi creación. Mi Loco. Y no termina de gustarme. Soy mi propio lienzo, dibujado, borrado y vuelto a dibujar. Alcanzo a ver trazos que no he puesto yo, huellas y marcas de gente conocida, 81
Letras del Loco extraña, amada,
odiada,
Original de Alejandro Montaño Barbosa recordada y olvidada, a quienes
inadvertidamente he permitido poner su impronta en mi cuadro. Aún así, me reconozco, soy el autor. Me desvisto y alcanzo a ver este cuerpo que quiere volver a embarnecer, como en aquella otra vida en la cual yo era más Yo, o quien me decía a mí mismo que era sin remedio, como comienzo a decírmelo este día gris en que me levanto y a duras penas me reconozco. No es cierto. Es mentira. ¿Qué fue de mi otro Yo? Aquel que llevo ya varios años reinventando, una vez que el viejo Yo se me derrumbó (o mejor dicho, derramó) sin remedio, capa tras capa de espeso maquillaje. No iba bien, pero tampoco del todo mal... Se notaba, eso sí, la terrible rasgadura en el centro de mi lienzo, esa que no encuentro el modo de remendar ni resanar. Esa herida en torno a la cual intento redibujarme. Esa herida que por momentos se hace más grande, como una llaga, y deforma mis gestos conocidos. Desnudo como estoy, entro a la regadera y abro la llave del agua fría. Respingo. Despierto un poco. Me identifico un poco. Lloro un poco. Efectivamente, soy Yo. El mismo de ayer; desnudo y desolado. Intento, como cada mañana, abrir el corazón, limpiarlo, volverlo a cerrar para que de una buena vez cicatrice. No lo consigo. Vuelvo a pedirle a mi Dios que me renueve, que me sane, que me de el entendimiento y el perdón y la calma que necesito. Vuelvo a pedirle que te destierre de mi habitación en ruinas. Que de una buena vez termine de sacarte de donde tú misma te has salido, dejando tu fantasma. Vuelvo a pedirle que me ayude a exorcizarte, dejarte ir, que ya no penes, que ya no duelas. 82
Letras del Loco No lo consigo.
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Probablemente mi Dios, este Yo Soy que habita en mi, es tan sabio como para no dejarte salir aún, porque algo todavía no logro comprender de mi momento... O tal vez esa es otra de las ilusiones. ¿En verdad hay ahí un maestro, una lección que aprender, una enseñanza adquirida a costa de tanto dolor? No lo sé. Si la hay sigue siendo demasiado oscura para mí, porque, al igual que ayer, sigo sin comprenderla Estoy hecho de ilusiones. La
ilusión
de
ser
como
el
Macario
de
Juan
Rulfo,
que
disfruta
estrellando su cabeza contra los pilares, contra el muro, contra el piso: “...Esto de tener la cabeza tan dura es la gran cosa... Uno da de topes contra el suelo; primero despacito, después más recio y aquello suena como un tambor...” Me paso el día golpeando mi dura cabezota contra el muro, con la diferencia de que, al revés de Macario, cada golpe me duele un poquito más, un poquito más. Salgo aterido de la regadera, dejo que me seque el aire frío y un simulacro de sol. Me visto con ropas e ilusiones. Me calzo esta nueva máscara que me he construido y salgo a la calle. Todo es mentira. Nada más que ilusiones.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, En algún momento del 2004.
83
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Paradigmas y retratos A Magda, modelo inasible, incomprensible, entrañable.
Hoy, el Loco decide hablar en primerísima persona.
I Agosto, 2005.
Soy un ser paradigmático. Gran hallazgo. Al
fin
y
al
cabo
¿Quién
no
lo
es?
¿Quién
no
va
por
la
vida
arrastrando esas terribles, pesadas, invisibles cadenas, que son sus propios paradigmas? De momento sólo me interesa hablar de mí, eludir el falso consuelo de las
generalizaciones
que
difuminan
la
dimensión
de
mis
propios
paradigmas, y del fardo que cargo con ellos, a cuestas.. El
diccionario
define
como
paradigma
aquella
estructura
de
pensamiento que modela, organiza y compone las formas de percibir y comprender las cosas. Hoy, a mitad de la noche (¡Oh, Dama Noche, siempre tan fecunda, protectora,
compañera!)
me
pregunto
sobre
mis
propios
paradigmas,
aquellos que me conforman y deforman, los que enfocan esta manera tan mía de ver el mundo, tan diferente, tan igual a la de muchos otros. ¿Cuáles son mis paradigmas? ¿Nombrarlos significa evocarlos, o conjurarlos? ¿Qué nuevos paradigmas se forman dentro mío, cuando entre la niebla nocturna, alguno de ellos se manifiesta, y creo asirlo, como quien cierra las manos en un puño, tratando
de aferrar el humo, la espuma
marina, el aire mismo? ¿Qué nombres ocultos tienen mis fantasmas, esta legión de demonios que me atormentan? ¿Basta con nombrarlos, para exorcizarlos? 84
Letras del Loco No lo sé.
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Tiempo ha, que les conozco, y aún así, siguen, tan determinantes y efectivos, como el primer día que en mí nacieron, atando mis manos, menguando mis fuerzas, definiéndome, y con ello, encerrándome. Son fuertes y pertinaces, tanto como yo se los permito, ¡Y es que algunos son tan entrañables para mi!
II Hoy reflexiono acerca de mi viejo paradigma, aquél que dice llamarse “mis dones inútiles” destrezas que aprendí o que nacieron conmigo, y no aprovecho para salir de esta miseria material, que se transforma en miseria del alma, y todo porque alguien, algún día, me dijo que de eso no se vive. ¿A quién, más que a mí, le importan mis trazos, mis Letras de Loco, mis poemas, esa extraña conexión entre mente y mano, que me impulsa a plasmar garabatos, a veces parecidos a la imagen que me devuelve el espejo, o al sueño de mi hijo, o al rostro y cuerpo de mi ex esposa? Alguna
vez,
de
joven,
me
definí
a
mí
mismo
como
“artista”
y
de
inmediato, voces autorizadas, autoritarias, me recriminaron la falsa modestia de quien se autonombra creador de arte. Mi frágil argumento, de que “artista no sólo es el clarividente, sino también el ciego del pueblo, aquel que no puede ver lo que los demás observan, y por ello tiene que recrear su propio mundo”, no me convenció ni a mí mismo, y en cambio, el comentario lapidario de que verme a mí mismo como artista era una petulancia insoportable de mi parte, me encerró en este nuevo paradigma, de que lo que yo hago no es arte, o cuando más, es un arte 85
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa inútil, algo que al parecer sólo yo valoro, quizás en demasía, y que los demás ven como curiosidad inútil. ¿Qué piensa mi ex mujer, cuando se observa a sí misma en los retratos que le hice en otra vida, que ya no es la mía? ¿Qué ve mi hijo al verse retratado? No lo sé. Incluso yo mismo, al verlos, al observar mis autorretratos,
a
veces
me
pregunto
qué
hago
ahí,
bidimensional,
incompleto, incorpóreo, inacabado. Los demás ven mis autorretratos, los textos que con frecuencia los acompañan, y casi siempre piensan que lo mío es tan sólo el resultado de un ego desbordado, de una incontenible vanidad. En ocasiones, les creo, y pido perdón por mi desmedido amor propio. Otras veces, pienso que la mayoría incorporó el paradigma de que aquello de retratarse a sí mismo es algo superficial, vacuo, una expresión masturbatoria. Por cierto, ninguno de los que he escuchado opinar de esa manera, sabe dibujar... Quizás se creyeron desde pequeños el paradigma de que eso no sirve para nada, y además toda autoexpresión es condenable, incluida la de dibujar algo más complejo que la casita con techo de dos aguas ventana cuadrada y chimenea encendida en pleno día, porque así les dijeron otros que es el mundo, porque sólo así se debe dibujar lo que se ve, y es infantil plasmarse a sí mismos con un círculo por cabeza y cuerpo de palitos, porque sólo los Grandes Genios de la Pintura y los Críticos de Arte están autorizados a nombrar y diferenciar lo que sí es, y lo que no, y porque en resumidas cuentas, del arte no se vive, ni siquiera los grandes genios, que murieron casi todos en la pobreza, mientras sus deudos cobran los millones que otros pagan por sus obras. 86
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
III Agosto, 2009.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que escribí lo anterior, otro más de mis textos inconclusos, de mis callejones sin salida, pero encuentro el manuscrito junto con algunos dibujos de mi hijo dormido, y si son de la
misma
época,
han
transcurrido
de
entonces,
a
la
fecha,
casi
exactamente 4 años. Cuatro vueltas del mundo alrededor del sol han sido necesarias para encontrar una respuesta
a la pregunta: ¿Qué piensan mis modelos de
verse a sí mismos retratados? Obtengo la respuesta de aquella que me acompañó, y a quien retraté a lo largo de 14 años de vida en común. Le muestro a ella los retratos y las líneas que escribí, y sólo atina a comentar: “Qué mente tan activa tienes”. ¿Qué tipo de respuesta es esa? ¿Un comentario hecho a fuerzas, por quien se ve obligado a pronunciarse acerca de algo de lo cual no sabe, o no quiere opinar? ¿Tan grande es el abismo que hoy nos separa, que no tiene una opinión formada, ni de lo que hacía antes, ni de lo que ahora hago,
buscando
respuestas
a
este,
mi
momento?
¿Acaso
esto
es
la
expresión de un nuevo paradigma, o la nueva definición de uno tan viejo como yo? Yo
mismo
releo
lo
anteriormente
escrito,
y
noto
que
mencioné
insistencia mis muchos paradigmas, pero sólo hablé de uno de ellos.
87
con
Letras del Loco Hoy hago una
lista
de
mis
viejos,
Original de Alejandro Montaño Barbosa paradigmáticos compañeros,
sin
importarme mucho si al nombrarlos, los exorcizo, o por el contrario, los fortalezco. Lo hago hoy, 4 años después, para darles cuerpo, para ponerlos frente a mí, en este espejo de palabras en el cual percibo mi reflejo, por momentos tan distorsionado, y otros, tan fiel a mí mismo. Soy Alejandro: El de la Mente Activa...
El de los Dones Inútiles...
El de las Fuertes Debilidades...
El Adolescente Tardío...
El Adicto al Sexo...
El Soltero Súbito...
El Enemigo del Tiempo...
El Enemigo de Sí Mismo...
El Ausente de Sí Mismo...
El Lastimador...
El Abandonador...
El Abandonado...
El que se ve al Espejo...
El que Pregunta...
El Sin Respuestas...
El Temeroso...
El Pusilánime...
El Valiente...
El del Corazón Escindido...
El Loco...
Soy mucho más, y mucho menos que todo esto. Soy todos ellos. Inquilino de
este
cascarón,
viejo tan
edificio
que
maltratado.
acaba
Esta
de
“Casa
cumplir de
41
espejos”
años.
Este
viejo
ambulante.
Este
Paradigma de paradigmas, que dibuja modelos mudos, que escribe sin saber cómo, sin saber por qué, sin saber pa’ qué. Alejandro, el Escritor. Vaya paradigma.
Tizapán, Ciudad de México. Agosto, 2005. Agosto, 2009. Noviembre, 2010.
88
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Eterna Adolescencia
El Loco tiene ya 42 años... y sigue siendo un eterno adolescente. El Loco. Yo. Sigo sin poder asumir mi propia carga. Le endoso a este alter ego falsamente literario el peso de asumir toda la responsabilidad de lo que necesito decir a través de él, porque al fin y al cabo, es un Loco ¿no? Quién se atreve a pedirle cuentas de sus actos; quién puede ser tan loco como él. Ahí está de nuevo, el “Yo” ausente. Y mientras tanto, el reloj sigue su marcha inexorable. “Qué diminuto es un minuto” he escrito; y minuto a minuto, hora a hora, día tras día, tiempo a tiempo, sigo siendo esclavo, preso de mi eterna adolescencia. Quizás tenga que ver con querer creerme eterno, inmune a la vejez y a la madurez que trae consigo. ¿Temeroso de la muerte? No lo sé, quizás un poco. Lo importante es que siento no solo el paso del tiempo. También siento que es tiempo de decirle adiós al Loco, dejarlo descansar, y yo mismo descansar de él, y sus locuras, que desde hace rato que no me dice nada nuevo de mí mismo, y sus locuras ya no me sorprenden.
89
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa También ya es tiempo de dejar de hablar de mí mismo, a través de interpósita
persona.
Por eso mi prisa por terminar de escribir acerca del Loco. Es tiempo de parir a otros hijos, emprender otro camino, asumir otras posturas, decirle
adiós
a
quien
me
permitió
decir
tantas
cosas
que
tenía
atoradas, y tantas más, aún por decir, pero que será mejor callar, o encontrar otro modo de decirlas, porque algo que no me ha sabido dar el Loco es la paz del silencio. Reconozco que su paso por mi vida me permitió verla con otras miradas, a no tomarla demasiado en serio. Pero la vida se vive, no se platica, por más que le dé sentido al escribirla; por más que escribir del Loco haya sido en más de una ocasión lo que me salvó de la auténtica locura, más allá de esta “locura literaria”, tan auténticamente falsa. Creo que ya va siendo hora de hacerme a la idea del inevitable fin de mi entrañable, amado y odiado Loco. .
San Ángel, Ciudad de México, Agosto 28, 2010.
90
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco, el Ansia y la Muerte El Loco se hace el loco, y se niega a escribir sobre su ansiedad, acerca de sus motivos, sus mecanismos, sus trampas. Pero las letras lo vencen. El Ansia que sufre el Loco es tortura permanente. Es huevo tragado entero, que eclosiona en su interior y germina como zarza espinosa. Es semilla que engendra un monstruo devora-entrañas. Es una sed constante, que no se sacia con nada, nunca; una sed que seca
el
alma;
una
sed
que
sólo
genera
más
sed,
y
nubla
los
sentidos. El
Ansia
es
borrachera
y
resaca
simultanea.
Es
insatisfacción
intrínseca. Pozo sin fondo. Túnel circular, sin luz, ni final, ni salida. Eterno toro-tubular-trepidante, que inicia donde termina. El Ansia es arena bebida grano a grano, garganta desgarrada. Mezcla viscosa, imbebible, de cualquier modo tragada... Es empacho y vacío conjugados, gula sin fin, vientre abotagado, intestino
lleno,
mierda
estancada,
sexo
congestionado,
semen
efervescente, fermentado. Ruido constante-monocorde-taladrante en la cabeza. Corazón latiendo a mil, loca carrera hacia el vacío. Es caída en la nopalera, todo el cuerpo espinado por mil pequeños dolores punzantes. Así es el Ansia: Dolor del alma, a veces agudo, otras, crónico, pero
siempre
presente,
paralizante,
desgastante,
estéril,
inagotable, agotador. Ansia ansiosa, que no para. Nunca. 91
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa .
El Loco quiere gritar su locura, y de su garganta sólo sale un gemido. No puede dormir, ni siquiera cuando está despierto. Vaga por la vida como sonámbulo, los brazos extendidos, al frente. Intenta
aferrar
algo
que
siempre
está
cerca,
y
siempre
se
le
escapa; mientras tanto, va por la vida, tropezándose, dando tumbos, tirando cosas, lastimándose los pies con los cristales. Por fin cae, rendido, y siempre despierta en un lugar distinto, que no reconoce. Se levanta y camina, sin rumbo. Siente la muerte cercana, y tantas cosas aún por gritar. El tiempo se le acaba. Ve a la muerte acercarse, con sus heladas manos, sus pasos de hielo; resuenan sus huesos, a su lado, su aliento apestoso, su guadaña afilada, su risa seca. Afuera, la Señora Fría recorre sus dominios y atiende su negocio. Toca
tres
veces
a
la
puerta
y
la
perra
del
vecino
aúlla,
desconsolada. - Hoy no vengo por ti –Susurra, detrás de la puerta -Pero quién sabe, quizás ya pronto. No siempre me da la gana tocar a la puerta, a veces me gusta colarme, y ver qué hacen en mi ausencia, para tratar de olvidarme... Otras veces, como hoy, sólo paso a saludar. El Loco cierra con llave, como si de algo sirviera. Por lo menos, hoy, al parecer, no será.
.
Tizapán, Ciudad de México, Agosto 15, 2009. Noviembre, 2010.
92
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y la Dama Noche A La Dama Noche, estas letras que le debía, desde hace tanto.
Antes de partir, con rumbo al Gran Silencio que le espera, el Loco sale, a despedirse de la Dama Noche. Como tantas veces lo ha hecho antes, a veces con furia, otras en calma, y algunas (pocas) con temor, el Loco agarra camino, con paso firme, y recorre el cuerpo de su amada Noche, transita su piel de asfalto, como quien acaricia suavemente una espalda desnuda. La Noche es una dama, y como tal, debe ser tratada: con respeto, con deferencia, con galantería, con cariño y con ternura. Quien no lo hace, casi con seguridad verá frente a frente su rostro oscuro. Ella no es cruel (no de manera gratuita, al menos, pero sí es despiadada. Es generosa con algunos, y mezquina con otros; al mismo tiempo da y quita, y suele ser caprichosa, pero casi siempre es justa. Cobija por igual al ladrón y al asesino; al solitario y a los amantes clandestinos; al mendigo y al desamparado; a los niños de la calle y a las tribus urbanas; a los muertos y a las almas en pena; a algunos cuerdos, y a todos los Locos. Ellos son sus hijos, sus protegidos, sus vasallos, pero ni siquiera de ellos se apiada, cuando al caer el sol derrotado por su manto, ella despierta, encarnada en oscura pantera. El
Loco
demandan,
sabe como
encomendarse hoy,
a
emprender
ella, una
cada a
una
vez las
que
sus
pasos
zancadas
que
le le
regresan a su centro. Cientos de veces, la Dama Noche le ha mostrado su más fiero rostro, como para advertirle que con ella no se juega, pero hasta ahora, él se ha librado de caer de su gracia y su protección. 93
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Él sabe que en cualquier momento puede ser su momento, el fatal y definitivo, en el que ella le pida cuentas, pero él la respeta, y no le teme. El Loco le pide a la Muerte –otra Dama- que cuando venga a por él, lo haga cuando esté en los brazos de su Señora, su amada nocturna. A diferencia de los Cuerdos, el Loco se siente en casa cuando Ella se viste con su vestido negro de chaquira y lentejuela, de luces mercuriales y su estola de neón. Se deja seducir por sus modales antiguas, de puta elegante,
al mismo tiempo porcases e inocentes.
Él sabe que cada tanto, le tocará ver cómo reclama su tributo de sangre, a cambio del baño de luna con el cual ilumina lo oscuro. Cuando el cansancio lo vence, él sabe que su dama lo cubrirá con su helado reboso de estrellas, hasta que el sol llegue de nuevo a ocupar su sitio, rompiendo con la primera luz diurna,su hechizo de tinieblas. Y cuando por fin su tiempo de callar llegue, el Loco sabe que ambos dormirán abrazados, en la penumbra eterna. Buenas noches, Dama Noche.
Tizapán, Ciudad de México. Noviembre, 2010.
94
Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
El Loco y el Mendigo Tenías Razón, Ak: El Loco aún tiene cosas que decir, ...y qué aprender.
La Dama Noche llama al Loco, y le ordena recorrerla una vez más. Él, sin dudarlo, obedece, sin importarle el frío, aunque no sepa muy bien cuál es el propósito de su llamado. Emprende camino, y muy pronto, un paso lo lleva al otro y se convierte en andar. Camina por la Avenida de los Insurgentes, al sur, en uno de sus tramos más privilegiados de la ciudad. Cruza caminando el Parque Hundido. Un equipo de sonido hace bailar a no más de diez parejas. Sigue su camino, por la acera de ladrillo rojo que en ese rumbo la cubre; anda sin rumbo, hasta que lo encuentra. . Mendigo, pordiosero, mendicante, limosnero, vividor, menesteroso, desamparado,
haragán,
paupérrimo, Hambreado,
indigente,
pedigüeño,
azotacalles-
vago,
necesitado,
muertodehambre- delacalle-
comecuandohay, atorrante... Miserable. Cuántas
palabras
preferimos
no
tiene
ver,
el
español
ignorar,
para
pretender
definir que
no
a
aquellos
existen,
que
cuántos
eufemismos para nombrarlos sin verlos, para esconderlos de la luz y apartarlos de nuestra mirada y nuestro camino. Pero esta vez, el Loco no puede. El Mendigo está a mitad de la acera, interrumpiendo su paso. Ya no puede ni pedir limosna, no levanta la mano. Tan debilitado está, que ha abandonado el aspecto feroz y violento de aquellos pordioseros que reniegan de la misericordia y prefieren la amenaza de su sola presencia. 95
Letras del Loco El miserable
Original de Alejandro Montaño Barbosa se
arrastra
lastimosamente. La parálisis lo obliga
a
impulsarse
brazos
como
remos,
con
sus
levanta
su
cuerpo apenas unos centímetros y deja caer sus nalgas endurecidas contra el suelo helado. Sus pies descalzos
e
hinchados,
reventar,
los
sostiene
casi
a
apenas
encima del suelo. No tiene ni siquiera la tarima con rodajas, el carrito que suelen poseer otros mendicantes más afortunados. Su única posesión es una chamarra desgarrada y sucia, que se cae a pedazos mientras la arrastra por el suelo. Apesta a “chemo”, a orina y alcohol, huele a Muerte. Todo él está invadido por la negrura de la noche. Todo él es sombra. Sólo sus ojos siguen vivos, poseídos por un fuego congelado, mirada de pavor y de advertencia. El invierno se avecina, ya está aquí, adelantado. Será el más duro de todos estos años de heladas inclementes. La Dama Noche no tardará en reclamar su cuerpo, en robarle su último aliento. Ella es despiadada. Quizás no esta madrugada; quizás tampoco la siguiente. No falta mucho. Un día cualquiera, el sol y los perros lo encontrarán en un rincón, hecho un rígido ovillo; feto ennegrecido abortado por este mundo que sólo le brindó mierda sobre mierda. . El Loco sabe ya para qué fue llamado, el por qué de sus pasos decididos, para llegar a tiempo a la cita.
96
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Los dos se detienen, frente a frente, a mitad de la acera. Se miran un instante, sólo los ojos del Miserable brillan en lo oscuro. Balbucea sin fuerzas su eterna perorata; los secretos que sólo él conoce. Luego calla. Ya ha dado su mensaje. Vuelve a mover sus brazos, como remos: vuelve a azotar su
trasero
contra el suelo. Se retira. El
Loco
no
intenta
ayudarlo.
Se
siente
más
conmocionado
que
conmovido, no quiere sentirse culpable. No lo levanta del suelo para llevarlo a un albergue, no le da de comer, ni siquiera una moneda. Sabe muy bien que en este encuentro fugaz, no hay espacio para la hipocresía, ni la piedad, ni la autocompasión. Algo de dignidad les queda a ambos. El
Loco
da
un
paso,
luego
otro,
sus
pies
sí
lo
sostienen.
Lentamente retoma su camino. No tarda en encontrar una parada de autobús, iluminada por un anuncio de una rubia sonriente. Busca dentro de su mochila, encuentra su pluma, y el viejo libro que compró hace tiempo en un puesto callejero de libros de ocasión: Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, de Bartolomé de Las Casas. Biblioteca Enciclopédica Popular, SEP, Artes 31, México, D.F. Octubre de 1941. 25 centavos en toda la República. Usa las últimas fojas en blanco, al final del libro, que desde hace años esperan para ser llenadas con estas letras. Mientras escribe, se aproxima otra pordiosera, una vieja famélica, de mirada acuosa, que le pide 20 Pesos. El Loco le dice que no tiene (es
verdad, sólo tiene 15 pesos, pero no se los da). Ella le
pide un cigarro, él se lo da. Mientras lo prende con un cerillo, mira lo que él escribe, el veloz boceto del Mendigo paralítico. Con la mirada parece decirle “No te olvides de mí” y se aleja fumando. Más tarde la encuentra acurrucada en la entrada de un restaurante que ya ha cerrado. 97
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Ella no morirá hoy, ni mañana, ni en muchas otras noches. El Loco quiere pedirle a la Dama que los cobije esta noche a los tres. Le ruega que cuando por fin decida llevarse al Mendigo, lo haga sin tardanza, sin más dolor. Ya fue suficiente. También le pide por sí mismo, pero sobre todo, le pide que le permita comprender cabalmente la lección que le ha dado. .
Insurgentes Sur, Ciudad de México, Diciembre 10, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Asesinato en tres tiempos Siete veces mil veces he muerto y estoy risueño como en el primer día. Jaime Sabines, Algo sobre la muerte del Mayor Sabines. Para Ariella, por todo el amor.
I Señor Juez. En esta noche, helada como pocas, noche de pies fríos, noche de hielo en el alma, por fin me decidí. He matado al Loco. Es esta una confesión firmada. Lo maté, Señor Juez, porque si no lo hacía, nunca se hubiera ido, y ya era tiempo. Murió en mis brazos; Bajo el cobijo de la Dama Noche, como él quería; sin sangre derramada; Con una triste sonrisa; Tranquilo, creo. Lo maté, porque esto ya no era vida, ni para él ni para mí. Lo maté, porque comenzaba a ocupar espacios que me corresponde a mí llenar, como autor de mi propia vida. Lo maté, Señor Juez, porque lo amaba, como termino por matar todo lo que amo. Lo maté, para seguir viviendo este resto de vida que me queda. Lo maté, Señor Juez, para cerrar un ciclo doloroso, terrible, de siete largos años, como condena de espejo roto. Lo maté, para ya no causarle más dolor. Lo maté, Señor Juez, porque eso terminan haciendo los autores con sus heterónimos –palabra recién aprendida, que define muy bien esta relación que se estaba tornando dañina para ambos.
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Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Lo maté, porque alguno de los dos tenía que morir, y yo aún sigo vivo. Lo maté, Señor Juez, porque ya nada nuevo tenían que decirme sus locuras, y de no haberlo hecho, habría terminado por extinguir mi propia voz. Lo maté, porque necesito desesperadamente su ausencia, para poder iniciar de nuevo. Pero sobre todo, Señor Juez, lo maté porque él mismo me lo ha pedido, porque ya era demasiado verlo con la entraña al aire, en carne viva. Lo maté para darle un respiro, un descanso a esa voz cansada, y dejarle vagar Por el laberinto Oscuro del Silencio.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
II Bienvenida sea la Muerte Sólo el suicida planea su propia muerte, acto de cobardía o valor extremos, según se vea. Sólo el suicida se abroga un derecho que, al asumirlo, le da cierta dignidad a su deceso… Pero sucede que soy un cobarde. Ya bastante tengo con asumirme como el Loco. Si tanta gente me lo ha dicho, tanto, termino por hacerme a la idea de que lo soy. Últimamente me ha hablado Alejandro tantas veces de matarme, que me pregunto si en el fondo, no tendrá algo de razón (esa cosa que sigo sin entender qué es, y que dicen que me hace mucha falta). Pero
no
estoy
tan
loco
como
para
aceptar
mi
muerte,
así,
sin
chistar. Mi deceso no terminará con el dolor, ni traerá mágicamente la prosperidad y la paz que tanto anhela, el pobre. Si, pobre Alejandro. Lo digo como lo que es, un insulto. Pobre diablo; tan mezquino; tan acomodaticio; tan quejicas; tan autocomplaciente; tan azotado; tan victimizado por sí mismo. Así como él está cansado de mí, yo lo estoy de él. Estoy tan, tan cansado, como dice el poeta (¿Benedetti? ¿Sabines?) que está un muerto en su primer día. Y siguiendo con las referencias literarias, ¿Será cierto esto que dice Saramago, acerca de que el muerto tiene nueve meses después de fallecer
–los
mismos
que
estuvo
en
el
vientre
materno-
para
desaparecer y ser olvidado por los vivos? Algún día, todos lo sabremos.
101
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa Pero sucede que yo sé bien –Loco, pero no idiota- que Alejandro le tiene más apego a la vida del que le tengo yo, y a cobardes, él me gana. Cierta curiosidad me da saber qué hará después de que por fin me haya ido. A quién podrá culpar de sus locuras. ¿Qué
pasará
cuando
vea
un
amanecer,
una
piedra,
un
arcoíris?,
cuando se tope con una corteza de árbol, unas hormigas peleando por su vida? ¿Quién narrará por él las ondas concéntricas expandiéndose en el agua, un pan recién horneado? ¿Quién le dirá qué decir cuando vea a una bebé, llamada Kenia, dormidita en sus brazos, a quien le ha dado la bienvenida y le ha pedido que le regale un poquito de su paz? ¿Quién, si no el Loco, podría hablar de estas cosas? Yo no lo sé, sospecho que él tampoco. Ya no estaré ahí, para él. Pero creo que ya va siendo hora de que él recupere su cordura, y asuma la responsabilidad de tomar de nuevo las riendas de su vida, y aprenda de una buena vez a cerrar sus propios ciclos.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
III Para Callar, Hablamos…
No se muere uno por decreto… ¿O si? El peor Sherlock Holmes, es aquel revivido por su autor, quien ya cansado de su creación, le dio un enemigo implacable, una muerte terrible, y una resurrección oproviosa. Matar al Loco ha sido más difícil de lo que yo pensaba. ¿Qué sucederá con todas aquellas cosas por decir, que sólo el Loco sabía cómo decir? No lo sé, pero si lo seguía pensando, jamás me habría decidido. Hoy
veo
como
algo
necesario
para
trascender
este
momento,
el
terminar de escribir estas Letras del Loco, darles un cierre, una conclusión, dar la vuelta, decirles adiós, tan-tan, tema visto, a otra cosa, Mariposa, cerrar el ciclo, y todos esos clichés. Pero el riesgo de crear un Alter Ego, y en general, personajes, es que una vez estructurados, van adquiriendo vida propia. Cuando fue haciéndose evidente para mí la necesidad de terminar este texto, antes de volverse algo interminable, el Loco protestó: “¿Por qué soy Yo quien tiene que morir?” Y
fueron
surgiendo
nuevos
textos
escritos
a
la
carrera,
para
terminar de decir lo que aún tenía guardado. Quizás algunas de las mejores cosas que el Loco tenía por decir. Después
de
todo
¿Quién
acepta
la
muerte,
su
muerte,
con
resignación? Nadie, que yo sepa. Pero creo que el Loco va haciéndose a la idea, poco a poco, de que para renacer, hay que morir, y que mejor que hacerlo, si no con estilo,
al
menos
con
dignidad.
Pocos,
muy
pocos,
tienen
ese
privilegio. Y el Loco lo asume. Vencer
la
tentación
que
dan
las
letras
de
volverse
inmortal.
Rehusarse a sustituir la sangre por la tinta, como lo hacen los 103
Letras del Loco Original de Alejandro Montaño Barbosa vampiros. No dejarse seducir por la posibilidad de un renacimiento, como no lo logró el buen Holmes. Elemental, mi querido Loco.
Aceptar que para apagarnos es que brillamos, Para extinguirnos, es que ardemos, Para caer, es que volamos, Para gritar, es que cantamos, Y para callar, es que hablamos.
Consumatum Est.
Tizapán Ciudad de México, Noviembre 7-18, 2010.
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Letras del Loco
Original de Alejandro Montaño Barbosa
Índice
Desasosiego, Fértil Musa No preguntes El Loco y el Loco de Gibrán La Red de las Palabras El Loco y el Dolor Un Hombre Menudito El Loco y la Fiera El Loco, los Sentidos y las Voces El Loco, las Burbujas y la Teoría del Caos El Loco, las Efímeras y el Tiempo El Tiempo, ese Tirano Los Sueños (¿Sueños son?) El Loco y los gorriones El Loco y las Manzanas El Loco y el Bosque de las Preguntas Por qué Espejos De garabatos y dibujos I. Preguntas sin respuesta II. Respuestas sin pregunta III. Mi Pachuco Ordalía Rompecabezas De Nautilus y Expectativas El Loco y los Arcanos Mayores Ilusiones y mentiras Paradigmas y retratos Eterna Adolescencia El Loco, el Ansia y la Muerte El Loco y la Dama Noche El Loco y el Mendigo Asesinato en tres tiempos I. Señor Juez II. Bienvenida sea la Muerte III. Para Callar, Hablamos
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