Vértigo

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Carta Editorial Las experiencias de vida nos hacen sentir infinidad de emociones día a día, algunas ya las dominamos, otras nos dan un vuelco ¿Quién no ha sentido aquel mareo, esas ganas de salir corriendo, el que todo se mueva y que la visibilidad se nuble? Sentimos vértigo; ya sea físico, como respuesta del cuerpo ante un peligro, o mental, por la emoción de algo o alguien, sentir el corazón acelerarse. En las siguientes páginas podrán encontrar la causa del vértigo de nuestros autores, esperando se sientan identificados con ellos. También hemos agregado una entrevista, de Temo Wetzka, un ilustrador veracruzano quien accedió a elaborar la portada el tomo en curso; extendemos un agradecimiento, quien se ha mostrado muy amable para poder realizar ésta nueva sección dentro de Letras de Reserva. Sin más, respiren hondo, que empezamos con: Vértigo. Letras de Reserva.


Contenido Vértigo

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Robando Éxitos

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Sin Título

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Promesa Final

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Marian Marti II

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Vértigo Cromático

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Temo Wetzka

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Asincronía

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Caída Libre

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Sin Título

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Trapecista

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Vértigo Mirada

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Revelado

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V茅rtigo Carlo Ricarte Arriba, sin altura, cumbre, luna. Al borde del presente

gira el mundo en ilusi贸n. Abajo, sin llanura, grieta, ni hendidura. Se abre el precipicio de la cabeza hasta los pies. Amenaza el equilibrio con quebrarse en lo profundo. Ley que llama al peso muerte o gravedad. Por la espiral no desciende la mirada estrellada.

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Por la espiral se enciende el temblor de la memoria.


Robando Éxitos Mario Alberto Espinosa. - ¿Habrá un día que por lo menos me pueda ir a la cama antes de las doce? Entré al baño y mientras me cepillaba los dientes observé mi rostro en el espejo.

presionando botones. La pantera, radio éxitos, radio capital, XEQK – las 7:19. Grupo 16, el último del primer piso y ahí estaban: el Pelón, el Chino, Popeye,

Godínez, Bañuelos, mi cuate de toda - Qué jodido me veo, esas ojeras ya son la vida. Él se había hecho contador parte de mí… y ocupaba un puesto importante en - ¡Despierta! Ya es hora de levantarse, un banco, el Chino era… es... o será no querrás llegar tarde a tú primer día mecánico de aviones; Popeye había muerto de SIDA en los 90. de clases. - ¡Papá! – Dije sorprendido mientras salía de mi letargo. - ¡Joder, esto es súper real, mi papá, mi recámara ¡mi cara!, ¡pero si soy un chavito! Las ojeras se han ido junto con la barba y el bigote. Sin pensarlo y de manera automática, me vestí. – ¡qué uniforme tan pinche! Debí haber reprobado un año para que me tocara el príncipe de gales. Desayuno servido en la mesa, Mmmm, chocolate, una concha… Heme aquí, trepado en el viejo Rambler, jugando al DJ con la radio AM,

Inglés, ahora mi segunda lengua, pero Miss Fletcher no fue mi inspiración para estudiar letras inglesas. Haciendo gala de mi mejor acento británico, no con el tono de Roger Moore, sino con el de Harry Styles, libré la primera clase. Las siguientes fueron igual de entretenidas, el origen de la palabra “eureka” (gracias, Carl Sagan); el maestro de geografía desesperó conmigo cuando dije que el sistema solar contaba con 8 planetas y que el tiempo me daría la razón.

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Segundo receso y ahí estaba Carmina, hermosa, con su jumper cortito y pegado a su cuerpo. Nunca me atreví a cruzar palabra con ella, era inalcanzable. Pero esta vez me le acerqué rápidamente y le murmuré al oído, en el idioma del amor, “Tu es la femme plus belle du monde”

- ¡Muéstranos! – Exclamó la profesora en un tono amable.

Me levanté, me recliné a la altura de Carmina, que estaba sentada junto a mí y le dije – Va para ti. Me senté al piano, pensé un rato cuál canción debería tocar y comencé con las primeras notas de - ¿Qué? – Murmuró ella. “Pyramid song” de “Radio Head”, canté la última frase y tan pronto toqué la - Que eres la mujer más bella del mundo última nota, el grupo entero me aplaudió. – Le respondí. Ven, vamos a comprar algo. Contaba con 5 pesos, ¿cuánto Me levanté del piano, tomé una de necesitaba para regresar a casa?, un las guitarras, la afiné rápidamente, vi delfín… ¿sería un peso?, el tranvía… a Carmina y comencé a tocar “Fake ¿cincuenta centavos? ¡Bah! Plastic Trees” del mismo grupo.

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Bebimos boing, comimos galletas y …“She looks like the real thing - She platicamos de nosotros, de la vida y de tastes like the real thing - My fake plastic un montón de trivialidades de la vida. love” La miré directamente, sus ojos brillaron, le guiñé un ojo y sus labios La última clase fue música. En el esbozaron una leve sonrisa. salón, un viejo piano al frente, dos guitarras colgaban de una pared y un Al salir, buscaba a Carmina y justo par de harmonios Yamaha, la maestra cuando pensé que ya no la vería antes se presentó, y nos preguntó si alguno de de que mi sueño terminara, llegó por nosotros tenía conocimientos musicales. detrás, me arrebató mi cuaderno y anotó algo, me lo devolvió y se fue corriendo. Clases de piano desde temprana edad y de guitarra callejera con mis cuates de “Eres fantástico” la prepa… - ¡Sí, yo! – dije, al mismo tiempo que levantaba mi mano.


Me fui a la cama con su recuerdo en mi mente, su cara, su voz, su figura y tan pronto cerré los ojos, sentí una presencia en mi cama, de un salto me incorporé y ahí estaba ella, durmiendo junto a mí, se veía hermosa, con más años. Vi a mi alrededor y todo era diferente, una habitación con decorado minimalista en blanco y negro. – Duérmete amor, es muy temprano todavía – me dijo con voz adormilada, me recosté nuevamente, me desvanecí y en un tris, abrí los ojos, nuevamente estaba en mi habitación de adolescente, no podía moverme, mi cuerpo estaba pesado, me sentía aletargado, con sueño, parpadeé y regresé a la habitación minimalista, los objetos a mi alrededor se agrandaban y achicaban. Estaba sudando y seguía sin poder moverme, empecé a entrar en pánico, quería gritar, pero era imposible. En cada abrir y cerrar de ojos iba y venía de un lugar a otro, ¿de una época a otra? Mi visión se nubló y todo comenzó a girar y a girar hasta que una obscuridad total llenó todo el espacio.

“Robert Chaz (1963-2014) was the most prolific writer, singer and composer

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Salvador Nava


Promesa final Frizia Guerrero Disuadir al acto impune de la demencia. Tocar ternura. Inmovilizar el gesto: Acceder a desvarío al retirarse de prudencia. Abisales y malsanos ecos invitan al abstraimiento. Ejecutar oberturas cadenciosas, sustanciales, siderales, escondidas, evocadas por la apatía. Germinar gritos feroces, explicación inútil.

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Seguir callado. Malograr la sinonimia. Atención e indiferencia dañan la vida. Desestimar reciprocidad. Pescar absolución con carnada infortunada: Ensangrentada. Imaginar la revuelta. Despeñar armonía occidental. Aullidos obstaculizan desplazamiento e intento herido. Contornos saturados, céntrico desorden. Provocación estropeada. Variar artilugios básicos,

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sin motivo.


Declive planificado. Apresar la prisi贸n. Irrumpir la insistencia del oprobio. Exhibir pasi贸n desconocida. Silencios y compases, melod铆a lejana a la evidencia. Retornar al espiral del abandono. Permanecer en lo cierto. Verdad de voz grave. Sonidos de promesa final. Migraci贸n.

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Marian Marti II (Vértigo)

I

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La moneda se eleva, gira sobre su propio eje, llega al máximo punto de elevación y vuelve a los sucios dedos de Marian. Su flaco cuerpo esta recargado en la barda trasera del panteón, un muro embarrado de graffittis, algunos están “pisados” con la palabra “Toy”, insulto muy conocido en el argot. Sostiene en la mano izquierda un cigarro de “yerbabuena” que se ha apagado, sus turbios pensamientos le distraen. La moneda de diez pesos sube y baja, una y otra vez. Es la última que le queda, premedita muy bien el uso que le dará, su situación le tiene al borde de las nauseas. Intenta fumar, pero sólo hace una mueca de disgusto al darse cuenta que el cigarro no sigue encendido. Mete su otra mano en el bolsillo, deja la moneda y saca el encendedor. No le ha dado tiempo de dar una calada completa cuando se percata que una patrulla viene entrando por una calle aledaña, aun están lejos, pero seguro ya le vieron y vienen por él. Sus ideas se disuelven con el humo que flota. No les da tiempo a que se acerquen más y monta su bicicleta de un brinco. Los alcanza a reconocer, son un par de sujetos adictos a la cocaína que les gusta amedrentar a los chicos del barrio y, cuando pueden, subir a las chavitas. La policía no suele venir por estos rumbos— piensa Marian. Lo que el joven no sabe es que recientemente una pandilla de delincuentes de otro barrio han encontrado grato el sitio para repartirse los botines de los asaltos


perpetrados a pequeños negocios, han “quemado el punto”. Algún vecino se dio cuenta de lo que sucedía y pasó el reporte. Ahora el lugar era vigilado constantemente, pero los chicos como Marian, que sólo buscan un lugar aislado para fumar y no molestar a la gente y sus prejuicios, pagaban las consecuencias con criminalización y persecuciones. Hacia el lado contrario había una pequeña calle por la que podía escapar, los policías no podían entrar por el terreno, tenían que dar toda la vuelta a la manzana. Marian ya se encontraba del otro lado del panteón, tomo un par de respiraciones y pedaleó con más fuerza. Pretendía refugiarse en la pulcata de “Don Berna”, ahí no se meterían. Justo venia cruzando la calle de la parte frontal del panteón cuando la patrulla daba la vuelta por la trasera. Se cruzaron las miradas por una fracción de segundo. Los policías prendieron las torretas, los carros se empezaron a apartar. Marian sintió tanto vértigo que casi pierde el control del volante…

II Hay ocasiones en que los días se vuelven tan odiosos que se presta la oportunidad de liar los sueños en un papel de cáñamo y prenderles fuego. Que se eleven con el humo, que se dispersen como la conciencia. Los fantasmas del pasado se convierten en los demonios del presente. Los estados alterados de la percepción te llevan a explorar horizontes desconocidos. Estados coléricos que invitan al caos. La luna, luminosa en el centro de la noche, invita a gozar de placeres sensuales. La garganta pide un trago de alcohol. Una calada más de éter con la mirada ida en las estrellas. Los conflictos comunes de alguien que es nadie. Diferenciar la realidad de “su realidad”.

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No es tan difícil de entender. Las presiones comunes se suben a la cabeza, hay que mantener un techo dónde dormir, un poco de alimento con el cuál siempre contar, unas “garras” decentes para no andar en cueros, libros para no estar solo, discos para siempre danzar, encontrar el calor de alguna mujer, la euforia de alguna droga y un poco de alcohol para ahogar cualquier sentimiento puro que se quiera poseer de la razón. La casera le recuerda a diario su dinero de la renta. No hay un “clavo” ni para el “bajón”. El perro riega la basura y el gato prefirió mudarse de azotea. A pesar del tonificante panorama, Marian sonríe. Nada puede ir tan mal si le queda un poco de blues y, a falta de café, una botella de caña. Salió del cuarto y se monto en su bicicleta, el presupuesto era escaso, diez pesos, pero él bien sabe que eso poco importa cuando sobra la actitud. Toda esta verdad es un consenso de mentiras. Los diarios hablan de democracia. Fallida, ultrajada, vituperada. Falsa, pero nadie se atreve a negarla, a desconocerla por completo. Se le acepta como existente aunque en ningún lugar se concibe. Marian opina que vivimos en una dictadura, la democracia es una falsa realidad. Quienes creen vivir en ella son humanoides sin vida que creen tenerla. No se dan cuenta de su “naturaleza artificial”. No gozan de voluntad propia, tienen incorporado un esquema psicológico que controla su actuar por medio de la manipulación de la percepción. Se domina la mente a través de la transmisión de símbolos de alto impacto confundidos entre objetos de la cotidianeidad.

A Marian, sin embargo, no le importan mucho los impostores,

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dictadores oligarcas. Mucho menos los opositores, demócratas de mierda, se alimentan de esperanzas y el hambre les acecha. Si a unos


les corrompe el poder, a estos lo hace la necesidad. Apagan su sed con cerveza, se vuelven parte del boicot, auto sabotaje a la orden. -Hace falta una dictadura de niños, alguien que imponga la bondad —pensaba.

Éste vago se paseaba por las calles de la ciudad meditando su conflicto. Su bicicleta va dejando tras de sí un rastro baboso, viscosa libertad que le provoca asco a los esclavos del paradigma social. Sus manifestaciones sociales modernas, sus marchas, mítines y “tomas” de edificios, son tan inútiles como simbólica la obra de arte. El artista resulta ser un súbdito de su creación, bomba molotov del telespectador.

III

Un ave del Mictlán entierra sus garras en el negro corazón del vago, quién bebe caña con jugo de manzana y recorre palabras poetas en su mente. Sus alas rotas se convulsionan a sus espaldas. Renacen, se regeneran, impacientes reclaman autónomas los vuelos, el viento, los cielos. Rozar las estrellas, respirar el vaho matinal.

Hay una espesa niebla y pequeñas flores violáceas flotando en el ambiente como si fueran copos de nieve. Marian camina a la deriva, borracho se tambalea en su andar. Embriagado de sueños, constantes fracasos y victorias desabridas. La noche, su fiel amiga, hoy sólo tiene una fría caricia para brindarle. Tan gélida que le asfixia.

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Algo se mueve entre sus pies, le llega a la altura de las rodillas, tiene un pelaje áspero. Se inclina un poco y acaricia su cabeza. Es Diógenes, el canino de los viajes oníricos. ¡Cachorro!—Expresa con alegría el muchacho, quién al mismo tiempo se descubre a sí mismo en su cuerpo de 6 años de edad. Diógenes se levanta en sus patas traseras y le brinda un cariñoso abrazo a su amigo humano. Da un brinco para un lado mientras agita la cola con euforia. Hace un movimiento con el cuerpo que incita a Marian a seguirlo. Diógenes se adelanta un poco hasta detenerse en un prado abierto y gris. – ¿A dónde vamos?- pregunta Marian - Ven, sube a mi lomo- responde Diógenes. - No eres tan grande, no me soportarás- responde a su amigo con toda naturalidad. - Inténtalo y verás- le replicó el canino, a Marian le pareció que el perro sonreía, un poco socarronamente.

Marian obedeció, en realidad el esbelto cuerpo del animal estaba más robusto de lo normal. Le pidió al humano que se sostuviera con fuerza y entonces emprendió una carrera en medio de la oscuridad. Cuando alcanzaron una velocidad considerable Marian se replegó por instinto a las espaldas del perro, y este le dijo:

– Despliega tus alas -¿Mis alas? Tú sabes que están rotas, no puedo -Sí puedes, tus alas se han regenerado, sólo necesitas empezar a usarlas nuevamente.

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-Pero es que…


-Anda, tú puedes.

Marian cerro sus ojos, se concentro en sus omoplatos, intento mover sus alas pero toda la espalda le dolió. Un gran bulto de plumas permanecía inerte detrás de él…

IV Marian no reconocía posturas, fronteras, banderas, ni credos, no sentía ninguna filiación por agrupación política, ni creía en la ortodoxia de la academia. No era de derecha ni de izquierda. No era tan cobarde para aceptar posturas provenientes de la opinión vulgar y mentirse a sí mismo. Tampoco era de centro o neutral, los “huevos tibios” le palpaban aún más la impaciencia. Más bien se abalanzaba sobre horizontes utópicos, se mantenía al margen de infinitas periferias y atravesaba la nada para llegar al centro de la inconmoviblemente bella circular verdad. Esa mañana Marian despertó con resaca, no podía recordar bien donde había estado por última vez. Intentó hacer un recorrido mental del día anterior. Después de que los policías le persiguieran entró a la pulcata, ahí unos amigos le invitaron unos tragos. Luego llegaron otros que no le dejaron ir. Se fue un poco mareado del lugar, en el camino tuvo que pasar por la plaza dónde se encontró a un viejo en andadera que le invito un trago de mezcal y se pusieron a charlar. Como pudo, se fue al “callejón”. Ahí estaba la pandilla, el humo llegaba hasta la esquina y las cervezas abundaban. Ya no pudo recordar más. Se busco en los bolsillos, aún tenía su moneda. Al menos no tuve que gastar —pensó. Se levantó y lanzó su moneda, esta giró en el aire sobre su propio eje, llego a su máximo punto de elevación y regreso a los pegajosos dedos de Marian. Vivir me provoca vértigo— se dijo a sí mismo.

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Vértigo Cromático Rodrigo Kaos.


Temo Wetzka Entrevista por Paco Nihil

“Cuauhtémoc German Cuaquehua Calixto, también conocido como Temo Wetzka es un joven nahua, diseñador gráfico, ilustrador, originario de Zongolica, Veracruz, Viajero constante, sin residencia fija. Su madre, profesora de preescolar, fue su principal motivación para dibujar, ella le instaba a hacerlo. Actualmente radica en la Ciudad de Córdoba, Veracruz y trabaja para la editorial Arroníz. Para él, la vida es un proceso constante de aprendizaje. La competencia laboral no es un aspecto que le intimide, no concursa para ser mejor que otros, lo hace para superarse a sí mismo y encontrar un diagnóstico de sus habilidades y evaluar sus aprendizajes. Lo importante no es ganar, sino aprender. Cuando realiza algún trabajo, lo impregna de su esencia y su cultura, pretende ser un reflejo de los artesanos indígenas. Forja un estilo. Uno de sus diseñadores favoritos es Isidro Ferrer. Ha trabajado en distintos proyectos para el municipio de Zongólica. Fomenta campañas como la lectura y la identidad indígena. Al ilustrar intenta que su trabajo sea original, que salga de lo clásico al mismo tiempo que transmite algo de su experiencia y conocimiento en la Sierra. Actualmente se concentra en aprender más técnicas digitales y tradicionales. En general le gusta experimentar con la producción de imágenes. Le interesan los proyectos referentes a la revitalización de la tradición oral a través de sus ilustraciones y tiene un proyecto personal donde reinterpreta una historia de la sierra de Zongolica por medio de una imagen. Su trabajo ha llegado a otros países como Argentina o España.

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Qué tal Wetzka, mi nombre es Francisco Gómez y es muy grato tener el honor de entrevistarte. He visto un poco de tu trabajo, pero sabes, me llama la atención tu origen Nahua. Antes de entrar a los aspectos de diseño me gustaría que me contaras un poco al respecto de esto.

hasta que entré a la secundaria y me fui a vivir con mi abuela a Zongolica fue ahí donde descubrí el gusto por el dibujo. Posteriormente estudie la preparatoria a la par que tome algunos talleres de pintura y ya para cuando entre a la universidad me fui a la ciudad de Xalapa. Mi estancia en la sierra marco Bueno mucho gusto Francisco. Ser mi manera de ser y de ver el México Nahua para mí es una cultura viva que profundo, observar la realidad del país y resiste como todas las de nuestro país y de nuestras culturas en resistencia. que los gobiernos no quieren ver. ¿Hablas alguna lengua? Sí el náhuatl

¿Qué opinas de la discriminación y como la enfrentas o enfrentaste desde tu condición social?

En México nos enfrentamos con la discriminación todos los días somos un ¿Qué concepción tienes de lo mexicano? país de contrastes y de doble moral y creo que la mejor manera de enfrentarla Creo que el mexicano hoy por hoy es es no discriminando a nadie. muy complejo de definir, quizás solo sea un pretexto para sentirnos de algún lugar. ¿Fuiste discriminado alguna vez por ser nahua? Cuéntanos un poco de tu vida, cómo Directamente no he sido discriminado creciste, cómo te desarrollaste, cómo pero si les ha sucedido a personas viviste tu infancia. cercanas a mí.

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Mi infancia fue como la de cualquier niño, la única diferencia quizás fue que mis padres trabajaban en lo alto de la sierra dando clases a niños de primaria y que viajábamos cada ocho días al pueblo de mi madre y en ese tiempo los trayectos eran como de 7 horas, crecí en diferentes comunidades de uno de los municipios más pobres del estado de Veracruz,

¿Qué ha sido lo peor qué has pasado, el obstáculo más grande que has superado para llegar a cumplir tu sueño? Bueno creo que hay circunstancias que debemos vivir, actualmente no me siento en una posición mayor ni menor solo


trato de vivir de lo que me gusta hacer ¿Cuál es tu sueño? ¿Consideras que los y seguir aprendiendo y reinventándome, has cumplido o te encuentras en camino no hay sacrificio alguno cuando amas lo de realizarlo? que haces. Bueno mi meta es ilustrar libros para niños y considero que sigo caminando para concretarla. Actualmente ya tengo ¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción, qué unos proyectos independientes en ese es lo que más te llena de satisfacción de sentido que van caminando poco a poco. tu trabajo como diseñador e ilustrador? Bueno la mayor recompensa es que la gente te diga que le gusta lo que haces, principalmente los niños, que los clientes queden satisfechos y que los proyectos cumplan su cometido.

¿Qué proceso interior llevas a cabo al diseñar o ilustrar, o pintar? ¿En qué te inspiras para hacerlo? ¿Qué te motivó a dedicarte a esto?

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Para mí, el ser ilustrador es una actividad muy noble, cada ilustrador tiene diferentes procesos para llegar a un resultado y como todos tengo ciertas referencias visuales o influencias, cuando hago un proyecto personal y tengo libertad creativa, siempre trato que la estética tenga que ver con lo indígena que quizás es lo que me inspira en cierto sentido, aunque sinceramente no creo mucho en la inspiración prefiero desarrollar el trabajo bajo una metodología, por otro lado los procesos de creación cambian de acuerdo a los proyectos y las formas de reproducción, mi motivo principal para dedicarme a esto es que me gusta crear imágenes y sin son capaces de transmitir un mensaje o una historia pues mucho mejor, también otra motivación grande es la familia, mi hija, mi esposa, mi madre, mi abuela y todos los demás que son muchos. ¿Qué es para ti el arte o la obra de arte, y en qué sentido tú haces arte?

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Bueno la verdad es que no entiendo bien el concepto, pero creo que tiene que ver con la estética de una obra y con la carga del contenido y los significado que logre transmitir, por otra parte yo nunca me he planteado el hecho de si hago arte o no, para mí, un ilustrador tiene que verse así mismo como un artesano, perfeccionando los detalles y es ahí donde está la esencia del diseño.

¿Cómo entiendes, desde tu perspectiva, los aspectos “independiente o freelancer” y “artista comercial”? ¿De qué lado te consideras tú? Pues como dije anteriormente no me identifico con el término artista; en algún momento he estado del lado del trabajador independiente creo que ese término tiene que ver más con lo que he hecho, aunque en este momento solo sea un Godínez más… jajajaja… ¿Cuál es tu visión acerca del entorno global y nacional en cuanto al diseño gráfico y dónde te ubicas tú? Si pudieras eliminar algo que está mal en el diseño ¿qué sería? Si estuviera en tus manos mejorar algo del ambiente del diseño ¿qué sería? Bueno, creo que aún no puedo decir donde me ubico, es decir, creo que me falta seguir con este proceso de aprendizaje, ya que a nivel global y nacional hay mucho talento y muchos proyectos de gran nivel, si pudiera eliminar algo seria que fuéramos menos conformistas que nos exigiéramos más para aportar a nuestra área y creo que se mejoraría bastante si asumiéramos responsabilidades no solo como diseñadores si no como parte de esta sociedad.


¿Cuáles son para ti las características Finalmente ¿Algo más que desees o habilidades que debe tener un buen agregar? diseñador? ¿Todo se reduce a la “buena Pues solo que agradezco mucho al equipo técnica”? de la revista que me hizo esta invitación y Bueno creo que debe de tener mucha es fue un honor para mí que me tomaran sensibilidad, también debe de tratar de no en cuenta. Gracias. encasillarse en un estilo ni copiar modas, debe de ser una persona informada, comprometida y muy organizada, para mí Pueden encontrar más del el buen diseño es el que se realiza para la trabajo de Temo Wetzka en: gente y que cumple con su cometido. Blogspot: Y por supuesto que no todo se reduce a la buena técnica creo que la responsabilidad http://wetzkaestudio-cuauhtemoc. de trasmitir mensajes es aún más blogspot.mx/ compleja. Behance: ¿Cuál es tu objetivo de hacer esto? ¿Si no fueras diseñador e ilustrador, a qué te dedicarías?

https://www.behance.net/wetzka

Digamos que un pretexto, más que un objetivo, es crear imágenes que narren historias y si no fuera Ilustrador me dedicaría a crear música. ¿Cuáles son tus tres libros favoritos? El libro de los abrazos de Eduardo Galeano El llano en llamas de Juan Rulfo El principito de Antoine de Saint-Exupéry

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Asincronía R.Lis

Después de todo, siempre fuiste mi pareja. Recuerdo aquella tarde en la que ejecutamos aquel clavado, tal vez no fuimos las mejores, pero la medalla de plata supo a gloria. Entramos perfectas en el agua, nos gustaba mirarnos debajo antes de salir. Meses de entrenamiento y, al fin, estábamos juntas en el podio; firmes, orgullosas, sin mirar abajo; ese escalón me parecía tan alto que sentía que podía ver todo México desde allí, subí sin tener miedo de caer. Ahora, no puedo ser consciente de la emoción. En mis pies, el aplomo es lo que mayormente se ausenta. Cada paso que doy hacia tu dirección tambaleo más que la punta de cualquier trampolín. Se trata del malestar que se experimenta cuando estás a punto de ejecutar tu salto en una competencia, comienza a esparcirse desde mi pecho, recorre mis brazos, mis piernas y cada una de mis terminales nerviosas. De pronto se hace presente, entre un mar de imágenes, la primera vez que practicamos juntas. Cada ejecución fallaba, saltaba antes, saltaba después; éramos como dos personas que jamás se habían visto.

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El hormigueo viene a mí como cuando nos descubrió tu padre en aquel armario, como la vez que decidimos viajar juntas a Panamá solo para descubrir lo que era perderse en el mundo y la ocasión que descubrí lo que es mirar a la cara al mar, cuando nadas más allá de lo recomendado y temes que una corriente te tome.


La sangre corre en mis venas al igual que cuando experimenté mi primer robo a mano armada en la calle Madero, o la vez que un coyote me estafó justo antes de llegar al Monte de Piedad a empeñar la esclava de mi abuela, solo porque a tu exnovio lo habían agarrado en el alcoholímetro, sin olvidar aquella vez en la que nos descalificaron por llegar un minuto tarde al registro. Cada una de las células de mi piel se torna de colores fríos a cada milímetro que avanzo, igual que esa tarde de miércoles en la que nos enteramos que nuestro mejor amigo nos había robado todo en el departamento, cuando saltamos del bungie o la tarde en la que un conductor casi nos arrolla por pasarse un alto. No es miedo, no es melancolía, es sólo ese sentimiento que te exige cerrar los ojos y pararte en seco, que te obliga a cruzar una autopista aunque estés a punto de morir. Es aquel que funde los huesos de tu cuerpo con el fin de mantener el equilibrio estático, aquel que me hace bajar la mano, tomar un puño de tierra, y sin ver hacia dónde vas, dar el siguiente paso. Es aquel momento cuando te posesiona una advertencia corporal diciéndote que está a punto de ocurrir algo que cambiará tu vida para siempre. Nunca sentimos eso debajo del agua, ni del aire. No permitas que te controle debajo de la tierra. Eso que me hizo no enfrentarme a la caída, abrir los ojos y dejar fluir la tierra de mi mano hacía la tumba.

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Caída libre ,

Dante Vazquez Para Van Manek

I Van aquí, van allá y también acullá: en el calor, en el frío y en la lluvia, van. Con maquillaje, al natural; con o sin lentes, contando cuentos que hablan de sueños, y escribiendo poemas a muñecas semiarticuladas y a pasados desventurados. Van pensando rápido, sacando ideas de un bolso mágico como el del gato Félix; o durmiendo bajo el misterio de una palabra: su alma,

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su nombre: ¿Van?


II Lejos, lejos, lejos: van, van, van, contando cuentos y escribiendo poemas; pero van acá en el corazón del león de hojalata y melena de paja. ¿Quiénes van? III Van, van, van, en las manitas verdes de la jacaranda y en las de los ficus y en el viento cálido de mayo.

Van, van, van, en la distancia enfrascando miradas,

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coleccionando sonrisas y recortes de enfado.

Van, van, van, reciclando colores, sonidos, texturas, aromas y sabores de Sol, de Luna.

Van, van, van, en un recuerdo, en un cuento, en un poema.

Van, van, van, en mĂ­, en Todo, en Nada.

ÂżQuiĂŠn es Van?

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http://dantevazquez.wordpress.com/


FRIZIA GUERRERO

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Trapecista ,

Alberto EnrIquez

La penumbra fue alcanzando desde en otro lado, durmiendo o muriendo el este los rincones de la ciudad, que por ahí, quizá mirando la televisión allá abajo, entre cada curva y montón o caminando por una calle, da lo de árboles asomaba sus primeras luces nocturnas. La carretera se enfiló llana entre las montañas, cuanto más avancé, el aire fue haciéndose ligero, lo supe porque iba con la ventanilla abajo para que saliera el humo del cigarro que se equilibraba en mis labios. Recuerdo cómo volábamos, la ceniza y yo, sobre la carretera bajo esa noche visitante y los trazos de azul que le restaban al día.

mismo, finalmente no lo sabes.

se siente andar volando sobre la México-Cuernavaca, después del churro que te chingaste mientras manejabas en el tráfico de Tlalpan. No lo sabes porque fui yo la que aparecía reflejada en el retrovisor, los ojos me serpenteaban, subiendo y bajando de ciento treinta a noventa, fumando. No lo sabes porque estabas

desembocó nuevamente en una recta prolongada.

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Recuerdo que al salir de una curva bajé a esa recta inconfundible, donde a la derecha un tumulto de lucecitas centelleaban como queriendo ser el cielo, como mostrando la imposibilidad que nos habita. Muy arriba de todo eso, la noche era tranquila, sus estrellas lejanas no se inmutaban ni con el artificio de las luces de Cuernavaca, ni conmigo que Apuesto a que no sabes lo que descendía por la cerrada curva que

Ya se me había pasado el efecto de la mota cuando percibí que la ciudad había quedado por mucho allá atrás y que viajaba sola por una carretera que se abría en la oscuridad. Mi piel aún olía al asqueroso Channel,


regalo de mi madre, y el vestido de coctel seguía apestando a ese circo del que me había fugado. En mi mente hacían eco las risas estúpidas y macabras de aquellas mujeres y las mismas pláticas aburridas de esos hombres.

Llegué hasta la típica cadena en la entrada de un antro, daba lo mismo cual fuera, en todos te encuentras a la misma gente, tú sabes, con la misma pose de pasarela pero a la mexicana, las mismas palabras y tonitos de voz, apuesto que casi con las mismas vidas y con ese peculiar deseo de No lo sabes y no lo entiendes, porque ser el centro de atención en un corral nunca te has querido dar cuenta de que donde todos anhelan lo mismo. has estado en un circo tan deprimente como el mío, todo el tiempo del lado Busqué algún hombre, había muchos del escenario, siempre has sido la y de todos, gringos, costeños, marioneta, el elefante, el clown que chaparros, altos, gordos, flacos, no se da cuenta del disfraz que trae con dinero y sin él. Al final, que puesto. no fue sino después de no más de diez minutos, me agarré a dos Las curvas aparecían de vez en que a mi parecer tenían menos cuando, algunos autos pasaban de suerte esa noche, iban solos y eran largo, tras no sé cuánto tiempo y francamente feos, los tomé del brazo cuántos cigarros crucé el túnel que y les dije –hola-, ellos tartamudeando da a la costera de Acapulco. Esa respondieron ni me acuerdo qué. madrugada iluminada de otoño Tomada de sus brazos nos metimos me despertó, estacioné el auto en entre la gente hasta llegar ante el tipo cualquier calle y fui andando por la pedante de la entrada al que le sonreí avenida con ese ridículo vestidito no sin usar el escote, se quedó según que me hacía ver más como una puta él pensativo, yo sólo le dije -somos que como lo que decía mi madre que tres- y sin jugarle más quitó el seguro era, según ella, una mujer decente. de la cadena y nos dejó pasar ante las quejas del montón que hacían la cola.

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Las horas y el alcohol nos fueron No sabes que es sentir esta angustia llenando la boca y el resto del cuerpo. a veintitrés pisos sobre la costera de Acapulco, viendo la bahía cómo se Tú no sabes cómo es despertar extiende, cómo el mundo se muestra sudada en el cuarto de quien sabe ante tus ojos como una cama, como qué hotel de paredes entre blancas y la pista de un circo, y tú, ahí arriba amarillentas, con un ventilador que en el filo y en el silencio del medio sólo remueve el aire tibio, con un día, silencio que se apaga con el tipo gordo e igualmente sudado y eco lejano de unos redobles, de una desnudo a tu costado, y otro a medio lejanía que viene de ti, entonces, tú vestir tirado en el suelo roncando. ves cómo la pista se ilumina bajo tu ¿Sabes lo que es respirar el olor mirada, escuchas gritar tu nombre, a alcohol y a sexo de esa realidad miras un ave cruzar y saltas, sólo de estar en una cama extraña con saltas suspendiéndote del trapecio extraños, una cama que ha visto a del viento. tantos seres pasar sobre ella y que no te dice nada y en esa nada te muestra tu vida? Vacía y oliendo a cuerpos desconocidos.

Qué soy si no una más que pasa sobre estas sábanas, alcoholizada y drogada, marioneta de la noche, siendo el verdugo que tira de mis hilos. Qué eres tú que ahora me lees o me escuchas y te sientes el espectador de este circo donde no eres más que una muñequita de trapo

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o un muñequito burdo de madera.


VĂŠrtigo Mirada. Kuranes

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Revelado Guillermo Cardona Onofre

Lo único cierto que me queda de esta memoria turbia es, al menos, un mínimo indicio de un olvido prematuro, aquél que suele esconderse en lo más recóndito del alma pero que a tientas se hace notar en el más oscuro silencio que hiere como el más irreverente recuerdo. Ahora eres sólo una imagen, la copia fiel que ha delineado esa conversa infidelidad que mora en mi mente, que jamás perderá vigencia y será, desde tu imposibilidad de ser precisa, la exacta piel de mi contradicción.

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Había enfilado a tu noche desde el más desequilibrante tiempo del deseo, desde las llamas más enervantes de mi conciencia y el apetecible arbitrio con el que tu piel se destilaba a raudales sobre el tacto incierto de mi voz. Me habías escogido ignorando la más apartada indecisión de tu recato, tú, que te elogiabas de tener el ritmo perfecto del tiempo y el firme trazo aderezado por el inconfundible pulso de un maestro del retrato, del linotipo y del verso recurrente entre copas de vino de etiqueta francesa o chilena, y las inmerecidas lágrimas de amor que le habías consagrado; tú que te jactabas de dar los pasos más severos y la mirada más certera al apropiarte del encuadre perfecto, de la luz, del sol y de la luna; tú que proyectabas fiel a tu devoción las posiciones más atrevidas al arrojarte apasionada a la más abyecta de las caricias, las únicas que habías concebido para la indescriptible eternidad que recordabas en los breves segundos en los que se te permitía soñar, entre un sorbo de café y un pase de lista en el que siempre tropezabas en mi apellido mientras fijabas la mirada en un punto incierto, perdido hacía mi posible ubicación.


Dos cursos de dibujo y uno de pintura al óleo en las aulas del centro comunitario no te hacen elegible para nada. Sin embargo, pediste de la colaboración de alguien para acabar el mural del patio principal, un tema que amabas en tus colores de “ondas” budistas y feministas. Yo no tenía la intención de sacrificar, en el encierro de la tarde, mi fin de semana. Tienes facultades ¿no es cierto?, eres el más fuerte de la clase— habías dicho entre risas y una dulce mueca de forzada complicidad mientras escuchábamos los aplausos que vitoreaban tu elección. Se trata de ir conquistando los miedos, uno a uno, de crecer, de dar grandes pasos, pensaba mientras colocaba el andamio y las tablas bajo tu supervisión. Hacía un calor de los mil demonios, el aire subía denso entre el olor a solventes y pintura; me era imposible ignorar el miedo a las alturas, el vértigo. Mientras, tú borrabas las marcas de la pared, los contornos de lo que parecía una estrella roja sobre el torso de una mujer. Notaste mis trastabilleos, la manera tan salvaje con la que me aferraba a los fierros del andamio, la imposibilidad de flexionar las rodillas, el temblor al mojar las brochas, el sudor que empañaba mis lentes, el ardor en mis ojos al intentar verte mientras reías y me contabas no sé qué anécdota universitaria en la que justificabas tu deserción de la facultad de medicina. Estábamos tan cerca uno del otro, comenzaste a bambolearte suavemente, de pronto aumentaste la fuerza y reías mientras tarareabas, con agitada dificultad, una vieja canción que siempre me gustó, “Despiértame cuando pase el temblor”. Me sentí ridículo, sudaba de forma vergonzosa, aferrado al metal; yo semi erecto, con la pintura resbalando por mi mano, con el mareo que comenzaba a desesperarme. Yo me bajo— te dije de una manera sería

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mientras buscaba como limpiarme la pintura de las manos. Quería irme, no tenía razones para quedarme, pensé que eras una tonta, una artista ridícula que sólo trataba de divertirse y de pasar el rato. No dudaste ni un segundo y bajaste al mismo tiempo que yo, tras de mí, y me pusiste una mano en el hombro. Me pediste que esperara y sugeriste que descansáramos un poco. Nos sentamos junto a los botes de pintura. Entonces acercaste una muy estropeada y polvorienta mochila de lona, sacaste una par de vinos, trozos de queso y algunas carnes secas que cuidadosamente habías acomodado en un recipiente de plástico, aceitunas y un poco de “grifa”, así dijiste, y lo que parecía un sobre amarillo que sólo me mostraste sin abrir, pero que era destinado para mí, para ser el único consuelo que, hasta hoy, resguardo con absoluta devoción. Fue después de que me habías mostrado las viandas que advertí que no eras tú, que no traías esa onda entre gótica y fresa, tan fashion como siempre —te habría dicho en más de una ocasión alguna compañera de clase— en la que te habituabas gran parte de la semana: faldas cortas con olanes negros, blusas sensuales con cintas y broches de metal cromado, los ojos muy marcados, el tatuaje de extraño símbolo japonés del lado izquierdo del cuello al que llamabas “la mordida del vampiro”, ni esa decencia tan autoritaria con la que te dirigías a nosotros. Pero eras tú, esa piel blanca entallada en una camisa de manga corta, el pants verde y unos tenis de correr ya muy gastados.

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Comenzamos con el vino y el queso, una botella nos alcanzó para media tarde. Salió música quién sabe de dónde, tú celular y esas horribles notas de lo que llamaste Tristana, y comenzaste a hablar de Lovecraft, de cuentos de horror de Quiroga, recitaste algo de Poe o


de Dylan Thomas, hablaste de psicomagia, del curso de arte que, tan aburridamente, impartías porque de alguna manera tenías que cumplir con el servicio social de la carrera que habías abandonado por años y que retomabas antes de cumplir la promesa de ser madre. ¿Quieres volar? Preguntaste mientras señalabas al andamio, nel yo paso— dije en un guarro y cobarde anacronismo mientras liabas el tabaco. Comenzamos el descorche de la segunda botella, dos tragos y la saliva se deslizaba entre besos con un ardor amargo que escaldaba entre el humo del vuelo y tu dulce sabor a carmín que comenzaba a quemarme los labios. Sentí una amorosa desesperación mientras buscaba acariciar tus pechos y los imaginaba amarillos, verdes, en tonos que la prisa comenzó por revolvernos en una sola piel tras la tarde que dejaba de proyectar sombras. Dos bocas, ojos, el olor a aceitunas, el beso sobre tu vientre, el trazo de mi temblor al besarte abajo del ombligo, al deslizar mi lengua entre tu carne, tus labios entre mis dientes y la delicadeza con que mi lengua comenzó a dibujarte toda, en secreto, para mi eternidad. Éramos felinos rabiosos arañándonos de rojo las espaldas en idiomas cuyas grafías incomprensibles se cruzaban en punzadas sanguinolentas. El espacio se deshizo entre el muro y el cielo; nosotros sobre los ladrillos encalados que hacían ángulo con el mural y de pronto, te liabas entre los trazos inmerecidos de mi desesperación, regresabas y pintabas mi iluminación con tu desnudes, con la tibieza de ese movimiento acompasado con el que aprisionaste cada instante contra mi bajo vientre, esa sin razón que nos había envuelto en el cuadro exacto de la más inmerecida de las casualidades.

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No quedó nada, no era la tarde ya, ni las sombras, ni el queso, o las botellas… sólo el olor a solventes, a magia, a colores que se bifurcaron entre el muro y las voces, entre la piel que encerró la materia con la que están teñidos los sueños. No era más el dulce vuelo de las almas prendidas por la perversión o la fantasía, no se trata de elogiarte en silencio, de hacerte participe de este delirio, ni de hacerte el más ínfimo de los homenajes; sin embargo, me permito recrearte en las líneas de esta demencia absoluta… no lo sabes, pero siempre vuelvo al abismo de un sueño, dándole mil vueltas a la noche, regresando siempre al verso que te nombra, que te inventa reflejada al brillo dulcemente adormecido de mi memoria… estás marcando el trazo de una ruta de delirio, pintas en instantes precisos el tiempo del silencio, el tono cómplice de una misma piel bajo el cielo que navega en tus colores radiantes… y la luz de tu risa que se cuela por mi alma, atravesándome la mirada tan tuya, comenzando en tu voz que se vuelve eco de mis suspiros…

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En esto pienso mientras vuelvo a la razón, mientras vislumbro, una vez más, ese encuentro entre los trazos y la quietud, entre tu piel y esa falta de tiempo en la indeterminada posición en la que te siento mía, una extensión de mi mirada, la contemplación tan ajena y reconocida en la que te haces participe de mi reflejo… vives por mí en el libre trazo con el que te envuelvo… Con el que te siento fiel al pulso de mi memoria… con el que me envuelvo en la vorágine de mi desnudes contemplando un infinito de estrellas sin ti, sin la certidumbre de observarte ya precisa, sino en este cuadro mal pintado en el que intento reconocerte, fotografiada, lejos de mí.


La Reserva: Inoniel, Kuranes Nenenki, R. Lis, Ana Publinsky, Frizia Guerrero, Paco Nihil, Isamar Pinales Blanco Colaboraciones: Alberto EnrĂ­quez, Carlo Ricarte, Dante VĂĄzquez, Guillermo Cardona Onofre, Marian Marti, Mario Alberto Espinosa, Rodrigo Kaos, Salvador Nava. Portada: Temo Wetzka. http://letras-de-reserva.tumblr.com/ letrasdereserva@hotmail.com



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