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Viaje
La Reserva es: Inoniel Kuranes Nenenki R. Lis Ana Publinsky Frizia Guerrero Paco Nihil
Colaboraciones: Alus J Arturo Dubey Carlo Ricarte Claudia Liz Flores E.R.Z Isamar Pinales Blanco Marian MartĂ Sahid JimĂŠnez Ma. Teresa Palacios
letrasdereserva@hotmail.com
Carta Editorial “El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje.” —José Saramago
La carretera, el sol, ver los árboles, el horizonte; visitar nuevos lugares, conocer nuevas personas, sentir la libertad y asombrarse con todo, mirar con nuevos ojos, el salir de la rutina y tedio del día a día, lo logra, ir y no regresar, llevar una carga por única vez. A todos nos gusta respirar nuevos aires, viajar. Los viajes son un tema recurrente en la literatura, cada escritor nos ha mostrado su visión sobre éste acto, desde Julio Verne, hasta Kerouac, y un gran etcétera. Es por eso, que en “viajes” quisimos compartir todo aquello que nos refiere a ello. En las siguientes páginas, encontrarán distintas perspectivas y la forma en que cada autor entiende su propio viaje, porque ¿Quién dice que no viaja el que pasa el día leyendo? ¿La persona que sueña y se pierde en sus pensamientos? Todos tenemos la capacidad de encontrar ese escape y permitirnos ir tan lejos como nuestra imaginación nos lo permita.•
Letras de Reserva
Kuranes
¿Te quedas aquí con la misma gente y en el mismo lugar viviendo lo mismo una y otra vez, o tomas el barco y te aventuras en algo nuevo y desconocido tirando todos los espejos a la basura? Recuerdo esto mientras descanso en la proa refrescando mis manos en el vaivén del agua salada…
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2011
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Frizia Guerrero.
Rain motion
E.R.Z
Escribirte Al escribirte en versos tomarás de mí porciones de mi tiempo, vida. Pídeme que te salve de esa muerte constante, en el viaje vital de letras que van sólo de ida. Pídeme que te salve de tu silencio de la tarde que baja para llevarte hacia la noche de tu corazón que es una maquina con prisa del efecto del oxígeno pídeme que te salve date cuenta tú me necesitas. Pídemelo, no con letras no con voz, aire, sonido, pídemelo con mutismos activos alojándome en un lugar tibio. Mantenme en un canto aquel, con el que al ave resucitas. Déjame en claro que mereces vivir por siempre. convénceme, luz, sangre, espejo, vagina.
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Este es un viaje ideal construido de ideas, cargado de pensamientos, sueños y deseos literarios. Como todo lector sabe, las ciudades se leen, se recorren como páginas de libros. Es así que Praga se ha convertido para mí en una vieja lectura. Me veo llegando al Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, paso por el check-in, documento una maleta llena de procesos y castillos. Abordo un Boeing 777 de Air France y al despegar presiento la metamorfosis que me aguarda en mi destino. Por fin aterrizo en el Aeropuerto Ruzyně y al dejar atrás la última puerta se abre ante mí la ciudad de las cien torres con su idioma del que nada entiendo. Por primera vez estoy en el hogar de Franz Kafka; soy extranjero como él siempre lo fue, mis pasos buscan los caminos que él tantas veces transitó, todo está impregnado de su personalidad. Fluyo a la orilla del río Vltava que suena justo como Bedřich Smetana lo representó. Los palacios y edificios que en su antigua pasividad acompañan el curso fluvial me traen grandes pensamientos porque es grande el panorama. Reconozco los lugares que ya había visitado a través de las letras y las fotografías. Ahí está el Reloj Astronómico, la Catedral de Tyn, Malá Strana y el barrio judío. Recorro la Ciudad Vieja para encontrar el legendario Puente de Carlos, y al cruzarlo
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Carlo Ricarte
Metamorfosis en Praga
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Fotografía: Carlo Ricarte
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aparece el Franz Kafka Museum con sus galerías y espejos interminables que no sólo hablan de una ciudad, de un hombre, de un mito. Los símbolos allí reunidos hablan de la condición humana en la historia occidental. Me pierdo por horas, tal vez días, entre el arte, las atmósferas, las reliquias y todos los rostros del poeta. Al caminar por las calles de Praga encuentro la prolongación del museo kafkiano en los cafés que fueron testigos de su tiempo: El unicornio dorado, El café Slavia y El café Louvre. Me detengo: imagino las charlas del Imperio perdido y bebo algo en honor de mi anfitrión. La cartografía de Kafka me lleva a su casa natal en la calle U Radnice y a las otras casas que ocupó con su familia. En medio de la calle Dusni me sorprende una estatua de bronce: es un traje que en sus hombros viste a un hombre. El viaje termina y me siento como aquella estatua de bronce. Antes de tomar el avión de regreso a México doy mi último paseo por el Nuevo Cementerio Judío. La tumba de Kafka me deja ver lo real que era el escritor, lo reales que son los paisajes de la República Checa, y lo real de la experiencia de viajar.
Alus J
Postales
“dejadme contemplar el mundo en una lágrima” Leopoldo María Panero
A Leopoldo I Diez pájaros murieron esta mañana diez para ser exactos junto a ellos no había árboles no había una mano amiga que les tocaran las alas como quien toca un réquiem para un amigo. II Es la mano de una mujer sobre el rostro de un hombre dormido las creencias de ella se vienen abajo con la realidad es la mano del hombre que no se mueve la mujer ausente y el último beso sobre las monedas de plata que no llega es el hombre en el camino tras los pasos de la nena III Wendy ya no despeinaba a Peter y Peter carecía de cabello coleccionaba cromos de actrices desnudas y momentos que nunca ocurren Wendy es la hermosa voz de un pájaro que ya no habla y llueve toda la tarde
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se inunda la sala y el sillón es la isla de Nevermore Peter y Wendy se abrazan son niños que no vuelven Garfio, Garfio viste de negro y llora por su reloj Por el tiempo que dice pasar y se va Peter ríe, Wendy le roba el último dedal la velocidad del hombre hunde el barco IV “y llueve y se hace tarde y toda la tristeza del mundo no cambia nada” Ray Loriga El poema es el viaje el viaje que no alcanza los destinos los ojos que se cierran por amor la voluntad de un hombre por morir y no llegar a la vida eres el verso caminando por la nada, amigo desdentado amigo pagas a Caronte con tus últimas dos muelas él te da un beso a cambio el Hades, reino de los muertos pierde la esperanza al verte entrar tú, dueño de la muerte, te extraño y en el fondo de la lluvia ordeno tus juguetes
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Canon EOS Elan II, Canon EF 50mm 1:1.8, Arista EDU Ultra, Iso 100. 35mm
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R. Lis
Hombre y perro
Sahid Jiménez
Todo por el rock
El caucho de los neumáticos de un Bugatti Veyron se adhiere al ardiente y sudoroso pavimento de la autopista 52. Su motor ruge incontenible como el amplificador del legendario guitarrista Mick Mars, atronador como la ira de Júpiter. Ningún otro estímulo, además del estruendo, necesitan los pezones de Samantha para erguirse ufanos y provocativos. Samantha era rubia, áurea, luciferina, instantánea. Espléndida y solar derramaba su sonrisa sobre los corazones de sus amantes; inaudita y voraz devoraba las almas de los musculosos fisicoculturistas que, en tensión dinámica, convertían sus cuerpos en vibrantes falos erectos sobre las playas de california. Por allá, un Ferrari Enzo, salvaje y bruno, desafía las leyes de la física en alarde obsceno de su irreductible fuerza. Sin dejarse intimidar, un Lamborghini Murciélago LP640, negro y maligno como las fauces de Plutón, hace gala de su incalculable poder mecánico. Era un tórrido atardecer que se desplazaba a 200 mph sobre ávidos y hermosos cuerpos, una tarde con 720 caballos de fuerza, diseñada para
prodigar sensaciones indescriptibles. Pequeña muerte, pequeña eternidad… Marcus, décimo en la fila, finalmente derrama su soledad sobre el enjalbegado-a-la-bukkake rostro de Sam y luego, desordenado, obliga a la agotada fiera que yace entre sus piernas a volver a su cubil de cuero entallado y negro. Cinco minutos después, un poderoso vehículo de cuatro ruedas acelera de 0 a 100 mph en 8.5 segundos, indolente frente al hermoso paisaje, impertérrito frente a la velocidad asesina, inconmovible frente a la azafranada puesta de sol. Aquella tarde, oscuras fuerzas obligaron a Marcus a conducir de manera extremadamente peligrosa. Alguna desconocida relación entre el celaje y los enigmáticos pensamientos acerca de Sam, cerraban a Marcus – mejor conocido entre los amigos como Mark V- las puertas del saludable olvido: simple y sencillamente no conseguía sacar de su cabeza la sedicente luminosidad del santuario semioculto entre los muslos de la rubia.
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Mark V condujo y condujo, poseído por algún extraño impulso que le impedía parar. El paisaje cambiaba vertiginosamente. La autopista serpenteaba, hipnótica y lasciva; luego simple y sencillamente se extendía lánguida y pasiva durante horas y horas... hasta el amanecer. El sol fulgía amigable, aunque poderoso y mayestático, sobre las cabezas de los fatigados obreros que trabajaban sobre la autopista. El cadáver de un perro a la orilla de la carretera llamó la atención de Marcus quien tuvo un mal presentimiento. Y también una erección que lo hizo sentir aún más confundido. Poco a poco, las sombras fueron desapareciendo de la tierra: el inconmensurable astro había alcanzado el cenit, el redondeamiento del esplendor, el mediodía. Pero no era jubilosa la sensación que M. experimentaba frente al radiante espectáculo de la creación, sino devastadora y melancólica. El atardecer trajo consigo juguetones y diamantinos brillos. Más tarde el ocaso obsequió al mundo hermosas y anaranjadas luces. Luego la noche cernió sus alas como un deleznable y oscuro buitre. El planeta continuó girando. Y amaneció otra vez. Esto es imposible –dijo para sí mismo Mark- llevo conduciendo más de 24 horas sin cargar combustible.
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Recordó el milagroso Hanukkah y no pudo evitar sonreír. Había, sin embargo, cierta malignidad en ese abstruso mohín. Después de sólo dios sabe cuánto tiempo, el automóvil se detuvo. El aventurero descendió de su vehículo y caminó sin rumbo fijo. La ardiente arena bajo sus pies parecía querer advertirle sobre el peligro que, sin que aquél pudiera imaginarlo, se avecinaba. Ninguna nube disminuía la intensidad del abrazo del poderoso Febo. Una serpiente dibujó una línea que Marcus interpretó como un mensaje de los dioses; luego se dijo a sí mismo que la idea era ridícula y anheló una sombra que suavizara su peregrinaje. Mas no era una sombra lo que estaba a punto de encontrar. -No hay nada en esa dirección. Bueno, tal vez la muerte. -¿Qué dice? La advertencia no alcanzó los oídos de Mark quien estaba totalmente sumergido en sus recuerdos, en el cenagoso pantano de su memoria. Y lo único que podía escuchar desde allí era el seductor jadeo de Samantha durante sus ejercicios amatorios. -No tiene importancia. Le sugiero pasar el resto de la tarde conmigo y reanudar la marcha cuando la luna corone el firmamento. Fue entonces cuando Mark giró su
rostro, buscando la fuente de la voz que lo amonestaba, y descubrió un anciano desnudo e itifálico que arrojaba espuma por la boca. -No esta vez, anciano, no esta vez. -Ya volverás, te lo aseguro. No eres el primero que toca a las puertas del infierno. Ni serás el último. -Como tú digas, anciano. -Ya volverás, pinche puto. Al decir esto, el anciano eyaculó un abundante chorro de semen sobre la arena, riendo, arrojando desagradable espumarajo. Pero no fueron la obscenidad y la abundancia de semen los que sorprendieron a Marcus, sino la fuerza inaudita con que el anciano expelió su fluido germinativo. Creo que ya lo he visto todo -se dijo el hombre en pantalones de cuero y prosiguió su viaje hacia ninguna parte. Los coyotes aullaban solitarios y hambrientos cuando el también hambriento y solitario caminante encontró un pequeño poblado a la mitad del desierto. EL RINCÓN DEL DIABLO LASCIATE OGNI ESPERANZA O VOI CH´ENTRATE -¡Qué carajo significa esto! -musitó Mark. -No tengo la menor idea. Nunca he querido averiguarlo. El conocimiento es pecado. No estaba en el plan de
la creación que fuera posesión de los hombres. Discúlpame, no quise asustarte. Me llamo Robbin. -Marcus; todos me dicen Mark, Mark V. -¿Primera vez en El rincón del diablo, Mark V? -Sí... Bueno, supongo. No tengo la menor idea de dónde estoy. -Nadie tiene la menor idea de dónde está ni para qué. Excepto tú, ahora. Estás en El rincón del diablo, para olvidar a una mujer. -No, yo... Bueno, sí, pero ¿cómo lo sabes? -Lo dice el letrero. Y la mayoría viene aquí para olvidar a una mujer. ¿Quieres un bayonetazo? -¿Bayonetazo? -Heroína. ¿O prefieres algo más suave? Ah, ya sé, quieres ir directamente a las mujeres. -¿Heroína, mujeres? -¿Qué crees que hacemos todos aquí, en un pueblo a la mitad del desierto? ¿Crees que venimos a observar las estrellas? Estás en casa, Mark. Finalmente llegaste a casa. La luna, como un enorme y vigilante ojo, observaba a los huéspedes de “El rincón del diablo”, derramando sus argentinos rayos al igual que derraman sus lágrimas las vírgenes desfloradas en las fantasías de Sade. Las calles del pueblo eran
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un pandemónium. Allá una rubia derramaba una botella de bourbon sobre su espalda para que un hombre bebiera de entre los rebles el licor que descendía. Más allá una hermosa trigueña forjaba a golpes de lengua un par de bruñidas espadas. En otro lado una mujer de bruna cabellera ofrecía su culo a un perro salvaje que oliscaba con avidez. Un hombre de más de dos metros de altura fustigaba con su enorme y rígido apéndice el diminuto rostro de una joven que lucía un par de grandes y espléndidos ojos. Sin pensarlo un segundo más, Marcus ensalivó la hendidura entre dos sólidas redondeces y comenzó a deslizar allí su acrecido miembro hasta que un cristalino licor surgió de la oronda cimera. Frotó después con rudeza el delicado botón que se erguía orgulloso entre los pétalos de la codiciada flor que refulgía bañada por los exultantes jugos de la hespéride que, impaciente, giró para introducir el ariete en su boca, haciéndolo entrar y salir de ella con destreza. Mark V retomó el control de la situación y se colocó detrás de la ninfa y la poseyó como un lobo, gruñendo, arañando, mordiendo. Roll up, roll up for the magical mystery tour! escupieron un par de altoparlantes, en la energética versión de Jeff Scott Soto. Los poderosos acordes estimularon aún
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más a las bestias y un gigante se unió a Marcus para homenajear a la dríade quien sabía que su vida llegaría al final con la muerte del tronco al que estaba unida. El coloso besó los labios de la ninfa y luego le pidió que escupiera sobre su descomunal ariete para lubricarlo y hacer más agradable el movimiento de sube y baja entre sus manos, pues sólo con ambas manos podía cubrir la longitud de su sexo enhiesto. Too fast for love comenzó a sonar: she´s a streamline queen on a sex craved movie screen, say it again, she´ll use her time up... La máquina de los sueños funcionaba a 5,000 revoluciones por minuto y la tímida Babsy viajaba en ella hacia los confines de la galaxia. Un par de ojos azules y hermosos como las aguas de dos plácidas fuentes observaban con asombro el espectáculo de bruñidos cuerpos que se solazaban. Alguien comenzó a cantar ay, qué rico, un, dos, tres, te deseo otra vez, pero no, no, no tu corazón... te quiero ¡puta! a lo que una mujer de grandes pechos que oscilaban de izquierda a derecha al ritmo del amante que la penetraba respondió: fire your guns! Todo mundo bebía, todos se regocijaban, todos buscaban y encontraban placer de una manera u otra, cantando, fumando, cogiendo, bailando, de allí al infinito, sobre
la piel, entre sueños. El licor, los besos, las palabras dulces fluían interminablemente como el Danubio. Y todos navegaban sobre esas aguas; todos, excepto Marcus quien no conseguía olvidar a Sam. -¿Sigues pensando en tu mujer? -No es mi mujer. Ahora mismo debe estar cogiendo con varios hombres. -Déjala crecer. No la odies por eso. Es una flor muy codiciada. ¿Sabes algo? Las mujeres no aman a la ligera, es natural que les asuste el amor, es una condena a muerte para ellas, un vínculo que construyen con irrompibles y doradas cadenas. Pero ya se dará cuenta de las profundas marcas que ha dejado en tu corazón y entonces atenderá a tu llamado. -Sí, tal vez. Robbin... -Mi nombre no tiene importancia. -Es que no consigo sacarla de mis pensamientos. -El amor no es una elección. Desde que el vacío primigenio arrojó al diabólico Eros, el pillo domeña las fuerzas y el intelecto de los dioses y de los hombres sin que nadie pueda hacer nada al respecto. Y la noche arrastra la pesada capa de Érebo y obnubila con ella la frente de los enamorados. Sin que nadie sepa por qué ni para qué. “Lasciate ogni esperanza o voi ch´entrate.” -Es lo que estaba escrito a la entrada
del pueblo, ¿no? -”Quien entre aquí que pierda toda esperanza.” Algo así. -¿Y eso qué significa? -No lo sé, Mark. Sólo son palabras, supongo. Aunque solamente somos eso, ¿no? Palabras. Música y palabras. Ve por ella, hermano. Labra una sonrisa con la carne y los huesos. -Agradezco tus palabras, Robbin. -Robbin Crosby. -¿Robbin Crosby? ¿Como el guitarrista de Ratt, el que murió en 2002 de una sobredosis de heroína? -Supongo que sí. Cuídate, hermano. Ahora, el Bugatti Veyron, azul y seductor como las aguas del mediterráneo, surca las inhóspitas carreteras. Pero esta vez el hombre tiene un firme propósito, sabe hacia dónde se dirige. Y ni el crónida con sus poderosos rayos podría detenerlo. Y aquí, sobre la playa, está Samantha, de rodillas, devorando un rubicundo falo y oprimiendo con sus muslos el sexo de un moderno Heracles. La rubia separa sus piernas para que una hermosa e inflamada flor extienda sus pétalos, indiferente, ajena a las tempestades que azotan el corazón de Marcus. Y allá, en algún punto de la tierra no muy distante de Sam, Mark V conduce su vehículo hacia el horizonte, henchido de esperanza.
Tell her I´ll be waiting in the usual place/ with the tired and weary and there´s no escape/ to need a woman you´ve got to know/ how the strong get weak and the rich get poor/ slave to love…
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MARIA TERESA PALACIOS CERVANTES, SERIE ASIA ORO, PALACIO REAL BANGKOK THAILANDIA, OLEO SOBRE HOJA DE ORO Y MADERA, 50 X 40 , 2012
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MARIA TERESA PALACIOS CERVANTES, SERIE ASIA, DAN-TONG, (ENTRADA CUEVAS DE DANTONG, CHINA) OLEO SOBRE TELA 50 X 1 M , 2012
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MARIA TERESA PALACIOS CERVANTES, SERIE ASIA, LUCES EN SHANGHAI (SHANGHAI, CHINA) OLEO (NEON) SOBRE TELA, 50X70 , 2012
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Marian Martí
Viaje Sofía La ciudad transpira humo y hedor. Es un gigantesco monstruo que, sin apetito alguno, devora sueños y esfuerzos humanos. Estos son ingenuamente los creadores de su muerte. Por sus calles solamente existen autómatas, seres orgánicos estructurados mentalmente desde temprana edad para cumplir una función específica dentro de un organismo social más grande. En los trenes, en los camiones, todos van como dormidos; en los trabajos, en las escuelas, todos andan idos. Pero aún existen seres mágicos transitando por las calles. En el tren de los suburbios -un moderno tren rojo donde hasta las risas son de plástico-, en uno de los gruesos acrílicos que asemejan ser cristal, se reflejan un par de ojos brillantes y meditabundos. Con su mirada atraviesa la ventana, se desparrama por los contornos de la Sierra que se eleva allá afuera, cuyas líneas y paisajes siempre le recuerdan a Sofía. Tan altiva e inaccesible, con la gente siempre husmeando bajo sus faldas, besándole los pies. El tren rojo no es el único ser mecánico que cobra vida propia. Una vez deglutido por éste, Marian tendrá que ser tragado por otro aún más asqueroso, Excesivamente viscoso de sudor humano y fluidos extraviados. Como una gigantesca araña con patas de hierro, extiende sus vías abrazando toda la ciudad. A pesar del amor que le tiene a esta belleza encarnada, Marian sufre de un extraño padecimiento que mezcla satisfacción y culpa cuando va a visitar a Sofía. Ella jamás es poseída por nadie, pero de igual manera, nunca niega su compañía. Sofía vive en el otro extremo de la ciudad, relativamente cerca de la academia. Domina ese ambiente como si fuera su hábitat natural, pero igual anda por oscuros callejones como linyera cualquiera. Sea como sea, la belleza de Sofía es irresistible,
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tanto a los ojos como al intelecto, y puede tomar cualquier apariencia que te imagines o desees. Marian es un ser alado y eso le ha dado la fortuna de gozar del elixir vital de sus labios. Pero ella jamás devela su enigma, manipula los sentidos, controla los pensamientos. Algunas veces se autodefine, deja bien claro lo que ella quiere ser y, a Marian sólo le resta obedecer. Otras veces no quiere ser nadie, entonces le toca a él esculpir su imagen y su esencia con el calor de las manos y las caricias de los pensamientos. Los clímax de la carne, los deleites de la mente. La conquista de Sofía es un vuelo excitante donde hay que descubrir que ella no es ni eso que ella piensa, ni lo que otro desearía ver. Sofía es Nada, la inconmoviblemente bella circular verdad.
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Kuranes
Movimiento 2011
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Arturo Dubey
El regreso del octavo infierno Una tercera llamada, la claridad eléctrica fallece el telón deambula y súbitamente se detiene, entornando el escenario. El villano, un depravado haraquiri. Maldito y brutal celuloide que refleja la existencia. Bienvenido a Niflheim Al primer paso del periplo al infierno, las entrañas abrazan el frígido recuerdo de tu mirada oscura, indiferente y utópica. Camino sin sentido por la costa de cadáveres, respirando el sufrimiento de los cleptómanos del amor, observando la pestilencia de las heces de la serpiente gigante que se alimenta de las almas infractoras de la pasión. Al llegar al árbol del universo que sostiene al mundo, “Hel”, el dueño del changarro, me toma del hombro. Con sus pupilas de nitrato de plata advierto mi catarsis. Me susurra al odio palabras incoherentes pero que entiendo. Mi momento para el eterno sufrimiento no ha llegado. Reencarné en el fluido sangriento de muñecas agrietadas en el reclamo contaminado de fidelidad del adultero en el canto de una urraca sobre el semáforo en rojo en la tinta del libertador tatuaje del esclavo en las palabras magnicidas de un poeta en la anarquía subconsciente, que baila enmascarada en el carnaval de primavera.
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El tren avanza lentamente frente a él, la espera ha sido larga, pero Tobías sabe que es ahora o nunca. Le costó mucho convencerse de regresar a su lugar de origen, pero ya no puede mantener a su familia en estas condiciones. Necesita regresar, se siente derrotado. Se prometió no volver, cruzar la frontera y ganar muchos dólares, pero después de intentarlo sin éxito, los polleros se quedaron con todo su dinero. Sujetó como pudo una saliente del tren y dio un brinco para subir, su esposa ayuda a su hija de 6 años, la levanta, Tobías le da la mano y la pone en un lugar que él considera seguro, luego toma a su bebé de brazos, ya sólo falta Tere de abordar. Antonio sale de su oficina a fumar, el tabaco le da fuerzas para continuar, le deshace las bolas que se le forman en la espalda conforme avanza el día, intenta pensar en los correos que debe contestar, problemas en casa, presupuestos que debe hacer, terminar la contabilidad, pagar impuestos, deudas, etc. El maldito tren no lo deja concentrarse, hace vibrar el suelo, el pitido le hace levantar la cabeza y no puede creer lo que ve: una familia entera subiéndose en él. La situación apesta, pero para otros es peor. Alicia escucha música a todo volumen, mientras pisa el acelerador a fondo, tiene prisa por llegar a su clase de algebra lineal, se quedó dormida y hoy justamente tiene examen. Su neón es interrumpido en su rápido avanzar justo al llegar a las vías, un tren de carga que parece eterno pasa frente a ella, saca su celular y se toma una foto con el ferrocarril de fondo, así justificará ante la maestra su llegada tarde, se acomoda nuevamente
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Claudia Liz Flores
Junto a las vías
en el asiento y analiza la foto, se ve cachetona, pero lo demás es muy nítido, incluso se puede apreciar a la gente que lo acababa de abordar: un hombre sentado con un bebé en los brazos. Llegó a la escuela, la maestra le da el examen y le indica que tiene poco tiempo. Alicia no logra concentrarse, piensa en el bebé y en ese señor. Las fórmulas le parecen algo lejano, cómo la sobrevivencia de esos dos. Catalina prepara la cena, hoy esta increíblemente sensible, ha llorado todo el día con anuncios de televisión y las noticias, espera ansiosa la llegada de Antonio, quiere que le haga el amor y la abrace hasta quedarse dormida. Sus ataques depresivos van de mal en peor, o duerme todo el día o llora, ya no tiene ganas de salir, a veces se la pasa en pijama deambulando de un cuarto a otro, sin saber qué hacer. Toma el teléfono y marca, entra el buzón, el psiquiatra no contesta y ella siente que necesita una dosis más fuerte. El cerrojo de la puerta se abre, Antonio aparece y le extiende los brazos para saludarla, le da un beso y ella empieza a llorar. Se detendrá treinta minutos después, una vez que haya decidido morir. Javier lee el periódico como una de tantas mañanas, mientras toma su café y come su huevo revuelto, ya pasó por la sección de espectáculos y sociales, le saca la vuelta a las noticias locales: “Una mujer se suicida en su casa después de matar a su marido… (Pág. 5)”
“Un bebé muere al caer del tren de carga… (Pág. 6)”. Cierra el periódico y lo deja sobre la mesa antes de darle el último sorbo a su taza de café. Es demasiado temprano para amargarse el día.
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2012
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KURANES
“Caminantes”
Frizia Guerrero
Insinuación peregrina Dormir: Ocupar algún féretro. Verbalizar camuflados el falso accidente. Estar posesos por deseos insensatos.
Destinar tránsitos a la muerte inacabable. Conducir canto y alucinación inmaculada. Creer poder trasladar y adquirir sueños.
Suceder: Otro-Yo, muchedumbre en Uno. Imitar al ser ausente, la risa ausente, la vida ausente. Sintonizar con la métrica cardiaca la mesura.
Vincular los recuerdos morfológicos. Ser Otro: “Contemporánea anécdota”. Nacerse Otro. Sentirse Otro.
Evitar espacio, historia, existencia. Seguir siendo Otro, al ser uno. Morir Otro, muerte de varios.
(Identidades derivadas)
Otro existe en más de dos cuerpos. Seres distantes, contiguos. Vidas distantes, homólogas. Idear encanto. Planear la unción anterior.
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Acomodar el tiempo, distinguir lo bilateral y lo impar.
Ausencia invoca/Deserci贸n convoca. Llegar al final y no encontrarse. Seguir asociados. Mirarnos desaparecer en la huida.
Insinuaci贸n peregrina de voces ajenas. Abordar y ocupar un espacio, ignorando a quien previamente estaba aposentado.
Despertar: Cambiar este entorno. Razonar lo superfluo de rutinas compartidas. Canjear bocanadas por despedidas.
Rechazo.
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Kuranes
“Interior-viaje, Surrea 2013
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R.Lis
Supernova El disco del pulsar comienza a sonar. Froto la cabeza del fosforo contra la superficie lateral de la cajetilla proporcionando la energía de activación necesaria para su combustión. Funciona. Lo elevo hasta mi boca para encender el cigarrillo cuya composición desconozco, ya todos me saben igual, sean de lo que sea. El humo se expande en mi boca, lo saboreo, lo expulso. Otro poco de muerte dentro de mí. Ariadna otra vez gritó como loca, no entiendo qué pretende, tan fácil que sería guardar silencio. Estoy harto de sus apariciones repentinas, estoy cansado de su indiferencia y constante hostigamiento ¿Por qué sigues aquí? Siempre le pregunto cuando aparece de la nada, jamás responde, jamás entenderé lo que me hace sentir. Es tan nuevo que me quiebra el espíritu hasta reducirlo a polvo. No sé cuántos minutos llevo sentado, contemplándome ante el espejo, como si viera mis pensamientos. Al llegar a mi cuarto, hago siempre lo mismo, la química me deja tan cansado que a veces simplemente no hay espacio para nada más. Debería concentrarme más en la producción de THC, es mi único boleto para deshacerme de las voces que gritan a lo lejos ¿Cuándo se detendrán? Trato de concentrarme sólo en la música, pero aquellos murmullos comienzan de fondo, son tan insistentes que caigo en su juego. Se hacen tan fuertes que comenzamos discutir. Así es cada día, no sé cuándo las cosas comenzaron, siempre traté de llegar a ella, pero eso es imposible. No quiero temerle más, solo regreso a mi cuarto, a la música, furioso como siempre (o eso es lo que trato de aparentar). Cuando algo está mal es la forma más sencilla de salir de la situación. No soporto la cabeza, la
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frustración escolar a veces me ahoga tanto que quisiera no volver nunca, sin embargo, cuando lo intente, terminó en terribles taquicardias de por vida. ¿Escuchas cómo hablo? Desde la muerte de Liz simplemente estoy perdido, no quiero tocar mis instrumentos musicales, hoy ni siquiera ellos podrán conmigo. No comprendo mis frustraciones y lo único que queda es ahogarse en lo que sale de las bocinas y no en lo que pueda crear hoy, pues terminaré por destruir, otra vez. Después de que ella perdiera el control, las cosas se vinieron a pique, no se lo conté a nadie, apenas una veintena de personas supieron de su muerte, ella desencadenó que me rehusara a seguir algún camino. Ella, Liz. Ahora, solo quiero ser libre, busqué apartamentos en renta, algunos amigos me invitaron a vivir juntos, incluso conseguí trabajo, mas cada que subo dos escalones, bajo tres, no se puede recuperar lo que a cada segundo se pierde. Es hora de independizarme, lo repito a diario. Perderla simplemente fue lo peor, no sé cómo Ariadna no siente culpa de estar con el exnovio de su hermana muerta, no sé cómo se atreve a besarme y al siguiente instante desaparecer, como si no existiera, como si yo estuviera loco. Parecen horas cada segundo que paso en la cama preguntándome porqué tengo que dar la cara a esto, quisiera salir a caminar hacia el centro de la ciudad o a la presa como lo hacía antes por las tardes, quisiera volver a levantar los brazos, sin nada en que pensar, sin alcohol que ingerir para esperar la noche, sin tener que ser responsables por mis emociones, solo refugiarme en la furia, en la que habita cada parte de mí.
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Comienza mi canción favorita. Poco a poco todo se torna menos sonoro y aquellas voces dentro se silencian para convivir con el ritual de mi desvanecimiento. No quiero saber más acerca de Ariadna, no quiero saber si es o no hermana de Liz, no quiero estorbar en la vida de mis hermanos, no quiero terminar siendo un perdedor como ellos, tengo más en la vida que una simple existencia. En este momento, tenso la última cuerda. No quiero recordar a partir de ahora, quiero saber que estoy libre de toda responsabilidad, de toda carga moral, de toda insatisfacción e infelicidad. ¿Para qué continuar una reacción con tan poca conversión? ¿Para qué seguir siendo una alimaña más destruyendo el manto azul? Cuando me doy cuenta, mi cama queda un poco lejos y comienzo a ponerme el collar de la liberación, aquél que te sostiene en la interface del final y el comienzo. No puedo creer lo que voy a hacer, la furia me controla, tiro todo a mi alrededor, necesito espacio, solo dejo hablar a mi subconsciente. Nosotros, extraños hijos de la violencia declaramos la independencia de la calamidad y proponemos este transporte hacia la libertad. Ahogado en mis lágrimas, hago una reverencia. Estoy tranquilo, las ideas sin sentido se acaban en mi mente, de pronto Ariadna, Liz o mi madre dejan de importar. Las notas graves de la última canción parecen la marcha triunfal hacia mi destino. La fuerza de mi cuerpo atraído por la gravedad mueve todo dentro de mi cuarto, el ropero cae, las paredes tiemblan los vidrios se rompen y con ellos mi cuello. La música se detiene, el pulsar termina. Vuelvo a perder el control.
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Ana Publinsky
Sin tĂtulo
Inoniel, Kuranes Nenenki. R. Lis, Ana Publinsky, Frizia Guerrero, Paco Nihil http://letras-de-reserva.tumblr.com/ letrasdereserva@hotmail.com
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